[Evento Global] Ruta del Recuerdo Perdido - La ciudadela

Ruta de Hana, Neru, Adam, Saeko, Nadhia, Aru y Kairi.

Nunca olvidarás que tomaste parte en alguno de estos jolgorios. Kazuki tampoco.

Moderadores: Suzume Mizuno, Denna, Astro, Sombra

Re: Ronda 16

Notapor Darkness Seeker » Dom Jul 26, 2015 11:25 am

Si yo solo he venido hasta aquí persiguiendo un sincorazón, no he tocado nada —comentó Adam con las manos en alto—. Estaba haciendo guardia fuera del templo cuando vi que se colaba y le perseguí hasta aquí.

¡Maestro Hjalmar!¡Hemos venido acompañando a Neizan para ayudarle con las piedras, pero ahora no es momento de pelear!. Sincorazones Purasangre han comenzado a aparecer por el camino al templo, y no deben de tardar mucho más en aparecer aquí. ¡Debemos de proteger las piedras y alertar a la guardia y a Zacharias, la ciudad podría correr peligro!

¿Podéis decir que yo no he hecho nada?

Señor, Adam no ha hecho nada. Venía conmigo y Aki puede corroborar lo del Sincorazón.

Hjalmar nos miró a todos en silencio, con los ojos cerrados y meditando sobre sus pasos.

Me disculpo por la confusión. No hay tiempo que perder:Proteged la entrada.



Así, Neizan y yo salimos corriendo hacia la entrada del templo, para descubrir que las neosombras habían llegado. Por suerte, entre él y yo acabamos rápidamente con ellas. Pronto salió Hjalmar... muy cambiado. Cubierto de sangre hasta arriba. ¿Dónde estaban Aki y Adam? Antes de que pudiera siquiera abrir la boca Hjalmar desapareció al instante, y justo después sentí un durísimo golpe en la nuca, que me hizo caerme al suelo.

¿Quién eres tú? — preguntó Hjalmar a Neizan mientras peleaban —Has engañado a Zacharias: no eras un simple aprendiz.

¡La pregunta es qué demonios estás haciendo tú! ¿Por qué? ¡Se suponía que…!

Es la única forma—me pareció oír al Maestro mientras Neizan también caía—.Tierra de Partida debe ser destruida.

+ + +


Despierta.

Me encontré con un Neizan herido, aunque consciente. Lamentablemente esa suerte no se podía compartir con Aki, que se encontraba tendido en el suelo completamente KO tras su combate con el Maestro.

¿Tienes pociones? Úsalas ya, cuanto antes. Yo tengo que marcharme, tengo que… Seguir a Hjalmar antes de que… Sea demasiado tarde. Por el Primero, ¿cómo he podido ser tan estúpido? Mi padre tenía razón, este lugar… Es peor que un nido de víboras.

Haciéndole caso, agarré una de mis pociones y me la bebí de un sorbo. Antes de dejarle ir, advertí a Neizan.

Neizan... ten mucho cuidado. Y sobre todo, no pelees contra él directamente, necesitaremos ayuda para eso.—le comenté mientras hacía aparecer mi glider—Avisaré a Zacharias de toda esta locura y trataré de reunirme contigo y con Adam en cuánto pueda.

Sin pararle ni un segundo más, le dejé ir mientras yo avanzaba calle abajo a toda veolocidad con el glider hasta el campamento donde hacía unos minutos había estado con Zacharias. En caso de que hubieran guardias o caballeros que trataran de pararme o detenerme simplemente los esquivaría e incluso empujaría si fuera necesario. Mi objetivo primario era llegar hasta Zacharias, debía saber de la traición de Hjalmar cuánto antes. Una vez le alcance, una vez le alcanzara lo primero que haría sería llamarle:

¡Zacharias!—le llamaría seguramente incluso agotado teniendo en cuenta la carrera en glider y de atravesar a todos los guardias cuanto antes—¡Hjalmar se ha vuelto loco! ¡Ha robado las piedras y ha afirmado que Tierra de Partida debe de ser destruida!

Una vez comprobara que los guardias dejaban de atosigarme o de tratar echarme de la caseta, pues teniendo en cuenta mi entrada a prisa y corriendo sería lo que tratarían, o bien Hjalmar me pidiera explicaciones, se las daría:

Estábamos en el templo, junto a Aki y Neizan. Hjalmar ya estaba allí, y en cuánto salimos a lidiar con unas neosombras a la entrada del Templo, Hjalmar noqueó a mi compañero y a Aki y justo después hizo lo propio conmigo y Neizan.—comenté con especial énfasis el estado de Neizan, pues al pertenecer a su clan le interesaría más incluso que el resto —Ahora mismo Neizan ha ido a buscar a Hjalmar. ¡Tenemos que ayudarle y parar a Hjalmar antes de que destruya Tierra de Partida!¡Hay que alertar al resto de clanes!

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Neru usa una poción y se dirige a toda velocidad en su glider hasta el campamento de Zacharias, para ponerle sobre aviso de lo que está ocurriendo.
LET YOUR HEART SURRENDER BY THE DARKNESS¡

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Ronda #16 - Ruta del Recuerdo Perdido

Notapor Astro » Dom Jul 26, 2015 7:59 pm



Señor, Adam no ha hecho nada. Venía conmigo y Aki puede corroborar lo del Sincorazón.

La intervención de Neizan, Aki y Neru sirvió para que Hjalmar bajara su Llave Espada (sin llegar a hacerla desaparecer), dejando al vampiro libre de sospecha. Adam suspiró, rascándose la nuca. Salvado.

Me disculpo por la confusión. No hay tiempo que perder. Proteged la entrada.

La idea de dejar al Leopardo, por mucho que fuese un líder de clan, solo con las piedras no gustó nada al viajero del tiempo, que decidió quedarse allí mientras los demás obedecían. Al fin y al cabo, confiaba en Neizan para lo de las piedras, no en Hjalmar. Mejor asegurarse de que se cumplía el trato al que habían llegado y no hacía nada raro con ellas, porque si volvía a la ciudadela sin las piedras, fijo que Diana le arrancaba la cabeza.

Líder y aprendiz intercambiaron miradas de pocos amigos, mientras el primero hacía su magia para que la barrera que protegía las piedras desapareciese. Tardó más de lo que Adam se habría imaginado, y eso que sólo hizo un agujero en ella por el que introdujo el brazo, agarrando ambos objetos con rapidez.

¿Qué colmillos...?

Adam abrió los ojos de par en par cuando la piel de Hjalmar empezó a humear al contacto con las piedras, como si quemaran al tacto o le estuvieran rechazando, o lo que fuera. Las agarró con la túnica con destreza, mostrando una mano claramente quemada. Nadie le había contado que esos chismes hacían eso... Mejor no tocarlos directamente.

Listo. Vámonos de aquí, antes de que…

¿No sería mejor que las llevara Neizan...? O puedo llevártelas yo, tú eres muy... importante y todo eso —intentó decir el vampiro, poniéndose en medio del camino, improvisando.

Aparta.

Con un gruñido, Adam cedió. Genial, ahora más le valía no perderle de vista si no quería decirle adiós a las piedras. Pero Hjalmar no se movió, sino que se quedó mirando al aprendiz en silencio.

Neizan ha venido porque se lo ordenó Zacharias, ¿verdad? Ya veo… Ya veo.

¿Hmm? ¿Pasa al...?

No pudo terminar la frase. El filo de la Llave Espada del Leopardo se clavó en su costado, y de no haber sido por un empujón por parte de Aki, le habría alcanzado el pecho.

¡Pero qué hace...!

Aki, armado con sus armas, intentó hacerle frente, pero fue inútil. Con una rapidez pasmosa, un rayo de energía salió de la punta de la Llave Espada de Hjalmar, acertando al pequeño halcón en el pecho y estampándolo con violencia contra una pared.

¡¡AKI!!

Con una mano en la herida, Adam intentó dar un paso al frente para lanzarse a por Hjalmar, pero el líder ya estaba preparado. Con toda facilidad, el Leopardo apareció en su espalda, lanzándole una serie de ataques demasiado rápidos para el aprendiz. Un rayo desde detrás, un rodillazo a la nuez, y antes de que el cuerpo llegara a tocar el suelo, le agarró de la garganta y provocó una explosión que a poco estuvo de acabar de una vez con el vampiro.

Cayó finalmente sobre la fría piedra, tosiendo sangre mientras su mente intentaba comprender lo que sucedía. Escuchó una especie de quejido, y alcanzó a ver cómo Hjalmar salía de la sala. Pero le costaba concentrarse, y pronto supo por qué: sangre. Necesitaba sangre. De alguna forma, se había quedado prácticamente sin una gota dentro de él, y su cuerpo se moría. Se removió por el suelo, intentando levantarse a duras penas.

A…Adam…

El gemido de Aki captó su atención mientras todavía se esforzaba en que las piernas le obedecieran. El chico también estaba tirado en el suelo, con un aspecto similar al suyo: el rayo de Hjalmar le había abierto una herida en el pecho con muy mala pinta. Sangraba demasiado. Sangre...

Los ojos de Adam se abrieron de par en par, y su primer impulso fue lanzarse con violencia a por él. Por suerte, pudo detenerse tras dar un par de pasos, en parte gracias a estar tan débil. No, no podía hacer eso. No a Aki. Desde que había llegado al pasado, aquel pequeñajo le había salvado la vida en más de una ocasión. Incluso le había llevado a su casa a que conociera a su familia, donde le habían tratado genial. No... podía. Pero la sed de sangre era demasiado fuerte.

Apretando los puños hasta el punto de hacerse daño, Adam salió dando tumbos de la sala de las piedras esforzándose por no mirar a Aki. Necesitaba otra fuente de alimento que, gracias a la fortuna, encontró enseguida. En el templo había caballeros tirados en el suelo, inconscientes a primera vista, que prácticamente eran como comida gratis para el vampiro.

Las explosiones llegaban desde fuera. Neizan...

¡¡E-estamos bien!! ¡¡Id a por ese cabrón!! —gritó, con bastante esfuerzo, con la esperanza de que Neizan y Neru lo escuchasen y no entrasen en el templo.

No quería que vieran lo que iba a hacer, sobre todo Neizan. Si él no entraba, Adam agarraría al primer Caballero que encontrase e hincaría sus dientes en su cuello, drenándole toda la sangre que pudo a toda velocidad. Si en cambio el Oso entraba, le pediría que no le juzgase mientras usaba todo el auto-control que tenía para morder lo justo a distintos Caballeros, intentando no alcanzar ninguna vena importante para que no se desangrasen, mientras le explicaba entre sorbo y sorbo que era un vampiro, que necesitaba esto para no morir, y que no llegaría a matar a ninguno de los inconscientes.

En cuanto tuviera sangre de nuevo suficiente para mantenerse sereno, volvería a toda prisa a la sala de las piedras a por Aki. La situación del chico era peor de la que se había imaginado: casi no respiraba.

No, no, no, no te mueras, pequeñajo.

Se quitó su propia armadura con brusquedad, buscando entre los bolsillos de sus vaqueros una poción vieja que llevaba por consejo de Nanashi, pero que nunca había utilizado. Al fin y al cabo, a él le valía con un sorbo para recuperarse, no necesitaba estos chismes mágicos. Pero ahora, podía salvar a Aki. Esperaba que lo hiciese.

Le cogió con cuidado, obligándole a tomar la poción, con la esperanza de que eso detuviese su herida. Si la poción era suficiente para, al menos, estabilizarle, le subiría a su espalda y saldría corriendo de allí para volver al primer sitio que le vino a la mente donde podrían ayudarles: la base de los Halcones, el hogar de Aki.

Si, en cambio, la poción no era suficiente, la cosa se complicaba. Porque Adam no pensaba dejar morir a Aki. Aunque eso significase...

"Algún día harás algo de lo que te arrepentirás."

"Espero que no tenga que arrepentirme de esto."

La única forma para Adam para conseguir que Aki sobreviviese. Convertirle a él en vampiro. Complicado, sobre todo porque el aprendiz sólo lo había hecho en una ocasión, con un moguri, y por accidente. Además, el pequeño Halcón ya estaba muy débil, lo que reducía las posibilidades...

... Pero tenía que intentarlo. Y rápido, porque se quedaba sin tiempo.

Agarró el brazo de Aki y, con mucho cuidado, le mordió en el antebrazo, intentando evitar las muñecas para que no se desangrase y tal. Se concentró más en simplemente morder, que en sorber, aunque no pudo evitar beber un poco. De hecho, tuvo que volver a apretar las uñas contra su propia mano para mantenerse concentrado y no pasarse con el mordisco. Por suerte, lo consiguió, y soltó el brazo del pequeño dejando ahí la marca.
Acto seguido, Adam se mordió su propia muñeca, creando una herida de la que salía abundante sangre. Justo lo que quería. Acercó la mano a la boca de Aki, abriéndosela si hacía falta, y dejó caer un buen chorro dentro, obligando al chico a beber.

Funciona, funciona, funciona.

Dejaría al chico tumbado en el suelo, con él sentado a su lado cruzando los dedos. Lo había hecho lo mejor que había podido. Ahora, sólo quedaba esperar.


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Adam se recupera:
> Si Neizan no entra en el templo, Adam cogerá a un Caballero inconsciente y le dejará seco para recuperarse, sin contenerse.
> Si Neizan sí que entra, Adam morderá a distintos Caballeros para beber un poco de cada uno, procurando no matarlos. Entre mordisco y mordisco le explicará a Neizan los motivos por lo que lo hace.

Con Aki:
> Primero prueba con una poción. Si es suficiente para estabilizar al pequeño y que ya no se esté muriendo, le subira a su espalda y saldrá corriendo a la casa de los Halcones para que terminen de curarle allí.
> Si no funciona la poción, Adam intentará convertirle en vampiro para que sobreviva. Mordisco en el brazo con cuidado, y luego le da de beber su sangre. Y a cruzar los dedos para que Suzu sea benevolente (?).
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Salvemos nuestro futuro

Notapor EspeYuna » Dom Jul 26, 2015 10:00 pm

¡Quién narices... me manda a mí... hacer locuras como ésta! —farfulló Nadhia, a duras penas, mientras intentaba aferrarse como podía a la cabeza del coloso.

Había conseguido asestarle un golpe en la nuca, pero estaba claro que no iba a ser suficiente, y menos algo realmente efectivo contra aquella monstruosidad. Pero estaba convencida de que no podía quedarse de brazos cruzados, temer por el tamaño del enemigo o buscar ayuda antes de hacer algo por sí misma. Le había prometido a Cornelia que el Alfa no pisaría la ciudadela, y cumpliría su promesa pasara lo que pasara.

A esa idea se aferraba cuando el coloso la intentó sacudir como una muñeca de trapo. Cada meneo era realmente doloroso y Nadhia no sabía si sería buena idea soltarse e invocar sus alas. Al fin y al cabo, estaba mejor entrenada que años antes y podría aguantar más tiempo en el aire...

¡Aquí, monstruo!

Nadhia no entendía muy bien lo que estaba sucediendo, pues las fuertes sacudidas le hacían cerrar los ojos por instinto, concentrándose en no soltarse o conjurar sus alas de ángel. Escuchó explosiones tales que empezaron a dolerle los oídos de una manera atroz, pero tuvo que aguantar para no tapar sus orejas si no quería caer. Comenzaba a estar cansada y sentía que sus manos se adormecían.

¡Joder, no me queda otra! —gritó, enfurecida— ¡Alas...!

Sin embargo, alguien la aferró y la arrastró consigo, volando. Nadhia abrió los ojos y, boquiabierta, ahogó un grito al divisar un zarpazo del gigante. Pero llegaron a esquivarlo, ella y...

¿Puedes usar el glider? ¡Debes ayudarme a distraer al Alfa un minuto o dos, por favor! Y gracias por lo de antes

Nadhia invocó el glider de inmediato, sin demasiado tiempo para pensar en ello. Con una sonrisa cansada asintió al agradecimiento del ángel que le había salvado y emprendió vuelo para distraer al Alfa. Se concentró lo máximo posible en su tarea, pero algunos recuerdos inundaron su mente. La melena en llamas de Cornelia aparecía en ellos, molesta por aquel que era la copia del Primero. Pero, ¿por qué? ¿Por qué no parecía aceptarle?

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¡Gabriel!

Tras aquel grito del ángel, Nadhia perdió el control de su glider, atrapada de repente en una atmósfera cargada de electricidad, enrarecida y agobiante. Se llevó una mano al pecho, incapaz de respirar. Se estaba ahogando y no pudo seguir manteniéndose en el glider, intentando aterrizar, a pesar de que le quedaban demasiados metros para ello.

¿¡Qué narices... está pasando...!? —exclamó Nadhia en medio de aquel paraje, tosiendo al ahogarse con su propio aliento— ¡Hana! ¡Saeko! ¡Áng...!

Entonces, pudo verlo. La copia del Primero, suspendido en el aire y con los ojos en blanco. Vio gotear la sangre de sus ropas y su primer impulso fue acelerar con el glider y aferrarlo contra ella para salvarlo de una posible caída. Sin embargo, el coloso lo atrapó antes de que pudiera moverse.

¡No te lo voy a permitir...!

Nadhia no vio venir un ataque certero. Una bola de oscuridad impactó contra ella, golpeándose contra una roca y ahogando un grito de dolor. El glider desapareció en tenues plumas rotas, hecho pedazos.

Gracias por vuestro esfuerzo. Me aseguraré de que Nithael sepa que seguís vivas.—Nadhia entreabrió los ojos, sin saber de dónde procedía aquella voz.

No le había prestado atención hasta aquel momento, a una persona que se encontraba allí, aparte de sus compañeras y el ángel. Aquel hombre esbozó una sonrisa escalofriante que hizo que Nadhia apretara los dientes, haciendo un esfuerzo por levantarse e ir por él.

Porque con tan sólo observar aquella mirada dorada y su sonrisa, había encontrado al traidor de Tierra de Partida.

¡Hijo de...! ¡Ah!

Unas cadenas de oscuridad arrastraron los pies de Nadhia, maldiciendo el dolor de arrastrar su piel contra la roca y la hierba. Unas nuevas cadenas la ataron de pies y manos, y sintió espalda contra espalda, la de sus compañeras. Nadhia hizo ademán por girarse a verlas.

Se le heló la sangre cuando comprobó el estado de ambas. Estaban completamente pálidas.

Y buscando al culpable, se encontró con la mirada dorada del traidor.

¿¡Qué les has hecho!? —rugió, intentando liberarse— ¿¡Quién demonios eres!?

Pero no obtuvo respuesta, sólo una mirada que la examinó de arriba abajo, al igual que a Hana y Saeko. Entornó los ojos y dijo:

Despedís un aura extraña. Como si hubiera algo disfuncional con vosotras… Como si no encajárais…—Nadhia no dejó de mirarle con ojos furiosos y enseñando los dientes, haciendo ademán por soltarse. Quería hacerlo trizas—. Una pena. No tengo tiempo para vosotras. No os preocupéis, cuidaré bien de Nithael. No tengo la más mínima intención de hacerle daño. Otra cosa es lo que le suceda a Tierra de Partida.

¡No te atreverás...!

Pero éste no la escuchó. Se limitó a lanzar, para su asombro, una Llave-Espada al cielo e invocaría su glider, subiéndose a él en cuanto recogiera un par de piedras que llamaron la atención de Nadhia. ¿Qué tendrían de especiales? ¿Acaso con ellas estaba controlando al sincorazón? Se había perdido tantos detalles estando fuera, que quizás hasta que Hana y Saeko no le contaran sobre lo sucedido no pudiera ordenar los sucesos en su cabeza.

¡Hana, Saeko!

Pero entendió que sería imposible hablar con ellas en aquel momento. Las escuchó respirar de forma entrecortada a sus espaldas, y las sintió sudorosas, como si hubieran realizado un esfuerzo atroz. Algo le había hecho aquel cabrón, y lo pagaría muy caro.

Observó, con dolor, como el Alfa se alejaba y se dirigía a la ciudadela. Recordó la promesa que le había hecho a Cornelia, y sólo pudo agachar la cabeza y cerrar los ojos con fuerza, pidiendo perdón por no haberlo conseguido.

*****


¿Hana? ¿Saeko?

Nadhia había perdido de vista la imagen del Alfa en la distancia. Se había permitido soltar un par de lágrimas durante aquel tiempo de sufrida espera, frustrada por no haber sido capaz, hasta aquel momento, de que las cadenas cedieran.

En cuanto le fue posible invocó su Llave-Espada y, gracias al afilado filo de Ángel Forjado, consiguió liberarse... en parte.

Chicas, ayudadme... tenemos que hacer algo...

Su voz sonaba débil, esperando a que le hicieran caso e invocaran sus armas para ayudarse a escapar. La verdad es que no sabía exactamente cómo iban a detener aquello. Tanto Hana como Saeko parecían confusas, como si aquel acontecimiento hubiera sido igual de inesperado que para ella.

¿Podéis contarme lo que ha pasado mientras estaba afuera con la líder de los Unicornios? —preguntó, algo nerviosa y con la voz gangosa— Ese coloso es el Alfa, el que es capaz de... de controlar todo ese batallón de sincorazón. Cornelia y yo... la líder de Tierra de Partida quiso ir conmigo a comprobar su localización y la de un posible topo traidor. Pensó que era yo —Nadhia sacudió la cabeza, sintiéndose culpable. ¿Y si acaso todo aquello estaba sucediendo por culpa de haber entretenido a Cornelia?—. El Alfa estaba en unas ruinas al sur de Tierra de Partida, atrapado en un círculo mágico. Consiguió escapar, e hirió a la líder... le prometí que no dejaría que entrara en la ciudadela...

Se detuvo en aquel instante, porque no quería ser egoísta y dejarse llevar por los sentimientos. Hana y Saeko también mostraban en sus rostros la frustración y quería escuchar la historia de ambas. Atentamente recopiló toda la información posible sobre lo que había sucedido durante aquellos dos días desde que se separaron.

Tenemos que hacer algo —inquirió Nadhia, poniéndose en pie y ayudando a Hana a levantarse—. No podemos dejar que ese monstruo entre en la ciudad. Sé que no es asunto nuestro, pero...

Un momento, se dijo a sí misma.

Sí... sí que es asunto nuestro. Si esta Tierra de Partida desaparece... ¿qué será de... de la nuestra?

Se llevó una mano a la frente, sintiéndose estúpida. Ya no sólo estaba en juego el futuro de aquella Tierra de Partida que habían conocido de hacía dos días. Porque, claro, el futuro de aquellas tierras... era el de su hogar.

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Definitivamente tenemos que hacer algo... Hana, Saeko, yo... quería disculparme. Por lo que ocurrió antes de entrar en la guerrilla. No quise ser autoritaria, y me comporté como una imbécil. No tengo madera de líder en absoluto, ni dudo que pueda serlo en el futuro con una actitud tan arrogante —Nadhia recordó a su imagen de líder, la de aquella bella mujer con su cabello ardiendo en llamas, y notó un nudo en la garganta—. Y sé que esa cosa da miedo. Pero si no lo intentamos...

Esperó, ahogada, la respuesta de ambas. Sabía que era una completa locura pedirles algo así, que quizás dándolo todo por perdido debían huir de aquel sitio cuanto antes, o al menos rescatar a Lyn y a los demás, intentar contactar con la bruja de Chihiro... escapar de aquella pesadilla sería lo más sensato.

Pero tampoco tenían muchas salidas, salvo que alcanzar la ciudadela.

Si las dos decidían no acompañarla, o se quedaban pensativas, Nadhia no perdería un instante, comprendiendo que quizás necesitaban pensarlo antes de actuar de forma tan temeraria. Sacó de sus ropas un éter, y bebió con ansia, tosiendo por intentar darse prisa.

No había un minuto que perder.

Invocó su glider, y de un salto se subió a él. Dio un golpe contra su pecho y apareció su armadura en un haz de luz dorado, a excepción de su casco. Miró a Hana y a Saeko, y les dedicó una sonrisa a ambas.

