[Atlántica] Corazón de mago

Prólogo de Albert

Si ya has creado tu ficha, pásate por aquí para escribir la primera página de ese gran libro que va a ser tu vida. O échale un vistazo a los amigos y rivales con los que te encontrarás en un futuro.

Moderadores: Suzume Mizuno, Denna, Astro

Re: [Atlántica] Corazón de mago

Notapor EspeYuna » Mar Mar 18, 2014 10:33 am

Nadie en el pueblo costero se explicaba qué podría haberle sucedido a Albert aquel día con el mar en calma. Algunas mujeres se ceñían a pensar en que el joven costurero había sido descuidado. Los pescadores del puerto reían y, mientras dejaban el cargamento recogido durante el día, recriminaban que eso pasaba por no dejar que el muchacho tocara las aguas que su madre tanto temía. Según ellos, estaba bien querer proteger a sus hijos, pero de forma excesiva sólo conseguían que nunca echaran a volar algún día por sí solos y acabaran enjaulados. Los viejos lobos de mar fumaban con sus pipas, dando la razón a los pesqueros más jóvenes y observando a los pequeños que jugaban cerca, o contemplaban el ancho mar.

Una joven de bonitos atuendos y largo cabello escuchó la conversación y dejó escapar una bonita sonrisa. Era hora de abrir la jaula de aquel pajarito.

*****


Hacía frío. Albert abrió los ojos inevitablemente cuando sintió la brisa marina erizar su piel por debajo de las sábanas. La ventana de su cuarto estaba abierta de par en par. Pero cuando fue a girarse para arroparse o levantarse y cerrarla, percató que alguien le observaba.

Demasiado cerca.

Hola, sirenito, ¿qué tal estás? ―para su sorpresa, el origen de todo el lío del día anterior estaba en su cuarto. Yami se encontraba sentada de cuclillas frente a su cama y contemplándole con ojos curiosos e infantiles, mientras que con un fría mano le acariciaba la frente como si se tratara de su hijo. El tacto fue más cálido de lo que el muchacho hubiera podido imaginar― Sentimos mucho lo que pasó, sí. Verás, es que... había pasado un día entero y tu transformación tenía un tope. Un tiempo límite, ¡sí!

» Es que... ¡jo! ¡Si fueras como yo no tendrías que depender de mí y podrías nadar por tu cuenta!

La joven se llevó las manos a la boca, como si se le hubiera escapado un gran secreto. Se giró y, por unos instantes, permaneció en silencio.

¡No me digas que hoy no te has divertido! ―exclamó de pronto, y dándose cuenta de que había subido demasiado la voz, siseó para sí misma, recordándose que se encontraba en una casa ajena a altas horas de la noche― Lo que queremos decir, es... ¿no has visto hoy las maravillas que escondía el océano?

» Porque, ¿sabes? Existen cosas más allá del mismo. Y podríamos enseñarte, pero... tendrías que convertirte en alguien como nosotras, sí. ¿Albert, no? Albert... ¿no te gustaría descubrir mucho más? Te podemos asegurar que Atlántica es sólo una mínima parte de lo que te estás perdiendo, ¡sí!
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Re: [Atlántica] Corazón de mago

Notapor Leechanchun » Mar Mar 18, 2014 6:19 pm

Albert abrió lentamente los ojos, había empezado a notar frío y se le erizaba la piel bajo las sábanas. Alzó un poco la vista y comprobó que la ventana del cuarto estaba abierta de par en par.

Ya se conocía esa broma, no era la primera vez que la veía, de pequeño, los otros niños le despertaban en mitad de la noche para asustarle y reirse de él, aunque fue algo que no duró mucho, ya que sus padres pusieron medidas. Pero aquel día, seguramente, se había convertido de nuevo en el foco de atención entre la gente del pueblo, de las habladurías y también de las burlas. No hacía ni cinco años de su último incidente, cuando Víctor abandonó la ciudad y a Albert.

