[Tierra de Partida] Barro, sangre y aliento de dragón

Encuentro entre Fátima y Saito

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[Tierra de Partida] Barro, sangre y aliento de dragón

Notapor H.S Sora » Mar Dic 26, 2017 2:05 am

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Cronología:
Saito: [La Cité des Cloches] Lo que dejamos atrás > Este encuentro
Fátima: [Atlántica] Perdona pero quiero casarme contigo > Este Encuentro


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Aún quedaban horas para la reunión, pero no podía dormir por mucho que lo intentara. Los primeros rayos del Sol se colaban por la ventana de mi habitación en Tierra de Partida, pero no era eso lo que me impedía conciliar el sueño.

Era el dolor, en parte imaginario, que mantenía mi cuerpo entumecido. Recordaba cada golpe del Capitán como si lo estuviera sintiendo en aquel momento y con una claridad alarmante. Al cerrar los ojos, su semblante amenazador acudía con nitidez.

Había jugado conmigo, lo suficiente como para tratar de romperme antes de matarme. ¿Y como me salvé?

Sostuve aquel colgante extraño que había tenido conmigo desde el primer día que había llegado a la Orden, y que descubrí que podía cambiar su imagen de la persona que me acompañaba en la foto de su interior. Podía salir tanto Alice como Louise.

«Louise...»

Dejé el colgante en el cajón de mi mesilla.

Era imposible que hubiera sido ella, no podría tratarse de otra cosa que de un delirio que había tenido, al borde de perder la consciencia como había estado. Pero eso no explicaba cómo conseguí escaparme y aparecer en mi cama.

Al final del enfrentamiento apenas tenía fuerzas para mantenerme en pie. Suspiré, rompiéndome la cabeza todavía más. Tenía que haber sido Alice, que había tomado el control de mi cuerpo para sacarnos de allí. Pero por mucho que tratara de autoconvencerme, no me atrevía a preguntárselo de manera directa.

Miré mi teléfono y volví a mirar la hora y arrugué el ceño con hastío. Todavía tenía tiempo de darme una buena ducha y de intentar maquillar el moretón que tenía a la altura del pómulo izquierdo, el más visible de todos los cardenales que me quedaban. Muy a mi pesar, no lo conseguí.

***


«¿De verdad vamos a hacerlo?»

«Te prometí que lo conseguiría. Este es el primer paso.»

Tras recuperarme de manera parcial de la paliza que me había dado, le mandé un mensaje a Fátima. En él le pedía ayuda para intentar realizar una especie de invocación —similar a la de Ondina, le había dicho— pero en el fondo no tenía muy claro que fuera a serlo.

Tendría que hablarle de Alice, desde luego, pero todo a su tiempo.

Mientras caminaba por los pasillos de Tierra de Partida, me di cuenta de lo frustrante que era aquel castillo. Muy grande y muy colorido, sí, pero después de tantos años viviendo en Bastión Hueco me costaba más de lo que quería admitir orientarme.

Después de vagar durante un rato, perdido, acabé encontrando un Moguri. Por suerte Fátima era una Maestra y no una recién llegada, así que pudo guiarme hasta sus aposentos sin problemas.

Cuando estuve delante de su puerta sentí una punzada de duda. Una vez llamara, no habría vuelta atrás. Si quería su ayuda tendría que acabar respondiendo de manera inevitable a algunas preguntas que ni yo mismo me había planteado del todo.

Golpeé la puerta con los nudillos.

¿Se puede? —pregunté, esperando que no hubiera llegado demasiado pronto—. Soy yo, Saito.

Cuando Fátima me diera permiso, entraría y le daría los buenos días. Estaba nervioso, pero mi corazón latía con una emoción inusual. Temía que fuera a hacerme daño en las costillas, pero no podía calmarme.

Había estado tanto tiempo estudiando e investigando… y ahora por fin tenía la oportunidad de conseguirlo.
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Re: [Tierra de Partida] Barro, sangre y aliento de dragón

Notapor Suzume Mizuno » Mié Dic 27, 2017 12:15 am

Moverse se estaba empezando a volver complicado. Fátima miró el calendario. Cinco meses. Debía estar a punto de venirle un pequeño monstruito, porque no recordaba que a esa edad las mujeres del pueblo tuvieran esa tripa. No quería verlo cuando estuviera de nueve. Al menos todavía no se acaloraba ni sentía ataques de sueño, como le habían dicho que le pasaría. Eso sí, había tenido que encontrar nueva ropa, ligera y amplia —casi una vuelta a los orígenes— que no la apretara demasiado. De momento era una primavera fresca, pero suponía que el verano iba a ser horrible.

Al final Malik se saldría con la suya y tendría que pasar más tiempo en Tierra de Partida que allá donde la necesitaban. Frunció el ceño y terminó de arreglar el escudo, que llamaba con algo de ironía «caparazón», porque le recordaba algo al de una tortuga. Lo reforzaba con magia para que los golpes fueran casi insensibles y rechazaran todo lo posible no solo ataques físicos, sino magia. Era extenuante y le llevaba horas, pero no podía poner en peligro al pequeño o pequeña que estaba ahí dentro.

Por eso, la cita de ese día era importante. No es que fuera más fácil usar magia que pelear cuerpo a cuerpo, pero le permitía un espacio en el que estuviera más o menos protegida. Su última niña, Selene, había sido en especial de apoyo para la batalla y ahora no se podía permitir eso. Necesitaba ataques más versátiles, que le dejaran estar a bastante distancia. Y esperaba que la próxima que iba a nacer pudiera apoyar a las demás chicas… Si es que conseguía invocarlas a todas a la vez.

Sentada en su silla, Fátima murmuraba hechizos mientras Harun respiraba debajo de ella. Su pelo le hacía cosquillas en los tobillos desnudos y sentía su calor con intensidad.

«Tu hermano mayor pronto no cabrá en la habitación.»

Harun no solo era más y más largo, sino ancho. Cuando se acostaba en la cama, los muelles rechinaban. No le había hecho nada de gracia que lo desterrara al suelo y también estaba muy gruñón por el hambre. Ya no podía permitirle cazar solo —confiaba en que después del último castigo no volvería a cazar pajaritos de los niños de abajo pero aun así, a Harun le podían los animales grandes y acababa enfrentándose a ellos. ¿Quizás era la adolescencia?

En cualquier caso, creía que en un año podría montarlo, con suerte.

De pronto Harun levantó la cabeza, con las orejas enhiestas como la de un perrillo, y se retorcieron sus largos bigotes. Miró hacia la puerta. Justo después, llamaron a la misma.

¿Se puede? Soy yo, Saito.

¡Adelante! —Dejó el caparazón sobre la cama y se levantó con un pequeño resoplido. Cuando Saito abrió la puerta, lo saludó con un gesto—. Gracias por venir hasta aquí. ¿Quieres tomar algo?

