Spoiler: Mostrar
Los padres de Ivan le habían prometido que el Maestro, con el que se habían puesto en contacto para que se encargara de su educación, llegaría pronto. Pero, ¿cuánto es pronto? Unas horas, unos días, unas semanas… ¿Cuánto podía tardar un Maestro en mover su culo y hacer el viajecito?
El tiempo pasaba y no llegaba. Sus padres tampoco sabían nada de él, pero habían alimentado a su hijo con tanta información sobre los portadores y la legendaria arma que empuñaban que, casi parecía ya un cuento absurdo, inventado por sus progenitores para que se portase bien. Si les funcionaba o no, eso ya era cosa de Ivan.
Y Ciudad de Paso amaneció otro día con su monotonía habitual.
Nada más despuntar el alba, el padre de Ivan le encargó ir a hacer unos cuantos recados, visto que pasaría otro día sin nada mejor que hacer, ni ningún amigo con el que salir. Primero, tendría que ir a la tienda de comestibles a hacer la compra; luego, a la de accesorios para recoger el collar de su madre (que se había roto la semana anterior); y, por último, a la orfebrería, a por el arma de su padre. Por supuesto, antes de salir, le recordó que no se acercara al resto de Distritos, y que se quedara en todo momento en el uno. Los sincorazón acechaban y su seguridad era lo primero.
Sí, sin duda, iba a ser otro día aburrido.