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—No está mal. —comenté, agarrando el frasco de cristal y guardándolo en el bolsillo

Aunque la habitación hubiese sido incómoda y rara, había conseguido por fin algo. No era la Llave Espada legendaria, pero sí era una Omnipoción. Los tres conseguimos una sin excepción, "qué casualidad", pensé. Tuve que estirarme y coger aire tras salir de allí, y tras contemplar los alrededores tuve que admitir que andaba un poco perdida por la de vueltas que había dado. No obstante, me parecía absurdo volver por el camino hacia el invernadero, así que continué hacia el oeste, según la brújula, hasta toparme con un enorme portón de tres cerraduras, y nosotros éramos justamente tres.

—Es como si no estuviesen invitando a entrar... Cómo queráis. —invoqué mi Llave Espada para apuntar a una de las cerraduras, dispuesta a abrirla si Xefil y Neru estaban de acuerdo

En caso de que alguno estuviese en contra desmaterializaría mi arma para continuar adelante, e ignorando la sala que se nos presentaba al este y el camino norte, continuaría recta hacia el oeste.

En cuanto curé a la extraña seta, la misma se levantó de golpe. Me puse en guardia inmediatamente al ver el símbolo que tenía en el pecho: era un sincorazón, y lo había curado.

—¿Eh? —el sincorazón empezó a bailar de alegría, lo que me dejó muy rallado. ¿Me estaba agradeciendo haberle curado? No solo eso, sino que, no contenta con el baile, la seta invocó un cofre antes de desaparecer en la oscuridad —. ¿De nada?

Mientras habría el cofre que contenía una Poción y un Éter, pensaba una valiosa lección: nunca fiarse de las apariencias... por dos veces. Que existieran sincorazón benevolentes era un gran y extraño descubrimiento, y también me daba algo de esperanza con mi problema personal. Con mis nuevos tesoros en el bolsillo, miré mis opciones. El camino de la derecha me llevaba hacia el norte... Así que preferí retroceder sobre mis pasos hasta la sala del pozo, y a partir de ahí ir hacia el sur.

Las grandes puertas doradas desaparecieron y Malik desinvocó su arma al pasar a la sala descubierta. Era grande, más grande que las anteriores y un enorme artefacto, parecido a una nave gumi, ocupaba gran parte.

—¿Qué es eso? —preguntó al aire, extrañado.

Se acercó con curiosidad y pasó los dedos por la chapa metálica del fuselaje, y leyó el mensaje... El cual no le dijo realmente nada. ¿Qué querría decir? Bueno, no era una trampa, así que estaba bien.

—Parece que aquí no hay nada más —Dijo, volviéndose hacia el centro de la sala. Una idea se formó en su mente, al ver tantas posibles salidas hacia otras habitaciones. El laberinto finalmente iba a separarlos, si querían cubrir posiciones—. Demasiados caminos... ¿Qué te parece si nos separamos a partir de ahora? Podríamos encontrar más cosas así.

Se acercó a Fátima y señaló con un gesto el norte, tras sacar su brújula.

—Iré a ver qué hay por ahí, ¿vale? Nos veremos luego —Le dio un beso en la frente, como parcial despedida—. Prometo que tendré cuidado ~

No quería dejarla sola realmente, ni quedarse solo, pero no tenían porque distanciarse mucho, sólo iban a cubrir caminos más variados y luego reencontrarse. Con esa idea se dirigió a la puerta más al norte y abrió.

—¿Qué es eso?

Fátima observó con extrañeza el cohete y leyó la inscripción con el ceño fruncido. Se quedó igual de desconcertada que Malik.

—No tengo ni la más remota idea. Aunque teniendo en cuenta lo que hemos visto antes, podría ser cualquier cosa…—comentó, encogiéndose de hombros.

—Parece que aquí no hay nada más —dictaminó entonces Malik. Fátima asintió. Sólo había puertas. Muchas—. Demasiados caminos... ¿Qué te parece si nos separamos a partir de ahora? Podríamos encontrar más cosas así.

—Sí, supongo que si queremos saquear el laberinto, es lo mejor—respondió Fátima con una sonrisa, aunque la idea de separarse le provocó un pequeño pinchazo de inquietud.

