[Necrópolis de las Llaves Espada] La Historia jamás contada

Saeko y Nadhia

La aparición del bando de Bastión Hueco ha colocado a la Orden de los Caballeros de la Llave Espada en una tensión creciente difícil de remediar. ¿Llegarán a enfrentarse ambos bandos en conflicto, o será posible la paz?

Moderadores: Suzume Mizuno, Astro, Sombra

Re: [Necrópolis de las Llaves Espada] La Historia jamás contada

Notapor Tsuna » Sab Ago 17, 2013 5:57 pm

La batalla no iba tal y como esperaba… de hecho, comenzaba a plantearme seriamente qué estaba haciendo al luchar contra mi gemela. Estaba claro que, a fin de cuentas, no iba a ser rival para ella de ninguna manera.

* * *


«Soy tú. La verdadera tú»


Mi verdadera yo…

«¿Quién de las dos es más fuerte?»


¿Podía considerar el golpe que me propinó como la respuesta a esa pregunta? A decir verdad, fui incapaz de volverla a golpear, a pesar de utilizar distintas estrategias e ir en serio. ¿Era mi verdadera yo más fuerte?

«¿Cuál es la diferencia entre tú y yo?»


Físicamente era diferente a mí, esa parte estaba clara como el agua, sin embargo, ¿no podía yo acaso portar su arma de luz también? Era imposible, ¿cómo entonces podría averiguar cuál de las dos era más fuerte? Me vi obligada a usar la Llave, y pese a todo, me venció. Al menos, me sentí derrotada a causa de ese único y simple golpe.

«Somos iguales. Y, al mismo tiempo, no lo somos. ¿Cuál es la diferencia?»


Si hubiese algo que pudiese destacar de mi verdadera yo, es que quizás, pudiese relacionarla más con mi pasado, al menos el que podía recordar… era diferente a mí misma precisamente por eso. Yo por el contrario, utilicé la Llave Espada sin vacilación… ¿Quizás estaba demasiado unida a mi Llave?

«¿Quién eres?»


Pero si me negaba a utilizarla, ¿cómo podía enfrentarme a ella?

«¿Y quién soy yo?»


Y en cualquier caso, ¿qué razones tenía para enfrentarme a ella de todos modos? Estaba claro que repitiendo mis pasos no iba a solucionar semejante situación, pero afortunadamente, quizás, me diese cuenta de algo muy importante y a tiempo…

“Ten fe en ti misma.”


… y tenía fe en que mi decisión fuese correcta.

* * *


Considero absurdo el seguir combatiendo ―Y desmaterialicé mi Llave, abriendo mis brazos de par en par, invitando a mi “Verdadera Yo” a que me atacara, y mirando fijamente a los ojos de esta, seria. No podía enfrentarme a ella sin mi única arma, pero era inútil luchar, ni siquiera las magias surtían efecto―. Dependo demasiado de la Llave Espada, y quedó claro que eres más fuerte que yo aun utilizándola. Bien pues, atácame con todas tus fuerzas ahora, resistiré todos los golpes que hagan falta. No caeré.

No le devolvería ningún contraataque, pese a que pudiese parecer una locura mi decisión. Tenía completa confianza en mí misma. Comprendí que siguiendo el otro camino, no lograría absolutamente nada, e incluso ella me superaba.

Utilizo la Llave Espada a la mínima, mientras que mi Verdadera Yo es más cercana a mi pasado, yo por aquel entonces no dependía de ningún arma legendaria… Y podía arreglármelas sin ella.


Mi decisión era clara, no iba a retroceder de ninguna forma.
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Re: [Necrópolis de las Llaves Espada] La Historia jamás contada

Notapor EspeYuna » Mié Ago 28, 2013 12:33 am

¡¡Nadhia!!

Me tapé al sentir el sofocante quemazón del fuego en mi cara. Era Ragun, ¡estaba atrapado en entre los escombros!

¡¡Sácame de aquí, Nadhia!! ¡Ayúdame! ―la voz que tanto ansiaba oír desde que supe de la presencia de Ello me suplicaba por sacarle de aquel infierno ―. ¡Me han abandonado! ¡Se han ido! ¡¡Eres lo único que me queda!!

¡Ragun, tranquilo! ―grité, acercándome poco a poco y buscando un hueco por donde evadir las llamas― ¡Te voy a sacar de ahí!

Y fue entonces cuando escuché los gritos de una mujer. Pedía entre sollozos ayuda. Ayuda para sus hijos, unos niños pequeños... atrapados en las llamas...

¡Se están ahogando! El humo… ¡Sube! ¡POR FAVOR!

Por un momento llegué a pensar que quién se estaba ahogando por el humo era yo. Pero no, era aquella desagradable sensación de culpa recorrer mis entrañas. Y lo peor de todo, es que cualquier opción me haría revolverme en pesadillas el resto de mis días.

Ragun era mi mejor amigo. Era la único que le quedaba.

Pero si no ayudaba a esos niños, aquella mujer se quedaría sin lo más valioso que le había otorgado la vida.

Tenía que tomar una decisión. Y las palabras de Ragun resonaron en mi cabeza. Pero no fueron las de socorro.

"Confía en mí."


¡Ragun, vendré a por ti, lo prometo! ¡Aguanta! ―grité, invocando mi Llave-Espada y corriendo hacia el lugar donde señalaba aquella pobre madre― ¡Confía en mí!

En cuanto llegase al lugar, lanzaría un hechizo de agua para abrirme paso entre las llamas. Cualquier acceso por el que pudiera entrar lo atravesaría protegiéndome con mis brazos.

Tenía que salvarlos.

¿¡Hola!? ―grité, llevándome humo a los pulmones y espulsándolo con la tos― ¡Vengo a por vosotros, gritad y sabré donde estáis! ¡¡Os voy a sacar de aquí!!
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Re: [Necrópolis de las Llaves Espada] La Historia jamás contada

Notapor Nell » Jue Sep 05, 2013 1:27 am

Nadhia

Nadhia pudo subir al segundo piso con dificultad, sorteando unas escaleras que ya amenazaban con derrumbarse. Arriba, no había ni rastro de la señora, pero aún estaban los escombros hacia los que señalaba ésta, donde presuntamente se hallaban sus hijos.

La aprendiza, gracias al poder acuático, no tuvo problemas con despejar al menos esa zona para retirar los escombros. Y, bajo ellos, encontró quizá algo que no esperaba: a dos hombres bastante maduros ya, de unos veinte años, que se abrazaban asustados y lloraban a moco tendido. Al verla, les cambió la cara.

¡¡Una salida!! ―gritó el que parecía más mayor.

Se abalanzaron hacia las escaleras, empujándola por el camino y corriendo hacia el piso de abajo. Cuando se levantara, éstos lo habrían alcanzado y estarían teniendo una interesante conversación con alguien. A través del hueco por el que la mujer la había llamado, además, lo vería todo con sus propios ojos.

¡Maldito! ¡Nos has engañado! ¡Dijiste que no saldríamos heridos!

Y no lo estáis, ¿verdad? Salid. Aún queda finalizar el trabajo.

Los hombres le obedecieron, abandonando el casi ya derruido establo. Ragun, por su parte, se situó frente a la puerta de éste, impidiendo que nadie más pudiera sobrepasarlo sin verse cara a cara con él.

Baja, Nadhia. Tenemos que hablar.

¿Cómo había salido por sí solo debajo de los escombros? Y… ¿qué pasaba?

¡Niña! ―gritó una voz a su espalda. Tras ella, se fijó que había una ventana, por donde presuntamente habría salido la mujer… abandonando al final a sus hijos para salvar su propia vida―. ¡Salta, rápido! ¡O morirás!


Saeko

La otra Saeko asintió, impasible. Sin embargo, en vez de arrojarse hacia su rival desarmada, tiró su propia katana al suelo.

«Tienes razón. Es inútil continuar enfrentándome a ti. Has perdido, falsa»


Entonces, la fábrica comenzó a oscilar. Las paredes, los baldes… Todo. El suelo aún era firme, por lo que Saeko pudo ver desde su posición segura cómo todo se distorsionaba, convirtiéndose en una serie de números que cambiaron las formas y el color de todo lo allí presente. Ya no estaban en ninguna fábrica, sino en una habitación vacía de su mundo original, Espacio Paranoico.

¿Habrían estado siempre allí o la otra Saeko las había llevado? Además, ahora ambas vestían de la misma forma.

«Soy Saeko-40K, ¿recuerdas? Mi misión es proteger al sistema de virus como tú. Y has caído bajo mi control»


Chasqueó los dedos. Inmediatamente, Saeko se percataría de su siguiente movimiento. Ella, la Saeko original, estaba siendo borrada. Sus pies titilaban, en una mezcla real y numérica, que le producía cierto cosquilleo. El efecto se iba extendiendo por sus piernas. Sabía, como Antivirus que había sido, que en cuanto la cubriera por completo sería el fin. Ni un rescate de la Papelera de reciclaje valdría.

«Adiós»


Iba a eliminarse a sí misma.
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Re: [Necrópolis de las Llaves Espada] La Historia jamás contada

Notapor Tsuna » Vie Sep 06, 2013 3:20 pm

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¿Q-qué…?

Mis manos temblaban nerviosas, se negaban a obedecerme, al igual que el resto de mi cuerpo. El impacto psicológico fue tal que estuve al borde de caer en la mismísima locura; estaba siendo eliminada.

