[Castillo de Bestia] Bonjour, monsieur!

Trama de Fátima, Hana y Xefil

La aparición del bando de Bastión Hueco ha colocado a la Orden de los Caballeros de la Llave Espada en una tensión creciente difícil de remediar. ¿Llegarán a enfrentarse ambos bandos en conflicto, o será posible la paz?

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Re: [Castillo de Bestia] Bonjour, monsieur!

Notapor Zee » Lun Jul 15, 2013 1:18 am

¡No mires la llama!

¿Qué llama...?

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(???)
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Tuve que concentrarme con una fuerza sobrehumana para no girar los ojos en dirección a lo que Hana precisamente me pedía no contemplar. Parecía que los Sincorazón contra los que le había tocado enfrentarse tenían un arma secreta en la vela que sostenían, y la chica la había descubierto con muy malas consecuencias.

¡Y cúbrete! Son muy ágiles y disparan fuego.

¡Entendido!

Tanto mi hechizo como el de Hana hicieron el trabajo como era esperado. Mi conjuro helado golpeó de lleno a una de las criaturas, permitiéndome golpear a la otra con la daga. "Muy ágiles", había dicho Hana... ¡Ha, definitivamente no tanto como yo, si no habían podido hacer nada al respecto! Ni siquiera tenía que cuidarme de aquellas supuestas llamas cuando mis ojos danzaban de un lado a otro, intentando examinar a aquellas criaturas y buscando huecos apropiados para acabar con su existencia.

Sin embargo, la suerte parecía no estar de mi lado todavía. Antes de que me diese cuenta, las plantas a nuestro alrededor cobraron vida. De un preciso movimiento, derrotaron a un Sincorazón, provocando tal terror en los otros dos que éstos huyeron de inmediato, un fenómeno que no creí que fuese posible en aquellos seres.

¡Corre! ―le grité a Hana, haciendo ademán de escapar de aquel lugar de inmediato. No obstante, el poder de Diana nos superó a ambos: antes de que pudiese mover un pie siquiera, las plantas ya me habían atrapado, impidiéndome cualquier movimiento. A mi compañera no le fue mucho mejor cuando una la tomó del tobillo―. Oh, perfecto... ―gruñí.

>>Allí viene mi nueva novia.

Pero yo no estaba de humor para hacer presentaciones incómodas. La novia jamás debe conocer a la amiga, decían. De tal manera que intenté cortar las plantas que me aprisionaban con mi daga de plasma que, con mucha suerte, probaría ser lo suficientemente caliente para romperlas en cuestión de segundos.
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Re: [Castillo de Bestia] Bonjour, monsieur!

Notapor Suzume Mizuno » Jue Jul 18, 2013 7:51 pm

¿Sabes? Para estar temblando como un flan eres aguda con las palabras —la sonrisa que le dirigió Andrei le revolvió las tripas y, para su horror, sintió que se le ruborizaba toda la cara, no supo bien si por la vergüenza o por la rabia—. Tus Maestros no me preocupan en absoluto. Tan sólo quería pasar una velada... agradable contigo.

¿Cómo? —farfulló.

Andrei, por supuesto, no contestó, sino que dedicó su atención a las cartas que la chica había escogido. Pero Fátima se le había quedado mirando de hito en hito. En un primer momento pensó algo que no podía ser verdad, porque Andrei nunca había mostrado interés en ella. Aun así, la idea le resultó perturbadora.

Pero todavía la estremeció más pensar que Andrei podía haberla fijado, por algún extraño motivo, como objetivo.
Reprimió un escalofrío y se obligó a apartar esos pensamientos de su cabeza. No podía dejar que la manipulara. Estaba jugando con ella, quería sonsacarle algo y para eso la confundía. Y tenía que ser estúpido si dos Maestros, uno de ellos el más poderoso de Tierra de Partida, no le preocupaban.

El joven interrumpió su flujo de pensamientos mostrando una de las cartas.

“La Sacerdotisa” leyó.

Eres paciente. Al menos, en principio. Equilibrada, algo discreta y reservada. Tomas las decisiones con meditación, pero eso significa que no sabes arriesgarte en momentos decisivos. Un arma de doble filo, pero el equilibrio va a tu favor.

Arqueó una ceja.

No creo que sea muy difícil de adivinar —dijo con sequedad.

Levantó otra, con el diseño de una luna.

Cambios importantes, tal y como Kousen. Interesante. Se te presenta un camino difícil y oscuro. Buscas experimentar, descubrir mundo. Aunque, ¿qué portador no desearía salir de su prisión?

Bien —dio unas palmadas como parodia de aplauso—. Tú mismo me acabas de demostrar que esa carta vale prácticamente para todo el mundo.

Pero, en el fondo, tuvo que controlarse para no cambiar de postura. Porque, sí, anhelaba aprender, viajar, ver. Y, ¿a qué se referiría con “cambios importantes”?
Es una chorrada” se dijo a sí misma con firmeza, tratando de convencerse.

Oh.

La última carta estaba bocabajo.

Vaya, vaya... inseguridad. Eres bastante desconfiada y... ¿qué tenemos aquí? … Incomodidad.

Andrei la miró directamente a los ojos y no pudo evitar ponerse tensa.

Tú... no eres feliz.

Fátima mantuvo los labios bien prietos pero, por un momento, sintió un ligero vahído.

¿Se refiere a…?

No. Cerró los ojos con fuerza. Es pura coincidencia, nadie en el mundo puede decir que es completamente feliz, todas las “adivinaciones” que había hecho eran pura generalización que se podían adaptar a cualquier momento de la vida de cualquier persona. Que la Sacerdotisa coincidiera con su personalidad la había sorprendido pero, demonios, no tenía ni idea de cómo funcionaba el Tarot y Andrei bien podía haberle metido una trola como una casa, haciendo un análisis de su personalidad que no tuviera nada que ver con la Sacerdotisa, o haber hecho un juego de manos para que saliera precisamente esa carta…

No, no soy feliz —dijo al final—. No puedo decir que me guste vivir sabiendo que gente como vosotros está dispuesta a cortarnos el cuello en cuanto bajemos un poco la guardia.

Se inclinó hacia él, en parte irritada, en parte asustada, pero consciente de que no podía dejar que siguiera jugando con ella.

Me has dicho que me ibas a dar respuestas del mundo que me rodea, no que me ibas a hacer un psicoanálisis que podría haberme hecho yo perfectamente porque, créeme, me conozco bastante a mí misma, tanto mi parte buena como mi parte mala. Así que, ¿vas a darme esas supuestas respuestas que tanto ansío o no? Y te pido que dejes de analizar mi personalidad, si pretendes sorprenderme no lo conseguirás haciéndome una lectura del Tarot.

Se cruzó de brazos y le lanzó una mirada desafiante pero a la vez se preparó para responder a protegerse de cualquier posible ataque. No estaba segura de que sacarle de quicio fuera a proteger su integridad física, pero si no apostaba, no iba a llegar a ningún lado.

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Pido mil perdones por haberme retrasado tanto. Voy a estar ausente durante otra semana durante la que no voy a tener internet y cuando me fui, como tenía preparado el post, pensé que ya había actualizado. ¡Lo siento mucho! ><
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Re: [Castillo de Bestia] Bonjour, monsieur!

Notapor Nell » Sab Jul 20, 2013 3:31 am

El combate había mejorado. Al menos, desde la perspectiva de Hana, cuyo enfrentamiento en solitario le había sido mucho más complicado. Entre ella y Xefil lograron alcanzar a las criaturas y tenerlas, más o menos, dominadas. Hana esperaba un contrataque cuando, en vez de producirse éste, otro factor entró en juego.

Plantas. Tan estúpido como suena. Plantas. Hana no contaría a nadie nunca que habían sido salvados por plantas.

Observó cómo acababan, ellas solitas, con uno de los sincorazón, al tiempo que hacían escapar a los otros dos. ¿Acaso el bosque se rebelaba contra aquellas criaturas intrusas? ¡Ver para creer! Y… ¿serían ellos también considerados invasores por el todopoderoso bosque?

Al parecer, la respuesta era afirmativa, puesto que las plantas continuaban danzando a su alrededor.

¡Nosotros no vamos a quemarte! ¡Lo juro! ―gritó estúpidamente Hana, aterrorizada por el poder del bosque que la rodeaba. Ni siquiera sabía si era capaz de escucharla, pero desde luego, tenía que intentarlo. Antes, al menos, de empezar a rezarle.

Una de las plantas rodeó su tobillo en respuesta. Soltó un chillido asustado de la impresión.

Xefil arrojó algo de razón en la mente de Hana. Su advertencia la despertó de aquellas suposiciones incorrectas. ¿Por qué no había entrado en pánico como ella? Y, poco a poco, comenzó a ver la idea de que aquella rebelión agreste era causa de alguien. Alguien, a quien Xefil conocía.

Peor aún. Ese alguien tenía cuentas amorosas pendientes con Xefil.

¡Pues tienes un pésimo gusto para las chicas! ―exclamó, al tiempo que trataba de cortar con la Llave Espada, de un tajo, la que se había liado en su tobillo. Si no lo conseguía, comenzaría a serrar con más cuidado.

En cuanto estuviera libre, actuaría del modo que consideraba más adecuado para sobrevivir:

¡Dividámonos! ―propuso a Xefil, echando a correr por el mismo camino que creía haber seguido para llegar hasta allí―. ¡No dejemos que nos alcance a los dos! ¡El otro, que avise a alguien!

Tenía la mitad de probabilidades de que el enemigo la persiguiera a ella. Y en caso de no tener suerte, estaba incluso dispuesta a indicar a la chica el camino que habría seguido Xefil. Desde luego, no querría entretenerse con Hana teniendo un novio al que perseguir. Tampoco estaba segura de que fuera a buscar ayuda, como había propuesto. Al fin y al cabo, estaban en el bosque sin permiso. ¡Y la culpa era de Xefil por… lo que fuera que la hubiese hecho!

Aun así, por haberla ayudado en el combate, Hana se prometió que, de caer Xefil allí ante la enfurecida muchacha, les mentiría a los Maestros para que al menos pudieran ir a recoger su cuerpo. ¡Tratándose de Hana, Xefil tendría que estar hasta agradecido!
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Re: [Castillo de Bestia] Bonjour, monsieur!

Notapor EspeYuna » Jue Jul 25, 2013 9:10 pm

Y te las daré ―respondió Andrei―. Debo admitir que me sorprende la fuerza de voluntad que tienes.

