[Atlántica] Los padres no entienden a sus hijos

Ragun y Fran + Ivan

La aparición del bando de Bastión Hueco ha colocado a la Orden de los Caballeros de la Llave Espada en una tensión creciente difícil de remediar. ¿Llegarán a enfrentarse ambos bandos en conflicto, o será posible la paz?

Moderadores: Suzume Mizuno, Astro, Sombra

[IK] Los padres no entienden a sus hijos - Ronda #5

Notapor Soul Artist » Dom Sep 08, 2013 12:31 am

Úrsula mostró atención e interés a todo cuanto le dije acerca de la pequeña Ariasu. La mujer comprendió de inmediato mis preocupaciones, pero no logré que me contara qué hacía la niña allí como esperaba:

Entiendo tu desconfianza, pequeño. Ella no es como tú. Tenía asuntos que tratar conmigo y por eso vino, pero no son importantes. Tu caso me preocupa más. Debo aliviarte la pena antes de que ésta acabe contigo, mi niño.

La bruja pidió a la Maestra de Bastión Hueco que nos dejaran a solas, a lo cual esta contestó marchándose por donde yo había venido. Fruncí el ceño, frustrado de no poder averiguar si ya tenía la Perla. ¿Y si estaba escapando con ella? ¿O dirigiéndose hacia donde se encontraba? Lo cierto era que sentía un ligero impulso que me empujaba a seguirla, saber hacia dónde se dirigía y, si hacía falta, atraparla e interrogarla. Era una niña, no podía ser más fuerte que yo.

Cuéntame ahora, joven promesa. ¿Qué te aflige?

Dirigí mi mirada hacia Úrsula, la cual me miraba con unos ojos ciertamente siniestros. Pero intentando no juzgar su desagraciado aspecto pensé para mí mismo: ¿cómo saber si Ariasu tenía la Perla? Bueno, sencillo. Tenía que preguntar a Úrsula directamente por el tema. Y si no la tenía todavía en su poder, la tomaría, llevaría hasta el Maestro Ronin y este me felicitaría por mi excelente trabajo. Le contaría cómo me tuve que enfrentar a una todopoderosa Maestra de Bastión Hueco a la que humillé, y además de todo, Fran y Yeno serían castigados por no ayudarme en mi lucha. Era perfecto.

Gracias por pedirle amablemente que saliera, pues hubiese sido un disgusto que escuchara acerca de mi privacidad ella entre todas —hice una reverencia ante Úrsula, fingiendo estar contento de que la niña se fuera—. Sobre mi mal me temo que he de encontrar algo. Siquiera sé si su existencia es real, mas debo encontrarlo a toda prisa: un artefacto mágico, algo perdido hace muchos años. La... Vida de alguien depende de ello —me pasé la mano por la nuca mientras decía aquello; una mentirijilla que no haría daño a nadie, pensé—. Su nombre todavía resuena por mi mente...

Miré alrededor para asegurarme de que no había nadie más en la estancia además de Úrsula y las morenas. Una vez comprobase que ni Ariasu había vuelto en escena ni tampoco nadie más estaba allí me acercaría a la bruja y le susurraría en voz baja:

... La Perla.
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Re: [Atlántica] Los padres no entienden a sus hijos

Notapor Nell » Mar Sep 17, 2013 1:23 am

Fecha límite: 24 de septiembre.


Ivan


La bruja miró con ojos escrutadores a Ivan, que relataba con brevedad una historia falsa a fin de encandilar a la mujer. No hizo falta que diera más detalles, ni que le pusiera más énfasis a su desdicha, pues era todo lo que necesitaba para ayudar al joven.

Has venido al lugar adecuado, pequeño ―Úrsula le rodeó con uno de sus tentáculos los hombros y le empujó para acercarse con ella al enorme caldero central―. Desde siempre he sido capaz de usar la llamada “magia”. Es un talento con el que consigo ayudar a personas en desgracia… como tú… y como la vida que intentas salvar.

Acercó las manos al caldero, moldeando con soltura y completo control las volutas de humo que desprendía, adquiriendo formas de personas dispares y mostrando su situación, el antes y el después de la intervención de Úrsula. Había, por ejemplo, una mujer fea que la bruja embellecía; una pareja de jóvenes que piden un bebé y, de pronto, aparecía en sus brazos; un tritón sin ningún don que acababa tocando el trombón con maestría; y una anciana llorosa, ante el lecho de su nieto, gravemente enfermo, que reía al final con emoción al verlo curado.

¡Pobres almas en desgracia! ¡Tan tristes! ¡Tan solas! ―se lamentó la bruja, antes de atribuirse el mérito―. ¿Y quién los ayudó? Lo hice yo.

Y, en el centro, había alguien especial. Una persona destacaba entre todas las demás, aunque muy poco definida, que no poseía rostro, y parecía mirar a Ivan a juzgar por su posición. Agitaba las manos hacia él, en un intento de que le socorriera, sufriendo una lenta agonía, hasta caer muerta y desvanecerse.

Sin esa “Perla”… ―murmuró Úrsula a su oído.

Le bastó pasar las manos por encima para que desaparecieran todas las escenas.

Caben destacar un par de casos sin importancia en los que no se pagó el precio y tuvieron que pagar uno mayor ―mencionó la bruja, chasqueando los dedos― Lo que no te pasará a ti, querido. Escucha con atención. Éste es el trato: yo te mostraré dónde puedes encontrar esa Perla…

Se alejó de Ivan y se acercó a una de las conchas de las paredes, que se abrió como un armario y donde se dejaban entrever que había pociones e ingredientes que la bruja empleaba para sus múltiples fórmulas. Dentro de cada botella, había un ser horrible, de diminuto cuerpo y ojos enormes, que miraban hacia todos los lados con temor, y sobre todo, a Ivan.

Lanzó un par de esas botellas al aire (al mar), que desfilaron con ritmo hasta el caldero, donde se metieron y explotaron dentro, saliendo de éste un espeso humo morado. Entre las volutas, se dejó ver un destello, una imagen de algo que no estaba allí. De hecho, eran dos los destellos, dorados, redondos, relucientes…

… y tú, a cambio, me darás una de ellas.

Se acercó al caldero, donde añadió un último ingrediente, de aspecto tan poco apetitoso como los anteriores. Puso las manos sobre éste y comenzó a amoldar el mejunje. El destello de las esferas aún seguía ahí, pero la imagen no era lo suficiente clara como para dar una idea de dónde estaban.

Ah, sí, el precio. Al fin y al cabo, el trato sólo es el principio. Mis servicios también tienen un precio ―rio la bruja con sorna―. ¿Decías que cantabas bien? Pero no me interesa tu voz. ¿Qué tal…? ―pareció reflexionar―. Sí, creo que eso servirá. Lo que yo quiero es… ―dejó unos segundos de suspense― tu atractivo. Oh, tampoco pienses que vas a convertirte en un ogro. Seguramente no sean más que un par de retoques que ni te des cuenta. Y, al fin y al cabo, es a cambio de una vida…

Las morenas se movían alrededor, sonrientes, sin intervenir.

Acercó a Ivan hacia ella con uno de sus tentáculos, mientras que con un chasquido hacía aparecer un pergamino, que se desenrolló para dejar ver su contenido: un contrato. A su lado, había una pluma.

Por cierto, no acepto negociaciones. ¿Aceptas, querido?

