[La Cité des Cloches] Fuego Infernal

Hana, Saxor, Celeste, Matthieu + Saito y Simbad

Aquí es donde verdaderamente vas a trazar el rumbo de tus acciones, donde vas a determinar tu destino, donde va a escribirse tu historia

Moderadores: Suzume Mizuno, Denna, Astro

Re: [La Cité des Cloches] Fuego Infernal

Notapor Nell » Mar Ene 10, 2017 3:04 am

Raphaël les dio una breve explicación sobre lo ocurrido en el Festival:

Una tragedia, sin duda. Los demonios atacaron a sus Majestades y también al juez Frollo. Parece… Que fue cosa de una bailarina gitana. —A Hana se le paró el corazón. ¿Le habían confundido con una gitana…?—. Fue un milagro que el juez sobreviviera. Desde entonces, Frollo está obsesionado con encontrar a una tal mujer llamada Esmeralda. —Le relajó escuchar eso. El revuelo lo causó la otra bailarina. Quizá Hana no tenía culpa de nada.

A continuación, Simbad y ella se pusieron de acuerdo para ir tanteándole con el fin de persuadirle. Nada parecía convencerle, ya que no quería fama ni mérito; sin embargo, seguía atento a la conversación y eso decía mucho.

Querida, si me interesara ser un héroe, no serviría a quien sirvo. Los hombres no deberían someterse a las mujeres, según dicen mis compañeros.

Hana apretó los puños debajo de la mesa. Ni siquiera se paró a pensar en si Raphaël lo pensaba o no de verdad, dado su testimonio posterior sobre la princesa. Había tenido mucha suerte en no sufrir dicha discriminación durante su vida en Port Royal. Y no tenía intención de que en París fuera distinto. Iba a imponerse a Raphaël antes de marcharse, fuera como fuese.

Al final, tras su última propuesta haciendo mención al ataque que Raphaël había reconocido, este accedió a contarles el resto:

El día del Festival, los Sincorazón atacaron a sus Majestades. Eso hizo que todo el mundo imaginara que sería cosa de los gitanos. Yo también lo pensé. Al fin y al cabo, el Rey cada vez escuchaba más a Frollo y ahora… Podéis imaginarlo.

»Sin embargo, la única persona que impide que su Majestad firme el edicto es su hermana. Su grupo era el único remotamente a favor de los gitanos, entre los cuales me incluyo, pero durante el último año se ha quedado sin amigos. Y la princesa estaba caminando por el jardín, poco antes de cenar, cuando la atacaron.

De modo que, en efecto, el ataque se había producido contra la princesa. La única cuerda en aquel castillo. Qué casualidad.

La princesa tiene muchos enemigos. Demasiados. Gobernó cuando el Rey era menor y a muchos no les gustó. Algunos dicen que se aferra demasiado al poder. Lo que me… extraña es que los demonios desaparecieron poco después. Como una advertencia. Ese día, la princesa había discutido abiertamente con ciertas eminencias. El cardenal y… el juez Frollo. No tengo mucho más y me gusta mantener la cabeza sobre los hombros. Desgraciadamente no tengo las suficientes tierras para poder imponerme a nadie y no puedo ayudar a la princesa como me gustaría. Ahora, decidme… o confirmadme quién está controlando a todos los demonios. Sobre todo si queréis evitar que todos los gitanos de esta ciudad mueran en la hoguera, porque el próximo paso tras la firma del edicto, es encontrar la Corte de los Milagros.

En el fondo no hacía falta confirmar nada. Sin embargo, Hana calló. Tenía suficientes razones para pensar que el loco imán de los sincorazón era Frollo. Pero, ¿de verdad había pistas sobre él o solo su odio particular? ¿Y si no era más que un hombre obsesionado con una tontería y su verdadero objetivo era otro? Temía que el rencor le obnubilara. Así que no dijo nada. Fue entonces cuando Simbad intervino por ella:

Confirmadme, has dicho. Eso es que sospechas de alguien. Quién sabe, podrían ser los gitanos. Pero eres demasiado listo como para eso. Estamos jugando en un entorno peligroso y... las paredes tienen oídos.

»Por una parte el Rey está a punto de firmar el decreto, pero después de tantos años ¿por qué? Tú mismo has respondido la pregunta. Por otro lado, los demonios atacan al juez al principio de la historia por una supuesta bailarina, y este se obsesiona por encontrar a una tal Esmeralda. A partir de ahí, ningún ataque es realizado contra él, sino contra la familia real, en especial contra la hermana que está a favor de los gitanos y que había discutido con Frollo.

»Todas las pistas apuntan a él ¿para qué engañarnos? Vos lo sabéis, yo lo sé y Fiore lo sabe. —Sí, lo sabía, aunque aún perduraba su duda sobre si no se estarían equivocando. En el Festival, Frollo no parecía tener control de los sincorazón—. No solo quiere la destrucción de los gitanos, también quiere matar a la familia real para quedarse con el control de París, maldita sea.

Yo no diría tanto —hizo un matiz—. No necesita matar a la familia para controlar París. Solo a uno de sus miembros. —Miró directamente a Raphaël, sin necesidad de decir nada más.

Puedo equivocarme. Porque al llegar aquí no teníamos ni idea de quién podía ser, Raphaël. Ni puñetera idea. Y ahora todo apunta a un nombre... Porque si estoy en lo cierto, no solo toda la familia real está en peligro, sino también toda París. —A Hana no le gustó tanto que reconociera que estaban algo perdidos. Le habría gustado que aparentaran más seguridad en su trabajo—. Y no creo que lo esté haciendo solo.

Esa última posibilidad apenas perturbó a Hana. Habían ido buscando el foco de los sincorazón y le daban igual el complejo del asunto. Lo irían desmenuzando según tiraran del hilo. Por ahora eran poco más que especulaciones.

Decidió que era el momento oportuno de

Eso era todo lo que queríamos saber. Nos encargaremos del resto —Y se puso en pie.

Y ahora, sois de confianza, nos dejaréis marchar, pero no por la puerta principal, sino por otra más discreta. Si no lo eres llamaréis a los guardias e iras con el cuento al que está de todo esto, pero créeme eso no os convendría..

»Fiore confía en vos, y después de lo que te he desvelado, comprenderéis que yo también.

En realidad ya no sabía qué pensar de Raphaël. Estaba convencida de que intentaba ponerse de su lado, en la medida en la que sus intereses políticos le eran favorables. Y no estaba segura de qué ocurriría a continuación. El noble podía dejarles marchar sin más… o esperar algo a cambio. La salida no le preocupaba. Sería él quien se quedara dentro a aguantar los rumores, no ellos.

Por eso Hana había hecho amago de levantarse e irse. Esperaba la reacción de Raphaël. Quizá le rondaba la idea de pedirles que custodiaran a la princesa si temía un nuevo ataque. O que hablaran directamente con ella sobre el mismo (y pensar que habían tenido la oportunidad de verla…). Cualquier cosa. De ser así, se quedaría a atenderle y a auxiliarle en la medida de lo que pudieran sin desviarse de su misión, aunque no impediría a Simbad irse si quería. Puede que el noble tuviera alguna mejor idea sobre cómo afrontar la situación o quisiera preguntarles qué iban a hacer con Frollo. Seguramente no le haría mucha gracia que Hana tentara la idea de matarle. Otra vez.

En caso contrario, en que Raphaël les indicara amablemente la salida, Hana se marcharía con Simbad. Lo que tampoco iba a permitir es que les retuviera allí a la fuerza. La respuesta del hombre sería clave para decidir por cuál de todos los agujeros del castillo salía.
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Ronda 6

Notapor Suzume Mizuno » Mié Ene 11, 2017 9:25 pm


Hana y Simbad


Raphaël se quedó pensativo pero, cuando se levantaron, también lo hizo él con una sonrisa melosa.

¿Pero qué es esto? ¿Venís al palacio con descaro para que toda la corte sepa que he dejado entrar a un gitano y a una muchacha en mis aposentos, os doy la información que queréis y pretendéis iros sin más? Las cosas no funcionan así.—Hizo un gesto a Hana, indicándole que se sentara, y rodeó la mesa para llegar hasta Simbad—. El chantaje emocional debe ser sutil y solo es útil cuando estás en una posición de superioridad.—Entornó los ojos—. Bien podríais ser espías de cualquiera hasta donde me concierne. Ahora os toca a vosotros hacer un buen gesto de voluntad en mi favor.—Esta vez miró a Hana—. ¿Qué es lo que pretendéis hacer con esta información? ¿Matar a Fro…?

Se puso lívido y miró a Hana de hito en hito. Luego meneó la cabeza, como si e le hubiera ocurrido algo absurdo. Pero seguramente estaba recordando algo sobre su primer encuentro, que lo hizo sospechar. Terminó por apretar los labios.

No sé si para vosotros es un juego o no, pero si la princesa muere, lo harán también todos los gitanos y en ese caso…

Raphël no pudo terminar su frase. Se puso blanco y se llevó una mano a donde normalmente debía estar su espada pero no encontró más que aire. Al mismo tiempo, Hana y Simbad escucharon el clásico sonido que ocurría cuando aparecía un Sincorazón.

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El noble se echó hacia atrás, volcó la mesa por el camino y solo así pudo evitar que la embestida del escudo lo alcanzara de lleno. Las sillas volaron y Hana y Simbad recibieron un golpe de refilón.

La estancia no era la más amplia del mundo, lo cual era un problema para ambos bandos. El Defensor tenía su espalda protegida al tenerla contra la salida, pero tampoco podía usar golpes de gran área sin chocar contra las paredes. Ellos, por su parte, quedaban protegidos de estos golpes —aunque no de las embestidas—


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Hana
VIT: 58/60
PH: 44/44

Simbad
VIT: 37/40
PH: 44/44

****
Matthieu y Saxor


Al no contestar al joven, quizás por la impresión, este se impacientó. Y, cuando Matthieu quiso darse cuenta, se abalanzaba sobre él y todo se quedó negro.

Despertó al cabo de un rato, porque algo le tiraba de los brazos. Cuando se espabilara, se daría cuenta de que dos guardias lo estaban arrastrando… ¿Hacia el palacio de Justicia?

Por su parte, el capitán Febo regresó con su grupo a beber y, poco después, dejó unas monedas sobre la mesa y se marchó. Saxor había perdido su oportunidad de hablar con él. Podía seguirlo, claro, pero si no se daba prisa lo perdería de vista.

****
Celeste y Saito


¿Has dicho que ahora da más miedo? ¿Cómo puede dar más miedo?

Quasimodo, que todavía parecía algo inquieto por su anterior reacción, titubeó.

No sabría decirlo… E-el amo siempre ha sido… imponente pero ahora… Ahora es como si tuviera un aura más…¿fría?—Se encogió de hombros, rindiéndose. Luego habló de los gitanos y Esmeralda.

Sí, sé que lo están. La Corte de los Milagros es un lugar seguro. Nadie más sabe dónde se encuentra. Y mientras siga así...

Quasimodo se relajó, sonrió un poco y se llevó una mano al pecho. Bajo el jubón se adivinaba un colgante que toqueteó con aire ausente.

¿Me creerías si te dijera que, en cierto modo, puedo demostrar que los gitanos son inocentes?

¿D-de verdad?—Quasimodo se echó hacia delante, con los ojos muy abiertos.

Sólo hace falta encontrar al verdadero culpable, y estoy segura de que tú puedes ayudarme. Necesito que me describas a la mujer que atacó a Frollo en el Festival, ¿te acuerdas de ella? Cualquier cosa me sirve: su aspecto, cómo vestía, cómo lo hizo, ¡lo que sea! Si la encuentro y puedo hablar con ella podría averiguar si controla a los Si... a los demonios.

Quasimodo se puso pálido y se le hundieron los hombros. Por un momento se le humedecieron tanto los ojos que pareció que iba a romper a llorar.