¿Cómo es que había llegado a esa situación tan surrealista? Desde que decidí negarme a combatir, el escenario de la fábrica cambió radicalmente pasando a ser uno que conocía tan bien… Una celda del mundo digital. ¿Quería decir aquello que mi otra yo, o mejor dicho, mi antigua yo, había ganado el enfrentamiento? No lo sabía con certeza, lo que sí estaba claro es que sería eliminada en breves momentos. Y en ninguno de los casos hubiese imaginado tal escenario, supuse que me atacaría con todas sus fuerzas ahora que estaba indefensa, o simplemente rebajarse a combatir sin arma alguna, pero… ¿eliminarme? ¿De qué había servido entonces todo mi esfuerzo? ¿Todos los sacrificios que había hecho? ¿Iba a terminar todo así?

N-no… ¡Esto no puede ser real! ¡No puede ser real! ―Exclamaba consternada y paralizada en el sitio, ante la inminente eliminación. Sentía cómo mis pies desaparecían junto a un peculiar cosquilleo, indicando con ello el principio del fin― No… Me niego… me niego a… ―Pero pese a todo, tenía que volver a la realidad y superar el shock.

Me encontraba en mi propio corazón, en su interior, o eso sospechaba. Debía superar la prueba para poder acceder al Santuario junto a la maestra Nanashi. Y dicha prueba, consistía en conocerme a mí misma, aunque en ese preciso momento lo comprendía mejor, conocer a mí otra yo, aquella que me había llamado falsa.

No todo estaba perdido, podía suponer que la eliminación no acabaría conmigo, sino que me devolvería al yermo en el que tiempo atrás accedí al examen. A continuación me relajé y cogí aire, manteniendo de nuevo la cordura. ¿Finalizaría la prueba una vez fuese eliminada? No tenía ya posibilidad alguna de escapar, me había pillado por completa sorpresa.

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Me has llamado falsa, y ahora pretendes eliminarme ―Observé mi zona inferior del cuerpo, analizando cómo los números ascendían y se desprendían de mi cuerpo sin cesar, dejando tras de sí la nada. Miré fijamente de nuevo a mi gemela, a la que no creía capaz de poseer semejante poder―. De todos modos, sea yo falsa o más débil que tú… he aprendido algo muy importante, gracias a ti, y me he vuelto más fuerte. Supongo que no puedo depender siempre de la Llave, ¿verdad? ―Pregunté de manera irónica y me detuve, preparada para continuar. Había ciertas cosas que quería decirle a mi antigua yo, cosas de las que ella tampoco se había percatado, a fin de cuentas, la conocía mejor que nadie. Lo justo es que ambas aprendiésemos, ¿y por qué no…?― ¿Sabes? Ahora que te estoy observando con más detalle, y soy consciente de quién eres… me veo a mí misma reflejada antes de salir de ese infierno. Yo seré falsa, pero conozco todos tus sentimientos, compartimos el mismo corazón, y sé que nadie merece pasar por lo que tú estás pasando. Dije que no caería ante nada pero, ¿por qué razón debemos combatir, si formamos parte del mismo ser? ―¿… ser una sola y acabar con aquel conflicto interno?― Ahora que te conozco perfectamente, al igual que tú me conoces a mí, me gustaría pedirte algo ―Y con decisión en mi mirada, le tendí la mano izquierda, o en su defecto, lo que quedase de ella―. ¿Por qué no volvemos a ser una sola?

No desvié mi mirada de la suya en ningún momento, me mantuve serena y decidida. Tampoco me había arrepentido de mi decisión. Le sonreí con tristeza; tal situación se me hacía extraña, pero por alguna razón, sentí que mi otra yo necesitaba ayuda, como la necesité yo en su momento.

No la iba a dejar atrás.

>Yo por aquel entonces tenía a Gengar a mi lado, pero tú... tú me tienes a mí. ―Mis ojos se humedecieron ante la cantidad de recuerdos que atravesaron mi mente, cual torrente de agua. Me dolía mucho verme a mí misma en ese estado, todo el sufrimiento por el que había pasado solo traía consigo tristeza a mi corazón.

No la iba a dejar sola. Y entonces, una lágrima resbaló.

>>Compartamos la misma Oscuridad.
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Re: [Necrópolis de las Llaves Espada] La Historia jamás contada

Notapor EspeYuna » Sab Sep 07, 2013 2:28 am

¡Maldito! ¡Nos has engañado! ¡Dijiste que no saldríamos heridos!

Y no lo estáis, ¿verdad? Salid. Aún queda finalizar el trabajo.

Me encontraba ante una situación... rara. Para qué engañarme. Tras arriesgar el pellejo por dos niños de mamá con una apariencia excesivamente adulta para lo que me había imaginado, pensé que ya nada me sorprendería. Pero escuchar a Ragun hablar con aquellos dos y la forma con la que se explicaba... no pude evitar sentir que algo no iba bien en todo aquello.

Baja, Nadhia. Tenemos que hablar.

"No. Algo no va bien."

Ragun se hallaba al pie de las escaleras, en el piso de abajo, esperando que yo bajara del segundo y fuera a hablar con él. Nunca me había gustado la expresión "Tenemos que hablar". Presentaba mal augurio la mayoría de las veces. Y sospechaba que así lo sería cuando me reuniera con él.

Recordé entonces que aquello se trataba de una prueba a la que el mismo sitio sagrado de los portadores me había conducido. Y a pesar de que aquello no era del todo real, tenía que asumir que aquello, al menos en parte, podría suceder algún día.

¡Niña! ―mascullé entre dientes cuando escuché a la mujer gritar abajo, esperando que yo salvara a sus "niños"―. ¡Salta, rápido! ¡O morirás!

Hice caso omiso a las palabras de la mujer. Tan sólo quería averiguar de qué iba todo aquello. Por las palabras de esos dos... ¿es que acaso todo había sido planeado? ¿Qué pintaba yo en todo aquel teatro?

Encontrándome frente a frente con Ragun, sin aquella desesperación en sus ojos habiendo estado atrapado entre los escombros de un incendio, sentía que aquello olía a gato encerrado. Pero debía confiar en mi amigo.

Ragun, dime qué está pasando ―fui tajante, preocupada por lo que viniera a continuación―. Por favor.

No tenía ni idea de lo que me deparaba aquella prueba. Pero intenté mantenerme firme. No iba a decepcionar a Ronin. Es más, no iba a decepcionarme a mí misma.

Estaba claro que sería una prueba difícil, pero que con ella aprendería más sobre mí misma.
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Re: [Necrópolis de las Llaves Espada] La Historia jamás contada

Notapor Nell » Vie Sep 13, 2013 3:27 am

Nadhia

¿Qué está pasando, dices?

Se rio. Y la miró con unos ojos en los que Nadhia no pudo reconocer a su amigo Ragun. Aquel que creía que la diferencia entre ambos era más débil que su amistad. Aquel a quien, a pesar de habérselo llevado los otros, nunca podrían apartar del corazón de la joven.

¿No es obvio? Todo lo planeó él. Sabía que vendrías en cuanto otros estuvieran en peligro ―le explicó―. Era la mejor forma de librarnos de ti.

Una parte del techo se derrumbó repentinamente a la espalda de Nadhia, tapiando la ventana y la única vía de escape que le quedaba. Salvo la puerta, si Ragun la permitía escapar.

No es nada personal ―aseguró―. Pero lo mandan los de arriba. Morirás aquí, Nadhia. Hasta…

Se vio interrumpido al intentar abrir la puerta de su espalda y no poder. Puso cara de extrañeza y la forzó, pero no se movió ni un ápice. Entonces, procedió a dar un par de golpes.

Soy yo. Abre.

Silencio.

Abre ya ―repitió los golpes.

Se negó a reconocer lo que aquel silencio significaba.

¿¡Qué demonios ocurre!? ―esta vez, aporreó la fuerza con violencia―. Hice lo que me pedisteis. ¡Abre la jodida puerta! ¡¡Ábrela!! ¡¡RYOTA!!

Ragun tosió. Y Nadhia lo haría pronto con él. Sus pulmones también se llenaban rápidamente con el humo mortal del fuego, que los arrinconaba despacio pero sin pausa.

Parecía una situación perdida. Había demasiado fuego como para que pudieran apagarlo, el establo no se destruiría con facilidad y, a pesar de que la parte derruida del techo dejaba entrever una franja de cielo, no la alcanzarían trepando. Además, Ragun estaba demasiado obsesionado con llamar a su Maestro como para colaborar con Nadhia.

Nunca admitiría que había sido traicionado.


Saeko

La otra Saeko imitó la sonrisa de la supuestamente auténtica. Una triste que a nadie le gustaría observar.

«La Llave Espada no es la diferencia. Y tú no has cambiado por poseerla. Has cometido el error de creer que yo soy tu pasado, cuando soy tu presente.»


Se quitó las gafas, las tiró al suelo y las pisoteó hasta quedar reducidas a pequeños fragmentos de cristal. Después, comenzó a desvestirse, hasta desnudarse por completo, al descubierto. No había lugar para la vergüenza cuando estaba frente a sí misma.

«Tienes razón en una cosa. No podrás depender siempre de algo. Pero no de la Llave Espada, sino de Saeko. La Saeko que muestras al mundo. Yo soy la cara oculta de Saeko. La auténtica, a la que has recluido en tu corazón»


Se acercó a la joven y recogió la lágrima que empezó a resbalarse por su mejilla, sin una pizca de ternura, sólo como un gesto de comprensión.

«Te dijeron que eras humana, pero no puedes actuar como una. Tu corazón es como el de un programa. Mi corazón es como el de un programa», enfatizó. «Somos la misma, y no lo somos. Algún día tendrás que mostrarme. Pero aún no. Todavía no hace falta. Por el momento… volvamos a ser una sola»


Tomó la mano que le tendía Saeko y el efecto fue casi inmediato. La otra desapareció, dejando a la original, que recuperó las partes del cuerpo perdidas y regresó a la normalidad. Tal vez sí hubiese aprendido algo de toda aquella paranoia, o puede que hubiese sido todo demasiado confuso.

