[Bastión Hueco] Demostración

[H.S Sora]

—No seas impaciente —musitó la Maestra a Saeko, abriendo un frasco con un extraño contenido verdoso, el cual a simple vista parecía bastante repugnante, pero quién sabe. Por otra parte, a mí me entregó una poción, la cual guardé en el bolsillo para para más tarde recuperar fuerzas—. Las heridas necesitan ser tratadas, un entrenamiento puede esperar.

La Maestra vertió aquél líquido extraño en sus manos y se encargó de aplicarlo en los cortes que Saeko había recibido en su brazo.

—Esto parará la hemorragia —explicó, a la vez que nos escuchaba a Saeko y a mí hablar sobre los libros que se encontraban en la biblioteca.

Cuando había intervenido precipitadamente, para dar a entender que yo también leía, había notado como Saeko me había lanzado una mirada extraña, ¿Agresiva quizá?... Era difícil entender a esta chica, de algo parecido a admiración pasaba a odio en fracciones de segundo.

Aquél pensamiento, aquella mirada, y la propia Saeko salieron de mi mente cuando pude ver como la Maestra Nanashi esbozó por primera vez en su presencia una encantadora sonrisa en mi opinión. Realmente, Nanashi era una Maestra muy extraña. En el tiempo que había pasado con ella en aquél lugar, mientras curaba a Saeko hizo darme cuenta de que aquella Maestra transmitía una calma especial. Era diferente de lo que me transmitía el Maestro Ryota, y por supuesto muy diferente de Ariasu. Ella parecía tener algo parecido a un "aura" y todas las cosas que estaban a su alrededor, parecían contagiarse de ello. Era extraño como una persona así había acabado aquí, no parecía de aquellas personas que luchaban y disfrutaban de ello.

Sin embargo, aquella dulce sonrisa pareció desvanecerse en cuanto la Maestra me oyó hacer las cuestiones que tenía en mente. ¿Tan turbio era su pasado? Aquelló despertó mi curiosidad sobre ella aún más. Se levantó, y se dirigió a una ventana cercana, observando el paisaje quizá. ¿Pero que paisaje podría encontrar más allá de las ruinas y de la oscuridad? Solo ella debía saber que buscaba ver.

—Provengo de unas islas rebosantes de luz. Es un mundo muy diferente a éste —dijo, sin apartar la mirada de la ventana—. ¿Mis motivos...?

Realmente era un mundo que parecía encajar a la perfección con la Maestra. ¿Que motivo de fuerza mayor la habría llevado a venir de la luz más radiante a la oscuridad más absoluta? Realmente la intriga me mataba por dentro, pero la Maestra simplemente calló sin decir una palabra más. Tenía pensado pedirle disculpas por si algo en aquello le había desenterrado un mal recuerdo o simplemente por cortesía, pero la Maestra se adelantó:

—Saito, Saeko, podéis iros —dijo, secamente. Déjandome aún con toda la intriga sobre aquellos motivos que rodeaban a la Maestra Nanashi.

—¿Cómo? —Preguntó Saeko bastante indignada.

Sé de alguien a quién va odiar aún más en 3, 2, 1...—pensé, mientras que hice la cuenta regresiva en mi mente. Si Saeko parecía que no tenía motivos para que le cayese mal, ahora que la Maestra Nanashi había decidido no dar más respuestas y dejarla a medias, parecía tenerlos.

—Gracias maestra. —Dijo después de haberse levantado bruscamente. Antes de salir pude notar como Saeko me daba un ligero empujón con el hombro. ¿Había sido sin querer o su odio no hacía más que crecer hacía mi persona? Apostaba por lo segundo, y dudaba que me equivocase.

—Bueno Maestra, supongo que yo también me voy. Siento las molestias y gracias por todo.

Dicho esto yo también me fuí, aunque me quedé parado durante un rato. Podía volver a mi habitación, y sabía que quizá sería lo mejor... pero con lo testaruda que era Saeko me imaginaba que iría a la Sala del Trono a seguir entrenando, y quizá si que debería disculparme, aunque no tuviese culpa de nada.

