[País de los Mosqueteros] Todos para Uno

Participantes: Makoto, Freya y Lawrence + Maya y Simbad

Aquí es donde verdaderamente vas a trazar el rumbo de tus acciones, donde vas a determinar tu destino, donde va a escribirse tu historia

Moderadores: Suzume Mizuno, Denna, Astro

Re: [País de los Mosqueteros] Todos para Uno

Notapor JRA » Dom Feb 21, 2016 3:25 am

Al final mi estrategia no tuvo éxito y acabé siendo salvado por aquel ratón. El cual para mi sorpresa también era un portador de la llave espada

El Ratón me tendió una mano para ayudarme a incorporarme debido a mi fallo estrepitoso en aquella batalla. Tras esto me miró como si estuviera examinando la herida que me había hecho el sincorazon, nada más comprobar que no era nada grave, soltó un suspiro de alivio. Rápidamente desmaterializó su llave espada y me indicó que hiciera lo mismo, a lo cual obedecí de inmediato

Cielos, no me esperaba para nada toparme con otro Portador por París. Me has dado un buen susto. —Se cruzó de brazos y le dirigió una mirada de reproche—. Aunque deberías ser más prudente al invocar la Llave Espada o puedes acabar en apuros como el de antes. Pero supongo que una emergencia es una emergencia. —Ladeó la cabeza e hizo una mueca—. Ah, sí, perdona mis modales, me llamo Mickey. ¿Qué tal si me explicas que te trae por aquí?


Tras dejarme hablar le expliqué al ratón.

]Yo soy Makoto, gracías por lo de antes. Bueno, veras, mi maestro y yo estábamos en la taberna, y parece que tenían que hablar en privado, así que me envió a buscarte, al ver que estabas persiguiendo a un sincorazon te perseguí ya que creía que estarías en peligro, pero veo que me equivoqué. -Dije mientras sonreía.

Aaaah, cierto… El capitán Treville dijo que se iba a reunir con un hombre que le ha estado ayudando en… —De pronto, los ojos se le iluminaron, consciente de una revelación, y señaló a Makoto con el dedo—. T-tú no irías con ese hombre, ¿verdad? No será por un casual un maestro de vuestra Orden.

Pues sí, es un maestro de nuestra orden, he venido aquí con el, aunque nos hemos separado un poco. —Respondí a la duda del ratón.

Vale, lo primero de todo es volver a la taberna. El capitán se debe estar preguntando dónde nos hemos metido.


Acordando su plan de acción, Mickey me indicó que le siguiera por el callejón desde el que llegamos.

¿Pero qué…? —La sorpresa del ratón fue que el despachar a los Sincorazón deshizo las barreras que trajeron consigo… en parte. La de la otra salida ya no estaba, pero la que bloqueaba el camino que nos llevarían a la taberna seguía allí. Le dio un ligero golpe al muro de luz con los nudillos y bufó—. Estarás de broma. ¿Y ahora cómo vamos a…?

Calló y frunció el ceño. Acto seguido, pegó la oreja en la barrera y aguardó cinco segundos en vilo hasta que se giró hacía mi con aires de preocupación y declaró:

Se acerca alguien. Creo que son dos por las pisadas.

Miró por encima del hombro la otra salida y posó sus ojos en mi de nuevo, comunicándome e silencio cuál era su intención.

Rápidamente miré el lugar en el que nos encontrábamos, solo habían dejado una salida ¿Sería su intención que fuéramos por esa calle? Ya habíamos caído en una trama y no me había gustado mucho el resultado. Así que al ver unas cajas y unos barriles que se encontraban allí me decidí.

Cambio de planes Mickey, ahora no correremos. —Le dije al ratón mientras cogía su mano, y le guiaba a los barriles para escondernos.
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JRA
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Re: [País de los Mosqueteros] Todos para Uno

Notapor Shiroe » Mar Feb 23, 2016 12:35 am

Como os he dicho, tenemos un problema bastante gordo para controlar a los Sincorazón de por aquí. Supongo que habréis escuchado los rumores de unos demonios negros que han estado causando desastres por diversos puntos de la ciudad. Pues han sido bastantes. Más de los que nos podemos hacer cargo. — Nos comentó el perro.

Llevé mi mano a la quijada tomando así una pose pensativa — Estos demonios... El maestro Ronin nos habló de ellos al llegar, pero en ese momento no creí que supondrían un peligro tan grande. —, en ese momento el pato se incorporó a la conversación.

Tampoco te pases. Ni que fuésemos unos inútiles — Dijo éste, aunque luego pareció recapacitar la situación—. Pero… andamos limitados cuando lo único efectivo que tenemos contra los Sincorazón es la Llave Espada del rey. Y tampoco es que podamos usar la magia tan a la ligera en un mundo en el que las acusaciones de brujería están a la orden del día.

Y, bueno, respecto a lo del rey…

¿Ajá?— Dije deshaciendo mi "pose pensativa".


Siendo francos, la idea principal del rey era ir solo. Tuvimos que ser nosotros los que le convencimos para acompañarle, y vaya si nos costó. Parecía querer a toda costa que nadie más se enterara de su viajecito, ni siquiera los de vuestra Orden

Ni siquiera los mismos guardias del Rey podían explicar el por qué de su llegada a este mundo, la historia se complicaba y lo único que conseguíamos eran pequeños fragmentos que no sé si decir que nos servían de algo.

Me le acerqué un poco a mi compañera y le hablé en voz baja—Parece que de ellos no sacaremos nada más, lo único que nos queda es buscar al Rey.— aclarando lo que ya era obvio —en voz baja—, no quería que estos se sintieran poco importantes o algo así.

Por cierto, chicos, teníamos pensado reunirnos con el rey para llevarle una pista que nos podría acercar al misterio detrás de los Sincorazón. ¿Os parece bien si antes le echáis un vistazo? —Volteó la mirada a su compañero—. Vamos, Donald. Son Portadores, sabrán mejor que nosotros de estas cosas.

El pato realizó una expresión de desaprobación, pero luego pareció entender la gravedad del asunto. En cuanto al perro, éste metió la mano en uno de sus bolsillos y de éste sacó un extraño objeto parecido a un cristal que emitía un sonido leve constante. Ya sea si Maya hubiera realizado alguna acción o expresión ante la presencia de dicho objeto o no, yo me mostraría interesado en saber qué era tal cosa, aunque me quedaría callado y dejara las cosas fluir por sí mismas.

Lo encontramos por los alrededores del último lugar en el que aparecieron los Sincorazón. ¿Qué os parece?

Intenté ver un poco más de cerca aquel objeto, cuando de repente llegué a visualizar una especie de bola rodando por el piso, de la cual emergió una nube de humo, fue muy rápido y repentino, brindándome una posibilidad nula de defenderme. Muy pronto me encontraba inhalando de dicho humo, del cual no tuve más opción que taparme la boca con la mano, que por suerte tenía la túnica conmigo que era de una tela no tan fina.

Aún con la tela de la túnica, el humo podía filtrarse de a poco en mis pulmones. No pude resistir mucho sin empezar a toser descontroladamente. Luego, sentí como me golpearon por la espalda, haciéndome caer al suelo de forma brusca.

Afortunadamente, al ponerme de pie, algo —una mano— me haló rápidamente para sacarme de la nube de humo.

Alcé la cabeza para darme cuenta que era ese perro alto, que tenía los ojos lloroso. Sin duda, no fuimos los únicos que salimos perjudicados de dicho humo.

Observé al pato y noté como éste señaló hacia algún lugar. Volteé la mirada hacia donde apuntaba y logré ver una especie de figura alta que llevaba vestimentas con tonalidades oscuras y una máscara bastante extraña. Éste parecía tener un extraño objeto en su mano, bastante familiar.


¡Ladrón! ¡Eso es nuestro! — Voceó el pato, cuando luego analicé que se trataba de la extraña piedra que llevaba el perro encima.

El misterioso sujeto alzó la piedra que llevaba en su mano, de la cual se abrieron dos extraños portales oscuros de los cuales, acto seguido, aparecieron dos Sincorazones emblemáticos de gran tamaño (más gordos que grandes, la verdad).—La Maestra Lyn me habló de ellos, se supone que si quiero hacerles algún daño notable debo asestarles en la cabeza, pero... no parece ser tarea fácil.— Pensé.

El misterioso sujeto se dio vuelta y pretendía alejarse de nosotros, no podíamos dejar que se escapace y se saliera con la suya, sin embargo, tampoco podíamos simplemente marcharnos y dejarles estos monstruo a estos dos, los pobres estaban aterrorizados.

Aún si estuviera en necesidad de abandonar la zona, no podía dejarlos solos. Quizás no me tomé muy en serio a los bárbaros de la vez pasada, pero estos son Sincorazones reales y pueden matarnos con facilidad si no tenemos cuidado.

Rápidamente, invocaría mi Llave Espada y me pondría en posición defensiva, intentando esquivar a toda costa los ataques de dichos Sincorazón. Cuestionaría a mi compañera sobre qué hacer, debido a que ésta tiene más extepriencia, y obedecería sus órdenes al pie de la letra, aunque negándome si perseguir al sujeto eligiere.
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Ronda 7

Notapor Drazham » Mar Mar 01, 2016 12:09 am

Simbad


Gallius. He visto algo que iba detrás del edificio. Sea lo que sea no puede ser bueno, ¿te quedas o me acompañas?

El oficial dejó de trastear con las cadenas y se viró hacia Simbad con una expresión huraña. Estaba claro que seguía sin confiar del todo en él, y más cuando le estaba proponiendo dejar a Milady sin escolta y con un supuesto individuo siguiéndoles. Hizo ademán de alzar la voz, no precisamente con la intención de entablar una charla amistosa, cuando…

Campanadas desde la lejanía. Por la rapidez y la falta de pausas entre cada una no debían de estar anunciando la hora. ¿Alguna clase de alarma o aviso? Más bien, porque los ojos como platos que puso Gilles no debían de decir lo contrario. Milady, quien a diferencia suya no denotaba estar tan alterada como él, frunció el ceño junto a una mueca como si estuviese… ¿molesta?

Gilles se alejó un par de pasos del caserón con el claro propósito de acudir a la llamada de socorro cuando Milady le disuadió agarrándole del hombro.

No. Seguiremos con el plan —dictaminó—. Las defensas de la ciudad no echarán en falta a un hombre más. Además de que nadie se preocupará de este lugar con la alarma dada.

El lobo chasqueó la lengua y ladeó la cabeza, resignado. La mujer se llevó los dedos a la barbilla y posó sus ojos en Simbad.

Aunque sigue preocupándome que tengamos mirones por los alrededores. —Meneó la cabeza en dirección a la parte trasera del edificio, dándole luz verde para que echase un vistazo—. Esperaremos en la entrada principal en cuanto Gilles se encargue de la puerta. Descuidad: iremos en vuestra búsqueda si tardáis demasiado.

Con eso, Simbad no perdió ni un segundo para seguir el rastro del individuo. Una vez dobló la esquina y asegurándose de guardarse las espaldas, se llevó el chasco de no encontrarse a nadie por allí: La parte trasera del caserón no tenía puertas por las que acceder o escabullirse. Pero si ventanas a nivel del suelo, y dio la dichosa casualidad de que una de ellas estaba abierta, con claros signos de haber sido forzada.

Por lo tanto, pudo seguir avanzando hasta el interior. La ventana dio con una amplia habitación en la que solo había unas cuatro camas destrozadas, con las sábanas hechas jirones, y múltiples marcas de arañazos en la madera del suelo y las paredes. La única puerta que había estaba cerrada, pudiéndose interpretar que, quizás, su objetivo no andaría muy lejos.

Más de lo que él pensaba: al momento en el que la madera del suelo crujió bajo los pies de Simbad, sintió que algo descendió de súbito a sus espaldas y le colocaba el frío filo de una lanza en el cuello. Entonces, escuchó el susurro de una voz femenina.

Bajad el arma y daos la vuelta lentamente.

De hacer caso omiso, su atacante apretaría el acero de la lanza contra su cuello como advertencia. Una vez Simbad se girase, se toparía cara a cara con una ratona humanoide de pelaje blanco, alta y vistiendo una gabardina y sombrero de tonos rojizos.

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Sin apartar en ningún momento el arma, frunció el ceño nada más examinar con la mirada a Simbad y comentó:

Lo último que esperaba de esa arpía es que engatusase a jóvenes incautos para que le hiciesen el trabajo. En fin, eso ya da igual. —Reajustó su agarre en la lanza y le lanzó una mirada severa—. Ya estáis tardando en explicarme que hacíais merodeando por…

El viento silbó y la ratona, reaccionando a tiempo, enarboló la lanza para desviar con un golpe seco una masa de considerable tamaño que se dirigía hacia ellos y acabó por estamparse en el suelo, haciéndolo astillas. Lo que a punto estuvo de pillarlos desprevenido se alzó en el aire tras recuperarse del golpe y gesticuló con sus largos y puntiagudos dedos: una gran mano metálica.

