Foros KHWorld

Pues nada, teníamos la peor suerte del mundo. Ninguno de los libros que sacamos abrió la salida, y el humo era tan espeso que empezaba a toser. Entre toses y gruñidos, oí un sonido metálico. La armadura se estaba empezando a mover. Mier...da. Chasqueando la lengua, retiré un libro e intenté salir por la puerta, si es que estaba abierta.

—Maldita...—tosí repetidas veces—...Mansión.

Además, pude oír el chillido de dos voces femeninas. Habrían tenido un susto de muerte... Que fuera figurado o literal ya era otra historia.

Qué decepción. Al atravesar la puerta, creía que vislumbraría la salida, pero en su lugar, todo lo que pude encontrar fue un tétrico y deprimente jardín cerrado en el que lo único que podía despertar cierto interés era una armadura parecida a la que había en el comedor, que se alzaba majestuosa en el centro de la parcela, y un invernadero que no creía que tuviera salida hacia el exterior.

—Quiero salir de aquí...

Justo cuando estaba a punto de dar media vuelta para volver sobre mis pasos y buscar la salida a través de otras salas de la mansión, me percaté de que Kairi había descubierto algo en el suelo, escondido, y que lo estaba examinando con curiosidad. Me acerqué para comprobar qué era, y vi que se trataba de una trampilla. ¡Genial! ¡Aquello podía ser un pasadizo secreto hacia el exterior!

—¡Espérame, Kairi! —La pelirrosa se apresuró a introducirse en el agujero, y la seguí de cerca, nerviosa e impaciente. Más nos valía estar juntas si algo malo ocurría, no quería correr el mismo destino que Derhe.

No había mucho que ver en aquella habitación. Más que nada, porque estaba totalmente a oscuras. Ni una triste vela o lámpara para iluminarla. Estupendo, una mansión llena de trampas, y no podría ni ver cómo caía en alguna de ellas.

—¡Hey! ¡Buen disfraz! ¿Me imagino que no podrá iluminarse como una calabaza con velas, no?

Bueno, lo único que alcanzaba a atisbar ahí dentro fue a un muchacho que intentaba representar la imagen de un decapitado. Nikolai no tuvo oportunidad de responderle en cuento unos gritos desgarradores le hicieron pegar un bote del susto. Eran chillidos de… ¿mujeres?

Mal asunto.

<Oh, mierda>.

Niko se volteó de un lado a otro en un ataque de ansias, sin saber para dónde tirar. ¿Afuera? La que había gritado podría ser… ¡No! No quería ni pensar en esa posibilidad. Además, ¿y si seguía por ahí ese algo que estaba causando todo este tumulto? Sin Llave y sin magia, hacerse el héroe era el equivalente a servirle su cabeza en bandeja de plata.

Necesitaba algo para defenderse. Cualquier cosa. Tanteó por la habitación en penumbras, en busca de algún utensilio de valor o que le ayudase a seguir vivito y coleando. Procuraría tener todo el cuidado para no activar ninguna trampa o meter la mano donde no debía… pero seguía siendo un riesgo a pagar si quería manosear lo que escondiese aquel cuarto.

Despensa - Planta baja · Light

Light corrió a refugiarse en la despensa de la amenazante armadura. Mientras Saito se marchaba por la trampilla, el diablo investigó la caja metálica, abriéndola y descubriendo lo que había en su interior: una llave. En el extremo de ella, había un pequeño papel atado con un hilo que decía "Sótano".

Había encontrado la llave del sótano. ¿La probaría?



Habitación de invitados - Planta baja

En la mesilla de noche, Yui no se llevó ninguna desagradable sorpresa, sino que encontró una cajita de cerillas con dos dentro. Si alguna vez necesitaban iluminarse, ya tenían un método.

Celeste no encontró novedades en el montón de libros salvo el mismo enigmático diario que había leído ya Yui antes, y del que sólo se podía leer una frase:

"Esta visita no está saliendo tan bien como esperaba. Creía que el retiro le habría sentado mejor, pero al mirarle ahora, no consigo ver aquel que fue mi viejo amigo durante tantos años... Tal vez .... tenía razón"

Juntas, volvieron al pasillo.

Pasillo derecha - Planta baja · Yui & Celeste

Nicoxa no tuvo ningún problema en salir pitando de vuelta al vestíbulo, sin que la armadura llegara ni acercarse a ella demasiado. Alec fue un poco más justo, y la amenazante armadura llegó a mover su arma hacia él cuando pasó por el pasillo también para ir al vestíbulo, pero pudo pasar sin incidentes.