No me equivoqué. Cuando llegué Saeko estaba parada frente a Shinju. ¿Querría entablar un combate con ella? Cuando me acerqué lo suficiente, pude oir que estaba en lo correcto.

—Shinju, ¿estás libre?..¿Luchamos?

Recordé el dolor de huesos que aún tenía y decidí hacer uso del obsequio de la Maestra Nanashi. Saqué la poción del bolsillo y me bebí su contenido en un momento. Al instante empecé a notar una mejoría de mi estado, realmente aquellas pociones eran algo asombrosas, al igual que aquél líquido verde, que había hecho que los cortes de Saeko pareciesen no ser nada, o quizá incluso parecían haber desaparecido.

Me acerqué un poco más, decidido a que alguna de las dos me prestara algo de atención, pues no tenía nada mejor que hacer.

—¿Cuando termines con el combate contra Saeko, podría intentarlo yo?—Dicho esto, y después de haber escuchado lo que alguna de las dos tuviese que decir me sentaría algo alejado, pero lo suficientemente cerca como para poder contemplar aquél combate que se avecinaba.

Quizá con las heridas ya recuperadas, podría intentar vencer a Shinju. O si esta se negaba, hacer otro combate contra Saeko. Fuese lo que fuese, sabía que no podía perder dedicarme a perder el tiempo.

[EspeYuna]

—Como si quisiera perder el tiempo contigo —dijo Shinju, sin ningún tipo de reparo en dejar a Saeko en ridículo—. Aunque...

Escuchó la propuesta de Saito, a quien había entregado la invitación del Maestro Ryota para su primer entrenamiento. Se llevó una mano al mentón, examinando con sus centelleantes ojos a ambos. Luego esbozó una tétrica sonrisa.

—¿Por qué no? Después de todo, me encanta derramar la sangre de ilusos como vosotros. Y oíros gritar.

—¿Me dejas algo a mí, Shinju?

De entre las sombras de aquel lugar surgió una fémina de gran hermosura, con verdosas ropas y un pelo que iluminaba como el sol si no se hubiese perdido en el intersticio, escondido de Bastión Hueco dada la poderosa oscuridad que emanaba.

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—¡Oh, qué chico más mono! —la joven se acercó a Saito, a quien embriagó enseguida con su belleza, su aroma, sus movimientos. De pronto Saito olvidó a la persona más importante de su vida, Louise. Ahora aquella fémina lo era todo para él.

¿Qué clase de brujería era aquella?

—¿Cómo te llamas? —preguntó, seductora, acariciando con una de sus manos la mejilla de Saito. Estar tan cerca suya era simplemente un regalo que no podía desperdiciar, su mera presencia le abrumaba, le atontaba— Yo Diana, soy aprendiz... como tú.

Lo daría todo por ella.

—¡Eres guapísimo! —exclamó de repente, aferrándose a uno de sus brazos— Y tan fuerte... ¿Por qué no vienes conmigo? ¡Aquí seguro que te aburrirás!

>> Es más, yo te puedo ofrecer mayor diversión.

Aquellas últimas palabras, susurradas junto a un ligero soplo al oído erizaron su piel. Había caído en su poder, pobre de él.

—En fin, si aún quieres que te reviente las tripas, estoy dispuesta a darte tal placer —le dijo Shinju a Saeko, relamiéndose los labios.

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Fecha límite: Lunes, 4 de Marzo

[Tsuna]

Saito pareció seguirme a través de aquel oscuro pasillo, cuánto más escuchaba sus pasos, más me irritaba por dentro, intenté por mis medios averiguar más cosas sobre el mundo que me rodeaba, y sin embargo, por su culpa la maestra Nanashi me ignoró, dejando así mis dudas conmigo misma. En la sala del trono Saito también se sentó allí a ver el combate que estaba dispuesta a librar con Shinju, no podía soportarlo, iba a estallar de un momento a otro, ¿es que no había tenido suficiente y quería seguir persiguiéndome para arruinarme el día por completo?

Fuera como fuese, intenté poner un gran esfuerzo por mi parte en ignorarlo, me costaba pero... por su culpa el día ya me iba a dejar mal sabor de boca.

—Como si quisiera perder el tiempo contigo —Respondió Shinju sin importar lo que pensase de ella.

