[Agrabah] ¡¡No estoy gritando!!

[Sometron]

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Cronología:
Jess: Encuentro Elemental, mi querido Enix>Encuentro ¡¡No estoy gritando!!
Ivan: Encuentro ¡¡No estoy gritando!!>Trama Los padres no entienden a sus hijos

Aquella mañana se levantó más pronto que normalmente, ¡estaba decidida! Llevaba bastante tiempo oyendo a los aprendices hablar sobre algo llamado Tuipper, al parecer era una función de los teléfonos móviles que permitía decir lo que fuera que estuvieras pensando en aquel momento a tus seguidores —algo así como tus contactos o conocidos.

En un inicio, la muchacha se había resistido a aquel invento del demonio, pensando que era una simple moda pasajera y acabaría en pocos días; pero, al parecer, era más famoso por momentos en Tierra de Partida, por lo que decidió que era hora de hacerse una cuenta y probarlo.

Al menos, ese era el plan…

La chica se levantó temprano tal como había planeado. Estiró los brazos y bostezó antes de levantarse y empezar a arreglarse. Pero el sueño pudo con ella y se acabó durmiendo de nuevo mientras se vestía. Una voz tímida y la sensación de algo que le tocaba el brazo la acabaron por despertar.

—Miau… —<<Jess…>>— Miau miau miau miau miau, miau miau miaaau… —<<Si no te levantas pronto, nos quedaremos sin desayunaaaar…>> dijo casi en tono de súplica.

La muchacha se incorporó de golpe, con los ojos completamente abiertos.

—¡Me he dormido! —dijo mientras se acababa de vestir a toda velocidad— ¡Me muero de hambre!

En unos instantes estaba corriendo con el gato en brazos en dirección al comedor, esperando que no hubiesen dejado de servir el desayuno aún.

Por suerte aún quedaba comida para ellos, así que tomaron asiento en una mesa vacía y empezaron a comer. Fue entonces cuando Jess recordó sus planes para aquel día y sacó el móvil, dispuesta a proceder con la creación de su perfil.

* * * *

Media hora después, la muchacha seguía en su empeño, tecleando como si no hubiera un mañana. Sin previo aviso, dejó el teléfono sobre la mesa con un gran golpe.

—¡Esto es imposible! —exclamó dirigiéndose al felino, quizá en un tono de voz demasiado elevado.

Treinta minutos y no había conseguido siquiera encontrar el acceso a Tuipper...

[Soul Artist]

¿Héroe de Tierra de Partida? No. ¡Master del universo, ese era yo!

Hacía apenas veinticuatro horas que había salvado Ciudad Disney de la falsa organización de Cats y del ataque del Helixzilla. Había contado con un poco de colaboración de Pichu, y una mínima ayuda de Ragun, pero era innegable: yo era el héroe que todos querían, al que todos amaban. ¡Yo, el gran Ivan Kit! ¿Qué podía decir? ¡Estaba seguro de que en Tierra de Partida no harían más que pedirme autógrafos!

¡Y...! No fue así. Cuando llegué nadie me dijo nada en absoluto. ¿Por qué? ¡Merecía que la atención de todos se volcara en mí! Y por supuesto que lo lograría. Era obvio lo que fallaba: no mucha gente se había enterado de cómo había salvado un mundo entero con mi ingenio y encanto.

Por ello, aquel día, decidí pasarme por Ciudad Disney antes de ir a desayunar. Llegué algo tarde al comedor por ello y había menos gente, pero mereció la pena: bajo el brazo tenía The Disney Yorker, el cual venía protagonizado por una foto mía sonriente y un Ragun chupacámaras. El titular del día era Prometedores aprendices salvan el mundo de molusco gigante; y cualquiera que lo viese alucinaría y me suplicaría por un autógrafo.

Observé por encima quiénes se encontraban en la habitación y, finalmente, capté a una preciosa mujer sentada con su teléfono móvil en una de las mesas. Sonreí para mí mismo pensando que quizás pudiera lograr algo más que un autógrafo y me acerqué a ella para sentarme justo en frente, abriendo el periódico de par en par y fingiendo que leía mientras le hacía ver la portada.

[Sometron]

Algo atrajo la atención de Jess: un chico, un completo desconocido. Se sentó en frente suyo sin saludar ni pedir permiso siquiera. La joven alzó las cejas, no entendía que se hubiera sentado en aquella mesa estando el resto comedor prácticamente vacío.

