Aquellos angostos pasadizos parecían no acabar nunca, y cada vez bajábamos más, adentrándonos en las profundidades. Mientrastanto, iba dándole vueltas a la respuesta que acababa de darme Aeris: la carta estaba firmada por toda Tierra de Partida. ¿Acaso los maestros se habían reunido y la habían escrito entre todos? Según Aeris en la carta decía que alguien iba a hablar con él ese mismo día, y Yami estaba rondando por allí. ¿Sería ella?
—Aeris, ¿sabes el nombre de la persona que va a venir a hablar con León? ¿Y sabes qué quiere decirle y por qué en concreto a él?
Tras un rato más de camino por los estrechos túneles, llegamos a una gran puerta metálica que Aeris abrió con una llave.
—Bienvenida a la orgullosa oficina de Correos de Ciudad de Paso. —comentó la mujer mientras yo entraba en la estancia, boquiabierta.
Aquel lugar era enorme. Estaba lleno de colosales estanterías llenas de cartas y raíles de colores por los que viajaban vagonetas arriba y abajo repartiendo correo por la gran sala.
—Guau, no me lo imaginaba tan espectacular.
—¿Impresionada? Y reparten el correo en siete días a todos los mundos. Los habitantes de esta ciudad estamos orgullosos del sistema de correos: no sólo vivimos de la orfebrería de los moguris y los sombreros del Sombrerero. ¡Mira! El raíl verde limón es el que debemos coger.
Salí de mi embobamiento y dirigí la mirada a la vagoneta hacia la cual estaba yendo Aeris. Comencé a seguirla hacia allí, pero, de pronto, se detuvo y se escondió tras la máquina. Corrí hacia allí y me agaché a su lado.
—¿Qué ocurre? —susurré.
La mujer del vestido rosa señaló hacía arriba, a unas plantas por encima de nosotras. Allí había tres hombres de pie y otros tres atados en unas sillas.
—¿Un secuestro...? —pensé en voz alta.
Pero entonces me percaté de algo. Dos de aquellos hombres secuestrados eran Light y Sorkas y, al parecer, Aeris pudo reconocer a otra de aquellas seis personas, un tal Cloud.
—Tenemos que salvarles, Aeris, son mis amigos —le comenté a la chica.
De un salto, subí a la vagoneta y esperé a ver si Aeris quería subir también. Subiese o no, me agacharía e invocaría la Llave Espada, preparada para luchar. Con solo media cabeza fuera de la vagoneta y sin el sombrero puesto para no llamar tanto la atención, esperaría a alcanzar el escenario del secuestro. Al llegar, me escondería y saltaría de la vagoneta con la Llave Espada en mano para tratar de atacar a los secuestradores por sorpresa.
[Ciudad de Paso] Correo urgente
Trama de Fyk, Maya Zawrid, Sorkas y Light Hikari
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Estantería de objetos
Ronda #8 - Correo urgente
por Soul Artist » Mié Sep 04, 2013 4:37 pm
—No, no sabemos quién vendría a nosotros —explicó Aeris antes de entrar a la oficina de Correos a Maya, contestando a su pregunta—. La carta sólo mencionaba que enviarían a un Maestro a hablar en representación con nosotros, y que en cuanto a la caja se mantuviese precaución con ella.
Pero eso ya quedaba atrás. La sorpresa de ver a sus amigos atrapados impulsó a Maya a subirse a la vagoneta frente a ella, esperando a que Aeris y su mascota lo hiciesen junto a ella. Ambas se agacharon para intentar sorprender lo máximo posible a sus enemigos, aunque sería difícil engañarles con una vagoneta en teoría sin ocupantes. Pero era mejor que nada.
Los raíles magnéticos se movieron solos, comenzando su travesía hacia el emplazamiento en el que estaban los aprendices de la Llave Espada y el llamado Cloud.
Light, Sorkas & Futura Maya
—Si nos explicas lo que es… Puede que incluso me lo piense. Adelante, expláyate. Soy todo oídos.
El científico de la bata blanca sonrió de mejilla a mejilla, colocando su mano sobre la caja mientras dirigía su mirada hacia Light, que tan interesado se mostraba en el proyecto del hombre. Dejó el paquete para que el Sincorazón de Gabranth se dedicara a abrirlo sin necesidad alguna de palanca, sólo su propia fuerza.
—Ya te lo has pensado, y tú serás mi sujeto de pruebas perfecto —explicó Hojo. Se ajustó las lentes con el dedo índice y comenzó a relatar—. Hace tiempo, en el Coliseo del Olimpo, un bravo guerrero existió. El más poderoso de todos, dicen; su fuerza, velocidad y habilidades jamás fueron comparables a los de nadie más en todo el Reino de la Luz. Pero las cosas se... Descontrolaron, cuanto menos.
—No...
Cloud había palidecido al escuchar la historia del científico. Parecía conocer lo que iba a contar de antemano; sus ojos se habían puesto en blanco y apretaba sus dientes con fuerza, haciendo fuerza para liberarse. Se dirigió hacia el grupo de Villanos Finales, avanzando con un pequeño salto al frente con su silla.
—¡Deteneos! ¡Es demasiado peligroso, idiotas! ¡Ninguno de vosotros saldría con vida!
—Silencio —ordenó Gabranth a Cloud, intentando calmarle a su manera—. Son órdenes del Emperador venir a buscar esto. Ningún entrometido de la Orden nos detendrá.
—¡No tengo Llave Espada! —se defendió Cloud, dando a entender que conocía la existencia de los Caballeros—. ¡Trabajo para Hades! ¡Sólo a él le corresponden las almas de Tebas!
—Creo que lo que intenta decirnos nuestro joven amigo es que está ansioso por participar en nuestro experimento —interpretó Hojo a partir del nerviosismo de Cloud—. ¿Qué opina usted, joven...?
Pero las palabras del científico se perdieron en la nada. Tanto Light como su mascota habían desaparecido de la silla mientras concentraban su atención en Cloud, y tampoco se le veía en todo el piso. Kefka se puso en alarma en cuanto se dio cuenta de lo que sucedía, al igual que Gabranth. El hombre de la armadura hizo una señal al Sincorazón gigante, el cual dejó de forzar la caja de inmediato para centrarse en su objetivo: localizar al invisible muchacho.
El eidolón surgió tras Cloud y el propio Sincorazón lanzó uno de sus enormes puños directamente hacia él. Sin embargo, el perro consiguió liberar con sus dientes al guardaespaldas justo a tiempo para que este saltara sobre la mano del Sincorazón, aunque tanto él como Light invisible recibieron el golpe de lleno.
Sorkas tampoco perdió el tiempo: aprovechando la enorme confusión formada por su compañero se movió con la silla hasta caerse al suelo, buscando algo con lo que liberarse. Pero para su desgracia el horrendo payaso notó su movimiento y se lanzó a por él, pisándole la cara con el pie y aplastándola contra el suelo para inmovilizarle.
—¿Adónde crees que vas? ¡Creía que éramos amigos! ¡Ji, ji, ji!
Kefka se quedó callado, sin embargo, cuando escuchó el traqueteó de una vagoneta que llegaba por los raíles. Se quedó extrañado al ver que esta venía vacía desde su posición, a lo que contestó quedándose quieto, dubitativo. Gabranth, por su parte, no dudó tanto:
—¡Es una trampa, bufón!
El hombre de la armadura ordenó al Sincorazón atacar al vagón, pero este se encontraba demasiado ocupado intentando quitarse a Cloud de encima de su mano. Golpeó su propia extremidad con su otra garra libre, pero el guerrero saltó de su posición para que se golpeara a sí mismo, haciendo desaparecer su puño en un baño de oscuridad. El guardaespaldas tomó en vuelo de su espalda su enorme arma y atacó a la cabeza del monstruo, el cual recibió de pleno el ataque; esto, sin embargo, sólo provocó una respuesta agresiva del Sincorazón, el cual volvió a atacar y esta vez sí atinó en su golpe, tirando al muchacho al suelo.
Pero en su ayuda acudieron dos féminas del interior del vagón, una con su Llave Espada en alto y la otra con una vara de tono no muy amenazante. Kefka se quedó tan extrañado con la escena que sólo pudo soltar un gritito cuando vio que la niña iba a aterrizar encima de él, golpeándole (accidentalmente o no) con el acero de su arma en su pobre cabeza. Dejó de pisar a Sorkas y cayó al suelo viendo las estrellas, con una sonrisa boba en la cara.
Un gato blanco y negro saltó de la carreta y socorrió de inmediato a Sorkas, el cual no pudo ver cómo le ayudaba; sólo Light pudo apreciar desde su posición. Pero el golpe del Sincorazón debió ser más fuerte de lo que parecía, porque juraría que el felino se había puesto sobre dos patas para desatar con sus manos la cuerda de Sorkas. Sin embargo, al volver a mirar, se encontraba sobre sus cuatro patas, maullando al aprendiz al que acababa de ayudar con una sonrisa en la cara.
—¡Cloud!
Aeris acudió de inmediato al guerrero y le sanó con su magia, ayudándole a levantarse del suelo tras hacerlo. Una sombra se abalanzó sobre los dos y Cloud reaccionó con un salto hacia adelante, esquivando el pisotón del Sincorazón que tenían justo encima. Derrapó en el suelo y soltó a Aeris, volviendo a tomar la espada de su espalda.
—Sugiero una retirada táctica, Gabranth —señaló Hojo clavando sus ojos en sus cinco enemigos—. Nos superan en número y ya tenemos lo que buscábamos.
El hombre de la armadura dudó un momento, pero finalmente cedió ante las palabras de su compañero. Con el Sincorazón por delante de ellos para evitar que nadie se adelantase a ellos, colocó algo en la caja que se adhirió a esta de inmediato y levantó la muñeca izquierda y pulsó un par de botones en su pulsera, agarrando a Hojo del hombro; tanto él como el científico desaparecieron.
—¡Eh! ¡Eh! ¡Que os olvidáis de mí!
Kefka se levantó del suelo y se dirigió corriendo en dirección al paquete. Cloud no dudó: se lanzó al vuelo de inmediato hacia la caja, esperando alcanzarla antes que nadie para quitarle aquello que le habían pegado. El Sincorazón impediría su paso, pero dependía de los Caballeros el ayudarle a evitar que los Villanos Finales se llevaran la caja. Sin embargo también podían tener la preocupación de que Kefka lograse completar su huida cuando podía ser una buena fuente de información. Debían elegir sus prioridades y pensar en cómo lograrlas.
