Publicado: Dom Abr 05, 2009 8:02 pm
[center]Capítulo 5 - Un nuevo ejército[/center]
Odom se adentró en el bosque, que era bastante frondoso y verde. Había muchos matorrales, y el chico se hizo unas cuantas heridas. Estuvo corriendo un par de horas por el lugar, entonces decidió descansar.
-Y lo peor de todo es que no he traído comida –Pensó para sí-. Será mejor que busque un río.
Lo buscó durante unos minutos, pero estaba demasiado cansado como para continuar. Se tumbó en el suelo y intento conciliar el sueño, cosa que le costó bastante.
Al día siguiente, Odom se despertó bastante temprano. Era un día bastante bonito, despejado y soleado. El muchacho retomó el viaje, rezando para encontrar un río.
-Si sigo así me moriré de sed... –Dijo en alto, sin darse cuenta.
Cuando dijo esto, una flecha le pasó rozando la pierna, y un hombre bastante robusto se atacó por detrás con una espada. Odom, por suerte, tuvo un acto reflejo y esquivó la espada, después salió corriendo. El hombre, que corría bastante más que Odom, lo alcanzó en a penas un minuto, y lo tiró al suelo. Le puso la espada en el cuello y dijo:
-¿Quién eres? ¿Qué haces en estos bosques?
-Soy Odom... un elemental de agua...
El hombre levantó a Odom y le pidió disculpas.
-No lo sabía, perdóname. Soy Heimdall, un soldado a servicio del sumo monarca del país del agua. Yo y mi pequeño grupo de guerreros vivimos en este bosque, y eliminamos a todos los soldados del fuego que pasan por aquí. No podemos permitir que el país del fuego invada nuestras tierras, ¡nunca!
-Un placer, supongo...
Heimdall llevó a Odom hasta el campamento. Todos los guerreros, robustos y armados, estaban comiendo carne y bebiendo cerveza. Parecía una fiesta.
-¡Escuchad! –Gritó el nuevo conocido de Odom-. ¡Tenemos un invitado, un elemental de agua!
Todos los hombres gritaron, con grandes sonrisas en sus caras. Saludaron a Odom con la mano uno por uno, y algunos hablaron con él. Finalmente, Heimdall le preguntó que le trajo a esos bosques. Odom le contó a su nuevo amigo toda la historia, incluída la que le contó su abuelo Eob. El hombre pegó un salto, y gritó con furia:
-¡Malditos soldados del fuego! ¡Nosotros, guerreros del país del agua, nos vengaremos! –Tras una pequeña pausa, el hombre prosiguió-. ¡Mañana por la mañana iremos a tu pueblo y acabaremos con esos asesinos!
-¿Cómo os lo podré agradecer? –Dijo Odom, con un tono tímido.
-No nos tienes que agradecer nada, es nuestro trabajo. Mañana, si quieres, puedes venir con nosotros.
-Claro que iré, y me vengaré de esos. No sé si mi abuelo seguirá... ya sabes.
-Nunca pierdas la esperanza, chico.
Esa noche, todos los hombres preparon sus armas para el día siguiente, y todos durmieron tranquilamente. Odom, algo asustado, no consiguió dormirse en toda la noche. Una vez más, hubo una mañana soleada y despejada. Los guerreros de Heimdall, que debían de ser unos cien, levantaron las espadas y dieron un grito de guerra. Comenzó la marcha hacia el pueblo. Odom y Heimdall iban encabezando la marcha, mientras que los pasos de los hombres resonaban en todo el bosque. Por fin, después de caminar durante varias horas, llegaron a la gran pradera por la que escapó Odom cuando su abuelo Eob se enfrentó a los enemigos.
-Ha llegado el momento de tu venganza, Odom –Dijo Heimdall.
-Aún tengo muchas más cosas que vengar...
Heimdall se dio la vuelta, y desenvainó su espada. Seguidamente, todos los guerreros lo hicieron, y dando otro grito de guerra, alzaron sus espadas y corrieron hacia el pueblo, espada al frente.
