[La Red] Una prueba de valor

Encuentro de Nadhia y Fátima

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[La Red] Una prueba de valor

Notapor EspeYuna » Mar Dic 31, 2013 1:19 am

Cronología: Segunda Saga

Nadhia: Encuentro Un poder inigualable > Encuentro Una prueba de valor > Encuentro Invítame a un helado
Fátima: Trama Bonjour Monsieur! > Encuentro Una prueba de valor > Trama Se acerca el invierno (I)

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Hoy puede ser la gran noche, tan, tan.

Cenaba tranquilamente en el comedor cuando Tandy se posó sobre mi hombro, pidiendo mi atención. Suspiré y le di el bollo de crema que estaba esperando con tantas ganas. Éste canturreó para sus adentros mientras se zampaba el dulce, hinchando con gracia sus mofletes.

¿La gran noche, eh? —pregunté, sin darme cuenta apenas de que Tandy me estaba escuchando— No, no lo es.

>> Lo será cuando le traiga de vuelta.
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Re: [La Red] Una prueba de valor

Notapor Suzume Mizuno » Mar Dic 31, 2013 2:35 am

Miró por la ventana con aire ausente. Una suave brisa le acariciaba el rostro, trayendo consigo el olor de las flores, de la hierba y los árboles de jardín. El cielo estaba precioso mientras iba tornándose rosado y el sol se ocultaba en el horizonte, apuntando a un crepúsculo impresionante. Las páginas del libro que estaba leyendo se agitaron por el viento y Fátima puso, sin prestar mucha atención, una mano sobre la cara de una hoja para no perderse más tarde.

Los días en Tierra de Partida se sucedían uno tras otro a gran velocidad y si se paraba a pensarlo, habían ocurrido muchas cosas desde que aceptara la Llave Espada que le ofreció Nanashi y se convirtió en Aprendiz.

Pero, aun así, se sentía insatisfecha. Le faltaba algo, no estaba conforme.

Los rayos del sol se abrieron paso entre unas nubes y sus colores tamizaron el cielo con colores que robaron el aliento a la chica. Decidió cerrar el libro, pues tenía doloridos los ojos después de tantas horas leyendo, y se apoyó en el borde de la ventana.

«» se dijo. «Esta noche voy a probar. Quizás y todo pueda sacar provecho de la experiencia»
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Re: [La Red] Una prueba de valor

Notapor EspeYuna » Jue Ene 02, 2014 2:09 am

No sé si esto es una buena idea.

Podría haberme repetido ya unas diez veces desde que decidí meterme en la sala de ordenadores de Tierra de Partida. Teniendo en cuenta que no entendía mucho sobre informática y que andaba usando el ordenador sin tener una idea exacta de cómo se programaba una simulación de combate, mis dudas se acrecentaban cada vez más.

Y para tanto. La primera vez que probamos el simulador donde se encontraba el Coloso de combate, nos metimos en un lío espantoso, y bien que íbamos acompañados de Akio. Si no hubiese sido por él o por Kazuki, quizás aquellos enemigos virtuales nos hubiesen hecho puré de datos.

Dejando de lado que era un instrumento bastante útil para nuestros entrenamientos, también lo consideraba un arma de doble filo. Era bastante peligroso entrar si no eras supervisado por un Maestro, o, en su defecto, un compañero. Muchos no se habían atrevido aún a probarlo, o si lo habían hecho, fue sin el consentimiento de los Maestros.

Pero aquella noche, había decidido embarcarme en una aventura.

Bueno, no se me había ocurrido a mí. Tandy me lo propuso, y tal fue el entusiasmo que despertó que no pude decirle que no. Él sería quien estuviese fuera si me sucedía algo para avisar a Kazuki, pero… tenía miedo.

No en sí de los desafíos que me esperaran en el interior de aquel extraño mundo cibernético. Y sabiendo que Tandy había estado aprendiendo a manejar los ordenadores, aburrido muchos días en Tierra de Partida, me tranquilizaba. No, el auténtico problema era otro.

Que me descubrieran.

Me daba igual que supiesen de mi interés por ser machacada por enemigos virtuales, pero, como bien sabía, esos enemigos se manifestaban con el miedo que inundaba nuestros corazones. Nuestras debilidades.

Además de escuchar rumores y advertencias de los maestros de supuestos problemas con los programas informáticos, no podía permitir que Akio descubriera mi secreto. Aquel entrenamiento en Agrabah debía permanecer siempre oculto, al igual que las manos que me sostenían y apoyaban. Ni permitir que Xefil, Light, Kit o Kousen se enteraran. No lo consentirían, me detendrían. O, simplemente, querrían marchar conmigo. Y lo que más me imponía era pensar que ellos acabaran lastimados por mi culpa.

Esta vez, debía ser yo la que pusiera cartas en el asunto. Y rápido. No podía permitirme retrasos. Si aquel simulador de Espacio Paranoico me ayudaba a que mi entrenamiento diera resultados en menos tiempo, que así fuera.

Nadhia, ya está casi listo, kupó —susurró Tandy, mostrándome una gran masa de datos de color verde asomando en la pantalla de la sala, a oscuras—. He creado una zona de combate, tan, tan. Así, cuando mañana alguien intente entrar, no sabrán que has estado aquí. Se borrarán los datos, y yo los volveré a crear las noches que sean necesarias, tan.

No sé, Tandy…

¿Qué ocurre, Nadhia, kupó? —preguntó Tandy, preocupado.

Me siento como una delincuente —confesé, sonriendo amargamente—. En realidad, seguramente descubran que he estado aquí. Y como decía Chris, las paredes tienen ojos. No me extrañaría incluso que algún Maestro ya supiera de mis escapaditas a Agrabah.

>> Y bueno, no sé si fiarme de estos programas. Hay rumores de que hubo problemas con un correo fantasma, o... un virus desconocido. Tuvieron que intervenir Ronin y Kazuki. Parece que la cosa estuvo muy fea. No fue como conmigo, Fyk y Maya. Fue algo más gordo.

Tandy se posó delante de mí, volando con sus alas de murciélago. Puso una pícara sonrisa.

Je, te estás echando atrás —soltó, intentando provocarme—. Miedica, tan, tan.

Y lo consiguió.

Bueno, ya a estas alturas debería cogerme mala fama por ser aprendiz del Rey de las Travesuras, ¿no crees? —le dije, recostando mi espalda sobre la silla y girando un poco con ella— Supongo que ya no puedo echarme atrás. Has creado el programa. ¡Oh, mierda!