Entonces, sacó un periódico y se puso a leerlo allí mismo. The Disney Yorker, se llamaba según ponía en el encabezado de la portada. No había oído nada sobre aquel diario en su vida. Entonces reparó en la foto más destacable de la primera plana. En ésta se podían ver a dos chicos: uno un tanto enigmático con el pelo oscuro, aunque no del todo negro; y otro moreno y con gafas, que salía sonriente. La cara del segundo le resultaba familiar… ¿quizá se había cruzado en algún momento con él?

La muchacha, pensativa, elevó la mirada al techo. Pero antes de llegar a su destino, pasó por el rostro del hombre sentado al otro borde de la mesa. ¡Él era el de la foto!

Devolvió la mirada al diario con curiosidad, interesada en la razón por la que la foto de aquel individuo se hallaba allí.

Prometedores aprendices salvan el mundo de molusco gigante

Una risa mal disimulada salió de la boca de la aprendiz, que se tapó la boca de forma sutil en un intento de arreglarlo. Desvió la mirada y recorrió la sala hasta dar con la excusa apropiada para desaparecer de aquella estancia: ¡su móvil! Lo devolvió al bolsillo de su pantalón y acarició al gato en el lomo, llamando su atención.

—Suficiente desayuno, ¿no crees? ¿Qué te parece si vamos a buscar el manual del maldito cachivache y averiguamos cómo diablos se hace un Tuipper?

Acto seguido se levantó, dispuesta a salir de allí cuanto antes.

[Soul Artist]

—Suficiente desayuno, ¿no crees? ¿Qué te parece si vamos a buscar el manual del maldito cachivache y averiguamos cómo diablos se hace un Tuipper?

La chica se levantó y se propuso abandonar el comedor, a lo que contesté bajando el periódico para fulminarla con la mirada. ¡Sería...! ¡Era imposible que no me hubiese reconocido! ¡Mi cara no sólo era famosa por aquella portada, maldita sea! ¡Yo era el mejor aprendiz de Tierra de Partida, un prometedor futuro Maestro!

Pero aquello no iba a quedar así. Entendía la situación: era la misma con todas las chicas guapas. ¡Era muy tímida para pedirme un autógrafo! Iba a perder su oportunidad y se iba a arrepentir de ello. No lo podía permitir.

Me levanté de mi asiento y la seguí apresurado para colocarme a su lado con el periódico bien desplegado, mostrándole claramente la portada como quien no quería la cosa. La seguiría hasta donde fuese y siempre con clara visibilidad para que ella me viera, eso lo tenía claro.

[Sometron]

Antes de que llegara a alcanzar la puerta del comedor, volvió a aparecer a su lado el tipo de antes. Parecía estar… ¿leyendo el periódico? Mientras, le ponía casi en la cara su foto de la portada. La chica se echó hacia atrás y articuló una mueca, después siguió caminando dirección a su dormitorio.

Pero el individuo la siguió igualmente, intentando poner la maldita portada en su campo de visión de cualquier forma. Por mucho que acelerara o frenara, le seguía el ritmo. Ryu incluso empezó a asustarse.

<<Suficiente.>>

La chica frenó en seco, esperando a que su perseguidor también lo hiciera, para entonces dirigirse a él.

—Perdona... —dijo en tono suave.

Esperaría a que el hombre bajara el periódico para apuntarle con su Llave Espada, dejando el extremo a apenas unos centímetros de la cara.

>>... pero vas a explicarme ya la razón por la que me sigues. A no ser que prefieras que te incendie la cara, claro. —acompañó las últimas palabras de una sonrisa amenazante claramente forzada.

Y más le valía no intentar escapar, puesto que lanzaría un hechizo Piro a la mínima señal de movimiento extraño.

<<¿Por qué todos los idiotas vienen a mí?>>

[Soul Artist]

—Perdona...

¡Autógrafo! ¡Me iba a pedir el autógrafo, y después si quería tomar un café en su habitación! La idea del gato mirándonos no es que me hiciera mucha ilusión, pero ya me libraría después de él encerrándolo en el baño o lanzándolo por la ventana. Lo importante era que el primer paso ya lo había conseguido con éxito.

—... pero vas a explicarme ya la razón por la que me sigues. A no ser que prefieras que te incendie la cara, claro.

Al bajar el periódico me encontré con la espantosa realidad: no estaba tan cerca como creía. La chica me apuntaba con su Llave Espada, probablemente pensando que así lograba amenazarme. Pobrecilla: estaba siendo lo que llamaban una chica dura. Le gustaba el rollo violento, ganarse el amor y el afecto de sus amantes a la fuerza tras un rato de forcejeo. Y lo lograría de mí.

