[Castillo de Bestia] Un cuento antiguo como el tiempo

Trama de Fátima, Saeko, Nikolai, Saito, Piko y Alaric

Aquí es donde verdaderamente vas a trazar el rumbo de tus acciones, donde vas a determinar tu destino, donde va a escribirse tu historia

Moderadores: Suzume Mizuno, Denna, Astro

Re: [Castillo de Bestia] Un cuento antiguo como el tiempo

Notapor Astro » Lun Mar 13, 2017 2:30 pm

En cuanto puso al día a Fátima y le indicó cómo llegar al castillo, Alaric guardó el móvil de nuevo en la bolsa y salió a toda prisa en busca de Maurice. Le encontró agachado mirando a través de una puerta entreabierta, y en cuanto vio a Alaric le hizo señas para que no hiciese ruido. ¿Qué estaba tramando ahora?

Alaric se acercó con cuidado, y pronto empezó a escucharlas: voces. Del interior de la cocina (que, por cierto, estaba muchísimo más limpia que el resto del castillo).

¡Basta de tonterías, Chip, que ya es muy tarde! ¡A la alacena con tus hermanos!

¡Pero es cierto, mamá, los he visto por la ventana!

Parecían una madre y un hijo discutiendo. ¿Pero dónde estaban? No se veía a nadie dentro... Salvo una tacita que de repente se movía sola. Espera, ¿qué?

No son tonterías: ¡hay humanos en el castillo!

¡Los objetos están vivos! —susurró Maurice, completamente emocionado.

Alaric se rascó la nuca, sintiéndose un poco tonto por la sorpresa inicial. Al fin y al cabo, él ahora vivía en un castillo de otro mundo y se había pasado toda la semana intentando aprender (sin éxito) a lanzar fuego por las manos. Que hubiese objetos vivientes no era tan raro, y al fin y al cabo.

¡Pero, mon bon seigneur! ¡Objetos es una palabra très ofensiva!

El aprendiz tuvo que agarrar a Maurice para que no se cayese por el susto que acababan de darle. La voz, en esta ocasión, provenía de un alegre candelabro con acento francés que se acercó a ellos con tranquilidad.

Disculpadme por no haberme presentado antes. Soy Lumière, à votre service. ¡Hace tanto que no teníamos invitados en el castillo!

¡Y si el amo se entera, nos va a caer una buena! —Y ahora un reloj, ¡había objetos vivientes de todo tipo!—. ¡Tienen que irse! ¡De inmediato!

¡Pero Din-Don, si acaban de llegar!

¿Ves, mami? ¡No me lo inventaba! —La tacita seguía a lo suyo, aunque razón no le faltaba al pequeñín.

¡Increíble! ¿Cómo funciona? ¿Es una especie de truco o hay un mecanismo de verdad detrás de todo...? —Sin cortarse ni un pelo, el inventor cogió al reloj y empezó a examinarlo, pese a las protestas evidentes.

¡Qué hombre tan simpático!

¡Lumière, ni se te ocurra! Y usted, señor, ¡le agradecería que me soltara!

Oh, vamos, no seas aguafiestas. Díganme, monsieurs, ¿cómo se llaman? No le hagan caso a Din-Don, nunca ha sido muy dado a las cálidas bienvenidas. Por eso yo estoy a cargo de los invitados.

Alaric.

Oh, yo soy Maurice. Soy inventor... En realidad estábamos de paso. No sabíamos que viviera nadie aquí dentro... Una joven me ha pedido que le traiga una rosa de este castillo, sólo buscábamos los jardines.

De pronto, un silencio incómodo. ¿Habían dicho algo malo? Quizás acababan de interpretar que querían robarles, o no se tragaban que estuvieran allí por una simple rosa. Al final fue la tetera, la madre de la tacita, la que rompió el hielo:

Los jardines están al otro lado, señores. Si quieren, podemos traeros una nosotros mismos. El buen Din-Don tiene razón, el amo... no se encuentra muy bien hoy, y sería mejor no despertarle. ¿Por qué no pasan al comedor y les servimos algo de comer? —propuso.

¡Señora Potts!

¡Excelente idea, querida! Din-Don puede encargarse de cortar una bella rosa, ¡un ramo entero si es necesario! Espero que tengan hambre, porque les prepararemos un auténtico festín. ¡Querrán besar al chef!

B-b-bueno, nosotros... Supongo que podríamos... ¿no, Alaric?

Sí, claro... —Guardó silencio un momento, pensativo. Parte de él quería ir a mitad de camino para reunirse con los demás, y ayudarles si se encontraban a la bestia, pero las órdenes de Fátima habían sido quedarse junto al viejo. Además, definitivamente aquel castillo guardaba muchos secretos—. Pero hemos venido con un tercer compañero, habría que ir a buscarle. La última vez creo que estaba entrando en la sala que hay entre los dos tramos de escalera.

Propondría ir él a buscar a Jean, preferiblemente con alguien que hiciese de guía, aunque no insistiría si los objetos vivientes decían que irían ellos. Dejaría a Maurice en el comedor en aquel caso, y sino iría con él a descansar un poco. Pasase lo que pasase, se mantendría alerta ante cualquier señal de peligro. Uno nunca sabe...
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Re: [Castillo de Bestia] Un cuento antiguo como el tiempo

Notapor H.S Sora » Mar Mar 14, 2017 1:19 am

Todo cambió cuando mencioné a las brujas. Loretta, que hasta entonces se había mantenido con un rostro marcado por el aburrimiento y la desgana, cambió. La expresividad que había en él fue mutando, poco a poco, hasta que no quedó nada en él. Solo podía verse el vacío y la oscuridad que inundaba sus ojos.

No sabía qué esperar, pero me obligué a mi mismo a mantenerme sereno. Estaba claro que sabía algo, y si me retiraba ahora habría perdido el tiempo de mala manera, sin ser capaz de obtener respuestas más allá de que Alaric había ido de verdad al bosque.

¿Pero por qué lo habría hecho?

¿Trato? Idiota, no hay ningún trato. Marcelline es algo que tú no comprenderías. Ni tú ni ninguno de los paletos de esta aldea, incluidos tus amiguitos. Jamás.

Callé y observé con cautela mientras ella se acercaba un poco más. A pesar de que todavía podía huir, de que ambos teníamos nuestro espacio, sentía que todo aquello era un error. Algo dentro de mi pecho gritaba. El tono frío con el que hablaba, su conocimiento de la magia y la adoración que parecía sentir por Marcelline… no dejaba mucho margen a la imaginación.

El tiempo, que parecía haberse detenido durante todo aquello, volvió a su cauce. Roto tan sólo por el susurro de la mujer.

Así que quieres hablar de brujas. Muy bien. Pues hoy es tu día de suerte.

No pude replicar, ni tan sólo pensar. Una planta brotó de pronto del suelo y atrapó mi brazo mientras me empujaba con fuerza lejos de la mesa. Y antes de poder darme cuenta, otra tenía la mochila atrapada.

Era incapaz de creerme el primer movimiento de Loretta.

Aquí tienes a una de tus brujas.

«¿Acaso tienes la menor idea de lo que ocurre aquí?»


Clavé una mirada furibunda en ella. Ahora sí que empezaba a hacerme a la idea, una muy aproximada, de que en esa aldea no todo era lo que parecía ser. Una bestia iba a ser el menor de nuestros problemas si las brujas habían vuelto.

Tengo que decírselo a Fátima.

Cogí aire y traté de actuar por lo que me decían mis instintos, porque estaba claro que pensar no me iba a funcionar si no tenía una pizca de magia. Lo bueno era que las zarzas, a pesar de agarrarme con fuerza, me dejaban una mano libre.

Y Loretta había cometido el mismo error que yo: pensar que era un humano normal.

Las plantas se desvanecieron cuando el primer Aqua impactó contra ella y la derribó.

¡Date prisa!

Lancé el segundo hechizo, pero parte del agua acertó en el libro. Maldije por lo bajo, sin llegar a imaginarme cuán grave podía haber sido, mientras lo metía en la bolsa y salía corriendo. De reojo, pude ver cómo Loretta se alzaba de nuevo. Lejos de emplear magia de nuevo, se decidió a intentar un método más drástico.

Una escopeta.

Los perdigones del arma rozaron mis piernas, y sentí un escalofrío recorrerme la espina dorsal. Y para más inri, el mercado estaba vacío. Al menos de cazadores y es que, en concreto los que había conocido, parecían gente que no hubiera dudado en echarme una mano de haberlo pedido.

Pero los pocos aldeanos que quedaban parecieron alarmarse más que otra cosa. Me limité a correr en lugar de pedir ayuda, mientras que a lo lejos se oía como la dueña de Le faucon blanc gritaba. ¿El qué? Por mi escapada, y lo buscado que ya estaría por la Orden, mejor no saberlo.

Me escabullí por un callejón, escondido de las multitudes que hubieran podido quedar reunidas en la plaza. Y entonces comprobé el móvil. Tenía un mensaje de Fátima. Lo leí con el corazón acelerado, esperando buenas noticias.

Nikolai y yo vamos al bosque en busca de la Bestia con una nativa. ¿Dónde estáis?
¡Alaric, contesta, la chica es hija de Maurice!


¿Espera, qué?

Si la nativa era Bella, ¿por qué diablos se la había llevado con ella al bosque?

Qué hago, qué hago, qué hago.

Mandé un mensaje de vuelta, a sabiendas de que en cualquier momento podría acecharme todo aquel que estuviera bajo la influencia de las palabras de una aldeana con mejor reputación que un recién prófugo para la iglesia.

Para Fátima/Nikolai/Alaric:

Peligro, confirmada la existencia de brujas. Marcelline y Loretta. Van tras el tomo, tengo que deshacerme de él.


Me llevé las manos al rostro, con los ojos ardiéndome de la rabia y el dolor. Había pensado que ella podría ser diferente, que quizá sólo estaba cegada por la necesidad de una alternativa… el mismo motivo que me había empujado a mi a ser Portador.

Había querido buscar una brecha de humanidad en sus ojos, pero se habían vuelto tan negros que no parecía haber vuelta atrás. Y si era la mitad de obstinada de lo que parecía, no se daría por vencida tan rápido con tal de recuperar el tomo. Podía sentir su magia, habría que sacarlo de aquel mundo cuanto antes.

Para Nanashi/Ryota:




Me quedé mirando la pantalla en blanco, pensando en si sería o no una buena idea. Después de todo, ninguno de los dos Maestros estaba relacionado con esa misión… ¿y yo les estorbaba por algo de lo que no eran responsables? Porque después de todo existía otra opción. Me rehusaba a tomarla, a tener que recurrir a él.

Y entonces pensé en lo decepcionados que podrían quedar ambos Maestros si yo me limitaba a evadir la situación, en la frialdad con la que podrían tratarme y, sobre todo, en la manera con la que podrían acabar hartos de mí.

¿Y si decidían que, en lugar de ser un buen candidato a Maestro, no había crecido en absoluto?

Aterrado, lo reescribí.

Para Ronin:

Urgente. Necesito entregarte un tomo piromántico que pertenecía a una bruja, lo están buscando y no podré mantenerlo a salvo más tiempo. Nos vemos en la casa del inventor.


Guardé el móvil, mientras una sombra de horror cruzaba mi rostro. Acababa de hacerlo, le había pedido ayuda a la persona que menos hubiera querido ver en una situación así. O que menos hubiera querido ver en general. Me sentí avergonzando por tener que caer tan bajo. Era mi último recurso, uno al que no me hacía ni pizca de gracia recurrir. ¿Pero qué otra alternativa tenía? Los demás estaban en el bosque, llevarme el tomo conmigo sería ponerles una diana en la espalda.

Cogí aire y le hice una perdida para asegurarme de que lo leía antes de evaluar los daños del libro: el lateral de algunas páginas había quedado chorreando. Traté de serenarme. En Bastión Hueco —porque ahí era donde pensaba enviarlo— se encargarían de repararlo.

Y es que no podía permitirme perderlo. No ahora. No después de todos los sacrificios que había hecho para conseguirlo.

Corrí en dirección a la casa que le había dicho, más alejada del resto. ¿Qué por qué? Porque si Fátima no me había engañado con su mensaje, la hija del inventor seguía con ellos. Y éste, a su vez, estaba ahora con Alaric.

Era el lugar perfecto para un intercambio rápido. Y quizá así Loretta no tendría tiempo a rastrearme. Porque aunque estuviera sola, no sería capaz de hacerle frente en mi estado.

Pero desde luego las cosas no quedarían así entre nosotros. No lo permitiría.

Quizá, después de todo, sólo necesite que alguien la ayude.

Esperaría a la llegada del Maestro de Tierra de Partida y entonces le contaría la situación mientras le cedía el tomo de Piromancia:

Entrégueselo al Maestro Ryota o a la Maestra Nanashi —aclararía primero, antes de seguir—. Pertenecía a una bruja llamada Octavia. Parecía que las brujas estaban extintas, pero de algún modo han vuelto, al menos dos. Marcelline y Loretta, ambas están en esta aldea.

»Alaric, Fátima y Nikolai han ido al bosque —explicaría con seriedad, mirando en dirección a los árboles—. Y los dos últimos han ido a por la Bestia.

Callaría entonces, para ver que decía Ronin al respecto. Fuera lo que fuera me dispondría a marchar ya en dirección a dónde estaban mis compañeros, sabiendo que ya había perdido mucho tiempo en dar aquel rodeo para poner el libro a salvo.

Si Ronin no me acompañaba, le daría las gracias por haber venido y saldría corriendo en dirección al bosque. En caso contrario no dudaría en, por el camino, preguntarle acerca de todo lo que supiera de las brujas de aquel mundo.
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Re: [Castillo de Bestia] Un cuento antiguo como el tiempo

Notapor Drazham » Mar Mar 14, 2017 1:44 am

Fátima se puso a teclear como una loca en el móvil. Nikolai se quedó expectante, a la par que ella hacía lo mismo con su aparato y le cambiaba la cara a peor según pasaba el tiempo. Al final debió acordarse de que Alaric era un negado con la tecnología y decidió cortar por lo sano, llevándose el móvil a la oreja.

¿Alaric? —dijo tras un rato.

Consiguió hacerse con Alaric, aunque lo único que llegó a escuchar de la conversación —cosas de que solo se oyese a uno de los dos— fue a Fátima musitar algo sobre una rosa y… una bruja. Nikolai frunció el ceño.

Dejadme oírlo, por favor. ¡Oh, papá! ¿Por qué haría algo así?

La Maestra se lo pensó, pero cedió a su petición yactivó los altavoces para que todos escuchasen lo que Alaric tuviese que contar.

Sí, la bestia existe, es enorme y peligrosa. —Aclarado, pues; la historia de Enéas no eran delirios—. Pero creo que está siendo controlada de alguna manera por otra bruja, una con cuernos. Nos encontramos en mitad del bosque e intentaron atacarme, pero la rubia que busca la rosa apareció y me salvó. Creo que Maurice dijo que se llamaba...¿Marcelline?

Las facciones del rostro de Nikolai se tensaron al escuchar ese dichoso nombre. Otra vez.

Mierda —siseó entre dientes. Miró a Fátima y dijo—: Enéas me contó que fue ella la que les reveló la existencia del castillo.

Lo que podía significar que, con el intento fallido de Enéas y los demás, Marcelline estuviese involucrando a más gente del pueblo. El por qué y con qué fin lo desconocía, pero era evidente que con el asunto de la Bestia de por medio, resultaba un peligro para cualquiera.

Por favor, dejad que os acompañe hasta ese castillo. Confío en vosotros y en vuestro compañero, pero es mi padre. Si hay alguna forma en la que pueda ayudar... Estoy dispuesta a cumplir lo que haga falta.