Me levanté de pronto, y tal fue mi error que la silla cayó contra el suelo, provocando un espantoso ruido. La coloqué cuidadosamente, y decidí entonces asomarme al pasillo que se encontraba oscuro a esas horas. Suspiré aliviada al ver, después de unos minutos angustiosos, que nadie se había percatado de nuestra presencia en la Sala de Ordenadores.

¿Nadhia, kupó? ¿Por qué te has…? —preguntó Tandy, quien también se había dado un susto de muerte aunque intentara disimularlo.

Se me ha olvidado coger mi arco y las flechas —admití, avergonzada—. Quería comprobar si se digitalizaban para el combate o tendría que recurrir solamente a la Llave-Espada. Además…

Mi rostro tornó serio.

Quiero que esta simulación sea lo más real posible.

Tandy suspiró y, de repente, me empujó hacia la salida.

Voy contigo, kupó —dijo, y antes de que fuera a replicar, él me hizo callar con una gran verdad—. Conociéndote, eres capaz de tropezar con tus propios pies. Mi pompón ayudará a iluminar el camino.

¿N-No deberíamos apagar el ordenador? —pregunté, echándole un último vistazo antes de adentrarnos en la oscuridad de los pasillos.

Tranquila, no tardaremos nada en recoger tu arco y tus flechas, kupó —me dijo, sonando bastante coherente a mis oídos—. Además, ¿crees que alguien va a estar despierto a estas horas de la mañana, tan, tan?

Sonriéndole, giré una esquina dejando atrás la Sala de Ordenadores, confiando en las palabras de Tandy.

Pero me arrepentiría al poco tiempo.

¿Cuándo confiar en Tandy había sido la mejor opción?
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Re: [La Red] Una prueba de valor

Notapor Suzume Mizuno » Sab Ene 04, 2014 12:44 am

Fátima soltó un prolongado bostezo y se restregó los ojos mientras avanzaba por los pasillos del castillo, iluminados por la luz de la luna. Había sido un día largo, muy largo. Los entrenamientos con Lyn eran, desde luego, mucho más intensos físicamente que los de Nanashi. Pero no estaba dispuesta a rendirse; tendría que acostumbrarse al ritmo que le imponía su nueva maestra.

Nunca había sido especialmente fuerte, aunque sí ágil y rápida. La práctica con la Llave Espada había mejorado su destreza pero… Pero no era suficiente. Fátima era perfeccionista y exigente y tenía muy claro que no quería ser un Caballero mediocre. No había sido su sueño convertirse en uno, cierto, sin embargo, hacerlo le abriría cientos, miles de posibilidades: viajar por todos los mundos existentes, aprender de ellos, vivir todo tipo de experiencias.

Se le inflamaba el corazón de sólo pensarlo.

Pero para ello, primero tenía que ser una buena guerrera.

Y no lo era.

No podía pedirle a Lyn que hiciera más de lo que ya hacía. El problema era ella. Necesitaba entrenar más.

Ya no se trataba sólo de orgullo, sino de que… Era débil. Fátima no podía dejar de pensar en lo ocurrido en Bastión Hueco. Y en aquella aldea, donde se encontró con Andrei. «Nos volveremos a ver, patito». Había estado a punto de morir dos veces. De no haber sido por Ronin…

Cuando escuchó de Ivan Kit que había un lugar donde podía pelear contra los Sincorazón, sin necesidad de viajar fuera de Tierra de Partida, se interesó en el tema. Sólo tenía que aprender cómo utilizar los ordenadores. Al principio desechó la idea, pensando que era demasiado peligroso. Pero después pensó en Andrei y se dijo que al menos podía probar. Sería, además, una buena oportunidad para probar qué podía hacer contra enemigos estando sola.

El único problema era que Fátima todavía estaba acostumbrándose a entender qué demonios era un ordenador. Así que se había escrito en una hoja lo que tenía que hacer. Le daba miedo que la pillaran los Maestros, pero lo peor que podían hacerle era castigarla.

Llegó a la sala de ordenadores y vio que uno se había quedado encendido. Fátima frunció el ceño, preguntándose qué despistado se habría olvidado de apagarlo. Pero mejor para ella.

A ver, a ver. De acuerdo. ¿Cómo… se hacía esto?

La pantalla mostraba lo que parecía ser un campo de batalla. Asintió. Parecía que alguien había estado entrenando. Sacó las instrucciones y las puso de tal forma que la luz de la pantalla iluminara la letra de Ivan Kit.

Bien, configura el programa. Bueno… Dios, no valgo para estas cosas. No. Aquí no es. Ni aquí. Genial, a que me tiro toda la noche… Ahí pone «La Red». ¿A ver? Vale, le tengo que dar a aceptar. Y luego…

De pronto creyó escuchar algo. Se quedó paralizada y agudizó el oído. No, no había escuchado mal. ¡Se acercaba alguien!

Con el corazón a punto de reventarle en el pecho, se dio la vuelta, buscando desesperada un sitio donde esconderse. Sin querer se apoyó en el teclado del ordenador y escuchó dos pitidos. Después algo brilló a su espalda y cuando se dio la vuelta la cegó un rayo verdoso.

****


Cuando Fátima abrió los ojos soltó un quejido y se cubrió con una mano: una luz blanca, muy intensa, le hería los ojos. Se dio la vuelta lentamente, hasta ponerse bocabajo, y se incorporó. Miró a su alrededor, esperando encontrarse entre los ordenadores…

Estaba tirada en medio de una calle. Una calle extraña, oscura, pero iluminada por líneas de luz artificial que recorrían suelo, muros y aceras. Se incorporó, creyendo comprender...

¿Esto es… la Red?

Se volvió sobre sí misma, a la espera de que ocurriera algo.

Sin embargo, el lugar seguía vacío. Casi como si estuviera muerto. Tragó saliva. Estaba segura de que se había metido en el ordenador, aunque su mente no terminara de entender cómo. La pregunta era… ¿Por qué no ocurría nada?

La he cagado —musitó—. Seguro que la he cagado. ¡Oh, no!

Se palpó el cuerpo, en especial los pantalones, y buscó desesperadamente a su alrededor. Pero no encontró la nota. El miedo la hizo estremecerse de arriba abajo y tuvo que apoyarse contra una pared para sostenerse. El mundo, de repente, daba vueltas.