Yui y Celeste sí que se encontraron con un problema: la armadura que antes vigilaba el pasillo, ahora se movía por su propia cuenta moviendo su espada con malas intenciones. Al haber intentando perseguir a los dos aprendices de antes, se había movido hasta la entrada al vestíbulo, pero sin llegar a cruzar. Se giró al ver a las dos chicas, empezando a avanzar hacia ellas.

La buena noticia era que no era muy rápida, y que podrían evitarla si corrían. La mala, es que estaba justo en el hueco que daba al vestíbulo, por lo que intentar pasar por ahí para volver al vestíbulo sería muuuy arriesgado.



Vestíbulo · Alec

Nicoxa no tuvo problemas ni incidentes para pasar por el vestíbulo, tal vez mirar los retratos de los aprendices por si algún amigo suyo había muerto, y subir al primer piso.

Un poco más tarde llegó Alec, que pudo hacer lo mismo mientras decidía qué hacer.





Jardines · Simbad

Simbad fue el valiente que en esta ocasión se atrevió a tocar. A la armadura, en este caso. Simbad fue a decirle hola, pero ella le dijo adiós. De un brusco movimiento, la guadaña partió al gitano en dos, provocando una nueva lluvia de lucecitas por todo el jardín.

Los otros aprendices no tardaron en salir por patas de allí: unos al invernadero, y otros a la trampilla, pero ninguno acercándose a la armadura después de lo visto.



Invernadero · Colibritany, Aru & Watson

Si los jardines eran tristes porque no estaban cuidados, el invernadero era directamente deprimente. Lo que en tiempos debía de haber sido una gran colección de flora de todo tipo, ahora estaba marchita y destruida.

Eso sí, el invernadero no era demasiado grande. Destacaba un llamativo pozo en el centro del todo, cuyo cubo estaba al fondo del todo y parecía contener algo (aunque estaba demasiado oscuro para ver sin subirlo). También había un cobertizo en un lado, donde debían estar guardadas todas las herramientas que en tiempos se usaron para cuidar de las plantas.

Por último, destacaba una pequeña flor al fondo del todo, la única que seguía con vida. Qué raro, ¿no?



Pasadizo subterráneo · Saito, Kairi, Hana & Maya

Saito desde las cocinas, y las tres chicas desde los jardines, pero todos llegaron al mismo pasadizo que transcurría por debajo de la mansión. Pobremente iluminado, con una antorcha que casi no daba luz en distintos trozos del camino, y con un camino bastante estrecho, los cuatro se juntarían en una intersección de tres caminos: dos, por los que ellos mismos habían vuelto, y uno que si se situaban un poco en el mapa parecía llevar hacia el centro de la mansión.

En aquella intersección, encontraron algo curioso en el suelo: un CD, con funda y todo, esperando que alguien lo cogiera.

Además, también había un cuadro que, por algún motivo, estaba colgado en la parte del túnel de las cocinas. Estaba tan lleno de polvo que no se podía ver, pero tal vez valía la pena investigarlo si lo limpiaban.





Biblioteca - Primera planta · Fátima & Ragun

Ragun movió dos, Saxor uno, y Fátima el último que quedaba. Y fue ese justo, el último de Fátima, el que desactivó la trampa: el número 1.

El humo se disipó, aunque la armadura seguía moviéndose lentamente hacia ellos mientras su bastón se cargaba con energía.

Saxor no se lo pensó dos veces, y se largó al pasillo ahora que la puerta estaba. Fátima, mientras, probó a escribir en el diario.

«Salida»

«1-3-9-7. Huye.»

La segunda frase no fue escrita por Fátima, sino que apareció mágicamente en el papel casi al segundo de que ella escribiese nada.

Chillidos llegaban desde el pasillo, y la armadura estaba cada vez más cerca. ¿Qué harían?



Habitación 2 - Primera planta

Victoria fue valiente y miró en el armario... que estaba vacío. No había ropa, ni juguetes, ni nada. Aunque, tras buscar un poco, en un cajón en el que deberían guardarse la ropa interior encontró un trozo de papel. Al darle la vuelta, vio que tenía un dibujo hecho con lapiceros de colores. Estaba hecho por un niño pequeño, se apreciaba con facilidad, y había una especie de caballero, con armadura, casco y todo, que portaba un gran escudo, dibujado frente a un castillo enorme.
Abajo del caballero, estaba escrito: "PAPA".

