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Enok 8

NotaPublicado: Sab Abr 08, 2017 1:24 am
por Sheldon
Jeanne rascó su perilla y susurró en un complaciente tono de voz:

La verdad, no tengo ni idea. Pero no te preocupes, encontraremos la respuesta, seguro.

Ishtar le devolvió la mirada durante unos segundos aunque terminó volviendo la vista hacia el mar, hacia la lejanía, sin devolverle la palabra. Era hermoso pero quizás demasiado, lo que hacía divagar entre los secretos que podía albergar aquella planicie azulada. Guardaba, de hecho, una faceta cruda y, en cierto sentido, macabra.

Tras dejar pasar unos minutos, la aprendiza terminó reemprendiendo los trabajos del barco a los que había sido encomendada, ayudando siempre en segundo lugar a las que parecían las cabecillas. No se cercioró si su compañera de bando la acompañaba puesto que se hallaba sumida en sus pensamientos, relacionando recuerdos y buscando posibles explicaciones para el misterio al que se enfrentaban.

En primer lugar, la explicación más plausible se debía a la acción de la naturaleza: fuertes lluvias, tormentas eléctricas, temporal agitado, vientos extremos... Otra de las posibilidades, aunque algo más fantasiosa, constituía la presencia de algún tipo de ballena o tiburón de tamaño considerable que, en un noble acto de supervivencia, atacase el galeón. ¿Ataques de algún tipo de enemigo? Era probable. Aquel mundo de piratas y marineros se regía por las leyes de la violencia y los ataques entre grupos eran constantes.

También la picardía podía haber sido un motivante para causar aquellos problemas: piratas engañando a piratas. O piratas engañando a miembros de la Orden. Cabía una remota posibilidad de que todo aquello fuese un simple teatro orquestado para captar medios más allá de las fronteras de aquel mundo. Pero, ¿había que desconfiar hasta aquel punto?

Por último, lo que menos deseaba Ishtar y con más recelo intentaba evitar eran los sincorazones. Realmente aquella situación era digna de aquellos seres de la oscuridad. Reunía, de hecho, todas las características que demandaba un ataque de sincorazones masivo. Odiaba llegar, inevitablemente, a tal conclusión.

Envuelto en sus pensamientos, el chico terminó siendo sorprendido por el fin de la jornada.

¿Ves, Enok? Todo va sobre ruedas. —Comentó Jeanne tras haberse acercado a su compañera. Ishtar le miró un tanto extrañada. Enok no era su nombre, se había equivocado. Enarcó una ceja y mordió con insistencia uno de sus labios.

Unos minutos más tarde y tras la caída del sol, la comitiva de mujeres se adentró a un asfixiante comedor presidido por una mesa con varias sillas. Ishtar aceptó la silla que su compañera le ofreció y se agazapó un tanto nerviosa. La tripulación poco a poco se acomodaba, apretándose como mejor podían. Unos pequeños ventanales dejaban que bocanadas irregulares de aire penetraran en la estancia y limpiasen el ambiente.

¡Pásame la botella Bárbara!

¡Te levantas tú, manca!

Ishtar sonrió débilmente, agachando la mirada. En el fondo aquellas chicas podían ser divertidas. Con timidez intentó alzar el brazo para coger un poco de comida. Poco a poco fue comiendo de todo lo que veía en la mesa, sin llegar a abusar a pesar del gran apetito que tenía. Jeanne, por el contrario, parecía disfrutar del espectáculo.

No tardaron mucho en acabar los platos sobre la mesa por lo que solo restaba el descanso nocturno. Sería buena idea dormir todas las horas que esas mujeres tenían para dormir puesto que estar cansado no era aceptable en un trabajo así. Con esto en mente, Ishtar se dirigió junto a Jeanne a las hamacas que le habían asignado en la bodega. Ya que el barco no disponía de mas espacio, la capitana había decidido distribuir a través de las distintas estancias las hamacas y camas para su tripulación.

Sin embargo, justo antes de que la aprendiza se fugara del tumulto, la inquisidora voz de Faris sorprendió a la joven de rubios cabellos.

Muchacha, ven aquí —comenzó con un extraño sentido de protección—. ¿Te encuentras bien, te has recuperado de la caída? —Ishtar asintió con suavidad, intentando mostrar una sonrisa que no llegó a adoptar—. La enfermera me comentó que escapaste de la enfermería pero eso ahora no importa, os he estado observando toda la tarde y trabajáis correctamente. —Faris se detuvo unos segundos para lanzar una mirada de atención a un grupo de mujeres que pretendían hacer alguna trastada—. Bien, te ocuparás del segundo turno de vigía. Puedes ir a dormir, se te avisará en su momento. Que descanses.

Faris dio media vuelta y con suma presteza se perdió en la cubierta del barco. Ishtar suspiró, sabiendo que no iba a descansar bien. Con la cara alicaída volvió la mirada a su compañera Jeanne, a quien acompañó finalmente hasta la bodega.

¿Crees que mañana llegaremos? —preguntó Jeanne en voz baja tras haberse acomodado en su hamaca.

E-Espero...—susurró su compañera en un tono de voz oscuro.

El sueño se apoderaba de cada una de las tripulantes de aquel barco y pronto dio de sí los terribles ronquidos y desagradables sonidos nocturnos. El olor a vino, por otra parte, desconcentraba al más puro de los ángeles, clavándose como un tornillo ardiendo.

Sin embargo, el dolor ocultado y el cansancio de todo el día terminaron obligando a Ishtar a cerrar los ojos, cayendo rendida a los brazos de Morfeo.

***

Despierta, es tu turno —susurró una voz.