Fue hasta su escritorio, donde tenía una tetera y un juego de té que le había regalado John. Harun se levantó y olfateó a Saito, sacudiendo la gorda cola, que golpeó una pared. Fátima le chistó y le indicó la ventana con la barbilla, pero Harun resopló y volvió a recostarse bajo la silla.

Ella le dio una taza a Saito y se fijó en las ojeras y lo desmejorado que se encontraba. La verdad es que no había nadie descansado y feliz en Tierra de Partida, con razón, pero se imaginaba que había pasado una o dos noches sin dormir. Y, conociéndole, seguro que le mordía un poquito en el orgullo tener que pedirle ayuda o consejo.

Se sentó con su propia taza y miró sus anillos, azul, gris y blanco. Luego apretó la mano y enfrentó al joven con resolución.

No quiero entretenerte, así que seré directa: puedo ayudarte a conseguir una esencia como Ondina o sus hermanas, pero antes necesito saber para qué la quieres… Y saber si entiendes que es como tener un hijo. Si creas una esencia, es tu responsabilidad, queda ligada a ti para siempre. ¿Quieres a una niña como Ondina o… buscas invocar a alguna criatura?—preguntó, con el ceño ligeramente fruncido.
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Re: [Tierra de Partida] Barro, sangre y aliento de dragón

Notapor H.S Sora » Mié Dic 27, 2017 1:31 am

Gracias por venir hasta aquí. ¿Quieres tomar algo?

Cerré la puerta y asentí. Mientras Fátima se movía hacia su escritorio, aproveché para observar la habitación de la Maestra de Tierra de Partida. A pesar de que para cualquier otro hubiera sido un sitio más del castillo en el que hospedarse, para mí fue como volver a estar en mi antiguo cuarto de Bastión Hueco.

No por la decoración ni los muebles —por Dios, hasta la cama era completamente distinta— si no por esa sensación a hogar que se transpiraba. Aquel santuario privado de Fátima Laforet me hizo pensar en que a pesar de que el tiempo pasaba, yo seguía sin sentirme como en casa.

Y quizá nunca lograría sentirlo, por mucha nostalgia que tuviera ahora mismo.

Me percaté entonces de que la mascota de Fátima se me había acercado para olfatearme. Le dejé hacer, a pesar de que me sorprendió el tamaño que éste iba adquiriendo. No me atreví a acariciarlo sin pedirle permiso a su dueña, incapaz de saber cómo reaccionaría el animal. Sonreí para mis adentros cuando Fátima le hizo retirarse.

En su día me había extrañado más el hecho de que fuera a convertirse en un verdadero dragón que el animal en sí. Pero en vista de lo rápido que iba creciendo, un día no muy lejano la Maestra podría acabar montándolo como si nada para moverse de aquí para allá.

Acepté la taza de buena gana, fijándome en el curioso escudo que tenía sobre la cama.

Quizá me esté repitiendo, pero enhorabuena Fátima. Me alegro mucho por Malik y por ti.

Esperé a que se acomodara, mientras daba un pequeño sorbo a la bebida. El ceño de ella se iba frunciendo mientras hablaba:

No quiero entretenerte, así que seré directa: puedo ayudarte a conseguir una esencia como Ondina o sus hermanas, pero antes necesito saber para qué la quieres… Y saber si entiendes que es como tener un hijo. Si creas una esencia, es tu responsabilidad, queda ligada a ti para siempre. ¿Quieres a una niña como Ondina o… buscas invocar a alguna criatura?

Cogí aire, mientras miraba los anillos que Fátima tenía en las manos. La miré a los ojos, con decisión, callándome por un momento. Era la primera vez que iba a hablarle a alguien de la historia de Alice. Y no iba a ser a Celeste, Saeko o incluso alguno de los Maestros de Bastión Hueco.

De algún modo, eso lo hacía más fácil.

«¿Se lo contarás todo?»

«No lo sé. Tendré que empezar por el principio.»

Te seré sincero. Esto no lo sabe nadie y necesito que me guardes este secreto, al menos por ahora.

Hice una corta pausa, que aproveché para beber.

¿Podrías imaginarte a Ondina todo este tiempo viviendo sin un cuerpo? Sé que la creaste y que está en otro plano, pero imagina que hubieras podido estar escuchándola en tu cabeza todos estos años. Día tras día, sin estar en un cuerpo que le perteneciera.

»Eso es lo que me sucede a mi con Alice desde hace casi 4 años —Miré hacia su tripa— ¿Puedo usar Mareridt? Quiero que la veas, no os hará daño ni a ti ni al bebé.

Si me dejaba, le enseñaría la primera imagen que había tenido de ella. Clavada a fuego en mi mente desde aquella noche en Bastión Hueco.

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Perdió su cuerpo original, pero quedó ligada a mí. Puede verte y oírte —expliqué—. Y nosotros podemos comunicarnos, incluso puede utilizar mi cuerpo si se lo permito. He estado investigando cómo ayudarla desde entonces, sin resultados... O eso pensaba, hasta que te vi con Ondina y sus hermanas.

Sonreí, acabándome el té y dejando la taza sobre la mesa.

No sé si es posible separarla, pero me gustaría intentar darle un cuerpo. Aunque yo no haya decidido que sucediera todo esto, es mi responsabilidad. Alice significa mucho para mí, y me ha apoyado todo este tiempo.

»Es lo menos que puedo hacer por ella. ¿Puedes ayudarnos?

Mi tono era suplicante, ni rastro del orgullo que podría haber mostrado en cualquier otro momento. El Capitán había estado a punto de matarme a mí, pero también había estado a punto de matar a Alice. Estaba convencido de que su búsqueda no cesaría así como así. No podía exponer a Alice, teníamos que estar preparados para cuando volviera.

«Cumple la promesa que me hiciste a mí también.»


Ya era hora de que empezara a pensar en ella.
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Re: [Tierra de Partida] Barro, sangre y aliento de dragón

Notapor Suzume Mizuno » Mié Dic 27, 2017 3:15 am

Muchas gracias—dijo Fátima con una sonrisa sincera. Se acarició el pronunciado vientre en un gesto inconsciente—. La verdad es que me sigue sorprendiendo. No era nada esperado.

Ni remotamente. Todavía recordaba la sensación de milagro cuando comprendió por qué sentía tanto malestar. También la cara de Malik y su creciente horror al saber a los peligros que había expuesto al bebé.

Sí, el pequeño de la familia había venido de forma muy inesperada.

Escuchó a Saito en silencio, con el ceño fruncido pero sin interrumpir. Le dio permiso para usar su habilidad, aunque se cubrió la barriga con cuidado mientras miraba la figura de la joven.

«Alice, ¿eh?»

Es lo menos que puedo hacer por ella. ¿Puedes ayudarnos?

Fátima entrelazó los dedos y los reposó sobre el vientre. Se le pasó por la cabeza preguntar cómo sabía que Alice no era cosa de su mente, pero había visto lo suficiente a lo largo de su vida como para no darle un voto de confianza a Saito. Además, esa imagen era demasiado… real.