Con eso en su poder, Victoria salió al pasillo.

Habitación 3 - Primera planta · Neru & Nikolai

En una mansión encantada, internarse a oscuras en una habitación misteriosa sin ningún tipo de iluminación. ¡Gran idea...!

... Para morir. Nikolai y Neru ni siquiera supo qué les agarró por los tobillos y los arrastró debajo de la cama entre gritos, antes de que sus cuerpos estallaran en millones de lucecitas.

Estaban muertos.



Pasillo principal - Primera planta · Nicoxa, Victoria & Saxor

A la vez que Nicoxa terminó de subir las escaleras y llegaba al primer piso, Victoria y Saxor salían de sus respectivas habitaciones.

Salvo con una gran sorpresa para uno de los tres: frente a la biblioteca, ahora aguardaba la armadura del hacha, que no dudó en usarla para rebanar la cabeza de Saxor y de su halcón de paso. Ambos estallaron en luces, dejando a las dos chicas solas en el pasillo con una armadura que no tardó en fijarse en ambas. ¡Problemas!





Mapas:

-Planta baja-

Vestíbulo:


Salón:


Comedor:


Jardines:


Invernadero:


Pasillo derecha:


Habitación de invitados:


Cocinas:


Despensa:


Cuarto de baño:


Pasadizo subterráneo:


-Primer piso-

Pasillo principal:


Biblioteca:


Habitación 1:


Habitación 2:


Habitación 3:


* * * *

Fecha límite: miércoles 28 a las 23:59.

Nota: No vale usar a nadie de escudo humano.
Nota2: Daros cuenta que las armaduras se mueven y se refleja en los mapas, y que son en general lentas pero tampoco son tortugas. Tenedlo presente.

Saludos~

Supervivientes y caídos:

Nicoxa estaba tan asustada por escapar de la armadura que no pudo fijarse bien en los retratos de los aprendices cuando llegó al vestíbulo.

Al subir al primer piso se apoyó en la barandilla para tomar aire cuando una de las otras chicas que había entrado en la mansión con ella salió de la habitación más cercana. Casi a la vez salía un chico de la habitación que había más al fondo, pero en su caso una armadura con un hacha le golpeó en toda la cabeza y el pobre chaval desapareció entre destellos, al igual que Derhe.

La medusita abrió mucho los ojos, aterrorizada. Miró a la colorida chica que acababa de salir y le gritó:

—¡Corre!

Ella volvió a salir disparada alejándose todo lo posible de la armadura, pegándose a la pared opuesta para acceder rápidamente al segundo piso.

Al examinar la mesita de noche y comprobar lo que tenía, pude respirar tranquila. No dude mucho en coger la cajita de cerillas, quizás me servirían para más adelante. Tras que Celeste terminara de leer lo que le había entregado, las dos, saldríamos de la habitación juntas. La verdad, me reconfortaba tener a alguien al lado.

Una vez salimos al pasillo los problemas comenzaron de verdad. Con horror di unos pasos hacia atrás mirando a la armadura que supuestamente tendría que estar en su pedestal girarse hacia nosotras y no precisamente para saludarnos.

Miré de reojo a Celeste mientras daba pasos hacia atrás. Mi mente comenzó a plantearse de que aquello era el fin, pero no podía morir sin intentarlo.

-Celeste...-le susurré a mi compañera-. Si quieres arriesgarte y quieres pasar al vestíbulo conmigo, yo apostaría por intentar confundirla de alguna manera para poder pasar, al menos alguna de las dos, al vestíbulo. Podemos ir cada una a un lado de la bifurcación.

>>No estás obligada a quedarte de todas formas, puedes irte corriendo a la cocina si prefieres

Decidiera lo que decidiera le sonreiría.

-Si exploto como un cohete al menos recuerda mi nombre eh.

Sin nada más que decir e intentando contener el llanto, seguí yendo hacia atrás tirando hacia la bifurcación de la derecha. Me esperaría allí y en cuanto la armadura estuviera cerca del pedestal, ya estuviera tirando hacia mí o hacia Celeste (si esta decidiera quedarse) intentaría colarme por el hueco que hubiera dejado la armadura en la esquina e iría corriendo hacia el vestíbulo.

“Qué sea lo que Dios quiera. Ha sido interesante, supongo…”

Mientras Kairi examinaba la trampilla, Simbad tuvo la mala idea de intentar quitarle el arma a la armadura. Esta blandió su guadaña y partió en dos al Aprendiz, que se desvaneció en lucecitas.