>> Pero he visto la incomodidad en tus ojos. Lo que significa que he acertado, ¿me equivoco? ¿Ellos pueden darte aquello que ansías? ¿De verdad esperas algo de ellos?


Andrei no se rendiría. Encontraría la forma de hacer creer a Fátima en su poder. Y dejar claro su opinión sobre Tierra de Partida y aquellas personas que vivían en ella.

* * *


Eres muy escurridizo.

>> Pero eso hace que me sienta más atraída por ti, mi querido Caballero.


De nuevo aquella sensación. Xefil querría girar entusiasmado a la voz de aquel ángel que le torturaba en sus entrañas, luchando entre la locura de un deseo enfermizo y la poca cordura que le quedaba. Era difícil luchar contra su poder. Pero una vez había conseguido escapar de ella, le era más sencillo resistirse a sus encantos, de momento.

Sé mío.

Las plantas le dejaron libre, pero algo le impedía moverse. Los ojos de Diana le habían atrapado con su deseable veneno. Pero aquello no había terminado. Era hora de demostrarle a Diana de lo que era capaz un caballero de Tierra de Partida.

Por otro lado, Hana había escapado milagrosamente del claro, pero las ramas del bosque no le dejarían escapar. Agarrándola de brazos y piernas, las enredaderas rodearon por completo su cuerpo, hasta llegar a su cuello, haciéndole sentir un ligero cosquilleo.

Tras el cual, la planta la abrazó como si de una serpiente se tratara, aplastando los miembros por los que pasaba su cuerpo. Hana estaba a punto de ser ahorcada en el bosque.

Si no pensaba en algo pronto, sería brutalmente asesinada. ¿O quizás pedir ayuda?
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Re: [Castillo de Bestia] Bonjour, monsieur!

Notapor Nell » Lun Jul 29, 2013 3:45 am

Pudo escapar con éxito, despistando lo suficiente a Xefil como para que no pensara en recorrer su mismo camino y fastidiarla el plan. O, si lo hizo, no llegó a alcanzarla y Hana no se enteró.

Sin embargo, ya estaba felicitándose por el fantástico plan, y pensando en conmovedoras palabras para fingir una profunda tristeza por la terrible muerte del compañero, cuando se vio rodeada y atrapada por las ramas de los árboles. ¡Había olvidado por completo la rebelión de la flora! Y peor aún: quien quiera que las hubiera convocado, no la había olvidado a ella.

Pataleó y trató de escurrirse del fuerte abrazo de las ramas, pero nada logró que se deshiciera de ellas. Y cuando comenzaron a rodear su cuello, tuvo el primer escalofrío de pánico que había sufrido en su vida, impotente, sabiendo con certeza qué iba a ocurrir a continuación. La frustración de no poder hacer nada la mataría antes que el mortífero abrazo de la flora.

¡Qué absurdo parecía todo! ¡Sólo eran plantas! ¡Y malditas plantas! ¡Iba a morir patéticamente por plantas…!

Entonces, apretaron, y Hana comenzó a asfixiarse. No podía respirar. Todos sus músculos ahogaban gritos de dolor, aguijoneando y entumeciendo su cerebro y cordura. No obstante, aún quedaba una pequeña parte de su mente que luchaba por sobrevivir, buscando desesperadamente la manera de salvarse.

Podía hacerse la muerta, pero nada aseguraba que no la dejaran ahí colgando indefinidamente y, entonces, sí acabarían con ella. O también pedir ayuda. Pero, ¿quién iba a acudir? ¿Xefil? No, para entonces, el autor ya debía de haber acudido a él, si no había ido a por Hana. ¿Fátima? ¡Habría sido tronchante que absolutamente todos hubieran quebrantado la única norma! Pero no podía fiarse de que hubiera sido así. ¿Los Maestros? Pff. Hana confiaba poco en sus habilidades.

Un último nombre acudió a su memoria.

¡Ray… mon…!

Lo soltó sin pensar. ¡Eso sí que era absurdo! ¿Cómo iba a pedir ayuda a alguien que estaba muerto? ¿Acaso le ayudaría a escurrirse de los dolorosos brazos de la Muerte?

¿O, en todo caso, Hana le llamaba precisamente para que le guiara hasta ese reino mucho más allá?

Ni ella misma habría sabido responderse.

La desconcertante situación le aclaró las ideas. No, no iba a rendirse. No hasta su último aliento. Pese a que tenía pocas posibilidades, lo intentaría. ¡Cualquier cosa valía! Y optó por las dos que le parecían más razonables.

Sus brazos estaban inmovilizados, pero no sus manos. Movería la muñeca para apuntarse a sí misma, concretamente a las partes donde la planta la aprisionaba y lanzaría Hielo. Primero, a sus brazos y cuello, para tener más libertad e ir con éstos rompiendo el hielo a base de fuerza. Por último, sus piernas.

Era arriesgado. Muy, muy arriesgado. Puede que Hielo las dañase lo suficiente para retroceder… o puede que las congelase. Y, entonces, dependería de su fuerza para romper el hielo que sustituía al mortal agarre y que, por tanto, también la aprisionaría. El daño sobre su propio cuerpo en sí no la importaba, siempre que pudiera liberarse con vida. Se lo jugaba todo, sí, pero era mejor que no hacer nada.

Su último plan, en caso de que fallara el anterior (si Hielo no hacía mella en la planta), sería el primero en el que había pensado: fingir haber muerto. Dramatizaría un último colapso y se dejaría caer como un peso muerto. Las plantas cumplían órdenes y no podían saber si estaba viva o muerta, por lo que cabía la posibilidad de que se retirasen. La pega de que no fuera liberada tras su muerte seguía ahí, pero tendría que arriesgarse también con eso.

La vida le pendía de un hilo. Y en lo único en lo que podía pensar, tras deshacerse de todos los pensamientos sobre plantas, compañeros perdidos y Raymon, era que no quería morir.
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Re: [Castillo de Bestia] Bonjour, monsieur!

Notapor Suzume Mizuno » Jue Ago 01, 2013 8:22 pm

Y te las daré ―respondió Andrei con tranquilidad―. Debo admitir que me sorprende la fuerza de voluntad que tienes.

—Vaya, gracias —soltó con sarcasmo. No estaba segura de si debía tomárselo como un halago…

Pero he visto la incomodidad en tus ojos. Lo que significa que he acertado, ¿me equivoco? ¿Ellos pueden darte aquello que ansías? ¿De verdad esperas algo de ellos?

Si hasta entonces había estado a la defensiva ahora el interés —a ella se le antojaba morboso, ¿por qué estaba tan interesado en lo que ella quería hacer?— de Andrei la hizo cerrarse todavía más en banda y estirar la espalda como un gato se eriza cuando se siente amenazado. Por un momento olvidó que el chico que tenía delante podía matarla de uno o dos golpes, tal era su diferencia de maestría con la Llave Espada, y entrecerró los ojos dedicándole una mirada glacial.

Lo que yo deseo no me lo puede conceder nadie. Ni tú, ni la gente de Bastión Hueco, ni los de Tierra de Partida.

Dejó caer un breve silencio y sonrió, maliciosa.

Creía que lo sabías todo, ¿por qué me preguntas si has acertado? Creía que eras tú el que me iba a decir qué es lo que ansío con toda mi alma.

»Tendrás que esforzarte un poco más, señor adivino. No voy a hacer el trabajo por ti.


Se mordió la lengua, esperando a que Andrei soltara alguna bravata o respondiera ordenándole, quizás, que volviera a escoger unas cartas. Cada vez estaba más nerviosa y le costaba una barbaridad quedarse sentada en su sitio. ¿Por qué no los encontrarían Ronin y Lyn de una vez?

Pero lo cierto era que había algo que siempre… Había querido saber. Y dudaba que fuera a volver a tener una oportunidad como aquella. Aunque era un poco suicida preguntarlo:

Andrei —dijo pausadamente, clavándole los ojos—. Está más que claro que desprecias a la gente de Tierra de Partida. Vuelves y una vez al mismo tema. Y yo sé que no son perfectos, ni unos santos —pensó con cierto resquemor en Nanashi aunque, irónicamente, la mujer que la forzó a aceptar la Llave Espada había pasado a formar parte de Bastión Hueco—. Pero, ¿por qué tanto odio? No puedo ver qué me va a ofrecer Bastión Hueco que no me lo conceda Tierra de Partida. Creo en la ideología de Tierra de Partida, incluso si no coincido en todo lo que dicen o hacen. Pero de Bastión Hueco no guardo más que recuerdos desagradables y encuentro sus métodos todavía más brutales que los de tener a alumnos como “carne de cañón”.

»Al fin y al cabo, para eso están los guerreros, ¿no? Para defender una causa hasta la muerte.


Esperó, tensa, una respuesta. O que Andrei la fulminara con la mirada y se negara a responder. Pero…

Es algo que siempre he querido saber —admitió en voz baja—. Por qué estáis haciendo lo que hacéis.

Había gente que simplemente era cruel, había gente que no pensaba y seguía a un líder carismático, y también había gente que se unía a un grupo porque era el que podría ayudarle a alcanzar sus objetivos con mayor facilidad. Fátima no se consideraba una defensora de la justicia y la rectitud, pero pensaba que la tarea de los Caballeros era noble y que, además, le permitía conocer mundos y la realidad que la rodeaba con una profundidad de la que nunca habría sido consciente si la Llave Espada no se hubiera interpuesto en su camino…

Pero, ¿y Bastión Hueco?
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Re: [Castillo de Bestia] Bonjour, monsieur!

Notapor Zee » Mar Ago 06, 2013 7:03 pm

Eres muy escurridizo.

Y tú muy persistente.

La fuerza con la que las plantas me mantenían en mi sitio era tal que incluso girar la cabeza hacia Diana me era imposible. Su voz sonaba peligrosamente cerca, por lo que podía asumir que se había acercado en cuanto Hana y yo habíamos bajado la guardia, tal vez por nuestras espaldas. Aquello alzaba una nueva pregunta: ¿las plantas eran una extensión de su conciencia o tenían individualidad propia? De cualquier manera, Diana había llegado en el momento preciso, como si el bosque le hubiera avisado; y eso sacaba a relucir la magnitud de su poder.

Pero eso hace que me sienta más atraída por ti, mi querido Caballero.

Oh. Ella atraída por mí. Aquello eran noticias nuevas.

