[Prólogo] La victoria sabe a ambrosía

[Zee]

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Prólogo de Axelpower

Pese a que se trataba de un rumor más de los que la gente tanto hablaba, aquella noticia no podía ser más sino cierta. Los torneos, pese a ser bastante frecuentes, eran de lo más respetado en el Coliseo. Y cualquiera que no quisiese ganarse un castigo por parte de los dioses del Olimpo bien podría tomarse aquellos tradicionales espectáculos como algo serio. Después de todo, se decía que los inmortales disfrutaban al ver a sus (no tan) magníficas creaciones ofreciéndoles tal entretenimiento.

Por eso, después de escuchar a la gente de Tebas hablar sobre ello, Axel estaba seguro de que una vez más un torneo se aproximaba. Una oportunidad más para brillar, si se trataba de él. Tendría que esperar a un anuncio oficial por parte del organizador, pero ya podía duplicar sus series de planchas y abdominales para prepararse como era debido. Tendría que alimentarse con bastantes proteínas y evitar holgazanear.

En realidad, tenía que prepararse como nunca. Porque esta vez, se lo había prometido, incluso Zeus le aclamaría.

[Axelpower]

Tras enterarme del rumor de la cercanía de un torneo, decidí que esa mañana iba a tomármela en serio. Cualquier instante valía su peso en oro si de mejorar se trataba.

-Hoy voy a tener que aumentar un poco la intensidad del entrenamiento -pensé en voz alta- Hace demasiado tiempo que no se organiza un torneo, y temo que la falta de acción ha hecho que me descuide un poco.

Lo primero, era avisar a mis compañeros de que estos días no podía ayudarles a entrenar. A pesar de que en ese momento nos encontrábamos en el punto álgido del plan de entrenamiento que entre todos montamos, yo necesitaba esforzarme incluso más de lo que había planeado. Y en ocasiones así, el hecho de rebajar mi nivel para igualarme a los demás no conseguiría más que hacerme perder los días.


Me puse mi equipo de entrenamiento y me dirigí al centro de la ciudad, donde siempre iniciábamos la rutina diaria. Hice los primeros pasos a un ritmo suave, para ayudar a mis músculos a entrar en calor y evitarme problemas futuros, y fui aumentando de forma progresiva, sintiendo el esfuerzo y el poder que conseguía así cada músculo de mi cuerpo. Pocas sensaciones habían más placenteras que esa.



Me decidí a pasar por la puerta del Coliseo a observar las dos majestuosas estatuas que la adornaban. Las miré con admiración y fervor, deseando estar algún día en su lugar y llegar a igualar, o incluso superar, el poder de los dos guerreros a los que representaban. Me acerqué y pasé mi mano sobre ellas con respeto, encomendándome a los Dioses para el próximo torneo.


Cuando me disponía a abandonar el recinto, vi que estaba ya colgado el cartel con algunos de los participantes. Me acerqué a leerlo con la esperanza de encontrar a algunos de los rivales a los que tantas ganas tenía de derrotar, aquellos que me habían derrotado o ocasionado más problemas en competiciones anteriores, para que comprobasen que yo era el más fuerte del lugar. Pero para mi sorpresa, desconocía el nombre de la mayoría de guerreros apuntados. Eran nombres que en mi vida había escuchado, y que no tenían pinta de ser de Tebas o los alrededores. Además, no aparecían inscritos los de ganadores o finalistas de anteriores ediciones. Repleto de curiosidad, me dirigí hacia el interior del Coliseo, con la esperanza de encontrar a alguien que me explicara quiénes eran esos desconocidos y que ocurría con los guerreros importantes. Me acerqué al gran portón, y lo observé de arriba abajo. Nunca me cansaba de admirar su enorme majestuosidad. Tras llamar a la puerta, entré en busca de quien pudiera ayudarme.


-¿Hola? ¿Hay alguien ahí? -Pregunté mientras entraba, antes de poder siquiera observar el interior

[Zee]

Aquella estancia era bastante pequeña, incluso cuando debía tratarse de la entrada principal. Pequeña, comparado con la puerta que tenía detrás. En realidad, era tan pequeña que apenas una docena o poco más de personas podría caber dentro; y eso si se les apretaba como sardinas en una lata. Como siempre, aquel pasillo (por que eso es lo que era, más que una recepción de cualquier tipo) se veía iluminado por algunas antorchas y por los reflejos que las decenas de trofeos exhibidos disparaban contra las paredes.

