[Especial Libre] Historias de San Valentín

[Demyx]

Edge repartía mandobles a diestro y siniestro con su llave espada sin descanso en el gimnasio, como casi cada día. Se esmeraba mucho en aquellos entrenamientos, solo así lograría ser un habilidoso espadachín. Sin embargo, la inercia de la rutina se rompió cuando los cristales del recinto estallaron en mil pedazos. Varias flechas de luz entraron y atravesaron a los aprendices que junto a Edge entrenaban allí. El muchacho peliazul vio como uno de esos haces de luz se dirigía hacia él a toda velocidad y… Lo esquivó. La flecha mágica pasó de largo a escasos centímetros de su pecho.

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—¡Albrici…! —el joven no logró terminar la frase.

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Algo lo había atravesado por la espalda, justo en el corazón. Era la misma flecha que había esquivado. Estaban destinadas a dar en el blanco. Antes de que pudiera maldecir a quién sabe quién, el recuerdo de una persona le vino a la cabeza. Aquel varonil, poderoso y azulado aprendiz, único entre un millón. ¿Qué era aquello que sentía? ¿Admiración? No… era algo más. Solo sabía que necesitaba verle, fuera como fuese, inmediatamente.

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El deseo de su corazón lo guiaría hasta la biblioteca, en busca de aquel hombretón. En cuanto lo viera, lo llamaría con aire solemne, con una voz serena y a la vez calmada, como solo Edge sabía:

—Fyk…

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[Kairi]

El desayuno estaba delicioso, mucho mejor que otras veces. Awa-chan se había bebido el cuenco de leche entero. Ahora que lo pensaba, Kairi siempre comía los deliciosos menús del comedor y aún no sabía quién era el gran chef que los preparaba.

- Este es un buen momento para darle las gracias - dijo para sí. De un brinco, se levantó de la silla y se dirigió a la cocina, seguida de su gato.

En la cocina había un ajetreo enorme. Moguris iban de aquí para allá gritando las comandas y transportando platos, los llenos salían y los vacíos entraban. Otros Moguris simplemente hacían tareas como lavar los platos, ponerlo todo bien ordenado o ayudar al chef. El chef...

La joven pelirrosa se fijó en el chef, el que preparaba todas las comidas de Tierra de Partida. Era un hombre alto y corpulento, con el pelo largo y castaño y una cara no muy amigable, pero era bastante agradable con sus ayudantes. Parecía buena persona.

En ese instante, Kairi sintió como algo la atravesaba el pecho. Awa-chan se alarmó y quiso subir a los brazos de su dueña. La chica se miró y vio una flecha clavada. Se la quitó algo asustada y se revisó la herida, pero no tenía.

- ¿Qué es esto? - preguntó extrañada. Algún gracioso estaría lanzando flechas de broma por ahí. ¿Eran de broma? Kairi sintió de pronto una alegría inexplicable y cómo se le subían los colores. Volvió a mirar al chef y se puso roja como un tomate. Estaba muy nerviosa, había sido un flechazo.

- Yo... yo... - intentó decir - ... Creo que le quiero.

- ¿Awa? - Awa-chan no entendía lo que decía Kairi. Esta ya se había dirigido hacia el chef, atusándose el pelo y con la mirada baja.

- P-Perdón... - musitó - Yo... Me gustas... tus comidas me encantan... - sentía su corazón palpitar con fuerza - Yo... ¡te quiero!

- ¡Awa! - el gatito se horrorizó de que a su dueña le gustara aquel tipo tan grandote, no le pegaba para nada - Awa awa - maulló sollozando.

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User se siente como Awa-chan :V

[Tsuna]

Volví a pasar el paño limpio por el filo de mi arma, concentrada en que no quedaran marcas de ninguna clase. Observé mi reflejo en el oscuro metal, satisfecha con mi trabajo.

Estuve a punto de levantarme cuando algo raro sucedió: me quedé inmóvil en el sitio, percatándome en el último segundo de que algo venía directo hacia mí. No me dio tiempo de esquivar el proyectil...

—¡Qu-! —Y todo se volvió negro

*****

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Kingdom Hearts 1.5 HD ReMIX - Kairi I

Hola, pequeña alma perdida en la soledad.

¿Quién estaba hablando? Me parecía una voz tan lejana, como cercana.

¿Oyes sus latidos? Ahora bien... piensa en esa persona.

¿E-en quién... en quién tenía que pensar? ¿En el Maestro Ryota?

Lo sientes, ¿no es así? Late frenético con tan sólo recordar sus ojos. ¡Y qué sonrisa! ¡Por esos labios matarías! ¡Por su corazón lucharías!

¡¿Quién?! ¡¿Quién era?!

¡Sal ahí, y da la cara por esa persona! Sabes lo que tienes que hacer, ¿verdad? ¡Yo estaré contigo, no tengas miedo!

No sabía qué pensar, estaba muy agradecida por su inestimable ayuda. ¡Pero seguía sin saber quién era!

¿Me fallan mis oídos? ¿Aún no sabes quién es? ¡Tranquilo, te lo repetiré!