Nikolai abrió y cerró la boca, viendo que los ojos llenos de decisión de Bella hablaban por si solos. Fátima buscó su mirada una vez más, pero no le dijo nada. No hizo falta, pues ya lo habían tratado antes en el manicomio. Ella vio potencial en Bella, y él le aseguró que no pondría pegas y pondría de su parte según lo que la chica decidiese al final.

Vamos a ir dirigiéndonos hacia el bosque y te lo explicaré por el camino. Nikolai, ¿te importa decirle a Saito que sabemos dónde está la Bestia y hacia dónde debe dirigirse?

Vale, quizás hubiese aceptado demasiado rápido en lo de no poner pegas.

Hizo de tripas corazón y se limitó a menear la cabeza. Se alejó unos pasos para que Fátima pudiese explayarse con Bella y buscó a Saito entre sus contactos de móvil. Mientras esperaba a que hubiese contacto, estuvo expectante de ambas chicas. Su caso fue diferente, pero nunca se paró a pensar que los nuevos reclutas tuviesen que digerir tanta información nueva en tan poco tiempo.

Si Saito contestaba a su llamada —de no hacerlo, le mandaría un mensaje rápido indicándole a dónde iban—, se mojaría los labios y diría:

¿Puedes hablar ahora? —Esperaría a que le contestase—. Escucha, Alaric ha encontrado a la Bestia en el bosque que hay en dirección al castillo. Fátima y yo estamos de camino para ayudarle. Si vas para allá, cuidado con la Bestia: es una criatura enorme que se asemeja a un oso.

Si no tenía nada más que decirle o preguntarle, colgaría y se uniría a Fátima y Bella para partir al bosque.

***


Suerte que las huellas del grupo de Alaric seguían frescas y tenían con que orientarse, porque el trayecto fue largo y había que aprovechar la poca luz del sol que se filtraba en el bosque antes de cayese la noche. Pero lo más inquietante fue el silencio sepulcral que reinaba. Por no oír, ni se sentía el ulular del viento o el zozobrar de las hojas.

Entonces, el silencio se quebró cuando una mole salida de la nada se desplomó sobre ellos. Nikolai ahogó una exclamación y se echó atrás antes de que la figura les arrollase y cayese al suelo como un saco de patatas.

Grande, negra, con unas impresionantes garras y el aspecto de un oso. Lo sorprendente fue que la criatura que yacía en el suelo, respirando agónicamente, fuese la viva imagen de lo que se imaginó cuando Enéas contó su versión de los hechos.

Ma... Adam...

Eran balbuceos ininteligibles, pero se trataba sin lugar a dudas de habla humana. ¿Acaso Enéas se refería con lo de que era inteligente a…?

Si queréis, continuad adelante. Voy a curarla para ver qué tiene que decir —les propuso Fátima mientras materializaba una guadaña.

¿Estás segura? —saltó Nikolai de inmediato.

Si solo es… bien. Si no quiere colaborar, me encargaré de ella. Solo será un momento, Bella. Pero si hay brujas cerca, sería mejor reunirse cuanto antes con Alaric y tu padre.

Nikolai soltó un pequeño bufido. No le gustaba para nada la idea de separarse. Dejarla sola con el monstruo ya de por sí le escamaba, pero tan maltrecho como estaba, lo que más le preocupaba en ese momento era el responsable de dejarlo en semejante estado, por no mencionar a las supuestas brujas de las que hablaba Alaric.

Luego lo meditó y pensó en que Alaric seguía cargando con un civil indefenso y que Bella estaría ansiosa por reencontrarse con su padre. Si la muchacha prefería ir directa al castillo, no lo quedaría otra que escoltarla y dejar a Fátima a cargo de la bestia. Siendo realistas, era la que mejor podía apañarse de ellos.

Te daré un toque cuando nos reunamos con Alaric y Maurice —le diría a Fátima antes de que se fuesen—. Si tienes problemas, avísanos lanzando un hechizo al aire si no puedes usar el teléfono.
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Re: [Castillo de Bestia] Un cuento antiguo como el tiempo

Notapor Denna » Vie Mar 17, 2017 12:38 am

Nikolai y Fátima


Bella escuchó en silencio y sin interrumpir el discurso de Fátima, aunque la Maestra sí que podía ver los cambios en su expresión. De la solemnidad a la sorpresa, y de la sorpresa a la fascinación. Al deseo. Al llegar a la parte de las responsabilidades, pero, no fue capaz de seguir sosteniéndole la mirada y la desvió hacia Nikolai en busca de algo de apoyo. Siguió callada.

Hemos perdido a muchos de los nuestros durante los últimos años…Piénsalo. Piénsalo bien. No necesitas convertirte en Caballero par salvar a tu padre. —La aldeana se limpió la nariz con el dorso de la mano—. Podemos hacerlo nosotros. Haremos lo posible por ayudarle, por averiguar qué ocurre con las brujas y la Bestia y ocuparnos de los Sincorazón.

¿Podéis prometérmelo? ¿Puedes, Fátima? —murmuró. La agarró de las manos con suavidad—. Yo... Estoy muy asustada ahora mismo —confesó—. No quiero precipitarme, de verdad. Lo consideraré por el camino. Primero quiero ver a papá y asegurarme de que vuelve a casa sano y salvo. Entonces te daré una respuesta.

Apretó los dientes e intentó sonreír.

Lo siento. ¡Tengo tantísimas preguntas!

Esperó por si Fátima quería decirle algo más. Por su parte, ella, avergonzada, no volvió a sacar el tema.

Y así se mantuvo hasta que encontraron a la bestia. Recuperada del espanto, Bella se echó atrás.

¿Ésa es la bestia...?

Si queréis, continuad adelante. Voy a curarla para ver qué tiene que decir.

¿Estás segura?

Si solo es… bien. Si no quiere colaborar, me encargaré de ella. Solo será un momento, Bella. Pero si hay brujas cerca, sería mejor reunirse cuanto antes con Alaric y tu padre.

Bella asintió.

Entonces tú tampoco te quedes sola mucho tiempo, por favor. —Miró la bestia de soslayo—. Ve con cuidado.

Te daré un toque cuando nos reunamos con Alaric y Maurice. Si tienes problemas, avísanos lanzando un hechizo al aire si no puedes usar el teléfono —dijo Nikolai antes de partir con la chica.

Ella no posó la vista al frente hasta mucho más adelante.

* * *


¿Te arrepientes?

Una vez Fátima quedó atrás, Bella no tardó mucho en romper el silencio. La tranquilidad del bosque era inquietante y, tras el torrente de información que le había caído encima a la aldeana, lo último que debía de querer era quedarse a solas con sus pensamientos.

Sonrió con timidez.

De formar parte de tu Orden, quiero decir. Lo único que he deseado siempre ha sido salir de este pueblo. Ver mundo. Hacer cosas por los demás y encontrar un propósito. Pero toda esta lucha, los... el precio que hay que pagar. ¿Vale la pena?

Bella sacudió la cabeza y suspiró.

Vuestros Maestros son crueles —dijo—. No creo que se den cuenta de ello, pero... ¿Cómo puedes descubrir que hay tantísimo ahí fuera y negarte a ir a verlo por ti mismo? Me estoy planteando dejar a mi padre por eso. A mi mundo.

Parecía interesada de verdad en la respuesta. Puede que el testimonio de Nikolai fuese crucial para su decisión, y tenía que medir bien sus palabras si no quería influir directamente en la opinión de Bella.

Continuaron el rastro de huellas de Alaric mientras conversaban, la chica con la mirada fija en las marcas del suelo. Y, de vez en cuando, en el cielo, con una expresión difícil de descifrar.

Habían avanzado unos pocos metros cuando vislumbraron de pronto la cúspide de una torre. El castillo estaba cerca.

¿Un hechizo? —se preguntó Bella, preocupada—. ¿Quién intentaría esconder un castillo entero?

No es tanto el quién, sino el por qué.

Ultimecia dibujó una mueca de altivez y levantaría las manos en cuanto Nikolai se pusiera a la defensiva.

Quieto. —Dio un paso atrás y, sin bajar los brazos, señaló el edificio con una cabezada—. Ese castillo se construyó hace mucho tiempo, ¿sabéis? Sirvió como base a los reyes Marianne y Edmond durante la primera Gran Guerra de las brujas. Ellos solos se las arreglaron no sólo para convertir este diminuto reino en una fortaleza, sino también para rechazar un asedio mágico durante décadas. Fascinante, ¿no os parece?

Bella cruzó una mirada nerviosa con el aprendiz.

¿Q-quién es...?

Eso no importa ahora. De momento, vuestra aliada.

Torció la boca al pronunciar la última palabra y sonrió, sardónica. La luz de la tarde que se filtraba entre las copas de los árboles reveló en su ropa y sus manos unas inconfundibles manchas rojas. Bella abrió mucho los ojos, pero la bruja no dijo nada al respecto.

Los planes de Arcana están dirigidos por la violencia y el descontrol —explicó, asqueada—, y yo no deseo formar parte mientras así sea. El castillo, ahora corrompido por la magia, es un punto clave para ella. Vuestros compañeros ya están dentro, pero no podrán —¿cómo decirlo?— resolver lo que ocurre ahí dentro solos. Todo volverá a su curso en cuanto os encontréis.

Ultimecia sonrió.

Tanto el amo del castillo como sus súbditos están sometidos a una maldición. Un hechizo inofensivo, en principio. Pero después de tanto tiempo, ¿quién sabe cómo reaccionaría al ver humanos de nuevo?

* * *


Muévete y te mato.

La bestia logró abrir un poco más los ojos y, despacio, movió la boca. Su respiración seguía siendo lenta y un poco menos errática. Permaneció inmóvil, sin embargo, y bajo el pelo de la cara Fátima tendría la certeza de que la estaba mirando.

Sé que puedes hablar. Dime quién eres, qué tienes que ver con la bruja y puede que me piense no matarte.

La bruja... ¿cuál de todas? —En el tono de la bestia se adivinaba una sombra de humor—. Ultimecia... ella fue la que me lo prometió.

Se revolvió en el suelo, con cuidado de no rozar la guadaña en ningún momento. Sus movimientos estaban libres de amenaza. Parecía más bien que quisiera lamerse las heridas.

Otro —gruñó, refiriéndose al bombón—. Por favor...

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Alaric


La perorata de Lumière, fruto de la conveniencia de Alaric, se vio interrumpida con la noticia de un tercer «invitado».

Chip brincó con entusiasmo.

¡Sí, había un humano más con ellos!

La última vez creo que estaba entrando en la sala que hay entre los dos tramos de escalera.

Será el salón de baile —reflexionó la señora Potts con cierto alivio. Seguramente no les hacía demasiada gracia que hubiera nadie vagando a solas por el castillo—. Por supuesto, que venga él también.

La idea de un acompañante fue más que bien recibida. Tras una breve pero intensa discusión entre Lumière y Din-Don, el primero dictaminó que el reloj llevaría a Alaric hasta su amigo y luego iría a por las flores.

Din-Don, irritado, le hizo una seña para que le siguiera. Maurice se despidió de él antes de entrar en la cocina, escoltado por el resto.

Parecía estar como en casa.

Din-Don siguió refunfuñando un rato más —hasta el final del pasillo, de hecho—, pero terminó por desistir. Luego le lanzó una mirada furtiva. Carraspeó.

Así que... habéis venido a por una rosa. Aquí. —La sutileza no era su punto fuerte—. No es que quiera parecer descortés, pero ¿no es mucha molestia para una simple flor?

Como si unos ojos invisibles le observaran, Din-Don bajó la voz:

Y, esto... ¿Cómo habéis encontrado el castillo? Hace mucho que no viene nadie y e-e-el amo... Bueno, le interesaría saber que puede venir... cualquiera.

Din-Don soltó una risita que pretendía aliviar la tensión y se apresuró en bajar las escaleras. Las puertas del salón de baile estaban entreabiertas.

Y Jean en ninguna parte. Con la habitación a oscuras y un intenso olor a cerrado, Alaric apenas podría distinguir una gran sala circular, rodeada de columnas y unas grandes cortinas llenas de polvo. El único rastro de la presencia del cazador era su ballesta, tirada en el suelo de cualquier manera.

V-v-v-vaya, ¿dónde habrá ido...? —preguntó Din-Don, retrocediendo rápidamente—. Se... ¿Seguro que estaba aquí? Y-y-yo... A lo mejor se... ha ido... ¡Os advierto que no está nada bien que c-c-campéis a vuestras anchas! —exclamó enfadado—. ¡Canallas! ¡Rufianes!

Pero, por encima de toda la palabrería, se le notaba inquieto. Asustado. Mucho más de lo que Alaric pudiera estar.

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Saito


Ronin esperaba delante de la casa del inventor con los brazos cruzados. Se dio la vuelta en cuanto Saito se acercó y evaluó su pobre estado.

¿Qué es lo que pasa? Tu mensaje no podía ser más confuso —comentó. Tenía el ceño fruncido entre la preocupación y la irritación—. Déjame ver ese libro... y, eh, ¿necesitas curación?

Una respuesta afirmativa y Ronin desplegaría un hechizo sobre él. Si se lo pedía, quizás le entregara un Éter o dos. Entre tanto, le tendió la mano para recoger el tomo. Lo hojeó por encima y su semblante ensombreció todavía más.

¿De dónde ha salido esto?

Entrégueselo al Maestro Ryota o a la Maestra Nanashi. —El Maestro de Maestros arqueó las cejas ante el tono de Saito. No estaba muy acostumbrado a que un aprendiz le diera órdenes. Con todo, no dijo nada—. Pertenecía a una bruja llamada Octavia. Parecía que las brujas estaban extintas, pero de algún modo han vuelto, al menos dos. Marcelline y Loretta, ambas están en esta aldea.

Brujas —repitió. Con un suspiro, cerró el libro y lo guardó bajo el brazo—. ¿Dónde están tus compañeros, Saito? ¿Cómo lleváis el tema de la bestia?

Alaric, Fátima y Nikolai han ido al bosque. Y los dos últimos han ido a por la Bestia.

Confiaba en que ya hubiérais solucionado eso. Y ¿dices que Alaric no está con ellos?

Cansado, Ronin se pasó una mano por los ojos y volvió la vista atrás. Tenía un Portal de Luz abierto a sus espaldas.

Luego se giró hacia Saito de nuevo.

Es la primera vez que oigo hablar de brujas en este mundo —confesó—. Bueno, más o menos. Voy a dejar este libro en Tierra de Partida. Ryota podrá encargarse de arreglarlo y estudiarlo —añadió, quizás para tranquilizarle—. Por otro lado, me inquieta lo que está pasando en este mundo, sea lo que sea. Mientras yo pongo el tomo a salvo e intento avisar a Lyn, ve y reúnete con tus compañeros. Si necesitáis ayuda, llamadme y vendré, con o sin ella. ¿Entendido?

Antes de desaparecer por el Portal, Ronin le llamó de nuevo.

Saito, os lo digo muy en serio. No os acerquéis al castillo que hay en el bosque. Ninguno de vosotros, ni siquiera Fátima.

»Id con cuidado.


* * *


La caminata por el bosque, aunque breve si se había dado prisa, fue interrumpida por voces familiares. Al menos, una de ellas. Saito dio con Fátima, guadaña en mano y con la bestia acorralada a sus pies.

Ésta hablaba con dificultad. Más o menos recuperada, prosiguió bajo un esfuerzo sobrehumano sin dejar que la llegada del aprendiz le interrumpiera:

Hablaré. No me importa traicionarla. Ultimecia... ella mintió desde el principio. No puede curarme. No puede volverme humano otra vez... Quería usarme como arma para hacerse con este lugar. Las cosas que dijo...

»Pero la otra... Es ella, no cabe duda. La reconocería en cualquier parte, con cualquier disfraz. Fue la que me convirtió en... esto.


Ladeó la cabeza bajo una enorme pata.

Yo antes vivía aquí... En el castillo. Si no hubiese intentado atacarla todavía seguiría ahí. Como una bestia, sí... pero ahí. Con ellos. Lo único que quería era regresar, y habría hecho lo que fuera por conseguirlo. ¿Quién me mandaría... confiar en una bruja?