Frente a Axel, medio sátiro apareció de pronto. O al menos eso pensó en un principio, aunque poco después notó que su parte baja había estado oculta, al igual que la de arriba, bajo un pergamino de gran tamaño y había estado forcejeando para salir de aquella extraña prisión; algo que, debido a su escaso tamaño y a lo torpe que podía ser con sus extremidades, no resultaba tan fácil. El chico dejó escapar una leve risita ante lo cómico de la situación.

—¿Eh? ¿Quién anda allí? —preguntó la criatura, girándose en todas direcciones, incluso cuando el pergamino le impedía ver algo—. Eh, quienquiera que seas, sé un buen chico y ayúdame a salir de aquí, ¿quieres? —pidió, para luego añadir en voz baja, como hablando consigo mismo—. Oh, estos estúpidos cuernos...

[Axelpower]

Levanté sin dudarlo el enorme pergamino, intentando ayudar a aquella extraña criatura. Al hacerlo me di cuenta de que el esfuerzo necesario era mucho menor de lo que esperaba. O el pergamino era más ligero de lo que aparentaba, o estaba en mejor forma de lo que creía. Una ilusionada sonrisa se esbozó en mi rostro al pensar en que pudiera tratarse de la segunda opción.

Tras dejarlo en un lugar estable, me paré a observar todos los trofeos que adornaban la sala: los había de todos los colores, formas y tamaños: desde pequeñas placas conmemorativas que tenían más pinta de premios de consolación que de recompensas para un campeón a enormes copas que apenas cabían en el hueco reservado para ellas en las estanterías. Reconocí algunas debido a que tenía réplicas de ellas en mi habitación, conmemorando los triunfos que obtuve en ediciones anteriores. Por desgracia, eran menos de las que me gustaría. Nunca había suficientes trofeos en las vitrinas de un luchador.



Al volver la vista al lugar en que instantes antes el pequeño sátiro se encontraba atrapado bajo un pergamino, me lo encontré de pie frente a mí, observándome. Juraría que me sonaba, pero no alcanzaba a recordar quién era. Aunque bueno, en ese momento no podía pararme a hacer memoria: había que volver pronto al entrenamiento.



-Disculpe-le pregunté al acordarme del motivo de mi visita-¿Podría decirme quién son todos esos extraños guerreros que están apuntados en el torneo? ¿Y qué ha ocurrido con los luchadores locales que se apuntan todos los años? Pocos nombres he podido reconocer en la lista de participantes.

[Zee]

—No eres un héroe —dijo de pronto el sátiro. Así, tan simple y llanamente, dejó salir aquella frase como si se tratara de una obviedad. Miró a Axel de la punta de los pies hasta la coronilla, y luego de vuelta, y luego una vez más—. Ajá, ajá. Sin duda alguna, ningún héroe.

Aquel pequeño sátiro de rojizo pelaje parecía, de una forma, viejo y cansado, aunque no por ello menos entusiasta ante los torneos. Ya no le crecía cabello allí donde le brotaban los cuernos y poseía una gran barriga, producto de los descuidos. En sus diminutos ojos negros podía distinguirse simpatía, un poco de superioridad y un atisbo de sabiduría. Éstas dos últimas bastante unidas entre sí, como si aquel sátiro estuviese más orgulloso de sí mismo porque sabía que debía estarlo, y no por simple arrogancia. Como si alguna vez aquel hijo de Pan hubiese sido un hábil y sabio guerrero.

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—Pero te agradezco, chico. El pergamino puede ser algo problématico, especialmente si unos cuernos tan bien afilados como los míos terminan ganchándose por casualidad. En fin, por más favores que me hagas, tendré que pedirte que te vayas. Después de todo, sólo tengo dos —extrañamente, el sátiro levantó tres dedos. Axel notó, gracias a sus conocimientos, que eran los dedos de quien alguna vez había usado arco y flecha con una precisión de maestro —días para preparar el torneo. Y sin ayuda. Así que, ¡shú-shú!

