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Todos nos apresuramos para entrar en el mismo portal, uno que iba al mundo que había pensado. Si es que la respuesta más fácil no podía ser. Allí había una mesa y esperé mi turno para terminar cuanto antes, cogí el sello y añadí la primera estampa en la tarjetita que llevaba colgada en el cuello. ¡Genial, ya tenía uno! Y por lo que veía Nikolai también.

Al regresar a la playa, siguiendo las instrucciones que se nos habían dado, fuimos todos a por Ariasu. Estaba un poco agobiada, así que esperé a que lanzaran todos sus chistes, de los cuales alguno que otro me hizo mucha gracia. Y finalmente era mi turno. No podía decepcionarla.

Cogí aire y me preparé, podría haberle respondido un simple: "¿Chistes? No me sé ninguno". Pero no la podía decepcionar, no a ella, a mi maestra. Así que puse todo mi esfuerzo y todas mis ganas para que mi fría y seria mente trabajase. Y así pues, como la mejor aprendiza de Bastión Hueco, se me ocurrió la frase ideal. Una que estaba segurísima de que le encantaría a la maestra Nanashi.

—¿En qué se parece un aprendiz de Tierra de Partida a una factura de la luz? En que los dos son insoportables.

Tocaba esperar al veredicto, estaba segura de que lo había hecho genial.

—¡Hiro despierta! ¡Todos los demás se han ido debemos seguirles!


El aprendiz se despertó forzosamente al recibir un chancletazo.

—¡Pero bueno, loca! ¡¿A ti que coño te pasa?! — Replicó a todo volumen mientras veía irse a la chica por un portal.

—¿Que coño, y esos portales, y la gente? — Sacó del bolsillo de la camisa una petaca de dudoso contenido y le dio un trago, la guardó y a continuación se volvió a tumbar —Que aburrido esta esto.

***

Una avalancha de aprendices se tragó al pequeño Moguri cual hoja a merced del viento.

—¡Dejadme salir! — Replicó mientras se alejaba de aquel torrente de gente.

―¿Tantos habéis conseguido llegar tan rápido? ¡Qué listos sois! Veamos... La playa se ha vuelto muy aburrida desde que os habéis ido, así que si queréis que os de el segundo sello...

»¡Tendréis que contarme un chiste cada uno! ¡Uno que haga que hasta Nanashi se caiga al suelo de la risa!

—No esta muy bien eso de usar un Moguri para que te abanique — Suspiró y esperó paciente su turno, mientras escuchó todos los chistes, habían de todo tipo, graciosos, poco graciosos, nada graciosos, raros, etc, cuando llegó su turno se alzó y se acicaló la garganta.

—Ejem ejem... ¿Saben aquel que diu "¿Por qué los de Bastión Hueco se tirana un pozo? Porque en el fondo no son tan tontos".

¿Qué hace uno de Bastión Hueco corriendo y gritando de madrugada por el campo? Sembrando el pánico..

No pude evitar una sonrisa de satisfacción al ver que habíamos acertado. Entre empujones, me coloqué el sello en la tarjeta.

Una vez de vuelta a la playa, me dirigí con la muchedumbre hacia Ariasu, la que por lo visto, quería que le contásemos un chiste.

Pensé en todos los que me había contado James en Port Royal. Entonces dije, mientras me temblaba un poco la voz:

—Entra un hombre borracho a una taberna, se sienta en una mesa y empieza a gritar fuerte:
"¡Camarera, hip, cabbbmmmarera, hip!"
"Señor, por favor compórtese, ¿qué desea?"
Entonces el hombre saca unos pollitos de los bolsillos, los pone sobre la mesa y dice:
"Tráigame una botella de whisky para mí y para mis sobrinos".
La mujer queda muy asombrada, pero le trae la bebida. Al rato vuelve a llamar el hombre:
"¡Camarera, una botella de tequila para mí y para mis sobrinos!"
Al rato nuevamente:
"¡Camarera, un champagne para mí y para mis sobrinos!"
Entonces la mujer se acerca y le dice:
"Escúcheme, usted ha bebido de más pero no me va a decir que cree que esos pollitos son sus sobrinos".
"Por supuesto que sí, los encontré en la calle y me decían: “Tío, tío, tío, tío”".