¡Voy ya! —dijo, elevándose unos metros.

Con aquella última frase, emprendería el vuelo hacia la ciudadela. No había querido dejarlas atrás*, pero tampoco podía atrasarse si al final decidían no seguirla contra el coloso. Cornelia ya la había usado de señuelo. Podía volver a hacerlo. Puede que fuera más difícil con aquel hombre, de nombre Gabriel, controlando sus acciones.

Seguramente la aplastara como un bicho. Y aunque sabía que debía hacer aquello por sus amigos en su tiempo, por Light, Fátima y Malik. Por el pequeño Tandy, por todos sus maestros y compañeros...

... no podía evitar estar en deuda con Cornelia.

Y para qué engañarse, sabía que sentía algo por ella. Una atracción que no podía expresar con palabras, pero que su mente y corazón le transmitían sin problemas y lo hacía todo más fácil. Comprendía que quizás sólo había sido un mero flechazo, un capricho sin más... y sin embargo...

*****


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Si conseguía llegar hasta el Coloso tras la horda de sincorazón sola y sin que Hana o Saeko la hubieran seguido, se arriesgaría a volar, veloz, y rodear al Alfa para usar su arco y lanzar una flecha, llamando su atención y ganando tiempo. Seguramente la ciudadela ya se había dado cuenta de la enorme presencia de aquel monstruo y estarían preparándose. Tenía que darles tiempo.

Y si por algún casual, Hana y Saeko acudían hasta ella, escucharía cualquier plan que se les hubiera ocurrido, y actuaría con dedos y señales a las órdenes de ambas.**

Tanto actuando sola como en equipo, no permitiría que la ciudadela cayera en la oscuridad. Observó desde su posición, desafiante, a Gabriel.

La batalla había comenzado.

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*Seguramente no estaré esta noche por aquí, o al menos entre el intervalo del límite, así que me he adelantado. Las deja atrás solo porque no sé si al final Saeko y Hana irán tras el Alfa, si alguna querrá ir al templo a avisar, etc.
**A todo esto, Nadhia podrá ser controlada por Nell o por Zeix durante su turno. Hasta lo que los GM quieran permitir, y si se puede, habilidades.
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Re: [Evento Global] Ruta del Recuerdo Perdido - La ciudadela

Notapor Nell » Lun Jul 27, 2015 12:58 am

Nithael pudo esquivar el rayo gracias a Nadhia, que apareció de repente y golpeó al Alfa en la nuca. Hana se dio cuenta de que, con lo que se habían alejado del Templo, no sería raro que se encontraran con otros compañeros suyos o Caballeros de esa época. Sin embargo, la chica parecía estar sola.

Hana apartó la vista de combate para centrarse en su tarea. La piedra le volvió a quemar en la mano y brillaba con mucha intensidad, mientras Gabriel recitaba una fórmula mágica. A la aprendiza no le interesaba especialmente la magia, pero se preguntó si en su tiempo aún existían aquellos conjuros o si se habían perdido. Dejó de lado aquellos pensamientos en cuanto comenzaron a ocurrir los primeros contratiempos: el calor se volvió casi insoportable y empezó a sentirse cada vez más débil.

Aguantad un poco más. ¡Ya casi lo tengo!

«¡Ya podíais haberlo dicho antes!», se quejó mentalmente Hana, resistiendo como podía.

¡Gabriel!

Sí, Nithael. Ya voy.

Hana apenas fue consciente de lo que ocurrió a continuación. Estaba tan débil y agotada que los acontecimientos pasaban por delante de sus ojos, sin ser consciente de que formaba parte de ellos. A Gabriel lo rodeaba un aura de oscuridad. Nadhia, Saeko, Nithael y ella misma se estrellaron contra el suelo, tras un ataque aparentemente suyo. Nithael era capturado por el Alfa. Gabriel recogió las piedras y empezó a hablar:

Gracias por vuestro esfuerzo. Me aseguraré de que Nithael sepa que seguís vivas.

Sonrió. Gabriel las maniató en su círculo. Y Hana seguía sin procesar nada.

Despedís un aura extraña. Como si hubiera algo disfuncional con vosotras… Como si no encajárais…

Por fin, despertó. Claro que no encajaban. No pertenecían a ese mundo. Es decir, a esa época. Ni siquiera deberían de estar interviniendo en ese asunto, ni ser ellas las maniatadas. ¿Le estarían arrebatando ese papel a otra persona? ¿Tendrían que cumplir con sus mismas acciones para que el futuro no cambiara? Aquello cada vez más era un sinsentido.

Y por si fuera poco, ¡Gabriel era el traidor!

Una pena. No tengo tiempo para vosotras. No os preocupéis, cuidaré bien de Nithael. No tengo la más mínima intención de hacerle daño. Otra cosa es lo que le suceda a Tierra de Partida.

Esta vez fue el turno de Hana de sonreír, e incluso de carcajearse un poco. Fue espontáneo, natural. Menudo imbécil. No podría hacerle nada a Tierra de Partida. Todo aquello ya había pasado y había salido bien. El mayor problema estaba en su futuro, no en aquel pasado. Gabriel ni siquiera sería recordado como un gran enemigo de la Orden.

Vas a fracasar ―le vaticinó Hana, de regalo.

Sin embargo, en cuanto se marchó en su glider, con las piedras, entendió de golpe que no tenía muchos motivos para reírse de su enemigo. Les había dejado en una situación nefasta, con una Tierra de Partida a punto de colapsar y sin demasiadas esperanzas para la suya futura.

Pasó una hora hasta que Saeko y ella recuperaron algunas energías para luchar contra las cadenas.

Chicas, ayudadme... tenemos que hacer algo...

Se pusieron manos a la obra para deshacerse de las ataduras.

¿Podéis contarme lo que ha pasado mientras estaba afuera con la líder de los Unicornios? Ese coloso es el Alfa, el que es capaz de... de controlar todo ese batallón de sincorazón. Cornelia y yo... la líder de Tierra de Partida quiso ir conmigo a comprobar su localización y la de un posible topo traidor. Pensó que era yo. El Alfa estaba en unas ruinas al sur de Tierra de Partida, atrapado en un círculo mágico. Consiguió escapar, e hirió a la líder... le prometí que no dejaría que entrara en la ciudadela...

Nosotras fuimos al Templo. Conseguimos las piedras y el Papiro, que creo que aún lo conserva Saeko, ¿no? ―corroboró―. Y nos encontramos con Gabriel, ese asqueroso traidor que se marchó con Nithael y el Alfa. Fue expulsado de Tierra de Partida, pero parecía una sentencia tan injusta que nos consiguió engañar a todos. No volveré a fiarme de él.

Tenemos que hacer algo. No podemos dejar que ese monstruo entre en la ciudad. Sé que no es asunto nuestro, pero...

»Sí... sí que es asunto nuestro. Si esta Tierra de Partida desaparece... ¿qué será de... de la nuestra?

No, no lo es ―le contradijo Hana, aún algo cansada―. Lo que no podemos dejar es que ese monstruo y su esbirro se lleven las piedras. Hemos venido a salvar a nuestra Tierra de Partida, y si bien es cierto que no tendremos una a la que regresar si Gabriel la destruye, ¡esta no es nuestra guerra! ¡No lo es! ¡Es la suya! ―Extendió los brazos, aunque no había ningún Caballero de otro tiempo presente―. ¡Hemos olvidado que vinimos para salvar a otros, a los nuestros, y por eso nos está pasando todo esto! Tenemos que confiar en que la Orden de ahora sea quien resuelva el problema, como ya lo hizo; sino, nos centraremos tanto en él que olvidaremos nuestro verdadero objetivo. Yo voy a centrarme en las piedras. Si eso pasa por salvar a alguien de aquí, está bien. Pero no será mi prioridad.

Definitivamente tenemos que hacer algo... Hana, Saeko, yo... quería disculparme. Por lo que ocurrió antes de entrar en la guerrilla. No quise ser autoritaria, y me comporté como una imbécil. No tengo madera de líder en absoluto, ni dudo que pueda serlo en el futuro con una actitud tan arrogante. Y sé que esa cosa da miedo. Pero si no lo intentamos...

Hana negó con la cabeza, restándole importancia. No era momento para esas cosas, podrían hablarlo más adelante.

¡Voy ya!

Por el momento, vamos, sí. Si vemos a algún líder de los clanes, les avisaremos de lo que ha ocurrido. Si no, veamos primero en qué situación se encuentra la ciudadela primero. ―Invocó el glider y siguió a Nadhia, ya que sabría mejor su localización que ella.

Su único objetivo era Gabriel. Y las piedras.
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Re: [Evento Global] Ruta del Recuerdo Perdido - La ciudadela

Notapor Tsuna » Lun Jul 27, 2015 1:00 am

Lirio y yo no tuvimos ningún problema para posicionarnos y alinear las rocas. Extendí mi brazo con decisión y rogando en mi interior que saliese todo bien. Y en cuanto la batalla comenzó me quedé impresionada, con la vista puesta sobre el Alfa, Nithael y… ¿Nadhia? Pues sí, se trataba de ella. Desconocía el motivo por el que estaba ella sola allí de noche. Lo único que se me ocurría es que, quizás, los clanes también averiguaran la ubicación del sincorazón.

Pero no pude seguir observando la batalla, principalmente porque la piedra en mi mano empezó a arder. Gemí sorprendida, al no haberme esperado aquello. Luego me empecé a sentir extraña, como si sintiera náuseas, o algo muy parecido, mientras olía la piel quemada de mi mano. Posé mi vista sobre Gabriel, que murmuraba unas palabras sobre un círculo mágico de color morado, pero no era capaz de escucharle.

Vi por el rabillo del ojo un enorme rayo de oscuridad, surgido del Alfa, y me hubiese quedado petrificada de no ser por la sensación de cansancio que me empezaba a dominar. Por un momento me mareé y trastabillé, pero logré mantenerme en pie. Y cuando observé cómo la hierba se empezaba a marchitar me asusté al pensar que eso me estaba sucediendo a mí, y dudé sobre lo que estaba haciendo Gabriel. Porque si había entendido bien su explicación, se suponía que era Nithael el que tenía que hacer algo y sacar su auténtico potencial, no él, ¿verdad...?

Aguantad un poco más. ¡Ya casi lo tengo!

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Asentí con la cabeza como pude, sintiendo de pronto un enorme bajón que me obligó a caer de rodillas. No tuve fuerzas siquiera para ponerme de nuevo en pie, por más que lo intentara, y mi brazo ya ardía como mil demonios. Se me aceleró la respiración y mi corazón latió frenético dentro de mi pecho. Gabriel en cambio, por lo que podía ver a duras penas desde allí, se encontraba rodeado de runas y símbolos de todo tipo. Pero seguía sin entender qué estaba haciendo, y en el fondo me asustaba.

Solo un poco más, ya casi debe estar…


Porque si conseguíamos que todo saliera bien, Tierra de Partida estaría a salvo.

¡Gabriel!

Sí, Nithael. Ya voy.

Algo en Gabriel cambió, en general vamos. Su cuerpo comenzó a emanar oscuridad y su voz por alguna razón se escuchaba más grave. Un latigazo de dolor me dejó tumbada entonces en el suelo. Lo veía todo negro y borroso, apenas podía pensar, y tenía la respiración entrecortada. Antes de darme cuenta ya algo me arrastraba por la hierba hasta algún sitio.

En el fondo no creía que eso siguiera formando parte del ritual, pero ni siquiera tenía fuerzas para pensar a esas alturas. Y tras escuchar a Gabriel decir algo más, caí rendida, inmovilizada.

****


No me lo podía creer. Simplemente, me quedé de piedra al verme allí, encadenada. Gabriel se había ido con el Alfa a la ciudadela y tenía preso a Nithael. De las piedras ni rastro, y de mí… de nosotras, solo quedaban ya despojos. No teníamos fuerzas ninguna de las tres, estábamos en las últimas, y a saber cuántas horas habían pasado desde que caímos en su trampa.

Por mi mente se me pasaron todos los momentos que había compartido con Gabriel, desde que yo misma había gastado mis recursos para salvarlo en la biblioteca, hasta cuando le di ánimos. Nunca hubiese imaginado que alguien como él fuera el traidor, el que controlaba a los sincorazón. Me negaba a creerlo, pero todo tenía sentido. A fin de cuentas, él había sido el único superviviente…

Pero sigo sin entenderlo.


Si tan dolido se sentía por sus compañeros caídos, ¿por qué los había asesinado él mismo? No le entendía, y las primeras horas allí me resultaron caóticas y confusas. El tiempo se me pasó volando, y mientras, Assur mismo, o el resto de la ciudadela, podría estar bajo el ataque sincorazón. Me sentía engañada, traicionada.

Yo le salvé la vida. Fue el único superviviente del templo. Y no explicó cómo utilizar las piedras. —les expliqué, aunque Lirio ya conocería la historia.

No perdí más tiempo, Nadhia se iba a enfrentar al Alfa, pero tras observar la mano por la que Gabriel me había reconocido, recordé que todavía tenía una carta bajo la manga. Rompí las cadenas con la Llave espada y fui en glider hasta el templo del oeste. Abrí las puertas con las pocas fuerzas que me quedaban, y una vez allí, les avisé de quién era el traidor:

¡Gabriel… Gabriel es el traidor! ¡Va a la ciudadela con el Alfa!

Si me escuchaban o no, partiría yo misma en mitad de la noche hacia la ciudad. Solo rezaba para que Anisa y los demás me acompañasen. Necesitábamos todos los refuerzos posibles. Y Gabriel lo iba a pagar caro.
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Notapor Suzume Mizuno » Jue Jul 30, 2015 2:59 am

Kairi




Gracias. Perdona por dejarte sola con Valeria, pero no podía dejar que me vieran.

Diana meneó la cabeza, restándole importancia.

Mejor así; sólo pudo acusarme de meter las narices donde no me llamaban. Luego me encerró, pero no fue difícil escaquearme.

¿Se encuentra mejor, Maestra?

Mejor, sí, pero se me metió algo de oscuridad en la herida y está costando desterrarla.—Lyn lanzó una mirada a Diana, que asintió con la cabeza—. Diana intentó convencerme de descansar, pero no hay tiempo. Ya me curaré cuando regresemos.

La aprendiza de Bastión Hueco alzó los hombos y soltó un pequeño suspiro.

¿Tuviste muchos problemas con Valeria?

No demasiados. Por suerte estaba demasiado ocupada con sus propios problemas como para prestarme atención. Aunque ese rodillazo me hizo daño. No debería descargarse con sus subordinados—refunfuñó, pasándose una mano por los abdominales—. Un momento, ¿has dicho que se llamaba Valeria? Juraría que la llamaban Cornelia…

Pero Kairi ya había cambiado de tema:

Ah, cuando estuve en la reunión de Cornelia con Nadhia, hablaron sobre que podría haber un traidor controlando a los Sincorazón, estan demasiado bien organizados. Y que el Alfa podría aparecer mañana.—Las pupilas de Lyn se afilaron y Diana la miró con intensidad—. Nadhia se fue con Cornelia. Supongo que si no ha vuelto aun, seguirá con ella.

Diana frunció el ceño, algo desconcertada, pero no insistió sobre el tema de Cornelia-Valeria. Quizás llegó a la solución por su cuenta. Lyn le dio una palmada en el hombro a Kairi.

Buen trabajo. Ahora acabemos con esto de una vez.

Frente a la puerta de Catrina, Kairi exclamó:

¡Señora Catrina! ¡Lo tengo!

La puerta se abrió sin que hubiera nadie al otro lado. Lyn y Diana volvieron a intercambiar una mirada, esta vez nerviosa, pero seguirían a Kairi al interior del aposento. Les envolvió el aroma del incienso y de un suave humo que les guió al salón, donde Catrina leía un librito mientras fumaba de su larga pipa. No parecía sorprendida por verlas. Es más, sonrió a Kairi y dijo, extendiendo las manos:

Déjame verlo, querida~.—Lyn asentiría a Kairi, para indicarle que podía proceder. Catrina pulsó las cuerdas que protegían el libro y murmuró algo para sí misma. Lo levantó como si no pesara nada, aspiró el olor de las páginas y luego lo dejó con delicadeza en su mesa—.Habéis cumplido con parte del trato, si bien todavía me faltan unos pocos ingredientes. Hasta entonces, sin embargo, os ofrezco un lugar donde descansar y prepararos para lo que se avecina. Tomad asiento, por favor.—Señaló los sillones con un gesto.

Lyn no parecía muy predispuesta a aceptar la invitación, pero Diana tiró de ella hasta que se dejó caer en uno de los mullidos asientos.

Tengo dos preguntas.—Lyn aguardó un momento. Catrina le dedicó una sonrisa ambigua—. ¿Cómo vais a devolvernos a nuestro tiempo? Y, ¿a qué te refieres con «lo que se avecina»?

Catrina cerró un momento los ojos, aspiró una calada y después dijo, casi con desgana:

Hoy va a suceder algo trascendental. Veo una oscuridad inmensa y cómo la luz nos traiciona, por nuestra propia culpa. Por eso pedí que trajerais las piedras, al igual que mi hermano se lo encargó a otros de vuestros compañeros. Con el Libro de Zephyr y las piedras, deberíamos ser capaces de evitar que Tierra de Partida se desmorone como un castillo de cartas… Lamentablemente, sin el Papiro no seremos capaces de abrirlo.—Catrina frunció el ceño y miró por la ventana, hacia la inmensa montaña donde, un día, se levantaría el Castillo de Tierra de Partida—. Sucederá allí arriba. No soy capaz de ver mucho más.

»En cuanto a cómo regresaréis a vuestra época, tendrá que decíroslo mi hermano. Él se encargará del hechizo necesario. No será, sin embargo, antes de que podamos vencer el peligro. O este acaba con nosotros o nosotros logramos vencer. No hay vuelta de hoja. Así que os recomiendo colaborar, si queréis regresar~
.—Catrina se levantó, llevándose consigo el Libro—: Podéis ir a la cocina si tenéis hambre. He ordenado que os preparen un pequeño banquete.

Espera—dijo Diana—. Vinimos a buscar algo concreto. Algo que pudiera ayudarnos en el futuro…

Catrina sonrió y tamborileó los dedos sobre el Libro.

Y aquí lo tenéis. Podréis llevároslo cuando hayamos salvado esta Tierra de Partida. ¿No es una gran noticia~?


****
Adam



Para desgracia de Adam —y suerte de los Caballeros— Neizan llegó, medio destrozado, antes de que pudiera terminar de desangrar a su primera víctima y se quedó mirándolo con horror, como si no comprendiera lo que estaba sucediendo. Tampoco era de extrañar: estaba resultando ser una noche de pesadilla.

Escuchó las explicaciones de Adam sin mostrar respuesta alguna, excepto mantener los ojos abiertos como platos. Luego farfulló:

Un vampiro…


Adam le ignoró y regresó corriendo a por Aki mientras se arrancaba la armadura y buscaba una poción.

No, no, no, no te mueras, pequeñajo.

El chico no respondió. Estaba exánime, su conciencia se encontraba muy lejos de su alcance. Cuando lo levantó, el muchacho ni siquiera protestó. Parte del primer sorbo se le escurrió de entre los labios. De pronto Neizan se arrodilló al lado de Adam, sin mirarle, y sujetó bien la cabeza de Aki.

Métesela hasta la garganta si es necesario. ¡Tiene que tomársela entera!—exclamó, abriendo la mandíbula de Aki para que Adam pudiera meterle bien la boca de la botella.

Consiguieron que entrara la mayor parte pero, aunque la herida comenzó a cerrarse, Aki no hizo amago de despertar. El gesto de Adam se ensombreció mientras intentaba decidir qué hacer. Tras unos instantes de vacilación, lo cogió del brazo y le levantó la manga. Al verle sacar los dientes, Neizan ahogó un grito y lo sujetó de un hombro.

¡Pero qué pretendes hacer! ¡No te lo permitiré!—A pesar de que Neizan estaba herido y muy cansado, la fuerza con la que retuvo a Adam impresionaría al vampiro. El joven lo miraba con furia—. [b]¡¿Es que quieres condenarle, matarle?! ¿No ves que está a punto de morir? ¿Y tú quieres condenarle a ser un vampiro para siempre?

Adam podría forcejear, pero Neizan trataría de incoporarse y quitarle a Aki de las manos. En uno de los tirones, el niño soltó un gemido y entreabrió los ojos. Tenía la mirada borrosa y estaba tan pálido que daba miedo, pero fue capaz de reconocer a Adam.

¿Adam...?—dijo con un hilillo de voz. Levantó la mano y le tocó el borde de un labio, luego uno de los grandes colmillos. Se quedó callado, medio inconsciente, pero luego alcanzó a hacer un amago de sonrisa—.Cómo molan, tío…

Tras un instante volvió a quedarse inconsciente. Neizan se apresuró a tomarle el pulso y luego suspiró.

Sigue vivo.—Se incorporó con dificultad, hurgó en un bolsillo y le lanzó una Poción a Adam, examinándolo con el ceño fruncido. Parecía resistirse a dejarlo solo con Aki—. Si intentas…—Se mordió el labio inferior y meneó la cabeza—. Tengo que irme. Suerte, Adam. Alguien tiene que… detener a Hjalmar antes de que haga alguna locura.

Dicho esto, Neizan salió al exterior.

Adam se puso en marcha de inmediato, dispuesto a llevar a Aki hacia la casa de los Halcones. Por suerte, parecía que el niño iba a sobrevivir. Su respiración era algo más estable, aunque seguía sangrando y estaba muy débil. A menos que Adam temiera que fuera a morirse, no necesitaría convertirlo en vampiro.

Menos mal, ¿no?

Mientras bajaban a toda velocidad, Aki se despertó un poco y se quedó mirando a Adam.

Tío… ¿Eres un… vampiro de verdad?—farfulló. Parecía como si tuviera los pulmones pinchados, pues se le escapaba el aire—. Por eso eres tan raro… Mola.—Trató de sonreírle, pero sólo le salió una mueca—. Oye… Y no… ¿No es solitario?—Respondiera lo que respondiera Adam, Aki se quedaría un ratito en silencio. Luego diría—: Perdón. No vi bien a Hjalmar. No me… creía lo que…




Aki no pudo terminar su frase un chasquido tan violento que les retumbó en los oídos. Y, de pronto, un estruendo insoportable, como miles de vasos haciéndose añicos contra el suelo. Si miraban por la puerta verían cómo la barrera que protegía la Montaña…

Se venía abajo.

Y un Sincorazón dragón se precipitó hacia ellos. Aki se aferró a Adam, conteniendo un grito, mientras la criatura destruía las escaleras de la muralla y lanzaba una llamarada al cielo.

Adam estaba a medio camino del hogar de los Halcones. Podía aprovechar para esconderse en una caseta, pero por la actitud del Sincorazón, que estaba cargando contra todo lo que había en su camino, resultó evidente que sólo le otorgaría unos segundos. Estos, claro, podían ser vitales ya que cargaba con un niño herido. Claro que el corazón de Adam era más fuerte. Si decidía enfrentarse al dragón, dejando a Aki escondido, quizás tuviera alguna oportunidad de salvar al chico…

Por otra parte, estaba la opción desesperada y era la de bajar a toda velocidad, bien a pie, bien en glider, y arriesgarse a una terrible persecución… Y guiar a la criatura hacia donde estaba la familia de Aki que bien podía servir de ayuda a Adam.

El dragón comenzó a mirar a su alrededor, percibiendo alimento.


****
Neru



Neizan... ten mucho cuidado. Y sobre todo, no pelees contra él directamente, necesitaremos ayuda para eso.—Neizan frunció el ceño, pero asintió. No era tan estúpido como para hacer frente a un Maestro que acababa de machacarlo. Aunque, todo había que decirlo, había contado mucho el factor sorpresa—Avisaré a Zacharias de toda esta locura y trataré de reunirme contigo y con Adam en cuánto pueda.

