Re: [Ciudad de Paso] El arte de las transformaciones
Publicado: Vie Sep 04, 2015 11:09 pm
Aru rió al escucharle, parecía que le había hecho especial gracia su reacción.
—Eres como un niño... —señaló, a pesar de que era unos cuantos años más joven que él (para ser exactos, cuatro)—. De acuerdo, Señor Merlín, aceptamos. Le prometemos que estaremos a la altura, después de todo, somos aprendices de Tierra de Partida, ¿verdad Light? —le preguntó, dándole golpecitos amistosos en la espalda.
—Claro —contestó tras soltar una pequeña carcajada.
—Bien. Ahora, ¿qué hechizo podría empezar a enseñaros? —se preguntaba, adoptando una postura pensativa, cruzado de brazos.
Aru no esperó a que el viejo mago lo meditara y se apresuró a coger uno de los antiguos libros que había a la vista. Llevaba inscripciones indescifrables en su portada y estaba polvoriento, se notaba claramente que nadie lo había utilizado en muchos años. ¿Qué clase de encantamientos escondería?
—Con su permiso, Señor Merlín, quería preguntarle si podría ser esto lo que nos enseñase.
Merlín agarró el tomo de color azul violáceo y lo abrió por una página aleatoria.
—Transformaciones… una disciplina mágica muy compleja. —Echó un suspiro, quizá nostálgico—. Mi especialidad sin duda, siempre me ha gustado practicarla. Es complicado dominarla, pero vale la pena; aunque uno ha de tener mucho cuidado al ejercerla, o de lo contrario puedes acabar con una deformación permanente…
—Mi magia es afín a Ilusión, y la verdad creo que es una ocasión perfecta para seguir desarrollando habilidades, además… Creo que a Light le gustaría transformarse, ¿no?
—Sería genial —opinó Light tras meditarlo un poco—. Aunque si es una disciplina muy compleja no creo que tenga ninguna oportunidad. Quizá sea demasiado complicada para mí. Mis magias afines son Luna y Tierra, ¿cree que puedo hacer algo con las transformaciones?
Merlín echó una carcajada al escucharles.
—¡Claro! Nadie nace dominando magia, hijo —aclaró, simpático—. Estoy seguro de que con el suficiente entrenamiento lograrás hacer grandes cosas. —Se volvió hacia Aru—. Las transformaciones no son precisamente fáciles, Aru, pero os serán útiles para pasar desapercibidos en Ciudad de Paso. Os las enseñaré encantado.
»Empecemos con una demostración. Voy a transformaros en un animal al azar, ¿de acuerdo? Estaos quietos.
Light asintió y permaneció totalmente inmóvil en el sitio, tal como les había aconsejado el anciano. No podía creer que se fuera a convertir en animal de un momento para otro, se preguntaba cómo se sentiría. Pronto lo averiguaría y alucinaría.
Merlín, con bastón en mano, se acercó a él en primer lugar. Le asestó débiles bastonazos en la cabeza mientras pronunciaba unas palabras que difícilmente podía comprender. Acto seguido, una especie de remolino cargado de chispas le rodeó, ocultándole de la vista de los demás temporalmente. Durante el proceso, Light dejó de sentir su propio cuerpo —como si se le durmieran cada uno de sus músculos —y resultó cegado por chiribitas de todos los colores.
Cuando recuperó la visión y el control de su cuerpo, notó de inmediato el cambio. Ahora Merlín y Aru eran mucho más altos que él —porque él había empequeñecido bastante— y se sentía desprotegido e incómodo, después de todo estaba completamente… desnudo. Era un sentimiento complicado de explicar, básicamente se había convertido en un ser diferente. Solo le cubrían plumas, y además le había crecido pico.
Le había tocado convertirse en un pequeño gorrión.
—Dios mío. —Empezó a dar sus primeros pasos como ave, claramente fascinado.
Se observó en el espejo y abrió bastante los ojos, pasmado. No tardó en intentar volar: dio un corto brinco y agitó de inmediato las alas. Desgraciadamente no se mantuvo en el aire ni dos segundos, necesitaría practicar más.
Después fue el turno de Aru. Merlín actuó de la misma manera y la convirtió en otro animal al azar. Cuando el tornado de chispas desapareció, comprobaron su nuevo aspecto.
—Ahora estás más guapa que antes —bromeó Light, quien no pudo evitar soltar una risotada. Acto seguido, se alejó de la aprendiza e intentó iniciar otro vuelo: esta vez logró elevarse un poquito más y llegó a posarse sobre un pequeño taburete de la habitación.
Mientras se movían y experimentaban con sus nuevos cuerpos Merlín les observaba, divertido. Si se lo pedían, ejercería la transformación sobre ellos de nuevo y se convertirían en animales diferentes.