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Re: [Castillo de Bestia] Un cuento antiguo como el tiempo

Notapor H.S Sora » Lun Mar 20, 2017 12:27 am

Al llegar, el Maestro de Tierra de Partida ya estaba esperando de brazos cruzados en el sitio en que le había citado. Lo saludé y me quedé mirándole a la espera de que me diera pie para empezar mi explicación.

¿Qué es lo que pasa? Tu mensaje no podía ser más confuso —Abrí y cerré la boca, algo sorprendido. ¿Cómo que confuso?—. Déjame ver ese libro... y, eh, ¿necesitas curación?

Me quedé algo parado al ver que parecía decirlo en serio. Sopesé mis opciones, mientras sacaba el libro de la bolsa. Nos acompañara o no, había una bestia suelta… y mi paso por la sede de la Orden de los Vigilantes me había dejado exhausto.

Un escalofrío me recorrió la espalda a modo de aviso, imaginándome lo que pasaría si volvía a encontrarme con Loretta sin tener una gota de magia.

Sí, gracias —musité mientras notaba al momento un hechizo que sanaba mis heridas. Hice un esfuerzo para lo que venía a continuación—. ¿Podrías… darme un Éter?... Por favor.

Le di el tomo como muestra de buena fe. Y si me daba el objeto curativo, no dudaría en tomármelo al momento mientras lo hojeaba. Algo no debía estar bien con el libro, porque Ronin pareció preocuparse todavía más y me preguntó por la procedencia de éste.

Brujas.

Asentí con firmeza, mientras él cerraba el tomo y se lo guardaba. En mi interior, suspiré aliviado de que lo tuviera un Maestro. Aunque fuera Ronin, y aunque no quisiera admitirlo en voz alta, más allá del Maestro Ryota y de la Maestra Nanashi era el mejor candidato para custodiarlo.

No pareció muy contento al enterarse de que no habíamos terminado con la Bestia, y la verdad es que la cosa se nos había ido un poco de las manos. Me encogí de hombros cuando preguntó por Alaric.

Le expliqué lo único que sabía: que, infiltrado entre los cazadores, había ido con uno de ellos y el inventor al bosque. Y por mi parte, su rastro se había perdido ahí. Si Fátima y Nikolai habían ido en su busca, no podían tardar mucho en encontrarle.

Antes de que pudiera darme cuenta, el Maestro Ronin miraba el portal que tenía a sus espaldas. Parecía cansado, al menos comparado con las otras veces que le había visto. Y luego volvió a fijarse en mí.

Es la primera vez que oigo hablar de brujas en este mundo. Bueno, más o menos. Voy a dejar este libro en Tierra de Partida. Ryota podrá encargarse de arreglarlo y estudiarlo —cabeceé en su dirección, conforme—. Por otro lado, me inquieta lo que está pasando en este mundo, sea lo que sea. Mientras yo pongo el tomo a salvo e intento avisar a Lyn, ve y reúnete con tus compañeros. Si necesitáis ayuda, llamadme y vendré, con o sin ella. ¿Entendido?

Entendido.

Estaba dispuesto a irme a toda prisa, cuando el Maestro volvió a llamarme de nuevo.

Saito, os lo digo muy en serio. No os acerquéis al castillo que hay en el bosque. Ninguno de vosotros, ni siquiera Fátima.

»Id con cuidado.

Lo tendré. Pero… ¿qué pasa con ese castillo? —Tanto si me respondía, como si no, añadiría—. Gracias por venir tan rápido.

Mientras perdía la casa del inventor de vista, y empezaba a pensar en por qué viviría alejado de las demás casas de la aldea, el teléfono sonó. Llevé mi mano al bolsillo y tras comprobar que no me seguía nadie, saqué el aparato.

Arrugué el ceño al ver que se trataba de Nikolai.

¿Puedes hablar ahora?

Más o menos. Dime.

Apreté el paso, por si había alguna muchedumbre enfurecida al acecho.

Escucha, Alaric ha encontrado a la Bestia en el bosque que hay en dirección al castillo. Fátima y yo estamos de camino para ayudarle. Si vas para allá, cuidado con la Bestia: es una criatura enorme que se asemeja a un oso.

Sí, he visto el mensaje de Fátima —comenté, algo extrañado—. Pero gracias por la descripción de la Bestia. Lo tendré en cuenta, acabo de ocuparme del tomo, por lo que ya voy con vosotros.

»No se si habréis leído el mío, pero tened también cuidado. Loretta y Marcelline son brujas, y a saber lo que estarán planeando.

Colgué, al no tener nada más que añadir. Primero Ronin y ahora Nikolai, la misión iba a ser de lo más completa en cuanto a gente con la que me sentía incómodo.

Cogí aire, y me di toda la prisa que pude. Quizá porque ya me encontraba en las condiciones óptimas para correr, o porque un pensamiento se repetía de manera constante en mi mente.

«Ni siquiera Fátima»


No le des más importancia. De todos modos, ya han dicho que van al bosque para ayudar al otro.

Lo sé pero...

Me sentía intranquilo. Había algo en todo este asunto que no sabíamos y que, ya tuviera relación o no con las brujas, no hacía más que alimentar un mal presentimiento.

* * *


La voz de Fátima empezó a escucharse en mitad del bosque, sobresaltándome.

Durante todo el camino había tenido miedo de encontrarme con algo que no fueran mis compañeros, pero ahí estaban. Busqué la dirección, algo desorientado por todos los árboles que me rodeaban y acabé atravesando una maraña de arbustos para dar con ella.

Pero sólo estaba ella. Al menos, era la única humana. Algo estaba en el suelo, abatido y con el filo de la guadaña de la Maestra bordeando su cuello. Al fijarme mejor, pude comprobar como era inmenso y cubierto de pelaje oscuro.

Como un oso, había dicho Nikolai.

¿Qué está pasando?

Avancé hasta sus posiciones. La Bestia estaba muy herida, pero lo que se me hacía más raro de todo era que Fátima estuviera sola. Pegué un brinco cuando el animal habló, como si nada. Tal y como se me había presentado la escena, ésta no hacía justicia a los rumores que se habían esparcido por la aldea.

«La gente habla de un monstruo»


Hablaré. No me importa traicionarla. Ultimecia... ella mintió desde el principio. No puede curarme. No puede volverme humano otra vez... Quería usarme como arma para hacerse con este lugar. Las cosas que dijo…

»Pero la otra... Es ella, no cabe duda. La reconocería en cualquier parte, con cualquier disfraz. Fue la que me convirtió en... esto.

Hablaba de dos brujas… ¿se referiría a Marcelline y Loretta? Seguí escuchando, tratando de no pasar ninguno de los detalles de su historia por alto. Me aterraba que, después de todo, pudiera haber más brujas camufladas en la aldea. Porque si Marcelline y Loretta habían resultado serlo casi de la nada, ¿quién aseguraba que no existieran más?

Miré a la criatura con lástima. ¿Por qué…?

Yo antes vivía aquí... En el castillo. Si no hubiese intentado atacarla todavía seguiría ahí. Como una bestia, sí... pero ahí. Con ellos. Lo único que quería era regresar, y habría hecho lo que fuera por conseguirlo. ¿Quién me mandaría... confiar en una bruja?

...¿me sentía identificado con él? Respiré hondo. Una lágrima bajó por mi rostro.

Nadie —respondí, tratando de mostrarme conciliador—. Y por desgracia, no puedes seguir culpándola de todo. Sé cómo te sientes.

Miré a Fátima esperando que todavía tuviera la guadaña cerca de él, y me acerqué un poco más al lado de la criatura.

Yo también lo hubiera dado todo por volver con los que me importan… pero eso no justifica nuestros actos. Ni los tuyos, ni los míos. Se han perdido vidas, gente que no volverá.

»¿Quieres redimirte por lo que has hecho? Todavía no es demasiado tarde. Si nos cuentas todo sobre las brujas, sobre cómo acabaste así. Sobre lo que pasa en ese castillo y en la aldea… quizá podamos ayudarte a volver.

Cogí aire. Si su único propósito era volver al maldito castillo, no podía ser demasiado complicado hacerle feliz. Escucharía su respuesta, esperando que colaborara y me alejaría un poco para hablar con Fátima.

Mira como está. A duras penas puede hablar y no es un Sincorazón. ¿Qué crees que deberíamos hacer? Gastón y compañía vendrán pronto para la cacería. En su estado, lo cogerán y…

»Bueno, tu tienes la última palabra.

Una vez hubiéramos resuelto el tema de qué hacer, le preguntaría por la ubicación de Nikolai, Alaric y Bella.

Abrí los ojos de soslayo ante su respuesta.

¿Qué? No, no pueden haber ido ahí. ¿Cómo has podido dejar que se fueran solos?

Me puse a caminar en círculos, llevándome las manos a la cabeza.

Hace un momento le he dado el tomo a Ronin y me ha dejado muy claro que no nos acercásemos a ese castillo. Ninguno. ¿Qué deberíamos hacer? Si le tiene tanto recelo por algo será.

»Se ha ido a avisar a Lyn de lo de las brujas, quizá no tarde demasiado en volver… pero aún así no veo claro lo de ir sin ellos. Cuando estuve dentro, los Sincorazón salían a borbotones. ¿Deberíamos llamarles y esperar?


Esperé a la respuesta de Fátima y la seguiría hiciera lo que hiciera. Confiaba más en su juicio que en el mío, pero llegados a ese punto yo ya no sabía qué pensar.
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Re: [Castillo de Bestia] Un cuento antiguo como el tiempo

Notapor Suzume Mizuno » Lun Mar 20, 2017 2:50 am

¿Podéis prometérmelo? ¿Puedes, Fátima? —murmuró Bella, cogiéndola de la man. Fátima guardó silencio. No quería mentir. Podía prometer que intentarían encontrarlo, pero nada más—. Yo... Estoy muy asustada ahora mismo. No quiero precipitarme, de verdad. Lo consideraré por el camino. Primero quiero ver a papá y asegurarme de que vuelve a casa sano y salvo. Entonces te daré una respuesta.

Fátima le dio un apretón en el hombro.

Es la respuesta más inteligente. Si llegas a unirte, serás mejor Caballero que muchos cabeza de chorlitos que tenemos y nos sobran.

Lo siento. ¡Tengo tantísimas preguntas!

No pidas perdón. Es una elección que te cambia la vida. Nunca debes tomarla de forma precipitada. Nunca.

Al final, Nikolai y Bella decidieron continuar hacia el castillo. No se lo reprochó, pero más le valía darse prisa si quería asegurarse de que no les sucedía nada.

Entonces tú tampoco te quedes sola mucho tiempo, por favor. . Ve con cuidado.

Lo haré. Vosotros también.

Te daré un toque cuando nos reunamos con Alaric y Maurice. Si tienes problemas, avísanos lanzando un hechizo al aire si no puedes usar el teléfono.

Gracias. Lo mismo os digo. Intentaré ir cuanto antes.

La bestia se recuperó cuando le metió el bombón en la boca. Al darse cuenta de lo que tenía contra el cuello, decidió quedarse quieto.

La bruja... ¿cuál de todas? —Le sorprendió notar… humor en su voz. Había esperado una inteligencia baja, no algo así. Titubeó, pero mantuvo firme la mano y la guadaña—. Ultimecia... ella fue la que me lo prometió.

Fátima apretó los labios. Aquel nombre no le sonaba de nada. La bestia se revolvió, sin que pareciera que fuera a atacar, con mucho cuidado para no cortarse. Quizás se retorciera por el dolor…

Otro. Por favor...

Fátima se lo pensó. Un movimiento en falso y podría partirle el cuello con un suspiro. Pero había algo tan lamentable, tan digno de lástima, en su postura, que cedió. Una y nada más, no fuera a curarse del todo.

Le tiró el bombón cerca de la boca y le dejaría moverse para comérselo.

¿Qué fue lo que te prometió? ¿Y por qué atacas a la gente?

Pero ahora que lo veía… Quizás… quizás fuera que la gente le atacaba a él.

Escuchó un frufrú tras ella y se volvió ligeramente al ver llegar a Saito. Asintió con la cabeza, indicándole que todo estaba bajo control, y volvió a prestar atención a la bestia.

Hablaré. No me importa traicionarla. Ultimecia... ella mintió desde el principio. No puede curarme. No puede volverme humano otra vez... Quería usarme como arma para hacerse con este lugar. Las cosas que dijo...

»Pero la otra... Es ella, no cabe duda. La reconocería en cualquier parte, con cualquier disfraz. Fue la que me convirtió en... esto.


Entonces como mínimo, si es que podían creer en sus palabras, habían confirmado la existencia de dos brujas. No le gustaba nada, nada, cómo se estaba tornando aquello.

Yo antes vivía aquí... En el castillo. Si no hubiese intentado atacarla todavía seguiría ahí. Como una bestia, sí... pero ahí. Con ellos. Lo único que quería era regresar, y habría hecho lo que fuera por conseguirlo. ¿Quién me mandaría... confiar en una bruja?

Fátima decidió que no convenía escucharle, por si acaso. Pero Saito intervino antes de que pudiera hacer ninguna otra pregunta.

Nadie Y por desgracia, no puedes seguir culpándola de todo. Sé cómo te sientes.

Intercambió una mirada, con el ceño fruncido, con él y esperó a que siguiera hablando, aunque no le hacía demasiada gracia que se acercara tanto.

Yo también lo hubiera dado todo por volver con los que me importan… pero eso no justifica nuestros actos. Ni los tuyos, ni los míos. Se han perdido vidas, gente que no volverá.

»¿Quieres redimirte por lo que has hecho? Todavía no es demasiado tarde. Si nos cuentas todo sobre las brujas, sobre cómo acabaste así. Sobre lo que pasa en ese castillo y en la aldea… quizá podamos ayudarte a volver.

No le mientas—espetó Fátima con voz grave—. No te vamos a prometer mentiras. No sabemos qué te pasa, ni siquiera si mereces que te ayudemos. Vinimos aquí a investigar qué pasaba con la Bestia y a eso nos limitaremos. Dime, ¿has invocado tú a los demonios negros? ¿La bruja te enseñó cómo hacerlo o la has visto manejarlos? ¿Cómo pretendía que una bestia, que no pasa nada desapercibida, fuera a hacerse con nada?

Le daba igual que con lo que le había dicho Saito fuera a colaborar. Si era cierto que la tal Ultimecia lo había engañado, sería suspicaz a promesas imposibles. Y daba igual su aspecto o sus motivos. Si había matado, tendría que pagar.

Mira como está. A duras penas puede hablar y no es un Sincorazón. ¿Qué crees que deberíamos hacer? Gastón y compañía vendrán pronto para la cacería. En su estado, lo cogerán y…

Fátima entrecerró los ojos, sin mover la guadaña.

Bueno, tu tienes la última palabra.

Fátima pensó. Pensó mucho qué hacer. Al final separó un poco la guadaña.

Dime, ¿por qué no puedes volver al castillo? Nadie sabe que haya uno por aquí, ¿es porque está encantado?—Esperaría a escuchar su respuesta—. Vamos a ir hacia allá en busca de cierta gente. Luego nos marcharemos de la aldea. Si es cierto que has traicionado a una bruja, estás solo, porque en breve vendrá una partida de caza a por ti. Pero si vienes con nosotros y no intentas… nada extraño, te protegeremos hasta aclarar lo que ha ocurrido. No te prometo nada más, ni solventar tu… transformación ni ayudarte a regresar. Solo protegerte mientras estés bajo mi custodia. ¿Entendido? Si no tienes nada que ver con esos demonios, entonces no te haremos nada.—Tragó aire—. ¿Cómo te llamas?

