[Castillo de Bestia] Un cuento antiguo como el tiempo

Trama de Fátima, Saeko, Nikolai, Saito, Piko y Alaric

Aquí es donde verdaderamente vas a trazar el rumbo de tus acciones, donde vas a determinar tu destino, donde va a escribirse tu historia

Moderadores: Suzume Mizuno, Denna, Astro

Re: [Castillo de Bestia] Un cuento antiguo como el tiempo

Notapor H.S Sora » Jue Ene 26, 2017 1:26 am

Lo primero que noté al abrir el cofre fue como la calor, que a medida que me había ido acercando había ido a más, me azoraba: ¿cómo era posible que semejante temperatura no derritiera el cofre? El poco contenido en su interior me hizo fruncir el ceño y es que por muy buenas que fueran las espadas lo tendría difícil para llevármelas. O eso pensé hasta que posé mis ojos sobre el libro.

Libro que palpitaba como si tuviera vida propia.

Si no fuera por ese detalle y la energía que salía de él, habría pasado por un libro normal y corriente de los de la época. Antiguo, con una cubierta marrón y lo más exótico que podría llegar a tener era una especie de llama en la portada.

Tras decidirme y guardar una de las espadas, traté de examinar el mayor de los tesoros que había encontrado. Pero en el momento que mis manos tocaron su cubierta, me sentí preso de una sensación asfixiante. Caí de rodillas al suelo, pero incapaz de soltar todavía el tomo.

Ahogué un grito mientras el fuego devoraba lentamente mis manos y subía sin control por todo mi ser. En un momento dado mis huesos se volvieron casi amarillos, y parecía que de un momento a otro me consumiría por completo volviéndome ceniza. Y no podía hacer nada.

Saito, ¿qué pasa?

Las llamas habían desaparecido y es que de hecho era como si nada hubiera pasado. Miré con escepticismo el libro. ¿Sería alguna clase de defensa mágica para evitar ladrones? El caso era que ahora ya no desprendía nada fuera de lo común, y su tacto era más bien frío.

Nada, olvídalo.

De acuerdo, pero ha aparecido algo en el libro.

Empecé a buscar, y me encontré con una curiosa inscripción en él.

El tomo de piromancia es propiedad de la bruja Octavia


A mi mente volvió el recuerdo de Blanche defendiéndome delante de Christia de no ser una bruja. Había sospechado entonces que podían existir, pero la aparición de este tomo confirmaba que al menos lo habían hecho. La sola idea de que todavía lo hicieran me hizo tener un escalofrío que me recorrió todo el cuerpo a la par que lo hacían más dudas: ¿Por qué tenía la Iglesia esto? ¿Habría más tomos?…

No pude seguir pensando más. Un Sincorazón al que sólo había visto en los libros se materializó dentro de la habitación, y no parecía dispuesto a dejarme ir por las buenas. Me apresuré a guardar el libro en mi bolsa, pero para entonces el sótano ya estaba lleno de trampas. Trampas que tampoco iban a quedarse a esperar que me librara de su dueño.

¿Y si huyes?

¿Qué?

Piénsalo. Blanche no tardará en volver y… no podrás explicarte. Eso si no vuelve con toda la Orden pidiendo tu cabeza.

¿Y qué quieres que haga? ¿Dejar que lo incendie todo?

Podrías aprovechar el fuego para huir. Después de todo no conoces a esta gente, tienes una misión más importante que cumplir.

Me niego a hacerles eso. Yo...

No tienes que salvarlos, no eres su héroe.

A pesar de que sabía que Alice tenía razón, mis piernas no se movían. La vista seguía fija en las bolas de fuego que irían a por mi de un momento a otro. Si me iba podría morir gente, gente inocente y que no tenía culpa de nada.

Gente que no tenía culpa de que yo hubiera usado la Llave Espada, y hubiera atraído al Sincorazón en consecuencia. Apreté con fuerza mi arma. Acabaría con él y saldría de allí con la conciencia tranquila y me reuniría con los demás.

Empleé dos copos de nieve mientras me acercaba a él zigzagueando para tratar de evitar las bolas de fuego. Si se daba el peor de los casos y los ataques impactaban contra mí, me levantaría y no pararía hasta poder llegar a la distancia necesaria.

Y en cuanto estuve lo suficientemente cerca utilicé Profanus, además de golpes de la Llave Espada hasta verle desaparecer por completo.

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▪ Copo de nieve (Hielo) x2

Profanus (HC) [Nivel 15] [Requiere afinidad a Oscuridad, Poder Mágico: 20, Combate con armas blancas: 15, Fuerza: 20]: El Usuario imbuye su Llave Espada o Arma Blanca con Oscuridad en el filo y este se expande y crece dos metros de largo. Tras esto una aura de oscuridad rodea al usuario y ataca de 3 a 5 veces golpeando a todos los enemigos que entren en su radio de alcance e infligiéndoles bastante daño. Dura un turno.
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Muchas grácias por el avatar Mepi ^^
H.S Sora
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Re: [Castillo de Bestia] Un cuento antiguo como el tiempo

Notapor Suzume Mizuno » Vie Ene 27, 2017 8:05 am

¡Es una preciosidad! No parece un arma, pero apuesto a que así, abierto, podría detener una bala. Al menos de una pistola, no sabría decirte si funcionaría contra balas de escopeta.

Probablemente no, a menos que hiciera un par de truquillos.

Fátima, conteniendo a duras penas una sonrisa ante el entusiasmo de Bella, esperó a que le devolviera el tessen. Lo hizo desaparecer y luego deleitó a la muchacha con algo de magia inofensiva.

Lo entiendo. Y me alegra saber que estáis aquí para ayudarnos. —Bella sonrió y Fátima no pudo menos que devolverle el gesto—. Tened mucho cuidado, por eso.

No te preocupes, es… Bueno, es «nuestro trabajo».

«¿Estoy pavoneándome? Dios mío, estoy pavoneándome, sí.»

Pero no pudo evitar ofrecerse a hablar con ella más tarde.

¡Me encantaría! Si no incumple tu juramento, ¿podrías contarme cómo es el mundo fuera de la aldea? Quizás puedas convencer a papá para que nos vayamos de la aldea a otro lugar más bonito —Fátima abrió y cerró la boca y el corazón le dio un vuelco del susto. Luego se dio cuenta de que simplemente Bella había escogido unas palabras muy… apropiadas. Sintió un pinchazo en el pecho. No podía hablarle de otros mundos, pero tampoco quería negarse en redondo. Quizás si solo le hablaba de algunos reinos parecidos al suyo…:—. Está tardando demasiado. ¿Has dicho que ibas a la plaza? Creo que te acompañaré hasta que encuentres a tus amigos e iré a buscarle. Empieza a preocuparme... y ahora mismo no quiero estar sola. No te importa, ¿no?

¡Claro que no!

¡Genial! Siempre puedes contarme por el camino los sitios que has visitado. Y no te preocupes por lo que no puedas decirme: ¡ya me encargaré yo de adivinarlo!

«Es tan espabilada.»

Y, por un momento, pensó en ¿por qué no? Lo había visto en Alaric, pero Bella prácticamente le estaba suplicando.

«Pero tendría que abandonar a su padre. Y nunca lo hará. Sería cruel por mi parte.»

Pues yo vengo de una zona lejana, del norte, de la orilla del mar. Nunca las he visto, pero siempre se hablaba de las sirenas gobernadas por el Rey Tritón y sé que existen. En otro reino muy lejano la gente tiene los ojos afilados y el cabello muy negro y sirven bajo el mando de un emperador. Y en otro se extiende un desierto casi interminable con una ciudad de edificios blancos, donde las mujeres no pueden salir sin un velo a la calle. ¡Ah! ¡Y hay unas islas habitadas por piratas muy lejos de aquí!

Amplió su sonrisa al recordar las aventuras. No todas le habían dejado un buen sabor de boca, pero era sorprendente que ahora pudiera mirar atrás y recordarlas con cariño. Luego apretó el paso, mientras le hablaba por encima de Tebas, aunque sin mencionar a los dioses, no fuera a insultar su fé. A la vez, se preguntaba si llegaría a tiempo, si no haría preocuparse a sus compañeros.

Cuán grande fue su sorpresa al llegar y encontrarse con que solo estaba Nikolai.

¿Estás bien? ¿Sabes dónde están los demás?

Hola, soy Bella. —Fátima se retorció un mechón de pelo, algo incómoda por no haberla presentado ella—. ¿Eres uno de los amigos de Fátima?

Esperó a que Nikolai se presentara y luego dijo:

Bella, ¿puedes darnos un momento?—En cuanto se hubo alejado, dijo—: Es del pueblo, nos ayudará a movernos por aquí si es necesario. ¿Qué es lo que ha pasado con Saeko?

Saeko ha tenido que volver a Tierra de Partida por una jaqueca. No estaba en condiciones de continuar. —Fátima torció el gesto y reprimió un gruñido. Era egoísta y era… Bien, no tenía palabras. Pero no iba a discutirlo con Nikolai—.Por el mercado y alrededores hemos podido sacar en claro que casi todos piensan que la Bestia es una invención. Nos hemos enterado de que los rumores comenzaron por un tal Eneas. Dicen que de vez en cuando se adentraba en el bosque, hasta que un día pareció enloquecer y dar pie a lo de la Bestia. —Fátima asintió, atenta. Así que Bella no era la única que descartaba la idea de la Bestia. Eso era interesante—. Ahora mismo lo tienen en el manicomio, y hasta el momento es el único que podría aclararnos si lo que buscamos es real o no.

Quizás deberíamos intentar hablar con él…

También… tenemos otro problema: nos están vigilando, a todos. Mientras indagábamos por el mercado, una chica que se hace llamar Marcelline nos empezó a seguir a escondidas hasta una posada y allí me soltó sin tapujos que sabe que hemos venido en grupo y alegando con una “sutil” amenaza de que descubriría que estamos buscando por cualquier medio. Desconozco quien es realmente y que quiere. Joder, ni siquiera sé si no es más que una chiflada que nos trata de tomar el pelo, pero eso no quita que la tenemos encima.

¿Crees que era alguien de «fuera»?—Fátima se contuvo para no mirar en derredor en busca de alguna mirada indiscreta. Aquello no le hacía nada de gracia pero…—. Si es del pueblo, puede que Bella pueda decirnos quién es. Yo siento decir que por mi parte no he averiguado nada y me he separado de Alaric. Ya debería estar aquí…

Entonces Bella chilló y Fátima reconoció el sonido que hacían los Sincorazón al materializarse.

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Acaban de aparecer nada menos que seis Sincorazón. Sin pensarlo dos veces, Fátima corrió hacia Bella y se puso frente a ella.

¡Rápido, retrocede!

No fue hasta que Bella se movió que Fátima se percató de algo extraño. Al principio no supo ubicarlo. Luego, cuando los monstruos giraron al mismo tiempo, entendió.

Por una vez, no estaban centrados en ellos, los Caballeros. Sino en Bella.

«¿Pero qué…? ¡No, ahora no es el momento!»

Ya pensaría después de librarse de ellos. Para asegurarse de que ninguno de los voladores se acercaba a Bella, se mantuvo cerca de ella y materializó su Llave espada. Atacó con un Tiro Mortífero a los murciélagos —a cuantos más diera, mejor— y cogió a Bella de la mano para escapar del grandullón, que sin duda vendría tras ella. Fátima maldijo entre dientes. Nunca se había dado el caso de que los Sincorazón fueran antes a por un civil que a por ellos. Y aunque no había gente por los alrededores, si hacía magia…

Pero si se atrevía a ir a por ellas y Bella estaba en peligro, no tendría más remedio que librarse de él cuanto antes: primero usaría un dragón de agua para tumbarlo y alejarlo y, si no era suficiente, intentaría acabar con él con una prisión de estacas.

Si Nikolai no se había ocupado de los murciélagos para entonces, atacaría con su propia Llave Espada, aunque siempre a la defensiva para asegurarse de que no le sucedía nada malo a Bella. Luego se tomaría un Éter.

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▪ Tiro mortífero (HC) [Nivel 15] [Requiere Puntería: 13]. Lanza el arma hacia los enemigos, siendo capaz de causar aturdimiento.

▪ Dragón de agua (HM) [Nivel 22] [Requiere Afinidad a Agua; Poder Mágico 35] [Personalizada] El usuario invoca un dragón de agua de tres metros de longitud y uno de diámetro que embiste al enemigo/s. No tiene por qué ir recto y puede maniobrar trazando curvas para perseguir al objetivo.

▪ Prisión de estacas (HM) [Nivel 22] [Requisitos Poder Mágico 40. Afinidad Hielo]: el usuario invoca cinco estacas de dos metros de longitud y medio de anchura que ensartan desde diferentes direcciones a su objetivo. El usuario puede escoger entre herir o capturar. Duran dos rondas, aunque se pueden destruir con fuego o fuerza de igual o superior nivel.

▪Éter.
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¡Gracias por las firmas, Sally!


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Re: [Castillo de Bestia] Un cuento antiguo como el tiempo

Notapor Astro » Vie Ene 27, 2017 10:17 pm

¿Fátima..? ¡Oh, sí, me acuerdo de ella, sí!

