[Port Royal] Barco Fantasma

[LightHelco]

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Cronologia

Alec: Trama "Heartless 101" >> Encuentro "Barco Fantasma" >> Trama "La Revolución"
Fátima: Trama "Bonjour monsieur" >> Encuentro "Barco Fantasma" >> Trama "Se acerca el Invierno"

—Vale, esto es más complicado de lo que pensaba —pensé en voz alta mordiendo el lápiz.

Aquella mañana me había levantado temprano para entrenar con hechizos de fuego y tal y como me esperaba, había conseguido que la sala de entrenamiento se volviera una sauna, por lo que ahora me encontraba en la cafetería de Tierra de Partida algo ligero de ropas en lo referente a cintura para arriba, incluso tenía la sensación de que una aprendiza no me quitaba los ojos de encima.

Ignorando cualquier mirada o silbido, seguí mirando los anuncios del tablón en busca de alguna misión interesante, ya que tras el chasco de la Copa Hefesto me había quedado con las ganas de realizar algún trabajillo de forma satisfactoria.

—Salven a Chin-Luz…no, parece que esa ya la han cogido otros —descarté otra misión mas pasando a la siguiente.

La mayoría de los pedidos estaban destinados a aprendices novatos o eran cosas sencillas como buscar frutos, nada que me resultara atractivo. Estuve un rato mas pasando hojas hasta finalmente llegar a una misión que había quedado bastante oculta en el tablón. Curioso por saber cómo había acabado tan tapada aparté algunas de las otras misiones para poder leer al menos el titulo.

—¿Barco…fantasma? —pude leer antes de seguir leyendo el resto de la misión —. Por lo que veo buscan un extraño Sincorazón con forma de barco… Tiene buena recompensa y creo que buscar a ese Sincorazón me vendría bien para poner en práctica lo aprendido.

>>Apuntado —sonreí escribiendo mi nombre en la misión y dejando el lápiz en su lugar.

Con aquello terminado, me dirigí a la salida de la cafetería para volverme a mi habitación y poder ponerme alguna chaqueta o algo por encima, aun tenía la mirada de aquella niña encima de mí a fin de cuentas. Supuse que tendría que esperar un tiempo hasta que alguien más aceptase la misión del Barco fantasma, por lo que aprovecharía el día para leer un rato.

[Suzume Mizuno]

Fátima se quedó mirando con sorpresa al chico que había frente al tablón de misiones al comprobar que iba desnudo de cintura para arriba. Sonrió sin poder evitarlo y se encogió de hombros. Si a él no le molestaba ir así, no iba a ser ella la que se quejara, desde luego. Con todo, cuando se acercó intentó no ser demasiado evidente y no mirarle con fijeza.

Había hablado con Lyn y estaba de acuerdo con ella sobre el hecho de que podía aceptar alguna misión para empezar a comprobar si podía desenvolverse por su cuenta en mundos que no hubiera visitado. Eso, la verdad, no era muy difícil. En comparación con otros aprendices su lista de mundos era bastante corta y, a decir verdad, en parte de sus misiones se las había apañado sin la ayuda de sus Maestros.

Pero en esta ocasión sería diferente. No podía contar con que vinieran a ayudarla en el último momento. Era una perspectiva estimulante y que la asustaba a partes iguales.

—¿Barco…fantasma?

Fátima se volvió hacia el chico y no se resistió a mirar por encima de su hombro la misión que estaba consultando.

—Por lo que veo buscan un extraño Sincorazón con forma de barco… Tiene buena recompensa y creo que buscar a ese Sincorazón me vendría bien para poner en práctica lo aprendido.

El muchacho apuntó su nombre, satisfecho con su elección y se marchó hacia las mesas. Fátima examinó un par de misiones, pero gran parte de las que había le parecían demasiado sencillas o estaban, simplemente, cogidas. Y al leer rápidamente la misión del Barco le pareció que era un mundo interesante, sobre el que había leído unas cuantas cosas, y con un nivel adecuado. Tras pensárselo un minuto, apuntó su nombre y salió corriendo detrás del chico.

—¡Disculpa! —exclamó al alcanzarle antes de que saliera de la cafetería—. Perdona por interrumpirte. Espero que no te moleste, pero he me he inscrito en la misma misión que tú… Así que… Estaría bien que trabajáramos juntos. Si no te molesta, por supuesto —se apresuró a añadir alzando las manos—. Si prefieres hacer la misión por tu cuenta lo entenderé, pero me ha parecido interesante y creo que ir con un compañero sería más seguro.

Decidió callarse, no fuera a hablar demasiado y a resultarle molesta al chico, y se esforzó por mirarle a los ojos y que no se le escapara ninguna mirada de reconocimiento hacia abajo.

—Por cierto, me llamo Fátima —y le tendió la mano.

[LightHelco]

Antes de poder salir de la cafetería, una joven de cabellos oscuros me detuvo a la salida.

—Perdona por interrumpirte —se disculpó antes de nada —. Espero que no te moleste, pero me he inscrito en la misma misión que tú —vaya, aquello si era rapidez para ocupar los puestos de una misión —…Así que… Estaría bien que trabajáramos juntos. Si no te molesta por supuesto —añadió levantando las manos nerviosa, y bueno, aunque no era ninguna molestia el saber cómo era mi compañero de misión, si que estaba empezando a ponerme algo nervioso por el tema de la falta de una camisa —. Si prefieres hacer la misión por tu cuenta lo entenderé, pero me ha parecido interesante y creo que ir con un compañero sería más seguro.

A sabiendas que el hacer las misiones del tablón en solitario era una locura, aceptar que ella iba a ser la que me iba a ayudar con la tarea era una buena noticia, pero notaba como estaba intentando mantener su mirada en mis ojos, lo cual solo conseguía que sintiera peor y empezara a notarse como mi cara cambiaba de color. Tenía que pedirle una camisa sin mangas a alguien.