- ¡Lo sabía! ¡Sabía que esas armaduras estaban embrujadas! - exclamó Kairi al ver la escena.

Sin pensarlo dos veces, salió del jardín por la trampilla antes de que la armadura decidiera seguirla o algo.

- ¡Espérame, Kairi! - gritó Maya detrás de ella.

- No te separes mucho.

Kairi, Maya y Hana se encontraban en un pasadizo subterráneo muy mal iluminado. La chica perro se armó con su katana de plástico, aunque sabía que no iba a servir de mucho. En una bifurcación se encontraron con Saito, que venía en dirección contraria.

- Si vas al jardín ten cuidado con la armadura - le advirtió - . Hemos perdido a uno por su culpa.

En el suelo había un CD. ¿Qué hacía allí? Kairi lo cogió y examinó la funda. Estaba claro dónde tenía que usarlo. Pero no quería volver por el mismo camino ni en broma.

- Yo por ahí no vuelvo. Encontraré otro camino hacia el salón. ¿Quién se viene? - dijo mientras se iba por el camino de en medio. Había también un cuadro, pero estaba tan lleno de polvo que desistió de mirarlo.

Saxor salió corriendo dejándonos solos con la armadura. Cobarde.

—Mierda, ¡Fátima! ¿Qué hacemos? —pregunté.

En ese momento, la aprendiza estaba frente al diario en blanco. Estábamos jodidos en aquel momento, la armadura se movía. Fijo que iba a matarnos si no hacíamos nada. En ese momento, Fátima me dijo una serie de números.

—Moveré los libros en ese orden —informé apresurado moviendo los libros en aquel orden que el diario parecía haber indicado. Una vez metiese aquella "contraseña", si se abría alguna puerta secreta o algo así me lanzaría hacia ella sin pensarlo dos veces—. ¡Corre!

Solo podíamos rezar al Primero de que no fuese otra trampa.

—¡M-Mierda! ¡Lo ha partido en dos! —exclamé, jadeando e hiperventilando, apoyada en la pared del pasadizo—. Vámonos de aquí ya, chicas...

»¿Qué te ha pasado a ti, por cierto? —pregunté a Hana, señalando a su mano... bueno, al lugar donde antes estaba su mano.

—Si vas al jardín ten cuidado con la armadura —advirtió Kairi a la peliazul— . Hemos perdido a uno por su culpa.

—No quiero acabar así, salgamos pitando de esta mansión de una maldita vez —dije mientras observaba con la mirada los distintos caminos del pasadizo subterráneo—. Larguémonos de este zulo antes de que encontremos otra armadura asesina de esas.

En el suelo había un CD. ¿Qué hacía allí? Kairi lo cogió y examinó la funda. Estaba claro dónde tenía que usarlo. Pero no quería volver por el mismo camino ni en broma.

—Yo por ahí no vuelvo. Encontraré otro camino hacia el salón. ¿Quién se viene? —Kairi se apresuró a avanzar por el camino del centro tras recoger el misterioso CD del suelo.

—Voy contigo —respondí, andando tras la chica, mirando a Hana para ver qué decisión tomaba ella.

Oh, mierda. He perdido a alguien con cerebro. ¡Ahora me toca ser el macho del grupo! Me alegré de que el experimento de robar un arma a las armaduras fuera alguien excepto yo, ¡pero era una pérdida de importancia! Ahora mi vida dependerá de la gorda lechuga podrida y de mi novia. Por el otro lado, el resto se fueron a la trampilla: la zorra, la criaja y la imbécil. No sé si me he olvidado de alguien, pero estaba clara una cosa. El puñetero pozo, perdón por mi mal hablar, y la jodida flor parecían unas putas trampas más simples que nada. ¿En serio? ¿Esto que era? ¿Un pasillo donde igualmente moriremos? Parecía que faltaban los carteles de "trampa, caer por aquí para mataros" Me alejé lo máximo posible del pozo y miré al cobertizo...

—Oye, obesa. ¿Por qué no miras que hay en el pozo?—sugerí mientras miraba en lo que hubiera en este lugar.

Mil deseos apuntaban a buscar algo indispensable en cualquier jardín. Y si lo encuentro... ¿Qué pasará? ¿Qué misterios habrá? Puede ser mi gran noche.

Saxor salió corriendo y Fátima lo fulminó con la mirada, pero no le dedicó más atención: tenían otros problemas. Como que la armadura estaba a punto de darles un abrazo mortal.

—Mierda, ¡Fátima! ¿Qué hacemos? —pregunté.