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Re: [Atlántica] Los padres no entienden a sus hijos

Notapor Sombra » Mié Sep 18, 2013 3:28 pm

Apenas miré el resultado de aquel repentino ataque, no pude entender que me había pasado, tan solo... No, no había sido yo. Ello era el culpable.

Intenté convencerme de aquello, no era mi culpa. Él me controló, al igual que ya había hecho en el pasado. Cerré los ojos y aparté como pude aquellos pensamientos de mi cabeza. Mi magia no era lo suficientemente fuerte como para matar a alguien a la primera, no tenía por qué preocuparme. Suspiré nadando a un ritmo más bien lento.

Apenas contemplé la pobre decoración del castillo de la que carecía casi por completo, sin apenas darme cuenta
empecé a descender dejándome guiar por los túneles y estancias interiores acabando en una extraña habitación.

Se trataba de un extraño lugar para ser bajo el agua. ¿De verdad les servía de algo las mantas y almohadas a aquellas criaturas? Medité observando unas conchas con dichos objetos como si se tratasen de camas. No le di más vueltas al asunto centrandome así en dos mujeres de hermosas facciones que se cepillaban sus largos cabellos a la par que hablaban de algunas cosas que para mí carecían de significado.

¿Un musical? Pensé recordando que se suponía que Ariel debería haber participado cuando una de aquellas muchachas lo mencionó.

Por experiencia propia preferí irme y dejar a aquellas chicas seguir a lo suyo sin más. Las mujeres resultaban muy molestas y solían enfadarse o chillar como estúpidas si eran molestadas mientras se retocaban.

Al salir por la "puerta" me encontré con un pasillo con varios de los sirvientes que se podían encontrar en cualquier palacio normal. La conversación no era en absoluto interesante sin embargo lo bueno de los sirvientes es que solían saber mucho sobre todo... Total tampoco es que tuviesen mucho mejor que hacer salvo cotillear.

¿Verdad? ―llamé la atención del criado que acababa de quejarse del cocinero―. No sé como le han dado ese puesto tan facilmente con la de cocineros decentes que hay.

Intenté actuar de forma natural para que creyesen al menos que yo también era un sirviente o estaba de acuerdo con ellos, de ese modo como mínimo podría ganarme un poco la confianza de aquellos seres ridículos y quien sabe... Quizás soltasen algo de información con valor.
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[IK] Los padres no entienden a sus hijos - Ronda #6

Notapor Soul Artist » Mar Sep 24, 2013 3:53 pm

Has venido al lugar adecuado, pequeño. Desde siempre he sido capaz de usar la llamada “magia”. Es un talento con el que consigo ayudar a personas en desgracia… como tú… y como la vida que intentas salvar.

Se había tragado el anzuelo completamente. No es que me gustara mentir, pero desde luego nadie podía quitarme el mérito de gran actor: cualquiera se creería una pequeña exageración o detalles extra en una historia si salía de mi boca. Tenía entendido que el arte de la dramatización estaba muy bien considerado en el Coliseo del Olimpo, así que pensé que podía probar antes o después qué tal se me daba por allí.

Úrsula comenzó a mostrarme escenas de gente a la que había ayudado en el pasado, atribuyéndose un mérito que, pensé, tampoco era tan impresionante. Lo único destacable fue una pareja que lograba un bebé entre sus brazos, puesto que entre ellos no podrían concebir siendo mitad peces.

Mientras la bruja fardaba de sus logros observé una figura distinta a las demás, con una baja definición y sin rostro claro. Agitaba sus brazos con agonía, tanto que llegué a pensar que podía estar queriendo comunicarse conmigo. Tragué saliva al ver cómo caía poco a poco mientras mi corazón se helaba. No entendía nada.

Sin esa “Perla”…

Me sobresalté al escuchar aquellas palabras exageradamente cerca de mi oído, abriendo los ojos como platos y fijándolos en la mujer. Esta pasó las manos por encima del caldero, haciendo desaparecer las imágenes de toda la gente a la que había ayudado y con ello también la de la figura en agonía.

Caben destacar un par de casos sin importancia en los que no se pagó el precio y tuvieron que pagar uno mayor. Lo que no te pasará a ti, querido ―arqueé mis cejas, clavando mi mirada en ella con la duda de cuál era aquel precio mayor―. Escucha con atención. Éste es el trato: yo te mostraré dónde puedes encontrar esa Perla…

La mujer, tras coger unos cuantos frascos y echarlos al caldero, hizo aparecer una imagen borrosa de dos pequeños objetos brillantes que captó toda mi atención. Había comenzado a dudar de ella, pero aquello debía ser lo que buscaba: la Perla, mi ansiada Perla. Mi camino hacia el título de Maestro de la forma más directa posible, la forma de ser reconocido como el orgullo de Tierra de Partida. Mis ojos se perdieron en ellas, desesperado.

… y tú, a cambio, me darás una de ellas.

¿Ellas? —pregunté en voz alta tras desviar mi mirada hacia la mujer—. Claro... Se ven dos...

De aquello no dijo nada Ronin. Si había dos prefería que una de las Perlas estuviese en manos de aquella bruja, por muy creepy que fuese, y no en manos de Ariasu y sus amigos. Si Ryota estaba obsesionado con ella por algo sería, y nada bueno fijo.

Ah, sí, el precio. Al fin y al cabo, el trato sólo es el principio. Mis servicios también tienen un precio. ¿Decías que cantabas bien? Pero no me interesa tu voz. ¿Qué tal…? Sí, creo que eso servirá. Lo que yo quiero es… Tu atractivo.

¿Qué? ¡No!

Me negué en rotundo, nadando hacia atrás para alejarme de la bruja. ¿Mi atractivo? ¿Mi aspecto? ¡Nunca! Aquello era una gran parte de mí. Todas las chicas morían al verme pasar, e incluso los hombres silbaban por mí. ¿Qué sería de mi carrera como cantante, o mi potencial éxito en el mundo de la actuación? ¡Aquello no era un precio, era un robo!

¡No puedo aceptar eso!

Oh, tampoco pienses que vas a convertirte en un ogro. Seguramente no sean más que un par de retoques que ni te des cuenta. Y, al fin y al cabo, es a cambio de una vida…

Aquellas palabras hicieron un poco de mella en mí. Lo mínimo que podía hacer era pensarlo: si sólo se trataba de un par de arreglillos... No se notaría mucho la diferencia, ¿no? Pero incluso así, prefería cualquier otro pago antes de eso.

¿No prefieres una mascota? Tengo una ratoncita que...

Por cierto, no acepto negociaciones. ¿Aceptas, querido?

Con un chasquido por parte del pulpo apareció en pergamino junto a una pluma en el agua, esperando a ser firmado por mí. Pero no, en absoluto iba a firmar aquello. Me giré en silencio y me dirigí hacia la salida: aquello había sido un completo error.

Pero me detuve. Algo dentro de mí se negaba a que me marchara: el miedo al fracaso. Imaginé qué pasaría si volvía a Tierra de Partida. Ronin mencionaría lo muy decepcionado que estaba conmigo, escapándoseme la oportunidad de ser Maestro. Nadhia, Fátima y muchos otros aprendices lograrían alcanzar el título mucho antes que yo, mientras mi persona se quedaba en nada, un chiste. Sería el hazmerreír de toda la Orden, y acabaría siendo aplastado por el orgullo de los demás. Jamás llegaría a ser el mejor.

