Re: [La Cité des Cloches] Fuego Infernal
Publicado: Mar Ene 10, 2017 3:04 am
Raphaël les dio una breve explicación sobre lo ocurrido en el Festival:
—Una tragedia, sin duda. Los demonios atacaron a sus Majestades y también al juez Frollo. Parece… Que fue cosa de una bailarina gitana. —A Hana se le paró el corazón. ¿Le habían confundido con una gitana…?—. Fue un milagro que el juez sobreviviera. Desde entonces, Frollo está obsesionado con encontrar a una tal mujer llamada Esmeralda. —Le relajó escuchar eso. El revuelo lo causó la otra bailarina. Quizá Hana no tenía culpa de nada.
A continuación, Simbad y ella se pusieron de acuerdo para ir tanteándole con el fin de persuadirle. Nada parecía convencerle, ya que no quería fama ni mérito; sin embargo, seguía atento a la conversación y eso decía mucho.
—Querida, si me interesara ser un héroe, no serviría a quien sirvo. Los hombres no deberían someterse a las mujeres, según dicen mis compañeros.
Hana apretó los puños debajo de la mesa. Ni siquiera se paró a pensar en si Raphaël lo pensaba o no de verdad, dado su testimonio posterior sobre la princesa. Había tenido mucha suerte en no sufrir dicha discriminación durante su vida en Port Royal. Y no tenía intención de que en París fuera distinto. Iba a imponerse a Raphaël antes de marcharse, fuera como fuese.
Al final, tras su última propuesta haciendo mención al ataque que Raphaël había reconocido, este accedió a contarles el resto:
—El día del Festival, los Sincorazón atacaron a sus Majestades. Eso hizo que todo el mundo imaginara que sería cosa de los gitanos. Yo también lo pensé. Al fin y al cabo, el Rey cada vez escuchaba más a Frollo y ahora… Podéis imaginarlo.
»Sin embargo, la única persona que impide que su Majestad firme el edicto es su hermana. Su grupo era el único remotamente a favor de los gitanos, entre los cuales me incluyo, pero durante el último año se ha quedado sin amigos. Y la princesa estaba caminando por el jardín, poco antes de cenar, cuando la atacaron.
De modo que, en efecto, el ataque se había producido contra la princesa. La única cuerda en aquel castillo. Qué casualidad.
—La princesa tiene muchos enemigos. Demasiados. Gobernó cuando el Rey era menor y a muchos no les gustó. Algunos dicen que se aferra demasiado al poder. Lo que me… extraña es que los demonios desaparecieron poco después. Como una advertencia. Ese día, la princesa había discutido abiertamente con ciertas eminencias. El cardenal y… el juez Frollo. No tengo mucho más y me gusta mantener la cabeza sobre los hombros. Desgraciadamente no tengo las suficientes tierras para poder imponerme a nadie y no puedo ayudar a la princesa como me gustaría. Ahora, decidme… o confirmadme quién está controlando a todos los demonios. Sobre todo si queréis evitar que todos los gitanos de esta ciudad mueran en la hoguera, porque el próximo paso tras la firma del edicto, es encontrar la Corte de los Milagros.
En el fondo no hacía falta confirmar nada. Sin embargo, Hana calló. Tenía suficientes razones para pensar que el loco imán de los sincorazón era Frollo. Pero, ¿de verdad había pistas sobre él o solo su odio particular? ¿Y si no era más que un hombre obsesionado con una tontería y su verdadero objetivo era otro? Temía que el rencor le obnubilara. Así que no dijo nada. Fue entonces cuando Simbad intervino por ella:
—Confirmadme, has dicho. Eso es que sospechas de alguien. Quién sabe, podrían ser los gitanos. Pero eres demasiado listo como para eso. Estamos jugando en un entorno peligroso y... las paredes tienen oídos.
»Por una parte el Rey está a punto de firmar el decreto, pero después de tantos años ¿por qué? Tú mismo has respondido la pregunta. Por otro lado, los demonios atacan al juez al principio de la historia por una supuesta bailarina, y este se obsesiona por encontrar a una tal Esmeralda. A partir de ahí, ningún ataque es realizado contra él, sino contra la familia real, en especial contra la hermana que está a favor de los gitanos y que había discutido con Frollo.
»Todas las pistas apuntan a él ¿para qué engañarnos? Vos lo sabéis, yo lo sé y Fiore lo sabe. —Sí, lo sabía, aunque aún perduraba su duda sobre si no se estarían equivocando. En el Festival, Frollo no parecía tener control de los sincorazón—. No solo quiere la destrucción de los gitanos, también quiere matar a la familia real para quedarse con el control de París, maldita sea.
—Yo no diría tanto —hizo un matiz—. No necesita matar a la familia para controlar París. Solo a uno de sus miembros. —Miró directamente a Raphaël, sin necesidad de decir nada más.
