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El chillido me puso los pelos de punta. Depspués de que la aprendiz cogiera el teléfono un chillido desgarrador atravesó la estancia. ¿En serio? ¿De verdad?

En mi caso tuve un poco más de suerte, puesto que no pasó nada con la televisón. Aunque vimos que el cable estaba puesto en la tele, no había ningún enchufe en la pared, aunque sí tenía para CD. Me rasqué la perilla, juntando mis teorías. Aquello quería decir que ese trasto había sido añadido posteriormente de que la familia viviera allí. Quizás especialmente para nosotros.

Seguimos a la siguiente habitación. El olor me golpeó como una nube de azufre. Asqueroso. La comida podrida se amontonaba en la mesa, con insectos revoloteando por alrededor. Una calabaza con dulces era lo único en buen estado. Por otra parte una había armadura en el fondo de la estancia que Watson se atrevió a investigar.

¿Quién ae habría dejado tanta comida sin probar? A excepción de esos caramelos... Concedí aquel punto a Watson. Coger los caramelos y sobre todo comérselos parecía una muy mala idea.

Sin embargo... Me acercaría con curiosidad a la calabaza, mirando sin tocarla. ¿Solo habían caramelos o había algo más? Torcí la boca. Si los tocábamos seguramente aparcería el zombie de la niña del retrato pidiendo venganza.

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Acompañada de Yui, Celeste entró en la habitación de invitados. Si en el pasillo había creído que estaba oscuro, ahora era todavía peor; sólo entraba luz lunar por una ventana. La chica esperó a que sus ojos se acostumbraran a la escasa iluminación y dio un par de pasitos hacia el interior.

«¿Eh..?».

A simple vista, la habitación no tenía nada raro. Había una cama grande justo delante de nosotras y una mesita de noche, y una pila de libros tirados por el suelo a la izquierda de ésta. Pero no era eso lo que le había llamado la atención, sino…

—¿Tú también lo has oído? —le preguntó a Yui. Levantó un dedo para que prestara atención y dio otros dos pasos—. ¡Eso! ¡Ese ruido! Parece que viene de… ¿debajo de la cama?

Arrugó la nariz, extrañada. ¿Es que había alguien escondido? ¡Pues no se iba a quedar sin descubrirlo! Celeste retrocedió hasta el umbral de la puerta y se agachó sobre una rodilla. Dedicó a su felina compañera una sonrisa burlona y dijo:

—Voy a ver qué es. Si saliera algo a perseguirnos… procura lanzarle uno de esos libros, ¿vale?

»Por cierto, me llamo Celeste. Lo digo por si “muero” en un mar de lucecitas, ¡no quiero irme sin presentarme!

- ¡Por supuesto! Este disfraz está diseñado para adaptarse perfectamente a mi figura y permitir que mi elasticidad y flexibilidad no se vean reducidas - respondió la brócoli muy segura, lo que hizo sacarle una sonrisa a Kairi.

Al descolgar el teléfono y antes de marcar cualquier número, un fuerte chillido sonó del auricular que hizo que Kairi se lo retirara inmediatamente dando un respingo.

- ¡AAAAHHH! ¡¿QUÉ DEMONIOS...?!

Después de unos segundos, por fin se calló. La joven colgó sin pensarlo dos veces. No volvería a coger un teléfono en aquella mansión.

Mientras tanto, los que habían estado investigando la televisión no descubrieron nada relevante, sólo que no estaba enchufada (no había ningún enchufe en toda la casa) y tenía un lector de CDs. ¿Pero cómo iban a ver un CD si no tenía corriente? Aunque por otro lado, el teléfono tampoco tenía...

Por otra parte, la muñeca del sofá se parecía mucho a alguien a quien conocía. Alguien importante.

Al pasar al comedor le llegó un olor repugnante y nauseabundo que de haber sido su disfraz real, lo hubiera pasado muy mal. ¿Cómo lo haría Hiro?

- Vomitivo... - dijo al ver una gran mesa llena de comida pudriéndose y llena de insectos. Lo único que parecía en buen estado era una cesta llena de caramelos en el centro.