«Eres el hazmerreir»

Fue a incorporarse para cerrar la ventana, cuando se dió cuenta de que había alguien allí, observándole.

«¡No! Debe de ser una broma»

Se trataba de la mujer que había convertido su tranquilo día de paseo por la playa, en un alborotado viaje por el fondo del mar: Yami.

Hola, sirenito, ¿qué tal estás? ―saludó la mujer. Ésta se encontraba sentada de cuclillas frente a la cama, mirándole, cuando acercó una mano hasta Albert y comenzó a acariciarle la frente. Al contrario de lo que recordaba el joven del encuentro inicial con Yami, el tacto de su mano le resultaba cálido y agradable, además, le encantaba que le acariciaran en la cabeza―. Sentimos mucho lo que pasó, sí. Verás, es que... había pasado un día entero y tu transformación tenía un tope. Un tiempo límite, ¡sí!

La sensación de asfixia volvió a la mente de Albert y retrocedió lo poco que pudo hacia el cabecero de la cama. Sus ojos se humedecieron al pensar en la sensación de ahogarse y el miedo que había pasado, aunque evitó ponerse a llorar.

» Es que... ¡jo! ¡Si fueras como yo no tendrías que depender de mí y podrías nadar por tu cuenta!

Al decir esto, Yami se llevó las manos a la boca, se giró, dándole la espalda, y permaneció en silencio. Albert tampoco se atrevía a decir nada, estaba demasiado retraído.

¡No me digas que hoy no te has divertido! ―exclamó Yami en un tono de voz muy elevado para altas horas de la noche, tanto, que continuó hablando muy bajito―.Lo que queremos decir, es... ¿no has visto hoy las maravillas que escondía el océano?

Albert hubiera preferido pensar que todo había sido un mal sueño, que resbaló en una roca, había caído al mar y el oleaje le devolvió a la playa. Pero Yami tenía razón, pues había visto cosas maravillosas bajo el océano, nunca imaginó que fuera un lugar tan hermoso.

Todos aquellos peces de colores, los corales, los sirenos y sirenas, incluso la propia Yami o él mismo, el palacio de Tritón, que brillaba casi como el sol, su amigo delfín… Eso no querría olvidarlo por nada.

» Porque, ¿sabes? Existen cosas más allá del mismo. Y podríamos enseñarte, pero... tendrías que convertirte en alguien como nosotras, sí. ¿Albert, no? Albert... ¿no te gustaría descubrir mucho más? Te podemos asegurar que Atlántica es sólo una mínima parte de lo que te estás perdiendo, ¡sí!

No lograba comprender. ¿Había algo más allá de su hogar y el mar? Ante la duda, Albert recordó la marcha de Víctor y el que éste nunca regresara. ¿Podía ser que estuviera en aquel más allá?

N-no entiendo… ¿Qué hay más allá? ―en su pregunta se notaba un aire de desesperación―. Por favor… ¿Me lo dirás?
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Re: [Atlántica] Corazón de mago

Notapor EspeYuna » Mié Mar 19, 2014 12:02 am

N-no entiendo… ¿Qué hay más allá? Por favor… ¿Me lo dirás?

Yami le dedicó una sonrisa ambigua y traviesa al muchacho, como si estuviera esperando aquel inocente ruego de Albert desde el principio. La excéntrica y bella mujer alzó su diestra e hizo un movimiento de dedos, como lo haría un mago ambulante del pueblo del joven. De la misma comenzó a surgir un cálido destello que Albert reconocía como la invocación de aquella extraña arma, la cual se materializó de nuevo frente a ambos.

Escucha con atención. ¿Ves las estrellas que cruzan el firmamento a lo lejos? ―Yami se sentó en la cama junto al joven y le señaló con la mano libre el cielo nocturno, coronando el océano que Albert podía contemplar desde su casa― Brillan con luz propia, como nuestros corazones. Porque lo son también. Son los corazones de miles, millones de mundos que existen.