¡Se suponía que iba a poder traer las instrucciones conmigo! ¿Cómo voy a salir?
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Re: [La Red] Una prueba de valor

Notapor EspeYuna » Lun Ene 06, 2014 2:53 pm

Nadhia, kupó —alcé la mirada cuando Tandy me llamó la atención tras cerrar la puerta de mi habitación, habiendo recogido ya mi preciado arco—, ¿teniendo una habilidad como Flecha Celestial, es necesario el arco y las fechas, tan, tan?

Siguiendo el pompón luminoso de mi fiel guardián, asentí en silencio. Pero una vez abandoné el ala de los dormitorios y bajé las escaleras, le di una respuesta más concisa.

No puedo depender siempre de esa habilidad —le expliqué. A duras penas sabía que no era capaz de desarrollarla con tanta maestría como lo haría un superior de Tierra de Partida—. Ya me has visto entrenando en Agrabah. Un mínimo de cinco flechas de luz en un combate, y me quedo sin poder mágico.

Pero seguro que entrenando aún más, kupó…

No es suficiente, Tandy —le interrumpí, fortaleciendo mi opinión—. Ten en cuenta que también necesito mi poder mágico para ejecutar otros conjuros. Curativos, por ejemplo.

Pero para eso estoy yo, ¿no, kupó? —preguntó, hinchando sus mofletes y realzando sus bigotes de conejo volador— Y antes de que te niegues, el pacto me prohíbe abandonarte en situaciones como estas, kupó. Te pongas como te pongas, tan, tan.

Sonreí y le acaricié la oreja derecha, en señal de agradecimiento.

Ojalá no tuvieras que luchar a mi lado, no quiero que por mi culpa te pase algo. Nunca me lo perdonaría.

Haberlo pensado antes de venir a buscarme. ¿A quién se le ocurre confiar en una brujaposeecaballerosandantes, tan, tan?

Riendo ambos por lo bajo, empujé con cuidado la puerta que daba a la Sala de Ordenadores. Por lo pronto, parecía estar como la habíamos dejado. Así es, parecía.

Porque percaté una brisa de aire y algo que caía al suelo. Un trozo de papel. Tandy, alarmado de que el rayo que digitalizaba nuestros cuerpos estuviese apagándose en ese instante, fue hacia el ordenador, comprobando las coordenadas que había dejado encendidas. La letra de Kit impresa en el papel hizo que una gota de sudor me recorriese la nuca.

Oh, oh —las sospechas eran ciertas. Corrí hacia el ordenador y lancé una fulminante mirada a Tandy—. Jeje, N-Nadhia, kupó, esto te va a resultar muy gracioso…

Suelta por esa boquita, Tandy.

No debí hacerlo. No debí hacer caso a Tandy, siempre me metía en problemas, aun cuando ni los buscaba.

Alguien ha entrado como Usuario en el simulador que cree para ti, kupó —dijo, temeroso por mi reacción. Intenté tranquilizarme al tiempo que leía las indicaciones de Kit en el papel. Se lo mostré a Tandy mientras tecleaba en el ordenador, intentando dar identidad al intruso. La palabra “Desconocido” apareció en la pantalla—. Son indicaciones para entrar a una zona de combate ya creada. La nuestra es más compleja, kupó. Qué extraño...

Quizá quiera descubrir qué ando tramando —dije, apretando mis nudillos—. Si llega a descubrir sobre mis intenciones, ¿me lo intentaría sonsacar?

Realmente, no conocía en profundidad a Kit, ni si usaría aquel simulador como simple diversión, curiosidad o para incordiar. No entendía su mentalidad, ni siquiera sabía definir nuestra relación como compañeros en Tierra de Partida.

¿Pero qué podía hacer, sino contarle la verdad y pedirle mantenerlo en secreto? ¿Me pediría algo a cambio? Suspiré, bastante mosqueada. No me quedaría otra que entrar en las arenas y explicárselo.

Tandy, prepara el rayo —dije, colocándome el carcaj—. Voy a entrar.
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Re: [La Red] Una prueba de valor

Notapor Suzume Mizuno » Mié Ene 15, 2014 2:17 am

Fátima recorrió las oscuras calles de aquel mundo, preguntándose si sería de noche o si siempre estaría igual. Trataba de contener el creciente histerismo que le cerraba la boca del estómago, pero a medida que pasaban los minutos y no era capaz de encontrar una solución, se iba desmoronando. Además, aquel lugar era un laberinto: la altura de los edificios la angustiaba, al igual que la homogeneidad del material del que estaban hechos. No era capaz de distinguir una calle de la otra.

La angustia crecía en su interior. ¿Dónde estaban los enemigos? ¿Qué había hecho mal? ¿Es que había ido a parar a un lugar distinto a la Red? Estaba segura de que en las instrucciones ponía que habría algún portal mediante el cual regresar al mundo real…

Sufrió un escalofrío al recordar que, cuando escuchó los pasos, tocó algo de teclado sin querer.

«Ay, no…»

¿Y si no podía salir hasta que algún Maestro o Aprendiz entrara a la sala de ordenadores?

Como si aquel programa hubiese leído sus pensamientos, una voz atronadora surgió de algún lugar, ¿del cielo?, y resonó a su alrededor, ensordecedor. Fátima pegó un respingo cuando delante de ella se materializaron unas curiosas letras brillaban y se fusionaban y deshacían hasta adoptar un texto muy simple:

Usuario: Desconocido
Modo de combate: OVER
Dar inicio


¿Por qué no hay más opciones? —se quejó. Ahora le había entrado miedo. Tenía un mal presentimiento y sólo podía pensar en marcharse de ahí cuanto antes—. Oh, venga ya…

Frustrada, subió y bajó sobre las puntas de los pies hasta que al final asimiló que no tenía otra opción que iniciar el combate y terminar con el enemigo. Sólo esperaba que luego pudiera salir. Alzó una mano, pero se detuvo. Aunque… Ivan no le había hablado de nada de eso. Simplemente aparecerían Sincorazón y…

Las letras se convirtieron en dígitos y luego se evaporaron. Así, Fátima se encontró con que, delante de ella, a poco más de dos metros de distancia, se erguía una figura. No pudo evitar estremecerse y pensar, a la vez, que no encajaba en aquel lugar. Vestía unos ropajes majestuosos, prácticamente sacados de un cuento medieval, y se cubría el rostro con una capucha bordada en oro.

