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«Pan comido».

Su suposición fue acertada. La carta escogida por el joven fue la correcta y, con ello, resolvió el acertijo. Las barreras que bloqueaban los otros caminos desaparecieron, dejando vía libre para continuar (o perderse aún más) por la mazmorra. Alec se separó de su grupillo inicial, pero a cambio se les unió Malik.

«¿Va sin Fátima? Curioso…», pensó con aires divertidos. Esos dos eran como uña y carne, rara vez los veías separados.

Una vez más, se le planteaban dos posibles caminos en la nueva sala. El enorme portón no es que le inspirase mucha confianza. Además, encontrar la salida no sería tan simple como seguir yendo en dirección sur todo el rato. Por lo tanto, esta vez prefirió cambiar de aires y marchar hacia la bifurcación noreste.

Tras avanzar por el pasillo, alcancé una nueva bifurcación.

—Creo que voy a ver qué hay aquí dentro —me dijo una chica que había venido conmigo y en cuya presencia no había reparado hasta que me habló—. ¿Te vienes o prefieres avanzar?

—Creo que iré por ahí —respondí mientras señalaba el pasillo que giraba a la izquierda un poco más adelante—. Prefiero que exploremos el laberinto todo lo posible, así nos será más fácil encontrar una salida todos juntos.

Tras despedirme de la chica con la mano mientras esta se entraba por la puerta, avancé por dicho pasillo.

Neru, Colibritany, Ragun & Nicoxa

El cuarteto pudo cruzar la barrera sin complicaciones, avanzando hacia el oeste. Pronto se encontraron con tres caminos posibles, aunque uno llevaba directamente a un callejón sin salida. Podían seguir hacia el oeste, o subir hacia el norte y desde allí tomar un nuevo camino hacia el norte.

¿Por dónde iría el único equipo que seguía junto?




Enok

El oeste llevó a Enok hasta una pequeña sala con un premio incorporado: ¡un despertador! Para no quedarse dormido cuando no tocaba.

Desde allí, podía seguir hacia el oeste y acabar girando hacia el norte; o bajar al sur y girar al oeste por donde estaba el otro equipo que se había adelantado durante las canciones.

¡A elegir!




Celeste

Menudo pasillo esperaba a Celeste, avanzando hacia el norte sin llegar a encontrar ninguna sala. ¡Incluso podía seguir subiendo al norte si lo deseaba!

Pero había pasillos laterales por los que perderse. Dos al oeste y dos al este, para ser más exactos, unos antes que otros. ¡Muchas elecciones posibles!




Maya

Una pequeña habitación esperaba a Maya, sin nada que pudiera decirle dónde estaría la salida. Pero un jugoso premio la esperaba sobre un pedestal: ¡un elixir! Seguro que le sería útil en el futuro... Si conseguía salir y eso.

Por lo demás, tendría que volver atrás y elegir una nueva ruta de las varias posibles.




Saito & Alec

Tanto Alec como Saito abrieron el cofre... Y un humo verde les envolvió, petrificándoles en cuestión de segundos. Y no fueron los únicos: el humo avanzó por los pasillos, buscando dos víctimas más de los equipos a los que pertenecían ellos.

El cofre había resultado ser una trampa. Menuda mala suerte.




Light, Freya, Saeko & Nikolai

Siguieron al norte, encontrando una pequeña sala con un puñado de omnipociones: una para cada uno. ¡Yuhu!

Podían seguir hacia el norte o tirar por el este, pero solo dos de ellos podrían: un extraño humo verde llegó desde el camino por el que habían venido, envolviendo a Light y a Saeko y petrificándoles al instante. Ops.




Malik

¡Barreras de colores! Eso es lo que rodeaba a Malik al cruzar las puertas y llegar a una nueva habitación con dos salidas. Hacia el oeste, una barrera amarilla con un dos flotante. Hacia el este, una barrera azul con un símbolo de "menos" en el medio.

¿Podría cruzar alguno? ¿O preferiría buscar a sus compis?




Watson & Simbad

Las puertas se abrieron al rato, liberando a Watson y devolviéndole al juego. ¡En marcha! Pero no estaría solo: por el sur vería llegar a Simbad, que al ir al oeste había acabado subiendo hasta dar la vuelta casi en círculo.