Lo siento no… No recuerdo mucho. Había una chica, sí, pero llevaba un velo y… tenía el pelo como cenizo pero… —dejó la frase en el aire.

Vale. También que me digas si Esmeralda te contó algo al respecto cuando estuvo aquí, si las confundieron sería por algo, supongo. A lo mejor se parecen, quizás hasta sean amigas. No imagino a Esmeralda amiga de un intento de asesina, pero a saber.

No… Esmeralda no quiso decirme nada. Estaba preocupada por un amigo suyo y también por la chica, pero no me dio la impresión de que la conociera a fondo…

¡Y por último! Deja de pensar que hiciste mal en desobedecer a Frollo —Quasimodo bajó la cabeza—. Notre Dame es un encanto de sitio, pero te pierdes todo lo que hay fuera. Ahora mismo las cosas están mal, pero todo se arreglará. Tiene que arreglarse. Y tú tienes que darle otra oportunidad. ¿Entendido?

Pero fuera…—Quasimodo suspiró y se frotó las muñecas—. Claro, Celeste. Me encantaría volver a salir—dijo con una sonrisa forzada.

Luego Quasimodo se abanicó y frunció el ceño. La verdad era que, de pronto, hacía bastante calor. El joven se dirigió hacia las ventanas y, de pronto, se quedó de piedra.

¡Fuego!—Quasimodo se cubrió la boca con la mano—.¿Qué está pasando? En esa dirección está el molinero, ¡tiene el río al lado…!

La piel de Celeste se empezó a perlar de sudor por el creciente calor. Era extraño, porque el fuego estaba… bastante lejos. Al menos hasta que vieron que, a no más de un par de manzanas, se elevaba otra columna de humo. Y, casi de inmediato, otra, esta vez más al norte y cerca del Palacio.

¿Qué estaba pasando? ¿Y por qué hacía tanto calor…?

*


Ese otro demonio se ha fijado en Notre Dame —susurró Saito. El cardenal lo miró con una mezcla de desconfianza y preocupación—. Y no sé qué es lo que busca, pero hará lo que sea para conseguirlo. Yo sólo pretendo ayudar, por eso quiero descubrir que está ayudando a alejar a esos demonios de aquí. Algo más que la voluntad del Señor.

Armand no pareció incómodo cuando Saito se arrodilló —debía estar acostumbrado— aunque no pudo evitar echar una mirada en derredor. También se tiró del cuello de la túnica. Cada vez hacía más calor, algo extraño porque la Catedral siempre solía ser fresca, incluso en los días más abrumadores del verano.

Yo solo no puedo llegar hasta Frollo. Las cosas no están mejor en París, esas criaturas siguen matando inocentes de manera indiscriminada, y la gente sigue creyendo que la culpa es de los gitanos. Siento lo que sucedió ese día, lo último que quería era que saliera herido, pero no puedo cambiar lo que he hecho, por mucho que me arrepienta. —Armand se estremeció y se pasó una mano por la cara, con apariencia de extremo cansancio—. Pero usted todavía puede hacer algo para proteger a los inocentes que hay ahí fuera, antes de que sus muertes caigan sobre su conciencia.

»Se lo suplico, ayúdeme, Eminencia.

¿Y qué se supone que puedo hacer? Nada—masculló Armand. Tanto él como Saito empezarían a sudar y la gente murmuraba, angustiada. Algunos padres cogieron a sus hijos y salieron al exterior. Entonces, al abrirse las puertas, les llegaron gritos desde el exterior—. Santo Dios, ¿qué es está pasando?

¡Fuego!

¡Qué!—exclamó Armand, desconcertado.

Las puertas estaban abiertas de par en par y, la mayor parte de la Catedral, vacía. Hasta los monjes habían salido corriendo, bien a ver, bien a ayudar, bien a escapar del calor.

Saito, cada vez más mareado, se daría cuenta de que hasta la luz había cambiado. Donde antes las vidrieras derramaban colores fríos, ahora todo estaba teñido por una cálida tonalidad rojiza.

En particular la que salía del rosetón. El cristal central parecía, literalmente, arder.

¡Señor…!—jadeó, medio ahogándose, Chloé en la puerta. Cayó de rodillas, muy blanca. Armand corrió hacia ella y la sujetó antes de que se fuera por completo al suelo—. ¡Es él…! ¡Es Él! ¡Está fuera!

Si Saito se asomaba un poco por las puertas, vería que la plaza estaba casi desierta. La gente debía haber ido a arremolinarse alrededor de las columnas de fuego, para ayudar o para ver qué estaba sucediendo.

Y una figura vestida de negro avanzaba a paso muy tranquilo, en medio del sol, hacia la Catedral.

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No era el Diablo que Saito había estado esperando, eso estaba claro…

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Celeste
VIT: 26/26
PH: 32/32

Saito
VIT: 80/80
PH: 38/38



Faltas:
Damocles 2.
Saxor 2.


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En el caso de Hana y Simbad, podéis huir por la ventana o buscar alguna otra salida si no queréis pelear. Si vais por la ventana caeréis en medio de un patio y os perseguirán guardias, pero podéis intentar llegar a las murallas o meteros en el palacio y esconderos en algún sitio. Si salís por la puerta, podéis recorrer el camino original, pero estará el guardia joven esperándoos.

En caso de enfrentaros al Sincorazón, este os irá empujando hacia el dormitorio de Raphaël —lo cual significa que alguno podrá saltarle por encima, pero se arriesga a llevarse un buen golpe—, aunque siempre podéis intentar sacarlo al pasillo y luchar en un espacio más abierto.

Celeste no tiene mucho que hacer (pero tampoco ha propuesto nada), así que en principio puede bajar junto a Saito o pedirle a Quasimodo que la lleve por los tejados hacia el edificio en llamas más cercano si sospecha de… algo extraño en los incendios.

Garland llegará en el turno siguiente.

Respecto a Mattheu y Saxor, quedarán expulsados en la próxima ronda si no postean.


Fecha límite: martes 17 de enero de 2017.
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¡Gracias por las firmas, Sally!


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Re: [La Cité des Cloches] Fuego Infernal

Notapor xXOrbOOkXx » Lun Ene 16, 2017 9:41 pm

Todo mi cuerpo se puso en tensión. Su mirada no me auguraba nada bueno, y que se hubiera levantado solo me hacía querer salir de allí. Cuanto antes mejor. ¿Sería Raphaël un espía de Frollo?

¿Pero qué es esto? ¿Venís al palacio con descaro para que toda la corte sepa que he dejado entrar a un gitano y a una muchacha en mis aposentos, os doy la información que queréis y pretendéis iros sin más? Las cosas no funcionan así. —Claro. Por supuesto. Ahora querría algo a cambio. Sabía que no nos daría la información por caridad. Estúpidos nobles.

Anduvo de forma gatuna hasta rodear la mesa. Intentó hacer que Hana se sentara de nuevo, pero se lo impedí. No dejaría que tuviera más poder del que nosotros quisiéramos otorgarle.

El chantaje emocional debe ser sutil y solo es útil cuando estás en una posición de superioridad. —Sus ojos se volvieron dos rendijas. Me tentó la idea de pegarle un puñetazo, pero me contuve—. Bien podríais ser espías de cualquiera hasta donde me concierne. Ahora os toca a vosotros hacer un buen gesto de voluntad en mi favor. —Su mirada se desvió hacia la muchacha—. ¿Qué es lo que pretendéis hacer con esta información? ¿Matar a Fro…?

Se interrumpió momentáneamente, quedándose pálido. Miré a Hana de reojo con gesto extrañado. ¿Se había dado cuenta de algo a lo que a mí se me había pasado por alto? Sea lo que fuere, tenía que ver con Hana y su última misión en la Ciudad. Tenía que haberle preguntado al respecto antes de entrar en Palacio.

No sé si para vosotros es un juego o no, pero si la princesa muere, lo harán también todos los gitanos y en ese caso…

<<Calma, Simbad, calma>> Relajé los manos que se habían convertido en puños ante sus insinuaciones. <<Si no te relajas no ganarás la apuesta y menos cumplirás la puñetera misión. Sangre fría.>>

Pero no pude continuar con mi perorata. Todo ocurrió a cámara lenta. El sonido de un Sincorazón al aparecer, Raphaël llevándose la mano a la cintura a por una espada inexistente, y más tarde, una embestida que no nos cogió a Hana y a mí por pura casualidad.

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Enarbolé la guadaña, dispuesto a luchar. Maldita sea, si el Sincorazón había aparecido eso significaba que Frollo (o el causante de este desastre) estaba en el Palacio, y peor, sabía que nosotros estábamos aquí. El Defensor no tenía casi espacio, y lo peor era que nosotros tampoco. Y no íbamos a poder llevarle hasta el pasillo, el guardia seguía allí.

¡Fiore, cúbreme!

Ejecutaría un Quasar para desestabilizarle, a continuación un Doble Salto para ponerme a su espalda, y justo en el momento en el que tuviera un hueco utilizaría un Perla para dañarle, junto a todas las estocadas que fuera capaz de atizarle. Si se daba la vuelta utilizaría de nuevo Doble Salto para esquivar sus ataques también.

Mientras peleaba, mi mente iba a toda velocidad. Si había invocado un Sincorazón solo significaba que todas las culpas recaerían sobre mí al ser gitano. Entraría un guardia y me apresarían. Y no estaba dispuesto a caer en las prisiones de la Inquisición para ser torturado.

La única solución era huir. Señalé a Hana la ventana por la que había estado pensando escaparme, aunque...

Claro. Si me apresaban me conducirían directamente a lo que estábamos buscando.

¡Fiore! —gritaría para llamar su atención en el furor de la batalla. Como pudiera, iría directamente a su lado—. Tengo un plan. En cuanto el guardia entre, finge que he sido yo el que ha invocado al Demonio. ¡Tú también Raphaël! ¡Necesito que me inculpes abiertamente! —Tragaría saliva—. Puede que eso nos lleve hasta el causante de todo esto.

>>Sé que es arriesgado, pero me van a inculpar igualmente. Fiore, lo único que necesito es que me sigas a través del pasillo...

Hana me confesaría que poseía el hechizo Tenue, perfecto para esta situación.

¡Perfecto! —aquella vez me dirigiría hacia el hombre—. ¿Querías algo a cambio? Muy bien. Te guiaremos hacia el verdadero culpable. ¡Ah! Finge que Fiore ha sido devorada por la criatura, porque te lo aseguro, va a desaparecer de escena.

La palabra del noble era clave en el plan, y aunque existieran posibilidades de que no la cumpliese, decidí jugármelo todo a una carta. Miré a Hana, entre preocupado y decidido. Ya era hora de meterse en la boca del lobo.



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▪ Aturdidor (HC) [Nivel 8] (Fuerza: 12) Aturde a los enemigos cercanos con un solo golpe, impidiéndoles lanzar ataques físicos.
▪ Quasar (HM) [Nivel 3] [Requiere Poder Mágico: 4] Ataque básico de elemento Espacio. Pequeña distorsión espacial que se proyecta hacia adelante, empujando a los enemigos en un corto alcance, y con pocas probabilidades de causar aturdimiento.
▪ Perla (HM) [Nivel 3] [Requiere Poder Mágico: 4] Ataque básico de elemento Luz. Proyectil de luz lineal en forma de esfera, con muy pocas probabilidades de cegar al enemigo
~Un cuarto de hora de risa, equivale a un año más de vida...~


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"Tierras del Reino" El nacimiento de un príncipe (Trama)
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"La Cité des Clochés" Fuego Infernal (Trama)
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Re: Ronda 6

Notapor H.S Sora » Lun Ene 16, 2017 11:13 pm

¿Y qué se supone que puedo hacer? Nada.

Al menos parecía que Armand todavía estaba dispuesto a escucharme, y con suerte me ayudaría a descubrir lo que se ocultaba dentro de la Catedral. Lo que tanto llamaba la atención del mismísimo Diablo de París.