- Que no se os ocurra caer en coger caramelos, estarán envenenados o quizá hasta cabreéis a los espíritus. Algo me dice, que no vamos a querer ser perseguidos por armaduras fantasmales, con armas. Ojalá no tuviera inteligencia para no cortarme en la idea de quitarle la espada, y cortar la mano a quien tenga la genial idea de coger un simple y jodido caramelo. - advirtió el chico de la máscara horrible.

- Como si tuviera ahora estómago para comer algo - replicó Kairi. No le habían gustado nada esas formas.

Alejándose de la mesa, se dedicó a mirar la armadura sin acercarse demasiado. Después saldría por la única puerta que no había utilizado.

Al examinar la armadura con cuidado pude apreciar que se mantenía por sí sola.

-¿Qué mierda? –Murmuré para mi misma.

Me alejé poco a poco observando como aquella cosa se quedaba de pie sin que nada la sostuviera. No pude evitar que un escalofrío recorriera mi espalda de arriba abajo sustituyendo aquel odio que sentía por miedo, ¿cómo puede seguir la armadura en pie?

“Mejor me voy a otra habitación.”

Preferí dejar de pensar en ello ya que, contra más vuelta le daba más miedo tenía y menos lógica le encontraba, por lo que me dirigí hacia la habitación de invitados.

-¡Oye, espera! ¡Voy contigo!

Frunciendo un poco el ceño con confusión me giré, no sin antes pararme, hacia la procedencia de la voz: era una chica vestida de ¿enfermera? con el cabello anaranjado, al menos yo la veía así. La había visto con Saito antes así que seguramente sería amiga suya.

Espere a que la chica me alcanzara para después saludarla e intentar sonreír lo más agradable que podía.

Una vez estuvimos las dos, entramos a la habitación. Lo primero que pude notar fue como mi visión se volvía oscura de repente, aquello me dejo un rato en el umbral intentando acostumbrarme a la poca luz que entraba por la ventana.

“¿Ventana?”

Una vez que mi vista volvió, di unos pasos al interior tirando hacia la "puerta" de mi libertad pensando que a lo mejor podía ser una salida cuando algo interrumpió mis pensamientos…

-¿Tú también lo has oído?

No pude evitar sobresaltar y girar como una peonza hacia la chica que había levantado su dedo y entrado un poco más en la habitación. Sinceramente, me encontraba bastante confusa hasta que oí aquel ruido que me erizo los vellos.

-¡Eso! ¡Ese ruido! Parece que viene de…¿debajo de la cama?

Aún más perdida me alejé de la cama con prisa, acercándome a una pila de libros que se encontraba en esa habitación poco amueblada. Cuando fui a mirar a mi acompañante, ésta se estaba agachando en el umbral de la puerta.

-¿Pe-Pero qué haces? –Le pregunté desde mi posición con el hilillo de voz que me salió.

-Voy a ver qué es. Si saliera algo a perseguirnos… procura lanzarle uno de esos libros, ¿vale?

Pude notar hasta desde donde estaba que iba de guasa…pero, ¿y si al final tenía que acabar haciendo eso para atacar a lo que sabe Dios se encontraba bajo aquella cama?

-Por cierto, me llamo Celeste.

-Yo soy Yui.

-Lo digo por si “muero” en un mar de lucecitas, ¡no quiero irme sin presentarme!

-Tranquila, que yo lanzo libros antes de que eso suceda–le dije con una medio sonrisa burlona, intentando ocultar la inseguridad que tenía.

“Ahora que lo pienso, debería mirar algunos libros luego de descubramos lo que hay bajo la ca-”

De repente un pensamiento cruzó por mi mente poniéndome aún más tensa de lo que estaba y con más miedo.

-¿¡Y si es una araña!?

Estaría más que atenta a lo que sucediera después de que Celeste mirara debajo por si, en verdad, tenía que ponerme a lanzar libros como una desquiciada para protegernos contra un monstruo que a lo mejor se encontraba ahí. Después de que todo pasara y estuvieran las cosas más calmadas, miraría la pila de libros.

Al parecer, lo de huir iba a tener que esperar.

Estaba mirando la puerta, concentrándose en cada instante mientras desplazaba su brazo poco a poco hacia el picaporte que abriría el cuarto de baño. Tragó saliva, se limpió el sudor de la frente con la mano libre y, nada más tocar la puerta sintió algo escalofriante en la espalda.

—¡AH! ¡NO JODER! —pegó un salto que raro fue que no alcanzara el techo de la mansión.