Cuando acabé, me tapé la cara con las manos, muerta de vergüenza.

Ariasu escuchó con atención a los aprendices mientras contaban sus respectivos chistes. Se rió con todos y cada uno de ellos, sobre todo con los que hacían referencia a Tierra de Partida, y cuando el último hubo terminado, se sacó un sello del sombrero.

―¡Así me gusta! Aquí tenéis vuestro premio, por ser tan buenos chicos.

Con una rapidez impresionante, selló todas las tarjetas en un abrir y cerrar de ojos. El segundo sello, con forma de cara sonriente, conseguido.

―La siguiente prueba estaba... ―Se quedó pensativa unos instantes, haciendo memoria―. Ah, sí, tenéis que ir a hablar con Mog. Mucha suerte para todos, menos para vosotros.

Le sacó la lengua a los aprendices de Tierra de Partida, antes de tumbarse de nuevo en su hamaca y ordenar al pobre moguri que volviera a abanicarla. Ya habían escuchado, el jefe Mog les esperaba a todos.


Aru - Segunda prueba
Aru, aunque iba con retraso, acertó con el portal escogido. Allí, pudo encontrar el sello que buscaba y añadirlo en su tarjeta: el primer sello, con forma de corazón, conseguido.

Las siguientes instrucciones la enviaban de vuelta a la playa, donde debía buscar a Ariasu. La encontró tumbada en una hamaca, siendo abanicada por un moguri, y por las huellas en la arena que había a su alrededor, el resto de participantes se habían ido hace poco.

―¡Anda, pero si tenemos aquí a una tardona!

Se levantó de un brinco a ver a Aru, sonriente.

―¡Corre, corre, que te van a dejar atrás! Para conseguir mi sello, tienes que contarme un bonito chiste. ¿Te sabes alguno bueno~?

Esperó, impaciente por descubrir con qué gracia la sorprendía la aprendiza.




Tercera prueba
Los otros veintidós encontraron a Mog en el chiringuito de Higashizawa. El jefe moguri levantó el vuelo en cuanto se percató de que los participantes se acercaban, y sacó un rollo de pergamino que empezó a leer en cuanto todos se colocaron a su alrededor.

—¡Para conseguir el tercer sello tenéis que volver a atravesar los portales, kupó! ¡Pero esta vez, no tendréis pista alguna, kupó, tendréis que encontrar el mundo correcto por pura suerte! ¡Junto al sello encontraréis las siguientes instrucciones, kupopó! ¡Suerte, kupó!

Pues ya le habían escuchado. Encontrar el mundo correcto de nuevo... Salvo que esta vez no tenían idea alguna de cuál sería el correcto.
¿Les sonreiría la suerte?

Tras toda la tanda de chistes malos nos volvieron a mandar con el moguri gordinflón. Escuchamos todos atentamente lo que tenía que proponer para el tercer sello y me incliné de un lado a otro mientras asentía: esta vez tendríamos que viajar a otro mundo por los portales, pero no íbamos a tener ni la más mínima pista. Eso nos daba tantas facilidades...

Ignorando por un momento aquel entrenamiento camuflado, me acerqué al chico gitano al que antes le había lanzado un ajo y le toqué el hombro. Me escurrí hasta su otro lado y saludé con la mano, esperando a que se sorprendiera.

—¡Hola! De veras que siento lo de antes —Junté las palmas de mis manos y gruiñé un ojo, intentando ganarme su sincera disculpa—. No ha sido un chiste tan malo. Bueno, un poquito sí, entiéndeme.

Esperaba que no se hubiese enfadado, porque de veras que nunca había sido mi intención herir sus sentimientos. Si aceptaba mis disculpas le contestaría con una sonrisa y un intento de redención por mi parte:

—Puedo arreglarlo, si quieres. ¿Hacemos la prueba juntos? Creo que colaborando podríamos avanzar más rápido, ya sabes.

Si aceptaba, iría tras él al portal que atravesase. Si no, cruzaría otro portal de los muchos que había, algo dolida y machada.

