Re: [Tierra de Dragones] Black Lotus
Publicado: Vie Nov 24, 2017 2:40 am
Una copia que se niega a admitir lo que es, y que insiste en fingir que es la verdadera.
Daian aterrizó en aquella tierra devastada con delicadeza. Le ardía el hombro de dolor. Y la cabeza. Le dolía demasiado. Nunca había tenido que usar tanta magia en tan poco tiempo. Sus alas se desvanecieron en un arco débil de luz y su hechizo alado de fuego se disipó entre llamas y cenizas. Encogida, se ayudó de su Llave-Espada para ponerse en pie y se acercó a Fátima, quien tenía al culpable de toda la desgracia de China a su merced.
Escuchó las palabras del soldado, quien no tenía reparo alguno en alzar a la Maestra Lyn. Confusa y molesta, Daian no quiso prestar atención a su opinión, la cual ya era de por sí irrespetuosa y amenazadora. ¿Con quién se creía que estaba hablando? Les debía la vida, sobretodo a quien tenía sin conocimiento en sus brazos. Si no fuera por ella, su cabeza ahora sería un juguete para los perros. ¿De... de dónde habían salido esos perros?
Mejor centrarse en lo verdaderamente importante. Dark Light tosió y su mirada la penetró con frialdad. Volvió a escuchar las frases que le había dedicado antes. No. No. Aquello no era importante ahora. No iba a permitir que aquel desgraciado siguiera con vida para hacer sufrir a inocentes. No, no lo consentiría.
Aún así, la decisión debía tomarla Fátima. Ella era la Maestra. Y, más allá de su título, tenía todo el derecho del mundo a decidir el destino de la copia de Light. Había luchado con fiereza y mucho valor. Era poderosa, y tampoco le habían faltado agallas. Y...
... le había salvado la vida. Si no fuera por ella, Dark Light habría acabado con su existencia.
Honraré la memoria de Nadhia y acabaré contigo.
Apretó los dientes con fuerza mientras se sujetaba el hombro malherido.
—Fátima, haz lo que te dicte el corazón —le dijo, aun sabiendo cuál iba a ser su decisión—. Seguro que Lyn estará de acuerdo con lo que decidas hacer. Y si lo deseas, puedo encargarme yo misma.
Y se aseguró de que nadie la interrumpiera. Invocó unas cadenas de luz que las separaron a ellas, a Harun y a Dark Light del misterioso e irritante soldado que cargaba con Lyn. No dejaría que nadie dudara de lo que hiciera Fátima aquel día. Una Maestra formidable, esposa y madre de tres hijos responsable, valiente, y tierna a la vez. Era imposible para Daian no admirarla y respetarla.
Antes de que fuera demasiado tarde, le dedicó unas últimas palabras a Dark Light:
—No finjo ser quien no soy. No soy Nadhia. Me llamo Daian... y no soy como tú.
*****
Ante un ataque inminente del soldado o de los perros, Daian apretaría las cadenas de luz a su alrededor mientras las esencias de Fátima se encargaban de recoger a Lyn si era necesario.
—No permitiré que le faltes el respeto a la Maestra Fátima. Dark Light era un peligro para todos —cogió aire. Estaba realmente cansada y no desearía tener que tumbarlo en un duelo. Bastante mal lo habían pasado ya—. ¿No te das cuenta? Has visto lo que era capaz de hacer. No podíamos arriesgarnos a que siguiera esparciendo su Corrupción.
Y era cierto. La Corrupción era muy peligrosa y podía contaminar el mundo entero. Incluso había sido capaz de enfermar a almas tan puras como las esencias y al pobre Harun, quien descasaba en mal estado en el frío suelo.
Cuando tuvieran al soldado bajo control y se quedaran a solas para socorrer a Harun, Daian pensó de inmediato en Tandy. ¡Luz suya y de todos, menos mal que no había insistido en combatir a su lado esta vez! No se habría perdonado que acabara así.
De pronto sintió un malestar nuevo e inexplicable en el pecho y pensó en Fátima. ¿Así es como debía de sentirse ahora mismo ella? Quizás, ¿se sintiera culpable? Había leído sobre aquella experiencia del corazón. Quería entenderlo como "empatía".
Se acercó a ella y le acarició la espalda. Tandy había hecho lo mismo con ella durante cuatro años. Era lo más reconfortante que conocía.
—¿Estás bien?
Quién sabe, quizás así ella vuelva.
Mientras consolaba a Fátima, su mente la traicionó y le recordó aquella espina clavada en el subconsciente. ¿Qué había querido decir con eso? Si ella pereciera... ¿Nadhia podía volver? ¿Resucitar? ¿Aquello era posible? ¿Qué demonios...?
Sacudió la cabeza. No. No era momento de cuestionarse su existencia. Fátima lo estaba pasando mal. Y había tres niños esperando a que su madre regresara. En aquel momento, Daian tenía menos peso de relevancia, lo sabía. Y se había prometido ayudarla. Suspiró y pensó que sería mejor investigar por su cuenta antes de preguntar algo tan delicado.
Pero aquel día no. Ni el siguiente. Necesitaban descansar. Y más importante aún, ¿quién sabe si podrían descansar aquella noche?
—Fátima, yo... desearía proteger a tu familia.
Y por primera vez, le dio un abrazo. Uno sincero y cálido.
—No estás sola en esto. Acabaremos con la Corrupción.
Dejaría que Fátima tuviera unos minutos para recomponerse si lo necesitaba, antes de volver con Mulán y los demás. Estaba deseando ver si Maya se encontraba bien, y si podía hacer algo por curar sus heridas y las de Lyn. Y tener noticias de Celeste.