—Cuentan varias historias que aquí fue asesinada una mujer mientras estaba en la ducha —escuchó a duras penas que decía una voz siniestra, ella cerró los ojos y se giró rápidamente hacia él. Estaba demasiado ocupada propinando golpes en el pecho al individuo para prestar atención a sus palabras—. La mujer murió acuchillada, ahora busca venganza, una vida por cada una de las cien cuchilladas que recibió aquel día... ¿serás tú una de sus víctimas, Nicoxa?

Entonces abrió los ojos y le vio, con una sonrisa algo maliciosa. Se trataba de Alec y, por lo visto, no le había pegado lo suficientemente fuerte si estaba aún sonriendo.

—A-alec... —dejó escapar una risita apenas audible—. Jiji... Q-qué haces —intentaba sonar calmada pero...—. ¡QUÉ HACEEES! —iba a empezar el segundo asalto de golpecitos de Nicoxa pero se decantó por tomar aire para intentar serenarse. Hasta entonces había aparentado estar tranquila pero la ambientación de la mansión era demasiado buena y sólo estaba engañandose a sí misma con métodos absurdos— No vuelvas a darme esos sustos, n-no quiero sacar esa vena violenta otra vez... —le miró algo cabreada, pero al escucharle decir que quería ir con ella y que hasta se ofreció a abrir la puerta se las apañó para sonreirle algo avergonzada por el ataque. Aunque no se arrepentía, ¡que no la hubiera asustado!

»Bah, venga —sorbió los mocos con disimulo y agarró a Alec de un brazo—. La abriremos juntos.

No hizo falta que se internaran mucho para ver lo siniestro que era el baño. La única iluminación que había era la poca que podía entrar desde el pasillo gracias a la antorcha. Ante ellos había un espejo, cosa que en otras circunstancias habría alegrado a Nicoxa pero allí... También había un váter bastante sucio, y encima un olor repugnante flotaba en el ambiente. En verdad había hecho bien metiéndose allí porque estaba cagada de miedo.

Definitivamente lo estaría en cuanto se diera cuenta de la silueta que se intuía tras la cortina de la ducha. Se llevó una mano a la boca para evitar gritar o hacer ruido y apretó tanto el brazo de Alec que seguramente hasta le haría daño. Le señaló la bañera con insistencia por si aún no se había dado cuenta, acto seguido se señaló a si misma y negó con la cabeza.

«Vamos ni de coña»

Ese lugar le estaba produciendo ansiedad, así que antes de salir corriendo como una desquiciada y perderse por la mansión optó por volver atrás. Se quedó en la puerta vigilando a Alec (menos mal que el espejo estaba de frente a la entrada) preocupada y asustada, cruzada de brazos y dando golpecitos nerviosos con el pie en el suelo.

—¡Agh, estúpida! —me quejé, dando una patada a la tele y golpeándola con mi sable de gomaespuma, al darme cuenta de que, efectivamente, estábamos totalmente incomunicados.

Al llegar al comedor, lo primero que captaron mis ojos fue la puerta que llevaba al exterior. ¡Eureka! Con la esperanza de que fuera la salida de la mansión, corrí hacia allí sin perder un segundo, mientras algunos se entretenían a cotillear el comedor. ¡Lo llevaban claro si pensaban que me iba a quedar allí, pudiendo salir! Aunque no fui la única que fue directa hacia la puerta que llevaba al exterior.

Al llegar a la puerta, pasé junto a una armadura de aspecto imponente, que sujetaba una lanza. Por alguna razón, al verla de reojo tragué saliva. Me daba muy mala espina.

—¡Espera! —exclamó de pronto una aprendiz, situándose al lado de Saeko—. Voy contigo.

Saeko asintió con la cabeza un instante para luego girar el picaporte. No esperó encontrar nada de utilidad, pero tras haber visto el espectáculo del vestíbulo cualquier cosa era posible en aquel lugar. Y la prioridad de momento era reconocer el terreno para saber cómo moverse u orientarse, porque si no podían salir pocas opciones les quedaban.

—Me llamo Saeko. —se presentó, observando a Freya unos momentos por si ella también se quería presentar.

Dentro de la habitación no encontró gran cosa, sino polvo, telarañas y muebles antiguos. Por su aspecto se notaba que no se utilizaban desde hacía bastante. Saeko se tapó la nariz con su mano izquierda nada más entrar, y tras mirar en derredor se terminó dando cuenta de algo...