Dios, eso tenía que ser renunciar a toda clase de intimidad. Fátima pensó, no sin cierta incomodidad, que había estado con ellos la noche que pasaron en París para dar caza a los Sincorazón.

¿Cómo perdió el cuerpo? ¿Es porque está muerta?—Fátima lo preguntó con delicadeza. Eran cosas que necesitaba saber—. Establecer un alma, un corazón, en otro cuerpo cuando técnicamente ya tiene uno no es imposible. Pero si está muerta… Los fantasmas son complicados. No sé qué clase de cuerpos necesitan o si podría sobrevivir sin ti.—Se retorció un mechón de pelo—. Además, yo no les doy cuerpo a Ondina y sus hermanas. Son esencias, pura magia. Lo que quieres es un recipiente que quede aparte de ti. Eso es entrar en terreno de alquimia, casi hacer un gólem o una marioneta apta para un alma.—Miró a Saito—. ¿Podría hablar con ella? Quizás sería más sencillo así. Saber qué quiere.
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Re: [Tierra de Partida] Barro, sangre y aliento de dragón

Notapor H.S Sora » Mié Dic 27, 2017 5:19 pm

Observé a la Maestra de Tierra de Partida, mientras parecía asimilar todo lo que le estaba explicando. ¿Me tomaría por un loco? Sería lo más lógico. Después de todo me había negado a hablar de ello incluso con los Maestros de Bastión Hueco… pero hasta ese momento, no había existido un verdadero peligro para Alice.

¿Cómo perdió el cuerpo? ¿Es porque está muerta? Establecer un alma, un corazón, en otro cuerpo cuando técnicamente ya tiene uno no es imposible. Pero si está muerta… Los fantasmas son complicados. No sé qué clase de cuerpos necesitan o si podría sobrevivir sin ti. Además, yo no les doy cuerpo a Ondina y sus hermanas. Son esencias, pura magia.

«No puedes hablarle de mi madre.»

«¿Por qué no?»

«Porque podría considerar que hay más experimentos con vida.» argumentó.

«¿Y nosotros no lo consideramos después de lo que ha pasado?»

«Sí. Pero involucrar a terceros no lo va a hacer más sencillo.»

Destruyeron su cuerpo mediante experimentos, pero se conservó su psique, que era lo único que interesaba. Intentaron implantar estas psiques en humanos, para controlar los poderes de la raza de Alice… pero no consiguieron nada más que unirla a mí, quitándole todo lo que tenía.

»Lo único que queda de ella es eso, un alma atrapada.

Lo que quieres es un recipiente que quede aparte de ti. Eso es entrar en terreno de alquimia, casi hacer un gólem o una marioneta apta para un alma. ¿Podría hablar con ella? Quizás sería más sencillo así. Saber qué quiere.

«Recuerda, nos está ayudando de manera desinteresada.»

Claro, un recipiente serviría… —Me quedé en babia un momento—. Ay, perdona, sí. Podéis hablar, faltaría más. —Torcí un momento el gesto—. Puedo hacer que converséis de forma directa mediante Mareridt.

Realicé la habilidad, y dejé que la voz de Alice resonara en la cabeza de la Maestra.

«Hola Fátima, es un placer poder hablar contigo...» La voz le temblaba un poco, se notaba su inseguridad. Era comprensible ya que, hasta ahora, Alice no había hablado con nadie que supiera su historia. Más allá de Elizabeth, claro. «Y muchas gracias por todo esto.»

Esperó un momento para continuar, como si intentara acostumbrarse a hablar con una desconocida.

«No estoy segura de si puedo desvincularme de Saito, pero… me gustaría tener un cuerpo propio.» Suspiró, parecía que había querido decir esas palabras desde hacía años. Me mantuve al margen, sin saber bien qué decir. «Aunque fuera de manera temporal, así además podría ayudarle. Pero adelante, pregúntame lo que quieras.»
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Re: [Tierra de Partida] Barro, sangre y aliento de dragón

Notapor Suzume Mizuno » Mié Dic 27, 2017 5:41 pm

Fátima dio un pequeño respingo cuando escuchó la voz en su mente y Harun alzó las orejas, pero lo tranquilizó acariciándole el morro.

Igualmente, Alice. Siento muchísimo lo que te sucedió—respondió con algo de inseguridad. Era la primera vez que hablaba de esa forma y no estaba segura de si lo haría bien.

«Y muchas gracias por todo esto.»

Todavía no he hecho nada.—No sabía si iba a poder hacerlo y no quería darles esperanzas.


«No estoy segura de si puedo desvincularme de Saito, pero… me gustaría tener un cuerpo propio.» Fátima se dio cuenta de que la voz le vacilaba y que parecía incómoda. ¿Sería por hablar con ella o porque no solía dirigirse a nadie más que a Saito? «Aunque fuera de manera temporal, así además podría ayudarle. Pero adelante, pregúntame lo que quieras.»

Entonces… ¿Estarías dispuesta a un par de intentos? Creo que sé lo que necesitas, fueron unas ideas que descarté… Bueno, por motivos personales. Pero nunca lo he probado y podría llevar su tiempo. Nada nos asegura que pudiera funcionar a la primera.

Había leído mucho mientras investigaba para poder conseguir que su cuerpo fuera femenino de una vez por todas. Había valorado toda clase de teorías, hasta la posibilidad de un cuerpo diferente, aparte, pero era una magia demasiado enrevesada y que no sabía cómo la afectaría.

Pero con Alice hablaban de una persona en un extremo mucho más brutal. Una que ni siquiera tenía cuerpo y solo podía depender del de un hombre. Durante años. Y eso que todo lo que había venido antes…

Fátima luchó contra la sensación de opresión que la embargó de solo imaginarlo y se concentró en las posibilidades. Era la única forma que tenía de ayudar.

Podría haber una forma—dijo—. ¿Sabéis lo que es un gólem? En general están hechos de arcilla o barro, pero podemos conseguir algo más elaborado… Con todo, no sería un cuerpo completamente humano. No hasta que lo haya perfeccionado de aquí a un tiempo. Podría llevarme meses. Pero la apariencia exterior podría estar lista para la primera prueba, donde comprobaríamos si el alma de Alice sería capaz de adecuarse.

Miró a Saito, retorciéndose un mechón de pelo. No podía decirles que no quería arriesgarse. Si ella estuviera en su lugar, por Dios que estaría desesperada porque alguien la ayudara. Pero la inquietaba pensar en toda esa responsabilidad.

Algo le decía que iba a dormir poco esa noche.

«Y eso que aún está por llegar el pequeño… No, no tú», sonrió cuando notó una patadita.
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Re: [Tierra de Partida] Barro, sangre y aliento de dragón

Notapor H.S Sora » Mié Dic 27, 2017 5:45 pm

Entonces… ¿Estarías dispuesta a un par de intentos? Creo que sé lo que necesitas, fueron unas ideas que descarté… Bueno, por motivos personales. Pero nunca lo he probado y podría llevar su tiempo. Nada nos asegura que pudiera funcionar a la primera.