Y fue entonces cuando llegaron los gritos. Parecía que habían abierto las puertas de la Catedral por la excesiva calor que hacía, calor por la cual incluso yo llegaba a sentirme incómodo, y era lo primero que había salido del exterior.

Un escalofrío recorrió mi espalda. Todo aquello era demasiado extraño, algo tenía que estar pasando… ¿sería obra de mis compañeros? ¿O quizá de los Sincorazón? Me mordí el labio inferior mientras miraba a Armand de reojo.

Santo Dios, ¿qué es está pasando?

¡Fuego!

¡Qué!

Lo único que pude hacer fue tratar de ponerme en pie, todavía desconcertado, pero el mundo parecía haberse venido encima de mis hombros. Me costaba mantener el equilibrio, pero lo peor de todo fue contemplar la luz.

La hermosa claridad que tanta calma me había transmitido al entrar se había sustituido por un nuevo tono: uno que amenazaba con hacerlo arder todo hasta los cimientos.

¿Qué está sucediendo?

¡Señor…!

Mi mirada se alejó del rosetón y se posó en Chloé, que a pesar de que acababa de tener un vahído había caído en los brazos de Armand. Hice un esfuerzo por llegar a su lado, el sudor me empapaba la frente y el resto del cuerpo.

Pero tenía que mantenerme firme. La niña parecía aguantar por el momento, necesitábamos llevarla lejos de todo lo que estaba azotando Notre Dame. ¿Pero dónde?

¡Es él…! ¡Es Él! ¡Está fuera!

Algo extrañado por sus palabras, me asomé por las puertas para de paso intentar respirar mejor, pero el aire seguía igual de viciado fuera. Casi todo el mundo se había ido, los más seguro que para investigar las causas de ese «fuego». Estábamos prácticamente solos.

O no.

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En un principio me costó verlo en la lejanía. Quizá por la manera tan calmada en la que se movía, o quizá porque algo en el fondo de mí no quería creerlo. El Sol quedaba eclipsado por su figura, que se dirigía hacia la Catedral.

Cuernos y armadura negra, tiene que ser él… el demonio que ha descrito la niña.

Pero no es Mateus…

Noté parte de la presión y del miedo que había tenido desaparecer en el momento. No era él, no había venido a terminar lo que había empezado en el Festival de los Bufones. Pero entonces volví a al mundo real.

Parece igual de peligroso. No podemos perder el tiempo.

Tienes razón.

Eché un vistazo hacia atrás, para confirmar que ni Armand ni Chloé me prestaban atención. Saqué con cuidado el móvil para mandar un mensaje urgente a las Maestras, si eso no era una situación desesperada no podía imaginarme qué lo sería.

Para la Maestra Nanashi y la Maestra Lyn:

SOS. Catedral de Notre Dame. SOS.


Ahora tenía que confiar en que los refuerzos llegaran a tiempo.

Volví dentro e hice acopio de mis fuerzas para cerrar la puerta e intentar ganar algo de tiempo: en ese momento vino a mi cabeza el recuerdo de Celeste saliendo fuera para tomar el aire. La máscara de confianza que trataba de construir se desvaneció en el acto. Éramos un Cardenal, una niña y un Aprendiz contra eso.

No había manera de que saliera bien. Pero no les iba a arrastrar al infierno, no de nuevo.

Armand, por favor, escúcheme. Coja a Chloé y suba arriba. Allí estarán a salvo del fuego y de él. —Si trataba de reprocharme o replicar no tendría otra opción que insistir—. Hágalo por ella. No puede dejarla sola, Eminencia.

»No con el Demonio suelto.

Es un suicidio.

Lo sé.

¿Entonces?

No dejaré que mueran.

Tampoco puedes pelear tú solo.

Pero puedo aguantar hasta que vengan los refuerzos, Celeste llegará pronto por el fuego. Y las Maestras no tardarán en venir.

¿Estás seguro de que lo conseguirás?

Estaba escondido al inicio de las escaleras que llevaban al campanario, en un hueco que esperaba que sirviera para disimular un poco mi presencia. En cuanto viera entrar al portador de esa armadura negra, emplearía Mareridt para que al entrar pensara que se había equivocado de lugar, que lo que fuera que buscara no estaba en Notre Dame.

Si por algún casual no surtía efecto o me descubrían antes, emplearía Géminis y lo dirigiría directamente contra él.

Era el momento de ver si había cambiado algo desde el Festival de los Bufones.

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Mareridt (HM) [Nivel 12] [Requiere Afinidad a Ilusión, Poder Mágico: 20]: El individuo confunde los sentidos de la vista y el oído de un enemigo de tal manera que altera lo que pueda ver y oír para confundirlo, haciendo que el objetivo perciba información errónea de su alrededor. Puede durar un máximo de dos turnos.

Géminis (HM) [Nivel 14] [Requiere Poder Mágico: 18; Afinidad a Oscuridad; Afinidad a Ilusión] El Usuario crea un doble de sí mismo, que se separa de su cuerpo. No puede distinguirse entre él y el original salvo que se tengan los Reflejos suficientes y se mueve a su voluntad. No puede realizar ataques mágicos ni físicos, ya que al entrar en contacto con algo estallará en oscuridad.
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Re: [La Cité des Cloches] Fuego Infernal

Notapor Denna » Mié Ene 18, 2017 1:42 am

Puse mi mente a trabajar a medida que oía a Quasimodo. Una chica de pelo claro, ésa era mi mejor pista, pero al esconderse tras un velo... Y era amiga de Esmeralda, por lo visto, y también había otro chico. Y... «Y ya está», me dije, conteniendo un suspiro. «Y vuelvo a estar como al principio». Ni siquiera lo de Frollo parecía conducirme a nada. Era como si estuviera dando vueltas sin rumbo.

A pesar de todo, dejé de juguetear con el vaso y sonreí con una dosis extra de confianza.

Vale, entonces habrá que encontrar a Esmeralda para que complete esa información. En la Corte, supongo. Bueno, iba a tener que ir tarde o temprano —comenté pensativa. Presumí que, en caso de que diera con ella, querría hablar conmigo si servía para poner fin al edicto y a los demonios. Habría que ver cómo convencerla de que yo era de fiar, pero ya pensaría en ello más tarde. Estiré las manos para coger las de Quasimodo (si veía que podía y no las retiraba, claro) y dije:—. De verdad, me estás ayudando un montón. No te haces a la idea. Espero poder compensártelo algún día.

De pronto, pero, me retiré de golpe. Tenía la piel ardiendo. Más que eso, sudaba y hacía un calor inusual. Al principio temí que el frío y la suciedad de las calles de la Cité me hubiese puesto mala. Sentí un escalofrío. No, no, eso era imposible. No me sentía enferma. No realmente. Pero a menos que el clima hubiera cambiado de repente...

No me atreví a mirar por la ventana. Una sospecha terrible se había apoderado de mí.

¡Fuego! ¿Qué está pasando? En esa dirección está el molinero, ¡tiene el río al lado…!

Las palabras de Quasimodo me cortaron la respiración. Fuego. Llevaba atormentada desde Agrabah, desde Ifrit, pero sabía de primera mano que podía ser mucho peor. Sentí que me flaqueaban las piernas cuando ubiqué el molino.

La Corte de los Milagros estaba muy, muy cerca de ahí.

Se me habían llenado los ojos de lágrimas cuando reuní el valor de ponerme en pie y echar un vistazo. Tuve que contener un brote de risa histérica que nacía del fondo de mi corazón, aliviada al comprobar que no era más que «fuego rojo». Tres columnas humeantes se elevaban desde mi posición, la más cercana a un par de manzanas. Otra más bailaba peligrosamente cerca del palacio real.

Ah, ¡mierda, Simbad!

Tenía que salir de ahí, acercarme al molino y comprobar que lo que fuera que ocurría no afectaba a la Corte. De paso, podría buscar a Esmeralda desde ahí e intentar avanzar con la misión. El problema era que tanto fuego resultaba preocupante y quería darme prisa, lo cual significaba dejar a Saito atrás.

La facilidad con la que tomé la decisión era perturbadora. Él no podía acompañarme a la Corte.

Tengo que llegar hasta ahí. E-es importante —balbuceé, a sabiendas de que mi tono de voz, la cara de susto y todo el nerviosismo que llevaba encima decían mucho más que cualquier palabra—. Yo... No puedo bajar y... —Sacudí la cabeza, tratando de ordenar las ideas—. L-la última vez... Dijiste que podías salir por los tejados. ¿Puedes hacerlo ahora? No hace falta que me lleves muy lejos, con que me dejes fuera de la catedral es suficiente. Ya me las arreglaré para cruzar la ciudad por mi cuenta.

Y tanto que me las arreglaría. Me abriría paso a patadas si hacía falta. O con Gran alcance, si tenía la inmensa suerte de que el fuego había atraído a toda la ciudad. Lo importante era llegar al molino cuanto antes, de la forma más rápida y segura posible.

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Gran alcance (HC) [Nivel 9] [Requiere Afinidad a Espacio; Elasticidad: 15; Habilidad Doble salto]. Transporta al usuario a una localización que tenga a la vista. No puede atravesar paredes ni ningún tipo de materia orgánica. Combinado con Doble salto puede escalar muros y trepar a sitios altos.
(+ ▪ Doble salto (HC) [Nivel 3] [Requiere Elasticidad: 4]. El usuario es capaz de saltar mucho más alto que los demás, alcanzando lugares más inaccesibles.)
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Re: [La Cité des Cloches] Fuego Infernal

Notapor Nell » Jue Ene 19, 2017 12:33 am

Tal y como preveía, Raphaël se molestó de que quisieran ahuecar el ala tan pronto:

¿Pero qué es esto? ¿Venís al palacio con descaro para que toda la corte sepa que he dejado entrar a un gitano y a una muchacha en mis aposentos, os doy la información que queréis y pretendéis iros sin más? Las cosas no funcionan así.—Hana ignoró su indicación de que se sentara. Iban a forzarle a ponerse de su lado y ya no podían echarse atrás—. El chantaje emocional debe ser sutil y solo es útil cuando estás en una posición de superioridad.—¿Y acaso no la estaban? Ya tenían lo que querían—. Bien podríais ser espías de cualquiera hasta donde me concierne. Ahora os toca a vosotros hacer un buen gesto de voluntad en mi favor.—Miró a Hana—. ¿Qué es lo que pretendéis hacer con esta información? ¿Matar a Fro…?

Algo se le pasó por la cabeza que le hizo palidecer. A Hana se le encogió el corazón, convencida de que le había pillado. Sí, pensaba matar a Frollo. Otra vez. Aunque eso Raphaël no tenía por qué saberlo. Puede que no fuera partidario del juez, pero posiblemente no quisiera verse involucrado como cómplice de un asesinato.

Haremos lo necesario para librar a París de los demonios. Como te hemos dicho —le dijo. Raphaël era lo bastante inteligente para sacar sus conclusiones y parar con las preguntas—. Y con su desaparición salvaremos la vida de tu princesa.

No sé si para vosotros es un juego o no, pero si la princesa muere, lo harán también todos los gitanos y en ese caso…

Entonces Raphaël paró de hablar e hizo el gesto de desenvainar la espada, aunque no había ningún arma en su cintura. Gracias a sus reflejos pudo esquivar la acometida del sincorazón que acababa de aparecer, al que Hana y Simbad solo pudieron escuchar, golpeándoles de refilón.

Hana se volvió hacia su enemigo. Era uno de los sincorazón duros, un Defensor, y casi no tenían espacio para maniobrar. Por si eso fuera poco, el ruido alertaría enseguida al guardia receloso que los había llevado hasta allí.

¡Fiore, cúbreme!

Viendo la maniobra de Simbad, Hana se apresuró a distraerle por la delantera mientras su compañero saltaba, propinándole un Aturdidor con la Llave Espada, que convocó sin pararse a pensar que Raphaël estaba mirando. Mantendría las distancias con él durante el resto del ataque del muchacho y solo aprovecharía aquel flanco para distraerle.