—Iré a ver qué hay por ahí, ¿vale? Nos veremos luego.

Volvió a asentir y sonrió, poniéndose un poco de puntillas para darle un beso y despedirse. Pero Malik se le adelantó y le dio un beso en la frente.

—Ten cui…

—Prometo que tendré cuidado ~

Fátima rió por lo bajo y se despidió con un gesto, satisfecha porque Malik considerara que podía cuidarse por sí misma.

—Nos vemos.

Sacó su propia brújula y se dijo que, ya que daba un poco de igual, podía comenzar por el este. Abriría la puerta con cuidado, asomándose primero.

Tras caminar por un bello túnel, Nicoxa llegó a una habitación en la que su camino se volvía a dividir en dos, norte y este. Además, en la pared había una nota que llamó su atención. Con curiosidad, se acercó a ella y la leyó.

...

Frunció el ceño tanto que su ceja derecha casi se convierte en la izquierda y viceversa. Pensó en arrancar la nota y hacerla pedacitos, pero igual se activaba una trampa o algo similar y no era buena idea. Con un suspiro, se alejó de la nota y meditó sobre lo que haría a continuación. De repente se oyó un ruido como de puerta abriéndose que venía del este, por lo que Nicoxa avanzó en esa dirección para descubrir qué era.

—¡Soy yo, Bavol! ¡Sigamos hacia el norte! —esa voz pertenecía al niño que llamó guarra a su amiga. Así que se llamaba Bavol...—. Si no podéis verme, es porque me he lanzado un hechizo de invisibilidad para escapar del sincorazón. Ya se me pasará.

—¡No tan rápido! ¿Donde está Colibritany? ¿no iba contigo? —preguntó sin mirar a ningún sitio concreto. De hecho no sabía siquiera si Bavol había decidido partir ya hacia el norte. Como hubiera hecho algo a su amiga...

Pensativa, decidió echar un vistazo por la habitación que había al este cuando por fin se encontraron. Allí estaba Coli acompañada de otro de los chicos que cruzaron el portal con ella.

Fue corriendo a donde estaba y la abrazó con mas fuerza que la primera vez, emocionada de que por fin se hubieran encontrado de nuevo.

—¡Coli! Qué bien... —su amiga parecía algo cansada— ¿Qué tal todo por el camino que habías elegido? ¿Has visto algo interesante? Yo conseguí esto —Nicoxa sacó su Ultrapoción y se la enseñó, llena de orgullo— Oh, ¿y tú quién eres? yo me llamo Nicoxa —guiñó un ojo al joven que acompañaba a su amiga—. Espero que la hayas cuidado bien.

Ahora que se habían reencontrado decidió que la volvería a acompañar, al menos de momento. Ella tenía curiosidad por ver qué se encontraba por el este, pero si Coli decidía hacer caso a Bavol y continuar por el norte la acompañaría.

Cuando giré hacia el Oeste, fue de sorpresa encontrarme a Jeanne sola, de nuevo. Le sonreí ladinamente.

—Te has ido al Norte y has acabado en el Sur.

Anduvimos un rato, hasta que nos encontramos una encrucijada con dos habitaciones, una hacia el Oeste y otra que daba al Este. Había un pasillo que daba al Norte.

Lo pensé con detenimiento. Lo cierto es que las habitaciones me llamaban poderosamente la atención. Miré la brújula. El camino, seguramente sería más seguro, pero iba hacia el Norte, y yo estaba algo aburrido.

—Yo me voy a la habitación del Oeste —le dije a Jeanne—. Quizá me tope con algo interesante.

Habría sido genial encontrarse con un camino directo hacia el centro del laberinto y acabar con él de una vez por todas. Suspiré y me encaminé hacia la oscuridad de la habitación.

Tal y como había pensado, no tardé en cruzarme con Simbad; quien me dedicó una sonrisa, diciendo:

—Te has ido al Norte y has acabado en el Sur.

Aparté la mirada con vergüenza, aunque, después de todo, no tenía por qué.