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Pregunto: ¿te resulta difícil leer el color de letra de Fil?

[Axelpower]

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No, para nada, la puedo leer sin problemas. Y ya que estamos, ¿te cuesta a ti leer la de Axel?

Me quedé perplejo. En primer lugar, ni siquiera había respondido a mi pregunta. Pensé en volver a intentarlo, pero tenía la sensación de que su respuesta iba a ser similar. Así pues, pasé a centrarme en lo que de verdad me había molestado, y tal vez con un tono de voz excesivo le dije:


-¿Qué es eso de que no soy un héroe? He sido campeón en muchos de los torneos juveniles organizados por el Coliseo, ¡y aún pienso ganar muchos más, incluso en categoría absoluta!- en ese momento me di cuenta de que hablaba con alguien que tenía de pinta de haber sido muy laureado en el campo de batalla, y de ser antaño un respetadísimo y fuerte guerrero; no podía perder los modales con un ser tan importante. Así que hice una pequeña pausa, cogí aire, intenté relajarme y, esta vez con un adecuado tono de voz para una persona de gran categoría y unos modales dignos y educados, seguí hablando con aquel extraño sátiro.- Vale que hasta ahora no haya podido destacar en ninguno de los grandes torneos, pero eso es debido a que no he tenido la oportunidad de apuntarme siquiera. Acabo de cumplir 16 años, y contra laureados campeones poco podía hacer. Pero esta vez las cosas van a ser muy distintas, y se lo demostraré: inscríbame en el torneo como luchador. Puedo incluso ayudarle a organizarlo si es necesario.


Sabía que la táctica de la provocación era muy vieja, y que pocas veces funcionaba. Aunque también sabía, por experiencia propia, que ningún luchador que se precie es capaz de rechazar un desafío.

[Zee]

El sátiro simplemente alzó una ceja ante las palabras de Axel. No parecía estar muy sorprendido ante sus declaraciones, eso era seguro; sin embargo, sí algo interesado, por la casi imperceptible sombra de sonrisa que asomó a su rostro.

—Las categorías juveniles están llenos de niños débiles con sueños frustrados. La mayoría ni siquiera sabe pegar un buen puñetazo —señaló el sátiro, dándole la espalda a Axel y comenzando de nuevo su laboriosa tarea de levantar el pergamino (el cual, como el chico había podido ver, ponía "Reglas" en letras grandes) para pegarlo en la pared—. Eso no es ningún logro en absoluto.

>>Pero si quieres probar que eres un héroe... ¡uf! —el sátiro parecía tener problemas para sostener las dos esquinas superiores del pergamino al mismo tiempo—... Entonces tienes que probar que tienes la fuerza... ¡uf...! La velocidad, la agilidad... ¡uuuurg...! —dio un saltito—. ¡Todo lo que un héroe necesita! Pero principalmente... —la voz de la criatura se detuvo de pronto.

El pergamino había vuelto a caer sobre su cabeza...

[Axelpower]

Con un rápido movimiento, fruto de unos decentes reflejos, sostuve el pergamino antes de que las consecuencias fueran funestas. Mientras lo aguantaba con una sola mano, y una vez más sin apenas esfuerzo, lancé una mirada desafiante al sátiro, que había caído al suelo de la impresión.


-Podría tomarse esto como prueba de que, al menos, tengo la fuerza necesaria como para intentarlo. -le dejé caer, tratándole de usted. Cuanto más hablaba con él, más seguro me encontraba de que era una persona que merecía ser respetada por cualquier guerrero con intención de mejorar y llegar lejos en el Coliseo. Y yo, con todas mis fuerzas, aspiraba a ser alguien así.- También soy capaz de afirmar, con toda seguridad, que poseo la velocidad y la agilidad requerida como para obtener un buen puesto en la competición. Aunque si quiere que me deje de habladurías y se lo demuestre, no tengo ningún problema en hacerlo. Aquí y ahora.



Tras descargar el pergamino en un lugar en el que no pudiera dañar a nadie, le tendí la mano para ayudarlo a levantarse, esta vez con una sonrisa amistosa con la que intentaba demostrarle que no pretendía usar ninguna extraña treta.