Por supuesto, no esperaba que todo fuera a solucionarse así como así a pesar de que acudiera a Fátima. Tenía claro que necesitaríamos más de un intento, aunque me aterraba la idea de poder hacerle daño a Alice. Ella y Ondina eran criaturas diferentes, según la explicación de la Maestra, y la magia pura como tal no podía sentir dolor… ¿o si?

«Estoy dispuesta a todo lo que haga falta, Fátima.» Estaba decidida, o al menos sonaba como tal. Seguía preocupado por ella, sí, pero no podíamos echarnos atrás. «Aguantaré lo que sea necesario, las veces que sean necesarias.»

Podría haber una forma. ¿Sabéis lo que es un gólem? —Asentí con fervor, entendiendo quizá lo que trataba de sugerir—. En general están hechos de arcilla o barro, pero podemos conseguir algo más elaborado… Con todo, no sería un cuerpo completamente humano. No hasta que lo haya perfeccionado de aquí a un tiempo. Podría llevarme meses. Pero la apariencia exterior podría estar lista para la primera prueba, donde comprobaríamos si el alma de Alice sería capaz de adecuarse.

Cogí aire mientras Fátima esperaba una respuesta. Había venido a hablar con ella para conseguir tener la oportunidad de cumplir la promesa que le había hecho a Elizabeth y a Alice. Y ahora nos había ofrecido un método real. Algo a lo que aferrarnos.

Pero… su alma estaba en juego. ¿Cuáles podían ser los inconvenientes de «jugar» con algo como eso?

«Si con el tiempo puede irse perfeccionando, no me importa lo que suceda al principio.» Aunque seguía hablando con Fátima, sabía que esas palabras iban más dirigidas a mí. Desde luego, no podía impedírselo.

No, no tenía ese derecho.

Si es lo que ella quiere, no puedo negárselo después de tantos años así —Me pasé la mano por el pelo, nervioso—. ¿Qué necesitarías para fabricar el recipiente? Te ayudaré en todo lo que necesites, por supuesto...

»Pero necesito saber algo antes. ¿Sabes si existe algún peligro real para su alma si el cuerpo que fabriquemos la rechaza?

«Los peligros no me importan. Haz lo que tengas que hacer, Fátima.»

Tengo que saberlos si vamos a hacer esto.

Esperé a que la Maestra respondiera y entonces añadí:

¿Cuál es el primer paso?

«Un momento.» interrumpió entonces, con tono alarmado. «¿Podría pasarle algo a Saito con todo esto?»

Y, por primera vez desde que me había propuesto devolverle a ella su cuerpo, me planteé que quizá esos problemas que podía sufrir su alma también podían existir para mí.
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Re: [Tierra de Partida] Barro, sangre y aliento de dragón

Notapor Suzume Mizuno » Mié Dic 27, 2017 5:56 pm

Si es lo que ella quiere, no puedo negárselo después de tantos años así —Fátima arqueó una ceja. Bueno, suponía que tenía algo que decir habiendo sido de alguna forma su cuerpo—. ¿Qué necesitarías para fabricar el recipiente? Te ayudaré en todo lo que necesites, por supuesto...

Para un gólem se necesita barro y arcilla. También necesitaré tintes variados y… Bien, para la primera ocasión no necesitaremos mucho más. La estructura base la construiré yo.

Pero necesito saber algo antes. ¿Sabes si existe algún peligro real para su alma si el cuerpo que fabriquemos la rechaza?

«Los peligros no me importan. Haz lo que tengas que hacer, Fátima.»

Tengo que saberlos si vamos a hacer esto.

Fátima se retorció un mechón de pelo y miró al techo.

Siempre y cuando mantenga el vínculo contigo, debería poder volver sana y salva. Pero no tengo ni idea de qué sucederá a la larga, cuando cortéis el… lazo de dependencia que me imagino que tenéis para unir vuestros corazones en un cuerpo. Los gólems no suelen tener almas ni nada similar, son… objetos móviles. No lo sé, lo siento.

¿Cuál es el primer paso?

Un momento.¿Podría pasarle algo a Saito con todo esto?

Fátima frunció el ceño.

Lo dudo, a menos que… le hayas hecho algo a su alma durante todos estos años, claro.—Les miró fijamente—. Cosa que no creo que haya pasado… ¿verdad?

Esperó a que respondieran y suspiró para sus adentros. Iba a necesitar bastantes libros, aparte de los materiales. Suponía que la montaña donde estaba dejando que el nuevo bebé se alimentara podría ser tan buen sitio como cualquier otro para canalizar la energía que iban a necesitar.

De momento, traedme arcilla y barro. Y tened paciencia, voy a necesitar unos cuantos días para prepararlo todo.—Fátima se levantó para invitarlos a salir (qué extraño se le hacía pensar en dos personas cuando solo veía a una) y tener un poco de intimidad. Tampoco es que dispusiera de muchísimo tiempo, así que mejor empezar cuanto antes—. Gracias por vuestra confianza. Haré lo que esté en mi mano.

Suponía que hablaría con Yami y Nanashi. Se le encogió un poco el corazón al pensar en lo útil que habría resultado poder acudir a Kazuki, pero sacudió la cabeza. No valía la pena mirar atrás, no hasta que estuvieran en paz y en disposición para hacerlo.

Bueno, Harun—dijo en cuanto se quedaron a solas y se acomodó en su silla—. ¿Crees que el aliento de dragón sería el fuego ideal para cocer el barro mágico?

Harun la miró y agitó los bigotes. Fátima sonrió, si bien su gesto se desvaneció al pensar en la historia que le habían contado. Suponía que no había tenido el suficiente tiempo para asimilarla y trató de imaginar lo que sería perder el cuerpo, tener que depender de otra persona. O lo que sentiría el mismo Saito. Le dejó mal sabor de boca, lo que contribuyó a que se levantara en busca de libros.

Tenía trabajo que hacer.

****



Gracias por venir—saludó a Saito y Alice, unos días más tarde. Los había citado al pie de una de las montañas del sur. Harun iba con ella, pegado a su pierna, con calma después de haber estado volando durante un par de horas—. Tenemos que ir a una cueva cercana a la cumbre. Allí lo tengo todo preparado.

»Os recuerdo que todavía no vamos a intentar meter a Alice dentro del gólem, solo a fabricarlo. ¿De acuerdo?
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Re: [Tierra de Partida] Barro, sangre y aliento de dragón

Notapor H.S Sora » Mié Dic 27, 2017 6:01 pm

«Lo dudo, a menos que… le hayas hecho algo a su alma durante todos estos años, claro»


En su momento le había dicho que no, que no habíamos tocado mi alma intentando hacer alguna clase de locura por separarnos. Era lo mejor para todos. Pero en mi interior dudaba, recordando la explicación de Elizabeth años atrás: un Ente devoraba, imponiéndose a la psique humana, o era asimilado por el humano.

