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—¿¡Qué!? ¿En serio? —. Dijo Aru bastante indignada pegándose el examen a la cara y revisando las preguntas.

Pero... Creo que no era momento de preocuparse por eso ahora. El suelo repentinamente desapareció dejando a todos los aprendices indefensos y en peligro.

La peliazul, mientras caía observaba como poco a poco iba a morir entre terrible sufrimiento, pero... ¿Eso era un ángel... Con moño?

Su compañera de mesa, quien era bastante llamativa la recogió y salvo de las garras de la muerte. Aru se aferro a ella como una lapa mientras gritaba tanto por miedo como por la emoción de ser rescatada.

Las dos aprendizas se mantuvieron en la pared,y para no dejar únicamente el trabajo duro a Coli, Aru colaboró enterrando tanto su llave como su daga en la pared.

—M-muchas gracias por tu generosidad... Si no llega a ser por ti estaría más agujereada que una regadera.

Le agradeció Aru a su salvadora.

El examen había sido un engaño. Bueno, no era falso, pero todas las preguntas daban a un mensaje oculto y no buscaban ver cuán inteligentes éramos, si no si cuan observadores podíamos llegar a ser. No culpe a Nicoxa, ella no tenía la culpa de haberme dejado embobado en medio del examen y que perdiera casi todo el tiempo, la culpa era solo mía por ser tan… ¿nervioso? ¿tímido? Igual era mejor no pensarlo, además, mi nota era un aprobado, así que tampoco podía quejarme.

De lo que si podía quejarme era de la brutalidad de la siguiente prueba. Las sillas y mesas desaparecieron y en menos que aúlla un hombre lobo, el suelo bajo nuestros pies se abrió dejándonos caer hacia una muerte segura ¿cómo de segura? Nada, solo varios metros de caída que terminaban en un centenar de afilados pinchos.

Malik fue el primero en reaccionar impulsándose hacia la pared para aferrarse a ella, mientras yo seguía cayendo. Mi primera idea fue invocar el glider, pero la Llave Espada no reaccionaba a esa orden, dejándome claro que tendría que usar el resto de mis habilidades… ¿pero qué demonios tenía yo para salvarme de algo así? No fue hasta que sentí unos brazos rodeándome la cintura que me centré en lo que pasaba. Brazos que pertenecían a…

—¡Nicoxa! —exclamé volviendo a sentir el rubor en mis mejillas.

Esta me preguntó por un plan y tras ver la pared a la que se agarraba Malik se me encendió la bombilla.

—¡Malik! ¡Necesitamos un empuje! —le grité al hombre empezando a conjurar uno de mis hechizos.

Este nos lanzó una ráfaga de aire que pudiera empujarnos hacia la pared. Toqué esta nada más que nos acercáramos para hacer que la Sota de Tréboles saliera de ella y nos agarrara tanto a mí como a Nicoxa, a la cual abrazaba con el brazo libre. ¡Por la cintura! ¡Ni más abajo, ni más arriba! Si una sola no bastaba, conjuraría una más para potenciar el efecto de la primera o que saliera de otro punto de la pared para aferrarnos mejor a esta.

—E-espero que te…te guste el plan —le sonreí nervioso a la mujer sabiendo que las Sotas de Tréboles nos habían dejado realmente pegados. ¡Qué vergüenza!

Tras que nosotros dos estuviésemos a salvo, me fijaría en si el hombre necesitaba ayuda para apoyarle con una tercera Sota de Tréboles.

—¿Qué chasco, eh? Tantas chuletas para nada.

—Qué desastre. Llego a saberlo, y no engancho tantos Post-it bajo las mangas: están empezando a picarme.

Tras cinco minutos dónde Freya no se molestó en estirar, el timbre alertó a los aprendices de que daba comienzo la siguiente prueba. La pelirrosa puso una mueca de disgusto y volvió a colocarse en su sitio.