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Estantería de objetos
Re: [Ciudad de Paso] Correo urgente
por Light » Dom Sep 08, 2013 1:41 am
Cuando Gabranth le dio la orden al Sincorazón de que buscara a los desaparecidos, Light inevitablemente se estremeció, aunque ya había hecho una pesimista predicción al respecto y estaba preparado.
Llamó desesperadamente a su eidolon para que le ayudara a cortar las cuerdas y así hizo: incluso consiguió cortar las cuerdas con sus incisivos colmillos. De todas maneras, Gaomon y Light recibieron el contundente ataque, derribándoles en el acto.
Recibir de pleno aquel ataque tan duro aturdiría al aprendiz por escasos segundos y anularía el beneficio de la invisibilidad que anteriormente había recibido. Su cabeza le daba vueltas y estaba desorientado. Escuchó la risotada de Kefka y por un momento pensó que el payaso estaba hablando con él, ahora visible y totalmente indefenso, sin escapatoria posible.
Pero no todo estaba perdido para ellos. Maya y la amiga de Cloud acudieron sin más tardar, alertando a todos los enemigos por sus repentinas presencias. Light no se percató de la llegada de las chicas, pero podían estar seguras de que se lo agradecería.
Cuando se liberó del aturdimiento, Light se alzó del suelo para dar con una simpática criatura. Un gato negro y bípedo estaba liberando a Sorkas de las cuerdas que los secuestradores le habían atado. Nada que objetar sobre lo que veía, pues después de todo le acompañaba un perro que también podía sostenerse a dos patas; a aquellas alturas de la película nada ya le sorprendía, aunque no le extrañaría que todo fuera una alucinación producida por el contundente ataque que había recibido. Esta hipótesis se reforzaría al volver a mirar al gato: aparentemente, un gato normal y corriente a cuatro patas que simplemente se paseaba por allí.
—¿Estás bien?
—Sí… eso creo —respondió a Gaomon, todavía estupefacto por la repentina aparición del gato. Rápidamente se dio cuenta de que más personas habían acudido en su auxilio. Una amplia sonrisa se dibujó automáticamente en su rostro.
>>¡Maya! ¡Has venido!
Le tranquilizaría saber que todos sus compañeros aprendices estaban ahora juntos, a excepción del pequeño extraterrestre. Los contrincantes vacilaron por un momento, intimidados por su desventaja numérica.
—Sugiero una retirada táctica, Gabranth —comentó el individuo de la bata—. Nos superan en número y ya tenemos lo que buscábamos.
Gabranth no se negó a la sabia sugerencia del inteligente científico y corrió a colocar en la caja un objeto que Light apenas pudo divisar desde su posición. Ambos individuos huyeron, escudados por el sincorazón gigante que impediría el paso a los aprendices.
—¡Eh! ¡Eh! ¡Que os olvidáis de mí!
—¡Ah, no! ¡Tú no vas a ningún lugar! —aseguró.
Kefka tenía pensado unirse a sus compañeros en su huida, pero Light no lo permitiría: iba a pagar por lo que había hecho anteriormente. Además, tampoco tenía intención alguna de permitir que robaran el paquete así por las buenas. Iba siendo hora de recuperar el paquete que pertenecía a Merlín.
Sin más dilación, Light trató de coordinar a sus compañeros:
—Sorkas, ¿verdad? ¡Ayúdame y daña la mano restante con tu mejor ataque! —materializó su Llave Espada y se preparó para enfrentarse a la armadura, junto con Sorkas. Antes de lanzarse al ataque se giró hacia Gaomon—. ¡Gao! ¡Tú no permitas que ese payaso escape!
Gaomon obedeció y salió corriendo en dirección a Kefka, al mismo tiempo que Sorkas y Light lidiaban con la armadura viviente. El joven Light esperó a que su compañero disparara su hechizo: si Sorkas podía librarse de aquel estorbo de mano, podría ejecutar su potente ataque más fácilmente. Si la armadura Sincorazón se disponía a cortarle el paso al eidolon, Light atacaría antes de lo previsto para facilitar la maniobra a su compañero perruno: no podían permitir que Kefka se alejara demasiado de Gaomon.
—¿Y si te cojo yo ahora de las piernas?
El eidolon sólo tendría que acercarse a Kefka lo suficiente para atrapar al payaso con su habilidad Coger. El canino enredaría sus largas garras en sus piernas mientras corría, logrando así que se tropezara. Después, sólo tendría que arrastrarle con las cintas extensibles.
No obstante, la verdadera preocupación de Light no era Kefka, sino era el Sincorazón que podía complicarles toda la tarea. Una vez Sorkas hiciera todo lo posible por destruir la extremidad superior, Light se lanzaría contra el torso de la armadura, sin perder de vista los sospechosos movimientos de los pies. Se impulsaría con un salto para alcanzar el torso del Sincorazón y golpearía ahí msmo con la habilidad Aturdidor. Con la armadura aturdida, puede que Cloud tuviera una oportunidad para recuperar el famoso paquete.
—¡Cloud, ahora! ¡La caja!
Llamó desesperadamente a su eidolon para que le ayudara a cortar las cuerdas y así hizo: incluso consiguió cortar las cuerdas con sus incisivos colmillos. De todas maneras, Gaomon y Light recibieron el contundente ataque, derribándoles en el acto.
Recibir de pleno aquel ataque tan duro aturdiría al aprendiz por escasos segundos y anularía el beneficio de la invisibilidad que anteriormente había recibido. Su cabeza le daba vueltas y estaba desorientado. Escuchó la risotada de Kefka y por un momento pensó que el payaso estaba hablando con él, ahora visible y totalmente indefenso, sin escapatoria posible.
Pero no todo estaba perdido para ellos. Maya y la amiga de Cloud acudieron sin más tardar, alertando a todos los enemigos por sus repentinas presencias. Light no se percató de la llegada de las chicas, pero podían estar seguras de que se lo agradecería.
Cuando se liberó del aturdimiento, Light se alzó del suelo para dar con una simpática criatura. Un gato negro y bípedo estaba liberando a Sorkas de las cuerdas que los secuestradores le habían atado. Nada que objetar sobre lo que veía, pues después de todo le acompañaba un perro que también podía sostenerse a dos patas; a aquellas alturas de la película nada ya le sorprendía, aunque no le extrañaría que todo fuera una alucinación producida por el contundente ataque que había recibido. Esta hipótesis se reforzaría al volver a mirar al gato: aparentemente, un gato normal y corriente a cuatro patas que simplemente se paseaba por allí.
—¿Estás bien?
—Sí… eso creo —respondió a Gaomon, todavía estupefacto por la repentina aparición del gato. Rápidamente se dio cuenta de que más personas habían acudido en su auxilio. Una amplia sonrisa se dibujó automáticamente en su rostro.
>>¡Maya! ¡Has venido!
Le tranquilizaría saber que todos sus compañeros aprendices estaban ahora juntos, a excepción del pequeño extraterrestre. Los contrincantes vacilaron por un momento, intimidados por su desventaja numérica.
—Sugiero una retirada táctica, Gabranth —comentó el individuo de la bata—. Nos superan en número y ya tenemos lo que buscábamos.
Gabranth no se negó a la sabia sugerencia del inteligente científico y corrió a colocar en la caja un objeto que Light apenas pudo divisar desde su posición. Ambos individuos huyeron, escudados por el sincorazón gigante que impediría el paso a los aprendices.
—¡Eh! ¡Eh! ¡Que os olvidáis de mí!
—¡Ah, no! ¡Tú no vas a ningún lugar! —aseguró.
Kefka tenía pensado unirse a sus compañeros en su huida, pero Light no lo permitiría: iba a pagar por lo que había hecho anteriormente. Además, tampoco tenía intención alguna de permitir que robaran el paquete así por las buenas. Iba siendo hora de recuperar el paquete que pertenecía a Merlín.
Sin más dilación, Light trató de coordinar a sus compañeros:
—Sorkas, ¿verdad? ¡Ayúdame y daña la mano restante con tu mejor ataque! —materializó su Llave Espada y se preparó para enfrentarse a la armadura, junto con Sorkas. Antes de lanzarse al ataque se giró hacia Gaomon—. ¡Gao! ¡Tú no permitas que ese payaso escape!
Gaomon obedeció y salió corriendo en dirección a Kefka, al mismo tiempo que Sorkas y Light lidiaban con la armadura viviente. El joven Light esperó a que su compañero disparara su hechizo: si Sorkas podía librarse de aquel estorbo de mano, podría ejecutar su potente ataque más fácilmente. Si la armadura Sincorazón se disponía a cortarle el paso al eidolon, Light atacaría antes de lo previsto para facilitar la maniobra a su compañero perruno: no podían permitir que Kefka se alejara demasiado de Gaomon.
—¿Y si te cojo yo ahora de las piernas?
El eidolon sólo tendría que acercarse a Kefka lo suficiente para atrapar al payaso con su habilidad Coger. El canino enredaría sus largas garras en sus piernas mientras corría, logrando así que se tropezara. Después, sólo tendría que arrastrarle con las cintas extensibles.
No obstante, la verdadera preocupación de Light no era Kefka, sino era el Sincorazón que podía complicarles toda la tarea. Una vez Sorkas hiciera todo lo posible por destruir la extremidad superior, Light se lanzaría contra el torso de la armadura, sin perder de vista los sospechosos movimientos de los pies. Se impulsaría con un salto para alcanzar el torso del Sincorazón y golpearía ahí msmo con la habilidad Aturdidor. Con la armadura aturdida, puede que Cloud tuviera una oportunidad para recuperar el famoso paquete.
—¡Cloud, ahora! ¡La caja!
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Re: [Ciudad de Paso] Correo urgente
por Zodiark » Dom Sep 08, 2013 10:47 pm
El plan salió bien y logré golpear a uno de los secuestradores y, para entonces, Light y Sorkas ya habían conseguido liberarse. Mientras Cait ayudaba a Sorkas y Aeris iba con Cloud, busqué a Light con la mirada.
—¡Maya! ¡Has venido! —exclamó el chico al verme.
Le dediqué una sonrisa y le saludé levantando la mano, pero rápidamente nuestro reencuentro fue interrumpido por la voz de uno de aquellos hombres.
—Sugiero una retirada táctica, Gabranth. Nos superan en número y ya tenemos lo que buscábamos.
El hombre de la armadura, el de la bata y el Sincorazón emprendieron su huida, dejando al hombre vestido de payaso atrás.
—¡Eh! ¡Eh! ¡Que os olvidáis de mí! —gritó el bufón mientras se levantaba del suelo.
—¡Ah, no! ¡Tú no vas a ningún lugar!
Cloud, el amigo de Aeris, se lanzó hacia ellos y, mientrastanto, Light ordenó a su mascota que se ocupase del payaso.