El deseo de girarme hacia ella comenzó a volverse irresistible. Antes de que me diera cuenta, ya estaba luchando ensimismado por mantener el control, pues el encanto de Diana ya intentaba encontrar grietas en mi fortaleza mental y deslizarse en el interior. No obstante, pelear contra ella parecía ser más sencillo, ahora que había encontrado una manera; cada vez, las palabras de Ronin parecían cobrar más sentido. Díficil, mas no imposible; y por suerte, parecía que ya había encontrado la forma.

Sin darme cuenta en qué momento sucedió, mis ojos se encontraron con los de ella. Y con su sonrisa, su dulce y cariñosa sonrisa...

Sé mío.

Mi prisión me soltó al sentir mi momento de flaqueza, dejándome completamente libre para salir corriendo. La cosa fue, sin embargo, que realmente no me quedaban muchas ganas de huir. No cuando tenía a aquel ángel frente a mí, mirándome fijamente con sus seductores ojos. Estábamos solos en aquel verde claro, como si el mundo mismo hubiese decidido el lugar de nuestro encuentro: un atisbo de luz en aquel mar de tinieblas.

Pero ella era Diana... Diana, Diana Thorn, la voz de la tentación. Y no podía creer en su belleza.

¡Me gustas, Diana! ―confesé, encogiéndome de hombros―. Eres asertiva... Decisiva, precisa ―ilustré mis palabras al alzar mi dedo índice, apuntando a la chica con cada palabra―. Me gustan las chicas que saben lo que quieren. Mucho. Bastante. Digo, tener que perseguirme y ordenar a tus plantas que me atrapen... Me siento halagado.

Miré a mi alrededor. O al menos, lo intenté, pues los ojos de Diana no dejaban de atraerme. Aun así, era obvio que Hana ya no estaba allí. Seguramente las plantas se la habían llevado a algún otro sitio para que Diana pudiese encargarse de mí a solas; era imposible que alguien abandonara un compañero así como así. Entonces, si quería que estuviésemos a solas, lo mejor que podía hacer era aprovecharme de ella.

De ello. No de ella.

Creo que debajo de esa... verde capa de... vegetales furiosos y... naturaleza... ―estaba perdiendo el hilo; concentrarme en lo que quería decir al tener a Diana enfrente era bastante difícil. Comenzaba a volverme loco por ella de nuevo―. Hay una chica fantástica. ¿Así que por qué Bastión Hueco? ¿Por qué la Oscuridad, la traición y la reclusión?

>>Anda...
―apremié, con una sonrisa tan coqueta como me era posible; aunque, conociéndome, seguramente se veía más burlona que provocativa―. Convénceme. Quiero ir contigo, para que podamos estar juntos... así que convénceme, mi ángel.

Tenía que responderme. Y si no era así, al menos tenía algo que decir, o hacer. Tenía que esperar su respuesta para continuar con aquel cariñoso juego de ingenio y voluntad. Una vez que lo hiciera, continuaría:

Si queremos convertirnos en el juguete del otro...

Llevé mi mano derecha a mi espalda, con la palma apuntando hacia arriba.

Entonces comencemos a jugar, Diana...

Sonreí, invocando entonces mi hechizo Piro al cielo. Una bengala que, en aquel claro, tendría que verse a la distancia.
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Re: [Castillo de Bestia] Bonjour, monsieur!

Notapor EspeYuna » Lun Ago 26, 2013 12:46 am

Es algo que siempre he querido saber. Por qué estáis haciendo lo que hacéis.

Andrei no apartó la mirada de Fátima en ningún momento, escuchando pacíficamente sus palabras. Interesado en cada una de ellas, jugueteaba con los dedos en pos de levantar un naipe que guardaba bajo sus ropas.

Eres muy inteligente, Láforet. Y persistente en conocer mis motivos —dijo el muchacho, quizás halagando a la joven—. Es una lástima que no los vayas a conocer...

Al decir aquello, el supuesto adivino descubrió la carta.

La Muerte


... porque no volverás a ver la luz del sol.

Sin embargo, antes de que Saavedra osara con tocar a la aprendiz, una pesada brisa entró en el callejón, lo que pareció una brisa agradable para Fátima al reconocer aquel poder. Un brillo carmesí asomó a la espalda del pupilo de Bastión Hueco, amenazando con su Llave-Espada el cuello del muchacho.

¿Te parece bonito amenazar así a una damisela, jovencito? —dijo el Maestro Ronin, mostrando una seriedad no propia de él— Y más aún, jugar con sus sentimientos.

Oh, Maestro Ronin —a pesar de encontrarse en una situación peliaguda, el aprendiz supo mantener la compostura—. Jamás osaría. Sólo estaba bromeando.

>> De hecho, no me importaría llevarla conmigo, pero...

De pronto, a pocos metros de donde los tres se hallaban, un portal de oscuridad surgió de la nada. Tras él apareció una figura alta, delgada, vestida con un traje elegante que ensalzaba su porte, tan familiar para Fátima. Invocó su arma y amenazó apuntando contra Ronin.

Deja libre a Andrei, Ronin.

Vaya, Nanashi —el Maestro no dudó dos veces en liberar al joven, quien se dirigió a la Maestra con una mueca de disgusto—. Tienes buen aspecto.

La ex-mentora de Fátima posó sus ojos en ella, curiosa y sorprendida de encontrarla allí.

Fátima.

La mujer cerró los ojos, pensativa. Como meditando algo para sus adentros, los abrió de nuevo y alzó la mano hacia la muchacha:

Ven conmigo.

El Maestro Ronin no dijo nada al respecto. Si Fátima buscaba consejo en él, no encontraría más que indiferencia.

Porque estaba claro que era decisión suya seguirla o no. Al fin y al cabo, fue ella quien le salvó la vida una vez. ¿No estaba en deuda con ella, acaso?

* * *


Un grito desgarrador se escuchó a lo largo y ancho del bosque. Xefil había jugado sus cartas verdaderamente bien, y Diana había bajado la guardia, pues no se esperaba un hechizo de fuego por parte del aprendiz.

La joven se agarró el brazo derecho, achicharrado por las llamas que habían hecho contacto con ella aunque el propósito del muchacho fuera dar un aviso al cielo. Las plantas que tapaban el bosque hicieron difícil que la señal llegara a su destino, pero hizo un buen trabajo al hacer daño a las enredaderas que osaban asfixiar a Hana. Con ayuda de ello y fingiendo hacerse un peso muerto, logró escapar de ellas.

No se os puede dejar solos, ¿eh?

Un portal de oscuridad se abrió frente a los presentes. Diana enmudeció y puso una cara asustada cuando una cabeza asomó por el portal. La Maestra Ariasu.

M-Maestra...

¿Has sido una niña muy mala, lo sabías? —a pesar de sonar divertida y con sentido del humor, los temblores de Diana confirmaban todo lo contrario. Debía estar realmente mosqueada— Mira que ponerte a perseguir hombres por el bosque, ¿qué diría tu madre?

Diana expresó con una mueca de dolor que aquellas palabras le habían afectado más de la cuenta. Las plantas cayeron al húmedo suelo del bosque y la joven dio unos pasos hacia el portal.

Pero bueno, ya que estamos, podemos limpiar un poco esto, ¿no te parece? —dijo la mentora, quien invocó con su vara una bola de energía poderosa, incandescente... y claramente peligrosa.

Aunque el proceso cesó cuando una tormenta eléctrica amenazó a la Maestra de Bastión Hueco, dañándola en una mejilla. La sangre goteó por ella hasta caer por la mandíbula.

Y una flamante armadura dorada apareció tras Xefil y Hana.

Vuelve a apuntar contra mis aprendices y estás muerta, Ariasu.

Vaya, vaya, pero si es la pequeña Lyn —dijo Ariasu, burlona.

La tensión acrecentó entre ambas. Y puede que sólo Xefil y Hana pudieran dar fin al silencio que inundó en pocos segundos el llano del bosque tras difuminarse la tormenta invocada por Lyn. Ayudar a la Maestra, o quizás lidiar con Diana, aunque fuera difícil sacarle información frente a su Maestra.

Sus ojos transmitían temor. Y tristeza. ¿O puede que fuera otro truco para cautivar y engañar a Xefil?
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Re: [Castillo de Bestia] Bonjour, monsieur!

Notapor Suzume Mizuno » Lun Ago 26, 2013 6:23 pm

Eres muy inteligente, Laforet. Y persistente en conocer mis motivos —Fátima se encogió de hombros. Le parecía una pregunta de lo más natural. Además, necesitaba sonscarle algo, lo que fuera—. Es una lástima que no los vayas a conocer...

Le mostró una carta y Fátima sintió un violento escalofrío.

... porque no volverás a ver la luz del sol.

Oh, mierda…

Se levantó y trató de retroceder, invocando su Llave Espada, pero antes de haberse incorporado por completo supo que no iba a conseguir escapar a tiempo y sintió la fría tenaza de la desesperación y el miedo.

Entonces sintió una violenta brisa que a ella, sin embargo, se le antojó maravillosa porque entendió que no iba a morir. Su gran figura apareció detrás de Andrei y pensó que nunca se había alegrado tanto como en ese momento de verlo. El Maestro Ronin puso su Llave Espada al cuello del joven de Bastión Hueco y dijo con severidad:

¿Te parece bonito amenazar así a una damisela, jovencito?Y más aún, jugar con sus sentimientos.

¡Maestro Ronin! —exclamó Fátima, a punto de estallar de puro alivio. ¡Por fin había llegado!

Oh, Maestro Ronin —respondió Andrei con una tranquilidad que sacó profundamente de quicio a Fátima, que lo miró con odio—. Jamás osaría. Sólo estaba bromeando.

Pues no lo parecía, cabrón” escupió para sus adentros, temblando por la furia y el miedo. ¡Cada vez que se había acercado a alguien de Bastión Hueco había estado a punto de morir!

De hecho, no me importaría llevarla conmigo, pero...

¿Cómo? —chilló Fátima a mitad de su frase, sin embargo, no fue capaz de expresar toda su indignación porque…

Se abrió un portal de oscuridad. Fátima pegó un respingo y enarboló la Llave Espada, dispuesta a defenderse, pero no pudo evitar suavizar un poco el agarre al ver quién emergía de las nubes de oscuridad.

Había pasado ya bastante tiempo desde que la vio por última vez, pero su elegancia, su largo cabello plateado, su gélida mirada, eran imposibles de confundir.