Juntos, tenían varias opciones disponibles: seguir hacia el oeste desde donde estaban, o volver al punto en el que se separaron y subir al norte. También podían volver al punto donde Simbad abrió el cofre y bajar al sur, lo que ellos prefirieran.




Saxor, Makoto, Kairi & Renata

Los cuatro acabaron abriendo el cofre... Y se llevaron un chispazo enorme al hacerlo. Auch. No habría más dentro del cofre: había sido una minitrampa en la que habían caído de lleno.

Ahora, debían continuar. ¿Por dónde?




Fátima & Victoria

Más al este, más al este, hasta toparse con una barrera amarilla con un dos flotante. Podían pasar por ahí, pero igual les interesaba más la puerta que había orientada al sur, decorada con un gran corazón enorme (pero blanco, todo era blanco en aquel sitio).

Fuera como fuese, tirados en un rincón del pasillo encontraron dos éteres: uno para cada una. ¡Menos daba una piedra!

¡Victoria consigue un éter!
¡Fátima consigue un éter!





Mapa:

Fecha límite: martes 8 de diciembre a las 22:00

· Debido al cofre que Alec y Saito han abierto, han sido petrificados tanto ellos como el compañero de equipo más cercano (Light en el caso de Alec, Saeko en el caso de Saito). Los cuatro tenéis este turno bloqueado: podéis postear -no estáis obligados-, pero no avanzar.
· Debido al cofre que Saxor, Makoto y Kairi han abierto, todos los miembros del equipo 3 reciben tres chispazos dolorosos. No tienen más importancia, pero será bueno que los mencionéis. *Sí, si las eliminaciones estuvieran activas, habríais muerto por tres chispazos.
· Debido al cofre que Makoto también ha abierto, todos los miembros del equipo 4 reciben un chispazo doloroso. No tiene más importancia, pero será bueno que lo mencionéis.

—No deberíamos alejarnos demasiado . Me muero por saber que hay tras la barrera. En cuanto tengamos la ocasión pensamos en retroceder, ¿va?

—De acuerdo.

Aunque no pensaba hacerlo hasta que hubiera encontrado algo interesante o un camino sin salida.

Continuaron caminando sin encontrar ningún impedimento hasta que se toparon con una habitación más amplia y con un cofre. Fátima arqueó las cejas dos veces en dirección a Victoria antes de arrodillarse y abrirlo.

Una sonrisa de oreja a oreja le iluminó el rostro.

—He ganado la apuesta—anunció, lanzándole un éter y guardándose el otro.

Luego miró las dos opciones que tenían. La del corazón parecía importante, pero quizás hubiera algún otro pequeño trofeo si continuaban de largo…

—Me gustaría pasar la barrera y ver qué hay al otro lado. Si no te apetece, podemos ir al sur.

Al final resultó que mi elección desembocaba en un pasillo que parecía infinito. Suspiré con resignación, esperaba encontrarme una habitación oculta o algo así.

Sin embargo, una sensación de sobras conocida me atravesó de parte a parte: chispazos. No pude evitar aullar de dolor, por no habérmelo esperado. Una vez remitido el dolor a algo soportable, me giré para ver quién había sido el gracioso. No había nadie. Tampoco parecía haber pisado ningún tipo de trampa.

Fuera como fuere, había llegado al final del pasillo. Y adivinar con quién me encontrè: con Watson. El laberinto me odiaba, de eso estaba seguro, pero no sabía que tanto. Para una vez que quería ir por libre...

—¿Has encontrado algo? Yo nada útil. —Miré a ambos lados de la nueva encrucijada—. Ahora mismo podríamos girar a la izquierda o volver hacia atrás para descubrir más cosas que no hemos visto. Tú verás, yo prefiero alejarme del centro.

Los cuatro miembros del equipo "BellezaSuprema" lograron pasar por la barrera con éxito. Fue una sensación de lo más normal para la linda Nicoxa.

Continuaron andando, unidos. Se preguntó si el resto de aprendices también estaban investigando junto a los miembros de sus equipos. Parecía lo más lógico para ella.

Avanzaron hasta una nueva bifurcación en la que, en esta ocasión, Nicoxa se decantó por continuar al oeste.