Si la Bestia se negaba a ir con ellos, Fátima no le permitiría alejarse. Sacaría la pistola y le ordenaría que se pusiera de pie a riesgo de dispararle contra un hombro. No sabían si decía la verdad o no, así que no podían dejarlo suelto. Quizás fuera un asesino. No quería tener la muerte de los cazadores, ni siquiera de Gastón, sobre sus hombros.
Cuando Saito le preguntó por los demás, respondió, sucinta, que habían ido al Castillo.

¿Qué? No, no pueden haber ido ahí. ¿Cómo has podido dejar que se fueran solos?

A ella se le formó un vacío de miedo en el estómago, pero se recuperó de inmediato. Cogió a Saito y lo detuvo con brusquedad cuando se puso a dar vueltas como un energúmeno, con las manos en la cabeza. ¿Qué le pasaba, cómo demostraba debilidad frente a una bestia así?

Hace un momento le he dado el tomo a Ronin y me ha dejado muy claro que no nos acercásemos a ese castillo. Ninguno. ¿Qué deberíamos hacer? Si le tiene tanto recelo por algo será. Se ha ido a avisar a Lyn de lo de las brujas, quizá no tarde demasiado en volver… pero aún así no veo claro lo de ir sin ellos. Cuando estuve dentro, los Sincorazón salían a borbotones. ¿Deberíamos llamarles y esperar?

Es lo que deberías haber hecho en cuanto supiste a dónde nos dirigíamos—dijo con sequedad, intentando contener la rabia—. ¡Vamos, rápido, los dos!

Sacó su móvil con la mano libre, sobre todo si estaba apuntando a la bestia pero incluso si no, iría preparada con la Llave Espada para defenderse, y mientras Saito se ocupaba de Nikolai, ella llamó a Alaric.

¡Alaric, saca a tus compañeros como sea de ahí, como si tienes que cargar con ellos! —exclamaría en cuanto se lo cogiera—. ¡Es una orden directa de Ronin, estar ahí es peligroso, date prisa!—Luego se volvería hacia la bestia—. ¿Qué hay en ese castillo? Dices que había gente dentro, ¿son peligrosos?

Si se topaban con el grupo de Bella y Ultimecia, Fátima detendría a sus compañeros y los haría mantener distancia, en caso de que no los hubieran descubierto, para escuchar qué estaba pasando. Sudaba tanto que se le pegaba la ropa al cuerpo y le costaba respirar. Tenía que llegar hasta donde estaba Alaric cuanto antes, ¡y ahora esto!

Si no se encontraban con ella, continuaría directa hacia el castillo. En caso de que Alaric no respondiera, le pondría el arma en las manos a Saito —si la bestia se había negado a ir con ellos— y diría:

Voy a ir a por ellos, no hay otra. Quedaos aquí fuera y no entréis bajo ningún concepto. Si es necesario, dejaré a Ondina con vosotros—miró a Saito, por si le decía que era necesario.

Luego correría al interior del castillo en busca de Alaric.

En caso de que Alaric hubiera afirmado que volvía, esperaría fuera… A menos que Alaric le hubiera dicho que necesitaba ayuda… o viera algo sospechoso dentro.
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Re: [Castillo de Bestia] Un cuento antiguo como el tiempo

Notapor Drazham » Mar Mar 21, 2017 2:45 am

A buenas horas se replanteaba si dejarla sola con esa cosa fue buena idea.

Nikolai siguió caminando a paso ligero, ojeando por encima de vez en cuando a Bella para comprobar que iba bien o si tenía que aminorar la marcha. Tuvo que controlarse varias veces para no virar la vista hacia atrás con tal de que la chica no se lo notase. O peor, le contagiase su inseguridad por haber dejado atrás a Fátima.

¿Te arrepientes?

No pudo evitar dar un respingo cuando Bella quebró el silencio que reinaba en el bosque. Genial, tanto esfuerzo para nada. Maldijo para sus adentros y le dedicó a la muchacha unos ojillos llenos de culpabilidad.

De formar parte de tu Orden, quiero decir.

Oh… —Boqueó, perplejo, al comprender.

Ni se le había cruzado por la mente que estaría hecha un lío con todo lo que estaría digiriendo sobre la Orden y la invitación de Fátima.

Lo único que he deseado siempre ha sido salir de este pueblo. Ver mundo. Hacer cosas por los demás y encontrar un propósito. Pero toda esta lucha, los... el precio que hay que pagar. ¿Vale la pena?

Nikolai meneó la cabeza. No podría haberlo dicho mejor: el precio a pagar por la Llave Espada. ¿Cómo resumirle algo que abarcaba más de lo que parecía y sin asustarla?

Es una pregunta complicada; cada uno de nosotros tiene sus circunstancias, como la situación en el lugar del que vienen, o si tienen allí algo o alguien que les ate, y eso hace que tengas que sacrificar más o menos si quieres unirte a la Orden —respondió. Aprovechó una breve pausa para mojarse los labios—. Yo, por ejemplo, no te sería el mejor ejemplo para comparar. Ni a ti ni a casi la mayoría de mis compañeros —admitió con un deje culpable. Ser de Ciudad de Paso era una ventaja abrumadora que muchos otros, de mundos en los que se desconocía lo que había más allá, carecían—. Pero sí es cierto que hay veces que me pregunto qué hago aquí y por qué no me planteé más a fondo la invitación de mi Maestra. Ya has visto con tus propios ojos a lo que tenemos que enfrentarnos, y los Sincorazón no son nuestro único problema. Es una labor dura, aunque… De no haber aceptado, no hubiese conocido a personas que valen la pena. —Sintió una punzada en el pecho al venirle la imagen de Saeko a la cabeza.

¿Cómo le estaría yendo? A estas alturas ya debería haber llegado a Tierra de Partida.

Vuestros Maestros son crueles —espetó de sopetón. A Nikolai le pilló tan desprevenido aquello que alzó las cejas y la miró, perplejo—. No creo que se den cuenta de ello, pero... ¿Cómo puedes descubrir que hay tantísimo ahí fuera y negarte a ir a verlo por ti mismo? Me estoy planteando dejar a mi padre por eso. A mi mundo.

Entonces empezó a comprender, y un suspiro se le escapó de entre los labios. Esta vez aminoró la marcha para hablar.

No serás la primera ni la última que piense de ellos así —dijo—. Entiendo a lo que te refieres, y esto no lo digo por defenderlos, pero hacen lo que hacen porque no les queda más remedio y necesitan más manos. Nuestras armas son las únicas que pueden destruir a los Sincorazón y evitar que vuelvan —le explicó—. Mira… Fátima hace poco que se convirtió en Maestra, por eso siente tanta empatía por tí e insiste en que lo medites. Se que cuesta después de que te hayan puesto la miel en los labios, pero tiene razón al decirte que es una elección que te cambiaría la vida.

»Por mi parte, el único consejo que te puedo dar es que te hagas esta pregunta antes de decidir nada: ¿qué es realmente lo más importante para ti?

Lo irónico es que a uno no le nacía de dentro hacerse esa pregunta hasta que era demasiado tarde.

***


Llevaron caminando durante un buen trecho, siguiendo las pisadas del grupo de Alaric, hasta que en el cielo se vislumbró lo que debían estar buscando: una torre lo bastante alta como para discernirse entre las copas de los árboles. Aun así, a Nikolai le resultó extraño. Dada su altura, deberían haberla visto mucho antes por el camino, incluso diría que poco antes de encontrarse a la Bestia.

¿Un hechizo?

Es posible.Muy posible. Un castillo no podía pasar tan desapercibido hasta el punto de que nadie en el pueblo supiese de su existencia.

¿Quién intentaría esconder un castillo entero?

No es tanto el quién, sino el por qué.

Alarmado, Nikolai se volteó a la velocidad del rayo y la localizó no muy lejos. La sangre se le heló por unos instantes al ver sus cuernos y experimentar uno de sus peores déjà vu hasta la fecha. Gracias a dios, su corazón se enlenteció un poco al ver que no vestía de negro.

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De todas formas, no era motivo por el que relajarse: cuadraba con la descripción de la bruja que les dio Alaric. Interponiéndose entre ella y Bella, se puso en guardia y alzó la mano con ademán de invocar la Llave Espada.

Quieto. —Nikolai se detuvo en cuanto esta dio un paso atrás. Huraño y todavía en posición, no apartó en ningún momento sus ojos de ella, pese a que le señalase en dirección a la torre—. . Ese castillo se construyó hace mucho tiempo, ¿sabéis? Sirvió como base a los reyes Marianne y Edmond durante la primera Gran Guerra de las brujas. Ellos solos se las arreglaron no sólo para convertir este diminuto reino en una fortaleza, sino también para rechazar un asedio mágico durante décadas. Fascinante, ¿no os parece?

Arqueó las cejas ante la pequeña clase de historia que les dio la bruja, sin saber muy bien que es lo que se proponía. Aunque sí se quedó con lo de esa supuesta guerra de brujas.

¿Q-quién es...?

Eso no importa ahora. De momento, vuestra aliada.

Nikolai esbozó una mueca hosca y gruñó:

Eso permíteme dudarlo. ¿O me vas a explicar por qué tú y esa bestia atacasteis hace poco a un hombre que pasaba por aquí?

No le gustó nada esa pérfida sonrisa que se le escapó a la mujer de entre los labios. Sin embargo, su atención cambió de inmediato a las manchas sangrientas que poblaban sus ropas y manos. La primera visión que le vino a la cabeza fue la de la bestia, herida y moribunda, que se encontraron.

¿… Había sido ella la responsable?

Los planes de Arcana están dirigidos por la violencia y el descontrol —«¿Quién?»— , y yo no deseo formar parte mientras así sea. El castillo, ahora corrompido por la magia, es un punto clave para ella. Vuestros compañeros ya están dentro, pero no podrán —¿cómo decirlo?— resolver lo que ocurre ahí dentro solos. Todo volverá a su curso en cuanto os encontréis.

Nikolai frunció el ceño.

¿Qué quieres decir?

Tanto el amo del castillo como sus súbditos están sometidos a una maldición. Un hechizo inofensivo, en principio. Pero después de tanto tiempo, ¿quién sabe cómo reaccionaría al ver humanos de nuevo?
Espera, ¿el castillo, además de embrujado, tenía habitantes?

Chasqueó la lengua. Ahora sí que tenía motivos de sobra para echar a correr hacía allí y sacar a los demás antes de que ocurriese nada. Pero no con la mujer delante. No se fiaba de ella, ni de ninguna endemoniada bruja en general por experiencias pasadas. Su mente trabajaba sin descanso para elaborar un plan de escape en caso de que les atacase, pero con Bella de por medio era muy arriesgado. ¿Y si se le ocurría usarla de rehén?

¿La otra opción? Ganar tiempo como fuese. Hasta que Fátima o alguno de sus compañeros les alcanzasen. Y en caso de que las cosas se torciesen y tocase luchar, encargarse de entretenerla lo suficiente y ordenarle a Bella que corriese hacia donde estaba Fátima.

Está bien. Si de verdad te consideras nuestra aliada, no te importará contestarme a unas preguntas —condicionó con aspereza—. La Bestia. ¿De dónde ha salido y qué tenéis que ver vosotras —tú, y la otra bruja rubia con trenzas— con ella?

»El castillo. ¿Qué se supone que es esa magia que lo hace tan importante y la maldición de los que lo habitan? ¿Son peligrosos?

»¿Y quién es esa Arcana de la que hablas? ¿Otra bruja?
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Re: [Castillo de Bestia] Un cuento antiguo como el tiempo

Notapor Astro » Mar Mar 21, 2017 2:33 pm

Según la tetara, Jean había entrado en el salón del baile. Los objetos vivientes discutieron un poco entre ellos (sobre todo el reloj y el candelabro), pero al final se decidió que Alaric y Din-Don irían a buscar al otro humano mientras Maurice (más feliz que una perdiz) se quedaría en la cocina con el resto.

Así que... habéis venido a por una rosa. Aquí. —El reloj parecía molesto, además de mostrarse cuidadoso con los humanos. Era el único de los objetos en hacerlo, tal vez por testarudo... ¿o por precavido?—. No es que quiera parecer descortés, pero ¿no es mucha molestia para una simple flor?

Sí, supongo. —Alaric se encogió de hombros. Tenía sus sospechas, claro, pero prefería no darle demasiadas vueltas si eso permitía ayudar a Maurice—. Pero alguien está dispuesta a pagar por una rosa de aquí, y Maurice necesita el dinero. Yo, bueno, solo intento que el viejo no acabe muerto.

Y, esto... ¿Cómo habéis encontrado el castillo? Hace mucho que no viene nadie y e-e-el amo... Bueno, le interesaría saber que puede venir... cualquiera.

¿Acaso antes no se podía...? No recuerdo que hiciésemos nada en especial, solo... Buscar por el bosque, y tampoco nos costó demasiado...

Qué raro. Estaba por el medio el encuentro con la bestia y las brujas, pero aparte de eso no habían utilizado nada especial para llegar. La risita nerviosa del reloj lo decía todo: debían ser la primera visita en mucho tiempo. Pero, ¿en cuánto?

Encontraron las puertas del salón de baile entreabiertas, pero a nadie dentro. De Jean, ni rastro. Lo único que encontraron entre polvo y oscuridad fue la ballesta del cazador. Alaric la recogió del suelo, con el ceño fruncido. Algo iba mal.

V-v-v-vaya, ¿dónde habrá ido...? Se... ¿Seguro que estaba aquí? Y-y-yo... A lo mejor se... ha ido... ¡Os advierto que no está nada bien que c-c-campéis a vuestras anchas! —exclamó enfadado—. ¡Canallas! ¡Rufianes!

¡JEAN, ¿DÓNDE ESTÁS?! —gritó el aprendiz, ignorando las protestas nerviosas del reloj—. Él no dejaría su ballesta tirada por ahí como si nada, hay que encontrarle.

Entonces, su móvil sonó. Con más naturalidad que antes, pero todavía con cuidado, respondió sin importante que estuviera presente Din-Don (él era un reloj viviente, seguía siendo lo más extraño de la sala).

¡Alaric, saca a tus compañeros como sea de ahí, como si tienes que cargar con ellos! —gritaba su maestra a través del aparato—. ¡Es una orden directa de Ronin, estar ahí es peligroso, date prisa!

¿Eh? ¡No puedo, el cazador que nos acompañaba ha desaparecido! Tengo que encontrarle. Además, hemos conocido a unos habitantes del castillo y... bueno, digamos que son inofensivos.

Si Fátima insistía, le diría que había dejado a Maurice en las cocinas del ala oeste, pero que él iría a buscar a Jean. Le pediría a Din-Don que le llevase a algún sitio que se le ocurriera que pudiera haber ido Jean desde el salón del baile, y si el reloj se negaba Alaric tomaría la decisión de explorar el ala este del castillo por su cuenta, ballesta en mano.

Jean era un pícaro y un interesado, pero se había mantenido fiable durante el camino del bosque. Alaric no pensaba dejarle allí solo a su suerte sin intentar buscarle antes al menos.
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Re: [Castillo de Bestia] Un cuento antiguo como el tiempo

Notapor Denna » Mié Mar 22, 2017 12:47 am

Fátima y Saito


La bestia emitió un gruñido de advertencia cuando Saito quiso sentarse a su lado, pero el filo de la guadaña le recordó su posición y optó por seguir quieto en el suelo.

¿Qué te hace pensar que sabes cómo me siento? —dijo, pero, en voz baja.

Tenía los músculos en tensión y ahora les miraba recelosa a ambos. Escuchó las palabras del chico con expresión mortificada.

¿Quieres redimirte por lo que has hecho? Todavía no es demasiado tarde. Si nos cuentas todo sobre las brujas, sobre cómo acabaste así. Sobre lo que pasa en ese castillo y en la aldea… quizá podamos ayudarte a volver.

No le mientas. No te vamos a prometer mentiras. No sabemos qué te pasa, ni siquiera si mereces que te ayudemos. Vinimos aquí a investigar qué pasaba con la Bestia y a eso nos limitaremos.

