[País de los Mosqueteros] Avaricia pura y dura

Prólogo de Renata Leduc

Si ya has creado tu ficha, pásate por aquí para escribir la primera página de ese gran libro que va a ser tu vida. O échale un vistazo a los amigos y rivales con los que te encontrarás en un futuro.

Moderadores: Suzume Mizuno, Denna, Astro

Re: [País de los Mosqueteros] Avaricia pura y dura

Notapor Medu » Mié Dic 16, 2015 9:52 pm

El forcejeo no salió tan bien como pensé. Aunque pude agarrar bien a Bastian para librarme del peligro de muerte, la disputa no me permitió salir indemne. Durante el tira y afloja el cuchillo alcanzó mi brazo izquierdo, abriendo una herida no muy profunda. Rechiné los dientes intentando no menguar mi fuerza, aunque el escozor era terrible.

Quizás fue suerte, exceso de confianza por parte de Bastian o mi esfuerzo por mantener presión, pero el siguiente impacto del arma acabó perforando el hombro del felino. En ese momento quien pecó de confiada fui yo. El cuchillo no se clavó lo suficiente como para impedir a Bastian soltar un fuerte rodillazo hacia mi estómago, apartándome de él.

Me golpeó con tanta fuerza que acabé en suelo, rodando a un par de metros del animal. Aunque el dolor era cada vez peor no podía permitirme tomar un descanso. Alcé la cabeza para no perder vista de mi adversario, pero lo que vi me hizo quedarme quieta en el sitio. Con un chasquido, Bastian había sacado un pistolete y me estaba apuntando.

No sabes lo que me enerva que me obliguen a recurrir a los planes de emergencia.

Tragué saliva. Ni de coña lograría levantarme a tiempo para iniciar otro forcejeo, por mucho que Bastian estuviese usando su mano libre para tapar el sangrado de su hombro. Dio un paso hacia mí, listo para disparar. Aunque la bala nunca salió del cañón.

En un parpadeo, un… una… No llegué a reconocer al animal que se abalanzó sobre el felino y lo lanzó contra el suelo. Su oscura piel era del color de la noche. Sus garras, afiladas como espadas. Su cara la poblaban tan solo unos amarillentos ojos tenebrosos. Aunque mi sorpresa aumentó cuando giré la vista.

A mi lado, el cajón abierto que había examinado antes estaba empezando a emanar una densa humareda que se derramó por el suelo, formando unos repugnantes charcos oscuros. La cosa no terminó ahí, de aquella concentrada oscuridad no tardaron en surgir otros dos animales, idénticos al que se encontraba sobre Bastian.

La escena que presencié me dejó congelada durante un instante. Los gritos y la sangre llenaron la sala. Las inexpresivas criaturas se unieron a su compañera, saltando sobre el indefenso felino y comenzaron a apuñalarle y destriparle con sus afiladas garras. Si no fuese por mi estado de estupefacción, juraría que hasta el propio corazón del gato fue sacado de su cuerpo.

Y no me equivocaba. El corazón flotó durante unos instantes antes de ser envuelto en una bruma oscura, que poco a poco tomó forma hasta transformarse en una especie de pequeña armadura andante, habitada por negrura condensada. Ladrones… ¿y ahora asesinos sin piedad?

Mi mente no lograba encontrar una explicación lógica a aquella carnicería. Lo que estaba claro es que debía espabilar, puesto que aquellas bestias estaban posando sus amarillentos ojos en mí. Venciendo el miedo, intenté incorporarme lo más rápido posible mientras agarraba mi brazo herido, esperando que no fuese muy grave.

Notaba el sudor caer por mi frente pero no era el momento de ponerse nerviosa. Necesitaba una solución, por descabellada que fuera. Los animales se acercaban, los gritos del pasillo crecían, el tiempo se me acababa. Tenía que ser fuerte, ¡vamos! No podía morir allí, destripada y sin un gran tesoro en mis manos.

¿Tesoro? Al final, sí que me llegó una idea descabellada. Recordé la negra piedra que había encontrado en el cajón y de dónde habían salido las otras dos bestias. Quizás era una alternativa demasiado absurda, pero poco más podía intentar. Saqué el cuchillo que guardaba en mis pantalones, el que había cogido en las cocinas. En un rápido movimiento me acerqué a la cómoda y clavé el cuchillo en el guijarro azabache, esperando que tuviese algún efecto.

Era mi última esperanza. Si aquello no funcionaba tendría que retroceder para mantenerme fuera del alcance de aquellos sangrientos animales, esperando encontrar algún hueco entre ellos por donde colarme antes de que me acorralasen contra la pared.
Avatar de Usuario
Medu
5. Fantasma Farol
5. Fantasma Farol
 
Mensajes: 126
Registrado: Mié Nov 04, 2015 10:44 pm
Dinero: 36,207.69
Banco: 15,749.00
Sexo: Femenino
Karma: 0

Re: [País de los Mosqueteros] Avaricia pura y dura

Notapor Drazham » Vie Dic 18, 2015 7:39 pm

Renata se abalanzó con cuchillo en mano a por la piedra, a la que creía causante de la aparición de esos demonios. Corrió sorteando a las criaturas para que su ruta fuese segura, pero en cuanto tuvo a un par de metros la cómoda, un charco negro apareció bajo sus pies y dos zarpas surgieron de este, agarrándola de los tobillos y tirándola al suelo.

El ser emergió del todo y posó sus manos en los hombros de la chica, clavándole las uñas e inmovilizándola en el acto. Sus dos compañeras no tardaron en unirse y la rodearon con largos pasos, agazapadas y devorándola con sus fulgurantes miradas. La otra criatura de la armadura, anteriormente conocida como Bastian, pegó un salto hacia Renata con las manos en alto.

Entonces un fuerte vendaval azotó la habitación entera y, en cuestión de segundos, tanto los monstruos negros, como el de la armadura, salieron volando en pedazos que se disolvieron en pequeñas nubes de oscuridad. Mientras, de los restos del último salió el mismo corazón brillante que Renata vio con anterioridad. Ascendió y, antes de tocar el techo de la sala, se esfumó.

De modo que había otro más por aquí…

Justo enfrente de la puerta por la que se filtraba una humareda que apestaba a quemado (de ahí el olor de antes), se encontraba el mismo tipo que le quitó el reloj y al que perseguía en un principio. No fue la única cara conocida para Renata, en su hombro cargaba nada menos que con un inconsciente Podrick. Miró a Renata con una tranquilidad exagerada para lo que acababa de ocurrir, y volvió su atención a la piedra negra, que seguía rezumando ese desagradable vaho.

Avanzó un paso, y al instante, arrugó el entrecejo. Se volteó con celeridad y alzó su mano libre hacia una bola de fuego que volaba peligrosamente a por él. Estalló nada más impactar, pero al disiparse las llamas, el hombre no tenía ningún rasguño. Si Renata se fijaba con detenimiento, se cercioraría de que delante del individuo se hallaba una pared traslúcida que difuminaba el aire.

Con un andar pesado y un traqueteo metálico, el atacante se dejó ver, emergiendo de la cortina de humo: Una figura humanoide, corpulenta y encorvada, que sostenía una especie de escudo de la que sobresalía una rabiosa cabeza de perro que daba mordiscos al aire.

Spoiler: Mostrar
Imagen


Con un gesto de la mano del hombre, una ráfaga de viento azotó al monstruo, que se cubrió con su escudo y retrocedió un par de pasos. Aprovechando los segundos ganados, dejó a Podrick en el suelo con cuidado y volvió a gesticular con el brazo. Entonces, una masa negra con forma ovalada se concentró en el fondo de la habitación.

Entrad, rápido —le ordenó, sin apartar la mirada del ser.