Tuvimos que girar al norte y después, vimos otra encrucijada: una sala al este, otra al oeste y un camino al norte. Si mi sentido de la orientación no me engañaba, habíamos entrado por el noroeste, por lo que la Llave (supuse en el centro de todo) estaría hacia el sureste. Ninguno de los caminos llevaban en esa dirección, pero la sala del Este era la más cercana a ella.

—Yo me voy a la habitación del Oeste —me comentó el gitano—. Quizá me tope con algo interesante.

—Yo voy a la del Este. Tal vez tenga suerte.

Así, me dirigí hacia la dirección contraria de Simbad, a la habitación.

Mientras los aprendices huían por los caminos, Keiko decidió quedarse para que pudieran escapar, intentando hacer frente ella sola a la feroz y enorme criatura.

<<Lo siento... pero gracias>>.

Una vez tomó la salida del este, pudo comprobar que Saito siguió la misma ruta que Coli, y ahora ambos se habían quedado solos.

—Espero que Bavol y Keiko estén bien... y Nicoxa —musitó en voz baja, preocupada—. Bueno, yo me voy por ese camino hacia la izquierda, tú ve por donde quieras —comentó a su compañero.

Sin embargo, antes de que pudiera emprender su viaje, fue interrumpida por alguien que había llegado por donde ella quería avanzar: el oeste. Se trataba de su amiga Nicoxa, que se abalanzó contra Coli. Las dos muchachas se fundieron en un cálido abrazo, efímero e intenso como el tiempo que habían sufrido separadas.

... Pero no podían malgastar más el tiempo en cariño. Debían llegar al centro del laberinto para reclamar el premio y escapar de allí vivas.

—¡Coli! Qué bien... —dijo finalmente Nico— ¿Qué tal todo por el camino que habías elegido? ¿Has visto algo interesante? Yo conseguí esto —mostró a su amiga una Ultrapoción, orgullosa.

—Pues sí, mira chavala —le enseñó el vale que obtuvo anteriormente—. Espero que sobreviva lo suficiente como para poder usarlo... y bueno, han pasado más cosas pero que casi prefiero olvidarlas por ahora —respondió de forma amarga.

Sin nada más que retenerlas, Colibritany sugirió avanzar por donde había venido Nicoxa y luego tomar la bifurcación del norte. Cuando llegaron frente al camino, Bavol se encontraba allí, esperando más compañía.

—¡Bavol! Estás vivo... me alegro —dijo tímidamente—. Avancemos todos juntos, será más seguro.

Aru estaba aun por el pasillo, donde podía seguir recto o entrar en una de las dos habitaciones.
La pequeña se quedó mirando hacia la de la izquierda con intriga, y poniendo su mano en la barbilla, comenzó a pensar:

—Vaya... me he quedado muchas veces quieta, creo que va siendo hora de empezar a espabilarme.

Entonces Aru puso su mano en su corazón que latía a mil por hora, y abrió la puerta de la sala del oeste y entró corriendo con los ojos cerrados.

Y, cuando finalmente abrió la puerta, encontró una de las salas más terroríficas y espeluznantes que podía llegar a imaginarse. Tal fue el horror que Myxa pegó un bote hacia atrás, tropezó y se dio un buen golpe en el culo. Ante ella se habría una sala entera teñida de rosa y llena de osos de peluche que la miraban fijamente con esos ojitos adorables que seguro escondían planes maquiavélicos de abrazarla. Y también había un cofre. Despacito y con sumo cuidado se acercó al cofre y se guardó la Ultrapoción que se encontró dentro de ella. Mira que suerte había tenido.

En el camino de vuelta a la sala anterior decidió quedarse con uno de esos demoníacos peluchitos; seguro que si se lo lanzaba en la cara a Akio la siguiente que le veía le provocaría un buen infarto, el que se merecía. O quizás lo reservase para darle un susto de muerte a Neru o Malik. Las dos opciones le valían.

Y, finalmente, prosiguió su camino hacia el Este, a ver si encontraba más cofres como ese. Eso sí, ta sólo esperaba no encontrarse una sala secreta llena de vestidos, eso sería el remate para su delicado corazón.