Gracias. ¡Date prisa!

*




El vuelo de Neru fue tan rápido que la única persona que intentó interponerse en su camino para comprobar si era un capitán y podía estar usando su glider salió despedida por los aires por culpa de la potencia de su glider.

Zacharias debía estar, sin duda, en la casa de los Ciervos y allí se dirigió el joven. Por supuesto, encontró guardias en la puerta. Cuando empezó a forcejear con ellos, intentando esquivarlos, Zacharias abrió las puertas de la sala donde le había dejado con brusquedad y miró a Neru con el ceño fruncido. Después, al reconocerlo, exclamó:

¡Tú! ¿Dónde está…?


¡Zacharias!¡Hjalmar se ha vuelto loco! ¡Ha robado las piedras y ha afirmado que Tierra de Partida debe de ser destruida!

La sala, llena de representantes de los clanes menores, se quedó en silencio. Zacharias miró a Neru como si le faltara un tornillo.

¿Pero de qué estás hablando, alma de cántaro?

Estábamos en el templo, junto a Aki y Neizan. Hjalmar ya estaba allí, y en cuanto salimos a lidiar con unas neosombras a la entrada del Templo, Hjalmar noqueó a mi compañero y a Aki y justo después hizo lo propio conmigo y Neizan.—Zacharias arqueó las pobladas cejas al escuchar el nombre de Neizan—.Ahora mismo Neizan ha ido a buscar a Hjalmar. ¡Tenemos que ayudarle y parar a Hjalmar antes de que destruya Tierra de Partida!¡Hay que alertar al resto de clanes!

—¡Esto es una locura! —exclamó alguien—. ¡Echadlo de aquí!

Y Neru debía admitir que sonaba a locura. ¿Un líder de los grandes clanes intentando destruir Tierra de Partida? La gente le miraba como si estuviera loco. Los guardias lo cogieron de los brazos y, mediante una mezcla de tirones y empellones, lo obligaron a retroceder. Zacharias se había quedado cruzado de brazos y pensativo, ignorando el escándalo de su alrededor, donde la gente —en especial los Leopardos— observaban a Neru con desdén o le dedicaban todo tipo de palabras desagradables. Alguien incluso pidió que encerraran al crío y que Hjalmar se ocupara de él después.

Al fin y al cabo, nada más y nada menos, estaba acusando de traición a Hjalmar.

—Destruir Tierra de Partida. Y qué más —farfulló uno de los hombres que arrastraba a Neru. Parecía deseoso de estamparle un puñetazo en la nariz.

Por todas sus experiencias en el pasado, estaba claro que Neru debía aprender a mejorar sus dotes comunicativas.

Entonces, por toda la sala retumbó el sonido de miles, cientos de cristales fragmentándose contra el suelo, seguido de un terremoto…

Y, a continuación, siguió un grito unánime de horror desde el exterior. Zacharias se precipitó hacia la puerta, casi llevándose a Neru por el camino, acompañado de varios Caballeros y, cuando salieron al exterior, vieron que no sólo el escudo se había venido abajo, sino que los Sincorazón se habían lanzado de inmediato a la carga.

Zacharias invocó su Llave Espada y rugió:

¡¡A VUESTROS PUESTOS!! ¡QUE LA POBLACIÓN SE REFUGIE EN LOS HOGARES MÁS BAJOS! ¡PROTEGED A LOS NIÑOS!

Mientras el gigante ladraba instrucciones, la gente pareció olvidarse de Neru y todos salieron escopetados en diferentes direcciones para afrontar la terrible crisis que se les venía encima. Todos menos Zacharias. La gran manaza del hombre se cerró entorno a su brazo y lo atrajo con brusquedad mientras exclamaba:

No sé si es cierto lo que me has dicho, ¡pero no tenemos tiempo! ¡Ahora mismo no puedo preciscindir de Caballeros adultos! ¡Ve a buscar a Neizan, cuéntale lo que está pasando! ¡Tiene que avisar a Cornelia de que el plan debe ponerse en marcha ya!

Zacharias no pudo continuar ni tampoco responder a ninguna pregunta de Neru porque, en ese momento, un Sincorazón Escorpión se abrió paso por la plaza destrozando tenderetes y puestos a su paso. Los ataques rebotaron contra su caparazón y, chascando las pinzas, se precipitó contra un grupo de Caballeros. Zacharias soltó un grito de guerra y, cogiendo un inmenso impulso, saltó hacia el Sincorazón y le dio tal golpe con su arma que lo estampó contra una pared.

Un estruendo estalló cerca de Neru, que pudo ver cómo por la calle se aproximaba un Sincorazón inmenso a la carrera.

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Cientos de glider volaban por la falda de la montaña, lanzando rayos de luz y luchando contra una nube de Sincorazón que lo destrozaban todo a su paso. ¿Qué haría Neru? ¿Arriesgarse a volar y ser perseguido, esconderse o… hacer frente a ese monstruo inmenso?

Hiciera lo que hiciera, iba a salir herido. Lo importante era, sin embargo, su objetivo. Allí la gente estaba muriendo. Los Caballeros más jóvenes no tenían apenas oportunidades. Los ancianos trataban de llevarse a los heridos o proteger sus hogares, donde se escondían los niños. No muy lejos de Neru, una madre protegía a capa y espada la puerta de una casa, desde la que se escuchaba el llanto de un bebé. Un Caballero trató de ayudarla, pero un tijeretazo del Sincorazón Escorpión sirvió para borrarlo del mapa.

Y, sin embargo, si perdía un segundo, un instante, algo igual o mucho peor sucedería en la ciudadela. Y si perdían a Catrina o a Assur no habría forma de regresar a su hogar. También se eliminaría cualquier posibilidad de rescate…

Decisiones, decisiones.


****
Hana, Saeko y Nadhia




Les llevó un rato liberarse, pero con esfuerzo las tres lo consiguieron y se pusieron en marcha, cada una con un objetivo diferente en mente.

Superar la nube de Sincorazón fue difícil. Tremendamente difícil. Más porque las aprendizas no se prepararon para el mismo. Fueron perseguidas por dragones Sincorazón, una criatura de pura oscuridad emergió del lago y ascendió cerca de cuarenta metros en vertical en un intento de atraparlas en sus fauces —sin éxito, por suerte—. Hana se abrasó, a través de la armadura, una pierna y Nadhia recibió un coletazo de un dragón que provocó que se mordiera la lengua y se llevara un buen golpe en una mandíbula, que amenazó con hincharse. Infinitas contusiones se añadieron a aquellas heridas más graves.

Con todo, tuvieron suerte: los Sincorazón estaban desconcentrados. Más que otra cosa, parecían interesados en el Alfa. Uno al que, por cierto, no pudieron ver ya que la muralla de Sincorazón las obligó a dar toda clase de rodeos y piruetas hasta que el sol comenzó a despuntar en el horizonte.

Saeko, por su parte, todavía tardó más, ya que decidió desviarse hacia el Templo. Un par de Caballeros escucharon su mensaje, pero no pudieron responder ya que la joven salió escopetada hacia la ciudadela y no supo si informarían o no a Anisa. En cualquier caso, ella también tuvo que sufrir su calvario de amagos, bajadas y ascensos en picado para escapar de los Sincorazón. Se le quedó un hombro adormecido por una embestida y a punto estuvo de perder la cabeza. Por suerte para ella, todo se redujo a un coletazo que le dejó un terrible dolor en el cuello.

Al fin Hana y Nadhia pudieron ver cómo la inmensa criatura emergía de lago y se dirigía con paso cansino hacia el escudo. Los cañones de los Caballeros dispararon contra él, pero no parecían hacerle efecto. ¿Quizás fuera cosa de Gabriel, que habría desplegado una barrera a su alrededor?

En cualquier caso, en cuestión de segundos, sucedió el horror. Desde algún punto del hombro del Alfa vieron cómo salían unos rayos de luz similares a los que Hana y Saeko habían provocado al usar las piedras. El rayo se convirtió en una especie de lanza gigante. El Alfa la cogió con una mano que, incluso a gran distancia, pudieron ver cómo humeaba oscuridad por el contacto con aquella luz tan intensa, y la arrojó contra la barrera.

Rebotó.

Pero fue suficiente. La barrera se fracturó a toda velocidad. Las grietas se extendieron en cuestión de instantes por toda la semiesfera, despidiendo tenues rayos azulados. Después, explotó. Pudieron escuchar el característico sonido de un cristal rompiéndose a medida que se venía abajo.

Tras un instante de silencio, los Sincorazón se lanzaron a la carga y los rayos, las barreras y los ataques defensivos iluminaron la muralla con tanta violencia que, durante un largo minuto, no fueron capaces de ver qué estaba sucediendo.

Para cuando el mundo volvió a la normalidad, el Alfa había derribado un sector de la muralla y, con paso lento, penetraba en la ciudadela.


****
Hana, Saeko, Nadhia y Kairi



Catrina estaba fuera, en la entrada de su casa, cuando el estruendo de la barrera al venirse abajo despertaría —o, al menos, asustaría a Kairi, si no había estado echando una cabezadita bien merecida— a la aprendiza, a Lyn y a Diana. Las dos se precipitaron al exterior y encontraron a la bruja mirando el cielo porque el que los Sincorazón se aproximaban con una mezcla de resignación y pena.

Está empezando. Vamos, hemos de ir al alcázar. Mi hermano necesitará toda la ayuda posible.—Había algo siniestro en su tono aunque, teniendo en cuenta las circunstancias, tampoco era algo extraño.

Las cuatro llegaron al Alcázar en unos minutos, aunque no fue fácil porque los Caballeros corrían en dirección contraria, precipitándose hacia las murallas para defenderlas. Los niños, a su vez, corrían como si no hubiera un mañana. Muchos ancianos no se molestaban en escapar.

Cuando Catrina alcanzó el Alcázar, les permitieron entrar sin problemas al jardín que daba a la mayor parte de los aposentos de los líderes. La gente común no podía entrar allí, pero no pareció sorprendida al ver el lugar abarrotado. Al verla, una Serpiente exclamó:

—¡Señora Catrina…! ¡La señora Valeria…!

Catrina alzó una mano.

¿Dónde está mi hermano? ¿En los aposentos de Cornelia?—Un asentimiento—. Vamos pues.

Cuando recorrieron el mismo camino que Kairi había seguido hacía unas escasas horas, la aprendiza pudo notar que algo había cambiado de forma radical. No el ambiente lleno de tensión y de terror. No que el silencio y el orden militar hubieran sido sustituidos por murmullos de pánico, indignación y horror. No, lo que había cambiado era el rastro de sangre. Pasaron al lado de un círculo de Serpientes que cubrían con una manta un pequeño cuerpo; sin duda, la joven del presente pudo reconocer a la pequeña Patricia antes de que la manta cayera. Miraba con ojos vacíos y huecos al techo, desorbitados en una muestra de horror.

Cuando entraron a los aposentos de Cornelia donde, el día anterior, Valeria había respondido con fiereza a Kairi, había unos Unicornios murmurando plegarias. Assur discutía con una capitana Unicornio, con un Zorro y dos Serpientes. Al ver entrar a su hermana, el líder de las Serpientes dirigió una mirada de lástima hacia la cama. En la misma, despojada de la imponente armadura de Cornelia, cubierta con las mantas para ocultar las heridas, yacía Valeria. Con el pelo rojo fuego y la piel tan pálida, parecía más un muñeco que una persona real. Le habían limpiado la sangre de los labios, pero todavía quedaban rastros.

Creemos que estaban buscando a Cornelia—dijo Assur—. Alguien oyó los gritos de la pequeña Patricia, pero no llegó a tiempo. Sólo vio escapar a alguien con capa. Debe ser el traidor…—añadió con la voz tomada por el dolor.

Lamentablemente no hay tiempo para esto, hermano.—Catrina se adelantó y le mostró el libro. Los ojos de Assur se abrieron como platos—. Cornelia te dejó al cargo. Es tu deber organizar la defensa. ¡Hemos de resistir hasta que regresen esos aprendices y nos traigan lo que necesitamos!

Assur apretó los labios y asintió. Dejó a Kairi y a las demás al cargo de Catrina mientras salía con paso firme de la habitación, dando órdenes. Catrina se giró hacia las tres mujeres.

Vuestras compañeras vienen desde dos direcciones: el sur y el oeste. Quizás necesiten ayuda. Sin embargo, es peligroso. ¿Qué preferís, esperar aquí o ayudarlas a llegar? Cualquiera de vosotras será útil si permanece en el Alcázar. Cuantas más manos para ayudar a los heridos y a ubicar a la gente, mejor.

Lyn y Diana intercambiaron una mirada de incertidumbre. Kairi, por su parte, tenía varias opciones: quedarse junto a Catrina, ir a buscar a alguna de sus compañeras —y rezar por encontrarlas en medio de aquel caos— para ayudarlas a traer los objetos que Assur y Catrina habían pedido.

También… Mientras esperaba una respuesta, Catrina se acercó a una ventana y entornó los ojos. Una figura, quizás montada en un glider, ascendía hacia lo alto de la montaña donde estaría un día el Castillo.

Así que ya empieza... Pronto tendremos que acudir todos a la cima.

¿A la cima? ¿Es que ese era al lugar donde Catrina pretendía dirigirlos? ¿Sería mejor dirigirse allí de antemano…? De momento aprecía alejado de los Sincorazón. Quizá fuera seguro…


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Dependiendo de las acciones de Kairi, Lyn y Diana actuarán de una forma u otra. Si quieres que se queden contigo puedes insinuarlo; si no, puedes darles «indicaciones» de a dónde crees que podrían ir. Cuidado con cómo lo dices, porque dependiendo de las formas te harán caso o no.


*



Nadhia se precipitó contra el Alfa y disparó una flecha que, para ser sinceros, no le hizo el más mínimo efecto. Los Caballeros se batían en retirada, acosados por la ola de Sincorazón que se escurría por el agujero que había abierto el Alfa.

Fue entonces cuando tanto ella como Hana vieron cómo una figura encapuchada se apresuraba a subir… ¿Al hombro del Alfa? ¿Era Gabriel?

Las manos del Alfa estaban vacías: Nithael había desaparecido.

En ese momento escucharon un grito de furia.

¡Maldito y asqueroso traidor! ¿Por qué has hecho esto? ¿QUÉ ES LO QUE PRETENDES DESTRUYENDO TIERRA DE PARTIDA?

Nadhia, sin duda, reconocería aquella voz. Cornelia, en efecto, herida, sucia y cansada era la única que hacía frente al Alfa en medio de una calle destrozada. De alguna forma, se las había apañado para llegar antes que ellas. Quizás fue mientras las tres estaban atadas e intentaban librarse del conjuro que las ataba… En cualquier caso, parecía que le había costado tanto como a ellas introducirse en la ciudadela. Puede que el ataque de los Sincorazón le hubiera impedido llegar al Alcázar donde debería estar liderando la defensa.

Hace mucho que Tierra de Partida debió haber caído. Tierra de Partida está impidiendo el equilibrio. ¡Un mundo regido por personas como tú, incapaces de reconocer y aceptar las diferencias, que destruyen a sangre y espada lo que no obedece a sus reglas, debe desaparecer! Más vale que sea ahora consumido por la oscuridad a que precipite a los demás mundos a su ruina.

A esa distancia, a pesar de que pudieron escuchar la voz de la persona que, sin duda, era un hombre, no pudieron reconocerla. ¿Se trataba de Gabriel o de otra persona? Si era Gabriel, ¿dónde estaba Nithael?

Hana vio, en la distancia, un glider que se dirigía hacia la montaña donde, una vez, había hablado con Nithael. A esa distancia, sin embargo, no fue capaz de distinguir quién lo montaba. No muy lejos estaba el Alcázar.

El Alfa comenzó a acumular energía, preparándose para disparar un rayo de oscuridad que destruiría buena parte de los edificios de los alrededores.

Nadhia y Hana debían decidir rápido: ¿merecía la pena intentar ayudar a Cornelia en la batalla? Ya habían comprobado que no eran nada contra el Alfa y, además, estaba acompañado. Esta vez, con todo, contarían con una gran guerrera a su lado, por herida y cansada que estuviera.

Por otra parte, incluso las tres no podrían hacer demasiado juntas. Puede que lo mejor fuera dirigirse al Alcázar para dar la voz de alarma, ya que casi todos los Caballeros parecían haber dejado atrás el primer sector de la ciudadela para refugiarse en el interior. Era posible que, a menos que les advirtieran, ninguno acudiera en ayuda de Cornelia… Ya que no sabían que estaba ahí.

A su vez, Hana no estaba interesada en el Alfa. Aun así, no tenía forma de saber si quien le acompañaba era Gabriel o no.

¿Qué harían? ¿Qué decidirían?


*



Saeko sufrió lo suyo antes de poder superar la muralla. Para cuando ella llegó, la barrera ya se había venido abajo y el caos se había desatado en la ciudadela. Fuego, edificios derruidos, restos de Llaves Espadas por doquier… Los Caballeros no habían sido capaces de resistir la primera embestida de los Sincorazón.

La joven llegó desde el Templo, es decir, sobrepasó la puerta del oeste. Tuvo que esquivar a unos cuantos Sincorazón que se vieron atraídos por su presencia. Desde su privilegiada situación fue capaz de distinguir varios hechos:

Uno, que el Alfa había penetrado la muralla por la parte del sur y que avanzaba muy poco a poco, como si hubiera algo reteniéndole, mientras los Sincorazón se extendían como tinta negra por las calles.

Dos, que en Alcázar numerosos Caballeros preparaban la defensa, colocando cañones, grupos en diferentes caminos y que enviaban partidas para levantar barricadas que pudieran servirles de apoyo para retener a sus enemigos.

Saeko tenía el Papiro. Este era esencial para abrir el Libro. Este contenía hechizos inigualables, que quizás pudieran servir para salvar Tierra de Partida.

En cualquier caso, una cosa estaba más que clara: con la ciudadela invadida, ya no quedaba ninguna oportunidad de que Chihiro los rescatara. Desde lo alto, la plaza del ángel por donde habían venido se veía que estaba infestada de Sincorazón. Sólo les quedaba una salida y era complacer los deseos de los hermanos Serpiente.

Aun así, ¿dónde estaban sus compañeras? ¿A quién debía dirigirse antes? ¿Debería ir al Alcázar esperando que Assur estuviera allí en vez de en el frente? ¿Debería buscar a Catrina? Habían perdido las piedras, así que sin ellas no había trato. ¿Y si intentaba encontrar antes a Gabriel…?

Tantas opciones y tan poco tiempo…



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Hana
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Tanto Sombra como yo estamos un poco agobiados con el Global (¿os imagináis lo que es escribir con este calor? Claro que sí. Seguro que sentís cómo se os funden las neuronas. Pues nosotros lo mismo pero con más presión por ser Game Masters xD) y, bueno, es verano. Os pedimos comprensión para que nos tomemos dos semanitas de descanso y luego volveremos con muchas ganas. ¡Ánimo a todos y disfrutad del descanso también!
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¡Gracias por las firmas, Sally!


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Re: [Evento Global] Ruta del Recuerdo Perdido - La ciudadela

Notapor Darkness Seeker » Mar Ago 11, 2015 5:12 pm

Después de la que se lió en el campamento, el caos volvió a estallar en la ciudad, en forma de sincorazones, similares a los que atacron la puerta de la ciudad. Zacharias se dirigio rapidamente a mí para pedirme que encontrara Neizan y así advitiera a Cornelia de lo que estaba sucediendo. Sin perder más tiempo, subí sobre mi glider y me alejé cuánto pude de la zona de conflcto. me dirigí raudo hacia la última posición que conocía de Neizan: el templo y las casas colganderas, pues quizás lo encontrara allí.

Si era necesario daría un rodeo por la zona e intentaría encontrarle cuánto antes para comunicarle el mensaje de Zacahrias, esquivando en la medida de lo posible a los sincorazón.

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Siento la calidad del post, pero me he visto arrastrado hasta la montaña y he tenido que escribir todo esto desde el móvil.
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Re: [Evento Global] Ruta del Recuerdo Perdido - La ciudadela

Notapor Tsuna » Mié Ago 12, 2015 7:45 pm

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Todavía me encontraba muy débil, lo sabía, y aun así me subí sobre el glider dispuesta a llegar al Templo donde aquella pesadilla había comenzado. Me mareaba, estaba agotada tanto física como psicológicamente. El ritual… Había sido todo un engaño de Gabriel desde el comienzo, y claro, precisamente yo fui la que tuvo que picar en el anzuelo.

El Alfa estaba en unas ruinas al sur de Tierra de Partida, atrapado en un círculo mágico. Consiguió escapar, e hirió a la líder... le prometí que no dejaría que entrara en la ciudadela…


Nosotras fuimos al Templo. Conseguimos las piedras y el Papiro, que creo que aún lo conserva Saeko, ¿no? ―Durante el vuelo, acostumbrada ya a viajar esa noche sin armadura de un lado para otro y todavía sobre el lago, busqué entre mi ropa hasta sentir el áspero tacto del objeto. En efecto, lo seguía conservando en mi poder―. Y nos encontramos con Gabriel, ese asqueroso traidor que se marchó con Nithael y el Alfa. Fue expulsado de Tierra de Partida, pero parecía una sentencia tan injusta que nos consiguió engañar a todos. No volveré a fiarme de él.


Desconocía hasta qué punto se había relacionado Lirio con Gabriel, pero yo sí pude comprobar en persona su dolor por sus compañeros caídos, hasta me decidí a darle ánimos, tonta de mí, igual ya me estaba engañando por ese entonces. No quería aceptarlo, pero todo encajaba demasiado bien cada vez que lo pensaba: fue el único superviviente del ataque sincorazón en el templo, cuando esos monstruos no reaccionaban de forma lógica, sino que buscaban corazones a toda costa. Era imposible que le hubiesen dejado con vida precisamente a él, pero claro, en ese momento esa idea ni se me pasó por la cabeza, concentrada como estaba buscando pistas y supervivientes para contentar a Assur y su hermana.

Luego estábamos nosotras, el cebo. Imaginaba que necesitaba gente a la que engañar para utilizar las piedras, cuyo potencial, según él, solo podía explotarlo Nithael. Sentía que aun así se me escapaban las cosas, porque la actitud de Gabriel simplemente rompía todos mis esquemas. Es decir, no había sospechado de él en ningún momento, y eso era lo que más rabia me daba.

Tenemos que hacer algo. No podemos dejar que ese monstruo entre en la ciudad. Sé que no es asunto nuestro, pero… Sí... sí que es asunto nuestro. Si esta Tierra de Partida desaparece... ¿qué será de... de la nuestra?


No, no lo es. Lo que no podemos dejar es que ese monstruo y su esbirro se lleven las piedras. Hemos venido a salvar a nuestra Tierra de Partida, y si bien es cierto que no tendremos una a la que regresar si Gabriel la destruye, ¡esta no es nuestra guerra! ¡No lo es! ¡Es la suya! ¡Hemos olvidado que vinimos para salvar a otros, a los nuestros, y por eso nos está pasando todo esto! Tenemos que confiar en que la Orden de ahora sea quien resuelva el problema, como ya lo hizo; sino, nos centraremos tanto en él que olvidaremos nuestro verdadero objetivo. Yo voy a centrarme en las piedras. Si eso pasa por salvar a alguien de aquí, está bien. Pero no será mi prioridad.


Estaba convencida de las palabras de Lirio, al menos a medias. El hechizo y la magia de Chihiro, el Castillo del Olvido, nuestra presencia en el pasado… La lógica que seguía aquello escapaba a mi comprensión, porque nunca había leído ni estudiado sobre ello en ninguna parte, ni siquiera por parte de los maestros. Y porque sinceramente dudaba de que hubiese ocurrido con anterioridad, partiendo desde mi época hasta la que me encontraba. Es cierto que estábamos en el pasado, y la Orden de su época se encargó de todo en su momento porque sino Tierra de Partida nunca hubiese existido. Pero puede que nuestros actos estuviesen cambiando los sucesos de la historia, y eso me preocupaba.