—Por cierto, me llamo Fátima —se presentó tendiéndome su mano.

Me quedé unos segundos en silencio sin saber que decir, seguía aun planteándome el tema de lo de estar delante de una chica humana que no llegaría a los diecisiete años sin nada que cubriese la parte superior de mi cuerpo.

—Eh…A-Alec, encantado —respondí finalmente dándole la mano —. Y no, no es ninguna molestia el que te hayas apuntado a la misma misión. La verdad es que me alegro de saber que no tendré que esperar mucho para poder hacerla —reí recordando el tiempo que esperé para una misión de la que terminé borrándome —. Si quieres podemos reunirnos dentro unas pocas horas para ir hacia el mundo marcado, si no tienes nada que hacer claro.

Esperé a su respuesta nervioso, ya que cuanto antes me respondiese antes podría irme de allí y correr a mi habitación para quitarme todo aquel sudor de encima y sobretodo, vestirme de forma adecuada.

[Suzume Mizuno]

Fátima suspiró con alivio cuando aceptó ir con ella a la misión y se relajó mientras le daba un apretón. Parecía un chico amable y, ahora que se fijaba bien, se mostraba igual de nervioso que Fátima. No sabía si era por estar medio desnudo con su futura compañera o porque no se le daba bien hablar con nuevas personas pero, de una forma u otra, Fátima pensó que era encantador.

—Claro, ¿te parece bien dentro de dos horas en los jardines? Iré a prepararme. ¡Nos vemos!

Y echó a correr rápidamente hacia su dormitorio, donde echó un vistazo a los datos que había recopilado sobre los mundos y repasó detalles sobre Port Royal. No le hacía demasiada gracia leer sobre los piratas, pero se dijo que con tal de evitarlos no habría problema. El tema sería cómo alcanzar el barco si no podían usar los glider, pero… Ya lo solucionarían una vez llegaran al mundo. Dejó a Harun a cargo de un amigo, prometiéndole que no tardaría en volver —por suerte el dragón comenzaba a acostumbrarse a sus ausencias—, y fue a buscar ropa apropiada para su destino.

Obviamente tendría que ir vestida como un hombre, no parecía que allí las mujeres tuvieran mucha libertad de movimiento. Y menos con esos trajes. Los de clase alta eran realmente bonitos, parecidos a los que usaban en Atlántica, pero le parecían horriblemente incómodos. Y aunque fuera con un simple vestido, en medio de un barco no le causaría más que problemas. Así que con un suspiro de irritación, escogió unos pantalones, una camisa parecida a la que había visto en las imágenes, unas botas de cuero y un chaleco. Esperaba que con eso fuera suficiente para pasar desapercibida. Quizás convendría también llevarse algún puñal. Sólo por si acaso. No le gustaba depender de su magia y de la Llave Espada, tan llamativas. Así que se ató un puñal al cinto y se consideró preparada.

Se dirigió entonces a los jardines, donde se sentó en un banco a esperar a Alec, nerviosa y emocionada ante la perspectiva de enfrentarse a su primera misión.

Cuando viera a Alec se dirigiría a su encuentro y le sonreiría, saludándole con una mano, antes de decir:

—Como vamos a trabajar juntos, creo que deberíamos saber cuál es la especialidad del contrario para organizarnos bien. Yo soy buena en magia, pero la maestra Lyn me considera bastante equilibrada con el ataque físico.

Escuchó la respuesta de Alec, asintiendo y comentó:

—Entonces me imagino que te dejo la retaguardia a ti, ¿verdad?

Cuando acabaron la conversación, invocaron su glider y se dirigieron hacia Port Royal.

[LightHelco]

Fátima acepto el realizar la misión aquel mismo día y dando dos horas para reencontrarnos en los jardines, la joven salió corriendo hacia algún otro lado seguramente su habitación. Yo tampoco me quedé mucho tiempo allí y corriendo igualmente fui a la mía para recibir un mimoso abrazo por parte de Ilana, parecía que todavía le costaba acostumbrarse a mi ausencia.

—Ahora no, Ilana —le dije apartándola y dejándola en el suelo —. Tengo una misión importante que hacer y no puedo estar mucho tiempo aquí.

Saqué algo de ropa para después dirigirme a la ducha y quitarme todo aquel sudor, pero entonces sentí como algo se me clavaba en la pierna dejándome claro que la pequeña gatita no quería dejarme ir si no la llevaba a ella conmigo.

—Puedo asegurarte que el lugar al que voy no te gustaría nada —sonreí yendo a la ducha y cogiendo el aparatejo por donde salía el agua —¿o es que tantas ganas tienes de pegarte un baño?

Inmediatamente, abrí el grifo apuntando hacia Ilana para que le mojara un poco. La pequeña gatita reacciono de inmediato saltando hacia atrás y corriendo hacia debajo de la cama. No pude resistir el reírme ante la reacción de mi compañera y satisfecho con la bromita, dediqué las siguientes dos horas a prepararme para la misión.

Nunca había estado en Port Royal, por lo que no estaba seguro de que llevarme, tampoco había indagado mucho sobre ese mundo y salvo el hecho de que sabía que era famoso por los piratas que surcaban sus mares, iba a encontrarme como un pez fuera del agua al llegar allí. Cogí las dos pociones que tenía y los catalejos que había recibido de regalo en mis primeras Navidades, igual al irnos a un mundo de piratas le conseguía encontrar al fin un uso al regalito de marras.

Tras preparar todo y dejar a Ilana a cargo de un compañero, me dirigí a los jardines donde pude ver a Fátima esperándome sentada en un barco, al verme la joven se levanto saludándole con la mano, le respondí de la misma manera llegando finalmente a donde se encontraba.

