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La cara que puso Russell al darle mi afirmación de pelearnos con las espadas me cagó bastante, ya que puso una cara como de monstruo hambriento y ansioso. Me arrepentí de elegir esa opción al segundo que puso esa cara.

-¡Hora de comer! ¡Que aprovecheeeee! - y se lanzó hacia a mí a una velocidad endiablada y me golpeó sin capacidad de bloquear o esquivar.

- OH MY GOSH, SO ANIMAL. - al darme de esa forma utilizando la sorpresa, me pilló desprevenido y me dio un golpe en el pecho que me dejó un poco sin aliento. Recuperé la posición, con la mano en el pecho, y utilicé un tajo en dirección a sus costillas, para después aprovechar la fuerza cinética y golpearle en la cabeza.

La espada de Russell golpeó el pecho de Fran con una fuerza increíble. El joven se vio trastabillando hacia atrás y en dificultades para recuperar el aliento. Aquel impacto no parecía haber sido resultado de una espada de espuma; si no lo hubiese sabido, el muchacho habría dicho que lo habían atacado con un arma de madera o de metal. Sin filo, por supuesto, pero no por ello menos dolorosa.

En unos instantes, una lluvia de golpes cayó sobre Fran, quien apenas pudo resistir gran parte de ellos poniendo el arma de manera horizontal al frente. Sin embargo, las estocadas y los golpes verticales hallaron su objetivo de todas maneras, y el chico comenzó a verse repelido hacia el borde de la colina.

—¡¡Jaja!! ¡Eres tan divertido, Fran! ¡Eres todo un crack! —vociferaba el chico, sin piedad alguna. Disfrutaba como nunca, como un animal hambriento ante la carroña. En ningún momento desaparecía su sangrienta sonrisa ni sus ojos desorbitados. En ningún momento se detuvieron las carcajadas. ¿Estaba loco? Tal vez. Pero amaba su locura como a nada.

Fran sintió el borde de la colina tocar su espalda. Russell no parecía querer detenerse; el joven dio un paso hacia atrás para tomar impulso e hizo ademán de atacar con un último golpe vertical...

Pensé que ese tío estaba loco, pero como una cabra. Desde que empezó la pelea no ha parado de darme golpes y golpes, y aunque se supone que tampoco hace mucho daño una espada de espuma, daba sus mandobles con una fuerza sobrehumana. Estaba intentando esquivar alguno de sus golpes, pero era inútil.
¡¡Jaja!! ¡Eres tan divertido, Fran! ¡Eres todo un crack! - empezó a asustarme, tanto que ya no pensaba ni en los golpes, porque ya no notaba nada. Después de un rato, que para mí fueron horas, empezó a arrinconarme en la barandilla de la colina. Viéndome ya cayendo por el terraplén, intenté hacer un último esfuerzo por al menos ver el golpe definitivo. Y eso me sirvió para darme cuenta de la espada. Iba a darme un golpe vertical. Así que reuní todas mis fuerzas y me lancé hacía un lado.
-Que sea lo que Dios quiera....

Cuando la espada cayó con toda la fuerza que le era posible al joven Russell, Fran ya había esquivado el golpe en el último instante al lanzarse hacia un lado. Al aterrizar, trastabilló y cayó al suelo, pero se las arregló para rodar al hacerlo y así no verse tan estúpido como lo habría hecho antes. Algunos de los que contemplaban el espectáculo aplaudieron, aunque levemente. Por lo menos estaba sobreviviendo...

Mientras tanto, Russell se acababa de encontrar con que mantener el equilibrio después de fallar un golpe tan potente no era tan sencillo como podría parecerle a cualquiera. Su espada de espuma se estrelló contra la valla que impedía que los peatones traspasaran los límites que pudiesen comprometer su seguridad y, debido al filo del metal, se partió por la mitad.

La cara del chico no tuvo precio. Sus ojos se abrieron como platos y su boca se convirtió en una cómica "O". No podía decirse si estaba sorprendido por la fuerza de su golpe, pues habría que recordar que un bate de Struggle lleva una varilla de plástico en el centro para mantenerlo en su lugar, o si la pérdida de su preciada espada le había hecho entrar en un estado de shock.

¿Significaba eso que... que Fran había ganado?

De entre la escasa y dispersa multitud, sólo una persona aplaudió ante el final del duelo. Ambos muchachos se giraron hacia el origen del sonido, para hallarse con un extranjero (a juzgar por sus ropas) que sonreía de una manera inocente y sincera.