Se acordaba, buena señal. Pero apenas duró un momento, porque su sonrisa y aspecto afable cambió en pocos segundos por uno de confusión y nerviosismo. Cuando Alaric le contó que Fátima le estaba buscando, el inventor miró de reojo el camino por el que se marchó la mujer con la que hablaba antes. Parecía estar considerando algo, sus ojos se movían mucho.

Gracias por venir a avisarme, muchacho, pero me temo que todavía voy a tardar un poco en regresar a casa. Tengo un... encargo que cumplir y... No debería posponerlo demasiado.

Alaric puso los ojos en blanco. Habría sido demasiado fácil que colaborase a la primera.

¿Tú no sabrás para qué me busca Fátima? Me gustaría ayudarla, pero... No veo en qué podría necesitarme.

No estoy seguro...

No añadió más, porque directamente no sabía qué decir. No podía obligarle a ir por la fuerza (o su maestra le mataría), y tampoco le conocía tanto como para convencerle con palabras. Vamos, ni siquiera sabía de qué se conocían maestra e inventor.

Dejó que se marchara, y al poco empezó a seguirle. Resultó demasiado fácil, sobre todo teniendo en cuenta que Alaric destacaba con su tamaño y que con solo girarse le habría visto sin problemas. Pero Maurice seguía un camino en concreto sin mirar atrás, permitiendo al aprendiz ir tras él mientras meditaba qué hacer. ¿Merecería la pena seguirle? Tal vez debía dejarlo estar y volver con Fátima o con Jean.

Pero antes de que pudiera decidirse, el anciano llegó a una zona llamativa. La linde del bosque. Sí, ese bosque infestado por una peligrosa bestia. ¿Qué pretendía acercándose a un lugar así? Porque no parecía tener intención de detenerse allí: iba directo hacia el interior, aunque pareció detenerse un momento, dubitativo.

Alaric maldijo por lo bajo. Ahora sí que sí, si se giraba, le vería y generaría más sospechas que seguridades. Por otra parte, si Maurice seguía y se internaba en el bosque... Era peligroso. No podía dejarle solo, por mucho que le fastidiase. El aprendiz guardaría silencio, inmóvil hasta que el anciano tomara una decisión.

Si se giraba y le veía, iría directo al grano (la discreción no era lo suyo) y le preguntaría qué hacía allí en la linde del bosque con esa bestia suelta. Si en cambio se internaba entre los árboles, volvería a seguirle procurando que no le viera. Si en algún momento aparecían sincorazón para atacar al anciano, Alaric intervendría para alejarlos y agarrar al hombre y llevárselo a cuestas fuera del bosque, de vuelta a la aldea.
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Re: [Castillo de Bestia] Un cuento antiguo como el tiempo

Notapor Drazham » Sab Ene 28, 2017 1:22 am

Paranoico total, eso es lo que estaba. No hacía más que mover los ojos y escudriñar hasta el último rincón del mercado según avanzaba. ¿Y para qué? Por mucho que mirase no encontraba por ningún lado a esa Víbora, aun a sabiendas de que sería una estupidez que le siguiese después de amenazarle sin tapujos. Además, cada vez quedaba menos gente en las calles, y menos oportunidades de pasar desapercibida.

¿Y si ese era su plan? ¿Jugar con él y desquiciarlo hasta el punto de buscar sombras donde no las había? De ser así, la muy rastrera lo estaba consiguiendo.

«Cálmate. Espera a que lleguen los demás y no hagas ninguna insensatez».

Decirlo era fácil, pero no ponerlo en práctica con la sensación de tener un par de ojos clavados en la nuca.

Lo primero que pensó al encontrarse sólo en la plaza es que había llegado antes de tiempo al acelerar su marcha por culpa de Marcelline. De todas formas no quedaría mucho para que fuese la hora, por lo que buscó un sitio en el que apoyar la espalda y tener un buen panorama de la plaza. Se cruzó de brazos y suspiró. Necesitaba serenarse, pensar en otra cosa, como la misión o…

¿Y Saeko? ¿Estaría ya por las cercanías de Tierra de Partida? Se sentía tan impotente al no haber podido convencerla de quedarse… Por una parte, se sentía mal por pensar así, pero le daba algo más de seguridad que estuviese lejos de esa arpía. Apretó los dientes, asqueado. No entendía por qué ese interés por ella, pero fue recordar que la llamó «espécimen» y…

Tan absorto estaba en sus pensamientos que tardó en cerciorarse de que algo le tiraba del pantalón. Puso una mueca de cansancio al ver a la oveja intentar morderle la pernera y le hizo unos vagos aspavientos con la mano para que volviese al rebaño. Ni los animales le dejaban un minuto de respiro.

Entonces llegó Fátima, sólo Fátima, acompañada de una chica que no conocía. ¿Y el resto?

¿Estás bien? ¿Sabes dónde están los demás?

Nikolai se encogió de hombros y negó con la cabeza.

Esperaba que me lo pudieses decir tú. —Es más, se suponía que Alaric iba con ella. A Saito, la verdad, no le importaba perderlo de vista el máximo tiempo posible, pero ojalá no se estuviese demorando porque hubiese hecho una de las suyas.

Se fijó en la joven y fue a preguntarle a Fátima quien era, pero enmudeció al notar esos ojos de asombro, como los de una niña ilusionada, que le dedicaba. ¿Por qué le miraba así?

Hola, soy Bella. —se presentó, al fin—. . ¿Eres uno de los amigos de Fátima?

Eh… Sí. Así es. —Carraspeó y le dedicó una sonrisa—. Soy Nikolai, un placer.

Fátima se apresuró a explicarle que les ayudaría a orientarse mejor por el pueblo. Luego le pidió que les dejase un momento a solas y la pregunta de dónde estaba Saeko llegó inevitablemente. Pudo ver la mueca poco disimulada de la Maestra al oír su explicación, pero al menos no hizo más preguntas al respecto. Entonces procedió a relatarle lo que sabía sobre Eneas, su historia con la Bestia… y Marcelline.

¿Crees que era alguien de «fuera»?

Puede. Dijo que nos vio «llegar» y no se dejó ver hasta que llegamos al mercado. —Se quedó pensativo, con los ojos clavados en el suelo. Parecía lo más lógico, aunque luego se acordó de Loretta y lo preocupada que estaba en cuanto la vio entrar en la posada—. Pero también parece tener relación con gente de aquí. Quizás para que nadie sospeche o porque está colaborando con alguien más.

Si es del pueblo, puede que Bella pueda decirnos quién es. Yo siento decir que por mi parte no he averiguado nada y me he separado de Alaric. Ya debería estar aquí…

Antes de que abriese la boca, el grito de Bella le sobresaltó y se volteó como un rayo. Entonces escuchó los chasquidos de cuando varios portales oscuros se abrían.

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¡Rápido, retrocede!

«Tan oportunos como siempre», chasqueó la lengua y se puso en posición de combate. Puesto que Fátima ya se encargó de escudar a bella, Nikolai adoptó una posición ofensiva.

Seis Sincorazón. Una Maestra y un aprendiz eran más que suficientes, pero con Bella delante… Y fue percatarse de su presencia que algo no andaba bien. Ninguna de las criaturas tenía sus ojos clavados en él o en Fátima, era como si no existieran. El grupo entero seguía con la mirada su movimiento.

Seguían a Bella.

«Pero… ¿Cómo?», no lo entendía. De cualquier forma, comprendió que la chica estaba corriendo peligro estando allí.

¡Llévatela de aquí! —le voceó a Fátima—. ¡Los mantendré a raya mientras la…!

Pero Fátima prefirió plantarles cara antes que huir con Bella. Apretó los dientes cuando esta invocó la Llave espada y la arrojó contra los voladores, pero dada su situación, no estaban para hacer el tonto y poner en riesgo la vida de una persona ajena.

Una cosa era la Llave espada. Lo que no pasó por alto fue el cúmulo de agua que estaba cargando Fátima en sus manos.

«¡No será capaz…!».

Su cara se torció en un gesto de sorpresa e indignación a partes iguales. Encima, el maldito hechizo no era de los que pasaban desapercibidos; ya estaba viendo la cabeza de uno de sus dragones acuáticos emerger. ¡Delante de Bella! ¡¿En qué estaba pensando?! Dios, iban a matar a la pobre muchacha de un susto si no lo hacían antes los Sincorazón.

Llegados a este punto, de nada le valía contenerse. Maldijo entre dientes e invocó también su arma, lanzando una estocada al aire en dirección a los Murciélagos para desatar una Rotura Planar sobre ellos. Si alguno sobrevivía al ataque, se lanzaría contra ellos para rematarlos a espadazos.

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Rotura Planar (HC) [Nivel 16] [Requiere Tajo Planar; Afinidad a Nada; Fuerza: 22; Combate con armas blancas: 19]. Versión mejorada del Tajo Planar. El usuario ondea su espada en el aire y crea una sucesión de potentes tajos en un punto. El ataque puede usarse en un radio de 5 metros.
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Re: [Castillo de Bestia] Un cuento antiguo como el tiempo

Notapor Denna » Dom Ene 29, 2017 10:24 pm

Nikolai y Fátima


Bella se escondió detrás de Fátima, perseguida por los murciélagos y, a un paso mucho más lento, por el Lucero del alba. El Tiro mortífero de Fátima acertó a los dos que se habían acercado más, volando por encima de sus cabezas y con los ojos clavados en Bella. Aturdidos, éstos no pudieron hacer nada para esquivar el Dragón de agua, que se los llevó por delante y derribó además al Sincorazón más grande.

Al mismo tiempo, Nikolai empleó su habilidad Rotura planar contra el resto de los Ganchos vampiro, que se acercaban a Bella por un lado. La lejanía jugó a su favor y le permitió acabar con los tres murciélagos restantes sin un solo rasguño, ganándose unas gracias a gritos de parte de la chica. Bella, comprendiendo que estaba en peligro, retrocedió un poco más y les empezó a dar ánimos desde la retaguardia.

Sólo quedaba el Lucero del alba, que había escondido los brazos y, hecho una bola de pinchos, botaba por toda la plaza persiguiéndoles. Cayó sobre la fuente, destrozándola, pero al ir a por Bella, Fátima pudo seguir sus movimientos con facilidad e invocar una prisión de estacas que lo atravesó, hiriéndolo y derribándolo de nuevo. Atrapado como estaba, ambos Portadores sólo necesitarían un par de golpes antes de rematarlo del todo. ¡Victoria!

...De no ser por la plaza llena de agujeros y la fuente rota, que disparaba agua a presión por todas partes, todo perfecto.

No aparecieron más Sincorazón, por lo que pudieron deshacerse de sus armas mágicas sin miedo. Aparte de Bella, no había otros testigos cerca. La chica se acercó entonces corriendo, con las mejillas sonrosadas, y los cogió a ambos de la mano para tirar de ellos.

¡Hay que irse de aquí! —exclamó con voz jadeante—. Todos han huido cuando han aparecido esas cosas, pero volverán pronto con Gastón y los cazadores. No deberían encontrarnos cerca.

Bella los guió hacia el mercado, rodeando las casas más alejadas para no encontrarse con nadie que fuera en dirección contraria.

¿Qué eran esas cosas? Nunca había visto nada así en el pueblo. ¿Van a volver?

En sus ojos preocupados no quedaba ni rastro de la chica que, minutos atrás, había estado hablando sobre los libros de sirenas que había leído e intentando adivinar dónde se encontraban ciertas islas pirata. Negó con la cabeza, suspiró e intentó sonreír.

Habéis sido los dos muy valientes. Gracias. Me gustaría poder ayudaros a cambio de protegerme. —Bella se colocó un mechón de pelo detrás de la oreja y desvió la mirada, culpable—. Yo... puede que haya oído un poquito sobre lo que hablabais antes. N-no quería. Pero creo que tengo la respuesta a algunas de tus preguntas —le dijo a Nikolai—. No sé mucho sobre lo de Enéas porque estaba en casa con mi padre cuando ocurrió, pero podéis ir a hablar con él en el manicomio. Creo que necesitáis un permiso de la Iglesia para poder verle; son un poco difíciles de conseguir pero podría ayudaros. Aunque, por lo que he oído, Enéas no está muy... hablador. Ni siquiera su hermana le visita.

»Y en cuanto a Marcelline... E-es extraño, no recuerdo cuándo llegó a la aldea exactamente. Sé que no siempre ha vivido aquí, eso es todo. Y que es una buena chica.


Dijo eso último muy convencida, mirándoles con seriedad.

Nos ayudó a papá y a mí cuando perdimos a Philippe, consiguiéndonos algún que otro trabajo a los dos. Incluso se encargó de vender mis libros. Puede que sea un poco distante a veces, pero no es mala persona.

Ahora tocaba decidir cuál sería su siguiente paso. Tenían distintos caminos, así como preguntas que Bella se ofrecería a contestar. Les acompañaría si se lo pedían, aunque no se alejaría demasiado del mercado alegando que quería encontrar a su padre y asegurarse de que estaba bien. Y hablando de seguridad, seguía sin haber ni rastro de sus compañeros. Ni llamadas perdidas, ni mensajes. ¿Habría ocurrido algo?