El mundo virtual se hizo pedazos a su alrededor, siendo engullido por la oscuridad que ahora ambas compartían. Y, cuando Saeko se dio cuenta de que tenía los ojos cerrados y los abrió, volvía a estar frente a la puerta del templo.

Me habría gustado conocerlo más ―decía en ese momento Nanashi, a su espalda, mientras charlaba con alguien―. Murió poco después de que yo llegara. Awyr…

Espera.

Al darse la vuelta, aparte de comprobar que había una joven a su lado con una mano apoyada en la puerta, vería junto a Nanashi a un Maestro que, por su juventud, no reconocería.

Ugh, ¡casi! ¡Pero enhorabuena! ―vitoreó Ronin―. En defensa de Nadhia, diré que Saeko empezó antes la prueba. La apuesta no ha sido justa.

Para empezar, sólo apostaste tú ―se defendió Nanashi―. E, igualmente, no aceptaría irme de copas contigo. No sé a qué estás jugando proponiendo esas cosas.

La Maestra estaba de un humor de perros. La actitud de Ronin no se correspondía con la de alguien que tenía enfrente a un futuro rival, y eso encrespaba a Nanashi. Ya había sido difícil convivir con él cuando intentaba ser firme con los aprendices, al tiempo que él los mimaba con lo blando que era, y no lo era ahora tampoco en las pocas ocasiones que se veían.

Saeko, por otro lado, seguramente no comprendería nada. Nanashi, para zanjar la discusión que se proponía empezar Ronin sobre la apuesta de la que habían hablado, se adelantó a explicárselo.

Él es Ronin. Maestro de Tierra de Partida ―especificó―. Enhorabuena, Saeko. El Santuario te ha aceptado. Ya podemos entrar. Pero, antes, debemos esperar a la aprendiza de Ronin.

Si no lo hubieras hecho, habrías salido mal parada…

Ya podemos entrar. Pero, antes, debemos esperar a la aprendiza de Ronin ―explicó, ignorando el comentario.

Podía ser una excelente oportunidad para acribillarlo a ambos a preguntas, puesto que no iban a retomar su charla anterior con ella presente. O eso, o dejar que el silencio pesara.
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Re: [Necrópolis de las Llaves Espada] La Historia jamás contada

Notapor EspeYuna » Vie Sep 13, 2013 1:33 pm

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¿Qué está pasando, dices?

La cínica risa de Ragun confirmó mis sospechas. Aquel era el Ragun de mis pesadillas, quien se había pasado al bando contrario buscando poder, y no respuestas de su pasado. Era la persona que temía en que se convirtiera mi mejor amigo algún día.

¿No es obvio? Todo lo planeó él. Sabía que vendrías en cuanto otros estuvieran en peligro ―me explicó, orgulloso―. Era la mejor forma de librarnos de ti.

Escuché tras de mí como la ventana era bloqueada por los cimientos. Pero lo ignoré por completo. Tan sólo me importaba el comportamiento de Ragun. Estaba tan acostumbrada a los malos sueños, a la experiencia con Ello, que aquello no me sorprendía a duras penas. Sin embargo, seguía doliéndome.

Ragun...

No es nada personal ―aseguró el muchacho, dirigiéndose a la puerta―. Pero lo mandan los de arriba. Morirás aquí, Nadhia. Hasta…

El joven se quedó callado durante un momento. La puerta no cedía, por lo que forzó algo el picaporte. Tras no conseguir nada, profirió un par de golpes, extrañado.

Soy yo. Abre.

Nadie contestó a su llamada. Se habría hecho el silencio absoluto si no fuera por el estrepitoso ruido de los cimientos y el fuego que amenazaba con alcanzarnos.

Abre ya ―repitió de nuevo, pero nadie acudió― ¿¡Qué demonios ocurre!? ―desesperado, golpeó la puerta con violencia. Yo le contemplé a su espalda seria―. Hice lo que me pedisteis. ¡Abre la jodida puerta! ¡¡Ábrela!! ¡¡RYOTA!!

"Ryota, ¿eh?"

Me tapé la boca, profiriendo la inevitable tos. Dentro de poco nos quedaríamos sin aire. Ragun tosía a la par que seguía aporreando la puerta, negándose a creer que le habían traicionado.

Ragun. Para.

Si el joven no se dignaba a girarse y hacerme caso, agarraría sus hombros, haría un esfuerzo por darle la vuelta para tenerlo de frente y cruzaría con mi diestra una de sus mejillas.

¡¡Acepta la realidad, Ragun!! ―exclamé, pero contemplar su rostro consumido por sentirse abandonado hizo que me arrepintiera de lo que había dicho― Lo siento.

>> Yo no te abandonaré, ¿de acuerdo?

Me empezaba a sentir muy mal. La falta de aire en los pulmones ya amenazaba con llevarse mi vida, mareándome inevitablemente. Me apoyé a duras penas sobre Ragun, agarrando sus ropas.

Pero no hubo pena en el tono de voz. Ni tristeza. Sonreí, porque al fin había entendido algo.

Sigo confiando en ti.

>> Quiero comprenderte. Sé que puede ser tarde, pero de veras quiero ayudarte. Me da igual de qué bando seas, con tan solo saber que te encuentras a salvo... me basta.

>>> Debería aceptar tu decisión de ir con Ryota. Aunque te hayan hecho esto, fue tu elección y yo no tengo derecho a decir qué está bien o qué está mal. Antes te dejé bajo los escombros para salvar a otras dos personas que no conocía de nada. ¿Acaso hice algo malo? ¿Estuvo bien? ¿Sí? ¿No? No lo sé.

>>>> Pero he aprendido una cosa: no siempre mi razón es la que cuenta. Gracias, Ragun.

* * *


¿Maestro Ronin, kupó? ―el pequeño moguri, quien había permanecido en silencio mientras su protegida realizaba la prueba, no pudo evitar acercarse a los presentes cuando Saeko finalizó el supuesto ritual― ¿Nadhia terminará pronto, tan, tan? Estoy preocupado por ella.
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Re: [Necrópolis de las Llaves Espada] La Historia jamás contada

Notapor Tsuna » Sab Sep 14, 2013 3:26 pm

Borré de inmediato mi triste sonrisa, permanecí seria escuchando todas y cada una de sus palabras.

Ya veo… ―Le comenté pensativa, indicando así que había escuchado todo y que lo tendría muy en cuenta de cara al futuro.

Me correspondió, sin ropa o vestido alguno, y agarró mi mano, desapareciendo casi al instante; uniéndose de nuevo a mí y provocando con ello que mi cuerpo volviera a la normalidad. Después todo mi alrededor comenzó a hacerse pedazos, obligándome a caer en la oscuridad.

Recordé lo que me había dicho y lo que había hecho mi otra yo, aquella que había ocultado yo misma en lo más profundo de mi corazón. No resultó ser mi Yo pasada, sino mi Yo presente, y al parecer tendría que esperar algún tiempo a que volviese a hacer acto de presencia, a que la pudiese mostrar. Fuera como fuese, seguíamos siendo la misma, nos teníamos que comprender mutuamente.

¡Oh! ―Exclamé, siendo consciente de que tenía los ojos cerrados y la mano apoyada sobre una fría superficie.

De inmediato elevé mis pestañas a la par que me separaba muy despacio de aquella gran puerta. Alterné mi vista entre el suelo donde se situaban mis pies y la entrada, lo veía todo borroso, como si me hubiese levantado de la cama en plena mañana. Pocos segundos después logré analizar mejor la zona, con claridad; la Maestra Nanashi parecía hablar con alguien a mis espaldas, y a mi lado se encontraba una joven durmiente de cabello rojizo, imaginaba que estaría haciendo la prueba, sin embargo…

Ugh… ¿pero qué? Debe ser el cansancio. ―Susurré mientras llevaba mi mano derecha a mi frente, aturdida por una fuerte sensación que presionaba mi pecho, mas esta se desvaneció al momento, efímera.

Me giré entonces hacia donde se encontraba la maestra, olvidando por completo a la muchacha que llevaba a cabo la prueba y la presión que soportó mi corazón, mi mente ahora se centraba en el veredicto de la mujer y en lo sucedido durante la prueba, no paraba de darle vueltas al asunto de que no actuaba como una humana.

Ugh, ¡casi! ¡Pero enhorabuena! ―¿Eso iba por mí? No supe cómo tomármelo, ni siquiera conocía a aquel hombre con aspecto de pirata, corpulento. Según los libros de la biblioteca, los piratas solían llevar un aspecto similar, grande, moreno y tosco, abundaban sobre todo en un mundo que yo no había visitado y que por el momento, no tenía intención de visitar, Port Royal― En defensa de Nadhia, diré que Saeko empezó antes la prueba. La apuesta no ha sido justa.

Di unos pocos pasos en silencio hacia la maestra, intentando comprender de dónde habían salido ese hombre tan grande y la chica aparentemente tan debilucha. No entendía siquiera de lo que hablaba, ¿una apuesta? ¿De qué?

Para empezar, sólo apostaste tú. E, igualmente, no aceptaría irme de copas contigo. No sé a qué estás jugando proponiendo esas cosas ―Y se adelantó hacia mí, esperé con ganas y paciencia su veredicto acerca de la prueba, ¿la habría superado o por el contrario fallé estrepitosamente? Intenté mostrarme indiferente ante aquella discusión entre ambos, aunque sentía curiosidad por saber qué relación tendrían, ¿de qué se conocerían la maestra y el pirata?―. Él es Ronin. Maestro de Tierra de Partida. Enhorabuena, Saeko. El Santuario te ha aceptado. Ya podemos entrar. Pero, antes, debemos esperar a la aprendiza de Ronin.