—Puedo equivocarme. Porque al llegar aquí no teníamos ni idea de quién podía ser, Raphaël. Ni puñetera idea. Y ahora todo apunta a un nombre... Porque si estoy en lo cierto, no solo toda la familia real está en peligro, sino también toda París. —A Hana no le gustó tanto que reconociera que estaban algo perdidos. Le habría gustado que aparentaran más seguridad en su trabajo—. Y no creo que lo esté haciendo solo.
Esa última posibilidad apenas perturbó a Hana. Habían ido buscando el foco de los sincorazón y le daban igual el complejo del asunto. Lo irían desmenuzando según tiraran del hilo. Por ahora eran poco más que especulaciones.
Decidió que era el momento oportuno de
—Eso era todo lo que queríamos saber. Nos encargaremos del resto —Y se puso en pie.
—Y ahora, sois de confianza, nos dejaréis marchar, pero no por la puerta principal, sino por otra más discreta. Si no lo eres llamaréis a los guardias e iras con el cuento al que está de todo esto, pero créeme eso no os convendría..
»Fiore confía en vos, y después de lo que te he desvelado, comprenderéis que yo también.
En realidad ya no sabía qué pensar de Raphaël. Estaba convencida de que intentaba ponerse de su lado, en la medida en la que sus intereses políticos le eran favorables. Y no estaba segura de qué ocurriría a continuación. El noble podía dejarles marchar sin más… o esperar algo a cambio. La salida no le preocupaba. Sería él quien se quedara dentro a aguantar los rumores, no ellos.
Por eso Hana había hecho amago de levantarse e irse. Esperaba la reacción de Raphaël. Quizá le rondaba la idea de pedirles que custodiaran a la princesa si temía un nuevo ataque. O que hablaran directamente con ella sobre el mismo (y pensar que habían tenido la oportunidad de verla…). Cualquier cosa. De ser así, se quedaría a atenderle y a auxiliarle en la medida de lo que pudieran sin desviarse de su misión, aunque no impediría a Simbad irse si quería. Puede que el noble tuviera alguna mejor idea sobre cómo afrontar la situación o quisiera preguntarles qué iban a hacer con Frollo. Seguramente no le haría mucha gracia que Hana tentara la idea de matarle. Otra vez.
En caso contrario, en que Raphaël les indicara amablemente la salida, Hana se marcharía con Simbad. Lo que tampoco iba a permitir es que les retuviera allí a la fuerza. La respuesta del hombre sería clave para decidir por cuál de todos los agujeros del castillo salía.
—Una tragedia, sin duda. Los demonios atacaron a sus Majestades y también al juez Frollo. Parece… Que fue cosa de una bailarina gitana. —A Hana se le paró el corazón. ¿Le habían confundido con una gitana…?—. Fue un milagro que el juez sobreviviera. Desde entonces, Frollo está obsesionado con encontrar a una tal mujer llamada Esmeralda. —Le relajó escuchar eso. El revuelo lo causó la otra bailarina. Quizá Hana no tenía culpa de nada.
A continuación, Simbad y ella se pusieron de acuerdo para ir tanteándole con el fin de persuadirle. Nada parecía convencerle, ya que no quería fama ni mérito; sin embargo, seguía atento a la conversación y eso decía mucho.
—Querida, si me interesara ser un héroe, no serviría a quien sirvo. Los hombres no deberían someterse a las mujeres, según dicen mis compañeros.
Hana apretó los puños debajo de la mesa. Ni siquiera se paró a pensar en si Raphaël lo pensaba o no de verdad, dado su testimonio posterior sobre la princesa. Había tenido mucha suerte en no sufrir dicha discriminación durante su vida en Port Royal. Y no tenía intención de que en París fuera distinto. Iba a imponerse a Raphaël antes de marcharse, fuera como fuese.
Al final, tras su última propuesta haciendo mención al ataque que Raphaël había reconocido, este accedió a contarles el resto:
—El día del Festival, los Sincorazón atacaron a sus Majestades. Eso hizo que todo el mundo imaginara que sería cosa de los gitanos. Yo también lo pensé. Al fin y al cabo, el Rey cada vez escuchaba más a Frollo y ahora… Podéis imaginarlo.
»Sin embargo, la única persona que impide que su Majestad firme el edicto es su hermana. Su grupo era el único remotamente a favor de los gitanos, entre los cuales me incluyo, pero durante el último año se ha quedado sin amigos. Y la princesa estaba caminando por el jardín, poco antes de cenar, cuando la atacaron.
De modo que, en efecto, el ataque se había producido contra la princesa. La única cuerda en aquel castillo. Qué casualidad.