La cama. En ella había algo, un bulto de algo que parecía estar vivo. A la aprendiz se le puso la carne de gallina cuando comprobó que la misteriosa entidad reaccionaba a sus pasos, como si las siguiera con la mirada a ella y su compañera.

—¿Qué demonios es eso? —interrogó al aire con cierto nerviosismo.

Saeko se acercó con cautela, haciendo un gesto a Freya para que la acompañara. Y una vez delante de la cama, con el sudor frío atravesando su rostro, levantó la manta para comprobar qué se escondía en su interior.

Victoria se fue por un lado, Fátima, Saxor y yo por otro. En cuanto entramos a la biblioteca, cuya puerta era más grande que la de las otras habitaciones y entramos ésta se cerró con fuerza dejándonos encerrados. A la par que ocurría eso un humo empezaba a llenar toda la estancia, pudimos ver un papel que colgaba de una estantería cercana que rezaba:

"Mueve el volúmen correcto para abrir la salida"

Y había un total de diez líbros enormes de una novela sin título numerados del uno al diez.
Sin fijarme en las demás cosas (como una armadura que portaba un bastón y un diario abierto que parecía una Death Note. Me tentaba poner el nombre de Light para probar su efectividad) corrí hacia los número 3 y 7 y los moví.

—¡Venga, ayudadme! Ya miraremos luego las demás cosas —apresuré.

Tras la puerta se topó con lo que debía ser un cuarto de juegos para algún chiquillo. Encontró montones de juguetes desperdigados por el suelo, muchos de ellos hasta arriba de polvo, notándose que no se habrían usado en años. Lo único que le llamó la atención fue una casa de muñecas tallada en madera, y un soldadito de plomo que, por una extraña razón, era el único juguete limpio. Nada que le interesase, ahora no tenía tiempo de ponerse a jugar.

Lo que acabó por descolocarle fue que las puertas del armario de la habitación se abriesen, soltando un chirrido que le puso la piel de gallina. ¿Lo más inquietante? Que se abrió solo.

<Ni de coña>.

Nikolai gruñó e, inmediatamente, dio media vuelta y salió de la habitación. Si Victoria se quería quedar a investigar allí, bien por ella. Pero ni muerto se acercaba a ese armario y a lo que guardase, fuese lo que fuese.

Una vez más en el vestíbulo del primer piso, echó un rápido vistazo a su alrededor (parándose unos instantes a revisar la armadura, por si las moscas), y se dirigió a la habitación que se había quedado sin revisar: la tercera.

Por supuesto que la Biblioteca iba a ser una trampa. Claro que sí. ¿Por qué no? Limitar el conocimiento al resto de la humanidad siempre ha sido una táctica habitual entre los seres humanos.

—¡Venga, ayudadme! Ya miraremos luego las demás cosas.

—Eso si no la palmamos antes—señaló Fátima, que se acercó corriendo a las estanterías y extrajo dos volúmenes escogidos al azar.

No sabía si les daría tiempo o si conseguirían los libros correctos antes de que todo aquel maldito humo les alcanzara. En cualquier caso le parecía muy sucio que ni les hubieran dado tiempo a echar un vistazo antes de encerrarlos e intentar matarlos.

«Mueve el volumen correcto para abrir la salida».

Siendo tres esperaba que lo lograran, pero seguro que incluso entonces no tenían tiempo para investigar mejor la Biblioteca.

La puerta de la biblioteca era más grande y pesada que el resto, y eso se hizo notar cuando al pasar el último de nosotros se cerró con fuerza. Y como si no fuera suficiente, una especie de humo blanco se expandió poco a poco. Solté un ronco suspiro y observé rápidamente la habitación, buscando una forma de escapar antes de que nos gaseasen. Fue un papelito el que nos reveló lo que teníamos que hacer:

"Mueve el volúmen correcto para abrir la salida"

—¡Venga, ayudadme! Ya miraremos luego las demás cosas —sugirió Ragun sin que faltaran razones.

—Genial...—me acerqué corriendo a la estantería y procedí a sacar los libros.

Al final, todos acabaron en el comedor. Un fuerte olor emanaba del banquete que había en la mesa principal y, por desgracia para Coli, no se veía muy apetecible.

