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Eran las 10:00 de la mañana cuando Kairi se despertó en su habitación de Tierra de Partida. Los rayos del sol entraban por su ventana y le atravesaban sus párpados. Con dificultad, abrió los ojos y miró la hora. No solía despertarse tan pronto, pero ya no tenía sueño. Miró a Awa-chan, que seguía profundamente dormido - Qué mono - pensó. Como le daba cosa despertarlo, le puso un platito de atún y otro de leche junto a su camita, se vistió y salió de la habitación.

El castillo estaba más tranquilo que de costumbre, se notaba que era un día de descanso y la gente estaría durmiendo en sus camas, aunque de vez en cuando se cruzaba con algún que otro Aprendiz madrugador por los pasillos. La tripa le hacía ruidos, necesitaba desayunar. Fue a la cafetería, donde un Moguri le sirvió su desayuno entre bostezos.

Últimamente el gatito de Kairi dormía demasiado y no le apetecía hacer nada. Después del enorme daño que recibió en aquella mina, era normal. Al regresar de la mision, la joven se había prometido a sí misma que nunca jamás expondría a Awa-chan a un peligro semejante. La sola idea de pensar que podría haber muerto le daba tristeza y escalofríos.

Al acabar su desayuno, decidió tomar un poco el aire y salió a los Jardines. Hacía calorcillo, el verano estaba cerca. Se preguntó si podría alguna vez volver a su mundo de visita y bañarse en las transparentes aguas de la playa. Pensó en todo esto mientras se tumbaba a la sombra de un árbol. Poco a poco le fue viniendo el sueño de nuevo y los ojos se le cerraban...

A saber que hora era, ni siquiera estaba seguro de donde había terminado durmiendo aquella noche, Hiro no encontraba precisamente un lugar en especial en aquel páramo al cual pudiera llamar "suyo" y se pasaba los días dando vueltas por ahí, buscando cualquier sitio donde pudiera quedarse un rato. El Moguri sobre su cabeza era el detonante que le hizo caerse del árbol donde estaba, justo de una de las ramas más gordas, cayendo de espaldas y haciéndose un poco de daño.

—Kupóbuenos días — Musitó MoguDer, despertándose tan tranquilamente encima del árbol y bajando lentamente hacia donde se hallaba Hiro, dolorido y aun tumbado en el suelo, su reacción no fue para nada agradable, cogiéndolo de la cabeza lo lanzó lejos, si había algo que le irritaba al joven perro era que lo despertaran, y si encima le hacía caer de un árbol, peor.


—Maldito Moguri rechoncho y... — Susurraba mientas volvía a subir al árbol para dormirse de nuevo, pero antes de que pudiera cerrar los ojos vio a su amiga Kairi sentarse bajo el árbol
—¿Que haces ahí? — Le preguntó mientras la observaba desde arriba del árbol.

—¿No Tienes sueño? Hoy es día de descanso — Desde luego, los días que tenía para descansar los aprovechaba sin duda para dormir.

Estaba a punto de dormirse de nuevo cuando un par de hojas le cayeron encima.

- ¿Qué haces ahí? - preguntó una voz que le resultaba muy familiar. Kairi miró arriba y se encontró a Hiro encima de una rama del árbol, observándola - ¿No tienes sueño? Hoy es día de descanso.

- ¡Oh! Hola Hiro - su presencia la pilló un poco por sorpresa - La verdad es que cuando me levanté esta mañana no tenía sueño, pero ahora me ha vuelto otra vez - dijo frotándose los ojos.

Se levantó y se frotó la ropa. Aquel día que parecía ser aburrido ya no lo era tanto. Se alegró de que hubiera aparecido su amigo, que parecía algo irritado - ¿Estás bien? - le preguntó - No tengo nada que hacer, si quieres podemos pasar el día juntos - le propuso sonriendo - Podríamos salir de Tierra de Partida y explorar.

Sería una buena oportunidad para explorar otro mundo sin las presiones que supone una misión. Esperó a que Hiro decidiera y le diera una respuesta.

Hiro se volvió hacia la aprendiz, la cual, al parecer, quería pasar el día con el, para el perro dormilón era una idea un poco violenta, ya que apenas la conocía y solo se habían visto dos o tres veces, pero posiblemente la seguridad de la misión de las abejas hacía que confiara un poco en ella.

—No tengo muchas ganas de salir, la verdad — Musitaba —Tengo sueeeeeeeeeeeeeeeeeeeño — Alargó la e disimulando un pequeño bostezo.

Y posiblemente la discusión habría terminado allí si no fuera por un pequeño problema... pequeño y circular problema. MoguDer apareció por detrás de Hiro y le empujó de la rama, haciendo que cayera, como de costumbre.

—¡¿Pero que coño haces?! — Exclamó, enfadado, mientras se frotaba la cabeza, llena de tierra y yerbajos.

—Kupólos jóvenes como tu, tienen que hacer ejercicio — Replicó cual madre despertando a su hijo por la mañana —¡Kupóhaz el favor de salir con ella y dejar de dormir, so vago!

Hiro, algo mosqueado, le tiró una pierda mientras veía como el Moguri le sermoneaba encima del árbol, cuando la pequeña mascota se dio cuenta fue demasiado tarde y cayó de cabeza al suelo, medio aturdido.

—Será idiota — Susurró al viento el joven aprendiz, mientras sujetaba el brazo de Kairi y con prisa intentaba alejarla de allí.

- No tengo muchas ganas de salir, la verdad. Tengo sueeeeeeeeeeeeeeeeeeeño - parecía que bostezaba.