Si no lo hubieras hecho, habrías salido mal parada… ―Continuó el hombre.

Ya podemos entrar. Pero, antes, debemos esperar a la aprendiza de Ronin. ―Asentí ignorando el mal humor de la mujer, asombrada por dentro de haber superado la prueba, a partir de ese entonces se me permitía el acceso al Santuario. Me imaginaba el interior del edificio repleto de columnas y sumamente oscuro, no parecía que entrase mucha luz, y hasta ahí llegaba mi pésima imaginación.

Gracias por haberme dado la oportunidad de venir aquí, de nuevo. No tengo palabras para expresar mi agradecimiento. —Respondí a la maestra, algo avergonzada por la imponente presencia de aquel supuesto Maestro, pues a mi parecer, de maestro no tenía mucho. Sería grande y corpulento, pero su actitud dejaba mucho que desear comparada con la del Maestro Ryota, apostaría mi katana a que no llevaba mucho tiempo de maestro.

Me situé con calma junto a Nanashi para observar cómo la chica continuaba la prueba, ni siquiera recordaba su nombre, aquel que creía vagamente que habían nombrado en algún momento de la conversación.

¿Maestro Ronin, kupó? ¿Nadhia terminará pronto, tan, tan? Estoy preocupado por ella. ―Preguntó con preocupación aquella criatura voladora y peluda que no había visto hasta entonces. Recordé entonces haber visto alguna que otra similar por el castillo, con un gran pompón colgando en su cabeza. A mí me resultaban indiferentes, prefería mil veces a mi Gengar, por seguro tendría el pelaje más suave que ese ratón volador.

Esperé la respuesta del tal maestro Ronim o como se llamase, tampoco le di mucha importancia. Me crucé de brazos y me atreví a decir:

Seguro que esa tal Nadhia… o como se llame, no tiene lo que hay que tener para superar la prueba. No parece muy fuerte.

No esperé sus reacciones ante mi inesperado comentario, ya fuesen tanto de sorpresa o como de neutralidad, me limité a ignorarlas, sumida en mis propios pensamientos. Si aquel maestro pirata pertenecía a Tierra de Partida, eso nos hacía enemigos, ¿no era parte de nuestro objetivo detenerlos? Decidí que lo mejor era discutirlo con la propia maestra, ella sabría lo que hacer, aunque yo tampoco libraría allí combate alguno, comprendía que el Santuario era sagrado, no estaban permitidos los combates.

Maestra Nanashi, si pertenecen a Tierra de Partida, ¿no son nuestros enemigos? ¿Por qué colaborar aquí? ¿Estará de acuerdo con esto el Maestro Ryota? —La miré a sus ojos, confusa, esperando su respuesta.

De hecho, me daba la impresión de que el tal Ronim ignoraba nuestras diferencias, como si fuésemos aliados, o quizás solo se comportaba así porque sabía que estaba prohibido luchar en aquel lugar.

Suspiré, impaciente porque aquella niña, cuyo nombre no recordaba, terminara de una vez.

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Off-rol: Lo de "Ronim" está escrito a propósito, a Saeko se le dan fatal los nombres xD
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Re: [Necrópolis de las Llaves Espada] La Historia jamás contada

Notapor Nell » Vie Sep 27, 2013 1:13 am

Nadhia

¿Confías en mí?

Ragun la miró patidifuso. Parecía que no creía en las palabras de Nadhia. Sin embargo, estas habían hecho mella en él de alguna forma, puesto que se había relajado. Pese a que el humo comenzaba a cubrirles casi en su totalidad y el techo se vendría pronto abajo, agarró de los hombros a Nadhia para ponerla de frente y mirarla fijamente.

Si estoy aquí, es porque tienes miedo de que esa confianza se rompa. Nadie puede mentir a su corazón ―le advirtió el falso Ragun―. Y mírame bien. He sido traicionado. Ya no me queda nada. ¿Crees que es por mi decisión? ¿Estuvo bien? ¿Sí? ¿No? ―repitió sus mismas palabras―. Ninguna de las dos cosas. Ninguna situación es buena o mala. Siempre depende de la perspectiva desde la cual la mires. Y Nadhia…

Un enorme cascote de madera cayó repentinamente al lado de ambos.

… nadie está exento de la traición.

Y el resto de la cabaña se derrumbó sobre ellos.


Saeko y Nadhia

Nanashi asintió de nuevo ante el agradecimiento de Saeko. Además, la señaló la enorme caja de madera que reposaba tras ellos, aguardando el momento de continuar hasta su destino.

En esa caja se guarda lo que hoy venimos a ver. La traerían desde Tierra de Partida, así que era inevitable cruzarnos con ellos ―suspiró―. Pero esperaba que viniera otro Maestro.

Ante la pulla malintencionada de Saeko contra Nadhia, Ronin no pudo hacer más que carcajearse y pedirles que fueran pacientes con la aprendiza. Por otro lado, Nanashi seguía receptiva en cuanto a las cuestiones de Saeko.

Lo son. Pero, como ya te he dicho, este es un lugar especial. A lo largo de los siglos, siempre se ha acordado entre Portadores no librar ni una sola batalla en sus lindes. Salvo una vez. Y fue una terrible tragedia ―Nanashi miró fijamente a Saeko―. El Maestro Ryota está de acuerdo con mantener tal pacto. Recuérdalo, pues te puede ser útil en el futuro: nadie debe alzar su Llave Espada en estas tierras.

Ronin respondía, mientras tanto, a la pregunta del moguri:

¡Quién sabe! En algunos casos han tardado días. Teníamos que darles de comer papilla por un tubo hasta su boca y bajarles los pantalones para…

¡¡Ronin!!

Bajo los párpados, Nadhia aún seguiría viendo una cabaña que se derrumbaba con ella y Ragun dentro. Sin embargo, la imagen fue oscureciéndose y las conversaciones del exterior se hicieron más nítidas. En algún momento se daría cuenta de que tenía los ojos cerrados y los abriría.

¡Y aquí tenemos a la subcampeona! ¡Enhorabuena, Nadhia, lo has superado! ―aplaudió Ronin. Después, se dirigió a Saeko―. ¿Lo ves? ¡Mujer de poca fe! ¡Que no te vuelvan a engañar las apariencias! Nuestras chicas están hechas de una pasta especial.

Ronin le puso las dos manos sobre los hombros, de una manera muy diferente a la de Ragun, con la intención de girarla hacia donde estaban Nanashi y Saeko.

Podéis hacer vosotras mismas las presentaciones ―aventuró Ronin, aunque cualquiera que conociera a ambas sabría que serían… complicadas―. Pero pongámonos en marcha ya. Si no, me cerrarán la taberna.

Nanashi se adelantó para abrir las puertas, mientras Ronin volvía a coger la carretilla para avanzar con la caja, esperando que primero pasaran todas. En el marco, había lo que parecía un fino manto gris, que impedía ver interior del edificio, aunque la Maestra pasó medio cuerpo limpiamente por él e invitó a ambas a que la siguieran.

Ahora que habéis pasado la prueba, el templo no os rechazará.

Una vez pasaran, verían el interior por primera vez. Se trataba de una entradita, de paredes grises, con antorchas alineadas a cada lado y potentes llamas, que no parecían consumirse nunca.

Sin embargo, lo más destacable era el techo, el cual era imposible que pasara desapercibido. Se trataba de una vidriera con un dibujo infantil, a partir de los polígonos que la conformaban. En ella, se veía a un hombre calvo, algo regordete, pero con una sonrisa que lo delataba como el bonachón que era. Dormía, tumbado sobre un césped y ante un hermoso cielo azul, soñando con una especie de castillo, más ancho que alto…

Se llamaba Zephyr ―intervino Nanashi, contestando a una pregunta que no habían formulado, mientras miraba el techo―. Él fue quien diseñó y levantó el Templo. Era un portador muy dotado en las ilusiones. Inventó la prueba que acabáis de pasar y halló el método de que ésta perdurara tras su muerte. Dicen que, en cuanto acabó, colocó la placa y se marchó para siempre.

Lo único que corrompía tan bella vidriera eran las manchas negras que había alrededor de Zephyr, pero Nanashi no comentó nada sobre ellas.

Si se acercaban a la placa mencionada, que estaba colocada al lado de la puerta por la que habían pasado, leerían:

Templo de la Reminiscencia
35 - 39 d.G.

Entra, si la verdad anhelas
Sal, si en la mentira te refugias
Pues nosotros contamos la Historia
y todo lo que ella esconda




A la memoria de quienes nunca volverán,
Zephyr


Los números eran lo que más desentonaban, pues no parecían haber sido escritos junto al texto original.

Por otro lado, la entradita tenía tres maneras de avanzar: a través de un recodo al lado izquierdo, que estaba vallado con un cartel de “Prohibido el paso” y parecía dar a un pasillo; por una puerta doble en el lado contrario; y por unas escaleras de caracol a la derecha, que ascendían a un piso superior.

Vamos hacia arriba ―indicó Nanashi.

¿Sabes? A veces creo que a mi Maestro le faltaba algún tornillo ―comentó Ronin, avanzando con la carretilla y ubicándola en una cuadrícula específica en el suelo que estaba marcada con una “x”―. Pero por ideas como ésta, también lo consideraría un endiablado genio.

El Maestro dio un par de pisotones. El suelo bajo el que estaban Ronin y la caja se movió ligeramente primero, hasta comenzar a subir con lentitud ese cuadrilátero que había estado midiendo antes. El techo de arriba se abrió en esa parte, quitando un trozo del templo representado.