—Espero que no te haya hecho esperar mucho, no había mucha gente dispuesta a cuidar un gato invisible —me excusé sonriendo.

A la portadora no pareció importarle el que hubiese llegado unos minutos tarde, por lo que cambió de tema a el cómo nos íbamos a organizar durante la misión y explicándome cual era su especialidad.

—Pues yo también soy habilidoso con la magia, prácticamente es en lo único en lo que he estado especializándome desde Ocaso —le respondí para que viese que yo también era bastante mágico —. Aunque tengo bastante poco aguante, diría que dos golpes bien dados y me puedes tumbar sin problemas.

—Entonces me imagino que te dejo la retaguardia a ti, ¿verdad? —comentó ella tras escuchar mi explicación a lo que asentí agradecido, la verdad es que era un detalle que me dejase en la retaguardia.

—Sí, gracias. Supongo que tendremos que empezar a pensar en irnos, no queremos que se nos haga de noche ¿no?

Y tras eso invocamos nuestros gliders para ascender y abandonar Tierra de Partida rumbo a Port Royal y la caza del misterioso Barco Fantasma.

Aunque no había estado en el mundo, los aprendices teníamos acceso a las localizaciones de estos mediante mapas o libros, por lo que no tuvimos peligro de perdernos, aun así quise asegurarme de si mi compañera conocía algo más de aquel mundo para estar preparado.

—Fátima —la nombré para llamar su atención — ¿Has estado alguna vez en Port Royal? ¿O sabes algo de ese mundo? Yo no tengo ni idea así que si sabes algo de ahí me vendría bastante bien.

[Suzume Mizuno]

Mientras viajaban rumbo a Port Royal, Fátima sintiéndose inmensamente torpe con su manejo del glider, Alec le preguntó:

—¿Has estado alguna vez en Port Royal? ¿O sabes algo de ese mundo? Yo no tengo ni idea así que si sabes algo de ahí me vendría bastante bien.

—¡La verdad es que no! —respondió elevando la voz para que pudiera escucharla bien a pesar del sonido del glider al impulsarles por el Intersticio—. Pero he leído sobre el sitio: parece que hay muchísimos piratas, y bastante crueles, así que tendremos que andarnos con cuidado. Además, es un mundo con magia. Se supone que hay sirenas, aunque no cerca de la isla a la que vamos nosotros, y brujos y demás. Son perseguidos, así que tenemos que disimular todo lo que podamos —era el gran problema de los aprendices; cómo apañárselas sin usar sus poderes—. Creo que deberíamos dirigirnos a la isla del gobierno, que da nombre al mundo. Allí seguramente encontramos información sobre un barco tan llamativo como el que buscamos.

Y no dijo mucho más; concentrada como estaba en no perder el rumbo y conducir con un mínimo de dignidad.

«Un día perderé miedo a este cacharro» se prometió para sus adentros, con la mandíbula tensa y un deseo insoportable de llegar de una maldita vez a su destino.

****

Cuando entraron en el mundo, comprobaron que era de noche y que una luna creciente, tan grande y brillante que embelesó a Fátima durante un rato, resplandecía en el cielo oscuro. Detuvo el glider para mirar a su alrededor, intentando ubicarse.

—¡Alec! —exclamó—. ¿Tú ves dónde está la...? ¡Ah, allí la veo! —señaló con un dedo la forma negra de una isla al fondo—. Tendremos que pasar la noche, pero creo que podemos encontrar algún sitio barato…

En esas estaba cuando percibió un movimiento por el rabillo del ojo. Se volvió bruscamente y vio, alarmada, que una figura grande y que flotaba en el aire se abalanzaba sobre ellos.

—¡Cuidado, Alec! —gritó, aunque no tenía ni idea de si el joven había advertido al atacante antes que ella.

Se escuchó un restallido.

«¿¡Un cañón!?» pensó, maniobrando con toda la celeridad que pudo con el glider para apartarse a un lado.

Justo a tiempo, porque una bala de cañón pasó silbando a menos de un metro de distancia. Justo donde había estado hacía unos segundos. Voló lo más rápido que pudo, intentando olvidar que si se resbalaba le aguardaba una caída de al menos diez metros antes de darse un buen planchazo contra el mar, y se acercó a su enemigo. Sólo entonces vio que se estaban enfrentando a un barco pirata. Uno que flotaba y que era gigantesco. Se estremeció de arriba abajo al ver el diseño metálico del casco y al reconocer el emblema de los sincorazón en las velas.

«¡Vaya, parece que ha venido a buscarnos por su cuenta!» pensó, con el corazón aporreándole el pecho y la respiración acelerada. Notaba un frío sudor resbalarle por la nuca y empapándole el pelo aprisionado bajo la armadura.

Era grande, enorme, mucho más de lo que había imaginado. No había forma de que ellos dos pudieran acabar con él sin más, les iba a costar un increíble esfuerzo y, probablemente, sangre… Quizás se habían precipitado. Quizás deberían haber esperado a que otro aprendiz se uniera a ellos. Si al menos pudieran luchar en tierra…

Pero no era momento para pensar en eso; ¡tenían su objetivo al frente y les iba a atacar de nuevo! Los cañones se iluminaron y Fátima viró para que las balas no la alcanzaran. Cuando el silbido de los disparos le taladró los oídos y luego vio estallar los proyectiles contra el agua, se preguntó cuánto daño podía hacer aquella máquina a la población normal. Y tomó una decisión: no podían irse sin más. Por lo menos, debían intentar tantear su fuerza.

—¡Alec, vamos a por él! —exclamó entonces, agarrotada por el miedo, pero en absoluto dispuesta a escapar sin más.

Se acercó lo suficiente al barco y atacó con un movimiento, arrojando su transporte contra el costado del extraño sincorazón.