Sin embargo, justo en el medio, había una cesta. Colibritany se aproximó a ella y la observó; tenía en su interior algo parecido a unos caramelos.

<<Por fin, algo bueno...>>

—Que no se os ocurra caer en coger caramelos, estarán envenenados o quizá hasta cabreéis a los espíritus —advirtió Watson.

—¿En serio...?

En el fondo, sabía que era muy arriesgado. Todo el mundo lo sabía, a decir verdad, y aunque Coli quería coger uno... decidió no hacerlo. No iba a acabar muerta por un simple caramelo. Si hubiese sido algo más grande, quizás si hubiese valido la pena.

—Pues nada, con vuestro permiso voy hacia el jardín.

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Freya observó a la chica girar el pomo. Se preguntó qué podría encontrar allí. ¿Alguna información sobre la familia de la entrada, quizás? Después de todo, alguna de aquella habitaciones debería de ser el cuarto personal de alguien. Un diario, un periódico... Cualquier cosa valía para asegurarse de que todo aquello no era solo una broma pesada de alguien.

—Me llamo Saeko.

—Freya —contestó, presentándose también—. Un placer.

No era la mejor manera de conocerse, desde luego. Aquella habitación estaba llena de polvo, telarañas y muebles anticuados. Pero nada más. Nada a destacar; al menos a simple vista. La pelirrosa dejó que Saeko fuese la primera en entrar, y después pasó ella.

Fue entonces cuando reparó en la cama. Un bulto se movía bajo aquellas sábanas; había algo vivo allí abajo. Y por si fuese poco, notaba como las seguía a ambas con su mirada.

—¿Qué demonios es eso?

Podría haber huido; era lo más fácil. Pero había otra persona allí, y por mucho que la acabase de conocer, no podía dejarla sola. Si se trataba de algo extraño, estaría allí con ella. Y si era un hallazgo, eso que conseguiría llevarse de información. No iba a echarse atrás.

—Espera, déjame echarte una mano.

Saeko se acercó, y Freya reaccionó al gesto que le hizo su compañera, siguéndola. Una vez delante de aquella cosa, cogió la manta a la vez que la otra chica, y la apartó con fuerza para desvelar qué había debajo.

La televisión no supuso ningún peligro (¡guau!). Ni siquiera estaba enchufada y no se encendió. Observándola más atentamente, tenía un reproductor de CDs, aunque no tenían ninguno para probarlo. Decepcionada, Hana se encogió de hombros y siguió a los demás al comedor. En él, salvo una armadura y una cesta con golosinas, de nuevo no había nada interesante. El resto de sus compañeros se quedaron observando fijamente ambos objetos, como si de repente fueran a ponerse a bailar o aparecía un cartel con una pista.

Watson se dedicó a seguir dando órdenes, pero dejó de escucharle desde que dijo algo sobre armaduras fantasmales. Qué ridículo, esas cosas solo existían en leyendas y mitos más propios de Port Royal. La gente de Ciudad de Halloween daba miedo, pero era maja.

—Pues voy a quitarle un caramelo a un espíritu —dijo Hana, cogiendo uno de los dulces de la cesta, desenvolviéndolo y echándoselo a la boca. Esperaba que al menos estuviera rico.

Luego, si seguía viva, acompañaría al resto a los jardines.

Cocinas - Planta baja · Light

¡Light consiguió un arma! Un largo, afilado, y bonito cuchillo de cocina ahora estaba en sus manos. Seguro que así se sentiría más seguro, ¿o no? Aunque tendría que tener cuidado con no cortarse él mismo con el cuchillo, pues no tenía ninguna funda a la vista.

En la nevera, no encontró nada. O casi nada. Estaba vacía, apagada, y ni siquiera estaba fría (normal, no había ningún enchufe al que conectarla). Lo único que había, en el cajón inferior, era un pack de seis latas de coca-cola caducada sin nada en especial.

Ya había acabado con la cocina. Podía ir a la despensa, como había hecho Saito, o salir al pasillo. Pues lo único que quedaba en la sala por ser digno de investigar era la armadura de la maza. Que no se movía... Hasta ahora. Levantó la cabeza de pronto, con todos sus hierros chirriando, y dio un paso hacia delante. Hacia Light.

Oh, problemas.