Con el enfado que llevaba encima podría haber respondido a la chica de manera agresiva y decirle cualquier cosa, yo era una mujer muy temperamental, me estaba empezando a dar cuenta de ello pero... ¿desde cuándo era yo así?, y en situaciones de aquella índole me irritaba con facilidad pero... también consideraba a aquella muchacha como mi rival, era más poderosa que yo y gracias a la misma salí con vida de aquel infierno. Si no tenía tiempo o no quería, no era quién para obligarla a hacer lo contrario.

Me di media vuelta, dispuesta a salir de allí y pensar en qué hacer a continuación.

—Vale. —Respondí de manera breve.

—¿Por qué no? Después de todo, me encanta derramar la sangre de ilusos como vosotros. Y oíros gritar.

Ante sus palabras me di media vuelta de nuevo, sorprendida de que hubiese aceptado, ¿pero Saito también iba a luchar junto a mí? No, me negaba a ello, rotundamente, no quería tenerlo cerca, de momento.

—¿Me dejas algo a mí, Shinju?

Me sobresalté un poco al escuchar una última voz femenina, una mujer de cabellos dorados surgió de entre las sombras, a decir verdad, no me sonaba de nada, ¿era otra aprendiza como Shinju y yo?

—¡Oh, qué chico más mono! —Expresó antes de acercarse a Saito con cierta... ¿ilusión? Otra usuaria peculiar. Pude distinguir también como Saito cambiaba la expresión de su rostro, aunque ese chico me irritara momentos atrás, no podía evitar mirar aquella escena.— ¿Cómo te llamas? Yo Diana, soy aprendiz... como tú. —Y comenzó a acariciar el cuerpo del joven usuario, Saito parecía estar hipnotizado, no comprendí muy bien lo que me transmitían mis ojos, ¿la tal Diana usaba alguna clase de hechizo para controlarlo? ¿Con qué objetivo? ¿Qué podía tener Saito que fuese importante?.— ¡Eres guapísimo! Y tan fuerte... ¿Por qué no vienes conmigo? ¡Aquí seguro que te aburrirás!

Aprecié como esa Diana le susurraba algo más a su oído, pero ni me importaba. No pude evitar sonreír al ver a Saito de esa forma, al menos algo había salido bien, y era que por fin me podía librar de aquel chico durante ese día, aunque me hubiese sorprendido en el combate contra el Sincorazón, lo sucedido con la maestra... Simplemente no se lo podía perdonar.

—¿Diana? Mejor que te lo lleves rápido, me harás un gran favor.

—En fin, si aún quieres que te reviente las tripas, estoy dispuesta a darte tal placer.

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Estuve a punto de rechazar el duelo por parte de Shinju, pero no, no podía ser tan simple, me llevé una mano al mentón y cabizbaja pensé:

Si me enfrento a ella quizás tenga oportunidad de descubrir algún punto débil suyo. Todavía le debo una revancha, no me vendría mal un duelo con ella, la verdad.

Le propuse un duelo con la intención de liberar la rabia que acumulaba en mi interior con la pobre Shinju, que nada tenía que ver conmigo ni mis problemas, pero las cosas cambiaron de manera drástica, Saito ya no era un problema y me encontraba más aliviada. Ahora podía aprovechar la oportunidad para intentar analizar mejor a Shinju, esta vez en el mundo real, no en el Juego del Anillo.

Agarré el mango de mi arma blanca, la desenvainé y me puse en guardia, guardando la distancia.

—Cuando quieras. Te dejo dar el primer movimiento, Shinju.

No tenía esperanzas de ganar, ni mucho menos, en el mundo real, el propio de los usuarios, Shinju tenía que ser terriblemente fuerte. Si sus habilidades ya me sorprendieron en el pasado, esta vez no sería diferente. Estaba preparada para cualquier consecuencia que pudiese desencadenar aquel combate, como heridas fatales.

Yo misma decidía mi destino.

[H.S Sora]

Shinju pareció negarse a la propuesta de luchar, pero al final accedió con unas palabras que acompañaban a una sonrisa tétrica:

—¿Por qué no? Después de todo, me encanta derramar la sangre de ilusos como vosotros. Y oíros gritar.

