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Y como si la suerte nunca nos sonriera, otro camino sin salida. Solté un pesado suspiro, odiaba los laberintos. Sobre todo desde aquel de Espacio Paranoico... En fin. Me dispuse a voltearme cuando...

—¿Eh?—noté algo en la suela de mi zapatilla, y agaché mi cabeza para ver lo que era. Era una especie de ticket que tuve que despegar para ver mejor—...Vale, creo que ya he gastado la suerte de una semana de golpe.

Con la mala fortuna que solía tener, nos habíamos encontrado los tres con un vale para la tienda moguri, y el valor no era ni más ni menos que de 10.000 platines.

—Bueno, supongo que habrá que coger el otro camino—y retrocedimos un poco para tomar el otro camino de la intersección. Acabamos llegando a una sala normal, aunque la extraña barrera con un 3 encima me llamó la atención. ¿Quería decir que teníamos que atravesarla 3 personas o algo por el estilo?

Al parecer los tres tuvimos la misma idea, así que nos encaminamos Kairi, el otro chico y yo al mismo tiempo, y el chico cuyo nombre desconocía deseaba que no fuera otro camino cortado.

—Si hay una barrera, no creo que esté puesta para cubrir una pared.

Al final no solo Saeko fue la única en pensar lo mismo, sino que todos los demás, absolutamente todos, dedujeron la respuesta a la pregunta. Ella no conocía a Rebecca, pero supuso que tampoco era muy complicado averiguarlo. Incluso Saito la había acompañado. En ese momento cayeron unas hierbas del cielo, de la misma nada, hasta posarse en las manos de todos y cada uno de los aprendices por haber acertado.

Saeko no fue la excepción:

—Vaya, ¿gracias? —preguntó con ironía, mirando al techo y guardando el objeto.

La nueva estancia era idéntica a la anterior, con la única diferencia de que esta vez contaba con diversas salidas: un camino al oeste, otro al este, y una gran puerta doble al sur. Saito permaneció a un lado, quizá esperando por ella, o pensando qué camino elegir. La aprendiz, que seguía con la idea de ir al azar, señaló el camino que llevaba al este.

—¿Vamos por ahí? Seguro que si seguimos distintas direcciones tendremos menos posibilidades de lamentarlo.

Esperó la respuesta del muchacho, que pareció estar de acuerdo, y ambos se pusieron en marcha por la ruta mencionada.

Por suerte, parecía que la respuesta era la correcta. Y parecía que también todos habíamos acertado, Aquello era bueno para todos. Inmediatamente después, unas extrañas hojas cayeron aparecieron de la nada y cayeron en la palma de nuestras manos. No conocía que clase de cosa era aquello, pero todos parecían complacidos con el regalo, por lo que decidí no rechistar.

De nuevo, tres caminos se habrían ante nosotros, y rápidamente todos comenzaron a moverse, por lo que yo hice lo mismo en dirección al Sur.

Del interior del cofre surgieron cuatro éteres, uno para cada aprendiz. ¡Habían hecho bien en abrir aquello! Aunque algo raro pasó después: unas luces salieron disparadas desde el cofre hacia fuera de la habitación. Freya las recorrió con la mirada, curiosa. ¿Qué había sido aquello?

—Bueno, no nos podemos quejar —Se encogió de hombros, con una pequeña sonrisa en sus labios.

Era hora de continuar explorando aquel monótono lugar. ¿Por dónde debería ir ahora? Observó a Light y al otro aprendiz tomar uno de los caminos, e inmediatamente se decidió: les seguiría.

Se giró para mirar al otro chico que aún no había tomado uno de los caminos.

—¿Vienes?

Independientemente de su respuesta, Freya se encaminaría hacia el pasillo y finalmente tomaría el camino del sur.

¡Vaya! Había topado con otra habitación sin salida. Pero no estaba vacía. Kairi notó algo bajo la suela de sus zapatos. Lo cogió y observó atónita que era un vale por 10.000 platines.