Muéstrame tus miedos.

Pegó un respingo del susto y reculó un par de pasos cuando aquella misteriosa persona se incorporó y echó a andar en su dirección.

¿Quién eres tú? ¿Vienes de Tierra de Partida? —preguntó con la voz temblorosa, intentando sonar segura, a pesar de que no hacía más que retroceder.

De pronto la capucha de la figura resbaló hacia atrás y descubrió un rostro angelical, de ojos azules, aunque un parche cubría uno de ellos, y cabello rubio dorado. Fátima contuvo el aliento casi sin darse cuenta. Era guapísimo.

Muéstramelos.

Frunció el ceño. No le gustaba nada que…

Entonces una fuerza casi física le partió el pecho por la mitad. Fue un golpe tan fuerte, que se desplomó de espaldas, sin aire en los pulmones. Se dio la vuelta, dando largas y desesperadas bocanadas de aire entre espasmos de dolor.

¿Qué… me has…? —intentó farfullar, medio estrangulada por la falta de aire. Pero no consiguió terminar la frase.

No tenía resuello para hablar, pero sabía que no podía quedarse quieta. El miedo la espoleó, recordándole que aquel hombre, fuera quien fuera, se acercaba. En ese momento, su instinto de supervivencia, el entrenamiento constante, tuvieron mayor peso. Así que materializó su Llave Espada y, sacando fuerzas de la flaqueza, se volvió contra aquel extraño hombre y le lanzó un…

¡Perla!

Después se arrojó adelante, a pesar de que el pecho le dolía como si fuera a quebrarse, dispuesta a atacarle físicamente.
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Re: [La Red] Una prueba de valor

Notapor EspeYuna » Mié Ene 15, 2014 11:46 pm

Abrí los ojos.

Por un momento me hallé confusa, como si hubiese despertado de un pequeño lapsus. Sin embargo, cuando me vi rodeada de unas calles desconocidas para mí, supe que tenía una misión que cumplir.

Aunque no era muy noble que digamos. Más bien, era salvar mi secreto.

“Tenía que ser Kit, precisamente.”

¿Tandy? —pregunté a la nada, mientras estiraba el cuerpo al sentirlo un tanto adormecido.

¡Nadhia, te escucho, kupó! ¡Esto funciona!


Suspiré aliviada cuando pude escuchar la voz de Tandy, en algún lugar externo a aquel mundo de datos. Aquello significaba que la comunicación con el exterior no sería un problema, al menos por ahora.

Bueno y, ¿dónde está Kit? —comprobé mi alrededor. Me extrañé del paisaje, bastante diferente al que hubiese sido Espacio Paranoico. No era un terreno de arena digital. Me hallaba en una sucesión de calles iluminadas, como si hubiera acabado en una especie de ciudad— Tandy, ¿no me habrás dejado en otro sitio, verdad? No recuerdo Espacio Paranoico así.

Esto… Nadhia, kupó. Aquí pone la Red, no Espacio Paranioco.


”Paranoico” —le corregí, un poco preocupada por lo que acababa de decir. ¿Acaso existían mundos diferentes en el interior del ordenador? Los Maestros no nos habían advertido de ello. O eso creía—. Bueno, ¿al menos podrás localizar a Kit, no?

A ver, tan. Este puntito marrón de la pantalla eres tú. Y… ¡ajá! Aquí está, tan, tan. ¡Todo recto, kupó! ¡Te enseñaré que puedo guiarte, verás qué guay!


De acuerdo entonces —asentí, comprobando que mi carcaj y mi arco no habían desaparecido.

Recordé el tiempo interminable en el que estuve atrapada junto a Fyk y Maya en una celda, mientras estos se burlaban de Akio. Esbocé una sonrisa y decidí ser guiada por Tandy.

Oh, por cierto, kupó. Cuando llegues al simulador, ya sabes que debes…


Decir la contraseña, tanto fuera como dentro, ¿no? —confirmé, a medida que iban apareciendo unas lucecitas azules que me indicaban las coordenadas que recibía de mi interlocutor— Fuera para entrar, dentro para que el programa se centre en mí.

Aunque no es seguro que en este sitio funcione igual, tan.


Opino igual —comencé seguir las indicaciones de Tandy, haciendo desaparecer los farolillos azules por los que pasaba—. Este mundo tendrá sus propias reglas, me temo.
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Re: [La Red] Una prueba de valor

Notapor Suzume Mizuno » Jue Ene 16, 2014 2:07 am

Fátima maldijo al ver cómo el hombre rechazaba su Perla con un simple gesto de la mano. Pero ya no podía detenerse, había tomado demasiado impulso y era imposible parar en seco…

Fátima Laforet.

En los escasos segundos que transcurrieron antes de que alcanzara a su enemigo, Fátima sintió que al dolor del corazón se le unía una desagradable sensación de temor. Nunca había estado muy versada en ordenadores, pero sabía que no había dado ningún nombre a la máquina.

Dio un tajo lateral, pero su Llave Espada no impactó contra ningún cuerpo, sino que siguió de largo. La chica perdió el equilibrio y cayó sobre una rodilla.

Cuando se volvió comprobó que el joven había desaparecido. En su lugar había un espejo de cuerpo entero que flotaba a unos centímetros del suelo. Fátima aspiró una larga bocanada de aire y sintió que el dolor del pecho por fin empezaba a menguar, tan rápido como había aparecido. Le seguía molestando al respirar, pero al menos ya no le impediría moverse con libertad. Así que se incorporó con la Llave Espada en ristre, mirando con el ceño fruncido el espejo.

Se quedó boquiabierta. Al principio la impresión fue tal que no supo como reaccionar. Después sacudió la cabeza con rabia y apartó la mirada. Pero pegó un grito ahogado al mirar al suelo y encontrarse con la misma imagen mirándola en silencio, con unos ojos oscuros y amenazantes.

Retrocedió atropelladamente, pero se llevó un buen susto cuando su espalda chocó con una superficie dura y fría. De pronto, todo su alrededor se había llenado de espejos. Y, en todos ellos, estaba esa persona que Fátima repelía con toda su alma.

Experimentó una mezcla de horror y repulsión al encontrarse observada por él desde todas partes; desde el suelo, desde los costados, desde el cielo. No había ni un maldito rincón a donde mirar sin encontrárselo. Era como estar encerrada en una caja. Sintió vértigo. Su imagen se reflejaba cientos de veces en los espejos, multiplicándolo hasta el infinito.