—Bueno, debo decir que eso ha... eh, ha sido emocionante

Nada más esquivar el golpe, me di la vuelta y miré a Russell. Parecía que el golpe que iba directo a mí era muy fuerte, pues destrozó la espada de espuma, para mi sorpresa y alivio y suponía que después de eso se acababa la batalla. ¡Por una vez en mi vida había ganado algo! Tenía una cara radiante. Supongo que la normalidad de Villa Crepúsculo desapareció por un momento, porque me di cuenta también de que había mucha gente alrededor de nosotros. Oí a una persona aplaudir hacía nuestra dirección:
—Bueno, debo decir que eso ha... eh, ha sido emocionante.
Llevaba una indumentaria bastante rara y parecía muy contento. Había que ser educado, así que le respondí.
—Bu...bueno, supongo que no ha sido nada.— mi timidez me volvió a traicionar —Yo soy Fran, y el chico de allí es Russell.

—Bueno, ha divertido, eh, un poco... Fran y, eh, Russell —expresó el desconocido extranjero.

Extrañamente, aquella sonrisa que antes parecía sincera resultó ser de hecho un tanto floja y un poco estúpida. Cuando uno pasaba de echarle una breve ojeada a estudiarlo con escrúpulo, aquella figura se convertía en un individuo algo adormilado y, posiblemente, realmente no tan interesado como podría haberlo parecido antes. Su expresión parecía la de alguien que acababa de despertar o, por el contrario, que llevaba tiempo sin dormir y apenas podía sostener sus párpados. No fatigado, pero relajado, sereno, despreocupado... una combinación un tanto extraña.

—Quería, eh, si no es indiscreción... —continuó el extraño, quien dudó unos instantes, aunque luego añadió—: Quería preguntar si hay una razón, eh, en específico por la que... eh... ¿estaban peleando?

Al escucharle por segunda vez, me di cuenta de que no era muy hablador. Era bastante seco y cortante, y además parecía dormido, y quizás no tan interesado de lo que me esperaba. Me preguntó como llegamos al punto de pelearnos.
-Bueno, supongo que por diversión, ¿no? - todo había sucedido muy rápido, y pensándolo un poco fue de una manera un tanto absurda. Esto empezó desde que Russell me pidió pelear, y yo tonto de mí, acepté. Y eso que Russell parecía una buena persona a ratos...
-Sólo Russell me pidió combatir después de enseñarme a utilizar la espada, y bueno, antes me despertó, y todo por buscar a mi padre y venir aquí, el único sitio que no había mirado. - le explique todo lo que había pasado hoy de una forma un tanto atropellada y acelerada, de la que ni siquiera yo me entendí.

—Tch... Tú eres uno de esos extranjeros raros —intervino Russell, apuntándole con la espada rota y estudiando su rostro con escrúpulo, acompañado por una mueca de enfado—. Sí, seguro que eres igual a esos raritos de espadas originales, ¿no? —escupió al suelo—. No creas en las mentiras de este tipo, Fran... —añadió después, para arrancarle la espada prestada a su oponente, colocársela en el cinturón y se alejó caminando con pasos pesados. No dijo nada más al irse. Ni una explicación, ni un insulto digno de él; ni siquiera una despedida.

—Oh... No sabrías, Fran, eh... porque se ha ido con ese humor, ¿no? —preguntó el forastero. Sin embargo, no pareció importarle demasiado, porque al instante añadió—. ¡Oh! Erm... soy Kazuki, por cierto. Así que... buscas, eh, a tu padre, ¿no?

—Pero... —Russell se fue antes de que siquiera pudiera preguntarle el por qué del enfado. Y nada más irse me quito la espada, así que bajé de las nubes al suelo. ¿Espadas originales? ¿De qué hablaba?
—Oh... No sabrías, Fran, eh... porque se ha ido con ese humor, ¿no? —me preguntó la otra persona. Y supongo que él pensaría lo mismo que yo en cuanto a razones, así que simplemente iba a responder, pero justo en ese momento me interrumpió:
—¡Oh! Erm... soy Kazuki, por cierto. Así que... buscas, eh, a tu padre, ¿no?
—Bueno, pues encantado de conocerte, Kazuki. Como dije antes, yo me llamo Fran. La verdad es que no tengo ni idea de ese repentino cambio de humor, aunque lleva una tarde en la que me ha sorprendido varias veces y bueno.... —me acababa de acordar de toda la misión original: buscar a mi padre; y no había avanzado nada hasta el momento. —...si, supongo que estaba buscando a mi padre.
Una cosa que me llamó la atención fue que él sabía de la desaparición de mi padre, lo que parecía bastante sospechoso porque él era extranjero y tampoco mucha gente sabía sobre su desaparición.
—Oye, ¿tú cómo sabes que mi padre ha desaparecido?

