Re: [Reino Encantado] Cuentos a la luz de una hoguera
Publicado: Mar Abr 22, 2014 11:00 pm
Valoró la posibilidad de avanzar por aquella callejuela con los ojos cerrados para no tener que seguir contemplando la debacle del reino. Pero se obligó a mirar. Se obligó a mirar al ejército de Maléfica, a los soldados, a los hombres y mujeres de a pie que se habían pertrechado de casi cualquier cosa para intentar defender a sus seres queridos, probablemente refugiados tras las puertas cerradas de las casas que aún no habían sido destruidas.
Sin embargo, lo que más le afectaba era ver a las familias por las calles, paralizados eternamente en una carrera para salvar sus vidas. Veía a Emily en cada niño, y su corazón parecía pesar cada vez más, como si estuviera convirtiéndose en piedra. Aunque si realmente tuviera un corazón de piedra, se decía amargamente, todo aquello no le afectaría ni lo más mínimo.
Los oídos le zumbaban; tal vez por el silencio que el hechizo había provocado o por la magia en sí, que parecía tener su fuente en el castillo. Se preguntó si los padres de Rosa seguirían estando allí, pero creyó poco oportuno dirigirse hacia él. No sabía cómo podría llegar a afectarle el estar aún más cerca del origen de la magia, si ya caminando por las calles la sensación de ahogo era tan fuerte.
No obstante, entre la desolación y la sensación de mareo, creyó percibir algo más: unos ojos, observándole.
Sin creer que aquello pudiera ser posible, se giró para encontrarse con una mirada resplandeciente, similar a la de la criatura del bosque. Aunque lo que le miraba desde un callejón lateral era más corpóreo, con garras de color rojo y un símbolo extraño y desconocido en el pecho. Sin contar con que llevaba una armadura que resonaba cada vez que se movía.
Si estaba relacionado con el ser que había visto en el bosque y había atacado a Rosa, seguramente sería peligroso, pero de ser así, pensó que el hechizo le habría afectado también, al suponer un riesgo para los habitantes del reino. Así que quizás no sólo poseía un aspecto diferente, sino que albergaba intenciones distintas. Tal vez podía hablar con “ello”, tratar de razonar de alguna forma. Igual que Ygraine no podía contestarle, pero sí entender lo que le decía.
—¿Quién eres? —preguntó con voz cautelosa. Había estado a punto de decir “Qué”, pero prefería no molestar a la criatura, si es que tenía sentimientos que ofender— ¿Qué haces en este lugar?
La criatura se acercó, manteniendo un equilibrio no demasiado bueno. Tal vez se encontraba herido o simplemente… no le era sencillo a la oscuridad formar un cuerpo y moverse con él correctamente. Aleyn la observaba con aprensión, cuestionándose si realmente había sido sabio intentar comunicarse…
Estaba valorando cómo retroceder sin darle la espalda cuando el ser se abalanzó sobre él. No le dio tiempo a reaccionar para protegerse o apartarse antes de recibir un zarpazo en el costado. Dejó escapar un grito al sentir cómo aquellas garras rojas atravesaban la ropa y abrían su carne como si de pergamino se tratase.
Se llevó las manos a la zona atacada, tratando de presionar sobre las cuatro heridas que la criatura le había causado, aunque no podía evitar que la sangre se filtrara entre sus nerviosos dedos. No sabía bien cómo actuar ante aquella amenaza, por no haberse enfrentado nunca antes a algo parecido, y porque su mente, que no funcionaba correctamente debido a todo el horror del que había sido testigo, estaba empezando a inundarse por el pánico.
Lo único que podía pensar, mientras sus ojos empezaban a nublarse debido a la pérdida de sangre y al efecto de la magia, era que debía tratar de golpear al ser, o alejarlo de sí lo bastante para poder correr, antes de que su siguiente zarpazo fuera en una parte aún más vulnerable. Aunque aquella atmósfera asfixiante dificultaría y mucho su huída, y tampoco podría ir muy deprisa si mantenía ambas manos taponando su costado en un desesperado intento de no desangrarse.