—La princesa tiene muchos enemigos. Demasiados. Gobernó cuando el Rey era menor y a muchos no les gustó. Algunos dicen que se aferra demasiado al poder. Lo que me… extraña es que los demonios desaparecieron poco después. Como una advertencia. Ese día, la princesa había discutido abiertamente con ciertas eminencias. El cardenal y… el juez Frollo. No tengo mucho más y me gusta mantener la cabeza sobre los hombros. Desgraciadamente no tengo las suficientes tierras para poder imponerme a nadie y no puedo ayudar a la princesa como me gustaría. Ahora, decidme… o confirmadme quién está controlando a todos los demonios. Sobre todo si queréis evitar que todos los gitanos de esta ciudad mueran en la hoguera, porque el próximo paso tras la firma del edicto, es encontrar la Corte de los Milagros.
En el fondo no hacía falta confirmar nada. Sin embargo, Hana calló. Tenía suficientes razones para pensar que el loco imán de los sincorazón era Frollo. Pero, ¿de verdad había pistas sobre él o solo su odio particular? ¿Y si no era más que un hombre obsesionado con una tontería y su verdadero objetivo era otro? Temía que el rencor le obnubilara. Así que no dijo nada. Fue entonces cuando Simbad intervino por ella:
—Confirmadme, has dicho. Eso es que sospechas de alguien. Quién sabe, podrían ser los gitanos. Pero eres demasiado listo como para eso. Estamos jugando en un entorno peligroso y... las paredes tienen oídos.
»Por una parte el Rey está a punto de firmar el decreto, pero después de tantos años ¿por qué? Tú mismo has respondido la pregunta. Por otro lado, los demonios atacan al juez al principio de la historia por una supuesta bailarina, y este se obsesiona por encontrar a una tal Esmeralda. A partir de ahí, ningún ataque es realizado contra él, sino contra la familia real, en especial contra la hermana que está a favor de los gitanos y que había discutido con Frollo.
»Todas las pistas apuntan a él ¿para qué engañarnos? Vos lo sabéis, yo lo sé y Fiore lo sabe. —Sí, lo sabía, aunque aún perduraba su duda sobre si no se estarían equivocando. En el Festival, Frollo no parecía tener control de los sincorazón—. No solo quiere la destrucción de los gitanos, también quiere matar a la familia real para quedarse con el control de París, maldita sea.
—Yo no diría tanto —hizo un matiz—. No necesita matar a la familia para controlar París. Solo a uno de sus miembros. —Miró directamente a Raphaël, sin necesidad de decir nada más.
—Puedo equivocarme. Porque al llegar aquí no teníamos ni idea de quién podía ser, Raphaël. Ni puñetera idea. Y ahora todo apunta a un nombre... Porque si estoy en lo cierto, no solo toda la familia real está en peligro, sino también toda París. —A Hana no le gustó tanto que reconociera que estaban algo perdidos. Le habría gustado que aparentaran más seguridad en su trabajo—. Y no creo que lo esté haciendo solo.
Esa última posibilidad apenas perturbó a Hana. Habían ido buscando el foco de los sincorazón y le daban igual el complejo del asunto. Lo irían desmenuzando según tiraran del hilo. Por ahora eran poco más que especulaciones.
Decidió que era el momento oportuno de
—Eso era todo lo que queríamos saber. Nos encargaremos del resto —Y se puso en pie.
—Y ahora, sois de confianza, nos dejaréis marchar, pero no por la puerta principal, sino por otra más discreta. Si no lo eres llamaréis a los guardias e iras con el cuento al que está de todo esto, pero créeme eso no os convendría..
»Fiore confía en vos, y después de lo que te he desvelado, comprenderéis que yo también.
En realidad ya no sabía qué pensar de Raphaël. Estaba convencida de que intentaba ponerse de su lado, en la medida en la que sus intereses políticos le eran favorables. Y no estaba segura de qué ocurriría a continuación. El noble podía dejarles marchar sin más… o esperar algo a cambio. La salida no le preocupaba. Sería él quien se quedara dentro a aguantar los rumores, no ellos.
Por eso Hana había hecho amago de levantarse e irse. Esperaba la reacción de Raphaël. Quizá le rondaba la idea de pedirles que custodiaran a la princesa si temía un nuevo ataque. O que hablaran directamente con ella sobre el mismo (y pensar que habían tenido la oportunidad de verla…). Cualquier cosa. De ser así, se quedaría a atenderle y a auxiliarle en la medida de lo que pudieran sin desviarse de su misión, aunque no impediría a Simbad irse si quería. Puede que el noble tuviera alguna mejor idea sobre cómo afrontar la situación o quisiera preguntarles qué iban a hacer con Frollo. Seguramente no le haría mucha gracia que Hana tentara la idea de matarle. Otra vez.
En caso contrario, en que Raphaël les indicara amablemente la salida, Hana se marcharía con Simbad. Lo que tampoco iba a permitir es que les retuviera allí a la fuerza. La respuesta del hombre sería clave para decidir por cuál de todos los agujeros del castillo salía.