Despensa - Planta baja · Saito

Nada más abrir la puerta de la despensa (tuvo que hacer bastante fuerza para empujarla y conseguir que cediera), un fuerte viento golpeó la cara de Saito. Fue una sensación extraña, como si algo hubiese salido junto al viento. Incluso le pareció escuchar un aullido de júbilo... ¿Imaginaciones suyas?

La despensa estaba muy oscura, pero al lado de la puerta había una vieja lámpara de aceite que el aprendiz pudo encender para iluminar la zona. Se encontró con lo que uno esperaría de una despensa: un sitio frío pero seco, donde se almacenaba comida por distintos armarios e incluso en el suelo. Había un poco de todo, aunque la mayor parte de los alimentos estaban ya en mal estado.

Destacaban tres cosas. En una esquina, había una vieja trampilla de madera tapada por un par de sacos de patatas. En la última balda de un armario, una caja metálica destacaba entre tanta comida. Y lo que parecía ser una hoja de papel estaba enrollada y metida dentro de una botella en la parte de los vinos. ¿Qué mirar?



Habitación de invitados - Planta baja · Celeste & Yui

No había arañas ni nada peligroso debajo de la cama. En su lugar, había un pequeño objeto brillante que Celeste pudo coger sin peligro alguno (aunque supuso tener que meter el brazo debajo de la cama). Era un viejo sello de metal, de los que se usaban para darle una forma concreta a los sellos para cartas de cera, pero con una forma determinada:



En el montón de libro, sin embargo, Yui no encontró gran cosa. La mayoría eran viejas novelas sin mucho interés, algunas incluso rotas, pero hubo algo que sí que destacó... Los restos de lo que debía ser un diario. Sin embargo, estaba en tan mal estado que solo se pudo leer una frase en las pocas hojas que quedaban:

"Esta visita no está saliendo tan bien como esperaba. Creía que el retiro le habría sentado mejor, pero al mirarle ahora, no consigo ver aquel que fue mi viejo amigo durante tantos años... Tal vez .... tenía razón"

No se podía leer más de ninguna manera. ¡Qué misterioso!



Pasillo derecha - Planta baja · Nicoxa

El pasillo estaba vacío, pues todos los otros aprendices estaban en alguna de las habitaciones investigando. Por lo que la alegre estaba sola en tal oscuro pasillo...

O tal vez no. Un chirrido sería la primera señal de que algo era diferente: la armadura se movía. Sí, la de la espada oxidada. El caballero dio un paso hacia delante, bajándose de su atril muy despacio, y elevó la cabeza de pronto, fijando sus ojos huecos en Nicoxa. Ups.



Cuarto de baño - Planta baja · Alec

El armarito detrás del espejo estaba lleno de botes vacíos de medicinas. Muchos botes. Demasiados, a decir verdad, pero todos estaban vacíos. Todos los medicamentos parecían tener la misma función: somníferos para dormir. Por desgracia, no había nada que pudiese servir de más.

En la ducha, sin embargo, sí que había algo. Cuando Alec corrió la cortina, algo se abalanzó sobre él de golpe, muy posiblemente asustándole: el palo de una fregona. Y el cubo estaba dentro de la bañera. Eso debía de haber sido la sombra que tanto les había asustado.
Dentro del cubo, Alec podría encontrar un objeto curioso: un cristal con forma de rombo, bastante bonito y reluciente. ¿Qué haría guardado en un sitio así?

Alec obtiene cristal rombo. También puedes llevarte la fregona como arma si te hace ilusión





Comedor - Planta baja

La armadura no aportó mucho a Watson y Kairi. Era vieja, más bien oxidada, y lo único extraño de ella era que estaba completamente hueca por dentro y a pesar de ello se mantenía en pie. No tenía atril ni ningún tipo de sistema para sujetar sus piezas. Pero, sin embargo, estaba erguida. Extraño.

Por mucho que Simbad y Colibritany mirasen la cesta, no consiguieron descubrir nada simplemente mirándola. Caramelos, sin polvo ni suciedad, esperaban en la calabaza esperando a alguna mano golosa. Y esa fue Hana. O la mano de Hana, mejor dicho.