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Aun no habiendo estado, Fátima parecía saber bastante sobre el mundo en cuestión y la información que me dio fue de bastante ayuda, ya que ahora sabía que tendría que andar con cuidado al hacer uso de mi magia. Miré al glider que era mi Llave Espada, seguramente cuando aterrizáramos buscase algún cinturón o soga para llevar el arma, sin la posibilidad de usar mis poderes, aquella iba a ser la única arma de la que dispusiese.

—Creo que deberíamos dirigirnos a la isla del gobierno, que da nombre al mundo —sugirió la joven tras la explicación —. Allí seguramente encontramos información sobre un barco tan llamativo como el que buscamos.

—Perfecto, entonces ¿Qué tal si aceleramos un poco el vuelo? —le sonreí aumentando la velocidad de mi glider y adelantando sin problemas a Fátima.

Miré hacia atrás para ver que la muchacha tenía algunos problemas para llevar bien su glider y muchos más aun para hacerlo acelerar. Riéndome un poco por lo bajo, seguí con aquella marcha hasta que llegásemos a Port Royal.

***



Entramos al mundo durante sus horas nocturnas por lo que pudimos ver al encontrarnos un oscuro cielo únicamente iluminado por una luna creciente. En parte no iba a ser muy problemático para movernos por el lugar, ya que la falta de luz nos permitiría movernos sin que nadie nos viese y podríamos aterrizar sin problemas en pueblos y ciudades.

Detuve el glider al ver que Fátima se paraba para mirar por toda la zona, parecía estar buscando alguna isla en donde pudiésemos aterrizar. Gritando mi nombre, la joven apuntó hacia una silueta sobre el agua y que formaba una isla.

—Buena vista, Fátima —le felicité girando la tabla para poner rumbo a la isla —. Supongo que nos tocará descansar en alguna posada y empezar a preguntar a la mañana, dudo que haya mucha gente en condiciones levantada a estas horas ¿no crees?

—¡Cuidado, Alec! —gritó mi compañera haciendo que me girase a tiempo para ver una bala de cañón dirigiéndose hacia nosotros.

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Desvié el glider de la trayectoria del proyectil tan rápido como pude, casi perdiendo el equilibrio y cayéndome al agua. Por suerte aquel ataque me permitió ver su origen, el cual resultó ser un enorme galeón flotante con unas altas velas en las que podía verse a la perfección el símbolo de los Sincorazón y largas hileras de cañones a ambos lados del barco y encima de cubierta.

—Eso es lo que yo llamo un gran reto —comenté con una sonrisa, aquel barquito iba a necesitar algo más que veinte cañones para intimidarme.

Los cañones brillaron avisando de un nuevo ataque, por lo que fui preparando un hechizo de fuego mientras mi compañera se decidía, por su cara el tamaño del enemigo la había chocado bastante. Pero consiguió centrarse en el combate y dándome un aviso, se lanzó a por el enorme Sincorazón para atacarle con el glider.

—¡Adelante! —exclamé yo también volando sobre mi tabla con una bola de fuego en las manos.

Cuando estuve lo suficientemente cerca de uno de los cañones, lancé el hechizo Piro contra él consiguiendo que la bala explotase en su interior y dejándolo fuera de uso. Nada mas destruir el arma, me tocó volar a toda velocidad para esquivar las balas que empezaron a llegar desde todos los lados para intentar derribarme. Volé por encima de la cubierta preparando otra esfera de fuego para destruir otro de los cañones, cuando me fijé en que en esta se encontraban varios Sincorazón mas moviéndose de un lado a otro.

—Fátima, tenemos más compañía de lo normal —le grité a mi compañera lanzando la bola de fuego hacia un cañón y volando después hacia Fátima —. El barco parece tener su propia tripulación y todo.

[Suzume Mizuno]

— Fátima, tenemos más compañía de lo normal —gritó Alec, atrayendo la atención de la chica, mientras se acercaba a ella—. El barco parece tener su propia tripulación y todo.

—¡Qué! —exclamó.

¡Como si no fuera suficiente enfrentarse a un barco gigante…!

Una bala de cañón disparó contra ellos y tuvieron que hacer una bonita cabriola para esquivarla. Fátima ascendió lo más rápido que pudo para contemplar la cubierta y se mordió el labio inferior al comprobar que, ciertamente, los Sincorazón se extendían por la misma. Desde lo alto parecían una masa temblorosa de figuritas negras y puntos brillantes de luz. Esos malditos ojos le daban escalofríos.

Aferrándose con una mano a los mandos del glider, apuntó con la otra y arrojó una Serpe acuática con la que pudo barrer un grupo de Sincorazón por la cubierta antes de que una ráfaga de metralla más pequeña pero rápida la obligara a volar a toda velocidad alrededor del barco para esquivarla. Disparó un Piro contra uno de los cañones y tuvo que volver a escapar lo más rápido que le permitió su torpe dominio del glider. Si no fuera por el miedo a ser alcanzada, estaba convencida de que tanto giro y pirueta le habría hecho devolver todo lo que tuviera en el estómago.

Volvió a disparar y lamentó que aquel barco no fuera normal, porque en ese caso sólo habrían necesitado destrozar las velas para inmovilizarlo. Pero no había forma, ¡primero tenían que librarse de la tripulación!

Sin embargo, ¡eran tantos! ¡Ni aunque lanzara todos los hechizos básicos que conocía creía que fueran a poder eliminarlos…!

Entonces vio un resplandor por el rabillo del ojo y volvió la cabeza lo suficientemente rápido como para que la sangre se le helara en las venas al ver que una bala volaba en su dirección.

No gritó, sino que maniobró con brusquedad en un desesperado intento por esquivar el ataque. Y lo consiguió en parte.