También me dolía la cabeza al pensar en todo eso, porque no le veía ningún sentido.

En la distancia ya podía vislumbrar el Templo donde estaban Anisa y el resto de Caballeros. Observé con amargura la orilla, recordando mi última conversación con Nithael y Gabriel allí… Todavía engañada por él. Aceleré, rezando para mis adentros de que a ese loco no se le hubiese pasado por la cabeza matar a todos los que se encontraban en el templo.

Salté del glider con las pocas fuerzas que me quedaban y aterricé dando vueltas sobre mí misma, ensuciándome de tierra, polvo y algún insecto. Sin prestarle atención a mi estrepitosa caída avancé, dejando el glider con mi pequeño en su cápsula al pie de los escalones. Subí uno tras otro, de forma pesada y lenta, y puse todo mi esfuerzo en abrir los portones. Grité una vez, y otra, hasta que al fin me dieron paso.

Y ante la atónita mirada de unos pocos, grité lo primero que se me pasó por la cabeza, alarmada y con prisas por seguirle la pista a mis compañeras:

¡Gabriel… Gabriel es el traidor! ¡Va a la ciudadela con el Alfa!

Esperé unos breves instantes por alguna reacción suya, para que me vieran bien. Estaba hecha polvo, era imposible que no me creyesen. Si les daba por buscar a Gabriel no lo encontrarían, y las piedras tampoco estaban ya en el templo. Solo me quedaba confiar en su juicio y en que Anisa se pondría en marcha cuanto antes. No fuesen a llegar a la mañana siguiente, cuando ya no quedara nadie con vida.

Ni me molesté en cerrar las puertas, bajé los escalones apurada, estando a punto de tropezar más de una vez y volví a subirme de un salto en mi glider. Esa vez sí, sabiendo el destino que me esperaba, apreté el botón de la armadura y me protegí entera.

Mi vehículo se elevó y aceleré todo lo posible hasta la ciudadela, haciendo un esquema mental del mapa que había visto en el alcázar para poder ubicarme. Quién me hubiera dicho que me iba a resultar tan útil. Claro que, tampoco me esperaba tener que atravesar una barrera gigantesca de sincorazón, pero yo era en parte responsable de lo que estaba sucediendo, era una Portadora y había retado abiertamente al Alfa delante de Lirio y Nithael. Las dos aprendizas fueron tras el monstruo sin pensarlo siquiera, y yo no iba a ser menos, por supuesto que no.

Era aprendiza de Bastión Hueco, al fin y al cabo.

Definitivamente tenemos que hacer algo... Hana, Saeko, yo... quería disculparme. Por lo que ocurrió antes de entrar en la guerrilla. No quise ser autoritaria, y me comporté como una imbécil. No tengo madera de líder en absoluto, ni dudo que pueda serlo en el futuro con una actitud tan arrogante. Y sé que esa cosa da miedo. Pero si no lo intentamos...


Negué con la cabeza dentro de mi casco, pensando en las tonterías que decía Nadhia de vez en cuando. La verdad es que en su momento, y con las recientes hostilidades a las que me había visto sometida por parte de Tierra de Partida en mi época actual, reaccioné muy a la defensiva, pero nunca me hubiese imaginado que la aprendiza pasara esos dos días amargada por eso. Estaba cambiando, esos dos días me habían cambiado. Nunca había tenido en mis manos la responsabilidad de salvar a tanta gente, y había madurado mucho.

Y sobre Lirio… bueno, ahora sabía su verdadero nombre, porque suponía que era aquel: Hana.

Gemí dolorida cuando un monstruo de oscuridad me embistió. Miré de refilón y a tiempo la peligrosa extremidad que por poco me dejaba sin cabeza… Tragué saliva y me desvié un poco, convencida de que tomando esa ruta conseguiría despistarlos. Aquel dolor de cuello me iba a pasar factura.

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El estado de la ciudadela era terrible, tal y como había imaginado. Claro que se me hacía mucho más duro verlo con mis propios ojos. El Alfa había destrozado las puertas del sur, donde hacía dos días habíamos combatido contra los sincorazón. La plaza de la fuente, que distinguí de reojo mientras sobrevolaba con tremendo esfuerzo la muralla, se encontraba ahora sumida en el caos.

Giré varias veces a toda prisa, retrocedí al verme acorralada, y busqué un hueco por el que colarme. Los sincorazón no daban respiro a nadie. Nada más entrar lo primero que busqué fue el Alcázar, donde había hablado con Assur por última vez. Desvié la vista al frente, concretamente al Alfa, preguntándome si estaba equivocada e igual se encontraba por allí, ¡o en cualquier parte!

Llevaba el papiro conmigo, y lo más importante era buscar el condenado libro, que supuestamente poseía hechizos y runas de un nivel que escapaban a mi comprensión, y si salía con vida ese día, estaría encantada de aprender. Lo más lógico que se me ocurrió fue acudir allí, en primer lugar porque era donde en teoría debía estar el libro. Si se daba el caso de que no lo hubiesen recuperado, tendría que encargarme yo misma y como fuera. Luego también por Assur, que si no se encontraba luchando, estaba segura de que debía estar allí.

Me costó muchísimo, pero no me quedó más remedio que fruncir el ceño y acelerar a toda velocidad, pasando por encima de calles ardiendo, gritos de dolor y llantos de los niños. ¿En qué demonios estaba pensando Gabriel al hacer aquella locura? Maldita sea, estaba loco.

Aterricé exhausta en el jardín trasero del alcázar, donde había dormido por última vez. Debía tener unas ojeras enormes a esas alturas, y me costaba horrores dar un paso tras otro, pero iba a poner todo mi esfuerzo hasta que no me quedaran fuerzas. Busqué con la mirada al primer Serpiente que viese, fijándome en su emblema, y con la palma donde se encontraba el hechizo de Assur en alto, le preguntaría con profundo cansancio:

¡Assur! ¿Dónde está…?

Si me decía que se encontraba allí y se ofrecía a guiarme, o me daba indicaciones, le buscaría lo más deprisa que pudiese. Y una vez lo tuviese delante, sacaría el papiro y se lo entregaría en sus manos, muerta de cansancio. Además, le explicaría la situación, un poco dolida.

En el templo encontramos un tal Gabriel… Nos engañó, robó las piedras y me dejó este regalito a mí. Ha raptado a Nithael y controla el Alfa. ¿Dónde está el libro? ¿Cómo lo utilizamos? —resumí lo más rápido que pude entre todo el alboroto que se formaba a nuestro alrededor, asegurándome de que estaba atento en mí.

Todo esto, por supuesto, si Assur se encontraba allí. En caso de que no estuviese, preguntaría por Catrina y haría lo mismo: darle el condenado pergamino para que se divirtiera leyendo hechizos de Zephyr. Si necesitaban mi ayuda para las runas o lo que fuera, estaría encantada de ayudar, y en caso de que no quisieran emplear el libro todavía les seguiría insistiendo:

¡No tenemos tiempo, tenemos que usar el libro ya!

Y si ni Catrina ni Assur estaban presentes, buscaría a alguien conocido, simplemente. Resoplé cansada y me apoyé sobre una pared, casi sin fuerzas, antes de continuar.
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Ronda #17 - Ruta del Recuerdo Perdido

Notapor Astro » Mié Ago 12, 2015 8:36 pm

¡Pero qué pretendes hacer! ¡No te lo permitiré!

El intento de Adam por comenzar la conversión fue rápidamente detenido por Neizan, quien a pesar de estar herido todavía tenía una fuerza tremenda.

¡Intentar salvarle! —protestó, intentando forcejear para que le liberase—. ¡No voy a dejar que se muera!

¡¿Es que quieres condenarle, matarle?! ¿No ves que está a punto de morir? ¿Y tú quieres condenarle a ser un vampiro para siempre?

¿Qué? ¡¡No es una condena!!

Esa palabra sí que le sorprendió. Condena. ¡Ser un vampiro no era una condena! ¡Le salvaría de morir para siempre, e incluso le daría un nuevo poder! ¡Le haría inmortal! Ambos entraron en un tira y afloja con el cuerpo de Aki, pero en uno de los tirones el pequeño abrió los ojos.

¿Adam...?

Soltó un largo suspiro, aliviado. Menos mal, estaba vivo. Aki puso su mano sobre la boca del vampiro, tocando los colmillos con curiosidad.

Cómo molan, tío… —comentó, sonriendo con esfuerzo.

Ya te digo... —respondió, sonriendo de oreja a oreja, mientras el pequeño se desmayaba.

Vale, no iba a necesitar convertirlo. Al menos de momento. Respiraba con dificultad y todavía sangraba, pero se mantenía estable. Neizan lo corroboró tomándole el pulso. Curioso, Adam nunca se habría imaginado que descubrir que un humano seguía vivo le causaba tanta felicidad.

Por su parte, el Oso se levantó, dolorido, y le lanzó una poción al sorprendido Adam. Después del choque que habían tenido hacía un momento, no se esperaba ese regalo. Aunque se le notaba de sobras que no miraba con cara de buenos amigos al vampiro.

Si intentas…

Le llevaré a un lugar seguro, tranquilo.

Tengo que irme. Suerte, Adam. Alguien tiene que… detener a Hjalmar antes de que haga alguna locura.

¡No dejes que ese cabrón se escape!

Con Neizan fuera, el vampiro tampoco podía perder tiempo. Aki estaba estable pero no demasiado, y seguía sangrando, así que necesitaba atención médica cuanto antes. Adam lo cogió en brazos con toda la delicadeza posible, y salió corriendo el templo. No tenía ni idea de cómo estaría la cosa en el campamento de la montaña, ni si seguiría gente allí o no, así que la casa de los Halcones le pareció la mejor idea en aquel momento.

Tío… ¿Eres un… vampiro de verdad?

Adam casi se cayó al suelo cuando Aki, que había despertado sin que él se diera cuenta, le hizo la pregunta.

Por eso eres tan raro… Mola.

Sí, bueno, tiene sus ventajas. —La cara de Neizan cuando se había enterado le vino a la mente, seguida de su reacción a la "condena"—. ... Y sus inconvenientes.

Oye… Y no… ¿No es solitario?

¿Solitario? Nunca lo había pensado. En el fondo, sólo llevaba un año y pico como vampiro, y no se había parado demasiado a pensarlo. Pero ahora que lo hacía...

Un poco, creo... —contestó tras meditarlo un poco.

En aquel tiempo no había encontrado nadie que permaneciese constantemente a su lado, debido lo más seguro a su forma de ser, y al llegar a Bastión Hueco tampoco cambió la cosa. Los compañeros aprendices que no huían de él se limitaban a soportarle, pero no había entablado una amistad con ninguno de ellos.
Y además, siendo inmortal, la cosa solo iría a peor. Porque si conseguía hacer amigos, ellos envejecerían y morirían, mientras que Adam...

Una nueva intervención de Aki le devolvió a la realidad.

Perdón. No vi bien a Hjalmar. No me… creía lo que…

Ni Aki pudo terminar su frase, ni Adam pudo protestar (en todo caso, la culpa era suya, por no haber sospechado de Hjalmar lo suficiente cuando le amenazó en el altar). ¿El motivo? La barrera de la montaña se había roto en mil pedazos, dejando a todos los Portadores de su interior desprotegidos ante los sincorazón.



¡Mierda!

Un sincorazón dragón, del mismo tipo que les había atacado durante el viaje del lago, fue el primero en entrar a la montaña... E iba directo hacia la posición del vampiro y el halcón.

Agarrando a Aki con fuerza, Adam se apartó a tiempo para evitar los escombros de las escaleras que estaba rompiendo el dragón, mientras pensaba lo más rápido que podía lo que debía hacer. Su primer instinto, casi primario, fue dejar a Aki en un rincón seguro y lanzarse a luchar contra el dragón.

Pero debía de ser sensato, aunque no estuviese en su naturaleza. Por Aki. Ya había visto a ese tipo de sincorazón en el lago, y aunque sólo fuese uno, era bastante improbable que pudiera vencerlo. Si moría allí, Aki también lo haría por desangramiento, devorado por algún sincorazón que le encontrase (ahora que no había barrera) o incluso aplastado por escombros. No, no podía dejarle.

Opción B. Adam invocó su glider, subiéndose de un salto y saliendo disparado hacia abajo casi a ras del suelo. Iba lo más deprisa que pudo, en un principio intentando evitar que el dragón le viera, aunque era probable que lo hiciera. Debía llegar a la casa de los Halcones en seguida, y tal vez ellos pudieran ayudarles. Pero le preocupaba que no estuvieran allí, que ya hubieran evacuado, o que no fuesen capaces de hacer frente al dragón. ¡Joder, si de tanto pensar y preocuparse, le iba a reventar la cabeza!

Haría zigzag e intentaría que el dragón se estrellase contra el suelo, volando a poca altura, si le perseguía. Cuando lograra llegar a la casa de los Halcones, si lo conseguía, soltaría a Aki sobre la primera persona que viera (que no fuese un niño ni un anciano, tampoco era tan burro) y giraría su glider con brusquedad, lanzándose a por el dragón.
Como no sabía si los Halcones podrían ayudarle, o querrían, de primeras volaría alrededor de la cabeza del dragón para llamar la atención y que le siguiera a él, golpeándole con los puños si tenía la ocasión. Si los Halcones no intervenían, intentaría alejarlo de la casa para no provocar daños. Si le ayudaban, se lanzaría con todo lo que tenía a golpearle con los puños y los dientes, sobre todo a los ojos o las alas, pero con cuidado de que no cayese sobre la casa.

En el caso remoto de que no hubiera nadie en la casa, solo podría seguir conduciendo el glider, esta vez hacia el campamento donde debería estar Zacharias y el resto de portadores, rezando por que el dragón no les alcanzase.

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> Se monta en el glider, pilotando a pocos metros del suelo, y va a la casa de los Halcones haciendo zigzag para esquivar al dragón.
> Si hay gente allí, deja a Aki con el primero que vea y se lanza a luchar contra el dragón. Si los Halcones no le ayudan, intentará alejarlo a lo kamikaze solitario. Si tiene ayuda, luchará centrándose sobre todo en dañar los ojos y las alas del dragón, aunque intentando siempre que no dañe la casa. Remarco que a Adam no le importará hacer de escudo humano si con ello protege a los Halcones, sobre todo a Aki.
> Si en la casa de los Halcones no hay nadie, intentará llegar al campamento de los grandes clanes.
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Re: [Evento Global] Ruta del Recuerdo Perdido - La ciudadela

Notapor Nell » Mié Ago 12, 2015 11:53 pm

Seguir a Gabriel no fue tan fácil como habían previsto. El ejército de sincorazón pululaba aún por doquier, puesto que estaban fuera de la barrera, y les sorprendió en su camino hacia la ciudadela. Salieron muy malheridas de la persecución imprevista. Hana maldijo su suerte al recibir la quemadura de la pierna, ya que detestaba cada vez más las magulladuras producidas por fuego. Aunque, bien mirado, esta no era tan mala, ya que ninguno de aquellos monstruos las habían encontrado cuando estaban atadas e indefensas.

Perdieron demasiado tiempo en sobrepasar a los sincorazón y alcanzar al Alfa. Para cuando lo hicieron, ya era demasiado tarde: gracias a su maestro, el Alfa logró fracturar la barrera que protegía la ciudadela, según sospechaba Hana, con el poder de las piedras. Que ellas mismas le habían puesto en bandeja. Tragó saliva, incómoda.

La paulatina fractura de la barrera fue todo un espectáculo. Uno terrible, que Hana y Nadhia contemplaron a la distancia, impotentes, viendo cómo fragmentos de cristal se iban separando unos de otros para dejar desprotegida la ciudadela. Por un momento, a Hana se le ocurrió que aquello quizá habría sido previsto antes por alguna lumbrera y que la barrera se repararía con rapidez. Abandonó la esperanza cuando los sincorazón cargaron y penetraron finalmente en el último refugio seguro, arrasando con todo a su paso. Los Caballeros se resistieron, pero nada frenó su avance.

Y el Alfa también avanzó. Destrozó el muro y entró en la ciudadela. Aún a una distancia considerable, a Hana se le encogió el corazón. Allí se sentía impotente, pero, ¿cómo habría sido su situación de haberse hallado en el interior de la ciudadela? ¿Cómo habría vivido la llegada de aquella monstruosa criatura imparable al único lugar seguro que le quedaba? Casi daba gracias de ser de otra época.

Recordaba vívidamente lo mucho que se había irritado con la postura de Nadhia de salvar aquella Tierra de Partida. La había regañado y había dejado claro que ella no pensaba colaborar en aquel disparate, sino centrarse en sus objetivos. Ahora, viendo la masacre, no sabía qué pensar.

Qué debo hacer… ―murmuró, repentinamente alicaída.

Hasta entonces, no había dado una a derechas. Había perdido a Nithael, las piedras y se había involucrado más de lo que quería en aquella época. Se veía incapaz de apartar la mirada y centrarse en únicamente su objetivo. Al fin y al cabo, si de verdad fuera a hacer eso, lo más seguro para su misión sería apartarse a esperar que los Caballeros solucionaran el problema. Y luego, con el peligro pasado y Tierra de Partida devastada, recoger las piedras. Desde luego, eso no iba a hacerlo, no señor.

Entonces, Nadhia disparó una flecha al Alfa, que no hizo mella en él debido a una especie de barrera protectora que lo cubría. Pero en ese momento, alguien se movió por su hombro. Era una figura encapuchada y Hana supuso de inmediato que se trataba de Gabriel. Apretó los puños, recordando cómo el asqueroso traidor les había arrebatado las piedras y había dejado inconsciente a Nithael.

Si él no existiera… Si alguien lo eliminara… Quizá podría salvarse aquella Tierra de Partida…

«Recuerda, Hana. La muerte es sólo una alusión de la justicia. Si cruzas esa línea, no podrás volver atrás.».

¡Justicia! ¡Cómo odiaba esa palabra! Y pensar que se acordaba justo en ese momento de lo que una vez le había dicho Ronin… Aquel día no había querido escucharle y había cometido los mayores errores de su carrera como aprendiza.

«A ver, no es cosa de querer hacer justicia o no, sino de enviar a ese malnacido al infierno. Va a morirse un día de estos, eso ya lo sabemos, no tiene nada de malo en que yo le ayude a que ocurra un poquito antes. Además, él tiene las piedras, no estaría faltando a la misión. Unas cuantas personas de esa ciudadela estarán de acuerdo conmigo en que es lo mejor. Y si se me presenta la oportunidad, ¿por qué no?». Y la rabia que sentía le ayudaría a darle muerte.

Un grito la sacó de las excusas que se daba a sí misma:

¡Maldito y asqueroso traidor! ¿Por qué has hecho esto? ¿QUÉ ES LO QUE PRETENDES DESTRUYENDO TIERRA DE PARTIDA?

Al bajar la mirada, observó que se trataba de Cornelia, la mujer orgullosa que dirigía Tierra de Partida. Estaba en las últimas, tras seguramente una dura batalla. Era la única que quedaba en pie, haciendo frente al enemigo entre los destrozos de su antigua ciudad. Como suele ocurrir en estos casos, Hana se preguntó si sería valiente o estúpida.

Hace mucho que Tierra de Partida debió haber caído. Tierra de Partida está impidiendo el equilibrio. ¡Un mundo regido por personas como tú, incapaces de reconocer y aceptar las diferencias, que destruyen a sangre y espada lo que no obedece a sus reglas, debe desaparecer! Más vale que sea ahora consumido por la oscuridad a que precipite a los demás mundos a su ruina.

Hana se quedó extrañada. La voz no le sonaba de nada, no era la de Gabriel. ¿Acaso tenía otro aliado? Pensándolo bien, no era tampoco tan raro. Si en su época había tantos detractores de Tierra de Partida como para formar Bastión Hueco, ¿por qué no en aquella?

¿Para qué... se encapucha? Ya sabemos quién es, ¿por qué tendría que ocultar su rostro? ¿Y dónde está el ángel?

Ese no puede ser Gabriel. Tiene un cómplice ―dijo, revelándole sus sospechas―. Gabriel debe de haberse llevado a Nithael.

Creía que Gabriel estaba escondido en otra parte y le habría entregado las piedras a su aliado. Eso dividía sus objetivos. Sin embargo, lo primero era recuperar el tesoro; luego tendría tiempo de preguntar a aquel nuevo individuo dónde se escondía el traidor y qué había hecho con Nithael.

Nithael, que había desaparecido… ¿Morirían los ángeles igual que los humanos…?

En aquel momento, vio un glider alejándose de allí, en dirección al futuro castillo. Inmediatamente pensó que era Gabriel, huyendo y dejando la tarea de eliminarlos a todos a su esbirro. Tuvo que contener su ira para no perseguirle. Las piedras, las piedras, las piedras, las piernas, las pierdas…

El Alfa comenzó a acumular energía, preparando un nuevo ataque contra la indefensa (y temeraria) Cornelia. Ahora o nunca. Si iba a participar en aquella batalla, era el momento de intervenir.

¡Vamos, tenemos que impedírselo! ―exclamó Nadhia, que ya había tomado su decisión.

¡Al diablo con todo!

Lo siento, pero yo no voy. Aunque he de decirte que antes no he sido justa contigo ―admitió a Nadhia, rápidamente para no retrasarla―. Puede que esta no sea nuestra Tierra de Partida, pero tampoco pertenezco a los mundos que visito y no me quedo indiferente cuando los masacran. ―Nunca olvidaría Cabo Blanco―. Voy tras Gabriel. Si le mato, quizá acabe esta pesadilla. Encárgate de las piedras, debe de tenerlas el encapuchado que está sobre el hombro del Alfa.

»Buena suerte… Vendré a ayudarte si puedo. Será un milagro que todos sobrevivamos a este día.

¡Ten cuidado!

Al diablo las piedras y la misión. En ese momento, Hana estaba demasiado rabiosa como para centrarse en algo tan insignificante en comparación con el odio que sentía hacia Gabriel. Dirigió su glider hacia donde había visto al encapuchado, dejando atrás a Nadhia y a Cornelia, con el único objetivo en mente de enfrentarse a él.

Era consciente de que quizá había sido demasiado optimista. Incluso si Gabriel era quien controlaba al Alfa, sin su maestro, quizá este se desbocara y siguiera con la destrucción. Pero, ¿a quién le importaba, si eso ya lo estaba haciendo? En realidad solo eran excusas para darle más motivos a Hana de poder partirle la cara.

Y por supuesto, ya había visto su poder y sabía que era un enemigo temible. Se esforzó por no razonar, por no asumir que ella sola no iba a poder hacer nada contra él. Iba a enfrentarle, aunque le costara la vida. Iba a hacer todo lo posible para mandarle al infierno, hasta que lamentara todo el daño que había causado.

¡Detente, maldito traidor! ¡Da la cara! ―le retó, gritando en el aire.

Ni siquiera paró a preguntarse por qué se dirigía a la cima de aquel monte.
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The bitter truth

Notapor EspeYuna » Jue Ago 13, 2015 12:25 am

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Nadhia maldijo como nunca antes lo había hecho cuando se mordió accidentalmente la lengua y notó el sabor a sangre inundando su boca, y trató de tragar o escupir en la medida de la posible. Jamás olvidaría a aquel endemoniado dragón y el coletazo que le había dejado la mandíbula hecha un desastre. A aquel ataque se unieron otros cientos intentos de derribarla. Con tantos golpes Nadhia comenzaba a sentir apenas dolor, algo que agradeció a medida que conseguía divisar las murallas de la ciudadela entre tanto sinfín de sincorazón.

Un sinfín que comenzaba a prestar más su atención en el Alfa, como Cornelia había supuesto. Nadhia percató que empezaban a estar cada vez más desorientados, con sus escalofriantes ojos perdidos y confusos. Gracias a ello pudo detenerse y dar una palmada suave al hombro de la armadura de Hana, sonriendo.