Deja libre a Andrei, Ronin.

Vaya, Nanashi —Andrei fue liberado y se apresuró a dirigirse hacia Nanashi con desagrado. Fátima maldijo. ¡Habían estado tan cerca de capturarlo…!—. Tienes buen aspecto.

Nanashi hizo caso omiso de su antiguo jefe y dirigió su mirada hacia Fátima, que no pudo evitar encogerse al encontrarse bajo esos fríos ojos.

Fátima.

La vio cerrar los ojos y meditar en silencio antes de tenderle una mano y ofrecerle:

Ven conmigo.

¿Eh? —desconcertada, volvió a bajar la Llave Espada.

Su antigua Maestra le tendía la mano en silencio, aguardando. Miró a Ronin, esperando que interviniera, que hiciera algo, que atacara a sus enemigos. Sin embargo, el Maestro no parecía dispuesto a mover un dedo. Ni siquiera la miró. Y Fátima recordó que en ningún momento había querido evitar que los alumnos pasaran a formar parte de Bastión Hueco. No entendía aquella desconcertante actitud. Pero tuvo casi por seguro que no tomaría partido en su decisión, fuera cual fuera.

Dios…

Miró a Nanashi de nuevo, con el ritmo de su pulso aumentando por momentos. ¿De verdad pretendía que aceptara unirse a ella después de que la abandonara, junto a todos sus compañeros, ese horrible día en Bastión Hueco? Crispó los dedos en torno a la empuñadura. Sí, le debía la vida a Nanashi, pero… Pero a cambio se unió a Tierra de Partida, como ella quiso. Si la hubiera hecho unirse a Bastión Hueco, también lo habría hecho porque no le quedaba otra opción. Era obedecerla a cambio de evitar sufrir una terrible muerte por ahogamiento. Todavía se estremecía al penasr que podría haber acabado sus días en el fondo del mar, a no mucha distancia de su hogar.

A Nanashi no le había importado ella en sí, sino conseguir alumnos. Y ella era ya una Aprendiz de Caballero. En el momento que Nanashi decidió dejarla atrás, dio por sentado que ya no le debía nada.

O eso esperaba. Porque, por dentro, se retorcía de la culpabilidad. Pero se revolvió contra esos sentimientos. ¡No le debía nada!

Además… Había gente a la que sí le debía cosas. A la gente de Tierra de Partida, que la entrenaban y le permitían vivir mucho mejor de lo que habría llegado a soñar. A Tierra de Partida, que le había abierto las puertas al conocimiento. Y…

Irguió los hombros y negó con la cabeza, poniéndose a la altura de Ronin.

Lo siento, pero los ideales de Bastión Hueco, que de todas formas su alumno no se ha molestado en explicarme, no se corresponden con los míos. Al menos no si consisten en amenazar de muerte. Y tengo una nueva Maestra —sonrió, nerviosa, para sus adentros—. No voy a traicionarla.

Podía ser que Lyn no fuera la mujer más amable del mundo, pero su forma de pensar, el mundo al que pertenecía… Le atraía infinitamente más que Bastión Hueco. Fulminó con la mirada a Andrei. Por gente como él no creía que nunca pudiera aceptar a Bastión Hueco.
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Re: [Castillo de Bestia] Bonjour, monsieur!

Notapor Zee » Dom Sep 01, 2013 11:41 pm

¿Qué?

Cuando el Piro salió disparado hacia el cielo y las cosas no salieron como esperaba, no pude evitar aquella exclamación de desconcierto. El conjuro ascendió con rapidez hacia las alturas pero, pese a que nos hallábamos en un claro más despejado que el resto del bosque, aun así no pudo evitar encontrarse con algunas hojas y ramas en su camino.

Y cuando las chamuscó irremediablemente, advertí cómo Diana se llevaba la mano a su brazo izquierdo y soltaba un gritito de dolor que intentó ahogar, aunque en vano. En su brazo exhibió pronto la misma "herida" que el conjuro había causado en las plantas, y fue entonces cuando pude comprobar mi anterior teoría: las plantas eran una extensión de su conciencia. Aquello le permitía aumentar su poder de una manera increíble, permitiéndose estar en todos lados al mismo tiempo; y sin embargo, también la volvía terriblemente vulnerable: a donde quiera que golpease, mi hoja se encontraría con algún tronco u hoja, y por consecuencia, con la piel de la chica.

¡Demonios! ¿¡Diana, estás bien!?

Pronuncié aquellas palabras sin realmente darme cuenta de ello. Había intentado lanzar una bengala, no atacar a la chica; así que cuando me di cuenta que la había lastimado por accidente, inmediatamente sentí la urgencia de disculparme. Incluso si era mi enemigo, mi intención no había sido hacerle daño, y por eso me descubrí preocupándome por su seguridad.

Tan frágil y delicada como era... y yo la había lastimado... a mi ángel, a mi amada... con mi propia mano, le había...

No se os puede dejar solos, ¿eh?

Una voz desconocida me arrastró fuera de mis pensamientos y me salvó de volver a ceder ante los encantos de Diana. Ambos nos giramos hacia el origen de la voz al instante, para encontrar nuestras miradas con un portal de penumbras que había aparecido del mismísimo vacío. Aquello era un terrible presagio: ¡era la manera en la que los Portadores de Bastión Hueco se transportaban! Y aquella voz...

Quien dio un paso al frente fue una mujer de figura algo alta y delgada; no muy atractiva y exuberante, pero sí femenina y en muy buena forma. Su cabello corto era de un color dorado brillante y sus ojos poseían un tono miel, aunque algo grisáceo. Iba ataviada en un corto vestido verde, y llevaba largos guantes y medias a juego con él, además de una capa cuyo curioso corte simulaba un par de alas. Parecería un hada si no llevara un amenazante báculo con ella y su expresión no tuviese un leve toque de sadismo.

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M-Maestra...

¿Tu Maestra? —repetí, nervioso. Sin duda alguna, al instante en el que mis ojos se habían topado con ella, había tenido una sensación curiosa: aquella que sentía cuando veía a alguien desconocido, pero que provocaba un sentimiento de familiaridad en mí. Esa señal de que me estaba encontrando con alguien peligroso, puesto que seguramente ya lo había visto en ese sitio que quería olvidar.

En Bastión Hueco.

¿Has sido una niña muy mala, lo sabías? Mira que ponerte a perseguir hombres por el bosque, ¿qué diría tu madre?

Diana no respondió. Aunque las palabras de su Maestra habían sido declaradas en un tono de diversión y leve burla, a la chica no le parecían haber caído también. En su rostro adiviné el dolor, mientras comenzaba a retroceder poco a poco hacia el portal por el que su Maestra había aparecido.

¿Por qué aquellas palabras la habían lastimado tanto?

Pero bueno, ya que estamos, podemos limpiar un poco esto, ¿no te parece?

Mis sentidos se activaron en un estado de alarma al instante. La Maestra levantó su bastón y en la punta de éste comenzó a concentrarse un orbe de energía, amenazante, brillante y seguramente peligroso. La miré y ella sonrió, y entonces supe que no tendría oportunidad. ¿Correr? No, me alcanzaría en un instante. ¿Aparecerme? Ya no me quedaba energía. ¿Luchar? ¡Contra una Maestra...! No, la mejor idea probablemente sería esperar el ataque. Hacer ademán de recibirlo o bloquearlo para apartarme en el último instante. Confiaba en mis reflejos, ¿pero serían suficientes contra ella?

Los vellos de mis brazos y nuca parecieron ponerse de punta. Mi corazón comenzó a latir con más rapidez y un cosquilleo recorrió cada célula de mi cuerpo. Sólo más tarde sabría que aquello era una advertencia de lo que estaba por suceder:

La electricidad cayó desde el cielo y golpeó a Ariasu directamente. El destello fue tan potente que tuve que cubrir mis ojos y el estruendo que lo acompañó pareció retumbar en todo el bosque. Inmediatamente llegó a mi nariz el olor a hierba chamuscada y el característico sonido de la madera crepitando. Cuando volví a abrir los párpados, sin embargo, Ariasu seguía allí como si nada. De pie en el mismo sitio y en la misma postura, con sólo un rasguño en el rostro.

Pero aquello era imposible. ¡Si algo así llegaba a golpearme a mí, terminaría vuelto ceniza! ¿Y ella terminaba con una pequeña herida en la mejilla?

Vuelve a apuntar contra mis aprendices y estás muerta, Ariasu.

Al escuchar su voz tuve que girar mi cabeza en todas direcciones, buscándola con la mirada. Y cuando la encontré a mis espaldas, no pude explicar la felicidad de ver sus peludas orejitas. ¡La Maestra Lyn, gracias a Dios!

Vaya, vaya, pero si es la pequeña Lyn —se burló Ariasu. Lyn gruñó en respuesta.

Un momento... ¿pretendían luchar allí? ¿Con nosotros en medio?

¡Por supuesto! Somos sus Aprendices, no un grupo de niños —me reproché al instante—. Tienen su confianza puesta en nosotros.

Lo que significaba, entonces, que no tendrían su mirada puesta en nosotros durante su batalla. Podía ayudar a la Maestra Lyn, ¿pero era prudente? ¿No estaba Hana herida? ¿No terminaría siendo más un estorbo que una ayuda? Conociéndola, probablemente preferiría estar sola hasta el último instante.

Y Diana todavía estaba en sitio, con esa expresión de melancolía que me dolía en el pecho. ¿Era su poder haciendo efecto o de verdad me daba pena verla así?

Maldita sea... ¿qué hacer, qué hacer?

No me voy a perdonar por esto nunca... —murmuré.

Guardé mi daga, materialicé mi Llave-Espada y la sujeté en mi mano izquierda. Determinado, eché a correr por el borde del claro, sin entrometerme entre Lyn y Ariasu. Era perfectamente visible, pero tenía la esperanza de que estuviesen concentradas en la otra para darme demasiada importancia.

Y llegué junto a Diana. Y, desgraciadamente, bajé la guardia. Hablé con ella, pese a que era el enemigo y pese que me tendría a su merced. Si ella volvía a hacer uso de su poder, indudablemente me doblegaría al instante.

¿Te encuentras bien? —pregunté, sinceramente preocupado—. Lo que hice, no... ¿no te lastimó mucho? —miré su brazo herido y me sentí terriblemente culpable; hice ademán de tocarlo para examinarlo, pero retiré la mano al último instante—. Sólo quería salir de aquí, lo sabes... y ahora tu Maestra y la mía están aquí, maldita sea.