» Más allá, existen lugares con otra cultura diferente a la tuya, más o menos avanzados... todos y cada uno de ellos son únicos y especiales. Y, como hemos dicho, como nuestros corazones. Como el tuyo, mi sirenito.

La joven señaló entonces con el dedo índice al pecho de Albert, dándole un toque en el centro. A su corazón.

Desprendes la luz de un niño que quiere conocer y saber, ¡y no vamos a consentir que te quedes aquí a perder el tiempo, cuando podrías enseñar tu talento a tantas personas allí fuera, y demostrar lo que vales! ¡Y hacer amigos, y descubrir cosas inimaginables!

» Nosotras pertenecemos a una gran familia, ¡los Caballeros de la Llave-Espada! ¡Yo soy Maestra de pequeños pajaritos como tú!

Yami le mostró de nuevo su arma, la cual descansaba encima de su bonito atuendo.

Ésta es, sí. Con ella combatimos la oscuridad que quiere apoderarse de los mundos, ¡unos niños muy malos, los sincorazón, devoran los corazones! ¡Pero tú eres valiente, lo sabemos de sobra, sí! Y tranquilo, te enseñaremos a usarla.

» Porque tú te convertirás en uno de nosotros, Albert.

La mujer le ofreció el mango por el que sostenía el arma con una cálida sonrisa.

En cuanto la toques, no habrá marcha atrás. Vendrás con nosotras y verás mundo, y te convertirás en nuestro aprendiz. ¡Y seguro que sabrás dominar bien la magia! ¡Lo intuimos, sí, sí!

» ¿Te gustaría venir conmigo, entonces? ¡Di que sí! ¡Porfi, porfi!

Una nueva vida se abría paso para Albert. Era su decisión si seguir a la Maestra Yami o quedarse para siempre en el pueblo donde había crecido junto a sus hermanos.
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Re: [Atlántica] Corazón de mago

Notapor Leechanchun » Mié Mar 19, 2014 1:40 am

Notó en Yami una expresión de diversión, como si esperase a que él hiciera esa pregunta. Seguidamente, la mujer alzó su mano derecha, con un elegante movimiento, e invocó su peculiar arma entre un suave resplandor.

Yami se sentó en la cama junto a Albert y señaló en dirección a la ventana, concretamente al inmenso cielo nocturno, adornado por miles de estrellas.

Escucha con atención. ¿Ves las estrellas que cruzan el firmamento a lo lejos? Brillan con luz propia, como nuestros corazones. Porque lo son también. Son los corazones de miles, millones de mundos que existen.

»Más allá, existen lugares con otra cultura diferente a la tuya, más o menos avanzados... todos y cada uno de ellos son únicos y especiales. Y, como hemos dicho, como nuestros corazones. Como el tuyo, mi sirenito.

«¿Mundos? ¿Otros lugares con otras personas? ¿Allí? ¿En el cielo?»

Miraba las estrellas como si fuera un niño pequeño al que le acaban de dar a descubrir el cielo nocturno. No se imaginaba como podría ser el resto de aquellas estrellas, pero le encantaría poder verlas.

Volvió su inocente mirada a Yami y ésta señalaba su pecho y le dió un toque en el lugar que reposaba su corazón.

Desprendes la luz de un niño que quiere conocer y saber, ¡y no vamos a consentir que te quedes aquí a perder el tiempo, cuando podrías enseñar tu talento a tantas personas allí fuera, y demostrar lo que vales! ¡Y hacer amigos, y descubrir cosas inimaginables!

«Yo... ¿valgo? ¿Tengo... talento?», le era difícil creerlo, pues él mismo sabía que la sobreprotección de su hogar le había hecho débil. Era un sastre, sólo sabía coser.

» Nosotras pertenecemos a una gran familia, ¡los Caballeros de la Llave-Espada! ¡Yo soy Maestra de pequeños pajaritos como tú!