Nunca había pasado que sujeto y Ente convivieran, no por cómo había hablado ella.

Y aunque había insistido en que Alice no había tocado mi psique, yo no estaba del todo seguro. Era demasiada casualidad, y sumado a los recuerdos que había tenido en el Castillo del Olvido…

¿Qué éramos Alice y yo entonces?

Aproveché esa misma mañana después de salir de la habitación de Fátima —y de agradecerle de nuevo lo que estaba haciendo por nosotros— para traerle a mitad de la tarde de aquel día el material a la Maestra de Tierra de Partida: el barro, la arcilla e incluso los tintes variados que había mencionado. No pretendía meterle prisa, pero tampoco quería quedarme estancado pensando en todo aquello.

«¿Crees que si que puede existir alguna clase de riesgo para tu alma?» La voz de Alice sonaba más preocupada que antes. Seguramente habría tenido tiempo de pensar y llegar a las mismas conclusiones que yo.

«Fátima sabe lo que se hace y no tendría que existir riesgo alguno, eso ya lo sabes.» Le mentí. ¿Por qué motivo? Sencillo: de haberle confirmado alguna clase de sospecha por mi parte, se habría cerrado en banda a intentarlo.

Y no pensaba dejar que perdiera esta ocasión.

Pasaron unos días hasta recibir el mensaje de Fátima. Había intentado no pensar en ello, limitándome a realizar cualquier cosa que me mantuviera distraído. Alice tampoco había querido hablar mucho del tema. Me llevé una mochila con todos los objetos mágicos que pudiéramos necesitar.

Y sin saber muy bien con qué nos acabaríamos encontrando, salí en dirección a las coordenadas que la Maestra nos había dejado.

«¿Estás nerviosa?»

«Un poco, la verdad.» A pesar de eso, se notaba lo emocionada que estaba.

****


Gracias por venir. Tenemos que ir a una cueva cercana a la cumbre. Allí lo tengo todo preparado.

»Os recuerdo que todavía no vamos a intentar meter a Alice dentro del gólem, solo a fabricarlo. ¿De acuerdo?

Entendido.

Seguimos a Fátima a través de la montaña. Procuraba no ir demasiado acelerado, para que no tuviera que hacer ningún sobresfuerzo en su estado. A medida que íbamos cogiendo altitud, una pregunta se iba formulando en mi cabeza.

¿Cómo diste con este sitio? —pregunté con tal de romper el hielo, cuando al fin nos confirmó que habíamos llegado—. ¿En algún paseo con Harun?

Miré a la criatura, pegado a las piernas de la Maestra mientras nos movíamos.

«Un dragón, ¿eh?»

No sabía mucho sobre ellos, pero sabía que eran criaturas excepcionales. Entendí entonces, que me escamaba no saber de dónde lo había sacado. Hurgué en mi mochila hasta encontrar una linterna, y se la tendí a Fátima para que nos guiara por el interior de la cueva.

Ahora que lo pienso, ¿cómo os conocisteis Harun y tú?

Hablar con ella ahora era, quizá, lo que más me ayudara a paliar con los nervios y el miedo que empezaba a inundar mi cuerpo.
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Re: [Tierra de Partida] Barro, sangre y aliento de dragón

Notapor Suzume Mizuno » Mié Dic 27, 2017 6:04 pm

Podría decirse. Lo busqué para encontrar un sitio cercano al cielo. La creación de esencias exige los elementos de los que nacen ellas. Para Ondina tuve que ir a Islas del Destino, cerca del mar. Con Celsius me tocó ir a las cumbres de China. Selene fue complicada, porque necesitaba agua e influencia lunar, así que la iba cambiando de sitio según fuera de día o de noche. Ahora este señor que va a nacer necesita rayos. Y por aquí se electrifica todo cuando hay tormentas.—Cosa, que, por suerte, solía pasar durante la primavera—. Así que lo buscamos, más bien. Pensé que al gólem le vendría bien influencia mágica. Por eso los he dejado en el mismo sitio.

Y para no tener que viajar de un lado a otro. Los paseos le venían bien, desde luego, pero al final resultaba agobiante no parar ni un segundo. Y a veces solo quería sentarse media hora a leer un libro. Ya no lo hacía, ni tampoco tocaba el violín, pero en fin.

Aceptó la linterna de Saito e iluminó la cueva, aunque no sería necesario por mucho tiempo.

Ahora que lo pienso, ¿cómo os conocisteis Harun y tú?

Ah. Lo encontré en China. Unos cazadores acabaron con sus padres y solo quedaba su huevo en el nido. No podíamos dejarlo solo, así que como me vio a mi la primera al romper el cascarón…—Rascó a Harun detrás de las orejas y este ronroneó. Intentó no pensar en Kousen y Nadhia y sonrió al recordar lo tonta que estaba con Malik. Si le hubieran dicho que acabarían casados, no habría habido ser en todos los mundos capaz de convencerla de que no la estaban tomando el pelo—. Ya estamos, mirad.

Apagó la linterna y se la devolvió a Saito. No estaban muy lejos de la entrada de la cueva, pero sí lo suficiente para que los círculos mágicos que había dibujado en papeles distribuidos por el suelo —y algunos también en la tierra que ella misma había apisonado—. En el centro de uno de ellos un anillo dorado resplandecía y diminutos hilos se escapaban de su centro y bordes. Chocaban con el cristal en el que lo había encerrado Fátima y casi lo acariciaban como buscando una salida. Asintió, satisfecha, para sí misma. En unos días estaría listo.

Señaló entonces hacia la tierra apisonada y con varios círculos concéntricos, con runas y figuras geométricas salpicadas. En su centro había una especie de figura de barro, de tamaño humano.

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¿Preparado? Luego te daré un cordero entero como recompensa—le dijo a Harun, palmeándole el cuello—. Dentro está el cuerpo, pero todavía no está listo. Necesitamos unos últimos ingredientes. Había pensado en darle mi sangre, Alice, pero no pretendo imponerte una conexión conmigo. Lo ideal sería que Saito diera unas gotas. Así se rebajaría la posibilidad de rechazo del gólem y tu alma quizás lo relacione con el cuerpo de Saito.

»Claro que es decisión vuestra.
—Sacó su tessen y mostró una de sus afiladas hojas—. En cualquier caso, necesitamos sangre. Luego, Harun cocerá el gólem y lo dejaremos así un día. Mañana el cuerpo debería estar más o menos listo para hacer una prueba.

Se arrodilló al lado el muñeco de barro y esperó.
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Re: [Tierra de Partida] Barro, sangre y aliento de dragón

Notapor H.S Sora » Mié Dic 27, 2017 6:07 pm

Asentí ante las explicaciones de Fátima, tratando de tomar nota mental de todo lo que estaba relacionado con las esencias y la influencia mágica de la que se rodeaban éstas. Aunque lo que íbamos a hacer con Alice no era lo mismo… venía bien tener toda la información posible para saber con qué podíamos tener que lidiar.