¡Perdona, Zephyr!
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Re: [Necrópolis de las Llaves Espada] La Historia jamás contada

Notapor Tsuna » Dom Sep 29, 2013 10:33 pm

La Maestra Nanashi resolvió mis dudas sin problema alguno, entre tanto, la miré fijamente con unos ojos que denotaban admiración, aunque ni yo misma me percataba de ello. Me explicó qué sentido tenía aquella caja que había pasado desapercibida por mi parte hasta entonces, pues no me llamó la atención en ningún momento y, también me advirtió sobre no usar la Llave en la Necrópolis. Más bien me lo estaba prohibiendo.

Asentí, tragando saliva e intentando memorizar todo lo que había dicho…

¡¿Q-qué…?! —Exclamé atónita ante la respuesta de aquel maestro a la pregunta del Moguri, imaginando cómo me lo habría tomado yo si me hubiese llegado a suceder a mí lo de la papilla, sin duda hubiesen rodado algunas cabezas— Por favor, que termine ya… —Supliqué para mí misma, deseando que aquella joven acabara la prueba cuanto antes, ¿de verdad le iba a tomar días el examen y le darían de comer papilla por un tubo? No quería imaginarlo.

¡¡Ronin!! ―Lo silenció la maestra, tajante, cosa que agradecí profundamente.

Sin embargo, al instante percibí cómo la joven despertaba lentamente –Para su suerte y la mía- tal y como hice yo en su momento. El pirata se adelantó tan enérgico como de costumbre, cosa que me llevó a pensar la siguiente cuestión: ¿Cómo podía permitirse gastar tantas energías riendo y exclamando por todas partes? A la hora de un combate tendría que estar agotado, era muy diferente del maestro Ryota o la maestra Ariasu. No parecía tan estricto como ellos, e imaginaba que su aprendiza no podía llegar muy lejos teniéndolo como maestro.

¡Y aquí tenemos a la subcampeona! ¡Enhorabuena, Nadhia, lo has superado! ¿Lo ves? ¡Mujer de poca fe! ¡Que no te vuelvan a engañar las apariencias! Nuestras chicas están hechas de una pasta especial.

Jum. —Exclamé cruzándome de brazos, entre arrogante y resignada, por la victoria de la portadora.

Podéis hacer vosotras mismas las presentaciones. Pero pongámonos en marcha ya. Si no, me cerrarán la taberna. ―Y volvió sobre sus pasos, directo hacia aquella caja: ¿Qué contendría en su interior? Me esforcé por calmar mi curiosidad.

Giré mi rostro hacia la otra aprendiza de cabello rojizo, dubitativa. ¿Se suponía que tenía que presentarme? No me importaba pero, tenía que controlar lo que iba a decir, no era cuestión de que una enemiga lo supiese todo sobre mí desde el primer momento. Tenía que llevarle ventaja desde el comienzo.

Me aproximé hasta ella, seria. La miré por encima, fijándome con detenimiento en sus rasgos físicos; no parecía gran cosa. A pesar de que ya había comentado el otro maestro que no me fiara de las apariencias, ¿podría encontrar en ella una rival decente? Lo dudaba mucho, con semejante maestro…

Saeko —Le dije de pronto, haciendo un gesto con mi mano que acompañara a mi comentario—. Es mi nombre. Aprendiza de la Maestra Ariasu. Y no hace falta que me digas tu nombre, lo han repetido tantas veces que he terminado por memorizarlo, Nadhie, ¿cierto? —Y me detuve, esperando a que ella reaccionara. Por alguna razón, tenía una sensación que se me hacía extrañamente familiar en el pecho, en la zona de mi corazón, como si ya conociera a aquella chica o mantuviese un estrecho vínculo con ella. Intenté no prestarle ninguna atención y, finalmente, dicho sentimiento terminó desvaneciéndose.

Era imposible que la conociese de algo. Tenía que ser el cansancio, y me convencí a mí misma de ello.

La maestra Nanashi entre tanto comenzó a abrir las puertas del templo.

Seré directa: No parecías gran cosa… y no lo sigues pareciendo. Pensaba que nunca terminarías la prueba —Me adelanté, no pude evitar las ganas de lanzar una Flama Tenebrosa por sorpresa, por mera curiosidad, para ver cómo se las apañaba ante mi ataque. Pero no lo hice, la Maestra me lo había prohibido así que tuve que contener las ganas— ¿Sabes? Creo que esa mascota tuya se lo pasaría en grande con Gengar. —Le expliqué desde sus espaldas. Puede que el Moguri no se lo pasara realmente bien, pero estaba segura de que Gengar sí.

En cuanto llegué a las puertas del templo pude ver con mayor claridad lo que parecía un manto grisáceo. La Maestra lo atravesaba sin problemas. ¿Sería alguna especie de barrera protectora? ¿O en cambio nos trasladaría a otro lugar en cuanto la atravesáramos? Podía imaginar cosas, pero no sabía nada con total certeza.

Ahora que habéis pasado la prueba, el templo no os rechazará.

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Maplestory - Great Temple


Seguí a la maestra primero, asegurándome de que Nadhia quedaba atrás, y no sin antes echarle una mirada de arrogancia a esta por encima, no iba a permitir que alguien con semejante pinta de perdedora fuese por delante. Atravesé el manto gris sin problema alguno y ya en su interior pude contemplar mejor el ambiente. Paredes grises, fulgurantes antorchas y varios caminos. Nada de columnas ni paredes húmedas y oscuras, como las del castillo de Bastión Hueco en el que vivía.

Lo más sorprendente a mis ojos fue una enorme vidriera en el techo, en la cual era representado un hombre regordete sobre lo que parecía hierba fresca. Quedé maravillada ante semejante obra de arte, aunque me mostré indiferente ante los presentes.

Se llamaba Zephyr. Él fue quien diseñó y levantó el Templo. Era un portador muy dotado en las ilusiones. Inventó la prueba que acabáis de pasar y halló el método de que ésta perdurara tras su muerte. Dicen que, en cuanto acabó, colocó la placa y se marchó para siempre. ―Finalizó su explicación la maestra. Me mantuve atenta a todas sus palabras, no quería perder ningún detalle.

Observé con mayor detenimiento la vidriera de Zephyr, percatándome de unas manchas negras de las cuales la maestra no había comentado nada. Yo supuse que tendría que ser un detalle nimio si no se molestó en destacarlo.

Permanecí maravillada unos momentos ante la vidriera de aquel hombre y la arquitectura del Templo. Instantes después me dirigí hacia la mencionada placa situada junto a la entrada, aunque desde la distancia, incluso con toda aquella iluminación, no logré verla muy bien:

T~~pl~ de la R~m~~~sc~nci~
~~ - ~9 ~.G.

~ntra si l~ v~rd~~ ~nhelas
S~l, si en la m~ntir~ te r~fugi~s
P~es n~s~~ros c~ntamos la H~storia
y t~do lo qu~ ell~escon~a

A la mem~ria d~qui~nes n~nca v~lver~n,
Z~p~~r


Me tuve que aproximar hasta pocos centímetros de la placa y forzar levemente la vista para poder verla con todo detalle:
Templo de la Reminiscencia
35 – 39 d.G.

Entra, si la verdad anhelas
Sal, si en la mentira te refugias
Pues nosotros contamos la Historia
y todo lo que ella esconda

A la memoria de quienes nunca volverán,
Zephyr


Me separé de nuevo, abriendo y cerrando los ojos con fuerza, molesta por mi falta de visión.

Vamos hacia arriba.

La Maestra indicó por dónde seguir, observé las posibles rutas, supuse que habría que ir por las escaleras de caracol que conducían al piso superior. Mientras tanto, el maestro de Tierra de Partida avanzó con la misteriosa caja y logró ascender gracias a lo que parecía un atajo. Mencionó la poca cordura de su maestro y se disculpó ante la vidriera de Zephyr por, ¿interrumpir su sueño?

¡Perdona, Zephyr!

Me aproximé hasta la Maestra Nanashi, haciendo el menor ruido posible e intentando con ello mantener un cierto respeto al Santuario; quería preguntarle dos cosas, una sobre la placa y otra sobre el camino prohibido.

Maestra Nanashi, ¿qué significan las cifras de 35 – 39 d.G.? Y, ¿por qué ese camino está prohibido o bloqueado? ¿Acaso no es segura esa ruta?

Tras escuchar su respuesta asentí con la cabeza, comprendiendo lo que me quería decir. Acto seguido seguí a la Maestra en su recorrido, ignorando por completo la presencia de... ¿Nadhia se llamaba? Desde que entré en el Santuario me había olvidado por completo de su existencia.
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Re: [Necrópolis de las Llaves Espada] La Historia jamás contada

Notapor EspeYuna » Dom Oct 06, 2013 8:35 pm

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¿Confías en mí?

Ragun me miró confuso. Asentí, sonriendo, cuando mi amigo me tomó por los hombros.

Si estoy aquí, es porque tienes miedo de que esa confianza se rompa. Nadie puede mentir a su corazón ―la sonrisa se borró de mi rostro, pero no para dar paso a la tristeza. Seria, le escuché atentamente―. Y mírame bien. He sido traicionado. Ya no me queda nada. ¿Crees que es por mi decisión? ¿Estuvo bien? ¿Sí? ¿No? ―repitió las mismas palabras que yo le dije, dándome cuenta de que había aprendido verdaderamente una lección―. Ninguna de las dos cosas. Ninguna situación es buena o mala. Siempre depende de la perspectiva desde la cual la mires. Y Nadhia…

Un gigantesco cascote de madera cayó a nuestro lado, dejando que el humo penetrara con más violencia en nuestros pulmones y el fuego avivara peligrosamente a nuestro alrededor.