La criatura negó la cabeza.

Sólo la bruja que me hechizó podría levantar la maldición. Y no lo hará. Llevo mucho tiempo vagando por este bosque... más del que podáis imaginar —añadió, clavándole una gélida mirada a Saito—. Lo que ocurra en esa aldea o en el castillo no es cosa mía.

Dime, ¿has invocado tú a los demonios negros? ¿La bruja te enseñó cómo hacerlo o la has visto manejarlos? ¿Cómo pretendía que una bestia, que no pasa nada desapercibida, fuera a hacerse con nada?

Yo los... mataba. Me atacaban e intentaban dirigirse al pueblo. —Un tanto incómoda, la bestia se revolvió. Movió casi sin darse cuenta una de sus patas, revelando distintas cicatrices blancas. Otras marcas todavía eran recientes. Costaba verlas entre todo el pelaje y las manchas de sangre—. Cuando Ultimecia me encontró, la mayoría desapareció, pero... no creo que los controlara. No lo sé. Tampoco me contó sus planes, y yo no pregunté.

Luego apoyó la cabeza sobre el suelo, esperando su veredicto. No parecía dispuesto a luchar por su vida. Quizás no esperaba que Fátima fuera a matarle de verdad. Quizás no tenía fuerzas, a pesar de haber comido dos bombones. Puede que no le importara.

Apenas reaccionó cuando la guadaña dejó de amenazarle la cabeza. Exhaló el aire que había estado conteniendo, muy despacio, y estiró un poco el cuello.

Dime, ¿por qué no puedes volver al castillo? —El cambio de tema le alertó—. Nadie sabe que haya uno por aquí, ¿es porque está encantado?

Por la maldición —contestó, evasiva.

Vamos a ir hacia allá en busca de cierta gente. Luego nos marcharemos de la aldea. Si es cierto que has traicionado a una bruja, estás solo, porque en breve vendrá una partida de caza a por ti. Pero si vienes con nosotros y no intentas… nada extraño, te protegeremos hasta aclarar lo que ha ocurrido. No te prometo nada más, ni solventar tu… transformación ni ayudarte a regresar. Solo protegerte mientras estés bajo mi custodia. ¿Entendido?

La bestia pareció considerar la oferta mientras Fátima hablaba.

Esos cazadores vienen al bosque a menudo. No me encontrarán si yo no quiero ser encontrado.

Si no tienes nada que ver con esos demonios, entonces no te haremos nada. —La Maestra hizo una pausa, y la pregunta que formuló a continuación terminó de descolocar por completo a la criatura:—. ¿Cómo te llamas?

Tardó unos segundos en responder.

Arluin. Mi nombre... era Arluin.

* * *


Arluin no pareció muy sorprendido cuando Fátima extrajo la pistola y le apuntó con ella. Se levantó —no del todo, pues seguía demasiado herido— y les miró a los dos con una extraña tranquilidad.

Os acompañaré si insistís, pero no os equivoquéis. La maldición no me permitirá acercarme ni siquiera a las puertas del castillo.

No se quejaría si, aún así, querían que fuera con ellos. Después de todo, no tenía nada que perder. Se encaminaría hacia el castillo siguiendo los pasos de Nikolai y Bella, y de Alaric antes que ellos, con la pesadumbre de alguien que ha repetido la misma ruta muchas veces.

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Alaric


Din-Don empezó a protestar una vez Alaric colgó el teléfono, negándose por completo a llevarle a ninguna parte, pero las quejas duraron poco.

Atraída por todo aquel escándalo, una sombra aterrizó de un gran salto delante de ellos, cortándole el paso al aprendiz hacia el ala este.

Una bestia.

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¡¿QUIÉN ERES?! —bramó la bestia encarando al humano. Dominado por la rabia, recortó las distancias entre los dos. Se irguió cuan alto era, extendiendo las garras—. ¡¿QUÉ HACES AQUÍ?!

Aunque su furia no iba dirigida contra él, Din-Don soltó un gritito y retrocedió con disimulo detrás de Alaric. Con todo, asomó la cabeza para decir con voz aguda:

A-amo... Quisiera aprovechar p-p-para decir que... ¡Que yo no estaba nada de acuerdo con todo esto! ¡Pero Lumière no quiso escucharme! ¡A-así que acompañaba al viajero hasta la salida y..!

Un gran rugido terminó de acallar a Din-Don, que volvió a esconderse temblando. Si la bestia del bosque ya le había parecido grande y horrorosa, esta no tenía nada que envidiarle. Y era... ¿el amo del castillo?

El monstruo apenas esperó a que Alaric se excusara. Lo alzó en vilo por la capa hasta tenerle a la altura de los ojos. Era todavía más fuerte de lo que cabía esperar.

Así que un viajero —gruñó, repitiendo las palabras de Din-Don—. Tu viaje termina aquí.

Y con los gritos y las súplicas de Din-Don tras él, Alaric fue arrastrado por los pasadizos del castillo a manos de la bestia. Todo se volvió negro.

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Nikolai


Es una pregunta complicada; cada uno de nosotros tiene sus circunstancias, como la situación en el lugar del que vienen, o si tienen allí algo o alguien que les ate, y eso hace que tengas que sacrificar más o menos si quieres unirte a la Orden. Yo, por ejemplo, no te sería el mejor ejemplo para comparar. Ni a ti ni a casi la mayoría de mis compañeros.

Bella asintió y dijo con cuidado:

Pero dejaste atrás a tus seres queridos.

No quería acusarle de nada, eso era evidente tanto en su tono como en su expresión. De hecho, parecía incluso esperanzada, como si pudiese aprender de él. Emitió un leve «hmm» mientras escuchaba el resto, y sonrió con ensoñación cuando Nikolai mencionó a sus conocidos.

No serás la primera ni la última que piense de ellos así —explicó el aprendiz—. Entiendo a lo que te refieres, y esto no lo digo por defenderlos, pero hacen lo que hacen porque no les queda más remedio y necesitan más manos. Nuestras armas son las únicas que pueden destruir a los Sincorazón y evitar que vuelvan.

Hay sitios peores que esta aldea —asumió ella—. Con más Sincorazón y... esos otros problemas.

Mira… Fátima hace poco que se convirtió en Maestra, por eso siente tanta empatía por tí e insiste en que lo medites. Se que cuesta después de que te hayan puesto la miel en los labios, pero tiene razón al decirte que es una elección que te cambiaría la vida.

»Por mi parte, el único consejo que te puedo dar es que te hagas esta pregunta antes de decidir nada: ¿qué es realmente lo más importante para ti?


Pensativa, Bella volvió a hacer que sí.

Lo más importante... —repitió con un susurro.

Le agradeció el consejo con una sonrisa sincera y volvió a apretar el paso.

* * *


Otra sonrisa asomaba en los labios de Ultimecia, una mucho más frívola y arrogante.

Simple autodefensa —contestó a la pregunta de Nikolai respecto a Enéas y la bestia—. No es tan distinto a lo que hacéis vosotros, Caballeros. Aseguraros de que nadie descubre lo que tramáis.

Inquieta, Bella se quedó aparte y sin apartar los ojos de la bruja.

Está bien. Si de verdad te consideras nuestra aliada, no te importará contestarme a unas preguntas. La Bestia. ¿De dónde ha salido y qué tenéis que ver vosotras —tú, y la otra bruja rubia con trenzas— con ella?

Por supuesto. Es sencillo: tras el embrujo, un sencillo hechizo de tiempo, la bestia se volvió loca. Asesinó a sus padres y sometió al resto de habitantes del castillo —explicó, resuelta—. Arcana —a la que veo que ya conocéis—, fue la que hechizó el palacio para que nadie se acercara por error. Se estará haciendo vieja. Va a tocar renovarlo.

El castillo. ¿Qué se supone que es esa magia que lo hace tan importante y la maldición de los que lo habitan? ¿Son peligrosos?

Ultimecia resopló.

Tengo entendido que no. No lo sé, no estaba el día en que pasó. Y, de todas formas, no me extrañaría que la bestia los hubiera devorado a todos, a estas alturas. Han pasado... ¿Cuánto, doscientos años?

Doscientos... ¡Ésa es la época de la reina Marianne! —exclamó Bella con un deje de sorpresa—. ¿Entonces..?

La ira cruzó la expresión de la bruja, que alzó una mano amenazadora y convocó un torbellino de penumbras. Bella ahogó un grito y retrocedió pero, tan pronto como había aparecido, la magia se desvaneció. Ultimecia, con rabia contenida, le clavó una mirada asesina.

Un consejo desinteresado —siseó—: no mencionéis nunca, jamás, ese nombre en presencia de una hechicera. Se acabaron las preguntas. Arcana no sería tan compasiva, pero yo —añadió, recuperando la sonrisa de antes— soy vuestra aliada. Hasta la próxima vez que nos encontremos.

»Que va a ser muy pronto. Mateus os envía recuerdos.


Extendió el brazo y un agujero oscuro apareció a sus espaldas. Un Portal.

Ya podéis dejar de esconderos. Suerte, Portadores...

Sin que ninguno pudiera hacer nada, el cuerpo de Ultimecia y su magia desaparecieron, revelando delante de Nikolai y de Bella al grupo de Fátima y Saito, que habían llegado justo a tiempo de oír la última parte de la conversación.

El castillo esperaba.

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Alaric


La celda era fría, húmeda y exageradamente pequeña.

Alaric terminó de recuperar la consciencia en pocos segundos. Tenía la espalda y las piernas doloridas por el paseo, y un hilillo de sangre le goteaba en la parte trasera de la cabeza, pero ningún daño era demasiado grave. Ya tendría bastante de qué preocuparse para intentar escapar del castillo.

Una débil lucecita alumbraba el pasillo de las mazmorras. No había centinelas, ni siquiera la bestia. Se había limitado a encerrarle y a marcharse, dejándole solo. Más o menos.

Inconsciente pero vivo, Jean estaba tirado en la celda contigua. Más allá de su estado, no parecía herido —no más que el propio Alaric— aunque, por mucho que intentara llamarle, no despertaría. Aquella era la única prisión ocupada, aparte de la suya. Pero, a juzgar por la reacción de la bestia al encontrarle, podía suponer que muy pronto habría un tercer prisionero con ellos.

Los barrotes eran inamovibles, pero la Llave Espada podría abrirle la puerta. El problema recaía en tener que cargar con Jean, esquivar a la bestia, encontrar a Maurice y escapar. Sus compañeros estaban en camino, sí, pero ¿cómo le encontrarían? ¿Cómo podía advertirles sobre la bestia? Había perdido la ballesta y el teléfono...

¡Ey! ¿Estás bien? ¡Estás sangrando!

La vocecita de Chip le llegó desde el suelo.

El amo da mucho miedo, pero mamá asegura que es una buena persona —dijo, no muy convencido—. O al menos lo era. Pero sería hace mucho tiempo.

»¿Vas a ayudar al señor Maurice? No quiero que le haga daño.


Las mazmorras terminaban en unas escaleras de caracol que ascendían hasta la cúspide. Chip, pero, le indicó que bajara.

El comedor está en el piso de abajo. Si quieres... puedo acompañarte. ¡Te llevaré por un lugar seguro! —Brincó, esperando las órdenes de Alaric. A pesar de la gravedad de la situación, disfrutaba como sólo un niño pequeño podía hacerlo.

Tanto si Alaric aceptaba como si no, la tacita lo guiaría hasta las escaleras y le señalaría los tres caminos que se presentaban ante él.

El de la derecha lleva otra vez al vestibulo —informó Chip—. El central, siguiendo las escaleras hacia abajo, lleva a los jardines del amo. Queríais una rosa, ¿verdad? Ahí hay muchas. Y el camino de la izquierda lleva directamente al ala oeste, donde estaba el comedor. El señor Maurice debería seguir ahí.

Tres opciones. Ir al vestíbulo le permitiría poner a salvo a Jean cuanto antes, pero quizás aquello condenara a Maurice y la bestia diera con él. Pero si cargaba con el cazador, aparte de moverse mucho más lento, se arriesgaba a ser capturado de nuevo. Y luego estaba la opción de ir a por la rosa... ¿O era arriesgarse demasiado? ¿Todavía valía la pena quedarse más tiempo para una simple flor?

Fuera cual fuera, la decisión estaba en sus manos.

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Elegir el camino que lleva al vestíbulo hará que Alaric se encuentre con los demás justo después de lo que aparece escrito.


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Din Don paseaba por el vestíbulo, histérico, murmurando por lo bajo. El amo se había llevado al forastero bajo su vigilancia, y una corazonada le decía que la cosa no terminaría ahí. No sabía qué sería peor, si la inminente sarta de rabietas de Lumière o un posible castigo del amo.

¡Como si hubiera algún protocolo para esos casos!

El reloj resopló, consciente de que tanta tensión luego pasaría factura a sus engranajes. Tenía que calmarse. Armarse de valor, recurrir a Lumière y a la señora Potts —ella haría algo más que chincharle— y sacar a los involuntarios huéspedes de ahí.

Sí. Podía hacerlo. ¡Claro que podía hacerlo!

Tan ocupado estaba infundiéndose seguridad que no se dio cuenta de que las puertas de entrada se abrían una vez más. Petrificado, recorrió con los ojos al grupo de humanos que acababa de entrar.

Si todavía fuera de carne y hueso, se habría desmayado. Pero, como no lo era, optó por gritar y huir hacia el comedor en busca de refuerzos.

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Me remito a lo que pone arriba. La bestia-Arluin puede acompañaros y resolveros unas últimas dudas durante el camino, pero la maldición hará que desaparezca en cuanto se acerque sólo un poquito al castillo.

En cuanto a Din-Don, tened en cuenta que es un reloj y que podéis cerrarle el paso y, bueno, retenerlo cual rehén(?).

Por lo demás, ¡estamos muy cerca de terminar! Ánimo que ya estamos <3.


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Re: [Castillo de Bestia] Un cuento antiguo como el tiempo

Notapor Suzume Mizuno » Jue Mar 23, 2017 3:25 am

¿Qué te hace pensar que sabes cómo me siento? —susurró la Bestia.

Fátima suspiró para sus adentros. Se había imaginado algo así. A nadie le sentaba bien que alguien saliera de la nada y dijera que te entendía, fuera verdad o no. Si las cosas fueran tan fáciles, ella no tendría que esconder su condición.

Sólo la bruja que me hechizó podría levantar la maldición. Y no lo hará. Llevo mucho tiempo vagando por este bosque... más del que podáis imaginar —lanzó una mirada asesina a Saito—. Lo que ocurra en esa aldea o en el castillo no es cosa mía.

Fátima hizo su pregunta sobre los Sincorazón.

Yo los... mataba. Me atacaban e intentaban dirigirse al pueblo. —Les mostró cicatrices que tenía a lo largo de una pata. Algunas eran recientes. Otras, más antiguas. Pero podrían ser de lobos. No tenían por qué ser de Sincorazón—. Cuando Ultimecia me encontró, la mayoría desapareció, pero... no creo que los controlara. No lo sé. Tampoco me contó sus planes, y yo no pregunté.

Al final Fátima apartó la guadaña. No podía saberlo, pero parecía sincero. Si estuviera mintiendo quizás les habría dado una respuesta más elaborada. Le preguntó por el castillo.

Por la maldición.

«No jodas, campeón, eso podría haberlo deducido solita.»

Tenían que darse prisa, no le gustaba nada pensar que Bella y Nikolai podían estar entrando ya. Le hizo su oferta a la bestia, que pareció considerarla y al final respondió:

Esos cazadores vienen al bosque a menudo. No me encontrarán si yo no quiero ser encontrado.

¿Cómo te llamas?

No debían de hacerle esa pregunta a menudo, porque tardó en responder.

Arluin. Mi nombre... era Arluin.

Bien, Arluin, nos acompañarás. Si no haces nada, prometo no hacerte daño.—Sacó la pistola y Arluin se incorporó, sin resistirse.