Fátima
VIT: 32/32
PH: 37/76


Nikolai
VIT: 38/38
PH: 18/34


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Alaric


Alaric oyó a Maurice suspirar resignado antes de continuar hacia el bosque. Pero no habían avanzado mucho cuando el hombre titubeó y se giró, sorprendiéndole mientras lo seguía. Alto como era el Aprendiz, todo vestido de negro y con esa espada colgada, el pobre Maurice soltó una exclamación y retrocedió unos pasos, pero no salió corriendo ni lo amenazó. Ni siquiera parecía ir armado.

¿Po-por qué estás siguiéndome..? —balbució aterrado. La pregunta de Alaric sólo le puso más nervioso—. Yo... eso... ¡Eso es asunto mío! Tengo que hacerlo, es mi única oportunidad para recuperar mi vida y tú... Deberías volver a la aldea, muchacho.

Sí, deberías, Alaric.

Jean se acercó hacia los dos con paso tranquilo. Llevaba una ballesta en la mano y, si bien no les apuntaba con ella, ya la llevaba cargada con un virote de su carcaj. Se mantuvo a una distancia prudencial de Alaric y su espada y sonrió.

Cincuenta monedas de oro. Es lo que me ofrecieron por investigar este bosque y demostrar que la bestia no existe... o bien traer su cabeza. Quería decírtelo antes, en la taberna, pero me distraje. —Desvió la mirada del Aprendiz a Maurice y lo saludó con una cabezada—. Sin ánimo de ofender, monsieur, creo que cometéis un gran error. ¿Qué es tan importante como para arriesgar así vuestra vida? Yo tengo deudas. Deudas que podría pagar con la mitad de la recompensa. De ahí que me planteara ofrecerte una parte a cambio de tu ayuda, Alaric; por Dios, ¡no soy un loco! Pero no esperaba encontrarme con este panorama. ¿Qué me estoy perdiendo?

El anciano miró suplicante a Alaric y respondió:

Esa chica, Marcelline... Dijo que había un castillo por aquí cerca.

¿Un castillo?

Sé que parece raro, p-pero ella me aseguró que existía. Me prometió que, si le traía una rosa de su jardín, mi hija y yo no volveríamos a pasar hambre —explicó Maurice con un hilo de voz, pendiente de las manos de Jean que jugueteaban con la ballesta.

El cazador meditó su respuesta.

¿Y por qué no vendría ella misma a buscar esa rosa? —Maurice negó con la cabeza, apenado, sin responder—. Y más importante aún, ¿tú por qué le seguías?

Jean no parecía tener intención de hacer daño a nadie, por lo que Alaric podía contestarle con franqueza. Quizás le interesara también saber cómo había acabado él ahí —y si seguía dispuesto a compartir con él ese dinero—. En cuanto Alaric se excusara, Maurice carraspearía y miraría a los dos. Sus ojos brillaban tristes, pero no tenía pinta de ser un mentiroso ni un loco.

Soy consciente de que no debería pedíroslo, es muy egoísta por mi parte, pero ¿podríais acompañarme? —suplicó—. Ya he tenido un accidente en este bosque, y si la bestia existe de verdad, no seré capaz de salir de este bosque con vida. Pero no tengo otra opción, Bella... Bella no merece pagar por mis descuidos. Por favor, sólo tengo a mi hija...

El peso de la decisión cayó sobre Alaric. Jean dijo que, por él, Maurice podía ir con ellos, pero que se desentendía por completo si le ocurría algo.

Además, tengo curiosidad. Nadie me ha dicho nada de un castillo —añadió.

Era una idea descabellada, pero quizás le interesaría a Alaric. Maurice no tenía aspecto de querer marcharse sin esa rosa y, si le dejaba solo, a saber qué le haría su Maestra cuando se enterara. Por otra parte, ¿cuántos castillos podía haber en ese bosque? Ronin les había prohibido terminantemente acercarse, y quién sabía lo que podía pasar si desobedecía sus órdenes. Y luego estaba el asunto de la bestia...

¿Qué hacer? Quizás debería consultarlo con sus compañeros, que ya debían de llevar un buen rato esperándole en la plaza. Pero marcharse ahora y abandonar a Maurice y a Jean en el bosque podía ser una muy, muy mala idea...

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Saito


Los copos de nieve acertaron de lleno la cabeza del Sincorazón y lo empujaron hacia atrás. Sin embargo, lejos de desaparecer, el Jazz carmesí se revolvió y las minas que había invocado se lanzaron contra Saito. Había calculado mal esa parte de la estrategia, muy mal, y es que las bolas de fuego estallaban al entrar en contacto con un cuerpo. Lo alcanzaron en el estómago y en el pecho, lanzándolo por los aires y haciéndole mucho daño.

Cayó con un fuerte golpe, pero el Sincorazón ni siquiera le dejó tiempo para lamerse las heridas. Tuvo que rodar hacia un lado para esquivar el siguiente proyectil y poder levantarse a duras penas. Su rival se mantenía en su sitio, pero rodeado como estaba de esas minas de fuego no iba a poder acercarse. Las creaba demasiado deprisa, y a Saito le faltaban reflejos para esquivarlas todas.

Por suerte para él, desde ahí alcanzaba a atizarle un Profanus. Su mejorada espada atravesó el humo y se interpuso entre algunos proyectiles. Al centrarse en el Sincorazón, éste no pudo fabricar más. Cayó tras cuatro estocadas certeras... pero el fuego no desapareció.

No llegó a la puerta. Todos los proyectiles estallaron simultáneamente e incendiaron la habitación. No le alcanzaron de milagro, pero ahora columnas de fuego se interponían entre él y la puerta. El humo le llenaba los pulmones. Pero entonces, una armadura de acero apareció ante sus ojos, lo cogió en brazos y lo dirigió sorteando las llamas hasta la salida.

¡Eh, ¿estás bien?! ¿Te has hecho daño? ¿Qué hacías ahí abajo tú solo?

Luz. Un hombre joven le daba palmadas en la espalda. Un caballero de la Orden de los Vigilantes. La visión de Saito era algo borrosa y tosía casi con violencia, como si el corazón fuera a salírsele por la boca, pero no tardaría en ubicarse. En el pasillo que precedía al sótano, Christia gritaba órdenes que no llegó a entender. Sus subordinados transportaban cubos de agua hacia su interior.

Apenas podría decir nada cuando una figura conocida se agachó junto a él y le puso la mano en el hombro. Quizás a ojos de su salvador lo pareciera, pero no fue un gesto amable. El guantelete se cerró sobre su hueso, reteniéndolo.

Gracias por sacarle, Pierre. Buen trabajo. Ve a evacuar al resto, yo me encargaré de él. Necesita atención médica.

Sí, señora.

Blanche tiró de su brazo hacia arriba sin mucha delicadeza.

Te has metido en un buen lío —le susurró entre dientes—. Da gracias a que no te acusemos delante de todo el mundo y te prendamos aquí mismo.

Christia levantó la mirada y la cruzó con Saito. Si bien mantenía una expresión vacía, sus ojos ardían con odio y rabia. Seguro que Blanche le había hablado ya de su pequeño «truco».

La capitana murmuró una orden a una mujer sin armadura y se alejó del incendio, que ya parecía estar bajo control.

Vayamos a mi despacho. Blanche, quédate detrás de él. Si intenta hacer magia o escapar, mátalo. Y en cuanto a esto...

Christia desató su recién adquirida espada y la examinó.

Ahora me pertenece —escupió con una mirada de desprecio—. Bruja.

Giró sobre sus talones y marchó delante de él con la espada en mano. Blanche le empujó hacia delante para que la siguiera.

Vamos. Mantén los brazos pegados a los lados. Como vea que intentas tocar esa bolsa tuya, no saldrás de aquí.

Saito no tenía otra opción que obedecer. Pero quizás todavía pudiera escapar. Sólo estaban él, Christia y Blanche caminando por un pasillo vacío al lado del claustro. Y ellas iban con armadura. Si era rápido, podría cruzar el patio y escaparse —no le costaría demasiado agarrarse a un saliente con un buen salto y cruzar al otro lado—. Eso sí, era una idea arriesgada. Muy arriesgada. Ya lo tenían tachado de bruja, pero si no lo habían hecho público es que todavía les interasaba... ¿Por qué? No había forma de saberlo. A lo mejor era más sensato acompañarlas, en silencio y sin rechistar, y tratar de limpiar su nombre.

Porque una cosa estaba clara: si escapaba, nunca podría volver a pasearse por la aldea con el rostro descubierto.

Saito
VIT: 37/??? [Intoxicación]
PH: 4/38


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Saito ha sido intoxicado por el humo. A partir de ahora, todo lo que implique grandes esfuerzos físicos o acciones que requieran resistencia te resultarán más difíciles (aunque no imposibles, tenlo en cuenta tanto a la hora de tomar decisiones cómo a la de escribir). La magia y los objetos de curación no te quitarán ese estado.

En cuanto al plan de escape, puedes ubicarte con cualquier mapa de una iglesia románica. Coméntame por privado si tienes alguna duda.


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Fecha límite: 3 de febrero
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Denna
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Re: [Castillo de Bestia] Un cuento antiguo como el tiempo

Notapor Suzume Mizuno » Vie Feb 03, 2017 4:42 am

Bien. Habían destruído a los Sincorazón. Y no había víctimas.

Excepto la plaza. Fátima se cubrió la boca con una mano, desconcertada y algo alarmada. No se había detenido a pensar en las consecuencias de sus actos y había atacado con todo lo que tenía.

«¿Por qué? ¿Por qué he perdido así el control?»

¿Por Bella? ¿Porque era la primera vez que sabía que no iban a ser ella o sus compañeros los que recibirían los ataques de los Sincorazón? ¿O porque…? No, no podía querer lucirse delante de ella, no podía ser que buscara… algo así en Bella. No la conocía de nada y por mucho que hubiera sentido cierta afinidad sería para golpearse contra la pared.

Vio a la chica acercarse, sonrojada puede que por la emoción, y tiró de su mano y de la de Nikolai.

¡Hay que irse de aquí! —jadeó—. Todos han huido cuando han aparecido esas cosas, pero volverán pronto con Gastón y los cazadores. No deberían encontrarnos cerca.

Sí, vámonos…

Fátima fue a pedir disculpas, pero no era el momento ni el lugar. Asintió y apretó el paso tras ella. Fueron hacia lo que debía ser el mercado, dando un rodeo amplio con la esperanza de que nadie los viera. Fátima ni siquiera sabía si los habrían visto hacer magia e intentó buscar alguna forma de buscarle provecho a la situación si así había sido el caso. Quizás si los convenciera de que era una cazadora… Pero no, no tenía muchas probabilidades. No con Gastón ahí.

Como mucho, puede que pudiera utilizar una posible influencia para sonsacar información y…

¿Qué eran esas cosas? Nunca había visto nada así en el pueblo. ¿Van a volver?

Miró de reojo a Nikolai. ¿Por qué no habían entrado antes? ¿Les habían traído ellos, de alguna forma?

Sincorazón. Así los llamamos. Son criaturas que devoran los corazones de las personas. Y… es posible que regresen.

Bella asumió esa información sorprendentemente bien. Luego intentó sonreír:

Habéis sido los dos muy valientes. Gracias. Me gustaría poder ayudaros a cambio de protegerme. —La chica se recogió un mechón y apartó la mirada—. Yo... puede que haya oído un poquito sobre lo que hablabais antes. N-no quería. Pero creo que tengo la respuesta a algunas de tus preguntas —dijo, refiriéndose a Nikolai—. No sé mucho sobre lo de Enéas porque estaba en casa con mi padre cuando ocurrió, pero podéis ir a hablar con él en el manicomio. Creo que necesitáis un permiso de la Iglesia para poder verle; son un poco difíciles de conseguir pero podría ayudaros. Aunque, por lo que he oído, Enéas no está muy... hablador. Ni siquiera su hermana le visita.

»Y en cuanto a Marcelline... E-es extraño, no recuerdo cuándo llegó a la aldea exactamente. Sé que no siempre ha vivido aquí, eso es todo. Y que es una buena chica.


Entonces lleva aquí un tiempo…

Nos ayudó a papá y a mí cuando perdimos a Philippe, consiguiéndonos algún que otro trabajo a los dos. Incluso se encargó de vender mis libros. Puede que sea un poco distante a veces, pero no es mala persona.

Fátima recordó lo mucho que costaba cuidar de un caballo. Desde que vivía en Tierra de Partida, aquel mundo de necesidades le parecía tan lejano… Pero sí, debía ser una buena persona, al menos con Bella y su padre, si había ayudado al loco del pueblo.

Creo que deberíamos ir a la Iglesia.—Fátima esperó a que Nikolai respondiera—. Si hay alguien vigilándonos, es porque aquí ocurre algo importante, tenga o no que ver con la bestia. Y si los Sincorazón no suelen aparecer… Avisemos a los demás.—Fátima le dio la espalda a Bella, sacó el móvil y escribió un rápido mensaje a todos:

Saeko se ha marchado. Nikolai y yo vamos a la Iglesia. ¿Dónde estáis?



Bella, ¿podrías acompañarnos? Cuantas menos personas nos vean mejor y…—Se retorció un mechón de pelo—. No quiero asustarte pero esas criaturas iban a por ti. No suelen… Cómo decirlo. Si aparecemos nosotros, no suelen atacar a la gente. Pero iban detrás de ti. Así que me quedaré mucho más tranquila si nos acompañas. Por favor.