… nadie está exento de la traición.

Ra...

Y entonces, escuché el estrepitoso ruido de la cabaña cayendo sobre nuestras cabezas.

* * *


... gun.

Perdí de vista la escena de la cabaña. Toda aquella experiencia se convirtió en un mal sueño, haciéndome volver a la realidad. Escuché voces en la lejanía, muy familiares. En especial la del Maestro Ronin. Si habría los ojos, me hallaría de pie frente a la entrada del Santuario, con una mano sobre el portón.

Por un momento me pregunté qué demonios hacía allí, algo perdida. La experiencia había sido bastante real, y sin embargo no tenía ningún rasguño. El aire era limpio y fresco, a pesar de ser un mundo algo triste y deshabitado. Me di la vuelta, buscando con la mirada a Tandy y a Ronin. Se me había olvidado por completo que Nanashi y su aprendiz también estaban presentes. La chica me miraba de arriba abajo, como estudiándome detenidamente.

¡Y aquí tenemos a la subcampeona! ¡Enhorabuena, Nadhia, lo has superado! ¿Lo ves? ¡Mujer de poca fe! ¡Que no te vuelvan a engañar las apariencias! Nuestras chicas están hechas de una pasta especial.

Jum —bufó la muchacha, cruzándose de brazos.

Entonces, ¿aquello significaba que...?

¿Lo he hecho? ―pregunté, estupefacta― ¿He superado la prueba?

Sorprendida, Tandy se abalanzó sobre mí, y yo le correspondí con un abrazo. Éste vitoreaba, orgulloso de ser mi guardián. Le sonreí, pero mantuve los modales cuando Ronin me cogió por los hombros y me acercó un poco a la aprendiza de Bastión Hueco.

Podéis hacer vosotras mismas las presentaciones. Pero pongámonos en marcha ya. Si no, me cerrarán la taberna ―el Maestro volvió hacia la caja.

Para cuando me di cuenta, la muchacha se había acercado hacia mí, volviendo a examinarme con algo de rudeza. Algo incómoda, sonrojé sin darme cuenta.

Saeko —me dijo de pronto. Una punzada de dolor me atravesó el costado, pero tan pronto como sucedió, aquella sensación se desvaneció y lo olvidé por completo. Es mi nombre. Aprendiza de la Maestra Ariasu. Y no hace falta que me digas tu nombre, lo han repetido tantas veces que he terminado por memorizarlo, Nadhie, ¿cierto?

Eh... es Nadhia ―corregí, algo nerviosa.

La verdad es que ella tenía más aspecto de guerrera que yo. Un cuerpo más adulto, esbelto y con curvas. Su altura me superaba con creces, lo cual me molestaba un poco. Pero aparte de ello, debía admitir que era muy bella. Su larga cabellera y el color de sus ojos, fijos en mí, me hicieron evadir la mirada una vez escuché a Nanashi abrir las puertas del templo.

Seré directa: No parecías gran cosa… y no lo sigues pareciendo. Pensaba que nunca terminarías la prueba —abrí los ojos algo sorprendida por sus palabras y me giré de nuevo a ella. Tandy erizó sus orejas y podía sentir que aquello le había sentado tan mal como a mí— ¿Sabes? Creo que esa mascota tuya se lo pasaría en grande con Gengar.

Otra vez. Un grito desgarrador impactó en mis tímpanos. Pero para cuando quise buscar el origen de aquel sollozo lejano, éste quedó en el olvido. Lo única que sentía era frustración por las palabras de aquella aprendiza del bando contrario, Saeko.

Podría habérmelo tomado de muy mala manera. Peor de como me lo estaba tomando, pero tras haber comprendido algo tan importante en la prueba del Santuario, preferí no contestar.

Nadhia, kupó ―dijo el pequeño, preocupado―. Me da miedo quedarme sólo. ¡Q-Quiero decir, me preocupa tu seguridad, tan, tan!

Volveré, lo prometo.

Acaricié una de las orejas de Tandy, despidiéndome de él.

Ahora que habéis pasado la prueba, el templo no os rechazará.

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Maplestory - Great Temple


La mirada arrogante de Saeko adelantándose a su Maestra hizo que sintiera cierta molestia en mis entrañas, pero tenía que controlarme. Y tampoco es que fuera a resolver nuestras diferencias con las armas. Aquel lugar era sagrado, un sitio donde los portadores habían jurado no volver a blandir su Llave-Espada.

El templo por dentro decantaba ser una infraestructura antiquísima y bien conservada. Pero lo que más me sorprendió fue lo que encontré al fijar mis ojos al techo. Una preciosa vidriera representaba a un hombre vivachón, regordete que dormía sobre un césped. No pude evitar sonreír, pero las manchas negras a su alrededor me alarmaron un poco.

Se llamaba Zephyr. Él fue quien diseñó y levantó el Templo. Era un portador muy dotado en las ilusiones. Inventó la prueba que acabáis de pasar y halló el método de que ésta perdurara tras su muerte. Dicen que, en cuanto acabó, colocó la placa y se marchó para siempre ―escuché atentamente a Nanashi, a la par que me fijaba en que Saeko, a pesar de mostrar cierta arrogancia, escuchaba con sumo interés la lección de su Maestra.

"Siempre depende de la perspectiva desde la cual la mires."

Viendo que Saeko se acercaba a la placa que yacía en el Templo, yo hice lo mismo, aunque a una distancia prudente. Parecía que era algo orgullosa y que mi presencia y la del Maestro Ronin no le hacía gracia. En realidad, yo también habría reaccionado así... como aquella vez, en Ciudad de la Navidad. Pero ahora las cosas eran muy diferentes.

Templo de la Reminiscencia
35 – 39 d.G.

Entra, si la verdad anhelas
Sal, si en la mentira te refugias
Pues nosotros contamos la Historia
y todo lo que ella esconda

A la memoria de quienes nunca volverán,
Zephyr


Vamos hacia arriba.

Cuando nos aproximamos a Ronin y a Nanashi, no pude evitar preguntar con algo de sorpresa.

¿Zephyr, su Maestro? ―le cuestioné, confirmando su comentario― Perdone, Maestro. Es sólo que nunca me había puesto a pensar en el pasado de Tierra de Partida.

Imaginarme a un Ronin joven yendo detrás de aquel hombre que dormía plácidamente en la vidriera me sacó otra sonrisa. El Maestro de maestros fue aprendiz, como yo. Y Nanashi también. Nosotros llegaríamos a ser como ellos... algún día.

Escuchando la pregunta de Saeko a Nanashi, recordé algo de la Maestra. La primera vez que hablamos, en los jardines de Tierra de Partida. No sabía si era poco prudente preguntar por su cambio de bando. No quería causar ningún tipo de incomodidad, ni tampoco comenzar una disputa absurda. En aquel momento me sentía bien estando allí, a pesar de la presencia de Saeko.

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Maestra Nanashi, querría preguntarle algo. Verá... esto...

¿Por qué Bastión Hueco? ¿Qué de diferentes somos a ellos? ¿Por qué tratan de usar a los sincorazón? ¿Beneficio? ¿Se sacrifica a vida inocente? ¿O... es que a nosotros se nos escapa algo importante?

Mi amigo. Ragun, ¿se encuentra bien?

Me llevé la mano diestra a la muñeca contraria, donde yacía el lazo blanco que me regaló la mentora meses atrás, cuando aún era Maestra en Tierra de Partida. Mi gesto, seguramente, no pasaría desapercibido por parte suya.

Sigo admirándola, Maestra Nanashi ―confesé, aún con miedo a qué pensara Ronin―. Pero sé que mi lugar está en Tierra de Partida. Hoy, en la prueba, he aprendido algo muy importante.

Busqué a Saeko con la mirada.

A pesar de nuestras diferencias, seguimos siendo iguales.

En cuanto dije aquello, evadí la mirada, dejando entrever algo de timidez. ¿Habría sonado muy estúpido por mi parte?
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Re: [Necrópolis de las Llaves Espada] La Historia jamás contada

Notapor Nell » Mié Oct 23, 2013 1:43 am

Nanashi miró la placa de reojo, la cual apenas había prestado atención de todas las veces que la había examinado con anterioridad. Y, al igual que la aprendiza, había sentido la misma curiosidad que ella, por lo que conocía bien las respuestas.

Son fechas, Saeko. Probablemente, marcan el periodo en el que se construyó el templo ―respondió―. “A.G.” y “d.G.”… se refiere a la cronología que usamos los portadores. El antes y el después de la Guerra.

»Respecto a ese pasillo, no está estrictamente prohibido. Sin embargo, ninguno podemos pasar. Se derrumbó hace algún tiempo, a causa de una lucha que hubo dentro del Templo. Todo lo que allí se guardaba ha quedado profundamente enterrado ―explicó con tristeza.

Por otro lado, Ronin soltó una de sus características carcajadas.

¿Zephyr, mi Maestro? ¡Qué va! ―rio con más fuerza―. Vivió hace mucho tiempo. Además, ¡seguro que era más aburrido que mi Maestro! Él le hizo un par de arreglillos al Templo por comodidad.

Y, tras esto, fue Nadhia quien requirió la atención de Nanashi esta vez, quien recelaba de la comunicación con la aprendiza. Tampoco se había notado muy cómoda con Ronin, pero parecía que la confianza entre ellos forjada durante años le hacía más sencilla la cercanía. Además, la chica sacaba a relucir el tema que diferenciaba y distanciaba los dos grupos allí reunidos.

Perfectamente ―respondió con sequedad.

Únicamente asintió a las resoluciones de Nadhia. Podían tomarlo como una comprensión de sus sentimientos.