Tragué saliva y ladeé la cabeza hacia Úrsula, clavando mis ojos en el contrato. Sólo un par de arreglillos. No me convertiría en un ogro, y todo el mundo decía que la belleza estaba en el interior. Podía dejar de lado mi carrera como cantante y dejarme de tonterías de interpretación, puesto que lo más importante siempre fue y siempre sería mi vida como Caballero de la Llave Espada.

Tomé la pluma duditativo y me quedé mirando el papel unos segundos. No debes hacerlo, decía mi corazón. Aquello podía ser el mayor error de mi vida. Y sin embargo ignoraba mis sentimientos a favor de mi mente y mi miedo al fracaso. ¿De qué me valía ser uno más? Tenía que ser el mejor. No había otra opción, y sin Úrsula jamás encontraría la Perla.

Coloqué mi pluma sobre el pergamino, apretando mis dientes con fuerza. No podía hacerlo, era incapaz de sacrificar mi vida así.

Pero lo hice.

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Re: [Atlántica] Los padres no entienden a sus hijos

Notapor Nell » Mar Oct 08, 2013 10:55 pm

Fecha límite: 14 de octubre.


Ragun


En vez de sospechar por su repentina aparición, los criados se mostraron contentos de haber atraído la atención de alguien más, y prosiguieron con sus cotilleos.

Por supuesto, por supuesto ―corroboró una―. Es un cocinero horrible, pero tiene unos pectorales…
Y nuestra desgracia de que le guste a la princesa. ¡Debe ser la única que aguante sus comidas! Ya sabemos todos de qué aleta cojea esa…
¡Shhh!
Además, ese tipo no hace más que quejarse. Dice que sus platos no son exquisitos porque no le traen buenos ingredientes.
¡Y un cuerno!
Al parecer ―el tritón inclinó la cabeza y todos se apiñaron más en el círculo―, últimamente hay un montón de humanos por la superficie y se han aumentado las medidas de precaución para que no nos avisten. ¡Si por ellos fuera, nos tendrían a todos en peceras!
¡Qué bárbaros!
Pues he oído también ―intervino otra vieja con ansias de protagonismo― que ese problema se va a solucionar pronto, porque hay algunos animales marinos que están atacando sus barcos.
¿Qué clase de animales?
¡No lo sé! Debe de ser una especie nueva.

Entonces, un criado más, pinche de cocina a juzgar por su delantal, nadaba por el pasillo y, al verlos a todos cuchicheando, se acercó a ellos.

¡Eh! ¿¡Habéis oído lo que pasó en el musical…!?

La conversación sobre el cocinero, su musculatura y sus quejas acabó ahí. Si Ragun quería buscar más información sobre el tema, tendría que irse a otro lugar.



Ivan

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Nada más terminar la última letra, el pergamino se enrolló en la mano de la bruja y desapareció entre sus dedos. Úrsula rio estridentemente con malicia, acrecentando seguramente la inquietud de Ivan. Sin embargo, en cuanto hubo acabado, se acercó al caldero para comenzar a moldear de nuevo la fórmula, al tiempo que el humo salía y nublaba gran parte de la sala.

La magia de bruja yo comienzo a convocar… ―comenzó a recitar sin ton ni son―. Hechizos marinos del herpes, ¡acudan a mí!

El humo que hasta entonces se había formado se dirigió impecable hacia Ivan, engulléndolo por completo, quien no vería nada a través de él, ni a sí mismo. Úrsula aprovechó aquellos minutos para girarse hacia sus moneras y susurrarles:

Qué sencillo fue, ¡qué tonto es!

Finalmente, el humo adquirió un tono rosáceo y volvió a su legítima dueña, quien le esperaba con un frasco transparente donde se fue arremolinando hasta la última voluta, momento en el que la bruja cerró la tapa y lo observó con codicia.

Por otro lado, Ivan… había cambiado.

Lo primero que vería serían sus tentáculos, las supuestas piernas marinas. Estaban negros. Completamente. ¿Qué significaba eso? ¿Acaso la fealdad se representaba con el negro? ¿O… imitaban lo que más tarde encontraría…? Por otro lado, en su parte superior humana, comprobaría que sus brazos y pecho ahora eran considerablemente peludos, que sus uñas estaban rotas y deformadas, y que cualquier rastro de pectorales había desaparecido para dejarle en un ser escuálido.

Y su cara… Podía toqueteársela para comprobar que había varias elevaciones en ella que no estaban ahí antes, pero no tenía modo de vérsela. Por suerte, Úrsula, tan amable como siempre, proyectó un espejo desde su caldero, permitiendo al chico contemplarse a sí mismo. O lo que quedaba de él.

Tenía zonas enteras de su cutis invadidas por un acné prácticamente vomitivo, granos que competían entre sí por el espacio de su cara, y algún que otro sarpullido; además de espinillas enormes, que aun quitándose probablemente dejaran marca. Las cejas, además, se le habían poblado hasta la saciedad. Sus dientes estaban amarillentos y, por si fuera poco, desprendían un olor que en el mar aún no sería palpable.

Ninguna chica (o chico) iba a acercarse a él en kilómetros.

¡Y las Perlas…!

Hizo desaparecer el espejo y, en su lugar, Ivan pudo ver finalmente las dos esferas blancas, brillantes, que hasta entonces sólo había vislumbrado a través del humo. Estaban en una especie de cofre, que alguien cerró de golpe y echó la llave. Úrsula alejó la imagen y el chico comprobó que se hallaban en una habitación con barriles, cajas y provisiones en general; hasta que la bruja le dio la perspectiva más lejana y pudo ver el panorama completo: un barco.

Si subes a la superficie desde aquí, encontrarás el barco. En él, se hayan dentro de un cofre donde los humanos las guardan, tras encontrarlas en una isla desierta. Parte a por ellas. Yo te estaré vigilando… y esperando.

Volvió a reírse, dando por finalizada la visita de Ivan a su dulce morada.

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Datos a tener en cuenta a partir de ahora para Ivan:

- Si intenta explotarse las espinillas, le quedará marca, y es posible que le vuelvan a salir en otro lugar. El acné sí se podría tratar con cremas, pero a largo plazo.
- Las uñas se pueden arreglar, pero tendrán tendencia a romperse o deformarse.
- La opción del maquillaje es válida para taparlo.
- Puede depilarse, pero el pelo vuelve a crecer a los 2-3 días. La única excepción es el vello púbico… que Úrsula no ha visto necesario modificarle.
- Va a tener un peor olor corporal. Se puede ocultar.
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Re: [Atlántica] Los padres no entienden a sus hijos

Notapor Sombra » Mié Oct 16, 2013 8:13 pm

Los habitantes del mundo marino me miraron un segundo solo, ni siquiera dudaron de mi fiabilidad. Tal vez habían creído que era un criado o algún habitante del castillo como el que más.

Por supuesto, por supuesto ―me dio la razón la primera de ellas―. Es un cocinero horrible, pero tiene unos pectorales…

Y nuestra desgracia de que le guste a la princesa. ¡Debe ser la única que aguante sus comidas! Ya sabemos todos de qué aleta cojea esa… ―contestaba otra de las criadas.

¡Shhh!