—¡Light, yo me encargo de él! ¡Aeris, ayúdame!
No sabía qué estaba pasando exactamente allí, pero aquella gente no era de fiar, eso estaba claro. Mientras Light, Sorkas y Cloud se encargaban de aquellas personas, Gaomon y yo nos ocuparíamos del payaso junto a Aeris, si ella quería quedarse a colaborar.
—¡No te vas a escapar! ¡Vas a explicarme ahora mismo lo que está ocurriendo aquí! ¡Mutis!
Combinando mi habilidad con la de Gaomon, intentaríamos inmovilizar al hombre y trataría de sacarle toda la información posible sobre la situación.
—¡Maya! ¡Has venido! —exclamó el chico al verme.
Le dediqué una sonrisa y le saludé levantando la mano, pero rápidamente nuestro reencuentro fue interrumpido por la voz de uno de aquellos hombres.
—Sugiero una retirada táctica, Gabranth. Nos superan en número y ya tenemos lo que buscábamos.
El hombre de la armadura, el de la bata y el Sincorazón emprendieron su huida, dejando al hombre vestido de payaso atrás.
—¡Eh! ¡Eh! ¡Que os olvidáis de mí! —gritó el bufón mientras se levantaba del suelo.
—¡Ah, no! ¡Tú no vas a ningún lugar!
Cloud, el amigo de Aeris, se lanzó hacia ellos y, mientrastanto, Light ordenó a su mascota que se ocupase del payaso.
—¡Light, yo me encargo de él! ¡Aeris, ayúdame!
No sabía qué estaba pasando exactamente allí, pero aquella gente no era de fiar, eso estaba claro. Mientras Light, Sorkas y Cloud se encargaban de aquellas personas, Gaomon y yo nos ocuparíamos del payaso junto a Aeris, si ella quería quedarse a colaborar.
—¡No te vas a escapar! ¡Vas a explicarme ahora mismo lo que está ocurriendo aquí! ¡Mutis!
Combinando mi habilidad con la de Gaomon, intentaríamos inmovilizar al hombre y trataría de sacarle toda la información posible sobre la situación.
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Re: [Ciudad de Paso] Correo urgente
por Sorkas » Lun Sep 09, 2013 12:00 am
El plan de Light consistía en desaparecer. Sí, en desaparecer. ¡Se esfumó en un instante! Me quedé medio segundo sorprendido, al igual que nuestros secuestradores, pero me repuse rápidamente con lo que tenía pensado. Me tiré al suelo y empecé a arrastrarme buscando cualquier cosa afilada con la que liberarme de mis ataduras. Sin embargo, un pie golpeo mi cara cortando mi avance.
—¿Adónde crees que vas? ¡Creía que éramos amigos! ¡Ji, ji, ji!
“Mierda”, pensé abrumado. Con las manos atadas a la silla no podía deshacerme del pie del payaso de mi cara, y por lo tanto no podía moverme. Estaba totalmente a merced de aquel loco con la cara pintada, mi única esperanza es que Light me salvase de alguna manera.
El sonido de un traqueteo pareció distraer al payaso, pero no podía levantar la vista del suelo por lo que no tenía ni idea de qué se trataba. Gabranth gritó algo que no pude entender bien, pero que sonaba enfadado. Al momento, el payaso emitió un gritito infantil y la presión sobre mi cabeza se liberó del todo. En cuanto pude girar mi cabeza para observé qué es lo que me había rescatado. La pequeña bruja que nos había acompañado, junto con la chica que conocía, habían aparecido de la nada y caído, literalmente, sobre el payaso.
En cuanto me disponía a volver a moverme, noté como cuatro patas caminaban por mi espalda. Le dejé hacer lo que quisiera ya que parecía que me estaba desatando. Cuando la cosa terminó de desatarme me giré rápidamente para comprobar ante mi sorpresa, que lo que me había desatado era un gato. Lo que me faltaba por ver.
El gatito me maullaba cariñosamente ajeno a la situación. Yo, todavía un poco estupefacto, acaricié un poco al gatito y le daba las gracias en voz baja.
Me levanté por fin del suelo y me percaté de cómo estaba un poco la situación. La chica que había venido con la bruja estaba curando al tercer secuestrado que no conocía. Mientras que nuestros secuestradores se preparaban para la huida. Sin embargo, parecía que se olvidaban del payaso. El doctor y Gabranth colocaron algo sobre el paquete para llevárselo, pero el chico rubio engominado no parecía dispuesto a dejar que se lo llevasen.
—Sorkas, ¿verdad? ¡Ayúdame y daña la mano restante con tu mejor ataque!
Light me volvió a colocar la mente en su sitio. Localicé al Sincorazón Armadura que había perdido una mano no sabía cómo. Invoqué mi Llave Espada a la vez que me situaba junto a Light que había hecho lo mismo. Mientras el perro de Light se ocupaba de capturar al payaso concentré mi energía en la punta de mi llavero. Iba tomando forma una bola oscura que en cuanto tuvo el tamaño deseado apunté a la mano todavía viva del Sincorazón y disparé mi Flama Tenebrosa.
—¿Adónde crees que vas? ¡Creía que éramos amigos! ¡Ji, ji, ji!
“Mierda”, pensé abrumado. Con las manos atadas a la silla no podía deshacerme del pie del payaso de mi cara, y por lo tanto no podía moverme. Estaba totalmente a merced de aquel loco con la cara pintada, mi única esperanza es que Light me salvase de alguna manera.
El sonido de un traqueteo pareció distraer al payaso, pero no podía levantar la vista del suelo por lo que no tenía ni idea de qué se trataba. Gabranth gritó algo que no pude entender bien, pero que sonaba enfadado. Al momento, el payaso emitió un gritito infantil y la presión sobre mi cabeza se liberó del todo. En cuanto pude girar mi cabeza para observé qué es lo que me había rescatado. La pequeña bruja que nos había acompañado, junto con la chica que conocía, habían aparecido de la nada y caído, literalmente, sobre el payaso.
En cuanto me disponía a volver a moverme, noté como cuatro patas caminaban por mi espalda. Le dejé hacer lo que quisiera ya que parecía que me estaba desatando. Cuando la cosa terminó de desatarme me giré rápidamente para comprobar ante mi sorpresa, que lo que me había desatado era un gato. Lo que me faltaba por ver.
El gatito me maullaba cariñosamente ajeno a la situación. Yo, todavía un poco estupefacto, acaricié un poco al gatito y le daba las gracias en voz baja.
Me levanté por fin del suelo y me percaté de cómo estaba un poco la situación. La chica que había venido con la bruja estaba curando al tercer secuestrado que no conocía. Mientras que nuestros secuestradores se preparaban para la huida. Sin embargo, parecía que se olvidaban del payaso. El doctor y Gabranth colocaron algo sobre el paquete para llevárselo, pero el chico rubio engominado no parecía dispuesto a dejar que se lo llevasen.
—Sorkas, ¿verdad? ¡Ayúdame y daña la mano restante con tu mejor ataque!
Light me volvió a colocar la mente en su sitio. Localicé al Sincorazón Armadura que había perdido una mano no sabía cómo. Invoqué mi Llave Espada a la vez que me situaba junto a Light que había hecho lo mismo. Mientras el perro de Light se ocupaba de capturar al payaso concentré mi energía en la punta de mi llavero. Iba tomando forma una bola oscura que en cuanto tuvo el tamaño deseado apunté a la mano todavía viva del Sincorazón y disparé mi Flama Tenebrosa.
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por Soul Artist » Lun Sep 09, 2013 2:39 am
—¡No te vas a escapar! ¡Vas a explicarme ahora mismo lo que está ocurriendo aquí!
—¡Que te lo has creído, niña!
—¿Y si te cojo yo ahora de las piernas?
—¡Un perro que habla!
—¡Mutis!
Kefka se sorprendió de que la mascota de Light hablara, pero no por ello descendió su velocidad. Siguió corriendo como un poseso, seguido muy de cerca por el canino, y cuando le notó cerca de él pegó un brinco para esquivar las garras del animal, el cual habría intentado apresarle mediante la habilidad Coger. El payaso sacó la lengua para burlarse de él mientras seguía corriendo y era alcanzado por el hechizo silenciador de Maya, lo que le llevó a, inevitablemente, chocarse con uno de los pies del Sincorazón al no centrar su atención en lo que tenía más adelante.
La armadura gigante no se molestó por tener a uno de sus amos pegado en sus botas. En cuanto vio a Cloud envió su mano libre hacia él para intentar apresarlo, pero la Flama tenebrosa de Sorkas hizo que no entrara en contacto con el guerrero, desapareciendo en el aire tras un mar de oscuridad. Light saltó directo hacia el pecho del Sincorazón intentando vigilar sus pies, pero para su desgracia estos cambiaron su función; las extremidades se convirtieron en dos ganchos a modo de manos que atraparon en el aire al joven, apretando con fuerza y aplastándole como una mosca.
No se detuvo ahí. Con su otra garra manteniendo atrapado a Kefka el Sincorazón apuntó rápidamente en dirección a Cloud y le lanzó el payaso a modo de proyectil, derribándolo en su carrera hacia la caja. Incluso así el guerrero se levantó del suelo y, tras unos segundos perdidos, se dirigió hacia el paquete. El Sincorazón se preparó para lanzar a Light en contra de Cloud, pero algo se iluminó en sus ojos y soltó al muchacho, el cual cayó al suelo de culo.
Los ojos del Sincorazón se dirigían directos hacia la caja, atraídos por lo que ocultaba su interior y casi deseosos de liberarlo. Ya no obedecía a los Villanos Finales, puesto que la influencia de Gabranth ya no se encontraba presente; el monstruo se dirigió hacia la caja a velocidad arrolladora haciendo girar todo su cuerpo sobre sí mismo y provocando un hechizo magnético que comenzó a tirar del lado del que anteriormente había estado ejerciendo presión. Ya debilitados sus tablones cedieron finalmente ante su poder, golpeando a Cloud por el camino y obligándole a detenerse para bloquear los restos de madera. El Sincorazón se convirtió en un corazón rodeado por un orbe de oscuridad que fue absorbido hasta su interior, el cual finalmente fue visible para todos:
Una armadura sin casco. Aquello era lo que aparentemente tanto habían estado temiendo y persiguiendo tanta gente, los aprendices incluidos.
Cloud parecía confuso por lo que se encontraba dentro de la caja, pero respiró aliviado al verla. Se levantó de igual manera y se dirigió hacia ella a toda velocidad para quitarle lo que Gabranth le había pegado, pero nada más alcanzar la caja tanto esta como Cloud desaparecieron frente a los aprendices.
