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Enok observaba aquel grupo sel que poco a poco la gente se iba marchando, cada uno con una escusa. Como Kousen no parecía saber que contestar decidió despedirse de él y dar una vuelta por el coloreado jardín. Anduvo a paso lento, observando cada uno de los detalles que la Maestra Yami había colocado. Sonreía para sus adentros, compadeciéndose de ella. Tras un corto paseo, distinguió a Zait. Llevaba un paso calmado y parecía juguetear con una de aquellas rosas que la Maestra estaba repartiendo. El joven aligero el paso y se colocó a una distancia prudente de Zait intentando no llamar su atención. Al final se decidió a hablar con el joven y acercándose hacía él, se dispuso a sacar algún tema de conversación trivial:

- Ho...Hola Zait - mostró una sonrisa algo tímida y acto seguido soltó un suspiro - Te acompaño.

De camino a mi destino, una voz penetró en mis pensamientos. Me giré con una expresión de duda y sorpresa, y pude ver a Enok cerca mía.

—Ho...Hola Zait —dijo Enok, el cual me sonreía tímidamente tras acercarse a mí.—Te acompaño

—Claro —sonreí.—Yo voy a la biblioteca. Será genial, podrías ayudarme.

Le hice un gesto para que me acompañase, y poniéndome a su lado me puse en camino.

—¿Qué tal? ¿Has visto la decoración de Yami? Es genial —le dije con alegría. —Lo cierto es que tengo que asegurar que jamás pensaría que fuesen a celebrar San Valentín aquí. Qué curioso —opiné con sinceridad. Me acordé de las frías calles de Londres el día de su celebración. Hasta llegar allí, nunca supe que existiese. Seguro que en Nunca Jamás nadie lo sabía, era una soberana tontería. Palpé mi rosa, intentando —nuevamente— colocarla lo mejor posible, quería que luciese hermosa. —¿Te han regalado algo? —

Tras unos momentos de ensimismamiento y un poco de inseguridad en cuanto a cómo comenzar una conversación, Enok dirigió su mirada a los jardines, en los cuales un gran abanico de colores había sustituido la predominante combinación de verde y blanco.

Unos segundos después, el joven se dirigió hacia fuera despidiéndose de mi con la mano, a lo cual correspondí con el mismo gesto. Resoplé decidiéndome y me dirigí al grupo de aprendices tarareando para mis adentros.
La chica de cabello chillón conversaba animadamente con un chico con rasgos perrunos que sostenía un Moguri entre sus zarpas, y además una chica rubia de rasgos morenos también había salido de las habitaciones en dirección al punto de actividad principal de todo el pasillo.

Recordé súbitamente algo que llevaba desde mi llegada rondándome la cabeza y me hice hacia las ventanas, donde la luz del sol me ofrecía calidez y facilidad para examinar pequeños detalles con facilidad. Alargué la mano e invoqué mi Llave Espada en un destello. Examiné entonces la Cadena del Reino detenidamente buscando cualquier anormalidad, pero no logré sacar nada en claro... juraría que en un par de ocasiones había ganado un brillo errático alrededor de ella sin que fuese obra mía al invocarla o practicar magia.
A continuación me encogí de hombros y la bajé dejando que desapareciese dispersándose en pequeños fragmentos de luz.

Suprimí un pequeño bostezo que supuse sería una secuela tras levantarme de golpe y me dirigí hacia la joven con gafas y cabello oscuro que estaba con el "amigo" del gracioso de turno.

-Perdonad mi interrupción - Dije, intentado ser lo más amistoso posible - Pero, ¿podríais decirme a qué ha venido este zipi-zape de hace momento?

- Uaaahhh...-Fueron las primeras palabras (si es que a eso se le llaman palabras) que Mike dijo al despertarse. Era tan vago que debía suponer que era el único que estaba todavía en la cama. Miró su reloj despertador: eran las 12:39 de la mañana. Rápidamente se desperezó y miró el calendario que había en su habitación.

- Ho-hoy es S-San Va-valentín… Un momento… ¿¿¡¡San Valentín!!?? ¿Ya ha llegado este día? Que rápido pasa el tiempo…
Se vistió y salió de su habitación cuida y sigilosamente, como si fuera un espía. Y es que para Mike, san Valentín siempre le había traído problemas.