Si Bella se negaba, Fátima decidiría acompañarla, al menos hasta asegurarse de ver qué pasaba con los Sincorazón. Si les seguía, iría a la Iglesia con Nikolai.

¿Qué habrá pasado con los demás? Supongo que no han encontrado Sincorazón o nos habrían avisado… ¿No?—preguntó a Nikolai.
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¡Gracias por las firmas, Sally!


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Re: [Castillo de Bestia] Un cuento antiguo como el tiempo

Notapor H.S Sora » Sab Feb 04, 2017 9:31 pm

Para mi desgracia la habitación era pequeña, demasiado, y mis reflejos nunca habían estado demasiado a la orden del día. Pero aún así no esperaba que aquellas pequeñas minas de fuego fueran tan dolorosas… ni capaces de elevarme tanto.

El golpe al caer me quitó el aire de los pulmones, y tuve que hacer un esfuerzo para rodar y alejarme de otro de esos proyectiles. Pero por suerte, desde ahí, fui capaz de atacarle con todo lo que tenía.

Suspiré aliviado al verle desaparecer, pero esas malditas minas de fuego todavía estaban ahí.

¿Pero qué?

Corrí hacia la puerta, pero no llegué a tiempo. Todo lo que aquel maldito Sincorazón había fabricado estalló a la vez, y aunque no acabé envuelto en el fuego de milagro, ahora era incapaz de llegar a la salida.

Mi visión se nublaba, y aunque trataba de no respirar el humo, era imposible. Necesitaba apagar ese fuego y rápido. Estaba preparado para utilizar un hechizo Aqua, pero me antes de que pudiera darme cuenta estaba echado en el suelo y luchaba con todas mis fuerzas por levantarme, inútilmente.

Algo se reflejó en el fuego en ese momento y tuve que entrecerrar los ojos para distinguir una armadura. Noté como me alzaba en el aire, y se dirigía hacia la salida, casi como una luz al final del túnel. Por mi parte, de haber sido capaz habría sonreído con cierta ironía.

Y es que fuera quién fuera mi salvador, yo estaba bien muerto.

¡Eh, ¿estás bien?! ¿Te has hecho daño? ¿Qué hacías ahí abajo tú solo?

A modo de respuesta, sólo pude seguir tosiendo mientras él trataba de ayudarme. El pecho me ardía, y era incapaz de conseguir que esa desagradable sensación parara. Traté de tranquilizarme.

Eché un vistazo al hombre, por la armadura tenía que ser uno de los compañeros de Blanche. Y me alarmó sobremanera recordar que, a estas alturas, ella ya estaría de camino al sótano. Traté de ponerme en pie, pero el mundo parecía dar vueltas en mi cabeza y me mantuve en el sitio. De refilón alcancé a ver a Christia tomando el mando de la situación y mi sangre se heló por completo.

Tengo que pedirle al desconocido que me saque de ahí, antes de que me encuentre.

Verás yo...

Fue entonces cuando el guantelete apretó mi hombro. Miré a Blanche. Estaba tan desorientado que apenas la había oído llegar, pero una cosa estaba clara: ahora que me había cogido, no pensaba dejarme marchar así como así.

Gracias por sacarle, Pierre. Buen trabajo. Ve a evacuar al resto, yo me encargaré de él. Necesita atención médica.

Sí, señora.

G-gracias Pierre.

Blanche me puso en pie de golpe, de no haber estado Pierre delante hubiera apostado a que no le habría importado dislocarme el hombro en el acto.

Te has metido en un buen lío. —Su susurro me puso la piel de gallina—. Da gracias a que no te acusemos delante de todo el mundo y te prendamos aquí mismo.

Y para eso te ha servido salvarlos. Para que ahora esos humanos te quieran muerto.

Miré a mi alrededor, y me encontré con la mirada de Christia. Por fuera parecía igual de fría que en nuestro primer encuentro, pero en sus ojos brillaba un sentimiento que conocía bien: el más puro odio.

El incendio parecía estar bajo control, y la capitana en persona se dirigía hacia aquí.

Pero a pesar de todo, estaba confuso. Y es que no tenía sentido que tanto Blanche como, sobre todo, Christia no hubieran intentado matarme ya. Las únicas que tenían la mirada puesta en mi eran ellas dos, incluso sus soldados y compañeros parecían ajenos a la situación.

Vayamos a mi despacho. Blanche, quédate detrás de él. Si intenta hacer magia o escapar, mátalo. Y en cuanto a esto...

No me esperaba que ella se fijara en la espada que había encontrado en el cofre. Y es que con todo lo sucedido, me había olvidado de ella. Christia la cogió, y empezó a examinarla.

Ahora me pertenece. Bruja.

No me digné a reprocharle nada, después de todo era lo mejor que podía hacer. Por mucho que yo hubiera luchado por esa espada, y sin que ella lo supiera, por la Iglesia. Quise poner los ojos en blanco, pero un ataque de tos me lo impidió por suerte.

Al menos conservaba la bolsa y el tomo.

Hasta que a esa bruja le dé por quedársela.

Emprendimos la marcha hacia el despacho, el empujón de Blanche no daba opción a negarse ni a la charla amistosa.

Vamos. Mantén los brazos pegados a los lados. Como vea que intentas tocar esa bolsa tuya, no saldrás de aquí.

Tampoco es como si me fuerais a dejar salir así como así.

Pero eché a andar, tal y como había dicho Blanche que lo hiciera. Lo que menos necesitaba en ese momento era que una espada me atravesase.

Corre.

¿Qué?

Estáis solos, y ellas llevan armadura.

¿Y qué?

Que si te quedas para «limpiar tu nombre», no podrás reunirte con tus compañeros. ¿De verdad crees que esas desagradecidas van a entender lo que has hecho?

Pero…

Lo sé. Y lo siento mi Caballero...

Algo vibró en mi mochila, pero al parecer ninguna de las dos se dio cuenta. Debían ser los demás, no podía perder más el tiempo. Caminábamos por un pasillo cerca del claustro y, desde el patio, podía ver un sitio al que agarrarme.

Respiré hondo. Mi nombre, o la misión. Me había dicho antes de empezar que si tenía que cargar con el peso de mis actos lo haría, por mucho sufrimiento que eso me conllevara. Y no podía arriesgarme a perder el tomo, un descubrimiento interesante.

Y no creo que la Orden sepa de las brujas, Ronin no nos dijo nada…

Tenía que escapar. Sin mirar atrás, aunque eso supusiera tener que vérmelas con Christia y Blanche en un futuro. Volví a coger aire, y entonces eché a correr con todo lo que tenía. Aunque sabía que el incendio me había perjudicado, aún era capaz de correr.

Y si no era el caso, daría todo lo que tenía.

¡Lo siento, pero os equivocáis de persona! ¡No soy una bruja! —grité, antes de realizar el Doble salto para agarrarme al saliente y cruzar al otro lado.

No esperaría a que me respondieran, ni tan solo me detendría a ver el odio y asco en sus rostros y miradas. Lo único que podía hacer era seguir, eso y arrepentirme en el fondo mientras hacía lo que sabía que era correcto.

Ahora tocaba reunirme con los demás.

Miraría el móvil, y leería el mensaje de la Maestra de Tierra de Partida.

Apretaría el paso después de ceñirme bien la capucha. Si iban a la Iglesia tendrían que pasar por la entrada, donde había riesgo que la Orden de los Vigilantes empezaran a buscarme. Pero si llegaba antes que ellos, no dudaría en esconderme cerca de la entrada y hacerles una señal.

Y por supuesto, les contaría acerca de mi situación de brujo prófugo.

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Doble salto (HC) [Nivel 3] [Requiere Elasticidad: 4]. El usuario es capaz de saltar mucho más alto que los demás, alcanzando lugares más inaccesibles.
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Muchas grácias por el avatar Mepi ^^
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Re: [Castillo de Bestia] Un cuento antiguo como el tiempo

Notapor Drazham » Dom Feb 05, 2017 1:24 am

«Ah, mierda…»

Los Sincorazón cayeron de inmediato, como para no hacerlo después de que gastasen un buen puñado de magia. Bella estaba a salvo y sin un rasguño, pero la plaza… Dios, parecía que un huracán hubiese pasado y arrasado con todo. Nikolai compuso una mueca de apuro y miró en derredor, preocupado por la presencia de algún testigo inoportuno. Salvo Bella, claro.

Justo cuando empezaba a preguntarse como diantres le iban a explicar lo que acababa de ocurrir, la chica ya le estaba jaleando de la mano.

¡Hay que irse de aquí! —Nikolai parpadeó un par de veces, perplejo. ¿Cómo no prefería alejarse de ellos después de lo que acababa de ver?—. Todos han huido cuando han aparecido esas cosas, pero volverán pronto con Gastón y los cazadores. No deberían encontrarnos cerca.

«Pero…»

Sí, vámonos…

Miró de reojo a Fátima y se mordió la lengua. Por si fuese poco, su compinche le daba la razón y actuaba como si no hubiesen usado la magia de forma tan descarada delante de una civil. Definitivamente había gato encerrado, pero no era el lugar ni el momento para hacer preguntas.

Salió corriendo tras las chicas hasta que Bella los llevó a un rincón apartado del mercado.

¿Qué eran esas cosas? Nunca había visto nada así en el pueblo. ¿Van a volver?

Esta vez fue Fátima la que le lanzó una mirada fugaz y le respondió apretando los labios. No le pilló desprevenido que Bella quisiese respuestas sobre los monstruos que por poco la matan, pero lo que le incomodaba es que nadie siguiese sin sacar el tema de la magia. Luego pensó que fue Fátima la que la trajo y la primera en usar la magia sin miramientos.

Acaso no le habría…

Sincorazón. Así los llamamos. Son criaturas que devoran los corazones de las personas. Y… es posible que regresen.

Fátima no tardó en revelarle lo que eran, y con ello confirmó sus sospechas. Se pasó la mano por el mentón y entrecerró los ojos. Lo que no entendía era por qué alguien con tantas responsabilidades como ella iba por ahí desvelando secretos de la Orden a cualquiera cuando…

«Ah… Cierto», luego cayó en la cuenta. A veces se le olvidaba que el título de Maestro también conllevaba la responsabilidad de reclutar nuevos aprendices en el caso de encontrar a buenos candidatos.

Pero, ¿de verdad estaba tan interesada en Bella?

Habéis sido los dos muy valientes. Gracias. Me gustaría poder ayudaros a cambio de protegerme. —La joven miró hacia otro lado, como si le diese vueltas a algo que tuviese en mente—. Yo... puede que haya oído un poquito sobre lo que hablabais antes. N-no quería. Pero creo que tengo la respuesta a algunas de tus preguntas. —Nikolai se dio por aludido e inclinó un poquito el cuerpo hacia adelante, atento—. No sé mucho sobre lo de Enéas porque estaba en casa con mi padre cuando ocurrió, pero podéis ir a hablar con él en el manicomio. Creo que necesitáis un permiso de la Iglesia para poder verle; son un poco difíciles de conseguir pero podría ayudaros. Aunque, por lo que he oído, Enéas no está muy... hablador. Ni siquiera su hermana le visita.

Sobre Loretta, no sabía muy bien que decir al respecto. Él mismo presenció que el asunto de su hermano era muy delicado para ella, pero desconocía en qué sentido. Bien podía no estar visitándolo porque tenía que encargarse de la posada, o le era un tema tabú porque ser la hermana del loco del pueblo le estaba perjudicando en el negocio y en lo personal.

»Y en cuanto a Marcelline... E-es extraño, no recuerdo cuándo llegó a la aldea exactamente. Sé que no siempre ha vivido aquí, eso es todo. Y que es una buena chica.

Entonces lleva aquí un tiempo…

Frunció el ceño. Sin apenas pasado y una inocentona de cara al público. No le habría costado mucho crearse esa fachada de «niña buena» en un pueblecito.

Nos ayudó a papá y a mí cuando perdimos a Philippe, consiguiéndonos algún que otro trabajo a los dos. Incluso se encargó de vender mis libros. Puede que sea un poco distante a veces, pero no es mala persona.

Nikolai cogió aire por la boca y la mantuvo antes de ocurrírsele decir nada delante de Bella. Acabó suspirando y guardándose su opinión. Bien, si Bella decía que tan samaritana era le creería. Total, ellos conocerían a la Marcelline introvertida y asustadiza. Quién sabe si la auténtica Víbora que se escondía tras ella no necesitaba mostrar sus verdaderos colores con unos pueblerinos que no tendrían ni idea de lo que buscaba.

Pero a él si se lo mostró, y su opinión sobre ella no iba a cambiar por muy bien que se lo pintasen.

Creo que deberíamos ir a la Iglesia —propuso Fátima al final, a lo que Niko asintió con la cabeza—. Si hay alguien vigilándonos, es porque aquí ocurre algo importante, tenga o no que ver con la bestia. Y si los Sincorazón no suelen aparecer… Avisemos a los demás.

Fátima se volteó y vio por el rabillo del ojo que se puso a teclear en su móvil. Pensándolo con más calma, ¿en qué andarían metidos esos dos para no dar señales de vida?