—Genial—dije estirando— un poco de acción no me va a venir nada mal—Hice el gesto de invocar mi Llave Espada, cuando una voz irrumpió en la sala

—¿Me dejas algo a mí, Shinju?

—Realmente no es buen mome…—antes de poder continuar, una figura surgió de entre las sombras.

Una chica que quizá debía ser, si más no, de mi edad. A diferencia de mí, ella iba vestida con verdosas ropas y su pelo rubio parecía emanar luz propia. Era irónico que quizá lo más “angelical” de todo aquél mundo fuese aquella chica. Una curiosidad hacía aquella chica hizo que en aquél momento me olvidase del combate que debía disputar contra Shinju junto a Saeko.

—¡Oh, qué chico más mono! —Dijo acercándose a mí. Si antes ya había quedado algo impresionado por la manera que tenía Shinju de moverse, aquella chica se movía aún con más elegancia y dulzura aún. Y al acercarse pude notar como no eran imaginaciones mias, sus gráciles movimientos eran increíbles. Al igual que un aroma que me era difícil de identificar, pero que sin embargo, sabía que me encantaba.

—¿Cómo te llamas? —preguntó, con la voz más dulce que pudiese haber escuchado nunca. Llevó una de sus manos a mi mejilla y la acarició de nuevo con una fragilidad que la hacia parecer encerrada en una urna de cristal.

La distancia entre los dos era tan corta… podía sentir como el corazón me empezaba a subir y bajar más rápido que de costumbre, más incluso que durante aquella demostración… En toda aquella sala solo era capaz de escucharla a ella hablar con aquella dulzura, incluso pareció que un pequeño mareo me había sacudido momentáneamente— Yo Diana, soy aprendiz... como tú.

—Y…Yo…—empecé a tartamudear. ¿Qué diantres me pasaba?—Yo soy…Yo soy Saito…

Genial, con aquello había demostrado que era un perfecto experto en tartamudear y hacer el idiota a la vez. Esperaba una reacción de risa por su parte, realmente no había sido para menos…

—¡Eres guapísimo!—exclamó Diana de repente, aferrándose uno de mis brazos. ¿Realmente no se estaba riendo por aquél ridículo que había hecho?— Y tan fuerte... ¿Por qué no vienes conmigo? ¡Aquí seguro que te aburrirás!

Sentía como si quizá lo mejor que podía hacer era rechazar su propuesta, apartarme de su lado, y dedicarme a correr para aclararme sobre todo lo que acontecía, pero no quería. Todo en mí gritaba que no debía, pero ¿A quién diablos le importaba aquello?

Asentí ligeramente para que viese que aceptaba su oferta de irnos a donde fuese que ella quería.

>> Es más, yo te puedo ofrecer mayor diversión.—Dijo mientras yo asentía. Aquellas últimas palabras fueron acompañadas por un ligero soplo a mi oído que hizo que la piel se me erizase completamente.

Intenté quitarme el tartamudeo de la voz y hablarle en un tono parecido:

—Diana, voy contigo… A donde tú quieras.—Intenté controlar la aceleración de mi corazón en vano. Este seguía subiendo y bajando a tal velocidad que pensé que podría escucharlo a varios metros de distancia.

Y con aquellas últimas palabras estuve a la disposición de Diana. Realmente no sabía a dónde me llevaría, pero tampoco me importaba, solo quería poder disfrutar más rato de su presencia… Tuve la ligera sensación de que olvidaba algo, pero me convencí a mi mismo que no sería nada importante.

[EspeYuna]

—Jé, ¿me dejabas dar el primer movimiento?

La risa de Shinju atravesó los tímpanos de Saeko como fieras cuchillas. La joven se hallaba en el suelo, con un montón de magulladuras, cortes en la cara, en los brazos, piernas... absolutamente todo su cuerpo había sido dañado por Shinju. ¿Por su arma? No lo recordaba. Es más, ni siquiera la había visto venir. Sólo fue proponerle que ella comenzara la batalla y de repente, sintió un dolor agudo e insoportable en cada uno de los miembros de su cuerpo.