- Por el pasillo no puedo ir… tendré que bajar por la ventana. Mmm… ¿dónde está esa cuerda?

Miró por todos los rincones y encontró una cuerda (aparentemente, para saltar a la comba, de color azul) y la cogió. Agarró la cuerda por un extremo y lanzó por la ventana el otro. El extremo que tenía lo ató al escritorio y empezó a bajar. Cuando llegó, fue hacia un roble enorme, y se sentó a la sombra.

- Espero que no me pillen esos condenados moguris…

Aquella noche había dormido profundamente, sin interrupciones. Amanecí estupendamente, tranquilo y sereno, había dormido como nunca. —Ya me hacía falta una de estas. —pensé. En Mundo Inexistente no había camas como esa, era realmente recomfortante.

Era una tranquila mañana de Febrero. Los rayos del Sol se filtraban cuidadosamente por la ventana, iluminando toda la habitación. Era... agradable. Me habría pasado todo el día allí, pensando en mis cosas y en la situación en la que me encontraba... si no hubiese sido por el increíble ruido que se formó por los pasillos del castillo. ¿A qué venía tanto ruido? ¿Qué podía estropear aquella preciosa mañana? Me vestí tranquilamente y salí al pasillo, en busca del origen de todo aquel escándalo.

—Pero qué... —me sorprendí. Todo, todo el castillo estaba lleno de adornos rosas, como corazones o flores. Globos y girnaldas por todas partes, ni un solo rincón se salvaba. ¿Qué podía ser motivo de tan 'cursi' celebración?

Tras caminar un poco por los pasillos en busca de respuestas, pude encontrarme con tres aprendices. Parecían mayores que yo. Eran dos chicos y una chica. Dos de ellos iban cogidos de la manos, podría ser que fuesen pareja. Pude oír un trozo de su conversación.
- Pero este será un San Valentín especial- comentó ella, sonriente - ¿Verdad que sí amorcín? ¡Vamos a pasarlo en grande!

—Así que esto es San Valentín... —pronuncié en voz baja, observando a todo mi alrededor.— ¡Eh! ¡Vosotros! Decidme el motivo tan especial que hace que vomite con tanto rosa.

Avanzaba directamente hacia el pasillo en el cual le habían robado su colgante, pero cosas de la vida habían provocado que no pudieran seguir avanzando tranquilamente por los pasillos. La maestra Yami se había ocupado de que pasar por algunos lugares fuera cuanto menos, difícil. Habían colocado tantos complementos que en algunos pasillos se habían amontonado de tal forma que sino se les cortara, era imposible pasar por ellos.

— Venga ya, debes estar de broma.— Suspiró mientras veía como el camino mas directo para ir al pasillo del inicio se veía que o daban media vuelta e iban por otro sitio o no podrían llegar.— Mierda, ahora habrá que dar la vuelta y dirigirse por otro camino.— Masculló mientras daba la vuelta y volvía a dirigirse por donde habían venido.

No se esperaba lo que iba a pasar. Un Moguri apareció por el borde del pasillo y al parecer era el mismo que antes. No podía ser. No podía ocurrir que aquel chico en vez de cagarse de miedo, le hubiera mandado otra carta. Sus peores sueños se hicieron realidad cuando abrió la carta, observando la firma final. Obviamente se trataba de él, Ivan. Cada vez le caía peor, si lo veía le cortaría la cabeza de cuajo.

— ¿Qué se supone que le ocurre al inconsciente este?— Preguntó en voz alta mientras comenzaba a leer la carta.

La verdad es que la carta era cuanto menos divertida. No podía dejar de sonreír durante toda la lectura, aquel chico estaba mal de la cabeza, o era lo que parecía. ¿Pelo verde? Cada vez peor. Obviamente tendría alguna clase de retraso mental, porque sino no entendía tal información en la carta. Obviamente no iba a dejar sin respuesta al joven, no es que tuviera miedo de perder su colgante, pero era un buen entretenimiento para él.

— Toma, por favor dáselo.— Dijo cuando terminó la carta.