[Zee]

—Eh... Gracias, muchacho... — agradeció el sátiro cuando el joven levantó el pergamino por segunda vez en el día. Sin embargo, a juzgar por su semblante, no se sentía cómodo haciéndolo—. Bueno, chico, si tanto ánimo en participar tienes, ¿por qué no vas y escribes tu nombre en el tablón de anuncios de allá afuera? Incluso si no queda espacio, haré un hueco para ti.

>>Y en caso de que alguien pregunte, Fil te ha mandado a hacerlo. Veamos si eres tan grande como dices ser...

Y luego empujó a Axel hacia la salida, obligándolo a abandonar aquella recepción. Sin embargo, antes de que el chico pudiese abandonarla, estuvo seguro de haber escuchado una segunda voz en la estancia, como dirigiéndose a Fil.

—Me pregunto... erm... si él sería el indicado...

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Se ha añadido a Fil al registro de NPC's de Coliseo del Olimpo

[Axelpower]

Salí por la puerta derecho al cartel de inscripción, decidido a inscribirme en el torneo y ganarlo para demostrar a todos que tenía madera de luchador. A pesar de que Fil no parecía haber quedado demasiado convencido, lo importante es que me había otorgado permiso para participar. Decidí que durante el torneo ya le demostraría que había hecho bien depositando en mí su confianza.

No obstante, tenía la sensación de haber oído otra voz justo antes de salir. Incluso me pareció que hablaba de mí, aunque no había alcanzado a orla con claridad. Me quedé frente a la puerta, observándola mientras reflexionaba mi decisión. Podía arriesgarme a entrar y o bien que solamente estuviera Fil o bien que hubiera alguien más que debía haber oído toda mi conversación, lo cual requeriría unas cuantas explicaciones...

-Ahora, lo importante es el torneo. -dije para mí mismo. Me molestaba tener la sensación de que se me ocultaba algo, pero tendría tiempo para averiguar lo que fuera tras inscribirme.-

Me dirigí hacia el tablón de anuncios que me había dicho Fil, y allí vi la hoja de inscripción para el torneo. Leí, una vez más, todos los nombres de los participantes apuntados hasta el momento. No sabía si me desagradaba más el hecho de que todos fueran completos desconocidos o el de que Fil no me hubiera respondido.


Cogí el bolígrafo que había atado al tablón y me inscribí, mientras una extraña sensación me embargaba.

Posiblemente fueran imaginaciones mías, pero tenía la impresión de que alguien me observaba. Posiblemente fuera sólo mi subconsciente, extrañado por la última frase de Fil. ¿Cómo que "si alguien te pregunta"? Desde que había entrado, no había visto a nadie más en todo el Coliseo, y que yo supiera él era el único que se encargaba de la organización de este tipo de eventos.

Eché un vistazo a mi alrededor, buscando atentamente a aquella persona a la que podría haberse referido el sátiro. No parecía haber nadie, pero no terminaba de quedarme tranquilo.

Observé la lista una vez más. Allí estaban, sobre el mío, los nombres de todos aquellos guerreros de los que nunca había oído hablar. Además, tenía la sensación de que Fil había evadido mi pregunta a propósito. ¿Por qué?


Golpeé la pared con rabia. Odiaba tener tantas dudas, tantas preguntas sin respuesta, tantas incógnitas sin resolver. ¿Porqué llegaban todas a la vez? ¿Porque el mundo me ocultaba la verdad?

Golpeé la pared con rabia e impotencia. Di otro golpe, con más fuerza y sentimiento, con más dolor y sufrimiento. Odiaba desconocer. Odiaba no saber el porqué.

Decidí dejar de lamentarme y buscar las respuestas que anhelaba. Me dirigí hacia el interior del Coliseo, dispuesto a hablar con Fil y con aquella hipotética persona a la que había oído. Dudaba si serviría de algo o no. Pero esa duda estaba en mi mano, y no pensaba dejarla irresoluta.

[Zee]

No había nadie allí. Ni Fil, ni la otra voz desconocida. El lugar se hallaba completamente vacío, con sólo las titilantes antorchas para darle vida. El letrero de "Reglas" se hallaba perfectamente pegado en su lugar, algo que sin duda Fil no podía haber hecho por su cuenta; pero salvo aquello, nada había cambiado en la estancia, como si el encuentro entre el sátiro y el muchacho jamás hubiese ocurrido.