Unas nuevas letras aparecieron en la pizarra:

EXÁMENES FINALES

SEGUNDO EXAMEN: PRUEBA PRÁCTICA

¿Prueba práctica? Miró a sus compañeros, que parecían tan confusos como ella al ver todas aquellas nubes de humo que hicieron desaparecer las mesas y las sillas. Y justo cuando volvían a estar de pie, el suelo desapareció.

La primera reacción de la pelirrosa fue chillar como una cría a causa del susto. Al mirar hacia abajo, pudo ver unas estacas metálicas que brillaban y, a su parecer, estaban bien afiladas. El techo se cerró. ¿Qué clase de broma de mal gusto era aquella? ¡No quería morir tan joven!

Tenía que sobrevivir.

Cuando consiguió calmarse, respirando hondo varias veces, comprobó que tanto Simbad como su compañera de la izquierda estaban cayendo. Supuso que aquella aprendiz podría apañárselas sola, así que era hora de elaborar otro plan con su compañero para poder salir ilesos de allí. Rápidamente observó que ninguno de los dos podría salir de ahí con vida si no se ayudaban mutuamente. Echó mano a sus bolsillos y una idea vino rápidamente a su cabeza.

—¡Simbad, ven aquí! ¡Tengo un plan!

Si el aprendiz aceptaba, Freya le sugeriría que se agarrase a su cintura, y entonces sacaría su pistola. Apuntaría a una de las paredes y dispararía un par de veces, haciendo que el retroceso del arma les llevase al lado contrario. Supondría entonces que Simbad habría entendido de sobras de qué iba todo aquello, así que se sujetaría a él con fuerza, rodeando su cuello con sus brazos, y esperaría a la segunda parte del plan.

Con un poco de suerte, esperaba que pudiesen salvarse.

De no jugarse una nota tan importante le habría contestado cuatro cosas a esa voz. Detalles, ¡venga ya! ¡Si había respondido bien a todas las preguntas! Del nueve no debería haber bajado...

Con todo, prefirió morderse la lengua. A saber quién estaba a la escucha. Además, saber que Saxor no había sacado mejor nota que ella hacía que no se sintiera tan mal, por no hablar de que todo el estudio había merecido para aprobar. Algo era algo.

A los cinco minutos empezó la parte práctica. Celeste se sentó de morros, preocupada por los posibles nuevos truquitos que la esperaban. Tenía que estar atenta. Preparada. No podía fallar esta prueba.

Y entonces desapareció el suelo y empezó a caer hacia un mar de estacas.

El susto la dejó paralizada. Pero ¡¿qué clase de sádico había ideado ese examen?! Contuvo las ganas de gritar e invocó la lanza, dispuesta a clavarla con todas sus fuerzas donde fuera para sujetarse. El tamaño del arma debería bastar para alcanzar una pared pero, si no era así, se acercaría planeando a la más cercana.

Si por cualquier motivo su plan fallaba, agradecería encantada la ayuda de Nikolai. Sólo esperaba que pudiera con ella el tiempo suficiente para asegurarse y no acabaran los dos empalados como pinchitos (y que encima Saxor se salvara, ¡eso sí que sería injusto!).

Un cinco, esa había sido su nota. Saeko frunció el ceño indignada, no se podía creer que ella, precisamente ella, hubiese sacado menos nota que la inmensa mayoría del aula, eso sí, solo por unas décimas porque solo tres personas tenían puntuación perfecta. Luego comprendió por las palabras del supuesto profesor el por qué: como Caballero debía ver más allá de lo que tenía delante de sus ojos, y leñe, de haber estado más pispada y menos presumida igual hubiese podido sacar ese sobresaliente.

Miró a Nikolai de reojo darse golpecitos en la sien, le pareció adorable pero supuso que había caído en la misma trampa que ella, de hecho su nota así lo indicaba. Durante el descanso el aprendiz se levantó a tomar el aire, y ella quiso ir detrás de él para compartir sus opiniones. Cuando tuvo la ocasión inició la conversación.

—No hagas nada... —repitió la respuesta correcta de la prueba—. No soy de esa gente que prefiere quedarse quieta mirando como todo pasa, ese profesor se ha equivocado con nosotros.