Querido:

Creo que te confundes de persona, oh querido. Al que estuviste manoseando la otra noche era el negro de la lámpara, el mismo que no necesita de cinturón para llevar los pantalones. Ese que tanto te ha amado últimamente. Se escuchaban tus gemidos de placer desde la otra punta del castillo, seguro que usabais la llave espada, y no me refiero a pelear con la misma.

Me cansé. No quiero seguir este juego. Creo que te sobre-estimas demasiado. Mas vale que me des el colgante pacíficamente, porque sino ya tengo mi método para hacer conocer tus... Aventuras. La maestra Nanashi está frente a mi ¿Quieres algún mensaje para ella? Seguro que quiere mensajes de un ladrón.

Con "amor" tu querido.

Había decidido seguir a Gray en su aventura para coger a Ivan. Todavía desconocía por qué, aunque no había preguntado tampoco por ello. Durante aquella busqueda al muchacho le habían llegado varias cartas que había podido leer por encima de su hombro. Todas esas cartas las respondió una escritura irónica y sarcástica.

Atravesamos varios pasillos con prisa, al pobre se le veía bastante apurado, como si le hubiesen quitado algo realmente importante. De pronto, ante nosotros se mostró un pasillo cortado por culpa de aquella decoración tan llamativa. Había lazos, peluches, estatuas, globos de corazones y muchas más cosas en un popurrí de adornos extraños (Había algunos que incluso eran típicos de una festividad que había estudiado llamada navidad)

De pronto, cuando nos disponíamos a ir por otro pasillo para buscar una forma de llegar a la biblioteca un moguri con pajarita (Que reconocí como la moguri Mogara con la que habíamos entrenado en el pasado) apareció portando una de aquellas cartas, se acercó a Gray y se la dio en la mano. Los dos leímos el contenido de esta y Gray, furioso volvió a responder, al principio siguiendole el juego. Pero pronto cambió su forma de escribir por una mucho más violenta.

Le entregó la carta a Mogara que comenzó a volar en dirección a la biblioteca.

—Creo que si la seguimos podremos conocer una nueva ruta para ir a la biblioteca—Le dije señalando a la rosada criatura.

Por mucho que me esforcé en intentarlo, no logré entender qué era lo que me había dicho el chico del pelo negro, puesto que ni siquiera me miraba a la cara. Simplemente miraba al suelo, como si tuviera miedo o estuviera avergonzado. Tal vez es que era demasiado tímido, o incluso que no le gustaba hablar con desconocidos.

Si mis oídos no me engañaban, juraría que había dicho que hoy era sanvalentín. Pero... ¿sanvalentín? ¿Qué demonios era eso? Observé a mi alrededor con atención, en busca de alguna pista que me permitiera averiguarlo. Lo único que destacaba en el castillo era esa llamativa decoración. ¿Se trataría de algún tipo de fiesta? Era incapaz de imaginar cualquier otro motivo para engalanarlo todo hasta ese extremo.

La verdad es que desconocía cuáles eran las fiestas que se celebrarían en Tierra de Partida. Teniendo en cuenta que cada aprendiz venía de un mundo distinto... ¿Se celebrarían las fiestas más típicas de cada uno? ¿O tendría sus propias festividades y eventos especiales?

Me dispuse a obtener más información sobre ello pero de repente, justo cuando empezaba abrir la boca, una chica a la que tampoco había visto nunca por allí se plantó frente a nosotros. Se trataba de una chica rubia que aparentaba tener más o menos mi misma edad, y que tenía una silueta que muchas envidiarían.

Por lo visto ella tampoco me había visto nunca por allí, porque lo primero que hizo al llegar fue preguntarme por mi nombre y de dónde venía. Parecía bastante simpática, la verdad. Me alegraba poder por fin empezar a conocer a la gente con la que conviviría estos próximos meses, puesto que más de una vez se convertirían en mis compañeros de entrenamiento.

Y una vez más, justo cuando iba a responderle, otro aprendiz apareció. Al ver su aspecto, retrocedí un poco, en parte confuso y en parte asustado. Se trataba de un chico que parecía tener un año o dos más que yo. Tenía los ojos negros, igual que su pelo. Pero lo que realmente me sorprendió, ¡fue que tenía colmillos y orejas de perro! ¿sería un humano con rasgos extremadamente marcados, o realmente sería medio perro?