- ¡Pues esto de ir sólo por caminos sin salida no está tan mal! - dijo muy contenta guardándose el vale en el bolsillo.

Quedaba un camino por escoger que estaba al este. La pelirrosa siguió por él hasta llegar a una sala que se dividía en dos caminos. En uno de ellos se levantaba una barrera con un 3 flotante. El otro camino era una puerta que requería resolver un enigma para pasar.

El 3 flotante podría indicar que se necesitarían tres personas para poder pasar. Precisamente ellos eran tres.

- Si vamos los tres por aquí podremos entrar, creo.

Cuando se pusieron de acuerdo, los tres cruzaron la barrera.

No podía quejarse. Encontrarse un éter siempre resultaba ser una agradable sorpresa, y más aún cuando venía acompañado de un segundo frasco. Lo más curioso es que cuando todos sacaron sus respectivos premios, una serie de luces flotantes emergieron del cofre y se esfumaron de la sala a toda velocidad.

—¿Qué… acaba de pasar?

—A saber…

¿Lo de las luces era algo bueno? ¿Malo? Ni idea, ya no era de su incumbencia.

Satisfecho con su recompensa, se guardó los dos éteres en su chaqueta y prosiguió su camino hasta encontrarse con una bifurcación. Los demás ya habían hecho su decisión, siguiendo el camino sur.

—¿Vienes?

La chica pelirrosa se giró al notar sus dudas, invitándole a que siguiera al grupo.

—Ah, sí. Voy.

Total, perderse juntos era más seguro que perderse solo.

Qué cosa más raruna lo del laberinto. No nos dejábamos de encontrar pasillos y más pasillos, aparte de rancias pociones que seguro que sabían a jarabe de palo. ¡No era momento de probarla, igualmente! Cuando me saliese, yo qué sé, un leve dolor de cabeza.

—¿Te hace una apuesta? Sobre qué será el próximo objeto que encontremos.

—Mil platines a que es un cuarto de corazón —bromeé—. Bueno, en serio. Mil a que es un omniéter. Puestas a soñar...

Tras la declaración, la seguí por el arriba, que tiraba un poco hacia la derecha.

Enok, Neru, Colibritany, Ragun & Nicoxa

La puerta les llevó a una sala extraña. Todavía era blanca, pero al entrar acabaron en una especie de plataforma redonda, con dos círculos pequeños en un extremo a la misma distancia como si fuesen orejas. Parecía más bien un escenario, frente al cual... ¡Había un monstruo, un sincorazón! Un lado oscuro, para ser más exacto.

El sincorazón colosal se ajustó la corbata (sí, llevaba corbata, e incluso traje), y dio un puñetazo en el suelo que hizo botar a los aprendices en el sitio. El Lado oscuro se quedó mirándoles, como si esperase que hicieran algo, pero en el suelo sólo había un puñado de micrófonos...




Celeste & Maya

Hacia el oeste y luego al norte, ignorando la barrera amarilla que ninguna podía cruzar. Ambas aprendizas acabaron en una intersección de caminos, con varias opciones posibles: norte, este (y desde ahí todo recto hacia el norte), oeste, o abrir una puerta cerca del pasillo del oeste.

¿Por dónde?




Saito, Malik, Saeko, Light, Freya, Alec & Nikolai

¡Ahora el grupo más numeroso eran ellos! Saito, Saeko y Malik acabaron encontrándose con Light, Alec, Freya y Nikolai, y todos juntos avanzaron hacia el sur. La sala a la que llegaron era normal a simple vista, pero notarían que una barrera invisible bloqueaba las otras salidas aparte de por la que habían llegado.

En un rincón, había un altar con cartas de colores colocadas en distintas rendijas, dejando sólo una sin carta puesta. En un lado del altar encontrarían un mazo de cartas, cada una de un color distinto. Parecía que si querían avanzar, tendrían que elegir la carta correcta. ¿Cuál sería?






Simbad

Poco avanzó Simbad hacia el sur, acabando en un cruce de caminos con tres opciones disponibles: seguir al sur, girar al oeste, o hacerlo al este.