Sonreí para mis adentros. Ya eran cuatro esencias, Harun, Malik, Fátima y el futuro retoño que no iba a tardar demasiado en llegar. A pesar de la «tragedia» que muchos estaban viviendo en ese momento, se las habían apañado para formar una familia.

Era de las mejores noticias que teníamos últimamente en Tierra de Partida.

Ah. Lo encontré en China. Unos cazadores acabaron con sus padres y solo quedaba su huevo en el nido. No podíamos dejarlo solo, así que como me vio a mi la primera al romper el cascarón…

Lo siento. —Miré al pobre animal. De no haber sido por la Maestra de Tierra de Partida, su destino podría haber sido fatal—. Al menos ha encontrado a una buena madre...

Ya estamos, mirad.

Miré los círculos que había dibujados un poco más allá, en distintos papeles distribuidos con un peculiar orden que no llegaba a comprender. Tenía que ser parte del «ritual de las esencias» o lo que fuere que era necesario para irlas evocando. Lo que sí reconocí fue un anillo, como los que Fátima ya tenía, sólo que este era dorado y resplandecía por cuenta propia.

Era un espectáculo mágico en toda regla. Por un momento, me pareció poder sentir toda la corriente de poder que el anillo parecía estar formando en si mismo.

E-es impresionante —admití, intentando captar cada detalle que ocurría en aquella cueva.

Seguí las indicaciones de Fátima y me acerqué con precaución a la zona. La tierra estaba toda rodeada de distintos círculos con runas y figuras que no se asimilaban demasiado a las que acabábamos de ver para la esencia de la Maestra.

«¿Será esto la alquimia?»

«No estoy segura… pero mira eso.»

En el centro de todo, había una especie de figura construida con barro. En el primer vistazo que le eché me recordó de manera inevitable a un ataúd, e incluso a un cascarón. Miré a Fátima, con genuina curiosidad por ver qué era lo que teníamos que hacer ahora.

Teniendo en mente que, por ahora, solo fabricaríamos el recipiente para Alice, costaba creer que todo estuviera avanzando tan rápido en apenas unos días. No pude evitar preguntarme si podría haberla ayudado mucho antes, en lugar de intentarlo todo por mi cuenta.

Dentro está el cuerpo, pero todavía no está listo. —señaló—. Necesitamos unos últimos ingredientes. Había pensado en darle mi sangre, Alice, pero no pretendo imponerte una conexión conmigo. Lo ideal sería que Saito diera unas gotas. Así se rebajaría la posibilidad de rechazo del gólem y tu alma quizás lo relacione con el cuerpo de Saito.

»Claro que es decisión vuestra.
—Sacó un arma similar a un abanico gigante, y dejó entrever una de las hojas de éste. Eran tan afiladas como el filo de cualquier otra arma—. En cualquier caso, necesitamos sangre. Luego, Harun cocerá el gólem y lo dejaremos así un día. Mañana el cuerpo debería estar más o menos listo para hacer una prueba.

Mientras Fátima se arrodillaba al lado del «cascarón», tragué saliva. De haber estado presente Alice, de manera corpórea, habría intercambiado una mirada de duda con ella.

«¿Estás seguro de esto? La sangre podría darla Fátima...» Su voz se cortó en un pequeño hilo. ¿Por qué había tardado tanto tiempo en hacer todo esto?

«No, ella ya está haciendo suficiente por nosotros.»

Quiero hacerlo yo. —Me acerqué a la Maestra y a la hoja que mostraba. Sonreí—. Quizá esto incluso sirva para reforzar ese vínculo y que haya menos peligro.

Acerqué la palma de la mano y me realicé un corte, vertiendo la sangre en el lugar exacto que Fátima me indicara. Empleé la habilidad para que Alice pudiera hablar con ella de nuevo mientras me apartaba para que Harun pudiera utilizar su fuego.

¿Hay algo más que podamos hacer ahora?

«Gracias por darte tanta prisa en actuar, Fátima.» Tenía un nudo en la garganta, y yo también. «No sabes lo mucho que significa para nosotros todo esto.»

Me quedé mirando a la Maestra, a la espera de nuevas instrucciones. Por algún motivo, por mucho que nuestros puntos de vista sobre ciertas cosas fueran tan distintos, había aceptado la existencia de mi compañera sin recelar. A pesar de estar seguro que tendría más preguntas al respecto, había guardado silencio.

Recordé lo mucho que había llovido desde aquella noche que pasamos en Notre Dame. Quién nos hubiera visto entonces, y quién nos viera ahora.
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Re: [Tierra de Partida] Barro, sangre y aliento de dragón

Notapor Suzume Mizuno » Mié Dic 27, 2017 6:15 pm

«Gracias por darte tanta prisa en actuar, Fátima.» «No sabes lo mucho que significa para nosotros todo esto.»

Fátima sonrió a Saito, bueno, a Alice, con algo de tristeza.

Desde luego no he estado en vuestra situación, pero creo que puedo empatizar un poco con… el sentimiento. No hay gracias que dar. Solo esperemos que salga bien.

Comprobó que la sangre se filtraba bien y asintió para sí misma. Cuando se empezó a secar la parte superior se echó a un lado y les indicó lo mismo a los otros dos. Había puesto carbón debajo del barro, así que cuando Harun empezó a soplar fuego, rodeando el contenedor, las llamas se inflamaron con rapidez.

Déjame que te cure.—Se ocupó de la mano de Saito y luego fue a un rincón, donde había traído unas tazas, botellas de agua y bolsitas de té. Preparó uno para los dos y luego se acomodó sobre unos cojines que guardaba en cajas, no muy lejos de sus instrumentos de medición y los ingredientes que había usado para el gólem. Sonrió a Saito y le ofreció otro cojín—. Paso muchas horas aquí, vigilando que todo salga bien. Bien, aquí no tenemos mucho más que hacer pero, mientras tanto, voy a daros una cosa.—Se sacó un collar del bolsillo. Tenía un camafeo vacío—. Los gólem se mueven sobre todo gracias a unas instrucciones que se les mete con un papiro. En este caso, no se le puede imponer una voluntad porque queremos que entre el alma de Alice. Por eso creo que deberíamos probar con este colgante para afirmar la voluntad de Alice sobre el cuerpo. Dentro deberíais poner un algo importante para ti, Alice. Algo a lo que hayas cogido cariño o que te sea útil y no muy grande. O, si tienes un refrán por ejemplo, se puede escribir y guardar en su interior. Es algo psicológico, pero con ciertos hechizos funcionará como una atadura mágica.

»Hoy tendréis que dormir con ello para ir iniciando el vínculo.
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Re: [Tierra de Partida] Barro, sangre y aliento de dragón

Notapor H.S Sora » Mié Dic 27, 2017 6:22 pm

Nos apartamos mientras que Harun utilizaba su fuego contra el contenedor, que pronto acabó cubierto por las llamas de las criaturas. Mientras admiraba el espectáculo, Fátima se encargó de mi herida con rapidez y se movió hasta un rincón de la cueva.