Sintió un violento golpe que la arrancó del glider y la dejó aturdida, justo antes de que su cuerpo rompiera la superficie del mar y se hundiera en el agua.

[LightHelco]

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Una bala volvió a dirigirse contra nosotros obligándonos a separarnos para poder esquivarla. Vi que Fátima dirigía su glider hacia la cubierta, intenté seguirla, pero entonces observé como una gran cantidad de cañones decidían apuntarme a la vez y preparaban sus disparos.

A una velocidad que no sabía que podía tomar aquella tabla, descendí hasta casi rozar el agua para esquivar todas aquellas balas que casi habían llegado a derribarme. Me pasé la mano por el casco de la armadura de forma inconsciente, aunque debajo de este sintiera como todo el sudor me recorría por la cara, aquello había estado más cerca de lo que me habría gustado.

Miré hacia arriba buscando a Fátima con la mirada y asegurándome de que no hubiese sufrido ninguna bala. Cuando la localicé, empecé a ascender por el barco aprovechando que los cañones estaban aun enfriándose de su último ataque para reunirme con la portadora y ayudarla a eliminar a los tripulantes.

—Asegúrate de dejarme alguna Sombra antes de cargártelas todas —le grité mientras subía para relajar los nervios del combate, la chica parecía estar bastante tensa durante este.

Ya estaba llegando cuando vi como una bala se acercaba a ella de forma amenazante. Me detuve en seco al ver aquello e intenté lanzar un Electro para detener la bala o volar a la mayor velocidad que pudiese para apartar a mi compañera de su trayectoria, pero no fui lo bastante rápido y finalmente el proyectil golpeó a Fátima derribándola y lanzándola al mar.

—No, ¡Fátima! —exclamé bajando nuevamente hasta el agua y buscándola por todos los lados —. Maldita sea, Fátima.

Moví la tabla por toda la zona esperando a que la joven saliera a la superficie en algún momento. Me sentía mal por no ayudarla, pero en aquel momento no podía hacer nada aunque quisiese, si me lanzaba a buscarla sería yo el que tendría problemas y el barco Sincorazón seguía flotando sobre nosotros.

—Bien empezamos esta misión.

[Suzume Mizuno]

Fátima se hundió un par de metros en el agua antes de que la presión del mar fuera lo bastante fuerte como para despertarla. Se sacudió, protegida dentro de su armadura, y tardó unos instantes en comprender por qué todo estaba tan oscuro. Alarmada, trató de nadar hacia la superficie, pero un repentino dolor en el costado le arrancó un prolongado gemido.

La bala le había acertado cerca del costado y, aunque no estaba segura de que le hubiera roto algo, ahora no podía nadar con el brazo derecho… Pataleó con fuerza, tanto que sintió arder los músculos de puro esfuerzo, y cuando creía que no podía más cayó en la cuenta de que la armadura la arrastraba hacia abajo y, con esfuerzo, pulsó su muñequera.

Al desaparecer la armadura, el agua helada la rodeó por todas partes y le arrancó el poco aliento que le quedaba. Pero a cambio pudo subir hasta la superficie y respirar una larga bocanada de aire. Se atraganto con el agua y se hundió un poco, pero pateó con decisión hasta sacar la cabeza. Buscó entonces a su alrededor y el ensordecedor sonido de un disparo la asustó.

Seguía muy cerca del barco, tanto que podía ver su parte inferior. Una sombra pasó cerca de ella y el corazón estuvo a punto de fallarle del puro susto, pero entones se dio cuenta de que se trataba de Alec, que se acercaba con su glider.

—¡Alec! —farfulló como pudo, entre toses y tragando todavía más agua.

Levantó la mano izquierda intentando que el muchacho la viera y, si era posible, que la intentara subir a su glider.
Una vez arriba, tosió entre violentos espasmos y luego se aplicó un Cura que le proporcionó un alivio inmediato.

—¡Gracias! —tosió, aferrándose a la tabla con las manos en un intento por no desviar al joven de su trayectoria.

Pero era difícil porque no había demasiado espacio y al final, sin pensar demasiado en lo que estaba haciendo, Fátima se aferró a una pierna de Alec para no perder el equilibrio. Cuando una bala voló hacia ellos, lanzó un Electro y consiguió desviarla hacia un lado. Estaba cansadísima y todavía notaba resentido el costado, pero pensó en volver a invocar su glider. Y lo habría hecho de no haber sido por la lluvia de metralla que les arrojaba el barco

—¡Alec, no podemos ahora mismo con ellos! ¡Retrocedamos un momento, así podré montar en mi glider!

El barco-Sincorazón estaba cada vez más encima de ellos y las explosiones salpicaban agua con virulencia a su alrededor, dejándolos empapados. ¡A ese paso se los iba a llevar por delante!

[LightHelco]

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—¡Alec! —escuché desde el agua consiguiendo localizar a Fátima.

Volé rápidamente hacia ella esquivando a tiempo una bala bastante perdida. Acercándome al agua lo máximo posible, agarré a la joven ayudándola a que se subiera a la tabla y pudiera respirar sin problemas.

—¡Gracias! —me agradeció la joven tosiendo debido al agua tragada.

—¿Estás bien? —le pregunté al ver que se había quedado aferrada a una de mis piernas debido a la falta de espacio en la tabla, por suerte esta contaba con dos hendiduras en donde colocar los pies y quedasen bien aferrados, si no estaría temiendo por perder el equilibrio y caernos los dos al agua —. Siento no haber podido ayudarte antes, pero digamos que no soy muy hábil en el agua.

Puse en marcha el glider para poder salir de allí, pero una bala voló directo hacia nosotros a una velocidad que dudaba llegar a poder esquivar. Por suerte Fátima fue de reflejos rápidos, y con un hechizo eléctrico desvió el proyectil que cayó al mar de forma inofensiva.