¿Qué haría Renata? ¿Seguir las indicaciones de aquel individuo y meterse en esa cosa? Tendría que decidir rápido, pues los ojos de la cabeza de perro brillaron en un fulgor rojizo, preparando un nuevo ataque.
ImagenImagen
Avatar de Usuario
Drazham
26. Umbrío
26. Umbrío
 
Mensajes: 762
Registrado: Jue Oct 17, 2013 9:55 pm
Dinero: 133,197.76
Banco: 15,378.00
Sexo: Masculino
Estantería de objetos
Karma: 6

Re: [País de los Mosqueteros] Avaricia pura y dura

Notapor Medu » Vie Dic 18, 2015 9:44 pm

Descabellada o no, nunca llegué a comprobar si mi idea funcionaría. A escasos metros de la cómoda un nuevo charco de oscuridad se abrió justo debajo de mis pies. Mi primera reacción fue notar una falsa sensación de caída, a pesar de que aquél agujero no me movió lo más mínimo. Lo peor fue que del mismo manchurrón surgieron un par de zarpas que se aferraron a mis tobillos, haciéndome perder el equilibrio al instante y derribándome.

En el suelo, me giré para observar como una de aquellas horrendas criaturas se había desplazado usando aquél oscuro charco. Emergiendo cuál demonio, el animal no tardó en posar sus amarillentos ojos sobre mí y acercárseme. Y esta vez, no tenía donde huir. Se agazapó, clavando sus afiladas uñas en mis hombros y haciéndome soltar un agudo grito de dolor.

Todo ocurrió en un instante. Un cargado vendaval inundó la sala y se llevó por los aires a las feroces bestias, incluyendo la armadura en miniatura que había surgido del cadáver de Bastian. Se disolvieron de la misma forma que aparecieron, en una bruma de oscuridad. Quizás mi vista estaba empezando a nublarse, pero juraría que de nuevo vi un corazón flotar…

De modo que había otro más por aquí…

Alcé la cabeza como pude, fijando mi vista en la puerta de la habitación desde la que provenía aquella voz conocida. El humano que me robó el reloj estaba posado en la entrada, con su habitual semblante tranquilo y despreocupado. En su hombro, cargaba a un inconsciente osezno que también había tenido la oportunidad de conocer.

No sabía ni cómo reaccionar. Permanecí en el suelo, respirando con fuerza mientras presionaba sobre mis heridas. Quizás era el miedo, quizás era el dolor, quizás era que no podía encontrar una explicación lógica a lo que había ocurrido en los últimos minutos, pero apenas podía moverme.

Mi mirada perdida se limitó a seguir los movimientos del hombre, que se desplazó por la sala para echar un vistazo a la cómoda donde se guardaba el tenebroso guijarro. No obstante, también fue interrumpido. Alcancé a ver lo que parecía una bola de fuego dirigiéndose directamente hacia el humano, y a éste sencillamente alzando una mano hacia la esfera. Por acto reflejo me cubrí la cara, esperando no llevarme quemaduras además de mis ya adquiridos cortes.

Al apartar mis manos, el ladrón seguía allí. Intacto, sin un rasguño y con una extraña aura envolviendo su cuerpo. ¿Qué estaba pasando? Del humeante pasillo de la mansión no tardó en asomar otro animal desconocido, quizás algo similar a la pequeña armadura de antes, pero mucho más grande, amenazante y sosteniendo un gran escudo con una cabeza de perro… ¡Que estaba viva!

Con un ligero gesto por parte del hombre, una nueva oleada de viento cubrió la habitación, azotando al recién llegado armatoste de metal y obligándole a retroceder mientras se cubría con el escudo. Aprovechó el momento para dejar al inconsciente oso en el suelo, haciendo un nuevo movimiento con la mano para generar…

Entrad, rápido.

Durante toda la escena había estado prácticamente paralizada, sin poder dar crédito a mis ojos. Quizás lo que me devolvió algo de cordura fue el miedo y la duda que me asaltaron en cuanto el humano nos ordenó cruzar una masa oscura, demasiado similar a la misma de la que habían salido aquellas voraces bestias. Mi cuerpo luchó por mantener la calma mientras mis labios intentaban expresarse sin mucha coherencia.

¡N-no! E-Eso es… De ahí vienen… ¡Han matado…! No, no quiero… ¡Peligroso!

Me respondiera o no, mis dudas y temores seguirían ahí. ¿Pero qué iba a hacer? Mis heridas seguían escociendo y empezaba a notar la falta de sangre. Mi cara estaba cubierta de sudor y mis manos incluso temblaban. La sala seguía llenándose de humo, probablemente la mitad de la mansión estaría en llamas ya. Y aquellas criaturas…

La que se encontraba en la puerta seguía ahí. Avanzando con su pesada armadura y sosteniendo aquella cabeza de perro incrustada en el escudo, la cual empezaba a emitir un brillo rojo que no auguraba nada bueno. ¿Era realmente mi única oportunidad cruzar aquella masa oscura?

«Venga Ren… Gimoteando no salvas tu vida...» Tragué saliva. Reuní todas las fuerzas que me quedaban e intenté resistir el escozor de las heridas. Me incorporé como pude y usé mi brazo más sano para agarrar del cuello de la camisa de Podrick. Me desplacé hacia el portal tirando del osezno, esperando que aquella entrada de pesadilla fuese nuestra salvación.
Avatar de Usuario
Medu
5. Fantasma Farol
5. Fantasma Farol
 
Mensajes: 126
Registrado: Mié Nov 04, 2015 10:44 pm
Dinero: 36,207.69
Banco: 15,749.00
Sexo: Femenino
Karma: 0

Re: [País de los Mosqueteros] Avaricia pura y dura

Notapor Drazham » Lun Dic 21, 2015 6:52 pm

Haciendo acopia de las fuerzas que le quedaban, Renata arrastró a Podrick tirando de su camisa hasta la extraña masa de oscuridad que creó el hombre. Nada más su cuerpo hiciese contacto con la nube, una portentosa fuerza la arrastró junto al osezno, metiéndose de lleno en un mar negro que se extendía a su alrededor. Antes de que se la tragase del todo, pudo presenciar cómo el monstruo del escudo disparaba una bola de fuego dirigida a su supuesto salvador, que preparó su brazo para actuar una vez más y… todo se apagó.

Nada que ver, ni nada que oír; oscuridad total. Así se pasó la muchacha unos de los diez segundos más tensos que habría vivido, atrapada en un limbo de penumbras. Entonces, una tenue luz brilló en la lejanía, aproximándose a ella hasta dejarla completamente ciega.

Renata no pudo evitar verse empujada hacia adelante y caer de bruces contra el suelo. Cuando abriese lo ojos, se toparía con el ya reconocible cielo teñido de rojo por el ocaso. Un vistazo a su alrededor le ayudaría a comprender que se volvía a encontrar en el exterior junto a un inconsciente Podrick, en lo que debía ser el tejado de algún edificio de Saint-Michel.

Desde allí, no le pasaría desapercibida la columna de llamas que se vislumbraba a la lejanía, justo donde se situaba la mansión de Don Alcide, en la que momentos antes se encontraba. Alrededor de la vivienda incendiada, múltiples puntos borrosos que debían ser personas corrían de un lado a otro. Era más que probable que los guardas y los mosqueteros de los alrededores estuviesen ayudando en la evacuación de la fiesta y tranquilizando a los invitados después de semejante accidente.

Una nueva masa de oscuridad se formó en el tejado, de la que salió el humano de antes, con las ropas cubiertas de cenizas. Se espolsó con las manos y tras una fugaz mirada a la pareja, caminó hasta Podrick, arrodillándose y posando una mano sobre su hombro.

Se encuentra bien —testificó, tras una leve evaluación de su estado—. Lo encontré inconsciente en mitad de un pasillo. Debió de pillarle el ataque de por medio cuando fue a buscaros a ti y al otro muchacho.