Pero sin duda le llamaría la atención el extraño cofre que había en el centro, y que pedía a gritos que le abrieran. ¿Sería buena idea?




Watson

Watson avanzó un poco más, acabando yendo al oeste del todo, pero también se topó con un cruce de caminos con triple elección: norte, sur, o seguir al oeste. ¿Por dónde ahora?




Kairi, Saxor & Makoto

Cruzaron la barrera lima en grupo sin complicaciones, y pudieron continuar. Un poco al este, y luego al sur hasta acabar en una habitación en la que destacaba una enigmática puerta.

Si no querían abrirla, también podían seguir al este, que les acabaría llevando a girar al norte y desde ahí a una puerta el doble de grande de la anterior.

¿Dónde estaría la salida?




Fátima & Victoria

El noreste acabó siendo directamente norte, y les llevó a más trozo de pasillo: las habitaciones no debían caerles bien. Al final, se toparon con una bifurcación: podían ir al este, y también al oeste... aunque ésta última no era posible. Una barrera verde lima con un tres flotante bloqueaba el acceso, y entre las dos no podrían cruzarla porque les faltaba uno.

¿Qué harían ahora?




Renata

¡Respuesta correcta! En cuanto la chica introdujo la última letra, la puerta se abrió con un ruido seco y dejó paso para que continuara avanzando. ¡E incluso le aguardaba un premio un poco más adelante: un colirio!

Por lo demás, se toparía con una puerta gigantesca al girar hacia el sur. Aunque, si no le convencía, podía seguir avanzando por ese pasillo para descubrir que daba la vuelta hasta la parte trasera de la barrera que no había podido cruzar, y que allí había una puerta que también podía ser interesante.





Mapa:

Fecha límite: domingo 6 a las 12:00 (al mediodía, por si hay duda)

No pude avanzar demasiado, puesto que me encontre de nuevo con una encrucijada y un cofre. Las paredes, cómo no, seguían siendo blancas, y los pasillos parecían llevar a ninguna parte.

Creo que me estaba mareando de ver tantas opciones. Definitivamente era algo de locos, estar todos perdidos en.... lo que fuera aquello. Tenía la corazonada de que era cosa de los maestros, fueran de un bando u otro, aunque ya no eatuviéramos enfrentados.

¿Pero con qué propósito?

Miré el cofre algo receloso. Allí dentro podría haber... algo muy muy malo. O algo muy bueno, quién sabía. Me acerqué cautelosamente y lo abrí, decidiendo que el riesgo valdría la pena. Si saltaba algo de dentro, intentaría tirarme al suelo. Me imaginé que saldría una planta venenosa y tendría que usar el antídoto.... O algo.

Por lo menos ya iba solo, sin alguien que me agobiara por encima del hombro.

Coincidieron con un grupo de aprendices en su avance por el sur. Todos llegaron a una sala que aparentemente era normal.

Pues no. Extrañado, comprobó que una barrera invisible les impedía seguir avanzando, lo que resultaba una faena. Se dedicó a curiosear el altar con las cartas, pensativo. Quizás… debían resolver aquel acertijo para sortear el obstáculo.

Odiaba los acertijos, por cierto.

—Venga, a ti te gustan estas cosas, ¿no? —al contrario que a él— A ver quién lo resuelve antes —dijo a Freya, desafiándola, y comenzó a examinar el mazo de cartas. En realidad le daba igual quien lo resolviera antes, solo quería seguir avanzando.

Frunció el ceño. Al principio no se le ocurría nada, pero poco a poco empezó a sacar la posible solución.

—Lo tengo —anunció al rato. Creía haber dado con la carta correcta.

Probó suerte con aquel color. Después, si había tenido éxito, comenzaría a moverse hacia el sur.

En total cinco personas atravesamos la puerta del sur. Cuatro de nosotros éramos los miembros del equipo, y el otro un aprendiz que había visto en algún momento pero con el que no había hablado nunca.