Tras eso, tuvieron que dar mil y un rodeos para entrar en la ciudadela. Habían perdido de vista al Alfa, cosa que le extrañó y le irritó sobremanera. Buscando a la gigantesca criatura, chasqueó la lengua y se arrepintió al no acordarse del mordisco y su dolida mandíbula.

¿Dónde diantres está? —preguntó, más para sí misma, peinando todo el área desde las alturas con Hana— ¡Ahí!

Señaló con el dedo al montículo de oscuridad que comenzaba a emerger de las profundidades del lago. Fue recibida por los rayos del atardecer, que si bien para Nadhia siempre le había resultado una luz hermosa dado su lugar de origen, en aquel momento reflejó al enemigo con tanta intensidad que hubiera deseado no tener que ver aquel contraste de sus preciados crepúsculos con la silueta de aquella monstruosidad.

Escuchó junto a Hana cañonazos procedentes de la muralla, pero tal y como podía suponerse, el sincorazón no recibió un mínimo rasguño.

¡Maldición!

Desde uno de los hombros del coloso unos rayos de luz se materializaron en una especia de lanza que éste agarró con su espeluznante mano. Y la arrojó contra la barrera. Nadhia había deseado que con el rebote hubiera una mínima posibilidad de que al Alfa le costara mucho más acabar con la protección de Tierra de Partida...

... pero fue suficiente. Primero las grietas, visibles a sus ojos y a los del coloso sincorazón. Luego explosiones, y el ruido de un cristal haciéndose añicos. El Alfa había conseguido lo que quería, y Nadhia observó, apretando la mandíbula a pesar del dolor y el escozor, como la escalofriante horda de sincorazón comenzaba a atacar junto al coloso las murallas.

Nadhia tuvo que taparse los ojos, abrumada por la serie de ataques y hechizos que sucedieron tras aquello. Para cuando os abrió, ya era demasiado tarde. Había escuchado perfectamente la caída de la muralla. Vio junto a Hana como el Alfa se adentraba en la ciudadela a través del boquete que había hecho.

Aquella imagen fue del todo suficiente para que Nadhia se precipitara contra el sincorazón, aun sin un plan establecido. De hecho, ¿qué narices podían hacer, si apenas tenían unos minutos para que aquel gigantesco monstruo acabara con la ciudadela y todos sus habitantes con tan sólo aplastarlos con sus pies? Lanzó una flecha, pero se vio totalmente frustrada al comprobar por enésima vez, que sus ataques no le hacían ni cosquillas.

Se sintió inútil, y débil. Vio a los Caballeros huir en cuanto el ejército comenzó a seguir al gigante. Nadhia contempló la escena a punto de soltar su rabia a través de lágrimas. ¿Es que no iban a poder hacer nada?

Entonces percibió como una figura subía por el cuerpo del Alfa, llegando a su hombro. Y se dio cuenta, además, de que en las manos del coloso antes había tenido atrapado a la copia del Primero. Pero éste no se encontraba allí.

¿Qué demonios estaba pasando? Intercambió una mirada con Hana, seguramente igual de frustrada y confundida que ella.

Y de pronto, los ojos de Nadhia se abrieron e iluminaron.

¡Maldito y asqueroso traidor! ¿Por qué has hecho esto? ¿QUÉ ES LO QUE PRETENDES DESTRUYENDO TIERRA DE PARTIDA?

Cor... Cornelia...

La vio allí, en la calle que habían abandonado los Caballeros, haciendo frente al coloso ella sola. La vio herida, sucia y con un aspecto deplorable, pero estaba viva. A las lágrimas que había soltado antes de pura frustración se le unieron un par más, y una mezcla de alivio y culpa le invadió.

Hace mucho que Tierra de Partida debió haber caído. Tierra de Partida está impidiendo el equilibrio. ¡Un mundo regido por personas como tú, incapaces de reconocer y aceptar las diferencias, que destruyen a sangre y espada lo que no obedece a sus reglas, debe desaparecer! Más vale que sea ahora consumido por la oscuridad a que precipite a los demás mundos a su ruina.

Nadhia ya había escuchado aquella opinión de boca de su futuro, en donde la Orden de Bastión Hueco se regía por equilibrar la oscuridad con la luz y descubrir e indagar más allá que lo que la Orden de Tierra de Partida tenía prohibido para impedir que los mundos cayeran en la oscuridad.

La historia volvía a repetirse... una y otra vez.

¿Para qué... se encapucha? —cuestionó Nadhia en las alturas a Hana, intercambiando una mirada— Ya sabemos quién es, ¿por qué tendría que ocultar su rostro? ¿Y dónde está el ángel?

Ese no puede ser Gabriel. Tiene un cómplice ―le respondió, y Nadhia asintió a las sospechas de Hana. Tenía lógica que detrás de aquella traición hubieran más peones ayudando al rey―. Gabriel debe de haberse llevado a Nithael.

En medio de aquella confusión, el Alfa comenzó a acumular energía en su cuerpo, preparado para otro ataque masivo. Un ataque que podría destruir cientos, miles de vidas... ¡tenían que hacer algo!

¡Vamos, tenemos que impedírselo!

Lo siento, pero yo no voy. Aunque he de decirte que antes no he sido justa contigo ―Nadhia detuvo su Glider en el último instante, escuchando a Hana―. Puede que esta no sea nuestra Tierra de Partida, pero tampoco pertenezco a los mundos que visito y no me quedo indiferente cuando los masacran. ―asintió, sonriendo tal y como le fue posible por culpa de la mandíbula―. Voy tras Gabriel. Si le mato, quizá acabe esta pesadilla. Encárgate de las piedras, debe de tenerlas el encapuchado que está sobre el hombro del Alfa.

»Buena suerte… Vendré a ayudarte si puedo. Será un milagro que todos sobrevivamos a este día.

¡Ten cuidado!

Nadhia se precipitó hacia el suelo, haciendo desaparecer el Glider justo al tocar el asfalto con sus pies. Se apresuró a socorrer a Cornelia, dándole de beber un frasco que encontró rebuscando por su armadura*.

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*Nadhia le da una hiperpoción a Cornelia


¡Cornelia! ¿Te encuentras bien? —la examinó durante unos instantes, encontrándose con sus ojos, y sintió la necesidad de disculparse— Lo siento, no... no pude detenerle.

Invocó su Llave-Espada y apuntó contra el coloso que se alzaba ante ellas.

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Pero te juro que te ayudaré a acabar con él.

Nadhia no sabía cómo enfrentarse a aquella monstruosidad. Ni siquiera tenía un plan previsto de antemano. Lo único que podía hacer era confiar en la sabiduría de la líder de los Unicornios para acabar con aquella amenaza.

Y entonces, se dirigió al encapuchado.

¡Te contaré algo, seas quien seas! ¡Tu plan no saldrá bien! ¡Lo sé perfectamente, porque yo... yo... provengo de un futuro donde Tierra de Partida sigue existiendo! —cogió aire, enfrentándose al enemigo— ¡Vine aquí para salvarla de la oscuridad en mi presente, y si tengo que luchar por su pasado, también lo haré!

Se giró hacia Cornelia, sabiendo que acababa de delatarse.

No soy una traidora. Pero tampoco he sido honesta contigo. Espero que puedas perdonarme por haberte mentido acerca de mi origen. Úsame como gustes en esta batalla. Puedo ser un cebo perfecto, una distracción, una mera ayuda en hechizos curativos... lo que sea con tal de que vuelvas a confiar en mí.

Esperó su respuesta, por dolorosa que fuera... pero igualmente, acataría sus órdenes, y no permitiría que aquella bestia de oscuridad lanzara su ataque contra la ciudadela. Ascendió con su Glider, y lanzó una flecha con su arco a uno de sus ojos. Tenía que impedir aquel ataque masivo como le fuera posible.
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Re: [Evento Global] Ruta del Recuerdo Perdido - La ciudadela

Notapor Kairi » Jue Ago 13, 2015 12:49 am

La puerta de la casa de Catrina se abrió por arte de magia como la última vez. Kairi avanzó con Lyn y Diana siguiéndole el paso. Del salón provenía un olor a incienso. En su interior se encontraba Catrina leyendo un libro mientras fumaba de una pipa. Le sonrió a Kairi mientras extendía las manos.

- Déjame verlo, querida~. - Lyn asintió a Kairi indicándole que le cediera el libro de Zephyr. Y así lo hizo la Aprendiza. Catrina lo examinó detenidamente, tocando sus cuerdas, sopesándolo, oliendo sus paginas... Al final lo dejó en la mesa - .Habéis cumplido con parte del trato, si bien todavía me faltan unos pocos ingredientes. Hasta entonces, sin embargo, os ofrezco un lugar donde descansar y prepararos para lo que se avecina. Tomad asiento, por favor.

- Muchas gracias por su hospitalidad - agradeció Kairi.

Se sentó en uno de los sillones que les ofrecía la bruja. Suerte que podía quedarse allí, despues de todo lo que había pasado, no creía posible el volver al Alcázar. Diana obligó a Lyn a sentarse, pues no parecía dispuesta a aceptar la invitación.

- Tengo dos preguntas. ¿Cómo vais a devolvernos a nuestro tiempo? Y, ¿a qué te refieres con «lo que se avecina»?

- Hoy va a suceder algo trascendental. Veo una oscuridad inmensa y cómo la luz nos traiciona, por nuestra propia culpa. Por eso pedí que trajerais las piedras, al igual que mi hermano se lo encargó a otros de vuestros compañeros. Con el Libro de Zephyr y las piedras, deberíamos ser capaces de evitar que Tierra de Partida se desmorone como un castillo de cartas… Lamentablemente, sin el Papiro no seremos capaces de abrirlo. - Miró por la ventana hacia una montaña, en la cual estaría el Castillo de Tierra de Partida en el futuro - . Sucederá allí arriba. No soy capaz de ver mucho más.

>>En cuanto a cómo regresaréis a vuestra época, tendrá que decíroslo mi hermano. Él se encargará del hechizo necesario. No será, sin embargo, antes de que podamos vencer el peligro. O este acaba con nosotros o nosotros logramos vencer. No hay vuelta de hoja. Así que os recomiendo colaborar, si queréis regresar~. - Como Kairi se temía, al final tendria que luchar si quería regresar a casa con vida. Catrina se levantó y se llevó el libro - . Podéis ir a la cocina si tenéis hambre. He ordenado que os preparen un pequeño banquete.

- Espera - la detuvo Diana - . Vinimos a buscar algo concreto. Algo que pudiera ayudarnos en el futuro…

Catrina tamborileó sus dedos en el libro, sonriendo.

- Y aquí lo tenéis. Podréis llevároslo cuando hayamos salvado esta Tierra de Partida. ¿No es una gran noticia~?

Era lo más lógico. Si se llevaban el libro, no lo volverían a ver en el pasado. La única forma de salvar Tierra de Partida era luchando en el pasado y en el presente. Y para ello hacía falta el libro de Zephyr. Sin embargo, aun no tenían el Papiro que les ayudaría a abrirlo, por lo que le tocaba volver a esperar. Por suerte, podía comer algo en el banquete que les había preparado Catrina y descansar hasta la gran batalla. Después de llenar su estómago con algunos de los más suculentos manjares, fue a echarse una cabezadita en el sofá. Estaba muy cansada.

****


Un fuerte estruendo despuertó a la Aprendiza de su profundo sueño. Lyn y Diana fueron inmediatamente hacia el exterior donde se encontraba Catrina. Kairi corrió detrás de ellas. En el cielo, un centenar de Sincorazón se precipitaban hacia la ciudadela. Eso significaba que la barrera se había roto, o al menos parte de ella.

- Está empezando. Vamos, hemos de ir al alcázar. Mi hermano necesitará toda la ayuda posible. - dijo Catrina con un tono que asustó a Kairi, aunque era de esperar.

Volvieron al Alcázar. Por suerte, nadie se acordaba de lo que había pasado anteriormente. Los Caballeros corrían hacia la muralla para defenderla. Los niños corrían asustados de un lado a otro pero muchos ancianos simplemente se quedaron donde estaban.

Gracias a Catrina, pudieron entrar sin problemas al jardín. Uno del Clan de las Serpientes exclamó:

- ¡Señora Catrina…! ¡La señora Valeria…!

Pero Catrina lo interrumpió alzando una mano.

- ¿Dónde está mi hermano? ¿En los aposentos de Cornelia? - el Caballero asintió - Vamos pues.

Volvieron por el mismo camino que había recorrido Kairi. El terror inundaba los pasillos, pero eso no era lo que más le llamaba la atención. Era la sangre. Un rastro de sangre recorría el pasillo. Algo terrible le había pasado a Valeria, pensó. Pero cuando se acercaron a unos Serpientes que cubrían un cuerpo con una manta...

- ¡No! - dio un grito de horror. El cuerpo sin vida de Patricia, la niña que la había interrogado, yacía en el suelo, mirando al techo con ojos vacíos y una expresión de horror en su rostro. ¿Un Sincorazón había sido capaz de cometer semejante atrocidad? Prefirió apartar la mirada y siguió a Catrina hacia los aposentos de Cornelia.

Alli, unos Unicornios se encontraban rezando. En el mismo lugar del que Valeria la había echado escasas horas también estaba Assur. Al ver a su hermana, dirigió una mirada hacia una cama que había cerca. En ella yacía Valeria. Kairi se tapó la boca con las manos. A pesar de los modales que había tenido hacia ella, no le deseaba la muerte a nadie.

- Creemos que estaban buscando a Cornelia. Alguien oyó los gritos de la pequeña Patricia, pero no llegó a tiempo. Sólo vio escapar a alguien con capa. Debe ser el traidor… - dijo Assur con tristeza.

- Lamentablemente no hay tiempo para esto, hermano. - dijo Catrina mostrándole el libro. Assur parecia muy sorprendido - . Cornelia te dejó al cargo. Es tu deber organizar la defensa. ¡Hemos de resistir hasta que regresen esos aprendices y nos traigan lo que necesitamos!

Assur asintio y abandonó la sala dando órdenes a los demás Caballeros. Catrina se dirigió hacia las tres.

- Vuestras compañeras vienen desde dos direcciones: el sur y el oeste. Quizás necesiten ayuda. Sin embargo, es peligroso. ¿Qué preferís, esperar aquí o ayudarlas a llegar? Cualquiera de vosotras será útil si permanece en el Alcázar. Cuantas más manos para ayudar a los heridos y a ubicar a la gente, mejor.

Kairi ya tenía tomada su decisión. No podía dejar a sus compañeras en la estacada. Además, Lyn aun no estaba recuperada del todo y lo más seguro era que se quedara en el Alcázar. Diana sí le serviría de ayuda a la Aprendiza.

Mientras tanto, Catrina observaba por una ventana a una figura ascendiendo en un artefacto volador (o lo que fuera) hacia la montaña donde en el futuro estaría el Castillo. Parecía segura, no había Sincorazón por allí.

- Así que ya empieza... Pronto tendremos que acudir todos a la cima.

Kairi le comunicó su decisión a Catrina.

[b]Iré a ayudarlas. Me vendría bien que alguien viniera conmigo porque hay dos rutas por las que ir. Yo iré hacia el sur. También convendría que alguien se quedara aquí a ayudar, esa podría ser Lyn... si ella quiere, claro - dijo sabiendo el estado en el que se encontraba. Pero tampoco la podía obligar a quedarse despues de cómo la había ayudado a escapar de los sótanos.

Después de que Lyn y Diana tomaran sus decisiones, Kairi partiría hacia el sur con o sin ayuda.
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La Historia Del Hipercor By Rmedive92
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El Viernes 26 a las 20 fui al hipercor para compra un juego por el cumple de un amigo y en el msn deje un automensaje que era "En El Hipercor" , en esos momentos Habimaru cerro el chat y se creo una multiconversacion de 7 o 8 personas del foro para hablar , cada minuto aparecía mi gracioso automensaje con el icono del tio feliz , cuando llegue y comente estaban todos En El Hipercor , uno en el carrefour pero bueno , al dia siguiente en el chat la frase mítica aparecía cada poco En El Hipercor y ya esta es la historia del Hipercor que tanta gente me pregunta XD ( Se le ha parecido buena o vivió esto ponérselo como firma.


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Notapor Suzume Mizuno » Dom Ago 16, 2015 1:32 am

Adam




Adam y Aki volaron a toda velocidad, en una caída vertiginosa y que amenazaba cada dos por tres con salirse del control del vampiro, con todas las casetas y puentes, ¡y llamaradas!, que tuvo que esquivar. Una de las últimas por poco alcanzó a Aki, pero Adam tuvo buenos reflejos y fue ccapaz de evitarla en el último instante. Un golpe contra un puente los hizo dar un par de vueltas de campana pero, a la siguiente ocasión, en un hermoso zigzag, esquivaron una torre de la muralla —y de paso a unos cuantos Sincorazón— y el dragón se estrelló contra la misma. Los ladrillos y las piedras volaron por todas partes y uno golpeó a Adam en la espalda, sin llegar a hacerle demasiado daño. Suerte que era un vampiro resistente.

En ese momento Aki apuntó con una mano. El hogar de los Halcones estaba medio destruido,con una de las habitaciones humeando y siendo devorada por el fuego, pero el chico no apuntaba hacia este lugar, sino hacia el grupo de Caballeros que escapaba de unos Sincorazón. Varios Caballeros, que podían volar sin necesidad de glider, atacaban a los Sincorazón y daban la ocasión a otras figuras más lentas de escapar, cargando con los niños más pequeños.

Adam dejó caer a Aki sobre una mujer, que les había visto y reconocido y extendía los brazos hacia ellos. Cayeron al suelo, pero cuando se incorporaron parecían enteros, de modo que Adam pudo volverse hacia su enemigo. Se había estrellado, sí, pero parecía haber memorizado el olor de Adam y se precipitaba hacia él abriendo las fauces. El vampiro revoloteó entorno a su cabeza y consiguió desviar su atención. La garganta se le hinchó y Adam supo que, esta vez sí, iba a convertirse en murciélago a la brasa.

O eso creyó porque, de pronto, lo envolvió un puño de aire que silbaba tan fuerte que estuvo a punto de dejarlo sordo. Las llamaradas se arrojaron sobre él, pero fueron expulsadas hacia los lados por la ventisca en miniatura y, aunque sintió un calor abrasador, ninguna lo alcanzó.

¡A los ojos, atácale a los ojos! —gritó una Caballero que volaba como si fuera un pájaro y que le apuntaba con una mano. Parecía que le había salvado la vida.

Es más, disparó un golpe de aire tan potente contra la cabeza del Sincorazón que, por un momento, pareció que le partía el largo cuello. No fue así, pero sí quedó lo suficiente aturdido como para que otros Halcones, volando o en glider, se precipitaran contra él.

¡Matadlo!

—¡Que no se recupere!

—¡Vamos, hijo! —gritó la anciana que tan amablemente le había ofrecido antes una gallina. Estaba arrodillada junto a Aki y sus manos desprendían una magia verdosa que reconocería como sanadora.

Adam recibió una dentellada en un brazo que le hizo ver las estrellas pero, por lo demás, pudo despacharse a gusto contra el Sincorazón. Entre todos consiguieron disolverlo en una nube de oscuridad. Tras un instante, los Halcones estallaron en gritos de victoria. Adam no tuvo tiempo para descansar. De pronto una chica, la misma que le había salvado la vida, se le había colgado del cuello y hacía desaparecer su casco. Era rubia, con unos bonitos ojos azules —¿parecida a Aki? Quizás recordaría haberla visto cuando comió con ellos aquella tarde, pero había tantas personas que le resultaría difícil… Aunque joder, esta era muy guapa. Quizás no andaba por los alrededores por entonces— y le dedicó una resplandeciente sonrisa antes de estamparle un beso en la boca. Cuando se separó le dio una palmadita en la cara, le pasó una mano por el brazo herido, anulando el dolor y cerrando parte de los desgarrones con un poco de magia, y volvió a ponerse el casco.

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¡Andando, no hay tiempo que perder!

La anciana, con una sorprendente fuerza, cargaba a Aki a la espalda y los Halcones comenzaron a brincar por los escalones, descendiendo a toda velocidad.

¡Adam!—gritó el chico, extendiendo una mano como si quisiera cogerle para que no se alejara.

La chica miró hacia el vampiro y le guiñó un ojo.

Mi primo te ha cogido cariño. Eso significa que no eres mal tío. Si sobrevivimos, a lo mejor te invito a un trago.

Dicho esto, se adelantó a una velocidad pasmosa. Los Sincorazón venían tras ellos y también les cortaban el paso, pero los Halcones no dudaron en cargar, junto con miembros de otros clanes. Así, Adam tuvo que quedarse con la duda de a qué clase de trago se refería.

****
Neru


Neru, desgraciadamente, no encontró por los alrededores a Neizan. Quizás recordaría que el joven Caballero había afirmado que iba a ir tras Hjalmar, de modo que había regresado a la ciudadela y no andaba cerca de la Montaña de los clanes menores. En su lugar encontró una banda de Sincorazón que, atraídos por la presencia del aprendiz solitario, se abalanzaron sobre él. Sufrió muchos daños y escapó por poquísimo. Suerte para él que un Caballero Oso lo descubrió mientras se enfrentaba a un gigantesco Sincorazón volador y lo rescató. Lo llevó en su glider hasta la base de la Montaña y lo dejó en las manos de un curandero, que le hizo los primeros auxilios y pasó a su siguiente paciente.


****
Hana




¡Detente, maldito traidor! ¡Da la cara!

Puede que Hana no se lo esperara, pero la persona que volaba en glider escuchó su grito y frenó para echarle un vistazo.

No era Gabriel.

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¿Traidor?—repitió, extrañado. Quizás Hana lo recordara; había andado cerca del jefe de los Osos, aquel anciano gigante, y tenía un emblema de los mismos en su armadura—. ¿Quién eres tú? ¡No, espera, no tengo tiempo para esto! ¿Por qué vas hacia la cima? ¿También persigues a Hjalmar?—Señaló hacia la cima de la montaña—. He visto a alguien subir hace unos minutos. Sólo puede ser él…Porque quiere destruir Tierra de Partida—dijo, mordiéndose los labios—. Y sólo se puede hacer allí.

Dicho esto, pegó un violento acelerón.

«Sólo se puede hacer allí». Donde un día se levantaría el Castillo. Aquello no pudo hacer demasiada gracia a Hana, porque era de las pocas personas que sabía lo que un día habría en la cima, y no se refería al Castillo en sí, sino al núcleo del mismo.

Cuando viera que Hana continuaba hacia delante, el chico gritaría:

¡Vuelve atrás! ¡Hjalmar es uno de los Maestros más fuertes! ¡No aguantarías ni un segundo frente a él!

Hana estaba enfadada, pero no era tonta. Sin duda, ahora que había tenido un buen rato para volar —y que, de paso, el aire frío le había azotado el cuerpo— su mente se había despejado un poquito. Aquel chico pertenecía a uno de los clanes mayores y parecía cercano a su líder, por lo que debía ser fuerte. Y aunque ella no buscara a Hjalmar, sí quería encontrar a Gabriel, que no sólo podía dominar a un Sincorazón como el Alfa, sino que había secuestrado a Nithael y tenía dos poderosas piedras capaces de destrozar el escudo que protegía Tierra de Partida.

Sería inteligente ganarse un aliado.

Además, ¿es que no iba a explicarle nada al chico, si es que llegaban a encontrarse con Gabriel en la cima?

Tendría unos minutos para pensarlo mientras ascendían. Si le contaba todo, o al menos lo que le interesara, al joven, este se presentaría como Neizan y además preguntaría por su nombre. Después se quedaría estupefacto, pues era mucha información de golpe.