Vio que Simbad le señalaba la ventana y asintió. Tenía que sacarlo de allí cuanto antes. Su propia seguridad no le importaba demasiado porque todas las culpas recaerían sobre el gitano. A ella podían exculparla fácilmente con tal de capturarle a él con las manos en la masa. Tal vez no debían de haber confiado en Raphaël.

Sin embargo, Simbad cambió de opinión:

¡Fiore! Tengo un plan. En cuanto el guardia entre, finge que he sido yo el que ha invocado al Demonio. ¡Tú también Raphaël! ¡Necesito que me inculpes abiertamente! Puede que eso nos lleve hasta el causante de todo esto.

»Sé que es arriesgado, pero me van a inculpar igualmente. Fiore, lo único que necesito es que me sigas a través del pasillo...

No, ni hablar. Te matarán por temor a que invoques más. O te torturarán antes de llevarte a la hoguera. Ni siquiera me dejarán verte… —Entonces se le ocurrió la idea—. A menos de que te vigile sin que lo sepan. ¿Sabes lo que es Tenue?

La magia de Hana era parecida y, cómo no, Simbad supo enseguida a qué se refería.

¡Perfecto! ¿Querías algo a cambio? Muy bien. Te guiaremos hacia el verdadero culpable. ¡Ah! Finge que Fiore ha sido devorada por la criatura, porque te lo aseguro, va a desaparecer de escena.

Ella también tenía una última cosa que decirle a Raphaël.

Y de ese modo quedarás libre de culpa. El gitano y la inocente muchacha te engañaron para que les dejaras pasar. Solo tienes que colaborar —Aún tenía la apuesta en mente. Se llevó un dedo a los labios—. No nos volveremos a ver, pero sabrás de nosotros cuando París esté libre de pecado .—Y le guiñó un ojo.

En ese momento ejecutó Canturreo para volverse invisible. No olvidaba que el sincorazón aún podía sentirla y no quería que fuera revelada, así que retrocedería a la habitación de Raphaël para evitar chocar con nadie. Si por entonces aún no había acudido ningún guardia alertado por el ruido, gritaría (como si, literalmente, le estuviesen matando) para llamar su atención.

Después, contemplaría la sucesión de acontecimientos. Simbad sería arrestado y ella seguiría sus pasos a una prudente distancia, lista para liberarle cuando fuera conveniente y para aplicarse el hechizo nuevamente si se le acababa.



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▪ Aturdidor (HC) [Nivel 8] [Fuerza: 12] Aturde a los enemigos cercanos con un solo golpe, impidiéndoles lanzar ataques físicos.

• Canturreo (HM) [Nivel 7] [Requiere Poder Mágico: 13]. Canto que vuelve invisible al objetivo temporalmente.
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Ronda 7

Notapor Suzume Mizuno » Sab Ene 21, 2017 2:29 am


Hana y Simbad



Simbad actuó prontamente y eligió bien gracias al apoyo de Hana. El ataque de ella no resultó especialmente efectivo porque el escudo era enorme y resultaba difícil acertar al costado del Sincorazón, pero permitió que Simbad pudiera atacar su débil espalda. Una suerte, porque el Defensor ya se estaba preparando para atacar una vez más y consiguió desestabilizarlo. Luego intentó girar sobre sí mismo, pero su escudo no se lo permitía.

Raphaël contemplaba todo boquiabierto, con su espada recién recuperada en la mano. Escuchó de fondo el plan de los dos muchachos, peo sin terminar de hacerles caso. Estaba ocupado procesando lo que estaba viendo.

Y de ese modo quedarás libre de culpa. El gitano y la inocente muchacha te engañaron para que les dejaras pasar. Solo tienes que colaborar —Hana se llevó un dedo a los labios y Raphaël la miró como si la viera por primera vez—. No nos volveremos a ver, pero sabrás de nosotros cuando París esté libre de pecado .

Y la muchacha desapareció. A Raphaël se le escapó una exclamación de desconcierto. Sobre todo cuando los alaridos comenzaron.

El Sincorazón casi había conseguido darse la vuelta cuando se abrieron de golpe las puertas y aparecieron varios guardias. Entonces Raphaël recuperó la compostura, más o menos, y gritó:

¡Matad al demonio! ¡Atrapad al gitano!

Lo siguiente sucedió muy rápido. Simbad se encontró con los brazos doblados a la espalda y mordió el suelo. Luego los hombres cargaron contra el Defensor y le atravesaron la espalda con las espadas. El Sincorazón se desvaneció… aunque tanto Simbad como Hana sabían bien que no había desaparecido.

¡Rápido, avisad a la princesa y decidle a su Majestad que se oculte! Y llevad a este chico a las mazmorras.

Levantaron con brusquedad a Simbad del suelo y le asestaron tal puñetazo en el estómago que su visión se ennegreció y perdió el control de su cuerpo. Escuchó de fondo cómo el guardia joven preguntaba por la muchacha y Raphaël respondía con sequedad que el demonio la había devorado.

Luego terminó por perder la consciencia.

*



Hana siguió al grupo hacia las mazmorras y se dio cuenta de que Raphaël parecía realmente preocupado por algo. Hasta le pidió, de nuevo, a un guardia que fuera a avisar a la princesa.

Por lo demás no pasó nada en especial: bajaron a las mazmorras —era un sitio oscuro, iluminado por antorchas, de piedra y con siete u ocho celdas grandes. Se veía que no estaban pensadas para que hubiera mucha gente— y metieron a Simbad en una. Raphaël se quedó un momento ahí y luego hizo amago de irse.

Pero los guardias le cerraron el paso.

¿Qué…?

Señor, deberíais esperar aquí. No podemos garantizar su seguridad si un demonio intenta atacarle de nuevo.

Raphaël frunció el ceño.

Pues llamad a más guardias, no voy a quedarme aquí toda la vida.

Eso no será necesario.—En ese momento, Simbad despertó y Hana vería cómo una figura odiosa y que conocía muy bien bajaba por las escaleras con una sonrisa de absoluta satisfacción en los labios. Sus ojos habían cambiado. Ahora eran casi… amarillos. Hana no podría atacar porque iba rodeado de siete guardias que casi no dejaban espacio para verle—.Me temo que vuestra estancia aquí será más corta de lo que imagináis… Y saldréis escoltado por guardias, por eso no debéis preocuparos. Pero en mis términos. Encerradlo.

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¡Con qué autoridad!

La del Rey, por supuesto. Seguramente recordáis que hace un año me concedió la potestad de hacerme cargo de todos los sospechosos de invocar demonios.—Unió las puntas de las yemas e hizo un gesto displicente—.Todo cobra sentido. Solo vos estáis cerca de la princesa, podéis vigilar todos sus movimientos. Y defendéis a los gitanos e introducís a uno en este palacio. O a dos.—Rió por lo bajo—.Ya puestos, podríais haberos entregado con una soga al cuello.

Raphaël desenvainó la espada con una sonrisa fría.

Si creéis que me vais a encerrar sin más, me subestimáis.

Frollo sonrió todavía más. Sin duda, que se resistiera daría todavía más peso a su decisión de encerrarlo. Sobre todo ahora que el partido de la princesa estaba más solo que nunca.

Ya tenían ahí a su posible culpable, aunque de momento no había usado ningún Sincorazón. Simbad podría salir por su propio pie de la celda y Hana seguía siendo invisible —aunque por poco tiempo, tendría que repetir el hechizo cuanto antes si no quería que la descubrieran—. Había un total de once guardias que reducirían sin esfuerzo a Raphaël.

Y estaba Frollo. Todo en un pasillo relativamente estrecho, donde cabían cuatro personas de ancho, y de poca altura.

¿Atacarían para proteger al noble, esperarían a que Frollo se marchara después de encerrar a Raphaël (si es que lo hacía) o buscarían otra salida? Quizás la princesa pudiera poner fin a esa locura, pero quién sabía.

En cualquier caso, la carrera política de Raphaël acababa de tocar fondo y si no ardía en la hoguera, tendría suerte. Mucha suerte.


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Hana
VIT: 58/60
PH: 29/44

Simbad
VIT: 32/40
PH: 32/44


****
Celeste y Saito



Ah, ¡mierda, Simbad!

¿Simbad?—repitió Quasimodo, algo desconcertado. Al principio se sorprendió cuando la chica le cogió las manos, pero no las retiró.

Tengo que llegar hasta ahí. E-es importante —dijo Celeste—. Yo... No puedo bajar y.... L-la última vez... Dijiste que podías salir por los tejados. ¿Puedes hacerlo ahora? No hace falta que me lleves muy lejos, con que me dejes fuera de la catedral es suficiente. Ya me las arreglaré para cruzar la ciudad por mi cuenta.

Quasimodo asintió sin dudarlo dos veces.

Espero que no tengas miedo a las alturas y que… Bueno, no te moleste acercarte a mi—esbozó un asomo de sonrisa y, sin soltarle una mano, la llevó escaleras arriba. Se asomaron a la ciudad desde lo alto de una de las torres—. Te dejaré al otro lado de la catedral. Vamos. Cógete fuerte a mí.

Quasimodo le ofreció el brazo y la ayudó a trepar a su espalda. No era especialmente cómoda por culpa de la joroba, pero la aferró fuerte con su gran brazo para asegurarse de que no cayera y Celeste pudo estar segura de que no la soltaría. Por primera vez, Quasimodo le dedicó una sonrisa pilluela.

¿Preparada?

En cuanto Celeste dio su consentimiento, Quasimodo saltó por encima del borde y cayeron en picado. En el último momento, Quasimodo se aferró a un saliente. En realidad no habían llegado a caer ni un segundo, pero había parecido una eternidad sin ningún glider al que aferrarse.

Como si apenas pesara, Quasimodo descendió por los bordes de la catedral encontrando zonas donde agarrarse en lugares impensables. Pero fue casi tan rápido que no tardarían ni cinco minutos en acabar en la parte trasera de la catedral. La calle estaba vacía —todo el mundo debía haber acudido cerca de los incendios—, así que Quasimodo bajó hasta el suelo con ella.

Ten… ten mucho cuidado—le suplicó Quasimodo.

Luego volvió a trepar, con una agilidad imposible, y Celeste tuvo vía libre para efectuar su magia.

*


Le llevó más de lo que esperaba atravesar la ciudad, así que, para no malgastar toda su energía, no pudo hacer más que dos grandes saltos de teletransporte. Luego, cuando cruzó las murallas y el puente, encontró a gente así que tuvo que conformarse con correr. La mayoría iban en su contra, en riadas hacia el interior de la ciudad a pesar de los intentos de los guardias por controlarlos, así que sí tuvo que abrirse paso a patadas y hasta mordiscos.

Al menos, hasta que se cruzó con Frollo, porque entonces la gente se echó hacia los lados casi como si temieran entrar en contacto con el sombrío hombre. El juez montaba un gigantesco caballo negro y había algo en su palidez, en cómo se le chupaban las mejillas y le resplandecían los ojos con un tono amarillento que le sacaría un estremecimiento. Por suerte para ella, el juez montaba veloz, apenas sí alcanzado por su escolta de guardias, y no se fijó en nada ni nadie.

Celeste escucharía a la gente comentar con horror:

¿Habéis visto ese demonio?

Dicen que el juez quiso quemar vivos al molinero y su familia por esconder gitanos.

Seguramente ahora entendiera porqué intentaban ir a la ciudad, incluso si estaba ardiendo.

Escuchó una explosión y la gente aulló y aceleró el ritmo. Una humareda salió de debajo del puente. Si Celeste se acercaba, vería que, en su orilla, una mujer lanzaba piedras contra un Sincorazón. Contra un Invisible.

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Por suerte para ella, el Invisible no parecía importarle su presencia. Al contrario: atacaba el agua con su espada, como si buscara algo. La mujer, Esmeralda, gritó de frustración cuando lo vio acuchillar de nuevo la corriente y se lanzó ella misma al agua.