Por tanto…
Intentó darle una patada, a pesar de que tenía claro que aquello poco efecto podría hacerle. Pero eso era mejor que nada. Porque no pensaba morir sin al menos haber intentando luchar antes.
Sin embargo, lo que más le afectaba era ver a las familias por las calles, paralizados eternamente en una carrera para salvar sus vidas. Veía a Emily en cada niño, y su corazón parecía pesar cada vez más, como si estuviera convirtiéndose en piedra. Aunque si realmente tuviera un corazón de piedra, se decía amargamente, todo aquello no le afectaría ni lo más mínimo.
Los oídos le zumbaban; tal vez por el silencio que el hechizo había provocado o por la magia en sí, que parecía tener su fuente en el castillo. Se preguntó si los padres de Rosa seguirían estando allí, pero creyó poco oportuno dirigirse hacia él. No sabía cómo podría llegar a afectarle el estar aún más cerca del origen de la magia, si ya caminando por las calles la sensación de ahogo era tan fuerte.
No obstante, entre la desolación y la sensación de mareo, creyó percibir algo más: unos ojos, observándole.
Sin creer que aquello pudiera ser posible, se giró para encontrarse con una mirada resplandeciente, similar a la de la criatura del bosque. Aunque lo que le miraba desde un callejón lateral era más corpóreo, con garras de color rojo y un símbolo extraño y desconocido en el pecho. Sin contar con que llevaba una armadura que resonaba cada vez que se movía.
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Si estaba relacionado con el ser que había visto en el bosque y había atacado a Rosa, seguramente sería peligroso, pero de ser así, pensó que el hechizo le habría afectado también, al suponer un riesgo para los habitantes del reino. Así que quizás no sólo poseía un aspecto diferente, sino que albergaba intenciones distintas. Tal vez podía hablar con “ello”, tratar de razonar de alguna forma. Igual que Ygraine no podía contestarle, pero sí entender lo que le decía.
—¿Quién eres? —preguntó con voz cautelosa. Había estado a punto de decir “Qué”, pero prefería no molestar a la criatura, si es que tenía sentimientos que ofender— ¿Qué haces en este lugar?
La criatura se acercó, manteniendo un equilibrio no demasiado bueno. Tal vez se encontraba herido o simplemente… no le era sencillo a la oscuridad formar un cuerpo y moverse con él correctamente. Aleyn la observaba con aprensión, cuestionándose si realmente había sido sabio intentar comunicarse…
Estaba valorando cómo retroceder sin darle la espalda cuando el ser se abalanzó sobre él. No le dio tiempo a reaccionar para protegerse o apartarse antes de recibir un zarpazo en el costado. Dejó escapar un grito al sentir cómo aquellas garras rojas atravesaban la ropa y abrían su carne como si de pergamino se tratase.
Se llevó las manos a la zona atacada, tratando de presionar sobre las cuatro heridas que la criatura le había causado, aunque no podía evitar que la sangre se filtrara entre sus nerviosos dedos. No sabía bien cómo actuar ante aquella amenaza, por no haberse enfrentado nunca antes a algo parecido, y porque su mente, que no funcionaba correctamente debido a todo el horror del que había sido testigo, estaba empezando a inundarse por el pánico.
Lo único que podía pensar, mientras sus ojos empezaban a nublarse debido a la pérdida de sangre y al efecto de la magia, era que debía tratar de golpear al ser, o alejarlo de sí lo bastante para poder correr, antes de que su siguiente zarpazo fuera en una parte aún más vulnerable. Aunque aquella atmósfera asfixiante dificultaría y mucho su huída, y tampoco podría ir muy deprisa si mantenía ambas manos taponando su costado en un desesperado intento de no desangrarse.
Por tanto…
Intentó darle una patada, a pesar de que tenía claro que aquello poco efecto podría hacerle. Pero eso era mejor que nada. Porque no pensaba morir sin al menos haber intentando luchar antes.