¿No había estado pidiendo ayuda hacía unos momentos? Ahora que Ariasu y Lyn estaban a punto de enfrentarse no me parecía la mejor idea... El arrepentimiento pesaba como concreto en mi estómago.

Lo que sea que Ariasu te haya dicho, escucha... —declaré apresuradamente—. Pudiste haber tomado por tu cuenta propia la decisión de trabajar en Bastión Hueco, eso no lo voy a criticar... Puede ser tu Maestra, pero aun así no tiene derecho a reprocharte quién eres.

>>Puedes haber elegido la Oscuridad, pero eso no te vuelve la sombra de lo que alguien más pretende que seas. Diana, creo que puedo decir... Diana Thorn, en ti veo...


Sacudí la cabeza y descarté lo que estaba a punto de decir. En cambio, extendí la mano al frente.

Tregua —dije simplemente, señalando mi gesto con la mirada—. Diez minutos. Tregua y saldremos de aquí.

No sabía en lo que me estaba metiendo. Directamente en la trampa de Diana. Si aquello eran lágrimas falsas, entonces yo solo me había acorralado.

Pero, para ser justos, la compasión era una de mis mayores debilidades.
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Re: [Castillo de Bestia] Bonjour, monsieur!

Notapor Nell » Jue Sep 05, 2013 3:02 am

Fue las acciones de su compañero, más que las de sí misma, las que la liberaron finalmente del mortal agarre, cayendo al suelo, pero libre.

Había sentido la muerte tan cerca que lo único que quería era tomarse unos momentos de tranquilidad. Respirar el aire puro del bosque. Asimilar aquella vida que tan poco valoraba a veces. Reactivar las partes de su diminuto cuerpo que casi habían decidido rendirse. Dedicar pensamientos a agradecer semejante suerte.

Sin embargo, sabía que no podía. Tenía a la enemiga justo enfrente. O, en este caso, a las enemigas, ya que otra más apareció por un portal.

La nueva, una niñata de edad semejante a la de Hana, era la Maestra de la anterior, por lo que pudo entender. Ariasu y Diana. Pero, ¿qué importaba? Hana sólo quería salir de allí cuanto antes. Sus discusiones la importaban bien poco… hasta que se centraron en eliminarlos a ellos. O, como decía Ariasu, “hacer limpieza”.

Si no fuera porque ella era la mugre, le habría gustado mucho aquella declaración de intenciones y se la habría apuntado para futuras ocasiones.

Retrocedió un par de pasos, observando la peligrosa esfera incandescente sin apartar la vista, a punto de decidir en segundos si huir o tratar de esquivarla. Fue salvada, nuevamente, por otra persona. La Maestra Lyn, que reaparecía con el rostro bajo una capucha, en mitad de un bosque que les había prohibido explícitamente que pisaran. Tampoco es que a Hana le hubiera importado nunca ser pillada y castigada, pero en aquel momento, agradecería ambos sólo por su rescate.

Se cruzó de brazos. Ahora que estaba allí la Maestra y parecían estar en ventaja numérica, quiso hacerse la gallita:

¿Qué tal si cada uno nos vamos a nuestro castillo y lo dejamos para otro día? ―propuso, fanfarrona, a la propia Ariasu―. No es que me esté aburriendo mientras decides si nos tiramos entre todos de los pelos o no, pero el tiempo es oro y tenemos otros asuntos. Saca a tu aprendiza de aquí y dale unos buenos azotes, que molesta.

Desde luego, pese a que Hana entendía sobre las escalas de poder, se sentía tan protegida por Lyn que tenía el atrevimiento de hablarle con semejante picardía a una reconocida Maestra enemiga. Cualquiera se llevaría las manos a la cabeza ante tal osadía.

¿Esperaba que de verdad se llevara a Diana de la oreja y les dejase en paz? Lo cierto es que ni había pensado en ello. Sólo había visto la oportunidad de intervenir y la había aprovechado. Y, como siempre sucede en estas ocasiones, probablemente lo lamentara después. Muy inmediatamente después.

Vio de reojo que Xefil estaba enfrascado en algo con Diana. Chasqueó la lengua y murmuró:

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Re: [Castillo de Bestia] Bonjour, monsieur!

Notapor EspeYuna » Vie Sep 06, 2013 7:23 pm

Nanashi no mostró rostro de sorpresa alguno ante la negativa de Fátima a ir con ella a Bastión Hueco. Cerró los ojos por unos instantes y se dio la vuelta, escondiendo la siguiente expresión que fuera a salir de su cara.

Andrei, vámonos.

El aprendiz chasqueó la lengua y siguió a la Maestra Nanashi, no sin antes darse la vuelta y dirigirse a Fátima.

Nos volveremos a ver, patito —dijo Saavedra, guiñándole un ojo y desapareciendo junto a Nanashi en la oscuridad.

Hubo unos segundos de silencio cuando Ronin y la aprendiz se quedaron solos. Sin embargo, antes de que Fátima pudiera decir nada sobre lo que acababa de pasar, el mentor se le adelantó y la tomó por los hombros:

Fátima, siento haberte dejado sola —dijo el Maestro, bastante arrepentido consigo mismo—. Ese aprendiz usó pistas falsas para que acabara en la otra punta de la aldea.

>> Supongo que querría acorralarte para hacerte dudar. Que haya venido Nanashi a por él da a entender que sabía de tu relación con ella. Quizás haya querido manipularte para que volvieras con tu mentora y cambiaras de bando. Al menos, eso creo.

>>> Pero lo importante es... ¿qué interés puede tener en ti? ¡Oh, no me malinterpretes! Tienes un buen nivel, pero es extraño que Andrei se interese por alg...

De pronto Mordisquitos salió de entre las ropas del Maestro y, llegando al cuello de éste, saltó hasta su oreja para darle un leve mordisco en el lóbulo. Éste se quejó, exigiéndole a su mascota una explicación. Sin embargo, se dio él mismo la respuesta al llevarse una mano a la frente, con ojos como platos:

¡Se me olvidaba! —exclamó, girándose a Fátima— Tus compañeros están en peligro. Y puede que Lyn también.

* * *


Las palabras de Hana llamaron la atención de Ariasu, mientras que Lyn exaltó un gruñido animal, molesta. No le había hecho ni pizca de gracia que Hana se hiciera la gallita en aquel preciso instante.

Vaya, parece que no tenéis bien amaestrados a vuestros aprendices, van enseñando los dientes —dijo la Maestra de Bastión Hueco—. Aunque no debería sorprenderme, teniendo a un chucho como mentor.

¡¡No juegues conmigo, Ariasu!! —chispas eléctricas rodeaban el cuerpo dorado de Lyn, emitiendo un aura realmente peligrosa y salvaje— ¡¡Vete de aquí con tu aprendiz antes de que me enfade de verdad!!

En ese preciso instante, tanto Ronin como Fátima llegaron al claro.

¡Lyn, tranquilízate! —gritó el maestro de maestros a su aprendiz. La mujer relajó levemente los músculos al escuchar su voz, pero no dejó de amenazar a Ariasu con su Llave-Espada— Como dice la Maestra Lyn, sería mejor que os retirarais.

>> No queráis verme enfadado a mí.

La misma expresión seria que Fátima había visto en aquel callejón surgió en el rostro de Ronin. Podría decirse que daba incluso miedo verle así, sin su vivaracha sonrisa y sus exageradas carcajadas. Pero también era cierto que tenerle allí, serio y preparado para el combate, les tranquilizaba.

Ronin miró por el rabillo del ojo a Xefil, quien se encontraba al lado de Diana, y exhaló un suspiro. No de sentirse decepcionado, claro que no. Simplemente, sabía que era complicado.

Diana vuelve a hacer de las suyas, ¿eh?

Diana, nos vamos —la maestra atravesó medio lado del portal, notando que Diana no se movía del sitio, quizás sorprendida de las palabras que le había regalado Xefil, estando o no bajo el efecto de su atracción—. ¡Diana!

La bella aprendiz masculló entre dientes y, antes de marcharse, no dudó dos veces en acercarse al oído de Xefil y susurrarle un pequeño secreto:

Si tuviera la oportunidad de vivir una fuga fantasiosa, sería contigo, mi caballero.

Tras un beso en la mejilla y aquellas palabras llenas de seducción, la aprendiz se levantó y siguió a su mentora en la oscuridad, desapareciendo junto a ella.

* * *


Lyn, intentando contenerse, no pudo evitar ir hasta Hana y propinarle un puño en la cabeza, enfurecida. Ronin se acercó a ella, levantando su diestra para que se calmara.

Sí, definitivamente a Hana le iba a quedar un buen chichón en la cabeza.

¿¡Qué pretendes haciéndote la gallita cuando he venido a salvarte, eh!?

Lyn, tranquilízate.

¿No lo entiendes, Ronin? —preguntó Lyn, incrédula— Les advertimos de no venir al bosque, y aún así ella y el otro...

En primer lugar, estoy de acuerdo con que Hana no debería haber venido al bosque , está infestado de sincorazón y le advertimos del peligro inminente —aprobó Ronin, mirando a Hana algo apenado—. Pero Xefil ha luchado por no venir aún sabiendo lo que sabía, y de mantener la cordura al lado de Diana. Ya sabes que su poder es algo inusual y difícil de contrarrestar.

>> Xefil, me gustaría que me contaras ahora de camino a la taberna lo que has experimentado, y si has podido contrarrestarlo en algún momento. Sé sincero conmigo, es para... obtener información del enemigo. No voy a medir lo que vales de Caballero por algo como esto.

A la taberna no.

El Maestro se giró hacia Lyn, quien miraba al césped mosqueada, incómoda y con sus orejas a la vista, pues debido al aura eléctrica se había desprendido de la capucha que las mantenían escondidas. Ronin dio unos pasos hacia ella y la cogió de ambos hombros, no sin antes taparla de nuevo con la capa.

De acuerdo. Entonces, volvamos a casa.

* * *


Nosotros fuimos jóvenes una vez, y la curiosidad pretendía desgarrarnos por dentro —contaba el mentor, paseando por la aldea una vez más para comprobar si los traidores habían regresado a su sitio—. Pero, como se dice, la curiosidad mató al gato. Yo aprendí de ello en mis años mozos, y Lyn también. Más de una vez me dio un quebradero de cabeza, creedme.