—¡¡Cloud!!
Aeris dejó caer su vara y se dirigió corriendo hacia donde se había ubicado escasos segundos antes la caja para dejarse caer de rodillas en su lugar, pero por mucho que intentara buscar algo para traer de vuelta a su amigo ya no era posible. Se había marchado, atrapado por Gabranth y Hojo.
Kefka se quedó sin palabras tirado en el suelo, con la mano levantada en dirección hacia donde se había ubicado la caja. Probablemente pensase en que le habían dejado en tierra por error, o que había sido demasiado lento, incluso que le habían dejado allí tirado a propósito. Pero no tuvo tiempo para pensarlo más, puesto que finalmente fue atrapado y amordazado por Gaomon.
No tenían la caja, pero sí al payaso. Sin su magia y rodeado de tanta gente era más inofensivo que un lindo gatito.
* * *
—Entontraremos a Cloud, Aeris. No te preocupes.
León intentaba consolar a la chica a su manera, pero lo cierto era que ni él ni nadie en aquel momento podían hacer gran cosa. Avisados por Fyk, que había percibido el peligro y se había separado de Maya para poder acudir en busca de algún adulto inteligente, habían acudido hasta la oficina de Correos él, la Maestra Yami y Montblanc.
Yami inspeccionaba con detenimiento la habitación oscura en la que se había encontrado la caja antes del incidente, desatendiendo a la escena de consuelo a Aeris por parte de León. La joven curandera tenía la mirada perdida en dirección hacia donde se había encontrado su amigo, ahora desaparecido.
—Podría haberle detenido, León. Ahora se ha ido, al igual que ella...
—Eh, Cloud sabe cuidarse solo. ¿Crees que esos dos le han podido poner un dedo encima? Los habrá derrotado y estará de regreso al Coliseo del Olimpo. Ya sabes cómo es, no se molesta en despedirse de sus amigos.
—Tengo un mal presentimiento, León.
León suspiró con los ojos bien clavados en su amiga; se daba por rendido. No sería capaz de animarla por mucho que intentara que se olvidara de Cloud y lo sabía. Se limitó a llevarse los dedos pulgar e índice a la frente y a bajar la cabeza, reflexionando sobre todo aquello.
Yami, por su parte, salió de la habitación con la mirada perdida, musitando algo para sí misma. Montblanc se acercó a ella para charlar sobre lo que había averiduado, con los aprendices lejos, y afirmó con la cabeza a lo que la Maestra le explicó. Después ambos se acercaron a los jóvenes, con Montblanc especialmente fulminando con la mirada a Sorkas.
—¿Qué estabais haciendo aquí? ¡No, no, no, Ronin se va a enfadar, Ronin os va a castigar! —riñió la Maestra a los jóvenes, agitando su dedo con violencia—. ¡Y no sólo Ronin, yo también! Pero no sois mis aprendices, no... ¡Menos tú, chico valiente! —los ojos de Yami se centraron en Sorkas, acercándose a él hasta tenerle a escasos centímetros—. ¡He oído mucho de ti por Montblanc! ¡A ti te castigaré muchito, te haré entrenar todos los días! ¡Cocinarás conmigo cuando haga falta! ¡Y hasta que no me desenfade no hay jazmín para ti!
—Creo que lo que la Maestra Yami intenta decirte es que ella te amaestrará tras la traición de Nanashi —tradujo el moguri al joven. Yami negó con la cabeza y comenzó a discutir con el animal.
—Maya...
Aprovechando la distracción por parte de Yami Aeris se había acercado hasta la pequeña bruja. Sus ojos se detuvieron también en Light y Sorkas para redirigirse hacia la niña en concreto, haciéndole una petición concreta:
—Por favor... Encuentra a Cloud. Te lo pido por favor.
—¡Y bien! —llamó la atención Yami, dirigiéndose hacia los aprendices e ignorando a Aeris—. ¡Más vale que habléis, oh, sí, más os vale! ¿Por qué vinisteis aquí? ¡El incidente entre nuestros mundos podría haber sido horrible si sale algo mal! ¿Qué buscabais, mmm? No seríais... No os enviaría Lyn para destruir la armadura, ¿verdad? ¡Contestad!
—¡Que te lo has creído, niña!
—¿Y si te cojo yo ahora de las piernas?
—¡Un perro que habla!
—¡Mutis!
Kefka se sorprendió de que la mascota de Light hablara, pero no por ello descendió su velocidad. Siguió corriendo como un poseso, seguido muy de cerca por el canino, y cuando le notó cerca de él pegó un brinco para esquivar las garras del animal, el cual habría intentado apresarle mediante la habilidad Coger. El payaso sacó la lengua para burlarse de él mientras seguía corriendo y era alcanzado por el hechizo silenciador de Maya, lo que le llevó a, inevitablemente, chocarse con uno de los pies del Sincorazón al no centrar su atención en lo que tenía más adelante.
La armadura gigante no se molestó por tener a uno de sus amos pegado en sus botas. En cuanto vio a Cloud envió su mano libre hacia él para intentar apresarlo, pero la Flama tenebrosa de Sorkas hizo que no entrara en contacto con el guerrero, desapareciendo en el aire tras un mar de oscuridad. Light saltó directo hacia el pecho del Sincorazón intentando vigilar sus pies, pero para su desgracia estos cambiaron su función; las extremidades se convirtieron en dos ganchos a modo de manos que atraparon en el aire al joven, apretando con fuerza y aplastándole como una mosca.
No se detuvo ahí. Con su otra garra manteniendo atrapado a Kefka el Sincorazón apuntó rápidamente en dirección a Cloud y le lanzó el payaso a modo de proyectil, derribándolo en su carrera hacia la caja. Incluso así el guerrero se levantó del suelo y, tras unos segundos perdidos, se dirigió hacia el paquete. El Sincorazón se preparó para lanzar a Light en contra de Cloud, pero algo se iluminó en sus ojos y soltó al muchacho, el cual cayó al suelo de culo.
Los ojos del Sincorazón se dirigían directos hacia la caja, atraídos por lo que ocultaba su interior y casi deseosos de liberarlo. Ya no obedecía a los Villanos Finales, puesto que la influencia de Gabranth ya no se encontraba presente; el monstruo se dirigió hacia la caja a velocidad arrolladora haciendo girar todo su cuerpo sobre sí mismo y provocando un hechizo magnético que comenzó a tirar del lado del que anteriormente había estado ejerciendo presión. Ya debilitados sus tablones cedieron finalmente ante su poder, golpeando a Cloud por el camino y obligándole a detenerse para bloquear los restos de madera. El Sincorazón se convirtió en un corazón rodeado por un orbe de oscuridad que fue absorbido hasta su interior, el cual finalmente fue visible para todos:
Una armadura sin casco. Aquello era lo que aparentemente tanto habían estado temiendo y persiguiendo tanta gente, los aprendices incluidos.
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Cloud parecía confuso por lo que se encontraba dentro de la caja, pero respiró aliviado al verla. Se levantó de igual manera y se dirigió hacia ella a toda velocidad para quitarle lo que Gabranth le había pegado, pero nada más alcanzar la caja tanto esta como Cloud desaparecieron frente a los aprendices.
—¡¡Cloud!!
Aeris dejó caer su vara y se dirigió corriendo hacia donde se había ubicado escasos segundos antes la caja para dejarse caer de rodillas en su lugar, pero por mucho que intentara buscar algo para traer de vuelta a su amigo ya no era posible. Se había marchado, atrapado por Gabranth y Hojo.
Kefka se quedó sin palabras tirado en el suelo, con la mano levantada en dirección hacia donde se había ubicado la caja. Probablemente pensase en que le habían dejado en tierra por error, o que había sido demasiado lento, incluso que le habían dejado allí tirado a propósito. Pero no tuvo tiempo para pensarlo más, puesto que finalmente fue atrapado y amordazado por Gaomon.
No tenían la caja, pero sí al payaso. Sin su magia y rodeado de tanta gente era más inofensivo que un lindo gatito.
—Entontraremos a Cloud, Aeris. No te preocupes.
León intentaba consolar a la chica a su manera, pero lo cierto era que ni él ni nadie en aquel momento podían hacer gran cosa. Avisados por Fyk, que había percibido el peligro y se había separado de Maya para poder acudir en busca de algún adulto inteligente, habían acudido hasta la oficina de Correos él, la Maestra Yami y Montblanc.
Yami inspeccionaba con detenimiento la habitación oscura en la que se había encontrado la caja antes del incidente, desatendiendo a la escena de consuelo a Aeris por parte de León. La joven curandera tenía la mirada perdida en dirección hacia donde se había encontrado su amigo, ahora desaparecido.
—Podría haberle detenido, León. Ahora se ha ido, al igual que ella...
—Eh, Cloud sabe cuidarse solo. ¿Crees que esos dos le han podido poner un dedo encima? Los habrá derrotado y estará de regreso al Coliseo del Olimpo. Ya sabes cómo es, no se molesta en despedirse de sus amigos.
—Tengo un mal presentimiento, León.
León suspiró con los ojos bien clavados en su amiga; se daba por rendido. No sería capaz de animarla por mucho que intentara que se olvidara de Cloud y lo sabía. Se limitó a llevarse los dedos pulgar e índice a la frente y a bajar la cabeza, reflexionando sobre todo aquello.
Yami, por su parte, salió de la habitación con la mirada perdida, musitando algo para sí misma. Montblanc se acercó a ella para charlar sobre lo que había averiduado, con los aprendices lejos, y afirmó con la cabeza a lo que la Maestra le explicó. Después ambos se acercaron a los jóvenes, con Montblanc especialmente fulminando con la mirada a Sorkas.
—¿Qué estabais haciendo aquí? ¡No, no, no, Ronin se va a enfadar, Ronin os va a castigar! —riñió la Maestra a los jóvenes, agitando su dedo con violencia—. ¡Y no sólo Ronin, yo también! Pero no sois mis aprendices, no... ¡Menos tú, chico valiente! —los ojos de Yami se centraron en Sorkas, acercándose a él hasta tenerle a escasos centímetros—. ¡He oído mucho de ti por Montblanc! ¡A ti te castigaré muchito, te haré entrenar todos los días! ¡Cocinarás conmigo cuando haga falta! ¡Y hasta que no me desenfade no hay jazmín para ti!
—Creo que lo que la Maestra Yami intenta decirte es que ella te amaestrará tras la traición de Nanashi —tradujo el moguri al joven. Yami negó con la cabeza y comenzó a discutir con el animal.
—Maya...