A continuación, Yami centró la atención de Albert en su arma.

Ésta es, sí. Con ella combatimos la oscuridad que quiere apoderarse de los mundos, ¡unos niños muy malos, los sincorazón, devoran los corazones! ¡Pero tú eres valiente, lo sabemos de sobra, sí! Y tranquilo, te enseñaremos a usarla.

«¿Soy valiente?», pensó sin apartar la mirada de la de Yami.

» Porque tú te convertirás en uno de nosotros, Albert.

La mujer extendió el mango del arma hacia Albert, acompañando al movimiento con una agradable sonrisa.

En cuanto la toques, no habrá marcha atrás. Vendrás con nosotras y verás mundo, y te convertirás en nuestro aprendiz. ¡Y seguro que sabrás dominar bien la magia! ¡Lo intuimos, sí, sí!

» ¿Te gustaría venir conmigo, entonces? ¡Di que sí! ¡Porfi, porfi!

Tardó unos segundos en asimilar lo que Yami le decía. La oportunidad de cambiar su vida estaba allí, a un gesto de sus enclenques manos, solo debía tocar la extraña arma.

Meditó la posibilidad de no hacerlo, si lo hacía estaría lejos de su familia, era lo único que tenía en el mundo, en su mundo. Pero en otros…

Albert miró al cielo. Si iba con ella conocería esas estrellas y como le había dicho, podría dominar la magia. Era uno de sus sueños, por no decir el único, y por ello debía intentarlo, poder hacer algo que él deseaba de verdad.

Además, había algo más. Si iba allí, al infinito mar de estrellas, tendría una oportunidad de saber qué pasó con Víctor, de volver a verlo y preguntarle si le seguía importando.

Ahora estaba seguro, lo haría.

Yo… a-acepto, es decir… ¡Quiero ir!―dijo tímidamente. Extendió su mano derecha hacia el mango de la Llave-Espada y cerró su palma sobre ella―. ¿Podré decir adiós a mi familia?
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Re: [Atlántica] Corazón de mago

Notapor EspeYuna » Mié Mar 19, 2014 3:32 pm

Por supuesto, podrás despedirte de ellos. ¡Y volverás a verles, sí!

Después de que Yami contestara a su pregunta, el joven sintió algo extraño al rozar con sus dedos el mango de la Llave-Espada de la maestra. Una calidez acogedora que se instaló en su corazón. Duró pocos segundos, pero había sido una experiencia maravillosa.

Eso que has sentido es el poder que acaba de nacer dentro de ti, ¡o que permanecía dormido, sí! ―le explicó su nueva mentora, levantándose de la cama―. Tan sólo tienes que desear que aparezca, y en tu mano portarás tu nueva arma, ¡sí! ¡Con la que combatirás por el bien y la justicia, con la que podrás aprender a usar la magia! ¡Y con la que podrás volar! ¡Y...!

De nuevo la mujer se dio cuenta de que se estaba emocionando demasiado y que debía bajar el tono a aquellas horas.

Te esperamos en la playa, sí ―para sorpresa de Albert, la maestra se asomó a la ventana y, sin ver moros en la costa, sacó las piernas―. Tómate el tiempo que necesites, ¡o no, no tanto! ¡Que por la mañana partiremos!

La mujer desapareció con un ágil salto en la oscuridad. Para cuando Albert fuera a asomarse, no encontraría rastro de Yami. Bella, infantil, misteriosa y excéntrica era su nueva salida al mundo.

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Re: [Atlántica] Corazón de mago

Notapor Leechanchun » Jue Mar 20, 2014 2:36 am

Por supuesto, podrás despedirte de ellos. ¡Y volverás a verles, sí!

Albert sonrió ante la respuesta de Yami, sobre todo por saber que podría volver a ver a su familia. De pronto empezó a experimentar una extraña sensación, tras rodear la empuñadura de la peculiar arma, un agradable cosquilleo en su corazón que, aunque duró poco, fue extraordinario.