—Buen disparo.

—¡Alec, no podemos ahora mismo con ellos! ¡Retrocedamos un momento, así podré montar en mi glider! —fue la petición de mi compañera, la cual no dude en realizar acelerando la velocidad del glider para conseguir alejarnos del barco.

—No sé si estas en condiciones de montar sobre tu glider —le dije poniendo como mi objetivo la isla que habíamos visto al llegar al mundo —. Voy a llevarnos hasta la isla, tú agárrate bien.

Pilotando la tabla a la mayor velocidad que podía y en una en la que Fátima no tuviese problemas para mantenerse sobre ella, volé bajo el barco para esquivar las últimas balas de cañón y puse rumbo a la isla. Cuanto más nos acercábamos, mas definida se volvía la forma de esta y pronto pudimos ver puntos de luz que la cubrían asegurándonos que la isla estaba habitada.

Rodeé la isla cuando quedaban ya pocos metros para alcanzarla en busca de una zona poco iluminada para aterrizar con el glider. Tras volar un par de minutos, conseguí hallar una zona poco iluminada y sin perder ni un segundo, entré a la isla por ella.

Esta zona resultó ser una pequeña cala no muy alejada de la ciudad, por lo que nos vendría perfecta para poder usar los poderes de la Llave Espada y la armadura sin que nadie nos viese. Al llegar hasta ella detuve el glider y dejé que Fátima se bajara antes de saltar a tierra firme y hacer que el vehículo volviera a su aspecto de Llave Espada. También hice desaparecer mi armadura pudiendo así volver a sacar mi sombrero y colocármelo.

—¿Crees que puedes andar sin problemas? —le pregunté entonces a la joven tras que recuperara el aliento —. El pueblo no parece estar muy lejos, supongo que podremos encontrar un lugar para dormir allí, si no siempre podemos descansar bajo las estrellas.

Sonreí con aquella última frase intentando animar a Fátima.

[Suzume Mizuno]

El barco-Sincorazón estaba cada vez más encima de ellos y las explosiones salpicaban agua con virulencia a su alrededor, dejándolos empapados. ¡A ese paso se los iba a llevar por delante!

— No sé si estas en condiciones de montar sobre tu glider —respondió Alec mientras viraba para alejarse del barco—. Voy a llevarnos hasta la isla, tú agárrate bien.

—¡Pero…! —exclamó Fátima.

No consiguió terminar la frase; Alec voló lo más rápido que pudo por debajo del barco y Fátima tuvo que concentrarse en sujetarse en la tabla y en no desequilibrar al joven mientras maniobraba para esquivar las explosiones. Empapada de agua y con los nervios a flor de piel, Fátima disparó un par de hechizos para desviar los proyectiles que parecía que fueran a acertarles.

Entonces, poco a poco, fueron dejando atrás el barco, pero éste insistía en seguirles y Fátima agradeció que Alec no disminuyera la velocidad. El viento le golpeaba la ropa empapada haciéndola tiritar pero, por suerte, no hacía demasiado frío. Se inclinó hacia delante para ver cómo se iban aproximando a la isla, tanto que pudieron ver luces de lo que parecían ser casas. El joven viró antes de llegar a la orilla, alejándose de la zona habitada, y dieron un largo rodeo hasta que encontraron una cala. Alec entró en ella y detuvo su glider sobre la arena para que Fátima pudiera bajar.

Sentir la tierra firme bajo sus pies supuso un inmenso alivio y cayó casi sin darse cuenta de rodillas. ¡Menuda forma de llegar a un mundo nuevo! ¡Por poco habían muerto!

Alec se encasquetó su sombrero de copa y le preguntó:

—¿Crees que puedes andar sin problemas?

—Sí, no te preocupes —sonrió, a pesar de que en medio de la oscuridad no debía ver nada.

—El pueblo no parece estar muy lejos, supongo que podremos encontrar un lugar para dormir allí, si no siempre podemos descansar bajo las estrellas.

Fátima arqueó una ceja ante aquello último y soltó una risita: visto así quedaba muy bonito, pero ella sabía que el suelo era incómodo y dejaba la espalda hecha un desastre, ya que alguna vez se había quedado durmiendo en el campo con sus hermanos.

—Espero que podamos encontrar algo. Ah, Alec —añadió, hundiendo los hombros y borrando la sonrisa de sus labios—. Lo siento muchísimo. No soy buena pilotando el glider y he estado a punto de hacer que nos maten a los dos. Te prometo que la próxima vez me esforzaré por no cometer un error así...

Y no dijo mucho más, frustrada consigo misma por ser tan torpe.

****

Encontrar la ciudad de la que provenían las luces no fue demasiado difícil, pues sólo tuvieron que bordear la costa siguiendo la orilla. Estaban cansada y Fátima seguía empapada, por lo que no habló demasiado, aunque quería llevarse bien con Alec.

Pero cuando llegaron a la ciudad, Fátima se quedó de piedra: había visto fotos y dibujos de Port Royal y aquel lugar, desde luego, no lo era.

—Creo… Creo que nos hemos equivocado de isla —farfulló, llevándose una mano a la boca.

Tras compartir una mirada dubitativa con Alec, se encogió de hombros y echó a andar en dirección al pueblo, preguntándose en qué isla habrían acabado. Pronto empezó a tener una sospecha que no le hizo ni un pelo de gracia. Aquel lugar era sucio, oscuro, y olía a alcohol por todas partes. En todo el camino no vieron ni un guardia y, sin embargo, había hombres borrachos vestidos de mala manera por todos lados, muchos rodeando las cinturas de mujeres pintadas exageradamente y con escotes muy, muy pronunciados.