Además, ese tipo no hace más que quejarse. Dice que sus platos no son exquisitos porque no le traen buenos ingredientes ―continuó hablando.

¡Y un cuerno!

Al parecer ―hizo un gesto como si quisiese que nos juntasemos para cuchillear en bajo. Me uní al grupo de tritones escuchando atento―, últimamente hay un montón de humanos por la superficie y se han aumentado las medidas de precaución para que no nos avisten. ¡Si por ellos fuera, nos tendrían a todos en peceras!

¡Qué bárbaros!

Pues he oído también ―interrumpió la sirvienta que parecía algo más vieja― que ese problema se va a solucionar pronto, porque hay algunos animales marinos que están atacando sus barcos.

¿Qué clase de animales?

¡No lo sé! Debe de ser una especie nueva.

¿Atacando? ―pregunté―. ¿Por casualidad son...?

¡Eh! ¿¡Habéis oído lo que pasó en el musical…!? ―un nuevo tritón apareció nadando interrumpiendo lo que iba a preguntar. Me mordí el labio molesto por aquello, sin embargo lo último me había dejado bastante intrigado.

Medité unos segundos sobre lo que debía hacer, no se me ocurrió nada salvo... Subir a la superficie. Quizás era una pésima idea, pero al menos quería probar suerte. No había visto ni un solo sincorazón en todo el transcurso de la misión, al menos quería descubrir si algo de todo aquello era cierto o al menos quería ver aquellas criaturas de las que hablaban.

Tras unos instantes más por fin tomé una decisión. Me dirigiría hacia la superficie en busca de aquellas cosas que había supuesto que eran sincorazón.
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Re: [Atlántica] Los padres no entienden a sus hijos

Notapor Nell » Mar Oct 29, 2013 2:23 pm

Ragun


El ascenso hacia la superficie, tras salir de palacio sin ningún problema, no fue nada revelador para Ragun, quien no avistó sincorazón u otros monstruos posibles a los que se refirieran la pandilla de cotillas. A su alrededor, sólo había animales marinos que le dirigían miradas extrañas cuanto más se aproximaba a la superficie.

Sin embargo, sí vio, antes de salir, un enorme casco en una zona cerca de allí, que enseguida comprobaría que se trataba de un enorme navío, que navegaba raudo y sin pausa bajo aquel cielo oscuro, por haber casi anochecido.

Si se acercaba, escucharía a los hombres cantar, tocar y a un perro ladrar.

Al parecer, estaban en una especie de celebración por el cumpleaños de uno de los hombres. Ragun los escuchaba, pero estaban a demasiada altura del mar como para contemplar la escena. Podía trepar fácilmente, aprovechando los recodos del barco, hasta la barandilla. Pero, una vez pudiera verlos, ¿qué haría?

Y de los sincorazón, ni rastro.
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Re: [Atlántica] Los padres no entienden a sus hijos

Notapor Sombra » Mié Nov 20, 2013 2:34 am

Me dirigí pues hacia la superficie. No hubo nada que me entretuviese ni ningún detalle resaltable, lo cual había apurado mucho las cosas.

¿Que tenemos aquí? ―pude ver la parte baja de un barco no muy lejos. Me alejé un poco para contemplar el navío desde una distancia prudente.

Solo podía decir que era un enorme barco y que además viajaba bastante rápido entre las olas.

El cielo se veía hermoso aquella noche gracias a la ausencia de contaminación lumínica, algo agradable.

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Nadé hacia el barco pudiendo escuchar algo similar a una fiesta, al parecer el motivo de aquel festejo era por el cumpleaños de uno de los tripulantes.

Trepé con cuidado de no resbalarme. Era bastante difícil ya que no podía utilizar las piernas y la cola era demasiado pesada, algo muy molesto fuera del agua (aunque al menos podría moverme como si fuese una serpiente) Era una suerte que no me hubiese escabullido de los entrenamientos para vaguear los días en los que tocaba entrenamientos de resistencia física y elasticidad.

Me quedaría mirando la escena unos momentos, en caso de que no hubiese nada interesante, sin embargo si había algo que llamase mi atención demasiado subiria a bordo y utilizaría Evasión Sombría en un principio para moverme a un lugar oscuro en el que no pudiesen verme. Además, quería un par de minutos para acostumbrarme a aquella especie de cola de serpiente.
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Notapor Soul Artist » Jue Dic 05, 2013 4:10 pm

Qué sencillo fue, ¡qué tonto es!

Aquello se había descontrolado. Contemplé una horrible transformación en todo mi cuerpo, algo que no había sido capaz de imaginar ni en un millón de años. Aquel no era el trato, no podía estar sucediendo. Había pasado a convertirme en un monstruo.

Lo primero que me vino a la cabeza era "pelo". Había demasiado, parecía el puto hombre de las nieves. Pero no era lo peor, pues al inspeccionar mi rostro vi toda clase de granos y sarpullidos, mis dientes estaban podridos y agujereados. No me reconocía a mí mismo: no podía estar pasando aquello.

Dejé de nadar y choqué contra el suelo, intentando calmarme. Comencé a repetirme en voz baja que aquello no era más que una pesadilla, pero de nada servía. Un gran dolor en mi pecho me martirizaba, notaba casi cómo los ojos iban sa salirse de mis órbitas del esfuerzo que estaba haciendo por calmarme. La cabeza me iba a estallar, casi no podía respirar. Algo se me había atragantado en la garganta, necesitaba escapar...

Vomité allí mismo. El agua no tardó en esparcir el contenido de mi estómago y en chocar con mi rostro gracias a la gravedad del mar, pero ni con esas podía detenerme. Volví a vomitar y me llevé las manos al estómago, intentando parar, pero no podía.

Si subes a la superficie desde aquí, encontrarás el barco ―me explicó Úrsula, ignorando por completo mi estado emocional―. En él, se hayan dentro de un cofre donde los humanos las guardan, tras encontrarlas en una isla desierta. Parte a por ellas. Yo te estaré vigilando… y esperando.

¿¡Qué me has hecho!? ―pregunté encogido en el suelo, observándola con odio y desprecio—. Esto no son un par de cambios. ¡¡Soy un puto monstruo!!

La bruja se rió, aumentando mi ira por momentos. Impotente me quité las gafas, que con mi nuevo rostro no hacían más que molestarme; no las necesitaba, igualmente. Las tiré con todas mis fuerzas contra Úrsula y volví a flotar en el agua, intentando recuperar el equilibrio. Me costó unos segundos, pues estaba mareado y débil por la vomitona.

Era incapaz de pensar. Claramente no estaba en todas mis facultades físicas, pero la rabia me incapacitaba para pensar. Invoqué mi Llave Espada y me lancé contra Úrsula, pretendiendo atacarla y dañarla de cualquier manera. Ni siquiera utilicé magia en un principio; había perdido el control sobre mí mismo. No podía pensar con claridad.

¡¡Devuélveme a la normalidad!!
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Re: [Atlántica] Los padres no entienden a sus hijos

Notapor Nell » Lun Dic 16, 2013 1:53 am

Ragun


Por la cubierta no había nada que pudiera llamar la atención del joven aprendiz. Salvo que le gustaba ver a marineros bastante fuertotes bailar y entonar canciones de mar. Además, comenzaron a lanzar fuegos artificiales.