—Eres como un niño... —señaló, a pesar de que era unos cuantos años más joven que él (para ser exactos, cuatro)—. De acuerdo, Señor Merlín, aceptamos. Le prometemos que estaremos a la altura, después de todo, somos aprendices de Tierra de Partida, ¿verdad Light? —le preguntó, dándole golpecitos amistosos en la espalda.
—Claro —contestó tras soltar una pequeña carcajada.
—Bien. Ahora, ¿qué hechizo podría empezar a enseñaros? —se preguntaba, adoptando una postura pensativa, cruzado de brazos.
Aru no esperó a que el viejo mago lo meditara y se apresuró a coger uno de los antiguos libros que había a la vista. Llevaba inscripciones indescifrables en su portada y estaba polvoriento, se notaba claramente que nadie lo había utilizado en muchos años. ¿Qué clase de encantamientos escondería?
—Con su permiso, Señor Merlín, quería preguntarle si podría ser esto lo que nos enseñase.
Merlín agarró el tomo de color azul violáceo y lo abrió por una página aleatoria.
—Transformaciones… una disciplina mágica muy compleja. —Echó un suspiro, quizá nostálgico—. Mi especialidad sin duda, siempre me ha gustado practicarla. Es complicado dominarla, pero vale la pena; aunque uno ha de tener mucho cuidado al ejercerla, o de lo contrario puedes acabar con una deformación permanente…
—Mi magia es afín a Ilusión, y la verdad creo que es una ocasión perfecta para seguir desarrollando habilidades, además… Creo que a Light le gustaría transformarse, ¿no?
—Sería genial —opinó Light tras meditarlo un poco—. Aunque si es una disciplina muy compleja no creo que tenga ninguna oportunidad. Quizá sea demasiado complicada para mí. Mis magias afines son Luna y Tierra, ¿cree que puedo hacer algo con las transformaciones?
Merlín echó una carcajada al escucharles.
—¡Claro! Nadie nace dominando magia, hijo —aclaró, simpático—. Estoy seguro de que con el suficiente entrenamiento lograrás hacer grandes cosas. —Se volvió hacia Aru—. Las transformaciones no son precisamente fáciles, Aru, pero os serán útiles para pasar desapercibidos en Ciudad de Paso. Os las enseñaré encantado.
»Empecemos con una demostración. Voy a transformaros en un animal al azar, ¿de acuerdo? Estaos quietos.
Light asintió y permaneció totalmente inmóvil en el sitio, tal como les había aconsejado el anciano. No podía creer que se fuera a convertir en animal de un momento para otro, se preguntaba cómo se sentiría. Pronto lo averiguaría y alucinaría.
Merlín, con bastón en mano, se acercó a él en primer lugar. Le asestó débiles bastonazos en la cabeza mientras pronunciaba unas palabras que difícilmente podía comprender. Acto seguido, una especie de remolino cargado de chispas le rodeó, ocultándole de la vista de los demás temporalmente. Durante el proceso, Light dejó de sentir su propio cuerpo —como si se le durmieran cada uno de sus músculos —y resultó cegado por chiribitas de todos los colores.
Cuando recuperó la visión y el control de su cuerpo, notó de inmediato el cambio. Ahora Merlín y Aru eran mucho más altos que él —porque él había empequeñecido bastante— y se sentía desprotegido e incómodo, después de todo estaba completamente… desnudo. Era un sentimiento complicado de explicar, básicamente se había convertido en un ser diferente. Solo le cubrían plumas, y además le había crecido pico.
Le había tocado convertirse en un pequeño gorrión.
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—Dios mío. —Empezó a dar sus primeros pasos como ave, claramente fascinado.
Se observó en el espejo y abrió bastante los ojos, pasmado. No tardó en intentar volar: dio un corto brinco y agitó de inmediato las alas. Desgraciadamente no se mantuvo en el aire ni dos segundos, necesitaría practicar más.
Después fue el turno de Aru. Merlín actuó de la misma manera y la convirtió en otro animal al azar. Cuando el tornado de chispas desapareció, comprobaron su nuevo aspecto.
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—Ahora estás más guapa que antes —bromeó Light, quien no pudo evitar soltar una risotada. Acto seguido, se alejó de la aprendiza e intentó iniciar otro vuelo: esta vez logró elevarse un poquito más y llegó a posarse sobre un pequeño taburete de la habitación.
Mientras se movían y experimentaban con sus nuevos cuerpos Merlín les observaba, divertido. Si se lo pedían, ejercería la transformación sobre ellos de nuevo y se convertirían en animales diferentes.