Al otro lado del puente, la casa del molinero ardía. Había algunas personas alrededor intentando apagar el fuego pero, si se fijaba, la puerta estaba abierta. No parecía que hubiera nadie dentro.

Claro que… Nunca se sabía.

*


Después de enviar el mensaje, Saito vio que Armand intentaba calmar a una Chloé que murmuraba oraciones casi con histerismo. La niña quería creer que el demonio no podía entrar.

Pero no se lo creía.

Armand, por favor, escúcheme. Coja a Chloé y suba arriba. Allí estarán a salvo del fuego y de él. —Armand, que ya tenía en brazos a la niña, se puso muy blanco.

¿Es como el de la última vez?—El cardenal dejó escapar una risita débil—. ¿Por qué siempre que apareces sucede algo malo?

Pero el cardenal no necesitó que lo convencieran. Con la niña en brazos, corrió escaleras arriba. Saito se apresuró a ocultarse en un hueco de las mismas.

La enorme sombra del hombre se proyectó sobre la entrada abierta de la Catedral. Tras unos momentos, caminó al frente y una voz grave retumbó entre las naves del templo:

Te sugiero que, si vas a usar hechizos, sean más poderosos, Caballero.

El «demonio» no se alteró cuando dos Saitos salieron disparados del mismo lugar. Esperó a que atacaran y en su mano apareció una gigantesca espada. Dio un tajo al frente y, en vez de dar con el filo, un golpe de aire arrojó a los dos por el suelo. Fue tan fuerte que Saito chocó contra una fila de bancos, se la llevó por delante, y volcó dos más.

No he venido a enfrentarme a vosotros.—Le dio la espalda y levantó la vista hacia la vidriera. Hacía tanto calor que costaba respirar—. Pero si buscas la muerte, solo tienes que atacar una vez más.

Con un gesto elegante, algo sorprendente teniendo en cuenta la pesadez de la armadura, le dio la espalda y se concentró en la vidriera. En su mano resplandeció una luz intensa, de color verde, y el viento rugió dentro de la catedral. El tipo disparó un cañón de aire contra el cristal. La potencia fue tal que uno habría esperado que estallara al primer intento.

No lo hizo. Solo se agrietó un poco y además, buena parte del aire fue rechazado por un aura rojiza, que soltó chispas y llameó como si fuera, literalmente, fuego. Entonces el móvil de Saito vibró. Era un mensaje de Nanashi:

Estamos fuera. No te acerques a Gárland. Busca el Cristal de Fuego. Cógelo.


Por desgracia para Saito, no tuvo mucho tiempo para actuar. Mientras Gárland atacaba de nuevo la cristalera, fuera de la Catedral hubo un resplandor que, por un momento, eliminó la tonalidad roja de las vidrieras y todo se volvió blanco. Luego Gárland salió disparado hacia atrás, recorrió toda la nave central y fue a darse de bruces contra el púlpito. La armadura le humeaba y Saito había tenido tiempo de ver cómo una especie de flecha de luz trataba de agujerearla.

Entonces, tan veloz que casi era un borrón, entró Lyn por la puerta y se arrojó contra Gárland. Este interpuso su espada en el último instante para evitar que Lyn se la hundiera en el cráneo.

Revienta el Cristal. Gárland ya tiene dos, no podemos dejar que se lleve el de fuego. Si no puedes reducirlo, llévatelo.—Nanashi cruzó el vano de la puerta y Garuda, su fénix blanco, aterrizó sobre el hombro del joven—. Garuda te ayudará. Lárgate de aquí y únete a los demás. La misión no ha terminado y no tienes nada que hacer contra Gárland.

Dicho esto, corrió hacia delante para enfrentarse junto a Lyn a Gárland, que ya se había levantado y trataba de echar atrás a la otra Maestra.

Saito podía dar por sentado que el uso del glider era libre (al menos dentro de la Catedral) o no conseguiría llegar al maldito cristal. Si daba órdenes, Garuda obedecería, elevándolo en el aire o atacando el cristal si era necesario.

El problema era que no sabía bien dónde estaban sus compañeros. Y también que sus Maestras estaban matándose a luchar contra un monstruo a sus espaldas. ¿De verdad se iba a marchar sin hacer nada?

Y que el cristal quemaba una barbaridad. Iba a tener que gastar toda su magia y puede que hacerse mucho daño cargando contra él para romperlo. Quizás con varios hechizos potentes y unas pocas embestidas lo conseguiría. Pero eso de reducirlo era imposible.

El centro de la vidriera prácticamente ardía, como si fuera a deshacerse en una lágrima al rojo vivo. Desprendía tal cantidad de energía que resultaba ridículo. Y, tal vez, a Saito se le pasara por la cabeza que si Gárland podía usar los cristales…

¿Por qué no él?


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Celeste
VIT: 26/26
PH: 14/32

Saito
VIT: 80/80
PH: 12/38



Fecha límite: jueves 26 de enero de 2017.
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¡Gracias por las firmas, Sally!


Awards~

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Re: Ronda 7

Notapor H.S Sora » Jue Ene 26, 2017 1:42 am

Inútil. Así era como me había sentido al ver que lo que fuera que estuviera enfundado en la armadura negra no había tenido problemas para librarse de mi. Ni de mis hechizos, ni de nada de lo que hubiera tratado de hacer para distraerle.

Había acabado derribando varios bancos, al chocar contra uno de ellos por culpa de la fuerza que había hecho al cortar el aire. Y es que no había llegado a golpearme de verdad, para él tan solo era una piedra en su camino. Una piedra que le bastaba con patear.

Será mejor que nos retiremos.

Nunca.

No puedes ganarle, ya lo has visto. Tampoco entretenerle. Solo nos queda huir.

No he venido a enfrentarme a vosotros. Pero si buscas la muerte, solo tienes que atacar una vez más.

Me había dado la espalda y aunque podía permitírselo después de todo, la impotencia me hizo querer saltar sobre él. Pero sabía que no sería capaz. Apreté los puños y quise golpear el suelo con todas mis fuerzas. Fuera cual fuera su objetivo, no podía hacer nada.

Si le volvemos a atacar nos matará.

Lo sé, pero Nanashi y Lyn tiene que estar a punto de llegar.

¿Igual que Celeste?

Quise coger aire, pero cada vez que lo intentaba el aire viciado por el asfixiante calor me lo impedía. Y entonces el viento rugió, con tal fuerza, que pensé que el Maestro Ryota había venido a rescatarme de nuevo.

Pero no había entrado nadie más. La mano del hombre dejaba escapar los últimos retazos de un resplandor verdoso. Lo curioso era hacia donde había apuntado y lo que había pasado: el rosetón no voló a las primeras de cambio, todo lo contrario. Apenas se había agrietado, era como si hubiera repelido el ataque y ahora estaba… ¿en llamas?

Contemplaba perplejo la escena, cuando el bolsillo me vibró y me apresuré a coger el móvil.

Estamos fuera. No te acerques a Gárland. Busca el Cristal de Fuego. Cógelo.


¿Se trata de Gárland?

A pesar de que no lo había visto hasta el momento, había oído hablar de él. Si no me equivocaba se trataba del mismo Villano Final que le había cercenado a Ragun un brazo nada más despertarse de un largo letargo. Quién sabía de lo que sería capaz ahora.

Me puse en pie y me encontraba pensando como interponerme en su camino, porque el Cristal de Fuego al que se refería Nanashi tenía que estar en esa cristalera que Gárland intentaba romper a toda costa. ¿Pero cómo podía hacerlo sin pelear?

A cada segundo que pasaba él atacaba con más fuerza la vidriera, y tarde o temprano conseguiría su objetivo. Tenía que arriesgarme, dar el todo por el todo. Aunque supiera que era incapaz de herirlo, incapaz de proteger a cualquiera de los que estaban ahora mismo en Notre Dame.

Invoqué el Glider, pero entonces se hizo la luz: una luz blanquecina que lo tintó todo en un momento y consiguió echar hacia atrás al Villano Final. Había sido una flecha, la que había estado a punto de agujerearle la armadura. Y entonces algo cruzó la puerta como un rayo, e impactó contra el enorme arma del villano.

Se trataba de la Maestra Lyn, blandiendo su Llave Espada.

Los refuerzos han llegado.

Y si ella ha entrado entonces...

Revienta el Cristal. Gárland ya tiene dos, no podemos dejar que se lleve el de fuego. Si no puedes reducirlo, llévatelo.

Noté el peso del eidolon de la Maestra, al tiempo que pude verla hacer una entrada casi triunfal.

Garuda te ayudará. Lárgate de aquí y únete a los demás. La misión no ha terminado y no tienes nada que hacer contra Gárland.

Quise protestar, pero Nanashi se unió al combate antes de que pudiera hacerlo. Y ahora todo el peso recaía sobre mi y la decisión que tomara ahora. Monté en el Glider y, con Garuda todavía sobre mi hombro quedé frente al cristal.

El centro parecía estar bañado en fuego y al estar tan cerca la energía que desprendía parecía envolverme. Era descomunal, incluso me daba la sensación de que era más potente que lo que fuera que había usado Gárland para intentar cogerlo. Y ahora que él estaba entretenido, estaba a mi alcance.

Puedo usarlo para protegerlos a todos.

No sabía cuanto tiempo conseguirían contenerle las Maestras, pero tenía que decidirme ya. Abandonarlas a su suerte, o desobedecer de nuevo las órdenes de Nanashi.

«¿Por qué siempre que apareces sucede algo malo?»


No lo sé. Yo quería ayudaros, evitar todo esto. Ser cada vez mejor Caballero de la Llave Espada, llegar a Maestro. Pero no lo he conseguido. Sigo igual de estancado que hace un año.

Intenté usarlo. Quizá no podría utilizar todo su poder, pero si conseguía disparar hacia Gárland parte de esa energía capaz de herir a ese bastardo me sería suficiente. Tanto si lo conseguía como si no era capaz de utilizar su fuerza, el siguiente paso era destruirlo.

¡Ataca al cristal, Garuda!

Materialicé la guadaña, y realicé un Tenebris Vitrum contra el cristal, con cuidado de no darle al fénix de Nanashi. Tomé un Éter y sin descansar realicé un Profanus. Si aún así no lo conseguía, cargaría con el Glider para romperlo, haciéndolo las veces que hicieran falta.

No dejaría que él lo obtuviera, aunque para ello tuviera que prenderme fuego.

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Tenebris Vitrum (HC) [10] [Requiere Afinidad a Oscuridad, Combate con armas blancas: 15, Poder mágico: 13 ]. El movimiento personal de Saito. Concentra la energía de la Oscuridad en su Llave Espada o su Arma Blanca, y la libera al sacudir el arma liberando una serie de cristales que impactan contra el enemigo inflingiéndole daño. Ataque de media-baja potencia que puede atravesar al rival.

Profanus (HC) [Nivel 15] [Requiere afinidad a Oscuridad, Poder Mágico: 20, Combate con armas blancas: 15, Fuerza: 20]: El Usuario imbuye su Llave Espada o Arma Blanca con Oscuridad en el filo y este se expande y crece dos metros de largo. Tras esto una aura de oscuridad rodea al usuario y ataca de 3 a 5 veces golpeando a todos los enemigos que entren en su radio de alcance e infligiéndoles bastante daño. Dura un turno.

▪ No lo he puesto On Rol, pero en el caso de que el cristal fuera a explotar le ordenaría a Garuda irse.
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Re: [La Cité des Cloches] Fuego Infernal

Notapor Nell » Jue Ene 26, 2017 2:02 am

El plan salió estupendamente. Al menos la parte que habían planeado. El verdadero reto consistiría en saber cómo y cuándo actuar una vez Simbad estuviera entre rejas. Raphaël se les había unido, volviéndose contra el gitano y quedando libre de culpa, como creía Hana. La chica lamentó tener que contemplar cómo pegaban a su compañero para arrastrarlo fuera de la habitación, aunque era inevitable que lo intentarían reducir a la fuerza.