*****

Abrí los ojos de golpe, nerviosa. Me puse en pie de inmediato, observando cada rincón del vestíbulo. ¿Qué me había pasado?

Y de pronto, una imagen vino a mi cabeza... era él.

—¿Qu-qué... qué es esto...? —Balbuceé, incrédula ante la presión a la que estaba sometida mi pecho

Era una sensación nueva, nunca la había experimentado antes... y de nuevo, una imagen suya me vino a la mente.

—¿P-por qué...?

Me sujeté a duras penas en la pared junto a las escaleras, jadeando fuertemente, roja como un tomate, centrando mis pensamientos en él.

—¿Por qué no me he dado cuenta antes...? Qué ciega... he estado.

Quería verle, quería estar junto a él, vivir una y mil aventuras a su lado.

>¡Xayim! —Exclamé, recuperando la compostura y huyendo del lugar

Subí las escaleras, olvidando por completo mi arma, allí tirada se quedó... ¡Ya la cogería luego, qué más daba! Solamente quería alcanzarle, ver la luz del día iluminando su rostro, y aquella sonrisa suya... ¡No podía dejarlo escapar!

—¿Pero... pero y si me rechaza? ¿Y si me dice que no quiere nada conmigo? —Y me derrumbé en medio del pasillo. Mi objetivo era llegar hasta donde las habitaciones y dirigirme a él, pero... me parecía ya tan inalcanzable— Seguro que ha encontrado a otra mucho mejor que yo, ¿por qué iba nadie a querer algo conmigo, a fin de cuentas? —Y sollozé, sola, en la oscuridad del castillo

Pero... ¡pero no iba a rendirme! ¡Me declararía aquel mismo día, seríamos felices juntos para siempre!

—¡No pienso tirar la toalla!

Y sin perder un solo segundo, me dirigí con la mayor velocidad posible a su habitación.

No escaparía de mí.

[A Nerd Girl]

Como si nada fuera raro pero lo era. Más bien no podía decir una frase correctamente, estaba... Confusamente enamorada de alguien. ¿Debe ser el rosa? ¿Debes ser tú? ¿Fatima? ¿Debería dejarte salir con la tuya pajarito? ¿Por que no... encerrarte en una jaula solo para mi? ¿Ser libre? Nunca.

Era mía.

Solo mía.

¿Voy en tu búsqueda mi pajarito?

Salí disparada a las habitaciones mientras gritaba el nombre de aquella que marcaba mi corazón... ¿Qué estaba haciendo antes? No me importaba más que encontrarla y encerrarla. Que fuera mi hermoso pajarito encerrado en mi jaula.

Oh, y nunca saldrás, hermosa mía...

Gritaba más fuerte su nombre con un<<Te busca tu amor verdadero>>. Nunca dejaré que sea de nadie. NADIE, y si ella no quiere... No dudaré en matarla...

Igualmente seguirá bella muerta...

Y nada más encontrarla... La electrocutaría, la golpearía y me la llevaría... No me importa cuanto lo evite, hasta aunque sangre, que seguirá siendo una rosa hermosa, será mi lindo PAJARITO ENCERRADO.


Solo para mí.

[Saxor]

Oh... Una de las pesadillas de Xayim se volvió realidad. Como caído del cielo, una flecha con un corazón en la punta rompió la ventana de su habitación. Mientras se giraba, pudo ver con horror el cielo de color rosa. ¿Había sido cosa de Yami, acaso...?

¿... Qué importaba? Una voz angelical le estaba susurrando a Xayim, palabra por palabra, no que buscase a su media naranja por media hora, ni por un día... Sino para toda la vida. El verdadero amor llenó a Xayim hasta sus entrañas. El ser sin piedad ahora poseía un sentimiento de amor eterno. ¿Pero quién era esa persona? A Xayim poco a poco le llegaba la imagen a la cabeza.

Su cabello era de un hermoso color negro, cuyo flequillo tapaba ligeramente sus enormemente penetrantes ojos azules. Una nariz perfecta, y una expresión de un ángel... Solo un nombre (que no había oído en la vida) encajaba con tal descripción.

─ Saito.─ dijo, emocionado. Había encontrado la identidad de su alma gemela para la eternidad.─ ¡¿Saito, dónde estás?!─ Gritaba, mientras miraba el nombre de las puertas una a una. Encontraría a ese chaval...

<<A ese dulce chaval>>

Llamaría a la puerta. Si no respondía, la aporrearía lo más fuerte que pudiera.

─ ¡¡¡Saito!!! ¡¡¡Saito!!! ¡Sé que estás ahí! ¡Te amo, y sé que tú me amas también!

Si no respondía, derribaría la puerta.

─ ¡Saito, vámonos de este castillo de mala muerte! Huyamos en mi nave gumi...

En cuanto le encontrara, utilizaría el sistema de teleportación con él, para llevárselo hasta su nave... Allí no podría escapar.

[Myxa]

Dejó caer el lápiz con la boca abierta. De un momento a otro el cielo se había puesto de un color rosa muy cursi y las estrellas giraban en el firmamento, todavía más rosas si era posible. De pronto, una de ellas descendió y se clavó en el pecho de la joven, desapareciendo instantes después en una columna de luz.