Fátima habría soportado enfrentarse a él en solitario, en igualdad de condiciones.

Pero aquello era demasiado.

¡Vete! —gritó, alzando la Llave Espada y apuntando al frente—. ¡Desaparece!

¡No le tenía miedo! ¡No le tenía miedo! Nunca le aceptaría, ¡pero no le tenía miedo!

Y lanzó un Piro. La superficie del cristal que había ante ella se quebró en mil pedazos y se desparramó por el suelo, pero no se detuvo a contemplar su destrucción, sino que echó a correr, preparándose para arrojarse contra uno nuevo.

¡Déjame en paz! —gritó, volviendo a lanzar un Perla.

Entonces recibió unataque desde la espalda que la derribó. Gimiendo, se incorporó sobre un codo y se volvió para ver que uno de ellos la observaba desde un espejo con la Cadena del Reino alzada: le había devuelto el ataque.

Se puso de pie, impulsada gracias a la disciplina de los entrenamientos, a pesar de que la espalda le ardía.

Con que no puedo usar magia, ¿eh? —masculló—. ¡Pues os romperé uno por uno si hace falta!

Y cargó contra todos los espejos que encontró a su paso.
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Re: [La Red] Una prueba de valor

Notapor EspeYuna » Jue Ene 16, 2014 11:40 am

¡Nadhia, por la derecha y todo recto, kupó!


¡Entendido!

Seguí las indicaciones de Tandy, y una vez que crucé una esquina de las estrechas calles, aceleré el paso.

Nadhia, kupó…


¿Qué ocurre? ¿Ya estoy cerca? —pregunté, quedándome quieta por si se trataba de algún aviso de peligro.

No, Nadhia. Quería preguntarte por, esto… ya sabes… ella, tan.


La pregunta me pilló desprevenida. Sin embargo, le respondí sin darle importancia al asunto:

Nada que tú no sepas.

Tandy había estado muy preocupado por mí desde aquella noche en la que comencé a verla. No le culpaba, yo también lo estaría. Por lo menos, pensaría que me faltaba un tornillo y me había vuelto completamente majareta.

Pasando por las calles, me paré un momento frente a mi imagen reflejada en los cristales de los edificios.

Allí estaba. Siempre estaba a mi lado, precisamente del ojo izquierdo, donde Ángel Forjado había concedido mi deseo. Me miraba con tristeza, sin cambiar su apariencia ni su expresión. Como un fantasma, observándome siempre que mi rostro se reflejaba en un espejo, en el agua, o en los cascos de mi armadura.

Evangeline. Tenía que ser ella. Bellísima sin duda, no podían compararse sus ojos a los míos, quienes brillaban con un castaño muy perturbador, casi semejándose a un rojizo carmesí. Sus largos cabellos parecían sedosos al tacto. Su piel de marfil era lo poco en lo que nos parecíamos, aunque también las facetas de su rostro eran tan infantiles como las mías. Siempre llevaba puesto un largo mantón blanco.

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Pero nunca decía nada. Me irritó los primeros días, asustándome, como no, ante su presencia. Sin embargo, me fui acostumbrando a su compañía. Ángel Forjado había querido que Evangeline me acompañara en todo momento, ¿pero por qué? Hasta ahora, la muchacha no había ejercido control sobre mí.

¿Algún día llegarás a querer intercambiar unas palabras conmigo?

¡Estás muy cerca, kupó! ¡Gira a tu izquierda!


La advertencia de Tandy me hizo girar la cabeza en dirección a donde me guiaba para encontrar a Kit. Para cuando fui a comprobar si Evangeline seguía reflejada a mi lado, su imagen había desaparecido.
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Re: [La Red] Una prueba de valor

Notapor Suzume Mizuno » Sab Ene 18, 2014 3:15 am

Daba igual cuántos quebrara, no se acababan. Aunque apenas sí necesitaba ejercer fuerza para romper los espejos, ya que eran exageradamente frágiles, estaba exhausta. Tenía innumerables cortes en los brazos de las esquirlas que saltaban sobre ella cada vez que se deshacía de uno, y las plantas de sus zapatos estaban llenas de fragmentos que se incrustaban en las suelas. Cuando intentaba huir por algún callejón, los espejos le cortaban el paso, surgían uno tras otro de la nada, amenazadores, claustrofóbicos. Empezaba a tener la sensación de que se encontraba perdida en medio un bosque de plata interminable, sacado de algún tipo de retorcida pesadilla, y que no le dejaba salida alguna.

Empezó a resollar y la desesperación y la frustración le formaron un nudo en la garganta que le impedía tragar. Pero el cansancio poco a poco empezó a nublar sus sentidos, desplazando el terror hasta arrinconarlo en un rincón de su conciencia.

Ahora lo que sentía era una sorda angustia que comenzaba a rayar la desesperación.

Estaba allí, multiplicado, por todas partes, mirándola, juzgándola.

Se daba perfectamente cuenta de que el ordenador —imaginaba que algo tenía que ver con ese hombre rubio que había aparecido antes de que comenzara aquella locura—, de alguna manera, le había identificado a él con sus miedos. Y Fátima empezaba a comprender que sólo tenía dos opciones: o derrotarle, o dejarse matar por aquel estúpido programa.

Pero, ¿por qué? ¡No le tenía miedo! ¡Simplemente no le soportaba!

Quizás por eso mismo la idea de luchar era tan desquiciante.

¡Maldita sea, desaparece de una jodida vez! —dio un violento giro para quebrar los espejos que la rodeaban.

Pero antes de que terminaran de cubrir el suelo de fragmentos de cristal, cinco o seis se materializaron, ocupando el lugar de los caídos.

Dio un traspiés y cayó al suelo. Consiguió interponer las manos en el último momento, pero más le valdría no haberlo hecho: diminutos pedazos de esquirlas se le clavaron en las palmas y las rodillas. Al intentar levantarse, un trozo más grande le abrió un largo tajo en la mano.

¡Joder! ¡Mierda! ¡Me cago en…!

Sus palabras perdieron fuerza a medida que salían de su boca y sintió que el llanto le trepaba por el pecho, dispuesto a desbordarse.

«¡Ahora no!»