El pasillo que llevaba a la arena no tenía ninguna puerta ni reja. Sencillamente había un letrero que señalaba "Cerrado", colgado de una cuerda que, de una u otra manera, "bloqueaba" el paso a quienes no tenían la autoridad para entrar

Pero no había nadie ahora... ¿Qué era lo peor que pudiese pasar si algún "niño travieso" se colaba?

[Axelpower]

Nada más entrar me acerqué al cartel de "Reglas", pegado perfectamente en el sitio en el que instantes antes Fil se había propuesto. Intenté moverlo un poco, para comprobar si simplemente lo había colgado por un golpe de suerte, pero no cedió ni un ápice. O el sátiro había aumentado su fuerza de manera extraordinaria en pocos minutos, o alguien más le había ayudado. Aunque en parte me tranquilizaba saber que mis sospechas tenían fundamento, no pude evitar propinar un puntapie a la pared, en un intento por canalizar la rabia que me recorría al saber que alguien cuya identidad desconocía había estado espiándome.




Después giré ligeramente la cabeza hacia la derecha, buscando el camino que conducía a la arena. Me fijé en el cartel de "Cerrado", que atado a las paredes con dos pequeños pedazos de cuerda "impedían" la entrada al recinto.

Me acerqué con curiosidad y me asomé un poco al interior. El pasillo era demasiado largo, y no alcanzaba a ver el final.


Observé un poco más el cartel. Le di unos cuantos golpes, esperando que se desplegara alguna alarma o algo que disuadiera a aquellos no autorizados de entrar, pero nada. Era un simple cartel con una cuerda. Un simple cartel con una cuerda que me separaba de la mejor y más grande arena del país. Sin pensarlo dos veces, salté la cuerda y me dirigí hacia el recinto de batalla.




No podía expresar con palabras lo que estaba viendo. Sabía que la Arena era buena, pero jamás pensé que sería tan maravillosa. Sobre los costados laterales de aquel enorme recinto se alzaban dos gigantescas gradas de piedra, en las que cabrían centenares de personas animando a sus ídolos hasta quedarse sin voz. En el centro, un gran cuadrilátero de mármol, que se elevaba unos cuantos centímetros sobre el suelo de tierra, y coronado con una columna en cada esquina. A su lado, la arena en la que se celebraban los torneos juveniles parecía el patio de un colegio.


Me fijé en que en el cuadrilátero había, distribuidos organizadamente, unos cuarenta o cincuenta barriles que parecían lo suficientemente duros como para no romperse, a no se que se les golpeara con mucha fuerza. Esbocé una pícara sonrisa. ¿Habría mejor oportunidad que esa para entrenar fuerza, velocidad y elasticidad al mismo tiempo?


Tras colocarme exactamente en el centro y ajustarme correctamente el equipo, observé a mi alrededor y establecí mi objetivo: romperlos todos en el menor tiempo posible. Cogí aire, y empecé una cuenta atrás desde tres, mientras intentaba que en mi mente únicamente aparecieran los barriles. Al llegar a cero, empezó la acción.


Primero, golpeé al barril que tenía enfrente, para comprobar si realmente podía cargármelos o había sobreestimado mis capacidades; para mi alegría, éste quedó destrozado al entrar en contacto con mi puño. Además, el que había sobre él se rompió al caer al suelo. Después me giré sobre mi propio eje y propiné una patada a otro barril, que salió disparado impactando contra dos más. Tras estos, cogí carrerilla y plaqué a una cercana columna de tres, que acabaron hechos pedazos.


Golpe tras golpe, barril tras barril, y cuando me di cuenta el suelo se había llenado de tablones y virutas de madera, y no quedaba ninguno por romper. Me llené de alegría, cogí aire, y grité con todas mis fuerzas, con la esperanza de que en todo el Coliseo retumbara mi voz:


-¡45 segundos, Fil! ¡Si estás ahí, espero que esta vez sí hayas quedado completamente convencido! Y si no... ¡te reto a mejorar mi tiempo!

[Zee]

-¡45 segundos, Fil! ¡Si estás ahí, espero que esta vez sí hayas quedado completamente convencido! Y si no... ¡te reto a mejorar mi tiempo!