Esperó a escuchar sus impresiones, si así lo quería Nikolai, y tras tomar un pequeño respiro volvió a su siento. Las letras que indicaban el comienzo de la siguiente prueba no tardaron en aparecer:

EXÁMENES FINALES

SEGUNDO EXAMEN: PRUEBA PRÁCTICA

Las mesas, las sillas fueron desapareciendo mientras Saeko observaba con atención lo que estaba por suceder. Ni en sus peores pesadillas se lo hubiera imaginado. En cuestión de un parpadeo se vio encerrada dentro de lo que parecía un enorme pozo sellado a cal y canto, cayendo y cayendo hasta unas peligrosas estacas que le esperaban abajo.

La sensación de vértigo la embargó los primeros momentos, se quedó sin aire y su mente tardó unos segundos en procesar lo que estaba viviendo. Cuando lo hizo no dudó en mirar a su alrededor, dispuesta a sobrevivir con cualquier cosa que se lo permitiera. No obstante, no contaba con nada de ello.

—¿Necesitáis ayuda? —habló de pronto el chico con aspecto canino en mitad del recorrido.

—Sí. —se limitó a decir ella, intentando no mirar la distancia que le quedaba para terminar hecha picadillo y con el corazón a toda velocidad.

—Vamos a probar una cosa... —Saeko no despegó la vista de él, viendo todo a cámara lenta—Si tenemos suerte, las paredes serán lo suficientemente blandas para que podamos clavar las armas, invoca tu llave espada y prepárate, tú Kairi haz lo mismo, clava tu arma contra la pared para quedarte colgada

Saeko invocó su Llave y mientras lo hacía el chico le agarró de un brazo, comenzando a planear y a reducir de forma importante la velocidad de caída. En cierto punto la lanzó hacia la pared, y ella, dispuesta a llegar, extendió los brazos preparada para clavar su arma sobre la superficie.

Asentí algo abatido. Solo quedaba esperar la siguiente prueba.

Vino como un torbellino. Tanto las mesas como las sillas desaparecieron en una oscura bruma negra. Y quizás fuera la distracción que hizo que nos precipitásemos al vacío.

Grité por la impresión de ver las estacas afiladísimas dirigiéndose a una gran velocidad hacia mí. El agujero por el que
habíamos caído se cerró con un chasquido, y todo se sumió en la oscuridad rota por nuestros gritos. ¿Qué clase de examen era ese? ¿No será más fácil matarnos directamente?

Miré a mi izquierda y a mi derecha. Ambas Aprendizas estaban cayendo, y una de ellas me miraba con gesto determinado.

—¡Simbad, ven aquí! ¡Tengo un plan! —Sacó una de sus pistolas y la cargó.

Lo entendí de inmediato. Intentaría acercarme a ella, y en cuanto lo hiciera me sujetaría a ella donde pudiera. El disparo a la pared fue duro e inmediato. El retroceso nos empujó a la pared contraria, lo suficentemente cerca como para salvarnos el pellejo.

Saqué mi guadaña y la clavé sobre la roca. Sujetaría a Freya todo lo fuertemente posible, con la esperanza de quedar colgados.

¡Pero venga ya! ¡¿El bolígrafo no tenía otro momento para quedarse sin tinta?! Da igual cuánto lo agitara, no había manera. Estaba marcando el papel tan fuerte que estaba a punto de romperse, y aun así no conseguía escribir. Y claro, tampoco podía pedir otro porque estaba bajo el efecto de Mutis. ¡Qué mala suerte! Intenté marcar las respuestas que creía correctas, pero solamente logré dejarme la mano en el intento.

...Y todo para nada, porque acabé sacando un maldito 0.

—¡Maldición! ¡Llego la última y me quedo sin elegir sitio y ahora esto! —me quejé cuando vi mi nota y recuperé mi voz—. ¡Os vais a enterar, no pienso catear un examen tan tonto!