>> Pero por haber desobedecido, Hana, vas a tener que fregar mañana el comedor. ¡Ah! Nada de quejarse. Ese castigo tiene mucha historia detrás. Lyn alguna que otra vez tuvo que hacerlo, yo también, y mi Maestro, y el Maestro de mi Maestro...

Ronin volvía a ser el vivaracho Maestro que estallaba a carcajadas con sus propios comentarios. Lyn permaneció en silencio durante todo el trayecto, escuchando con atención lo que Hana se quejara o lo que Xefil explicara sobre su experiencia con Diana.

De pronto, el mentor le dio un empujoncito a Fátima para colocarla al lado de Lyn.

Por cierto, Lyn. Puedo decirte que Fátima ha demostrado tener mucho coraje hoy —la Maestra mostró interés cuando sus orejas se movieron dentro de la capucha, prestando atención—. Vino Nanashi. Le ofreció unirse a Bastión Hueco. ¿Y sabes lo que le dijo? "Tengo una nueva Maestra. No voy a traicionarla."

Ronin seguramente recibiera una reprimenda de Fátima, o quizás se libraría echándose hacia atrás y guiñándole su único ojo visible.

Fátima. Gracias... por confiar en mí.

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Último post. Llega la recta final, podéis hablar entre vosotros también, que al final habéis estado separados durante casi toda la trama xDDD
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Re: [Castillo de Bestia] Bonjour, monsieur!

Notapor Suzume Mizuno » Dom Sep 08, 2013 10:34 pm

Fátima casi se echó a llorar de alivio cuando Nanashi les dio la espalda, sin intenciones de luchar: sabía que no habría tenido oportunidad alguna contra Andrei. Este pareció decepcionado y siguió a su maestra. Pero antes de ello dijo a Fátima:

Nos volveremos a ver, patito

La chica entrecerró los ojos, irritada, y le dedicó un bufido.

Después atravesaron un portal de oscuridad y, tras unos instantes en vilo, Fátima se atrevió a bajar la Llave Espada. En ese momento Ronin la cogió por los hombros y la encaró hacia él.

Fátima, siento haberte dejado sola —evidentemente preocupado—. Ese aprendiz usó pistas falsas para que acabara en la otra punta de la aldea.Supongo que querría acorralarte para hacerte dudar. Que haya venido Nanashi a por él da a entender que sabía de tu relación con ella. Quizás haya querido manipularte para que volvieras con tu mentora y cambiaras de bando. Al menos, eso creo.

No pasa nada —respondió Fátima, aunque ahora que había pasado lo peor sentía que le temblaban las piernas al darse cuenta de lo cerca que había estado de que le pasara algo muy malo. Se podría haber enfadado con Ronin por haber ido con tan poco cuidado, pero al fin y al cabo fue ella la que decidió que debía ser valiente y explorar por su cuenta. Los dos tenían algo de culpa. Aunque Fátima no pudo evitar refunfuñar para sus adentros que Ronin era bastante irresponsable. Nada que no supiera ya. En cualquier caso, había llegado justo a tiempo para rescatarla Le sonrió ligeramente y dijo con sinceridad:—. Gracias por venir a por mí.

Pero lo importante es... ¿qué interés puede tener en ti? ¡Oh, no me malinterpretes! Tienes un buen nivel, pero es extraño que Andrei se interese por alg...

No, es normal que se lo pregunte. Yo también lo hago —añadió Fátima con una ceja arqueada, pensando en el aprendiz de Bastión Hueco. De Nanashi no le habría extrañado tanto la petición si se la hubiera encontrado en primer lugar; que ella supiera, Bastión Hueco carecía de bastante “carne de cañón”, así que no sería de extrañar que fueran reclutando aprendices. Y si tenían conocimientos básicos, mejor. Pero Andrei… ¿Qué había sido toda aquella estupidez de la lectura del Tarot? ¿Sólo buscaba confundirla, como había comentado Ronin? ¿Por qué tanto interés…?

¡Se me olvidaba! —exclamó Ronin— Tus compañeros están en peligro. Y puede que Lyn también.

El corazón le dio un vuelco.

****


Cuando llegaron al bosque, se encontraron con un espectáculo muy poco tranquilizador: Hana y Xefil estaban acompañados de Lyn, pero ésta se estaba enfrentando a dos mujeres de Bastión Hueco. Y Lyn parecía fuera a punto de salirse de sus casillas.

¡Lyn, tranquilízate! —gritó entoces Ronin, antes de que Lyn decidiera hacer alguna estupidez. La joven, sin dejar de apuntar a su enemiga con su arma, se relajó levemente, quizás por saberse acompañada sólo por obedecer las órdenes de Ronin. Este se detuvo en el claro, al lado de Lyn, mientras que Fátima decidía que lo mejor que podía hacer era quedarse atrás y recuperar el aliento. Con dos maestros estaban más que protegidos— Como dice la Maestra Lyn, sería mejor que os retirarais. No queráis verme enfadado a mí.

Pocas veces había visto a Ronin tan serio, tan imponente. Era una imagen que Fátima agradeció profundamente: le recordaba que tenían al mejor guerrero entre ellos. Siempre era una realidad esperanzadora.

La maestra de Bastión Hueco debió pensar que no tenía oportunidad contra Ronin y Lyn a la vez, por lo que ordenó a la chica, Diana, que se resistió. No dejaba de mirar a Xefil. Fátima recordó entonces las advertencias de Ronin sobre esa aprendiz que tenía un efecto especial sobre los varones y que, además, ya había sonsacado información a Xefil. Alternó la mirada entre ambos jóvenes, preguntándose qué habría ocurrido entre ellos durante el tiempo que estuvieron solos.

¡Diana! —espetó la mujer.

La chica obedeció, por fin, pero confesó a Xefil antes de irse:

Si tuviera la oportunidad de vivir una fuga fantasiosa, sería contigo, mi caballero —y le dio un beso en la mejilla.

Fátima no supo si quedarse con la boca abierta o poner los ojos en blanco ante una expresión tan pegajosa e insoportable.

Por fin, Diana marchó junto a su maestra y ambas desaparecieron tras un portal de oscuridad.

Más relajados ahora que estaban solos, empezaron a hablar entre ellos. Fátima escuchó la reprimenda de Lyn a Hana y también las preguntas de Ronin a Xefil, pero se mantuvo aparte, haciéndose muchas preguntas.

En aquel mundo habían aparecido dos aprendices de Bastión Hueco y dos Maestros. Y estaba claro que Andrei no podía haberse pasado a charlar con ella por puro gusto. No, tenían que haber estado haciendo algo. Algo importante. Y Andrei había servido de distracción pues, ¿no les había estado llamando la atención desde el principio, obligando a Ronin a perderse en la aldea? Sí, eso tenía sentido. Quizás el propósito de Diana fuera el mismo: la llegada de los Maestros de Bastión Hueco al rescate había sido demasiado perfecta para que se tratara de una casualidad…

Entonces escuchó de nuevo la voz de Lyn y la vio muy incómoda, con la mirada clavada en el suelo. Repasó rápidamente
lo que había dicho Ronin y se sintió conmovida al ver cómo el Maestro le cubría la cabeza con la capa, para ocultar las orejas caninas.

De acuerdo. Entonces, volvamos a casa.

****


Mientras caminaban a través del bosque, y después de que escucharan en silencio las explicaciones de Xefil sobre lo que había ocurrido, Ronin le dio un suave empujón a Fátima que la envió cerca de Lyn.

Por cierto, Lyn. Puedo decirte que Fátima ha demostrado tener mucho coraje hoy —las orejas de Lyn se agitaron bajo la tela de la capa y Fátima esbozó una tímida sonrisa de agradecimiento que se convirtió en una mueca de horror cuando Ronin continuó hablando—. Vino Nanashi. Le ofreció unirse a Bastión Hueco. ¿Y sabes lo que le dijo? "Tengo una nueva Maestra. No voy a traicionarla."

Emitió un grito estrangulado al tiempo que un horrible calor le invadía el rostro y la cara se le tornaba de color granada.

¡Maestro, no tenía por qué decir eso! —se quejó, sintiendo que se moría de la vergüenza. Ronin le guiñó su único ojo y Fátima le dio la espalda.

“¿Por qué lo ha dicho? ¡Dios, no podré volver a mirar a Lyn a la cara!” pensó, tan roja que el color de su piel resultó preocupante.

Fátima. Gracias... por confiar en mí.

Al escuchar la tímida voz de su Maestra, Fátima la miró de soslayo, demasiado avergonzada por el tono que había utilizado Ronin para poder encararla directamente. Se retorció las mangas y farfulló:

No es nada, Maestra. Sólo… Sólo decía lo que pensaba.

¡Tierra, trágame!

Pero, casi sin darse cuenta, se le elevaron las comisuras de los labios y se encontró mirando con agradecimiento y simpatía a Lyn. Quizás iba a ser menos duro de lo que esperaba ser su alumna. Ya había comprobado en varias ocasiones que no era mala persona, sólo tenía muy mal genio.

Con todo, seguía muriéndose de vergüenza, así que decidió cambiar de tema, todavía un poco sofocada:

Maestra, ¿sabe si estaban buscando algo en concreto? A lo mejor sólo me lo estoy imaginando, pero tengo la impresión de que Andrei y Diana estaban intentando atraer nuestra atención para alejarla de sus maestras. Si no, no comprendo por qué iban a arriesgarse tanto sabiendo que había dos Maestros en este mundo…


Aguardó una respuesta, preguntándose si Lyn le contestaría con sinceridad. Luego asentiría y se quedaría pensativa un largo rato antes farfullar:

Espero… Espero que usted también llegue a confiar en mí.

Podría haber arriesgado su mano a que iba a aprender a ser verdaderamente leal a Lyn, que era mucho más humana, mucho más cálida, con ella de lo que podría haber llegado a ser Nanashi. Pero también necesitaba que su Maestra demostrara que, aunque no fuera inmediatamente, también depositaría su confianza en ella.

En ese momento comenzó a albergar la ilusión de que, quizás, algún día llegaran a comprenderse entre ellas como lo hacían Ronin y la misma Lyn. Para ello quedaba mucho, claro, pero…

Sonrió y apretó el paso para que Lyn no la dejara atrás.

Al final había sido una tontería preocuparse porque la hubieran asignado a Lyn como aprendiz. Tenía la intuición de que no podría haberle tocado mejor Maestra de Tierra de Partida.
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Re: [Castillo de Bestia] Bonjour, monsieur!