Mordiéndose la lengua, apretó la mano herida contra su pecho y parpadeó con fiereza para retener las lágrimas.
Ya había llorado más que suficiente durante años, no iba a volver a hacerlo nunca más. Y mucho menos por él.

Se sacudió los cristales y se arrancó los más grandes que se le habían clavado en las rodillas, ignorando el dolor. Miró con firmeza hacia abajo, donde la superficie de un espejo se manchaba de gotas de sangre, y él le devolvió la mirada. Entrecerró los ojos y notó el sabor de la amargura y la rabia en la boca. Clavó la Llave Espada en espejo, quebrando su imagen.

Cura —susurró, cerrando así en parte sus heridas más graves y haciendo desaparecer los rasguños.

Y volvió a la carga. Sus oídos comenzaban a acostumbrarse al característico estruendo de los cristales al romperse, a su tintineo al caer. Y sentía una oscura y satisfactoria sensación de venganza cada vez que su cara desaparecía. Pero, al mismo tiempo, crecía una honda desazón en su interior, que empezaba a rivalizar con su rabia. La bilis trepaba por su garganta y cada vez le costaba más retenerla. Al final sintió unas ganas horribles de salir corriendo, de ir a refugiarse en los brazos de su hermano, que la consolaría y calmaría, hasta arrancarle una sonrisa.

Pero no podía. Estaba allí, encerrada, y no podría huir hasta que acabara con él.

¡Vete de una vez! —exclamó, a punto de romper a llorar, por mucho que no quisiera humillarse a sí misma hasta tal punto—. ¡No quiero verte!

¿Es que nunca se iba a acabar? El desaliento que sentía era cada vez muy fuerte y comprendió que no le faltaba mucho para rendirse.

Después de todo… No podía vencer a un enemigo así. De alguna manera, encontró las fuerzas para sonreír con amargura.
En eso el ordenador había estado completamente acertado: él nunca la dejaría en paz.

Jamás.
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Re: [La Red] Una prueba de valor

Notapor EspeYuna » Sab Ene 18, 2014 3:21 am

Fátima Laforet, muéstrame más.
Tus miedos.

No me esperaba para nada encontrarme a Fátima al cruzar la esquina de las últimas calles por las que me había guiado Tandy. La conocía sólo de nuestra inesperada visita en Bastión Hueco, pero no olvidaría jamás quienes me acompañaron en aquel infierno.

Y reaccioné en el mismo momento que la vi agachada en el suelo y rodeada de, ¿espejos? Olvidé por completo mi suposición de que Kit había sido el que se había metido donde no le llamaban. La joven no dejaba de mirar aterrada el reflejo de aquellos espejos. Ni me importó verlo, tan sólo alcé mi arco, saqué una de las flechas del carcaj y apunté en dirección al que estaba justamente frente a los ojos de Fátima.

Me acerqué corriendo a ella, colocándome entre su cuerpo y uno de los espejos más grandes. Y le di una patada, sin ningún tipo de remordimiento. Después de centrar mi rabia en el espejo que se hizo mil añicos, me agaché a socorrer a Fátima, quien parecía bastante asustada y confundida.

¿Te encuentras bien?

Antes de que me pudiera contestar, me levanté para encontrarme con un personaje bastante familiar al final de la estrecha calle.

¡Tandy! ¿Por qué es…?

Una silueta se asomaba entre los espejos, mirándome con una pícara sonrisa en los labios. Sin duda, muy diferente a la que usualmente me dedicaba el vivo retrato de mi Llave-Espada.

¿Por qué tiene el aspecto de Ángel Forjado?

En cuanto vi que la mano del jefe del simulador se alzaba, aparté a Fátima de su blanco.

Nadhia Hoghes.

Solté un gemido y me agaché al suelo tras recibir el ataque, y allí cohibida, exhalé aire, ventilando de forma descompensada e intentando recuperarme. Parecía como si una flecha de aire frío y afilado a gran presión hubiese atravesado mi pecho.

Me llevé la mano al corazón, y fue entonces cuando una ráfaga de recuerdos comenzó a surcar mi mente, pero mi memoria se quedó congelada en un momento en concreto:

Muéstrame tus miedos.

Aquella voz tomó forma en la calle, al igual que un cuerpo se fue acercando a mí. Busqué con mis dedos el arco que había caído a mi lado, decidida a usarlo. Pero tal fue el shock de volver a ver aquellos ojos inyectados en el intenso amarillo de un sincorazón, que me empezaron a temblar las manos. ¡No, estaba preparada! ¡No le tenía ningún miedo!

Pero allí estaba, con la Llave-Espada Oscura alzando mi mentón para que nuestras miradas se encontraran.

Muéstrame tus miedos, lucecita.
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Re: [La Red] Una prueba de valor

Notapor Suzume Mizuno » Sab Ene 18, 2014 3:49 am

Fátima Laforet, muéstrame más.
Tus miedos.


Tus muertos te voy a mostrar nada más —farfulló ella, cansada, sin apenas voz.

A pesar de que sus heridas no eran graves, ardían, dolían, y notaba la sangre escurrirse poco a poco entre sus dedos hasta el punto de que la empuñadura de su Llave Espada estaba resbaladiza y se le escurría. Le costaba respirar y si estaba consiguiendo mantenerse en cuclillas era sólo mediante fuerza de voluntad para no clavarse los malditos cristales en las piernas. Se mordió los labios y se restregó los ojos con un puño. No podía más…

Entonces, escuchó unos pasos. Se puso en tensión y sintió que se le helaba la sangre en las venas. ¿Es que ahora estaban saliendo de los espejos para enfrentarse a ella?

Una figura se interpuso en su campo de visión y hubo un estallido cuando un espejo cayó destruido al suelo.

¿Te encuentras bien?

De pronto se encontró mirando a la cara a una chica que... ¿No era la de Bastión Hueco? ¿Nadhia?

Abrió la boca y balbuceó una respuesta ininteligible, pero la chica no pareció escucharla y, con seguridad y aplomo, se incorporó y se volvió. Fátima siguió la dirección de su mirada y se estremeció al ver a aquel hombre de largos ropajes y parche en el ojo. Sonreía a la recién llegada. Los espejos, súbitamente, desaparecieron y la calle quedó sorprendentemente oscura, vacía.

«¿Por qué han…?»

¿Por qué tiene el aspecto de Ángel Forjado?

«¿De quién?»