¿Hablas en serio?—le preguntaría. Después menearía la cabeza—. Claro que lo haces, porqué ibas a inventarte algo tan descabellado… ¡Joder! No te separes de mí. Quizás… Quizás todavía estemos a tiempo de evitar algo horrible.

Si no le decía nada, Neizan insistiría en que se marchara, aunque si ella insistía en continuar, no haría nada por impedírselo. Parecía más preocupado por llegar a la cima que por encargarse de ella.

Quizás con motivos.

*



Neizan fue el primero en aterrizar, se agachó tras unos andamios y se llevó un dedo a los labios, indicándole a la vez a Hana que se acercara a él.

No había Sincorazón a la vista, aunque eso no significaba que Gabriel no pudiera invocarlos. Fueron avanzando sin hacer ruido andamio tras andamio, escaleras y materiales que la gente había dejado acumulados para que, algún día, se retomara la construcción. A medida que se acercaban a lo que serían los sótanos la vista se despejaba y había menos objetos en el camino que les protegieran de sus enemigos.

Entonces Hana vio a Gabriel dándoles la espalda. A sus pies yacía Nithael. Si ella hacía amago de lanzarse sobre su enemigo, Neizan reaccionaría con una rapidez sorprendente y la sujetaría, a la vez que le cubría la boca con una mano. No le costaría prácticamente esfuerzo inmovilizarla.

No te preocupes, Nithael. Pronto dejará de doler. Sólo un poco más—dijo Gabriel con una dulzura extraña, muy diferente al tono que Hana le había escuchado hasta entonces. Sonaba pegajoso, siniestro, antinatural. Casi podía verle sonreír y no precisamente con cariño. El hombre se agachó junto al ángel y éste se estremeció.

Neizan se mordió los labios, pálido y preocupado.

Gabr… ¿Dónde…?

En la cima, Nith.—Gabriel se inclinó, pasó una brazo por los hombros de Nithael y lo ayudó a sentarse. El ángel dejó escapar un quejido de dolor—.Escúchame, Nith. ¡Escucha, no te desmayes!—Su voz resonó como un latigazo en medio del silencio—. Los Sincorazón están a punto de acabar con Tierra de Partida, Nith.—Ahora sí que parecía el Gabriel al que Hana había podido escuchar, aunque brevemente. Su voz parecía rota por la preocupación—. Tenemos que salvarles, Nith. Tenemos que invocar el Castillo del Olvido.

Neizan ahogó una exclamación, pero, por suerte, Gabriel no le escuchó.

Es la única forma, Nith. Voy a hacerlo. Sé cómo. Cuando lo haga, tendremos que defender este mundo. Tú y yo, como siempre, ¿verdad? Muy bien, Nith. Ya verás, pronto podrás salvarles a todos. Esta vez te reconocerán y ya no podrán tenerte miedo. No volverán a tratarte mal.

Gabriel dejó con suavidad a Nith en el suelo y pasó por encima de él mientras se dirigía hacia una escalera a medio construir que descendía un poco hacia lo que un día sería un sótano.

Neizan miró a Hana con horror, sin saber qué hacer. Cuando miró hacia delante dio un respingo.

Gabriel se había detenido en mitad de la escalera y miraba en su dirección. Sus ojos resplandecían con un tono dorado y les dedicó una sonrisa ambigua. ¿Desde cuándo sabía que estaban ahí…?

Así que fracasaré—dijo Gabriel, clavando la mirada en Hana. Alzó una mano y en ella se acumuló una nube de oscuridad.

¡No lo hag…!—En el último segundo, en vez de correr hacia Gabriel, Neizan giró sobre los talones y gritó—: ¡Cúbrete los ojos!

La advertencia llegó justo a tiempo. Hana, por otra parte, ya había vivido aquello, de modo que tampoco podía cogerla tan desprevenida. Eso sí, la luz fue tan potente que le dañaría las retinas a menos que se tapara con las manos. Hubo un violento temblor bajo sus pies y cayó de rodillas junto a Neizan.

La cima de Tierra de Partida siempre había sido fresca, pero el frío que la invadió en ese momento fue muy distinto. Atacó directamente sus huesos, a su interior.

Cuando abriera los ojos, se encontraría con un panorama no muy distinto de aquel que había dejado atrás hacía escasos días. Frente a ella se alzaba, al completo, el Castillo del Olvido, con su retorcido y escalofriante diseño, de tonos que concordaban con la oscuridad que parecía haberlos rodeado por todas partes. Tras el Castillo había una luz, pero no podía provenir del sol, era demasiado distante y no estaba en la posición correcta. En cualquier caso, era la única luz como tal de la que podían disfrutar, porque el resto del mundo se había sumido en la oscuridad más absoluta. Es más, Hana encontraría que la Montaña como tal había desaparecido y ahora se encontraban sobre una plataforma que flotaba… Sobre la nada.

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Ah, mierda—farfulló Neizan al incorporarse, todavía con la vista algo desenfocada—. Mierda—repitió al ver dónde se encontraban—. ¡Eh, no le toques! ¡Por el Primero, tenemos que ayudarle!

Las puertas se habían abierto de par en par y por ellas había aparecido Gabriel. Parecía ligeramente contrariado, pero levantó a Nithael sin ningún esfuerzo y les dirigió una mirada fulminante antes de introducirlo en el interior del Castillo.

Frente a la puerta se materializaron cuatro Neosombras que comenzaron a deslizarse hacia ellos.

¡Un momento!—Neizan llamó la atención de Hana mientras invocaba su Llave Espada—. No desperdicies magia con ellos. Tenemos que entrar de inmediato. Si de verdad quiere hacer daño a Tierra de Partida no debería ser capaz de tocar el Corazón, porque allí hay un protector que lo impedirá. No le permitirá coger la Llave. Tenemos que hacerlo tú o yo.—Neizan la miró con intensidad—. En el centro del vestíbulo, frente a una puerta enorme, dorada, tiene que haber una Llave Espada doble clavada en el suelo. Si Gabriel quiere destruir Tierra de Partida no podrá tocarla. Quien la use, podrá manipular el Castillo como desee. ¿Comprendes porqué te digo esto?—La cogió por un brazo—. ¡Cualquier deseo, cualquier estupidez puede ser fatal! No tengo ni idea de qué pasará si nosotros la tocamos, pero dámela a mí. Al menos yo sé más o menos cómo peude utilizarse. ¡Pero no debemos permitir que la coja Nithael!

No le explicó porqué, aunque si Hana lo pensaba, tenía lógica: Nithael quería proteger Tierra de Partida, pero estaba extremadamente débil. Se creería cualquier cosa que su amigo del alma le dijera.

Neizan se precipitó al frente y de un solo golpe de Llave Espada consiguió destruir a una de las Neosombras. Otra lo atacó por la espalda. Herido como estaba, no debía poder contar con todas sus fuerzas.

Aun así, era fuerte. Muy fuerte. Más que Hana. Seguramente ya fuera un Caballero hecho y derecho. Podría ocuparse de las Neosombras sí, y Hana continuar adelante, pero…

Hana ya sabía cómo era lo que le esperaba. Un vestíbulo en forma de T, seguido de tres puertas. No había lugares donde esconderse, no había nada excepto un largo camino blanco hasta la Puerta que debían abrir en el presente.

Eso significaba que tendría que enfrentarse sola a Gabriel que, además, tenía a Nithael y podía usarlo de escudo… Si bien no le haría falta. No si podía invocar Sincorazón y manejar incluso las Piedras.

Por otra parte, Neizan parecía saber mucho del Castillo del Olvido. Demasiado, incluso. A ella fue el Guía quien le mencionó algo sobre las Llaves necesarias para abrir la puerta que daba al núcleo, pero aquel chico lo tenía todo muy claro.

Así pues, ¿qué haría Hana?

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¡Buenas! Básicamente te resumo la situación y las posibilidades:

-Hana no tiene ni idea de lo que ha pasado con Tierra de Partida. Si se asoma por un borde de la islita podrá ver ls sombras de las montañas, pero todo está muy oscuro y no distinguirá nada más. De modo que, por lo que a ella concierne, está sola con Nithael, Gabriel y Neizan.

Dicho esto tienes tres opciones claras.

1). Quedarte con Neizan a pelear contra las Neosombras, confiando en que Nithael esté demasiado débil como para hacer nada de inmediato, y asegurarte su ayuda inmediata para cuando entres en el Castillo del Olvido. Podéis idear un plan, claro. Neizan es un Caballero hecho y derecho y será un gran aliado, pero perderéis tiempo.

2). Ignorar a Neizan y entrar de inmediato, dispuesta a enfrentarte a Gabriel.

3). Abandonar el Castillo del Olvido e ir en busca de ayuda.

Claro, si se te ocurre cualquier otra cosa, puedes hacerlo.

¡Buena suerte!




****
Adam y Neru



El clan de los Halcones alcanzó la base de la Montaña después de muchísimo esfuerzo y se refugió, por fin, tras las barreras que levantaban los hechiceros. No era lo mismo que el gigantesco escudo que habían tenido hasta entonces pero al menos les concedió un respiro.

La situación era dantesca. Había muchísimos heridos distribuidos por el suelo, tantos que apenas sí podían caminar. Gritaban y se retorcían de dolor. Había sangre por todos lados y Adam apenas sí conseguiría resistir la tentación, débil y cansado como se encontraba. Quizás era un buen momento para apurar alguna poción y recomponerse en la medida de lo posible.

La prima de Aki regresó corriendo de la plaza donde aquel mismo día los clanes se habían reunido para preparar la evacuación. La joven estaba herida, pero no parecía cansada, aunque sí profundamente preocupada.

El señor Zacharias ha ordenado dejar de lado todas las pertenencias. Dice que debemos reunirnos todos de inmediato porque va a dar las órdenes para escapar.

¿Escapar?—repitió Aki, exhausto y todavía muy pálido, aunque ahora al menos podía caminar por su cuenta—. ¿A dónde?—Ella negó con la cabeza e hizo una seña para que la siguieran. Por el camino, Aki soltó una exclamación de sorpresa y se precipitó al lado de Neru, que yacía tumbado contra una casa medio destrozada. Incluso esta parecía estar en mejor estado que él—. ¡Neru! ¿Qué ha pasado?

Lo ayudaría a incorporarse, aunque él mismo no se encontrara bien, y lo ayudaría a seguirlos. Neru tendría la oportunidad de explicarse con Adam. Aki torcería la boca pero luego diría:

No le des vueltas. ¿No has visto los Sincorazón que nos rodean? No habrías podido atravesarlos aunque lo intentaras…

Los alrededores de la plaza estaban abarrotados. Aki le tiró de la manga a Adam y le sugirió que los ayudara a subir a un tejado, desde donde podrían ver mejor.

Una vez allí, escucharían la voz grave y estertórea de Zacharias. El hombre se había subido a unas cajas, rodeado por un grupo de Osos y Leopardos, y su voluminoso cuerpo quedaba a la vista de todos. Estaba cubierto de sangre y de heridas mal cerradas. Aun así, había tanta energía en su postura, en su forma de hablar que el espectador podía olvidarse de ello.

¡¡Habéis luchado con valor, por vuestras familias, por vuestros amigos, por vosotros mismos!! ¡Cada gota derramada es una pérdida indecible para Tierra de Partida!—Hubo gritos que corroboraron, con furia, con dolor, sus palabras—. ¡La situación es desesperada, amigos! ¡No podemos permitir que muera ni uno solo de los nuestros más! ¡Ningún niño! ¡Ningún amigo, ningún ser querido!—Más gritos corearon su discurso—. ¡Por eso, Caballeros, vamos a abandonar Tierra de Partida!

El silencio cayó a plomo de tal manera que se pudo escuchar el estallido de los hechizos de los Caballeros que todavía se enfrentaban a los Sincorazón. Zacharias hinchó su gran pecho y continuó:

¡¡Abriremos Portales de luz a los mundos más cercanos!! ¡¡Todos los menores de 18 años pasarán en primer lugar, cargando a heridos y niños pequeños!! ¡Después lo harán los ancianos y todo aquel que desee sobrevivir! ¡No es el momento de dejarse llevar por el orgullo! ¡Una retirada estratégica es mejor a morir sin sentido!

—¡¿Y qué pasa con la ciudadela?!

¡¡La ciudadela está perdida a menos que hagan como nosotros!! ¡Aun así, necesitarán ayuda! ¡Yo invito a todos aquellos que estén dispuestos a hacer frente a la muerte a acompañarme! ¡Salvaremos a toda la gente posible, a todos los que estén en nuestras manos! ¡¡Y ahora moveos, antes de que nuestros hijos tengan que morir!! ¡Un día reconstruiremos Tierra de Partida! ¡Pero sólo si sobrevivimos y permanecemos juntos! ¡Porque nosotros somos la Orden! ¡Y la Orden SALDRÁ ADELANTE!

Zacharias, a la vez que los Osos y Leopardos, apuntaron con sus Llave Espada y a lo largo de la plaza se abrieron distintos Portales de luz.

¿De verdad vamos a dejar Tierra de Partida?—musitó Aki, con los ojos abiertos de par en par.

La gente comenzó a moverse. Quizás los clanes mayores no lo habrían hecho, pero los menores estaban dispuestos a todo con tal de proteger a su gente. No había un orgullo tan intrínseco, no había una desesperación tan insoportable por demostrar quiénes eran al mundo. La gente ayudaba a los heridos a incorporarse, grupos de niños cruzaban los Portales entre lágrimas o empujándose los unos a los otros, animándose.

Lo dejaban todo atrás y no les esperaba nada al otro lado del Portal, pero era mejor que quedarse a morir.

¡Eh, vosotros! —exclamó la prima de Aki desde el suelo, empujando con suavidad a la anciana—. ¡Traed a Aki! ¡Se marcha!

¡¿Qué?!—gritó él, indignado, aunque rompió a toser—.¡Yo me quedo!

Y una mierda. Tú te largas. ¡Tú, el de los ojos rojos, bájalo ahora mismo!

Apenas sí había terminado de decir la frase cuando escucharon un chillido agudo, que salía de innumerables gargantas inhumanas. Si miraban hacia arriba verían cómo los Sincorazón voladores se acumulaban hacia lo alto, aleteando con fiereza.

¡Eh, mirad eso!—gritó Aki.




Su dedo apuntaba a la cima donde un día estaría el Castillo de Tierra de Partida. Una luz extraña, resplandeciente, que apagaba la del mismo sol, se extendió como una cascada por el cielo.

Hubo un grito colectivo a la vez que la luz los cegaba a todos. Siguió una sacudida bestial y un frío que penetró los huesos de los aprendices hasta el témpano. Cuando abrieran los ojos creerían que sus pupilas se habían dañado con el fogonazo, porque no verían nada.

Pero no se habían quedado ciegos. Era que el mundo se había sumido en la oscuridad.

No había sol, no había nubes. La tierra se había vuelto negra, las casas se habían desmoronado y casi se fusionaban con la piedra de la Montaña. Esta parecía un tajo negro más que una acumulación de poderosas rocas. El cielo era oscuro, morado, azulado… Colores que giraban en lo alto, en una masa aceitosa.

El color de la oscuridad.

La única luz provenía de lo alto, de donde debería estar el Castillo, pero la Montaña central había desaparecido. En su lugar había una especie de isla flotante… Con un Castillo que tanto a Neru como a Adam les resultaría desagradablemente familiar.

El Castillo del Olvido.

Pronto dejaron de verlo porque los Sincorazón se acumularon en el cielo como una nube tormentosa y descendieron en picado. A la vez, las fuerzas que habían formado un círculo protector para los refugiados, demasiado sorprendidos por el repentino cambio del mundo, se vinieron abajo y una oleada de criaturas de oscuridad, ahora mucho más fuertes, hambrientas de corazones, cargaron adelante.

Zacharias comenzó a rugir, organizando a sus Caballeros para que reabrieran los Portales, que habían desaparecido, bien por la aparición del Castillo del Olvido, bien porque la sacudida los había cogido desprevenidos.

¡Cuidado! —gritó la prima de Aki en el momento que un dragón los sobrevoló y escupió llamaradas sobre el grupo que estaba inmediatamente frente a ellos. La mayoría estaban heridos y no pudieron rechazar el ataque, por lo que sus cuerpos se desvanecieron antes incluso de que se consumiera su carne.

Vamos a morir. Vamos a morir todos. El mundo se está hundiendo en la oscuridad—dijo Aki, con los ojos desencajados por el miedo.

Ya no estaban tan lejos de los Portales, pero la gente chillaba y se atropellaban unas personas a las otras intentando alcanzarlos y trasladar a los niños más pequeños. La tierra retemblaba bajo el avance de los Sincorazón terrestres, que lo arrollaban todo a su paso, y estaban a menos de cien metros de distancia. En ese momento vieron cómo Zacharias invocaba su glider y, con su escolta de Osos y Leopardos y unos cuantos Caballeros de otros clanes menores, cargaba contra un inmenso Sincorazón dragón que había aterrizado no muy lejos y devoraba a los desgraciados que se interponían en su camino. Lo destruyó y alzó un puño al aire:

¡¡AL CASTILLO ¡Esos monstruos quieren destruir el Corazón de este Mundo! ¡AL CASTILLO!

Una masa de personas arrolló entonces a los aprendices en un intento desesperado por evitar a un Ojos Rojos, que estaba tan cerca que pudieron escuchar su resoplido y sentir el calor de su mirada. La anciana de los Halcones saltó al frente, apartando a la prima de Aki de su camino, y dio un pisotón al suelo, del que emergieron a una velocidad monstruosa unas estacas de hielo. No atravesaron la gruesa piel del Sincorazón, pero sí lo obligaron a retroceder y a tambalearse antes de que, de un zarpazo, derribara a la anciana. Esta rebotó contra el suelo y, acto seguido, su cuerpo se desvaneció entre destellos de luz. Aki soltó un alarido de horror y corrió hacia ella.

¡¡Abuela!!

La situación era desesperada. Zacharias y sus Caballeros todavía atacaban desde lo alto, pero no eran magos negros, como las Serpientes, de modo que su rango estaba mucho más limitado. Además, cada vez ascendían más y se iban haciendo una cuña, preparados para ir hacia la ciudadela, costara lo que costara. Hacia la muerte.

Neru y Adam debían actuar. Si dejaban escapar a Zacharias, que marchaba con los Caballeros más fuertes, jamás podrían atravesar la nube de Sincorazón y llegar a la ciudadela. Ellos sabían lo que estaba sucediendo, porque lo habían vivido en sus carnes hacía pocos días: alguien estaba atacando el corazón de Tierra de Partida y se había activado, como consecuencia, el Castillo del Olvido para protegerlo. Eso significaba que si querían encontrar la forma de salvar el presente, sería yendo al Castillo. Además, allí estaban Catrina y Assur. Sin ellos, jamás podrían regresar.

Pero Aki y los Halcones todavía no habían alcanzado la salida. Puede que no lo consiguieran.

¿Se marcharían sin ellos? ¿Se llevarían a los Halcones supervivientes consigo? La prima de Aki era una gran guerrera, eso estaba claro, pero Aki estaba herido —como Neru, a menos que este empezara a tomar pociones a lo loco— aunque… las posibilidades de que alcanzara un Portal cada vez eran más reducidas. Si se arriesgaban a llevarlo hasta allí podían perder a Zacharias y su billete de ida al Castillo.

¿Qué harían…?

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De nuevo, como puede ser confuso, os resumo las opciones, aunque siempre podéis improvisar:

-Ayudar a los Halcones a llegar hasta los Portales, con riesgo de no poder uniros después a Zacharias y perderos la batalla final.

-Llevaros a la prima de Aki y al mismo con vosotros y uniros a Zacharias, cuyo grupo es el más fuerte de la zona y por tanto os aseguraría un mínimo de protección por mucho que se esté lanzando contra los Sincorazón. Sin él no podréis llegar al Castillo del Olvido. La ciudadela ha quedado por debajo del Castillo, por lo que por el camino podréis ver la pelea con el Alfa de Nadhia y Kairi. Si queréis uniros es vuestra decisión.

-Dejar a Aki en manos de su prima y correr con Zacharias antes de que se os escape. Es decir separaros de ellos y no volver a verlos.

-Opciones variadas que se os ocurran que no prometo que acaben bien, ¡aunque podéis sorprenderme!

Dependiendo de cómo actuéis recibiréis ayuda por parte de los NPCs y quizás alguna forma de curaros. Recordad: estáis en medio de la batalla. Si hacéis discursitos os arriesgáis a que vuestra VIT se reduzca a 0. Debéis actuar rápido y si queréis convencer a los NPC de algo, sed firmes.

¡Buena suerte!



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Saeko





¡Assur! ¿Dónde está…?

Una mujer del clan de las Serpientes se quedó mirando su palma con desconcierto. Después le pasó un brazo por los hombros y la orientó hacia el interior del Alcázar, indicándole apresuradamente que se dirigiera al vestíbulo, donde podrían decirle dónde se encontraba Assur.

Saeko recibió empujones aquí y allá, junto con un doloroso pisotón, pero tampoco podía culpar a la gente, que corría de un lado a otro en un intento desesperado por organizarse. En lo alto de las torres y los tejados de las casas las Serpientes disparaban al cielo o a las calles para defenderse. Había grupos de Caballeros que, tras las barricadas, usaban sus Llave-Espada cañón para hacer retroceder a los Sincorazón. Los Unicornios atacaban desde el aire con su carga de caballería.

Pero hasta alguien como Saeko, poco acostumbrada a la guerra a gran escala, vería que era una batalla perdida. Cuanta más gente se acumulaba en la ciudadela, más atraían a los Sincorazón, que estaban locos por devorar esos suculentos corazones.

No quedaba tiempo.

Entonces fue cuando escuchó un llanto y una voz que la llamaba. Lyn se interpuso en su camino y pareció muy aliviada al verla con vida. Cargaba en brazos al niño que el día anterior Neru había salvado. La pobre criatura tenía un brazo vendado y empapado en sangre y estaba tan blanco que parecía un fantasma.

¡Saeko! Menos mal que estás entera. ¿Qué ha pasado con Nadhia y Hana?—Cuando se enteró de que Saeko quería ver a Assur, apretó los labios y susurró mientras la guiaba—: ¿Lo tienes?

Encontraron a Assur y a Catrina en el vestíbulo, desde donde impartían órdenes a diestro y siniestro. Si se fijaba, descubriría que Catrina portaba un libro enorme y claramente incómodo bajo un brazo, negándose a separarse de él.

Había tantas personas que Assur no se percató de la presencia de Saeo hasta que esta le puso el Papiro en la mano. Aturdido, tardó unos instantes en reconocerla. Después bajó la vista hacia lo que le había entregado y sus ojos resplandecieron.

Lo has...

En el templo encontramos un tal Gabriel… Nos engañó, robó las piedras y me dejó este regalito a mí. Ha raptado a Nithael y controla el Alfa. ¿Dónde está el libro? ¿Cómo lo utilizamos?

Lyn se quedó mirándola con la boca abierta de par en par.

¿Gabriel? Oh, por el Primero, no puede...—Assur sacudió la cabeza. No era el momento. Impartió unas órdenes secas al grupo que lo rodeaba—: Situaos en las bocas de calle, defendedlas a toda costa. ¡Que los heridos no salgan! ¡Ahora mismo saldremos a pelear!

Cuando la multitud se dispersó un poco, Catrina se desplazó con la elegancia de un gato hasta llegar al lado de Saeko. Le tocó con suavidad un hombro.

Buen trabajo.

¡No tenemos tiempo, tenemos que usar el libro ya!