Entonces, el chico preguntó, textualmente, por "el zipi-zape de hace un momento". ¿Tan plácidamente había estado durmiendo como para no oír nada? Ahora tenía curiosidad por saber qué había pasado. Pero sobretodo, tenía curiosidad por esos extraños rasgos perrunos. Aunque prefería callarme y preguntar a otra persona cuando él no estuviera delante. Tal vez se sintiera ofendido por mi pregunta.

Me giré a ver qué respondían el chico de pelo marrón y la chica de gafas a lo del escándalo por el que el otro aprendiz había preguntado, cuando de repente, vi a la chica con una feliz expresión y cogiendo al chico de la mano. Hasta ese momento no me había parado a pensarlo, pero tal vez fueran pareja y estuviéramos estropeando uno de sus momentos de intimidad. Entonces les di la espalda y me dirigí a los dos aprendices restantes.

-Ey, chicos, creo que es mejor que nos vayamos un momento. ¿Por qué no vamos a otra parte a averiguar qué está pasando? -entonces, para que supieran a qué me refería, señalé con la cabeza las manos de ambos jóvenes, fuertemente agarradas. Y, con un susurro, continué- Creo que aquí estamos cortando algo. ¡Y por cierto!- dije, ya con un tono de voz más alto.- ¡Mi nombre es Axel! ¡Encantado de conoceros a ambos!


Y justo en ese instante, cuando me disponía a irme para ver si Dejay y el otro chico me seguían, un aprendiz más apareció. Esta vez era un chico más pequeño que yo, que tendría unos 15 años, y que resultaba bastante antipático. Nada más llegar, sin siquiera preguntar si podía participar en la conversación, exigió de malas maneras que le contaramos a qué se debía toda aquella decoración. No me hacía nada de gracia tener que tratar con alguien de tan malos modales, pero desde luego aún prefería menos que la pareja viera estropeados sus momentos de intimidad. Así que esta vez dirigiéndome a él también, volví a decir:


-¡Eso mismo íbamos a averiguar ahora! ¡Anda, vámonos a dar una vuelta y preguntamos a ver si hay alguien más que lo sepa!

No sabía si iban a hacerme caso o no, pero al menos había que intentarlo

El fuerte joven no parecía haber escuchado del todo a Hitori, puesto que no comentó nada respecto a su respuesta y, en lugar de ello, se limitó a observar sus alrededores, seguramente la pintoresca decoración de los pasillos. Hitori iba a repetir la respuesta más alto, cuando alguien más apareció. Se trataba de Dejay, quien comenzó a hablar, poniéndose entre Hitori y el atractivo joven.
En ese momento, Irian le agarró la mano. Esto, sumado a que la chica le había dicho que "haría por él lo que sea" y le había llamado "amorcín", hizo que Hitori se sintiese incómodo y se ruborizase. Pero, por fortuna, su plan para engañar a Kit empezaba a resultar.

—Pero este será un San Valentín especial ¿Verdad que sí amorcín? ¡Vamos a pasarlo en grande!

Hitori hizo su mejor esfuerzo por fingir que realmente eran pareja, aunque en sus adentros maldijo lo inoportuna que era su compañera. Aquel chico de aspecto fuerte se giró y empezó a hablar con Dejay, así como con otro chico que acaba de aparecer, que parecía ser algo mayor. Tenía unas orejas algo puntiagudas y unos enormes colmillos, pero parecía buena gente.
Hitori decidió entonces el siguiente paso.

—De acuerdo... Ahora, ¿p-puedes acompañarme a buscar a Kit? Seguramente también podamos encontrarnos con tu... amigo de antes.

El hombre al que había dedicado toda la atención, simpatiza ahora mismo con todos los presentes. Acaban de llegar otros dos aprendices —que tampoco conozco— y preguntan, de mala manera y con pésima educación, si alguien sabe por qué está toda la zona adornada.

Por el aspecto y por sus formas, ninguno de los dos merece tanto interés como Axel. Sólo tengo en cuenta sus intervenciones, aunque ideo un pequeño plan para "echar" a los aprendices y quedarme a solas con él. Por supuesto, en esta sala es imposible, hay demasiada gente y demasiado alboroto. Mi habitación tampoco es un buen lugar, está algo desordenado y es imposible moverse tranquilamente por allí.