Y llegó el momento de la siguiente prueba. Había que actuar rápido para salvarme de aquella caída mortal (¡Por Dios, ¿en qué estaban pensando los Maestros poniéndonos semejante "examen"?!), así que se me ocurrió algo... poco fiable, por decirlo de algún modo.

—¡Rizo Conductor! —exclamé tras invocar mi Pétalo de Hada, conjurando el hechizo justo debajo de mí para golpearme a mí misma e impulsarme con él hacia la pared, aguantando el dolor lo mejor posible.

Una vez junto a la pared clavaría mi Llave Espada en ella y me quedaría colgada en ella hasta que aquella horrible prueba terminase. Si no lograba hacerlo, pediría ayuda a Saito.

A Derhe me limitaría a hacerle un corte de mangas si se atrevía siquiera a mirarme con su cara de jabalí.

- ¿Qué? ¿Un 5,5? ¿Es una broma? - Kairi no salía de su indignación. El examen le había salido redondo como para recibir una nota tan mediocre. Si bien es cierto que jamás se le habría ocurrido mirar la letra inicial de cada pregunta, aun así pensaba que merecía más nota.

Hiro no había tenido tanta suerte. Su nota marcaba claramente un suspenso que en realidad hubiera sido un aprobado con buena nota.

Ya que podía levantar su culo de la silla, aprovechó para estirar las piernas un poco. Lo iba a necesitar...

EXÁMENES FINALES

SEGUNDO EXAMEN: PRUEBA PRÁCTICA

Sin previo aviso, el suelo desapareció y Kairi se vio cayendo por un enorme agujero. Asustada y con el corazón a mil por hora, miró a todos los lados. Sólo vio a sus compañeros de mesa, Hiro y Saeko. Ni rastro de los demás. Por si fuera poco, al fondo se podía vislumbrar unas enormes estacas que no tenían demasiada pinta de poder amortiguar la caída.

- ¿Necesitáis ayuda?

- ¡Creo que no! - respondió la Aprendiza, que había recordado poseer una habilidad que le podría salvar la vida. Pero necesitaba algo más...

- Vamos a probar una cosa... Si tenemos suerte, las paredes serán lo suficientemente blandas para que podamos clavar las armas, invoca tu llave espada y prepárate, tú Kairi haz lo mismo, clava tu arma contra la pared para quedarte colgada

Hiro le había dado la respuesta que necesitaba. De inmediato, invocó sus Alas del Solsticio y su Llave Espada para volar hacia la pared y clavar firmemente su arma en ella. Si daba resultado, se quedaría colgando de la Llave y habría parado la caída.

Xefil, Colibritany & Aru

Mientras que Xefil pudo salvarse sin problemas con su Transversal, las otras dos aprendizas lo pasaron un poquito mal. Colibritany utilizó Planeador y se dispuso a agarrar a Aru, pero la falta de fuerza física de la primera se lo hizo pasar un poco mal para poder sujetar a su compañera. Al final, y casi por los pelos, alcanzaron la pared donde pudieron clavar sus armas (las flechas no sirvieron para sujetar el peso, por lo que tuvo que usar la Llave Espada). Salvadas.




Fátima, Light & Ragun

Los tres lo tuvieron fácil. Fatima y Light planearon hasta alcanzar la pared, clavaron sus armas en ellas, y se quedaron colgados. Ragun, por su parte, invocó sus alas y no tuvo problema alguno.

Salvados.




Celeste, Saxor & Nikolai

La lanza de Celeste no bastó para agarrarse a la pared, por lo que tuvo que recurrir a Planeador para alcanzar la pared donde sí que pudo clavar su arma. Salvada.

Saxor, aunque se complicó un poco la vida con tantas explosiones, también alcanzó la pared gracias al impulso generado por las habilidades, donde pudo quedarse colgando.

El látigo de Nikolai, por su parte, sí que alcanzó la pared por si solo, pero no estaba tan afilado como para engancharse. Por lo que el aprendiz no le quedó otro remedio que recurrir a Planeador para alcanzarla y clavar su llave en ella para quedarse colgado.

