[Prólogo] Una vida dura

[Nell]

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Prólogo de Dejagow5

Era una tarde de mercado, como otra cualquiera. Ni siquiera la amenaza de los sincorazón había sido suficiente para aplacar las alocadas compras que se producían día a día en el bazar. Los guardias de palacio, que habían sido seleccionados por el mismísimo sultán (o eso decían, aunque los más allegados a él sabían que era cosa más bien del visir), patrullaban la ciudad a todas horas, en busca de oscuridad que pudiera perturbar la (nunca) apacible vida de Agrabah, aunque en muchas ocasiones, llegaban tarde al lugar del crimen. Y, poco a poco, iban apareciendo más, como si con cada nuevo asesinato se fueran multiplicando.

Y sin embargo, la gente seguía sin comprender del todo la grave amenaza que suponían. Quizá sólo unos pocos, los que habían visto una de esas criaturas de cerca, podían llegar a figurarse el peligro que suponían para la ciudad.

Así que, en conclusión, salvo por las escalofriantes noticias de asesinatos y desapariciones misteriosas, la vida en Agrabah seguía igual. Y allí, en la ciudad, Dejay también continuaba, junto al resto, con su vida normal.

[Deja]

El sol se estaba poniendo y necesitaba encontrar algo para cenar. Las calles empezaban a vaciarse y las tiendas comenzaban a cerrarse una a una. Se escuchaba a los encargados despidiendo a sus clientes. Tomando hacia la izquierda, me encontré con una calle en la que aún estaba todo abierto y había bastante gente. Perfecto.

Veo una tienda en la que venden todo tipo de frutas, había unas jugosas manzanas rojas y maduras en una caja. Sigo caminando mientras localizo los guardias del palacio, muy lejos. Bastante gente haciendo cola para comprar la cena. Estoy muy cerca, me giro cómo despistada. Para observar si alguien me sigue y las tiendas que dejo atrás. Oigo al encargado diciendo "Ahora te lo entrego". Acto seguido entra en su casucha para buscar algo, probablemente el cliente le había pedido alguna fruta rara o que no estuviera a la vista. Es mi ocasión.

Acelero el paso, estoy cerca de la tienda y cojo una manzana con cada mano y empiezo a correr hacia mi "casa".

[Nell]

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Cuidado con mezclar pasado y presente. Sitúate en uno de los dos.

La maniobra salió perfecta. La manzana voló del expositor a la mano de Dejay e, inmediatamente, la muchacha echó a correr, junto al premio. Puede que no se diese cuenta de la falta de una pieza de fruta, o simplemente no prestó atención a la joven que se alejaba rápidamente de su puesto, pero el caso es que el vendedor no dio muestras de haberse percatado del robo.

Había conseguido la cena y aquella noche no se quedaría con el estómago vacío. Puede que, incluso, pudiera dormir bien, puesto que con hambre nunca se descansaba cómodamente. En cualquier caso, Dejay podía sentirse afortunada, puesto que su vida no era, en absoluto, tan afortunada como había sido aquella captura.

Sin embargo, si en algún momento sospechó que el robo furtivo había salido excesivamente bien… no se equivocaba.

Antes de llegar al final de la calle, un guardia de palacio se puso en medio, impidiéndole el paso expresamente a ella. La observó con desconfianza. Dejay no podía saber si la había visto o no, aunque su pregunta podía dejar algunas dudas.

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—¿Qué llevas en la mano, rata? Vamos, ábrela y enséñamelo —le urgió con impaciencia.

Dejay pudo observar como el guardia se llevaba una mano disimuladamente al pomo de la espada. Y ella sólo tenía una daga para hacerle frente, sin ninguna otra formación. Tendría que sobrepasar al guardia como fuese para huir, antes de que el tendedero diera la voz de alarma.

[Deja]

Tomando una actitud amable y totalmente descansada, pienso en como salir de esta. No tengo tiempo, el guardia está aferrando el pomo de su gran espada. Saco las dos manos y me quedo mirando hacia ellas, en una la manzana, la otra vacía.
El guardia se queda observando con impaciencia.

Esto no sirve, tengo que dar explicaciones o no duraré mucho más. Podía decir la verdad, pero no ganaría nada. Volvería a casa como había venido. Lo mejor, inventar algo, improvisando. Algún ataque de las bestias oscuras dichas de peligrosas.
Había visto una una vez, a las afueras de la ciudad. Me servirá el ejemplo.

