Foros KHWorld

Una toalla que desprendía un desagradable olor golpeó la cara de aquel muchacho que tenía justo en frente justo cuando iba a contestar. El muchacho, enfadado por la asquerosa sensación de aquella toalla lalanzó de lleno hacia aquel tipo con pintas de erudito.

Miré en silencio aquella escena sin hacer ninguna clase de gesto que demostrara mi desagrado. No sabía muy bien si aquel tipo de situaciones eran comunes entre los lugares con mucha gente por lo que no quería juzgar nada sin estar seguro al cien por cien.

—Yo...vengo de un lugar llamado Mundo Inexistente—Contesté con una voz calmada y serena evitando hacer contacto visual con aquel sujeto.

No me imaginé una situación como esa, la verdad, era realmente ridículo. Estaba algo mosqueado por aquel incidente, pero aún podía controlarme.Escuché la respuesta de aquel chico con bufanda. ¿Mundo Inexistente? Nunca había oído tal cosa. ¿Cómo iba a venir de un mundo que no "existe"? Muy raro. Decidí darle la misma información que él me dio a mí.
Me estaba resultando muy incómodo estar ahí con el alboroto de aquella toalla.

-Yo soy Saxor y vengo de Verg... de Bastión Hueco.- Respondí con esfuerzo.

El chico me dijo el lugar del que venía, Bastión Hueco. No me sonaba siquiera aunque no era de extrañar.

Asentí dando a entender que había comprendido la información claramente.

—Soy Ragun—Me presenté. No estaba seguro de que decir mi nombre fuera correcto en una conversación, pero sentí que era algo que debía hacer.

Aquel desconocido parecía incómodo, seguramente por el evento de la toalla que le había dejado un ligero aroma que resultaba algo asqueroso.

Man is but a worm... Había leído esa frase en alguno de los libros de la Biblioteca Universal de la nave, en Espacio Profundo. Todas las razas... todas las especies... están al mismo nivel. Todos tenemos los mismos derechos con respecto a la naturaleza, y todos nos deberíamos tratar de igual modo entre nosotros. Entonces... ¿por qué aquel chico... Ivan... decía que la raza humana era superior?

...

¡Me moría de curiosidad por saberlo!

-¿Superior? ¿En serio? ¡Guau! -le dije, emocionado.

Comencé a correr a su alrededor, inspeccionándolo con prisa para analizarlo subrepticiamente. Me paré detrás de él y, de un salto, me encaramé a su espalda, colgándome de su cuello. Para ser tan escuálido, sus hombros eran bastante cómodos.

-Oye, oye, oye, oye, un día de estos me tienes que enseñar las habilidades de tu raza -le propuse, eufórico- ¡De donde yo vengo hay muchísimas distintas! ¡Y todas con sus distintas peculiaridades! ¡Estoy impaciente por conocer las vuestras!

Todavía colgado en Ivan, una chica con una larga melena dorada se nos acercó para... parecía que para presumir de Llave Espada. ¡Decía que tenía un modelo distinto a la Cadena del Reino!

-¡No puede ser! ¿¡En serio!?

Me bajé del chico Kit rápidamente y me acerqué mucho a aquella chica. Poniendo la cara más mona que pude, utilizando mis... encantos de menor, le imploré que me enseñase esa Llave nueva.

-¿Me la enseñas? ¡Ha'jagh! ¡Porfa, porfa, porfa, porfa!

Empecé a calmarme un poco, pero tendría que ducharme. Fue humillante y ridículo. Empecé a sentir curiosidad por aquel mundo que no "existía". Sentía ganas de conocer los mundos de todos los que estaban allí. Desde que supe que existían otros mundos me pregunté cómo serían. Puse un último esfuerzo en no acabar la conversación ahí y pregunté:

-¿Cómo es ese mundo que no "existe"? ¿Hay mucha gente allí?

Esperé a que contestara, esa sería mi última pregunta. Después me volvería a donde estaba a disfrutar un rato más de las estrellas.

Había bastante alboroto de pronto en aquella colina. La criatura azúl correteaba alrededor de el que tenía pinta de erudito mientras que una chica les mostraba su llave espada, orgullosa. Sin embargo, aquello no me llamaba demasiado la atención puesto que no estaba con ellos así que centré mi mirada en aquel chico que preguntaba sobre el mundo del que venía.

—No hay nadie, solo sincorazón—Le expliqué brevemente sin darle demasiados detalles. Y es que era así, los sincorazón eran los únicos habitantes de aquel mundo, a excepción mía. El lugar estaba lleno de edificios, rascacielos y arquitectura de lo más variada pero nunca había visto ni una vez un solo ser humano o algo que se le antojara similar. Allí había vivido durante los únicos seis años que podía recordar. A saber cual era mi verdadero hogar.