—Eh...Eso ha sido algo raro...—se lleva la mano al pecho. No había señal de herida alguna.

Poco le duró el alivio. Notaba que algo raro se movía dentro en ella; una sensación cálida y agradable en el pecho y algo parecido a un hormigueo en el estómago. Su corazón latía frenéticamente y notaba como el calor subía por sus mejillas, dejándolas totalmente rojas.

No solo eso, su mente no dejaba de dar vueltas. Recordaba esos cabellos castaños como la corteza de los robles, esos ojos profundos y encandiladores...

"Sin duda alguna, debe ser eso. Debo estar..."

Recordó que existía un lugar especial, un lugar donde acudir en ese tipo de casos. No dudó un segundo en dejar todo su material y salir corriendo en dirección al castillo. Corrió y corrió por los pasillos hasta encontrar por fin el lugar que tanto ansiaba encontrar. Abrió la puerta de par en par, lanzándose hacia el interior de la sala.

—¿Mogara? Creo que esto eso que llaman "enferma".

[Suzume Mizuno]

—Buenos días —la saludó Malik—. ¿Preparada para morder el polvo?

Fátima rió y materializó su Llave Espada de un gesto. Podía tener más experiencia que Malik y ser más rápida, pero igualmente siempre le impresionaba luchar contra alguien que le sacaba tanta estatura. Si no fuera porque sabía que Malik quería practicar para mejorar todo lo posible, le habría sentado todavía peor pelear contra él.

Pero, por suerte, Malik siempre se lo tomaba a bien. Era tan adulto y…

¡Y bueno, que había que entrenar!

—¿Empezamos? —preguntó, poniéndose en postura.

Estaba esperando a que Malik la imitara cuando escuchó aquel silbido. Se volvió, alertada, y vio dos rayos cayendo a toda velocidad hacia ellos.

—¡Cuidad…!

Algo le atravesó el pecho. Su corazón se contrajo un segundo de dolor y, después, Fátima sintió como si le hubiesen quitado un velo de los ojos. Lo veía todo más nítido, los sonidos eran más límpidos.

¿Qué demonios hacía en Tierra de Partida? ¿Por qué no había aceptado su invitación cuando tuvo la oportunidad! ¡Ese era el origen de todas sus desgracias y no la lucha contra los Sincorazón o los líos en los que la metía el Maestro Ronin!
¡Todo era por no haber aceptado su mano cuando se la tendió!

Porque, ¿en qué cabeza cabe que se rechace el amor verdadero?

—Tenemos que dejar el entrenamiento —dijo, aturdida todavía por su propia estupidez.

Miró al hombre y se preguntó cómo había podido pensar alguna vez que era atractivo cuando no era más que una sombra al lado de él.

Y lanzó su Llave Espada al cielo: cuando cayó se había convertido en su glider. El corazón de Fátima le aporreaba el pecho con tanta violencia que se estaba mareando. ¡Qué más daba que odiara volar! ¡Qué más daba que Harun estuviera esperándola en su cuarto! ¡Ya nada tenía sentido excepto él! ¡Debía ganar su perdón por no haber visto la Verdad! ¡Y qué Verdad! Había tardado en tomar el rumbo correcto, pero ya no volvería a desviarse.¡Debía conseguir que la aceptara bajo su ala, convertirse en su mano derecha, conocer todos sus secretos, servirle hasta el fin del mundo! ¡Nada podría separarle de él jamás!

Se puso la armadura y despegó a toda velocidad. Rumbo, Bastión Hueco.

«¡Ya voy, mi señor Ryota!» pensó estremecida de la emoción.

[Light]

―Ochocientos cincuenta y uno… bien, creo que ya son suficientes por hoy. Vámonos.

Gaomon obedeció sus órdenes y se desmaterializó inmediatamente. El aprendiz retiró el césped que se había quedado pegado en sus ropas y se volvió hacia el castillo, aunque antes de regresar algo extraño ocurrió.

―Qué cojones es eso ―pronunciaba Light, con cara de pocos amigos. El azulado cielo de Tierra de partida ahora era de color rosa y lucía horrible. ¿Acaso el cielo se volvía de ese color por tratarse del día de San Valentín? Qué estúpida cursilería, sin duda.

Sin embargo, ahí no acabó la cosa. De repente, un centenar de flechas de luz volaron raudamente hacia su dirección. Incapaz de bloquearlas o esquivarlas, inevitablemente Light recibió uno de los proyectiles, el cual atravesó limpiamente su pecho, sin producir ninguna clase de herida física…

Ah…

¿Pero mental?

Estaba embrujado, otra vez. Light, quien se encontraba tendido en el suelo, empezó a recuperar el sentido. Mil imágenes de un extraño ser inundaban en su cabeza, impidiéndole pensar en otra cosa. A partir de este momento, ese ser era la razón de su existencia, y debía luchar desesperadamente por su amor.

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―Qué lindo… ―susurró con la mano en el pecho: cuantas más imágenes de su amor veía su corazón latía con más fuerza.