Aprovechando la distracción por parte de Yami Aeris se había acercado hasta la pequeña bruja. Sus ojos se detuvieron también en Light y Sorkas para redirigirse hacia la niña en concreto, haciéndole una petición concreta:
—Por favor... Encuentra a Cloud. Te lo pido por favor.
—¡Y bien! —llamó la atención Yami, dirigiéndose hacia los aprendices e ignorando a Aeris—. ¡Más vale que habléis, oh, sí, más os vale! ¿Por qué vinisteis aquí? ¡El incidente entre nuestros mundos podría haber sido horrible si sale algo mal! ¿Qué buscabais, mmm? No seríais... No os enviaría Lyn para destruir la armadura, ¿verdad? ¡Contestad!
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Re: [Ciudad de Paso] Correo urgente
por Sorkas » Sab Sep 14, 2013 1:07 am
Un leve atisbo de sonrisa se mostró en mi cara. Mi magia dio de lleno en la mano a la que apuntaba justo antes de que contactara con el guerrero rubio y desapareció en el acto. En ese instante, Light salió disparado en dirección a la Armadura, pegó un salto y se dispuso a golpearla con su enorme Llave Espada. Sin embargo, los pies, todavía funcionales, de la Armadura le apresaron en el aire.
No fue hasta entonces que me fijé que pegado a uno de los pies de la Armadura se hallaba el payaso. La carrera que había iniciado para rescatar a Light se vio interrumpida por esta situación surrealista. Por desgracia, esta pérdida de tiempo, provocó que la Armadura reaccionase antes de mi llegada. Con uno de sus pies-ganchos lanzó al payaso con tan buena puntería que alcanzó al engominado. Sin embargo, el guerrero continuó implacable su persecución de la caja. Yo no tenía ni idea de qué era lo contenía pero sin duda era importante para él.
La Armadura se dispuso a lanzar a su segundo proyectil, Light, en contra del chico rubio. Pero ocurrió algo extraño. Sin motivo aparente, soltó a Light dejándolo caer contra el suelo. Rápidamente, fui a ver cómo estaba.
— ¿Estás bien? —le pregunté mirándolo, no parecía estar malherido.
Le ofrecía la mano para ayudarle a levantarse si la quería. Entonces volví a fijarme en la Armadura que parecía haber perdido el control de sí misma. Se dirigía girando hacia la caja. Su gran velocidad de giro provoca una atracción fuerte, pero que desde nuestra distancia no era importante. Sin embargo, el paquete cedió, y los tablones de madera golpearon al guerrero. Después de eso, el Sincorazón desapareció sin más, absorbido por el interior de la caja que ya no era un secreto para nosotros.
A pesar de saber lo que había en la caja, seguía siendo un misterio la utilidad de la armadura. Pero no parecía lo mismo para el chico rubio que corrió en su dirección para recoger la armadura. Por desgracia, las sorpresas del día de hoy no parecían haber terminado. En cuanto tocó la armadura, el chico desapareció delante nuestra con ella.
La chica que había llegado con Maya gritó preocupada lo que parecía ser el nombre del guerrero desaparecido. Miré a la chica buscar algún rastro impotente, pero algo me decía que no íbamos a encontrar nada. Por último, me quedé contemplando mi Llave Espada y cómo parecía que, a pesar de haber ganado poder con ella, no conseguía nunca completar el propósito que me encomendaba…
***
—Encontraremos a Cloud, Aeris. No te preocupes.
El que hablaba se llamaba León. “Vaya nombre más curioso”, fue lo primero que pensé. Y Aeris era la chica que había acompañado a Maya, estaba realmente afectada por la desaparición de Cloud. Aun así, y aunque evidentemente estaba afectado por la desaparición de aquel chico, estaba mucho más preocupado por una presencia con forma de moguri que me miraba realmente enfadado. Avergonzado, casi no era capaz de levantar la mirada del suelo. En la misma habitación se encontraba el que había sido mi jefe durante los últimos años en la tienda, Montblanc. Y por si fuera poco, también se encontraba una de las Maestras de Tierra de Partida, de vista sabía que se llamaba Yami, pero nunca había hablado con ella. Al primer momento, supe que tampoco me había perdido nada, directamente parecía estar loca.
Nos encontrábamos todos en la sala de dónde habían recogido la caja nuestros captores, intentando encontrar algún resquicio que pudiese indicar a dónde se hubiesen ido. Pero no estaba siendo nada provechoso.
— ¿Qué estabais haciendo aquí? ¡No, no, no, Ronin se va a enfadar, Ronin os va a castigar! ¡Y no sólo Ronin, yo también! Pero no sois mis aprendices, no... ¡Menos tú, chico valiente! —gritó la Maestra mirándome a mí. ¿A mí? Si yo no era su aprendiz…—. ¡He oído mucho de ti por Montblanc! ¡A ti te castigaré muchito, te haré entrenar todos los días! ¡Cocinarás conmigo cuando haga falta! ¡Y hasta que no me desenfade no hay jazmín para ti!
¿Pero de qué hablaba? ¿Cómo había llegado a Maestra? Muchas preguntas que sabía que jamás tendrían respuesta.
—Creo que lo que la Maestra Yami intenta decirte es que ella te amaestrará tras la traición de Nanashi —me aclaró Montblanc.
Un momento…
— ¡Quéééééé…! —se me escapó más alto de lo debido. Tragué fuertemente, para tratar de digerir lo que me decía.
A partir de aquel día mi Maestra iba a ser… Bueno, aquella chica. Por primera vez desde los sucesos de Bastión Hueco me planteé muy seriamente si debería haber seguido el camino de la Maestra Nanashi. Por supuesto, inmediatamente deseché aquellos pensamientos, era absurdo. Aun así, no hacía más fácil el hacerse a la idea de aquello.
—¡Y bien! —exclamó mi nueva Maestra—. ¡Más vale que habléis, oh, sí, más os vale! ¿Por qué vinisteis aquí? ¡El incidente entre nuestros mundos podría haber sido horrible si sale algo mal! ¿Qué buscabais, mmm? No seríais... No os enviaría Lyn para destruir la armadura, ¿verdad? ¡Contestad!
—Eehh… —intenté pronunciar todavía en shock por el giro de los acontecimientos—. Lo único que sé es que los que se han llevado a Cloud y la armadura, se llamaban Gabranth y Hojo. También al hablar entre ellos parecía que trabajan para alguien más. Por lo demás no sé nada de Lyn ni de quién narices es el payaso, eh… ¿ma-maestra?
Iba a ser muy difícil acostumbrarme a mi nueva Maestra. Muy difícil.
No fue hasta entonces que me fijé que pegado a uno de los pies de la Armadura se hallaba el payaso. La carrera que había iniciado para rescatar a Light se vio interrumpida por esta situación surrealista. Por desgracia, esta pérdida de tiempo, provocó que la Armadura reaccionase antes de mi llegada. Con uno de sus pies-ganchos lanzó al payaso con tan buena puntería que alcanzó al engominado. Sin embargo, el guerrero continuó implacable su persecución de la caja. Yo no tenía ni idea de qué era lo contenía pero sin duda era importante para él.
La Armadura se dispuso a lanzar a su segundo proyectil, Light, en contra del chico rubio. Pero ocurrió algo extraño. Sin motivo aparente, soltó a Light dejándolo caer contra el suelo. Rápidamente, fui a ver cómo estaba.
— ¿Estás bien? —le pregunté mirándolo, no parecía estar malherido.
Le ofrecía la mano para ayudarle a levantarse si la quería. Entonces volví a fijarme en la Armadura que parecía haber perdido el control de sí misma. Se dirigía girando hacia la caja. Su gran velocidad de giro provoca una atracción fuerte, pero que desde nuestra distancia no era importante. Sin embargo, el paquete cedió, y los tablones de madera golpearon al guerrero. Después de eso, el Sincorazón desapareció sin más, absorbido por el interior de la caja que ya no era un secreto para nosotros.
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A pesar de saber lo que había en la caja, seguía siendo un misterio la utilidad de la armadura. Pero no parecía lo mismo para el chico rubio que corrió en su dirección para recoger la armadura. Por desgracia, las sorpresas del día de hoy no parecían haber terminado. En cuanto tocó la armadura, el chico desapareció delante nuestra con ella.
La chica que había llegado con Maya gritó preocupada lo que parecía ser el nombre del guerrero desaparecido. Miré a la chica buscar algún rastro impotente, pero algo me decía que no íbamos a encontrar nada. Por último, me quedé contemplando mi Llave Espada y cómo parecía que, a pesar de haber ganado poder con ella, no conseguía nunca completar el propósito que me encomendaba…
—Encontraremos a Cloud, Aeris. No te preocupes.
El que hablaba se llamaba León. “Vaya nombre más curioso”, fue lo primero que pensé. Y Aeris era la chica que había acompañado a Maya, estaba realmente afectada por la desaparición de Cloud. Aun así, y aunque evidentemente estaba afectado por la desaparición de aquel chico, estaba mucho más preocupado por una presencia con forma de moguri que me miraba realmente enfadado. Avergonzado, casi no era capaz de levantar la mirada del suelo. En la misma habitación se encontraba el que había sido mi jefe durante los últimos años en la tienda, Montblanc. Y por si fuera poco, también se encontraba una de las Maestras de Tierra de Partida, de vista sabía que se llamaba Yami, pero nunca había hablado con ella. Al primer momento, supe que tampoco me había perdido nada, directamente parecía estar loca.
Nos encontrábamos todos en la sala de dónde habían recogido la caja nuestros captores, intentando encontrar algún resquicio que pudiese indicar a dónde se hubiesen ido. Pero no estaba siendo nada provechoso.
— ¿Qué estabais haciendo aquí? ¡No, no, no, Ronin se va a enfadar, Ronin os va a castigar! ¡Y no sólo Ronin, yo también! Pero no sois mis aprendices, no... ¡Menos tú, chico valiente! —gritó la Maestra mirándome a mí. ¿A mí? Si yo no era su aprendiz…—. ¡He oído mucho de ti por Montblanc! ¡A ti te castigaré muchito, te haré entrenar todos los días! ¡Cocinarás conmigo cuando haga falta! ¡Y hasta que no me desenfade no hay jazmín para ti!
¿Pero de qué hablaba? ¿Cómo había llegado a Maestra? Muchas preguntas que sabía que jamás tendrían respuesta.
—Creo que lo que la Maestra Yami intenta decirte es que ella te amaestrará tras la traición de Nanashi —me aclaró Montblanc.
Un momento…
— ¡Quéééééé…! —se me escapó más alto de lo debido. Tragué fuertemente, para tratar de digerir lo que me decía.