Ishtar abrió los párpados rápidamente. Junto a ella, una enorme mujer aguardaba su momento de descanso. Era inútil seguir postergándolo, llegaba la hora de afrontar la odiosa tarea de ser vigía. Antes de ocupar su puesto en lo alto del barco, la chica miró a Jeanne dormitando. La posición con la que descansaba era totalmente ridícula y por si fuese poco, la manta que antes había cubierto su cuerpo ahora se encontraba rozando el suelo. Sin embargo, seguía siendo hermosa a su manera. La luz de la luna se reflejaba en su oscura tez, en sus ojos cerrados, en sus carnosos labios cerrados.

Ishtar se sintió satisfecha y alegre de haberla conocido, de poder hablar con ella como no había hablado con otra persona antes. Puede que delirase en aquellos momentos pero llegó a sentir como su cuerpo ardía y sus mejillas se sonrojaban.

Pero tan solo fueron unos segundos. Pronto su visión reemplazaría aquel interior lúgubre, dando lugar a una hermosa estepa de un profundo negro. Desde la cofa del mástil sus ojos podían detenerse en la masa de agua negra en toda su inmensidad. Aquel reflejo del cielo guardaba un cierto poder para aterrar a los incautos. La belleza había mutado.

Pasaron un par de horas. La luna se rodeaba de un manto de estrellas que brillaban como gotas de luz intermitentes. A veces algunas se apagaban y dejaban aparecer otras, más grandes, más pequeñas.

Pero era hora de volver al mundo de los humanos. Ishtar, sentada en una incómoda silla, ojeaba la cubierta del barco. El fatídico destino terminó obrando su fatal juego. De entre el agua surgió una extraña figura envuelta en la negrura de la noche. Con suma rapidez logró subir a cubierta, mojando los entresijos de la madera. La chica pronto se sintió abrumada. Apunto de dar la voz de alarma, un hermoso canto le hizo desistir de tal atrevimiento.

Música, la más bella de la música. Un Arte así no podía ser obra de gente malvada, de invasores. Mientras la voz de aquel ser emitía su melodioso canto, Ishtar pudo fijarse con mayor detenimiento en su fisonomía. Juraría creer que poseía una larga cola repleta de escamas que reflejaban la luz de la luna. Extrañada, terminó atribuyendo tal excentricidad a alguna especie de ser de aquel mundo.

Pronto terminó acostumbrándose a aquellos sonidos por lo que terminó olvidando el peligro y deleitándose en la melodía que el ente cantaba despreocupado. Pero el hechizo no tardó en hacer efecto.

Una puerta se abrió y de ella salió una figura, una de las tripulantes del navío. Jeanne.

Re: [Port Royal] El barco que desaparece en la niebla-8

NotaPublicado: Sab Abr 08, 2017 1:24 am
por xXOrbOOkXx
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Medio en sueños, en el estado de alerta permanente que me caracterizaba, escuché voces y ruidos. Mi subconsciente lo procesó de forma irracional, llevándome a un estado de duermevela arrollado por el leve bamboleo del barco y la cortante voz de Faris en un susurro. Unos pasos sobre la oscura madera y silencio.

El sueño volvió a cernirse sobre mi mente, arropándome en la oscuridad e invitándome a sumirme de nuevo.

Y de repente, sin esperármelo, algo me despertó. No fue de golpe como una patada en la tripa, no fue de sopetón, sino más bien como cuando te acarician con una pluma. Sabes que algo te está despertando suavemente y justo antes de abrir los ojos tu mente realiza miles de hipótesis para adivinar qué.

Antes de abrir los ojos ya sabía que era música. Suave, candente, variable. Era el propio mar que me estaba cantando, el que me instaba a abrir los ojos y subir a cubierta. Mis párpados se abrieron, mi corazón enfurecido golpeó mi pecho, mis piernas se movieron solas, y antes de darme cuenta ya estaba en cubierta.

El aire frío me golpeó de pronto, pero no fue lo único que me dejó sin aire. Ahí, semitumbada en el suelo, yacía una de las criaturas más nombradas en las canciones y por otro lado más temidas. Mi espalda chocó con la madera de las paredes como si un impulso magnético se hubiese adueñado de mi cuerpo, movido como un resorte por la sorpresa y la emoción.

Una sirena cantaba envuelta en luz de luna.

Era un espectáculo mágico y a la vez aterrador. Pero tenía tanta curiosidad, quería verla más de cerca, quería acariciarla, sentir su piel y escamas bajo mis dedos, saber que no era una ilusión. Ojalá hubiera sido una ilusión, pero había caído en su hechizo inevitablemente.

Cuando abrí los ojos la tenía a medio palmo de distancia, y estábamos peligrosamente sentados en la barandilla del barco. No sabía cómo había llegado hasta allí, pero no me importó. Acaricié su rostro marmóreo y su cabello oscuro, sus pechos, toda su fisionomía húmeda y rugosa por la sal. Era preciosa. Seguía cantando, más bajito, murmurando mi nombre y encandilándome completamente.

Y su cola pálida y escamada, fuerte y brillante. Se balanceaba sobre las aguas calmadas a metros de distancia, pero no había más criaturas como ella bajo la superficie. Solo estaba ella. La miré a sus ojos oscuros, enmarcados por un cabello azabache. Un instinto de pertenencia surgió en mí, un instinto casi olvidado de no usarlo.

Y la besé. La sirena pareció ronronear sobre mis labios, satisfecha. Me cogió por los hombros yo la atrapé por la cintura. Estaba fría y sabía a sal y a promesas por cumplir. Y para cuando nos separamos decidí que no la dejaría escapar.

La criatura pareció notar el cambio y se tensó en mi agarre, miró el agua y luego me miró a mí. Algo brilló en sus pupilas: miedo. Forcejeó contra mis brazos, apartándome, pero no la dejé, la sostuve en su sitio a pesar de que ella parecía tener bastante más fuerza. Me miraba como un cervatillo, como si no estuviera mirando a la presa que había seducido, sino a un cazador.