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¡Cuidado!

La ratona alargó el brazo y le dio un violento empujón a Simbad en el pecho, apartándolo a tiempo de que una segunda mano surgida de la nada se lo llevase por delante. Sin embargo, aunque no logró atrapar al Portador, sí que pilló a la mujer, estampándola contra la pared y sacándole un grito de dolor.

La Manopla clavó sus dedos en la madera a modo de cepo para atrapar a la ratona, que luchaba y se retorcía por escaparse del agarre. Mientras tanto, la otra extremidad de metal ya había retomado el vuelo y se preparaba para arremeter contra su presa: Simbad.

*****


Makoto


Cambio de planes Mickey, ahora no correremos.

Mickey dio un respingo en cuanto Makoto le agarró de la mano, inseguro y reacio a seguirle. Pero nada más verle las intenciones, se mostró más colaborador y se escondió con él tras los barriles. Segundos más tarde, Makoto pudo escuchar unos pasos lentos y ligeros que se acercaban, hasta que se detuvieron justo en el centro de la calle. Mickey frunció el ceño y se mordió el labio: si habían llegado hasta ahí significaba que acababan de atravesar la barrera.

Y al asomarse un poco los vería: dos figuras de negro cubiertas por una capa, un sombrero ancho y, lo que más le llamaría al aprendiz, una máscara metálica que ya había visto antes, en la taberna cuando estuvo hablando con el capitán Treville. Mickey también debió reconocerla, pues se removió en el sitio, intranquilo.

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Uno de los enmascarados se quedó quieto con la vista en el vacío (o eso parecía sin poder verle la cara) mientras que su compañero dio un par de pasos y oteó a su alrededor. Entonces, clavó su mirada en el grupo de barriles en los que estaban escondidos ambos Portadores y avanzó. Mickey se alarmó y tiró del hombro de Makoto para que se ocultase, llevándose un dedo a los labios. Por las pisadas supieron que ya lo tenían encima, y el ratón tenía los nervios a flor de piel, con la mano preparada para lo peor.

La tapa del segundo barril que tenían a la izquierda se levantó, y pudieron ver por el rabillo del ojo el brazo del enmascarado meterse dentro. No le llevó más de cinco segundos rebuscar y sacar del recipiente un segundo elemento que, dichosamente, también le debía de sonar a Makoto.

Una minúscula piedra negra, rezumante de Oscuridad pura y dura.

De pronto, una serie de campanadas se escucharon en la lejanía y Mickey se tuvo que tapar la boca con las manos para contener un gritito. El hombre de negro se dio la vuelta con brusquedad y volvió sobre sus pasos. Volvían a tener vía libre para asomarse, y pudieron comprobar que las dos figuras miraban en la dirección por donde se sintieron las campanadas.

Uno de ellos pegó un salto enorme y se subió al tejado de una casa, dando otro más para bajar y perdiéndose en la lo que sería la calle de al lado. El otro, que estaba en posesión de la piedra negra, prosiguió por la otra salida que no estaba bloqueada por una barrera. Hasta que no estuvo convencido de que era seguro, Mickey salió de su escondrijo y alternó miradas entre los dos caminos que habían tomado los enmascarados con resquemor.

Vale, esto se nos está complicando bastante. Supongo que tu maestro te habrá contado lo que son esas piedras. —Esperó a la contestación de Makoto y asintió con la cabeza. Luego giró la cabeza en la dirección por donde se había ido el de que tenía la piedra y dijo—: Si ha tomado esa calle creo saber a dónde se dirigía. Pero… —Esbozó una mueca y se volteó al tejado por donde se fue el otro—. Eso de antes era la alarma general. Tienen que haber sido los Sincorazón, y si se ha ido por ahí…

El ratón apretó los dientes y se rascó la sien con insistencia. Ahora mismo estaba en una encrucijada: por una parte, tenían al enmascarado de la piedra que les podría llevar a alguna pista que revelase su origen. Por otra, tenían el problema de los Sincorazón unas cuantas calles más abajo, y que uno de los potenciales culpables de su aparición se fuese por allí…

Mickey se las veía canutas para saber qué hacer, pero lo mismo Makoto le podía ayudar a hacer una decisión.

*****


Maya y Lawrence


Lawrence fue el único que tuvo el impulso de combatir contra los Grandullones. Al invocar su Llave Espada, las dos criaturas reaccionaron al unísono y se abalanzaron a por el grupo como si la vida les fuese en ello. Pero aunque fuesen lentas y sus ataques previsibles, los dos aprendices tuvieron unos cuantos problemas: que Maya no reaccionase a tiempo le costó un manotazo en el costado que la mandó de bruces contra el suelo. Y Lawrence, pese a consiguió esquivar algunos de los golpes, esperar unas supuestas indicaciones por parte de su compañera (que nunca llegaron) y no tener iniciativa propia tuvo como resultado un puñetazo en el estómago. No le tumbó de milagro, pero el Grandullón ya estaba preparando su brazo para otra acometido.

El ataque no conectó. Para fortuna del joven, Goofy apareció delante de él de un brinco en el último instante, alzando un escudo que antes no llevaba y repeliendo al Sincorazón con estoicismo.

¡Donald, échanos una mano!

El aludido dio un respingo, reaccionando de una vez, e hizo aparecer con torpeza un bastón con la figura de un sombrero de mago en la punta. Lo levantó y recitó:

¡Electro!

Dos portentosos rayos cayeron justo encima de los Grandullones, dispersándose la electricidad por sus enormes cuerpos y dejándolos aturdidos. La oportunidad perfecta para que los aprendices se reincorporasen al combate y rematasen a los Sincorazón con la ayuda de Goofy a base de embates con su escudo.

Ambos despachados, los cuatro se quedaron a solas.

¡Ja, unos cuantos Sincorazón no van a detener al mismísimo mago de la corte! —alardeó Donald, hinchando el pecho con orgullo y desmaterializando el bastón. Pero al mirar a su alrededor, el pavoneo se le acabó y gritó—: ¡Ah, porras!

El enmascarado se les había escapado, aprovechando que estaban ocupados lidiando con los Sincorazón que invocó. A juzgar por el tiempo perdido, ya debía de llevarles bastante ventaja.

¡Creo que se fue por allí! —Goofy señaló una de las callejuelas que, si Maya y Lawrence hacían memoria, era justo por la que el sujeto se fugó después de dejarles su “regalito”.

Pero antes de que ninguno de ellos echase a correr detrás de él, una sombra cayó de uno de los tejados que tenían a unos diez metros y aterrizó con gracilidad. La figura en cuestión ni se fijó en ellos y salió disparada por una calle cercana. Y su apariencia les diría mucho porque, vaya, acababan de ver a alguien idéntico no hace mucho: misma ropa, y misma máscara.

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A Donald y a Goofy se les desencajó la mandíbula.

P-pero no acaba de irse por… —Intercaló miradas entre las dos calles, completamente desubicado.

¡Eso da igual! ¡Tenemos que ir tras él!

Sí, pero… ¿Por dónde?

Buena pregunta. Lo acababan de ver escabullirse por un callejón distinto, pero no tenía sentido alguno que luego apareciese por uno de los tejados. ¿O es que había más de uno? El caso, es que Donald y Goofy estaban tan perplejos no se decidían por cuál de las calles tirar.

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Mensaje para Shiroe: te recomiendo que para las próximas rondas no seas tan pasivo y dependas tanto de los otros jugadores para realizar tus acciones o vas a tener bastantes problemas en el futuro. Vale que Maya sea ya veterana y Lawrence trate de guiarse por su criterio, pero tampoco es plan de que dejes que ella sola haga las preguntas a los NPCs o te tenga que dar indicaciones para los combates. Eso, como jugador, debes decidirlo tú.


***


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Aviso importante para todos: Puesto que llevamos un pelín de retraso, no me queda más remedio que ponerme más estricto con las fechas límites. A partir de ahora, solo dejaré de tiempo extra un día. Luego, cerraré el tema hasta la siguiente ronda.


Fecha límite: sábado 5 de marzo.

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Re: Ronda 7

Notapor Shiroe » Sab Mar 05, 2016 2:39 am

Con mi Llave Espada en mano, esquivé los golpes que los Sincorazón intentaron atinarme, aún esperando las instrucciones de mi compañera, cosa que no pudo ser posible ya que ésta no pareció reaccionar a tiempo y esas "instrucciones" nunca llegaron.

Mi resistencia y reflejos no son infinitos, al tambalear un poco uno de los Sincorazón me golpeó en el estómago, del cual pude soportar el impacto para mantenerme de pie. Alcé la vista y noté como el Sincorazón se preparaba para su siguiente movimiento, pero viéndome en la situación de no poder defenderme cerré los ojos y me cuadré en pose defensiva.

Al no notar el golpe, abrí los ojos lentamente y ... ¡wow! ahí estaba el perro de antes, bloqueando con un curiosos escudo el golpe que se dirigía hacia mi.

¡Donald, échanos una mano!

Volteé la mirada al pato, quien ahora se había reincorporado e invocado una especie de bastón aún más curioso que el escudo del perro y, acto seguido, lo alzó y —de forma cool, a mi parecer— recitó:

¡Electro!

Desde un poco más encima de los Sincorazón cayeron unos rayos, impactando a los mismos y dejándolos completamente paralizados, momento perfecto para acabar con ellos.

Miré fijamente a los Sincorazón y corrí decidido a acabar con ellos antes de que se recuperaran, acestándoles varios golpes en la cabeza.

Luego de unos golpes, en los cuales el perro nos ayudó con su escudo, los Sincorazón se vieron desaparecer y dejar flotando el corazón de cada uno que desaparecieron en el aire.

¡Ja, unos cuantos Sincorazón no van a detener al mismísimo mago de la corte! —Eso dijo el pato, aunque luego de pensarlo un poco ... ¡Ah, porras!

Pues sí, no solo él se había dado cuenta que el enmascarado se nos había esfumado de las manos (si es que lo teníamos en nuestras manos, en primer lugar), a lo que el perro señaló a una callejuela y luego comentó:

¡Creo que se fue por allí!

¿Pues qué estamos esperando? ¡Vayamos por él!— Dije ya empezando a dar unos pasos acelerados, aunque me detuve en ceco al observar una sombra bastante familiar caer de uno de los tejados cercanos y escapar en otra dirección a la que íbamos.

En el momento que aterrizó, antes de que saliera, observé que su apariencia era idéntica a la del sujeto anterior. —¡E-Es él!— Respondí, confundido. —Pero cómo...— No comprendía si el sujeto era lo suficientemente estúpido como para volver hacia sus perseguidores, si era una trampa seguirle o si había varios de ellos.

P-pero no acaba de irse por… — Comentó el perro desubicado, mirando de forma perpleja ambas direcciones.

¡Eso da igual! ¡Tenemos que ir tras él! — Le contestó el pato.

Sí, pero… ¿Por dónde? — Cuestionó el perro.

¡No hay tiempo para meditarlo! — Resalté, haciendo reaccionar a los presentes. —Propongo que nos dividamos, tú. — Señalé al perro — Podrías acompañar a Maya e ir por la ruta que ha tomado el primer enmascarado. — Comenté, para luego señalar al pato.

Tú podrías venir conmigo hacia el que acaba de pasar. — Es cierto que ir con el pato quizás me ponía en desventaja, debido a su forma cobarde de ver las cosas, pero de la forma que había decidido en que nos dividiéramos estábamos bien equilibrados.

Antes de que cualquiera de los presentes comentara alguna objeción debido a mi desición, yo aclararía: —En este mundo no podemos utilizar magia tan abiertamente, ¿No? es por eso que, dos de nosotros dependemos de la magia y otros dos no, lo más conveniente es que cada persona con aptitudes físicas para la batalla respaldara a los que no son capaces de defenderse tan abiertamente.

Eso fue lo que decidí, aunque no había tiempo para más explicaciones empezaba a realizar gestos para que éstos reaccionaran y se pusieran en marcha.

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Respuesta para Drazham:

Muchas gracias por la recomendación, tenía mis dudas acerca de qué hacer con respecto a la libertad de tomar decisiones. Puesto que no tengo mucha experiencia en rolear de esta manera (esperando post y tal) y que mi personaje aún no debería de tener tanta experiencia, supuse que lo mejor sería que éste se guíe de lo que los demás hacen, cosa que dejaré de hacer a partir de ahora.