Continuará
P.D.: Creo que hay demasiada velocidad asesina xD
Odom se adentró en el bosque, que era bastante frondoso y verde. Había muchos matorrales, y el chico se hizo unas cuantas heridas. Estuvo corriendo un par de horas por el lugar, entonces decidió descansar.
-Y lo peor de todo es que no he traído comida –Pensó para sí-. Será mejor que busque un río.
Lo buscó durante unos minutos, pero estaba demasiado cansado como para continuar. Se tumbó en el suelo y intento conciliar el sueño, cosa que le costó bastante.
Al día siguiente, Odom se despertó bastante temprano. Era un día bastante bonito, despejado y soleado. El muchacho retomó el viaje, rezando para encontrar un río.
-Si sigo así me moriré de sed... –Dijo en alto, sin darse cuenta.
Cuando dijo esto, una flecha le pasó rozando la pierna, y un hombre bastante robusto se atacó por detrás con una espada. Odom, por suerte, tuvo un acto reflejo y esquivó la espada, después salió corriendo. El hombre, que corría bastante más que Odom, lo alcanzó en a penas un minuto, y lo tiró al suelo. Le puso la espada en el cuello y dijo:
-¿Quién eres? ¿Qué haces en estos bosques?
-Soy Odom... un elemental de agua...
El hombre levantó a Odom y le pidió disculpas.
-No lo sabía, perdóname. Soy Heimdall, un soldado a servicio del sumo monarca del país del agua. Yo y mi pequeño grupo de guerreros vivimos en este bosque, y eliminamos a todos los soldados del fuego que pasan por aquí. No podemos permitir que el país del fuego invada nuestras tierras, ¡nunca!
-Un placer, supongo...
Heimdall llevó a Odom hasta el campamento. Todos los guerreros, robustos y armados, estaban comiendo carne y bebiendo cerveza. Parecía una fiesta.
-¡Escuchad! –Gritó el nuevo conocido de Odom-. ¡Tenemos un invitado, un elemental de agua!
Todos los hombres gritaron, con grandes sonrisas en sus caras. Saludaron a Odom con la mano uno por uno, y algunos hablaron con él. Finalmente, Heimdall le preguntó que le trajo a esos bosques. Odom le contó a su nuevo amigo toda la historia, incluída la que le contó su abuelo Eob. El hombre pegó un salto, y gritó con furia:
-¡Malditos soldados del fuego! ¡Nosotros, guerreros del país del agua, nos vengaremos! –Tras una pequeña pausa, el hombre prosiguió-. ¡Mañana por la mañana iremos a tu pueblo y acabaremos con esos asesinos!
-¿Cómo os lo podré agradecer? –Dijo Odom, con un tono tímido.
-No nos tienes que agradecer nada, es nuestro trabajo. Mañana, si quieres, puedes venir con nosotros.
-Claro que iré, y me vengaré de esos. No sé si mi abuelo seguirá... ya sabes.
-Nunca pierdas la esperanza, chico.
Esa noche, todos los hombres preparon sus armas para el día siguiente, y todos durmieron tranquilamente. Odom, algo asustado, no consiguió dormirse en toda la noche. Una vez más, hubo una mañana soleada y despejada. Los guerreros de Heimdall, que debían de ser unos cien, levantaron las espadas y dieron un grito de guerra. Comenzó la marcha hacia el pueblo. Odom y Heimdall iban encabezando la marcha, mientras que los pasos de los hombres resonaban en todo el bosque. Por fin, después de caminar durante varias horas, llegaron a la gran pradera por la que escapó Odom cuando su abuelo Eob se enfrentó a los enemigos.
-Ha llegado el momento de tu venganza, Odom –Dijo Heimdall.
-Aún tengo muchas más cosas que vengar...
Heimdall se dio la vuelta, y desenvainó su espada. Seguidamente, todos los guerreros lo hicieron, y dando otro grito de guerra, alzaron sus espadas y corrieron hacia el pueblo, espada al frente.
Continuará
P.D.: Creo que hay demasiada velocidad asesina xD