Enok 9

NotaPublicado: Sab Abr 08, 2017 1:25 am
por Sheldon
Paso a paso Jeanne se acercaba al a ser. Bajo la oscuridad de la noche, sus rasgos aparecían deformados en una extraña e inexplicable satisfacción que encandilaba sus sentidos. Ishtar la observaba, a varios metros de distancia, en las alturas. Su mente elucubraba docenas de respuestas a aquel extraño momento.

Sueño o pesadilla, la morena chica ya había alcanzado al ser que continuaba emitiendo una hermosa melodía. En unos segundos se produjo el momento fatal, el monstruo unió sus labios a los de Jeanne. Sin poder creerlo, Ishtar se llevó las manos a la boca y retrocedió unos pasos, provocando que la visión sobre la pareja se bloquease por la baranda de madera que delimitaba el circulo de madera sobre el que residía.

Su corazón dio un vuelco, provocando un desasosiego extremo, un vuelco en el corazón que dio paso a una mezcla infinita de sentimientos. Con aquella constelación emocional, la aprendiza volvió a asomarse para observar el lugar del pecado.

Problemas, más problemas. A lo lejos, un leve forcejeo entre los dos era el indicador de que algo no iba demasiado bien. Un fuerte impulso se apoderó de la joven y terminó gritando a pleno pulmón:

¡Simbad!—Bramó la joven, dejando escapar su secreto, rompiendo el vínculo que les unía.

Se abalanzó hacia la escalera que comunicaba con la cubierta. Bajaba los peldaños apresuradamente, resbalando numerosas veces ante las humedades. A un par de metros del suelo terminó soltándose y aterrizando suavemente en el suelo, valiéndose del manejo aéreo que su capacidad mágica le permitía.

Corría de forma apresuradamente, rehaciendo cada uno de los pasos que su compañera había dado hasta aquel animal. Pocos segundos le fueron necesarios para acercarse hacia la pareja. A unos escasos centímetros del grupo, Ishtar pudo detenerse con mayor fijeza en el ser que había besado Jeanne. Se trataba de una extraña mutación, una pez con la parte superior perteneciente a una mujer de extrema belleza. El conjunto, no obstante, terminaba por ser de cierta extravagancia y podía llegar a suscitar cierta repulsión.

Ambos forcejeaban, cada vez con mayor insistencia. Ishtar se abalanzó, llave espada en mano, hacia el monstruo, asestándole un potente golpe que la hizo retroceder. Miró por un momento a su compañera, cuyas pupilas aparecían planas y grisáceas, casi vacías. El ser saltó hacia atrás, llevándose una de sus manos hacia la mejilla en la que había impactado el arma. Unas débiles gotas de un líquido rojizo cayeron a través de su rostro, estropeando la pureza de su tez. Por un momento pareció querer continuar la acción, sus rasgos quisieron esgrimir una mueca de terror.

Pero desistió. Una puerta se había abierto tras un fuerte portazo. La capitana del barco salía de sus aposentos.

Re: [Port Royal] El barco que desaparece en la niebla -9

NotaPublicado: Sab Abr 08, 2017 1:29 am
por xXOrbOOkXx
¡Simbad!

Fruncí el ceño ante aquel grito a bocajarro, y tanto yo como la criatura nos giramos hacia el causante de semejante chillido. No era otro que mi compañero Enok, corriendo como alma que lleva el diablo, saltando las escaleras, resbalando por cubierta. ¿Pero qué le pasaba? ¿Qué iba a hacer? ¿Para qué había desvelado mi verdadero nombre?

Enok, ¡¿se puede saber qué…?!

No pude terminar. El rubio alzó la Llave por encima de su hombro, en un movimiento perfecto que impactó contra la sirena y contra mí. El golpe nos hizo separarnos, yo me vi impotente en el suelo, mientras que un río de sangre descendió por la tez de la pálida mujer. Esta compuso una mueca de terror mezclada con incredulidad; y en cuanto se recuperó, saltó de la barandilla y despareció.

Con incredulidad vi el vacío dejado por la criatura en la negrura de la noche, y me sentí solo, abandonado. Y muy muy enfurecido. Mi vista dura se posó sobre el causante.

Enok… —gruñí. Yo lo había tirado todo por la borda, incluida la misión, pero eso ya no importaba. Me levanté y le cogí de la muñeca tan fuerte que algo crujió en ella. Nuestras caras a milímetros, tanto que casi podría sentir mi enfado—. Qué. Has. Hecho. Maldito traidor. La tenía justo en la palma de la mano y era mía, ¿acaso me la has querido robar? ¿No sabes qué es lo que ocurre cuando alguien intenta robarme a mí? ¿Al gran A …?

Un golpe en la nuca segó mis palabras. Caí a peso muerto en la cubierta de madera. No me dio tiempo a reaccionar, ni siquiera a preguntarme qué había pasado. Y con ello, el encantamiento se rompió.

Abrí los ojos de nuevo, pero el mundo estaba borroso. Siluetas se bamboleaban de un lado a otro. Intenté incorporarme de mi posición arrodillada, pero un tirón me dejó claro que no solo estaba atado de manos, sino que también me habían amordazado.

Poco a poco mi visión volvió a enclarecerse. Primero me invadió la desorientación, y cuando lo recordé todo, el arrepentimiento hizo mella en mí. Ojalá no hubiera sido tan estúpido. A unos metros de mí también estaba el pobre Enok, sin camisa, atado de rodillas y con la cabeza gacha. Todo aquello era culpa mía, nos habían descubierto por mi culpa y solo por mi culpa. Ishtar y Jeanne habían desaparecido para siempre.

Vaya, vaya… —masculló con acidez la mujer que estaba sujetando las cuerdas de mi compañero—. ¿Conque has despertado? Poco has estado inconsciente. ¡Chicas, arrancádsela!