También he de disculparme por cualquier otra falta u fallo que pueda haber hecho, estoy más acostumbrado al rol en tiempo real, o sea, en el momento, por lo tanto me cuesta un poco adaptarme a esto, pero nada de qué preocuparse.
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Re: [País de los Mosqueteros] Todos para Uno

Notapor xXOrbOOkXx » Sab Mar 05, 2016 8:23 pm

Di un paso amenazante hacia el lobo Gallius cuando me dirigió la mirada. Había sido algo puramente instintivo, como si en realidad nos estuviéramos retando para zanjar quién sería el macho alfa de la manada. Me obligué a tranquilizarme, aquellos arranques de rabia no iban conmigo mientras veía como supuestamente iba a echarme un sermón. Sí, era cierto, le había propuesto indirectamente dejar a la chica sola, pero no le había obligado a venir conmigo. Maldito animal descerebrado.

Sin embargo, unas campanadas le interrumpieron bruscamente. Por su cara y la expresión modesta de la mujer, supuse que debían de ser campanadas de alarma y no unas inocentes que anunciaban la hora. Los Sincorazón estaban atacando de nuevo. Gilles se apartó bruscamente para ir a socorrer al peligro, y por una vez le iba a seguir la corriente para ver si averiguaba algo de una vez cuando Milady le paró.

No. Seguiremos con el plan —ordenó con voz fría y controlada—. Las defensas de la ciudad no echarán en falta a un hombre más. Además de que nadie se preocupará de este lugar con la alarma dada.

Me dirigió una mirada que me congeló en el sitio. Era una mirada helada, una mirada que prometía arrasar con naciones solo por encontrar su objetivo.

Aunque sigue preocupándome que tengamos mirones por los alrededores. —Dirigió una mirada a la parte trasera.—. Esperaremos en la entrada principal en cuanto Gilles se encargue de la puerta. Descuidad: iremos en vuestra búsqueda si tardáis demasiado.

>>Mejor que no<< pensé, peor no articulé ningún sonido.

Sin embargo, hice lo que ordenaba y me dirigí a la parte trasera. No había nadie allí, pero sabía que había visto algo, y si mis ojos no mentían, me había vuelto loco. Pero no era el caso. Con un barrido de vista, di con la clave del asunto: había una ventana a ras del suelo, con signos de haber sido claramente forzada.

Agachándome y siendo todo lo sigiloso que pude, observé el interior: habían camas destrozadas, con las paredes llenísimas de arañazos y algo mucho más interesante, la puerta que daba al resto de la casa estaba cerrada, por lo que mi objetivo no estaría lejos. Me rasqué la perilla, cavilando si sería buena idea bajar o no.

Decidí que, aunque bajar no era precisamente una excelente idea, no tenía otro remedio, por lo que poco a poco fui descendiendo hasta que noté la madera bajo mis botas. Y no solo eso.

En lo que dura un parpadeo, sentí una presencia a mi espalda y el tacto del hierro en mi cuello. Me obligué a mantener la cabeza fría durante unos momentos, dando gracias por estar vivo y no sin cabeza.

Bajad el arma y daos la vuelta lentamente —exigió una voz femenina y algo chillona a mis espaldas. Sabiendo que no podía pelear, hice lo que ordenaba con los músculos tensos y sin emoción en mi mirada. Nada que implicara exponer lo que estaba pensando.

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Era una ratona alta, de pelaje claro y mirada fiera. Llevaba puestos ropajes rojizos, así que no podía ser de los Mosqueteros, pero tampoco tenía pinta de que fuera de la guardia cardenálica. Me examinó de arriba abajo, todo lo que podía en los escasos centímetros que nos separaban.

Lo último que esperaba de esa arpía es que engatusase a jóvenes incautos para que le hiciesen el trabajo. En fin, eso ya da igual. —Reajustó el arma, lo que me provocó un pinchazo—. Ya estáis tardando en explicarme que hacíais merodeando por…

Lo que sucedió a continuación fue muy rápido. El viento viciado y quieto de la habitación se movió súbitamente junto a una presencia de considerable tamaño, que se intentó abalanzar sobre nosotros. La ratona tuvo los suficientes reflejos para desviar el golpe con el arma y la mole impactó contra el suelo. Me coloqué en posición al instante, enarbolando mi arma contra la criatura. Para cuando pudo recuperarse, pude observar que era una gran mano metálica.

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¡Cuidado!

La ratona fue más espabilada que yo y me empujó al suelo, antes de que otra extremidad saliese de la nada y la atrapara contra la pared de forma dolorosa. La madera se resquebrajó lo suficiente como para atraparla, por mucho que se retorciera. Y por otro lado, el otro ser estaba preparado para abalanzarse sobre mí.

Me levanté con toda la velocidad de mi cuerpo y arremetería contra la mano con un Aturdidor antes de que consiguiera hacer impacto. Sabía que el golpe me dejaría en el suelo o lo suficientemente aturdido como para que el mundo diera vueltas, por lo que lanzaría un Electro contra ella. Si no me encontraba mal, lanzaría el hechizo de todas formas.

Estuve tentado de huir de la sala y abandonar a la mujer, y sencillamente podría haberlo hecho, pero no era justo ni para mí ni para ella. Además, si ella estaba en un lugar donde los ataques eran frecuentes, quizás tuviera algo de información.

En cuanto estuviera medianamente recuperado y en el tiempo que mi mano atacante estuviera despistada, ejecutaría el mismo hechizo Electro contra la que tenía apresada a la ratona y también daría un golpe certero para apartarla completamente de ella.

En cuanto estuviera liberada, me movería rápido hacia la puerta, abriéndola de una patada si hacía falta y haciéndole un gesto de que huyéramos por allí. Si no me hacía caso saldría igualmente y cerraría la puerta, pero en caso de que sí me siguiera, le dejaría pasar antes para poder arremeter una vez más contra las manos que nos seguirían sin dudar, para así cerrar la puerta tras nosotros.


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▪ Aturdidor (HC) [Nivel 8] (Fuerza: 12) Aturde a los enemigos cercanos con un solo golpe, impidiéndoles lanzar ataques físicos.
▪ Electro (HM) [Nivel 2] [Requiere Poder Mágico: 3] Ataque básico de elemento Rayo. Pequeño relámpago lineal, con muy pocas posibilidades de paralizar al enemigo.
~Un cuarto de hora de risa, equivale a un año más de vida...~


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Ficha

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Tercera Saga:

Prólogo de Simbad
"Bastión Hueco" Choque de culturas (Encuentro)
"Bastión Hueco" Novatos bajo la lluvia (Primer encuentro - Saga Novatos)
"Tierras del Reino" El nacimiento de un príncipe (Trama)
"Islas del Destino" ¡Buscad a mi perro! (Misión)
"Castillo de Bestia" Solos entre lobos (Primer encuentro - Saga Délaissé)
"La Cité des Cloches" Los miserables (Encuentro)
"Villa Crepúsculo" Una visita guiada (Encuentro)
"Selva Profunda" Día de monos (Encuentro)
"Port Royal" Los muertos no cuentan cuentos (Trama)
"Tierra de Dragones" Linda Flor (Misión)
"Bastión Hueco" Novatos bajo el amanecer (Segundo encuentro - Saga Novatos)
"Ciudad de Paso" Lo que vale la pena (Encuentro)
"Ciudad de Paso" The Game Never Ends (Trama)
"Torre de los Misterios" Orden en la Biblioteca (Misión)
"Evento Global" El esclavo del olvido
"Evento Global" Ruta de los perdidos

Evento Halloween 2014
"Especial libre" El laberinto de los corazones
"Especial libre" San Valentín III
"Islas del Destino" Yincana veraniega
"Evento libre" La Mansión Encantada II: La Venganza

Cuarta Saga:


"Ciudad Inexistente" Dos velas para el diablo (Encuentro)
"Port Royal" De copas con la muerte (Encuentro)
"Bastión Hueco" De magdalenas y vicios franceses (Encuentro)
"La Cité des Cloches" Insomnia (Primer encuentro - Saga La Musique du Silence)
"La Cité des Cloches" Somnia (Segundo encuentro - Saga La musique du Silence)
-"Port Royal" El barco que desaparece en la niebla (Misión)
"Tierras del Reino" Donde duermen los gigantes (Trama)
"País de los Mosqueteros" Todos Para Uno (Trama)
"Ciudad de Paso" Un nuevo Crepúsculo (Trama)
"Ciudad de Halloween" El ataque de Boogieman (Trama)
"La Cité des Clochés" Fuego Infernal (Trama)
"Espacio Profundo" Planta 313 (Encuentro)
"Mundo Inexistente" Pasajes Oscuros (Trama)
"Tierra de Partida" Penúltima Parada (Encuentro)
"Evento Global" El principio del fin
"Atlántica" Perdona pero quiero casarme contigo (Encuentro)

"Especial libre" El laberinto de los corazones II: Escape
"Especial libre" World War Christmas
"Especial libre" El San Valentín está aquí
"Especial libre" ¡Exámenes finales
"Especial libre" La inocencia perdida
"Especial libre" Misión: Salvar la Navidad

Timeskip (Finales 1013-1017)

"Tierra de Partida" Examen de Maestría (30 Diciembre 1013)
"Jardines de Tierra de Partida" Doomsnight (Libre) (31 Diciembre 2013)
"País de las Maravillas" El último regalo (Minitrama) (Julio 1014)
"Jardines de Tierra de Partida" El Regreso (Libre) (Finales de Marzo de 1017)

Saga final:

"La Cité des Clochés" Santuario (Trama)
"La Cité des Clochés" La última noche en París (Libre)
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Re: Ronda 7

Notapor Zodiark » Dom Mar 06, 2016 9:12 pm

Esta piedra... —murmuré curiosa escudriñando el extraño guijarro— ¿Eso es oscuridad...?

Eran unos hilillos finísimos, casi imperceptibles, pero forzando un poco la vista fui capaz de apreciarlos. Indudablemente, aquella piedra contenía oscuridad en su interior, y sospechaba que aquello tenía algo que ver con la aparición de Sincorazón en el mundo.

Algo cayó al suelo, llamando mi atención, pero al mirarlo una densa nube de humo surgió de ella, cegándome. Me tambaleé un poco a causa del susto inicial, tapándome los ojos con un brazo e intentando aguantar la respiración, pero noté un codazo que me movió que por poco me tira al suelo.

¡Eh, ¿qué pasa?! ¡Lawrence!

Algo me agarró de la muñeca y me arrastró, intenté forcejear, pero fue imposible con un brazo tratando de proteger mis ojos y el otro siendo agarrado. Por suerte, al recobrar la vista a los pocos segundos vi que se trataba de Goofy, y suspiré aliviada.

¿Qué ha sido eso?

Donald entonces, asustado, señaló hacia delante. Al mirar, vi la siniestra alta figura de un hombre enmascarado observándonos y, en sus manos, ¡el guijarro!

¡Ladrón! ¡Eso es nuestro!

Pero el hombre no iba a dárnosla por las buenas. Mucho peor, porque de hecho, la utilizó para invocar el poder de la oscuridad, y, a través de dos portales oscuros, llamó a dos Sincorazón. Además, el aura del enmascarado se tornó más oscura y siniestra aún, dándole un aspecto todavía más frío y terrorífico. Y, para colmo, iba a escapar.

Lawrence invocó rápidamente su Llave Espada, y yo hice lo mismo. Quería atrapar al enmascarado, pero era más importante librarse de aquellos Grandullos cuanto antes y entonces ir a por él.

Pero, por desgracia, mi distracción al ver cómo el tipo huía me costó cara. Cuando me quise dar cuenta, estaba cayendo de bruces al suelo a causa de un enorme manotazo que me propinó uno de los Sincorazón. El golpe me aturdió unos segundos en los que oí a Lawrence decirme algo, pero no logré entenderle.

Ay... —Comencé a reincorporarme lentamente, soltando un quejido.

Cuando por fin conseguí volver en mí vislumbré cómo Shiroe recibía un puñetazo en el estómago, y su atacante se preparaba para acometer de nuevo contra él. Comencé a preparar un hechizo curativo, pero por suerte no hizo falta ya que Goofy saltó en su defensa.

Con la ayuda de Donald y su magia, y con todos de nuevo preparados para luchar, derrotar a los aturdidos monstruos a base de espadazos y escudazos fue pan comido.

¡Ja, unos cuantos Sincorazón no van a detener al mismísimo mago de la corte! ¡Ah, porras! —Parecía que, cuando estaba a punto de echarle la bronca al pato por ponerse a alardear en un momento así, él mismo se dio cuenta de la situación.