Se incorporó y caminó hasta la chimenea del tejado, donde recostó su espalda y encaró a la muchacha. Acto seguido, rebuscó en el bolsillo de su pantalón y le mostró algo que le sonaría bastante: ahora tenía un aspecto más deslustrado, opaco y con un tono grisáceo, pero sin duda recordaría la piedra negra que encontró en la cómoda.

Fue muy imprudente por tu parte arriesgarte a destruirlo —le reprochó con tono severo—. Pese a que tu idea de que era la fuente que generaba a esas criaturas era acertada, sabías de sobra que te exponías demasiado a que te atacasen. Ya has visto de lo que eran capaces.

El hombre se guardó la piedra de nuevo, y se cruzo de brazos, sin quitarle el ojo de encima a Renata.

»Podrías haber huido de la habitación, pero no lo hiciste. ¿Por qué?
ImagenImagen
Avatar de Usuario
Drazham
26. Umbrío
26. Umbrío
 
Mensajes: 762
Registrado: Jue Oct 17, 2013 9:55 pm
Dinero: 133,197.76
Banco: 15,378.00
Sexo: Masculino
Estantería de objetos
Karma: 6

Re: [País de los Mosqueteros] Avaricia pura y dura

Notapor Medu » Lun Dic 21, 2015 8:09 pm

Nunca le había tenido miedo a la oscuridad, ni siquiera de pequeña. Quizás era por mi actual estado o porque aquella penumbra sí parecía que iba a devorarme en cualquier momento. Aun así mi cuerpo continuaba avanzando, de manera automática, arrastrando los pies por el oscuro limbo mientras tiraba del inconsciente Podrick. Hasta que se hizo la luz.

Con torpeza, acabé cayendo al suelo de nuevo. No sabría decir si fue por el haz cegador, por el agotamiento que llevaba encima o porque el propio reino de oscuridad me había empujado, pero al recuperar la vista no pude evitar soltar un suspiro de alivio. Estaba en el exterior, concretamente, en uno de los tejados de la ciudad. Conocía demasiado bien Saint-Michel como para no reconocerla aunque fuese desde arriba.

Solté al osezno por un momento para incorporarme, sentándome y abrazándome las piernas alzaba la vista hacia el rojizo cielo del ocaso. Contemplar un paisaje así siempre lograba distraerme, aunque parecía haber encontrado la excepción. Era imposible no fijarse en la humareda que se alzaba en la lejanía. La mansión de Don Alcide seguía en llamas mientras los invitados intentaban huir despavoridos. Había sido un día demasiado difícil de olvidar.

Me sobresalté al escuchar una nueva masa de oscuridad formándose en el tejado donde estaba, si hubiese estado de pie hasta podría haberme caído del tejado. Por suerte, el humano de la fiesta salió bastante pronto del portal, confirmándome que era otro de esos pasillos de viaje que había creado. Incluso en mi cabeza sonaba tan surrealista…

Se encuentra bien —comentó mientras examinaba a Podrick—. Lo encontré inconsciente en mitad de un pasillo. Debió de pillarle el ataque de por medio cuando fue a buscaros a ti y al otro muchacho.

No le respondí. Permanecí sentada, observando mi propio aspecto. Parte de la elegante camisa que me puse para pasar desapercibida estaba rasgada, debido al forcejeo con Bastian y al ataque de aquellos animales oscuros. Arranqué la parte colgante de una de las mangas, usando la tela para envolver el corte de mi brazo que había provocado el cuchillo. Las uñas clavadas sobre mis hombros serían más difíciles de tratar.

Fue muy imprudente por tu parte arriesgarte a destruirlo —alcé la vista hacia el hombre, que se había recostado sobre una chimenea. En su mano me mostraba una piedra negra que recordaba demasiado bien—. Pese a que tu idea de que era la fuente que generaba a esas criaturas era acertada, sabías de sobra que te exponías demasiado a que te atacasen. Ya has visto de lo que eran capaces.

No estaba… en condiciones de pensar con claridad. —le respondí con un simple suspiro.

»Podrías haber huido de la habitación, pero no lo hiciste. ¿Por qué?

Frunciendo el ceño aparté la mirada para seguir contemplando el horizonte. ¿Por qué aquello estaba empezando a sonarme a reproche? Tampoco podía culparle, mis acciones en la habitación no habían sido muy seguras, la verdad. Aunque eso era algo que ni yo podía explicar. ¿Aún seguía nerviosa?

¡No lo sé! N-no quería huir y pensé que… Vi tan claro que aquella era su fuente de poder o algo así que no se me ocurrió… No lo sé… Aun viendo lo que habían hecho… Quería detenerlos.

Otro suspiro salió de mi boca cuando hundí mi cabeza entre mis brazos. Si algo se me daba mal, era explicar cosas que ni yo podía entender. Ni siquiera comprendía por qué le estaba respondiendo. Me había salvado la vida, siendo sincera… Pero seguía siendo el ladrón que robó mi reloj, desde luego un detalle que nunca olvidaría.

Quizás mi propia mente se negaba a adoptar otra actitud. Aquél día había sido demasiado para mí, y no parecía que fuese a terminar todavía. Poco a poco intenté recomponer mis pensamientos, tomando valor para dirigirme de nuevo al hombre y preguntarle.

Eres un mago, ¿no?

Aún estaba lejos de ser una creyente de lo sobrenatural, pero desde luego mi opinión iba a cambiar bastante desde ese día. Tras darle vueltas, recordé varios rumores que venían de la capital. Sobre gente extraña, haciendo cosas extrañas imposibles de explicar. Gente que aparecía y desaparecía, gente que manejaba elementos con sus propias manos. “Magia”. Desde luego, era difícil encontrarle sentido a las ráfagas de viento o los portales de oscuridad del humano sin recurrir a una excusa tan barata como “Lo hizo un mago”.

A pesar de que mi cabeza estaba por explotar, había preguntas que no podía contener en mi cuerpo. Aún me sentía algo mosqueada por tener que mostrarme amigable con ese ladrón, fuese mago o no. Pero había un temor que necesitaba conocer sin falta.

¿Qué eran esas cosas?
Avatar de Usuario
Medu
5. Fantasma Farol
5. Fantasma Farol
 
Mensajes: 126
Registrado: Mié Nov 04, 2015 10:44 pm
Dinero: 36,207.69
Banco: 15,749.00
Sexo: Femenino
Karma: 0

Re: [País de los Mosqueteros] Avaricia pura y dura

Notapor Drazham » Mié Dic 23, 2015 7:36 pm

¡No lo sé! N-no quería huir y pensé que… Vi tan claro que aquella era su fuente de poder o algo así que no se me ocurrió… No lo sé… Aun viendo lo que habían hecho… Quería detenerlos.

El hombre no dijo nada al respecto. Entrecerró los ojos, relajando los músculos y adoptando una pose menos severa, y dejó que Renata se recompusiese después de todo lo ocurrido, pues entendía que la chica necesitaría tiempo para digerir algo tan irreal como unos monstruos que a punto han estado de acabar con ella.

Eres un mago, ¿no?

Alzo levemente las cejas. Aquello no pareció pillarle desprevenido, quizás esperando a la batería de preguntas que Renata se estuviese guardando en cuanto se tranquilizase. Separó su espalda de la chimenea y avanzó varios pasos hasta tenerla a un par de palmos.

Mago no es el término más adecuado. —Posó una mano sobre el hombro de la joven—. Es cierto que somos capaces de emplear la llamada magia, como has podido comprobar. —Ladeó la cabeza—. Pero no. No nos consideramos magos plenamente.

De su palma surgió un resplandor verdoso que envolvió a Renata. De pronto, sentiría como el dolor de sus heridas y la fatiga desaparecían. Es más, tanto el corte en el brazo como los zarpazos se esfumaron sin dejar rastro.

¿Qué eran esas cosas?

Esta también se la esperaba. Cuando las heridas de Renata sanaron del todo, retiró la mano y guardó silencio, meditando la respuesta a darle.