Espera, ¡¿QUÉ?! Forcejeé en pánico conforme el resto de la tripulación se acercaba a mí y se reían como hienas hambrientas, pero no pude soltarme. Cerré los ojos, esperando impotente y cuando noté las múltiples manos sobre mis hombros no pude soportarlo. Invoqué un hechizo, pero para mi asombro no funcionó del miedo que tenía.

Escuché la tela desgarrarse, más risas. El frescor inundar todo mi torso. Miré a Enok como pude y le supliqué con la mirada que corriera. Que huyera a cualquier sitio, como si tuviera que saltar por la borda. Y de repente ellas se apartaron menos la que sujetaba mi mordaza.

¿Qué ocurre, gusano? —escupió una de ellas entre risas, enseñándome un trozo de lo que quedaba de mi camisa—. ¿Acaso te pensabas que era otra cosa?

Si las miradas pudieran matar, la que dirigí le hubiera fulminado en el acto, pero hizo el efecto contrario: las carcajadas aumentaron de volumen. Y entre ellas, un disparo al aire.

Se me hizo un nudo en el estómago cuando la capitana, desde la parte superior de las escaleras, sopló la boca de la pistola. Con sus ojos inundados en furia ciega y sus músculos tensos.

Los hombres no sois bien recibidos —dijo con voz potente mientras dirigía el cañón a mi cabeza—. Os coláis en mi barco y dañáis a una sirena. Sois menos que basura. —Descendió con paso solemne en el silencio reinante—. Debería volaros la tapa de los sesos, pero sería demasiado rápido y poco entretenido. —Hizo un gesto al resto de mujeres, y supe que estábamos perdidos—. ¡TRAED LA TABLA!

La ovación general inundó mis oídos.

<<Lo siento Enok>>. Le miré. <<Siento haberte metido en este lío>>.

Enok 10

NotaPublicado: Sab Abr 08, 2017 1:30 am
por Sheldon
Enok… —murmuró entre dientes Jeanne mientras agarraba con fiereza a Isthar hasta el punto de retorcer su muñeca—. Qué. Has. Hecho. Maldito traidor. La tenía justo en la palma de la mano y era mía, ¿acaso me la has querido robar? ¿No sabes qué es lo que ocurre cuando alguien intenta robarme a mí? ¿Al gran A…?

Ishtar frunció el ceño, perdida entre el dolor de su compañera y los pasos apresurados de la capitana del barco. En menos de un par de minutos Jeanne había caído al suelo de madera que horas atrás había saboreado Ishtar tras caer de varios metros de distancia. La capitana del barco había golpeado secamente la nuca de la desquiciada muchacha.

El tiempo se paralizó durante unos interminables segundos. Ishtar miraba a su compañera tirada en el suelo, sin hacer nada y con la mirada totalmente perdida.

Estaréis contentas. —Dictaminó la capitana, la cual respondía al nombre de Ana Lucía—. Primero tú consumes nuestros recursos sanitarios y después ella...—se detuvo pensativa, evaluando la situación. Faris había salido detrás de ella y se limitaba a afilar su cuchillo, con una mirada sagaz—. La Orden no hace más que decepcionarme —dijo mientras giraba sobre si misma y comenzaba a andar hacia Faris—. Llama al resto de la tripulación, despojadlas de sus ropajes. Son todo vuestras.

Enok levantó por primera vez la mirada, asustado y dando un paso hacia atrás queriendo huir. Sin embargo, antes de que se diese cuenta sus manos y piernas ya habían sido atadas, impidiendo su total movilidad. Por si no fuera poco, una de las marineras que había salido ante el revuelo arrancó de cuajo la camiseta del chico, dejando a la pista su plano pecho. A Simbad no le deparó un destino demasiado distinto al suyo puesto que el mismo proceso le fue repetido.

Uno poco minutos más tarde, Simbad recuperó la consciencia y pronto entendió lo que ocurría. El chico buscaba continuamente la mirada de su compañero a pesar de estar sufriendo mofas excesivas por partes de las chicas. Enok no escuchaba, no miraba, no sentía nada.

Los hombres no sois bien recibidos —sentenció Ana Lucía que había estado observando la escena mientras su rabia y frustración aumentaban—. Os coláis en mi barco y dañáis a una sirena. Sois menos que basura. —Descendió con paso solemne en el silencio reinante—. Debería volaros la tapa de los sesos, pero sería demasiado rápido y poco entretenido. ¡Traed la tabla!

El proceso era simple, tenían que caminar por una tabla de madera hasta caer al vacío, el mar, mientras toda la tripulación se mofaba y reía de ellos. Por suerte, Enok estaba acostumbrado a ello y no le supuso demasiado problema. Excepto por la parte del mar y del agua.

La pradera oscura que antes había estado divisando durante la noche bajo la luz de la luna se había convertido ahora en una total y completa pesadilla. El mar ejercía una influencia aterradora bajo los colores de la noche.

Pero el destino era el destino y enfrentarlo era la parte más importante de él. Así que cayeron juntos al mar, con piernas y manos atadas. Mantener la calma en situaciones como aquella era la clave para afrontarlas y así afrontó Enok la situación, mentalizándose de las escasas posibilidades de supervivencia aunque aceptando que existían.

Al poco tiempo, el barco se había alejado, perdiéndose en el horizonte. La sal del agua ya había enrojecido los ojos de Enok y empezaba a incrementar el dolor que le producían las heridas de la mañana.

Tras intentarlo un par de veces, consiguió invocar su llave espada en un pequeño margen. Bajo el agua, el filo cortante de su arma deshizo los dobleces de las ataduras de sus manos y consiguió, al menos, tener libertad en sus manos.

Sin embargo, el cansancio, el dolor y el agua por todo su cuerpo provocaron que, tras un intenso periodo de duelo, Enok se desmayase.

Re: [Port Royal] El barco que desaparece en la niebla-10

NotaPublicado: Sab Abr 08, 2017 1:30 am
por xXOrbOOkXx
Estaréis contentas —Sentenció la capitana—. Primero tú consumes nuestros recursos sanitarios y después ella… La Orden no hace más que decepcionarme. —La Orden… El desasosiego me invadió—. Llama al resto de la tripulación, despojadlas de sus ropajes. Son todo vuestras.