Sin embargo, las palabras de Dark Light seguirían persiguiéndola hasta que ella descubriera la verdad.
Daian aterrizó en aquella tierra devastada con delicadeza. Le ardía el hombro de dolor. Y la cabeza. Le dolía demasiado. Nunca había tenido que usar tanta magia en tan poco tiempo. Sus alas se desvanecieron en un arco débil de luz y su hechizo alado de fuego se disipó entre llamas y cenizas. Encogida, se ayudó de su Llave-Espada para ponerse en pie y se acercó a Fátima, quien tenía al culpable de toda la desgracia de China a su merced.
Escuchó las palabras del soldado, quien no tenía reparo alguno en alzar a la Maestra Lyn. Confusa y molesta, Daian no quiso prestar atención a su opinión, la cual ya era de por sí irrespetuosa y amenazadora. ¿Con quién se creía que estaba hablando? Les debía la vida, sobretodo a quien tenía sin conocimiento en sus brazos. Si no fuera por ella, su cabeza ahora sería un juguete para los perros. ¿De... de dónde habían salido esos perros?
Mejor centrarse en lo verdaderamente importante. Dark Light tosió y su mirada la penetró con frialdad. Volvió a escuchar las frases que le había dedicado antes. No. No. Aquello no era importante ahora. No iba a permitir que aquel desgraciado siguiera con vida para hacer sufrir a inocentes. No, no lo consentiría.
Aún así, la decisión debía tomarla Fátima. Ella era la Maestra. Y, más allá de su título, tenía todo el derecho del mundo a decidir el destino de la copia de Light. Había luchado con fiereza y mucho valor. Era poderosa, y tampoco le habían faltado agallas. Y...
... le había salvado la vida. Si no fuera por ella, Dark Light habría acabado con su existencia.
Honraré la memoria de Nadhia y acabaré contigo.
Apretó los dientes con fuerza mientras se sujetaba el hombro malherido.
—Fátima, haz lo que te dicte el corazón —le dijo, aun sabiendo cuál iba a ser su decisión—. Seguro que Lyn estará de acuerdo con lo que decidas hacer. Y si lo deseas, puedo encargarme yo misma.
Y se aseguró de que nadie la interrumpiera. Invocó unas cadenas de luz que las separaron a ellas, a Harun y a Dark Light del misterioso e irritante soldado que cargaba con Lyn. No dejaría que nadie dudara de lo que hiciera Fátima aquel día. Una Maestra formidable, esposa y madre de tres hijos responsable, valiente, y tierna a la vez. Era imposible para Daian no admirarla y respetarla.
Antes de que fuera demasiado tarde, le dedicó unas últimas palabras a Dark Light:
—No finjo ser quien no soy. No soy Nadhia. Me llamo Daian... y no soy como tú.
Ante un ataque inminente del soldado o de los perros, Daian apretaría las cadenas de luz a su alrededor mientras las esencias de Fátima se encargaban de recoger a Lyn si era necesario.
—No permitiré que le faltes el respeto a la Maestra Fátima. Dark Light era un peligro para todos —cogió aire. Estaba realmente cansada y no desearía tener que tumbarlo en un duelo. Bastante mal lo habían pasado ya—. ¿No te das cuenta? Has visto lo que era capaz de hacer. No podíamos arriesgarnos a que siguiera esparciendo su Corrupción.
Y era cierto. La Corrupción era muy peligrosa y podía contaminar el mundo entero. Incluso había sido capaz de enfermar a almas tan puras como las esencias y al pobre Harun, quien descasaba en mal estado en el frío suelo.
Cuando tuvieran al soldado bajo control y se quedaran a solas para socorrer a Harun, Daian pensó de inmediato en Tandy. ¡Luz suya y de todos, menos mal que no había insistido en combatir a su lado esta vez! No se habría perdonado que acabara así.
De pronto sintió un malestar nuevo e inexplicable en el pecho y pensó en Fátima. ¿Así es como debía de sentirse ahora mismo ella? Quizás, ¿se sintiera culpable? Había leído sobre aquella experiencia del corazón. Quería entenderlo como "empatía".
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Se acercó a ella y le acarició la espalda. Tandy había hecho lo mismo con ella durante cuatro años. Era lo más reconfortante que conocía.
—¿Estás bien?
Quién sabe, quizás así ella vuelva.
Mientras consolaba a Fátima, su mente la traicionó y le recordó aquella espina clavada en el subconsciente. ¿Qué había querido decir con eso? Si ella pereciera... ¿Nadhia podía volver? ¿Resucitar? ¿Aquello era posible? ¿Qué demonios...?
Sacudió la cabeza. No. No era momento de cuestionarse su existencia. Fátima lo estaba pasando mal. Y había tres niños esperando a que su madre regresara. En aquel momento, Daian tenía menos peso de relevancia, lo sabía. Y se había prometido ayudarla. Suspiró y pensó que sería mejor investigar por su cuenta antes de preguntar algo tan delicado.
Pero aquel día no. Ni el siguiente. Necesitaban descansar. Y más importante aún, ¿quién sabe si podrían descansar aquella noche?
—Fátima, yo... desearía proteger a tu familia.
Y por primera vez, le dio un abrazo. Uno sincero y cálido.
—No estás sola en esto. Acabaremos con la Corrupción.
Dejaría que Fátima tuviera unos minutos para recomponerse si lo necesitaba, antes de volver con Mulán y los demás. Estaba deseando ver si Maya se encontraba bien, y si podía hacer algo por curar sus heridas y las de Lyn. Y tener noticias de Celeste.
Sin embargo, las palabras de Dark Light seguirían persiguiéndola hasta que ella descubriera la verdad.
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