Re: [Espacio Paranoico] Syntax Error
Publicado: Sab Nov 10, 2012 11:43 pm
—¡¡Maya!!
Sabía que Nadhia podía resistir unos cuantos golpes como aquellos, pero Maya había llegado hace menos tiempo a Tierra de Partida. Ya me había demostrado que sabía luchar, pero... ¡aquello nos venía grande a todos nosotros!
—¡Fyk, Maya! ¡Ocupaos de éste, yo me encargo de las motos!
Le devolví la mirada a Nadhia. No me hacía ninguna gracia que me diese órdenes después de todas las mentiras que me había contado hacía unos momentos... pero un extraño brillo en sus ojos hizo que me olvidase por un momento de todo aquello. Una mirada sincera. Quizás... ¿quizás era yo el que me negaba a ver la verdad? No. Me negaba a creer algo como aquello. Todos éramos compañeros y lo seguiríamos siendo aunque nos separásemos. Todos éramos compañeros. Todos éramos compañeros. Todos éramos compañeros.
"Claro que sí."
Un ligero dolor en el pecho me hizo recordar algo que había aprendido. Todos éramos compañeros, por supuesto. Todos. No podía dejar de lado a Ragun. No podía dejar de lado a Maya. Pero tampoco podía dejar de lado a Nadhia. Todo se solucionaría. Asentí y le dediqué a esta última una mirada conciliadora. Íbamos a acabar con aquel problema todos juntos.
—¡Una ayudita nos irá de perlas! —exclamé, mirando a Maya—. ¿Qué os parece?
Le guiñé un ojo y giré en mi sitio con los brazos extendidos. Me llevé una mano al pecho y luego la levanté al cielo, alzando la vista.
—¡¡Rubí!!
Un rayo de luz descendió desde las alturas y aterrizó a mi lado. Mi fiel compañero acudió a mi llamada apareciendo a mi lado. Había algo extraño en él, ¿quizás por la influencia de aquel mundo virtual? Su pelaje había sido sustituido por una carcasa robótica de color mate, y unas estilizadas líneas brillantes surcaban su cuerpo hasta confluir en su cabeza, cubierta por un casco de cristal negro tintado que, personalmente...
—¡Cómo mola! —exclamé, casi olvidándome de los sincorazón que estaban a nuestro alrededor.
Le dediqué una mirada hiperactivamente ilusionada a Maya, pero al ver su expresión me obligué a mí mismo a volver al mundo real. O virtual, vaya. Carraspeé.
—¡Vale, vamos a ello! ¡Maya, intenta atacar desde abajo mientras nosotros dos lo asediamos con nuestro tornado!
Rubí y yo comenzamos a correr alrededor del enorme sincorazón como habíamos hecho aquella vez contra León, en Bastión Hueco. Cuando viésemos que el Devastador parecía confuso, aprovecharíamos para propinarle un tajo cruzado para darle vía libre a Maya para el golpe final.
Sabía que Nadhia podía resistir unos cuantos golpes como aquellos, pero Maya había llegado hace menos tiempo a Tierra de Partida. Ya me había demostrado que sabía luchar, pero... ¡aquello nos venía grande a todos nosotros!
—¡Fyk, Maya! ¡Ocupaos de éste, yo me encargo de las motos!
Le devolví la mirada a Nadhia. No me hacía ninguna gracia que me diese órdenes después de todas las mentiras que me había contado hacía unos momentos... pero un extraño brillo en sus ojos hizo que me olvidase por un momento de todo aquello. Una mirada sincera. Quizás... ¿quizás era yo el que me negaba a ver la verdad? No. Me negaba a creer algo como aquello. Todos éramos compañeros y lo seguiríamos siendo aunque nos separásemos. Todos éramos compañeros. Todos éramos compañeros. Todos éramos compañeros.
"Claro que sí."
Un ligero dolor en el pecho me hizo recordar algo que había aprendido. Todos éramos compañeros, por supuesto. Todos. No podía dejar de lado a Ragun. No podía dejar de lado a Maya. Pero tampoco podía dejar de lado a Nadhia. Todo se solucionaría. Asentí y le dediqué a esta última una mirada conciliadora. Íbamos a acabar con aquel problema todos juntos.
—¡Una ayudita nos irá de perlas! —exclamé, mirando a Maya—. ¿Qué os parece?
Le guiñé un ojo y giré en mi sitio con los brazos extendidos. Me llevé una mano al pecho y luego la levanté al cielo, alzando la vista.
—¡¡Rubí!!
Un rayo de luz descendió desde las alturas y aterrizó a mi lado. Mi fiel compañero acudió a mi llamada apareciendo a mi lado. Había algo extraño en él, ¿quizás por la influencia de aquel mundo virtual? Su pelaje había sido sustituido por una carcasa robótica de color mate, y unas estilizadas líneas brillantes surcaban su cuerpo hasta confluir en su cabeza, cubierta por un casco de cristal negro tintado que, personalmente...
—¡Cómo mola! —exclamé, casi olvidándome de los sincorazón que estaban a nuestro alrededor.
Le dediqué una mirada hiperactivamente ilusionada a Maya, pero al ver su expresión me obligué a mí mismo a volver al mundo real. O virtual, vaya. Carraspeé.
—¡Vale, vamos a ello! ¡Maya, intenta atacar desde abajo mientras nosotros dos lo asediamos con nuestro tornado!
Rubí y yo comenzamos a correr alrededor del enorme sincorazón como habíamos hecho aquella vez contra León, en Bastión Hueco. Cuando viésemos que el Devastador parecía confuso, aprovecharíamos para propinarle un tajo cruzado para darle vía libre a Maya para el golpe final.