Notapor Nell » Vie Sep 13, 2013 3:38 am

«Vaya, parece que no tenéis bien amaestrados a vuestros aprendices, van enseñando los dientes…»

Hana se hinchó de orgullo por semejante reconocimiento. Sí, así era ella. Alguien a quien no le temía a nada, ni a nadie. Ya podía ser Ariasu una Maestra de Bastión Hueco como el mismísimo Barbanegra, que no amilanaría a la joven. Ni siquiera la molestó un poquito que se dirigiera sólo a Lyn, cuando la estaba ignorando a ella deliberadamente.

Por otro lado, la intervención de Hana no había servido para solucionar el conflicto entre las dos mujeres, porque Ariasu no dio muestras de abandonar. Llamó chucho a Lyn y ésta pareció ofendida, lo cual no entendió Hana, pues al fin y al cabo, era verdad.

Al final, tuvo que aparecer un tercero para solventar la situación. Ronin llegó acompañado por Fátima, se enfrentó a Ariasu y no hizo falta más para que la Maestra cambiara de opinión, llevándose a una Diana que, por lo que entrevió, Xefil se estaba ligando. Antes de que el Portal se cerrara, Hana agitó los dedos a modo de despedida con sorna y una sonrisa de oreja a oreja.

Entonces vino el coscorrón de Lyn y se evaporó su momento triunfante, llevándose las manos a la cabeza del dolor.

¡Ay! ―miró furibunda a Lyn, a la que no superaba en enfado. Sin embargo, se armó de valor para defenderse―. ¿Qué pretendo? ¡Demostrar que no somos unos pardillos! ¡Hacer ver por una vez que Tierra de Partida también tiene su orgullo! ¡Algo en lo que nadie se esfuerza!

Lo cierto es que Hana nunca se había sentido especialmente orgullosa de pertenecer a la orden original, pero estando en ella, no le quedaba otra que defenderla. Y si a todos los catalogaban como unos hippies de la paz, el amor y la estupidez, ¡ella estaría incluida en el saco! No lo iba a consentir. Cada vez que se cruzara con alguno de los otros, haría lo posible por mirarles por encima del hombro.

La furia de Lyn era contrariamente opuesta a la decepción que denotaba Ronin. Le sentó peor que si él también se hubiese enfadado con ella, puesto que estaba acostumbrada a exasperar a la gente, pero no a disgustarla. Nadie esperaba nada de ella. Por eso, a él sí quiso darle una explicación, a pesar de que no la pidió.

Yo… Ya había hecho lo que me pedisteis… No es que el bosque fuera tentador, pero era una forma más fácil de averiguarlo… Si hubiera muerto… Bueno, es mi vida...

Terminó con un encogimiento de hombros, sin saber qué decir.

Y cuando más tarde vino el castigo, sorprendentemente no se quejó. Había fregado otras veces y se le pasaba el tiempo rápido con un par de truquitos entretenidos que había desarrollado en esas horas de laborioso trabajo. Seguía pensando que era injusto, sí… pero no iba a negar tampoco que, de no haber sido por Lyn, Ariasu se habría montado una barbacoa con ellos.

El chichón, que aún le dolía, hizo que desapareciera toda intención de agradecérselo. No obstante, se podía tomar su silencio frente al castigo como una especie, muy alejada, de uno.

Nos vamos ya, ¿no? ¿Habéis averiguado todo lo que queríais? ―preguntó a Ronin, recordando el por qué estaban allí―. Por mi parte, sé que los sincorazón no han llegado a la aldea, pero sí han atacado a lobos y otros animales en los caminos ―a menos de que fuera otra cosa el que los “descuartizara”, como había dicho Le Fou, pero era poco probable―. Además, pastores y otras gentes ya los han avistado y hacen correr historias sobre ellos. Lo que no me queda claro es por qué no han alcanzado aún a la población. ¿Algo se lo impide?

Transmitir la información que había recopilado en la aldea le hizo recordar a Le Fou. Sin embargo, no sintió lástima por ese triste hombrecillo que la estaría esperando infinitamente cuando ella no iba a aparecer. De hecho, lo eliminó tan rápidamente de sus pensamientos que no volvería a traer a la memoria hasta que no pisara de nuevo el mundo.
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Re: [Castillo de Bestia] Bonjour, monsieur!

Notapor Zee » Dom Sep 15, 2013 5:16 am

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Voy a empalmar mi post con el anterior, añadiendo algunas cosas. Espero que no haya problema, pero es que de lo contrario no podría haberlas metido.


¿Qué tal si cada uno nos vamos a nuestro castillo y lo dejamos para otro día? ―sugirió Hana, burlona, apareciendo de algún sitio detrás de Lyn. Evidentemente se sentía más segura detrás de la Maestra y eso le permitía hacerse la valiente frente a Ariasu, sin que le importaran las consecuencias―. No es que me esté aburriendo mientras decides si nos tiramos entre todos de los pelos o no, pero el tiempo es oro y tenemos otros asuntos. Saca a tu aprendiza de aquí y dale unos buenos azotes, que molesta.

Vaya —declaró Ariasu, poco impresionada por las palabras de Hana. Y sin embargo, parecían no haberle hecho ninguna gracia—, parece que no tenéis bien amaestrados a vuestros aprendices, van enseñando los dientes. Aunque no debería sorprenderme, teniendo a un triste perro como mentor.

El cabello de Lyn se erizó y un gruñido animal empezó a escapar de entre sus dientes.

¡¡No juegues conmigo, Ariasu!! —rugió la mujer lobo, mostrando sus colmillos y entornando sus pupilas. Un aura eléctrica, producto de su poderosa magia, comenzó a rodear su cuerpo. Las chispas danzaban impasibles en su armadura dorada— ¡¡Vete de aquí con tu aprendiz antes de que me enfade de verdad!!

La tensión era tanta que era casi palpable. En cualquier momento, ambas Maestras se enfrentarían si nadie las detenía.

Y Diana todavía estaba en sitio, con esa expresión de melancolía que me dolía en el pecho. ¿Era su poder haciendo efecto o de verdad me daba pena verla así?

Maldita sea... ¿qué hacer, qué hacer?

No me voy a perdonar por esto nunca... —murmuré.

Guardé mi daga, materialicé mi Llave y la sujeté en mi mano izquierda. Determinado, eché a correr por el borde del claro, sin entrometerme entre Lyn y Ariasu. Era perfectamente visible, pero tenía la esperanza de que estuviesen concentradas en la otra para darme demasiada importancia.

Y llegué junto a Diana. Y, desgraciadamente, bajé la guardia. Hablé con ella, pese a que era el enemigo y pese que me tendría a su merced. Si ella volvía a hacer uso de su poder, indudablemente me doblegaría al instante.

¿Te encuentras bien? —pregunté, sinceramente preocupado—. Lo que hice, no... ¿no te lastimó mucho? —miré su brazo herido y me sentí terriblemente culpable; hice ademán de tocarlo para examinarlo, pero retiré la mano al último instante—. Sólo quería salir de aquí, lo sabes... y ahora tu Maestra y la mía están aquí, maldita sea.

¿No había estado pidiendo ayuda hacía unos momentos? Ahora que Ariasu y Lyn estaban a punto de enfrentarse no me parecía la mejor idea... El arrepentimiento pesaba como concreto en mi estómago. Y no pude evitar sentirme peor cuando, súbitamente, el Maestro Ronin y Fátima aparecieron en el claro.

Todos, Maestros y Aprendices, estaban reuniéndose. Y no era el mejor momento.

¡Lyn, tranquilízate! —le ordenó el Maestro de su Maestros a su propia Aprendiza. Al escuchar la voz de su mentor, la joven relajó levemente sus músculos y sus rasgos licantrópicos comenzaron a disminuir. Sin embargo, no bajó su Llave-Espada— Como dice la Maestra Lyn, sería mejor que os retirarais.

>>No queráis verme enfadado a mí.


Una expresión fiera y aterradora apareció en el rostro del Maestro. Sin su usual sonrisa paternal, Ronin provocaba algo de miedo; pero tenerlo serio y preparado para la lucha también me tranquilizaba.

Lo que sea que Ariasu te haya dicho, escucha... —declaré apresuradamente, volviéndome a girar a Diana. Con el Maestro allí presente, me quedaban escasos segundos para decirle lo que sentía—. Pudiste haber tomado por tu cuenta propia la decisión de trabajar en Bastión Hueco, eso no lo voy a criticar... Puede ser tu Maestra, pero aun así no tiene derecho a reprocharte quién eres.

>>Puedes haber elegido la Oscuridad, pero eso no te vuelve la sombra de lo que alguien más pretende que seas. Diana, creo que puedo decir... Diana Thorn, en ti veo...


Sacudí la cabeza y descarté lo que estaba a punto de decir. En cambio, extendí la mano al frente.

Tregua —dije simplemente, señalando mi gesto con la mirada—. Diez minutos. Tregua y saldremos de aquí.

No sabía en lo que me estaba metiendo. Directamente en la trampa de Diana. Si aquello eran lágrimas falsas, entonces yo solo me había acorralado.

Pero, para ser justos, la compasión era una de mis mayores debilidades.

Diana, nos vamos.

Aunque la Maestra Ariasu llamó a su Aprendiza, Diana no pudo evitar sostenerme la mirada. En su rostro había… sorpresa; similar a cuando la había insultado, pero desprovisto de toda la negatividad que habían llevado aquellas palabras. Era una sorpresa… buena.

¡Diana!

Ante la insistencia de su Maestra, la chica masculló algo entre dientes, algo que no alcancé a comprender. Pero no se movió; nuestros ojos seguían clavados en los del otro.

Y luego… me abrazó y se acercó a mi oído. Pero las palabras que me murmuró ya no estaban llena de seducción, ni de engaños. Eran sentimientos sinceros que, sin necesidad de que Diana usara su talento mágico, me hicieron estremecer:

Si tuviera la oportunidad de vivir una fuga fantasiosa, sería contigo, mi caballero.

Sus labios acariciaron mi mejilla por última vez. Y tras aquel gesto, desapareció junto con su Maestra en la Oscuridad.

Hasta luego… mi ángel de la tentación.


* * *



¿¡Qué pretendes haciéndote la gallita cuando he venido a salvarte, eh!?