De repente la chica se dobló por la mitad, apretándose el pecho, con la cara deformada por un rictus dolor. Fátima comprendió que le estaba ocurriendo lo mismo que le había sucedido a ella, y vio que el hombre había alzado una mano en dirección a la chica. De sus labios salió aquella lapidaria y Fátima se encogió por instinto, preparada para cualquier cosa. Había aprendido a relacionar esa orden con ataques y, ante todo, dolor.Se le encogía el corazón de sólo pensar en que los espejos pudieran volver a aparecer de la nada.

«No, por favor. Todo menos eso».

El hombre se incorporó entonces y avanzó en su dirección, metamorfoseándose a medida que caminaba en…

¿Quién?

Todavía estaba preguntándoselo, porque sus rasgos le resultaban familiares, cuando aquel joven moreno, de ojos dorados que recordaban a los de un Sincorazón, alzó una… ¿¡Llave-Espada!?

Tan aturdida estaba que no hizo nada cuando el muchacho se plantó delante de Nadhia y le levantó la barbilla con la punta de su arma.

Muéstrame tus miedos, lucecita.

Fátima se puso en tensión ante esa maldita frase y entendió: era otra simulación del ordenador.

¡Eh! —llamó la atención del chico, que volvió ligeramente los ojos hacia ella.

Fátima dio dos zancadas y lanzó una estocada que desvió la Llave Espada hacia un lado. Se interpuso entre Nadhia y el chico, extendiendo un brazo en ademán protector y apuntándole con su propia arma con el otro. Ahora que habían desaparecido los espejos, se sentía con la fuerza y la rabia suficientes para enfrentarse a cualquier cosa:

Si la tocas, te mato.
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Re: [La Red] Una prueba de valor

Notapor EspeYuna » Sab Ene 18, 2014 4:21 am

No mostré miedo alguno frente al rostro de Ello, me había preparado durante las últimas semanas, intentando visualizar su sonrisa, despiadada, viéndome sufrir. Más bien, hubo desafío en mis ojos. ¡Pero demonios! La fuerza con la que alzaba mi mentón era descomunal. Era normal que, incluso siendo una maldita simulación, ésta lograra hacerme temblar.

¡Eh!

Se me había olvidado por completo que no estaba a solas con la imagen. Una estocada separó mi barbilla del poder de Ello, haciéndome caer hacia atrás, aunque pude mantenerme erguida. Fátima había decidido intervenir, por desgracia.

Si la tocas, te mato.

¡Fátima, no intervengas! —grité, aunque no era mi intención impedirle nada, pues todo parecía haber sido un accidente. No sabía si Kit había sido el culpable, pero si lo era, se iba a preparar— ¡Sal de aquí, ahora! ¡Huye!

Quizás la muchacha se quedara durante unos instantes confusa por mis palabras, cuando de repente vi como el arma de mi adversario decidía tomarla con el usuario desconocido, alzándose sobre la espalda de Fátima. Sin embargo, reaccioné a tiempo.

Apunté contra su hombro derecho, y acerté de lleno. La imagen del portador de la Llave-Espada Oscura no emitió ningún grito de dolor. Simplemente, bajó el arma sin atacar a Fátima y se miró. Luego volvió a sonreír en mi dirección.

Fátima, escúchame —la llamé una vez más, y esta vez, con el corazón en la garganta—. Intenta salir de aquí, mientras yo le distraigo. ¡Y si no puedes encontrar una salida, mantente lejos! ¡No vengas a por mí, por favor! ¡Haz caso de las indicaciones de Tandy!

Seas quien seas, ¡dirígete a tu derecha, hay una salida! ¡Nadhia, tú también, kupó! ¡¡Nadh…=&)/((/&(¡!!


Fue entonces cuando decidí que aquello se ponía serio. La comunicación con el exterior había desaparecido. Alcé de nuevo mi arco y tensé la cuerda, cuando:

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Re: [La Red] Una prueba de valor

Notapor Suzume Mizuno » Sab Ene 18, 2014 5:05 am

¡Fátima, no intervengas! —gritó Nadhia—.¡Sal de aquí, ahora! ¡Huye!

Sin dejar de apuntar al chico con su Llave Espada, Fátima se volvió ligeramente para mirar por encima del hombro. No vio, por tanto, cómo se abalanzaba sobre ella su enemigo, sino a Nadhia tensando la cuerda de un arco. Ahogó una exclamación y se apartó en el último segundo. La flecha silbó y pasó a pocos centímetros de distancia de su cara, sacudiéndole el cabello. Siguió su trayectoria con la mirada, sin comprender qué estaba ocurriendo, hasta que vio que se había hundido en el hombro derecho del joven, que bajó su arma. Fátima tragó saliva. ¿Acababa de salvarle la vida?

Fátima, escúchame —le rogó la chica, que parecía verdaderamente desesperada—. Intenta salir de aquí, mientras yo le distraigo. ¡Y si no puedes encontrar una salida, mantente lejos! ¡No vengas a por mí, por favor! ¡Haz caso de las indicaciones de Tandy!

¡P-pero no puedo dejarte aquí sola!

Entonces comenzó a sonar una voz chillona desde el cielo que le hizo pegar un respingo:

Seas quien seas, ¡dirígete a tu derecha, hay una salida! ¡Nadhia, tú también, kupó! ¡¡Nadh…=&)/((/&(¡!!


La transmisión se cortó de golpe y, en su lugar, sonó otra voz, artificial, de mujer, y que le puso los pelos de punta.

¿Quién está ahí? ¿Intrusos, quizás?


En ese momento, entre repentinos fogonazos, pequeñas figuras comenzaron a rodearlas por todos lados Fátima sintió que el mundo se le venía encima al reconocerlos como Sincorazón.

No había tiempo para pensar, no había tiempo para nada. ¡Tenían que salir de allí cuanto antes!

¡Blanco Fijado! —alzó su Llave Espada y apuntó a un Sincorazón que se interponía entre ellas y un callejón—. ¡Perla!

En cuanto disparó cogió a Nadhia de la muñeca y dio un violento tirón en dirección a su única salida. Mientras comenzaba a coger carrerilla se volvió sobre sí misma y apuntó al extraño Portador… Que, comprendió de pronto, tenía que ser el miedo que el ordenador había relacionado con Nadhia.

¡Aturdidor! —gritó, mientras lanzaba su ataque contra el joven.

No se detuvo a mirar si había acertado. Simplemente exclamó:

¡Corre!