Lo siguiente que recuerdo fue una venda en los ojos y caminar sobre una superficie inestable. El frío me caló en los huesos, la sal punzante en mi piel. Me resbalé y caí al vacío.

Al estar bajo el agua no pude invocar ningún hechizo, ni siquiera llamar el [i]glider[i\] para salir de aquel agujero de pesadilla. Escuché los movimientos de Enok bajo la sábana de agua, firmes y seguros. Y después silencio.

No podía respirar. Y a la vez recordé los labios de la sirena, su sabor salado. La venda se resbaló de mis ojos y lo primero que pude ver fue la insondable oscuridad rodeándome, cortada por los brillantes rayos de luna atravesando el agua.

Después, al ver la figura de Enok suspendido en el agua me entró el pánico. Tome una bocanda de agua por instinto y la sal me atravesó con una flecha. Lo supe. El beso de la sirena había sido mi perdición y mi salvación. Habían leyendas que narraban que los besos de las sirenas te permitían poder respirar bajo el agua. En mi estado de semiinconsciencia, no pude asegurarlo, pero fuera como fuese conseguí sobreponerme a las circunstancias. Nadé, y mis ataduras cedieron no sin esfuerzo.

Sin plantearme nada más nadé hacia su cuerpo inerte. Conseguí cogerle del pelo y después debajo de los hombros. Pasaron unos segundos hasta que pude subirle a la superficie. Vi la sombra de una isla escarpada contra el cielo.

***


Arrastré a Enok al borde del colapso. Nadé casi hasta la inconsciencia y cuando conseguí llegar a la orilla supe que había sido un milagro.

Todavía en las olas, coloqué a mi compañero boca arriba. La adrenalina se me había echado encima como un cubo de agua fría. Me arrodillé sobre él. Una. Dos. Tres. Comprimí su pecho desnudo durante un buen rato, pero el resultado fue el mismo. No. Le había perdido.

Noté las lágrimas agolparse en mis ojos. Enok había muerto por mi culpa. Apoyé la cabeza en su caja torácica para escharle el corazón, pero no se oía nada. Nada…

Minuto después su cuerpo se convulsionó. Su cara giró hacia el otro lado y seminconsciente lo echó todo, para luego respirar con normalidad. El alivio me inundó de golpe, y con él todo el cansancio acumulado. Me aparté un buen trozo y me tumbé sobre la arena bajo las estrellas y cuando quise darme cuenta todo se volvió negro.

Enok 11

NotaPublicado: Sab Abr 08, 2017 1:31 am
por Sheldon
En las películas de piratas todo era demasiado fácil y rápido. No había dolor, cansancio, tristeza y ni siquiera nostalgia. Los hombres se echan a la mar como si fuese su compañera fiel, sin desconfiar en ella, creyendo que pueden controlarla. Las historias hablan de cazatesoros, recompensas millonarios, atracos sin consecuencias, naufragios donde todos se salvan...

Tras sentir el amargor del agua y la bilis recorrer su esófago, Enok descubrió de lleno las mentiras de todas aquellos relatos fantasiosos. Hubiese deseado no haber despertado, no haber recuperado la consciencia. Por ello volvió a cerrar los ojos, dejando que el agotamiento dominase sus sentidos.

Bajo el negror de sus párpados cerrados, los ojos llorosos de Simbad empezaron a fusionarse en una especie de sueño idílico.

Gracias.

La noche dio paso al día. La suave arena de la playa acariciaba su tacto. El olor a mar mezclado con la vegetación, con el verdor. El sabor a agua y arena, aun recordando el ácido del vómito. El sonido de las olas meciéndose suavemente sobre la tierra.

Abrió lentamente sus ojos para observar un profundo azul mezclado en el horizonte. No había muerto.

Su mente se esforzaba en recordar retazos pero un agudo dolor a través de toda su corteza impedía cualquier actividad mental que consumiese grandes recursos. Sentía, por otro lado, el impacto de decenas de puñetazos en su barriga que provocaban la necesidad imperante de vomitar. Así fue, logrando deshacerse de la mezcla de líquidos que aun reposaban en su estómago.

Hundió la palma de sus manos sobre la arena e intentó recuperarse, fallando catastróficamente. No tenía fuerzas.

Mientras intentaba coordinarse, a lo lejos un abrupto sonido en las aguas alertó a los animales marinos cercanos. Algo se aproximaba hacia alguna parte de la isla.

Re: [Port Royal] El barco que desaparece en la niebla-11

NotaPublicado: Sab Abr 08, 2017 1:31 am
por xXOrbOOkXx
Cuando la oscuridad me inundó, impulsada por el alivio que me había causado ver a Enok vivo, caí en un sueño profundo. La insondable negrura acaparó mi campo de visión, y por un mísero momento pensé que iba a entrar en un nuevo espacio idílico, pero la inconsciencia fue mucho más rápida.

Cuando volví a hacer contacto con la tierra el sol se alzaba fiero sobre nuestras cabezas. Nos estaba dando directamente en los ojos y en la piel, haciendo que esta se resintiera por la sal y las heridas, por no hablar de la arena caliente. Proferí un aullido de dolor. Qué chaleur.

Intenté incorporarme, pero el mundo se hallaba en una bruma oscura. Para cuando el sol volvió a abrirme dolorosamente las córneas, tuve que enfrentarme al tremendo dolor de cabeza y el crujir de mis maltratadas articulaciones. Me llevé una mano a la cabeza intentando ubicarme.

Lo fui recordando poco a poco, a golpes. Como si mi cerebro se resistiera a recordar todos los detalles. Volvió a mí la imagen de la sirena. Demonios, qué hermosa, ella y sus cantos angelicales y después… después recordaba a Enok apartándome y a la capitana tirándonos por la borda.