—Ay… —susurró Fátima—. Creo que estamos en Tortuga… —miró a Alec con angustia—. Es una isla de piratas. ¿Qué hacemos, nos vamos? ¿O prefieres que busquemos una posada…? Anda, mira.

Justo se detuvieron delante de una; parecía que había mucha juerga en la primera planta y daba la sensación de que el lugar se fuera a caer a trozos, pero quizás les podrían ofrecer algo de comida caliente —si es que había— y una cama. Puede que llena de chinches.

Y eso si no los asaltaban por la noche.

—Creo que deberíamos pedir una misma habitación, si nos quedamos —sugirió Fátima, frunciendo el ceño con desconfianza—. No me fío de que no intenten robarnos…

[Soul Artist]

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Ni Alec ni Fátima entraron en la posada, al menos de inmediato. La puerta se abrió y de su interior surgió una pequeña criatura rosada que volaba torpemente hacia ellos, tambaleándose de un lado a otro. Como única vestimenta llevaba un sombrero de capitán pirata, con una enorme calavera blanca con un pompón dibuja en ella.

—¡Viva el vino, kupó!

Quizá lo reconocieran con aquel agradable sonidito. Se trataba de un moguri, concretamente uno de los que se habían perdido en sus vacaciones de Tierra de Partida; Mog, su líder, andaba bastante preocupado por los pasillos del castillo, preguntándose cuándo volverían los pobres. Y allí estaba uno de ellos, borracho perdido.

—¡Señorita! ¡Señorozo! —llamó la atención a los dos aprendices, volando hasta sus caras e inclinando su nariz hacia ellos para echarles su aliento a alcohol—. ¿Quieren unirse a mi tripulación pirata? ¡Iremos a buscar el tesoro de Silver Roger!

Deliraba.

[LightHelco]

La risa de Fátima me bastó para ver que mi idea de dormir bajo las estrellas le había animado bastante, aunque la joven prefirió el que buscásemos una posada para dormir y la verdad, yo también prefería el dormir en una cama.

—Ah, Alec.

—¿Si? ¿Hay algún problema?

—Lo siento muchísimo —la sonrisa había desaparecido de su rostro recuperando aquella triste cara —. No soy buena pilotando el glider y he estado a punto de hacer que nos maten a los dos. Te prometo que la próxima vez me esforzaré por no cometer un error así...

Me quedé un rato mirándola no sabiendo muy bien que decir. Entendía que estuviese molesta por haber tenido que huir del barco-sincorazón, pero no había sido su culpa lo ocurrido. Le podía haber pasado a cualquiera de los dos, yo también me había arriesgado demasiado en la pelea y en el caso de que me hubiese dado a mí habría obligado a Fátima a tirarse al agua seguramente.

—Eh, no tienes que preocuparte de eso —hablé finalmente mirándola a los ojos —. Son cosas que pueden pasar en una batalla, no es algo que puedas evitar. Y…quizás tú no controles bien tu glider, pero yo no sé nadar.

***

No tardamos mucho en encontrar la ciudad, ya que solo teníamos que buscar un punto donde se concentrasen una buena cantidad de luces y esta tampoco resultó estar muy lejos del lugar donde habíamos aterrizado. El viaje había sido bastante silencioso por parte de la chica, había intentado hablar con ella, pero esta seguía bastante deprimida por el combate, así que la dejé estar.

Al llegar al pueblo me sorprendió bastante el aspecto de este. Por toda la calle podíamos ver hombres borrachos pegándose, tirando botellas que vaciaban de pocos tragos al suelo y hablando y manoseando mujeres demasiado maquilladas y con unos escotes tan abiertos que tenía la sensación de que llegaría a ver alguna de sus urbes sin problemas. Los edificios no mejoraban mucho el ambiente del pueblo, con cristales rotos, trozos de madera quemados o llenos de agujeros seguramente producidos por balas.

Miré de reojo a Fátima esperando que me aclarase lo que ocurría, ya que cuando había mencionado la ciudad de Port Royal me había imaginado un pueblo decente, limpio, con familias andando por la calle de forma tranquila y algún guardia vigilando que no se llevara a cabo ninguna fechoría. Pero aquello era todo lo contrario a lo que mi imaginación había creado y la verdad es que estaba haciendo que me plantease lo de dormir en la playa.

—Creo que estamos en Tortuga… —aclaró finalmente Fátima mirándome con angustia —. Es una isla de piratas —eso explicaba la cantidad de borrachos que estábamos encontrándonos —. ¿Qué hacemos, nos vamos? ¿O prefieres que busquemos una posada…? Anda, mira.

Fátima apuntó hacia una casa en la que colgaba un cartel en el que podía leerse con algo de esfuerzo la palabra posada. El edificio consistía de unas tres plantas y en la primera podía escucharse una música bastante alegre acompañada de una marabunta de gritos. Estaba dudando de si quedarnos en aquel lugar sería una buena idea, no quería ni pensar en la calidad de las habitaciones.

—Creo que deberíamos pedir una misma habitación, si nos quedamos —sugirió mi compañera haciendo que me quedase de piedra durante unos segundos—. No me fío de que no intenten robarnos…

No, yo tampoco me fiaba de que intentasen robarnos, pero aun así, la idea de dormir junto a Fátima en una habitación me echaba para atrás totalmente. No me importaba lo de dormir en la misma habitación con otra persona, prácticamente me faltaban dedos en las manos para contar las veces que habríamos dormido juntos Anthoni y yo durante nuestra niñez, pero el caso de hacerlo con una mujer y con una tan joven… no me llamaba nada.