En su lugar, se vio sorprendido por alguien que lo llamaba por la espalda:

¡Hola otra vez! ¿Dónde te habías metido? ―le saludó la sirenita que había conocido, la hija del Rey Tritón, quien trepó por el barco hasta colocarse a su lado―. ¡Una fiesta humana! ―exclamó, sorprendida, mientras se asomaba con curiosidad. Le brillaban los ojos de la emoción.

¡¡Ariel!! ¡Ariel, vuelve aquí! ―le gritaba Sebastián, que arrastrado por la marea, se fue alejando cada vez más, junto con Flounder. La sirenita no le hizo ni caso.

Entonces, un perro que había estado trotando por la cubierta, corrió repentinamente hacia ellos, mirándoles desde el hueco de la barandilla y aprovechando el momento para darle un lametón en la cara a Ragun. Ariel se rio de todas las babas que le había dejado, mientras el perro, Max, era llamado por alguien dentro.

Ariel se asomó, para seguir con la mirada la trayectoria del perro hasta su dueño, un joven de cabellos negros, animado y vivaz, que jugaba con el perro e incluso tocaba la flauta. La sirenita se quedó mirándolo fijamente, e incluso apoyó los brazos y la cabeza sobre la barandilla al tiempo que seguía observándolo, abstraída. Había olvidado el resto de la fiesta. Toda su curiosidad se centraba en él.

Jamás había visto un humano tan de cerca ―suspiró―. Qué atractivo… ¿verdad?

Un anciano interrumpió la ceremonia, tomando la voz cantante y proclamando la entrega de su regalo de cumpleaños al príncipe Eric, el joven al que Ariel había mirado, hartándolo a alabanzas sobre el enorme presente. Enorme, literalmente, puesto que lo habían colocado en mitad de la cubierta, envuelto en una sábana, y bien podía medir alrededor de tres o cuatro metros de alto.

Mientras iban a desenvolverlo, Ariel y Ragun escucharon la conversación de dos marineros cercanos.

”Muy especial, muy caro y muy grande” ―imitaba uno de ellos al viejo, poniéndole voz cursi―. Se quedará en paños menores cuando vea el nuestro.
Y ya pueden gustarle ―contestó el otro, que sostenía la caja envuelta―. Si no fuera el príncipe, me las quedaría yo. Son tan bonitas…

Feliz cumpleaños, Eric.

Un hombre lo destapó y quedó revelada la estatua del propio príncipe, vestido y en pose caballeresca, demasiado fantaseado. En opinión general, el regalo no gustó. De hecho, hasta el perro le gruñó. Haciendo alarde de su educación, Eric trató de agradar al mayordomo:

Está… Está impresionante.

¡Yo mismo la mandé hacer! Aunque tenía la esperanza de que fuera tu regalo de bodas, príncipe Eric…

Comenzaron a conversar, entre ellos, sobre el futuro del príncipe, sobre el cual el mayordomo estaba preocupado y Eric apenas le daba importancia, alegando que encontraría en algún momento a la mujer de sus sueños. Ariel se escondió tras la barandilla, tirando de Ragun si era necesario, cuando el príncipe se acercó a ésta, escuchando con atención y una sonrisa tonta en la cara.

¡Créeme que lo sabré cuando la encuentre! Sentiré como si algo… me golpeara. ¡Como un rayo!

Bastó decirlo para que las nubes comenzaran a tronar, anunciando la inminente tormenta que se les había echado encima casi de improviso. El viento azotó con fuerza el barco y empezó a llover, momento en que los marineros se pusieron en marcha. La fiesta había acabado.

Intentaron mantener el rumbo, la vela intacta y atar bien los nudos, pero la tempestad era más fuerte que ellos y el barco se zarandeaba peligrosamente sobre las aguas, hasta el punto de que algunas olas llegaron a la cubierta. Ariel se sujetó con fuerza a las cuerdas que mantenían las velas, junto con Ragun, pero ninguno de los dos fue capaz de mantenerse y fueron arrojados nuevamente al mar. Bajo el agua, todo estaba más tranquilo, pero Ariel optó por regresar otra vez a la superficie a fin de ver lo que ocurría.

Un rayo impactó de lleno en la vela, prendiéndola fuego. Además, el barco chocó contra las rocas, lanzando a la mayor parte de sus ocupantes al mar, que se refugiaron en las balsas de emergencia. Por si la mala suerte no había acabado, entre el rugido del viento se oyeron unos ladridos… procedentes del barco. Alguien saltó al agua

¡Es peligroso! ¡Tenemos que hacer algo!

¿Tenemos? En realidad, Ragun no pintaba nada allí. Él sólo había oído historias de monstruos marinos que atacaban a los humanos y se había acercado a comprobarlo. Bien, pues por el momento, no había aparecido ninguno, y la mayoría se concentraban en las barcas de emergencia. Si los sincorazón acudían, irían directamente a por ellos, no a por el príncipe.

Ariel estaba distraída mirando el arruinado barco, frustrada porque, como sirena, no podía escalar por él para ver qué es lo que estaba pasando con Eric. Hiciera lo que hiciese Ragun, no se enteraría.



Ivan


Úrsula golpeó las gafas con uno de sus tentáculos, arrojándolas contra la pared y rompiendo al menos uno de sus cristales. No parecía demasiado afectada por todas las acusaciones, ni vómitos, de Ivan, sino que se miraba las uñas con aparente aburrimiento, distrayéndose mientras duraba el “berrinche” del joven.

Eso podía interpretarse como que estaba acostumbrada a ese tipo de reacciones.

¿No te gusta, querido? ―ronroneó la bruja―. No tiene por qué gustarte. Es un pequeño precio a pagar, al fin y al cabo, por algo que deseas. Por algo mayor y mucho mejor. Si no estabas dispuesto a perder nada a cambio, nunca deberías haber acudido a mí ―sonrió.

Cuando Ivan se lanzó a atacarla, soltó una carcajada nuevamente e hizo aparecer en uno de sus tentáculos el contrato, que desenrolló y puso entre medias de los dos como un escudo. Al ir a apartarlo con la Llave Espada, ésta le repelió, haciendo retroceder al aprendiz.

Completamente legal, niño ―le informó―. Aunque si tan dura te ha supuesto la pérdida, supongo que podemos… hacer un nuevo trato ―sonrió―. Siempre y cuando vuelvas con la Perla que aún me debes. Comprende que no firme otro contrato con alguien que aún no ha cumplido el que tiene vigente.

Señaló a uno de sus estantes, de donde salió un frasco que esparció por toda la caverna, diluyendo el vómito y dejando en su lugar un agua más limpia y fresca.
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Re: [Atlántica] Los padres no entienden a sus hijos

Notapor Sombra » Dom Ene 12, 2014 9:46 pm

Con curiosidad, observé a aquellos hombres desafinar. Parecían bastante borrachos, en cierto sentido me recordaron a Ronin por algún motivo.

Alcé la vista viendo como lanzaban aquellas luces de colores hacia el cielo. No era magia, como pensé al principio, sino ciencia.

Era increíble lo que se podía hacer con ella. Los humanos éramos seres extraños sin duda. Me perdí mirando aquellas explosiones bajando irremediablemente la guardia. Eran unas luces hipnóticas.

¡Hola otra vez! ¿Dónde te habías metido? ―di un respingo por la sorpresa de escuchar la voz femenina de la joven sirena que había conocido en aquel barco hundido. Ariel trepó por uno de los laterales del barco quedando a mi lado―. ¡Una fiesta humana! ―se sorprendió. Al mirarle a los ojos pude ver cuan emocionada estaba.