-Vengo corriendo porque acabo de ver una bestia oscura -concluyo con esta frase, el guardia, impasible. Gira la cabeza hacia la derecha, luego hacia la izquierda. Me pongo tensa.-Estaban acorralando a unas personas, entre ellos había un hombre con muy buen porte y que llevaba una bolsa de dinero, si estuviera en mi mano los podría ayudar pero no tengo ningún arma.

Golpeo el aire para imitar una escena de un combate contra la bestia para dar más énfasis a mi historia.

-La manzana me la ha dado aquel hombre de tan buen porte. Soy pobre, ojalá existiera más gente así.

Concluyo la historia. Parece suficiente, se nota en su cara. Lo observo un poco más y espero pacientemente su respuesta.

[Nell]

En vez de echar a correr, Dejay prefirió optar por la solución del engaño y la mentira. Y, gracias a una historia que, obviamente, captaría inmediatamente el interés del guardia, le salió bastante bien. La expresión del hombre cambió nada más escuchar hablar de los seres de la oscuridad, endureciéndose, aunque con un odio dirigido hacia ellas. En comparación con los monstruos Dejay no le importaba nada.

—¡Sucias ratas de las sombras! —vociferó, desenfundando el arma, aunque no lo dirigió hacia Dejay, sino hacia el cielo, como si estuviese ya presentando batalla—. ¡Os eliminaré a todaaaas!

Ni siquiera se molestó en escuchar el resto de la trola de Dejay sobre la manzana. La empujó para apartarla de su lado e ir corriendo en la dirección que le había indicado la muchacha. El cuento había colado, pero muy, muy hondo. Aunque, inevitablemente, el guardia se acabaría dando cuenta de la mentira tarde o temprano, por lo que tampoco podía quedarse allí mucho más tiempo, con el botín goloso en las manos.

Salvo que quisiese esperar al amable guardia, claro.

[Deja]

La forma de caminar del guardia me hace reír, aunque aguanto la risa un tanto hasta que se aleje. Ya no hay gente en las calles por lo que puedo comer mi sabrosa manzana con delicadeza y dedicando el poco tiempo que me queda. Nunca antes me había visto en una situación igual, pero, tampoco antes hubo ataques tan frecuentes de esas bestias. Se podría decir, que me salvaron la vida, o la cena. Mientras tomo mi manzana se me pasa por la cabeza todo lo ocurrido hoy, vaya día. Va siendo hora de que acabe ya. Dirigiéndome a paso acelerado hasta mi "casa", tiro en una esquina el trozo de manzana restante y me acuesto sobre la pequeña manta que tengo.

-Pfff casa, esto no es nada. Vivo en pésimas condiciones, ¿seguirá siendo así el resto de mi vida?

[Nell]

Dejay, que finalmente había cenado una triste manzana, pareció creer que el día había acabado. Y pese a que la noche se cernía sobre la ciudad de arena, aún era pronto para que la muchacha se acostase.

Debía de haber pasado una hora aproximadamente desde el altercado en el mercado, cuando sucedió. Hasta ese momento, Dejay había estado haciendo sus cosas rutinarias, sin ninguna otra sorpresa. Por eso, al escuchar tres sonoros golpes al otro lado de su puerta, haciéndola vibrar de lo fuerte que la habían aporreado, miles de pensamientos podían cruzar por su mente. ¿Serían los sincorazón? (¿Llamaban a la puerta acaso?). ¿Los guardias? ¿El tendedero?

En cualquier caso, la llamada volvió a repetirse, con el mismo rítmico golpeteo, como si al inesperado visitante le urgiera prisa a Dejay para que respondiera. Fuera quien fuese, eran unas horas muy inoportunas para molestar a los vecinos, eso sí.

[Deja]

Había estado mirando hacia el techo hasta que petaron a la puerta. Restriego los ojos con las manos y fijo la mirada en la puerta. La noche había entrado demasiado como para que alguien me pudiera visitar, y en cuanto a visitarme tampoco es que yo recibiera muchas visitas. Mi primera reacción es el miedo, pero ante la perseverancia de mi "visitante" busco la daga en los bolsillos y la agarro suavemente. Me levanto bruscamente para hacer ruido y así informar a lo que haya fuera que sí hay alguien dentro.