Os acompañaré si insistís, pero no os equivoquéis. La maldición no me permitirá acercarme ni siquiera a las puertas del castillo.

En ese caso podrás irte en cuanto lo comprobemos. Te daré más de esos dulces para curarte si nos hablas de la Maldición y lo que nos espera dentro. Y ahora, andando.

Se sentía repulsiva, pero tenía que priorizar. Y ahora mismo quienes más le preocupaban eran Bella, Nikolai… Y el estúpido de Alaric.

Mi compañero está dentro del castillo y me ha dicho que sus habitantes son inofensivos—dijo. Pero también su compañero cazador había desaparecido, ¡y había dejado a Maurice en las cocinas del ala oeste! Se mordió la lengua con fuerza y continuó—: ¿En qué consiste la Maldición?

Entonces escuchó unas voces. Reconoció el timbre de Bella. Pero también había otra mujer de tonalidad mucho más grave. Apretó el paso, aunque no sin hacerle un gesto a los otros dos para que intentaran no hacer ruido.

Cuando se acercó lo suficiente para asomarse por un árbol, vio a Nikolai y a Bella frente a una mujer alta, con pelo gris y unos gigantescos cuernos. También un vestido rojo que no parecía apropiado ni de lejos para moverse por el bosque.

Tengo entendido que no. No lo sé, no estaba el día en que pasó. Y, de todas formas, no me extrañaría que la bestia los hubiera devorado a todos, a estas alturas. Han pasado... ¿Cuánto, doscientos años?

No sabía bien de qué estaban hablando, pero le puso los pelos de punta y decidió que no intervendría hasta que viera con claridad que Bella y Nikolai estaban en peligro.

Doscientos... ¡Ésa es la época de la reina Marianne! —exclamó Bella—. ¿Entonces..?

Fátima estuvo a punto de saltar y correr contra la mujer cuando la magia chispeó en el aire y apareció un torbellino de oscuridad. Bella retrocedió. Pero apenas sí habían parpadeado cuando la negrura se desvaneció.

Un consejo desinteresado —dijo la mujer, con ira apenas contenida—: no mencionéis nunca, jamás, ese nombre en presencia de una hechicera. Se acabaron las preguntas. Arcana no sería tan compasiva, pero yo soy vuestra aliada. Hasta la próxima vez que nos encontremos. Que va a ser muy pronto. Mateus os envía recuerdos.

Fátima miró a Saito e invocó su Llave Espada. ¡Los Villanos Finales! Pero, entonces, apareció un Portal tras la espalda de la mujer.

Ya podéis dejar de esconderos. Suerte, Portadores...

¿Estáis bien?

Esperó a que le explicaran lo que había pasado. Fátima se confundiría con los nombres y la presencia de la Villana en aquel lugar, pero en cualquier caso lo de que fuera aliada le sacó una sonrisa sarcástica. Sí, por supuesto, y la amenaza final de Mateus como beso de despedida, ¿qué?

Y había sabido que estaban ahí escuchando… Se estremeció. Luego señaló con el pulgar a Arluin.

Os presento a Arluin. Trabajaba para Ultimecia, aunque no me queda muy claro qué es lo que pretendía hacer. Arluin, el padre de Bella ha entrado al castillo. Y vamos a ir a sacarlo.—Respiró hondo—. Ya has visto que esa mujer se ha ido. Si tienes algo que decir, algo que pueda servir de ayuda, por favor, es el momento.

Sacaría otro bombón para ofrecérselo y lo dejaría marchar. Ahora que sabía que había Villanos por ahí y que Alaric estaba perdiéndose por el castillo, no tenían tiempo que perder.

****


Quieto ahí.

Coger al…¿reloj? Bueno, cosas más raras había visto (el País de las Maravillas, sin ir más lejos), no fue difícil.

Eh… Se…ñor, ¿has visto a un anciano y dos hombres, uno de ellos enorme, por aquí?—Tenía cara y las agujas eran como bigotes hasta cierto punto. Resultaba casi gracioso.

Pero tenían prisa, una maldita y horrible prisa. La suficiente para que Fátima no quisiera detenerse a admirar el inmenso vestíbulo o a sentir impotencia ante las penumbras (y el polvo) del mismo.

Les había dicho a los demás que deberían quedarse fuera y esperar a la llegada de Ronin —quien iba a echarle el rapapolvo de la historia pero ¿qué iba a hacer? ¿Esperar a que Alaric se las apañara por sí mismo?— y Lyn, pero no podía convencerlos de que se quedaran fuera. Menos cuando Arluin (probablemente) hubiera desaparecido, a menos que Saito y Nikolai hubieran aceptado quedarse a interrogarlo.

En cualquier caso, no había tiempo que perder.

Siento invadir este lugar. En cuanto los encuentre me marcharé. Por favor, indíqueme dónde están las cocinas del ala oeste.

Colaborara o no, se pondría en marcha ella sola. No podía ser tan difícil de encontrar… ¿No? Iría preparada con el tessen en una mano para defenderse, a sí misma y a Bella si la acompañaba.
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¡Gracias por las firmas, Sally!


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Re: [Castillo de Bestia] Un cuento antiguo como el tiempo

Notapor H.S Sora » Vie Mar 24, 2017 11:49 pm

Miré al suelo, aguardando en silencio mientras poníamos rumbo al Castillo. La pregunta que la Bestia me había hecho no dejaba de rondarme la cabeza. Y que Fátima no hubiera colaborado al tratar de ayudarme a acercarme a la Bestia no había ayudado en absoluto.

Y lo más desconcertante era toda la historia que nos contaba. La bruja de la maldición, cuyo nombre no había querido ni mencionar, era también la única que podía ayudarle a deshacerla. Y respecto a los Sincorazón… bueno, las marcas hablaban por sí solas.

El nombre de Ultimecia seguía repitiéndose, y reafirmaba una sensación de inseguridad. Aunque él dudaba que las controlara, que hubieran desaparecido con su llegada era, cuanto menos, algo digno de investigar.

¿Habría llegado entonces después de mi primera visita al mundo?

¿Crees que dice la verdad?

No parece que tenga mucho que perder.

¿Y si intenta salvarse a sí mismo?

Lo dudo. Yo preferiría la guadaña a vérmelas cara a cara con una bruja traicionada.

Dime, ¿por qué no puedes volver al castillo? Nadie sabe que haya uno por aquí, ¿es porque está encantado?

Por la maldición.

La manera tan escueta con la que le había respondido a Fátima era sospechosa. Si bien no era de esperar que se hubiera sincerado por completo… eso era extraño.

Vamos a ir hacia allá en busca de cierta gente. Luego nos marcharemos de la aldea. Si es cierto que has traicionado a una bruja, estás solo, porque en breve vendrá una partida de caza a por ti. Pero si vienes con nosotros y no intentas… nada extraño, te protegeremos hasta aclarar lo que ha ocurrido. No te prometo nada más, ni solventar tu… transformación ni ayudarte a regresar. Solo protegerte mientras estés bajo mi custodia. ¿Entendido?

Esos cazadores vienen al bosque a menudo. No me encontrarán si yo no quiero ser encontrado.

Enarqué una ceja. Por muy grande que fuera el bosque, seguía siendo una criatura enorme que se encontraba herida. ¿Cómo demonios pensaba esconderse de ellos? Quizá no todos fueran cazadores expertos, pero alguien sería capaz de rastrearlo.

Tarde o temprano.

¿Cómo te llamas?

Arluin. Mi nombre... era Arluin.

Bien, Arluin, nos acompañarás. Si no haces nada, prometo no hacerte daño.

Fátima sacó un arma de fuego, mucho más manejable que la guadaña y Arluin se irguió un poco. Parecía estar muy tranquilo, demasiado, como si nos ocultara algo. Y me incomodaba la posibilidad de que, aunque no estuviese en condiciones ni de incorporarse totalmente, estuviera tramando algo.

Os acompañaré si insistís, pero no os equivoquéis. La maldición no me permitirá acercarme ni siquiera a las puertas del castillo.

En ese caso podrás irte en cuanto lo comprobemos. Te daré más de esos dulces para curarte si nos hablas de la Maldición y lo que nos espera dentro. Y ahora, andando.

»Mi compañero está dentro del castillo y me ha dicho que sus habitantes son inofensivos: ¿En qué consiste la Maldición?

Las palabras de Fátima me hicieron pensar. Si lo que Alaric le había dicho a la Maestra de Tierra de Partida era cierto, ¿por qué el Castillo había quedado tan escondido a todo el mundo? Y desde luego, eso contrastaba completamente con lo que Ronin me había dicho.

Y entre la opinión de un novato y la del líder de Tierra de Partida…

***


Frené en seco al escuchar voces. La de Nikolai era la única que reconocía, y el eco del final de una frase no muy lejana. Y por ende la otra tenía que ser de la nativa, Bella. ¿Pero y la tercera? Fátima nos hizo un gesto para ir con más cautela, y nos apresuramos lo suficiente como para que las voces fueran ahora más nítidas.

Ella fue la primera en asomarse, a través de uno de los árboles que nos ocultaban.

Tengo entendido que no. No lo sé, no estaba el día en que pasó. Y, de todas formas, no me extrañaría que la bestia los hubiera devorado a todos, a estas alturas. Han pasado... ¿Cuánto, doscientos años?

Tardé un rato en imitarla, pegando un respingo en el acto. Su altura y los cuernos me hicieron ver un fantasma del pasado. Maléfica. Metí las manos en mis bolsillos para tratar de controlarme, pero seguía temblando.

Doscientos... ¡Ésa es la época de la reina Marianne! ¿Entonces..?

Se hizo un silencio truculento. El rostro de la mujer, que hasta el momento había mantenido una expresión pétrea, se torció en un rictus de ira. La oscuridad brotó de su mano, sobresaltando a todos los presentes.

Lancé una rápida a Fátima: ¿qué teníamos que hacer?

Pero no fue necesario intervenir. Tal y como había brotado la magia, se desvaneció. La mujer seguía con los restos de aquel momento de descontrol pintados en las palabras que salían de sus labios.

Un consejo desinteresado: no mencionéis nunca, jamás, ese nombre en presencia de una hechicera. Se acabaron las preguntas. Arcana no sería tan compasiva, pero yo soy vuestra aliada. Hasta la próxima vez que nos encontremos.

»Que va a ser muy pronto. Mateus os envía recuerdos.

El destello de luz de la Llave Espada de Fátima hizo que, por casi instinto, invocara la mía y la aferrara con fuerza esperando entablar combate. ¿Era un Villano Final? Cogí aire. Tenía la magia restaurada, y éramos tres Portadores y una Bestia malherida.

Algo podríamos hacer.

Un portal apareció, revelando las intenciones de la bruja.

Ya podéis dejar de esconderos. Suerte, Portadores...

Y con esas palabras se fue, antes de que alguno fuera capaz de intentar impedírselo.

¿Estáis bien?

Algo más calmado, escuché que era lo que Nikolai y Bella tenían que decir acerca de lo que acababa de pasar. La presencia confirmada de otra bruja, que además era conocida del Emperador, no era una buena noticia.

Y que no le hubiera importado nuestra llegada era igual de inquietante.

Os presento a Arluin. Trabajaba para Ultimecia, aunque no me queda muy claro qué es lo que pretendía hacer. Arluin, el padre de Bella ha entrado al castillo. Y vamos a ir a sacarlo. Ya has visto que esa mujer se ha ido. Si tienes algo que decir, algo que pueda servir de ayuda, por favor, es el momento.

Fátima emprendió la marcha con Bella. Por mi parte, si era cierto que Arluin no sería capaz ni de acercarse, decidí hacerle una última pregunta antes de irme. Cogí aire, era algo más que necesario para que la misión no acabara con un enorme vacío.

Las brujas, has mencionado dos. Ultimecia y la que te maldijo… ¿Cómo se llama la otra?

Esperaría a que respondiera para hacer una última pregunta.

¿Sabes más o menos cuántas brujas quedan?

Según lo que nos había dicho Ronin y lo que después había comentado Bella, la reina Marianne había hecho una verdadero exterminio de brujas. Pero ahora quedaba claro que no había conseguido acabar con todas, y ya estuvieran actuando o no en la sombra, dudaba de la benevolencia de sus acciones.

¿Pero qué era lo que querían ahora, después de doscientos años?

Miré con lástima a la criatura antes de partir tras Fátima. Lo que había querido decirle, quedó sustituido por una cabezada.

Espero que tengas suerte.

«¿Qué te hace pensar que sabes cómo me siento?»


Me callé, pero sabía que en lo más hondo de mí, que lo peor de las personas surgía a flote cuando no teníamos otra elección. Pero ahora no era momento para reflexionar sobre eso. Había un Aprendiz en peligro al que rescatar.

***


Fátima había entrado dentro, y nos había pedido que la esperáramos fuera. Eso nos dejaba a Nikolai y a mí en una muy, muy incómoda situación. Estábamos frente a las enormes puertas del castillo, y yo daba golpecitos con el pie a la espera de que sucediera algo. Y eso que no habían pasado ni cinco minutos.

Sin la Bestia de por medio, quedarnos ahí plantados era un poco exasperante.

Si Nikolai no había compartido demasiados detalles sobre lo sucedido momentos atrás en el bosque, aprovecharía para preguntarle por la información que me faltaba.

Y bueno… ¿qué habéis descubierto en el manicomio? ¿Y qué os estaba contando la bruja?

Respondiera o no, yo le contaría lo poco que había averiguado de Loretta y lo que Arluin nos había contado acerca de la maldición. Al poco rato no dudaría en volver a hablar.

Ronin y Lyn vendrán a ayudar dentro de poco... Y querían alejarnos fuera como fuera de este sitio. ¿Deberíamos entrar con Fátima antes de que ellos lleguen?

»Lo mismo podemos ayudarla a sacar de ahí a Alaric antes de que lleguen.

Esperaría a ver qué era lo que Nikolai tenía que decir al respecto. Fuera como fuera, con o sin su compañía, no dudaría en adentrarme en el inmenso vestíbulo, a tiempo de ver a Fátima ponerse en marcha.

Me daría prisa en seguirla, con la katana preparada por lo que fuera que podía suceder. En el fondo sabía que no era la mejor de mis ideas, pero no era momento para arrepentirse. Me sentía un poco responsable de que, a pesar de todo, hubiéramos acabado en el único sitio al que se nos había prohibido ir.

Pero era para intentar ayudar a Fátima, después de todo. Me limitaría a seguirla y a ver que era con lo que nos encontrábamos.
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Re: [Castillo de Bestia] Un cuento antiguo como el tiempo

Notapor Astro » Sab Mar 25, 2017 2:02 pm

Alaric se frotó la sien, dolorido. ¿Qué había ocurrido...? Al principio lo tuvo todo borroso, confuso, pero poco a poco fue recordando. Jean desaparecido, había hablado con Fátima, salió al vestíbulo para ir al ala este... Y entonces esa bestia apareció. El amo del castillo, le llamó Din-Don. Y con una facilidad pasmosa le dejó fuera de combate.

Tanto tiempo siendo el más grandote de la zona y, en un día, ya estaba empezando a tener complejo de bajito y flacucho entre tanta bestia enorme suelta por ahí.

Salió de su celda gracias a la magia de su llave espada, encontrando de paso a Jean en la contigua y liberándole también. Estaba inconsciente, pero vivo. Alaric miró en todas la direcciones, indeciso. ¿Cuál debía ser el siguiente paso...?

¡Ey! ¿Estás bien? ¡Estás sangrando!

Dio un brinco en el sitio, poniéndose en guardia, pero el susto pasó enseguida al descubrir que la voz era de la tacita rota que conoció junto a los demás objetos vivientes, Chip.

Oh, ¿esto? No es nada...

El amo da mucho miedo, pero mamá asegura que es una buena persona —Definitivamente, esa bestia era el amo del castillo—. O al menos lo era. Pero sería hace mucho tiempo.