Durante algunos minutos, lo único que se escuchó en aquella larga arena fue la agitada respiración de Axel, quien aún debía recuperar el aliento tras semejante muestra de fortaleza y velocidad. Su entrenamiento sin duda había dado frutos, y se sentía orgulloso de mostrarlo ante cualquiera que quisiese contemplarlo. Por desgracia, en aquel momento nadie había estado presente en su maravillosa muestra de habilidad, por lo que sentía una urgencia de gritarlo al viento.

Unos leves aplausos comenzaron a resonar en el Coliseo. Debido a la acústica, el eco llegó hasta los oídos de Axel, inclusive si su "audiencia" se hallaba en una esquina de las gradas, donde el chico no había podido verle. Habría tenido que prestar especial atención a cada asiento de manera individual para llegar a verla, e incluso así habría sido especialmente imposible distinguirla, pues parecía querer fusionarse con la pared a juzgar por la manera en la que se apretujaba en la esquina.

Y sin embargo, sonreía y congratulaba al chico por su habilidad con aplausos. No parecía muy dada a las relaciones, viendo cómo se cubría medio rostro con su cabello y cómo agachaba la cabeza, pero aún así... parecía esforzarse para siquiera externalizar ese sentimiento hacia Axel.

El chico abandonó la arena y comenzó a caminar hacia ella...

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—Lo hiciste... umm... muy... muy bien. Casi rompes... mi récord... —sonrió la chica.

[Axelpower]

Observé detenidamente a aquella extraña muchacha. ¿Quién demonios era? Jamás la había visto por Tebas. Es posible que trabajara en el Coliseo, junto a Fil, pero tampoco tenía pinta de ser una hábil luchadora o una experta guerrera. Y no es que estuviera juzgándola por ser una chica o no aparentar buena forma física, sino que ni siquiera llevaba ropa adecuada para entrenar o combatir.

Pero aún así... "¿casi rompes mi récord?" Si realmente había conseguido romper todos los barriles en menos tiempo del que yo había logrado, esforzándome casi al máximo de mi capacidad, entonces no cabía duda de que sí era un temible rival. Y como a cualquier rival, había que superarla al precio que fuera.


Bajé de la arena y me acerqué a donde estaba, para intentar averiguar más sobre ella. La verdad es que había despertado enormemente mi curiosidad. ¿De dónde había salido? Y, lo más importante, ¿dónde y cómo había obtenido tan buena habilidad de combate? Tenía que conocer cualquier método de entrenamiento que le hubiera permitido progresar tanto... ¡y seguirlo yo también!


-¡Hola! -dije amistosamente al llegar a donde ella se encontraba, mientras le tendía la mano en señal de saludo.- Mi nombre es Axel y vivo en Tebas. ¿Cuál es tu nombre? Y, si no te molesta responder, ¿dices que has conseguido destruir los barriles en menos de 45 segundos? ¡Me encantaría saber dónde has entrenado para estar en tan buena forma! -continué, con una amplia sonrisa

Pensé que tal vez la hubiera agobiado un poco con tanta pregunta, pero es que en casos en los que un buen entrenamiento estaba en juego, mi curiosidad no tenía fin.

[Zee]

La chica se sobresaltó un poco, y Axel estuvo seguro de que hubiese retrocedido de no hallarse contra la pared. Aparentemente, su manera de acercarse había sido algo repentina y desconsiderada por su parte; o tal vez, era sencillamente algo relativo, pues era obvio que aquella joven era especialmente tímida.

—Ummm... Yo... Hrm... —quiso decir, pero al ver los ojos de Axel posados sobre ella, se puso más nerviosa todavía y terminó ocultando su rostro. Desde su perspectiva, el chico distinguió unas cicatrices en el lado derecho de su rostro—. Hrm... —gruñó, como enfadada consigo misma por no ser capaz de articular palabra alguna.

De pronto, la joven se llevó la mano a uno de sus bolsillos y, tras rebuscar un poco, sacó una pequeña medalla de oro. Con una sonrisa apenas visible, se la tendió a Axel.

—Soy Rebecca e hice... hice... veintinueve segundos... —murmuró.