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[Prólogo] Donde no hay nada

NotaPublicado: Jue Dic 29, 2011 6:32 pm
por Nell
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Prólogo de Sora.


Como siempre, la Necrópolis amanecía con su monotonía habitual. No importaba si era de noche o de día, la supervivencia siempre era difícil. Como si de un desierto se tratase, la noche refrescaba y el día agobiaba en demasiado exceso. El único consuelo era el viento, que siempre dejaba correr una brisilla agradable en los momentos adecuados.

Al levantarse aquella mañana, Kyros seguramente no tuviese más esperanzas de hallar algo más en aquel inhóspito mundo de lo que había visto ya. La comida escaseaba y el agua, más. Tendría que ponerse en marcha cuanto antes si quería llenar de algo la tripa, puesto que siempre era difícil encontrar algo comestible.

Re: [Prólogo] Donde no hay nada

NotaPublicado: Jue Dic 29, 2011 10:42 pm
por Sora
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Mi primer Rol!! Que ganas le tenía ya >.< Por cierto Nell te has equivocado :S no es Sora, es Kyros :D


La cueva pedregosa me ha servido muy bien durante la noche, pero al salir el sol las tripas me han empezado a rugir, indicándome que ya no puedo quedarme más aquí, pues mis reservas de agua se están agotando y las de comida se acabaron hace días.

Me dispongo a salir con las pocas esperanzas que me quedan de encontrar algún rastro humano. Pero el sol brilla tanto esta mañana que, nada más salir, me deslumbra hasta casi cegarme. Abro poco a poco los ojos con la intención de que mis pupilas se acostumbren como puedan.

-¡Por la madre de Jesucristo Superstar! –Me digo, totalmente anonadado –¿¡Pero qué leches ha pasado aquí?!

Aunque no lo creáis, mi sorpresa está totalmente justificada. Pues la “cueva” en la que me había refugiado esta noche, no era realmente una cueva, si no uno de los muchos socavones que hay dispersados por todo el lugar.

-Es como si hubiera habido una guerra… Los surcos pueden ser producto de… ¡Claro! –Exclamo. Es como si de repente hubiera encontrado la respuesta a todas mis preguntas-. ¡Por eso no he encontrado alimentos! ¡Por eso no hay hierba, ni árboles, ni nada! En este lugar han tenido que caer miles bombas con radiación…

Mi curiosidad está aumentando por completo, ¡hasta me he olvidado del hambre!

-Creo que es hora de ir a investigar en vez de moverme por este asqueroso sitio solo para sobrevivir. ¡Empezaré subiendo a esa montaña!


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EDIT: He editado para que se vean mejor los colores de los diálogos, sorry

Re: [Prólogo] Donde no hay nada

NotaPublicado: Mié Ene 04, 2012 10:57 pm
por Nell
Kyros comenzó a escalar por la montaña, tal y como se había propuesto. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que no era tan fácil. Además de que el hambre acababa con sus fuerzas, el esfuerzo físico de subir tal pronunciada pendiente y buscar agarres para sujetarse le cansaba el doble. Pronto tuvo que darse por vencido y regresar al suelo. Sin mínimo una botella de agua con la que saciar la sed, iba a ser imposible.


Por supuesto, el muchacho no tardó en dar con la mejor solución en caso de querer solventar el montículo: rodearlo. A través de caminos, un poco difíciles, pero por suerte muchos transitables, Kyros fue pudiendo bordear la montaña e incluso ascender sin tener que escalar. Aunque no llegó a lo más alto, consiguió ver lo que había más allá de ésta pasadas unas horas (aún en ayunas): una gigantesca planicie con miles de armas clavadas en el suelo, como si sus dueños las hubiesen dejado allí olvidados.

El lugar de las espadas estaba algo lejos. Tardaría un par de horas como mínimo en bajar la montaña y en llegar hasta allí. Eso, si encontraba un camino para bajar.

Re: [Prólogo] Donde no hay nada

NotaPublicado: Sab Ene 14, 2012 10:13 pm
por Sora
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Perdón por no escribir en tanto tiempo con lo pesao que fui u.U. Es que he estado liadillo (sobre todo con lo del fic, pero no era la única cosa que ocupaba mi mente y mi tiempo). En fin, siento también que voy a tener que cambiar a pasado, pues con el presente no me siento nada a gusto. No pensé que lo fuera hacer, pero en fin T.T Sorry.


-Tengo tanta sed, que me bebería el jugo de las lombrices. ¡Pero es que ni si quiera hay! -Pensé al poco de llegar a la cima-. En esta mierda de desierto no hay ni cucarachas.

Pero no sabéis lo equivocado que estaba, pues, nada más mirar al frente, pude observar como millones y millones de armas habían sido clavadas en una gran planicie de tierra. Como si sus portadores las hubieran dejado allí olvidadas.