Lo que acabas de ver son criaturas nacidas de la oscuridad de las personas. La piedra que encontraste actuaba como reclamo, pero normalmente son atraídas por sentimientos como el odio, la rabia o… la avaricia, como la de ese muchacho —puntualizó, desviando la mirada durante unos instantes a la mansión—. Su único propósito es el de buscar y dar caza a las personas con corazones fuertes.

Guardó silencio, esperando a que Renata asimilase la información.

Como ya te he dicho, no soy un mago, pero sí que empleamos la magia para uno de nuestras tantos cometidos: luchamos contra esas criaturas y defendemos al resto de la amenaza que suponen. Me introduje en la fiesta siguiendo la pista de las piedras que dejaron repartidas por toda la mansión. —Le lanzó una mirada suspicaz—. Y sobre lo del reloj… digamos que no me convenía que se montase un alboroto mientras buscaba por la mansión. Si hubiesen dado la voz de alarma acerca de un ladrón, habrían reforzado la seguridad aún más.

Volvió a callar, observando a Renata con aire evaluador.

De todas formas, tienes cualidades bastante interesantes. Aunque un poco temeraria, tampoco te desenvuelves mal en situaciones límite. —Se llevó la mano al mentón—. Imagino que tendrás más preguntas, pero no puedo darte más detalles a menos que estés dispuesta a comprometerte.

»Siempre estamos abiertos a recibir nuevas promesas entre nuestras filas. Tienes lo necesario para formar parte. Pero puedo entender que no estés interesada en este estilo de vida. —Esperó por si Renata quería decir algo al respecto—. Si quieres tiempo para pensártelo, puedo esperar hasta pasado mañana. Antes de que me vaya.
ImagenImagen
Avatar de Usuario
Drazham
26. Umbrío
26. Umbrío
 
Mensajes: 762
Registrado: Jue Oct 17, 2013 9:55 pm
Dinero: 133,197.76
Banco: 15,378.00
Sexo: Masculino
Estantería de objetos
Karma: 6

Re: [País de los Mosqueteros] Avaricia pura y dura

Notapor Medu » Mié Dic 23, 2015 8:22 pm

Mago no es el término más adecuado. —Respondió a mi primera pregunta posando su mano sobre mi hombro—. Es cierto que somos capaces de emplear la llamada magia, como has podido comprobar. Pero no. No nos consideramos magos plenamente.

De la palma que tenía posada sobre mí empezó a brotar un cálido brillo verdoso. Noté que una extraña sensación recorría mi cuerpo lentamente, como un torrente de energía. Poco a poco notaba como mis músculos volvían a responder con normalidad y el dolor se calmaba. Lentamente, tiré de la tela que acababa de ponerme sobre el brazo para desatarla. La herida que tenía había desaparecido. Sí, iba siendo hora de empezar a creer en la magia.

Esbocé una sonrisa, casi sin darme cuenta. El hombre apartó la mano y contestó a mi segunda pregunta.

Lo que acabas de ver son criaturas nacidas de la oscuridad de las personas. La piedra que encontraste actuaba como reclamo, pero normalmente son atraídas por sentimientos como el odio, la rabia o… la avaricia, como la de ese muchacho —Tragué saliva. Quién sabe si con algo de mala suerte, esos monstruos habrían venido primero a por mí—. Su único propósito es el de buscar y dar caza a las personas con corazones fuertes.

Parecían asesinos sin piedad… —musité mientras me levantaba. Si la avaricia realmente les tentaba de esa forma, no era algo a tomarse en broma.

Como ya te he dicho, no soy un mago, pero sí que empleamos la magia para uno de nuestras tantos cometidos: luchamos contra esas criaturas y defendemos al resto de la amenaza que suponen. Me introduje en la fiesta siguiendo la pista de las piedras que dejaron repartidas por toda la mansión. Y sobre lo del reloj… digamos que no me convenía que se montase un alboroto mientras buscaba por la mansión. Si hubiesen dado la voz de alarma acerca de un ladrón, habrían reforzado la seguridad aún más.

»Siempre estamos abiertos a recibir nuevas promesas entre nuestras filas. Tienes lo necesario para formar parte. Pero puedo entender que no estés interesada en este estilo de vida.

Suena como si dirigieras una orden de justicieros. —solté una risita mientras agitaba la mano. No iba a pedir explicaciones sobre el robo del reloj, al fin y al cabo estaba tratando con un usuario de la magia—. No hay rencores por lo del reloj pero… si no lo necesitas...

Desvié un poco la mirada mientras movía los pies de manera nerviosa y me balanceaba. Casi parecía una jovenzuela pidiendo dinero a su madre. Después de ver sus habilidades, exigirle el reloj no estaba dentro de mis planes, por mucho que me doliese perder un tesoro.

Avaricia a un lado, no podía ignorar las palabras que había dicho. Una vez más, la misma disputa de siempre se presentaba ante mí. Una vez más tenía que soportar mi mente debatiéndose entre abandonar el nido o seguir la rutina.

«No es lo tuyo unirte a un grupo de defensores de la justicia. Pueden ayudarte a llegar hasta donde nunca habías imaginado. Es un riesgo demasiado grande a correr. O una recompensa muy grande a alcanzar. Es peligroso. Hay magia. Podrías morir en segundos. No hay que dejar pasar la oportunidad. ¿Para qué irse lejos cuando tengo suficiente aquí?»

¿Para qué engañarse? Siempre iba a acabar huyendo, dejando las cosas para el último momento.

Sobre la oferta… Es bastante tentadora. —acabé respondiendo—. Pero creo que debería pensarlo… Hablarlo con La Banda por lo menos.

Si quieres tiempo para pensártelo, puedo esperar hasta pasado mañana. Antes de que me vaya.

Noté un escalofrío al escuchar sus palabras. Por lo visto mi mente no se había preparado para una fecha límite, y más que nunca escuchaba como cada parte de mi cabeza se lanzaba argumentos una a otra. Tragué saliva y aparté la mirada al instante, notando como mi pulso se aceleraba.

Lo pensaré. —contesté rápidamente—. ¿Pasado mañana entonces? ¿Dónde podré encontrarte?
Avatar de Usuario
Medu
5. Fantasma Farol
5. Fantasma Farol
 
Mensajes: 126
Registrado: Mié Nov 04, 2015 10:44 pm
Dinero: 36,207.69
Banco: 15,749.00
Sexo: Femenino
Karma: 0

Re: [País de los Mosqueteros] Avaricia pura y dura

Notapor Drazham » Mié Dic 23, 2015 11:34 pm

Lo pensaré. ¿Pasado mañana entonces? ¿Dónde podré encontrarte?

En las marismas, no muy lejos de la entrada de Saint Michel. —El dedo del hombre apuntó por una bahía anegada cerca de la muralla de la ciudad. Gracias a que la marea era baja, las carreteras eran visibles y se podían acceder a ellas sin problema—. Si tienes problemas en encontrarme, pregunta en la posada más cercana de la entrada por el nombre de Ryota. Me aseguraré de que te sepan indicar.

Dicho eso, el individuo conocido como Ryota alzó el brazo y conjuró una nueva “puerta” de oscuridad. Avanzó hasta donde se encontraba Podrick, durmiendo la mona como quien no quería la cosa, y lo agarró para echárselo una vez más al hombro.

No te preocupes por él, lo dejaré a cargo de los mosqueteros y les diré que se desmayó nada más escapar de la mansión.

Se dirigió a la masa negra y, antes de introducirse en su interior, miró por encima del hombro a Renata y le dijo:

La decisión que vas a tomar puede cambiar tu manera de vivir las cosas en gran medida. Piénsala con cuidado. Y elijas lo que elijas, te estaré esperando.

Con esa advertencia, Ryota (junto con el osezno adormilado) atravesó el portal y desapareció en un chasquido.