¿Cómo no se había fijado antes en una criatura tan atractiva y seductora como Moguder? ¡Si era jodidamente perfecto! Además, su descomunal nariz era preciosa: se mirase por donde se mirase, era la belleza personificada. No podía haberse enamorado de una criatura tan hermosa como aquella, era el amor de su vida. Además, Moguder era tan pequeñito, tan adorable y tan mono que no podría escaparse de sus abrazos, de ninguna manera.

“Abrazarle…” le entraron ganas de hacer la croqueta por el césped con sólo pensar en llevarle a su habitación para...

Je.

Desgraciadamente, no conocía mucho a la mascota que acompañaba a Hiro… pero no podía encontrarse muy lejos del aprendiz perruno. Aun cansado, Light comenzó a correr como una bala hacia el castillo, repitiendo su nombre una y otra vez.

La caza del moguri había comenzado.

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CHAN y así Light perdió la poca dignidad que le quedaba xD!

[RedXIII]

Una carta

Nada más despertar se encontró una carta sobre su cama, colocada con cuidado y perfumada con suaves esencias, se podía leer "Para Hiro" con una preciosa letra que poca gente podría entender, pero lo que verdaderamente llamó la atención del aprendiz fue al voltear la carta y ver el sello con el que había sido sellado, sin duda era el sello de su familia, los Inukami, solo una persona podía tomarse tantas molestias para dejarle tal carta y aquello disgustaba en parte al aprendiz, tanto que hasta le temblaban las manos.

No hizo falta abrirla, sabía perfectamente de quien y cual era su mensaje.

Rápidamente se vistió y salió con gran prisa afuera, ignorando completamente a la gente que había por allí.

—¡¿Donde estas, da la cara?! — Gritó —¡Te dije que me dejaras en paz! — Estaba algo enfadado por su presencia en aquel lugar, sabía perfectamente que se encontraba escondida cerca de el, espiándole con sus perturbadores ojos.

—Te veo~~ — Pronunció una voz delicada como una rosa —Sabes perfectamente que no puedes huir de mi

Los matojos de alrededor empezaron a moverse con violencia y entre sus hojas se podían ver su cara, mirándole fijamente.

—Lárgate

De los arbustos saltó una silueta que se pegó a Hiro con extrema violencia, casi como si, como si...

...Como si lo abrazara...

—¡¿Como quieres que me vaya?! Es San Valentín, tenemos que pasarlo juntos, cariñito — Una chica se pegó fuertemente al aprendiz mientras le acariciaba la cabeza, el cual disgustado intentó quitársela de encima, pero era inútil, era más fuerte que el.

—¡Que me sueltes! — Estaba tremendamente disgustado con su llegada —¡Ya te he dicho que no pensaba casarme nunca contigo!

Aquella chica misteriosa era Kasumi, la prometida de Hiro desde que era un niño, su piel blanca y su aspecto inofensivo solo eran una tapadera para esconder su gran habilidad y su fuerza, era incluso más fuerte que el propio aprendiz y una descendiente pura del clan Inukami.

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—No digas tonterías, tú y yo estaremos juntos pa-ra-siem-pre

Por un casual MoguDer pasó por allí, en ver aquella situación decidió pasar de largo como si no hubiera visto nada, abandonando a su suerte al aprendiz.

—¡Noooooooooooooooooooooo!


San Valentín había llegado, y la mala suerte había aflorado, aquella mañana de un día largo era el presagio ¿Que le depararía el destino al pobre aprendiz? Solo una persona lo sabía.

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Hiro elije el 1

***

MoguDer

La mañana acababa de empezar para algunos aprendices, pero para MoguDer era distinto, la mañana solo era un momento en el que trabajar o charlar con sus compañeros Moguris, los cuales trabajaban y trabajaban la gran cantidad del tiempo.

Subiendo por las escaleras, bajando por las rampas, cargando objetos, preguntando números, dando nombres, tirando cartas sospechosas y que no contienen bombas sorpresa al buzón, lo típico para el en una mañana, con al excepción de que era San Valentín, un día que no le llamaba para nada la atención ni le importaba más que para sacarse unos cuartos colaborando con la decoración o lo que hiciera falta. Este año se notaba la ausencia de adornos en comparación con el año pasado, una lastima para el pequeño Moguri que apenas sacó unos miseros platines por su colaboración.

Se pasó prácticamente la mañana charlando con su "buen amigo" Mogel sobre tesoros y aventuras de una forma tan interesante que no prestaron atención al cáos que se había formado a su alrededor, montones de aprendices locos y apasionados y junto a personas de su mismo sexo o del contrario, el amor se podía respirar prácticamente en el aire.

—¡Kupócoño, nos invaden los gays! — Exclamó, el Moguri era un poco Homófobo, no estaba acostumbrado a ver a dos hombres compartiendo su amor, y menos públicamente como si nada.