Bella, ¿podrías acompañarnos? Cuantas menos personas nos vean mejor y… No quiero asustarte pero esas criaturas iban a por ti. No suelen… Cómo decirlo. Si aparecemos nosotros, no suelen atacar a la gente. Pero iban detrás de ti. Así que me quedaré mucho más tranquila si nos acompañas. Por favor.

Por si te sientes más segura, uno de nuestros compañeros estaba investigando por la iglesia. Seguro que no le importa echarnos una mano.

Sí, bueno. Afirmar que Saito era seguro entraba dentro de las mentiras más gordas que habrá contado hasta la fecha. Pero eso Bella no necesitaba saberlo.

¿Qué habrá pasado con los demás? Supongo que no han encontrado Sincorazón o nos habrían avisado… ¿No? —le preguntó Fátima.

Nikolai ladeó la cabeza. Él también se estaba empezando a preocupar. No solo por los Sincorazón, ya que también cargaban con una espía de la que no sabía en absoluto que sería capaz.

Creo recordar que Alaric no era muy ducho con las tecnologías. Ni se acordará de que lleva el móvil encima. —Trató de tranquilizarla. Quería pensar que ojalá fuese así—. Y dudo mucho que Saito pueda usarlo mucho en donde está. Lyn anotó en el mapa que había que andarse con ojo con los de esa orden católica y no hacer nada que levantase sospechas.

Solo esperaba que cuando llegasen a la iglesia no se la encontrasen patas arriba.

Por el camino, si en algún momento Bella no les prestaba atención y se asegurase —la chica había demostrado tener un oído muy fino—, le diría a Fátima

Oye, hay algo que te quería preguntar. Tú… le has contado algo a Bella antes de que llegaseis a la plaza, ¿verdad? —Esperaría a que le respondiese y haría un gesto para que no se lo tomase mal—. Llegados a este punto, ya da igual. Es sólo que me estaba rondando por la cabeza y…

»No será que estás interesada en que ella… Ya sabes.
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Re: [Castillo de Bestia] Un cuento antiguo como el tiempo

Notapor Astro » Lun Feb 06, 2017 1:48 pm

¿Po-por qué estás siguiéndome..?

Para descubrir qué pretende un anciano internándose en un bosque infestado por una temible bestia.

Yo... eso... ¡Eso es asunto mío! Tengo que hacerlo, es mi única oportunidad para recuperar mi vida y tú... Deberías volver a la aldea, muchacho.

Sí, deberías, Alaric.

Se giró de inmediato, alarmado por la nueva voz, encontrándose con una cara conocida: Jean. ¿Qué hacía él allí? Alaric no pudo evitar ponerse en tensión al ver la ballesta (cargada) que llevaba el rubio. Por mucho que no apuntara a nadie con ella, el mensaje quedaba claro.

Cincuenta monedas de oro. Es lo que me ofrecieron por investigar este bosque y demostrar que la bestia no existe... o bien traer su cabeza. Quería decírtelo antes, en la taberna, pero me distraje.

Así que tanta amabilidad tenía un propósito. —Alaric soltó una carcajada—. Debí imaginarlo.

Sin ánimo de ofender, monsieur, creo que cometéis un gran error. ¿Qué es tan importante como para arriesgar así vuestra vida? Yo tengo deudas. Deudas que podría pagar con la mitad de la recompensa. De ahí que me planteara ofrecerte una parte a cambio de tu ayuda, Alaric; por Dios, ¡no soy un loco! Pero no esperaba encontrarme con este panorama. ¿Qué me estoy perdiendo?

Eso le gustaría saber a Alaric. Si confiaba en las sospechas que les habían traído aquí, la bestia del bosque se trataba de un sincorazón, y su deber era evitar que hiciera más daño del que ya había hecho. Todo el pueblo parecía ser consciente del peligro, pero aquel viejo inventor insistía en internase en el bosque. ¿Por qué? ¿Acaso se le había ido la cabeza del todo y estaba loco como decían...?
Jean, por otra parte, parecía un interesado. Un mercenario de la vieja escuela, vamos. No sería su enemigo... siempre que no se interpusiese en su camino.

Esa chica, Marcelline... Dijo que había un castillo por aquí cerca.

¿Un castillo?

...Oh.

Antes de partir de Tierra de Partida, Saito mencionó que había un castillo en este mundo. Ronin, de forma algo brusca, les había prohibido que se acercasen ya que "no tenía relación con la misión". ¿Serían el mismo castillo?

Sé que parece raro, p-pero ella me aseguró que existía. Me prometió que, si le traía una rosa de su jardín, mi hija y yo no volveríamos a pasar hambre

Problemas de dinero. ¿Deudas, quizás?

¿Y por qué no vendría ella misma a buscar esa rosa? —El inventor no llegó a responder, así que la atención de Jean pasó a Alaric—. Y más importante aún, ¿tú por qué le seguías?

Maurice y yo tenemos a una amiga en común, y ella me pidió que le buscara. —Se encogió de hombros—. Cuando vi que estaba tan nervioso, sospeché que algo no iba bien.

Buen momento para las preguntas. Si Jean hacía tantas, Alaric también podía.

»¿Qué hay de ti? Parece que te faltó tiempo para seguirme cuando dejé la taberna. No me malinterpretes, estoy interesado en la oferta del dinero, —Aunque solo fuese para que Jean no le metiera una flecha a traición entre ceja y ceja—. pero no trabajo a ciegas. ¿Quién te ha contratado?

Ofrecer tanto dinero por matar a una bestia le resultaba raro. No sería sorpresa si el cliente de Jean también tuviera motivos ocultos... o quizás esto de ser aprendiz de la Llave Espada le hacía ver cosas donde no las había. Quién sabe.

Soy consciente de que no debería pedíroslo, es muy egoísta por mi parte, pero ¿podríais acompañarme? Ya he tenido un accidente en este bosque, y si la bestia existe de verdad, no seré capaz de salir de este bosque con vida. Pero no tengo otra opción, Bella... Bella no merece pagar por mis descuidos. Por favor, sólo tengo a mi hija...

Jean aceptó casi al instante, alegando que estaba interesado en el castillo pero que no se hacía responsable de la seguridad del anciano. Alaric carraspeó, indeciso. Había notado que su bolsa vibró poco antes: el aparato de comunicación que Ronin le dio debía de haber recibido algún mensaje. Ocultándolo con la capa, echó un vistazo rápido para ver el texto escrito... que le costó horrores entender.
Concluyó, sin estar muy seguro, que estaban en la iglesia. Guardó el aparato, suspirando, resignado. Habría querido responder, pero tenía varios problemas para hacerlo: aparte de encontrar el botón correcto para mandar una respuesta, tardaría demasiado en escribir lo que fuera a decirles. Todo requeriría demasiado tiempo, del cual no disponía. Jean y Maurice esperaban su respuesta, y además de que no podía mostrarles el móvil, tampoco le interesaba que el cazador empezase a sospechar que tramaba algo.

Vas a ir a ese castillo diga lo que diga, ¿verdad? —Fijó su mirada en los ojos tristes de Maurice. Le decían loco y viejo, pero lo único que Alaric veía era a un padre desesperado—. ... De acuerdo. Iré contigo.

Seguro que Fátima se enfadaba con él más tarde, pero acabaría entendiéndolo. Al fin y al cabo, tampoco era cuestión de dejar al anciano para que entrase solo en un bosque peligroso. Y no confiaba en que le esperasen si les decía que tenía que ir a hacer un recado antes: o Jean o el propio Maurice acabarían entrando en el bosque sin él.

En el mejor de los casos, encontrarían una rosa con la que arreglar la vida del hombre. En el peor, descubriría si esa bestia era un sincorazón o no.

Ajustándose la correa del espadón al hombro, empezó a andar hacia el bosque.

»En marcha.
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Re: [Castillo de Bestia] Un cuento antiguo como el tiempo

Notapor Denna » Jue Feb 09, 2017 12:52 am

Saito


Blanche soltó un grito de alarma y desenvainó su espada. Para ese momento, Saito ya había salido corriendo hacia un lado. El movimiento había sorprendido a la guerrera con la guardia baja, pero no a Christia. La capitana reaccionó deprisa y, ya con su nueva espada en mano, salió tras él. Era muy rápida. Llegó a atizarle un corte en la espalda, que le rasgó ropa y piel y podría haberle derribado sin problemas... de no haber sido por la falta de daño. La propia Christia no esperaba ese resultado y, sorprendida, se quedó atrás.

Su segunda se le acercó a paso ligero. Parecía incluso más trastornada que ella.

¡Christia! ¿Estás bien? ¿Qué ha..?

La pregunta murió en el aire.

Christia bajó la mirada, ocultándole la cara, y examinó el filo del arma. Una sospecha empezaba a formarse en su cabeza.

Esta espada es...

Saito, de mientras, había alcanzado el saliente y saltado al otro lado sin más problemas. No fue testigo de la conversación entre ambas.

Una vez fuera...

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Nikolai, Fátima y Saito


Bella aceptó acompañarles a la iglesia y les siguió en silencio. Caminaba unos pasos por delante de ellos con la cabeza gacha. Tenía un aire ausente, pensativo, quizás por todo el tema de los Sincorazón, que la habían perseguido a ella. O quizás simplemente se le hubiese pasado el efecto de la adrenalina. Fuera por el motivo que fuera, Nikolai y Fátima podrían conversar durante el camino sin que ella hiciera ademán de escucharles, enfrascada como estaba en su propio mundo.

Llegaron a la iglesia, dónde un cúmulo de gente se arremolinaba en la entrada. Muchos huían de la plaza como ellos, y otros tantos llegaban desde el norte, pero el paso a la iglesia estaba cerrado. Pronto averiguarían la razón: una densa nube de humo negro salía del interior del edificio. Había unos cuantos hombres y mujeres apostillados delante de la puerta, todos ellos vestidos de caballero, a los que podrían preguntar cualquier duda. Por otra parte, los rumores entre los aldeanos no se hacían esperar:

¡Un demonio! ¡Aquí, en la iglesia!

No seas idiota, ¡los demonios no pueden entrar en la iglesia! ¡Ha sido una hechicera!

¡Si las hechiceras tampoco pueden entrar en la iglesia!

¡..Gastón! Él y sus hombres se dirigían hacia el ayuntamiento, a eliminar esos monstruos.

Para Saito, escabullirse sin que nadie lo viera fue algo complicado. Tuvo que dar un rodeo para saltar en una zona despejada y luego sumarse a la multitud sin levantar sospechas entre los Vigilantes, pero no fue peor que lo que había pasado hasta el momento. Encontrar a sus compañeros fue más sencillo una vez se las ingenió para dejar atrás a los guardias.

Reunidos por fin y puestos al día, sólo quedaba Alaric. Ahora tocaba decidir el siguiente paso. ¿Adónde ir? ¿Qué hacer? ¿Seguir juntos o separarse? ¿La información que habían reunido entre —casi— todos era suficiente para encarar a la bestia? ¿O quizás abrir nuevos caminos los conduciría a pistas más interesantes?

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Alaric


Jean relajó los hombros cuando descubrió que Alaric no iba a enfrentarse a él, al menos por el momento, y dejó de jugar con la ballesta.

¿Qué hay de ti? Parece que te faltó tiempo para seguirme cuando dejé la taberna. No me malinterpretes, estoy interesado en la oferta del dinero, pero no trabajo a ciegas. ¿Quién te ha contratado?

Creía que no conocías a la gente de la aldea, forastero —replicó el cazador tranquilamente—. Lo siento, esa mujer me pidió que no revelara a nadie su nombre. Puedo decirte que se trata de una joven... que desde hace poco se ha convertido en el centro de los cotilleos... después de que cierto familiar suyo cayera «enfermo». —Aportó sin embargo con una sonrisa socarrona. Mucha estima no debía de tenerle a esa persona, o puede que confiara de verdad en Alaric—. Siempre puedes terminar de discutir los detalles con ella. Si nuestra pequeña misión tiene éxito, iremos a verla para cobrar.

Ante su respuesta, Maurice parecía incrédulo e incluso un poco asustado. ¿Conocería a la jefa de Jean? Aunque quizás su expresión se debiera a que no dejaba de llevarse una sorpresa tras otra. No dijo nada. El silencio se alargó mientras Alaric miraba el teléfono, Jean esperando con cierta impaciencia y el anciano con la vista al suelo. Fue sólo cuando el Aprendiz accedió a acompañarle que la levantó.

¡Oh, gracias! ¡Muchísimas gracias! Os... Os lo compensaré en cuanto pueda, ¡lo prometo! —exclamó, deshaciéndose en agradecimientos.

Más animado, dejó que Alaric pasara delante y se quedó junto a él. Jean los seguía de cerca como una sombra.

Fue un camino silencioso. El único ruido era el que hacía Maurice al pisar hojas secas y ramitas del suelo; desde luego, no estaba acostumbrado a ir sigiloso (ni a salir de la aldea, en realidad). Pero, a medida que avanzaban, puede que fuera casi de agradecer. El ambiente a su alrededor era siniestro, surrealista. No se oía nada más. Ni siquiera el cantar de un pajarito.

La senda se estrechaba y el recorrido iba desapareciendo a cada minuto que pasaba. ¿Cuánto tiempo llevaban caminando? El bosque entero parecía oscurecerse hasta el punto de que las copas de los árboles cubrieron por completo el cielo. Como si la noche misma hubiera caído sobre ellos.