Soltó la mano de la muchacha y se lanzó hacia el frente con todas sus fuerzas, aunque no eran muchas. De no haber sido por el miedo que la espoleaba y que parecía hacerla volar por la acera como si a sus pies le hubieran crecido alas, estaba convencida de que no habría sido capaz de avanzar más de unos metros con sus resentidos músculos, que le ardían de esfuerzo.

Pero no le importaba el cansancio, porque sólo tenía una idea clara: y era que no pensaba morir ni por culpa de los Sincorazón, ni a manos de un desconocido ni, mucho menos, por el reflejo de él.

****


Me parece que los hemos perdido —suspiró Fátima, con una mano en el pecho, intentando recuperar el aliento.

Se dejó resbalar contra la pared en la que estaba apoyada y se sentó en las escaleras que llevaban a lo que parecía ser un sótano. Habían corrido como locas, perseguidas por los Sincorazón durante más de media hora, hasta que consiguieron darles esquinazo en una plaza. Luego se habían metido en un laberinto de callejuelas peor iluminadas que el resto y allí estaban, agazapadas a la espera de que sus perseguidores las encontraran de un momento a otro.

Fátima se volvió entonces hacia su compañera y se dio cuenta del extraño traje que llevaba, muy acorde con el lugar, pero no hizo comentarios. En cambio, sonrió y dijo:

Muchas gracias por salvarme. Te debo una muy grande —luego miró a su alrededor y, haciendo un gesto para abarcar la ciudad, preguntó:—. ¿Tienes idea de dónde estamos? Porque yo no. Pero parece que conocías a ese tal… ¿Ángel?

No entendía nada, pero esperaba que Nadhia pudiera ofrecerle alguna explicación.
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Re: [La Red] Una prueba de valor

Notapor EspeYuna » Sab Ene 18, 2014 3:01 pm

La peor situación posible: sincorazón. Al ver como aparecían frente a nuestros ojos una cantidad a gran escala de los mismos, invoqué la Llave-Espada sin pensármelo dos veces.

Había que salir de allí, ¡y rápido!

¡Blanco Fijado! ¡Perla!

Pero Fátima fue más rápida. Lanzó un hechizo contra un sincorazón que se interponía entre nosotras y un callejón, a la par que me cogió por la muñeca para que pusiera los pies en polvorosa. Obedecí al tirón y comencé a correr.

¡Aturdidor! —el nuevo ataque de Fátima hizo que me detuviera, girando sobre mí misma para comprobar que, en efecto, había querido atacar al muchacho que avanzaba hacia mí dispuesto a que le demostrara mi debilidad:

“Alexander.”

¡Corre!

La joven me soltó la mano para escapar por su cuenta, suficiente para que yo dejara atrás aquella horrible imagen de mi amigo y siguiera su ejemplo por salvar ambas el pellejo.

Mientras las dos corríamos con nuevos fogonazos de sincorazón a nuestras espaldas, no dejaba de repetirme que no podía ser derrotada por un maldito simulador, en un mundo totalmente desconocido y, por supuesto, tampoco dejarme matar por una copia de Ragun.

Oh, corrijo. Una copia de Alexander.

*****


Me parece que los hemos perdido —suspiró Fátima a mi lado.

Le iba a responder, pero tal como ella se escurrió hasta sentarse en las escaleras que llevaban a unos sótanos, yo hice ademán por no caer de rodillas al suelo cuando Ángel Forjado se me escurrió de los dedos, repartiendo unas cuantas plumas por los escalones. Todavía en pie y apoyada sobre las rodillas, intentaba recuperar el aliento.

Aquello sí que había sido una persecución en toda regla. Vale que me había enfrentado a sincorazón, y que había huido de ellos alguna vez que se habían puesto las cosas feas, pero aquella manada que aparecía en masa no era para nada normal. Tal concentración del enemigo de la Llave-Espada podría tener preocupado a cualquier Maestro, lo que me hizo recordar que estábamos atrapadas en un mundo… que no era Espacio Paranoico. Se trataba de una gran ciudad, de un aspecto similar al mundo que yo conocía y había pisado… pero me daba mala espina. Era diferente, en cierto modo.

Y eso me asustaba. No tenía ni idea de cómo nos las arreglaríamos para salir. Es más, sin poder comunicarnos al exterior con Tandy, lo estaba viendo todo bastante crudo.

Muchas gracias por salvarme. Te debo una muy grande —me había olvidado por completo que no estaba sola en aquel berenjenal. Me apoyé contra una pared y vi como Fátima señalaba la ciudad que nos rodeaba—. ¿Tienes idea de dónde estamos? Porque yo no. Pero parece que conocías a ese tal… ¿Ángel?

Mencionar a Ángel me pilló por sorpresa. Tal fue el shock de ver a Alexander a tan pocos metros de mí desde hace tanto tiempo que se me olvidó que, en efecto, aquel simulador, programa o lo que narices fuera había adoptado el aspecto de mi Llave-Espada. Su rostro espiritual, el que se suponía que yo sólo podía ver. Salvo algunas excepciones, pero estaba claro que en aquel momento no era Ángel Forjado quien se había presentado frente a nosotras.

No conozco este mundo, pensé que Espacio Paranoico era el único que se encontraba dentro de los ordenadores. La Red, ¿eh? —musité, pensando para mis adentros. Sobre lo último, no sabía qué responderle—. Es… un amigo. Pero está claro que era una simulación, como la de Rag...

Evadí la mirada al recordar los ojos amarillos de Alexander y el frío contacto de la Llave-Espada Oscura en mi mentón… sin olvidar la cicatriz que permanecía en mi labio inferior.

“¿De verdad puedo tenerle tanto miedo desde entonces?”

No me des las gracias hasta haberte sacado de aquí, Fátima —le dije, un tanto avergonzada de que estuviera metida en aquel lío. Sin embargo, eso me hizo acordarme de cierto punto—. ¿Has venido con alguien? Tú conoces a Kit, ¿verdad? Estuvimos juntos en Bastión Hueco, cuando…

Callé y decidí dejar de lado detalles sin importancia.

Bueno, cuando pasó aquello. ¿Ha entrado Kit contigo? Encontré un papel en la sala de ordenadores, y tenía la letra de Ivan.

Esperé una respuesta de brazos cruzados y con la mirada perdida, pensando en alguna manera de salir de allí o, al menos, de comunicarnos con el exterior.
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