Re: Ronda #8 - No diré que es amor
Publicado: Lun Mar 14, 2016 12:49 am
Ragun[/center]
Cada vez me sentía peor, era como si mi cuerpo estuviese haciéndose más y más débil. Tal vez un Esna podría curarme, pero no tenía tal habilidad.
Traté de mantenerme en el aire con el glider sin caerme. No entendía por qué aquella voz había dicho aquello, ¡claro que veía mis errores! Quien había dicho que no merecía superar aquella estúpida prueba era un necio.
Tuve que agarrarme con fuerza para evitar precipitarme al vacío cuando mi vehículo se frenó en seco en medio del aire. Una humareda apareció en mitad del aire dejando entrever una figura humanoide que reconocí de inmediato.
Hades, Señor del Inframundo ni más ni menos.
—¡Julio! ¡Coleguilla, qué alegría verte!
—Es Ragun —corregí ptra vez con el ceño fruncido. ¿Qué demonios quería ese cretino de mí después de todo lo que había hecho?
—Verás, los demás dioses están un poco enfadados por el tema de haber reabierto el Infiernódromo —gracias de nuevo, chico—, así que iré directo al grano.
No podía irme con el glider, así que al menos le daría el gusto de escucharle.
—Habla.
»He oído que estás ayudando a ese santurrón de Hércules a conseguir la piedra del olimpo y, la verdad, me vendría fatal ahora mismo que ese tontaina la consiguiese. Tengo planes malvados que realizar, facturas que cobrar, muertos que administrar, ya sabes, cosas del Señor de los Muertos. Así que, por los viejos tiempos, ¿por qué no me haces un favor y te encargas de que no la consiga? ¡Ni siquiera tendrías que dármela, puedes quedártela tú o tirarla al mar, lo que gustes! Siempre que Hércules no la tenga, claro.
Se aproximó a mí mientras flotaba en el aire como si nada y sonrió de una forma un tanto ladina.
—Oh, por supuesto, te recompensaría gratamente. Veo que esas viejas cantarinas han hecho de las suyas contigo, y también he oído que hay una maestra nueva en la ciudad que te está haciendo la vida imposible. Con solo pedirlo, yo podría encargarme de ambas cosas... Los dos saldríamos ganando. ¿Hay trato?
Me tendió la mano, ante lo cual sonreí. Acerqué mi mano un poco haciendo ademán de estrechársela, sin embargo no fue así. Aparté su mano de un manotazo, ahora con mi rostro enfadado.
—No voy a cometer el mismo error de la última vez, Hades. Vamos a detenerte todos juntos, y tú no puedes hacer nada por evitarlo.
Si podía, me acercaría a la isla que ya tenía prevista como objetivo dejando a Hades a su rollo, y una vez en el suelo enviaría un mensaje a Fátima.
Guardaría mi teléfono jadeante. Cada vez me encontraba peor... Solo esperaba que cuando acabásemos la prueba volviese a la normalidad.
Cada vez me sentía peor, era como si mi cuerpo estuviese haciéndose más y más débil. Tal vez un Esna podría curarme, pero no tenía tal habilidad.
Traté de mantenerme en el aire con el glider sin caerme. No entendía por qué aquella voz había dicho aquello, ¡claro que veía mis errores! Quien había dicho que no merecía superar aquella estúpida prueba era un necio.
Tuve que agarrarme con fuerza para evitar precipitarme al vacío cuando mi vehículo se frenó en seco en medio del aire. Una humareda apareció en mitad del aire dejando entrever una figura humanoide que reconocí de inmediato.
Hades, Señor del Inframundo ni más ni menos.
—¡Julio! ¡Coleguilla, qué alegría verte!
—Es Ragun —corregí ptra vez con el ceño fruncido. ¿Qué demonios quería ese cretino de mí después de todo lo que había hecho?
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—Verás, los demás dioses están un poco enfadados por el tema de haber reabierto el Infiernódromo —gracias de nuevo, chico—, así que iré directo al grano.
No podía irme con el glider, así que al menos le daría el gusto de escucharle.
—Habla.
»He oído que estás ayudando a ese santurrón de Hércules a conseguir la piedra del olimpo y, la verdad, me vendría fatal ahora mismo que ese tontaina la consiguiese. Tengo planes malvados que realizar, facturas que cobrar, muertos que administrar, ya sabes, cosas del Señor de los Muertos. Así que, por los viejos tiempos, ¿por qué no me haces un favor y te encargas de que no la consiga? ¡Ni siquiera tendrías que dármela, puedes quedártela tú o tirarla al mar, lo que gustes! Siempre que Hércules no la tenga, claro.
Se aproximó a mí mientras flotaba en el aire como si nada y sonrió de una forma un tanto ladina.
—Oh, por supuesto, te recompensaría gratamente. Veo que esas viejas cantarinas han hecho de las suyas contigo, y también he oído que hay una maestra nueva en la ciudad que te está haciendo la vida imposible. Con solo pedirlo, yo podría encargarme de ambas cosas... Los dos saldríamos ganando. ¿Hay trato?
Me tendió la mano, ante lo cual sonreí. Acerqué mi mano un poco haciendo ademán de estrechársela, sin embargo no fue así. Aparté su mano de un manotazo, ahora con mi rostro enfadado.
—No voy a cometer el mismo error de la última vez, Hades. Vamos a detenerte todos juntos, y tú no puedes hacer nada por evitarlo.
Si podía, me acercaría a la isla que ya tenía prevista como objetivo dejando a Hades a su rollo, y una vez en el suelo enviaría un mensaje a Fátima.
Hades ha aparecido, ten cuidado.
-Ragun
Guardaría mi teléfono jadeante. Cada vez me encontraba peor... Solo esperaba que cuando acabásemos la prueba volviese a la normalidad.
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