Re: [Castillo de los Sueños] Cordialmente invitado
Publicado: Vie Ene 17, 2014 2:05 am
Clara retrocedió, con una mueca de terror al ver como el brazo del aprendiz comenzaba a arder y echar humo. Y emitió un grito ahogado cuando la cama se empapó de sangre.
¿Cuánta? No lo sabía. Pero, a pesar de considerarse una doncella fuera de lugar, aquella imagen de las garras y alas de Xefil le había impactado.
—¿Qué… qué eres…?
Para nada la muchacha se habría podido imaginar el poder que ocultaba el aprendiz. Aterrada de que sus poderes no hicieran el mínimo efecto en él, la joven se vio empotrada contra la pared, gritando del dolor que le recorrió la columna. Parecía como si se hubiese roto todas las vértebras. Puso sus "delicadas" manos sobre la garra de éste, pero emitió otro chillido cuando se las quemó al contactar con ésta. Experimentando un aplastamiento mortal, la “inocente” Clara forcejeó, pero de poco le serviría.
Porque había despertado la ira de Xefil. Y con ello, la ira de la Bruja Eterna.
—Dónde. Está. Nadhia. ¡¡Contesta!!
—¡Suelta, demonio! ¿Por qué… con ese poder… te preocupas por alguien como ella, eh?
Parecía que la joven, más que asustada, no comprendía la furia que emanaba Xefil a través de la sangre mágica.
—¡Una simple mortal no puede ser…! —rugió, en afán por usar de nuevo sus poderes contra la abominable extremidad de Xefil.
—Detente, Clara.
Entonces, tras la ventana de la habitación, surgió un hombre. De larga cabellera, recogida en una elegante coleta, y con ropas propias de aquel mundo, se apresuró en entrar al cuarto, hablando con tutela a Clara, mas no con crueldad. Parecía conocerla, y le pedía con un gesto de sus manos que mantuviera la calma.
—¡¡Tú!! ¿¡Qué haces tú aquí!?
—Clara, escúchame. Tu hermana… ya no está entre nosotros. Tienes que asumirlo.
La joven alternó su mirada entre ambos presentes. Tras el hombro de la cara nueva, un peludo rostro familiar observaría a Xefil en la distancia, con una expresión sumida en la preocupación… y en el miedo. No era otro que Tandy.
—Xefil, kupó… le encontré… a Saron, tan, tan.
—¡Mi hermana está dentro de ese broche! ¡¡Ese sucio broche que le dio tu… tu…!!
—Clara, escúchame… dime dónde tenéis a esa muchacha. Ella os puede ayudar, no debéis…
—¡Lárgate de aquí!
—No, Clara. No me iré hasta que me escuches. Por favor… sólo quiero ayudaros.
>> Él no os quiere, como yo os amé a todos.
—¡¡Ya basta!!
De pronto, la muchacha brilló por sí sola y en un instante desapareció, dejando atrás un puñado de plumas de brillante color celeste.
—Xe...Xefilón, tan…
El moguri, algo temeroso, se acercó al Xefil poseído por la ira de la Bruja Eterna. Pero valiente, decidió acercarse a él todo lo posible para tranquilizarlo.
—Lord Saron quiere ayudarnos… ¿dónde… está Nadhia, tan, tan?
>> Tranquilo…
Una de las patitas del entrañable moguri se posó en la mano humana de Xefil.
Por otro lado, el supuesto Saron se agachó al suelo para recoger una de las plumas que habían caído de aquella muchacha, Clara.
¿Quiénes eran? ¿Y qué querían de Nadhia?
—Nunca dejaréis de sorprenderme, Caballeros de la Llave-Espada —pronunció el señor, acercándose a un Xefil, seguramente, algo más calmado gracias a Tandy y su tacto—. Sois capaces de portar un arma que conlleva una gran responsabilidad a vuestras espaldas. Y, a pesar de ello, seguís cargando con más pesares.
>> Muchacho, ¿Xefil, no es cierto?
>>> Tranquilo, soy un amigo. Este pequeño, Tandy, no ha dejado de hablar de ti y de su amiga, Nadhia.
Su rostro tornó serio, buscando no ser atacado por las garras de la Locura, algo que se escapaba a su saber.
—Relaja el cuerpo, el corazón… así es. Piensa en momentos felices. Deja que el odio se vaya.
Pero parecía saber de aquel tipo de posesiones. Aquellas que estaban relacionadas con los portadores. Y no parecía sorprenderle en absoluto el estado de Xefil.
—He visto tantas cosas en mis viajes… tranquilo, no es ni será la primera vez que haya visto algo como esto.
