Re: [Ciudad de Paso] Correo urgente
Publicado: Lun Sep 02, 2013 4:36 pm
Aquellos angostos pasadizos parecían no acabar nunca, y cada vez bajábamos más, adentrándonos en las profundidades. Mientrastanto, iba dándole vueltas a la respuesta que acababa de darme Aeris: la carta estaba firmada por toda Tierra de Partida. ¿Acaso los maestros se habían reunido y la habían escrito entre todos? Según Aeris en la carta decía que alguien iba a hablar con él ese mismo día, y Yami estaba rondando por allí. ¿Sería ella?
—Aeris, ¿sabes el nombre de la persona que va a venir a hablar con León? ¿Y sabes qué quiere decirle y por qué en concreto a él?
Tras un rato más de camino por los estrechos túneles, llegamos a una gran puerta metálica que Aeris abrió con una llave.
—Bienvenida a la orgullosa oficina de Correos de Ciudad de Paso. —comentó la mujer mientras yo entraba en la estancia, boquiabierta.
Aquel lugar era enorme. Estaba lleno de colosales estanterías llenas de cartas y raíles de colores por los que viajaban vagonetas arriba y abajo repartiendo correo por la gran sala.
—Guau, no me lo imaginaba tan espectacular.
—¿Impresionada? Y reparten el correo en siete días a todos los mundos. Los habitantes de esta ciudad estamos orgullosos del sistema de correos: no sólo vivimos de la orfebrería de los moguris y los sombreros del Sombrerero. ¡Mira! El raíl verde limón es el que debemos coger.
Salí de mi embobamiento y dirigí la mirada a la vagoneta hacia la cual estaba yendo Aeris. Comencé a seguirla hacia allí, pero, de pronto, se detuvo y se escondió tras la máquina. Corrí hacia allí y me agaché a su lado.
—¿Qué ocurre? —susurré.
La mujer del vestido rosa señaló hacía arriba, a unas plantas por encima de nosotras. Allí había tres hombres de pie y otros tres atados en unas sillas.
—¿Un secuestro...? —pensé en voz alta.
Pero entonces me percaté de algo. Dos de aquellos hombres secuestrados eran Light y Sorkas y, al parecer, Aeris pudo reconocer a otra de aquellas seis personas, un tal Cloud.
—Tenemos que salvarles, Aeris, son mis amigos —le comenté a la chica.
De un salto, subí a la vagoneta y esperé a ver si Aeris quería subir también. Subiese o no, me agacharía e invocaría la Llave Espada, preparada para luchar. Con solo media cabeza fuera de la vagoneta y sin el sombrero puesto para no llamar tanto la atención, esperaría a alcanzar el escenario del secuestro. Al llegar, me escondería y saltaría de la vagoneta con la Llave Espada en mano para tratar de atacar a los secuestradores por sorpresa.
—Aeris, ¿sabes el nombre de la persona que va a venir a hablar con León? ¿Y sabes qué quiere decirle y por qué en concreto a él?
Tras un rato más de camino por los estrechos túneles, llegamos a una gran puerta metálica que Aeris abrió con una llave.
—Bienvenida a la orgullosa oficina de Correos de Ciudad de Paso. —comentó la mujer mientras yo entraba en la estancia, boquiabierta.
Aquel lugar era enorme. Estaba lleno de colosales estanterías llenas de cartas y raíles de colores por los que viajaban vagonetas arriba y abajo repartiendo correo por la gran sala.
—Guau, no me lo imaginaba tan espectacular.
—¿Impresionada? Y reparten el correo en siete días a todos los mundos. Los habitantes de esta ciudad estamos orgullosos del sistema de correos: no sólo vivimos de la orfebrería de los moguris y los sombreros del Sombrerero. ¡Mira! El raíl verde limón es el que debemos coger.
Salí de mi embobamiento y dirigí la mirada a la vagoneta hacia la cual estaba yendo Aeris. Comencé a seguirla hacia allí, pero, de pronto, se detuvo y se escondió tras la máquina. Corrí hacia allí y me agaché a su lado.
—¿Qué ocurre? —susurré.
La mujer del vestido rosa señaló hacía arriba, a unas plantas por encima de nosotras. Allí había tres hombres de pie y otros tres atados en unas sillas.
—¿Un secuestro...? —pensé en voz alta.
Pero entonces me percaté de algo. Dos de aquellos hombres secuestrados eran Light y Sorkas y, al parecer, Aeris pudo reconocer a otra de aquellas seis personas, un tal Cloud.
—Tenemos que salvarles, Aeris, son mis amigos —le comenté a la chica.
De un salto, subí a la vagoneta y esperé a ver si Aeris quería subir también. Subiese o no, me agacharía e invocaría la Llave Espada, preparada para luchar. Con solo media cabeza fuera de la vagoneta y sin el sombrero puesto para no llamar tanto la atención, esperaría a alcanzar el escenario del secuestro. Al llegar, me escondería y saltaría de la vagoneta con la Llave Espada en mano para tratar de atacar a los secuestradores por sorpresa.