No me quedé muy contento con la respuesta, pero deduje que, si solo había sincorazón, sería como mi mundo: una ruinas, todo oscuro y destrozado. El chico al que le tiré su toalla aún no me había dicho nada, así que acabé por suponer que no sabía quien había sido. Noté muy incómodo al chico de la bufanda, así que pensé que tenía que dejarle en paz.

-Gracias por la información, hasta luego.- le respondí, para que supiera que ya le iba a dejar en paz.

Me volví a mi sitio, me tumbé en el césped y seguí mirando las estrellas.

Sin siquiera despedirme me alejé del muchacho llamado Saxor que ya se estaba situando en un sitio para tumbarse y mirar al estrellado cielo. Como debía estar entrenando decidí acercarme a uno de los postes de los que colgaban varios peleles que emulaban la forma de los sincorazón y entrenar golpeandolos con magia y ataques físicos, para ello antes de ponerme a entrenar invoqué mi llave espada y me situé frente al poste en posición de defensa.

Comencé a asestar golpes al poste haciendo que este empezara a girar cada vez más rápido, me situé en el camino por el que pasaban los peleles para no solo practicar el combate, si no la defensa y la reacción para esquivar.

El bichito azul comenzaba a parecerme cada vez más estúpido y tonto. Normalmente, cuando declaraba la superioridad de la raza humana ante otros seres inferiores siempre me tachaban de racista y me contradecían; me había pasado constantemente con los estúpidos moguris de Ciudad de Paso. Sin embargo, el tontorrón de Fyk parecía más ilusionado por verme y oír mis declaraciones que otra cosa, impaciente de que le demostrara que de verdad era superior a él.

Reí por lo bajo. "Estúpido", pensé. "Mejor para mí si tan poca resistencia propones."

Iba a pasarle de nuevo mi toalla usada para que la llevase en mi lugar cuando una voz femenina agradó mis oídos. Al girarme, vi a una esplendorosa joven de pelo rubio y unos ojos mezclados entre verde y azul. Su belleza era mi habitual punto débil: las mujeres. Tal vez fardaba de tener una Llave Espada de un diseño distinto al nuestro, con toda probabilidad superior, pero era tan guapa que me daba igual. Mientras el bicho azul corría haca ella solicitando que hiciera aparecer su arma, yo me ajusté las gafas y pasé la mano por mi flequillo.

—Bienvenida, signorina —saludé, acercándome a ella y mostrando mis respetos con una suave reverencia que terminé tomando su mano y dándole en ella un suave beso—. ¿Qué hace una dama tan bella por aquí, en este mundo alejado de la mano de Dios? No, no contestes. Alguien como usted solo puede ser una aprendiz de Llave Espada, como un servidor. ¿Permitirás ver su arma a mis ojos?

Parecía que la chica se mostraba un poco reticente a enseñarnos el arma. Sin embargo, parecía que Ivan también tenía ganas de verla... y algo más. Me recordó un poco a Gantu de repente: condescendiente con aquellos a los que creía "inferiores", pero considerado sólo con las personas que a él le interesaban. Pero no, no podía hacer un símil con aquel tiburón gigante y malhumorado... ¡cada persona es un mundo y todos somos diferentes!

-¡Ligón, ligón, ligón! -solté, mirándolo pícaramente.

La escenita del beso en la mano y las pomposas palabras que le siguieron me recordaban demasiado a las novelas y obras de teatro románticas que tanto le gustaban a Kaara y a mamá. La situación no pudo antojárseme sino cómica, y esperaba con impaciencia la reacción del objetivo de los piropos del pálido chico.

-Ahora somos dos los que queremos verla. ¡No irás a negarte! -le dije a ella, metiéndole prisa.

Me estaba divirtiendo como un... bueno, como me solía divertir normalmente.

El ser azul no parecía igual a nosotros pero era simpático, tenía un buen sentido del humor y me hizo reír bruscamente. En cuanto al hombre, parecía interesante. Tenía que conocerlo más a fondo porque a primera vista era un hombre romántico y cariñoso por la forma en que me trató al verme. Noté que me sonrojaba por lo que bajé la mirada en intenté cambiar de tema mostrando mi Llave Espada.


-¡Mirad! —y alcé la mano para hacer aparecer mi Llave Espada—. Aparentemente es igual que la tuya pero mi maestro me ha dicho que es única. En efecto soy una aprendiz de Akio, ¿y tú? —dije observando al hombre que se había agachado—.

La hice desaparecer y me referí a ellos con algunas preguntas para conocerlos un poco mejor.

-Soy Dejay Lion, ¿con quién tengo el placer de hablar? —me giré hacia el ser azulado y me agaché para ponerme a su altura—, y tú azulado, ¿también eres un aprendiz? ¿Cómo te llamas?