Ya hace rato que hemos pasado las últimas señales —gruñó Jean—. Nunca antes había llegado tan lejos.

Maurice carraspeó.

Yo sí. P-por aquí fue donde esos lobos horribles... Recuerdo lo oscuro que estaba todo.

De pronto, un estallido de luz iluminó el bosque entero. Un fogonazo rojo, surgido de la nada. Luego un segundo.

Jean maldijo entre dientes. Tenía los dedos clavados en el tablero del arma, pero sus ojos viajaban frenéticos, sin saber adónde apuntar.

¿Pero qué demo..?

Su pregunta se vio interrumpida por un largo aullido lastimero. Sin embargo, no era un lobo lo que agonizaba. Ni ningún otro animal que conocieran.

Tanto el sonido como la luz venían del este.

Maurice se aferró a la capa de Alaric.

¡¿Q-q-qué era eso?!

Los estallidos de luz se sucedieron, y los aullidos sonaban débiles y apagados. Ubicar su distancia exacta era difícil con tanta maleza, pero no parecían estar demasiado lejos.

Podían probar a acercarse. Unos pocos metros más hacia el este, les llegaría una voz de mujer enfadada. Más que enfadada, furiosa. Parecía estar regañando a alguien, pero entender lo que decía era imposible. Imposible... a menos que se acercaran más.

El problema era evidente. No tenían ni idea de qué sucedía ni de quién podía tratarse. Ni Maurice ni Jean parecían reconocer a la mujer. Alaric podía sospechar de esa luz salida de la nada; había visto suficiente en el pueblo para comprender que no existía tecnología que pudiera hacer algo así.

Arriesgado. Y, en el peor de los casos, peligroso. Pero ¿y si descubría información vital para la misión? Y es que, ¿quién se escondería en el bosque en tiempos como aquellos? Por no hablar del extraño aullido... Había árboles de sobra por la zona, robles de tronco grueso que podían ocultar a alguien como Alaric incluso. Sólo necesitaba acercarse un poquito, un poquito más...

O quizás sería mejor no arriesgarse. Llevaban un largo rato de camino —¿quince minutos? ¿Media hora?— y el supuesto castillo no podía andar muy lejos. No habían tenido ningún percance hasta ahora, ¿para qué arriesgarse?

Jean observaba su reacción con curiosidad, preguntándose qué haría. Acompañaría a Alaric si éste se lo pedía, apoyándolo con la ballesta por si la situación se torcía, siempre por detrás de él. Maurice, en cambio, no querría ni oír hablar de acercarse a las voces. Estaba dispuesto a esperarles ahí, solo, aunque se le veía muerto de miedo.

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Re: [Castillo de Bestia] Un cuento antiguo como el tiempo

Notapor Suzume Mizuno » Vie Feb 10, 2017 10:54 pm

Creo recordar que Alaric no era muy ducho con las tecnologías. Ni se acordará de que lleva el móvil encima.

Mierda.

Eso significaba que si se había topado con algún imprevisto, no tendrían forma de saberlo. Fátima confiaba en su fuerza —que era bastante— pero no tenía mucha experiencia luchando contra Sincorazón así que no conseguía quedarse tranquila.

Y dudo mucho que Saito pueda usarlo mucho en donde está. Lyn anotó en el mapa que había que andarse con ojo con los de esa orden católica y no hacer nada que levantase sospechas.

Ya… Bueno, de Saito no me preocupo demasiado. Se las apañará bien—dijo de refilón. Sabía que los dos tenían una relación tensa y la suya con Nikolai no es que fuera la mejor, así que mejor no arriesgarse por la cuerda floja.

Como Bella se había quedado pensativa, Nikolai pareció sentirse lo suficiente seguro para decir:

Oye, hay algo que te quería preguntar. Tú… le has contado algo a Bella antes de que llegaseis a la plaza, ¿verdad?

Fátima dio un pequeño respingo delatador. Luego esbozó una sonrisa incómoda.

Es posible que le haya contado un par de cosas…

Llegados a este punto, ya da igual. Es sólo que me estaba rondando por la cabeza y…No será que estás interesada en que ella… Ya sabes.

Por un momento, Fátima se quedó mirándolo fijamente. Luego se dio cuenta de a qué se refería. Era increíble que a veces todavía se olvidara de que era Maestra. Bajó la mirada y se retorció un mechón de cabello.

Pues… un poco. Sabes, se muere por salir de aquí y… no le tiene miedo a lo desconocido. Mira qué bien ha aguantado, de momento, lo de los Sincorazón. El problema es que tiene que cuidar de su padre.—Fátima suspiró y lo miró de reojo—. Y ahora está lo de los Sincorazón. Nunca había visto que fueran antes a por alguien normal que a por nosotros.

«¿Y si no es normal?»

Siento no haberte dicho nada, pero necesito pensar un poco más sobe ello.

Cuando llegaron a la iglesia, se dieron cuenta de que las cosas no iban a ser tan fáciles como uno podía esperar. Muchísima gente se había arremolinado entorno a la entrada, huyendo probablemente de la plaza aunque había varios que también venían de más del norte. La iglesia, sin embargo, no podía recibirlos: había humo dentro. ¿Estaría ardiendo?

¡Un demonio! ¡Aquí, en la iglesia!

No seas idiota, ¡los demonios no pueden entrar en la iglesia! ¡Ha sido una hechicera!


¡Si las hechiceras tampoco pueden entrar en la iglesia!

¡..Gastón! Él y sus hombres se dirigían hacia el ayuntamiento, a eliminar esos monstruos.

«Seguro que dirá que ha limpiado él solito el pueblo.»

Entonces dio un codazo a Nikolai y señaló hacia la multitud. Saito se acercaba.

Te apuesto cien platines a que lo de la iglesia tiene que ver con él.


Vale, tenemos que salir de aquí —dijo en cuanto llegó, mirando a su alrededor con aire ligeramente culpable—. Es a mí a quién buscan. Me he escapado y no tardarán mucho en salir a perseguirme.

Premio. Bueno, no podía decirle nada después de lo que acababa de hacer ella.

¿Qué es lo que ha sucedido?

Saito respondió que había prendido un sótano, así que era la bruja a la que tanto buscaban. Fátima hizo un gesto para detenerlo cuando intentó alejarse.

¿No ves que si nos vamos destacaremos más? Entre esta gente pasamos más desapercibidos. Ahora, dinos qué ha pasado.

Mientras investigaba en el interior de la iglesia he sentido algo… inusual —Lanzó una mirada de extrañeza a Bella. Fátima asintió para animarlo a seguir hablando—. Y después de ingeniármelas como he podido, lo tengo. Pero digamos que las cosas se han complicado un poco a partir de ahí.

Como no seguía, Fátima dijo:

Bella es de confianza, puedes hablar delante de ella. Quizás hasta pueda ayudarnos.—Antes se volvió hacia ella y le dijo—: Te aseguro que no vamos quemando iglesias por ahí, ni, eh, destrozando plazas. Si lo que ha cogido no nos sirve, lo devolveremos.

Se trata de un tomo de Piromancia. No he tenido tiempo a ojearlo, pero por lo que sé pertenecía a una bruja llamada Octavia. ¿Sabéis algo sobre eso? Porque tengo una mala sensación al respecto.

Ni idea. ¿Te suena de algo Octavia, Bella?

Esperó a que la chica hablara. Luego murmuró:

Así que solo tenemos claro que hay brujas por aquí que tenían verdadera piromancia… que una tal Marcelline nos vigila en el pueblo y que la única persona que sabe con certeza si existe la Bestia está en un manicomio.—Y que los Sincorazón buscaban a Bella, pero no sabía qué decir de ello, así que se lo calló—. Saeko se ha marchado y no sabemos dónde está Alaric, así que vamos a tener que separarnos de nuevo. Aquí estás en peligro, Saito. Será mejor que vayas hacia la plaza, la encontrarás un poco destrozada, ha habido una pelea contra Sincorazón, y te unas al grupo de Gastón. En teoría, Alaric debería estar con ellos. Más tarde irán a investigar sobre la Bestia así que no podemos perder esa oportunidad. En cuanto a Marcelline, Nikolai, explícale tú cómo es para que tenga cuidado con ella. No te acerques ni intentes sonsacarle nada. Lo importante es la Bestia. Pero si te sigue o nos sigue a nosotros… Quizás podamos averiguar algo si la alejamos de la gente.

Fátima se frotó los ojos, cansada y nerviosa. Le encantaría sentarse a examinar el libro, pero no había tiempo y, claro, nada estaba saliendo bien. Algún día tendría una misión tranquila. Algún día.

Nikolai, ¿qué quieres hacer? Yo voy a intentar conseguir el permiso pero si no hay forma…—Se lo llevó un poco aparte para que Bella no pudiera escucharlos—. ¿Crees que podrías adelantarte y ver si puedes colarte? Si nos dejan entrar, que lo dudo, sería con vigilancia y no podríamos interrogarle bien…—Si Nikolai no quería, no insistiría. Volvería entonces con la chica—. Bella, no quiero meterte en problemas, pero con esas bestias por ahí, sería mejor que no te alejaras mucho.

Sin embargo, si Bella no estaba nada contenta con lo que estaban haciendo —y no le extrañaría—, entendería que quisiera marcharse. Sobre todo por su padre. Así que se reuniría con Nikolai aparte.

No quiero dejarla sola—le diría—. No hasta que me asegure que lo de los Sincorazón ha sido un error. Sé que es egoísta por mi parte pero, ¿seguirías tú hasta el manicomio o te quedas con ella?

Si Nikolai prefería continuar solo… Bien. Se quedaría con Bella.

Oye, Bella, ¿cómo se llama el pueblo más cercano?—preguntaría antes de que la chica se fuera (si es que no quería quedarse).

Iría entonces a preguntar con quién tenía que hablar para acceder al manicomio. Sabía lo raro que sonaba pero, en cuanto diera con una autoridad, diría:

No quiero robarle mucho tiempo, de verdad, veo que están muy ocupados. Vengo del pueblo de al lado —soltaría el nombre que le había comentado Bella, si es que le había dicho uno— y necesito, por el amor de Dios, poner a salvo a mi madre. Hace un tiempo que… que va sola, que se despierta por la noche y va a los campos y con esos rumores de la bestia no puedo dormir tranquila. He intentado dejarla a cargo de la iglesia, pero no pueden, no me escuchan, y esta es mi última esperanza. ¡Sobre todo si es cierto que están apareciendo demonios, como los de la plaza!—intentaría poner la voz todo lo desesperada que pudiera—. Solo necesito un permiso, por favor, sé que a aquí mi madre estaría mucho más segura.


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Re: [Castillo de Bestia] Un cuento antiguo como el tiempo

Notapor H.S Sora » Dom Feb 12, 2017 7:17 pm

Intenté llevarme la mano a la espalda, incrédulo, mientras huía con la adrenalina inundando mi cuerpo de energía. Christia había desenvainado su espada contra mÍ y el golpe me había alcanzado, de eso estaba seguro.

Y a pesar de eso no había dolido, no como debería haberlo hecho, y menos siendo un golpe directo de la capitana de la Orden de los Vigilantes. Pero no tenía tiempo para preocuparme por ello. Aunque había conseguido salir de ahí casi de una pieza, pronto empezarían a buscarme. Y más me valía para entonces estar muy, muy lejos.

Chasqueé la lengua al ver toda la gente que se había aglomerado en la entrada. ¿Todos ellos eran los mismos que habían estado durante la misa? Lo dudaba, pero algo estaba claro: había Vigilantes controlando la puerta y el perímetro, incluso aterrizar de la nada sería complicado con tantas personas a mi alrededor a las que poder llamar la atención.

Prueba a dar un rodeo, aquí es demasiado peligroso.

Acabé encontrando una zona muy despejada, y me ceñí bien la ropa antes de juntarme con la multitud. Antes de salir de ahí necesitaba encontrarme con mis compañeros, o las cosas podrían complicarse mucho más. Si es que eso era posible.

Bingo.

Me acerqué al grupo, con cautela y simulando cierto descuido por mi parte. Tenía que intentar ser lo más discreto posible.

Vale, tenemos que salir de aquí —murmuré en voz baja, echando un vistazo a la extraña que les acompañaba y mirando de nuevo hacia atrás, cuidándome de no llamar la atención—. Es a mí a quién buscan. Me he escapado y no tardarán mucho en salir a perseguirme.

Al preguntar Fátima por lo sucedido, no tuve más remedio que contarle en resumidas cuentas que había incendiado un sótano y que ahora me creían una bruja.

¿No ves que si nos vamos destacaremos más? Entre esta gente pasamos más desapercibidos. Ahora, dinos qué ha pasado.

Asentí, prosiguiendo a narrar los hechos.

Mientras investigaba en el interior de la iglesia he sentido algo… inusual —dije, mirando a Fátima y a Nikolai inquisitivo. ¿Por qué seguía esa extraña con nosotros?—. Y después de ingeniármelas como he podido, lo tengo. Pero digamos que las cosas se han complicado un poco a partir de ahí.

Antes de seguir necesitaba saber si podía fiarme o no de la desconocida. Y es que en el mejor de los casos sería mejor que ellos se acercaran para seguir y que la otra mujer no lo oyera todo.