La oferta estaba hecha. Quedaba en manos de Renata el que hacer a continuación. Tiempo para pensar y hablar con quien fuese tendría, pues hasta pasado mañana no tendría que darle su respuesta definitiva a Ryota.

Spoiler: Mostrar
En tu siguiente post tienes total libertad para aprovechar el tiempo que te ha dado Ryota para hablar y despedirte de tus NPCs de la Banda si así lo deseas.
ImagenImagen
Avatar de Usuario
Drazham
26. Umbrío
26. Umbrío
 
Mensajes: 762
Registrado: Jue Oct 17, 2013 9:55 pm
Dinero: 133,197.76
Banco: 15,378.00
Sexo: Masculino
Estantería de objetos
Karma: 6

Re: [País de los Mosqueteros] Avaricia pura y dura

Notapor Medu » Mié Dic 23, 2015 11:54 pm

Spoiler: Mostrar
¡Gracias por postear tan pronto, Drazhy! De regalo un tochopost


En las marismas, no muy lejos de la entrada de Saint Michel. —me indicó el hombre, haciéndome señales—. Si tienes problemas en encontrarme, pregunta en la posada más cercana de la entrada por el nombre de Ryota. Me aseguraré de que te sepan indicar.

Dudaba tener problemas, conocía Saint Michel prácticamente de memoria. No estaba segura si Ryota era su nombre de verdad o un pseudónimo para que se le pudiese encontrar en caso de necesidad, pero decidí no preguntar. El hombre se limitó a abrir otro de sus tenebrosos portales mientras agarraba a Podrick, que aún seguía inconsciente.

No te preocupes por él, lo dejaré a cargo de los mosqueteros y les diré que se desmayó nada más escapar de la mansión.

Sinceramente, no me preocupaba mucho el osezno. Asentí sin prestarle mucha atención, dispuesta a marcharme del tejado y a volver a tranquila vida de ratera. O esa era mi intención.

La decisión que vas a tomar puede cambiar tu manera de vivir las cosas en gran medida. Piénsala con cuidado. Y elijas lo que elijas, te estaré esperando.

* * *


Tomé un respiro cuando alcancé el tejado del edificio de La Banda. Un cuchitril abandonado y medio derruido para el ojo de cualquier transeúnte, pero una ratonera de ladrones para los que tenían los medios para entrar. Abrí la trampilla del techo y empecé a bajar por la escalera de mano, adentrándome en un oscuro túnel hacia las profundidades. Por alguna extraña razón, la bajada fue más incómoda que de costumbre.

La Banda se había asegurado de chapar el interior del edificio de la mejor manera posible, de modo que aquella entrada desde el tejado era la única que conducía al “sótano”. Quizás no muy profesional, pero llevábamos años sin ser descubiertos así que no parecía tan mala estratagema. Aun así, teníamos algunos turnos de guardia por si los mosqueteros decidían explorar de más.

El sótano estaba cubierto en su mayoría de vigas de madera sosteniendo el techo, adornadas con telas y trapos de colores para darle un aire más pintoresco. Las habitaciones estaban distribuidas como buenamente permitía la estructura. Siete cuartos con lo necesario y tres estancias más, una para cocinar y comer, la otra para acumular los mejores tesoros y la última un baño bien equipado.

No perdí el tiempo, me dirigí a la segunda puerta de la izquierda y entré en mi habitación. La intentaba mantener lo más ordenada posible, pero muchas veces no podía evitar dejar la ropa por el suelo o la cama sin hacer. Mi cuarto contenía lo básico, una cama pequeña, un armario con su espejo, un par de baúles para guardar botines o herramientas y la típica mesita de noche con su lámpara.

Arreglé un poco la sábana y me tumbé en la cama, poniendo mis manos tras mi cabeza mientras contemplaba el techo. ¿Por cuánto tiempo más podría seguir huyendo? ¿Cuántas veces iba a tener que soportar la misma disputa en mi cabeza? No podía dejar de suspirar de la rabia, odiándome por no ser capaz de tomar una decisión cada vez que se me presentaba.

Me incorporé lentamente, apretándome las sienes. Relajarse debía ser lo primero. Me bajé de la cama y caminé hacia el armario. Lo segundo, contárselo al jefe.

«Contarle todo.»

No notaba ningún dolor en los hombros, pero quería asegurarme. Me quité la camisa que llevaba puesta y me incliné hacia el espejo. Acaricié con mis manos los puntos donde recordaba haber sentido aquellas afiladas garras perforar mi piel. No había ni un ligero rastro de herida. La magia del ladrón justiciero realmente me había curado por completo.

Me sobresalté al escuchar unos fuertes golpes en la puerta, instintivamente llevándome las manos al pecho. No tuve siquiera tiempo de responder, una molesta voz gritó de inmediato desde el otro lado de la madera.

¡Atardecer! Atardecer, estás ahí ¿verdad? ¿Escabulléndote acaso?

¡Estoy cambiándome! —Le respondí de mala gana— Espera un momento a que termine de…

Por suerte estaba lo suficientemente cerca de la puerta para poder bloquearla con el brazo cuando empezó a abrirse. Solté un gruñido mientras asomaba la cabeza por la rendija, asegurándome que solo mi rostro fuera visible. Y obviamente, me encontré con unos ojos de huevo cargados de ojeras y un bigote más ridículo que un conejo en balancín.

Spoiler: Mostrar
Imagen


¿Ocultando algún fracaso, quizás?

Como dije, cambiándome de ropa. ¿No estás familiarizado con ese concepto?

No intentes librarte con tus ridículos comentarios. El jefe quiere verte. Dudo que esta vez tus patéticas excusas te salven del alboroto que has provocado. Una niñata como tú dejando mal al más maravilloso de los ladrones, habrase visto.

Algo me dice que el jefe no ha dicho esas palabras exactamente…

¡Cierra esa bocaza! ¡Alguien tan generoso y tan sabio como el jefe no debería malgastar sus esfuerzos contigo! ¡Y date prisa! No quiero perder más tiempo llamándote, tengo mucho trabajo que hacer.

¿Trabajo? ¿Haces algo aparte de quejarte e intentar pillar a chicas en ropa interior, Engranaje? —Pude escuchar como golpeaba la puerta con su puño.

¡Perdedora maleducada! Tienes suerte que el jefe sea tan misericordioso y tan compasivo…

Escuché varios gruñidos alejándose poco a poco por el pasillo. Con una risita me aseguré de cerrar la puerta del todo y volver a colocarme delante del espejo. Si no quería a ese raquítico pelota metiendo sus narices donde no debía de nuevo, tendría que darme un poco de prisa. Me desprendí de los pantalones y los zapatos que conjuntaban la camisa, un atuendo algo elegante que tuve que ponerme aquella mañana para no destacar demasiado en la mansión.

Abrí el armario y saqué una camisa de tirantes y mis pantalones cortos favoritos. Me senté sobre la cama y saqué de debajo un par de sandalias. Por último, agarré la capa que había dejado sobre la mesita de noche y me la até al cuello. Me situé delante del espejo con una amplia sonrisa. Con mi atuendo favorito encima, ¡estaba lista para el viaje!

¿Viaje? Claro, viaje de mi cuarto a la habitación del jefe, no había otro viaje que tuviese que hacer. No, ningún otro. Salí por la puerta asegurándome de dejarla bien cerrada, avanzando por el pasillo hasta llegar a la puerta del fondo. Di unos suaves golpes y esperé hasta recibir respuesta antes de entrar.

Una vez dentro no me extrañé al encontrar al jefe tumbado sobre la cama, bastante más grande que las de las demás habitaciones por razones obvias. Tampoco me sorprendí al verle con un muslo de cerdo en la mano, y podía apostar que tendría otro entero en la boca. Se incorporó en un par de intentos y me dirigió una de sus habituales sonrisas amplias.