A partir de aquel día mi Maestra iba a ser… Bueno, aquella chica. Por primera vez desde los sucesos de Bastión Hueco me planteé muy seriamente si debería haber seguido el camino de la Maestra Nanashi. Por supuesto, inmediatamente deseché aquellos pensamientos, era absurdo. Aun así, no hacía más fácil el hacerse a la idea de aquello.
—¡Y bien! —exclamó mi nueva Maestra—. ¡Más vale que habléis, oh, sí, más os vale! ¿Por qué vinisteis aquí? ¡El incidente entre nuestros mundos podría haber sido horrible si sale algo mal! ¿Qué buscabais, mmm? No seríais... No os enviaría Lyn para destruir la armadura, ¿verdad? ¡Contestad!
—Eehh… —intenté pronunciar todavía en shock por el giro de los acontecimientos—. Lo único que sé es que los que se han llevado a Cloud y la armadura, se llamaban Gabranth y Hojo. También al hablar entre ellos parecía que trabajan para alguien más. Por lo demás no sé nada de Lyn ni de quién narices es el payaso, eh… ¿ma-maestra?
Iba a ser muy difícil acostumbrarme a mi nueva Maestra. Muy difícil.
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Re: [Ciudad de Paso] Correo urgente
por Light » Sab Sep 14, 2013 4:01 pm
¡Maldición!
Que la armadura transformara sus pies en unos improvisados ganchos era algo que Light no pudo ver venir de ninguna manera, ni evadir. Las extremidades restantes fueron más rápidas que él y consiguieron atraparle en el aire. El joven ya no podría liberarse como antes: la fuerza que le opresaba era muy superior a la suya.
Al menos él no era el único apresado. El encantador payaso se encontraba en su misma situación, apresado por la armadura gigante. El perro de Light se quedó parado delante del Sincorazón, planeando cómo liberar al chico.
Era desesperante no poder hacer nada. Light observó como el Sincorazón se libraba de sus rehenes lanzándolos en dirección a Cloud. Kefka fue el primero en ser lanzado, y a continuación él se convertiría en proyectil. El aprendiz estaba deseando su liberación, sin importarle hacia dónde le lanzara o cómo lo hiciera, solamente quería liberarse de la angustiosa sensación de no tener fuerzas para hacer nada.
Y le liberó. El trasero de Light acabó aterrizando sobre el suelo. Para su fortuna, la armadura no le había lanzado con brusquedad, sino que simplemente le había dejado caer repentinamente. Parecía que se había olvidado de su presencia por un momento, algo había atraído su atención.
Se trataba del misterioso paquete.
Demonios…
—¿Estás bien?
—Eso creo —le confirmó a Sorkas, que le había tendido la mano para ayudarle a levantarse. Light no rechazaría su ayuda y se lo agradecería—. Gracias.
El can ya se había apresurado a capturar a Kefka de nuevo. Mientras tanto, el Sincorazón gigante se dirigía hacia la caja a una velocidad alarmante, arrollando a cualquiera que se interpusiera en su camino: dicha caja, por ejemplo. Sin que nadie pudiera evitarlo, la armadura destruyó la madera que les había impedido ver el contenido de la caja, hasta ahora.
—¿El Sincorazón… ha desaparecido? —balbuceaba tras presenciar el destino del Sincorazón, atónito. El contenido de la caja había absorbido su corazón.
Los ojos de Light examinaron con recelo el objeto que se revelaba ante ellos. Un objeto que le daba mala espina, el responsable de los ataques de los Sincorazón. Se trataba de una armadura negruzca, engalanada con una capa color violeta y carente de la pieza de protección para proteger la cabeza: el casco.
Aquella armadura había absorbido al Sincorazón nada más acercarse a ésta, no había duda. Y Cloud, al seguir los pasos de la gran armadura, terminó desapareciendo también.
—Genial —expresó con sarcasmo.
Habían perdido la armadura y Cloud había desaparecido con ella. Por lo menos Kefka no se había logrado escapar: las garras de Gaomon y la magia de Maya impedirían que lo hiciera.
***
Intuía que no saldrían de rositas de allí. Estaba completamente seguro de ello. Después de todo, la Maestra Yami y Montblanc se habían presentado allí mismo, en el edificio de correos para investigar lo ocurrido con sus propios ojos. Seguro que la Maestra les reprendía por meterse en un asunto tan delicado como aquel.
Uno de los conocidos de Cloud, León, se encargaba de consolar a la chica que había acudido al rescate con Maya. Esta chica, Aeris, se mostraba muy preocupada por Cloud y aseguraba que tenía un mal presentimiento.
Con razón tenía un mal presentimiento, aunque seguramente ella lo desconocía, al contrario que Light. Hojo buscaba un sujeto para sus experimentos (para utilizar aquella extraña armadura, seguramente), y si habían atrapado a Cloud posiblemente le utilizarían para tal fin.
Decidió guardarse el detalle para no preocupar aún más a la chica.
Finalmente, Yami y Montblanc salieron de la habitación. Situados lejos de los aprendices, ambos discutieron sobre su situación actual. Acto seguido, se aproximaron a los traviesos aprendices.
Bronca al canto.
—¿Qué estabais haciendo aquí? ¡No, no, no, Ronin se va a enfadar, Ronin os va a castigar! —les reprendía la Maestra. Light tragó saliva nada más escuchar el nombre de su Maestro. Inmediatamente, fulminó a Gaomon con la mirada; él le había convencido para meterse en aquel berenjenal, después de todo—. ¡Y no sólo Ronin, yo también! Pero no sois mis aprendices, no... ¡Menos tú, chico valiente! —se estaba refiriendo a Sorkas—. ¡He oído mucho de ti por Montblanc! ¡A ti te castigaré muchito, te haré entrenar todos los días! ¡Cocinarás conmigo cuando haga falta! ¡Y hasta que no me desenfade no hay jazmín para ti!
Entrenar todos los días y cocinar con la Maestra Yami no sonaba tan mal. Light esperaba que el castigo de Ronin no consistiera en acompañarle a las tabernas todos los días y en cuidarle cuando se emborrachara. Cualquier cosa menos eso.
En cuanto a Maya, seguro que tenía más suerte que todos ellos. Kazuki era tan despistado que era capaz de levantarle el castigo a Maya al día siguiente, olvidándolo.
—Por favor... Encuentra a Cloud. Te lo pido por favor.
—¡Y bien! ¡Más vale que habléis, oh, sí, más os vale! ¿Por qué vinisteis aquí? ¡El incidente entre nuestros mundos podría haber sido horrible si sale algo mal! ¿Qué buscabais, mmm? No seríais... No os enviaría Lyn para destruir la armadura, ¿verdad? ¡Contestad!
—No, nadie nos dio ninguna orden. Fuimos a Ciudad de Paso porque queríamos —aclaró sin tapujos—. Estaba cansado de las acusaciones a Tierra de Partida, harto de escuchar que incluso éramos los responsables de la caída de Vergel Radiante, cuando los responsables fueron ellos —pronunció con cierta amargura, refiriéndose a Ryota y los suyos—. Aunque no mentiré: también vine por simple curiosidad. Los entrenamientos cesaron y...
—Parte de la culpa también es mía, yo le convencí para que viniera aquí —no dudó en afirmar el eidolon.
Exacto. También se había embarcado en aquella aventura para que ese chucho se callara.
—Lo siento —manifestó cabizbajo.
A continuación, tras escuchar lo que Yami tuviera que decirle, se dirigiría a la amiga de Cloud en particular.
—Haré lo que pueda para traerle de vuelta. Seguro que pronto le encontramos.
>>Él nos ayudará —comentó, dirigiendo la vista hacia Kefka, todavía atrapado en las garras de su eidolon, enmudecido. Con una voz más grave, añadió—: Más le vale hacerlo.
Que la armadura transformara sus pies en unos improvisados ganchos era algo que Light no pudo ver venir de ninguna manera, ni evadir. Las extremidades restantes fueron más rápidas que él y consiguieron atraparle en el aire. El joven ya no podría liberarse como antes: la fuerza que le opresaba era muy superior a la suya.
Al menos él no era el único apresado. El encantador payaso se encontraba en su misma situación, apresado por la armadura gigante. El perro de Light se quedó parado delante del Sincorazón, planeando cómo liberar al chico.
Era desesperante no poder hacer nada. Light observó como el Sincorazón se libraba de sus rehenes lanzándolos en dirección a Cloud. Kefka fue el primero en ser lanzado, y a continuación él se convertiría en proyectil. El aprendiz estaba deseando su liberación, sin importarle hacia dónde le lanzara o cómo lo hiciera, solamente quería liberarse de la angustiosa sensación de no tener fuerzas para hacer nada.
Y le liberó. El trasero de Light acabó aterrizando sobre el suelo. Para su fortuna, la armadura no le había lanzado con brusquedad, sino que simplemente le había dejado caer repentinamente. Parecía que se había olvidado de su presencia por un momento, algo había atraído su atención.
Se trataba del misterioso paquete.
Demonios…
—¿Estás bien?
—Eso creo —le confirmó a Sorkas, que le había tendido la mano para ayudarle a levantarse. Light no rechazaría su ayuda y se lo agradecería—. Gracias.
El can ya se había apresurado a capturar a Kefka de nuevo. Mientras tanto, el Sincorazón gigante se dirigía hacia la caja a una velocidad alarmante, arrollando a cualquiera que se interpusiera en su camino: dicha caja, por ejemplo. Sin que nadie pudiera evitarlo, la armadura destruyó la madera que les había impedido ver el contenido de la caja, hasta ahora.
—¿El Sincorazón… ha desaparecido? —balbuceaba tras presenciar el destino del Sincorazón, atónito. El contenido de la caja había absorbido su corazón.
Los ojos de Light examinaron con recelo el objeto que se revelaba ante ellos. Un objeto que le daba mala espina, el responsable de los ataques de los Sincorazón. Se trataba de una armadura negruzca, engalanada con una capa color violeta y carente de la pieza de protección para proteger la cabeza: el casco.
Aquella armadura había absorbido al Sincorazón nada más acercarse a ésta, no había duda. Y Cloud, al seguir los pasos de la gran armadura, terminó desapareciendo también.
—Genial —expresó con sarcasmo.
Habían perdido la armadura y Cloud había desaparecido con ella. Por lo menos Kefka no se había logrado escapar: las garras de Gaomon y la magia de Maya impedirían que lo hiciera.
Intuía que no saldrían de rositas de allí. Estaba completamente seguro de ello. Después de todo, la Maestra Yami y Montblanc se habían presentado allí mismo, en el edificio de correos para investigar lo ocurrido con sus propios ojos. Seguro que la Maestra les reprendía por meterse en un asunto tan delicado como aquel.