- Jo... - se lamentó Kairi. Era una buena oportunidad para pasar el día con alguien, pero si Hiro no quería, no podía reprochárselo.

Una criatura pequeña apareció detrás de Hiro, lo empujó e hizo que se cayera de la rama donde estaba subido. Kairi, muy apurada, fue a socorrerlo.

- ¿Te has hecho daño? - le preguntó.

- ¡¿Pero que coño haces?! - exclamó él enfadado con la pequeña criatura, que resultó ser su Moguri mascota.

- Kupólos jóvenes como tu, tienen que hacer ejercicio - explicó el Moguri serio y tajante - ¡Kupóhaz el favor de salir con ella y dejar de dormir, so vago!

Hiro le lanzó una piedra, tirándolo del árbol. Kairi no aprobaba esa forma de tratar a su mascota, pero antes de que pudiera decir nada, Hiro la cogió del brazo y se alejaron de allí. La chica tenía una expresión de desconcierto en la cara, pero se alegró de que el chico perro hubiera cambiado de opinión. Parecía tener prisa por ir a algún sitio en especial.

- ¿A qué mundo vamos? - le preguntó sin dejar de mirarle las orejas, que le parecían monas.

- ¿A qué mundo vamos? - Le preguntó Kairi, verdaderamente no tenía ni idea de a cual ir, había visto pocos y de esos menos a los que podían ir a pasar el día.

- A Tierra de Dragones mismo - Comentó, mientras, se paró para invocaba su Llave, pero esta no apareció - Eh... - Suspiró, podía tardar un buen rato en invocar la Llave Espada e igual con el Gilder, no había perfeccionado aquellas técnicas.

- Desearía tener una nave Gumi - Susurró, pero eran algo caras y grandes, además, Hiro prefería la simpleza de su Gilder. Una vez consiguió invocar su Llave, y a dicho vehículo, y de equiparse con la armadura, se preparó para irse volando hacia Tierra de Dragones sin tener ni idea de para que, cuando llegara allí ya lo decidiría.

Esperaba que Kairi guiara el camino, ya que la orientación de Hiro era un desastre, incluso con mapas, y su conducción con Gilder pésima, como podían demostrar más de un árbol con algunas ramas rotas.

- A Tierra de Dragones mismo - dijo Hiro mientras trataba de invocar su Llave Espada sin mucho éxito. Kairi nunca había oído hablar de ese mundo, era una buena oportunidad para conocer uno nuevo.

Cuando por fin Hiro consiguió invocar su arma y su Glider, Kairi hizo lo mismo y los dos partieron hacia el espacio. Notó que su amigo se quedaba algo atrás, como siguiéndola - ¿Y ahora qué? - pensó Kairi que no tenía ni idea de dónde se encontraba el mundo. Entonces recordó una cosa. Hace un tiempo vio a un Maestro y sus Aprendices dirigiéndose hacia un mundo, casualmente Kairi pudo escuchar algo de aquella conversación en la que mencionaron las palabras "Tierra de Dragones" y que era muy "oriental". Después tomaron una dirección concreta. Afortunadamente recordaba por dónde se fueron.

- Eh... Creo que es por aquí - le dijo a Hiro, esperando estar en lo cierto.

Después de un rato volando, la joven divisó un mundo con un edificio tipo oriental y un dragón dibujado. No cabía duda de que eso era Tierra de Dragones.

- ¡Bien, lo he encontrado! - dijo Kairi con alegría mientras bajaba hacia allí con su nave, esperando que Hiro la siguiera.



Aterrizaron en un claro en medio de un gran bosque de bambú. Kairi observó maravillada el paisaje. Era tal y como lo describían en sus mangas y series favoritas. Estiró los brazos y respiró el aire puro. Estaba deseando explorar.

- Qué bonito - dijo entusiasmada.

Despues de navegar por el silencioso espacio llego a un bosque de bambú junto a Kairi, no le era demasiado familiar, pero tampoco le importaba mucho, desgraciadamente no lo había pensado bien, pero estaba en el peor sitio al que podía haber ido, teniendo en cuenta de que "el" podía estar por allí, teniendo en cuenta que era un traficante de armas.

- Qué bonito - Verdaderamente esos paisajes tan naturales tenían un cierto encanto que le recordaba al hogar de su abuelo paterno, casualidad, seguramente.

—Vamos hacia el bosque, no te separes de mi — Le dijo a Kairi, sabía de antemano lo peligroso que podía ser perderse allí, por propia experiencia, además podía ser que hubiera algo más que animales y soldados extraviados.


—Por cierto, tienes un gato ¿Verdad?

- Vamos hacia el bosque, no te separes de mi - dijo Hiro con cierta preocupación. Kairi no entendía por qué, todo parecía tan pacífico allí. Pero decidió no preguntar y seguirle de cerca.

- Por cierto, tienes un gato ¿Verdad? - pregntó el joven para abrir un tema de conversación.

- Sí, se llama Awa-chan. Es muy mono pero es un glotón, lo he dejado en Tierra de Partida descansando - contó sonriendo. Kairi estaba orgullosa de su gatito, era un amor - Tu moguri es muy mono también, deberías tratarlo mejor - le aconsejó.

Llegaron al bosque. Era bastante grande y hermoso. El aire era limpio y podía oirse el sonido de los pájaros, podría pasarse allí horas.

- ¿Tienes familia? - se le ocurrió preguntar a Kairi para tener más tema de conversación - Mis padres viven en Islas del Destino y soy hija única. Tampoco tengo muchos amigos allí.