Observé el lugar por el que el enmascarado se estaba marchando y, como pensaba, ya se nos había escapado. Apreté los puños, furiosa.

Hay que recuperar el guijarro, está claro que es una pieza clave para detener a los Sincorazón.

¡Creo que se fue por allí!

¿Pues qué estamos esperando? ¡Vayamos por él!

Asentí con la cabeza, y arranqué a correr junto a Lawrence hacia el camino señalado por Goofy. Pero algo me frenó en seco, una figura humana que cayó de un tejado. ¡Qué sorpresa al observar que se trataba de, ni más ni menos, nuestro ladrón! ¡Él mismo se había encargado de ahorrarnos la carrera!

¡E-Es él!

¡Ahí estás, so chorizo!

Pero, oh, qué ingenua fui. ¿Cómo había podido pensar que nos lo iba a poner tan fácil? Ni de coña.

¡Eh, vuelve!

El tipo salió escopeteado, en esta ocasión hacia otra dirección distinta a la anterior. Donald y Goofy parecían confusos, pero había que apresurarse. Por suerte, Lawrence les hizo reaccionar, y nos propuso dividirnos. Yo iría con Goofy por el primer camino que tomó, y él iría con Donald por el segundo.

No creo que haya dos enmascarados, sino que solo nos intenta confundir, está jugando con nosotros. Pero, en fin, no es mala idea, así podremos encontrarle más rápido.

»¡Vamos!

Desmaterialicé mi Pétalo de Hada y eché a correr hacia el camino, siguiendo la propuesta de Lawrence, y le deseé suerte. Acto seguido, hice una señal a Goofy con la mano para que me siguiera.

Tú eres muy alto, así que mira por todos los sitios elevados, como los tejados y las ventanas. Yo buscaré por el suelo.
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Re: Ronda 6

Notapor Crystal » Dom Mar 06, 2016 9:52 pm

Los mirones del mercado se asustaron y gritaron al ver las armas de la pelirrosa. El joven espadachín aprovechó el momento para acercarse y asestarle al maleante un tajo en la mano que hizo que soltase su pistola y a la chica de cabellos dorados. La aprendiz bajó sus pistolas y se limitó a observar al felino, sin saber cómo reaccionar.

Han atacado al capitán…

Todas las miradas de la gente iban directas a Freya y al espadachín que había atacado al capitán. El joven parecía satisfecho, y cuando les dedicó aquella sonrisa socarrona, la pelirrosa no pudo evitar sonreír de vuelta. Por el contrario, la rubia rehuyó la mirada. Aquella situación había acabado siendo una locura, y estaba segura de que se habían metido en un buen lío. Ahora era cuestión de buscar la manera de salir de él ilesos.

¡Niñatos del demonio! ¡Os vais a enterar!

Empiezan los problemas.

El capitán, que se había llevado por delante un puestecillo de fruta, se levantó hecho una furia. Pero antes de poder atacar, una bola de fuego pasó por su lado y, del susto, volvió a caer de culo al suelo. El espadachín también se libró por los pelos del impacto de uno de esos proyectiles. ¿Qué estaba ocurriendo allí?

¡Oh, dios mío!

Freya dirigió una rápida mirada a la persona que había exclamado aquello, y siguió la dirección del índice que apuntaba al cielo: una decena de bichos con forma de campana habían invadido el cielo. Mordió su labio inferior, preocupada; los Sincorazón siempre llegaban en el momento más inoportuno.

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¡Son los demonios!

No iba mal encaminado. Tras aquello, el caos se desató en el mercado: todo el mundo corría para librarse de los Sincorazón y los proyectiles. Y si Freya estaba ya agobiada por lo sucedido anteriormente, aquel suceso acabó por destrozar su paciencia por completo. Entre tanto chillido y codazo, apenas sabía dónde se encontraba. Había perdido el rastro del moreno y del gato gruñón; volvía a estar sola.

O no.

¡S-socorro!

La reconoció de inmediato; la chica rubia de antes. Tras apartar a un montón de personas, abriéndose paso a base de codazos, logró dar con ella. Dada su situación, apenas se había dado cuenta del peligro que corría: justo encima de ella había un Sincorazón dispuesto a atacarla con un nuevo hechizo.

Freya no lo dudó; fijó el blanco y disparó repetidas veces hacia él, intentando derrotarle antes de que fuese demasiado tarde. Si los disparos no eran efectivos, usaría una de sus Balas Oscuras. Si lo conseguía a tiempo, se acercaría a la muchacha y la ayudaría a levantarse.

Tenemos que salir de aquí, y rápido. Sígueme.

Guardaría una de sus pistolas y tomaría a la muchacha de la mano para no perderla. El plan era buscar una salida al mercado, dónde todo aquel lío no las afectase; ya se preocuparían más tarde de encontrar al joven espadachín. Intentaría buscar por el camino alguna de esas piedras que mencionó el Maestro antes de partir de Bastión Hueco. Y, por supuesto, si alguno de esos Sincorazón intentaba atacarlas, dispararía todas las veces necesarias contra él. Tampoco dudaría en proteger a la muchacha con su propio cuerpo y alguno de esos proyectiles podía alcanzarla.

Era mejor no usar la Llave ni la magia descaradamente; no quería dar explicaciones cuando solo acababan de conocerse.

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Las acciones de Freya~

Para el Nocturno rojo encima de la chica:
Blanco Fijado (HC) [Nivel 5] [Puntería: 7]. Aumenta la Puntería del usuario en 5 puntos y disminuye en un nivel el gasto en habilidades de arma de fuego. El usuario permanece inmóvil durante el uso de esta habilidad. Al desconcentrarse o moverse, sus efectos se anulan.

Y en caso de no acabar con él con los disparos normales:
Bala oscura (HM) [Nivel 5] [Requiere Poder Mágico: 5; Puntería: 3]. Disparo de oscuridad que al impactar contra el objetivo le provoca daños afines a Oscuridad. Consume una bala.

Para todos aquellos que se encuentre por el camino de huida, balas normales. O en caso de no poder acabar con ellos bien, usara una Bala oscura de nuevo.
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Re: [País de los Mosqueteros] Todos para Uno

Notapor JRA » Lun Mar 07, 2016 2:21 am

Al final nos escondimos en los barriles, desde allí pude escuchar las pisadas de los que parecían dos personas acercándose a la plaza.

Al asomarme los pude ver: dos figuras de negro cubiertas por una capa, un sombrero ancho y, lo que más me llamó la atención, una máscara metálica que ya había visto antes, en la taberna cuando estuve hablando con el capitán Treville.



Uno de los enmascarados se quedó quieto con la vista en el vacío o eso me pareció, mientras que su compañero dio un par de pasos y oteó a su alrededor. Entonces, clavó su mirada en el grupo de barriles en los que estábamos escondidos ambos y avanzó. Mickey se alarmó y me tiró del hombro , supuse que su intención era indicarme que me ocultara y llevándose un dedo a los labios señalándome que permaneciera e silencio.

La tapa del segundo barril que tenía a la izquierda se levantó, y pude ver por el rabillo del ojo el brazo del enmascarado meterse dentro. No le llevó más de cinco segundos rebuscar y sacar del recipiente un segundo elemento que, también me sonaba. Se trataba de uno de los guijarros negros que al parecer atraían a los sincorazón


De pronto, una serie de campanadas se escucharon en la lejanía y Mickey se tuvo que tapar la boca con las manos para contener un gritito. El hombre de negro se dio la vuelta con brusquedad y volvió sobre sus pasos. Volvíamos a tener vía libre para asomarnos y pudimos comprobar que las dos figuras miraban en la dirección por donde se sintieron las campanadas.

Uno de ellos pegó un salto enorme y se subió al tejado de una casa, dando otro más para bajar y perdiéndose en la lo que sería la calle de al lado. El otro, que estaba en posesión de la piedra negra, prosiguió por la otra salida que no estaba bloqueada por una barrera. Hasta que no estuvo convencido de que era seguro, Mickey salió de su escondrijo y alternó miradas entre los dos caminos que habían tomado los enmascarados con resquemor.

Vale, esto se nos está complicando bastante. Supongo que tu maestro te habrá contado lo que son esas piedras.

- Si, si que me lo ha contado, parece que atraen a los sincorazon. -Respondí rápidamente.

Luego de escucharme el ratón giró la cabeza en la dirección por donde se había ido el de que tenía la piedra y dijo—: Si ha tomado esa calle creo saber a dónde se dirigía. Pero… —Esbozó una mueca y se volteó al tejado por donde se fue el otro—. Eso de antes era la alarma general. Tienen que haber sido los Sincorazón, y si se ha ido por ahí…

Parecía que el ratón no tenía muy claro que camino seguir, así que me adelante a decírselo.

-Sigamos al que lleva la piedra oscura, no es que no me preocupe la gente, pero nuestros maestros y mis compañeros pueden encargarse de los sincorazon y del otro. Si dejamos escapar al de la piedra es muy posible que lo perdamos. -Dije mientras cogía al ratón y corría por donde el hombre del guijarro se había ido.
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Ronda 8

Notapor Drazham » Jue Mar 17, 2016 2:01 am

Freya


El Blanco Fijado de Freya le vino de perlas para atinar sus disparos contra el Nocturno Rojo y abatirlo. Cómo no, al no usar la Llave Espada, no se liberó corazón alguno. Tras eso, pudo acercarse a la muchacha rubia, que se había agazapado al escuchar los disparos y levantó la cara al escuchar a Freya.

Tenemos que salir de aquí, y rápido. Sígueme.

La chica seguía aterrada, pero le asintió con la cabeza y aceptó su ayuda para incorporarse.

¡Cuidado!

Antes de que pudiesen echar a correr, un segundo Nocturno Rojo ya se les estaba acercando por uno de los flancos, preparando una bola de fuego con la que atacar a ambas chicas. No llegó a dispararla, pues un súbito tajo lo partió por la mitad a tiempo y lo vaporizó.

¿Estáis bien? —El joven espadachín de antes, con estoque en mano, se acercó a las chicas y miró en derredor. Pareció pararse a observar algo en concreto y su expresión se encrudeció—. Ah, mierda…

De seguir su mirada, Freya daría cuenta a unos cinco metros de distancia, entre la multitud que corría despavorida, que el orondo capitán mosquetero les fulminaba con la mirada, señalándoles con el dedo y bramando algo que no llegaron a oír por los constantes gritos. No es que les hiciese falta para darse cuenta de que se habían metido en un buen lío.

Venga, nos vamos.

El joven enfundó su arma y agarró de la muñeca a ambas mujeres para escabullirse entre una muchedumbre que luchaba por salir con vida de ese caos.

***


¡Estás loco! ¿Cómo se te ocurre atacar al capitán de la guardia cardenálica?

Freya y compañía llevaban avanzando entre trompicones un buen trecho de calle por el que decenas de personas circulaban sin orden y cuidado alguno para evacuar la plaza del mercado y salvar sus vidas. A esas alturas ya habrían dejado bien lejos el lugar por el que los Sincorazón deambulaban, pero el problema estaba en que se estaban dejando llevar por la corriente de gente sin tener en mente un rumbo alguno.

¿Ese tonel andante es el capitán? Válgame el cielo… —El joven de melena castaña bufó y se detuvo, poniéndose de cuclillas para mirar por encima de las cabezas de la gente—. Además, no sé por qué te pones así después de salvarte. Por cierto, ¿qué ha hecho una damisela como tú para que el gordinflón te apresase?

Eso no es de tu incumbencia. Y para ser salvada por un pueblerino alborotador prefiero que no lo hagan.

Qué carácter el de las damiselas de la capital… —balbuceó con un forzado tono afligido y clavó la vista en Freya—. Y qué puntería. Gracias por lo de antes, soy D’ Artagnan.

La muchacha rezongó de hastío ante la falta de seriedad del muchacho y desvió la mirada del intento de conversación que intentaban tener. No les duraría mucho, ya que…

¡¡…an pasoooo!!

Una sombra que no llegaron a tiempo se les aproximó a toda velocidad y pegando berridos. Se les iba a echar encima.

¡¡Eh!!

*


Maya y Freya


Tal y como acordaron Maya y Lawrence, cada uno tomó una ruta diferente para dar con el enmascarado que se había dado a la fuga con la piedra negra de los dos compañeros del rey. Goofy se fue junto con Maya por la calle en la que vieron al primero de todos, pero lo que les esperaba a continuación era, en pocas palabras, desesperante.