Uno de los conocidos de Cloud, León, se encargaba de consolar a la chica que había acudido al rescate con Maya. Esta chica, Aeris, se mostraba muy preocupada por Cloud y aseguraba que tenía un mal presentimiento.
Con razón tenía un mal presentimiento, aunque seguramente ella lo desconocía, al contrario que Light. Hojo buscaba un sujeto para sus experimentos (para utilizar aquella extraña armadura, seguramente), y si habían atrapado a Cloud posiblemente le utilizarían para tal fin.
Decidió guardarse el detalle para no preocupar aún más a la chica.
Finalmente, Yami y Montblanc salieron de la habitación. Situados lejos de los aprendices, ambos discutieron sobre su situación actual. Acto seguido, se aproximaron a los traviesos aprendices.
Bronca al canto.
—¿Qué estabais haciendo aquí? ¡No, no, no, Ronin se va a enfadar, Ronin os va a castigar! —les reprendía la Maestra. Light tragó saliva nada más escuchar el nombre de su Maestro. Inmediatamente, fulminó a Gaomon con la mirada; él le había convencido para meterse en aquel berenjenal, después de todo—. ¡Y no sólo Ronin, yo también! Pero no sois mis aprendices, no... ¡Menos tú, chico valiente! —se estaba refiriendo a Sorkas—. ¡He oído mucho de ti por Montblanc! ¡A ti te castigaré muchito, te haré entrenar todos los días! ¡Cocinarás conmigo cuando haga falta! ¡Y hasta que no me desenfade no hay jazmín para ti!
Entrenar todos los días y cocinar con la Maestra Yami no sonaba tan mal. Light esperaba que el castigo de Ronin no consistiera en acompañarle a las tabernas todos los días y en cuidarle cuando se emborrachara. Cualquier cosa menos eso.
En cuanto a Maya, seguro que tenía más suerte que todos ellos. Kazuki era tan despistado que era capaz de levantarle el castigo a Maya al día siguiente, olvidándolo.
—Por favor... Encuentra a Cloud. Te lo pido por favor.
—¡Y bien! ¡Más vale que habléis, oh, sí, más os vale! ¿Por qué vinisteis aquí? ¡El incidente entre nuestros mundos podría haber sido horrible si sale algo mal! ¿Qué buscabais, mmm? No seríais... No os enviaría Lyn para destruir la armadura, ¿verdad? ¡Contestad!
—No, nadie nos dio ninguna orden. Fuimos a Ciudad de Paso porque queríamos —aclaró sin tapujos—. Estaba cansado de las acusaciones a Tierra de Partida, harto de escuchar que incluso éramos los responsables de la caída de Vergel Radiante, cuando los responsables fueron ellos —pronunció con cierta amargura, refiriéndose a Ryota y los suyos—. Aunque no mentiré: también vine por simple curiosidad. Los entrenamientos cesaron y...
—Parte de la culpa también es mía, yo le convencí para que viniera aquí —no dudó en afirmar el eidolon.
Exacto. También se había embarcado en aquella aventura para que ese chucho se callara.
—Lo siento —manifestó cabizbajo.
A continuación, tras escuchar lo que Yami tuviera que decirle, se dirigiría a la amiga de Cloud en particular.
—Haré lo que pueda para traerle de vuelta. Seguro que pronto le encontramos.
>>Él nos ayudará —comentó, dirigiendo la vista hacia Kefka, todavía atrapado en las garras de su eidolon, enmudecido. Con una voz más grave, añadió—: Más le vale hacerlo.
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Light - 144. Xion Forma Final
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Estantería de objetos
Re: Ronda #9 - Correo urgente
por Zodiark » Sab Sep 14, 2013 8:52 pm
Por fin pudimos ver el contenido de la caja: se trataba ni más ni menos que de una armadura negra, sin casco, y vacía como se podía observar a simple vista.
—¿Una armadura...? —pensé en voz alta, extrañada por el hecho de que una simple armadura sin ninguna particularidad aparente fuera tan importante para aquellos hombres.
Pero no íbamos a poder investigar la armadura, puesto que, al acercarse Cloud, el amigo pelopincho de Aeris, ésta desapareció junto a él.
—¡¡Cloud!!
—¡¿Qué narices...?! —exclamé sorprendida, con los ojos abiertos como platos, al ver que habían desaparecido de pronto, sin dejar rastro.
¿Qué acababa de ocurrir...?
* * *
—Entontraremos a Cloud, Aeris. No te preocupes. —intentó consolar León a la chica del vestido rosa.
Me encontraba de pie a su lado, mirando al suelo sin saber qué decir. Yo también sabía qué era perder a un ser querido de un momento a otro. Podía comprender perfectamente cómo se sentía Aeris.
—Podría haberle detenido, León. Ahora se ha ido, al igual que ella...
—Eh, Cloud sabe cuidarse solo. ¿Crees que esos dos le han podido poner un dedo encima? Los habrá derrotado y estará de regreso al Coliseo del Olimpo. Ya sabes cómo es, no se molesta en despedirse de sus amigos.
—Tengo un mal presentimiento, León.
—Aeris —me acerqué a la chica—. Estará bien, ya verás —dije con un tono suave y tranquilizador, forzando una sonrisa que aliviara a la mujer, pero costaba, pues yo también estaba preocupada por su amigo y por ella.
León se dio por vencido, vio que iba a ser imposible animarla y se quedó pensativo. Mientrastanto, Yami y el moguri se acercaron a nosotros, los aprendices de Tierra de Partida.
—¿Qué estabais haciendo aquí? ¡No, no, no, Ronin se va a enfadar, Ronin os va a castigar! ¡Y no sólo Ronin, yo también! Pero no sois mis aprendices, no... ¡Menos tú, chico valiente! ¡He oído mucho de ti por Montblanc! ¡A ti te castigaré muchito, te haré entrenar todos los días! ¡Cocinarás conmigo cuando haga falta! ¡Y hasta que no me desenfade no hay jazmín para ti!
La maestra parecía enfadada con nosotros, pero con su dulce tono de voz y sus suaves palabras, aquella reprimenda no hizo demasiada mella en mí. Además, conociendo a mi maestro, podría saltarme el castigo sin problemas.
—Maya... —la frágil y quebrada voz de la alicaída Aeris sonó a mi espalda.
Me giré y allí estaba la mujer, mirándome con una expresión triste en el rostro, que me decía que necesitaba ayuda. Conocía bien aquella cara, era la misma expresión que se dibujaba en mi rostro cada día desde que desapareció mi abuelo, y no lo encontraba por los pasillos del castillo, o dormido a mi lado con el cuento que me había estado leyendo la noche anterior en la mano. A pesar de su avanzada edad, sabía bien que el sentimiento de pérdida era el mismo. Pero ambas teníamos algo en común: todavía había esperanza. Ambas teníamos todavía la oportunidad de encontrar con vida a la persona que habíamos perdido.
—Por favor... Encuentra a Cloud. Te lo pido por favor.
—Lo haré —respondí cogiéndole amablemente las manos—. No te preocupes, encontraré a Cloud.
Le dediqué una cándida y reconfortante sonrisa a Aeris para tratar de animarla y hacerle saber que haría todo lo que pudiera por ayudarla. Me di cuenta en ese momento de todo lo que había madurado desde que conocí a Kazuki. A pesar de ser una mocosa de apenas casi doce años, estaba dispuesta a hacer todo lo que estuviera en mi mano para ayudar desinteresadamente a mi amiga. Estaba segura de que la antigua Maya, la Maya rebelde que se escapaba de las clases de magia y discutía con sus padres y su hermana, jamás haría algo así. La sonrisa que le lancé a Aeris no sólo era un intento de consolarla, también se debía a que sabía que mi abuelo estaría orgulloso de mí.
—Será mejor que le saquemos información a ese mamarracho —comenté soltando las manos de Aeris y girando la cabeza hacia el bufón que habían dejado atrás aquellos hombres—. Seguramente podrá decirnos adónde ha ido a parar Cloud.
—¿Una armadura...? —pensé en voz alta, extrañada por el hecho de que una simple armadura sin ninguna particularidad aparente fuera tan importante para aquellos hombres.
Pero no íbamos a poder investigar la armadura, puesto que, al acercarse Cloud, el amigo pelopincho de Aeris, ésta desapareció junto a él.
—¡¡Cloud!!
—¡¿Qué narices...?! —exclamé sorprendida, con los ojos abiertos como platos, al ver que habían desaparecido de pronto, sin dejar rastro.
¿Qué acababa de ocurrir...?
—Entontraremos a Cloud, Aeris. No te preocupes. —intentó consolar León a la chica del vestido rosa.
Me encontraba de pie a su lado, mirando al suelo sin saber qué decir. Yo también sabía qué era perder a un ser querido de un momento a otro. Podía comprender perfectamente cómo se sentía Aeris.
—Podría haberle detenido, León. Ahora se ha ido, al igual que ella...
—Eh, Cloud sabe cuidarse solo. ¿Crees que esos dos le han podido poner un dedo encima? Los habrá derrotado y estará de regreso al Coliseo del Olimpo. Ya sabes cómo es, no se molesta en despedirse de sus amigos.
—Tengo un mal presentimiento, León.
—Aeris —me acerqué a la chica—. Estará bien, ya verás —dije con un tono suave y tranquilizador, forzando una sonrisa que aliviara a la mujer, pero costaba, pues yo también estaba preocupada por su amigo y por ella.
León se dio por vencido, vio que iba a ser imposible animarla y se quedó pensativo. Mientrastanto, Yami y el moguri se acercaron a nosotros, los aprendices de Tierra de Partida.
—¿Qué estabais haciendo aquí? ¡No, no, no, Ronin se va a enfadar, Ronin os va a castigar! ¡Y no sólo Ronin, yo también! Pero no sois mis aprendices, no... ¡Menos tú, chico valiente! ¡He oído mucho de ti por Montblanc! ¡A ti te castigaré muchito, te haré entrenar todos los días! ¡Cocinarás conmigo cuando haga falta! ¡Y hasta que no me desenfade no hay jazmín para ti!
La maestra parecía enfadada con nosotros, pero con su dulce tono de voz y sus suaves palabras, aquella reprimenda no hizo demasiada mella en mí. Además, conociendo a mi maestro, podría saltarme el castigo sin problemas.
—Maya... —la frágil y quebrada voz de la alicaída Aeris sonó a mi espalda.