Spoiler: Mostrar
Imagen


¡Atardecer, pequeña! Es una dulzura verte de vuelta.

Jefe, sobre la mansión de…

Me apresuré a dar explicaciones pero el jefe me interrumpió agitando su manaza y emitiendo algunos sonidos con la boca, lo que sonaría cuando intentas masticar y silbar a la vez.

Tranquila, tranquila. Después del pollo que se ha montado estoy seguro que no tienes la culpa de nada. Sueles ser discreta, no creo que vayas quemando edificios por ahí, hoho.

Con una risa grave, dio otro bocado al muslo que estaba devorando mientras daba unos pasos hacia mí.

Estoy feliz como una perdiz de que hayas vuelto, pequeña. Pero aun así debo preguntarte por lo sucedido, parece grave. Tan grave que te noto distinta.

¿Tanto se notaba? Supongo que después de todos los años que el jefe se había pasado prácticamente criándome debía conocerme como la palma de su mano. No había secretos que pudiese esconderle, aunque esa tampoco había sido mi intención en ningún momento. Tomé aire y empecé a contarle sobre lo sucedido mientras él repasaba los últimos restos de carne del hueso de cerdo.

Desde mi apaño en las cocinas hasta el robo del reloj, comentándole sobre el misterioso individuo y sobre el accidente en las habitaciones de la mansión. Por último, le hice una breve descripción de las criaturas que habían asaltado la mansión y le hablé sobre la propuesta que el hombre me había hecho.

Y… ¿tu respuesta es?

¿Otra vez? Tardé en responder, pero intenté ser clara, aunque mis nervios se aseguraron de lo contrario.

Me niego. ¡Me niego! Es una estupidez, es mucho riesgo. Sacrificar para nada, ¿para qué irse lejos cuando…?

¿Tengo suficiente aquí? —interrumpió— Atardecer, te he escuchado decir esa frase muchas veces. Y todas las veces lo has dicho con el mismo nivel de seguridad. Prácticamente nulo.

Bajé la cabeza, sin saber cómo responder. Era la última vez que huía, ¿verdad? Se me escapó un sollozo mientras notaba como el jefe se acercaba.

Puedo entenderte. Eres joven y estas cómoda tal y como vives ahora. Tienes lo que necesitas y con eso te apañas. —escuché como lanzaba el hueso a algún rincón de la habitación— Pero algún día querrás aspirar a más. Algún día te darás cuenta que Saint Michel se te queda pequeña o que las carteras empiezan a parecerte todas iguales.

Con una tosca carcajada posó su grasienta mano sobre mi hombro y continuó hablando.

Si la vida fuese fácil no sería divertido vivirla. Algún día hay que dar el paso y madurar. —me dio unos ligeros golpes mientras seguía— Quizás es un paso demasiado grande para ti, pero te conozco bien. Apuesto una tonelada de filetes a que si no aprovechas la oportunidad, te arrepentirás para siempre.

No pude evitar sonreír, el jefe demostraba año tras año que me conocía más que yo misma. Me froté la cara, esperando que mis ojos no estuviesen tan húmedos como los notaba y alcé la cabeza. Para encontrarme al jefe masticando otro pedazo de carne. ¿De dónde la había sacado? Tuve que reírme. Mi superior no tardó en unirse a las carcajadas.

* * *


Los dos días pasaron más rápido de lo que imaginé. Por suerte tuve tiempo de “adquirir” algo de dinero y ropa para el viaje. Por mucho que el jefe me insistiera en llevarme comida de sobras, daba por hecho que el hombre misterioso usaría uno de sus portales de oscuridad para llevarme en un instante a donde fuese que me iba a llevar. Me dio un escalofrío solo de pensar que tendría que cruzar otro de esos. Me da que le había pillado un poco de trauma a la oscuridad.

Nunca imaginé que la más pequeña abandonaría el nido tan pronto.

Cual madre sobreprotectora, el jefe había decidido acompañarme hacia el tejado de la guarida. Me giré para observar cómo me miraba con su amplia sonrisa característica. Le devolví la sonrisa con un ligero sonroje.

Os visitaré pronto. Doy mi palabra de…

No no no. No te preocupes por nosotros. —Como de costumbre, el jefe manoteó para interrumpirme— Estarás lejos, no tienes que molestarte en dar un viaje. Tú céntrate en pasarlo bien con esos defensores de pacotilla y quedarte muchas de sus cosas, ¿vale?

Lo prometo. —le respondí al instante con una risita.

¡Nada de compromisos, pequeña! Eres libre para visitarnos cuando te apetezca si...

Esta vez fui yo quien le cortó. Me abalancé sobre él y le di un fuerte abrazo, que no tardó en acompañar poniendo su mano sobre mi cabeza mientras le oía reírse. Permanecimos un largo minuto así, sin necesidad de decir nada más.

Venga venga, no te pongas emotiva ahora. No quiero que llegues tarde tu primer día.

Alborotándome el pelo, se separó de mí. Asentí con la cabeza y me acerqué al borde del tejado, lista para saltar a otro cercano.

Para cuando vengas, acuérdate de traernos algún detallito. Nada del otro mundo, algunas joyas, una cabeza de los monstruos esos, algunos brebajes…

¡Lo tendré en cuenta!

Con un amplio suspiro, salté. Miles de veces había recorrido Saint Michel desde las alturas, pero por alguna razón, esta era la vez que más lo estaba disfrutando. Perdí un poco el tiempo haciendo algunas piruetas por los tejados mientras me reía yo sola, camino a las marismas de la entrada de Saint Michel.

La decisión estaba hecha.

Spoiler: Mostrar
Pequeño edit para corregir un fallo.
Avatar de Usuario
Medu
5. Fantasma Farol
5. Fantasma Farol
 
Mensajes: 126
Registrado: Mié Nov 04, 2015 10:44 pm
Dinero: 36,207.69
Banco: 15,749.00
Sexo: Femenino
Karma: 0

Re: [País de los Mosqueteros] Avaricia pura y dura

Notapor Drazham » Sab Dic 26, 2015 4:13 pm

Ya entrando en las primeras horas de la mañana, Renata se topó con una ligera neblina que cubría las marismas que rodeaban la ciudad. No muy densa como para que le impidiese ver por dónde ponía el píe y poder seguir la carretera principal sin temor a caerse al agua por accidente.

Tras un rato caminando, allí lo vio: Ryota estaba sentado en una roca cercana a la costa, con la mirada perdida en el paisaje neblinoso. Al momento en el que Renata se acercó, el hombre giró levemente la cabeza hacia ella, percatándose de su presencia. Se levantó y saludó a la muchacha con un gesto, indicándole que se acercara.

Buenos días. He de suponer que ya has hecho tu decisión… Aunque imagino cual será. —Con una expresión evaluadora, se hizo una idea de que Renata ya venía preparada para afrontar uno de los mayores cambios en su vida—. Bien, antes de continuar, me gustaría tener el privilegio de saber tu nombre. —Frunció el ceño—. El auténtico, si no es mucha molestia.

Pillada. Ryota parecía saber acerca de su costumbre por dar nombres falsos. Aguardaría pacientemente a que la joven le revelase su auténtica identidad, aunque sabiendo a lo que se atenía, no sería muy buena idea darle un nombre falso a estas alturas.

Entonces, comenzó a relatarle su historia:

Pertenezco a una Orden que se encarga de salvaguardar el equilibrio entre la Luz y la Oscuridad. No solo aquí, en París, también en otros lugares muy lejanos. Otros… mundos. —Hizo una breve pausa—. Porque existen otros mundos, Renata. Mucho más allá del firmamento que delimita este país. Las estrellas que puedes ver en el cielo no son nada menos que mundos. Cada uno distinto del otro, con sus diferentes culturas. Y nuestro deber es protegerlos de las criaturas que viste el otro día, los Sincorazón.