La realidad me golpeó como un puñetazo. Mientras me incorporaba adolorido y Enok hacía lo propio, intenté mentalizarme que habíamos fallado la misión. Miré a mi compañero con disculpa y después intenté incorporarme.

Deberíamos irnos —anuncié con la boca seca. Tenía mucha sed—. Coger el glider y…

Pero no pude continuar, porque un estruendo retumbó por toda la isla. Fue tan potente, que acabé en el suelo con un gritito.

Los temblores llegaron del mar. A una distancia considerable los pájaros sobre el agua se apartaban para dejar paso a una gran mole que se dirigía directa a nuestra posición. ¿Pero qué…?

Rápidamente se acercó alzando toda el agua su paso, una enorme criatura que hacía temblar todo a su paso. Y de repente un rugido que me heló las venas. Miré a Enok inquisitivo aunque algo débil, pidiendo sin mediar palabra alguna explicación.

El animal se metió en un acantilado de nuestra isla. ¿Qué acababa de ocurrir?

Enok 12

NotaPublicado: Sab Abr 08, 2017 1:32 am
por Sheldon
Simbad y Enok, ambos en la arena, no reaccionaron a tiempo aunque tampoco fue necesario. La figura desapareció en apenas unos segundos y no se supo mucho más de ella. Fuese lo que fuese era de dimensiones considerables a juzgar por el fuerte sonido que había provocado.

Poco a poco la situación comenzó a volver a la normalidad. Las gaviotas y otros pájaros descendieron de nuevo a la superficie, desde donde picoteaban de forma espasmódica la arena y los pequeños moluscos. El mar se restableció y el suave oleaje volvió a acariciar la piel del aprendiz. La naturaleza parecía querer ocultar aquel acontecimiento, cubriéndolo de sus delicadas sugestiones.

Tarde o temprano Enok debería incorporarse y pensar algo para lidiar con el problema acontecido. Tardó, sin embargo, una considerable cantidad de tiempo en ello puesto que su cuerpo no todas las veces respondía a sus designios.

D-Deberíamos descansar un poco... y des-después comer a-algo.—Susurró el chico casi al oído de su compañero.

Anduvo unos cuantos metros hasta una zona muy acogedora con sombras y mucha vegetación. Se sentó dejando caer su cuerpo y buscó con la mirada a su alrededor. Un gran coco descansaba junto al tronco de una palmera. Lo tomó haciendo un pequeño esfuerzo y lo partió en dos con ayuda de la llave-espada. Sin mediar una palabra se lo intentó ofrecer a Simbad.

Qué-qué vamos a hacer ahora... Simbad.

Re: [Port Royal] El barco que desaparece en la niebla-12

NotaPublicado: Sab Abr 08, 2017 1:32 am
por xXOrbOOkXx
D-Deberíamos descansar un poco... y des-después comer a-algo.

Su voz me despertó de improvisto, maravillado al estar contemplando la vuelta a la calma del entorno. El estruendo había cesado al completo, dejando la tierra quieta, el mar en calma y los pájaros graznando de nuevo y posándose en los árboles. Miré de reojo el acantilado en el que aquel ser se había escondido y permanecí en silencio un momento.

Enok se levantó y anduvo hasta un lugar agradable en la sombra. Le seguí sin apartar la vista de aquella enorme porción de tierra, y, sin duda, mi cuerpo lo agradeció. El mareo de estar tanto rato expuesto al sol había mermado considerablemente y aunque seguía teniendo la boca seca era más o menos soportable.

Observé la inmensidad del mar perdido en mis pensamientos, embriagado por su olor y sus sonidos.

Siento lo de antes. —Desvié la vista verdaderamente abochornado—. He chafado la misión por un estúpido pez. No sé qué me ha pasado. Por mi culpa casi mueres.

Dejé que el silencio se extendiera entre los dos. No sabía qué decir. La culpabilidad me atenazaba como un mazo en el pecho. Joder. Todo iba tan bien...

Qué-qué vamos a hacer ahora... Simbad —tartamudeó mi compañero, ofreciéndome la mitad de una especie de fruta rellena de agua. Ah, sí, un coco. Lo tomé con delicadeza.

No lo sé. Supongo que volver a Bastión. — Bebí un sorbo de la extraña fruta. Me sentí mucho mejor al instante.

Pasé un rato sin decir nada, rememorando el increíble espectáculo de antes y fruncí el ceño, extrañado. ¿De verdad existían criaturas tan grandes capaces de crear eso? Me rasqué la perilla, cavilando. La misión trataba de encontrar un barco desaparecido, ¿y si aquel ser..?

Pero… no creo que todo esté perdido. —Sonreí algo más animado aunque con rastros de cansancio—. Propongo explorar el extraño fenómeno de antes. Parecía un gran animal, y está justo aquí al lado. ¿Crees que algo así podría hundir un barco?

Enok 13

NotaPublicado: Sab Abr 08, 2017 1:34 am
por Sheldon
No lo sé. Supongo que volver a Bastión. — Contestó agotado Simbad mientras reponía fuerzas con un sorbo de la fruta.

El silencio se apoderó del ambiente durante unos minutos. Enok miraba el horizonte y de vez en cuando cerraba los ojos con insistencia, intentando limpiarlos de la fina arena de la playa que se colaba entre los párpados.

Pero… no creo que todo esté perdido. —Volvió a hablar Simbad, con un semblante más animado—. Propongo explorar el extraño fenómeno de antes. Parecía un gran animal, y está justo aquí al lado. ¿Crees que algo así podría hundir un barco?

Enok carraspeó y terminó suspirando mientras hacia un pequeño gesto con sus hombros en señal de duda. No había nada que perder al fin y al cabo. Terminó incorporándose tras haber comido el pedazo de fruta. Tras estirar su cuerpo y despejar su mente emprendió el camino bordeando la playa bajo a una fila interminable de palmeros.