Tras terminar mi chiste, noté como alguien me lanzaba algo a la cara. Era un ajo.

Una chica de mi bando me lo había tirado. La había visto por los pasillos de Bastión Hueco, aunque no parecía que hubiera estado mucho tiempo en el Castillo. Lo que más destacaba de ella eran las alas metálicas que pendían de su espalda, ¿de qué mundo sería?

Se disculpó con un sonrojo. No pude evitar reírme por lo bajo.

—Nah, en realidad me lo merecía.

Tras eso y la retahíla de chistes (algunos más buenos que otros), Ariasu nos mandó con Higashizawa, el que me tiró desde un tejado en la Cité. Un moguri nos explicó la siguiente prueba.

Pero un toque en el hombro me distrajo. Me giré por instinto, y la misma chica queme había tirado un ajo apareció en el otro lado. Si no me sorprendí fue porque tenía la mente algo embotada del calor.

—¡Hola! De veras que siento lo de antes —Juntó la manos y me guiñó el ojo. Automáticamente recordé a Aru, ¿qué les pasaban a las chicas conmigo?—. No ha sido un chiste tan malo. Bueno, un poquito sí, entiéndeme.

Me encogí de hombros restándole importancia.

—Puedo arreglarlo, si quieres. ¿Hacemos la prueba juntos? Creo que colaborando podríamos avanzar más rápido, ya sabes.

—Claro. Pero no esperes que vaya por el mundo correcto —bromeé—. Soy Simbad.

Le tendí la mano por si quería estrechármela. Tras eso elegí un par de mundos al azar, dado que no había propuesto ninguno.

—Por cierto, ¿para qué llevas ajos en la mochila?

Ariasu debía estar como una chota, porque se rió con todos los chistes sin excepción. Light, en cambio, solo encontró divertido tres a lo sumo (y el suyo no estaba incluido en esos tres). Quizás era cierto que no tenía sentido del humor, o puede que fuera demasiado cortito para pillarles la gracia.

De cualquier manera, todos consiguieron el segundo sello. Ya solo quedaban once.

Fueron a buscar a Mog, tal como les indicó la Maestra. El líder moguri, quien se encontraba en el chiringuito de Higashizawa, les planteó el siguiente desafío, parecido al primero. Debían volver a atravesar los portales, y esta vez no tenían pista alguna para intuir el correcto. Tras uno de estos se hallaba el tercer sello.

Tras pensárselo, se dirigió hacia uno de los portales en particular. Y si fallaba, volvería a intentarlo con otro.

Todos fuimos contando nuestros chistes, Ariasu no paraba de reírse (más aún con los que mencionaban Tierra de Partida), al final se sacó un sello de su sombrero y con una amplia sonrisa dijo:

―¡Así me gusta! Aquí tenéis vuestro premio, por ser tan buenos chicos.

Y en un solo instante, nos puso un sello a todos.

―La siguiente prueba estaba... ―dudó unos instantes―. Ah, sí, tenéis que ir a hablar con Mog. Mucha suerte para todos, menos para vosotros.

―Pues no les dieras el sello ―comenté haciendo pucheros mientras me dirigía junto a los otros al chiringuito playero de Higashizawa. (Donde me apresuré a comer un helado de sal marina)

Mog alzó el vuelo y sacó de a saber donde un pergamino enrollado que empezó a leer cuando nos acercamos.

—¡Para conseguir el tercer sello tenéis que volver a atravesar los portales, kupó! ¡Pero esta vez, no tendréis pista alguna, kupó, tendréis que encontrar el mundo correcto por pura suerte! ¡Junto al sello encontraréis las siguientes instrucciones, kupopó! ¡Suerte, kupó!

—Pues nada, habrá que probar suerte —murmuré lanzándome contra uno de los portales. Si me equivocaba probaría en otro distinto.

