Re: [Evento libre] La Mansión Encantada II: La Venganza
Publicado: Vie Oct 16, 2015 2:02 pm
―Disculpa, ¿sabes por casualidad quién ha organizado esto?
Nicoxa se giró para comprobar quién era la chica que le había hablado. No la conocía, pero el mero hecho de que pareciera tan mística y natural... y sobre todo ese pelo azul le inspiraron confianza. La miró con una cara amistosa.
—¡Oh! Pues mira sí, creo que ha sid- ¡¡AAAH!! ¡¡BUBUUBUBLA!! —gritó de repente a la cara de la chica en un intento absurdo de asustarla, exagerándolo todo con gestos de las manos y muecas extrañas. Se supone que de eso era la fiesta, ¿no? Aunque con su traje... En cualquier caso recuperó la compostura y tosió con dignidad—. Je. No, la verdad es que no tengo ni idea, lo siento —contestó con sinceridad.
Mientras el resto de gente llegaba, Nico empezó a bailar en el sitio girando sobre sí misma con lentitud para hacer tiempo hasta que la mansión se abrió finalmente.
Tomó aire al percibir la suciedad que había en su interior y se metió dentro. Con los mofletes hinchados examinó lo que se encontraba a su alrededor, aunque con lo oscuro que estaba casi dio gracias a la luz de su disfraz. Lo primero que llamó la atención de Nicoxa fue el hecho de que la puerta se cerrara tras ellos, era un truco simple pero efectivo. Luego se fijó en que un gran cuadro con una familia colgaba de una de las paredes, aunque sus caras parecían haber sido borradas.
«Pobres... no debieron salir muy agraciados y prefirieron hacer eso...»
Entonces miró la pared opuesta y respiró al fin. Descubrió que había un retrato por cada aprendiz que se encontraba ahí. Había hasta una foto de Nicoxa, que se acercó y la miró con una sonrisa de superioridad.
—Hasta en las fotos de las que no me acuerdo salgo perfecta, no me lo explico.
—Bah, esto no da miedo. ¡Menuda chorradez! —gritó un aprendiz ligeramente oloroso al que no conocía de nada.
El rechoncho joven se adelantó y recibió su castigo: una cuchilla gigante salió del techo y del golpe su cuerpo reventó en preciosos destellos —cosas de ser portador de la llave espada—. Por si fuera poco el retrato del aprendiz estalló en llamas, menos mal que ninguna chispa alcanzó al suyo...
Nico arqueó una ceja y parpadeó varias veces, intentando no pensar en lo que acababa de ocurrir.
—Bueeeno —dijo en un suspiro propio de una loca y levantó los brazos—. Creo que quedarse aquí no es muy buena idea... me voy por la derecha guapos.
Y caminó lentamente hacia la siguiente habitación. Cuando surgían las preguntas lógicas y obvias en su cabeza sobre lo que acababa de presenciar se tapaba los oídos y tarareaba la primera canción que se le viniera a la mente.
Nicoxa se giró para comprobar quién era la chica que le había hablado. No la conocía, pero el mero hecho de que pareciera tan mística y natural... y sobre todo ese pelo azul le inspiraron confianza. La miró con una cara amistosa.
—¡Oh! Pues mira sí, creo que ha sid- ¡¡AAAH!! ¡¡BUBUUBUBLA!! —gritó de repente a la cara de la chica en un intento absurdo de asustarla, exagerándolo todo con gestos de las manos y muecas extrañas. Se supone que de eso era la fiesta, ¿no? Aunque con su traje... En cualquier caso recuperó la compostura y tosió con dignidad—. Je. No, la verdad es que no tengo ni idea, lo siento —contestó con sinceridad.
Mientras el resto de gente llegaba, Nico empezó a bailar en el sitio girando sobre sí misma con lentitud para hacer tiempo hasta que la mansión se abrió finalmente.
Tomó aire al percibir la suciedad que había en su interior y se metió dentro. Con los mofletes hinchados examinó lo que se encontraba a su alrededor, aunque con lo oscuro que estaba casi dio gracias a la luz de su disfraz. Lo primero que llamó la atención de Nicoxa fue el hecho de que la puerta se cerrara tras ellos, era un truco simple pero efectivo. Luego se fijó en que un gran cuadro con una familia colgaba de una de las paredes, aunque sus caras parecían haber sido borradas.
«Pobres... no debieron salir muy agraciados y prefirieron hacer eso...»
Entonces miró la pared opuesta y respiró al fin. Descubrió que había un retrato por cada aprendiz que se encontraba ahí. Había hasta una foto de Nicoxa, que se acercó y la miró con una sonrisa de superioridad.
—Hasta en las fotos de las que no me acuerdo salgo perfecta, no me lo explico.
—Bah, esto no da miedo. ¡Menuda chorradez! —gritó un aprendiz ligeramente oloroso al que no conocía de nada.
El rechoncho joven se adelantó y recibió su castigo: una cuchilla gigante salió del techo y del golpe su cuerpo reventó en preciosos destellos —cosas de ser portador de la llave espada—. Por si fuera poco el retrato del aprendiz estalló en llamas, menos mal que ninguna chispa alcanzó al suyo...
Nico arqueó una ceja y parpadeó varias veces, intentando no pensar en lo que acababa de ocurrir.
—Bueeeno —dijo en un suspiro propio de una loca y levantó los brazos—. Creo que quedarse aquí no es muy buena idea... me voy por la derecha guapos.
Y caminó lentamente hacia la siguiente habitación. Cuando surgían las preguntas lógicas y obvias en su cabeza sobre lo que acababa de presenciar se tapaba los oídos y tarareaba la primera canción que se le viniera a la mente.