—Chicos —me dirijo expresamente a los aprendices que acaban de llegar— hoy es el día de San Valentín. Es el día en que las parejas se juntan, y bueno, se divierten. Los que se conocen, se regalan cosas —miro a Axel algo tímida y lanzando una indirecta—. Los que no se conocen, pues lo pasan bien y... eso.

Me pongo de espaldas hacia los aprendices y en frente de Axel, para llamar su atención. Giro la cabeza, pero no el cuerpo.

—¡Encantada de conoceros! —me doy la vuelta y hago un ademán con la mano para que solo me vea Axel— ¡Oh! ¿Y si vamos a dar un paseo tú y yo solos? Mira, todos van en pareja —lo dije un poco más alto para que escucharan la indirecta los aprendices—. Vamos a la par, venga.

Hago el peligroso gesto de cogerle la mano pero la retiro antes de tocarla. Hago lo posible para que me vea en el acto y comienzo a caminar, esperando un gesto recíproco.

- ¿Yo? Que va, eso es para personas normales - Dijo mientras agarraba al Moguri con ambas manos para que no se escapara, verdaderamente el tener novia no le importaba demasiado, nunca había sido un interesado ni tenia prisa por ello.

- Bueno, sí me disculpas tengo que llevarme a este granuja a mi habitación y que me devuelva todas las cosas, espero volvernos a ver - Le comento a aquella joven mientras, a paso lento caminaba hacia los pasillos del castillo para llegar a su habitación, vigilando en todo momento a aquel escurridizo Moguri.

Por el camino no pudo evitar ver unos cuantos aprendices juntos, murmurando y hablando, gracias a su fino odio pudo escuchar una parte de la conversación, parecían estar hablando sobre San Valentín y sobre la decoración del castillo, y algunos incluso parecían estar "compartiendo" su "amor" públicamente, a lo cual Hiro le daba algo de envidia ya que estaba solo en San Valentín, pero tampoco le importaba demasiado.

El malicioso Moguri, aprovechando el descuido de Hiro, aprovecho para escaparse de entre sus manos y, velozmente, colarse entre aquellos aprendices, cuando Hiro lo avisto al fondo, junto a aquellos aprendices solo se le ocurrió que interrumpirles y exclamar que le devolvieran al Moguri.

- ¡Eh, los aprendices que están ahí! ¿Podéis pillar, por favor, a ese Mogiru? - Les pregunto mientras se acercaba a ellos lentamente.

¿Qué habría querido decir con eso de "personas normales"? Para Kairi, Hiro era una persona normal como cualquier otra, pero más mona.

Después de decirle adiós a Hiro, Kairi se quedó mirando cómo se iba hacia el castillo. Tenía la sensación de que se volverían a ver, no sabía por qué. Cuando Hiro desapareció de su vista, Kairi dio una vuelta por los jardines. A cada paso que daba, la decoración era más extravagante. Más corazones, más Cupidos, más ponys, más rojo y rosa. Quien quiera que hubiese hecho la decoración tenía que ser muy cursi, pensó. Luego se le ocurrió algo... ¿Habría bombones de chocolate? De sólo pensarlo se le hacia la boca agua. A Kairi le encantaba el chocolate, no podía pasar un sólo día sin comerlo. Se dirigió hacia el castillo para preguntar, pues parecía que todos los aprendices se encontraban allí. Pero, ¿a quién le podría preguntar? Vio que todos estaban reunidos por parejas, no parecía haber nadie solo o en grupo. Le daba cosa interrumpir a las parejitas que parecían acarameladas.

Kairi ya se iba a rendir cuando oyó una voz al fondo y vio al Moguri de antes corriendo hacia la gente. En un acto reflejo, lo atrapó con las manos. Se le ocurrió preguntarle a él si había chocolate.

-Tú eres el Moguri de antes, ¿no? Quería preguntarte si hay chocolate en esta fiesta. Oh, y ya de paso, ¿podrías devolverle sus cosas a su dueño?- le dijo en un tono entre contento y amenazante.