La niña, aun pareciendo inocente con aquellas prendas rosadas e infantiles, simulando un estilo lolita, se acercó lentamente a donde yacía Saeko, quien no sería capaz de moverse.

Su enemiga, su eterna rival, se agachó hacia ella, apartándole algunos mechones manchados de la cara, los cuales goteaban sangre de uno de los cortes de su frente. Los ojos de Saeko se encontraron con los de Shinju, quien esbozó una macabra sonrisa.

—Esta es la diferencia entre tú y yo, cucaracha —le dijo, agachándose aún más y, de forma cruel, clavó sus uñas en el brazo izquierdo de la joven, dejándole escapar un chillido de dolor—. Me encanta oírte gritar.

>> Pero si sigo así acabaré contigo, y la diversión se acabaría enseguida.

Saeko dejó de notar la tortura de Shinju, quien se lamió los dedos con la sangre que le había arrebatado. Saeko escuchó como sus pasos se alejaban.

* * *

—Dime, Saito, ¿de dónde eres?

Mientras Saeko había sufrido una espantosa paliza, Saito se encontraba en el paraíso, contestando de vez en cuando a las preguntas de Diana y ésta, con algo de ego, comenzaba a hablar de aquellos temas que más le interesaban, entre otros, la moda y el teatro.

Ambos se encontraban por los pasillos, en los cuales podrían tropezar ambos si no fuese porque se habían encargado de colocar algunas antorchas por el camino. A la luz del fuego los ojos de Diana centelleaban aún más que en la sala donde Saito había estado dispuesto a combatir contra Shinju.

—¡Tú serías perfecto para mí! —Diana exclamaba entusiasmada mientras se apegaba aún más a Saito. Llegó un momento en que Saito chocó contra la pared del pasillo, y Diana se aferró a él, mostrando unos ojos ardientes— Saito, yo...

>> Necesito que alguien me reconforte. Que me de calor. Aquí me siento muy sola, Saito.

La joven hundió su rostro en el pecho de Saito, haciendo que fuertes sentimientos despertaran en el corazón del muchacho. Deseaba tanto poder ser aquel que la protegiera para siempre. Deseaba tanto su compañía.

La deseaba. A ella y sólo a ella.

Sin embargo, algo no andaba bien. ¿Desde cuándo había empezado a sentir aquello? ¿Estaría bien dejarse llevar, disfrutar del momento, del Carpe Diem, o intentar luchar contra aquellos deseos?

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Aviso, último post de la trama.
Fecha límite: Lunes, 11 de Marzo

[Tsuna]

—Jé, ¿me dejabas dar el primer movimiento?

Efectivamente, yo misma había dejado que Shinju empezara el combate para intentar averiguar algún posible punto débil que pudiese tener, sin embargo, ante su último comentario no pude evitar mostrar cierta confusión en mi rostro, sus palabras me desconcertaron. La usuaria rió a carcajadas, no entendía nada, solo una cosa tenía clara, aquella risa equivalía a un mal presagio para mí. Me puse en guardia y en alerta ante cualquier posible ataque, o hechizo, que fuese a emplear.

—¿Pero... qué...? —Musité casi sin fuerzas, a la par que sentía como un terrible dolor me recorría el cuerpo de pies a cabeza. Pude ver como mi vestimenta se volvía a cubrir de sangre e irreparables cortes.

Me encontraba en el suelo, perpleja, herida y sin palabras, ¿qué había pasado? ¿Me despisté en algún momento? Comencé a especular rápidamente acerca de toda clase de posibles habilidades que pudiese tener mi rival, Shinju, pero nada me venía a la mente...

—Esta es la diferencia entre tú y yo, cucaracha.

Y me clavó las uñas en el brazo izquierdo, sin piedad, obligándome a expresar un grito de dolor.

—¡Aaah! —No tenía fuerzas para articular ninguna palabra más, estaba realmente abatida. Y podía suponer que la Maestra Nanashi no volvería a hacerse cargo de mí.

—Me encanta oírte gritar. Pero si sigo así acabaré contigo, y la diversión se acabaría enseguida. —Y dio media vuelta, pude escuchar como sus pasos se iban alejando cada vez más.