Alarmado decidió ir a dar una vuelta, para ver que pasaba en aquel lugar hasta que de pronto la vio a ella, Kasumi, la prometida de Hiro, abrazando al aprendiz sin despegarse de el, estaba demasiado confuso ya por aquella extraña situación como para prestar atención al mestizo, así que decidió ignorar la situación e ir a ver al Bibliotecario, que para el era uno de los Moguris más sabios del lugar. Llegar sano y salvo allí era mero juego del destino, puesto a que algo le buscaba.

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Preferiría que no se enamorara MoguDer, no se, veo un poco raro lo de que no se pueda enamorar de humanos y con una flecha de Cupido sí XD, pero bueno, por si acaso dejo un número para el:

39

[Zee]

Xefil

Mi puño cerrado se detuvo a sólo una pulgada de la madera. Frente a la puerta de la habitación de Nadhia, con mi carta en una mano, sentí un pinchazo en el pecho que me arrebató el aliento de imprevisto. Fue una sensación curiosa e innatural, como si algo me atravesara la carne y los órganos de lado a lado, pero sin producirme ni una sola pizca de dolor. Me quedé de pie con la mano en alto, dudando por unos momentos sobre lo que debía hacer. Finalmente, tras girar la cabeza y no ver absolutamente nada, decidí, encogiéndome de hombros, seguir con el plan que había tenido en mente desde el principio.

Y sin embargo, volví a detenerme a unos cuantos centímetros de tocar la madera. Había algo que me incomodaba, que no me dejaba continuar con aquella idea. Algo escondido muy profundamente en mi pecho, que no sabía cómo precisar...

―¡Ragun!

...o al menos no sin ayuda.

―¿Ragun? ¿Qué tiene Ragun? ―inquirí, hablando para mí mismo, pero donde Némesis podía escucharme claramente. Aunque le había cuestionado a la Bruja a qué se refería con aquella entusiasta exclamación, en el fondo sabía muy bien qué estábamos pensando; los dos. Sólo que no me gustaba admitirlo. No me agradaba ni un poco. ¿Cómo podía...?

―¿¡Qué estás haciendo!? ¡Muévete! ¡Tengo que encontrarlo!

―¿Tú tienes que encontrarlo? ―reclamé, ofendido, tras la orden que la Bruja me había dado. Y no precisamente por la manera en la que me lo había pedido, sino por el mensaje: como si ella fuese la que necesitase encontrar a Ragun. ¡Absolutamente no! Si alguien debía encontrar a ese imbécil creído, debía ser...

Solté un grito ahogado cuando, súbitamente, mi pierda izquierda dio un paso que mi mente no había procesado. Y luego, pese a que su hermana no la acompañaba, intentó dar otro... y otro... y otro... Antes de que me diese cuenta, estaba a sólo unas pulgadas de hacer una postura posible sólo para la Maestra Lyn, si no fuese porque mis límites anatómicos me lo impidieron antes.

―¿¡Qué demonios estás haciendo!? ―grité, al darme cuenta de que mis extremidades izquierdas ya no estaban bajo mi control. Aunque todavía tenía la sensibilidad y la propiocepción intactas, en lo que se refería a lo motor...― ¡¡Para!! ¡Esto nunca había pasado antes! ¡Némesis! ¡Alguien, ayuda! ―volví a gritar, en cuanto mi cintura giró y mi espalda se dobló hacia el lado izquierdo, haciéndome caer al suelo. Como un gusano agonizante, mi brazo empezó a arrastrarse por el piso, intentando llevar consigo al resto del cuerpo.

―¡Calla! ¡Tengo que encontrar a Ragun, debo de...!

¿Por qué estaba Némesis tan fascinada con Ragun? Su voz sonaba como la de una niña emocionada por conocer a su súper-héroe o algo por el estilo, y aquello de que hubiese encontrado la fuerza suficiente para tomar el control de mi (medio) cuerpo...

Y lo peor... ¿¡por qué me enfadaba tanto!? Si Ragun, además del obvio hecho de que era hombre igual que yo, era una de las pocas personas que lograban sacarme de mis casillas... Era desagradable, creído, desesperante, orgulloso, fuerte, varonil, misterioso, emocionante, exci--

¡No! ¡No! ¡Absolutamente no! ¡Eso no estaba bien! ¡Yo estaba saliendo con...!

―¡Una niña sosa y aburrida que no le llega ni a los talones! ―completó Némesis, buscando ponerme de pie, tal vez decidiendo que arrastrarme por el suelo no era una muy buena idea.

Mi ojo izquierdo comenzó a brillar con color rojo, mientras mi mirada se fijaba en una de las ventanas. Contemplé los jardines, desde donde podía invocar mi Glider... y viajar hasta Bastión Hueco. Si sólo iba y me acercaba a su habitación, a observarle, no estaría haciendo nada malo... ¿no? Después de todo, mirar no es pecado.

Mi corazón comenzó a saltar de un lado a otro. Eran aquellas emociones, tan vigorizantes, lo que me encantaba de Ragun. Siempre estábamos a punto de lanzarnos a matar a lo otro, pero aquella tensión asesina, si se combinaba con pasión y éxtasis, rozaba el límite de otro tipo de tensión más... ventajosa.