Siguen petando. El miedo se apodera de mí pero decido acercarme y abrir. Con el puñal sujeto en la mano derecha doy unos pasos y abro la puerta. Que chirría con un sonido brusco.

[Nell]

Fuera, un niño con expresión aburrida y escéptica, estaba apoyado en el marco, a punto de golpear de nuevo, sino fuera porque Dejay abrió en el momento exacto. El muchacho, que vestía con unas pintas muy peculiares para vivir en el desierto, se cruzó de brazos y la miró directamente a los ojos.

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—Venga ya, ¡no me digas que tú eres la ladrona! ¡Pff! Me pareciste más interesante cuando te vi esta tarde en el mercado, robando esa minúscula pieza de… ¿a eso lo llamáis fruta o es que usáis cultivos radiactivos para que sepan asquerosamente mal? Nunca me podré quitar con ese sabor la repugnante sensación a arena en la garganta —se quejó el crío, con tanta familiaridad y tanto despotismo que lo raro es que no se llevara más de un bofetón al día.

Como si no quisiera una respuesta de toda aquella palabrería que le había echado en cara en un momento a la joven, el niño continuó hablando como si nada:

—¿Y qué haces ahí parada? Venga, déjame pasar, que cuanto más anochece, más frío hace —murmuró, esperando a que Dejay obedeciera y se apartara, para entrar—. Y guarda eso, no vayas a cortarte —añadió, refiriéndose a la daga, aunque ni se molestó en señalarla.

[Deja]

Al ver al chaval con cara de decepción en la puerta lo primero que se me pasa por la mente es el miedo que había pasado por abrir la puerta. Abrir una puerta, ¿significaba tanto?

-Pasa, aunque si tienes frío, no has venido al lugar adecuado -replico a su sarta de explicaciones e invito a pasar-. Si no es molestia preguntar, ¿quién eres?

La figura del niño entrando por la puerta me parece un tanto rara. Parece que el chaval camina con su orgullo a cuestas.

-"Pff, a esto se le llama caminar con la cabeza bien alta."

Le ofrezco asiento en una pequeña y maltrecha silla, a mi pesar, la única. Se le nota una cara de desprecio total.

-No estoy acostumbrada a recibir visitas, por favor toma asiento -muevo la silla con la mano hacia él-. Apenas tengo esa manta y esta silla. Ahora cuéntame, ¿quién eres y que haces aquí?

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Cambio los colores del diálogo de mi personaje para que se haga más visible.

[Nell]

El niño aceptó la “invitación” sin inmutarse, acoplándose a la casa de Dejay como si fuera también suya. Se sentó en la silla que le ofrecía la muchacha y evaluó de una sola mirada toda la vivienda, o tomando ideas preconcebidas, o acertando de lleno en su veredicto:

—Pues sí que eres pobre de verdad. Yo pensaba que robabas sólo por diversión, ya sabes, la emoción de quitar cosas porque no te pertenecen —comentó con total confianza—. Pero, ¿qué mínimo de un aperitivo para las visitas? ¿O voy a tener que levantarme yo a servírmelo? ¿Nunca te enseñaron tus padres a ser hospitalaria?

Después de soltar su ofensiva natural, el chico resopló y, finalmente, contestó a la pregunta de Dejay, aunque con un ademán que daba a entender que no le daba importancia a ese dato.

—Me llamo Akio, pero no te preocupes, no me molestará que lo olvides pronto. Y, por cierto, ¿tus padres tampoco te enseñaron que es de mala educación pedir una presentación sin hacerlo tú primero? —replicó.

[Deja]

-Dejay. Sí, me llamo Dejay Lion —apunto con la voz burlona, intentando imitar a mi nuevo invitado—. Pero eso es lo de menos. Lo importante es, que en efecto, no tengo nada para servirte. Cómo te habrás dado cuenta soy pobre y robo para subsistir.

Hago una pausa para observar a mi acompañante, parece que no le importaba lo más mínimo cómo viviera, si tenía que robar o no. Aunque, al decir que no tengo comida para ofrecer lanzó un resoplido prominente.