Sonreí ampliamente a la chica e hice aparecer con un movimiento de muñeca una rosa que planté en su rostro, animándola a tomarlo y olerlo. Un truco de magia básico.

—Señorita, por favor. ¿No sabe que habla con el gran héroe de Ciudad Disney? Debería leer usted más el periódico...

Guiñé el ojo a la muchacha, animándola a tomar mi ejemplar del The Disney Yorker.

[Sometron]

Una sonrisa. ¡Una maldita sonrisa! ¡Le había amenazado y esa era su reacción: sonreír! ¡¿Pero qué clase de imbécil era?! Para colmo, le plantó una rosa salida de vete tú a saber dónde en la cara, ¡¿de dónde había salido aquel tipo?!

La muchacha levantó una ceja y cogió la flor. Seguidamente la guardó en el bolsillo de forma descuidada, sin darle la menor importancia al objeto en sí. Entonces, iba a volver a amenazar al joven, pero empezó a hablar él antes.

—Señorita, por favor. ¿No sabe que habla con el gran héroe de Ciudad Disney? Debería leer usted más el periódico... —le guiñó un ojo y le tendió el periódico.

Jess puso cara de asco y lo cogió con la mano libre, mientras seguía apuntándole con el arma con la otra.

—”Prometedores aprendices salvan el mundo de molusco gigante” —leyó en voz alta— Vaya, ¿cómo lo diría de forma suave? Cazar un caracol gigante no es una tarea de la que me enorgullecería.

>>¡Ahora dime por qué me seguías!

[Soul Artist]

—”Prometedores aprendices salvan el mundo de molusco gigante”.

Afirmé con la cabeza y mi amplia sonrisa. Exacto, había leído bien: yo había salvado Ciudad Disney, el mundo más importante de todos, de una terrible y gran amenaza a la que nadie, ni siquiera Chip y Chop, habían podido hacer frente. Su tono de voz, sin duda alguna, mostraba sorpresa y admiración por mi gran persona.

—Vaya, ¿cómo lo diría de forma suave? Cazar un caracol gigante no es una tarea de la que me enorgullecería. ¡Ahora dime por qué me seguías!

Me llevé la mano al pecho, dolido por sus palabras. Estaba claro que no había entendido nada de aquella noticia: claro, seguramente por los paletos que llevaban el periódico. Su dialecto era raro y claramente primitivo para gente de gran inteligencia como nosotros dos.

—Pero, ¡señorita! ¡No era un caracol cualquiera! ¡Era el gran Lord Helix, el divino ser de la religión de la Anarquía! Yo sólo, con la fuerza de mi corazón y de mis amigos en la distancia, pude derrotarlo...

A lo segundo no pensaba contestar. ¿Cómo decirle que era demasiado tímida y que sólo quería ayudarle? Echaría a correr avergonzada.

[Sometron]

—Pero, ¡señorita! ¡No era un caracol cualquiera! ¡Era el gran Lord Helix, el divino ser de la religión de la Anarquía! Yo sólo, con la fuerza de mi corazón y de mis amigos en la distancia, pude derrotarlo...

¿Lord Helix? ¿Religión de la Anarquía? ¿Fuerza del corazón? Lo peor de todo es que parecía estar diciéndolo en serio.

<<Está loco.>>, sentenció Jess. El nivel de exigencia por parte de los Maestros a la hora de escoger aprendices era, al parecer, bastante insuficiente; pero eso no estaba en su mano, por lo que se limitaría a alejarse de aquel “seductor” y demente joven.

—He oído suficiente. Adiós. —se giró y siguió andando dirección a su habitación— No intentes seguirme, esta vez no dudaré en atacar~

—Miau miau. —<<Qué tipo más raro.>>

[Soul Artist]

—He oído suficiente. Adiós.

—¡Pero...! ¡Pero...!

Extendí mi mano hacia la mujer mientras caminaba por el pasillo, volviendo a darme la espalda y acompañda por su nada agradable gato. Mi mandíbula se desencajó mientras mis posibilidades de mojar aquel día se desvanecían poco a poco en la distancia, con la chica huyendo de mí.

¿Es que jamás había oído hablar de la religión de la Anarquía? ¿De Lord Helix, el dios todopoderoso que llegaría por medio de su mesías, acompañado por el peligroso asesino de dragones y el príncipe de Lapras?

—No intentes seguirme, esta vez no dudaré en atacar~

—¡Y una mierda!