Me sorprendió ver que tenía un pequeño kit de supervivencia ahí dentro, además de los instrumentos para el gólem: bebida, con tazas para el té incluidas, e incluso cojines para acomodarse. Me ofreció uno de éstos, después de sentarse.

Paso muchas horas aquí, vigilando que todo salga bien. —explicó con calma. Tenía sentido, no quería ni pensar en lo que podía pasar si alguno de los elementos puros se descontrolaba y no había nadie para arreglarlo— Bien, aquí no tenemos mucho más que hacer pero, mientras tanto, voy a daros una cosa.

Cogí el collar que la Maestra de Tierra de Partida me tendió. Me quedé un momento mirándolo, confuso. Parecía tener un espacio dentro en el que poner algo.

«Es muy bonito.»

¿Y esto?

Los gólem se mueven sobre todo gracias a unas instrucciones que se les mete con un papiro. En este caso, no se le puede imponer una voluntad porque queremos que entre el alma de Alice. Por eso creo que deberíamos probar con este colgante para afirmar la voluntad de Alice sobre el cuerpo. Dentro deberíais poner un algo importante para ti, Alice. Algo a lo que hayas cogido cariño o que te sea útil y no muy grande. O, si tienes un refrán por ejemplo, se puede escribir y guardar en su interior. Es algo psicológico, pero con ciertos hechizos funcionará como una atadura mágica.

»Hoy tendréis que dormir con ello para ir iniciando el vínculo.


«Algo importante para mi...» Alice no parecía muy convencida. Después de todos aquellos años, no había podido tener ningún objeto que fuera propio como tal. ¿Qué elegiría entonces?

«No tienes por qué pensarlo ahora. Hasta que nos vayamos a dormir, tienes tiempo de sobra. Pero necesitas encontrarlo tú, sin ayuda ni consejo de nadie.»

Acepté la bebida de Fátima de buen agrado mientras guardaba el camafeo y me quedé con la mirada fija en el fuego que lo estaba envolviendo todo.

No tiene muy claro que meter dentro —remarqué, tamborileando con los dedos el suelo del lugar—. Pero para esta noche lo tendremos todo listo.

Me quedé en silencio, disfrutando del calor que empañaba la cueva gracias al aliento de Harun. Podía resultar algo agobiante, pero un buen baño después me dejaría como nuevo.

¿Entonces volvemos a vernos mañana en el mismo lugar? —añadí, al final. Si bien me había quedado bastante claro el recorrido, tenía miedo de acabar metido en otra cueva y hacerla esperar más de la cuenta—. Hasta mañana Fátima.

«Hasta mañana.»

***


Acababa de subir a mi habitación en Tierra de Partida, después de cenar. Alice llevaba todo aquel tiempo sin hablarme, y empezaba a pensar en que quizá le costaría más de lo que imaginaba encontrar aquello que fuera importante para ella.

Dejé el camafeo sobre el escritorio, y me tumbé en la cama.

«¿Has pensado algo?» Hablé en un hilo de voz, inseguro de si me respondería o de si estaría meditando al respecto.

Tras cinco minutos de incertidumbre, Alice se manifestó.

«Creo que sí. ¿Podrías invocar la guadaña?» Me alivió escucharla, aunque podía notar como su tono vacilaba.

Me reincorporé, algo aturdido y accedí. Sostuve el arma y, en aquel momento, recordé con nostalgia el día en el que llegó a mis manos. En cómo me había reencontrado con ella, en cómo había cambiado mi vida a partir de entonces.

«¿Ves el cascabel?» Lo busqué algo extrañado, ya que no recordaba que la guadaña tuviera algo como eso. «Al final del arma.»

Lo acaricié con suavidad, el tintineo fue casi inaudible.

«Quiero que sea lo que pongas en el camafeo.»

Me las ingenié para retirarlo sin demasiada brusquedad y me acerqué al recipiente, vacío hasta el momento. Introduje el cascabel sin problemas al ser pequeño. Me puse el colgante en el cuello y volví a la cama dispuesto a dormir.

«¿Puedo preguntarte por qué lo has elegido? Tienes aquello que Elizabeth...»

«Lo sé, lo sé.» Interrumpió con calma. «Pero quería algo que además de ser mío, me recordara lo que hemos pasado juntos.»

Una lágrima resbaló por mi mejilla. ¿Mía o suya? Ya no importaba.
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Re: [Tierra de Partida] Barro, sangre y aliento de dragón

Notapor Suzume Mizuno » Mié Dic 27, 2017 6:37 pm

Cuando regresaron al día siguiente, Fátima estaba cansada. Había dormido mal; la criaturita no había dejado de dar patadas y tenía un poco de náuseas. Nada que algo de medicina no pudiera arreglar, pero no consiguió quitarle la sensación de pesadez de encima. Aun así, recorrió el camino hasta la montaña a pie. Si no podía hacer esto cuando ni se acercaba a los nueve meses, tendría que claudicar y reconocer que Malik tenía razón. Pero su madre había aguantado ocho embarazos y no había dejado de trabajar en el campo excepto cuando llegaba la hora de dar a luz. ¡No iba a ser menos!

Con todo, en cuanto llegaron a la cueva se apresuró a sentarse y reprimió un pequeño suspiro de alivio. Cosas así hacían que respetara todavía más a su madre. ¡Ocho!

Dejadme ver el camafeo, por favor.

En realidad debería haber ido a comprobar primero el cuerpo, pero le molestaban un poquito los tobillos —¿sería retención de líquidos?— y quería esperar a reponerse un poco. Estudió, sin abrirlo, el colgante. Lo había llenado en su interior de pequeños engranajes con forma de círculos mágicos. No podía decir si tendría éxito pero, al menos, no percibía ninguna energía negativa.

Asintió con la cabeza.

¿Preparados?

Tendió la mano a Saito para que la ayudara a ponerse en pie y luego invocó su guadaña. Manteniendo una distancia prudencial, por si saltaba algún fragmento, se acercó al capullo de cerámica cocida, cogió impulso, y golpeó.

No hizo falta insistir mucho antes de que la estructura comenzara a venirse abajo y dejara a la vista el cuerpo de una mujer. Dio un respingo y miró a Saito. Con un gesto le indicó que se diera la vuelta. Harun se acercó y, con la boca, la ayudó a retirar los fragmentos más grandes. Al final, Fátima extrajo el cuerpo. Era ligero, mucho más que el de un humano, pero ya lo mejorarían con el tiempo. Se quedó bastante satisfecha con el aspecto. Podría haber sido más realista, desde luego, pero daba el pego y no parecía como tal una marioneta ni tampoco un gólem de barro, por mucho que el color fuera anormalmente blanco.