¿Tan emocionante era eso? ¿Una simple fiesta?

¡¡Ariel!! ¡Ariel, vuelve aquí! ―escuché al cangrejo desde la lejanía gritando. Ariel lo ignoró, por lo que hice lo mismo ya que no tenía nada que ver conmigo.

Unos pasos ligeros pero apresurados se dirigieron hacia nosotros. Volví la vista hacia el interior del barco viendo a un animal que ya estaba demasiado cerca como para evitarlo.

¡Iba a morderme!

Sin embargo, aquello no pasó. Una sensación húmeda y áspera mezclada con un fétido olor a podrido fue lo que recorrió mi cara. Aquel lametón me había dejado toda la cara llena de asquerosas babas. Indignado por la risa de Ariel giré la cara hacia otro lado.

Esto es asqueroso.

El perro se marchó cuando alguien nombró un tal Max. Imaginé que se trataba del nombre de canino, puesto que reaccionó corriendo hacia el foco de aquella voz, un hombre que no parecía tener más de veinte años y cabellera negra. Aquel muchacho jugueteó con el animal a la par que tocaba la flauta con bastante destreza.

Jamás había visto un humano tan de cerca ―suspiró como si estuviese bajo un hechizo enamorador <<Si supieses que ya has visto a otros humanos mucho más cerca...>>―. Qué atractivo… ¿verdad?

Si tu lo dices... ―contesté con poco interés.

Unos pocos segundos después, un anciano hizo que la fiesta se detuviese. Mencionó algo de un regalo de cumpleaños para un tal Príncipe Eric, aquel al que la sirena había estado mirando.

Un Príncipe...

Me sentí extraño en aquel momento. Lo tenía en la punta de la lengua, algo. No sabía que era, pero lo notaba.

Príncipe Alexander

¿Eh?

Busqué algo con la mirada inconscientemente. ¿Alguien había dicho algo? No, eran solo imaginaciones mías. ¿O no?

El anciano le hizo la pelota a Eric mientras hablaba de él. En el centro de la cubierta pude ver algo envuelto en una sábana enorme. Era algo enorme, fuese lo que fuese.

Entre varios, emperazon a retirar aquello que recubría el enorme regalo.

”Muy especial, muy caro y muy grande” ―recitaron a modo de burla unos marineros lo que el viejo había estado diciendo. Solté una risa por lo bajo―. Se quedará en paños menores cuando vea el nuestro.

Y ya pueden gustarle ―contestó otro marinero―. Si no fuera el príncipe, me las quedaría yo. Son tan bonitas…

En aquel momento pensé en algo, pero no. Era imposible que el mundo fuese tan pequeño como para que lo que Fran buscaba estuviese allí. ¿No? Fue una sospecha un poco tonta, la verdad. El océano era demasiado grande como para que fuese posible siquiera encontrar aquellas perlas. Recordé la cara de aquellos dos y ya de paso en aquel regalo del que hablaban. Perfectamente podían ser lo que sospechaba (aunque no podía saberlo con seguridad, claro)

Pero si lo fueran... ¿Debería cogerlas? Eran una misión de Tierra de Partida, pero desconocía que utilidad podrían tener. Quizás tenían algún poder oculto que pudiesen comprometer a los que vivíamos en Bastión Hueco y mi supervivencia era demasiado importante como para permitir que ellos poseyesen algún tipo de poder que fuese peligroso. Al fin y al cabo, conocía como cualquier otro las leyendas de objetos mágicos de todo tipo extremadamente poderosos, lo había leído en libros de fantasía. La espada legendaria Excalibur o aquel Santo Grial del que también se había escrito y mencionado en más de un libro. Si existían o no era otro tema, pero no me extrañaría demasiado que pudiese haber algo similar.

Era una mera sospecha, no tenía fundamento alguno. Pero simplemente tenía que descubrirlo de alguna manera.

Además... Si esas perlas eran importantes de algún modo o daban alguna especie de poder especial... Hacerme con ellas y usarlas para mi beneficio y solo mío no estaría del todo mal.

Feliz cumpleaños, Eric.

Al retirar por completo la sábana se mostró una enorme estatua de aquel príncipe llamado Eric. Su pose era sin duda muy noble y se notaba que aquella estatua había sido esculpida con extremo cuidado y cariño.

Bueno, al fin y al cabo es el regalo de un Príncipe.

Está… Está impresionante.

¡Yo mismo la mandé hacer! Aunque tenía la esperanza de que fuera tu regalo de bodas, príncipe Eric…

Aquella conversación se hizo aburrida al cabo de unos momentos hablando de matrimonios y aquel sentimiento conocido como amor. Algo que provocó que dejara de atender en aquel momento a la charla sin sentido de aquellos dos.

Ariel tiró de mí hacia abajo escondiéndonos de la vista del príncipe y aquel anciano, que parecía ser su mayordomo.

¡Créeme que lo sabré cuando la encuentre! Sentiré como si algo… me golpeara. ¡Como un rayo!

Ahora es cuando alguien lanza un electro. ¿No?

Y repentinamente las nubes se iluminaron por un trueno, y otro, y otro más. Una tormenta acababa de aparecer en solo unos instantes y había arruinado la fiesta del príncipe. Una desgracia para él.

Todos los marineros empezaron a trabajar en mantener a flote el enorme navío. Pero la naturaleza ya había ganado. Las olas chocaron contra el barco obligando a que me soltase junto a la Princesa Sirena. Al igual que Ariel, me quedé en la superficie observando aquel espectáculo. Un rayo impactó contra la vela provocando que un incendio se iniciase. Probablemente se apagaría por la lluvia, pero sería demasiado tarda para ellos.

No lo conseguirán. Morirán ―predije en voz baja con un tono funesto.

Yo no podía hacer nada para ayudarles. Aquellas eran las normas, no inmiscuirme en los asuntos de otros mundos. Si se descubría la existencia de las Sirenas el mundo entero cambiaría, sería una falta muy grande.

Algunos abandonaron el barco lanzándose a los botes de seguridad. ¿De verdad les iba a servir de algo? Lo dudaba.

¡Es peligroso! ¡Tenemos que hacer algo!

No contesté.

¿Quizás debiese simplemente buscar entre los marineros a aquellos que habían estado hablando antes? Con aquella oscuridad les sería difícil verme, y yo tenía la Visión Nocturna para ayudarme además al contrario que ellos yo podía moverme por el agua con libertad.

Pero... ¿Y los sincorazón? ¿No iban a aparecer? A no ser que la tormenta fuese provocada por uno, que lo dudaba no tenía que interferir.

¿Y si los monstruos eran en realidad los propios habitantes de las profundidades? Las sirenas. El Rey Tritón parecía odiar a los de la superficie. ¿Quizás él era el que atacaba a los barcos?

Empecé a buscar con la mirada acercándome prudentemente a las balsas a los marineros que tenían aquella caja con el misterioso regalo.

Si los veía y era posible coger el regalo sin que me viesen no dudaría en acercarme y coger el objeto para posteriormente alejarme. Sin embargo, en el caso de que pudiesen verme iría bajo el agua y mientras Ariel parecía entretenida en otra cosa, con mi llave espada atravesaría desde debajo la balsa para tratar de hundirla.