Me giré y allí estaba la mujer, mirándome con una expresión triste en el rostro, que me decía que necesitaba ayuda. Conocía bien aquella cara, era la misma expresión que se dibujaba en mi rostro cada día desde que desapareció mi abuelo, y no lo encontraba por los pasillos del castillo, o dormido a mi lado con el cuento que me había estado leyendo la noche anterior en la mano. A pesar de su avanzada edad, sabía bien que el sentimiento de pérdida era el mismo. Pero ambas teníamos algo en común: todavía había esperanza. Ambas teníamos todavía la oportunidad de encontrar con vida a la persona que habíamos perdido.
—Por favor... Encuentra a Cloud. Te lo pido por favor.
—Lo haré —respondí cogiéndole amablemente las manos—. No te preocupes, encontraré a Cloud.
Le dediqué una cándida y reconfortante sonrisa a Aeris para tratar de animarla y hacerle saber que haría todo lo que pudiera por ayudarla. Me di cuenta en ese momento de todo lo que había madurado desde que conocí a Kazuki. A pesar de ser una mocosa de apenas casi doce años, estaba dispuesta a hacer todo lo que estuviera en mi mano para ayudar desinteresadamente a mi amiga. Estaba segura de que la antigua Maya, la Maya rebelde que se escapaba de las clases de magia y discutía con sus padres y su hermana, jamás haría algo así. La sonrisa que le lancé a Aeris no sólo era un intento de consolarla, también se debía a que sabía que mi abuelo estaría orgulloso de mí.
—Será mejor que le saquemos información a ese mamarracho —comenté soltando las manos de Aeris y girando la cabeza hacia el bufón que habían dejado atrás aquellos hombres—. Seguramente podrá decirnos adónde ha ido a parar Cloud.
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Estantería de objetos
Cierre - Correo urgente
por Soul Artist » Mié Sep 18, 2013 10:49 pm
—Eehh… Lo único que sé es que los que se han llevado a Cloud y la armadura, se llamaban Gabranth y Hojo. También al hablar entre ellos parecía que trabajan para alguien más. Por lo demás no sé nada de Lyn ni de quién narices es el payaso, eh… ¿ma-maestra?
—Mmm, así que Gabranth y Hojo... —murmuró la Maestra Yami tras cerrar los ojos y ponerse el dedo índice sobre el labio superior, pensando en dónde había escuchado aquellos nombres antes. En cuanto se ido cuenta los abrió de golpe y apartó su mano de ella, mostrando una amplia sonrisa de satisfacción al recordar de quiénes se trataba—. ¡Ah! ¡Eran aquellos malvados perseguidor por la Confederación, sí, sí, sí! Los autodenominados Villanos Finales. Han hecho travesuras por algunos mundos, travesuras malas...
Maya y Light, por su parte, escuchaban la petición que Aeris les hacía como amiga de estos. La relación de Tierra de Partida con Ciudad de Paso estaba deteriorada, pero incluso así no podían dar la espalda a alguien que, al menos a Maya directamente, les había ayudado a sobrevivir en una situación tan crítica como había sido la de Bastión Hueco. Darle la espalda era algo no sólo imposible para ella, sino un deber que tenía por y hacia ella.
—Haré lo que pueda para traerle de vuelta. Seguro que pronto le encontramos. Él nos ayudará.
Los dos Caballeros se giraron hacia Kefka, prisionero con unas esposas energéticas a la espalda que Yami había traído y que reducían su fuerza y poder mágico hasta niveles casi mínimos. También le había puesto un bozal negro con un respiradero que le permitía hablar, pero no conjurar hechizos que le ayudaran a escapar.
—Será mejor que le saquemos información a ese mamarracho. Seguramente podrá decirnos adónde ha ido a parar Cloud.
—Más le vale hacerlo.
Los ojos de Kefka se abrieron como platos mientras comenzaba a sudar la gota gorda. Probablemente no confesaba la localización de sus compañeros debido a que el Mutis de Maya seguía haciendo efecto en él, pero el terror se podía reflejar en él mientras dibujaba una sonrisa nerviosa bajo el bozal.
* * *
Cloud cayó de rodillas para automáticamente precipitarse contra el suelo, chocando contra él al tener las manos atadas a su espalda. Gabranth le había conducido hasta aquella oscura estancia circular, caracterizada por una mesa redonda en la que una llama verde servía como única fuente de iluminación. Aparte de él y sus dos capturadores, tres figuras más cubiertas en la oscuridad se hallaban en aquella sala: una sombra a su izquierda, sentado y pegado a la mesa central, donde tenía colocado su fuerte brazo; otra en un gran asiento que parecía casi un trono, con un cetro en mano; y por último, un gran hombre más alejado, en la pared derecha, con una lanza en mano.
—¿¡Por qué le habéis traído!? —preguntó el hombre de la mesa, algo más iluminado que los otros dos; Cloud pudo ver su rostro: su piel oscura se contrastaba con su pelo blanco, la cual se podía apreciar por todo su pecho desnudo que mostraba los músculos de un gran guerrero, sólo cubierto por una capa azul clara a su espalda—. ¡Estáis comprometiendo nuestra base!
—Calma, Xande. Hojo tiende a ser impulsivo, pero sabe lo que hace —le tranquilizó el hombre del trono, con una ligera risa prepotente—. Mi querido Gabranth, no he podido evitar observar que Kefka no os acompaña.
—Mi señor —Gabranth pasó a arrodillarse ante el hombre, mostrándole todo su respeto y dedicación—, el bufón fue capturado por la Orden de la Llave Espada. Pudimos, sin embargo, lograr traer la armadura. Sin embargo, falta el casco.
—Ah, sí, la armadura... Pese a las pérdidas entonces habéis tenido éxito. En fin...
El hombre se levantó y rodeó la mesa con un movimiento suave y gracil, pasando por al lado de Xande. La llama iluminó su rostro mientras se colocaba frente a Cloud. Su rostro sonreía tranquilamente, mostrando una superioridad ante el guerrero sin igual; gozaba de gran autoestima.
—Un subordinado de Hades... Qué bien nos vendrás para liberar el alma de nuestro nuevo socio.
»Ponedle la armadura.
El guerrero notó cómo Gabranth le tomaba el hombro por la espalda para levantarle mirando hacia el hombre que le había hablado. Y ante su sonrisa notó cómo su enemigo le ponía la armadura por encima de su cabeza. Intentó zafarse de él, pero era mucho más fuerte.
La última visión de Cloud antes de notar cómo el espíritu maldito atado a aquellos ropajes fue el rostro del líder de los Villanos Finales.
—Mmm, así que Gabranth y Hojo... —murmuró la Maestra Yami tras cerrar los ojos y ponerse el dedo índice sobre el labio superior, pensando en dónde había escuchado aquellos nombres antes. En cuanto se ido cuenta los abrió de golpe y apartó su mano de ella, mostrando una amplia sonrisa de satisfacción al recordar de quiénes se trataba—. ¡Ah! ¡Eran aquellos malvados perseguidor por la Confederación, sí, sí, sí! Los autodenominados Villanos Finales. Han hecho travesuras por algunos mundos, travesuras malas...
Maya y Light, por su parte, escuchaban la petición que Aeris les hacía como amiga de estos. La relación de Tierra de Partida con Ciudad de Paso estaba deteriorada, pero incluso así no podían dar la espalda a alguien que, al menos a Maya directamente, les había ayudado a sobrevivir en una situación tan crítica como había sido la de Bastión Hueco. Darle la espalda era algo no sólo imposible para ella, sino un deber que tenía por y hacia ella.
—Haré lo que pueda para traerle de vuelta. Seguro que pronto le encontramos. Él nos ayudará.
Los dos Caballeros se giraron hacia Kefka, prisionero con unas esposas energéticas a la espalda que Yami había traído y que reducían su fuerza y poder mágico hasta niveles casi mínimos. También le había puesto un bozal negro con un respiradero que le permitía hablar, pero no conjurar hechizos que le ayudaran a escapar.
—Será mejor que le saquemos información a ese mamarracho. Seguramente podrá decirnos adónde ha ido a parar Cloud.
—Más le vale hacerlo.
Los ojos de Kefka se abrieron como platos mientras comenzaba a sudar la gota gorda. Probablemente no confesaba la localización de sus compañeros debido a que el Mutis de Maya seguía haciendo efecto en él, pero el terror se podía reflejar en él mientras dibujaba una sonrisa nerviosa bajo el bozal.
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Cloud cayó de rodillas para automáticamente precipitarse contra el suelo, chocando contra él al tener las manos atadas a su espalda. Gabranth le había conducido hasta aquella oscura estancia circular, caracterizada por una mesa redonda en la que una llama verde servía como única fuente de iluminación. Aparte de él y sus dos capturadores, tres figuras más cubiertas en la oscuridad se hallaban en aquella sala: una sombra a su izquierda, sentado y pegado a la mesa central, donde tenía colocado su fuerte brazo; otra en un gran asiento que parecía casi un trono, con un cetro en mano; y por último, un gran hombre más alejado, en la pared derecha, con una lanza en mano.
—¿¡Por qué le habéis traído!? —preguntó el hombre de la mesa, algo más iluminado que los otros dos; Cloud pudo ver su rostro: su piel oscura se contrastaba con su pelo blanco, la cual se podía apreciar por todo su pecho desnudo que mostraba los músculos de un gran guerrero, sólo cubierto por una capa azul clara a su espalda—. ¡Estáis comprometiendo nuestra base!
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—Calma, Xande. Hojo tiende a ser impulsivo, pero sabe lo que hace —le tranquilizó el hombre del trono, con una ligera risa prepotente—. Mi querido Gabranth, no he podido evitar observar que Kefka no os acompaña.
—Mi señor —Gabranth pasó a arrodillarse ante el hombre, mostrándole todo su respeto y dedicación—, el bufón fue capturado por la Orden de la Llave Espada. Pudimos, sin embargo, lograr traer la armadura. Sin embargo, falta el casco.
—Ah, sí, la armadura... Pese a las pérdidas entonces habéis tenido éxito. En fin...
El hombre se levantó y rodeó la mesa con un movimiento suave y gracil, pasando por al lado de Xande. La llama iluminó su rostro mientras se colocaba frente a Cloud. Su rostro sonreía tranquilamente, mostrando una superioridad ante el guerrero sin igual; gozaba de gran autoestima.
—Un subordinado de Hades... Qué bien nos vendrás para liberar el alma de nuestro nuevo socio.
»Ponedle la armadura.
El guerrero notó cómo Gabranth le tomaba el hombro por la espalda para levantarle mirando hacia el hombre que le había hablado. Y ante su sonrisa notó cómo su enemigo le ponía la armadura por encima de su cabeza. Intentó zafarse de él, pero era mucho más fuerte.
La última visión de Cloud antes de notar cómo el espíritu maldito atado a aquellos ropajes fue el rostro del líder de los Villanos Finales.
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