El camino se antojo algo aburrido aunque la brisa del mar y el frescor que traía el agua ejercían casi como elementos curativos. En varias ocasiones Enok se detenía para extraer distintos tipos de fruta de varios arbustos. Poco a poco su hambre se aplacaba y empezaba a sentirse mejor.

Llegados a cierto punto, el terreno comenzaba a ascender y aparecían piedras cada vez más escarpadas y afiladas. Atravesar aquel terreno sin calzado alguno terminaba siendo casi un suicidio.

C-C-Creo que deberíamos ir en gli-glider.— Comentó Enok a su compañero—.

Tras esperar su respuesta, este invocó su vehículo y se lanzó sobre él, pudiendo atravesar aquellas piedras sin mucha dificultad. En cuestión de segundos llegaron a una zona de acantilados, repleta de intrincadas entradas y de pasadizos peligrosos entre las rocas. Entre tantas piedras y escondrijos, resultaba difícil encontrar algún camino que seguir. De hecho, Enok tardó bastante tiempo en encontrar un pasadizo entre las rocas, de unas dimensiones considerables aunque escondido en uno de los laterales de la pared rocosa.

Sin perder mucho más tiempo, invitó a Simbad a acompañarle. Iban a entrar en la boca del lobo.

Re: [Port Royal] El barco que desaparece en la niebla-13

NotaPublicado: Sab Abr 08, 2017 1:34 am
por xXOrbOOkXx
El rubio se encogió de hombros, accediendo vagamente. Ambos estábamos cansados, sedientos y muertos de calor, pero quizás teníamos una oportunidad para resolver la misión. Era lo menos que podía hacer después de chafarlo todo.

Así que emprendimos en camino bajo el sol abrasador. Enok fue el más inteligente de los dos y comenzó a recolectar diversos frutos tirados a un lado en el suelo. Pronto comencé a imitarlo, sabiendo que íbamos a necesitar recuperar fuerzas.

La brisa y la sombra fueron un claro alivio para nuestra maltratada piel a pesar del arduo camino. No obstante, la playa era un lugar tranquilo y bastante bello, alejado de toda la civilización. Quizás si algún día decidía jubilarme de la Orden, lo haría en un sitio así: con el laúd en mano y medio coco a mi disposición.

El camino transcurrió en silencio. Enok era una persona bastante callada, tranquila y fiable, pero con un gran temperamento. Me caía bastante bien, debía reconocerlo, y a pesar de que solo había compartido con él una misión, su personalidad era bastante refrescante.

Revolví la cabeza alejando mis pensamientos para centrarme en la misión. Poco a poco el camino se fue haciendo mucho más escarpado y peligroso, tanto en altura como en rocas puntiagudas.

C-C-Creo que deberíamos ir en gli-glider —comentó mi compañero al ver que la cosa no parecía mejorar. Asentí distraído.

Invoqué mi transporte a la par que él convocó el suyo. Hacía milenios que me preguntaba por qué mi glider tenía forma equina, y al final había llegado a la conclusión de que era porque pertenecía a un mundo en el que era el método de transporte más habitual.

Sea como fuere, sobrevolamos los acantilados que bordeaban con la playa, que resultaban ser una cala enorme. Me encantaba volar. Podía verlo todo desde las alturas y maravillarme en la hermosura de la arena, la vegetación y por supuesto el mar. Incluso las peligrosas rocas tenían su encanto.

Tardamos un buen rato en avistar lo que parecía la entrada a la cueva, pero al final pudimos encontrarla.

Allá vamos —sonreí a mi compañero algo dudoso. No me lo pensé más y entré de un salto.

Caí en un suelo húmedo, algo embalsado de agua de mar. Suspiré al notar la temperatura fría en comparación con el exterior, algo que agradecí de sobremanera. Esperaría a que Enok saltara conmigo y evaluaría mi entorno.

Me quedé sin palabras.

La cueva era enorme, casi tan alta como Bastión Hueco, y parecía no tener fin. Sus suelos estaban cubiertos por maderas astilladas, monedas de todos los metales y tesoros a medio abrir, relucientes como un baño de oro. Y al fondo de todo, un barco semiderruido auguraba en la oscuridad. Sonreí extasiado.

Lo hemos encontrado, amigo mío. —Miraría a Enok con gesto determinado, pero sobretodo, contento—. Ahora solo es cuestión de volver al Sombra de Luna y…

Pero no pude terminar la frase, porque un potente rugido hizo temblar el agua.

Enok 14

NotaPublicado: Sab Abr 08, 2017 1:34 am
por Sheldon
Los problemas, para variar, acababan de empezar. El estruendo que se produjo en toda la caverna provocó que decenas de murciélagos volasen alertados hacia todos lados. En cuestión de segundos, el ambiente estuvo cargado por el aleteo nervioso de aquellos pequeños animales voladores. Mientras tanto, una enorme figura avanzaba a través de la caverna.

Enok, alertado, corrió a esconderse en el primer sitio que pudo encontrar. Al cabo de un corto espacio de tiempo que al chico se le antojó una eternidad, la marabunta de murciélagos cesó y con ello el aprendiz recuperó la visión al completo.

No tardó en fijarse en las grandes dimensiones del objeto que había entrado a la caverna. Más sorprendido quedó aún cuando se dio cuenta de que lo que se alzaba ante sus ojos no era ni más ni menos que el Sombra de Luna, el majestuoso barco del que habían sido expulsados.

Sin embargo y pese al alivio que había sentido el chico, pronto una sensación de desazón le embargó. Si los miembros de la tripulación los volvían a ver, la muerte para ambos sería segura, por lo que más les valía esconderse cuanto antes.

El rubio jovenzuelo así lo hizo, corriendo a ocultarse tras unas estrechas rocas entre las que acomodó su cuerpo como buenamente pudo.