Agotado dejé de entrenar con los peleles y busqué un sitio para sentarme. Por lo que podía ver había un banco cerca de mi posición con un grupo de tres personas cerca, pero sin estar ocupandolo. El grupo consistía del chico con pinta de erudito, la criatura azúl y una chica que se les había unido.

Sin mantener contacto visual, salvo para analizarlos un instante me tumbé en el banco y cerré los ojos tratando de descansar un rato. Había agotado mis fuerzas al emplear tal cantidad de magia en el primer entrenamiento.

—Mi nombre es Ivan Kit, hijo de Ryan Kit —anuncié a la joven llevándome una mano al pecho—. Encantado de conocerla, Dejay. Estoy seguro de que su Llave Espada es realmente única y especial, como vos debéis serlo si Akio la tomó como su aprendiz... Como hizo el gran Maestro Ronin conmigo, maestro de maestros.

Mis palabras seguramente despertarían su interés. Sin embargo, mi estrategia no había terminado; ahora venía la segunda parte del plan.

—Por hoy he finalizado mi arduo entrenamiento, pero he de volver con Ronin. Me indicó que debía volver con él para proseguir y mejorar... —era mentira, por supuesto, pero debía parecer responsable y trabajador para captar su atención y que mostrara interés por mí—. Un placer conocerla, signorina. Fyk, espero volver a verte pronto.

Me alejé de los dos, esperando que la joven mostrara interés por mí. No en ese momento, sino más adelante; cuando volviese a verla, estaría deseosa de conocerme más a fondo y descubrir mis encantos como caballero y aprendiz de la Llave Espada. En cuanto al bichito azul... Era servil. Aquello me gustaba: me sería útil la próxima vez que le viese. Y si era de otra raza, igual me sería útil para saber más acerca de los otros mundos de los que me habló tanto mi padre...

Hitori abrió los ojos, percatándose repentinamente de que se había quedado dormido. Supuso que era natural: se encontraba exhausto por todos los acontecimientos del día, y la tranquilidad de aquella zona, junto con el hermoso paisaje, habían aumentado sus ganas de dormir. Se irguió, sentándose con las piernas aún extendidas, y miró a su alrededor. Había más gente que antes. Un chaval sentado en el césped, otro con una bufanda en un banco, cerca de la pequeña criatura azul a la que no había prestado mucha antención antes, que hablaba con Dejay, la chica que había conocido horas antes. El otro joven que, cuando había llegado, hablaba con el ser azul, se había ido, aparentemente.
Miró nuevamente al horizonte, aburrido y un tanto agotado todavía. Tras distraerse un rato invocando y haciendo desaparecer su Llave repetidas veces, sin motivo ninguno, se levantó y, con paso lento, salió de la zona, deseando llegar a su dormitorio y acostarse en una cama cómoda y caliente.

-Hakuu'xi -dije, decepcionado-, y yo pensando que sí sería distinta... Estos mayores y sus metáforas.

Un tanto alicaído, me quedé mirando cómo Ivan soltaba toda su perorata amorosa. Me pareció bastante cómica, lo que me hizo tener que esforzarme para no reírme... al fin y al cabo, yo había visto a Ivan Kit antes de que llegase Dejay. Aquel no era él, no señor. Era bastante buen actor. Sin embargo... me entristeció un poco pensar que, en efecto, el chico no era demasiado sincero con los demás.
Llegado un momento, se despidió, caminando con paso altanero hacia la falda de la colina, por donde se iba al castillo.

-Es conveniente caerle bien a cuantos más mejor, ¿verdad? -dije, ya dirigiéndome a Dejay cuando Ivan se había ido- Al fin y al cabo, nunca sabes en manos de quién va a estar tu vida en un momento dado. ¡Sobre todo siendo lo que somos...!

Pegué un salto atrás e invoqué mi Llave Espada en una exagerada y cómica pose de héroe, con el extremo del arma apuntando al cielo.

-¡...Portadores de la Llave Espada!

Hice unos cuantos gestos, imitando una "épica" batalla contra algún fiero sincorazón, dramatizando todo lo que podía sin pronunciar ni una palabra.

-Jeje... -me reí, mientras hacía desaparecer la Llave- No me gustaría que un compañero me dejase... morir...

Al pronunciar estas palabras, una imagen apareció en mi memoria. ¿En mi memoria? ¿Era un recuerdo? Una nave... unos gritos... una mano que se despegaba de la mía...
Me sacudí los sesos y recobré la compostura. Supuse que estaba cansado y empezaba a soñar despierto. Para reorganizar un poco mis pensamientos, se me ocurrió preguntarle a la chica por lo que me había dicho Ivan hacía un rato.

-Oye, Dejay, ¿por qué los humanos sois superiores?