Corrí en dirección a la chica y le bloqueé el paso, tomándola por la muñeca. Mis ojos ardieron de pasión mientras me decía a la misión más loca, más estúpida y más increíble de todas. ¡Iba a hacerlo! ¡No permitiría que me dejara con la palabra en la boca!

—¡Te demostraré que soy un héroe! ¡Vendrás conmigo para ver cómo derroto a toda la religión de Lord Helix en su propia base!

[Sometron]

—¡Y una mierda!

Se giró mientras rápidamente a la vez que convocaba la Llave Espada en su mano, pero el desconocido la cogió por las muñecas antes de que pudiera siquiera cogerla y el arma desapareció mientras caía, justo antes de golpear el suelo.

—Maldito...

—¡Te demostraré que soy un héroe! ¡Vendrás conmigo para ver cómo derroto a toda la religión de Lord Helix en su propia base!

Estuvo a punto de darle una patada para librarse de él, pero sabía que sería inútil. Estaba delante de un tipo muy insistente.

<<No va a parar hasta que vaya, estoy segura.>>

Respiró hondo y cerró los ojos unos momentos antes de hablar.

—Vale, —dijo en un tono casi inaudible— pero que corra el aire.

Esperaría a que el chico se apartase para seguir hablando.

—Si te doy una oportunidad para demostrar tu valía, ¿me dejaras tranquila después de eso? —si el chico respondía afirmativamente, continuaría hablando— Entonces, adelante. Tú dirás qué hacemos.

>>Ah, y espero que no se te ocurra intentar nada raro si aprecias tu integridad, no me volverás a coger con la guardia baja.

<<Aunque si esperas algo más que simple compañía por mi parte, lo llevas claro.>>

[Soul Artist]

—Vale, pero que corra el aire.

Levanté mi puño con éxito y sonreí para mí mismo. Mi objetivo se había visto cumplido: la chica finalmente comenzaba a aceptar sus sentimientos por mí, aunque siguiese mostrándose con una actitud dura y arrogante para intentar colocarse por encima de mí. Pero iba lista si creía que yo, el mayor rompecorazones de todo el Reino de la Luz, iba a dejarme dominar de aquella manera en público. Luego en privado sería otra historia…

Me aparté ligeramente de ella y me pasé la mano por el pelo, recolocándomelo mejor para que admirase el premio que en nada tendría; mi cuerpo, por supuesto. Sin embargo, la joven continuó hablando e ignoró mi belleza:

—Si te doy una oportunidad para demostrar tu valía, ¿me dejaras tranquila después de eso?

No había ninguna versión de aquella aventura en mi mente en la que saliese derrotado. Quizás la chica pensaba en evitarme una vez le demostrara mi absoluta genialidad, incapaz de resistirse a mis encantos; y por supuesto, en ese caso no le dejaría ir muy lejos. Pero en ese momento debía mostrarme como un portentoso caballero.

—Por supueeesto…

—Entonces, adelante. Tú dirás qué hacemos.

—Bueno… Tendremos que ir a Agrabah. Tengo la mejor nave gumi de todo el cosmos para ello; viajaremos allí, tomaremos un poco de vino por el camino y terminaré con la secta delante de ti.

—Ah, y espero que no se te ocurra intentar nada raro si aprecias tu integridad, no me volverás a coger con la guardia baja.

Espérate a la cama, guapa, pensé mentalmente. Sin embargo, le contesté con una sonrisa y falsa modestia mientras caminábamos hacia el exterior del castillo, en dirección a mi nave.

—Señorita, soy un caballero. Jamás haría algo así a una mujer. Se lo prometo como mi nombre es Ivan Kit.

[Sometron]

—Bueno… Tendremos que ir a Agrabah. —había oído sobre aquel mundo anteriormente, al parecer un mundo lleno de desiertos; ¿qué esperaba encontrar aquel individuo en medio de la nada?— Tengo la mejor nave gumi de todo el cosmos para ello; viajaremos allí, tomaremos un poco de vino por el camino y terminaré con la secta delante de ti.

<<Buf. ¿Sería muy descabellado coger el Glider y dejarle a él con su nave gumi?>>

Se planteó seriamente esa posibilidad durante unos momentos, hasta que recordó que no tenía ni idea de cómo llegar a Agrabah sin un mapa, cosa que no llevaba encima. Por otra parte, parecía difícil seguir a una nave con un simple Glider, por lo que no le quedaba más remedio que acceder a ir con él.