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Y allí me quedé, completamente destrozada en el suelo, sin fuerzas... Shinju era todavía más increíble en el mundo de los usuarios, el mundo real, que en los dominios del PCM, a decir verdad, allí nuestras habilidades estaban muy limitadas, Gengar adquirió más poderes al salir de aquel lugar, y yo también. Todavía recordaba aquella situación...

***

"Jugando sucio, ¿eh? Pues no, no eres real. Eres un programa y te crearon para un propósito muy concreto: jugar conmigo. Conmigo, una usuaria. Del mundo exterior. De fuera de esta jaula a la que vosotros, juegos andantes, llamáis hogar. Y que un juego andante esté programado para jugar con trampas no me pone lo que se dice contenta."

***

En aquella ocasión alguien logró ponerme contra las cuerdas por primera vez en mi vida. Destacaba su impresionante velocidad, si yo había progresado tanto en tan poco tiempo... ¿Cómo podía tomarme el progreso de Shinju de un mundo a otro? Tenía que ser algo espectacular, quizás llegó a atacarme tan rápido que fui incapaz de ver sus movimientos.

Era lo único que se me ocurría...

Aquel día aprendí bastante, el maestro Ryota me aclaró que no debía apresurarme, lo ignoré pensando que lo que hacía era correcto y... sufrí otra aplastante derrota. Tenía razón. Debía tomarme las cosas con más calma y paciencia, algún día... algún día le ayudaría a alcanzar la Verdad. Aunque mi ayuda fuese insignificante comparada con por ejemplo, la ayuda que le ofrecía Shinju.

¿Y qué había sido de Gengar también?

Gengar, espero que no hayas hecho nada sin mi permiso... en la habitación. Y espero también que estés bien.

Gengar por su parte terminó de limpiar y ordenar la habitación, se tiró encima del suelo, agotado y casi sin respiración. Intentando coger aire.

—Bueno, ya lo he limpiado todo, espero que Saeko esté bien... Creo que ya con esto he ayudado bastante por hoy, ahora... a descansar y dormir un poco. Qué pereza tengo. Si Saeko estuviese aquí, miedo me da pensar lo que me diría, pero en fin, seguro que en el fondo me estará agradecida.

Y se durmió tal cual, sobre el frío suelo.

Yo permanecí también en el suelo, sin saber obviamente que Gengar estaba sin fuerzas al igual que yo. Pensativa, comencé a reflexionar sobre todo lo que sucedía a mí alrededor... Todo había cambiado tanto en tan poco tiempo. Le estaba muy agradecida a la maestra por haberme salvado de aquel infierno. No podría pagar aquella deuda jamás. Incluso si tenía que sacrificar mi vida, mi existencia... todo, para ayudarla a alcanzar sus objetivos.

Otro día más se iba, y yo había madurado un poco más.

Gracias maestra Ariasu...

Necesitaba una ducha, el sudor y la sangre me molestaban mucho, pero no podía moverme, por lo que me quedé allí tirada en el piso sin hacer nada.

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Off-rol: La Trama me ha gustado bastante, sobre todo las partes en la que ha aparecido el Wyvern y la conversación con Nanashi. Bueno, espero que nos volvamos a ver en otra ocasión. Y mis disculpas a Saito, Saeko ha sido demasiado borde con él.

[H.S Sora]

—Dime, Saito, ¿de dónde eres?

Aquella pregunta me había hecho tocar de pies a tierra, pues hacía un buen rato que no lograba concentrarme en nada.

—Bueno, el único lugar que recuerdo es Halloween Town, aunque realmente no estoy muy seguro de que ese sea mi hogar…

Llevaba un buen rato con Diana, o quizá solo fuese su presencia la que lo hacía que las horas pareciesen minutos. Nos encontrábamos paseando por los largos pasillos del castillo, y estos se encontraban iluminados por un fuego, quizá mágico o quizá no.

Aquello realmente no importaba en absoluto, realmente no era capaz de mirar tan siquiera por dónde estaba andando. Tan solo podía intentar no perder el equilibrio y mirar aquellos ojos intensos que no dejaban de estar posados en mí… ¿Cómo unos ojos podían ser tan…? ¿Indescriptibles? Seguramente sería una palabra adecuada, pero no una que expresase lo que me hacían sentir.