Pero claro, había trampa. En el momento que la princesa sirena puso un dedo en un caramelo, activó un cepo que se cerró a toda velocidad sobre la mano de la aprendiza. Con unas cuchillas afiladas. Demasiado afiladas. El corte fue automático, y las lucecitas flotando por el aire también (la mansión no debía de querer sangre que la ensuciase, ejem ejem).

¿Resultado? Los caramelos habían caído al suelo. Y estaban buenos y todo, si alguno se atrevía a comérselo, pues no tenían trampa alguna en si: estaban riquísimos y sin veneno. Pero Hana había perdido la mano. Auch.



Jardines · Kairi, Watson, Simbad, Aru, Hana, Colibritany & Maya

Si esperaban encontrarse unos jardines espectaculares, estaban equivocados. Las flores estaban marchitas, el césped lleno de malas hierbas, y los árboles sin hojas. Una pena, vamos. Lo más llamativo era que en el centro del jardín se alzaba un bonito invernadero, que parecía llamarles a entrar.

A la derecha del todo, debajo de un árbol, había una trampilla nada escondida en el suelo. Podían abrirla sin problemas para entrar a curiosear.

Sin embargo, no estaban solos una vez más. Justo en el centro del jardín se alzaba una nueva armadura, idéntica a la que habían visto en el comedor, con la única diferencia de que ésta portaba una guadaña (oxidada, cómo no) como arma.

¿Qué harían?





Biblioteca - Primera planta · Ragun, Fátima & Saxor

Pues ninguno de los seis que sacaron funcionó. Pero el humo cada vez era más denso y se extendía más y más por la biblioteca, empezando a envolverlo todo. Las toses por parte de los tres aprendices no tardaron en llegar. No sobrevivirían mucho más si no daban con el correcto.

Para empeorar las cosas, la armadura del otro lado de la habitación empezó a moverse. Muy despacio, bajando de su pedestal pie a pie, y haciendo rechinar todas sus piezas. Pero de pronto elevó la cabeza, clavando sus ojos vacíos (literalmente) en los aprendices y empezando a andar hacia ellos con lentitud. Ops, más problemas.

Oh, casi lo olvidaba. Desde el pasillo, los chillidos de dos voces femeninas llegarían hasta sus oídos.



Habitación 1 - Primera planta · Saeko & Freya

Mover la manta. Mala decisión por parte de ambas.

Ni siquiera llegaron a ver lo que era. Fuera lo que fuese, se abalanzó sobre Saeko y Freya a toda velocidad. Más concretamente, a sus cuellos.

Los chillidos de ambas resonaron por toda la planta antes de que sus cuerpos estallaran en miles de fragmentos de luz.

Abajo, en el vestíbulo, los retratos de Freya y Saeko ardieron hasta no quedar ni rastro. Habían sido las primeras víctimas de la mansión.



Habitación 2 - Primera planta · Victoria

Victoria no llegó a moverse, por lo que no ocurrió nada malo, ni tampoco nada bueno. Casi que mejor, ¿no?

Antes de tomar una decisión, dos chillidos femeninos provenientes de otra habitación llegarían a sus oídos. Mal asunto.

Habitación 3 - Primera planta · Neru & Nikolai

Neru tampoco llegó a moverse de su sitio, tal vez demasiado desorientado e indeciso por tanta oscuridad. A él se unió Nikolai, quién chocó directamente contra su espalda al entrar sin nada de luz. Volvían a estar en la misma situación: sin iluminación alguna, internarse en aquella habitación era muy arriesgado.

¿Se atreverían o volverían atrás?

Antes de tomar una decisión, dos chillidos femeninos provenientes de otra habitación llegarían a sus oídos. Mal asunto.



Mapas:

-Planta baja-

Vestíbulo:


Salón:


Comedor:


Jardines:


Pasillo derecha:


Habitación de invitados:


Cocinas:


Despensa:


Cuarto de baño:


-Primer piso-

Pasillo principal:


Biblioteca:


Habitación 1:


Habitación 2:


Habitación 3:


* * * *

Fecha límite: domingo 25 a las 14:00.
El sábado no creo que esté por la noche, así que dejo también la mañana del domingo para que podáis postear.

Nota: Si investigáis algo simplemente mirándolo, hay pocas posibilidades de descubrir algo. También hay menos para activar una trampa y perder una mano (hola, Nell~), pero quien no arriesga no gana, tenedlo en cuenta.

Saludos~