La pregunta del joven Fran no había provocado reacción alguna en Kazuki; el hombre se paseó por la Colina del atardecer ignorándole un poco, deteniéndose a observar las vías del tren y la réplica a escala de la torre del reloj de la estación de Villa Crepúsculo.

—Sí, eh... Supongo que lo leí en el periódico —comentó sin darle más importancia mientras se paraba ante uno de los cubos de basura del lugar y le daba una pequeña patadita—. Ese era tu primer combate, ¿no? No ha estado, eh... Mal para un principiante. Incluso ha llamado mi atención...

Kazuki se detuvo ante la pelota con la que se jugaba a Fanfarronería y la observó durante unos segundos. Se agachó para tenerla más cerca de la cara y la tocó con el dedo índice de su mano derecha, esperando que pasase algo al golpearla. Sin embargo, al ver que no había ningún tipo de reacción por su parte, el hombre suspiró.

—Y... ¿Cómo se juega a esto? ¿Vuela la pelota? —preguntó sin mucho interés.

Kazuki pasaba de todo, o esa parecía su actitud. Lo leí en un periódico no me parecía una buena razón para que lo supiera, pero supongo que tampoco me iba a decir mucho más.

Me preguntó por si este era mi primer combate, a lo que le respondí:
-Supongo que sí, aunque he tenido mucha suerte. –Nada más responderle, se fue al centro de la colina y se acercó a la pelota de Fanfarronería. Estuvo observándola un rato, como esperando a que pasara algo. Después de su extraño examen a la pelota, me preguntó cómo se jugaba.

-Bueno, simplemente tienes que mantener la bola en el aire dándole golpes con un palo o con una espada de espuma. Y la pelota es una pelota normal, no te preocupes, creo que no saldrá volando… - No sé qué se pensó que era la pelota en ese momento, pero creo que no era mágica.

Viendo un palo a mi izquierda, le pregunté:
-Si quieres te puedo hacer una demostración, -dije mientras agarraba el palo - pero advierto que soy muy malo.

Kazuki se apartó de la pelota y observó al muchacho, mostrando algo de interés. Sus ojos parecían estar clavándose en él, algo aparentemente difícil de lo que había visto de él hasta el momento. Afirmó con la cabeza y señaló a la bola, esperando que el muchacho se adelantase y comenzase con el juego.

—Eh... Eso estaría bien.

El chico tenía permiso para comenzar a atacar la pelota. En cuanto la tocase, igual notaría que era más ligera y se manteía un poco más en el aire; pero tal vez no se diera cuenta, o pensara que eran jugadas de su imaginación.

Tras la aprobación de Kazuki, empecé a darle a la pelota. Estaba todo el rato mirándome, y aunque eso me distrajera un poco, pues me estaba clavando la mirada, empecé a darle a la pelota.

Cuando di los primeros golpes, me di cuenta de que era como más fácil. Quizás fue la ayuda de Russell, pero no parecía tener sentido, porque aunque hubiera aprendido, no debería dar tantos golpes en el aire.

Cuando terminé el espectáculo de Fanfarronería, unos 10 toques más o menos, me giré hacía Kazuki y le dije: -Bueno, ¿qué te ha parecido?

Si el chico esperaba que Kazuki le hubiese atendido, se debió llevar una gran decepción, pues cuando volvió a dirigirse a él pudo ver cómo el hombre miraba a otro sitio con la boa abierta. Al hablarle pareció salir de su trance, volviendo a dirigirse al muchacho.

—Eh... Lo siento, ¿de qué hablábamos? Ah, sí, el juego infantil. Muy bonito, eh...

Kazuki se volvió a despistar y dirigió su mirada a otro sitio, poniendo su dedo índice sobre el labio inferior. No parecía estar en absoluto concentrado en la situación.

—Dime, eh... ¿Te interesaría hacerte más fuerte? ¿Aprender a manejar mejor la espada y, eh...? ¿Buscar a tu padre?

Cuando me giré hacia él, volvía a estar mirando para otro sitio. Era bastante maleducado, aunque a lo mejor no podía evitarlo, estaba mirando a todos lados menos a lo que tendría que mirar.

-Bueno, pues supongo que sí… - me preguntó si quería ir ser más fuerte - … ¡sí, claro que sí! ¿Qué tengo que hacer?

Él añadió que si también me interesaría buscar a mi padre, a lo que repondí con una enérgica afirmativa. Por fin había sacado algo en claro, aunque…

-Pero, ¿cómo vas a hacer eso?