—¡Tú serías perfecto para mí! —Exclamó Diana en un momento dado, que volvió a parecer ser un momento, pero estando con ella seguramente ya habría pasado bastante. Su entusiasmo y su alegría había sido algo que me habían encandilado, era diferente al entusiasmo y alegría que, por ejemplo, expresaba la Maestra Ariasu.

Mientras Diana se acercaba más a mí, podía notar como mi corazón seguía tan acelerado como antes. Sus subidas y bajadas tan estridentes junto al color que podía notar que tenía en mis mejillas, no haría ningún favor a la situación.

Llegó un momento en que perdí levemente el equilibrio y eso me hizo chocar contra la pared del pasillo que estábamos recorriendo en aquél momento, y Diana se aferró a mí, mostrando aquellos ojos imposibles de describir.

—Saito, yo...

—¿Si?—Aquella pregunta, salió como un fino hilo voz. Incluso llegué a creer que aún con lo pegados que estábamos no me habría oído.

— Necesito que alguien me reconforte. Que me de calor. Aquí me siento muy sola, Saito.—Sin previo aviso, hundió su rostro en mi pecho, haciendo que mi corazón subiese y bajase aún más rápido.

Aquello fue como una bofetada para mi corazón. Empezó a doler de pronto, como si algo lo presionase involuntariamente, como si algo estuviese mal en todo aquello… ¿Qué me estaba pasando? Estaba junto a una chica radiante, a la cual deseaba más que nada de lo que podía haber en aquel castillo lleno de misterios... ¿Qué estaba mal entonces?

—Diana no voy a dejar que estés sola…—tragué saliva, aunque la presión no descendía— Yo… yo te protegeré.

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Y entonces un gran e intensificado dolor de cabeza y de corazón acudió a mí. ¿Qué diantres estaba pasando? Imágenes fugaces y poco definidas cruzaban mi cabeza, pero una, se paró y clavó como si un hierro ardiente la hubiese estampado allí.

Yo… Yo te protegeré.

Pero es demasiado arriesgado… No dejaré que lo hagas solo.


No sabía que estaba viendo… había dos personas en una especie de tramo de bosque. La imagen era nítida, pero se encontraba algo difuminada. Parecía como un torrente de agua cristalina al que podía llegar tan solo estirando una mano. Intenté seguir escuchando parte de la conversación atentamente.


Ya lo sé… ¿Pero y si te pasase algo? ¡Preferiría morir a estar en un mundo sin ti!

Pero tampoco puedo arriesgarme a que tú seas la que acabe herida… tienes que comprenderlo. ¿Qué harías tu en mi lugar?


La dos voces me sonaban, pero la segunda me resultaba tan común… ¿Pero de qué? La chica de pronto empezó a sollozar y lágrimas caían de sus ojos. Aquellas lágrimas parecieron romper aquella imagen, y más lejos de lo que estaba por imaginar la imagen me arrastró. Y entonces todo empezó a cobrar sentido. Natural que me sonase demasiado la segunda voz, ¿A quién no le sonaría la suya propia?

Miré hacía la chica, quién seguía abrazada a mí. No necesitaba oírla, ni verla. Sabía quién era.


Saito… ¿Y si no vuelves? ¿Qué pasaría si tú te fueses y no pudiese encontrarte?

No podía aguantarlo, me daba igual si simplemente estaba delirando, aunque aquel recuerdo estaba siendo tan sumamente real…

Louise... Recuerda que te amo, y así lo haré, por siempre.

Ella levantó la cabeza algo extrañada, quizá. Sus lágrimas seguían algo presentes en aquellos ojos, aquellos ojos que podrían devolverme a la vida si ella quisiese…

Sabes que yo también, pero…

No le dejé terminar la frase, no quería dejarle terminar aquella frase.

Levanté su barbilla ligeramente y me incliné para darle un beso en los labios. Un beso que quizá para aquello no fuese nada, quizá tan solo fuese un mero recuerdo de ella… pero para mí lo estaba siendo todo.