¡Qué susto al abrir la puerta, totalmente tensa, y ver una nube de colores lanzándose hacia! ¡Pero qué sorpresa ver que sólo se trataba de confeti y que, más allá de haber un monstruo o algún tipo de peligro todo lo que había era un cofre colgando del techo! Me acerqué, esperando que no hubiese nada raro dentro y, al abrirlo, recogí la Ultrapoción que se encontraba dentro.

Totalmente feliz y satisfecha por haber decidido armarme de valor y entrar por la siniestra puerta, y ver que había valido la pena, volví sobre mis paso a toda prisa para poder alcanzar a Light cuanto antes. Corrí al oeste y luego al sur para llegar a la sala donde nos habíamos separado de Jeanne, y continué por el camino del sur. Seguí ese pasillo y llegué a una bifurcación. A derecha e izquierda había dos salas oscuras, y un poco más adelante, yendo hacia el norte, se hallaba un Light empapado en pintura azul y que desprendía un tufo no muy agradable.

—Ey... —saludé alcanzándole y tapándome la nariz con los dedos.

Así pues, intentando aguantar la risa por verle bañado en pintura e intentando caminar algo alejada de él para poder resprirar con tranquilidad sin tener que inhalar ese nauseabundo hedor, continué hacia el norte junto a él.

Estuvieran donde estuviesen, todos los aprendices en el laberinto oirían el sonido de unas cadenas rompiéndose. Algo había cambiado en el laberinto.

Algo malo.


Xefil & Saeko
Ambos intentaron avanzar por el portón dorado de las tres cerraduras, pero la falta de una llave (Neru se había quedado atrás) lo hizo imposible. Así pues, avanzaron por el cruce de caminos y giraron hacia el oeste.

Llegaron a una amplia sala, donde una barrera surgió en todas las salas cuando el último puso un pie en ella. Estaban encerrados. Ni siquiera el teletransporte de Xefil serviría.

En el centro de la estancia había un gran círculo dibujado, y en la pared al norte había cuatro altares con una pequeña bola de cristal en cada uno, todas idénticas. Un letrero arriba del todo decía:

"Elegid la correcta, y podréis avanzar. Equivocaros, y un mal aparecerá."

Ya lo habían leído. ¡Suerte!



Light & Maya
Subieron un poco al norte para girar enseguida al oeste. Allí volvieron a encontrarse con dos opciones: entrar en una sala hacia el sur, donde podían ver a Simbad, o continuar por el oeste por un camino que parecía dirigirse luego al norte.

¿Por dónde ir?



Hana
Una bifurcación esperaba a la sirena tras avanzar un poco. Podía ir al norte, o bajar hacia el sur.

Ambos pasillos parecían idénticos. ¡Y el tiempo se acababa!

Contador: 3


Lyon
La esfinge afirmó con la cabeza, antes de desaparecer tal cual había aparecido fundiéndose con el suelo.

Puedes avanzar.
Las opciones para continuar que tenía en aprendiz eran ir al este, al norte, o al oeste donde podía ver que Nikolai acababa de llegar.

La elección era suya.



Myxa
Un largo pasillo esperaba a la chica, donde pronto se encontraría con un camino hacia el norte. Más el este había un enorme portón dorado, salvo que esta vez tenía tres cerraduras: volvía a ser imposible avanzar por allí.

O subía hacia el norte, o volvía hacia atrás.



Ragun
La sala estaba muy muy oscura. ¡No se veía nada!

Hasta que un objeto le cayó en la cabeza a Ragun. Un objeto que, por cierto, emana luz. Era...

¡Ragun encuentra Linterna!

Usándola, podría ver que aquello era un callejón sin salida: no había nada de nada. Debía volver atrás para elegir de nuevo.



Alec
El brujo descendió un poco por el sur hasta verse obligado a girar hacia el suroeste. Allí, llegó a una sala hexagonal de la que había muchas entradas y salidas. Pero había algo diferente allí. Muy diferente.

El suelo estaba hecho de cristal, parecía una vidriera. En cuanto el aprendiz puso un pie en ella, provocó el sonido de cadena rota que todos los demás oirían por todo el laberinto. Había liberado algo.