»¿Vas a ayudar al señor Maurice? No quiero que le haga daño.


Con Jean al hombro, Alaric siguió a Chip hasta el final de las mazmorras, donde se encontró con unas largas escaleras. Habría sido un problema, de no ser porque contaba con un pequeño guía.

El comedor está en el piso de abajo. Si quieres... puedo acompañarte. ¡Te llevaré por un lugar seguro! El de la derecha lleva otra vez al vestibulo. El central, siguiendo las escaleras hacia abajo, lleva a los jardines del amo. Queríais una rosa, ¿verdad? Ahí hay muchas. Y el camino de la izquierda lleva directamente al ala oeste, donde estaba el comedor. El señor Maurice debería seguir ahí.

Vamos al ala oeste, pues. Tengo que sacar a Maurice de aquí antes de que tu amo le encuentre. Guíame, por favor.

Resultaba difícil moverse con Jean al hombro, pero tampoco podía dejarle aquí abandonado. Confiaría en que gracias a Chip encontraban rápido a Maurice y pudiesen largarse del castillo. Con un poco de suerte, los demás estarían al llegar.
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Re: [Castillo de Bestia] Un cuento antiguo como el tiempo

Notapor Drazham » Sab Mar 25, 2017 6:45 pm

Simple autodefensa —respondió la bruja con una desagradable sonrisa—. No es tan distinto a lo que hacéis vosotros, Caballeros. Aseguraros de que nadie descubre lo que tramáis.

Nikolai le dedicó una mirada de insuficiencia. Les conocía, y eso no le infundía mayor seguridad, pues lo más seguro es que ella también viniese de fuera. Y normalmente eso traía más complicaciones a las misiones.

Le lanzó sus otras preguntas, comenzando por el tema de la bestia.

Por supuesto. Es sencillo: tras el embrujo, un sencillo hechizo de tiempo, la bestia se volvió loca. Asesinó a sus padres y sometió al resto de habitantes del castillo —relató—. Arcana —a la que veo que ya conocéis—, fue la que hechizó el palacio para que nadie se acercara por error. Se estará haciendo vieja. Va a tocar renovarlo.

De modo que Marcelline no era más que un nombre falso. En fin, no le extrañaba que estuviese ocultando su identidad. Lo que importaba es que ella era la responsable de que el castillo estuviese maldito y que, por algún motivo, estaba mandando sutilmente a gente del pueblo hacia allí.

El otro problema, la bestia… Si se había adueñado del castillo, ¿qué estaba haciendo fuera? Luego recordó que la mujer dijo algo de un “amo” del castillo, con el que fijo que no se refería a la que Fátima, Bella y él se encontraron.

Después, pasó a preguntarle sobre los residentes del lugar.

Tengo entendido que no. No lo sé, no estaba el día en que pasó. Y, de todas formas, no me extrañaría que la bestia los hubiera devorado a todos, a estas alturas. Han pasado... ¿Cuánto, doscientos años?

Nikolai frunció el ceño. ¡Doscientos años! Para ser un sencillo hechizo de tiempo, era bastante duradero.

Doscientos... ¡Ésa es la época de la reina Marianne! —Saltó Bella—. ¿Entonces..?

Nikolai saltó de inmediato para ponerse frente a Bella nada más ver el remolino de oscuridad entre las manos de la mujer. No llegó a invocar su Llave Espada, pues la magia se deshizo al momento. Sin embargo, se mantuvo en guardia al notar esa ira contenida en su rostro.

Un consejo desinteresado —pronunció con una voz envenenada—: no mencionéis nunca, jamás, ese nombre en presencia de una hechicera. Se acabaron las preguntas. Arcana no sería tan compasiva, pero yo soy vuestra aliada. Hasta la próxima vez que nos encontremos.

»Que va a ser muy pronto. Mateus os envía recuerdos.


El gesto de Nikolai se crispó al escuchar ese nombre. Ese maldito nombre.

Una bruja aliada con los Villanos Finales era lo último que se esperaba.

Ya podéis dejar de esconderos. Suerte, Portadores...

¡Eh! ¡Espera…!

Tarde. El Portal que abrió la mujer se la tragó al instante y desapareció, revelando tras este a Fátima, Saito y… la bestia.

¿Estáis bien?

Nikolai asintió con vagueza, aun con los ojos clavados en el lugar en el que estaba el Portal hace unos segundos.

No creo que ella nos vaya a dar problemas, al menos de momento. Si lo que nos ha dicho es cierto, la que más me preocupa es Arcana… Marcelline —rectificó, pues ellos la seguirían conociendo por ese nombre—. Fue ella la que hechizó el castillo, y sea lo que sea que esté tramando, no me gusta ni un pelo: ya intentó mandar a Enéas y sus amigos al castillo para que le buscasen algo, y ahora pretende hacer lo mismo con Maurice.

Miró a la bestia negra con aire inquisitivo. Luego, rotó sus ojos hacia Fátima, esperando que le explicase lo que había pasado y cómo es que la tenían acompañándoles tal cual.

Os presento a Arluin. Trabajaba para Ultimecia, aunque no me queda muy claro qué es lo que pretendía hacer. Arluin, el padre de Bella ha entrado al castillo. Y vamos a ir a sacarlo. Ya has visto que esa mujer se ha ido. Si tienes algo que decir, algo que pueda servir de ayuda, por favor, es el momento.

Yo sí que querría inquirir en cierto tema. —Clavó una mirada vacía en “Arluin”. En ningún momento se le iba a olvidar que, supuestamente, la muerte de dos personas pesaban sobre él—. Ultimecia dijo que la bestia sometió al resto de habitantes tras el maleficio. Lo que no acabo de entender es que haces tú en el bosque si estás bajo el influjo de su magia y quien es ese supuesto “amo” del castillo que mencionó por encima.

Estuviese por la labor de responderle o no, procedería a moverse con el grupo en dirección al castillo. Más les valía que Ultimecia dijese la verdad con lo de los habitantes inofensivos, porque ya tenían demasiados quebraderos de cabeza como para sumarle alguno más.

***


Fátima fue la única que se internó en el castillo nada más alcanzar sus puertas. Nikolai no se opuso a quedarse afuera, a la espera de que Ronin y Lyn llegasen. Volvía a tener esa sensación incómoda dejándola ir sola otra vez, pero por la última advertencia del jefazo, acompañarla solo empeoraría las cosas para ella en cuanto se enterasen de que le habían desobedecido. Además, alguien tenía que quedarse con Bella.

Lástima que le estuviese resultando aún más incómodo por la presencia de Saito. Ni cinco minutos de silencio habían pasado para que este tuviese que romperlo por simple desquicio. O aburrimiento, tal vez.

Y bueno… ¿qué habéis descubierto en el manicomio? ¿Y qué os estaba contando la bruja?

A Nikolai hizo un mohín de crudeza al acordarse de ese puñetero lugar, y por lo que tendría que haber pasado Enéas allí.

Enéas nos contó que Marcelline, Arcana, les habló acerca del castillo en el bosque y que planearon saquearlo en buscas de algo de valor para marcharse del pueblo y cambiar de vida. Su grupo tuvo la desgracia de toparse con… Arluin, y el único que consiguió escapar fue Enéas —le explicó—. Ultimecia no ha hecho más que confirmarnos que Arcana es la que maldijo a los habitantes del castillo y que está tramando algo. Al menos, por cómo está atrayendo a gente inocente como Enéas y Maurice aquí.

Después de él, Saito compartió que es lo que había averiguado por el pueblo. En concreto, sobre Loretta. El rostro de Nikolai se fue ensombreciendo según le iba revelando los secretos que se estaba guardando la posadera. ¡Demonios, hasta ella era una bruja! O alguien que conocía de brujería y podía hacer un poco.

Eso significaba que Enéas también…

«Pero no tendría sentido. En su condición y tanto tiempo en el manicomio habrían dado para que causase una catástrofe. Y Loretta no le estaría ignorando si fuese el caso».

Ronin y Lyn vendrán a ayudar dentro de poco... Y querían alejarnos fuera como fuera de este sitio. ¿Deberíamos entrar con Fátima antes de que ellos lleguen?

Saito le sacó de sus pensamientos y se le quedó mirando con divergencia.

»Lo mismo podemos ayudarla a sacar de ahí a Alaric antes de que lleguen.

Abrió y cerró la boca, soltando al final un relincho. No podía negar que el asunto de la maldición y el amo del castillo le exasperaban, y que por cada minuto que Fátima seguía dentro, su preocupación incrementaba.

Yo no voy a dejar a Bella sola aquí fuera —le especificó, pero, su cabeza rotó ligeramente a las puertas del castillo—. Avisa por el móvil si tenéis problemas.

«Aunque no esperes que haga milagros con los Maestros si os pillan con las manos en la masa».

Vería a Saito marcharse con la conciencia turbia. Les iba a caer una bien gorda si Ronin se enteraba de lo que estaban haciendo. Lo peor de todo es que tenía la corazonada de que gran parte de la bronca se la iba a comer él por ser el primero que tuviesen a tiro.

Con todo, se encaró a Bella, tratando de ocultar todo rastro de preocupación y le dijo:

Escucha, Fátima se ha enfrentado a cosas peores de lo que pueda haber en ese castillo. Estoy seguro de que sacará a tu padre sano y salvo.

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Obviamente, si a Bella le entra el pánico y le da por irse corriendo al castillo, Nikolai la perseguiría.
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Re: [Castillo de Bestia] Un cuento antiguo como el tiempo

Notapor Denna » Lun Mar 27, 2017 1:25 am

Fátima, Nikolai y Saito


Quieto ahí.

El reloj soltó un chillido y trató de zafarse pegando patadas, pero tenía las piernas demasiado cortas como para conseguir nada. El ruido de engranajes moviéndose por el forcejeo quedó ahogado tras los múltiples «¡Quíteme las manos de encima!» y «¡Se va a arrepentir!», pero las amenazas no llegaron más lejos. La maldición no debía de tener contrapartes.

La maldición convirtió a todos los habitantes del castillo en objetos —les había explicado Arluin tras la desaparición de Ultimecia— pero no conozco todos los detalles. Yo... La bruja... Arcana —pronunció entre dientes— me transformó a mí el primero. Traté de atacarla, y por eso me desterró del castillo con un hechizo. No he vuelto desde entonces. Es... posible que las cosas ahí hayan cambiado. Sobre todo en el amo, como tú dices —añadió mirando a Nikolai—. El príncipe del castillo, hijo de la reina Marianne. Adam. Yo debería haber estado a su lado todo este tiempo.

Hizo una pausa, más para sí mismo que para ellos, y luego añadió:

Había una hechicera viviendo en el castillo. —Su voz se tiñó por la pena—. Ella era buena. Las brujas debieron de matarla, o las cosas serían ahora muy diferentes. No sé cuántas pueden quedar.

Ésas fueron sus últimas palabras. Saludó con la cabeza al grupo —si le sorprendió que lo dejaran con vida, no lo demostró— y dio media vuelta, corriendo a cuatro patas hacia la espesura.

Después de eso, Fátima entró sola en el castillo.

Eh… Se…ñor, ¿has visto a un anciano y dos hombres, uno de ellos enorme, por aquí? —preguntó apresurada. Las protestas del reloj se vieron silenciadas un momento—. Siento invadir este lugar. En cuanto los encuentre me marcharé. Por favor, indíqueme dónde están las cocinas del ala oeste.

Me... ¡Me temo que es muy tarde para ellos, eh... señorita! —exclamó, abriendo los ojos como platos—. ¡L-le recomiendo que se marche cuanto antes, el amo no está de humor para atenderla! Podría... volver... ¿más tarde, quizás...?

Pero la Maestra parecía tener otros planes, y Din-Don volvió a exclamar cuando echó a andar a pesar de su negativa. Si lo había soltado, corretearía tras ella.

¡Está bien, está bien! ¡La acompañaré! No vaya a... meterse en sitios que no debe. Puede que todavía podamos encontrar al an...

¡Fátima, espera! ¡Venimos contigo!

* * *


Bella había escuchado el relato de Saito perpleja. Descubrir el secreto de Loretta, sumado a la verdadera naturaleza de Marcelline, hizo que se volviera hacia Nikolai:

Tenías razón desde el principio —murmuró—. Siento haber dudado de ti antes. Así que... ¿Loretta está herida? ¿Qué vamos a hacer cuando volvamos a la aldea? ¿Cómo vamos a convencer a todos de que son brujas y...? ¿Y qué ocurrirá luego?

Entonces Saito les contó que iba a entrar. La chica, que había permanecido en silencio y pensativa hasta entonces, levantó la cabeza.

Yo también voy.

Escucha, Fátima se ha enfrentado a cosas peores de lo que pueda haber en ese castillo —terció Nikolai—. Estoy seguro de que sacará a tu padre sano y salvo.

Ella asintió

Lo sé, no es Fátima la que me preocupa. Bueno, un poco sí. Pero no me parece bien dejarla sola; todos estamos metidos en esto. Y se trata de mi padre... y Alaric es vuestro compañero. —Esperó a que Nikolai se decidiera y, en cuanto lo hizo, dibujó una pequeña sonrisa—. Va, si quieres puedes decirle a tu Maestra que yo te he obligado a acompañarnos.

Acto seguido echó a correr hacia la entrada, esperando que los chicos fueran tras ella.

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Alaric


Chip saltó con entusiasmo ante su respuesta. Miraba a Alaric con unos ojitos brillantes de admiración —toda la admiración que pudiera contener una taza de porcelana—. Seguramente lo veía como un caballero de cuento.

¡Genial! Q-quiero decir... ¡Vamos, sí! ¡Al comedor!

El niño encabezó la marcha, unos peldaños por delante por si escuchaba o veía a la bestia otra vez, pero no tuvieron ningún problema. A pesar del empeño que había puesto en dejarles encerrados, la vigilancia no era su punto fuerte. Eso... o ya había encontrado a Maurice.

Pero no lo parecía. A medida que descendían al ala oeste por unas escaleras que no dejaban de estrecharse, empezaron a oír música proveniente del comedor.

Es el gran festín —le contó Chip, un poco preocupado por el volumen—. A Lumière le gusta que todo sea a lo grande... incluso la comida para una persona.

El espectáculo debía de estar terminando, porque cuando Alaric llegó a la puerta ya no había música. El pasillo seguía vacío, y todo dispuesto justo como la última vez.

El comedor estaba tras las cocinas, que Chip pasó de largo a toda prisa. Maurice seguía ahí, sano y salvo, sentado en uno de los extremos de una mesa larguísima que ocupaba toda el salón. Había toda clase de platos estrambóticos dispuestos sobre ella, comidas que parecían imposibles a simple vista y, por supuesto, una gran veriedad de cubertería animada. El inventor, sorprendido ante su entrada, dirigió la vista hacia Jean.

¡Jean! ¿Qué le ha pasado? —preguntó alarmado—. ¿Estás bien?

Lumière ahogó una exclamación y se acercó a ellos. La señora Potts, en cambio, se quedó junto al hombre.

Sacrebleau! ¿Es eso sangre? ¿Dónde está Din-Don?

¡Chip! ¿Esto es cosa del amo?

Maurice bajó de su silla incluso antes de que Alaric le dijese nada. Chip subió a la mesa y corrió hacia su madre.

Había encerrado a Alaric y a su amigo en el piso de arriba —confesó—. No podía dejarles ahí, ¡no han hecho nada malo!

Disculpad lo ocurrido, no esperábamos que... —La señora Potts interrumpió su propia frase, disgustada—. Por favor, no se lo tengan en cuenta al amo. Será mejor que se marchen, les ayudaremos a escapar...

¿A escapar? —bramó una voz que Alaric sin duda reconocería. Una silueta monstruosa apareció unos metros detrás del Aprendiz—. El único sitio al que escaparéis ¡SERÁN MIS MAZMORRAS!