Hana siguió a la comitiva a una prudente distancia, invisible. Observó que Raphaël parecía preocupado y supuso que era el shock de haber visto tanta magia en tan poco tiempo. Ya se le pasaría.

Bajaron hasta las mazmorras, donde echaron en una celda a Simbad. A Hana se le escapó una sonrisa. Ninguna cerradura era rival para ella. Había temido que le llevaran a la cámara de tortura directamente. Todo iba a pedir de boca.

Hasta que Raphaël quiso marcharse y los guardias se lo impidieron.

¿Qué…?

Señor, deberíais esperar aquí. No podemos garantizar su seguridad si un demonio intenta atacarle de nuevo.

Pues llamad a más guardias, no voy a quedarme aquí toda la vida.

Eso no será necesario.—Un escalofrío le recorrió todo el cuerpo al reconocer la voz. Se apartó, recordando que era invisible, para asegurarse de que nadie le empujaba por accidente—. Me temo que vuestra estancia aquí será más corta de lo que imagináis… Y saldréis escoltado por guardias, por eso no debéis preocuparos. Pero en mis términos. Encerradlo.

El juez Frollo no había cambiado nada. Es decir, seguía vivo, que ya era mucho más de lo que Hana esperaba. Odió confirmar la evidencia, aunque no se enfureció. Tendría más oportunidades para darle una muerte definitiva. Por desgracia aquella no sería una, pues iba escoltado de demasiados guardias. No lograría alcanzarle antes de que escapara.

¡Con qué autoridad!

La del Rey, por supuesto. Seguramente recordáis que hace un año me concedió la potestad de hacerme cargo de todos los sospechosos de invocar demonios. —De cazar brujas, más bien—.Todo cobra sentido. Solo vos estáis cerca de la princesa, podéis vigilar todos sus movimientos. Y defendéis a los gitanos e introducís a uno en este palacio. O a dos. Ya puestos, podríais haberos entregado con una soga al cuello.

La aprendiza no había caído en ello. Al fin y al cabo, Raphaël les había dado acceso a palacio, por lo que seguiría siendo sospechoso. Puede que el propio noble se hubiera dado cuenta antes que ella. Sin embargo, pese a que se puso en tensión por si debía intervenir, se obligó a mantenerse expectante. Podía sacar a Raphaël del apuro también. Solo necesitaban esperar a que toda la comitiva se fuera. Y a ser posible, descubrir algo más sobre Frollo y los sincorazón.

Entonces el orgullo de Raphaël pudo más que su cordura. Desenvainó la espada, como si estuviera dispuesto a enfrentarse a todos los guardias.

Si creéis que me vais a encerrar sin más, me subestimáis.

Ella sintió la tentación de ampararle, pero era una acción estúpida. Se tenía en suficiente estima como para estar segura de que podría reducir con facilidad a los once guardias y a Frollo en un santiamén (gracias a la divina magia). Sin embargo, ¿qué iban a hacer después? El castillo ya debía de estar alertado y todos los focos apuntarían a Raphaël. Lo mejor que podría haber hecho era aceptar el encierro hasta que la princesa protestara y se le liberara.

¿¡Qué iba a hacer él solo contra once guardias!? ¡Se lo estaba poniendo muy difícil! ¡Parecía un aprendiz de Tierra de Partida! Hana sintió ganas de patear el suelo de la frustración. ¡Estaba siendo tan estúpido… que hacía peligrar su plan!

Hana notó que el hechizo que la mantenía oculta se disipaba. Fue una señal para reafirmar su postura. Finalmente lo rehizo para que se mantuviera durante más tiempo. Se retiró todo lo que pudo para evitar ser un estorbo en la pelea. Si un guardia se chocaba contra algo invisible, estaría acabada y tendría que tomar parte en la trifulca.

Lo sentía por Raphaël. Y pese a que se sabía culpable de las sospechas que recaían ahora sobre él, fue el noble quien les había permitido entrar. Hana quería creer que sabía qué se estaba jugando. Se encargaría de devolverle el favor con la muerte de Frollo y la desaparición de todos los demonios de París.


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• Canturreo (HM) [Nivel 7] [Requiere Poder Mágico: 13]. Canto que vuelve invisible al objetivo temporalmente.
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Re: [La Cité des Cloches] Fuego Infernal

Notapor Denna » Vie Ene 27, 2017 2:20 pm

Te dejaré al otro lado de la catedral. Vamos. Cógete fuerte a mí.

Eché un vistazo hacia abajo y tragué saliva. Vale. Bueno. Había olvidado lo altísima que era en realidad Notre Dame. Y lo aplastadísimos y muertísimos que podíamos acabar si ocurría lo peor. Estaba claro que no había pensado esto demasiado bien.

Pero Quasimodo parecía muy convencido, y no quería que pensara que desconfiaba de él. No podía hacerle eso ahora. Así que asentí, les di la espalda a los más de cincuenta metros de caída y dejé que mi amigo me aupara.

¿Preparada? —preguntó con una sonrisa.

¡No podría estarlo más!

Eso era cierto, al menos. Mientras me aferraba como podía, prometí que cerraría los ojos, pero Quasimodo saltó demasiado pronto y la seguridad de la catedral desapareció en un segundo. Apreté los dientes para no ponerme a gritar, y entonces la gran caída se detuvo. Creo que no llegué ni a parpadear en todo el descenso, demasiado impactada como para atreverme a mover un músculo. Tampoco tuve el valor de mirar por encima del hombro, aunque la tentación, en el fondo, era grande.

En cuanto tuve los pies en el suelo otra vez, volví a comprobar la distancia hasta el campanario y solté una risita nerviosa.

No sé si quiero repetirlo de nuevo o hacerme un ovillo en el suelo.

Lástima que no pudiera permitirme ninguna de las dos cosas.

Ten… ten mucho cuidado.

Gracias. Tú mantente a salvo. —Sonreí y apreté el puño en señal de fuerza—. ¡Hasta pronto!

Arranqué a correr en dirección al molino y, cuando estuve segura de que Quasimodo ya no podría verme, me teletransporté con Gran alcance hacia delante. Las calles estaban vacías, pero comprobé mi alrededor por si acaso antes de usar la magia. El hechizó me arrancó del suelo y sentí cómo atravesaba el aire a una velocidad imposible para luego aparecer metros más adelante. Reí, encantada. Y es que de no tener tanta adrenalina concentrada en el cuerpo, seguro que se me habría hecho mucho más desagradable.

* * *


Las risas, pero, duraron poco. Enseguida noté el desgaste psíquico que producía la magia y, por si acaso, decidí reservarme el resto.

Al pasar el puente se me salía el corazón por la boca. Tuve que parar para coger aire, ahí donde el humo todavía no había llegado, y busqué el origen del fuego. El molino ardía entero, pero el incendio no iba más allá ni parecía que fuera a extenderse.

La gente se apartó de golpe formando un camino, y el sonido de cascos de caballo acercándose hizo que los imitara antes de darme cuenta de lo que sucedía. Frollo espoleó su montura en dirección a la ciudad, tan deprisa que a sus propios guardias les costaba alcanzarle. Cruzó como un rayo, pero alcancé a verle la cara. «Está enfermo», vi, arrugando la nariz con asco. «Bien. Ahí te mueras, desgraciado».

Y sin embargo, había algo en esa enfermedad que me ponía los pelos de punta.

¿Habéis visto ese demonio?

Dicen que el juez quiso quemar vivos al molinero y su familia por esconder gitanos.

Aparté la mirada de la silueta de Frollo, que ya se perdía en la lejanía, y me giré hacia las voces. ¿Él había provocado el incendio? ¿Para matar a esa gente? Extraño. Lo de quemar inocentes no era una novedad, pero era incluso exagerado para tratarse del juez. O quizás no tanto. Si era para perseguir gitanos, quién sabía. Y luego estaba lo del demonio...

Volví a mirar el molino. La gente se congregaba a su alrededor intentando apagar el incendio y no parecía que hubiera auténtico peligro. Yo no podía hacer nada, como mucho encargarme del asunto del Sincorazón, pero ahí no había nada. Empezaba a alejarme en dirección a la Corte de los Milagros cuando algo me llamó la atención.

Salía humo de debajo del puente. Al acercarme, reconocí a un Invisible sobrevolando el agua, lanzando estocadas contra el río. ¿Contra el río? Nadie parecía haberse dado cuenta de su presencia, sólo una mujer de pelo negro se atrevía a enfrentarse a él, a base de lanzarle piedras. Corrí en su dirección. El Invisible estaba concentrado en lo que fuera que buscaba, pero era cuestión de tiempo que se cobrara una víctima.

La chica se lanzó al agua antes de que llegara a la orilla, de modo que ocupé su puesto y arremetí contra el Sincorazón con Asalto de acero. Esperaba que, por lo menos, eso lo alejara un poco de su objetivo. Luego, con cuidado de mantener la espalda bien pegada el puente (no fuera a desaparecer y atacarme con la guardia baja), invocaría la Llave Espada para bloquear y contraatacar. Si veía que la mujer tardaba demasiado en salir del agua, me tomaría un éter y utilizaría un Aturdidor contra el Invisible. Tenía que rematarlo cuanto antes posible, ya no sólo para ayudarla, sino para que nadie se fijara en nosotros.

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Asalto de acero (HC) [Nivel 14] [Requiere Afinidad a Rayo; Combate con armas blancas: 20; habilidad Magneto]. Invoca y dispara una ráfaga de cuchillas eléctricas hacia delante que regresan a su dueña pocos segundos más tarde, causando daño tanto a la ida como a la vuelta. Alcanza un radio máximo de tres metros.

+ Éter

Aturdidor (HC) [Nivel 8] (Fuerza: 12) Aturde a los enemigos cercanos con un solo golpe, impidiéndoles lanzar ataques físicos.


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Edit por unas faltas >_<
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Ronda 8

Notapor Suzume Mizuno » Lun Ene 30, 2017 1:45 am


Hana y Simbad


Hubo un largo silencio tras la amenaza de Raphaël y Hana podría darse cuenta de que a los guardias no les hacía demasiada gracia ponerle las manos encima a un noble, ni siquiera si acababa de caer en desgracia.

¡Prendedlo!

¡Si me pones las manos encima sin que la princesa o el Rey lo sepan, serás castigado! ¡No eres más que un plebeyo, Frollo, tu ambición te terminará por precipitar al Infierno si sigues actuando como quieras!—gritó Raphaël como respuesta.

La palabra Infierno pareció crispar a Frollo, que se puso rígido y le salió un tic en un ojo. Raphaël lo vio quizás sabía cómo debía tratar al hombre, porque soltó una hiriente carcajada:

¡Sí, Frollo! ¡Solo un plebeyo se dedicaría a perseguir a una gitana como tú lo haces! ¿Qué vas a hacer cuando la encuentres, Frollo? ¡Sabes que no fue esa tal Esmeralda! ¿Qué es lo que has hecho con su pañuelo? ¿Quedártelo?—El noble sonrió de oreja a oreja—. Al fin y al cabo, no eres un monje. No tienes que esconderlo. ¡Que la gente lo sepa! ¡Que se pregunte por qué desprecias tanto a los gitanos! No serías el primero que…

¡Silencio! ¡Cómo te atreves a decir esas inmundicias cuando eres tú quien ha confabulado con gitanos! ¡Prendedlo!

¡Eso díselo a la princesa y al Rey cuando sepan que coqueteas con una gitana!

El noble retrocedió, perseguido por un par de guardias, pero la mayoría se habían quedado mirando a Frollo. Se veía que no era muy querido. Y seguramente, cuando salieran de ahí, extenderían los rumores.

Frollo pensó lo mismo porque, mientras Raphaël retrocedía y se defendía como podía, la expresión del juez se ensombreció y un rictus que podría haber sido una sonrisa le asomó a los labios.