Al poco de avanzar, la calle estaba hasta arriba de transeúntes alterados que corrían y se empujaban entre ellos como borregos descarriados. Algo gordo habría ocurrido. Quizás a eso venían las campanadas que escucharon antes…

Aunque Goofy pareció tener un plan para seguir adelante entre tanto atasco: le indicó a Maya que se pusiera tras suya y gritó:

¡¡Mosquetero de servicio!! ¡¡Abran pasoooo!!

Tan sutil como un elefante, pero efectivo. Pudieron correr un buen trecho por el camino que baría Goofy, pero…

¡¡Eh!!

Tuvieron la mala pata de chocarse con un pequeño grupo al que el perro sorprendió y que inevitablemente se llevó por delante. Maya también acabó por darse un buen trastazo con una muchacha del grupo y ambas cayeron al suelo la una sobre la otra. Antes de que la bruja se incorporase, se percataría de que la cara de la chica le resultaba familiar.

Tan familiar que ya habrían coincidido en otra misión de antaño: Freya.

¡Pero bueno, ¿a qué viene eso de embestirnos?! ¡No eres el único que tiene prisa!

El pobre Goofy, aun viendo las estrellas por el golpe, se incorporó entre tambaleos.

L-lo siento, es que estábamos…

¡Un mosquetero! —La muchacha rubia se sobresaltó y se llevó la mano a la boca—. Gracias a dios. Al fin un poco de ayuda decente.

¡Oye! —protestó D’Artagnan, echándole una mala mirada al perro.

Bueno, esperad, yo…

Goofy había sido engatusado del todo por la chica, que lo fusilaba a base de explicaciones y testimonios sobre demonios voladores que arrojaban fuego y que asolaban el mercado. Lo iban a tener un buen rato ocupado, por lo que, si querían, Maya y Freya podrían ponerse al día y contarse la una a la otra que estaban haciendo por ese mundo.

No tendrían que extenderse mucho en las palabras, ya que las dos vislumbrarían por el rabillo del ojo justo a una figura negra con una máscara metálica escurrirse por la marabunta de transeúntes, aprovechando el desconcierto para que nadie sospechase de él. Maya ya había dado con él, pero si no se daba prisa, lo iban a volver a perder.

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Freya
VIT: 30/30
PH: 25/30

Maya
VIT: 36/36
PH: 32/40


*****


Makoto


Mickey se quedó meditando unos cuantos segundos las palabras de Makoto. No tardó mucho en ceder, era una oportunidad que no podían desaprovechar y el joven tenía razón con lo de los refuerzos.

De acuerdo. Si estoy en lo correcto, debe de haberse dirigido a una zona que ya ha tenido bastantes conflictos con los Sincorazón en el pasado. —Sacó un mapa de su faltriquera y señaló una zona marcada en el papel y con pequeñas notas al lado—. Habrá que andarse con ojo. El distrito se clausuró y no se ha terminado de inspeccionar a fondo. No me extrañaría que los tipos que vimos antes lo estén usando de punto de reunión.

>>Confiaremos en que las fuerzas de la ciudad y tus compañeros se puedan hacer cargo de lo que esté ocurriendo ahí fuera. —Enarcó una ceja—. Que, por cierto, podrías haberme dicho que tu maestro se ha traído a más gente. ¿Cuántos sois exactamente?

Le respondiese o no, Makoto y el ratón se pusieron en marcha, tomando la calle por la que fue el enmascarado de la piedra negra.

*


Makoto y Lawrence


Tal y como acordaron Maya y Lawrence, cada uno tomó una ruta diferente para dar con el enmascarado que se había dado a la fuga con la piedra negra de los dos compañeros del rey. Junto a Donald, Lawrence salió escopetado por la avenida en la que vieron escabullirse al segundo enmascarado que les apareció. Les acabó llevando a un distrito desierto, con claros signos de haber estado vacío una buena temporada por todos los puestos y tiendas cerrados a cal y canto y con las ventanas entablonadas.

La calle les llevó no muy lejos de un enorme edificio, también con casi todas las ventanas taponadas por tablones. Sin embargo, al rato escucharon unos pasos viniendo de una calle cercana que alertaron al pato, dando un respingo un tanto ridículo y exagerado.

Con las plumas erizadas, Donald se agazapó y a punto estuvo de invocar su bastión cuando los dos individuos que venían se les plantaron en frente.

¿Donald?

En esos momentos, Makoto y Mickey, que venían de un par de manzanas más abajo siguiéndole la pista al enmascarado, hicieron acto de presencia frente a Lawrence y Donald, con el segundo mirándoles con cara de alucinado.

¡Majes…! ¡Mickey! —saltó Donald, saliendo como una bala hacia el ratón y agarrándose a sus hombros—. ¡Tenemos un problema gordo! ¡Gordo de narices!

¡U-un momento, Donald! Cálmate, no entiendo nada de lo que me estás… ¡Ay, deja de zarandearme!

¡No hay tiempo! ¡Tenemos que…!

Un sordo estruendo metálico se escuchó en la lejanía acallando al pato. Mickey frunció el ceño e indicó a todos que guardasen silencio, adelantándose un par de pasos. Un segundo choque de metal pudo oírse, seguido de otro, y otro… Cada vez más cerca. Hasta que el causante, tan grande como una de las casas del distrito, se asomó por la esquina con si traqueteo metálico y andares pesados.

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Una Armadura, aunque con la peculiaridad de que le faltaban las manos. Aun sí, no dejaba de tratarse de un Sincorazón de alto nivel. La mole de metal viró su cabeza flotante hacia el grupo, como si los estuviese evaluando.

Y luego echó a correr a por ellos cual elefante en estampida.

Donald pegó un berrido de espanto y se calló de culo, arrastrándose un par de palmos por el suelo, aterrado. Mickey no tardó en saltar al frente para encarar al Sincorazón e invocar su Llave Espada.

¡Donald, llévate a los chicos al caserón que hay más atrás! ¡Yo lo entretendré!

¡Qué! P-pero…

¡Rápido!

Donald tragó saliva y, tras incorporarse, asintió y miró a los dos Portadores con urgencia, esperando que le siguieran en dirección a la casa. Si querían retirarse, tendrían que actuar ya, la Armadura estaba a punto de echárseles encima.

*****


Simbad


Raudo y veloz, Simbad interpuso su arma ante la trayectoria de la Manopla. De no ser por el Aturdidor, la embestida recibida hubiese sido brutal para el aprendiz, que solo se llevó un buen golpe por el choque que le resintió los hombros. Seguido de eso, un sencillo hechizo Electro le cayó a la mano, repeliéndola y lanzándola contra una cama que hizo trizas.

Con una fuera de combate, Simbad pasó a la otra y ejecutó un segundo Electro que, pese a que no la desestabilizó del todo, sirvió para que la ratona cautiva se soltase un poco y la empujase con violencia. La extremidad Sincorazón no tuvo la más mínima oportunidad con la estocada de Simbad y el lanzazo relámpago con el que la ensartó la mujer nada más liberarse, deshaciéndose en una nube de humo negra.

Justo a tiempo, la segunda Manopla se alzó en el aire de entre los restos de la cama, sólo para huir con viento fresco por la ventana. Podían dar el combate por finalizado.

De modo… que sois practicante de brujería.

La mujer animal se masajeó el hombro y miró con escepticismo a Simbad. No parecía muy escandalizada por el hecho de que le hubiese visto tirar rayos, quizás porque, a fin de cuentas, le había ayudado a escapar de los Sincorazón… o tal vez porque ya de por si estaban ocurriendo tantos fenómenos extraños en París últimamente que uno más ya no importaba tanto.

De todas formas, la chica frunció el ceño y le señaló con la cabeza un punto en concreto: de los restos de la cama que destrozó una de las Manoplas surgía una hilera negruzca que ascendía. Si Simbad rebuscaba entre los pedazos de madera y tela, daría con un guijarro que brillaba cual fragmento de azabache. Uno muy similar a los que le enseñó Ryota en su despacho.

Entonces, el sonido de espadas entrechocando les llegó desde la lejanía. Por cómo sonaban, debían de provenir del vestíbulo, justo la primera estancia a la que accedías desde la entrada principal. Y que Simbad supiese, en esos momentos solo podían haber dos personas allí.

La ratona giró sobre sus talones, agarrando con mayor fuerza la lanza, y proclamó:

Ya tendremos tiempo para discutir más tarde. Vamos.

No le quedaba otro remedio que salir corriendo al vestíbulo. En el caso de la piedra, si Simbad no la recogía por ningún motivo, ya se haría cargo la mujer de agenciársela.

***


Atravesaron los viejos pasillos del caserón a toda velocidad, sin ningún percance más que les saliese al paso. Apenas les llevó treinta segundos alcanzar el vestíbulo a una marcha rápida, y lo que se encontraron a continuación…

Ah, doña Freija. Debí imaginar que se trataría de vos.

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Lo primero que vieron fue a Milady apresada por la espalda por un individuo cubierto por una capa y sombrero negros que, junto a una extraña máscara de bronce, ocultaban su rostro por completo. Pese a que la mujer tenía en esos momentos un cuchillo en la garganta, era capaz de mantener una expresión serena y adusta, sin dejar llevarse siquiera por el miedo.

¿Y dónde estaba su guardaespaldas? Gilles también estaba allí. Tirado en una esquina, inconsciente y con marcas por su cuerpo de haber entablado combate.

Entonces, un cuchillo pasó volando cerca del costado izquierdo de Simbad y se clavó en la pared. La ratona conocida como Freija se viró con el arma lista por donde vino y le hallaron: un segundo enmascarado, con el mismo atuendo que el otro, aguardaba cual estatua en un rincón de la habitación. No hizo ningún otro movimiento, solo quedarse mirando a la pareja, que tendría tiempo para darse cuenta de que el cuchillo que había arrojado tenía anudado en el mango una hoja de papel.

Ninguno de ellos reaccionaría en cuanto Simbad abriese la nota y leyese su contenido:

Entrega la piedra y la mujer no sufrirá daño alguno.


Freija masculló entre dientes y miró al chico. El mensaje había sido claro: por el momento ninguno de los enmascarados parecía dispuesto a atacar o a herir a Milady. Por el momento, claro. Simbad tendría que tomar una decisión cuanto antes: ¿darles lo que querían, o ingeniárselas de cualquier otra forma?

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Re: Ronda 8

Notapor Shiroe » Sab Mar 19, 2016 1:28 am

Todos aceptaron y se dividieron como había sugerido: Maya se fue con el perro por el camino que se escabulló el primer enmascarado, mientras que yo y el pato nos dirigimos hacia donde se había ido el segundo. Rápidamente me eché a correr junto al pato para ver si podíamos alcanzar el presunto enmascarado.

Luego de un rato de tanta corrida, terminamos en un lugar de la ciudad que hasta podía llegar a parecer abandonado: todas las tiendas y establecimientos estaban cerradas, además de que no parecía haber pasado un alma por aquí hace tiempo.

Mirando por todos lados e ignorando el estado del sitio, nos topamos con un edificio en un estado no muy diferente de los demás establecimientos, entiéndase igual de cerrado. Luego empezamos a escuchar unos pasos que venían de un callejón más cercano, así que nos detuvimos y esperamos. La sorpresa que nos llevamos después...

¿Donald?

Un no-tan-pequeño ratón y un muchacho rubio salieron del callejón del cual escuchábamos los sonidos.

¡Majes…! ¡Mickey!

¿Majes...?— Deduje que la palabra que quería finalizar el pato era "Majestad". Analicé más detenidamente al ratón y la verdad es que, si hacía un intento de recordar la imagen que nos había enseñado el Maestro, encajaba con la descripción.

Entonces... ¿Es él?— Dije para mis adentros.

¡Tenemos un problema gordo! ¡Gordo de narices!

¡U-un momento, Donald! Cálmate, no entiendo nada de lo que me estás… ¡Ay, deja de zarandearme!

¡No hay tiempo! ¡Tenemos que…!

El pato no pudo finalizar la oración, pues un extraño sonido metálico se escuchó, alertándonos a todos.

Me puse a buscar de lado a lado de donde provenía el sonido, a lo que el ratón nos hizo una seña para mantenernos callados y avanzó varios pasos hacia adelante.

El sonido metálico se empezaba a escuchar más y más cerca, hasta que todos pudimos observar como una especie de Sincorazón que portaba una armadura gigante se paró frente a nosotros.

¡E-Es enorme!— El Sincorazón no tardó en notar nuestra presencia y empezar a correr tras nosotros.

El pato estaba aterrorizado, mientras que el ratón se situó en el frente e invocó una Llave Espada para batallar al Sincorazón.

Por supuesto que me sorprendió ver que ha invocado una Llave Espada —¡Puede invocar una Llave Espada

¡Donald, llévate a los chicos al caserón que hay más atrás! ¡Yo lo entretendré!