―Okay, sólo iremos a... saludarle y nada más. Sólo a eso. ¿Okay? ¿De acuerdo? Sólo a eso ―repetí apresuradamente, mientras intentaba convencer tanto a Némesis como a mí mismo. Coordinando torpemente mis movimientos con los de mi lado siniestro, abrí la ventana de la torre y me trepé al alféizar, observando los jardines a decenas de metros bajo nosotros.

―De cualquier manera siempre tengo que conformarme con mirar ―declaró Némesis, decepcionada―. Si me dejaras controlarte de vez en cuando y darte ese toque femenino que todos necesitan...

Debía aceptarlo, era... tal vez era una buena idea. Y una excelente excusa si las cosas llegaban a salir mal: "¡fue la Bruja, no yo!". Si salía bien, en cambio...

No pude evitar sonrojarme. ¿Cómo se sentiría ser parte de aquel con el que varias veces había compartido el riesgo de la muerte? ¿Cómo se sentiría estar dentro del hombre que ya conocía el interior de mi corazón? ¿Cómo se sentiría volverse uno, los cuatro que siempre habíamos estado enfrentados?

***

Pema

Melón.

Repollo.

Sandía.

Paja.

Césped fresco.

Lechuga.

Más melón.

Todo lo que Gérard le dejaba en nombre de Xefil era simplemente delicioso. Aquellos regalos de la tierra, tanto exóticos como nostálgicos, eran los mejores que había probado. Traídos por Simon desde mundos lejanos, eran lo mejor de lo mejor. Pema podría pasar todo el día, desde el alba hasta el anochecer y luego hasta el alba de nuevo, saboreando aquellos manjares, recostada bajo su árbol preferido. Si pudiese, de alguna manera, comer mientras volaba, la vida sería perfecta. Sólo eso le hacía falta...

Pema alzó sus grandes y brillantes ojos al cielo, dudando sobre si debía volar un rato o terminarse su comida. Si tuviese a Xefil, éste podría lanzarle algún bocadillo de vez en cuando. Pero era triste que se le permitiese volar sobre ella tan poco... Siempre era su tamaño, por culpa de su tamaño, por lo que los Maestros le limitaban las misiones juntos. Tal vez si le decía a Gérard que ya no estaba dispuesta a comer tantos carbohidratos y que se concentraría en los cereales, pudiese...

La bisonte dejó salir un gruñido de extrañeza. Era un día perfectamente despejado, iluminado por el brillante sol... y sin embargo, había estrellas adornando el cielo de Tierra de Partida, por aquí y por allá. Eran pocas, tal vez dos o tres, pero le resultaban curiosas. Se parecían a...

¿Gliders? ¿Esa cosa en la que Xefil volaba cuando no tenía ganas de montar sobre su lomo? Pero Pema estaba segura de que no había visto a nadie salir de misión por la mañana, por lo que era imposible que fuese alguien regresando al castillo... ¿Serían aquellos a los que la gente llamaba... 'traidores'?

Y de pronto, una de aquellas estrellas atravesó la atmósfera como una saeta, cayendo directamente en la torre de los dormitorios y colándose por una de las ventanas. Pema sabía que debía proteger a su compañero de cualquier enemigo, por lo que se decidió a finalmente alzar el vuelo. Curiosa, olisqueando de aquí a allá, se acercó poco a poco a la punta de la torre norte. ¡Justo donde estaba la habitación de Xefil!

Súbitamente, reconoció el olor. Apestaba a oscuridad, penumbras y odio. A orgullo y a honor perdido. A poder y a sed de sangre. A recuerdos olvidados y sueños recordados.

Alarmada, ascendió hasta la punta, buscando a aquel que quería dañar a su amigo, como la última vez. Iracunda, se asomó por una de las ventanas, reconociendo su Armadura oscura parada justo frente a la habitación del chico. ¡Cómo se atrevía!

La bisonte dejó escapar un rugido que resonó en toda la torre lateral del castillo. Y en cuanto Ragun se dio la vuelta para enfrentarla...

¡Ráfaga!

[Sombra]

Me situé frente a la puerta con la plaquita dorada con el nombre en relieve de Xefil. Tragué saliva algo nervioso sin moverme ni un ápice. ¿Que debería de hacer? ¿Simplemente llamar?

Ni siquiera sabía como pedirle aquello. "Hola, ¿me dejas ver a tu mascota? Es que he enamorado de ella." ¡No podía preguntarle algo así! ¿Que respondería yo si me preguntaba algo al respecto?

Acerqué el puño a la puerta y di dos golpes secos sobre la superficie de madera con la suficiente fuerza como para que pudiese escucharme.

—Xefil, ¿estás ahí? —pregunté—. Necesito hablar contigo, es urgente.

Pero entonces, noté algo a mi espalda. Justo detrás tenía una enorme ventana que daba directamente a una caída mortal. Observándome se hayaba Pema, aquel ser tan especial para mí.

Su pelaje era tan hermoso y su tamaño parecía darle un aspecto protector. Era simplemente magnífica.

—¡Espera ahí! —exclamé—. Voy ahora.