Retrocedió un par de pasos pero, de alguna forma, no dio la impresión de que estuviera huyendo. Impresión que se confirmó cuando aparecieron cuatro Sincorazón diminutos:

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Y luego, uno mucho más grande:

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Este movió su cayado y los guardias que no habían avanzado contra Raphaël estallaron en llamas. Sus alaridos resonaron tan fuerte en las paredes de piedra que ensordecieron a Hana y, si Simbad no estaba despierto para entonces, lo espabilaron.

Los pequeños se dirigieron a rematar su trabajo y dos en concreto hacia los guardias y Raphaël, que se echó hacia atrás gritando:

¡FIORE!

Entre tanto, Frollo subía las escaleras y ya solo se le veía la parte inferior de la túnica.


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Hana
VIT: 58/60
PH: 29/44

Simbad
VIT: 32/40
PH: 32/44


****
Celeste y Saito



El asalto de Celeste dio de lleno al Invisible en la espalda. Al notar la presencia de un Caballero, perdió el interés en su objetivo y se dirigió contra ella. Celeste encontró que responder a los ataques del Invisible no era tan fácil como parecía, no con toda su potencia. La tiró al suelo y le hizo un buen tajo en un hombro. Luego arremetió y Celeste habría acabado muy mal de no haber sido por su Aturdidor.

Entonces la joven gitana, a quien quizás reconocería como Esmeralda, emergió del río. No iba sola. Tiraba de un hombre de cabello rubio, inconsciente, y vestido con un jubón. A pesar de que era bastante más grande que ella, lo arrastró hacia la otra orilla haciendo un esfuerzo.

Celeste todavía tuvo que pelear un poco más con el Invisible. Tendría que gastar su magia si quería acabar con él; de lo contrario, podía correr.

¡Por favor, ayuda!—gritaría la gitana. Podía intentar cargar con el hombre, pero pesaba demasiado para ella. Además, sangraba abundantemente por la espalda.

Aquel hombre necesitaba ayuda; incluso si la mujer conseguía sacarlo de ahí, no iba a durar mucho. Pero era un blanco y ya era suficientemente raro que una gitana lo ayudara. Seguro que no encontraría refugio en la Corte…

¿Seguro?

En cualquier caso, Celeste se vio ligeramente distraída por otro hecho: antes había pequeñas columnas de humo dispersas por la ciudad. Ahora, de pronto, desde el centro ascendían muchas más. Y cada vez eran más grandes y más negras.

París estaba ardiendo.


*


Saito usó la fuerza del cristal.

Y estuvo a punto de matarlo. Fue una fuerza abrasadora, monstruosa, que envolvió su cuerpo en fuego y dolió tanto que ni pudo gritar. A la vez que se colaba dentro de él, quemándole las venas, Saito se sintió fuerte, más que nunca. Y también supo que si no dejaba escapar ese poder, no habría vuelta atrás.

Cuando una gigantesca lengua de fuego, o más bien una ola, atravesó la catedral, Nanashi y Lyn casi no tuvieron tiempo para apartarse. La mayor cogió a Lyn y las cubrió a ambas con una barrera, pero el impacto fue tan violento que se quebró y las dos salieron disparadas y chocaron contra una pared.

Gárland, por su parte, se protegió con una barrera de aire y quebró el suelo para levantar también una pared de tierra. Sin embargo, él solo tenía fragmentos del cristal y Saito estaba catalizando uno entero. El fuego derribó los obstáculos y Gárland se llevó por delante parte de un altar y se estampó contra otra pared.

Para entonces, Saito tuvo que romper la conexión. Herido, casi sin aliento, tuvo que descender al suelo, tembloroso, quemado y prácticamente sin ropa después de todos sus ataques.

¡Ataca al cristal, Garuda!

Garuda obedeció. Para entonces estaba muy, muy fragmentado, y las embestidas de Garuda, que no protestó a pesar del calor, de que sus plumas ardían y sus patas humeaban, consiguió el objetivo final.

El cristal se rompió en grandes pedazos. Cayeron hacia el exterior de la catedral —Saito pudo verlos al otro lado de la puerta—, resplandecientes y tan rojos que era casi imposible apartarla vista de ellos. Grandes, demasiado grandes…

Entonces comenzó a ocurrir algo impensable: aumentó el calor… Y los tejados, las ventanas y barandillas de madera más cercanos, a arder con rabia. Se extendió de casa en casa y no parecía que fuera a parar.

CORRE.—La voz de Nanashi retumbó con fuerza en medio de las naves, sobresaltando a Saito.

Gárland se había levantado, clavando en él su mirada, y cuando Lyn se arrojó contra su espalda, un brillo amarillo apareció en su mano derecha y el suelo se deformó hasta crear una estaca que acertó a la Maestra en el estómago. Nanashi atacó con un ataque de luz. Esta vez Gárland tuvo que levantar su espada para rechazarla y protegerse al mismo tiempo y Saito vio algo interesante: su armadura estaba fragmentada. No rota.

Pero ya era algo.

Sin embargo, enfrentarse cara a cara con Gárland podía ser una locura si ni siquiera Nanashi y Lyn juntas estaban siendo capaces de detenerlo. ¿Debía centrarse en huir con los fragmentos de cristal, destruirlos y arriesgarse a que Gárland lo cogiera o…?



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Celeste
VIT: 22/26
PH: 15/32

Saito
VIT: 40/80
PH: 12/38



Fecha límite: jueves 2 de febrero de 2017.
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¡Gracias por las firmas, Sally!


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Re: [La Cité des Cloches] Fuego Infernal

Notapor xXOrbOOkXx » Mar Ene 31, 2017 11:39 pm

Fue una situación tensa para los tres, el aire tan denso como un cuchillo.

¡Prendedlo!

¡Si me pones las manos encima sin que la princesa o el Rey lo sepan, serás castigado! ¡No eres más que un plebeyo, Frollo, tu ambición te terminará por precipitar al Infierno si sigues actuando como quieras!

Abrí la boca con sorpresa. Estaba claro que Raphael no era de los que se dejaban achantar, pero no pensaba que tanto. Ni que fuera tan imbécil como para provocar a alguien que podía invocar a las criaturas más peligrosas con las que me había topado.

La mirada de Frollo se volvió fría. Sus ojos dorados centellearon por un momento. Sin esperar más, me acerqué a la puerta de la celda para salir en el momento adecuado en cuanto Frollo explotara. Desgraciadamente, antes de que pudiera decir nada, Raphaël siguió hablando:

¡Sí, Frollo! ¡Solo un plebeyo se dedicaría a perseguir a una gitana como tú lo haces! ¿Qué vas a hacer cuando la encuentres, Frollo? ¡Sabes que no fue esa tal Esmeralda! ¿Qué es lo que has hecho con su pañuelo? ¿Quedártelo? —¿Cómo? ¿Que Frollo estaba haciendo qué? Venga ya, aquello era el culmen de la hipocresía—. Al fin y al cabo, no eres un monje. No tienes que esconderlo. ¡Que la gente lo sepa! ¡Que se pregunte por qué desprecias tanto a los gitanos! No serías el primero que…

¡Silencio! ¡Cómo te atreves a decir esas inmundicias cuando eres tú quien ha confabulado con gitanos! ¡Prendedlo!

¡Eso díselo a la princesa y al Rey cuando sepan que coqueteas con una gitana!

Congelado fue la palabra. Porque el noble acababa de perder nuestra última oportunidad de salirnos de rositas. Este retrocedió ante la muda advertencia de los guardias, pero los otros se habían quedado alrededor, mirando con recelo a Frollo. Ya tenían una historia que contar.

Si nos hubiera hecho falta una confirmación de que el juez era el culpable, los acontecimientos siguientes lo demostraron. Un rictus inquietante asomó en el rostro de Frollo, para después desatar el caos.

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Las llamas se alzaron hacia el techo de la prisión, y danzaron en los cuerpos de los guardias. Grité levemente, más por la impresión que por que me hubiera hecho daño, y salir de la celda sin retrasarlo más. Sus gritos se solaparon con el horror de la escena.

¡FIORE! —el grito de Raphael retumbó como un trueno.

Hana, ¡Hana! Seguro que había ido tras Frollo, pero como era invisible no podía saberlo. ¿Y si se había desmayado? ¿Y si…? Tosí con los ojos llorosos por el humo.

Era previsible lo que iba hacer el noble, así que invoqué un Twister como escudo antes de atacar al Sincorazón más grande con un Perla y acercarme a la posición de Raphaël posición; si intentaba ir a por Frollo le cogería por la muñeca con firmeza.

Espera, ¡espera Raphael! —le increpé mientras lanzaba estocadas al más grande, junto con un Aturdidor que le dejara fuera de juego unos momentos—. ¡Deja a Frollo, Fiore se ocupará de él! ¡Ahora nuestro principal objetivo es avisar a la princesa![color] —Tosí un momento—. [color=#BF0000]¡Y no te preocupes por Fiore! ¡Estará a salvo!

Pero lo cierto es que yo si estaba preocupado por Hana. Si aun así se seguía resistiendo, no solo le cogería del brazo, sino que le acercaría con un leve tirón para que me escuchara bien. Mi gesto era serio, y entre el fragor de la batalla, me la jugué a no atacar para intentar convencerle.

Sé que no te he dado motivos para que te fíes de mí, menos después de arruinar tu reputación. Pero s'il vous plait, no tendremos otra oportunidad de detener a Frollo.

>>—¡Confía en mí.

Si quería irse aun así no se lo impediría más, y terminaría por desplegar Twister para luego buscar otra salida (si no la encontraba iría por la principal). Si Raphaël decidía quedarse, realizaría las mismas acciones. Si los Sincorazón seguían vivos, los eliminaría a estocadas.

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▪ Aturdidor (HC) [Nivel 8] (Fuerza: 12) Aturde a los enemigos cercanos con un solo golpe, impidiéndoles lanzar ataques físicos.
▪ Alas (HM) [Nivel 15] [Requiere Afinidad a Viento; Poder Mágico: 18] Crea unas alas de viento en adosadas a la espalda que permiten planear a gran velocidad o volar. Dura un máximo de tres post
▪ Perla (HM) [Nivel 3] [Requiere Poder Mágico: 4] Ataque básico de elemento Luz. Proyectil de luz lineal en forma de esfera, con muy pocas probabilidades de cegar al enemigo.

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Re: [La Cité des Cloches] Fuego Infernal

Notapor Denna » Vie Feb 03, 2017 12:27 am

Caí contra el suelo y un chorro de sangre salió disparado de mi hombro. El brazo entero se me entumeció a causa del dolor, y a duras penas logré acertarle con el Aturdidor. No me arriesgué a perder el tiempo en examinar la herida; desde el suelo mismo volví a utilizar Asalto de acero para rematarle.

Me apreté la herida del brazo. Dolía, pero no parecía necesitar tratamiento urgente, de modo que reservé las curas para otro momento. Al volverme hacia el río, una oleada de alivio me recorrió al ver que la chica no se había ahogado, pero mayor fue la de sorpresa al ver su cara.

¡S-si eres tú!

¡Por favor, ayuda! —gritó Esmeralda.

Todavía asombrada por mi suerte, me acerqué al hombre que arrastraba y al que la gitana se había esforzado tanto por salvar. No pasé por alto el color de su piel, que me hizo alzar las cejas en dirección a ella, pero tampoco era el mejor momento para preguntar al respecto.

¿Qué ha pasado? —inquirí luego—. ¿Ha sido el demonio?

Por fin rescaté una Ultrapoción de entre mis objetos y se la tendí a Esmeralda.

Dásela. Es para la herida, nos ganará algo de tiempo. —Esperaba que funcionara por mucha agua que hubiese tragado—. ¿Adónde vamos? ¿Tienes a alguien que pueda curarle en la Corte? Si no, podemos llevarle a Notre Dame, seguro que el archidiácono le...