Ryota dejó que asimilase toda la información que le soltó. Tras un rato, extendió el brazo y, junto a un centelleante brillo, hizo aparecer en su mano un arma de lo más peculiar.

Spoiler: Mostrar
Imagen


La Llave Espada —comenzó—. Es el arma que nosotros, los Caballeros, usamos para defender a los mundos. Nacida de la fuerza del Corazón, permite despertar los poderes latentes de su usuario, como la magia. Es la única capaz de erradicar por completo a los Sincorazón: de no eliminarlos con ella, volverían a reaparecer al cabo del tiempo.

»Si te unes a nosotros, tendrás que venir conmigo al mundo en donde se asienta nuestra base Bastión Hueco. Allí se te enseñarán las normas fundamentales que todo Caballero debe conocer, además de que se te instruirá en el uso de la Llave Espada, ya sea blandiéndola como arma, o canalizando la magia a través de ella. Todo depende de con que te sientas más cómoda.

El hombre dio un paso al frente y agarró su arma por el filo, ofreciéndole a Renata la empuñadura de esta.

Ahora, si estás dispuesta a dar el paso y unirte a nuestra Orden, coge mi Llave Espada y jura lo siguiente:

»Primero, nunca intervendrás en los asuntos internos de los mundos. Nuestra labor consiste en evitar únicamente el ataque de los Sincorazón —señaló, alzando el índice—. Y segundo, nunca revelarás a nadie ajeno a la Orden que existen otros mundos.

Cuando Renata le diese su palabra y jurase no quebrantar esas dos reglas de oro, Ryota la invitaría a que cogiese su Llave Espada. Nada más la agarrase, el arma desaparecería entre sus dedos.

Es tu turno, Renata. Invoca la Llave Espada. —Asintió con la cabeza—. No temas, ahora tienes el poder. Deséalo desde el fondo de tu corazón, y acudirá a ti.

Y así era. Renata solo tendría que concentrarse para que en su mano apareciese con un fogonazo de luz la mágica arma, La Llave Espada. Su propia Llave Espada, con un diseño diferente a la que poseía Ryota.

Spoiler: Mostrar
Imagen


Te doy la bienvenida a la Orden, Renata. —Ryota esbozo una sonrisa—. Como tu nuevo Maestro, me haré cargo de tu aprendizaje de ahora en adelante. Pero antes, tengo algo para ti.

Rebuscó en uno de los bolsillos de su chaqueta hasta sacar una especie de plaquita metálica con forma circular. Se la entregó y se señaló al hombro, en donde tenía una idéntica. Esperó a que la chica se la colocase en donde más cómodo le resultase y le hizo un gesto para que presionase el círculo central de la lámina. Entonces, el cuerpo entero de Renata se recubrió con una armadura.

La armadura te asegurará viajar entre los mundos con toda seguridad. Allí afuera no es seguro salir a la intemperie, pues la oscuridad podría afectar a tu cuerpo. —Dicho eso, lanzó su Llave Espada al aire. Al alcanzar una altura considerable, brilló, y descendió transformada en algo totalmente distinto: una especie de montura metálica—. Y este es el glider, nuestro medio de transporte. Haz la prueba y convoca el tuyo.

Renata podría probar todas las veces que quisiese a materializar su propio glider; Ryota aguardaría pacientemente a que su nueva aprendiza cogiese práctica. Una vez invocado, el Maestro le explicó las nociones básicas para alzar el vuelo y maniobrar el vehículo en el aire. Una vez la chica cogiese un poco de soltura, le diría:

Eso sería todo, por el momento. Cuando estés lista, nos marcharemos —le indicó— Y recuerda que este no es un adiós definitivo a tu mundo. Cuando hayas pasado por un entrenamiento básico, podrás volver aquí cuando quieras.

Spoiler: Mostrar
¡Última ronda! puedes aprovechar para poner las imágenes de tu armadura y del glider. Al finalizar el prólogo, se te añadirán a la ficha de tu personaje.
ImagenImagen
Avatar de Usuario
Drazham
26. Umbrío
26. Umbrío
 
Mensajes: 762
Registrado: Jue Oct 17, 2013 9:55 pm
Dinero: 133,197.76
Banco: 15,378.00
Sexo: Masculino
Estantería de objetos
Karma: 6

Re: [País de los Mosqueteros] Avaricia pura y dura

Notapor Medu » Sab Dic 26, 2015 5:57 pm

Accedí a las marismas de Saint Michel por la carretera principal, avanzando sin mucho percance entre la suave niebla mañanera. No tuve que andar mucho para localizar al hombre que estaba buscando, posado sobre una de las rocas contemplando el paisaje. Giró la cabeza en cuanto me aproximé, levantándose y haciéndome un gesto para que me acercara.

Buenos días. He de suponer que ya has hecho tu decisión… Aunque imagino cual será. —Le dediqué una sonrisa, con la esperanza de poder transmitirle toda la seguridad que rebosaba—. Bien, antes de continuar, me gustaría tener el privilegio de saber tu nombre. El auténtico, si no es mucha molestia.

Quizás me conocía porque se trataba de un hombre muy sabio, pero en mi interior estaba rezando para que no tuviese ninguna clase de magia para leer la mente. Razón de su conocimiento aparte, no era mi intención darle un nombre falso.

Cuando terminé la iniciación en La Banda se me asignó el nombre en clave "Atardecer”. —expliqué—. Pero mi nombre verdadero… es Renata. Renata Leduc.

Pertenezco a una Orden que se encarga de salvaguardar el equilibrio entre la Luz y la Oscuridad. No solo aquí, en París, también en otros lugares muy lejanos. Otros… mundos. Porque existen otros mundos, Renata. Mucho más allá del firmamento que delimita este país. Las estrellas que puedes ver en el cielo no son nada menos que mundos. Cada uno distinto del otro, con sus diferentes culturas. Y nuestro deber es protegerlos de las criaturas que viste el otro día, los Sincorazón.

Escuché atentamente su historia. Estaba preparada para sorpresas o más explicaciones paranormales, pero el detalle de los mundos me pilló desprevenida. Siempre había sido consciente de que tras los muros de Saint Michel había mucho por descubrir, pero aquello sobrepasaba ese “mucho por descubrir”.

«Quizás es un paso demasiado grande para ti…»

Pero era un paso que estaba dispuesta a dar. Asentí para indicarle al humano que había asimilado su comentario sobre los mundos. Prosiguió extendiendo su brazo, aunque esta vez no fue para levantar un vendaval o abrir una puerta a la oscuridad. Con un destello, en su mano se apareció un peculiar objeto. Tenía aspecto de una llave, por compararla con algo.

«La llave de la mansión abandonada… de un gigante.»

La Llave Espada —explicó—. Es el arma que nosotros, los Caballeros, usamos para defender a los mundos. Nacida de la fuerza del Corazón, permite despertar los poderes latentes de su usuario, como la magia. Es la única capaz de erradicar por completo a los Sincorazón: de no eliminarlos con ella, volverían a reaparecer al cabo del tiempo.

»Si te unes a nosotros, tendrás que venir conmigo al mundo en donde se asienta nuestra base Bastión Hueco. Allí se te enseñarán las normas fundamentales que todo Caballero debe conocer, además de que se te instruirá en el uso de la Llave Espada, ya sea blandiéndola como arma, o canalizando la magia a través de ella. Todo depende de con que te sientas más cómoda.

¿Magia? ¿Podría usar… magia? Imaginaba que no iba a ser algo de un día para otro. Por las palabras que estaba recitando el humano parecía tratarse de un entrenamiento serio. Además, si quería eliminar del todo a las criaturas llamadas Sincorazón tendría que empezar a acostumbrarme a usar esas llaves gigantes. Mientras estaba absorta en mis pensamientos, Ryota me ofreció la empuñadura de su arma.