Daría tantos golpes al diminuto navío como hiciesen falta con tal de que se hundiese y una vez los marineros estuviesen en el agua utilizaría Electro (controlando un poco su potencia) para aturdir a todos los marineros, pero no matarlos.

Supuse que en el agua sería más fácil aturdirlos, y más siendo simples humanos que no tenían contacto alguno con la magia y que probablemente ni habían sentido un rayo en sus vidas. Tan solo quería que no se diesen cuenta de mí y que si alguno lo hiciese pensasen que era culpa del aturdimiento por algún rayo que había caído cerca.

Tras aquello, cogería de una pierna al que tuviese el objeto que ansiaba y se lo arrebataría para después dejarlo ascender de nuevo a la superficie (si es que lo tenía). Si este había quedado en la bote salvavidas simplemente buscaría donde se hallaba. No podía ser tan difícil. ¿No?

Solo por si acaso, permanecería en guardia ante cualquier posible ataque de los marineros o de algún otro enemigo indeseado que pudiese aparecer. No había visto aún sincorazón, pero existía la posibilidad de que acabasen haciendo acto de presencia.
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[IK] Los padres no entienden a sus hijos – Ronda #9

Notapor Soul Artist » Mar Ene 14, 2014 2:03 pm

Y como cabía de esperar, mi ataque fue completamente inútil. El mismo contrato que yo mismo firmé se interpuso en mi camino, repeliendo mi arma como si estuviese hecho del metal más resistente del Reino de la Luz. Gruñí y volví a atacar al papel, esperando destrozarlo y anularlo de alguna manera, pero no sirvió de nada. Me detuve tras varios intentos, agotado tanto física como mentalmente.

Completamente legal, niño. Aunque si tan dura te ha supuesto la pérdida, supongo que podemos… hacer un nuevo trato

Apreté mis nuevos asquerosos dientes y fulminé con la mirada a Úrsula. ¿Es que me tomaba por idiota? Si me engañaba una vez era su culpa, si lo hacía dos veces mía. No pensaba caer en un truco tan rastrero; era casi como si se mofara de mí.

Siempre y cuando vuelvas con la Perla que aún me debes. Comprende que no firme otro contrato con alguien que aún no ha cumplido el que tiene vigente.

Zorra...

Pero era bien cierto que no tenía más remedio que aceptar. Si aquella era única oportunidad que tenía para recuperar mi aspecto, que así fuera: volvería con la Perla, pero en cuanto a si se la entregaba o no dependería de cómo se mostrase. Y si hacía falta, la mataría allí mismo.

Me dirigí hacia la salida de la monstruosa cueva, con la mente centrada en nadar hacia la superficie para encontrar el barco que mencionó la bruja. No debía estar muy lejos si no me había dado más indicaciones, y quería acabar con aquella pesadilla cuanto antes.
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Re: [Atlántica] Los padres no entienden a sus hijos

Notapor Nell » Jue Ene 23, 2014 5:43 am

Gracias a la Visión Nocturna, detectó con rapidez a los dos marineros que habían estado hablando del regalo del príncipe en uno de los botes salvavidas. Sin embargo, Ragun se llevó una decepción: ninguno de los dos llevaba la caja que contenía la misteriosa maravilla.

Si observaba con atención, podía intuir el por qué. Estaban aterrados. Todos lo estaban. Ninguno se había detenido a recoger sus pertenencias cuando desalojaron el barco. Puede que incluso hubiesen sido arrojados desde él. Y entonces había dos alternativas sobre el lugar donde pudiese estar: el barco o el mar. Los prodigiosos ojos de Ragun le permitían ver en la oscuridad, pero no mejoraba su visión, por lo que no divisó la caja ni en el barco, por estar demasiado elevado y lejos; ni en el mar, tan lleno de restos de madera que se hundían lentamente.

Siempre podía intentar preguntar a los tipos, pero no debía olvidar que en ese momento era, a sus ojos, una criatura marina parlante. O bien empezar a descartar lugares.

Por otro lado, Ivan ascendió sin dificultad, pero durante su recorrido, podría notar que algo sucedía. Todo estaba demasiado tranquilo. Silencioso y sereno. Tal y como llega la calma antes de la tempestad.

Al cabo de un rato, vería varios trozos de madera hundirse a su alrededor, a la suficiente distancia de la superficie como para ver ya la sombra del barco por debajo del agua.

Sin embargo, esa no fue su mayor preocupación.

De repente, hubo un temblor en las tranquilas aguas, agitando las corrientes del mar. Fue una perturbación que el sexto sentido de la criatura marina dentro de Ivan reconoció como… un chillido. Y al mirar a sus pies, lo vio: desde una formación rocosa que ya había dejado atrás, se dejaba entrever un enorme hueco oscuro, la entrada a una caverna que no habría visto en su ascenso, de donde salía lenta y perezosamente un gigantesco tentáculo.

E iba directamente hacia él. Cuanto más se acercaba, más salía y salía, casi pareciendo como si no tuviera fin. Ivan continuó su camino hacia la superficie con rapidez, esquivando el tentáculo casi por los pelos, que comenzaba a coger rapidez, como si despertara de un sueño poco a poco. Y la criatura a la que pertenecía, con él.

Después de dar un último empujón entre más cascotes del barco, Ivan llegó arriba y se encontró de lleno con el caos que reinaba: un barco en llamas, amenazando con hundirse en cualquier momento; un hombre subiendo abordo para quién sabe qué; una sirena solitaria observándole con consternación, unas cuatro barcas que llevaban a los anteriores ocupantes del barco, también preocupados por el loco que iba hacia el peligro; y una terrible tormenta que no paraba de agitar las aguas. Y Ragun… Ragun por ahí.

Todos ajenos a lo que se avecinaba.

Ivan podía intentar advertir a alguien o huir, pues hasta más o menos un minuto después no comenzaría a sombrearse la zona donde estaba, alertando del inminente peligro. Se elevó el primer tentáculo, agitándose en el aire y cayendo pesadamente sobre una de las barcas. Los hombres se echaron al agua, pero alguno hubo que no pudo hacerlo a tiempo. Entre los que se salvaron, estaba uno de los que había pretendido hacerle un regalo maravilloso a su príncipe, como podría ver Ragun. El otro, en cambio, pertenecía a los pocos que sepultó el tentáculo.

El resto de tentáculos, de un color naranja apagado y siendo un total de ocho, se elevaron en el aire antes de que emergiera su propio cuerpo. Éste consistía, prácticamente, en una enorme cabeza ovalada, desde donde cuya parte inferior salían los tentáculos, cada uno repleto de ventosas peligrosísimas, y donde también se situaba su boca. Los ojos, laterales, observaban todo a medias. Y su tamaño… Bien, bastaba decir con que no necesitaría masticarlos para comérselos.

Uno de los marineros que estaban en el agua lo vio, lo señaló y gritó lo que, probablemente, todos pensaban:

¡¡KRAKEN!!

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¿No se preguntaba Ragun dónde estaban esos “animales marinos” que atacaban los barcos? Pues rápidamente se podía deducir que acababa de toparse de lleno con uno. Y más les valía, a los dos, rezar mucho porque fuera el único culpable.

El kraken, estuviese furioso o disfrutando de lo lindo, agitó uno de los tentáculos en dirección a Ivan, en otro intento de agarrarle, mientras el resto se balanceaban sobre el agua, chapoteando y amenazando las restantes tres barcas.