Justo entonces una fuerte ráfaga de viento se levantó. El cristal de la ventana reventó en mil pedazos y me vi lanzado hacia atrás chocando contra la puerta de la habitación de Xefil. El daño con la armadura fue mínimo, aunque ésta tenía varios rasguños producidos por los cristales.

Hice desaparecer la armadura dejando ver quien era.

—¡Oh, Pema! Que tierna eres. ¿Tanto ansías que vaya en tu búsqueda que prefieres romper el cristal para no hacerme dar toda la vuelta? —supuse contento de que lo nuestro fuese mútuo.

>>No sé cuando empezó a florecer este sentimiento en mí, Pema. Pero te digo enserio esto: Te quiero, deseo que seas mi dulce princesa. Quiero estar contigo para siempre.

Un par de alas adosadas de plumas negras como el carbon a mi espalda surgieron como por arte de magia. Di varios aleteos antes de salir por la ventana aleteando alrededor de la criatura.

—Te haré muy feliz.

[Tanis]

Rió con Fátima e imitó su postura, listo para empezar las maniobras de entrenamiento. Luchar contra alguien más rápido, ágil y pequeño que él le servía de muchísimo más que el enfrentarse a otro de su mismo tamaño y habilidad.
Iba a ejecutar el primer ataque frontal cuando oyó el silbido, y vio el cambio de color del cielo primero, las estrellas fugaces después.

«¿Pero qué…?», Malik bajó la Llave-Espada, confuso.

—¡Cuidad…! —oyó que medio gritaba Fátima antes de pudiera él decir nada, cubrirse o echarse al suelo.

Le cayó una de esas estrellas encima, y una sensación dolorosa le embriagó, haciéndole hincar una rodilla en el suelo, sin aliento. Pero cuando tragó la primera bocanada de aire justo después, ya no sentía ningún dolor. Una sensación cálida, dulce y hermosa, una que hacía mucho, mucho tiempo que no sentía, se abrió paso por el pecho y estalló con los latidos frenéticos del corazón.

¿Cómo había sido capaz de dejarlo pasar?

—Tenemos que dejar el entrenamiento.

Malik se puso en pie con un poco de dificultad. Se sentía mareado. Miró a Fátima, un tanto irritado. Si ella no le hubiera propuesto entrenar esa mañana, habría pensado mejor en hacer lo que debía hacer.

Observó su marcha con indiferencia y suspiró, haciendo desaparecer su propia Llave-Espada con un resplandor. Luego se volvió hacia el castillo y echó a andar.

No estaba completamente seguro de sí era buena idea probar suerte esa mañana, pero llevaba tanto tiempo con ello en la cabeza… En serio, ¿cómo se le había podido ocurrir no hacerlo justo ese día? No celebraba esa fiesta, nunca lo había hecho, pero seguramente ella…

Pensar que podría estar esperando que alguien hiciera honor a San Valentín por ella le emocionó, y aceleró el paso. ¿Dónde podía estar? Subió las escaleras de entrada.

Bumbum-bumbum…

Caminó por los pasillos, rumbo a la habitación de la maestra Lyn, la persona que le había salvado de la oscuridad, la que le había mostrado un camino. Lyn, su luz, Lyn, su razón para hacerse más fuerte y que ella se sintiera orgullosa… y le viese con los mismos ojos con los que él la veía…

Lyn, su maestra…

Se detuvo en seco a medio pasillo.

«Oh, Alá, no puedo hacerlo… ».

No podía, no podía. Después de todo seguramente ella ni siquiera sentía lo mismo. Él era demasiado mayor en comparación, y su aprendiz… Le daría una paliza, la peor paliza de su vida, y le humillaría…

Bumbum-bumbum

El corazón continuaba latiéndole fuerte y decidido.

«Pero tengo que decírselo, es justo que lo sepa… ».

Tomó aire profundamente y retomó sus pasos, hasta llegar a la que era la puerta de su maestra. Alzó el puño para golpear con los nudillos… y ahí se mantuvo durante tres segundos, hasta que llamó. No sabía si Lyn estaba siquiera allí, pero era temprano y no la había visto fuera o por ninguna otra parte, tenía que estar en su cuarto...

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Entreabrió los labios, trémulo, sintiéndose aún más nervioso que cuando se prometió con Tsuniro…

Y habló:

—Maestra Lyn, soy Malik —se mordió un tanto el labio inferior y continuó—. Siento molestarte tan pronto, pero hay algo que debo decirte. Te atañe y es importante, es justo que lo sepas —Vale, ya no podía echarse atrás, aunque ella no estuviera dentro, debía seguir—. Te quiero, Lyn. Sé que no me creerás, o te reirás, pero es cierto, te quiero.

»Desde que me encontraras en Agrabah y me dieras la oportunidad de hacer algo de provecho con mi vida, yo… me he fijado tanto en ti… Tu carácter fuerte, tu valentía, tu forma sincera de preocuparte, tus movimientos al pelear…Y eres tan guapa… Realmente no sé muchas cosas sobre ti, pero daría lo que fuera por conocerte mejor, y poder hacerte feliz…

No se sintió más estúpido después de aquella bravata porque era imposible, pero le ardía el cuerpo entero. En su interior bullía el anhelo, el burbujeo incandescente de la sangre en las venas, esperando. Incluso si no estaba, si no abría la puerta… lo entendería como una señal, y lo dejaría correr.

