Examen [Simbad]
Publicado: Dom Jul 30, 2017 12:17 am
Corrían tiempos difíciles en Tierra de Partida, y los Caballeros apenas tenían un descanso entre la unión de las Órdenes, la mudanza y la acogida de los supervivientes de Ciudad de Paso. Llevaban meses sin oírse buenas noticias; tantos que parecía que éstas hubieran desaparecido para siempre.
¿O puede que no?
Ariasu arrinconó a Simbad sin previo aviso mientras paseaba. Sonrió —se la veía cansada, con ojeras, pero tenía los ojos brillantes de emoción— y no se lo pensó dos veces antes de soltarle el bombazo.
Puede que Simbad fuera consciente de sus progresos, pero ningún Maestro le había avisado antes de que consideraban su ascenso. Ariasu le citó esa misma tarde en la Sala del Trono (¿para qué esperar?), y le advirtió que debía llevar lápiz y goma. Simbad ya podría intentar tirarle de la lengua, que ni ella ni nadie le revelaría más detalles sobre el examen.
Al final, después de largas horas de expectación, llegó el temible momento.
—¿Nervioso? ¿Entusiasmado? —inquirió Ariasu al verle llegar. Le guiñó un ojo y echó a andar junto a él, acompañándole hasta un solitario pupitre—. Parece que fue ayer cuando te convertí en mi aprendiz, ¿eh? ¡Tan pequeñito y novato! Y ahora mírate. —La mujer suspiró dramáticamente, pero se repuso enseguida—. Te irá bien. Estás preparado, sólo tienes que estar tranquilo y mantenerte fiel a ti mismo. ¡Eso es muy importante! ¡Haz que me sienta muy orgullosa, cielo!
En la sala sólo se encontraba Ryota. El Maestro estaba sentado en el trono, en silencio, y sólo reaccionó cuando Ariasu se dio la vuelta. Taciturno, se puso en pie y miró a Simbad con severidad. Con un gesto, le invitó a tomar asiento. Sostenía una hoja de papel entre las manos.
—El Examen de Maestría consistirá en tres pruebas —explicó sin preámbulos—. Debes superarlas todas para aprobar, y sólo te comunicaremos los resultados cuando termines. Serás supervisado en cada momento, pero está prohibido pedir cualquier tipo de ayuda a nadie, incluida tu Maestra. Estás solo en esto, del mismo modo en que estarás solo a la hora de instruir a tus futuros aprendices y tomar decisiones vitales para la Orden.
Le miró con dureza. Su tono no admitía réplica.
En cuanto Simbad se mostró conforme, Ryota le tendió a Ariasu el papel. Ésta lo leyó con avidez antes de pasárselo a Simbad, con los ojos muy abiertos. Ryota decidió ignorarla y prosiguió:
—La primera prueba es teórica. ¿Has traído el material? —Si el chico había olvidado traer algo con que escribir, Ariasu le prestaría un lápiz y una goma con forma de conejito—. Responde las preguntas planteadas a continuación con sinceridad y buena argumentación. Tienes una hora. No podrás hablar ni preguntar nada durante el examen, así que plantea ahora tus dudas, si tienes alguna.
—¡Ánimo, que son muy fáciles! —cuchicheó Ariasu.
Los dos esperaron con paciencia a que Simbad pudiera leer la prueba y formulara sus preguntas.
Esa era la primera parte de su Examen. ¿Seguro que tenía que contestar a todo con sinceridad? A Ariasu rara vez se le escapaba una, y Ryota... ¿quién sabía cómo reaccionaría si se enteraba de que había mentido? Por otra parte, había preguntas que parecían estar puestas para quedar bien.
Aclaradas las posibles dudas, Ryota volvió a tomar asiento.
—Puedes empezar.
Ariasu se dirigió hacia el otro trono, no sin antes levantar los pulgares a modo de ánimo.
Tenía una hora. Tiempo de sobra para cuatro preguntas.
Un momento, ¿cuatro?
Detrás de una pantalla invisible para Simbad, unas frases aparecieron para la persona que estaba detrás de él. Alguien que siempre le acompañaba, desde el momento en que nació hasta ese preciso instante.
Habían recorrido un largo camino juntos. ¿Cómo iba a ser de otra manera?
¿O puede que no?
Ariasu arrinconó a Simbad sin previo aviso mientras paseaba. Sonrió —se la veía cansada, con ojeras, pero tenía los ojos brillantes de emoción— y no se lo pensó dos veces antes de soltarle el bombazo.