En el centro del cristal, apareció una raja. Un líquido azul salió de golpe, y era muchísimo. Poco a poco tomó la forma de algo monstruoso, que miró a Alec y abrió su boca para rugir.

Un flan gigante.


El monstruo se abalanzó hacia Alec a toda velocidad. El aprendiz tenía varias salidas posibles: norte, este, sureste, sur, suroeste, oeste, noroeste, y por supuesto dar marcha atrás por donde había venido.

Pero debía hacerlo rápido: el flan iba a por él.... Y le perseguiría.



Nikolai
Al poco de subir, se encontraría con un cruce de caminos: podía continuar norte, entrar en una amplia sala en el este (donde estaba Lyon, y donde también le parecía que una enorme criatura acababa de desaparecer), o entrar en una habitación al oeste.

¿Por dónde iría?



Keiko
Por muy poco, pero lo consiguió. A duras penas, consiguió salir por el hueco del oeste, donde había una entrada a un túnel. Afortunadamente, el Lado Oscuro no hizo intención de seguirla.

Ahora, Keiko tenía dos posibles caminos. El túnel podía ascender hacia el norte, o seguir avanzando hacia el oeste.



Bavol, Nicoxa, Colibritany & Saito
Los cuatro juntos avanzaron por un estrecho túnel hasta conseguir salir a una amplia sala, muy iluminada y con varios sofás para sentarse e incluso relajare. Llevaban mucho andando, ¿no?

Al lío, destacaba una gran puerta en la pared, llena de carteles y señales que advertían de que no se entrara por allí. ¡Peligro! Incluso había una cinta de seguridad para que no se entrara por allí. Encima, si guardaban silencio, escucharían rugidos y golpes a la puerta desde dentro. ¿Se atreverían a...?

Por otro lado, el único camino a seguir era uno hacia el este.



Saxor
Saxor volvió a la sala del pozo, pero se encontró con algo extraño allí. Del mismo pozo salía un ruido extraño, como si algo estuviera ascendiendo por él. Mejor no acercarse, y seguir avanzando hacia el sur.

Abajo, se encontró con una amplia sala. Pero nada más entrar, una barrera surgió en todas las salidas posibles, encerrándole dentro.

—¡Bienvenido a Sabelotodo, kupó! —Un moguri, vestido con traje y corbata, había aparecido como un holograma en mitad de la sala, con mesa incluida—. ¡El concurso más de moda en todo el laberinto, kupopó!

»¡Contesta a las tres preguntas correctamente, y podrás avanzar! ¡Empezamos, kupó!

Una pantalla holográfica apareció en el aire, desvelando las preguntas:

¿Cuál es el elemento afín de Alexis?

¿Quién eliminó a Ragun en el segundo evento global?

¿Quién pensó que moriría en el mundo real tras internarse en un mundo digital?

Malik
Malik llegó a una amplia sala, donde enseguida le llamaría la atención una enorme entrada a una oscura cueva. Había más opciones de avanzar por el laberinto a su alrededor: debía pasar al lado de la entrada para ver un camino hacia el este (con una puerta a un lado que podía abrir si quiera), avanzar hacia el norte o ir al oeste.

Sin embargo... Algo salía de la cueva. Uno ojos amarillos brillaron en la oscuridad, y un susurró llegó a oídos de Malik.

—Miel...

Fuese lo que fuese, se acercaba. Malik podía dar media vuelta para evitar riesgos, pero si quería otra salida tendría que pasar a su lado... ¿Sería buena idea?



Fátima
Un bonito cofre con flores esperaba a Fátima allí. Era más grande de lo normal, y más llamativo. El único camino para continuar era seguir hacia el norte.

¿Continuar o abrirlo?



Simbad
En el oeste, encontró una sala que se iluminó en cuanto puso un pie en ella. La única salida, aparte de una al norte donde estaban Light y Maya y otra al sur, era un portón dorado con dos cerraduras en él.

Necesitaría ayuda para poder desbloquearlo, o siempre podía tirar hacia arriba.



Jeanne
La sala oscura no se iluminó hasta que la aprendiza estuvo casi al final del todo. Entonces los vio. ¡Bichos, muchos bichos!