Vaya locura, ¿verdad? Chistes de varios tipos, un ajo volador y los de cada bando metiéndose con el otro. Esto si que era un chiste, a pesar que había oído uno que era sobre médicos y me hizo gruñir un poco llegando a no ser muy de mi gusto. Pero no era de pegar por ahí a quien lo soltara por sus sucios labios, que por otro lado más de un chiste peor que el mío y más pervertidos o largos y cansinos llegaban de tal manera que cuando nos pidió ir a por el siguiente sello solté un suspiro de alivio puro...

―Buen chiste, gafotas...― Me dirigí al que soltó aquel chiste subido de tono (Saxor) que me había llamado más la atención y a decir verdad por ser algo original... ―Ya veo que empiezan a hacerse equipos, ¿te importa o eres un lobo solitario?

Pero para acabar con el mayor problema, adivina adivinanza sin pistas ni ganas. Teníamos que acertar en un juego de azar muy tentador a razón de ser absurdamente imposible de acertar a la primera para alguien con muy mala suerte, como yo, así que lo que tendría que hacer es ir a donde menos me parecía ser para ver si podría acertar y si no al que sí.

Si es que soy un gafe, quizá ni acierte. Miré al chico que le comenté la idea de aliarnos para poder tener yo más posibilidades de dejarle atrás cuando ya fuera inútil.

―Yo voy a ese y si no a ese otro, luego te digo si he acertado.― le señalé discretamente los dos para ir. Esperaba que él hiciera lo mismo pero con dos diferentes.

―¡Anda, pero si tenemos aquí a una tardona!

La joven peliazul agachó la cabeza al ver que aun seguía atrás, pero eso no la iba a desanimar.

―¡Corre, corre, que te van a dejar atrás! Para conseguir mi sello, tienes que contarme un bonito chiste. ¿Te sabes alguno bueno~?

La joven pensó, pero bastante rápido, dado que sino jamas alcanzaría a los demás.

―¿Qué es un pollito encima de un tenedor?

La joven hizo una pausa, para dejar a Ariasu pensar, y entonces, desveló el misterio:

―"Un Pollito encubierto"

No había sido ni de lejos el mejor chiste el mío, pero con haber hecho reír a Ariasu lo daba por bueno. Además de que ya podía mostrar un segundo sello en mi tarjeta, esto había empezado bien, pero conociendo mi suerte en cualquier momento se iba a torcer del todo.

Y ese momento era la tercera prueba. En el pequeño restaurante playero nos esperaba Mog, el líder de los Moguris de Tierra de Partida, con la siguiente prueba. Teníamos que volver a coger los portales para ir a un nuevo mundo, pero en esta ocasión no teníamos ninguna pista sobre cuál sería, nuestra elección era totalmente al azar y yo y el azar nos llevábamos bastante mal, más aun si había dejado mi baraja de cartas en el castillo por miedo a que se mojaran.

—Veamos… ¿cómo era esa cancioncita para elegir a dedo? —murmuré acercándome a los portales —. Esto… Pinto pinto… A la porra, vayamos por este mismo.

Y sin perder ni un segundo, entré en uno de los portales rezando a mis ancestros para que fuese el correcto, si no saldría y me adentraría en otro rápidamente.

Ariasu parecía divertida con tantos chistes.

- ¡Así me gusta! Aquí tenéis vuestro premio, por ser tan buenos chicos.

Rápidamente selló todas las tarjetas. Kairi miró la suya, había un segundo sello en forma de carita sonriente.

- La siguiente prueba estaba... Ah, sí, tenéis que ir a hablar con Mog. Mucha suerte para todos, menos para vosotros. - dijo sacándoles la lengua a los Aprendices de Tierra de Partida.

- ¿Awale pego? - preguntó Awa-chan.

- Mejor no, no vaya a ser que nos descalifiquen.

Antes de ir a hablar con Mog, Kairi observó a su amigo Hiro durmiendo en una hamaca. Eso explicaba que fuera Goei el que estuviera haciendo las pruebas. Fue a decirle si quería divertirse un poco, pero se sonrojó cuando vio que estaba bastante bueno en bañador. Ella tampoco estaba mal. Llevaba un bikini rosa con volantitos, a juego con su pelo.



- Hiro... - le puso una mano en el hombro - . ¿No quieres venir a hacer la yincana? Está entretenida.