¡Qué! P-pero…

¡Rápido!

El pobre pato, sin tener la capacidad de tomar alguna otra opción —y es que no podía—, se viró hacia nosotros y esperó a que nos dirigiésemos junto a él hacia la casa que le había dicho el ratón.

¡Diablos! La cosa se puso seria.— Yo no veía más opción que ir hacia la casa, aunque otra parte de mi me decía: ¿Y luego qué? ¿Abandonar al diminuto ratón a su suerte? ¡Eso ni pensarlo!. Estaba indeciso, eso es seguro, aunque había probabilidades de que pudiéramos con él todos juntos yo no tomaba tanto riesgo.

En caso de que se nos presentara la oportunidad de contra atacar al Sincorazón, invocaría mi Llave Espada y me pondría en acción, protegiendo a toda costa al ratón de futuros ataques y esquivándolos por mi cuenta.

De lo contrario, no me opondría a correr hacia la casa encomendada para ponerme a salvo y evitar una muerte segura.
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Re: [País de los Mosqueteros] Todos para Uno

Notapor xXOrbOOkXx » Lun Mar 21, 2016 12:21 am

Había supuesto que el choque me hubiera tirado al suelo, pero gracias a la habilidad solo se me entumeció los hombros. El choque metal contra metal fue tan fuerte que los oídos me pitaron y pequeñas chispas anaranjadas aparecieron por un instante. Afortunadamente, el hechizo hizo mucho más efecto: lanzó a la gran mano metálica contra un camastro, y tras eso.

Entendí al realizar el otro, que al ser Sincorazones de metal les afectaba la electricidad, lo cual era una ventaja. Afortunadamente ya me había acostumbrado a aquellos descubrimientos, como la electricidad o los teléfonos, pero me había costado demasiado entenderlos.

La ratona se escabulló ágilmente del frío agarre, y, aunque parecía que con la estocada que le había propiciado pareció que iba a quedarse fuera de combate, la ratona me sorprendió con un lanzazo eléctrico. Fue lo suficientemente poderoso como para hacer desaparecer el Sincorazón, que desapareció en una nube de humo.

Me preparé en cuanto vi a la segunda recomponerse, pero al contrario de lo que me había esperado, huyó con viento fresco por la ventana. Suspiré aliviado una vez terminado el combate.

De modo… que sois practicante de brujería.

Me giré hacia la mujer. La repasé de arriba a abajo con calma y la analicé todavía sin responder a su pregunta. Me miraba con escepticismo, y su voz era chillona a la par que suave. Lo poco que sabía de ella se resumía a que tenía tirria a la guardia cardenálica y que parecía bastante fuerte, ¿sería de los Mosqueteros aunque no llevara uniforme? Bien podría ser, o si no, no encontraba otra respuesta a que estuviera en una zona tan conflictiva.

Y que no pareciera sorprendida siquiera por haber utilizado magia, me intrigó aún más.

—respondí seguro a su anterior pregunta—. Sí que lo soy.

Frunció el ceño y señaló al camastro destrozado. Dentro había una piedra sospechosamente parecida a las que nos había enseñado Ryota. La ratona me dejó vía libre para cogerla, cosa bastante interesante. Sin preguntar nada me la guardé al bolsillo, tal como ella diría, ya habría tiempo para hablar.

Un sonido de espadas se oyó en el vestíbulo. Hice una mueca algo molesto, al parecer aquellos dos no me habían esperado y ahora estaban enzarzados en una lucha... pero ¿contra quién?

Oye, tendríamos que hacer una táctica sorpresa...

Sin embargo, antes de que pudiera acabar, la ratona ya había desfilado por los polvorientos pasillos con la lanza en ristre, algo temeroso pero decidido, la seguí enarbolando mi arma.

****


Ah, doña Freija. Debí imaginar que se trataría de vos.

La voz tenía un tinte hueco al alcanzar el vestíbulo. Era curioso el nombre que portaba la ratona, pero lo era aún más el individuo que tenía presa a Milady.

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Vestía completamente de negro, junto con un sombrero de ala ancha. Sus facciones se podían entrever débilmente a causa de una máscara de un metal que no supe identificar, que relucía con la poca luz que entraba a través de las tapiadas ventanas del edificio. También lo hacía el cuchillo a escasos metros de la garganta de la mujer, prácticamente como una escultura de hielo.

No pude evitar fruncir el ceño al ver a Gilles a un lado, tirado en el suelo y bastante herido. Chasqueé la lengua. El tipo parecía ser fuerte.

Un cuchillo pasó como una flecha rozándome el costado, sin darme siquiera tiempo a reaccionar. Freija fue más rápida y se giró, para encontrarnos con otro enmascarado prácticamente igual que el primero. Carraspeé, algo nervioso, hasta que leí la nota que había en el mango del cuchillo.

Entrega la piedra y la mujer no sufrirá daño alguno.


Me quedé un momento en silencio mientras oía a la ratita mascullar. Después, reí con ganas. Realmente no quería soltar una carcajada, pero me salió sola. Y es que la situación era de lo más cómica, porque a fin de cuentas, ¿qué más me daba si Milady moría si ya tenía lo que quería? Podía sonar cruel, y lo era, y tampoco quería que ella fuera mi primera víctima, pero realmente me lo habían puesto en bandeja.

Se habían equivocado de rehén.

Sin embargo, me puse serio en seguida. El armario empotrado que había sido un guardaespaldas yacía inconsciente en el suelo, y por lo tanto, no tenía que sobrevalorar a mis adversarios para salir de allí. Si lo que querían era la piedra, lo más probable era que uno de los dos tuviera otra en su poder. Miré a Freija y le indiqué mediante un gesto universal que se mantuviera en guardia contra el de atrás.

>>Yo me encargo del de delante<<. Delinearía con mis labios en cuanto me mirara.

Acto seguido, saqué la piedra. Su brillo me encandiló por unos instantes, y fingí resignación.

Quieres esto, supongo.

La lancé. La lancé con toda mi fuerza hacia un lado del enmascarado y a la vez ejecuté un hechizo Cambio con él. Si funcionaba, recogería la piedra que quizás hubiera caído al suelo antes de que lo hiciera Milady, cogiéndola si hacía falta y, quizás con mucha dificultad, la tragaría. Tal cual. Si no podía la mantendría en mi boca. Quién sabía si el desconocido tendría una forma de atraerlas. Si Milady no hacía amago de querer cogerla, la dejaría huir.

Si este ataque funcionaba exclamaría:

¡Retirada, camaradas!

Y, como guinda del pastel, lanzaría un hechizo Electro al que le había hecho Cambio para que Freija pudiera escapar. Una vez realizado esto, intentaría esquivar los posibles ataques de los bandidos de la máscara mientras corría de espaldas hacia la salida principal.

Realmente, contaba con que Freija se encargara del que había atrás tal como le había dicho, pero si no lo hacía, le lanzaría el Electro al de atrás y no al que le había hecho el hechizo de teletransportación. Con un poco de suerte, les derretiriría la cara gracias al metal. Muchas cosas podían salir mal, pero en ese momento, no le di importancia alguna. Podía salvar a Milady y a Freija y yo irme de rositas con la información que había conseguido.

Ellos eran los culpables, quizás tenía una piedra y el misterio de la ratona. Más redondo imposible.

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Tercera Saga:

Prólogo de Simbad
"Bastión Hueco" Choque de culturas (Encuentro)
"Bastión Hueco" Novatos bajo la lluvia (Primer encuentro - Saga Novatos)
"Tierras del Reino" El nacimiento de un príncipe (Trama)
"Islas del Destino" ¡Buscad a mi perro! (Misión)
"Castillo de Bestia" Solos entre lobos (Primer encuentro - Saga Délaissé)
"La Cité des Cloches" Los miserables (Encuentro)
"Villa Crepúsculo" Una visita guiada (Encuentro)
"Selva Profunda" Día de monos (Encuentro)
"Port Royal" Los muertos no cuentan cuentos (Trama)
"Tierra de Dragones" Linda Flor (Misión)
"Bastión Hueco" Novatos bajo el amanecer (Segundo encuentro - Saga Novatos)
"Ciudad de Paso" Lo que vale la pena (Encuentro)
"Ciudad de Paso" The Game Never Ends (Trama)
"Torre de los Misterios" Orden en la Biblioteca (Misión)
"Evento Global" El esclavo del olvido
"Evento Global" Ruta de los perdidos

Evento Halloween 2014
"Especial libre" El laberinto de los corazones
"Especial libre" San Valentín III
"Islas del Destino" Yincana veraniega
"Evento libre" La Mansión Encantada II: La Venganza

Cuarta Saga:


"Ciudad Inexistente" Dos velas para el diablo (Encuentro)
"Port Royal" De copas con la muerte (Encuentro)
"Bastión Hueco" De magdalenas y vicios franceses (Encuentro)
"La Cité des Cloches" Insomnia (Primer encuentro - Saga La Musique du Silence)
"La Cité des Cloches" Somnia (Segundo encuentro - Saga La musique du Silence)
-"Port Royal" El barco que desaparece en la niebla (Misión)
"Tierras del Reino" Donde duermen los gigantes (Trama)
"País de los Mosqueteros" Todos Para Uno (Trama)
"Ciudad de Paso" Un nuevo Crepúsculo (Trama)
"Ciudad de Halloween" El ataque de Boogieman (Trama)
"La Cité des Clochés" Fuego Infernal (Trama)
"Espacio Profundo" Planta 313 (Encuentro)
"Mundo Inexistente" Pasajes Oscuros (Trama)
"Tierra de Partida" Penúltima Parada (Encuentro)
"Evento Global" El principio del fin
"Atlántica" Perdona pero quiero casarme contigo (Encuentro)

"Especial libre" El laberinto de los corazones II: Escape
"Especial libre" World War Christmas
"Especial libre" El San Valentín está aquí
"Especial libre" ¡Exámenes finales
"Especial libre" La inocencia perdida
"Especial libre" Misión: Salvar la Navidad

Timeskip (Finales 1013-1017)

"Tierra de Partida" Examen de Maestría (30 Diciembre 1013)
"Jardines de Tierra de Partida" Doomsnight (Libre) (31 Diciembre 2013)
"País de las Maravillas" El último regalo (Minitrama) (Julio 1014)
"Jardines de Tierra de Partida" El Regreso (Libre) (Finales de Marzo de 1017)

Saga final:

"La Cité des Clochés" Santuario (Trama)
"La Cité des Clochés" La última noche en París (Libre)
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Re: [País de los Mosqueteros] Todos para Uno

Notapor JRA » Lun Mar 21, 2016 10:43 pm

Parece que tras meditarlo un poco, el ratón cedió y siguió mi idea.

De acuerdo. Si estoy en lo correcto, debe de haberse dirigido a una zona que ya ha tenido bastantes conflictos con los Sincorazón en el pasado. —Sacó un mapa de su faltriquera y señaló una zona marcada en el papel y con pequeñas notas al lado—. Habrá que andarse con ojo. El distrito se clausuró y no se ha terminado de inspeccionar a fondo. No me extrañaría que los tipos que vimos antes lo estén usando de punto de reunión.

>>Confiaremos en que las fuerzas de la ciudad y tus compañeros se puedan hacer cargo de lo que esté ocurriendo ahí fuera. —Enarcó una ceja—. Que, por cierto, podrías haberme dicho que tu maestro se ha traído a más gente. ¿Cuántos sois exactamente?

-Sí mal no recuerdo somos tres más el maestro. -Respondí.

Tras esto perseguimos al enmascarado que llevaba el guijarro oscuro.

¿Donald?

Tras escuchar a Mickey pronunciar un nombre centré mi visión, y pude ver a lo que parecía ser un pato y a un muchacho albino.

¡Majes…! ¡Mickey! —saltó Donald, saliendo como una bala hacia el ratón y agarrándose a sus hombros—. ¡Tenemos un problema gordo! ¡Gordo de narices!

¡U-un momento, Donald! Cálmate, no entiendo nada de lo que me estás… ¡Ay, deja de zarandearme!

¡No hay tiempo! ¡Tenemos que…!


Un sordo estruendo metálico se escuchó en la lejanía acallando al pato. Mickey frunció el ceño e indicó a todos que guardasen silencio, adelantándose un par de pasos. Un segundo choque de metal pudo oírse, seguido de otro, y otro… Cada vez más cerca. Hasta que el causante, tan grande como una de las casas del distrito, se asomó por la esquina con si traqueteo metálico y andares pesados.

-¡Oh....Vaya, parece que tenemos más problemas....y no pequeños ciertamente! -Dije ante el colosal sincorazón que acababa de ver.