Los tres estaban salvados.




Malik, Alec & Nicoxa

El Impulso le valió de sobras a Malik para alcanzar la pared, clavar su Llave-Espada, y salvarse.

Nicoxa planeó y agarró a Alec y, gracias al hechizo de viento de Malik, alcanzaron la pared donde el brujo invocó las zarzas con las que pudieron agarrase sin problemas. Salvados.

El hechizo que Nicoxa disparó contra las estacas rebotó como por arte de magia, golpeando a Alec en toda la frente. Auch.




Kairi, Hiro & Saeko

Kairi salió volando con sus alas, y Hiro salvó a Saeko con su planeador. Al final, los tres se salvaron.




Derhe, Maya & Saito

Saito recurrió a sus alas, y Maya aprovechó el impulso de su hechizo para impulsarse hasta la pared para salvarse. Ambos estaban a salvo.

Derhe cayó hasta el fondo gritando como un loco, y cagándose en los muertos de sus compañeros por no ayudarle.




Nadhia, Diana & Hana

Las alas del solsticio salvaron a Nadhia, mientras que Hana recurrió a sus trucos acuáticos de sirena para alcanzar la pared y quedarse colgando.

Diana, aunque agradeció la oferta de Hana, se puso a salvo sin problemas invocando unas enredaderas de la pared que la pusieron a salvo.

Las tres, salvadas.





Alexis, Freya & Simbad

Aunque justos, muy justos, el plan de Freya funcionó: el retroceso de los disparos les acercó lo suficiente como para que Simbad enganchase su guadaña por los pelos y se quedaran colgando. Pero les fue muy justo, porque sus pies casi llegaron a tocar las estacas. Ups.

Alexis, por su parte, se quedó casi arriba del todo. Manipulando la gravedad a su alrededor, le había dado tiempo hasta de sentarse sobre su llave espada clavada en la pared, y jugaba con su consola tan tranquila. Qué envidia.

Lo importante fue que los tres se salvaron.




TODOS

Estuvieron en el pozo unos tres minutos, la mayoría colgando de sus armas y unos pocos volando. No había mensaje alguno ni señal de que hubiesen completado la prueba... Hasta que una fuerza invisible, salida de la nada, les empujó con mucha violencia hacia abajo. Sus armas se soltaron, las alas desaparecieron, y todos cayeron de cabeza o de culo en las estacas.

Pero las estacas eran una ilusión, una simple imagen, y todos los aprendices acabaron cayendo sobre una montaña de cojines que amortiguó su caída. Eh, estaban blanditos y esponjosos, todo un lujo.

Aunque lo que rodeaba a los cojines no era tan lujoso: estaban en una especie de cueva. El agujero por el que habían llegado, el de las estacas, se cerró cuando el último aprendiz cayó en los cojines, lo que evitaba que volvieran por donde habían venido.

La cueva, o túnel más bien, se alargaba hacia más adelante hasta perderse en la oscuridad. Era difícil saber cuán largo sería, o dónde estaría la salida.

Solo tuvieron un minuto para salir de la montaña de cojines y empezar a meditar su siguiente acción antes de que un sonido atronador les alertara. Fue seguido por una enorme roca redonda, que apareció rompiendo la pared que estaba a sus espaldas. Oh, y por si no les quedó claro a la primera, la escena de cómo Derhe Yeno era aplastado por la roca (el muy gañán no se había movido de los cojines) lo diría todo: si no corrían, les aplastaría.

Misión: ¡sobrevivir! Otra vez.

Recordatorio: aquellos que debáis pero no lo habéis hecho todavía, pasad por este tema para aseguraros una futura trama. ¡Corred, que se acaba el tiempo!

Fecha límite: sábado 14 de mayo.

No había estacas. Eran una ilusión. Fátima se quedó unos instantes tumbada en los cojines, convencida de que iba a vomitar el corazón.

—Creo que prefiero el Examen de Maestro—masculló, mirando a Light.