Mosquitos gigantes, avispas, abejas, mariposas, mantis, ¡incluso saltamontes! Todos se abalanzaron sobre ella con sus asquerosas patas, envolviéndola en una auténtica nube de insectos. La pobre aprendiza lo pasó bastante mal para salir, pero en cuanto consiguió poner un pie fuera todos los bichos se despegaron.

Estaba llena de cortes y picotazos, pero viva. Y asqueada seguramente. No había ninguna salida en aquella trampa de bichos, así que tendría que volver a intentarlo.



Aru
Aru avanzó hacia una sala en el oeste, y tuvo que volver a entrar en otra sala conectada. Lo que allí encontró... Fue calor. Mucho vapor, sobre todo.

Entonces le vio. Un sincorazón enorme, con puro magma en su interior.


El Jefe Volcánico, que estaba disfrutando de una sauna, fijó su mirada en la aprendiza. ¡Le había interrumpido en su momento favorito, cómo osaba!

Alzó su vara, y una oleada de fuego expulsó a Aru de la sala, devolviéndola al pasillo. la aprendiza seguiría viva, pero tenía feas quemaduras por varias partes de su cuerpo. Y eran quemaduras mágicas: si se paraba a verlas, parecía que avanzaban poco a poco cada vez más.

O encontraba una forma de curarse, o sucumbiría a ellas.



Neru
Neru no avanzó en esta ocasión.


MAPA:

AVISO GENERAL: Alec ha activado una de las peores trampas del laberinto. Distintos monstruos han empezado a surgir en ciertas zonas, y son monstruos especiales. Avanzaran por los pasillos, en busca de presas, y son mucho más poderosos que los normales: no pueden ser derrotados. Solo se puede huir de ellos. Tienen un punto débil que os ayudará a sobrevivir, pero tendréis que averiguar cuál es.

Consejo: corred.

Fecha límite: Martes a las 16:00

Evalué mis dos opciones con la cabeza muy fría.

Para abrir la puerta necesitaba dos personas, así que no me lo pensé mucho, vi a los dos aprendices anteriores parados frente a un corredor Oeste. Volví sobre mis pasos hasta encontrar la cámara de Jeanne y pudiera verla desde la puerta.

—Hay un gran portón que me ha llamado la atención —dije—. Pero necesito a dos para desbloquearlo, está a unos pasos de aquí.

Señalé hacia la mencionada puerta, y después añadí:

—Por allí están los otros aprendices de antes y un corredor que lleva al Oeste ¿qué me dices?

Aquel ser se me quedó mirando un rato antes de asentir a mi respuesta, y entonces desaparecer, dejando a la vista varios caminos que se abrían ante mi. Hacia el norte, hacia el este y al oeste, donde pude ver a otro aprendiz en la sala contigua.

Cuando comencé a pensar hacia donde dirigirme en esta ocasión, un gran estruendo resonó de lo que parecía ser otra zona del laberinto. Aquello no presagiaba nada bueno. Tocaba darse prisa en llegar al centro del laberinto, así que avanzar al este solo me alejaría del centro. Y como al oeste había visto al otro aprendiz, avanzar hacia el norte me parecía la mejor de las opciones.

Algo iba mal. Por el ruido que indudablemente habían oído todos era como si algo hubiera sido liberado de su prisión. Era esa opción o pensar que la erosión y la oxidación habían destruído una cadena gigante justo en ese momento, y aunque Nicoxa solía ser positiva sabía que no era el caso.

—Deberíamos darnos prisa —propuso sin levantar la voz por si algo malo la escuchaba—. Diría que estamos en peligro, y no hablo sólo de esto —les enseñó su mano con un semblante serio: por lo visto se había roto una uña en algún momento del recorrido—. Necesita arreglo urgente.

Juntos llegaron a una habitación donde podían continuar por el este o bien abrir una puerta que tenía algo que no le gustaba, no sabría decir qué era... quizás los rugidos y golpes que salían de ahí, junto con las palabras de peligro y las cintas que impedían el paso eran la causa.

—No me da buena espina ese lugar, yo prefiero ir por ahí —señaló el camino del este, esperando que al menos Coli tampoco decidiera meterse en la habitación peligrosa.