Tras esto inmediatamente invoqué mi llave espada y me lancé al ataque.

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Re: Ronda 8

Notapor Zodiark » Mar Mar 22, 2016 11:24 pm

Va a ser imposible encontrarle entre este gentío —comenté preocupada intentando buscar al enmascarado en medio del barullo, pero era imposible distinguir nada.

Pero al parecer Goofy tenía un plan. Me indicó que me colocase detrás de él, y así lo hice, observándole curiosa. ¿Qué tenía pensado?

¡¡Mosquetero de servicio!! ¡¡Abran pasoooo!!

Eh... —murmuré un poco decepcionada. ¿Aquello era su plan? Esperaba algo más... sutil—. Prefería ser un poco más discretos, pero si no hay más remedio...

¡¡Eh!!

¿Eh?

En medio de mis distracción, me di un buen golpe de frente que me tiró al suelo. Mientras me reincorporaba, vi frente a mí el obstáculo con el que había topado: una cara familiar.

¡Freya!

¿Por qué estaba Freya allí? ¿Qué se les había perdido a los de Bastión Hueco en aquel mundo? ¿Sería algo relacionado con los Sincorazón? Y... ¿habría más de ellos allí?

Y además iba acompañada. Una bella chica algo mayor que yo, rubia y de ojos verdes, y un apuesto hombre de cabellos castaños armado con un estoque, que fue el que se chocó con Goofy y me había distraído con su grito.

¡Pero bueno, ¿a qué viene eso de embestirnos?! ¡No eres el único que tiene prisa!

L-lo siento, es que estábamos…

¡Un mosquetero! Gracias a dios. Al fin un poco de ayuda decente.

Miré a Freya y luego al otro hombre con algo de compasión, pues era bastante cruel por parte de la chica llamarles inútiles con tanta soltura en su propia cara.

¿Ayuda? ¿Qué ha pasado?

La muchacha comenzó a ametrallar a Goofy con sus dilemas y preguntas, aunque entre tanta cháchara logré captar que lo que le ocurría es que había tenido algún encontronazo con los Sincorazón. Menos mal que, con un poco de suerte, lograríamos echarlos para siempre de allí.

Bueno, ¿y qué estás haciendo aquí? —susurré a Freya—. ¿También has venido a exterminar a esos "demonios oscuros" de los que todo el mundo está asustado?

No hubo tiempo para más conversación, pues vislumbré de soslayo una figura deslizándose entre el gentío. Giré la cabeza rápidamente, sobresaltada, solo para comprobar que se trata de, ni más ni menos, de nuestro enmascarado.

¡Goofy! —le llamé, apresurada, mientras le agarraba de la muñeca—. ¡Lo siento, pero nos tenemos que ir!

Sin perder más tiempo eché a correr hacia el lugar por el que se había escabullido aquel tipo, arrastrando a Goofy conmigo, le gustase o no a la chica de ojos verdes. Después de todo podían seguirnos si querían, no iba a poner ninguna pega mientras no obstaculizasen nuestra búsqueda del guijarro oscuro.
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Ronda 9

Notapor Drazham » Vie Abr 01, 2016 12:18 am

Makoto y Lawrence


¡Eh! ¡¿Pero a dónde vais?!

Los gritos de desconcierto de Donald llegaron tarde a los oídos de los dos aprendices que ya corrían en dirección a la imponente Armadura. Makoto fue el primero en lanzarse, por lo que Lawrence acabó siguiéndole. Mickey agarraba con fuerza su Llave Espada, y habría saltado de inmediato a por el enemigo de no ser porque los chicos le adelantaron, sacándole un grito de alarma.

¡¡No!! ¡Esperad!

Demasiado tarde. Los dos ya tenían a aquella mole encima, por lo que la oportunidad de la retirada se perdió. Quizás hubiese sido lo más sensato, ya que tirarse a lo loco a por semejante enemigo y sin siquiera una estrategia pensada fue un grave error por su parte. Makoto fue el primero en sufrir represalias, que ni pudo llegar a ejecutar su habilidad cuando uno de los gigantescos pies de metal le propinó un puntapié que lo mandó volando, y por poco no lo descalabra. Lawrence trató de ser más precavido, cubriéndose con su Llave Espada (Mickey dio un respingo al comprobar que tenían a otro Caballero presente). Eso no quitó que se llevase una buena coz que dolió menos de lo debido gracias a su defensa, aunque acabó cayendo de culo, indefenso ante cualquier ataque del Sincorazón.

Los dos aprendices se habían metido en un lío gordo de narices.

***



Simbad


Quieres esto, supongo.

En cuanto Simbad alzó en el aire la piedra negra, sintió una sensación gélida en cuanto los dos enmascarados le clavaron la mirada, sin moverse del sitio. Pero en cuanto el joven se la arrojó, no con intención de tendérsela amistosamente, al que tenía presa a Milady, este se puso en guardia y extendió su brazo libre.

Ni llegó a rozarla. En una fracción de segundo, su cuerpo se trasladó de forma abrupta en donde se encontraba Simbad, mientras que el chico había pasado a ubicarse junto a la damisela por arte de magia. Tal fue su desconcierto que el Electro del aprendiz llegó a tiempo y le sacudió una descarga que lo tumbó en el acto.

Milady, ya libre, observó la escena… ¿atónita? Lo cierto es que la mujer tenía una capacidad para mantener la compostura que asombraba, pero se le notaba en su mirada, expectante y con los ojos abiertos, que la actuación de Simbad tuvo su impacto.

Por supuesto, el joven tuvo tiempo para recuperar la piedra.

Mientras todo aquello transcurría, Freija se abalanzó a por el otro asaltante con una ferocidad impresionante, sorprendiéndole en mitad del caos formado. Su lanza se clavó en su hombro y lo derribó, sin darle tiempo a responder a su ofensiva.

¡Retirada, camaradas!

No hizo falta repetirlo para que las mujeres se diesen por enteradas. Con los dos enmascarados en el suelo, la ratona recogió su arma y corrió hacia Gilles, echándoselo al hombro con bastante facilidad para lo poco corpulenta que era en comparación al lobo. Milady se limitó a seguir a un Simbad que ya llevaba la delantera: abrió la puerta y salió escopetado de aquel edificio de locos.

***



Makoto, Lawrence y Simbad


Simbad apenas habría dejado unos cinco metros atrás el antiguo hospital militar cuando más problemas le llegaron volando, literalmente.

No se vio venir que una persona sobrevolaba la calle y le cayó encima como un meteorito, derribándolo en el acto. Se llevaría una buena sorpresa al pisparse de que quien le había caído del cielo era nada menos que Makoto, su compañero de Orden. Simbad se había llevado un golpe, pero eso no era nada en comparación al novato, a quien le ardía de dolor todo el cuerpo por la patada de la Armadura.

Armadura de la cual se daría cuenta Simbad enseguida, además de su “curiosa” falta de manos.

¡¿Pero en qué demonios estabais pensando?!

Eso, y en que un pato vestido de mosquetero corría en su dirección hecho un amasijo de nervios. Donald ayudó a Simbad a quitarse de encima a Makoto, notoriamente preocupado por el estado del segundo. Posó su mano en el pecho del chico y musito en voz baja unas palabras. Makoto sentiría un aura revitalizante que le recorrió el cuerpo y palió en gran medida el dolor. Podía volverse a mover con normalidad, pero aun sentiría algún que otro pinchazo leve en los músculos.

Por otra parte, Lawrence tenía un grave problema entre manos: tendido en el suelo como se hallaba, no iba a poder esquivar a tiempo el desproporcionado pie de metal que el Sincorazón levantó, dispuesto a aplastarle.

Entonces, una ráfaga de esferas blanquecinas salió despedida contra el gigante, creando múltiples explosiones de luz al impactar. El Sincorazón se desestabilizó, y todas sus piezas se desparramaron por el suelo, montando un alboroto de metal entrechocando entre sí.

El resto pudieron presenciar al causante de semejante oleada mágica: Mickey apuntaba con su Llave Espada, aun emitiendo diminutas chispas de luz, al enemigo. Bajó el arma y se apuró en ayudar a Lawrence a incorporarse.

¿Estás bien?

Y en ese instante, a unos metros de distancia…

¡Daos prisa! ¡Vamos!

El grupo formado por Freija, Milady y Gilles, todavía inconsciente y siendo cargado por la ratona, llegaban desde el antiguo edificio. La mujer de la lanza vio el panorama con los ojos de par en par y aceleró la marcha.

Pero antes de que llegase, una extensa barrera de luz se alzó entre ella y los demás, ahogando una exclamación. Al mismo tiempo, una segunda pared mágica se manifestaba detrás de los restos de la Armadura, dejando encerrados a Mickey, Donald, y los tres aprendices.

¡Allí arriba!

Donald apuntó a uno de los tejados de las casas. Sobre él se hallaba uno de los enmascarados de negro, barriendo con la mirada al grupo encerrado hasta acabar en la Armadura desmoronada. Alzó la mano, sosteniendo una de las infames piedras negras que desprendió una densa bruma de oscuridad.

Las piezas del Sincorazón empezaron a temblar, desprendiendo el mismo miasma que la piedra, y se alzaron en el aire, recomponiendo al monstruo. Además, dos portales de oscuridad se abrieron a sus costados, trayéndole un nuevo par de manos.

Y ahí no acabó la cosa: la criatura clavó sus manos en el suelo, al mismo tiempo que elevaba los pies y su torso giraba en vertical hasta acabar al revés. La cabeza, que seguía en la misma posición, se abrió y mostró unos fulgurantes ojos amarillos. Ahora, los pies levitaban por donde antes estaban las manos, mientras que estas bailaban a ras de suelo.

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Por otro lado, ya no encontrarían al hombre de la piedra por los tejados. Había desaparecido.

¡Tenéis que iros! ¡Reuníos con los otros mosqueteros que estén luchando por la ciudad! —Mickey vociferó las instrucciones al grupo que se quedó fuera de la barrera.

¡¿Estáis en vuestros cabales?! ¡No podéis…!

Hacedle caso. —Milady la cortó de sopetón con tono firme—. Aquí no haréis más que perder el tiempo. Buscaremos ayuda en otra parte.

Freija fulminó a la mujer con la mirada. Sin embargo, sabía que tenía razón. La barrera le impedía ayudarles, además de que en esos momentos estaba cargando con dos personas que ni podían luchar.

Vais a tener que responder a muchas preguntas cuando esto acabe —advirtió a Milady, quien esbozó una mueca de indiferencia. Luego se dirigió hacia los chicos y exclamó—: ¡No hagáis ninguna locura! ¡Traeremos ayuda en cuanto antes!

Dicho eso, las dos mujeres y el inconsciente lobo se alejaron todo lo rápido que pudieron. Antes de internarse por uno de los callejones, Milady viró la cabeza hacia el grupo con unos ojos llenos de intriga por unos segundos. Luego, desapareció de su vista.

Ahora ya no nos queda otra. Intentad ser precavidos esta vez, Donald y yo os cubriremos.

Así quedaron las cosas. Mickey estaba más que dispuesto a combatir, enarbolando su Llave Espada. En cambio, Donald no estaba tan decidido, temblándole las piernas del miedo, aunque al final acabó por llamar a su bastón con el fin de indicar que apoyaría a su rey y a los chicos.

Los cinco contra un titán de metal que se aproximaba flotando.

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¡Batalla contra el jefe de turno! Os recomiendo que penséis muy bien vuestras acciones y organización (en especial los novatos), porque dependiendo de lo que hagáis, el combate puede acabar en pocas rondas o alargarse.

Donald y Mickey os ayudaran. Al primero podéis darle indicaciones para que se ajuste a vuestros planes sin muchos problemas. El ratón, en cambio, actuará más por su cuenta, pero eso no quiere decir que se amolde a vuestras estrategias si las planeáis bien.


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Simbad
VIT: 31/38
PH: 6/38

Makoto
VT: 11/12
PH: 8/8

Lawrence
VIT: 7/8
PH: 4/4


*****



Maya y Freya


El primer impulso de Maya fue el de agarrar a Goofy del brazo e irse como alma que lleva al diablo tras su objetivo con máscara. No le costó poner en movimiento al mosquetero con un buen tirón con lo atolondrado que estaba del sinfín de preguntas y testimonios de la muchacha del vestido. Por su parte, Freya, también fue detrás de la pequeña bruja y el perro.

¡Lo siento, pero nos tenemos que ir!

¡¿Qué?! ¡P-pero bueno! —vociferó con indignación—. ¡No me dejéis aquí!