Lo llevó hasta un rincón, donde sacó de su mochila una túnica simple para cubrirla con ella. Le costó meter los brazos, si bien se lo tomó con humor. Suponía que valdría como práctica para cuando viniera el bebé. Cuando hubo terminado carraspeó y se apartó para que pudieran verla. Entre tanto, sacó unos papeles de la mochila y los desplegó hasta que alcanzaron un metro de extensión. Servirían como nuevos círculos y le ahorrarían pasar media hora arrastrándose por el suelo. Mientras Saito y Alice inspeccionaban el cuerpo, ella extendió el papel en un trozo de suelo despejado. Echó un vistazo a su anillo y sonrió con satisfacción. No creía que tardara mucho en llegar el nuevo integrante de la familia.

Ponle el camafeo, Saito, y luego tráela hasta aquí.—Cuando lo hubo hecho, Fátima se masajeó un poco los riñones y luego los miró con gravedad—. Pues empezamos en cuanto estéis listos.
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Re: [Tierra de Partida] Barro, sangre y aliento de dragón

Notapor H.S Sora » Mié Dic 27, 2017 6:48 pm

Encontré a Fátima esperando en el mismo sitio del el día anterior. Pero, por algún motivo, veía algo raro en la Maestra de Tierra de Partida. Quizá fueran imaginaciones mías, pero no parecía tener la misma vitalidad. Con todo, no le comenté nada, suponía que podría tratarse de algo relacionado con el embarazo.

El ritmo calmado que tomamos hasta llegar a la cueva me lo confirmó. A pesar de que mantuvimos una escasa conversación —nada relevante ni relacionado con el ritual— el camino me dio bastante que pensar.

Fátima era la primera Maestra, y mujer de la Orden, a decir verdad, que veía embarazada. Y seguía al pie del cañón. No estaba al tanto de todo lo que hacía, pero sabía que no había cesado en sus obligaciones. Y aquello me hizo reflexionar acerca de cómo mi respeto por la Maestra había ido en aumento con el paso del tiempo.

Ya lo había pensado el día de nuestra misión en París. Se necesitaban más personas como ella para que los Caballeros de la Llave Espada volviéramos a ser lo que habíamos sido en el pasado. Actitudes como la suya, y no como la de todos aquellos que habían desertado a las primeras de cambio.

La sangre me ardía solo de recordarlo, porque en muchos casos no se trataba de simples Aprendices novatos. ¿No eran conscientes de lo que estaba en juego? ¿De lo que su marcha implicaba? Parecía que no. Y si lo eran, les daba igual.

Dejadme ver el camafeo, por favor.

Me lo quité del cuello y se lo tendí. Parecía estar examinándolo, o asegurándose de que todo siguiera bien. Los nervios afloraron entonces, consciente de lo que estábamos a punto de hacer. Me lo devolvió y añadió:

¿Preparados?

Asentí y la ayudé a levantarse para que luego invocara su guadaña.

¿Segura que no quieres que te ayude?

Pero la Maestra ya había cogido impulso, y golpeó con el arma el protector del recipiente para Alice. Éste cedió, dejando al descubierto el cuerpo de una mujer en su interior. Me giré entonces, comprendiendo con algo de vergüenza el por qué de la señal que me acababa de hacer Fátima.

«¿Has podido verla bien?» Le pregunté a Alice, consciente de que a fin de cuentas la opinión que contaba era la suya.

«No demasiado.» admitió. «Pero he podido fijarme en su rostro y es... preciosa.» Su voz sonaba rota, por la alegría del momento. «¿Crees que saldrá bien?»

«Estoy seguro de ello.»

Cuando Fátima acabó los preparativos, carraspeó y nos dejó verla. La figura estaba cubierta por una túnica, que a simple vista me recordó al hábito religioso de las monjas. Abarcaba el cuerpo e impedía que se viera bien la cara. Lo único que se hacía raro era la palidez que se dejaba entrever en las partes que la ropa no llegaba a tapar.

Estiré un brazo, inconscientemente, y acaricié su rostro. Era frío, pero mantenía una parte del calor por haberse cocido con el fuego de Harun. Los ojos estaban cerrados, en un descanso temporal hasta que lo vinculáramos al alma de Alice.

«Haz que pueda oírme, por favor.» Empleé Mareridt de nuevo, para que la Maestra de Tierra de Partida pudiera estar pendiente de la conversación «Es perfecta. Es todo lo que podría pedir… gracias.»

Al darme la vuelta, me encontré con que Fátima había seguido trabajando. Había esparcido por el suelo una especie de pergaminos, en los que distinguía símbolos mágicos como los que habría tenido que usar para la creación del gólem. Dos círculos separados destacaban, uno frente a otro.

Ponle el camafeo, Saito, y luego tráela hasta aquí.

Cogí el colgante y con cuidado —tenía la extraña sensación de que un movimiento brusco la rompería, aunque sabía que era absurdo— lo pasé por su cuello. La cargué entonces sin dificultad, era aún más liviana de lo que aparentaba, y la dejé sobre el círculo más cercano. Necesité un momento para conseguir que se mantuviera en pie por si misma. Lo logré, a pesar de lo que me temblaron las manos en ese momento.

También me flaquearon las piernas, pero me mantuve firme hasta llegar al otro símbolo mágico.

Pues empezamos en cuanto estéis listos.

«Estoy preparada.»

Yo también.

Fátima dijo algo, una especie de mantra o de hechizo de vinculación, pero a medida que las palabras salieron de su boca me vi incapaz de centrarme en ella. Como si hubieran estado unidos todo aquel tiempo, un resplandor oscuro se expandió con finos hilos desde las marcas de mi círculo hasta que envolvió al cuerpo de barro.

La temperatura de la cueva descendió de golpe, y un sudor frío me empapó de arriba a abajo. Empecé a temblar, y busqué a la Maestra con la mirada. Era incapaz de focalizar su rostro, como si estuviera realmente lejos.

Quise salir del círculo, pero un remolino de voces taladró mi cabeza en ese momento. Confusas, se mezclaban idiomas que conocía y otros que me eran del todo extraños. Hablaban cada vez más alto, mientras mi corazón palpitaba con fuerza, cada vez más rápido. Dolía.

Caí al suelo de rodillas, exhausto. Sentía la magia tirando de lo más hondo de mí, como una mano invisible que me hubiera abierto un boquete en el pecho y estuviera rebuscando con afiladas garras. Mi cuerpo se estremeció. Tenía un nudo en la garganta, y no podía aguantar más.

Iba a morir. Las voces hicieron mutis a la vez, relajándose.

«A̴̱̰͎͍͚̗͝͠l̶͎̜̳i̢̜̗̤̖͝c̴̪͓e̵̡͍͍̹͎»


Mi llamada me sonó extraña y confusa. Incapaz de comprender el por qué alcé la vista, obnubilado, y me topé con que todo estaba a oscuras. Todo a excepción de ella.

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Entreví sus ojos cuando se acercó, del mismo color morado que Alice los tenía. Esbocé una débil sonrisa cuando oí su voz, llamándome a gritos. Para ese entonces, todo mi alrededor daba vueltas y acabé perdiendo la consciencia.
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