Al traspasar las puertas, Malik miró por encima del hombro notando que nadie más le seguía. Al entrar en la sala se vio solo, por primera vez desde que entrara al laberinto y sintió algo de aprensión. Nada malo había pasado todavía, nada de monstruos, nada de cofres come-manos, nada de fantasmas...

«Sólo yo y el silencio».

Se fijó en las barreras. Una de ellas, la de color amarillo, tenía un número dos flotante en medio. Al acercarse y extender la mano hacia ella para atravesarla, la barrera le repelió. Malik soltó un bufido, por ahí no podía pasar. Se volvió entonces hacia la otra barrera, de color azul y con el símbolo “menos” en lugar de un número. No estaba seguro de qué significaba, pero si se relacionaba con la otra barrera no era muy difícil de adivinar. Probó a tocar la barrera del “menos” con la mano y alzó levemente las cejas al comprobar que esa sí podía pasarla.

«Perfecto».

Sin dudarlo un segundo, cruzó del todo la barrera y se encaminó por su nueva senda. ¿Qué le aguardaría tras ella?

Casi me daba por capturarme un Chimpokomon raro cuando sufrí un chispazo triple causándome un dolor tremendo. Con esas le di a atacar y me lo cargué de un golpe crítico. Comencé a soltar maldiciones, pero para cuando: la puerta se había abierto.

Me levanté y salí de ahí no sin antes sacarle la lengua a la sala. Era infantil, pero entonces al mirar al frente... ¡Mi pequeño gitano! Me acerqué a él con mi cara normal, insípida. Guardé la partida mientras me acercaba y quitaba la aplicación. Bajé el volúmen y le saludé.

—No hay nada, así que te sigo. Mejor avanzar que quedarnos aquí quietos.

Así que uní a su paso, fuimos al pasillo que faltaba en este cruce... Por no perderme principalmente y volver al centro sin querer.

Continuamos caminando tras atravesar la barrera hasta alcanzar una bifurcación. Al sur había un camino sin salida, por lo que estaba descartado... Había otro más al norte, otro al Oeste... Y también estaba la posibilidad de volver sobre nuestros pasos, aunque aquella idea no me gustaba demasiado.

Vi como Nicoxa escogía camino por sí misma, así que supuse que lo mejor era ir por allí también.

—¿Cuán grande será éste laberinto? —pregunté—. ¿Y por qué estamos aquí? ¿Es un sueño?

Dejé mis dudas en el aire sin esperar respuesta. Quizás descubríamos lo que ocurría cuando llegasemos a la salida... ¿No?

-Auch, maldición. -Me quejé al ser victima de un chispazo causado por el cofre que acababa de abrir. -Así que nada, vaya chasco. -Dije después de observar que el cofre trampa estaba vacío. Aunque me alegraba de que la trampa no hubiese sido peor.

Ahora debía pensar mi siguiente movimiento que la verdad es que solo había acabado en trampas o callejones sin salida, recordó que viniendo hacía había visto otro camino, así que lo comento con sus compañeros (Saxor y Kairi) intentando que permanecer y avanzar juntos como lo habían estado haciendo hasta ahora.

Tras discutirlo con estos decidí ir con ellos por el camino que había visto viniendo hacía aquí el cual nos dejaría en una sala con dos barreras, los tres juntos decidimos ir por la barrera con un tres.

-Espero que esto acabe bien, ya estoy cansado de regresar sobre mis pasos. -Dije mientras me estiraba los brazos.

El grupo, todavía unido, atravesó sin problemas la barrera mágica que había en el camino, por lo que pudimos continuar nuestro camino, sin ningún problema. Llegó un momento en el que uno de nosotros se paró un instante, mirando a su alrededor.

—¿Cuán grande será éste laberinto? —preguntó—. ¿Y por qué estamos aquí? ¿Es un sueño?

Se trataba de Ragun, la "Estocada Oscura", o así era como tenía entendido que le conocían en algunos lugares, como en bastión Hueco.

—Dudo que sea un sueño, no tendría sentido que todos fuéramos consciente de todo si fuera así —le respondí haciendo uso de la lógica —. Y sobre lo de cuán grande será... Siendo un laberinto seguramente será enorme, así que será mejor que continuemos, así podremos salir cuánto antes.

Dicho esto, en grupo proseguimos nuestro camino hacia al OESTE.