Estaban en una especie de túnel sin fondo. Todos los aprendices. Vaya. Saludó a Malik con un gesto tras comprobar que estaba entero. Muy bonito todo. ¿Qué les iban a pedir, que corrieran hasta encontrar la…?

Entonces escucharon un estruendo. Una roca gigantesca, tanto como el túnel en sí, reventó una de las paredes y empezó a rodar en su dirección. Fátima salió disparada en la dirección contraria. Era bastante rápida así que, quizás, pudiera mantener el ritmo si la prueba consistía meramente en correr. Si encontraba algún hueco en el que meterse para evitar que la aplastara la roca, lo haría.

Pero entonces cayó en la cuenta de que no todos los aprendices iban a poder esquivar la roca. La mayoría corría aunque hubo un par que atacaron a la enorme pelota que amenazaba con aplastarlos.

Cogiendo distancia, arrojó un Dragón de agua contra la roca tras asegurarse de que no se llevaba por delante a ningún aprendiz.

Si la roca no se destruía o detenía, echaría a correr.

Quedarse colgando al final no sirvió de mucho, ya que una fuerza los empujó a los pocos minutos hacia abajo. Hana, Nadhia y Diana traspasaron los pinchos, cayendo sobre un montón de cojines en una habitación compartida debajo de la sala del test. Como mínimo, tenía que admirar la creatividad de los examinadores en cuanto a desarrollo de niveles, para que no se pudieran escaquear del examen.

Hana se acurrucó en los cojines, porque aún tenía algo de morriña tras la maravillosa siesta del examen. Abrió los ojos cuando escuchó el golpe que hizo la roca al caer... y deseó no haberlo hecho, porque con ellos vio cómo se dirigía implacablemente hacia ellos. Estuvo a punto de correr la misma suerte que Derhe, pero por suerte ella no tenía el culo tan gordo. Empezó a correr con el resto de sus compañeros.

Luego se le ocurrió que correr era demasiado cansado. Sacó el monopatín de la mágica bolsa donde todo le cabía y empezó a rodar encima de él. Si iba a morir aplastada de todas formas, al menos no lo haría fatigada.

—¡NO!

Light se pudo haber ahorrado el grito, ya que las estacas no le atravesaron el ojo por suerte. Era una ilusión.

Todos los aprendices —y el par de Maestros— cayeron sobre una montaña de cojines. Algo aturdido, observó en derredor y se percató de que ahora se hallaban en una especie de cueva.

«Madre», se llevó la mano al pecho y notó que el corazón le latía frenéticamente aún. Había sido una fuerte emoción.

—Creo que prefiero el Examen de Maestro.

—Sin duda —contestó sin pensárselo.

Light hubiera deseado varios minutos de descanso, para recuperarse del susto al menos, pero solo dispusieron de uno. Poco después de salir de la montaña de cojines, oyó un sonido rompedor que le obligó a virarse rápidamente. Y alucinó.

Era una roca, que había atravesado la pared y se acercaba peligrosamente hacia su posición.

—¡No me jodas! —Menos mal que había estirado las piernas con anterioridad.

Light empezó a correr como alma que lleva el diablo: huiría de la roca. Estaba seguro de que sus piernas largas y fuertes le permitirían alejarse a toda velocidad de aquella roca asesina. La velocidad era uno de sus puntos fuertes después de todo. Con suerte, escaparía de la muerte.

Si encontraba algún desvío o hueco que le permitiera salvarse, se resguardaría de inmediato.

Al igual que Fátima, si se veía incapaz de superar la velocidad de la roca, se aproximaría a Ragun y le sugeriría utilizar en él esa habilidad desagradable suya: la que les permitía fusionarse con el suelo. Si funcionó en Villain’s Vale, también debería servir ahora, ¿no?

Grité por todo lo alto cuando mis alas desaparecieron y empecé a caer hacia las estacas. Intenté agarrarme desesperadamente a las paredes, pero fue en vano.

Por un segundo creí que sería atravesado por un sinfín de estacas de hierro, muriendo junto a Light y Fátima. Sin embargo, aquello no pasó. Era una ilusión.