Puede que Simbad fuera consciente de sus progresos, pero ningún Maestro le había avisado antes de que consideraban su ascenso. Ariasu le citó esa misma tarde en la Sala del Trono (¿para qué esperar?), y le advirtió que debía llevar lápiz y goma. Simbad ya podría intentar tirarle de la lengua, que ni ella ni nadie le revelaría más detalles sobre el examen.
Al final, después de largas horas de expectación, llegó el temible momento.
—¿Nervioso? ¿Entusiasmado? —inquirió Ariasu al verle llegar. Le guiñó un ojo y echó a andar junto a él, acompañándole hasta un solitario pupitre—. Parece que fue ayer cuando te convertí en mi aprendiz, ¿eh? ¡Tan pequeñito y novato! Y ahora mírate. —La mujer suspiró dramáticamente, pero se repuso enseguida—. Te irá bien. Estás preparado, sólo tienes que estar tranquilo y mantenerte fiel a ti mismo. ¡Eso es muy importante! ¡Haz que me sienta muy orgullosa, cielo!
En la sala sólo se encontraba Ryota. El Maestro estaba sentado en el trono, en silencio, y sólo reaccionó cuando Ariasu se dio la vuelta. Taciturno, se puso en pie y miró a Simbad con severidad. Con un gesto, le invitó a tomar asiento. Sostenía una hoja de papel entre las manos.
—El Examen de Maestría consistirá en tres pruebas —explicó sin preámbulos—. Debes superarlas todas para aprobar, y sólo te comunicaremos los resultados cuando termines. Serás supervisado en cada momento, pero está prohibido pedir cualquier tipo de ayuda a nadie, incluida tu Maestra. Estás solo en esto, del mismo modo en que estarás solo a la hora de instruir a tus futuros aprendices y tomar decisiones vitales para la Orden.
Le miró con dureza. Su tono no admitía réplica.
En cuanto Simbad se mostró conforme, Ryota le tendió a Ariasu el papel. Ésta lo leyó con avidez antes de pasárselo a Simbad, con los ojos muy abiertos. Ryota decidió ignorarla y prosiguió:
—La primera prueba es teórica. ¿Has traído el material? —Si el chico había olvidado traer algo con que escribir, Ariasu le prestaría un lápiz y una goma con forma de conejito—. Responde las preguntas planteadas a continuación con sinceridad y buena argumentación. Tienes una hora. No podrás hablar ni preguntar nada durante el examen, así que plantea ahora tus dudas, si tienes alguna.
—¡Ánimo, que son muy fáciles! —cuchicheó Ariasu.
Los dos esperaron con paciencia a que Simbad pudiera leer la prueba y formulara sus preguntas.
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Esa era la primera parte de su Examen. ¿Seguro que tenía que contestar a todo con sinceridad? A Ariasu rara vez se le escapaba una, y Ryota... ¿quién sabía cómo reaccionaría si se enteraba de que había mentido? Por otra parte, había preguntas que parecían estar puestas para quedar bien.
Aclaradas las posibles dudas, Ryota volvió a tomar asiento.
—Puedes empezar.
Ariasu se dirigió hacia el otro trono, no sin antes levantar los pulgares a modo de ánimo.
Tenía una hora. Tiempo de sobra para cuatro preguntas.
Un momento, ¿cuatro?
Detrás de una pantalla invisible para Simbad, unas frases aparecieron para la persona que estaba detrás de él. Alguien que siempre le acompañaba, desde el momento en que nació hasta ese preciso instante.
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Habían recorrido un largo camino juntos. ¿Cómo iba a ser de otra manera?
¡Bienvenida a tu Examen de Graduación de Maestría!
No te pongas nerviosa, aquí no hay fechas límite y es un tema como cualquier otro. Llevas roleando mucho tiempo con Simbad, actúa como él lo haría y revisa bien las faltas y los codes de tus posts, que eso sigue contando para la nota.
Esta primera prueba sólo dura una ronda. Las preguntas 1-4 las tiene que responder Simbad on-rol, mientras que de la 5 a la 8 son para ti, off-rol y en un spoiler (fíjate en los otros exámenes, si quieres). No hace falta que me des pruebas sobre la veracidad de las respuestas de Simbad; por poder, puedes mentir, pero tiene que hacerlo Simbad con sus palabras y tú con las tuyas.
Las preguntas que tengáis tanto tú como Simbad me las puedes hacer a mí por privado para aligerar el ritmo, y luego puedes transcribirlas en el post si quieres.
¡Buena suerte! Recuerda que la primera prueba sólo durará una ronda, la segunda se extenderá a varias y la tercera volverá a ser de una ronda.