Eso que has sentido es el poder que acaba de nacer dentro de ti, ¡o que permanecía dormido, sí! ―le comentó la que ahora era su maestra, mientras se levantaba de la cama―. Tan sólo tienes que desear que aparezca, y en tu mano portarás tu nueva arma, ¡sí! ¡Con la que combatirás por el bien y la justicia, con la que podrás aprender a usar la magia! ¡Y con la que podrás volar! ¡Y...!

Yami estaba tan emocionada que había alzado de nuevo la voz, sin darse cuenta de lo tarde que era. Se cortó en seco antes de que fuese a más, y se aproximó a la ventana.

Te esperamos en la playa, sí ―con un ágil salto y sin que Albert tuviese tiempo a reaccionar, la maestra se sentó sobre la cornisa de la ventana, con las piernas colgando por el exterior de la fachada―. Tómate el tiempo que necesites, ¡o no, no tanto! ¡Que por la mañana partiremos!

Albert la vió abalanzarse al vacío y a la oscuridad de la noche. El muchacho se asomó a la ventana y comprobó que Yami ya no estaba allí. Pese al leve sobresalto sufrido, sabía que ella estaba bien, y era consciente de que le esperaban aventuras inimaginables.

***


Albert no paró de pensar en la forma de despedirse, en cómo debía hacerlo. Era demasiado tarde para despertar a toda su familia y explicarles aquello, más aún cuando él no lo entendía del todo bien.

Mientras le daba vueltas al asunto, recordó que Yami dijo que también él podía portar la Llave-Espada. Cogió aire, estiró su brazo, abriendo la palma de su mano derecha y, como le indicó su maestra, deseó que apareciese. Tras un resplandor igual de cálido que cuando Yami invocó la suya, su Llave-Espada se materializó ante él.

Era distinta a la de su maestra, parecía más una llave que la de ésta, pues literalmente era una gran llave, plateada, con el mango amarillo, y de ella colgaba un llavero también diferente al que tenía el arma de Yami. ¿Qué era aquel llavero?

Se quedó mirando durante minutos la Llave-Espada.

«Es como magia… No, es magia. ¡He hecho magia de verdad!», pensó con alegría.

Dirigió la mirada a las puertas cerradas de las habitaciones de su padres y su hermana. Se habían preocupado tanto por su desaparición… Si los despertaba solo conseguiría que no volvieran a conciliar el sueño, sobre todo su madre.

Desinvocó su arma y miró a su habitación, a la ventana por donde había salatado Yami. Escuchó un ruido a su espalda y se giró bruscamente.

Allí en la oscuridad del salón, su hermana le observaba.

He oído que que has hablado con una chica, Albert ―hizo una pausa―. ¿Es cierto? ¿Vas a irte con ella?

Ana… Yo… Necesito hacer esto, creo que es lo que he estado esperando siempre, la oportunidad de ser lo que quiero.

¿Estás seguro? Probablemente que es esa mujer la culpable de todo lo que te ha pasado hoy. ¿Te vas a fiar de ella?

No sé… Sí… bueno, no sé... ―Albert quería creer en Yami. Era peculiar, cierto, pero también le había dado una oportunidad de ver cosas que de otra forma nunca podría haber visto. ¿Por qué se iba a preocupar Yami por él entonces?―. Es una oportunidad única, Ana. Voy a poder aprender muchas cosas, ver otros lugares y… Y tener la posibilidad de encontrar a Víctor.

O sea que se trata de eso. No eres capaz de olvidarle como hizo él contigo. Albert, por dios, se marchó y te dejó atrás, haz tú lo mismo y bórralo de tu mente.

No, Ana. Sabes que se fue por las habladurías de la gente, porque nadie aceptaba que estuviéramos… ya sabes, juntos ―Miró a su hermana con determinación―. Voy a irme con Yami, voy a convertirme en un buen mago y si tengo la oportunidad, le encontraré. Sólo te pido que se lo cuentes a padre y madre, con tacto, para que madre no se altere mucho.