Catrina asintió, separó los dedos y Saeko se sintió de pronto mucho más descansada. Gran parte de sus heridas y sus magulladuras habían desaparecido. Después se situó frente a Assur y sin más ceremonias, este desplegó el Pergamino y lo leyó lo más rápido que pudo. Después posó las manos sobre la cubierta del Libro y empezó a murmurar en un idioma que Saeko no reconoció, aunque sí le resultaría melódico y agradable. Los cordones que ceñían el Libro se iluminaron y, de pronto, innumerables runas aparecieron por su superficie. Assur frunció el ceño y alzó un poco la voz mientras continuaba con su canturreo. Catrina cerró los ojos, asintió un par de veces y unió su voz a la de él. Aparecieron más y más runas. Incluso sin tocarlo, Saeko sentiría que el Libro quemaba. Un aura dorada lo rodeó y empezó a iluminarse y a crecer hasta que se volvió cegadora. Incluso atravesó sus párpados, si intentaba cerrarlos. No tendría más remedio que alejarse si no quería chamuscarse la piel.

Al cabo de unos minutos, que seguramente se le hicieron eternos, la potencia del aura se redujo con brusquedad y se escuchó un chasquido.

Los cordones cayeron al suelo. Los hermanos jadearon y Assur tomó el libro. Catrina se llevó las manos al pecho: estaban en carne viva. Aun así el gesto de la mujer no dejó que trasluciera ni una pizca de dolor.

Busca un hechizo protector, Assur. Hemos de asegurar la ciudadela, aunque sólo sea por un par de horas, y mientras estamos fuera…

Saeko no llegó a saber lo que pasaría «mientras estuvieran fuera» porque de pronto una luz lo inundó todo. Fue muchísimo más potente que la que había desprendido el Libro y se coló por las ventanas. Era blanca, tanto que hacía daño y se escucharon gritos de dolor de la gente que no había podido cubrirse a tiempo el rostro. Assur se precipitó sobre Saeko, Lyn y Catrina y las obligó a agacharse al tiempo que las cubría con su capa y las protegía del fogonazo. La tierra se sacudió bajo sus pies y cuadros, cerámicas y demás cayeron al suelo con violentos estallidos.

Después, el mundo se sumió en la oscuridad.

Ha llegado el momento—susurró Catrina a la vez que apartaba con suavidad a Assur y se incorporaba. Los ojos de Saeko tardarían un poco en acostumbrarse a la oscuridad. Assur invocó unas volutas de luz pálida que revolotearon como hadas diminutas a su alrededor, iluminando el vestíbulo—. Estamos cayendo en la oscuridad...

¿Qué…?

Assur se precipitó hacia la salida del vestíbulo y, cuando salieron al jardín, Saeko se encontró con una visión que le sonaría, ya que la había visto hacía escasísimo tiempo, sólo que desde una perspectiva diferente.

Tierra de Partida había desaparecido. No, más bien, se había sumido en las sombras. El cielo, las nubes, el lago, todo estaba cubierto por capas de oscuridad sucia y en movimiento, como una niebla espesa de colores morados y azulados. Las lejanas montañas sólo se veían como agujeros negros en la distancia.

Y, arriba… Todavía había luz, pero era una escasísima y recortada, no por la gran Montaña central —que había desaparecido— sino por isla flotante con un camino que se perdía en el cielo. Desde allí abajo era difícil decirlo, pero quizás Saeko alcanzaría a ver una retorcida torre que le resultaría familiar. Con todo, si no sabía qué era, Assur se encargó de decirlo por ella.

El Castillo del Olvido. Por el Primero…—Se volvió hacia su hermana, con el rostro demudado. Ella asintió, sombría. Luego el líder de las Serpientes miró a Saeko y su tono dejó claro lo terrible que era la situación—. Gabriel. Debe ser él. Si tiene las piedras y controla a los Sincorazón, eso significa que es un enemigo prácticamente imposible de vencer. Y ha secuestrado a Nithael. ¿Para qué…? No, eso ahora no importa. Si ha aparecido el Castillo del Olvido, entonces estamos al borde de la desaparición. Con Nithael y las Piedras, Gabriel puede invadirlo sin problemas.

Y la luz nos traicionará… Por nuestra propia culpa—musitó Catrina—. Nithael es un peligro, pero lo es todavía más Gabriel. Debemos eliminarlo. Ahora mismo.

Saeko vio que los hermanos habían llegado a la misma conclusión. Invocaron sus glider y subieron a los mismos de un salto. La joven podía protestar, incrédula: ¿estaban abandonando a su gente? ¿Qué pasaba con el Alfa? ¡Ahora que tenían el Libro, podían acabar con él! ¡Sus compañeras estaban en peligro! ¡Además, tenían que devolverlos al presente!

Es más, Lyn, sin soltar todavía a Ren, se adelantó imprecándole a la vidente:

¡¡A dónde se supone que vais!! ¡Esta gente depende de vosotros, sois los únicos dirigentes que quedan!

Sin embargo, nada de eso importaba para Assur y Catrina en ese momento. El primero se fue a dar unas últimas órdenes a sus subodinados mientras que la segunda miró a la joven y dijo:

Ahora mismo nuestro enemigo es Gabriel. No me importa lo que haya sucedido en vuestro futuro: el que importa ahora es el nuestro. Nuestra Tierra de Partida no debe desaparecer. Si nos quedamos a pelear, será una sentencia a muerte. Hemos de confiar en que la gente sea lo suficiente fuerte para aguantar hasta nuestro regreso…

»Y que nosotros mismos volvamos. Es el momento de elegir, Saeko.


¡Catrina!—rugió Assur que, con el Libro bajo el brazo, aceleró el glider y se dirigió hacia el Castillo del Olvido.

Catrina asintió y despegó a toda velocidad.

Saeko se quedó atrás, en medio de Caballeros que, asustados, contemplaban cómo los Sincorazón parecían crecerse ahora que el mundo había empezado a perder su luz. No sólo eso, sino que ninguno entendía bien lo que estaba sucediendo. Sus líderes se marchaban, los Sincorazón ganaban fuerza y…

Su mundo desaparecía.

El pánico comenzaba a hacer mella.

Saeko debía escoger. Tenía una responsabilidad, tanto para con sus compañeras como con su presente. Catrina y Assur eran los únicos que podían darle una solución para que Tierra de Partida se salvara, pero para ellos lo que debían proteger era el mundo actual. Por otra parte, sabía que Hana y Nadhia andaban por ahí perdidas, quizás luchando, quizás a punto de morir. Se suponía que habían ido tras Gabriel, pero bien podían estar intentando rescatar a Nithael de las manos del Alfa.

Ellas habían perdido las Piedras.

Si no fuera por ellas, quizás Tierra de Partida habría contado con unas horas más. Saeko había confiado en Gabriel y, en cierta manera, había sentenciado el pasado…

¿Y puede que el Futuro?

Los gritos de horror y miedo no hacían más que aumentar en un terrible crecendo. Parecía, de forma literal, el final de un mundo. Lyn rechinó los dientes, mostrando los colmillos, y apretó contra su cuerpo a Ren. Temblaba. En su interior se libraba una lucha titánica.

¡Joder! ¡Mierda!—Se introdujo en el vestíbulo y dejó al niño en un rincón donde nadie pudiera pisarle—. Lo siento. Lo siento.—Cuando regresó miró con seriedad a Saeko— . Ahora lo que más importa es regresar. No podemos dejar que mueran sin darnos la forma de salvar Tierra de Partida… Y a todas las personas que se han quedado esperando.

Montó en su glider de un salto y salió disparada tras Catrina y Assur.

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Básicamente:

-Acompañas a Catrina y a Assur, que tienen la forma de proteger el presente y de devolveros al mismo, para ayudarles o intentar al menos que te cedan su información si es que van a morir. En ese caso tendrás el apoyo de Lyn que, aunque no está en sus mejores condiciones, sigue siendo una luchadora nata.

-Marchas en busca del Alfa, que supuestamente tiene todavía cautivo a Nithael, y ayudas a detenerlo. También puedes dar indicaciones a las compañeras de Saeko para que se dirijan al Castillo del Olvido.

-Alguna otra opción que se te ocurra, aunque estas dos son las que te recomiendo si quieres hacer algo productivo.

¡Buena suerte!



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Nadhia y Kairi




Iré a ayudarlas. Me vendría bien que alguien viniera conmigo porque hay dos rutas por las que ir. Yo iré hacia el sur. También convendría que alguien se quedara aquí a ayudar, esa podría ser Lyn... si ella quiere, claro

Lyn apretó los labios, pero asintió con la cabeza. Era consciente de que supondría más un estorbo que otra cosa, de modo que le dio una palmada en el hombro a Kairi y luego miró fijamente a Diana. Esta le dedicó una suave sonrisa.

Tened cuidado. Traedles de vuelta. Todavía tenemos una oportunidad de regresar a casa.

Volveremos. ¿Verdad, guapa?—preguntó Diana a Kairi. Se despidió con un gesto—. Y no te mueras. Hay muchas cosas que tenemos que resolver.

Diana le dio la espalda a Lyn y echó a correr al lado de Kairi. Por el camino invocó su glider e invitó a la chica a imitarla, pues tuvieron que superar las barricadas de Caballeros que ocupaban las calles para viajar al sur. Les tocó hacer todo tipo de cabriolas para evitar rayos de luz, de fuego o hielo y también a los Sincorazón que los Caballeros retenían a duras penas. Kairi por poco acabó en el suelo por culpa de un Ojos Rojos que pegó un salto inmenso y rozó su glider con las garras, pero aunque se hizo daño en el cuello por la violencia del rebote, pudo seguir volando.

El Alfa destacaba por encima de casi todos los edificios, cuyas techumbres se desgajaban bajo sus dedos como si fueran de polvo. Le vieron concentrar un inmenso rayo de oscuridad en su pecho. Diana le gritó una advertencia y las dos se elevaron a lo alto para esquivarlo. Llegó el momento en el que se encontraron solas: todos los Caballeros que no habían muerto se habían retirado a la ciudadela, perseguidos por los Sincorazón.

O casi.

¡Allí están!—gritó Diana, señalando a dos figuras en un callejón. Luego fijó su mirada en la figura que montaba en el hombro del Alfa.

Entre tanto…

¡Cornelia! ¿Te encuentras bien?

Cornelia se quedó sorprendida al ver aparecer a Nadhia de la nada, aunque cuando vio que le ofrecía la Ultrapoción no dudó en bebérsela de un trago.

Lo siento, no... no pude detenerle.

El gesto de Cornelia se ensombreció, si bien no tuvo tiempo de responder a la disculpa de Nadhia, porque la chica comenzó a gritar hacia su enemigo:

Pero te juro que te ayudaré a acabar con él.

¡No seas estúpida, son demasiado fuertes para ti…!

¡Te contaré algo, seas quien seas! ¡Tu plan no saldrá bien! ¡Lo sé perfectamente, porque yo... yo... provengo de un futuro donde Tierra de Partida sigue existiendo!¡Vine aquí para salvarla de la oscuridad en mi presente, y si tengo que luchar por su pasado, también lo haré!—Cuando se volvió hacia Cornelia, esta la miraba como si se hubiera vuelto loca—.No soy una traidora. Pero tampoco he sido honesta contigo. Espero que puedas perdonarme por haberte mentido acerca de mi origen. Úsame como gustes en esta batalla. Puedo ser un cebo perfecto, una distracción, una mera ayuda en hechizos curativos... lo que sea con tal de que vuelvas a confiar en mí.

Cornelia la observó unos instantes, desconcertada. Después se puso en guardia, pegó un grito de advertencia, la aferró por un hombro y la obligó a saltar a un callejón antes de que un nuevo rayo de oscuridad las fulminara. La explosión las arrojó hacia delante y se estamparon contra un muro. Soltando un resoplido, Cornelia echó a un lado los fragmentos de roca y polvo que le habían caído encima y espetó:

¡No hay tiempo que perder! ¡Ya me explicarás eso en otro momento, vengas o no del futuro, lo que importa es matar a este monstruo ahora!

No había acabado de decirlo cuando la inmensa mano del Alfa se cerró sobre el tejado inmediatamente superior a ellas y la cabeza de la criatura asomó, buscándolas con los ojos. Cornelia invocó su glider, en forma de Unicornio, y subió a él de un salto llevando a Nadhia consigo. Salieron disparadas justo a tiempo para evitar que un puño inmenso destrozara contra el suelo. Las envolvió una nube de polvo. Apenas sí habían salido cuando el encapuchado apuntó hacia ellas con una Llave Espada y Cornelia lanzó un grito ahogado de indignación. Acto seguido un hechizo que actuó a modo de barrera repulsora las lanzó volando por los aires.

El Alfa era lento. El encapuchado, no.

Cuando Cornelia consiguió restablecer el equilibrio de su glider apuntó con su propia Llave Espada y rugió:

¡¡Nunca pensé que fueras un cobarde, Hjalmar!! ¡Lucha conmigo, enfréntate a mí!

La figura hundió los hombros y, por fin, se quitó la capucha. Nadhia lo recordaría de la reunión de líderes y podría ver que Hjalmar parecía muy desmejorado. Se le habían formado ojeras bajo los ojos y su piel había adoptado un color cetrino. Sonrió con tristeza a Cornelia.

Siempre has pensado que las cosas se resuelven uno a uno, Cornelia, pero el mundo no es justo. Lo siento.

¡Te eliminaré, maldito monstruo!—gritó la líder de Tierra de Partida—. ¡Cómo puedes hacer esto, cómo puedes matarlos a todos!

Hjalmar cerró los ojos y meneó la cabeza.

En ese preciso instante, el mundo se vio envuelto en una cascada de luz. Cornelia gritó, pero consiguió dominar su glider y no desplazarse demasiado. Escucharon un rugido extraño, seguido de una sacudida del suelo que provocó que los edificios rechinar a sus pies. Los ojos de Nadhia tardaron en acostumbrarse a la súbita oscuridad que lo había envuelto todo.

El sol, el cielo, la tierra y los edificios parecían haber sido cubiertos por una capa de oscuridad. La Montaña central había desaparecido y, sobre ella, en lo alto, flotaba lo que parecía ser un islote con un camino que se perdía en la distancia. Del otro lado provenía una luz muy débil, pero Nadhia no pudo descubrir su origen. Lo que sí captaría su ojo era que, sobre la isla, parecía haber un Castillo. Se parecía demasiado a…

El Castillo del Olvido…—farfulló Cornelia, que se había puesto tan pálida como la luna. Luego mostró los dientes a Hjalmar—. ¿Era eso lo que pretendías? ¿QUIERES DESTRUIR ESTE MUNDO POR COMPLETO?

Hjalmar aguardó un instante y después asintió.

Zacharias habrá escuchado mi consejo y estará abriendo portales para que los clanes menores escapen. Pero vosotros… No, nosotros, somos demasiado orgullosos para abandonar este lugar. El corazón de la Orden desaparecerá para siempre junto con Tierra de Partida. Así el veneno no podrá extender por el resto de los mundos.—Hjalmar miróa Nadhia—. Gabriel me habló de ti y tus amigas. Dices venir del futuro. Si es cierto que Tierra de Partida sigue existiendo y que está lo suficiente desesperada como para tener que salvarla viniendo al pasado, significa que nada de esto será en vano—dijo. Sonreía, pero no parecía en absoluto satisfecho, ni mucho menos conforme. La expresión de Cornelia, por su parte, se había demudado en el mismo momento que escuchó el nombre de «Gabriel»—. ¡Vamos con él! —espetó al Sincorazón, que se puso en marcha.

Entonces el Alfa dio un traspiés tan violento que Hjalmar ahogó una exclamación y estuvo a punto de caerse de su hombro. Nadhia pudo ver que unas enredaderas fuertes y de un vivo color verde habían surgido a los pies del Sincorazón y que le atrapaban las piernas con firmeza. La criatura trató de sacudírselas y rompió varias, pero todavía más enredaderas crecieron y pugnaron por mantenerla atada al suelo.

¡Nadhia, tu arco!—chistó Cornelia—. ¡Arráncalo de su hombro!

Nadhia no vería por ningún lado a quien había originado las enredaderas, aunque podría imaginárselo. Cornelia, por su parte, invocó su Llave Espada y se precipitó contra el Alfa en un intento derribarlo. Hjalmar trató de hacerla retroceder con una barrera, pero la Líder de los Unicornios estaba preparada para aquello y la esquivó en el último segundo.

Nadhia podía invocar su propio glider o saltar a un edificio para tener una superficie más o menos firme bajo sus pies. En cualquier caso, quedarse con Cornelia no era la mejor opción si esta intentaba atraer la atención tanto del Alfa como de Hjalmar.

Kairi, por su parte, se encontraba a la espalda del Alfa, junto a Diana. La aprendiza de Bastión Hueco la había obligado a descender y a hacer desaparecer su glider. Corretearon por las destrozadas callejuelas mientras escuchaban el intercambio entre Hjalmar y Cornelia. Diana puso una mueca de desagrado, pero no dijo nada, quizás por miedo a que las descubrieran. Por suerte para ellas, el corazón de Cornelia debía ser lo suficiente fuerte como para que el Alfa no se percatara de la presencia de las dos jóvenes.

Escúchame—le susurró al oído, escondidas en el interior de una casa—.Voy a intentar detener al Alfa. Nadhia anda cerca, así que entre las dos debéis intentar derribar al tipo ese del hombro del Alfa. Ahora mismo es el más peligroso. ¿Comprendes? Después intentaré echarte una mano, pero ahora tengo que intentar separarlos. No luches directamente contra él. ¡Sólo trata de alejarlo!

Dicho esto, Diana saltó por una ventana, se pegó a una esquina y se puso manos a la obra. Kairi contempló exactamente el mismo tropiezo que Nadhia y vio las acciones de Cornelia, por lo que podría actuar en consecuencia aprovechando que nadie la veía. Tenía dos caminos; uno a izquierda, otro a derecha. El de la izquierda la acercaría más al hombro donde se encontraba Hjalmar. También podía trepar a algún tejado.

Por otra parte, bajo una mesa, antes de salir de la casa, encontraría un Éter que, sin duda, le vendría de maravilla.

Sus enemigos eran poderosos, pero al menos tenían a dos aliadas y una de ellas era la guerrera más fuerte de Tierra de Partida.

El problema era que el tiempo corría. Tierra de Partida como tal había desaparecido, pero debía de quedarles muy poco si era cierto que había alguien que estaba intentando amenazar el mundo…

Así que debían terminar cuanto antes con aquella batalla y, para ello, iban a jugarse tanto su vida como las de la gente que las aguardaba en el presente. Porque, si no volvían, ¿quién les aseguraba que sus compañeros habían encontrado la forma de salvarles de la plaga que amenazaba con destruir su mundo?

Ante ellas tenían a un enemigo muy similar al del futuro.1 Si debían arriesgar la vida, encontrar su punto débil podía ser un buen motivo para ello.

Spoiler: Mostrar
Aquí ando otra vez. Vengo para advertiros:

1) Para vosotras ha comenzado la batalla final del pasado. Es decir, el Alfa es vuestro jefe. Hjalmar, desgraciadamente para vosotras, viene en el pack, pero está demasiado por encima. Así que lo ideal sería hacer lo que os han dicho Cornelia y Diana: separarlos. En ese momento los movimientos del Alfa se volverán más erráticos y menos decididos; su objetivo no será tanto dirigirse hacia el Castillo del Olvido como enfrentarse a vosotras.

2) Si se os escapa el Alfa, este ascenderá hasta el Castillo y por tanto se sumará a los peligros que haya allá arriba, por lo que os recomiendo tomaros muy en serio este combate.

3). Cornelia y Diana están para apoyaros y atacarán tanto a Hjalmar como al Alfa, si bien después Cornelia se centrará más en Hjalmar al ser su enemigo. Podéis gritarles sugerencias o pedirles ayuda si la creéis necesaria. Si no, también está la posibilidad de dejarlas actuar a su aire. Diana será principalmente el personaje de apoyo; Cornelia irá más a su aire.

4). Tenéis relativamente pocas rondas, por lo que debéis concentraros mucho en no desperdiciar tiempo y en acabar con el Alfa. Trabajad en equipo.

5). En las casas podéis (quizás) encontrar ítems como Ultrapociones (hay 2) o Éteres (hay 2, 1 uno lo ha encontrado ya Kairi). Si intentáis buscarlos os arriesgáis a perder tiempo, por eso os animo a usar toda vuestra magia y vuestra energía en luchar y que os turnéis para buscar objetos. Es posible que no encontréis el Éter que necesitéis en su momento, pero pensad que no vais a estar completamente desabastecidas y podéis ayudar con ellos a vuestras aliadas.

El Alfa es un enemigo jodido, pero lento.

¡Ánimo!




Spoiler: Mostrar
Hana
VIT: 26/40 [+2 Anillo Coraza]
PH: 32/32
+Ultrapoción1

Saeko
VIT: 35/40
PH: 26/26
+ 2 éteres

Gengar
VIT: 58/58
PH: 20/20

Adam
VIT: 25/60
PH: 16/16
+Poción

Neru
VIT: 4/26
PH: 16/22
+ Poción

Kairi
VIT: 20/22
PH: 20/20
+ 1 Éter

Nadhia
VIT: 34/50
PH: 20/38


Spoiler: Mostrar
Bueno, pido perdón por este pedazo de post, que os obligará a escribir mucho y con intensidad, pero pensad que a partir de ahora, aunque nos acerquemos al clímax, todo será más rápido. Recordad: intentad hacer avanzar la acción. Si elegís un camino u otro decidid en vuestros post lo que vais a hacer si encontráis tal u otra situación. Pensad que os estáis metiendo contra unos enemigos muy jodidos, así que es el momento de pensarse las acciones y no depender de la corriente.

¡Suerte!


Fecha límite:viernes 21 de agosto a las 23:59
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¡Gracias por las firmas, Sally!


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Suzume Mizuno
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Re: [Evento Global] Ruta del Recuerdo Perdido - La ciudadela

Notapor Tsuna » Jue Ago 20, 2015 5:21 pm

Spoiler: Mostrar

Todo sucedió demasiado rápido. Recibí empujones, pisotones, y hasta me faltó el aire en más de una ocasión caminando por el vestíbulo, la situación no podía ser más agobiante. Escuchaba de fondo cómo los Caballeros disparaban y cargaban con todo lo que tenían, la magia, los hechizos y los gritos, ya fuesen de guerra o de auxilio, hacían de mi tarea algo todavía más estresante. Porque era imaginar a los cientos de sincorazón que había afuera avanzar por la ciudadela y marearme.

Pero fue todo un alivio encontrar a la maestra Lyn, de Tierra de Partida, merodeando en el Alcázar. Alivio que no duró mucho al ver el niño que sostenía en sus brazos, el mismo que Neru había salvado días atrás. Expresé una mueca de disgusto, intentando convencerme a mí misma de que todavía seguía con vida y no tenía de qué preocuparme. Que con el Papiro y el Libro todo se solucionaría en un momento. ¡Pues claro que sí!

¿Lo tienes?

Asentí, intentando no detener el paso por nada, buscando con desesperación a Assur. A Catrina la conocía por las bocas de mis compañeros, pero nunca la había visto en persona… Y no tardé en reconocerla, junto a Assur y sosteniendo un enorme manual bajo sus brazos. Supuse que era ella, pero no quise entretenerme en nada que no fuese estrictamente necesario. No había tiempo.

Le entregué el pergamino al líder de las Serpientes y le resumí la situación lo más rápido que pude, esperando que conociese a Gabriel, o que en base a mi información pudiese desenvolverse mejor en la batalla que nos esperaba. Y así fue, pues con un tono autoritario que consiguió dejarme paralizada en el sitio, dio unas rápidas órdenes a los Caballeros situados a nuestro alrededor. A partir de ahí me quedé quieta, refrescandome los labios secos y agrietados, observando con desesperación todos y cada uno de sus movimientos. Tanto los de Assur como los de Catrina, y esperando que no sucediese ningún imprevisto. La mujer me había recuperado las fuerzas, a lo que le asentí agradecida un instante, para volver la vista al tomo de Zephyr. Casi obsesionada con él.