—¡Y yo qué…!—Se fijó entonces en el diario.

Habían aparecido por arte de magia unas palabras.

1-3-9-7. Huye.»

«Oído cocina».

—¡Pon los libros en el orden de 1,3, 9 y 7!—gritó.

—Moveré los libros en ese orden.

Mientras lo hacía, Fátima escribiría apresuradamente: «quién eres», a menos que la armadura estuviera a punto de cogerla, en cuyo caso se olvidaría del diario y saldría corriendo. Si tenía la opción, escribiría, leería y saldría corriendo como alma que lleva el diablo hacia la salida que se abriera (si es que se abría una).

De vuelta al pasillo, las cosas se habían puesto feas.

El chico disfrazado de enterrador cruzó como un bólido el pasillo, perdiéndose en la lejanía ante la atónita mirada de Celeste. Oyó a la armadura antes de verla; el sonido del metal al moverse, pesado, torpe, alcanzó sus oídos, y vio de refilón la espada que sujetaba y cómo parecía reflejarse en ella.

—¡Eh! ¿Quién se ha metido ahí dentro y cuándo? —Fue lo primero que se le ocurrió decir. Pero cuando la armadura echó a andar hacia ella y Yui retrocedió a toda prisa, comprendió que quizás (sólo quizás) no se trataba de una broma.

—Celeste... Si quieres arriesgarte y quieres pasar al vestíbulo conmigo, yo apostaría por intentar confundirla de alguna manera para poder pasar, al menos alguna de las dos, al vestíbulo —propuso Yui—. Podemos ir cada una a un lado de la bifurcación.

»No estás obligada a quedarte de todas formas, puedes irte corriendo a la cocina si prefieres.

—¿Y arriesgarme a que me atrape? Ni en broma. Prefiero morir a mi manera.

Celeste se armó de valor y corrió hacia el lado izquierdo de la bifurcación. En cuanto viera la oportunidad, saldría disparada hacia el vestíbulo. Era rápida y, a menos que la armadura desarrollara una gran agilidad de repente, no tenía por qué salir muy mal parada… o eso esperaba.

—Si exploto como un cohete al menos recuerda mi nombre eh.

—Pues sería una muerte espectacular —sonrió—. Buena suerte, Yui.

¡Hora de jugársela!

La llave del sótano ya era suya (¡seguro que les resultaba muy útil!)… aunque todavía no sabía ni cómo llegar a éste. ¿Quizás… se accedía a partir de la puerta cerrada del vestíbulo? Igualmente no tenía pensado volver sobre sus pasos, su amiga armadura quizás le esperaba al otro lado.

Guardó la llave y continuó investigando. Localizó por pura casualidad una botella que guardaba un papel en su interior. No se lo pensó dos veces: decidió sacarlo de ahí para cotillear y llevárselo.

Acto seguido, abandonaría la habitación por la salida más segura: la trampilla, ya que salir a la cocina le parecía demasiado arriesgado. Esperaba que no le esperara ahí abajo una armadura o algo peor.

Aru y Watson decidieron ir también al invernadero, por lo que al final entraron los tres juntos. Su interior era tan triste y descuidado como lo era el jardín del exterior, por lo que Coli suspiró profundamente, decepcionada.

Aun así, había un pozo en mitad del lugar que parecía ser importante. La muchacha se acercó lentamente a él, y miró su interior. Allá donde mirase, sólo podía ver oscuridad.

—Oye, obesa. ¿Por qué no miras que hay en el pozo?

—¿¡Obesa!? ¿Pero quién te ha dado permiso para insultarme? A mí me gusta que me respeten. —Le contestó, cabreada.

>>Y no necesito de tu sugerencia, iba a hacerlo sí o sí.

Así que agarró con cuidado la cuerda y empezó a subirla, para elevar junto a ella el cubo. Esperaba que fuese una pista o algo similar; quería largarse ya de la estúpida mansión.

La joven mientras vio como su pareja estaba siendo grosero, y la ofendida atacaba, miró bastante decepcionado a la parte que le tocaba: su novio. Odiaba esa parte de él, que no tuviera respeto por los desconocidos.

Aun así, ella le dió una palmada en la espalda y le indicó que volvería a los jardines... No iba a arriesgarse, aunque, bueno, no podrían haber muchas trampas, igualmente miró de lejos la flor, acercándose un poco, pero no demasiado como para olerla o tocarla, prefirió guardar distancias y sobre todo, guardar su espalda.