—Yo preferiría el dormir en habitaciones separadas —me rasqué la nuca intentando buscar alguna excusa para librarme de aquel marrón, se que lo hacía por seguridad, pero yo no iba a pegar ojo en una situación así —. Veras… la verdad es que no soy una persona con la que puedas dormir al lado, porque… tiendo a roncar bastante alto, si. Incluso suelo despertarme en mitad de la noche con la cola de Ilana en mi boca debido a que no la dejo dormir —yo y mis ideas dábamos asco —. Pero supongo que teniendo habitaciones que estén una al lado de la otra será suficiente para poder avisarnos de cualquier peligro.

Ignorando cualquier respuesta que pudiese tener Fátima, fui a entrar en la posada, pero antes de que lo hiciera una tambaleante criatura salió de esta portando un sombrero pirata. La pequeña criatura se acercó hasta nosotros volando casi en círculos y haciéndonos saber que era uno de los moguris perdidos de Tierra de Partida.

—¡Señorita! ¡Señorozo! —nos llamó el pequeño moguri volando finalmente hacia nosotros y echándonos en la cara un apestoso aliento a alcohol —. ¿Quieren unirse a mi tripulación pirata? ¡Iremos a buscar el tesoro de Silver Roger!

El animal se encontraba totalmente borracho y alucinaba mucho si pensaba que dos desconocidos se le iban a unir en busca de un tesoro que seguramente se hubiese inventado. Pero era uno de los trabajadores de Mog y como aprendices de Tierra de Partida el ayudar al líder de los moguris se podía considerar como una especie de responsabilidad o un favor por toda la ayuda que nos proporcionaban estos.

—Yo me encargo del moguri, tú estate alerta por si nos ataca —le pedí a Fátima pensando en cómo engañar al animalillo para llevar con su líder —. Oh, temible pirata moguri, nos encantaría unirnos a vuestra tripulación y surcar los mares con vos, pero ya pertenecemos a otra banda.

>>Somos piratas del gran Mog, el fiero, pirata conocido en los siete mares y en los siete mundos que lo rodean. A él debemos serle fieles, pero estoy seguro, que alguien tan hábil y astuto como vos podría acabar con la fama de Mog —le di unos segundos al moguri para ver cómo reaccionaba tras aquello antes de seguir con el teatro —. Si lo consiguierais, tendríais no solo acceso a una tripulación de más de doscientos hombres, sino que también obtendríais todos sus tesoros. Un botín con el que solo podríais soñar sería vuestro.

Esperaba que con aquello hubiese engañado del todo al moguri borracho, ya que solo me quedaba decirle a donde ir o el vernos envueltos en una pelea con él.

—Si tan bravo sois de aventuraos hasta su guarida, en el mundo que llaman Tierra de Partida lo encontraréis. Marchad temible moguri, porque cuanto más tiempo pasa, más fuerte se hace Mog, el fiero.

[Suzume Mizuno]

— Yo preferiría el dormir en habitaciones separadas.

Fátima iba a replicar diciendo que aquello no sería lo más sensato del mundo cuando vio que el muchacho parecía incómodo.

— Veras… la verdad es que no soy una persona con la que puedas dormir al lado, porque… tiendo a roncar bastante alto, si. Incluso suelo despertarme en mitad de la noche con la cola de Ilana en mi boca debido a que no la dejo dormir.

La salida que se marcó Alec fue tan inesperada que Fátima no pudo reprimir una carcajada. Se veía desde bien lejos que era una excusa bastante cogida por los pelos y supuso que lo que pasaba era que le incomodaba dormir con una mujer. Estuvo a punto de sugerirle que ella podía dormir en el suelo —como si no lo hubiera hecho veces en su hogar— cuando Alec dijo:

— Pero supongo que teniendo habitaciones que estén una al lado de la otra será suficiente para poder avisarnos de cualquier peligro.

— P-pero oye, Alec, si quieres podemos…

Fátima no pudo añadir nada más porque el joven se precipitó de inmediato hacia el interior de la posada. Casi sin darse cuenta se encontró sonriendo. Alec era más mono de lo que había pensado en un primer momento. ¡Tan tímido! Y, además, había sido tan majo diciéndole que no sabía nadar sólo para hacerla sentir mejor… Se alegraba de haber ido con él a la misión, a pesar de que hubiera comenzado tan mal.

Y, entonces, salió un moguri de la taberna. Fátima se quedó patidifusa, ya que no se había esperado aquello:
—¡Viva el vino, kupó!

« Oh, está borracho» pensó con una mezcla de gracia y ternura.

—¡Señorita! ¡Señorozo! —el moguri aleteó hasta situarse frente a ellos y Fátima arrugó el ceño cuando una vaharada a alcohol le golpeó la nariz—. ¿Quieren unirse a mi tripulación pirata? ¡Iremos a buscar el tesoro de Silver Roger!

—Yo me encargo del moguri, tú estate alerta por si nos ataca —dijo Alec. Fátima asintió y contempló, divertida, la escena preguntándose cómo pensaba solucionar aquello—. Oh, temible pirata moguri, nos encantaría unirnos a vuestra tripulación y surcar los mares con vos, pero ya pertenecemos a otra banda.

«¡Bien, Alec!»

—Somos piratas del gran Mog, el fiero, pirata conocido en los siete mares y en los siete mundos que lo rodean. A él debemos serle fieles, pero estoy seguro, que alguien tan hábil y astuto como vos podría acabar con la fama de Mog Si lo consiguierais, tendríais no solo acceso a una tripulación de más de doscientos hombres, sino que también obtendríais todos sus tesoros. Un botín con el que solo podríais soñar sería vuestro.
Fátima asintió gravemente, intentando no reír.

—Si tan bravo sois de aventuraos hasta su guarida, en el mundo que llaman Tierra de Partida lo encontraréis. Marchad temible moguri, porque cuanto más tiempo pasa, más fuerte se hace Mog, el fiero.

—Es algo que sólo los realmente valientes se atreven a hacer —aseveró Fátima.