No pude evitar hacer una mueca de dolor cuando los nudillos de Lyn se estrellaron con fuerza en la coronilla de la pobre Hana. No podía realmente decir que la chica no se lo merecía, pero al menos yo nunca había sido parte de semejantes reprimendas físicas y por ello me resultaba extraño. En mi mundo no era extraño, sin embargo, sencillamente había estado demasiado apartado de él y había perdido la costumbre de ver aquella clase de escarmientos. Por lo tanto, aunque estuve a punto de hacerlo, no dije nada.

¡Ay! ―se quejó Hana, para luego sostenerle la mirada a la Maestra Lyn e intentar defenderse, a la par que ella también comenzaba a enfadarse―. ¿Qué pretendo? ¡Demostrar que no somos unos pardillos! ¡Hacer ver por una vez que Tierra de Partida también tiene su orgullo! ¡Algo en lo que nadie se esfuerza!

Estoy algo de acuerdo con Hana ―intervine, mientras el Maestro Ronin intentaba calmar a sus Aprendizas―. Esta es la tercera vez que Bastión Hueco hace lo que se le antoja conmigo. Merecemos ganarnos un poco de respeto ―me crucé de brazos y miré al suelo, sintiendo que mi estómago se encendía con frustración―. Sí, somos sólo un par de muchachos, pero seguimos siendo Aprendices. Portadores. ¿O debo recordarnos a todos que la Maestra Lyn y el Maestro Akio son menores que nosotros?

Les advertimos de no venir al bosque, y aún así ella y el otro...

¡Yo-! ―estuve a punto de intervenir para excusarme. ¿Pero qué iba a decir? Incluso cuando Diana me había manipulado, yo mismo había caminado al bosque. Solito, sin que nadie me tomara de la mano (al menos lo literalmente).

En primer lugar, estoy de acuerdo con que Hana no debería haber venido al bosque , está infestado de sincorazón y le advertimos del peligro inminente —coincidió Ronin, mirando a la chica algo afligido.

Yo… Ya había hecho lo que me pedisteis… No es que el bosque fuera tentador, pero era una forma más fácil de averiguarlo… Si hubiera muerto… Bueno, es mi vida...

Aparté la mirada; lo cierto era que ver cómo la decepción de Ronin hacía más efecto en Hana que el regaño de Lyn era algo impresionante y sobrecogedor. ¿Qué me tocaba a mí? ¿Iba a irme mucho peor, por haber caído en la trampa de Diana?

Pero Xefil ha luchado por no venir aún sabiendo lo que sabía, y de mantener la cordura al lado de Diana. Ya sabes que su poder es algo inusual y difícil de contrarrestar.

Volví a mirar al Maestro Ronin, algo impresionado por su comportamiento. ¿No... no iba a decirme nada? ¡Pero si había desobedecido! Y no sólo eso, había apoyado al enemigo en el momento menos indicado, en un enfrentamiento entre Luz y Oscuridad. ¿Cómo me merecía sencillamente darme la vuelta cuando a Hana iban a darle un castigo? No era justo.

Xefil, me gustaría que me contaras ahora de camino a la taberna lo que has experimentado, y si has podido contrarrestarlo en algún momento. Sé sincero conmigo, es para... obtener información del enemigo. No voy a medir lo que vales de Caballero por algo como esto.

La última frase me tomó por sorpresa, así que no pude decir nada al respecto. Fue Lyn quien continuó la conversación en mi lugar:

A la taberna no.

Ronin no le dio importancia a aquella prohibición. Se acercó a Lyn y, afectuoso, volvió a cubrirla con su capucha. Volví a recordar, con aquel gesto, que seguían siendo Maestro y Aprendiza.

De acuerdo. Entonces, volvamos a casa.


Es su talento, lo juro —expliqué, mientras los cinco caminábamos en dirección a la villa. El bosque ya había dejado de ser tan escalofriante, alojando árboles más jóvenes con mucho más espacio entre ellos y la luz solar de alguna manera comenzaba a regresarme un poco de mis energías—. Es... increíble. Increíblemente peligroso, en realidad. Sencillamente vino hacia mí con una sonrisa coqueta y de pronto... estaba en el bosque.

Dejé escapar un suspiro y luego miré la Llave-Espada que todavía llevaba en la mano. Con una mueca de decepción, la hice desaparecer en un charco de sangre. Dijera lo que dijera Ronin, aquello sí era una muestra de que podía llegar a ser un pésimo miembro de la Orden.

Lo lamento, Maestro Ronin, Maestra Lyn. Diana me manipuló tan fácilmente que perdí de vista mi objetivo —me disculpé, agachando la cabeza. Al final, había terminado por caer en sus redes y eso me decepcionaba bastante. Comenzaba a cuestionarme si desde lo de Bastión Hueco realmente estaba mejorando como Aprendiz—. Aunque pude escapar de ella al final, se las arregló para llevarme a donde quería. ¡P-pero no me sacó información esta vez, lo juro! —agregué rápidamente, esperando no decepcionar a Ronin de nuevo. Para intentar salvarme de un posible reproche, señalé—: E-en realidad, diría q-que fue todo lo contrario...

>>La manera de escapar
—continué, explicándole al Maestro Ronin mis hallazgos— parecería sencilla, pero no lo es. Tuve que mantener en mente todo el tiempo lo que Diana podía hacer conmigo y no bajar la guardia ni un segundo. Incluso al final, cuando creí que tenía la mente clara —sacudí la cabeza. ¿Cómo se me había ocurrido acercarme a ella así y decirle semejantes tonterías? ¡Era el enemigo, maldita sea! —...me traicionó mi propia tentación. Qué vergonzoso... Mi padre estaría desilusionado.

>>Pero al final me parece que el secreto, Maese Ronin, es precisamente el afecto y el cariño que Diana usa como su arma
—sentí cómo mis mejillas enrojecían, pero continué hablando tan tranquilamente como me fue posible, intentando no perder la formalidad y la seriedad del asunto—. No estoy seguro si el afecto hacia cualquier ser querido, como un amigo o un familiar, sea suficiente, pero sí puedo demostrar que una inclinación romántica hacia alguien es conveniente para detener el hechizo de Diana.

* * *


Nosotros fuimos jóvenes una vez, y la curiosidad pretendía desgarrarnos por dentro —dijo en cierto momento el Maestro Ronin. No pude evitar poner los ojos en blanco. Lo menos que me esperaba de alguien como él era un discurso de hombre anciano. Resignado, tuve que escucharle hablar—: Pero, como se dice, la curiosidad mató al gato. Yo aprendí de ello en mis años mozos, y Lyn también. Más de una vez me dio un quebradero de cabeza, creedme.

>> Pero por haber desobedecido, Hana, vas a tener que fregar mañana el comedor. ¡Ah! Nada de quejarse. Ese castigo tiene mucha historia detrás. Lyn alguna que otra vez tuvo que hacerlo, yo también, y mi Maestro, y el Maestro de mi Maestro...

De acuerdo, tal vez ya no se sentía tan injusto que Hana tuviese un castigo y yo no. ¡De la que me había salvado!

Nos vamos ya, ¿no? ¿Habéis averiguado todo lo que queríais? ―preguntó entonces la chica, volviendo a su usual comportamiento―. Por mi parte, sé que los sincorazón no han llegado a la aldea, pero sí han atacado a lobos y otros animales en los caminos. Además, pastores y otras gentes ya los han avistado y hacen correr historias sobre ellos. Lo que no me queda claro es por qué no han alcanzado aún a la población. ¿Algo se lo impide?

No escuché nada diferente ―agregué, coincidiendo con Hana―. Hablé con unos pastores, una villana y un librero. Y todos dijeron lo mismo: unas "bestias con ojos amarillos" ―ilustré las comillas con mis dedos― han convertido a los lobos a sus presas... ¿Los animales tienen corazón? ―cuestioné de pronto, recordando que me había preguntado lo mismo hacía unas horas―. No, perdón, quiero decir... claro que lo tienen. Pero a lo que me refiero es... ¿a los Sincorazón les da igual, mientras puedan devorar?

>>Son implacables... Entonces realmente todos están en peligro...


Recordé a la joven Bella y me pregunté qué habría sido de ella. Me había ido sin despedirme realmente y todo por culpa del doppelgänger de Nadhia. Y aunque la busqué con la mirada mientras recorríamos la villa una vez más, no me la volví a topar.

Ah, también... ¿Maestro Ronin? ―llamé, haciendo ademán de añadir algo más―. Hablé con pocas personas en realidad, así que no me gustaría considerarlo una muestra significativa pero... nadie sabía nada sobre el castillo y la bestia.

>>Lo lamento, Maestro, se me salió en un descuido. Pero no le dieron importancia, así que asumí que... bueno, que el príncipe se esconde bien.


Y continuamos caminando. Parecía que los Maestros miraban en todas direcciones, buscando algo fuera de lugar. Si era obligatorio hacer eso después de cada misión o si era sólo una medida preventiva tras encontrarse a Ariasu, no lo sabía; de cualquier manera, determiné que yo también tendría que participar, por lo que me obligué a estar atento a cualquier irregularidad durante todo el camino.


Por cierto, Lyn. Puedo decirte que Fátima ha demostrado tener mucho coraje hoy —señaló Ronin un poco más tarde, captando el interés de la otra Maestra—. Vino Nanashi. Le ofreció unirse a Bastión Hueco. ¿Y sabes lo que le dijo? "Tengo una nueva Maestra. No voy a traicionarla."

Un escalofrío me recorrió al escuchar el nombre de mi vieja mentora. Ronin había dicho que había estado allí, seguramente junto con Saavedra y Fátima...

Volvió por Fátima... y ni siquiera me dedicó una mirada...

Apreté los puños, enfadado. Y aquella era la mujer que había decidido nombrarme Aprendiz.

Pero no tenía más dudas sobre mí mismo, no... Estaba orgulloso de lo que había logrado; a Bastión Hueco le dolería que un Aprendiz fuese capaz de controlarse frente a Diana. Ahora sólo me quedaba... rencor.

¡Maestro, no tenía por qué decir eso! —reprochó Fátima, avergonzada. El Maestro Ronin sólo le guiñó el ojo, travieso, y eso me sacó una sonrisa.

Fátima. Gracias... por confiar en mí.

No es nada, Maestra. Sólo… Sólo decía lo que pensaba.

Parecían más un par de nuevas amigas que Maestra y Aprendiza.

Kazuki y yo, por otro lado...

Suspiré. Bueno, quedaba un largo camino por delante.
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