-Ah, y vivo aquí. Esto que ves es mi casa y estoy aquí porque no tengo otro lugar donde ir —completo mi frase con un golpe de voz para intentar, por medio de la ironía, invitar a Akio a hablar—. ¿Qué te trae por aquí?

[Nell]

El niño enarcó una ceja ante el nuevo tono de voz de Dejay, esbozó una media sonrisa pícara y fingió no haberse dado cuenta.

—Bah, subsistir, divertirse… Un poco de lo mismo. La emoción del delito no tiene comparación, ¿no crees? —comentó, sacando del bolsillo una manzana parecida a la que había sustraído Dejay por la tarde, y empezó a masticarla—. En vista de que contigo pasaré hambre, tendré que servirme yo mismo. De nada.

Se tomó un descanso para seguir engullendo la manzana y dar otro vistazo rápido a la vivienda, como si temiera que se le hubiese escapado algún detalle con la primera evaluación. En cuanto terminó de comerla, se guardó los restos en el bolsillo, a falta de algún lugar donde echarlos.

—Pues estaba buscando una casa donde vivir, pero resulta que ésta es una porquería, así que mejor miraré otras antes de ocuparla —respondió, aparentemente distraído de la conversación, como si no tuviera relevancia—. Pero también sentía curiosidad por la atormentada escena que debiste de ver esta mañana. Ya sabes, la historia que le contaste al guadia. ¿Era un cuento o de verdad viste a los sincorazón? —Dejay se dio cuenta de que ya no parecía tan abstraído como antes, sino que centraba toda su atención en ella, esperando su respuesta.

[Deja]

¿Sincorazón? —pregunto con cara de desconcierto—. Supongo que te referirás a las bestias oscuras que acechan en los caminos. ¿No?

En la cara de mi acompañante aparece una cara de asombro, luego afirma asintiendo con la cabeza. Preparo mi explicación de los hechos, en efecto sí que había visto alguna de aquellas bestias hoy. Pero la cosa no fue tan exagerada como se la había contado al guardia.

-En efecto, los vi mientras caminaba esta mañana por el bazar, en busca de algo para comer. Al principio no les dí importancia porque vagaban a su gusto en aquel distrito, pero al darme la vuelta oí un grito proveniente de aquella parte. Me giré y contemplé la escena en la cual los sincorazones atacaban a dos hombres y una mujer, indefensos. El desarrollo fue simple, los sincorazones lanzaban zarpazos por todas partes y los humanos no ofrecían defensa alguna. Llegado el momento me acerqué hasta allí y ataqué a uno con mi daga —cojo mi daga y se la enseño con orgullo—. Apenas se inmutó, al ve que no les hacía daño me escapé corriendo.

Muestro una sonrisa en mi cara e intento sonsacar alguna información a mi acompañante.

¿Cuál es tu historia sobre esos "sincorazones"? ¿Los has visto por aquí, conoces algo sobre ellos? —sonrío esperando una respuesta—. Si te vas a quedar a vivir por aquí, ¡tendrás que saber defenderte!

[Nell]

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Cuidado con controlar NPCs (en las expresiones y reacciones de éstos): céntrate sobre todo en tu pj.

—Oh, sí, es verdad, sólo unos pocos los llamamos sincorazón —recordó Akio, al notar la evidente falta de información de Dejay, como si no fuera un dato relevante—. Pero no importa, así te enriqueces de más vocabulario, que a falta de un diccionario que espero robes mañana porque es indispensable en cualquier casa, no te viene mal.

—Qué suerte, ¿y dejaste a esa pobrecita gente ahí abandonada? —Akio enarcó una ceja—. Eso no es de buen conciudadana. Deberías al menos de haber llamado a un guardia para que cargara con los muertos… si es que los sincorazón han dejado alguna vez muertos.

Al ver la sonrisa de Dejay, Akio la secundó con malicia, que demostró ante su siguiente aclaración:

—¿Qué si conozco algo de ellos? Yo soy quién me enfrento a ellos. Pero no hace falta que me aplaudas, gracias, ya lo hacen otros por ti —comentó—. Es por eso que, al ir tras el guardia al que le contaste el cuento esta mañana, me quedé sorprendido de no hallar ningún rastro de sincorazón, cuando sé detectar las marcas de su presencia. ¿Curioso, no?

O acababa de pillarla, o Dejay ya podía inventar una buena excusa…