Cuando todos subieron, hallaron una habitación muy similar a la que habían dejado atrás. El techo, en cambio, presentaba una vidriera con un corazón azul flotando sobre un cielo gris.

Por aquí, chavalas ―indicó Ronin, bajándose del ascensor y moviendo la carretilla consigo.

En un primer momento, podría parecer que la habitación era un callejón sin salida, ya que no había ninguna puerta o pasillo por el que continuar. Sin embargo, Ronin, con decisión, se aproximó hasta una de las paredes, que tenía grabado un pequeño dibujo de un rayo. Lo miró un momento con seriedad y fue a posar la mano en la pared, pasándola limpiamente hacia otro lado.

Giró la cabeza para asegurarse de que Saeko y Nadhia lo habían visto, sonrió y empujó la carretilla para pasar enteramente al otro lado de la pared. Nanadhi también las miró, arqueando las cejas para invitarlas a seguirles, y tomó el mismo camino, desapareciendo ambos.

Al otro lado, les esperaba una visión ciertamente reciente. Parecían haberse sumergido nuevamente en la prueba que acababan de pasar, donde todo lo que les rodeaba era oscuridad y lo único que tenían era una vidriera a sus pies, que las sujetaba y mostraba la verdad que allí habitaba. Sin embargo, presentaba diferencias.

Para empezar, a su alrededor había altas columnas que sobrepasaban a la que estaban, o de tamaño menor que verían desde el borde, conectadas por peldaños suspendidos en el aire. Y, por otro lado, la vidriera no era la misma que la que habían visto ambas, cada una en su corazón. El dibujo era, en una palabra, escalofriante. Mostraba la misma entrada del templo, pero el ambiente era oscuro y tenebroso. Y había un detalle aún peor: frente a la puerta, había por lo menos más de una veintena de Llaves Espada clavadas sobre la tierra. Cada una de ellas era diferente. Algunas despuntaban brillantes colores, otras tomaban diversas formas e incluso las había con accesorios personales de su dueño. Sin embargo, todas parecían ensombrecidas por una inexplicable tristeza.

El autor, aunque las aprendizas no lo supieran, había sabido captar a la perfección el desastre vivido.

Ronin avanzó hasta el extremo de la vidriera, lo que en el dibujo era el centro, y depositó allí la enorme caja. Se retiró lo suficiente, invocó su propia Llave y dio una vuelta a la caja hasta encontrar la cerradura que había preparado con anterioridad. Con un leve movimiento, una luz salió de la Llave y la caja en sí desapareció.

En su lugar, quedó lo que había en su interior.

Una estatua.

Bastaba un simple vistazo para advertir que representaba una escena. Había un hombre en el centro, con porte altivo, cabello negro y ropa oscura; que sujetaba, con completa tranquilidad y una sonrisa en los labios, a otro por el cuello, que intentaba zafarse con ambas manos y los pies a unos centímetros del suelo. De este salían brotes de tierra que trataban de sostener sus pies, al menos.

Al otro lado del hombre principal, había una mujer que extendía los brazos, supuestamente concentrada en la realización de un hechizo, mientras miraba con desesperación a aquel a quien ahogaba, y a quien quería salvar de una magia oscura que reunía en su otra mano el enemigo. Alrededor de toda a estatua se había escenificado el hechizo de la Maestra, un fino viento que amenazaba con atacar en cuanto estuviera preparado.

Y por último, en un rincón detrás de la Maestra, estaba él.

Ronin.

No era, por supuesto, el Ronin que conocían. Era muchísimo más joven, un Ronin veinteañero, tirado en el suelo, con ropas destrozadas y heridas de una batalla muy reciente. Daba la impresión de que apenas podía mantenerse erguido sobre una de sus manos para observar la batalla que estaba teniendo lugar. La otra la usaba para taparse el ojo, que sangraba.

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Hubo un momento de silencio y admiración entre los allí reunidos.

Es preciosa.

Sólo es una estatua, mujer ―repuso Ronin, encogiéndose de hombros.

Nanashi debía de ser la única que veía algo bello en ella. No representaba nada bonito, sino la lucha desesperada por la supervivencia, y la desesperanza de quienes combatían contra algo superior.

Y en silencio…

«Yo no seré el noveno».

Ambos Maestros se quedaron de piedra, antes de dirigir su cabeza hacia una de las plataformas superiores, de donde se había escuchado la voz. La del propio Ronin. No obstante, respiraron aliviados enseguida, al comprender que no habían sido imaginaciones suyas, sino de la propia sala.

Este lugar siempre me trae malos recuerdos ―comentó Ronin―. Os esperaré fuera. Pero, ¡eh! Es un conocimiento que debéis aprovechar ―se dirigió a las aprendizas―. Podéis quedaros el tiempo que queráis e ir adónde os plazca. La estatua es dura, por lo que confío en que no la rompáis. Con que no la lancéis al vacío…

Ronin salió por el mismo sitio por el que habían entrado, que se diferenciaba por una rasgadura en mitad del aire, arrastrando la carretilla. Y las tres se quedaron allí solas, en medio de ninguna parte.

Cada vez que… ―empezó a contar Nanashi, sin mirarlas, sólo pendiente de la estatua― tiene lugar un acontecimiento que pone en peligro la Orden o los mundos, los portadores tienen la obligación de dejar en este lugar los recuerdos que guardan sobre él. De este modo, perdurará para siempre. Ronin también tuvo que hacerlo en su momento. Yo todavía ni me había unido. Las memorias resuenan de vez en cuando, esperando ser escuchadas.

Se acercó a la estatua, tocando el brazo de la mujer y cogiéndole la mano, recordando el tacto de a quien bien había conocido.

Dentro de un tiempo, nos llegará el turno a nosotros ―continuó―. Tendremos que legar esta época a aquellos que vengan después. Pero… sólo lo harán quienes queden.

En pocas palabras: los perdedores no tendrían cabida alguna en el Templo.

«Es la séptima que desaparece»

Y otra voz más, de otra plataforma diferente.

En esta ocasión, Nanashi dio un respingo, se apartó de la estatua y se abrazó a sí misma. Se limitó desde entonces a contemplar únicamente la obra, fingiendo no haberla escuchado.
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Re: [Necrópolis de las Llaves Espada] La Historia jamás contada

Notapor Tsuna » Mié Oct 30, 2013 8:17 pm

Son fechas, Saeko. Probablemente, marcan el periodo en el que se construyó el templo. “A.G.” y “d.G.” … se refiere a la cronología que usamos los portadores. El antes y el después de la Guerra. Respecto a ese pasillo, no está estrictamente prohibido. Sin embargo, ninguno podemos pasar. Se derrumbó hace algún tiempo, a causa de una lucha que hubo dentro del Templo. Todo lo que allí se guardaba ha quedado profundamente enterrado. ―Y finalizó con tristeza.

Yo asentí con la cabeza, comprendiendo todo lo que había dicho. Entonces reflexioné un poco, ¿una lucha dentro del templo? Era una lástima que una parte de aquel lugar tan mágico e importante acabase de aquella manera, o eso pensaba. Si hubiesen destruido la placa o la vidriera de Zephyr, nunca hubiese podido ver tales maravillas con mis propios ojos.

Me dirigí de nuevo a la placa para confirmar la fecha… “35 – 39 d.G.”, no había pasado mucho desde que terminó aquella Guerra hasta que la placa fuera escrita.

Maestra Nanashi ―Dijo Nadhia de pronto, llamando mi atención, pues la había olvidado por completo. La observé de reojo, todavía frente a la placa―, querría preguntarle algo. Verá… esto… Mi amigo. Ragun, ¿se encuentra bien?

Abrí los ojos como platos ante la sorpresa de que Nadhia conociera a Ragun, ¿y de qué se conocerían si podía saberse? Por la pregunta comprendí que Ragun había abandonado tanto a Tierra de Partida como a sus antiguas amistades, cosa que no era de extrañar viendo el panorama.

Perfectamente.

Me giré hacia Nadhia entonces, y apoyada en mis propias caderas le diría:

Se encuentra muy bien. ―Añadí al comentario de la maestra, recordando el primer día que lo conocí y el combate que tuvimos que librar ante Ariasu.

Sigo admirándola, Maestra Nanashi ―Confesó Nadhia a continuación―. Pero sé que mi lugar está en Tierra de Partida. Hoy, en la prueba, he aprendido algo muy importante ―Y me buscó con la mirada directamente, haciéndome sentir algo incómoda―. A pesar de nuestras diferencias, seguimos siendo iguales. ―¿Iguales, ella y yo? No hacía falta más que un vistazo entre nuestros atributos físicos para ver la clara diferencia que había entre ambas.

¡Ja! ―Exclamé a modo de burla de inmediato, y pude ver cómo Nadhia, en lugar de mantenerse firme, escondía la mirada, tímida. Sin lugar a dudas, era una chica bastante endeble, una que no merecía estar en nuestro bando, Bastión Hueco.

Sin embargo, algo que me dejó casi con la boca abierta es que la maestra Nanashi asintiera a su comentario, compartiendo su opinión. Inmediatamente una extraña sensación me embargó por dentro, me pedía a gritos que apartara a Nadhia de la presencia de la maestra, ¿acaso… acaso tenía celos de ella porque la mujer aprobara sus ideas? ¿Qué podía tener Nadhia de especial? No lo llegaba a comprender, sólo me limité a cruzarme de brazos y seguir adelante.

Una vez en el siguiente punto del recorrido, se me presentaba delante una sala idéntica a la anterior, excepto por el hecho de que esta se me hacía más pequeña por la ausencia de salida alguna, y porque la vidriera del techo era diferente: Un corazón azul rodeado de nubes grises. Estuve a punto de preguntarle a la maestra el significado de la nueva vidriera, pero fui interrumpida.