El monstruo finalmente dejo pasar al muchacho, que con las mejillas sonrosadas, continuó hacia el oeste. Anduvo a través de un pasillo hasta llegar a una bifurcación. Si continuaba a su izquierda se cruzaría con el grupo de antes. Aprovechó unos segundos para observarlos a lo lejos. La muchacha de los cabellos azules era bastante lozana y hermosa. De pronto recordó que se le había olvidado darle una cosa. Rebuscó en sus bolsillos pero no consiguió encontrar el preciado tesoro que tenía pensado ofrecerle: un caramelindo.


De repente y sin previo aviso a través del cuerpo de Enok se extendió un doloroso chispazo que le hizo retroceder unos pasos.

—Am...

Sacudiéndose como si estuviese sucio, el chico terminó por dejar a la joven de los cabellos azules y continuó el camino, torciendo posteriormente hacia el norte.

Cruzar la barrera acabó siendo seguro y el grupo llegó, de nuevo, a otra bifurcación.

Pudo darse cuenta por la conversación entre sus compañeros que el cansancio empezaba a notarse. La verdad, ella también lo estaba... pero fuera un sueño o no, debían seguir adelante.

Por lo que la joven dedicó una sonrisa cargada de energía y positividad para inspirar a sus compañeros con su impresionante carisma y belleza y continuó hacia el oeste con la esperanza de salir del laberinto. ¿Aunque lo lograría...?

—¡¡Aaayyyy!!

Nikolai ni siquiera tuvo tiempo de celebrar el haberse encontrado una omnipoción cuando sintió un calambrazo a traición que le recorrió el cuerpo, pegando un bote del escozor. Con el ceño fruncido y algo huraño, miró en derredor. ¿A qué puñetas había venido eso?
No es que le doliese mucho, pero no le hacía ni pizca de gracia que don secuestrador empezase con las bromas pesadas.

«Oye, esa no es…».

El mosqueo se le pasó un poco al reconocer a la chica rezagada que llegó a la habitación. Nikolai alzó su mano derecha y le dedicó una sonrisa a Saeko. No es que le alegrase verla en su misma situación, pero al menos le tranquilizó saber que estaba bien.

Estaba. Ya que viniendo por el mismo camino que hicieron, un extraño humo verdoso apareció y la envolvió a ella y a Light. Tras disiparse, reveló a ambos aprendices cubiertos por una capa grisácea que se asemejaba a…

—¡Qué dem…!

Nikolai corrió alarmado hasta la inmóvil Saeko y le pasó la mano la mano por el hombro, sintiendo la aspereza al tacto. ¿Era una broma? ¡¿Un humo verde que petrificaba a la gente?!

«Genial…», bufó, pasándose la mano por el pelo. En comparación a aquello, ahora ya no veía tan malo recibir chispazos venidos de la nada.

Se giró a la chica pelirosa, que al igual que él, se había librado del humo, y le inquirió:

—¿Qué hacemos? ¿Seguimos adelante?

Le sentaba como una patada dejar a Saeko en ese estado y abandonada en vete tú a saber dónde. Pero más peligroso era quedarse quieto y convertirse en un blanco perfecto para el graciosillo detrás de todo y sus trampas.

No le dio más vueltas al asunto y cogió el camino que apuntaba al norte.

Pegué un brinco hacia atrás al notar un fuerte calambre recorriendo mi cuerpo. No solo el cofre estaba vacío, sino que también contenía una trampa. Maldije por lo bajo, casi a punto de pegarle una patada al cofre.

Me quedé un rato más en la sala intentando examinar el cofre sin tocarlo, mientras los compañeros con los que estaba en la sala salían de la habitación para probar otro camino. Daba igual por dónde lo mirase, no iba a sacar ningún tesoro de aquél baúl.

Al final salí yo también de la sala, volviendo por el pasillo por donde había venido. Esta vez tomé la puerta grande que iba hacia el este, que antes me había dejado atrás.

Para mi desgracia, la nueva sala que se presentaba ante mí no parecía tener salida posible. En los dos únicos caminos posibles se alzaban otras dos barreras, con los números dos y tres respectivamente. Intenté cruzar por ellas, pero era inútil. No parecía que pudiese hacer mucho por mi cuenta.