Los marineros, impotentes, sólo observaban. Estaban condenados. Cualquier arma que tuvieran para luchar contra él se había quedado en el barco donde, precisamente, arriesgaba la vida su príncipe para rescatar a su perro. Puede que ni siquiera se hubiera dado cuenta de la crítica situación entre el fragor de las llamas. Ariel alternaba la vista entre el kraken y el barco, boquiabierta, como una espectadora.

Y luego estaban las Perlas. ¿Adónde habrían ido a parar…?


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Re: [Atlántica] Los padres no entienden a sus hijos

Notapor Sombra » Mar Ene 28, 2014 2:19 pm

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Nada, daba igual a donde mirase. Había visto a aquellos dos marineros que llevaban el cofre con el misterioso contenido, pero ni rastro de lo que buscaba. Lo más probable era que estuviese en el barco, aunque con aquel vaivén de las olas golpeando desde los costados también había una gran posibilidad de que hubiese caído al mar.

Me mordí el labio molesto por aquel hecho, obviamente preguntar a los marineros no era una opción.

Pero, ¿qué podía hacer? Si subía al barco había gran riesgo de que me vieran.

De pronto, bajo el agua noté algo. Parecía como una corriente producida por algo enorme moviéndose. Al mirar hacia abajo, vi una sombra enorme aproximándose.

Pero cuando la vi, fue demasiado tarde. Disparado como una bala, un enorme tentáculo salió de las oscuras aguas. El oleaje dificultaba mucho verlo, pero allí estaba, agitándose en el aire para después caer con fuerza sobre uno de los botes salvavidas.

Los marineros se apresuraron lanzándose al agua. Pero no todos lo consiguieron, uno de los que estaban en el barco fue aplastado contra el agua. El golpe fue brutal.

Pero aquel no fue el único tentáculo que apareció. Otros siete ascendieron junto a el cuerpo de aquel enorme monstruo marino que parecía una especie de pulpo o calamar. De la parte inferior de su "cabeza" salían los tentáculos y se podía ver perfectamente su boca que perfectamente podría tragar a varios hombres fornidos a la vez.

El resto de tentáculos, de un color naranja apagado y siendo un total de ocho, se elevaron en el aire antes de que emergiera su propio cuerpo. Éste consistía, prácticamente, en una enorme cabeza ovalada, desde donde cuya parte inferior salían los tentáculos, cada uno repleto de ventosas peligrosísimas, y donde también se situaba su boca. Los ojos, laterales, observaban todo a medias. Y su tamaño… Bien, bastaba decir con que no necesitaría masticarlos para comérselos.

¡¡KRAKEN!!

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TENÍA QUE HACERLO XDDD


El grito de uno de los marineros fue como el desentonante de un enorme caos. Todos sabían ya de aquel enorme monstruo.

Entonces, no fue difícil atar cabos, aquel monstruo tenía que ser la bestia de la que hablaban en Bastión Hueco y no era un sincorazón a simple vista, algo muy importante. Al menos no se parecía a ninguno que hubiese visto alguna vez.
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Aquel monstruo era violento, eso sin duda. ¿Debería hacer algo pues? La verdad es que si no era un sincorazón podría huír sin más, pero aquel parecía un enemigo digno de combatir. ¿Quién sabe? Quizás podía servir para mejorar en combate.

Sonreí levemente.

Hoy voy a cenar calamar a la romana ―me relamí con una mirada sádica.

Me acerqué al enorme calamar en busca de uno de sus ojos lo más sigiloso que pude moviéndome entre los restos de madera. En cuanto lo tuve lo suficientemente cerca como para no fallar utilicé Láser Oscuro. Si le dejaba ciego las posibilidades de ganar aumentarían drásticamente. Eso sin duda. Funcionase o no, al utilizar aquel hechizo el Kraken sabría de mi posición, o al menos una aproximada por lo que a toda velocidad me hundiría en el agua y me alejaría.
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[IK] Los padres no entienden a sus hijos – Ronda #10

Notapor Soul Artist » Sab Feb 01, 2014 2:56 pm

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Nadaba tranquilo hacia la superficie del océano mientras pensaba en aquellas Perlas. Ronin las quería, Úrsula también, y todo había comenzado porque Ryota estaba tras ellas. ¿Por qué estaba tan obsesionado todo el mundo con aquellas cosas? ¿Tanto valían como para hacerme lo que aquella bruja me había hecho?

El agua sufrió un estrepitoso temblor que de primeras no percibí: estaba demasiado ocupado con mis pensamientos. Me concentré en lo que haría a aquella Úrsula en cuanto volviese: ¿cómo podía haberme retirado de aquella manera tan vulgar? Cogería su culo de pulpo, le metería un Hielo por él y la cocinaría viva después en su caldero de...

Una sombra debajo de mí me devolvió a la cruda realidad en la que me encontraba. Me aparté con brusquedad y la esquivé por los pelos, deteniéndome un instante para identificar a mi atacante. Pero estaba demasiado cerca como para verlo bien: cientos de ventosas que se movían frente a mí, un enorme coral... No, aquello no era un coral. Abrí la boca asustado y nadé como nunca lo había hecho, notando la presencia detrás de mí mientras me intentaba cazar.

Llegué a la superficie del agua y recibí una bofetada de aire puro en mi cara, pero no tuve tiempo para disfrutarla debidamente. Me quedé espantado al reconocer el barco al que debía dirigirme, porque no estaba en el mejor de los estados: ardía en llamas. Y para colmo, una figura estaba frente a mi objetivo, ante la cual no supe reaccionar.

Ragun. Mi amigo Ragun, el aprendiz de Bastión Hueco, estaba allí. ¿Por qué él? ¿Qué estaba haciendo allí? ¿Lo mismo que aquella maldita Ariasu? No quería que me viese en aquel momento, no como el monstruo en el que me había convertido. Me oculté parcialmente bajo el agua y recé para que no se diese cuenta de mi presencia.

Pero no hubo tiempo para nada más. Al poco de meterme apareció, detrás de mí, el monstruo que poco antes se había dispuesto tenerme como su cena particular: un gigantesco, pesado y horrible Kraken. Me hundí en el agua y nadé lo más lejos que pude de él, directamente hacia el barco. Parte de este se estaba viniendo abajo, lo que significaba que quizás las Perlas se hubiesen ido al fondo del mar... O que seguían dentro.

Contemplé desde mi posición que Ragun había comenzado a luchar contra la bestia sin planteárselo ni un instante. Algo dentro de mí exigió que interviniese a ayudarle, pues su objetivo era cegar al kraken y se necesitaban dos personas. Personalmente, pensé que igual sería mejor matarle desde dentro, teniendo cuidado de que no masticara a aquel que hiciese el sacrificio. Pero...

Todas aquellas estrategias en mi mente estaban muy bien, y antes hubiese sido capaz de creerme capaz de derrotar al kraken yo solo. ¿Pero en aquel momento? No. No era nada, un monstruo peludo y maloliente.

Di la espalda a mi amigo y nadé hacia el barco, esperando que los desprendimientos de este hubiesen abierto alguna entrada por debajo del agua. En caso de no haber ninguna, rodearía el navío y entraría en él por la superficie, por el lado donde Ragun no pudiese verme.
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