Para siempre.

[Myxa]

Vacía. La enfermería estaba totalmente vacía, sin rastro de la moguri encargada. Quizás había salido para atender asuntos privados, aprovechando que era San Valentín, pero eso era algo que la joven desconocía.

Sin saber que hacer se acercó a la ventana y se sentó en el marco, a la espera que Mogara regresase cuanto antes. Casa minuto, cada segundo que pasaba su corazón se oprimía más y más hasta combertirse en una sensación bastante desagradable y frustrante. No sabía que es lo que le estaba pasando, pero no podía quitarse a Xefil de la cabeza.

De pronto una ráfaga de aire le pegó en la cara, haciendo que se cayese del marco y se diese un fuerte golpe contra el suelo. Maldeció para sus adentros, siempre terminaba besando el suelo o recibiendo portazos en la cara el último año. Cuando quiso levanarse a mirar hacia el origen de la ráfaga, observó la figura de la persona que no paraba de taladrarle la cabeza montado en su glider en dirección a nadie sabe donde.

—¡¡Xefil!! —gritó a pleno pulmón con la intención de que le escuchase y con la esperanza de que, al menos se girase para verla.

Materializó a su llave espada y la lanzó hacia el rosado cielo. Mientras su glider descendía saltó por la ventana y aterrizó en su fiel vehículo. No sabía que era lo que estaba haciendo exactamente, pero necesitaba hablar con él antes de que se marchase.

[LightHelco]

No podía perder aquella mañana con un simple té y un aburrido libro sobre piratas, no tras lo que acababa de descubrir. Una flecha que atravesó mi corazón me había abierto los ojos a la absoluta verdad, al ser al que debía atender aquel día y en los siguientes.

Tiré el libro a una esquina de mi habitación tras llegar a ella y busqué por toda el regalo perfecto para presentarme a aquella persona tan especial, la que sanaría la herida que me había causado aquella flecha. Mi verdadero amor, Akio.

Con una bonita y deliciosa caja de los mejores bombones que pude encontrar en Villa Crepúsculo, y que había estado guardando para el cumpleaños de la tía Prímula, salí a los pasillos en busca del maravilloso Maestro que debía iluminar al fin mi vida. En varias ocasiones había coincidido con el pequeño y en todas había mostrado ser uno de los seres más amables y adorables que podía haberme encontrado. A la porra los moguris, nada superaba a Akio en adorabilidad.

Tras una corta búsqueda, encontré al ángel de Akio en uno de los pasillos del enorme castillo. Me acerqué a él y arrodillándome le ofrecí la caja de bombones que representaría mi amor hacia él.

—¡Oh, ángel de mi alma! ¡Te entrego este presente tan dulce como vos! —le tendí la caja para que la cogiera y me levanté para seguir hablando —. Tantas veces que nos cruzamos, tantas veces que nos dirigimos la palabra y nunca fui capaz de decirte lo que sentía.

>>Porqué tu eres el angel que necesita este humilde caballero, el amor que me llena por dentro, la luz que me ilumina en esta oscura vida. Oh, Akio, yo me ofrezco ante ti, acéptame y me harás feliz.

[Drazham]

El ninjato de madera salió volando de las manos de su dueño. Para Kai ya era demasiado tarde, ni siquiera pudo reaccionar ante la fugaz flecha que apareció de la nada y le atravesó el pecho, impactando con tal fuerza que tiró al aprendiz al suelo, dejándolo inconsciente.

La vista de Kai se oscureció, pero no muy tarde, la negrura fue sustituida por un tono rosáceo bastante chillón. No sabía exactamente el por qué, pero se sentía aliviado, como si estuviese flotando en un mar de nubes. Por un momento llegó a pensar que aquella flecha le había hecho pasar a mejor vida y formar parte de los espíritus que velaban por su clan, pero cuando aquella figura apareció, su corazón hizo señas de que aún seguía con vida, bombeando más y más deprisa.

—¿E-Enix…?

¿Pero quién era Enix? Kai ni siquiera conocía a la persona que apareció ante el. Lo había visto por primera vez, pero una sensación punzante le recorría el estómago cada vez que lo miraba. Notaba como el pecho le ardía ¿Acaso era por la herida de la flecha? o… ¿Era otra cosa?

—Tengo… ¡Tengo que encontrarle!

El joven despertó de su sueño y se incorporó de un salto. Quería seguir preguntándose que era aquel sueño, pero por más que se resistiese era imposible. Su cuerpo se movía por si solo, haciendo caso omiso a su mente.

<¿Qué me está pasando? El cuerpo no me responde>

Kai salió corriendo en dirección al castillo. No tenía ni idea de hacia adonde se dirigía, solo podía pensar en aquel chico, y lo encontraría aunque tuviese que recorrerse hasta el último rincón de Tierra de Partida.

<¡¿Qué clase de broma es esta, espíritu?! ¡deja de hacer lo que te plazca con mi cuerpo!>