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Mi tajo en cruz surtió efecto contra el mono, pero Guilmon no tuvo tanta suerte. De una patada giratoria del otro mono azul, Guilmon salió disparado, sin poder hacer daño a la mona. Unas flechas pasaron por cerca mía, que se dirigían al mono, tras bloquear una y esquivar otra, corrió hacia Zait para atacarle, junto con el mono que había atacado a Guilmon. Con señas, indiqué a Guilmon que atacara a los dos monos, mientras yo corría a por la mona del tirachinas. Mientras bloqueaba con una de mis armas por si me disparaba, con la otra (mi Llave Espada) golpeé con ella en la cabeza de la mona, y si conseguía tirarla al suelo por el golpe, con ambas armas, con sus puntas en dirección al pecho del sincorazón, intenté que atravesaran al mismo tiempo el pecho de la mona, como una estocada.



De mientras, Guilmon me había hecho caso y se dirigía a ayudar a Zait. Saltó encima de uno y le hizo un mordisco en el cuello al mono azul que yo ataqué antes.

Mis ataques con flechas se vieron seriamente frustrados. Casi todos los monos esquivaron las flechas, excepto uno, que al intentar frenarla, el proyectil impactó de lleno en su mano. Lo peor no fue el ataque en vano, sino las represalias. Absolutamente todos los ofendidos se abalanzaron sobre mí. Caí al suelo mientras intenté defenderme, pero eran demasiados.

Afortunadamente, Guilmon Acudió en mi ayuda, al igual que Tak. Por otro lado, podía volver a moverme por lo que me levanté y ejecuté un rápido Ataque Circular, que, aunque me desgastase, me libraría de Aquellos monos que me rodeaban. O esa era mi intención. Seguidamente, di un salto hacia un lado, intentando evitar a los sincorazón y alejarme de ellos.

Saqué una flecha y la cargué en la Ballesta. Sólo por el “por si acaso”.

Seguíamos siendo seis contra tres. Por lo que pensé que Tak y yo podríamos centrarnos solo en un enemigo. Pero claro… ¿Cuál?

Por fortuna, el ataque que Hitori realizó fue satisfactorio, aunque no logró eliminar a su objetivo. Así mismo, éste no contraatacó contra él, sino contra otro de sus compañeros, lanzándole una piel de plátano. Hitori continuaría atacando al mismo objetivo con su Llave Espada, puesto que usar magia en aquellos momentos sería un gasto demasiado grande de energía.

Si con el siguiente ataque Hitori lograse eliminar al mono azul, se lanzaría inmediatamente a por una de las monitas con lazo. Atacar de cerca sería una imprudencia, sabiendo que éstas poseían pieles de plátano muy resbaladizas, por lo que Hitori sacaría su látigo y atacaría a distancia. Una vez planeada la estrategia, el aprendiz decidió llevarla a cabo paso a paso, esperando que todo saliese como pensaba.