>> Sois más vulnerables, pero también tenéis una fortaleza que cualquier monarca desearía. Bien así lo fue Cédric en su vida.
¿Cuánta? No lo sabía. Pero, a pesar de considerarse una doncella fuera de lugar, aquella imagen de las garras y alas de Xefil le había impactado.
—¿Qué… qué eres…?
Para nada la muchacha se habría podido imaginar el poder que ocultaba el aprendiz. Aterrada de que sus poderes no hicieran el mínimo efecto en él, la joven se vio empotrada contra la pared, gritando del dolor que le recorrió la columna. Parecía como si se hubiese roto todas las vértebras. Puso sus "delicadas" manos sobre la garra de éste, pero emitió otro chillido cuando se las quemó al contactar con ésta. Experimentando un aplastamiento mortal, la “inocente” Clara forcejeó, pero de poco le serviría.
Porque había despertado la ira de Xefil. Y con ello, la ira de la Bruja Eterna.
—Dónde. Está. Nadhia. ¡¡Contesta!!
—¡Suelta, demonio! ¿Por qué… con ese poder… te preocupas por alguien como ella, eh?
Parecía que la joven, más que asustada, no comprendía la furia que emanaba Xefil a través de la sangre mágica.
—¡Una simple mortal no puede ser…! —rugió, en afán por usar de nuevo sus poderes contra la abominable extremidad de Xefil.
—Detente, Clara.
Entonces, tras la ventana de la habitación, surgió un hombre. De larga cabellera, recogida en una elegante coleta, y con ropas propias de aquel mundo, se apresuró en entrar al cuarto, hablando con tutela a Clara, mas no con crueldad. Parecía conocerla, y le pedía con un gesto de sus manos que mantuviera la calma.
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—¡¡Tú!! ¿¡Qué haces tú aquí!?
—Clara, escúchame. Tu hermana… ya no está entre nosotros. Tienes que asumirlo.
La joven alternó su mirada entre ambos presentes. Tras el hombro de la cara nueva, un peludo rostro familiar observaría a Xefil en la distancia, con una expresión sumida en la preocupación… y en el miedo. No era otro que Tandy.
—Xefil, kupó… le encontré… a Saron, tan, tan.
—¡Mi hermana está dentro de ese broche! ¡¡Ese sucio broche que le dio tu… tu…!!
—Clara, escúchame… dime dónde tenéis a esa muchacha. Ella os puede ayudar, no debéis…
—¡Lárgate de aquí!
—No, Clara. No me iré hasta que me escuches. Por favor… sólo quiero ayudaros.
>> Él no os quiere, como yo os amé a todos.
—¡¡Ya basta!!
De pronto, la muchacha brilló por sí sola y en un instante desapareció, dejando atrás un puñado de plumas de brillante color celeste.
—Xe...Xefilón, tan…
El moguri, algo temeroso, se acercó al Xefil poseído por la ira de la Bruja Eterna. Pero valiente, decidió acercarse a él todo lo posible para tranquilizarlo.
—Lord Saron quiere ayudarnos… ¿dónde… está Nadhia, tan, tan?
>> Tranquilo…
Una de las patitas del entrañable moguri se posó en la mano humana de Xefil.
Por otro lado, el supuesto Saron se agachó al suelo para recoger una de las plumas que habían caído de aquella muchacha, Clara.
¿Quiénes eran? ¿Y qué querían de Nadhia?
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—Nunca dejaréis de sorprenderme, Caballeros de la Llave-Espada —pronunció el señor, acercándose a un Xefil, seguramente, algo más calmado gracias a Tandy y su tacto—. Sois capaces de portar un arma que conlleva una gran responsabilidad a vuestras espaldas. Y, a pesar de ello, seguís cargando con más pesares.
>> Muchacho, ¿Xefil, no es cierto?
>>> Tranquilo, soy un amigo. Este pequeño, Tandy, no ha dejado de hablar de ti y de su amiga, Nadhia.
Su rostro tornó serio, buscando no ser atacado por las garras de la Locura, algo que se escapaba a su saber.
—Relaja el cuerpo, el corazón… así es. Piensa en momentos felices. Deja que el odio se vaya.
Pero parecía saber de aquel tipo de posesiones. Aquellas que estaban relacionadas con los portadores. Y no parecía sorprenderle en absoluto el estado de Xefil.
—He visto tantas cosas en mis viajes… tranquilo, no es ni será la primera vez que haya visto algo como esto.
>> Sois más vulnerables, pero también tenéis una fortaleza que cualquier monarca desearía. Bien así lo fue Cédric en su vida.