El lugar parecía una especie de escenario... Y nuestro "público" era uno de mis hermanos mayores, que llevaba un traje con corbata que se estaba ajustando. El Lado Oscuro aporreó el suelo haciendo que votásemos en el sitio, parecía que quería que hiciésemos algo en concreto... Algo respecto a unos micrófonos que había por el suelo.

—Creo que no tenemos muchas más opciones —dije mientras recogía uno de los micrófonos—. Cantemos.

El equipo entero empezó a cantar para el sincorazón una melodía concreta... Ahora faltaba el veredicto del sincorazón. Si nos dejaba pasar no dudaría en dirigirme al sur con los demás.

Fue gracioso seguir andando pero más decisiones llegaban. Me tentó la idea de coger el camino a mi izquierda pero ahora tocaba hacer algo llamado dudar. Estaba mirando las probabilidades de encontrar la salida. Empecé a hacer cálculos mentales de que sólo tengo tres caminos, descartaré el anterior con seguridad... El que tengo hacia...¿La derecha? No me acordaba hacia que lado era la derecha. ¡Oh mierda! Me quedé rallado, cogí el móvil y cambié la canción, cerré los ojos.

Tenía mucha duda y lo primero que hice fue suspirar mientras poner la canción y me ponía a cantarla. Para no empezar a arrepentirme por la decisión.

Los cuatro aprendices coincidieron con otros tres: ahora eran un grupo más grande. Siguieron avanzando hasta llegar a una nueva sala.

Aparentemente parecía normal, pero no fue así. Una barrera invisible bloqueaba todas las salidas excepto la que los había llevado hasta allí. Qué extraño.

Se acercó al rincón donde se encontraban las cartas de colores, y observó las rendijas donde faltaba una carta por poner. ¡Era hora de resolver un acertijo para seguir avanzando!

—Venga, a ti te gustan estas cosas, ¿no? —Freya se giró para mirarle— A ver quién lo resuelve antes.

Nunca dejaría pasar un desafío como ese.

—Eso está hecho —Aceptó, decidida—. Veamos que tan bueno eres con los acertijos, Light.

Tras un rato pensando posibles soluciones, se decidió por la que le pareció más lógica.

—¡Puede que sea esta!

Acabó escogiendo aquel color. Si la respuesta era correcta, seguiría avanzando por el sur.

Eché a andar hacia el oeste. De camino, se me unió una niña pelirroja muy mona, con trenzas. La saludé con una sonrisa y avanzamos.

Al poco tiempo me encontré con un cruce de caminos. Cero tesoros aparecidos de la nada y tres caminos para elegir: norte, este y oeste de nuevo. ¿Hacia adónde ir? Ninguno de los caminos me llamaba especialmente la atención. Lo que sí captó la mirada, pero, fue una curiosa puerta cerca del camino que llevaba a la izquierda.

¿Qué escondería..?

—Creo que voy a ver qué hay aquí dentro —le dije a la niña—. ¿Te vienes o prefieres avanzar?

Fuese cual fuese su decisión, puse una mano sobre el pomo y abrí la puerta.

Lo que nos esperaba en aquella sala era cuánto menos... extraño. La sala parecía igual que las anteriores, de blancas paredes y limpio suelo. Salvo porque ésta vez lo que nos esperaba cerca de un extremo de la sala era ni más ni menos que un Lado Oscuro, uno de los sincorazón más poderosos y puros que existen. Pero por raro que suene, éste parecía pacífico, pues ni se inmutó a nuestra presencia, y lo único que hizo fue atarse bien fuerte una corbata roja que llevaba al cuello. El gigante de un pisotón hizo aparecer una serie de micrófonos.

Pretendía que... ¿Cantáramos algo? Debía de ser una broma, pero lamentablemente no lo era. ¿Pero qué había que cantar? Comencé a examinar el extraño escenario, que me recordaba bastante a alguien que veía hacía muchos añ...

Oh no. Creía en ese instante que ya sabía que tocaba cantar, y de ser así me moriría de vergüenza. Pero si quería continuar, debía intentarlo.