Bella es de confianza, puedes hablar delante de ella. Quizás hasta pueda ayudarnos.

Vía libre.

Se trata de un tomo de Piromancia. No he tenido tiempo a ojearlo, pero por lo que sé pertenecía a una bruja llamada Octavia. ¿Sabéis algo sobre eso? Porque tengo una mala sensación al respecto.

Ni idea. ¿Te suena de algo Octavia, Bella?

Miré con curiosidad a la susodicha. No sabía por qué Bella acompañaba a Fátima y a Nikolai, y menos aún cómo podía ser que fuera tan de confianza. Al menos hasta ese punto. ¿Se conocerían ya de antes?

Así que solo tenemos claro que hay brujas por aquí que tenían verdadera piromancia… que una tal Marcelline nos vigila en el pueblo y que la única persona que sabe con certeza si existe la Bestia está en un manicomio. Saeko se ha marchado y no sabemos dónde está Alaric, así que vamos a tener que separarnos de nuevo.

Fui a interrumpir, algo confuso. La parte de las brujas la tenía clara, después de todo era yo el que había informado de ello, pero lo de Marcelline y la persona en el manicomio ya se me escapaba por completo. Y si íbamos a separarnos lo último que quería era estar desinformado.

Aquí estás en peligro, Saito. Será mejor que vayas hacia la plaza, la encontrarás un poco destrozada, ha habido una pelea contra Sincorazón, y te unas al grupo de Gastón. En teoría, Alaric debería estar con ellos. Más tarde irán a investigar sobre la Bestia así que no podemos perder esa oportunidad. En cuanto a Marcelline, Nikolai, explícale tú cómo es para que tenga cuidado con ella. No te acerques ni intentes sonsacarle nada. Lo importante es la Bestia. Pero si te sigue o nos sigue a nosotros… Quizás podamos averiguar algo si la alejamos de la gente.

Miré a la Maestra de Tierra de Partida. Nuestra relación había mejorado lo suficiente como para que fuese la única, o de las únicas, personas de su Orden que pudiera tolerar. Pero una cosa era ayudarnos en una misión y otra obedecerla como lo hacía con la Maestra Nanashi o el Maestro Ryota.

Pero ya pensaría en ello cuando no hubiera tanta gente delante, ni tantos problemas de los que ocuparnos.

Entendido. Si no os importa me quedaré el libro y trataré de informaros en cuanto pueda, sobre todo si me encuentro con Alaric —comenté en voz baja, centrándome ahora en Nikolai y la información que me tuviera que proporcionar. Si mi bienestar dependía de él, quizá era mejor intentar volver al interrogatorio de Christia y Blanche.

Me mordí la lengua. Quería preguntarle acerca de Saeko, pero no era el momento. En su lugar, sólo pude preguntar.

¿Podéis decirme algo acerca del chico del manicomio?

Cualquier pista era bienvenida. Y al menos, con suerte, ahora llamaría menos la atención si me marchaba.

Mucha suerte a todos. Y... un placer conocerte, Bella.

Con cautela, me dirigí hacia el ayuntamiento. Una vez allí, busqué el grupo del que Fátima me había hablado y traté de localizar al aprendiz perdido. Pero ni rastro. Y marcharme sin más podía hacerme parecer más sospechoso de lo que ya era, así que lo mejor sería quedarme.

Si tarde o temprano iban a por la Bestia, mejor estar presente para verlo.

Para no perder el tiempo de mientras, intentaría descubrir dónde coño se había metido el aprendiz de Tierra de Partida. Hacer de niñera, yo. Para Tierra de Partida. Se hubiese visto. En fin, quizá descubría algo interesante, preguntando al primero de los presentes que se me pusiera delante.

Perdona, ¿has visto a mi compañero? Iba a cubrirme las espaldas en lo de esta noche. Es enorme, va vestido de negro y lleva una espada colgada. Espero que no se haya rajado...
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Muchas grácias por el avatar Mepi ^^
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Re: [Castillo de Bestia] Un cuento antiguo como el tiempo

Notapor Drazham » Mar Feb 14, 2017 1:05 am

Fátima acabó por afirmarle que le estuvo relevando a Bella cosas sueltas sobre su trabajo. Cuando le preguntó si estaba interesada en reclutarla, bueno… Su expresión hablaba por sí sola de que le rondaba por la cabeza.

Pues… un poco. Sabes, se muere por salir de aquí y… no le tiene miedo a lo desconocido. Mira qué bien ha aguantado, de momento, lo de los Sincorazón. El problema es que tiene que cuidar de su padre. —La familia, uno de los grandes “peros” de los Caballeros. Por mucho que su madre no le negase su capricho de aceptar la Llave Espada y marcharse, era una espina que llevaba clavada desde hace mucho—. Y ahora está lo de los Sincorazón. Nunca había visto que fueran antes a por alguien normal que a por nosotros.

¿Crees que iban tras ella por estar bajo el mando de alguien? —Fue lo único que se le ocurrió. De todas formas, si de verdad había alguien detrás de ese ataque, ¿qué motivos tendría para ir tras una chica normal y corriente como Bella?

Siento no haberte dicho nada, pero necesito pensar un poco más sobe ello.

Me lo imagino. No creo que sea una decisión fácil.

Aunque algunos de los Maestros lo hacían parecer demasiado sencillo.

Llegaron a la iglesia y, para su infortunio, no tenía pinta de que se iban a librar de toparse con más problemas de los que ya tenían. Los alrededores estaban abarrotados de gente que huía de la plaza y otros tantos que llegaban de la otra parte del pueblo, quizá alarmados al haberse difundido la noticia. Sin embargo, lo que más le llamó la atención a Nikolai —además de sacarle una mueca— fue el humo negro que se escapaba del edificio.

¡Un demonio! ¡Aquí, en la iglesia!

No seas idiota, ¡los demonios no pueden entrar en la iglesia! ¡Ha sido una hechicera!

¡Si las hechiceras tampoco pueden entrar en la iglesia!

¡..Gastón! Él y sus hombres se dirigían hacia el ayuntamiento, a eliminar esos monstruos.

Antes de hacerse preguntas sobre lo ocurrido, Fátima le dio un codazo y le señaló a cierto conocido que se les acercaba, cubriéndose con una capa. Como un dichoso prófugo.

Te apuesto cien platines a que lo de la iglesia tiene que ver con él.

No hace falta que me lo jures… —masculló entre dientes.

Vale, tenemos que salir de aquí —les musitó Saito, ojo avizor de que nadie reparase en él—. Es a mí a quién buscan. Me he escapado y no tardarán mucho en salir a perseguirme.

«No me digas...»

Al preguntarle por lo ocurrido, Saito les confesó su desliz con un incendio que provocó en los sótanos de la iglesia y que ahora le tenían por bruja. Fabuloso. Aparte de cargar con Marcelline, se les había sumado una orden de católicos, de los que castigarían cualquier intento de hechicería sin miramientos. Nikolai procuró mostrar una expresión neutral en todo momento, porque de no ser por Fátima y Bella, lo estaría acuchillando con la mirada después de todas sus impertinencias que le había tenido que aguantar.

Mientras investigaba en el interior de la iglesia he sentido algo… inusual. —Se paró un momento, mirando con desconfianza a Bella. Fátima tuvo que alentarlo para que siguiese—. Y después de ingeniármelas como he podido, lo tengo. Pero digamos que las cosas se han complicado un poco a partir de ahí.

Pero como seguía sin fiarse del todo para seguir hablando, Fátima acabó por aclararle:

Bella es de confianza, puedes hablar delante de ella. Quizás hasta pueda ayudarnos.

Se trata de un tomo de Piromancia. No he tenido tiempo a ojearlo, pero por lo que sé pertenecía a una bruja llamada Octavia. ¿Sabéis algo sobre eso? Porque tengo una mala sensación al respecto.

Ni idea. ¿Te suena de algo Octavia, Bella?

Nikolai enarcó una ceja. ¿Piromancia? ¿Desde cuándo un grupo de católicos guardaban libros de hechicería en sus instalaciones? Quizás lo tenían para ocultarlo, pero era extraño que, tal como eran ese tipo de religiosos, no lo hubiesen quemado o destruido a estas alturas.

Así que solo tenemos claro que hay brujas por aquí que tenían verdadera piromancia… que una tal Marcelline nos vigila en el pueblo y que la única persona que sabe con certeza si existe la Bestia está en un manicomio. —Era un buen resumen de en lo que estaban metidos.

Luego, Fátima continuó con su idea de volver a separarse para abarcar más terreno, ahora que tenían ciertos puntos clave en los que indagar, y otros tantos que evitar.

En cuanto a Marcelline, Nikolai, explícale tú cómo es para que tenga cuidado con ella. No te acerques ni intentes sonsacarle nada. Lo importante es la Bestia. Pero si te sigue o nos sigue a nosotros… Quizás podamos averiguar algo si la alejamos de la gente.

Está bien. Se trata de una chica cerca de nuestra edad, pelo rubio con dos coletas y no muy alta. —Se quedó un momento pensativo, mordiéndose el labio inferior—. Es muy probable que a primera vista parezca una chiquilla inofensiva e introvertida, pero bajo ningún concepto no te confíes.

Le sirviese o no su advertencia, no las tenía todas consigo. Le daba la sensación de que Marcelline no estaba haciendo más que jugar con ellos y limitarse a observar, como decía haber hecho antes nada más llegaron al pueblo.

Nikolai, ¿qué quieres hacer? Yo voy a intentar conseguir el permiso pero si no hay forma… —Fátima tiró un poco de él y se dejó llevar, vista las intenciones de la Maestra para que Bella no oyese más de la cuenta—. ¿Crees que podrías adelantarte y ver si puedes colarte? Si nos dejan entrar, que lo dudo, sería con vigilancia y no podríamos interrogarle bien…

Niko arrugó un poco el ceño y ladeó la cabeza, dubitativo. Colarse en un manicomio. No le hacía especial gracia, sobre todo en un recinto que contaría con una seguridad considerable, pero Fátima tenía razón en lo de que estarían vigilados si iban por las buenas.

No quiero dejarla sola —se refirió a Bella—. No hasta que me asegure que lo de los Sincorazón ha sido un error. Sé que es egoísta por mi parte pero, ¿seguirías tú hasta el manicomio o te quedas con ella?

Miró a Bella por el rabillo del ojo, también preocupado por que se pudiese repetir el incidente de antes, y acabó por asentirle con la cabeza. Total, en peores lugares se había colado y escapado.

Supongo que podría apañármelas. Algún truquillo guardo bajo la manga para estos casos —admitió, no muy orgulloso de ello—. De todas formas, tal vez podamos aprovechar que se ha dado la voz de alarma en el pueblo y que estén más pendientes de las calles.

O que manden más guardias al edificio para asegurarse de que ningún monstruo se cuele.

El caso es que esperaría a ver si Fátima conseguía el permiso de alguna de las autoridades de la iglesia. Si les convencía, bien. Si no, o si Bella prefería quedarse atrás y a Fátima no le quedaba otra que quedarse con ella, marcharía él solo hacia el manicomio.
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Re: [Castillo de Bestia] Un cuento antiguo como el tiempo

Notapor Denna » Mié Feb 22, 2017 8:54 pm

Nikolai, Fátima y Saito


Bella miró escandalizada a Saito cuando oyó que había cometido un crimen contra la iglesia —¡y robado un libro, nada menos!—. Aunque no les recriminó nada en alto y asintió a las palabras de Fátima, éstas no parecieron tranquilizarla demasiado.

Luego surgió el tema de Octavia. Ahí, la chica miró a Saito pensativa y contestó después de tomarse un momento:

No. No realmente. Las brujas... Se sabe que existieron hace mucho tiempo, unos doscientos años o así, pero la reina Marianne lideró la cruzada que acabó con todas ellas —informó—. Es lo que dicen los archivos. ¿Creéis que vuelve a haber brujas? Ese libro que has... tomado prestado... podría ser de esa época.

Miró de reojo a Fátima y luego a Nikolai. Los dos que habían usado magia delante de ella. Bella apartó los ojos y carraspeó.

Las brujas son malas —explicó con un susurro— . Su magia viene de los demonios.

Y no dijo más. Ni siquiera cuando increparon de nuevo a Marcelline. Bella sólo miró con tristeza a Nikolai y suspiró, sin intervenir.

Mientras Fátima y Nikolai conversaban, Saito avanzó.

¿Podéis decirme algo acerca del chico del manicomio?

Se llama Enéas. Tiene una hermana llamada Loretta, que dirige la posada del halcón blanco. Lleva internado alrededor de dos semanas después de que proclamara en pleno mercado que una bestia monstruosa lo había atacado a él y a sus compañeros. Ellos han desaparecido, pero él no tenía ningún rasguño. —Miró al chico e hizo un esfuerzo por sonreír—. Lo siento, yo no le conocía mucho. ¿Te sirve con eso? —Esperó a que contestara y luego añadió, un tanto incómoda:—. Saito, ¿verdad? Deberías devolverle el libro a la capitana Christia en algún momento y explicarle lo que es. Sé que te lo agradecerá... Imagino. Pero no es la clase de persona a la que me gustaría tener en mi contra.