Ahora, si estás dispuesta a dar el paso y unirte a nuestra Orden, coge mi Llave Espada y jura lo siguiente:

»Primero, nunca intervendrás en los asuntos internos de los mundos. Nuestra labor consiste en evitar únicamente el ataque de los Sincorazón. Y segundo, nunca revelarás a nadie ajeno a la Orden que existen otros mundos.

Tragué saliva y comencé a alzar la mano hacia la empuñadura, recitando con calma las normas que me había explicado.

Juro no intervenir en los asuntos internos de los mundos y limitarme a evitar los ataques de los Sincorazón. —Hice una pausa—. Y juro no revelar a nadie ajeno a la Orden la existencia de otros mundos.

Justo al poner mi mano sobre el arma, desapareció. Al principio me sorprendí, pero por lo visto era algo habitual.

Es tu turno, Renata. Invoca la Llave Espada. No temas, ahora tienes el poder. Deséalo desde el fondo de tu corazón, y acudirá a ti.

Sonaba tan fácil y complicado a la vez. Tomé un respiro de aquella marabunta de información y extendí mi brazo, cerrando mi mano como si estuviera blandiendo una espada invisible. Por ridículo que sonase, me imaginé empuñando una de esas llaves gigantes. Debí hacerlo bien, puesto que en pocos segundos un destello surgió de mi mano invocando la Llave Espada.

Spoiler: Mostrar
Imagen


El diseño era bastante distinto al que me había mostrado Ryota. El arma que estaba empuñando en mis manos se parecía mucho más a una llave convencional, dejando de lado el tamaño. Agité la Llave Espada en el aire para dar unas rápidas estocadas. Tal como pensaba, el arma era más grande y pesada que las que solía utilizar. Supongo que una buena temporada de práctica acabarían moldeando mi torpeza.

Te doy la bienvenida a la Orden, Renata. Como tu nuevo Maestro, me haré cargo de tu aprendizaje de ahora en adelante. Pero antes, tengo algo para ti.

Al volver la vista a Ryota pude verle sonreír, algo que casi había descartado dado su semblante tranquilo. Le devolví la sonrisa a mi nuevo Maestro, esperando poder cumplir con las expectativas de ahora en adelante.

Observé como rebuscaba por su abrigo hasta sacar un pedazo metálico con forma de esfera. Cuando me la ofreció, la agarre con la mano libre y la examiné por encima. Mi Maestro no tardó en señalarme que él también poseía una similar y que debía colocármela en algún lugar cómodo de mi vestimenta antes de presionarla.

Me agaché y la fijé sobre mi calzado de la pierna derecha, a modo de tobillera. Tras ajustarla, pulsé sobre el botón central. Justo al rozar la pieza metálica, un brillo empezó a recorrer mi cuerpo rápidamente. En un parpadeo, estaba completamente cubierta por una armadura de acero.

Spoiler: Mostrar
Imagen


La armadura te asegurará viajar entre los mundos con toda seguridad. Allí afuera no es seguro salir a la intemperie, pues la oscuridad podría afectar a tu cuerpo.

Mi armadura de viaje no era la última sorpresa. Seguí la trayectoria de la Llave Espada de mi Maestro cuando la lanzó, observando cómo se transformaba en algo parecido a un vehículo metálico al alcanzar el cielo. Descendió lentamente hasta detenerse, levitando a pocos metros de Ryota.

Y este es el glider, nuestro medio de transporte. Haz la prueba y convoca el tuyo.

Mucha información en la cabeza, mucha emoción por emprender el viaje. Ojeé mi Llave Espada y volví a alzar la vista al cielo, lanzándola con todas mis fuerzas imaginando que se convertiría en un utensilio similar al de mi Maestro.

Debo confesar que me alarmé un poco, puesto que la Llave Espada empezó a caer sin transformarse y temí que se estrellase contra el suelo y la rompiera. Por suerte, a medio descenso empezó a emitir un brillo y cambiar de forma, manteniéndose sobre el suelo para mi alivio. Monté el armatoste y comencé a elevarme. Aun siguiendo las instrucciones de Ryota, estuve a punto de estrellarme contra el mar en más de una ocasión.

Spoiler: Mostrar
Imagen


Eso sería todo, por el momento. Cuando estés lista, nos marcharemos. Y recuerda que este no es un adiós definitivo a tu mundo. Cuando hayas pasado por un entrenamiento básico, podrás volver aquí cuando quieras.

Estabilizando un poco el Glider, eché una última ojeada a Saint Michel desde el cielo. Por mucho que me hubiese esforzado, me habría sido imposible contener aquella amplia sonrisa. Abandonaba mi hogar, para dar el paso más grande y más importante de mi vida.

Estoy lista para marcharme, Maestro. Estoy lista para cambiar mi vida.

Spoiler: Mostrar
¡Muchas gracias por el prólogo! Espero haberlo hecho medianamente bien y tener pocos fallos ^^u
Avatar de Usuario
Medu
5. Fantasma Farol
5. Fantasma Farol
 
Mensajes: 126
Registrado: Mié Nov 04, 2015 10:44 pm
Dinero: 36,207.69
Banco: 15,749.00
Sexo: Femenino
Karma: 0

Re: [País de los Mosqueteros] Avaricia pura y dura

Notapor Drazham » Sab Dic 26, 2015 8:36 pm

Tanto la aprendiza como el Maestro alzaron el vuelo y atravesaron el mar de bruma. Una vez alcanzaron suficiente altura, los primeros rayos del primer albor mañanero le dieron la despedida a renata, junto a la estampa de un Mont Saint Michel en todo su esplendor que, algún día, volvería a visitar cuando se hiciese más fuerte.

Ryota extendió la mano desde su glider y uno de esos portales de oscuridad a los que Renata les había cogido un poco de manía apareció en el cielo. Por mucho que le carcomiese, tendría que hacer de tripas corazón y seguir a su Maestro a través de la nube negra, en donde le esperaba la que podría considerar su nueva Banda.

Quién sabe si la joven ladrona encontraría algún botín que valiese la pena en su nueva vida…

Spoiler: Mostrar
Y con esto y un bizcocho, damos por finalizado el prólogo.

Bueno, hemos conseguido terminarlo antes de que comenzases tu primera trama. Vuelvo a pedirte disculpas por algunos retrasos que he tenido por el trabajo. Esto de volver por las noches a casa no es muy bueno, chicos (¿)

Ahora, pasemos a la valoración: me ha encantado como te has desenvuelto con Renata. Es un personaje que se sabe mover en todo tipo de situaciones (incluso no has tenido reparos en realizar una acción desesperada a causa del miedo que sentía, lo que te da puntos a tu favor) y que le ha dado bastante dinamismo al prólogo. En el tema ortográfico no te voy a decir nada al respecto, se nota que ya tienes algo de experiencia escribiendo y no te he encontrado ningún gazapo grave.

El único punto a señalar ha sido cuando has intentado dar por hecho que uno de tus NPCs llevó a cabo el asalto a la taberna de la familia de Podrick, lo cual ya te mencioné por privado.

Por todo lo demás, me he quedado contento con el resultado. He aquí tus recompensas:

-Cadena del Reino.

-Armadura.

-Glider.

-Habilidad: Materialización del arma.

-Y tu puntuación: 18 PX. Te quedas a 2 PX de subir de nivel (¡Recuerda que tienes dos niveles pendientes que actualizar! Pásate por el tema pertinente cuando puedas).

¡Un saludo y nos vemos!
ImagenImagen
Avatar de Usuario
Drazham
26. Umbrío
26. Umbrío
 
Mensajes: 762
Registrado: Jue Oct 17, 2013 9:55 pm
Dinero: 133,197.76
Banco: 15,378.00
Sexo: Masculino
Estantería de objetos
Karma: 6

Anterior

Volver a Prólogos

¿Quién está conectado?

Usuarios navegando por este Foro: No hay usuarios registrados visitando el Foro y 1 invitado