La tensión acumulada cuando se fue, el vacío que sentía todas las noches que ella no estaba, el deseo de volver a tenerla tan cerca como fuese posible… Todo se fundió en aquél beso con el que ambos caímos en el suelo de aquella tierra que no me era conocida.

Y seguí con aquél beso, quería que durase eternamente, quería que no terminase jamás… Sabía que seguramente Diana seguiría allí, en Bastión Hueco, encandilándome con todo su ser. Y sabía que aquella parte de mí que se encontraba allí haría todo lo que ella quisiese, pero no me importaba.

Esta parte, la parte de la que era consciente, seguía estando pegando a la persona que más amaba en el mundo y a quién nunca dejaría de buscar. Quizá Diana tuviese poder sobre mi cuerpo… pero mi corazón solo le pertenecería a Louise.

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Off-roll: Realmente me ha costado escribir lo que ha acabado siendo este último post en la trama, barajé varias cosas que ni por asomo se han acercado a esto xD Ni que decir que he disfrutado mucho de la trama, ha sido genial n.n Y bueno, no te preocupes Zeix, Saito no se lo tomará en cuenta a Saeko(?) ^^ Y que decir que me encantaría volver a repetir moderadora y compañero un día de estos :3

[EspeYuna]

Saeko permaneció allí tirada durante un buen rato.

¿Una hora? ¿Dos? Quién sabe. El caso es que allí no se percibía el paso del tiempo como en el resto de los mundos, aunque Saeko estaba acostumbrada a no distinguir entre el día y la noche. Ella había sido rescatada de un lugar muy extraño, donde el tiempo se había parado para ella. Y sus recuerdos también.

El caso es que había aprendido algo realmente valioso de aquel día, y es que no podía darse prisa en ser fuerte. Para ello debía ir poco a poco, escalando, como bien había dicho el Maestro Ryota. Sólo de esa forma sería capaz de vencer algún día a Shinju.

¿Vencerla? No. Con un simple corte en sus mejillas de porcelana sería suficiente para que Saeko quedara satisfecha. Y poder demostrarle a Ariasu que no era débil. Se negaba en rotundo a regresar a la cibernética prisión. Nunca más.

* * *

—Oh, Saito —suspiró Diana al separar sus labios del joven, encandilada por aquellas palabras de amor eterno—. Dime más cosas tan bonitas como esas.

La aprendiz, a pesar de creer tener el control absoluto sobre los sentimientos de Saito, estaba muy equivocada. Una parte del muchacho seguía amando por encima de todo a Louise, quien víctima del hechizo de Diana no distinguía entre fantasía y realidad.

Diana siguió disfrutando de los labios de Saito durante minutos interminables, allí en aquel pasillo oscuro, hasta que, encontrándose satisfecha, por fin se separó de él. Con un dedo acarició los labios de Saito, éste sumido en una profunda hipnosis.

—Me voy a divertir mucho contigo —dijo, antes de alejarse del muchacho y desaparecer en la oscuridad, mientras esbozaba una pícara y juguetona sonrisa—. Puede que me seas muy útil en el futuro.

Sería entonces cuando el muchacho despertara de aquel lapsus en los oscuros pasillos. Pero no recordaría los labios de Diana. Porque en su corazón, sólo había sitio para Louise.

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TRAMA FINALIZADA, CHAN.

Muchas gracias por los últimos comentarios que habéis dejado Off-Rol. Realmente satisfacen mucho al Game Master y le anima a seguir con su trabajo con una sonrisa. Gracias ^^

¡Y procedo a las tan ansiadas puntuaciones!

Saeko recibe 54 PX. Me ha gustado mucho el desempeño, pero aún así ha habido posts flojos que no me han convencido. Eso sí, me he divertido mucho con la manera en la que trataba a Saito xD
¡Sube al nivel 6!
24 PX para nivel 7

Saito recibe 52 PX. Al igual que Saeko, me ha gustado el desempeño de Saito en muchos posts, pero le ha pasado igual, algún que otro post sin la esencia del resto. También debes tener cuidado con alguna que otra falta de ortografía. Por lo demás, excelente =)
¡Sube al nivel 4!
¡Sube al nivel 5!
10 PX para nivel 6