Se despidió de Saito con la mano. Entonces, Fátima se aproximó a ella.

Bella, no quiero meterte en problemas, pero con esas bestias por ahí, sería mejor que no te alejaras mucho.

Os acompaño —dijo de inmediato—. Todavía no he encontrado a papá y... No podría estar más segura en otro lugar que yendo con vosotros. —Sonrió—. Además, parecerá raro, pero en cierto modo me lo estoy pasando bien. ¡Es como estar en un cuento de fantasía!

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Nikolai y Fátima


Separados de nuevo, Bella acompañó a Fátima y a Nikolai hacia el manicomio. Por el camino, les habló del pueblo de al lado, una aldea con la que la suya mantenía una sana competencia. Al conocer el plan, les dio incluso algunos detalles, como el mal nombre con el que se referían a sus vecinos, más animada.

Les atendió una celadora fuera del edificio. Los ataques en el ayuntamiento y la plaza habían llegado a oídos de los médicos y el hospital estaba cerrado. La mujer se puso a la defensiva cuando Fátima se le acercó, y aunque la escuchó, con los ojos entrecerrados, seguía anteponiendo la seguridad del centro a las necesidades de «su madre».

Al menos hasta que vio a Bella. La cara le cambió por completo y dibujó una sonrisa.

¡Bella! ¿Qué haces tú por aquí?

Bonjour, madame. En realidad, he sido yo la que les ha hablado a mis amigos de este sitio —confesó con aire culpable—. Les he dicho que su madre aquí estaría a salvo, pero no contaba con lo ocurrido con los demonios.

Hizo un mohín.

Te he puesto en un aprieto, ¿verdad? Y a ellos les he dado falsas esperanzas. ¡Lo siento tanto!

—¡Haber dicho eso antes, mujer! Sabes que te debo una. Dos, si tenemos en cuenta que nos traes nuevos clientes —bromeó la celadora.

Le hizo un gesto a Fátima para que la siguiera. Tras ellas, Bella sonrió con orgullo y le susurró a Nikolai:

Trabajé un tiempo aquí, ayudándola en el archivo. Me pagaban por leer y ordenar todo tipo de casos. No eran historias muy agradables, pero al menos ha servido de algo.

La celadora los llevó hacia lo que debía de ser la recepción. La habitación estaba vacía a excepción de ellos, decorada con sobria elegancia. Bella pegó un respingo cuando les llegaron unos gritos a través de las paredes, pero ni su guía ni ella comentaron nada al respecto.

Voy a avisar a monsieur d’Arque para preparar la estancia de vuestra madre. Vuelvo en un momentito con los documentos que hay que firmar.

En cuanto la puerta volvió a cerrarse, Bella salió disparada hacia el mostrador. Se agachó tras un pequeño cajón y extrajo un enorme y pesado libro.

Aquí está el libro de registros. —Hojeó rápidamente las páginas, arrugando la nariz—. Enéas está en la celda 024.

A juzgar por el número y la estructura del edificio, su destino estaba en el primer piso, subiendo las escaleras, no demasiado lejos. El problema sería esquivar al resto de celadores, que flanqueaban cada pasillo. Tres hombres armados con porras, y un cuarto plantado justo delante de la puerta 024.

Detrás estaría Enéas.

Los guardias no les dejarían pasar sin una buena excusa, pero tampoco tenían demasiado tiempo. ¿Qué pasaría si la mujer de antes regresaba a por ellos y les encontraba husmeando? Tenían que tener en cuenta que Bella en particular arriesgaba mucho ayudándoles, y sus acciones podían tener muy malas consecuencias para ella.

La chica, por su parte, tenía la cara muy pálida, como si hubiese enfermado de golpe. Podrían haber notado que, desde que había entrado en el manicomio, parecía mareada, pero aguantaba sin quejarse, llena de determinación. Si le daban alguna orden, Bella les haría caso sin rechistar, aunque tanto la idea de quedarse sola esperándoles como la de entrar con ellos a ver a Enéas la afectaban de manera notable.

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Saito


La plaza del ayuntamiento había sobrevivido a los destrozos causados por la aparición de Sincorazón. Para cuando Saito llegó, ya no quedaba ni uno. Un grupo de hombres armados con escopetas y herramientas del campo hacía redadas por las casas más cercanas, mientras que otro menos numeroso interrogaba a unos sorprendidos vecinos. El cabecilla, Gastón, destacaba entre ellos, el más alto y ruidoso.

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Acercarse a él era difícil: entraba y salía de las casas con la escopeta alzada, preparado para disparar ante el menor rastro de peligro. A pesar de cómo echaba a la gente y arrojaba cosas suyas al suelo, todas las expresiones eran de la más absoluta admiración.

Alaric no estaba. Ni en la plaza ni en ninguna casa. Si intentaba acercarse al ayuntamiento, se encontraría las puertas cerradas y el edificio entero bajo una estricta vigilancia. Para la protección del alcalde, sin duda.

De modo que Saito se acercó a uno de los cazadores, un personaje grande y moreno, de pelo muy corto. Era de los pocos que se mantenía al margen, cerca del centro de la plaza, con los brazos enormes cruzados y mirada aburrida.

¿De negro y con espada? Sí. Creo que sé quién es. —El hombre miró a su alrededor, buscando a Alaric, y frunció el ceño al no encontrarlo—. Qué raro. Estaba antes en la taberna.

¿El que hablaba con Jean, dices? —intervino uno de sus compañeros, con los ojos muy abiertos. Era bastante joven, de la edad de Saito, y le llegaba a la altura del hombro—. Se fue de la taberna hace un rato junto al viejo loco.

Maurice —gruñó el primero.

S-s-sí, eso, el inventor... Maurice. Y luego Jean fue tras él. —Avergonzado, rehuyó los ojos de Saito—. Me acuerdo porque, eh, me fijé en él. Es tan alto como Gastón y... nunca había visto una espada así. N-no se lo digas, por favor. No quiero problemas.

Ninguno de los dos sabía con exactitud adónde habían ido. «Al este», contestó con un murmullo el menor. Al este estaban la plaza y la iglesia, y Alaric no había estado en ninguno de esos dos lugares, que él supiera. De lo contrario, se habría encontrado con Fátima, Nikolai o con el propio Saito. ¿Habrían tenido tan mala suerte como para no cruzarse?

Disculpa. No quiero entrometerme, pero yo sé dónde podría estar tu amigo.

La voz provenía de sus espaldas. Se trataba de una chica joven cuya presencia podría haberle asustado, pero no se parecía en nada a la mujer que Nikolai le había descrito. Rondaba la veintena y tenía el cabello largo y castaño.

Me llamo Loretta. —Hizo una pausa en la que miró en derredor a los cazadores y sonrió con encantadora timidez, llevándose una mano al pelo—. Eh... ¿Te importaría que nos alejáramos un poco de aquí? Tenía un trato con tu amigo, es muy seguro que haya ido a cumplirlo, pero preferiría... no hablar de eso aquí delante. Es un asunto privado. ¿Podríamos ir a mi posada, por favor? No queda muy lejos.

¿Irse con Loretta, la perfecta desconocida que afirmaba saber dónde estaba Alaric, o quedarse con los cazadores? Los dos hombres —sobre todo el más pequeño— la miraban con perplejidad, pero no intentaron detener a Saito ni convencerle. La decisión estaba en sus manos, y Loretta parecía impaciente, mirando de vez en cuando a su alrededor. Quizás ir a la posada era alejarse demasiado del manicomio y de sus compañeros, pero la chica no parecía tener intención de quedarse a charlar. Sus condiciones o nada... a menos que Saito le hiciera alguna contrapropuesta interesante. ¿Quién sabía?

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Re: [Castillo de Bestia] Un cuento antiguo como el tiempo

Notapor Suzume Mizuno » Sab Feb 25, 2017 4:12 am

No. No realmente. Las brujas... Se sabe que existieron hace mucho tiempo, unos doscientos años o así, pero la reina Marianne lideró la cruzada que acabó con todas ellas —dijo Bella. Fátima anotó mentalmente los nombres—. Es lo que dicen los archivos. ¿Creéis que vuelve a haber brujas? Ese libro que has... tomado prestado... podría ser de esa época.

La mirada de Bella, que alternó entre ella y Nikolai, habló por sí sola.

No somos brujas, nuestra magia viene del corazón—dijo Fátima con suavidad—. Ni siquiera sabemos si las brujas de este lugar hacían verdadera magia y no se culpaba a inocentes.

Las brujas son malas —añadió la chica entre susurros— . Su magia viene de los demonios.

Fátima miró de reojo a Nikolai. Eso podría relacionarse con los Sincorazón, aunque la relación era inversa. Los Sincorazón bebían del poder de personas con corazón oscuro, no alrevés.

Bella informó a Saito acerca de Enéas y Fátima no dijo nada cuando le señaló que debería devolver el libro robado y sintió un pinchazo de malestar al pensar en todos los problemas que le estaban causando.

Por suerte, parecía dispuesta a seguir con ellos.

Os acompaño —dijo con presteza—. Todavía no he encontrado a papá y... No podría estar más segura en otro lugar que yendo con vosotros. —Esbozó una sonrisa—. Además, parecerá raro, pero en cierto modo me lo estoy pasando bien. ¡Es como estar en un cuento de fantasía!

Fátima intentó devolvérsela. Bueno, esperaba que esa noche se acostara con la convicción de que había vivido una pequeña aventura y nada más.

*


No estaba funcionando. La celadora no parecía por la labor de dejarse convencer. Tampoco le sorprendió mucho. Llegaban en mal momento y Fátima nunca había sido una actriz especialmente destacada. Y, de pronto, se hizo la luz.

¡Bella! ¿Qué haces tú por aquí?

Bonjour, madame. En realidad, he sido yo la que les ha hablado a mis amigos de este sitio.—Bueno, mentía bastante mejor que Fátima, eso estaba claro—. Les he dicho que su madre aquí estaría a salvo, pero no contaba con lo ocurrido con los demonios.Te he puesto en un aprieto, ¿verdad? Y a ellos les he dado falsas esperanzas. ¡Lo siento tanto!

—¡Haber dicho eso antes, mujer! Sabes que te debo una. Dos, si tenemos en cuenta que nos traes nuevos clientes —bromeó la celadora.

Y, con un gesto, indicó a Fátima que la siguiera. La joven sonrió e inclinó la cabeza, agradecida. Echó a andar, aunque lo suficiente tarde para poder escuchar a Bella cuchichear algo sobre que había trabajado en aquel lugar ordenando libros.

«Madre mía, podrías haberlo dicho antes.»

Pero habían conseguido pasar y eso era más que suficiente. Entraron a una recepción fría, sobria y… A la que llegaban aullidos que parecían de fantasmas. Fátima consiguió no dar un brinco y se sorprendió de que ni Bella ni la mujer reaccionaran. Miró de reojo a Nikolai, tragó saliva y guardó silencio.

Voy a avisar a monsieur d’Arque para preparar la estancia de vuestra madre. Vuelvo en un momentito con los documentos que hay que firmar.

«Debería dejarles dinero por este engaño…»

Nada más la celadora hubo abandonado la sala, Bella corrió a por un libro.

Aquí está el libro de registros. —Pasó las hojas a una velocidad impresionante—. Enéas está en la celda 024.

Supongo que será un piso más arriba… Y no tiene pinta de estar muy lejos, espero—murmuró Fátima.

Le pidió a Bella que esperara para avisarles si venían a buscarlas y se asomaría al pasillo que tenían que recorrer y vio que había tres hombres, no, cuatro. Hizo un gesto a Nikolai y cuchicheó, una vez estuviera segura de que nadie podía oírles:

Puedo cubrir este pasillo de niebla. ¿Te servirá o necesitas algo más para entrar?

No les iban a dejar entrar y no tenían ninguna excusa. Pero gracias a que las puertas no eran un problema para ellos, quizás tuvieran la oportunidad de hablar con Enéas. O, al menos, la tendría Nikolai con sus poderes.

Cuando él le diera la señal, liberaría la niebla por el pasillo, las veces que fueran necesarias, para cubrir el paso de Nikolai. Luego regresaría corriendo al lado de Bella, que se había puesto… realmente pálida. Como si estuviera mareada.

¿Te encuentras bien?—cuchicheó, acariciándole un brazo con un titubeo—. ¿Este sitio te trae malos recuerdos…?

Seguramente escucharían las exclamaciones de los celadores y Fátima exclamaría:

¿Eso es fuego?

Con suerte, podría deshacer la niebla para impedir que se alarmaran y empezaran a sacar a los enfermos. Quizás se pusieran nerviosos, en cuyo caso cruzaría los dedos porque Nikolai pudiera esconderse a tiempo.

Si le preguntaban por Nikolai, diría que se encontraba mal y había salido fuera. Tenía que entretener al hombre al que iban a llamar, pero no se molestaría en ocultar su preocupación por Bella.

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Acciones acordadas con Drazham.


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Los que sean necesarios para ocultar a Nikolai.

▪ Niebla (HM) [Nivel 9] [Requiere Poder Mágico 15 y Afinidad Agua]: el usuario llena su alrededor —en un radio de ocho metros— de niebla para poder ocultarse y despistar a sus enemigos. Dura dos turnos.
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¡Gracias por las firmas, Sally!


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