Hitori escribió:El fuerte joven no parecía haber escuchado del todo a Hitori, puesto que no comentó nada respecto a su respuesta y, en lugar de ello, se limitó a observar sus alrededores, seguramente la pintoresca decoración de los pasillos. Hitori iba a repetir la respuesta más alto, cuando alguien más apareció. Se trataba de Dejay, quien comenzó a hablar, poniéndose entre Hitori y el atractivo joven.
En ese momento, Irian le agarró la mano. Esto, sumado a que la chica le había dicho que "haría por él lo que sea" y le había llamado "amorcín", hizo que Hitori se sintiese incómodo y se ruborizase. Pero, por fortuna, su plan para engañar a Kit empezaba a resultar.

—Pero este será un San Valentín especial ¿Verdad que sí amorcín? ¡Vamos a pasarlo en grande!

Hitori hizo su mejor esfuerzo por fingir que realmente eran pareja, aunque en sus adentros maldijo lo inoportuna que era su compañera. Aquel chico de aspecto fuerte se giró y empezó a hablar con Dejay, así como con otro chico que acaba de aparecer, que parecía ser algo mayor. Tenía unas orejas algo puntiagudas y unos enormes colmillos, pero parecía buena gente.
Hitori decidió entonces el siguiente paso.

—De acuerdo... Ahora, ¿p-puedes acompañarme a buscar a Kit? Seguramente también podamos encontrarnos con tu... amigo de antes.

De repente a su alrededor se había congregado una munión de aprendices, cosa que asustaba un poco a la chica, puesto que era bastante tímida y reservada, y su cometido, a saber, fingir ser la pareja de Hitori, no era precisamente algo fácil. Y menos tener que fingir ante tanta gente. Así que no se lo hizo repetir dos veces.

- Vayamos a buscarle pues - susurró, con su tono de voz habitual, dejando de lado aquel espantoso tonito agudo y un poco repelente. - ¿Has dicho que se llama Kit?- preguntó, de repente, aún susurrando. ¿De qué le sonaba aquél apellido?

Estaba segura de que lo había oído antes, en algún lugar. Posiblemente, en Ciudad de Paso pero... en ese mismo momento no era capaz de recordar... Y más con tanta gente que preguntaba por San Valentín.

Cerca de ellos, un joven aprendiz hizo un comentario un tanto desapropiado, que le causó gracia. Y antes de salir junto con Hitori Yagari, a la búsqueda y captura del aprendiz Kit, se volteó a verle. Y le sonrió, mientras le replicaba.

- No deberías ser tan grosero cuando hay damas presentes- dijo, haciendo alusión a la imponente rubia que conversaba animosamente con el chico musculoso. - Y mejor que te tomes algo para el estómago, seguro que hoy en el comedor dan mucho dulce para comer.- Y dicho eso, siguió a su nuevo compañero, del que aún mantenía su mano sujetada.

Finalmente, Hitori e Irian consiguieron alejarse de la marabunta de aprendices que se había formado alrededor de ellos en escasos segundos. Tras caminar de la mano durante un rato, en la dirección en la que Kit había huido, el chico empezó a sentirse incómodo, en parte por las miradas de la gente, algunas de envidia, otras admirándoles.

—P-perdona... ¿Podemos soltarnos ya? —pidió—. Es que m-me empieza a doler la mano...

Aquello era tan sólo una excusa, pero esperaba que Irian accediese a la petición del tímido chico. Continuaron andando, dirigiendo Hitori sus pasos, aunque no estaba muy seguro de a dónde debían ir. Esperaba que alguien, preferiblemente el chico de pelo azul y el otro que le acompañaba, apareciese de repente. Y si estaban con Kit, mejor todavía.

El cielo parecía haber escuchado las plegarias internas del chico. En la distancia pudo ver a tras aprendices que reconoció al instante. El chico de pelo azulado, el otro que se había prestado a acompañarle y Ragun. Se acercó, apretando el paso. El de pelo azulado le estaba dando algo al Moguri, el cual se fue con bastante prisa. Hitori reparó entonces en la gran cantidad de adornos que había delante de los tres aprendices, los cuales les impedían avanzar. Finalmente, les alcanzó.

—P-perdonad... —dijo, intentando alzar la voz—. ¿Todavía estáis... buscando a Kit?