Ryu soltó un pequeño maullido, claramente asustado. La idea de salir de la seguridad de los muros del castillo provocaba pavor en el felino, como supuso Jess.

—¿Serás capaz de volver tú solo a la habitación? —dijo al animal mientras lo bajaba de su hombro y lo dejaba en el suelo— No tardaré en volver, ¿de acuerdo?

El gato asintió levemente con la cabeza y echó a correr en dirección a la torre de los dormitorios.

El chico de las gafas y ella empezaron a caminar hacia la salida, en busca de “la mejor nave gumi de todo el cosmos”. Cuando ella le advirtió de lo que pasaría si intentaba siquiera tocarla, el chico respondió:

—Señorita, soy un caballero. Jamás haría algo así a una mujer. Se lo prometo como mi nombre es Ivan Kit.

<<Sí, un perfecto caballero que hace un momento ha apresado a una dama por las muñecas para que no pudiera defenderse, y que, además, parecía más que dispuesto a tomarla allí mismo.>>

—Jess Stronberg. —añadió sin más.

Ojalá aquella aventura no durara mucho.

[Soul Artist]

—Jess Stronberg.

Qué seca. Qué tímida. Qué... Mona.

Sonreí como un tonto mientras salíamos del castillo, feliz por aquella situación. ¡Me encantaban las chicas que se hacían las difíciles! Y la realidad era que me gustaban porque todas en Tierra de Partida eran muy bordes, absolutamente todas. Incluso la mayoría de Bastión Hueco. Por lo tanto, me hacía totalmente feliz encontrar a alguien que sólo se hacía la difícil, pero estaba ardiendo en deseos de conocerme más a fondo.

Bajamos las eternas escaleras de la colina de acceso al castillo y, tras una larga caminata, llegamos hasta mi nave gumi. La compuerta se abrió y accedimos al interior, dirigiendo directamente a la muchacha a la sala de mando. Allí esperaba en el asiento del piloto Pichu, mi ratoncita, quien levantó las orejas al verme llegar con compañía. Sin embargo, la alegría de sus ojos al verme saludarla desapareció al ver a la chica detrás de mí.

—Tenemos aproximadamente media hora de viaje —anuncié a Jess tras poner el piloto automático rumbo a Agrabah; nunca había estado allí, pero me fiaba del mapa de mi ordenador en el puesto de piloto. Casi nunca me había fallado—. ¿Quieres algo para tomar? ¿Vino? Tengo una selección de lujo sacada de la Ciudad de las Campanas...

Pichu se bajó del asiento del piloto cuando me acerqué y caminó a cuatro patas hacia Jess, soltando alguna chispa por las mejillas. Juraría haberla oído gruñir, pero no le di importancia.

[Sometron]

—¿Te parece que mi nombre sea algo gracioso? —preguntó, malhumorada, al ver la expresión sonriente en la cara del tal Ivan.

El resto del recorrido por los exteriores del castillo transcurrió en silencio. Después de andar un rato llegaron finalmente ante una nave, aunque nada demasiado exagerado.

—¿Este trozo de chatarra es “la mejor nave gumi de todo el cosmos”? —añadió un soplido al final de la pregunta.

Nada más entrar fueron a la parte de la nave desde donde se manejaba ésta. En la silla en que debería sentarse el conductor se encontraba un pequeño animal, probablemente la mascota de aquel individuo. La criatura era algo… peculiar. Parecía un roedor, pero era de color amarillo. Sus orejas eran de un tamaño bastante grande, pues ocupaban casi la mitad de su tamaño.

Ivan Kit se puso a trastear con la maquinaria del vehículo y después informó de sus resultados.

—Tenemos aproximadamente media hora de viaje. ¿Quieres algo para tomar? ¿Vino? Tengo una selección de lujo sacada de la Ciudad de las Campanas...

La chica no estaba demasiado acostumbrada a beber, por lo que la idea de bajar la guardia ante aquel tipejo le pareció poco acertada, como mínimo.

—Ehm… no. Gracias —respondió mientras buscaba un sitio en que sentarse—. ¿Quién es este animalito, por cierto?

Jess acercó la mano a la criatura, con intención de acariciarla. Acabó deteniéndose a medio camino al ver salir unas chispas de los marcados mofletes de color rojo del animal. Sonrió de forma forzada mientras cerraba los dedos y devolvía su brazo a su posición anterior, lejos del roedor.

—Y… ¿qué decías que íbamos a hacer en Agrabah? —preguntó intentando cambiar de tema rápidamente.

Media hora no tardaría mucho en acabar, ¿no?