Habrá que ponerse en marcha, pues. —D’Artagnan no vaciló y se apresuró en agarrar de la muñeca a la chica para luego salir corriendo tras los otros. La pobre ahogó un grito de terror, viéndose obligada a seguirle el ritmo para no quedarse atrás.

Eso sí, no es que fuesen a llegar muy lejos con lo que ocurrió a continuación: al poco de iniciar la persecución, el grupo tuvo que detenerse en seco cuando inmensa columna de fuego y humo estalló al fondo de la avenida. Si los transeúntes en evacuación ya estaban despavoridos, aquello terminó de crear el caos absoluto.

¡¿Q-qué ha sido eso?!

Goofy vio la marea de gente que se les venía a contracorriente, huyendo del lugar del incidente entre gritos de horror, y se apresuró a colocarse delante de las aprendizas para cubrirlas de la estampida. Algún que otro empujón y golpe se llevaron, pero afortunadamente nada de lo que preocuparse hasta que la calle se vació de gente. Ni un solo alma en frente, lejos del fuego y el humo que bloqueaban el camino.

¡Pero qué…!

Por desgracia, se llevarían la sorpresa de que el camino de vuelta estaba bloqueado por una barrera de luz que se materializó a sus espaldas. D’Artagnan fue el primero en darse cuenta de ella tras encontrársela en sus narices junto a la muchacha rubia, al otro lado. Maya, Freya y Goofy fueron los únicos que se quedaron atrapados.

¡Venga ya! —chistó, aporreando la barrera con el puño—. ¿Esto es lo normal en la capital o qué?

¡Pues claro que no es norm…!

La chica calló y se llevó la mano a la boca, con los ojos como platos y señalando hacia las llamas, entre las que se discernía una figura corpulenta que se distorsionaba por el movimiento del fuego, hasta que lo atravesó como si de una cortina corriente se tratase y se reveló delante de las aprendizas y el mosquetero, con porte imponente.

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Sus siniestros ropajes y el cetro que blandía, totalmente fuera de contexto en aquel mundo, les llamarían la atención, pero no más que la ya conocida máscara de bronce que le cubría la faz.

De repente, aterrizando desde uno de los tejados cercanos, su ya conocido enmascarado de negro apareció y se acercó al de la túnica, mostrándole la piedra negra que les robó a los compañeros del rey. Este la cogió y, con un movimiento lento, apuntó de manera amenazante al grupo que estaba dentro de la barrera.

¡A cubierto!

El trio pudo apartarse en el último segundo, antes de que un rayo caído del cielo les diese de lleno. El mago enmascarado quería guerra, y su otro compañero también, materializando una espada de hierro en su mano derecha.

Oh, dios mío…

¡Joder, joder! —frustrado, D’Artagnan seguía golpeando el muro mágico hasta que se dio por vencido, jadeando. Miró a Goofy y gritó—: ¡Oye, tú! ¡Dime que hay más mosqueteros por los alrededores!

Goofy se quedó un tanto perplejo, pero acabó por asentirle.

Vale, bien, vamos a buscar ayuda —espetó nervioso. Miró a la joven damisela y esta le asintió intranquila, comprendiendo que tenían que buscar otra alternativa—. Traeremos a alguien de inmediato. Lo juro.

Y ambos iniciaron la carrera por la búsqueda de ayuda, echando miradas atrás a la par que se alejaban. Ahora, les tocaba a ellos defenderse de los dos enemigos que les salieron al paso. Tocaba luchar.

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¡Batalla contra el jefe de turno! Os recomiendo que penséis muy bien vuestras acciones y organización, porque dependiendo de lo que hagáis, el combate puede acabar en pocas rondas o alargarse.

Goofy os ayudará, y podréis darle indicaciones si queréis que haga una acción determinada dentro de sus capacidades.


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Freya
VIT: 30/30
PH: 25/30

Maya
VIT: 36/36
PH: 32/40




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Drazham
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Re: [País de los Mosqueteros] Todos para Uno

Notapor xXOrbOOkXx » Sab Abr 02, 2016 11:40 pm

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La piedra realizó un arco perfecto en el aire al tiempo que ejecutaba mi hechizo mientras intentaba ignorar a las frías miradas que me atravesaban desde las máscaras. El aire se volatilizó a mi alrededor, dejándome con una leve sensación de mareo por el teletransporte que se disolvió en un escaso medio segundo. Sonreí torcidamente cuando el Electro le dejó tumbado en el suelo. No pensaba que iba a funcionar.

Miré la reacción de Milady de reojo, saboreando la victoria de haber descompuesto un tanto a la recta mujer. Sea como fuere, recuperé la piedra y me la guardé en el bolsillo, allí estaría bien protegida.

En el escaso medio minuto que duró todo esto, la ratona había realizado un ataque feroz con su lanza, clavándola en el hombro del enmascarado, con una fuerza y velocidad sorprendentes para su envergadura. Y más me sorprendió cuando recogió a Gilles como si solo pesara una pluma, pero ninguno nos detuvimos a darle las gracias.

Quizás y solo quizás, me hubiera detenido a contemplar nuestras tres figuras a contraluz mientras yo abría el enorme portón y la capa revoloteaba con el viento de ciudad. Me sugirió una imagen y canción del todo épica, pero evidentemente no había tiempo para eso. Mis ensoñaciones se vieron cortadas del todo cuando algo me llegó volando y me derribó al suelo.

Me incorporé velozmente, tensando los músculos. Afortunadamente solo era el joven Makoto, lo cierto era que si le llegaba a ver, probablemente se hubiera topado con un golpe de mi guadaña. Le ayudaría a levantarle si es que lo aceptaba.

¿Qué te ha pasado?

Sin embargo, solo me hizo falta alzar la vista para saber qué le había hecho volar por los aires: la armadura falta de brazos. Chasqueé la lengua, dispuesto a luchar y terminar con aquello cuando una voz chillona y malentendible se dirigió a nuestra posición.


¡¿Pero en qué demonios estabais pensando?!

Parpadeé, porque no estaba acostumbrado a ver a un pato vestido de mosquetero corriendo hacia Makoto, al que, curiosamente, curó con magia. Un maldito pato. No tenía nada en contra de los patos, pero se me ocurrían varios animales mucho mejores para el cargo de mosqueteros, aunque tampoco estaba tratando de desestimar al pobre: era mago. Y la magia era algo peligroso si se utilizaba bien. Era tan peligroso como el nombre de las cosas.

Sin embargo, no fue lo único que me llamó la atención. Un poco más lejos de nuestra posición se hallaba un muchacho peliblanco tendido en el suelo, a punto de ser aplastado por el pie de la armadura.

Makoto, ¿quién es ese? —pregunté severamente señalando con la cabeza al susodicho. Extrañamente, ni se me pasó por la cabeza ayudarle, es más, el solo pensamiento me revolvió las entrañas.

Por fortuna, apareció un nuevo personaje en esta historia: un ratón lanzó esferas mágicas contra la armadura, que previsiblemente acabó con todas sus piezas repartidas por el suelo. Y más interesante todavía: era portador de la Llave Espada. Dirigí de nuevo una mirada interrogante al joven Makoto cuando este último decidió ayudar al otro.

Me apresuré unos pasos al centro de la plaza para aclarar de una vez qué estaba pasando seguido de el trío que habíamos dejado en el antiguo hospital. Y algo terrible sucedió. Quizás era porque estaba agotado del último hechizo, pero no vi venir la barrera mágica que nos atrapó y aquello me cabreó como nada.

Tomé un Éter de mis bolsillos que bebí de golpe, visto que todavía no habíamos acabado la pelea. Un chupito de energía.

Un grito me puso más alerta de lo que estaba: el pato mosquetero señaló hacia los tejados, donde otro enemigo jugueteaba con una piedra. Gruñí totalmente mosqueado. Cuando pensaba que habíamos acabado con los malos, va y eran un grupo de cucarachas escurridizas. Enarbolé la guadaña, dispuesto a perseguirlo sobre los tejados.

No tuve oportunidad. Una gran armadura apareció con las piezas de la anterior en el cubículo en el que estábamos encerrados. Parpadeé y el desconocido desapareció.

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¡Tenéis que iros! ¡Reuníos con los otros mosqueteros que estén luchando por la ciudad! —vociferó el ratón al grupo de fuera. Le miré de reojo, divertido con la situación. Al parecer el pequeñín era alguien... ¿importante?

¡¿Estáis en vuestros cabales?! ¡No podéis…!

Hacedle caso —cortó Milady—. Aquí no haréis más que perder el tiempo. Buscaremos ayuda en otra parte.

Después de una advertencia a la que previsiblemente no iba a hacer caso y una despedida, el grupito de fuera de la barrera se perdió entre las calles. Los ojos de la mujer centellearon un momento de curiosidad antes de desaparecer por un callejón.

Ahora ya no nos queda otra. Intentad ser precavidos esta vez, Donald y yo os cubriremos.

Miré al ratón, totalmente decidido. Miré al pato, Dolan, no tan convencido. Por otro lado estaban los dos chavales, Makoto, del que sabía que era novato y el extraño peliblanco con cola, del que deduje que era que pertenecía a Tierra de Partida. El ratón no sería de allí, o no tendría mucho sentido que les hubiera ordenado desaparecer a los otros. Sacudí la cabeza, no había tiempo para cavilaciones: el titán se aproximaba.

No me gustaba utilizar el instinto, pero ya lo tenía a flor de piel desde antes de pisar la plaza, por lo que no tardé mucho en tomar el mando de la situación. Costase lo que costase, íbamos a acabar con él. La estrategia apareció en mi cabeza como por arte de magia.

¡Bien, escuchad! —grité con todas mis fuerzas— ¡Este bicho es débil a los ataques eléctricos, así que utilizad esos hechizos para todos los que seáis magos!

>>¡Makoto, tú ataca por el flanco derecho a la zapatilla, Donald cúbrele! —me dirigí hacia los otros dos restantes—. ¡Vosotros por el flanco izquierdo, y no intentéis parar un ataque con las armas: esquivadlo si podéis! ¡Todos los magos disponibles: atacaremos con un hechizo eléctrico a la vez a mi señal para dar comienzo a la batalla! ¡Atacaremos a la cabeza todos a la vez con magia primero! ¿¡Entendido!?

Esperé a que todos estuvieran en sus posiciones (y aunque no lo estuvieran, no esperaría). En cuanto eso sucediera...

¡Todos a la cabeza si queréis vivir: UNO, DOS, TRES! ¡AHORA!

Y yo, al menos, lanzaría un hechizo Electro a la cabeza del monstruo. Previsiblemente las piezas superiores se separarían, así que la primera que se lanzara hacia nosotros le lanzaría el mismo hechizo y luego le arremetería una estocada. Tras eso, lanzaría otro Electro al torso, ya que esperaba que mis compañeros se estuvieran ocupando de los zapatos. Después lanzaría un nuevo Electro a la cabeza.

Vería con precaución a ambos lados e intentaría esquivar todos los ataques posibles. Miraría a ver si los chicos tenían alguna dificultad, si fuera así, ayudaría al que más tuviera problemas a base de estocadas a su zapatilla correspondiente.


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Me podéis borrar el Éter de la ficha que me he tomado zi?

Bien. Aquí va el resumen y la estrategia que hemos planeado y comentado:

Primero ataque mágico a la cabeza todos a la vez. Este también incluirá a Donald y Mickey si quieren y pueden. Aquí Simbad lanza un Electro.

Makoto y Donald en el flanco derecho. Es decir: Makoto debería llevar la voz cantante, para que Donald haga curas para él y Lawrence si así lo necesitan en la siguiente ronda. Lawrence estaría en el flanco izquierdo con Mickey (si este no se va de varas XD). En principio primero nos intentaremos deshacer primero de las zapatillas y la cabecica. En principio.

En cuanto a Simbad, tras hacer el primer hechizo mágico con un Electro, luego, la primera pieza que se acerque a
él independientemente de la que sea le lanzará otro Electro y le arremete con la guadaña. Luego Electro de nuevo al torso y otro a la cabeza. (4 electros en total).

En cualquier momento de la pelea, si le ataca otro miembro se defiende a estocadas y el Aprendiz (entre Makoto o Lawrence) que se esté llevando todos los palos Simbad acudirá a ayudarle a base de estocadas, sea cual sea.

Estas instrucciones son orientantivas en base a lo que hemos hablado, chicos (JRA y Shiro). Si queréis modificar cualquier cosa lo hacéis y punto. Esta ronda es más para ver cómo podemos vencerle más fácilmente :). En cuanto a Donald y Mickey ahí no puedo decir nada porque son NPC, por lo que te lo dejo a tu juicio Draz.
~Un cuarto de hora de risa, equivale a un año más de vida...~


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Tercera Saga:

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