Apreté los puños y me mantuve tan concentrada como ellos en el ritual, intentando no perderme absolutamente ningún paso. Los cánticos se me hicieron místicos y hasta relajantes, acompañados de las runas y los cordones dorados del libro, que brillaban con fuerza. Simplemente me quedé atónita, observando todos y cada uno de los pasos. Maldita sea, que tenía el libro del mismísimo Zephyr delante de mis narices y estaban rompiendo su sello.

Un aura dorada se empezó a manifestar a su alrededor, emitiendo cierto calorcillo que se me hacía agradable, pero entonces fue a más, y llegó un punto en el que sentí como si tuviese lenguas de fuego justo delante de mí, quemándome las mejillas sin piedad. No tardé en verme obligada a cerrar los ojos por aquel destello tan fuerte que emitió, y aun así sentía que me estaba abrasando viva. Me intenté convencer mentalmente de que debía permanecer allí, aguantar, pero me resultó imposible por razones evidentes. Retrocedí un paso por instinto, y otro, y luego una vez más.

Me cubrí los ojos con mis brazos, cegada por la potente luz del libro, asombrada por el poder que tenían aquellas runas tan antiguas. Gabriel había sido capaz de arrebatarnos toda la energía a Hana y a mí, y ahora Assur y Catrina lograban romper un sello a costa de sus vidas… ¿Por qué me daba la impresión de que el control de las runas, aparte de impresionante era también peligroso? ¿Sería esa la razón por la cual ya no quedaban documentos sobre ellas en nuestra época? No me extrañaba tampoco que durante mil años aquel conocimiento se perdiese, vamos, era una diferencia demasiado grande de tiempo.

¡Ag! —terminé por exclamar al cabo de un rato, hastiada por la luz que no paraba de quemarme la cara y los ojos, aun cuando los tenía cerrados y cubiertos por mis brazos.

Pero no se detuvo, el destello continuó durante un rato más hasta que finalmente fue disminuyendo su potencia, y aun así, yo seguía igual de cegada, incapaz de abrir los ojos y viendo todavía el reflejo de una fuerte luz de fondo dentro de mis párpados. Me costó horrores habituarme de nuevo a la realidad, tenía la vista cansada y tanto los ojos como las mejillas me ardían. Pero no tenía derecho a quejarme, no cuando los líderes de las Serpientes estaban todavía peor que yo, sudando y con unas pintas de haber pasado por un infierno.

Tenía que admitir que se me quitaron un poco las ganas de aprender runas, siendo consciente de que no era algo con lo que se pudiese jugar, no se trataban hechizos normales y corrientes que una pudiese lanzar a placer, en absoluto… Tal y como me había dicho Assur en nuestra reunión, era magia de gran poder cuyo conocimiento se dejaba en pocas manos. Y creía entender finalmente el por qué.

Busca un hechizo protector, Assur. Hemos de asegurar la ciudadela, aunque sólo sea por un par de horas, y mientras estamos fuera…

Comprobé con la vista la situación de Lyn y del resto de personas en el vestíbulo, a mi alrededor, temerosa por encontrar una horda de monstruos y no de seres humanos. Estaba claro que sin el libro no teníamos posibilidades. Éramos hormigas frente a ellos. ¿Y qué había sido de Anisa y los del templo? Solo deseaba que me hubiesen escuchado y estuviesen de camino… Si es que no les había ocurrido nada peor.

Porque lo que vino a continuación sí me dejó muy, pero que muy descolocada. Sin ningún aviso un ráfaga potentísima de luz lo recorrió todo y la misma tierra tembló. Al principio me limité a sobrevivir a aquello bajo la protección que nos brindó Assur con su capa, sin pensar en lo que estaba sucediendo. Podía escuchar gritos en la lejanía, cerámicas y muebles cayendo y rompiéndose en pedazos, y hasta nuestras respiraciones agitadas por la tensión y el cansancio.

Pasaron unos segundos hasta que volví a incorporarme, con Lyn y los hermanos Serpientes. Para ese entonces el vestíbulo estaba más raro de lo normal. El ambiente era diferente, todo a oscuras y con aquellas pequeñas luces invocadas por Assur revoloteando de un lado a otro. Tragué saliva, temiendo lo peor. Estaba segura de que aquello era obra de Gabriel.

Ha llegado el momento —comenzó a relatar Catrina, ganando al menos mi atención—. Estamos cayendo en la oscuridad.

Y aquello no sonaba especialmente bueno, para nada. Quise adelantarme y preguntarle, pero Lyn me robó las palabras… o más bien la pregunta de la boca. Assur se precipitó nervioso hacia el exterior, al jardín, y yo le seguí sin pensarlo dos veces. No me quería separar ni de él, ni del libro de Zephyr. Estaba segura de que si lo hacía no duraría por mi cuenta ni dos minutos.

Y lo que vi me dejó helada y sin palabras. Un escalofrío me recorrió la espalda y me erizó la piel. Hacía escasas horas que Tierra de Partida había amanecido, ¿no? Pero… todo estaba de nuevo oscuro, lo que esa vez ni siquiera se veían las nubes y las espléndidas estrellas en el cielo, sino una densa niebla que lo cubría todo. Apenas lograba ver las montañas en la lejanía, y ni siquiera me percaté del retorcido castillo que había en lo alto, sobre nuestras cabezas, hasta que lo mencionó Assur.

Spoiler: Mostrar

El Castillo del Olvido —pronunció, logrando que ahogase un grito en mi sitio. Aquello era lo último que esperaba escuchar—. Por el Primero… Gabriel. Debe ser él. Si tiene las piedras y controla a los Sincorazón, eso significa que es un enemigo prácticamente imposible de vencer —mencionó sin reparo alguno, como si de un cubo de agua fría se tratase. Hundí la cabeza y la vista—. Y ha secuestrado a Nithael. ¿Para qué…? No, eso ahora no importa. Si ha aparecido el Castillo del Olvido, entonces estamos al borde de la desaparición —estaba más ida en mis pensamientos sobre el Castillo del Olvido que en las palabras de Assur, pero de alguna forma relacioné lo que había dicho con lo mismo de lo que nos había informado el Guía en el Castillo del presente. Tierra de Partida iba a desaparecer—. Con Nithael y las Piedras, Gabriel puede invadirlo sin problemas.

Y la luz nos traicionará… Por nuestra propia culpa. Nithael es un peligro, pero lo es todavía más Gabriel. Debemos eliminarlo. Ahora mismo. —Aquella orden se me clavó en el costado como una aguja, pero asentí, seria y decidida. Por mucho que Gabriel me hubiese mentido o no, por mucho que se arrepintiese de sus compañeros caídos o no… Teníamos que acabar con él.

Pero había algo en aquella historia que no terminaba de comprender. Cogiendo valor y fuerza, mientras los hermanos subían sobre sus vehículos con el libro encima, me adelanté un paso y alcé la voz como pude.

Pero en nuestra época esas piedras no existen, pudimos entrar en el castillo sin necesidad de ellas, ni de alguien como Nithael.

¡¡A dónde se supone que vais!! ¡Esta gente depende de vosotros, sois los únicos dirigentes que quedan! —observé a Lyn incrédula, aunque tenía toda la razón.

Ahora mismo nuestro enemigo es Gabriel. No me importa lo que haya sucedido en vuestro futuro: el que importa ahora es el nuestro. Nuestra Tierra de Partida no debe desaparecer. Si nos quedamos a pelear, será una sentencia a muerte. Hemos de confiar en que la gente sea lo suficiente fuerte para aguantar hasta nuestro regreso…

»Y que nosotros mismos volvamos. Es el momento de elegir, Saeko.

Tragué saliva por enésima vez en aquel día.

¡Catrina!

Los dos hermanos despegaron, llevándose con ellos el libro, hacia la plataforma pura y blanca que tenía el Castillo del Olvido en las alturas. Me estremecí al pensar que el Alfa de nuestra época era tan grande como para llegar hasta allí. Y también me sentí traicionada. Había perdido el libro que se suponía que nos iba a sacar de esa situación en un momento, por esa razón había dejado morir a gente en las calles que pude haber salvado, y también fue mi motivo para no buscar a Nadhia, Hana y los demás. ¿Estarían muertos ya Neru y el chico de pelo blanco? ¿Estaría el Alfa a punto de exterminar lo poco que quedaba de la ciudadela? La gente en las calles moría entre gritos de terror y lucha. Simplemente me quedé paralizada.

¡Joder! ¡Mierda! —Y retrocedió al interior del Alcázar para dejar allí al niño, el cual no esperaba que fuese a sobrevivir—. Ahora lo que más importa es regresar. No podemos dejar que mueran sin darnos la forma de salvar Tierra de Partida… Y a todas las personas que se han quedado esperando.

Claro, ella misma lo había dicho. Assur y Catrina estaban seguros de que les ayudaríamos pasara lo que pasara porque sin ellos, no podíamos volver al presente. Aquel era el trato con el que me tenían atada, a mí a mis compañeras, a sus decisiones.

Qué listos. —expresé irónica y cansada, para luego resoplar un poco y coger aire.

Lyn subió sobre su glider sin perder un segundo y yo no tardé en seguirla, sin pensarlo mucho. Quizás dos o tres segundos más de ventaja me llevaba, pero no tardaría en alcanzarla a toda velocidad. A decir verdad, me costaba creer que estuviese cooperando una maestra del bando contrario que hasta esa aventura apenas había visto por ahí. Y pensar que yo misma había estado a punto de dejarla morir durante la batalla en las murallas. Suspiré desviando la vista un instante a donde se encontraba el alcázar, claramente arrepentida. Muerta del asco por mi forma de pensar. Estaba claro que tanto Lyn como yo, las dos, no éramos tan diferentes. Y sabía que allí arriba cualquiera podía morir. Todavía era capaz de ver en la lejanía los glider de Assur y Catrina, faltaba un trecho.

Así que lo dejé caer.

Lyn, quiero decir… Maestra Lyn —porque ese era su rango, al fin y al cabo—. Lo siento —declaré de forma tajante, sin perder de vista el rumbo hacia el Castillo del Olvido—. El primer día, cuando llegamos a esta época… En las murallas. Estabas muy débil, y yo… Te dejé a tu suerte, esperando que los sincorazón se llevasen tu corazón —fruncí el ceño, imaginando cómo debía sentirle eso, porque había estado esos dos días en un estado lamentable—. Las palabras del maestro Ryota me tenían confundida, pero al vernos a ambas así, comprendo que simplemente te odiaba por tu bando. No digo que el maestro esté equivocado —O puede que sí, en realidad estaba dudando de él. Y además, ahí le quise lanza la pregunta estrella. Quería escuchar la opinión de alguien que le seguía, que le había apoyado en su decisión; en su traicionero ataque—, ¿pero por qué Ronin…? ¿Qué os mantiene unidos a él?

Comprendía que Lyn estuviese enfadada, a fin de cuentas yo fui la que la dejó a su suerte cuando su vida corría un grave peligro en un campo de batalla. Pero quería conocer su opinión, la razón de una maestra de Tierra de Partida que seguía a Ronin y le había apoyado en su ataque. Hasta ese momento nuestros bandos solo se habían lanzado puyas y ataques, no nos habíamos parado a hablarlo. La maestra Nanashi nos había ordenado muchas veces que matásemos aprendices del bando contrario, y yo cuando tuve la oportunidad de apartar de nuestro camino a una maestra enemiga, comprendí que no tenía la fuerza suficiente para hacerlo. Y actualmente estaba arrepentida de mi decisión, de mi forma de ver las cosas. Quizás, en el fondo esperaba escuchar una opinión suya a favor de Bastión Hueco, o que no tardarían en desvincularse de Ronin tarde o temprano. Incluso agradecería una opinión suya acerca del maestro Ryota si así lo consideraba.

»Yo pensaba que Ronin era diferente. Me sentí engañada y traicionada por él. En ese momento no lo vi pero… En realidad no sé qué pensar. —Por supuesto, eso no quería decir que no siguiese debiendo mi lealtad y mis esfuerzos como Portadora al maestro y Bastión Hueco, pero es que Ronin…

No volví a hablar más del tema. Tragué saliva y escuché lo que Lyn tuviese que decir u opinar de todo aquello. Ya tendría tiempo para reflexionar sobre todo si sobrevivía a aquel día, o más adelante. El Castillo del Olvido ya nos recibía.

En la entrada, además de Assur y Catrina si no habían entrado ya, pude ver al Oso que, justamente, me había llamado escoria por haber abandonado a Lyn a su suerte. Estaba luchando solo contra tres sincorazón purasangre y sin nadie más. Descendí a toda prisa con mi glider y salté a medio metro del suelo, invocando mi Llave Espada y ayudando en la tarea, golpeando y atacando sin descanso a los monstruos que se me pusieran delante. Esperaba que Lyn y los líderes Serpientes ayudaran también en la tarea, y si se solucionaba todo allí, simplemente me limitaría a entrar dentro del castillo con los demás.

Si en cambio la situación empeoraba por momentos, intentaría abrirme paso desesperada hacia la entrada, confiando en que los demás supiesen que lo mejor era darse prisa y no entretenernos con los sincorazón. Si alguien decidía quedarse atrás, simplemente gritaría:

Tenemos que entrar, no queda tiempo.

Y si alguien tenía dificultades, ayudaría en la medida de lo posible a que pudiese continuar adelante. Mi objetivo era que todos pudiésemos entrar dentro del castillo y dar con Gabriel. Por supuesto, también contaba con la ayuda de mi pequeño fantasma, apenas perceptible y siempre dispuesto a ayudarme en mis decisiones. Si lo veía necesario, Gengar no dudaría en lanzar una Flama Tenebrosa al sincorazón que más problemas estuviese dando.

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Bueno, creo que mis acciones están claras. No sé cómo se va a desarrollar el escenario donde está Neizan, así que dejo las posibles opciones que va a tomar Saeko. Ella se va a concentrar en abrirse paso hasta la entrada, confiando en que el resto tenga esa misma idea. Si alguien opta por quedarse atrás, especialmente Assur que lleva el libro, Saeko le intentará ayudar para que pueda continuar cuanto antes. Y en caso necesario, si se complica mucho la situación, Gengar lanzará una Flama Tenebrosa al enemigo más peligroso, sino al que tenga delante.

▪ Flama Tenebrosa (HM) [Nivel 3] [Requiere afinidad con Oscuridad]. El usuario lanza una veloz bola de oscuridad que avanza en línea recta hasta diez metros. Ataque de Oscuridad de nivel bajo.
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Re: Ronda 18

Notapor Darkness Seeker » Vie Ago 21, 2015 12:21 pm



¡Neru!

Aquella voz me devolvió a la realidad. ¿Donde estaba? A medida que mis ojos comenzaban a comprobar la zona, sentiría que me encontraba fatal, y además estaba en lo que parecían las ruinas de una casa. ¿Qué...

¿Qué ha pasado?

La voz de Aki volvió a hacer aparición, y ésta vez además para preguntarme justo lo que yo mismo estaba pensando. El chico me ayudó a incorporarme y haciendo un esfuerzo, traté de hacer memoria.

Nin...Ninguno me creyó—intenté recordar—Me obligaron a salir de la tienda de Zacharias, y justo entonces los sincorazón atacaron. Me pidió que encontrara a Neizan, pero con la cantidad de sincorazón que había... creo que me abatieron en algún momento.

No le des vueltas. ¿No has visto los Sincorazón que nos rodean? No habrías podido atravesarlos aunque lo intentaras…

Intentando levantarme para mantenerme en pie, subí junto al resto de heridos, incluidos Aki y Adam, al tejado de uno de los edificios, desde pudimos ver un discurso de Zacharias en vivo y en directo.

¡¡Habéis luchado con valor, por vuestras familias, por vuestros amigos, por vosotros mismos!! ¡Cada gota derramada es una pérdida indecible para Tierra de Partida!¡La situación es desesperada, amigos! ¡No podemos permitir que muera ni uno solo de los nuestros más! ¡Ningún niño! ¡Ningún amigo, ningún ser querido!—Más gritos corearon su discurso—. ¡Por eso, Caballeros, vamos a abandonar Tierra de Partida!

¿Abandonar... Tierra de Partida? No... eso quería decir... ¿Que habíamos fracasado? ¿Que Tierra de Partida caería incluso antes que en nuestro tiempo?

¡¡Abriremos Portales de luz a los mundos más cercanos!! ¡¡Todos los menores de 18 años pasarán en primer lugar, cargando a heridos y niños pequeños!! ¡Después lo harán los ancianos y todo aquel que desee sobrevivir! ¡No es el momento de dejarse llevar por el orgullo! ¡Una retirada estratégica es mejor a morir sin sentido!

—¡¿Y qué pasa con la ciudadela?!

¡¡La ciudadela está perdida a menos que hagan como nosotros!! ¡Aun así, necesitarán ayuda! ¡Yo invito a todos aquellos que estén dispuestos a hacer frente a la muerte a acompañarme! ¡Salvaremos a toda la gente posible, a todos los que estén en nuestras manos! ¡¡Y ahora moveos, antes de que nuestros hijos tengan que morir!! ¡Un día reconstruiremos Tierra de Partida! ¡Pero sólo si sobrevivimos y permanecemos juntos! ¡Porque nosotros somos la Orden! ¡Y la Orden SALDRÁ ADELANTE!

¿De verdad vamos a dejar Tierra de Partida?

El caos irrumpió, como era de esperar, y las masas comenzaron a moverse rápidamente hacia los portales de luz que se abrían de par en par para ayudar a todos a escapar de tal trágico destino.

¡Eh, vosotros! —la voz me era familiar, pero no lo suficiente como para reconocerla—. ¡Traed a Aki! ¡Se marcha!

¡¿Qué?!—gritó Aki—.¡Yo me quedo!

Y una mierda. Tú te largas. ¡Tú, el de los ojos rojos, bájalo ahora mismo!

¡Eh, mirad eso!

El cielo se tornó oscuro, con franjas de cólores apagados y siniestros cubriendo toda la ciudad. Pronto me percaté de que las montaás y algunos edificios lejanos comenzaron a teñirse también de un tono oscuro y sombrío. La cálida luz de las farolas se apagaba de inmediato para ser sustituida por llamas azuladas y de lo más siniestras, que terminaban de preparar un escenario digno de una de mis pesadillas.

Pero lo peor es que recordaba todo eso. Porque ya lo había vivido. Mi hogar. Mi Mundo. Tierra de Partida estaba siendo sumida en la oscuridad. Y entre toda aquella oscuridad, una sóla luz hacía presencia:

El castillo...—dije sin apenas fuerzas, haciendo referencia al temible Castillo del Olvvido, que había reaparecido ni más ni menos que en el pasado.

¡Cuidado! —gritó la prima de Aki ante el ataque de un gigantesco sincorazón

Vamos a morir. Vamos a morir todos. El mundo se está hundiendo en la oscuridad—dijo Aki, con los ojos desencajados por el miedo.

¡Aki!¡Cálmate!—le grité intentando pensar con claridad entre toda aquella batalla—¡Debéis de poneros a salvo, ya!

¡¡AL CASTILLO ¡Esos monstruos quieren destruir el Corazón de este Mundo! ¡AL CASTILLO!

Zacharias parecía estar a punto de dirigirse al Castillo junto al resto de sus hombres. Si era cierto lo que nos habían dicho en el presente, en el pasado se encontraba la clave para salvar nuestro futuro. No tenía más opciones. De inmediato saqué una de mis pociones y me la bebí de un trago.

¿Adam?—le pregunté—¿Qué vas a hacer ahora?

Una vez me explicará cuál eran sus movimientos, yo le dije lo que pensaba hacer.

Voy a unirme a Zacharias y al resto de la Orden, en dirección al Castillo. Puede que aún haya alguna posibilidad de parar todo esto. Adam, Aki. Buena Suerte.

Sin perder un segundo más, hice aparecer mi armadura y glider y me dirigí a toda velocidad hacia el pelotón de Zacharias, rezando en mi interior porque aún existiera esa mínima esperanza que mi corazón ansiaba.

~ + + + ~




La batalla en el cielo se recrudecía por momentos, y tan sólo habíamos despegado. Por suerte las fuerzas de Zacharias estaban bien preparadas para luchar. Los sincorazón se lanzaban sobre nosotros con una furia y descontrol casi fuera de lo común. Entre los placajes y ataques de mi glider y los hechizos del resto de caballeros todo comenzaba a ir bien. Entonces le ví:

Spoiler: Mostrar
http://i60.tinypic.com/122c6ck.jpg


De cuernos curvados y rostro desfigurado, de gran tamaño y poder. El Coloso que había destruido nuestra Tierra de Partida. Estaba aquí, otra vez. Pero lo peor no fue eso, sino que al verlo pude comprobar que en su hombro había una silueta familiar, que quizás desde la altura a la que me encontraba era una locura de imaginar, pero que aún así provocó en mi corazón una sensación de furia e ira incontenible: Hjalmar.

¡Zacharias! ¡Ahí abajo, en el hombro del gigante!—le grité esperando que me hiciera caso—¡Es posible que todo acabe si derrotamos a Hjalmar y al sincorazón! ¡Él los controla!

Mi petición era clara: había que cambiar el rumbo, ir a por Hjalmar. Aún así, en caso de que él vacilara o no me tomara en serio, no me quedaría otra que ir yo mismo a por él. Ya fuera junto a las fuerzas de Zacharias o sólo, bajé a toda velocidad hasta la ciudadela intentando aprovechar la cobertura que pudiera quedar de los edificios. Mi plan era simple: Debía de rodear al gigante para lograr colocarme a su espalda y poder atacar a Hjalmar con una embestida por sorpresa. Para ello, debía de aprovechar cada cobertura y cada defensa que me encontrara entre las ruinas de la ciudadela, tanto para evitar ataques como para evitar que El Coloso o Hjalmar me vieran.

Sin embargo, sabía que las ruinas de la Ciudadela estarían llenas de sincorazón y demás criaturas de oscuridad. Por ello, aprovechando la velocidad del glider y los edificios en ruinas de la ciudadela, mi objetivo sería el de evitar en la medida de lo posible el combate acelerando hasta los máximos que pudiera permitirme, y sólo en casos peliagudos combatir o abrirme paso utilizando el propia glider para atacar o embestir.

En caso de que lograra mi objetivo, esquivaría el posible contraataque del Titan Oscuro y me dirigiría a la zona dónde se encontraban Nadhia y kairi, a las cuáles habría tenido oportunidad de ver durante el rodeo por la Ciudadela en ruinas o en el instante de impactar a Hjalmar.


...Que el Destino me proteja...

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La idea es un poco rara de explicar así que empezaré por lo básico: (Neru se toma una poción antes de siquiera seguir a Zacharias)

La idea de Neru es intentar pasar desapercibido hasta encontrarse de espaldas al Coloso, momento en el cuál se dirigirá en embestida con el glider contra Hjalmar, para tratar de separarle del Titan. En caso de lograrlo, trataría de reunirse con Kairi o Nadhia para continuar la pelea.

Ahora los detalles:
    1º para pasar desapercibido, Neru intentará utilizar los edificios en ruinas para evitar que Hjalmar o el Coloso puedan verle, por lo que si es necesario quizás vuele incluso a altura de calle.

    2º Como lo más probable es que hayan sincorazón rondando las ruinas de la Ciudadela, Neru tratará de evitar la pelea directa, ya sea embistiéndolos para abrirse camino o simplemente acelerando y variando el rumbo. En última instancia, trataría de utilizar la propia Ciudadela a su favor para que los sincorazón se estampen contra los edificios al intentar seguirle.

    3º Sobre el cómo Neru atacará a Hjalmar, puedes imaginarte un acelerón kamikaze hacia el hombro del Coloso. El objetivo de Neru es impactar con el Glider a Hjalmar. Nada de magia ni habilidades, una embestida limpia y cafre teniendo en cuenta la velocidad del glider. En última instancia siempre podría utilizar su Látigo para jalar de él y hacerlo caer.

¡Buena suerte a todos!
LET YOUR HEART SURRENDER BY THE DARKNESS¡

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Logros ~ Neru
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Darkness Seeker
34. Tahúr
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