El tiempo se sucedió despacio. Minuto a minuto, el barco se iba aproximando hacia una pequeña cala en la que abordaron suavemente. La tripulación fue descendiendo a paso nervioso, como si temieran que algo fuese a ocurrir.

Una media hora más tarde, se disponían a explorar las profundidades de la caverna. Tras haber encendido antorchas con fuego, se alejaron en la oscuridad. Era el momento de escapar de todo aquello. O no.

Irremediablemente, Enok sentía unas ganas incontrolables de seguir al pelotón y adentrarse en la cueva. Así lo terminó haciendo tras haber vacilado y suspirado mientras su mente se debatía entre las dos opciones.

Mientras andaba, se encontraba con extrañas marcas en el suelo. Las puntiagudas y escarpadas rocas de las paredes y el suelo se encontraban aplastadas en determinadas partes, como si un peso superior las hubiese hecho retroceder. Por otra parte, pudo atravesar lo que parecía el naufragio de un gran barco. Palpó suavemente la madera para descubrir que era reciente.

Con cierto recelo, el chico avanzó unos cuantos metros tras las mujeres hasta que estas se detuvieron en seco. Gritos de júbilo y jolgorio resonaban por toda la caverna. Habían encontrado un gigantesco tesoro.

Pero la alegría dio paso al miedo. Las aguas de la cueva empezaron a desbordarse. Un ruido infernal hacía vibrar los pequeños fragmentos de roca en el suelo. Había llegado el dueño de aquel tesoro.

Re: [Port Royal] El barco que desaparece en la niebla-14

NotaPublicado: Sab Abr 08, 2017 1:37 am
por xXOrbOOkXx
En cuestión de segundos, toda la caverna se llenó de murciélagos grises y enormes, aleteando furiosamente ante el potente sonido. Pero no fue eso lo que me alertó. Oh, no. Fue la sombra que se recortaba contra la entrada de la caverna.

Tuve que abandonar mi instinto de ladrón cuando vi a Enok cubriéndose para evadir a los animalillos. Hice lo propio. Pero cuando alcé la cabeza, vi que estábamos en problemas.

El Sombra de Luna se alzaba glorioso. Contuve un alarido de sorpresa. Si nos veían allí seguramente nos matarían.

Enok, creo que… ¿Enok?

Este había desaparecido. Parpadeé un momento, desorientado, hasta que conseguí localizarlo tras un par de rocas. Le seguí hasta quedar escondido tras ellas también, nervioso por lo que podría pasar.

Los minutos se me hicieron horas, las horas días. La tripulación pareció tomar la decisión que les conduciría al interior de la caverna, y así lo hicieron. Enok hizo el amago de ir tras ellas.

No, quieto —le dije cogiéndole del brazo—. Sigámoslas pero mejor si no llamamos la atención.

Las seguimos. Sin embargo, conforme andábamos, más nos dábamos cuenta de que algo iba muy mal. Las pisadas en el suelo se confundían con marcas más grandes y sospechosas, además de que los restos de otro barco mucho más reciente. Era el barco que andaban buscando. Nuestra misión había concluido, pero… ¿Por qué estaba allí?

No tuvimos tiempo para pensarlo, porque las chicas estallaron en júbilo. Sin embargo, su alegría no duraría. Un ruido, parecido al chillido de un animal furioso reverberó en la cueva.

Imagen


Me quedé patidifuso. Escuché a Faris ladrar una serie de órdenes, pero yo no perdí tiempo. Desde mi escondite, lancé un hechizo Perla directo a su ojo, con la Llave Espada en ristre.

¡Vamos Enok!

Enok 15

NotaPublicado: Sab Abr 08, 2017 1:37 am
por Sheldon
La batalla acababa de comenzar. En cuestión de escasos segundos, la gran figura que había irrumpido en la caverna mostró su verdadera naturaleza.

Un gigantesco kraken emergía de las profundidades del agua, mostrando sus amenazantes fauces. A simple vista podía ser confundido con un pulpo común pero pronto cualquiera caería en la cuenta de que se trataba de un ser con ciertas peculiaridades. La primera de ellas era sin duda la forma de su cabeza ya que esta aparecía dividida por unas extrañas formas y líneas azuladas. Sus ojos, por otra parte, estaban huecos, tan solo constituidos por destellos verdosos que se iluminaban de forma aleatoria. ¿Se trataría de un sincorazón?

Las grandes dimensiones del animal generaron el Enok un rápido sentimiento de terror. En una situación similar, sin estar sometido a la doble presión de ser descubierto por la tripulación y poder morir ante las fauces de una bestia gigantesca, hubiese podido reaccionar a tiempo. Pero en aquello ocasión no.

Simbad lanzó un hechizo y pronto se dispuso a hacer frente a la nueva amenaza. Lo mismo hizo la tripulación del Sombra de Luna, quienes se dividieron estratégicamente para cubrir y dominar el combate tanto la corta como la larga distancia.

Enok no sabía qué hacer. Si bien su llave-espada había aparecido en sus manos de forma instintiva, el chico permanecía quieto mientras una lluvia de flechas se elevaba en dirección al kraken.

La lucha continuó durante unos minutos. La tripulación pronto detectó la presencia de los dos aprendices. Pese a lo que había ocurrido el día anterior, Ana Lucía rápidamente introdujo a los chicos en su bando, distribuyendolos en los diversos flancos de la batalla.

Enok acató las órdenes sin apenas rechistar. Poco a poco digería la situación. Por otra parte, los gritos de toda la tripulación le hicieron despertar de su evasión. Tomó la llave espada e invocó un hechizo aero tanto para él como para su compañero Simbad. Con ello tendrían mayor protección durante un buen rato.

Mientras tanto, se acercó blandiendo el arma y dispuesto a atacar los numerosos tentáculos que se movían nerviosos buscando a aquellos que habían osado invadir su caverna.