Esperó alguna respuesta por parte del chico perro a pesar de la oposición de Awa-chan, que infló los mofletes. Independientemente de lo que decidiera, ella iría a hablar con Mog para la siguiente prueba.

El moguri se encontraba en el chiringuito de Higashizawa.

- ¡Para conseguir el tercer sello tenéis que volver a atravesar los portales, kupó! ¡Pero esta vez, no tendréis pista alguna, kupó, tendréis que encontrar el mundo correcto por pura suerte! ¡Junto al sello encontraréis las siguientes instrucciones, kupopó! ¡Suerte, kupó!

- ¡Vaya hombre! ¿Te parece bien que elija yo un portal y tú otro? - le preguntó a su mascota.

- Awavale. Awawawa - el gatito salió corriendo hacia un portal al azar. Kairi lo siguió. Si no era el correcto, irían por otro escogido por ella.

Coloqué el segundo sello en mi tarjeta, con forma de cara sonriente, sin mirar demasiado a los demás aprendices. El humor no era lo mío, para qué mentir. Aunque no había podido evitar reírme con algunos cuantos.

Sin separarme de Freya, me dirigí con los demás aprendices hacia Mog, el encargado de darnos la siguiente pista. La cual fue bastante descorazonadora: debíamos coger uno de los portales totalmente al azar. Suspiré y miré a mi compañera, señalando después uno de ellos con un movimiento de cabeza.

—Creo que voy por ese.

Si quería ir por cualquier otro no se lo reprocharía, pero si me acompañaba esperaría a que se situara a mi lado para cruzarlo. Y, en caso de haber fallado, volvería a la playa y probaría suerte en otro.

Crucé los dedos antes de adentrarme en el mundo.

Nikolai resopló de alivio al escuchar las risas de Ariasu. Al final, su pésima habilidad para los chistes había sido suficiente para contentar a la Maestra. En realidad, todos los participantes lograron pasar la prueba, pese a que algunos de sus chistes… Bueno, él no estaba en posición para criticar, pero los había que dejaban mucho que desear, la verdad.

Tal vez Ariasu fuese de risa fácil y por eso les dio el visto bueno a todos. La mujer tenía un don para encontrar divertida cualquier situación.

Con el segundo sello en su poder, se fue directo al chiringuito para buscar al líder de los moguris, Mog, quien les indicó que la tercera prueba sería la misma que la primera, pero con la diferencia de que no contaban con ayuda alguna. Una prueba de ensayo y error en la que tendría que meterse por los portales hasta dar con el correcto. En el mejor de los casos, encontraría el tercer sello a los pocos intentos, claro que seguía dependiendo en gran medida de esa dama a la que llamaban Fortuna.

Sin pensárselo ni un minuto más, se metió por el primero de los portales, y así seguiría hasta toparse con el bueno.

¿Por qué se reía con todos...? Si eran horribles... La mitad no los pillaba y, los que sí, eran muy malos. Incluso el mío.

"Menuda tarada."

En cualquier caso, después de que Ariasu nos pusiera los sellos a todos (a una velocidad que me dejó alucinando), nos dijo que debíamos buscar a Mog para la siguiente prueba. Acto seguido, deseó suerte para todos, menos para los de Tierra de Partida, a quien nos dedicó una burla sacando la lengua, la cual le devolví haciendo una mueca de asco al mismo tiempo.

Encontramos a Mog en el chiringuito de Higashizawa, y nos dijo que en la siguiente prueba debíamos volver a cruzar uno de los portales que nos llevaban a distintos mundos, pero que esta vez debíamos escoger uno al azar, sin ningún tipo de pista.

—Bien... —murmuré, cerrando los ojos. Di unas cuantas vueltas sobre mí misma lo más rápido que pude y, entonces, señalé a una dirección al azar y abrí los ojos—. ¡Ese! —En ese momento me di cuenta de que había señalado directamente al mar, por lo que repetí el proceso—. ¡Ahora sí, ese!

Esta vez sí señalé a un portal, así que comencé a correr, haciendo "eses", un poco mareada por dar tantas vueltas, y me adentré en el portal sin siquiera mirar adónde me llevaría.