Caímos de culo sobre un montón de cojines, pero no éramos los únicos. El resto de presentes en el examen también estaban allí.

Me recosté en los cojines y suspiré tratando de calmarme, el susto había sido enorme.

—Creo que prefiero el Examen de Maestro.

—Sin duda —contestó Fátima.

—Al menos no intentan matarte de un infarto en él —carraspeé.

Me levanté de los cojines una vez me calmé un poco al igual que Light y Fátima. En ese momento, pocos segundos después un fuerte estruendo sonó tras nosotros. La pared del fondo acababa de romperse por...

—¿Ese es Derhe?

—¡No me jodas!

Era una roca. Una maldita roca rodante. Ahogué un chillido y no tardé en empezar a correr todo lo que me daban mis piernas. Si veía que tenía problemas para escapar de la roca y que me iba a alcanzar no dudaría en utilizar la Evasión Sombría para no convertirme literalmente en un personaje "2D".

Buscaría cualquier hueco para esconderme si es que había alguno para resguardarme y si Fátima y Light tenían problemas para escapar de la roca no tendría ningún problema en acogerlos en mi sombra.

Tanto pánico y tanta tensión acumulada para que las estacas fuesen otra ilusión que se tragaron de lleno. Al menos tuvieron el detalle de dejarles unos preciosos y suaves cojines para que no se dejasen el culo en la caída. Nikolai necesitó su tiempo de reposo entre las almohadas para que su tensión arterial regresase a sus valores normales, ya fuese por el susto de acabar como un pincho moruno, o por la mala hostia que se le estaba quedando de imaginarse a los Maestros riéndose a carcajada limpia con las caras que se les habrían quedado a sus pupilos.

El foso les llevó hasta un túnel de amplias proporciones y del que no se llegaba a ver el final de su extensión. A dónde llevaba hubiese sido la pregunta más lógica para ese momento…

… De no ser porque una roca de dimensiones absurdas venía rondando por el túnel. Y no, el cuerpo aplastado de aquel aprendiz fondón (nunca se acordaba de su nombre) demostró que no se trataba de una ilusión. Fue la excusa perfecta para despegarse de los cojines y poner pies en polvorosa.

Entonces se dio cuenta de que correr con el corazón a punto de salirle de la garganta no era la más brillante de las ideas. Tenía alternativas, de todos modos.

—¡Al suelo, chicas!

Antes de que fuese demasiado tarde y sellasen su destino convirtiéndose en tortitas, agarró del hombro a Saeko y a Celeste y se sumergió con ellas en el suelo gracias al Surcaplanos. Aprovecharía las facultades de la habilidad para usar los recovecos del túnel y tomar refugio hasta que la piedra pasase de largo.

El hechizo de Nicoxa rebotó en las estacas y de algún modo se las apañó para impactar sobre toda la frente de Alec.

—¡Oh Dios qué puntería tengo! —bromeó con voz nerviosa—. ¿E-estás bien Alec? Lo siento... ¡pero tenía que intentarlo!

Pasado un tiempo tras su disculpa descendieron hasta el fondo, donde las estacas revelaron ser cojines, en los que pensándolo bien era donde realmente había rebotado su vacuo. Debían ser muy caros para tener esas propiedades.

Todos los aprendices se encontraban en la misma zona cavernosa, lo cuál alivió a la espectacular y bellísima Nicoxa. Sin embargo la calma no duró demasiado y como el que no quiere la cosa una piedra gigante rodaba hacia ellos con la intención clara de aplastarlos. Un examen de lo más normal sí.

Nicoxa cogió uno de los cojines y lo lanzó dirección a la roca. Si habían podido devolverle su hechizo... ¿podrían devolver la roca a su lugar de origen? Seguramente no, ¡pero qué otra cosa iba a hacer!

Correr. Eso fue lo único que podía hacer. No disponía de habilidades tan extrañas como las que algunos compañeros estaban manifestando así que no le quedaba más remedio.