Se me cortó la respiración antes de acabar la frase. Al incorporarme con la intención de volver a la catedral, la visión de un horizonte rojo me hizo tambalearme hacia atrás presa del horror. Fuego. Aquello iba más allá de un par de incendios aislados. Era la ciudad entera.

No llegaríamos a Notre Dame. Mierda, incluso aunque el fuego nos permitiera el paso ya lo tendríamos difícil para que ese hombre no muriera a medio camino.

Me mordí la lengua para no ponerme a gritar. ¿Quién era ése tan importante como para que Esmeralda se arriesgara a ayudarle? Me invadieron unas ganas locas de devolverlo al río, ¡y fin del asunto! Pero es que si quería la colaboración de Esmeralda —y la necesitaba desesperadamente si quería salvar lo que me quedaba de mundo—, no podía abandonarle sin más.

«¿Por qué yo? ¡¿Por qué yo?! ¡Ojalá se hubiese ahogado! ¡Ojalá el maldito Sincorazón lo hubiese atravesado en dos! ¡¿POR QUÉ HA TENIDO QUE PASAR ESTO?!».

Pestañeé con fuerza. El humo se me metía en los ojos, pero las lágrimas que se me saltaban eran de pura rabia. Solo quedaba un sitio.

A la Corte. Rápido, antes de que alguien se dé cuenta de que estamos aquí. —Si Esmeralda no sabía de nadie que pudiera ayudarle, lo llevaría ante mi madre, que no le rechazaría—. Te ayudaré a cargar con él... Entre las dos creo que vamos a poder. Sólo... sólo necesitamos tener cuidado con la herida.

Hice recuento de las pociones que me quedaban y puse mala cara. Utilizaría las que fueran necesarias, qué remedio, y más le valía al blanquito no morirse y gastármelas en vano. Así, sólo me quedaría rezar para que la catedral no se hubiese visto afectada por el fuego y los demás también estuvieran bien...

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Asalto de acero (HC) [Nivel 14] [Requiere Afinidad a Rayo; Combate con armas blancas: 20; habilidad Magneto]. Invoca y dispara una ráfaga de cuchillas eléctricas hacia delante que regresan a su dueña pocos segundos más tarde, causando daño tanto a la ida como a la vuelta. Alcanza un radio máximo de tres metros.

+ Ultrapoción y Bombones de chocolate caducados a estas alturas si hacen falta.
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Re: [La Cité des Cloches] Fuego Infernal

Notapor Nell » Vie Feb 03, 2017 2:37 am

El resultado fue lo esperado. Los guardias se cernieron sobre Raphaël y, a pesar de sus reticencias, no podían desobedecer a su señor.¨

¡Prendedlo!

¡Si me pones las manos encima sin que la princesa o el Rey lo sepan, serás castigado! ¡No eres más que un plebeyo, Frollo, tu ambición te terminará por precipitar al Infierno si sigues actuando como quieras!

»¡Sí, Frollo! ¡Solo un plebeyo se dedicaría a perseguir a una gitana como tú lo haces! ¿Qué vas a hacer cuando la encuentres, Frollo? ¡Sabes que no fue esa tal Esmeralda! ¿Qué es lo que has hecho con su pañuelo? ¿Quedártelo? Al fin y al cabo, no eres un monje. No tienes que esconderlo. ¡Que la gente lo sepa! ¡Que se pregunte por qué desprecias tanto a los gitanos! No serías el primero que…

A Hana se le escapó una sonrisa. ¡De lo que se estaban enterando! ¿Cómo es que Raphaël se había callado semejante información? No es que las preferencias de Frollo fueran a suponerle alguna ventaja, pero la cara que ponía al verse descubierta su debilidad era para pintarla. El espectáculo le estaba encantando. Demasiado. Se olvidó por un momento que el noble aún estaba siendo acorralado.

¡Silencio! ¡Cómo te atreves a decir esas inmundicias cuando eres tú quien ha confabulado con gitanos! ¡Prendedlo!

¡Eso díselo a la princesa y al Rey cuando sepan que coqueteas con una gitana!

La declaración de Raphaël terminó de disipar las dudas de los guardias, que se volvieron con asombro hacia el juez. Ahora las tornas habían cambiado y Hana no le quitó el ojo de encima, disfrutando del momento. El noble había sabido jugar lo bastante bien sus cartas como para guardarse aquella baza hasta el final. Si Frollo hubiese sospechado todo lo que sabía, quizá la atacada no hubiese sido la princesa.

Aun así los guardias debían cumplir con su deber e intentaron pelear contra Raphaël. Hana no les prestó atención, porque su objetivo era Frollo. Por eso vio con claridad cómo el juez retrocedía y esbozaba una expresión de concentración que Hana no supo interpretar. Parecía determinado a algo.

Entonces aparecieron los sincorazón. Eran cuatro pequeños y uno grande, que Hana no conocía demasiado bien. Este último incendió a dos guardias. Los pequeños se dirigieron hacia Raphaël.

Sin embargo, Frollo mientras tanto escapaba. Hana dudaba que por temor a los demonios. Se encaminó enseguida hacia él, para perseguirle manteniendo su invisbilidad.

¡FIORE!

Se detuvo. ¿Sabía que estaba allí? ¿Le habían llegado a decir que les seguiría invisible? No lo recordaba. En cualquier caso, si se delataba perdería la oportunidad de perseguir a Frollo. Y dado que esa era su responsabilidad, no podía flaquear por un noble guapo. Solo se detuvo a concederle una última protección. Él tendría que apañarse con el resto.

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▪ Reflejo (HM) [Nivel 12] [Requiere Poder Mágico: 15]. El usuario crea un pequeño escudo frente al personaje temporal que rebota todo ataque mágico de menor potencia que él, provocando que se rompa si es superior. Se desvanece enseguida.


Y no olvidaba que Simbad estaba allí mismo, por lo que lucharían juntos. Lo que significaba que quizá Raphaël le estuviese al final mucho más agradecido a él que a la aprendiza huidiza.

Echaría a correr detrás de Frollo, con cuidado de no hacer ruido y de mantener una prudente distancia. En el caso de que el juez se quedara para contemplar el final de sus vasallos, se ubicaría a su espalda para tener en todo momento libre la oportunidad de acabar con su miserable vida.

Quizá el hechizo debía de estar volviendo a acabarse, así que lo renovaría por si acaso.

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• Canturreo (HM) [Nivel 7] [Requiere Poder Mágico: 13]. Canto que vuelve invisible al objetivo temporalmente.
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Awards 2010-2011, 2012, 2013, 2014 y 2015
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Nell
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Re: Ronda 8

Notapor H.S Sora » Vie Feb 03, 2017 8:45 pm

El poder del cristal era más monstruoso de lo que podría haber pensado en un principio. Mi interior se revolvía en una vorágine de emociones y sensaciones, más allá del dolor y del fuego que hacía mella en mí. Pero estaba dispuesto a acabar convertido en cenizas, sobre todo cuando el poder del fuego me tendió su mano.

Nunca había sido tan fuerte. Nunca había estado tan cerca de poder cambiar las cosas.

Y no fue hasta que los gritos de Alice martillearon mi conciencia, que dejé escapar todo el poder que estaba canalizando. Yo mismo me había convertido en el catalizador directo de la magia de cristal, pero no había sido capaz de dirigirlo.

El fuego se propagó, y alcanzó a todos los presentes que todavía estaban combatiendo. Traté de gritar cuando Nanashi y Lyn salieron despedidas contra una de las paredes, después de romper una barrera que la propia Dama de Hierro había creado, pero entonces algo similar ocurrió con Gárland. Por mucha magia que estuviera evocando para defenderse, acabó cayendo.

Pero las Maestras también se habían hecho daño por mi culpa. ¿Hasta qué punto me había compensado lo que acababa de hacer? Miré mis manos, calcinadas ahora por el poder del cristal. Si bien no estaban manchadas de sangre, lo estaban por mis errores.

Quise bajar en el acto y disculparme por haber vuelto a hacer lo que no debía, ayudar a Lyn y a Nanashi, y decirle a ésta última que todo lo que había querido hacer era ser útil. Decirle que todavía no era capaz de perdonarme lo que le había sucedido en Reino Encantado. Pero no podía.

Si quería que mi decisión hubiera valido la pena, si quería no tener que mirar atrás arrepentido, tenía que confiar en lo que había hecho. Al menos lo suficiente como para que los demás también pudieran hacerlo. Y para ello haría que ese Villano Final acabara pagando por todo lo que había hecho.

Pero no fui capaz. Quería, pero me faltaba el aliento. Los ojos y la piel me ardían, y estaba agotado hasta el punto de tener que separarme del cristal, o lo que había hecho no habría servido para nada. Jadeando y con los pies al fin en tierra, le ordené temblando a Garuda que destruyera el cristal.

Cayó fuera de la catedral, como una lluvia de fuego. No podía apartar la vista de los fragmentos en los que se había roto. O al menos, hasta que empezó a hacer todavía más calor. ¿Cómo era eso posible? Intenté buscar una explicación a mi alrededor, pero lo único que veía era como todo empezaba arder sin explicación.

CORRE.

La voz de Nanashi me heló la sangre, y lo demás sucedió demasiado deprisa como para reaccionar durante un momento. Gárland volvió a la carga mientras que Nanashi y Lyn trataron de encargarse de él.

Y fue en ese momento en el que vi como su armadura parecía haberse agrietado. No había visto que la tuviera así antes de coger el cristal... lo que debía significar que con su poder y la ayuda de las Maestras habíamos conseguido herirle. ¿Hasta qué punto? Hasta el punto de ser su siguiente objetivo.

Obedece a Nanashi.

No puedo dejarla sola.

Si te quedas solo serás una molestia… ya has hecho todo lo que podías.

Me resigné a darle la razón a Alice. Lo único que podía hacer era intentar ayudar a las Maestras desapareciendo del campo de batalla, y quitando todos los posibles fragmentos del cristal del alcance de Gárland. Después de todo el objetivo era que él no los consiguiera, a cualquier precio.

Invoqué dos Cura, uno para cada Maestra, y salí a toda prisa de la Catedral. El sabor amargo de abandonar a Armand y a Chloé, ambos indefensos, me invadió. Pero si ahora mismo había algún lugar seguro en la Cité era ahí arriba.

Era consciente de lo que le había ocurrido a mi ropa, pero si la calle estaba igual que con la llegada de Gárland no debía haber quedar mucha gente. Me daría prisa en coger los fragmentos del cristal, y los guardaría en mi bolsa para llevármelos lejos de ahí.

Tenía que destruirlos, pero nada me aseguraba que pudiera hacerlo ahí. Tenía que buscar a alguno de mis compañeros y que me ayudara, porque había salido bastante perjudicado. ¿Pero dónde podía buscar?

Desconocía el paradero de Celeste, y la idea de presentarme en el Palacio o el Palacio de Justicia medio quemado no me era muy tentadora.

Entonces se me ocurrió una idea. Tomé un Éter y utilizando Doble Salto para moverme por los tejados si era necesario, me acercaría todo lo que pudiera al río y tiraría todos los fragmentos del cristal… menos uno. El más pequeño que hubiera, o que pudiera reducir mediante la magia que me quedaba.

¿Por qué no los tiras todos?

¿Y si lo necesito para defenderme de él?

Mentí. No, lo más seguro era que entre las Maestras pudieran encargarse de él. Pero era porque en el fondo, por una vez después de tanto tiempo, había sido capaz de conseguir resultados.

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Cura (HM) [Nivel 5] [Requiere Poder Mágico: 7]. Cura las heridas más leves y alivia un poco la fatiga.

▪ Éter x1.

Doble salto (HC) [Nivel 3] [Requiere Elasticidad: 4]. El usuario es capaz de saltar mucho más alto que los demás, alcanzando lugares más inaccesibles.
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Muchas grácias por el avatar Mepi ^^
H.S Sora
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