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Alertados por el eco de un grito terrible, Din-Don les señaló el camino al salón comedor.

Dentro encontrarían una escena estremecedora. Alaric estaba al otro lado de la habitación, cargando con el que debía de ser el cazador, y con Maurice junto a él, los dos ilesos a simple vista. Pero entre ellos y el grupo se encontraba una —otra— bestia.

¡Papá!

El monstruo se giró hacia ellos. Era más pequeña que Arluin, y quizás no tan alta, pero su aspecto era igualmente horrible. Con cuernos, melena y colmillos, no parecía ni un poco preocupado por que le superaran en número.

Fuera. Ahora son mis prisioneros —amenazó.

¿Prisioneros? ¡Nosotros sólo queríamos...!

¡SILENCIO! ¡NO TENÍAIS NINGÚN DERECHO A ENTRAR AQUÍ!

La bestia saltó hacia atrás y agarró a Maurice de la capa, aprovechándose de que Alaric cargaba con Jean y no tenía movilidad. El hombre sollozó, pero ni de lejos podía hacer nada contra semejante criatura.

¿Qué hacer? ¿Entablar batalla? La bestia estaba en tensión, pero no para pelear. Bella, Jean, todos los objetos y sobre todo Maurice corrían peligro de resultar heridos (o rotos) si lo hacían, pero no parecía que el amo del castillo fuera a dejarles marchar por las buenas.

¡Espera!

Bella se abrió paso entre los Portadores y dio un paso hacia la bestia. Ésta, que les daba la espalda a Alaric y Maurice, gruñó por lo bajo, pero permitió que se acercara.

A... Adam, ¿verdad? Suéltalo, por favor, él no te ha hecho nada —suplicó—. ¿Prisioneros, eso es lo que quieres? ¡Vale! Pues... cámbiame a mí por ellos. Pero déjales marchar, te lo ruego.

La oferta sorprendió a la propia bestia.

¿Tú...? ¿Harías eso por ellos?

Maurice empezó a llorar.

¡Bella, no! ¡No sabes lo que haces!

¡Tienes mi palabra! —dijo ella de inmediato—. Tan sólo... Déjales marchar. —Despacio, se dio la vuelta hacia Fátima, Saito y Nikolai, y negó con la cabeza. En silencio, moviendo los labios, les dijo algo a ellos también: «Por favor»—. Así.. Así estaremos en paz. Por salvar a mi padre en aquella ocasión, por salvarme a mí hoy, por proteger la aldea. Dejadme hacer esto.

El viejo tiene razón. No sabes lo que haces —dijo la bestia, recuperada del susto—. Serías mi prisionera. Para siempre. No saldrías de este castillo jamás, ni... volverías a ver a tu familia o tus amigos.

Bella asintió de todos modos.

¿Puedo despedirme de ellos?

En cualquier momento podían interrumpir, intentar convencer a Bella o incluso negociar con la bestia, pero la aldeana enseguida volvió hacia los Portadores dispuesta a disuadirles. Bajo la atenta mirada del amo del castillo, Alaric pudo reunirse con ellos también. Maurice seguía retenido, y los objetos guardaban silencio, inmóviles, ya fuera por miedo, sorpresa o curiosidad.

Por favor, coged a mi padre y marchaos —insistía Bella entre susurros, con voz temblorosa—. Proteged la aldea de las brujas. Yo... me escaparé en cuanto pueda —aseguró, y miró a Fátima a los ojos—. N-nos... Nos veremos en... Tierra de Partida. Pronto. Lo prometo, pero tenéis que confiar en mí.

Le puso una mano en el brazo a Alaric y parpadeó con fuerza.

Gracias por haberle protegido hasta ahora. ¿Podrías hacerlo una vez más?

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Re: [Castillo de Bestia] Un cuento antiguo como el tiempo

Notapor Suzume Mizuno » Mié Mar 29, 2017 5:07 am

Me... ¡Me temo que es muy tarde para ellos, eh... señorita! —respondió el reloj, con los ojos abiertos de par en pa—. ¡L-le recomiendo que se marche cuanto antes, el amo no está de humor para atenderla! Podría... volver... ¿más tarde, quizás...?

Fátima lo miró fijamente. Luego lo dejó en el suelo. Estaba aterrorizado y era evidente que no iba a resultarle de ninguna ayuda. Echó a andar con toda la firmeza que fue capaz en busca de las cocinas. Escuchó el taconeo de los pasitos del reloj, corrió tras ella.

¡Está bien, está bien! ¡La acompañaré! No vaya a... meterse en sitios que no debe. Puede que todavía podamos encontrar al an...

¡Fátima, espera! ¡Venimos contigo!

¡Pero por qué… estáis aquí!—masculló Fátima al ver que todos, ¡todos!, habían entrado.

¿Es que no habían podido sujetar a Bella? Fulminó a Nikolai y a Saito con la mirada. Pero no tenía tiempo para ponerse a discutir. Además, antes de que pudiera ni abrir la boca, un rugido, un aullido, les llegó desde lejos. A Fátima se le pusieron los pelos de punta y materializó la Llave Espada casi sin pensar. Para su sorpresa, el reloj decidió colaborar y los guió con toda la rapidez que le permitían sus patitas.

Si es que no los llevaba directos a una trampa, claro…

Abrieron una puerta y entraron a lo que debía ser el inmenso salón comedor del palacio. Fátima soltó uan exclamación, mezcla de alivio y angustia, al ver que Alaric estaba en el otro extremo. Llevaba a un hombre delgado y, a su lado, estaba Maurice. No daba la impresión de que ninguno estuviera herido.

Pero, entre ambos…

Aquella bestia no era tan grande como Arluin, ni tampoco parecía tan literalmente un oso. Era peluda y ancha como un toro, con cuernos y unos rasgos mucho menos distringuibles. Además, iba vestida. Hubo algo en toda aquella fiereza mezclada con una digna capa hecha a su medida que casi le arrancó una risita de desconcierto.

¡Papá!

La Bestia se giró hacia Bella y Fátima distinguió dos intensos ojos azules, cargados de inteligencia. Recordó las palabras de Arluin.

«—La maldición convirtió a todos los habitantes del castillo en objetos pero no conozco todos los detalles. Yo... La bruja... Arcana me transformó a mí el primero. Traté de atacarla, y por eso me desterró del castillo con un hechizo. No he vuelto desde entonces. Es... posible que las cosas ahí hayan cambiado. Sobre todo en el amo, como tú dices —dijo a Nikolai—. El príncipe del castillo, hijo de la reina Marianne. Adam. Yo debería haber estado a su lado todo este tiempo.»

Pues de príncipe…

Fuera. Ahora son mis prisioneros.

…tenía bien poco.

¿Prisioneros? ¡Nosotros sólo queríamos...!

¡SILENCIO! ¡NO TENÍAIS NINGÚN DERECHO A ENTRAR AQUÍ!

Fátima se preparó para atacar cuando Adam cogió a Maurice por la capa. Dio la impresión de que fuera a matarlo, pero parecía que solo quisiera…¿asustarlo? Pero con esas garras podría partirle la cabeza sin esfuerzo…

No podían arriesgarse a que le hiciera daño, pero si conseguía invocar a Ondina y conseguía que le pusiera la espada al cuello desde atrás…

¡Espera!

Bella los empujó a un lado para quedar al frente. Fátima quiso cogerla por un brazo, pero la Bestia no pareció que fuera a atacar.

A... Adam, ¿verdad? Suéltalo, por favor, él no te ha hecho nada —rogó la chica—. ¿Prisioneros, eso es lo que quieres? ¡Vale! Pues... cámbiame a mí por ellos. Pero déjales marchar, te lo ruego.

¡Qué!—chilló Fátima.

¿Tú...? ¿Harías eso por ellos?

Maurice, con razón, comenzó a sollozar:

¡Bella, no! ¡No sabes lo que haces!

¡Tienes mi palabra! —replicó Bella. Fátima, tras un primer momento de estupefacción, rechinó los dientes. ¡La muy estúpìda iba en serio!—. Tan sólo... Déjales marchar. —Bella se volvió hacia ella, negando con la cabeza. Fátima entornó los ojos. ¿Cómo podía ser tan estúpida, tan egoísta? ¿Es que no veía lo que estaba haciendo?—. Así.. Así estaremos en paz. Por salvar a mi padre en aquella ocasión, por salvarme a mí hoy, por proteger la aldea. Dejadme hacer esto.

El viejo tiene razón. No sabes lo que haces —dijo la bestia. Fátima resopló. A lo mejor no era tan salvaje como daba a entender—. Serías mi prisionera. Para siempre. No saldrías de este castillo jamás, ni... volverías a ver a tu familia o tus amigos.

¡Pero qué cojones estás diciendo!

¿En qué momento se habían vuelto todos locos?

¿Puedo despedirme de ellos?

Alaric pudo acercarse a ellos, pero Adam todavía retenía a Maurice. Bella se acercó.

Por favor, coged a mi padre y marchaos —suplicó con voz temblorosa—. Proteged la aldea de las brujas. Yo... me escaparé en cuanto pueda —La miró a ella, directa a los ojos—. N-nos... Nos veremos en... Tierra de Partida. Pronto. Lo prometo, pero tenéis que confiar en mí.

¿Y tú estás confiando en mí?—siseó—. Te dije que salvaría a tu padre. Me creíste. Confié en ti y ¿esto es lo que vas a hacer tú? ¿Condenar a tu padre a pesadillas, dejar que nosotros sepamos que te has quedado aquí solo porque quisiste hacerte la heroína? ¿Dejarías tú que una… una amiga hiciera algo así en tus narices?

¿Con esa Bestia? ¡NO! ¿Es que Bella no lo veía? ¿Es que no sabía lo que ese monstruo podría hacerle? Furiosa, la cogió de la mano y le puso la empuñadura de su Llave Espada en ella.

Por favor, si vas a abandonar a tu padre que sea por una buena causa de verdad. Jura defender los mundos y nunca hacer saber a nadie que existen y hazte Caballero. Si quieres ser una heroína o tener una muerte estúpida que al menos sea así, joder.

Si no entraba en razón, Fátima frunciría los labios.

¿Quieres que tu padre me odie? ¿Le salvé la vida solo para dejar que se llevaran a su hija? ¡Ningún padre quiere eso!

La echaría a un lado e indicaría a sus compañeros que se fueran. En especial a Alaric. Si no iban a ayudarla, se ocuparía ella sola. Se comería los bombones necesarios para lo que iba a hacer —o su último éter. Incluso el Elixir si era necesario— y señaló con un dedo a la Bestia.

¿No hay forma de negociar esto como seres racionales, alteza? Si quieres castigar puedes intentarlo conmigo. Mira, he entrado armada. —Tragaría saliva. Con suerte, la Bestia se habría vuelto hacia ella. De lo contrario, daba igual. Ondina podía aparecerse perfectamente detrás de Adam—.[color=#BF00BF]Te desafío a un duelo. Podría arrojarte a la cara un guante si lo tuviera pero…—Se encogió de hombros. Si la Bestia se negaba, entonces no le quedaría otra—. ¿Entonces no quieres castigar a una bruja?

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Sus ojos resplandecerían de un color azul al tiempo que entraba en el Estilo. No iba a andarse con chiquitas; esa criatura podía romperla en pedazos si no empleaba toda su magia. Invocaría a Gran Ondina detrás de Bestia que, esperaba, estaría más pendiente de ella e incluso con buenos reflejos Gran Ondina podría envolver el cuello de Adam y ponerle la espada al cuello para inmovilizarlo. Le exigiría que solotara a Maurice y se quedaría ahí hasta estar segura de que padre e hija hubieran abandonado el castillo.

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Entonces, si era necesario, pelearía contra la Bestia.

Pero si Gran Ondina no podía inmovilizar a Adam o este se negaba a soltar a Maurice, ordenaría que se interpusiera entre ambos para proteger al anciano y apuñara contra los hombros de la Bestia. Al mismo tiempo, crearía una Prisión de agua alrededor de la Bestia. No dudaba que la rompería en segundos pero eso no importaba. Solo necesitaba un instante para que se alejara de Maurice.

Correría hacia él y lo cogería por la capa, tirando hacia atrás. Si la Bestia intentaba detenerlos, haría que Ondina se interpusiera entre ambos y atacara contra sus piernas al tiempo que arrojaba contra él —esperando a que estuviera lo suficiente cerca para no fallar—, un Veneno Soporífero. Con su puntería sería difícil fallar.

Estaba furiosa, asqueada. Había vivido mil situaciones en las que había sido incapaz de hacer nada. Había visto morir a gente. Había perdido amigos. Y si alguien le atrevía a insinuarle que dejar que un monstruo se quedara con una chica para quién sabía qué… Esa persona estaba loca.

¡Bella, encerrándote y sacrificándote solo logras que la gente sufra por ti!—chillaría si veía que la chica todavía no había intentado escapar con su padre.

No deberían haber invadido el castillo no, y eso era su maldita culpa por no controlar mejor a Alaric. Pero por eso mismo no iba a permitir que Bella se quedara ahí. Si alguien tenía que cargar con las consecuencias, sería ella.

En caso de que Maurice o Bella resultaran heridos, les alcanzaría una Ultrapoción. Si la Bestia trataba de ir a por ellos, usaría un Tirabuzón fortalecido gracias a su Estilo y Gran Ondina atosigaría a su vez al monstruo. Intentaría hacerlo retroceder hasta el otro extremo de la sala y, bajo ningún concepto, dejarlo salir. También intentaría esquivar con toda su agilidad los golpes que pretendiera asestarle.

Si no podía controlarlo de una forma u otra, invocaría su Marea antes de que pudiera alcanzar a Bella o a Maurice, asegurándose de no rozar a ninguno de estos, y lo estamparía contra el techo con todas sus fuerzas.

Claro que, en el remoto caso de que se rindiera (y Fátima no hubiera usado toda su magia), esperaría junto a Ondina y llamaría por teléfono a Nikolai para asegurarse de que Bella y Maurice habían llegado sanos y salvos al exterior.

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Vale, resumiendo:

1) ¡Denna, tienes que poner cuántos PH y vida nos quedan!
2) Fátima se toma todos los bombones y el éter (o hasta el Elixir porque no sé cómo voy de magia) que tiene.

Acto seguido activa el Estilo (10 PH). 5 turnos y un aumento del 35% de daño con agua.

Invoca a Gran Ondina.

▪ Gran Ondina (HM) [Nivel 28] [Requiere Afinidad a Agua; Poder Mágico: 44]. Ondina, una esencia de agua, acude a las órdenes de Fátima con más fuerza que en su forma original y ataca con su espada de agua a los objetivos durante tres rondas. Puede ser dañada y rechazada, pero se reformará al poco tiempo para seguir peleando.

Si es necesario usa:

▪ Prisión de agua (HM) [Nivel 20] [Requiere Poder Mágico 40 y afinidad Agua]: el usuario invoca una burbuja de agua en la que encierra a un adversario; sólo se puede escapar de ella usando magia de igual o superior nivel. Dura dos turnos.
▪ Tirabuzón (HM) [Nivel 18] [Requiere Afinidad a Agua; Poder Mágico 25] [Personalizada] El usuario invoca dos anillos de agua de cincuenta centímetros de anchura y cuatro de longitud, que giran a su alrededor a modo de ligera defensa: pueden rechazar ataques físicos de hasta nivel 9. Después, puede convertirlos en hasta dos tirabuzones con los que embiste a sus enemigos.

En total 76 PH.

También le tira a Bestia: Veneno Soporífero.

Marea es parte del Estilo y no cuenta como gasto de PH:

▪ Marea (HM) [Nivel X] Fátima puede extender, en un radio de cinco metros, un géiser de agua que explota hacia lo alto, elevando y dañando a sus enemigos.

Y eso es tó. Adiós a inútilmente a mis cositas sniff.
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¡Gracias por las firmas, Sally!


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