Una curiosidad enorme me recorrió el cuerpo y cosquilleó el alma. Tenía que bajar, y no solo porque me llamara la atención aquel extraño suceso, si no para investigar, por si todavía pudiera haber alguien que me dijera como sobrevivir más tiempo en el páramo. Incluso... ¡Puede que me dijeran la clave para poder marcharme de allí! Sin embargo, mis tripas rugían feroces, y mi garganta estaba tan seca que parecía el mismísimo desierto. Pero... ¿Qué más podía hacer? Si intentaba bajar seguramente el cansancio acabaría conmigo. Pero si me quedaba allí, donde existía la total evidencia de que no había agua ni comida, me moriría por deshidratación.

Así pues, me aproximé al borde del barranco, desde el cual se podía ver el descampado con las armas, para ver asegurarme de que había (o no) una bajada segura hacia allí. Pero me llevé una desilusión, ya que lo único que había era una afilada pendiente, casi vertical, con varias rocas incrustadas. No se veía el fin de la susodicha pendiente pues otra montaña se cruzaba en su camino, muchos metros más abajo de mi posición.

-Si pudiera llegar a esa otra pendiente, el resto del camino sería tremendamente sencillo -Me dije para subirme un poco el ánimo-. Pero... ¡AH! ¡AAAAAAAAAAAAAAAARGH!

No me dio tiempo a terminar la frase, pues había cometido un fatal error: apoyarme aun más en el borde, produciendo que éste se rompiera y desprendiera, conmigo encima.

Caí rodando por la empinada ladera. Era totalmente doloroso, ya que las rocas se me clavaban y arañaban todas las partes del cuerpo. Además no conseguía orientarme, era tal la rapidez con la que iba que lo único que podía ver era un borrón, formado por varios colores, que daba vueltas, sin parar, a mi alrededor.

Intenté estabilizarme, pero era imposible. Hasta que fijé la vista en un sitio, siempre el mismo, para evitar marearme. En una afilada piedra que sobresalía del terraplén. Pero era muy difícil, pues implicaba coordinarse con la cabeza y el cuello. Y hacer eso cayendo por un terraplén, precisamente fácil no es.

En aquel momento se me ocurrió algo que podría salvarme la vida. Si pudiera agarrarme a la afilada roca cuando pasara cerca de ella... quizás pudiera estabilizarme por fin. Pero solo tenía una oportunidad, pues el suelo debía de estar cerca, y si me agarrara mal a la piedra... no quiero ni pensar lo que ocurriría. Pero pasara lo que pasara... tenía que intentarlo.

Cada vez estaba más cerca, ya podía verla con total nitidez, y cuando por fin estaba a mi alcance... ¡CRAC! La agarré fuertemente, y, aunque ésta se desprendió de la montaña, tuve el tiempo suficiente para apoyar el culo en la pared, y caer, al menos, con el susodicho culo y los pies por delante, que seguro que sería mejor que caer rodando. ¡Y efectivamente!, ahora podía apoyarme en muchas de las piedras que había en la ladera para equilibrar mi peso y frenar un poco la caída.

Por fin llegó la intersección con la otra montaña, y ya iba con la suficiente poca rapidez como para caer sin hacerme daño. Así que lo único que tuve que hacer fue saltar, y rodar al caer para asegurarme de no sufrir daño alguno.

Me incorporé como pude y miré hacia el frente. No me lo podía creer, ¡a unos pocos metros estaba la planicie! Ya solo tenía que andar un poco...

Re: [Prólogo] Donde no hay nada

NotaPublicado: Dom Ene 15, 2012 1:17 am
por Nell
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La mitad del post está inventado: desde la caída hasta la llegada al pie de la montaña por arte de magia. Voy a dejarlo pasar, pero una solución más meditada te habría subido puntuación final.


Finalmente, Kyros logró llegar al pie de la montaña, tras una gran caída que bien podría haberle costado la vida. Por suerte, sólo le provocó magulladuras por el cuerpo, el culo enrojecido y los pantalones (y calzoncillos si llevaba) bastante rotos. Menos mal que por los alrededores no había delicadas damas que pudieran horrorizarse del aspecto que presentaba.

A cambio de todas aquellas heridas, se había ahorrado un precioso tiempo (y esfuerzo) en bajar la montaña, aunque el camino hacia la planicie sí se le hizo eterno. Parecían cercanas y, al mismo tiempo, muy lejos, entre toda aquella nada.

Aún ni siquiera las había alcanzado cuando contempló algo increíble: una especie de objeto volador no identificado surcaba el cielo, sobrepasándole por encima de su cabeza, para aterrizar en el lugar donde estaban todas esas armas. ¿Qué sería aquella cosa?

En cuanto llegó a las primeras filas de armas, pudo comprobarlo (a la distancia no se podía ver muy bien), aunque no se parecía en nada a lo que había visto sobre su cabeza. Es más, sólo se trataba de una mujer vestida con kimono que, ¿estaba hablando con una de las armas clavadas? Aún no había visto a Kyros, ni se había percatado de su presencia. El muchacho tampoco oía bien qué le decía a su “amigo”.