Albert…

Por favor, Ana.

Prométeme que volverás pronto, que estarás a salvo y… ―empezó a sollozar―. No te olvides que te queremos, Albert.

Ana se abalanzó sobre su hermano pequeño y los dos se abrazaron durante minutos. Albert también lloró, pero no era por miedo, lloraba de felicidad, por saber que, daba igual a donde fuera, siempre tendría a su familia.

T-te ayudaré a prepararte, ¿vale? ―dijo Ana secándose las lágrimas.

Gracias…

Tras recoger todo lo que consideró necesario, Albert se despidió de nuevo de Ana con otro largo abrazo. Salió de su casa y puso rumbo a la playa, donde esperaba su maestra.

Buscó a Yami y cuando la localizó, se acercó a ella.

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Re: [Atlántica] Corazón de mago

Notapor EspeYuna » Jue Mar 20, 2014 10:34 am

Tras despedirse de su hermana, Albert estuvo listo para partir con Yami. Se apresuró en salir de su casa, dándose cuenta de que todavía era de noche. La vista desde las colinas por las que bajaba a la playa era preciosa, y el cielo parecía más alcanzable que nunca, con sus miles de estrellas brillando en el intersticio.

Cuando Albert llegó a su destino, comprobó que su nueva Maestra se encontraba en la orilla, contemplando divertida como la marea bajaba. Acercaba sus pies desnudos al agua y reía al sentirla, seguramente bastante fría a aquellas horas. En cuanto vio llegar al muchacho, sacó de entre sus ropas un artilugio curioso: una especie de aro rígido, que en cuanto lanzó a su nuevo aprendiz, éste pudo comprobar que era bastante moldeable.

Para viajar necesitarás eso, sí ―explicó entonces Yami―. Colócalo en cualquier parte de tu cuerpo, y... ¡púlsalo!

La maestra jugó con sus dedos hasta encontrar por debajo de las mangas de su kimono un accesorio similar. La mujer desapareció en un haz de luz cegador y, en cuanto ésta se dispersó, Yami se encontraba bajo una flamante armadura, de las cuales Albert podría comparar a las de los caballeros andantes de los cuentos.

¡Y ahora...!

Yami invocó en su mano la Llave-Espada, la cual lanzó al cielo. Para sorpresa de Albert, el arma volvió a su posición, pero había cambiado su forma: ahora era una especie de vehículo, el cual se mantenía en el aire, a pocos centímetros de la arena.

Nuestras armas se transforman así para poder viajar a otros mundos, es su forma de Glider, ¿a qué es requetechuli, sí? ―Yami se subió al vehículo, y éste se elevó a unos metros del suelo― ¡Vamos, haz lo mismo que yo! ¡Tierra de Partida nos espera, mi sirenito!

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Re: [Atlántica] Corazón de mago

Notapor Leechanchun » Jue Mar 20, 2014 2:25 pm

Yami se divertía en la orilla de la playa, viendo como baja la marea y mojando sus pies en la fría agua. Al ver llegar a Albert, buscó en su sus elegantes ropas un objeto peculiar, una especie de aro, que luego lanzó al muchacho.

Albert lo observó con cuidado, le pareció bastante elástico y adaptable.

Para viajar necesitarás eso, sí ―explicó entonces Yami―. Colócalo en cualquier parte de tu cuerpo, y... ¡púlsalo!

Su Maestra buscó entre sus mangas un accesorio similar al que le había entregado a Albert, lo pulsó e hizo demostración de cómo usarlo. Tras un estallido de luz, Yami se encontraba cubierta enteramente con una armadura que, a Albert, le recordaban a las que llevaban los caballeros de los libros de fantasía.

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Albert se quedó con la boca abierta, no lo podía creer, era como si estuviera viviendo su propio cuento y estaba a punto de escribir su primera página en él.

¡Y ahora...!

Con un refinado movimiento, Yami, invocó su Llave-Espada y luego la lanzó al aire. De pronto, el arma volvió al lugar en el que se encontraba su dueña, pero su forma había cambiado totalmente, ahora parecía una especie de transporte, que además flotaba en el aire, a poca distancia del suelo.

La boca de Albert parecía que no iba a cerrarse nunca de lo asombrado que estaba ante todo lo que estaba viendo. Dentro de él detonó una sensación de verdadera fascinación y alegría, todo era realmente increíble y solo tenía que repetir los mismo pasos que Yami para lograrlo.

Nuestras armas se transforman así para poder viajar a otros mundos, es su forma de Glider, ¿a qué es requetechuli, sí? ―Su maestra montó sobre lo que ahora era la Llave-Espada― ¡Vamos, haz lo mismo que yo! ¡Tierra de Partida nos espera, mi sirenito!

Aunque no se lo pensó dos veces, antes de emular a Yami, Albert dirigió una mirada atrás. Se giró de nuevo hacia su Maestra y se colocó el aro sobre su antebrazo izquierdo. Lo pulsó y se vio envuelto en una explosión luminosa, cuando la luz se disipó, llevaba puesta su armadura.

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Luego alzó su mano diestra, torpemente, pues no estaba acostumbrado a moverse con aquella coraza, y llamó a su Llave-Espada, movió su brazo hacia atrás e intentó dar el mayor impulso posible a su lanzamiento.

Su arma subió alto y cuando volvió, al igual que sucedió con la de Yami, su Llave-Espada se había convertido en un vehículo.

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Es… ¡Increíble! ―no pudo contener un grito de júbilo, lo había logrado.

Subió al vehículo, aunque le costó un poco, pues el blindaje que llevaba le dificultó, de nuevo, el moverse con soltura. Se sonrojó, ante su torpeza.

Ahora ya estaba listo. Nuevamente giró su mirada hacia atrás.

«Volveré y para entonces, seré un buen mago»

Miró a su Maestra, ardía en deseos de comenzar el viaje que le abriría las puertas de su futuro.
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¡Fin del prólogo!

Notapor EspeYuna » Jue Mar 20, 2014 5:57 pm

La Maestra Yami sonrió bajo el casco al ver el entusiasmo mostrado por el tímido Albert.

Ella lo sabía. Aquellos que cerraban tantos sentimientos dentro de sí mismos... sorprendían con el paso del tiempo. Había visto dentro del joven un gran corazón, y no sería justo dejarle atrás. Porque había tanto que ver, tanto que descubrir.

Aquel día, Yami había liberado el corazón de una futura promesa en Tierra de Partida. El corazón de un mago.

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¡Fin del prólogo!



Conseguimos terminarlo antes del global, ¡yey! Me lo he pasado muy bien siendo tu Game Master, y espero repetir pronto con Albert en futuras tramas. Siendo el primer tema dentro del rol, no está nada mal, aunque en algún momento me he fijado en algo que sueles hacer: repetir frases textualmente a como las redacto yo en mi post anterior. Y aunque has intentado solucionar eso en los últimos posts (¡ha habido clara mejora!), todavía seguías haciendo hincapié en ello. ¡Pero no te preocupes! Al igual que el control del ambiente, éste es uno de los errores más comunes al empezar a rolear. Con el tiempo irás mejorando ;3

Albert gana 18 PX, ¡por lo que sube a nivel 2! Le quedan 7 PX para subir a nivel 3.

Además de eso, añado a su ficha:
- Habilidad Materialización del Arma.
- Imágenes Glider y armadura.
- Llavero Cadena del Reino

Ya sabes que para actualizar niveles debes ir al tema correspondiente. Y mañana termina el plazo para inscribirse al global, así que no lo dejes para más tarde y actualiza en cuanto puedas ;3
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EspeYuna
115. Demyx
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The Unknowns
 
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