Maestra Nan-

Por aquí, chavalas.

Y el maestro Ronin se dirigió a una zona de la pared en concreto, en la que parecía haber una especie de rayo dibujado. Al instante, atravesó la pared sin problema alguno y la maestra le siguió, quedando Nadhia y yo a solas. Tras la sorpresa del pasaje oculto, la miré por encima del hombro, aun con aquella desagradable sensación dentro de mí. Me aproximé a ella rápidamente y le dije prácticamente en el oído.

De ninguna forma somos iguales, no te atrevas a comparar, por ejemplo, al maestro Ryota con… Ronin, tu maestro deja mucho que desear, si me permites mi opinión. —Ante todo, intenté mantener la educación con el enemigo, pero se me notaba bastante malhumorada con Nadhia.

Y sin mediar más palabras, seguí los pasos de la maestra. Oscuridad, y una gran vidriera a mis pies, el mismo paisaje que había enfrentado durante la prueba, pero ligeramente diferente. La vidriera situada a mis pies no era la mía, sino una que mostraba la entrada del templo junto con un ambiente sombrío y siniestro, además de reflejar una pequeña cantidad de Llaves Espada clavadas en la entrada. Un ligero escalofrío me recorrió el cuerpo al presenciar el dibujo, que no me resultó del todo agradable.

Más y más vidrieras por todo el lugar, algunas más altas que la que pisaba, otras más pequeñas, y conectadas mediante extraños peldaños. ¿A qué clase de lugar había ido a parar?

¿E-es posible que sigamos dentro del Templo? Me cuesta creerlo. —Comenté en voz alta para mí misma, sin esperar una respuesta.

El maestro Ronin depositó la enorme caja en el centro de la vidriera, buscó su cerradura e invocó su propia Llave. Entonces un haz de luz emergió de esta, conectando con la cerradura y logrando que la caja desapareciese para dar lugar a una estatua.

Estatua que reflejaba la escena de lo que parecía una batalla. Quedé muda, contemplando cada uno de los detalles de tal majestuosa obra, ¿cuánto tiempo había tomado crearla? ¿Y para qué?

Es preciosa. ―Comentó la maestra, yo asentí a su comentario pues opinaba lo mismo, pese a lo que simbolizaba; un cruel combate.

Sólo es una estatua, mujer.

Y se hizo el silencio. Yo continué fijándome en cada detalle del monumento, los colores, los hechizos, las expresiones de cada una de las figuras… ¿Habría perdido el maestro Ronin de Tierra de Partida su ojo en aquella batalla? Su parche así lo indicaba, imaginé que debió ser doloroso.

«Yo no seré el noveno»

Este lugar siempre me trae malos recuerdos. Os esperaré fuera. Pero, ¡eh! Es un conocimiento que debéis aprovechar. Podéis quedaros el tiempo que queráis e ir a dónde os plazca. La estatua es dura, por lo que confío en que no la rompáis. Con que no la lancéis al vacío…

Arqueé una ceja, verdaderamente molesta por aquel último comentario. Era evidente que Nadhia no sería capaz de hacerle nada a la estatua, ¿pero yo? ¿Por quién me tomaba?

Antes de poder decirle nada, el maestro salió del lugar por una especie de grieta situada en el aire, a mis espaldas.

¡Eso último sobraba! ¡¿Quién se piensa que soy yo?! ―Grité molesta al aire. Y por supuesto que iba a aprovechar el conocimiento de aquel lugar, por algo había decidido acompañar a la maestra.

Espiré con fuerza bastante aire y me relajé, resignada.

Cada vez que… tiene lugar un acontecimiento que pone en peligro la Orden o los mundos, los portadores tienen la obligación de dejar en este lugar los recuerdos que guardan sobre él. De este modo, perdurará para siempre. Ronin también tuvo que hacerlo en su momento. Yo todavía ni me había unido. Las memorias resuenan de vez en cuando, esperando ser escuchadas.

Me crucé de brazos, aproximándome a la maestra Nanashi y razonando lo que había dicho sobre las memorias que resonaban.

Dentro de un tiempo, nos llegará el turno a nosotros. Tendremos que legar esta época a aquellos que vengan después. Pero… sólo lo harán quiénes queden.

Maestra… ―Le dije con cierto aire de preocupación.

«Es la séptima que desaparece»

La maestra reaccionó ante aquella voz apartándose de la estatua y abrazándose a sí misma. Por mi parte, no comprendía bien qué era aquel lugar, había mencionado que se dejaban allí los recuerdos de sucesos importantes, ¿eran entonces aquellas voces que resonaban los propios recuerdos? ¿Y qué papel exacto tenía la estatua?

¿La séptima que desaparece? ¿Puedo suponer que eso son los recuerdos que dejaron los Caballeros de antaño? ¿A qué se refería exactamente con eso de que desaparece? ―Si lo había comprendido bien, estaría muy interesada en conocer aquellas historias, pues aquel era mi propósito en la Necropolis ese día; no pensar en las posibles "semejanzas" que pudiese tener con los de Tierra de Partida.

Volví a echarle un vistazo a Nadhia de reojo, pensando el por qué la maestra había estado de acuerdo anteriormente con su comentario, ¿y si yo me equivocaba? ¡No, era imposible! Si fuésemos iguales a pesar de las diferencias, ¿qué sentido tenía Bastión Hueco? Definitivamente, ella no podía tener razón.

Esperé pacientemente a que la maestra respondiese o Nadhia preguntase algo interesante.
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Re: [Necrópolis de las Llaves Espada] La Historia jamás contada

Notapor EspeYuna » Vie Nov 08, 2013 1:08 am

Son fechas, Saeko. Probablemente, marcan el periodo en el que se construyó el templo. “A.G.” y “d.G.” … se refiere a la cronología que usamos los portadores. El antes y el después de la Guerra. Respecto a ese pasillo, no está estrictamente prohibido. Sin embargo, ninguno podemos pasar. Se derrumbó hace algún tiempo, a causa de una lucha que hubo dentro del Templo. Todo lo que allí se guardaba ha quedado profundamente enterrado.

Había escuchado con atención las palabras de Nanashi antes de comentarle mi opinión y preguntarle sobre Ragun. Antes y después de la Guerra, pensé. Sólo imaginaba una gran horda de aprendices y Maestros luchando entre sí... un ligero escalofrío me recorrió la nuca. Y angustia, pues en la actualidad, existían varios bandos, con ideas diferentes sobre el porvenir de los portadores y el intersticio de los mundos.

Perfectamente.

De alguna manera, su sequedad me resultó más tranquilizadora que las palabras de Saeko.

Se encuentra muy bien ―añadió, dejándome entonces con la duda. Pero si la Maestra me había respondido con sinceridad ante todo, era cuanto menos pensar que no tenía por qué engañarme.

"A no ser que te oculte que hacen algo con él para evitar problemas aquí dentro", de pronto, meneé la cabeza, intentando hacer salir aquellos pensamientos de mi mente. Me había imaginado algo realmente retorcido, pero, ¿qué esperar tras haber escuchado historias sobre la Maestra que desapareció en Bastión Hueco junto a su aprendiz? Es más, las reacciones de Saeko a mi punto de vista hicieron que todo el calor del cuerpo se fuera a mi rostro, no por pasar vergüenza... era rabia. La aprendiz parecía muy segura de sí misma, tanto que me miraba por encima del hombro. Era molesto... pero debía controlar mis emociones. Era un lugar sagrado, y no permitiría que sus provocaciones me jugaran una mala pasada. No quería decepcionar a Ronin, ni siquiera a Nanashi.

Volví a la realidad cuando Ronin nos pidió que le siguiéramos. Justo antes de ponerme en marcha, alguien se acercó a mí, lo suficiente como para invadir mi espacio y hacerme sentir muy, muy incómoda.

De ninguna forma somos iguales, no te atrevas a comparar, por ejemplo, al maestro Ryota con… Ronin, tu maestro deja mucho que desear, si me permites mi opinión —con los ojos en blanco, noté como los pasos de Saeko se alejaban y seguían de cerca a Nanashi. A mí me costó volver a sentir las piernas, quizás algo cohibida por sus palabras, que eran un tanto... molestas. Estaba claro que sabía controlarse también, pero eso era porque yo todavía no había prendido fuego.

Aunque, conociéndome... la paciencia era uno de mis fuertes. Sin embargo, aquel jueguecito de cría consentida me estaba sacando de quicio. A espaldas de su maestra, diciendo cosas al oído o antes de que yo pudiera defenderme, estando absorta en la prueba del Templo. Era cuestión de tiempo que pudiera explotar en cualquier momento. Pero recordé lo que luego ocurría en mi niñez: "Chivata".

Una risa nerviosa asomó por mis labios.

"¿Comparando esta tontería con esos años, Nadhia?"

* * *


¿E-es posible que sigamos dentro del Templo? Me cuesta creerlo.

Por primera vez en toda la visita asentí a la opinión de Saeko. Volvíamos a estar rodeadas de oscuridad, y bajo nuestros pies se encontraba una vidriera, como la de mis sueños.

Como el Descenso a mi corazón.

El maestro Ronin depositó la enorme caja en el centro de la vidriera. Ágil, invocó su Llave-Espada y buscó la cerradura para mostrarnos, al fin, lo que había traído consigo. Me quedé muda. No sabría explicar cómo me sentí al contemplar aquella escultura. Tan real...

Es preciosa ―comentó Nanashi, tan sorprendida como nosotras.

Sólo es una estatua, mujer.

Y entonces fue cuando me di cuenta de que el joven muchacho al que agarraba aquel misterioso personaje era...

«Yo no seré el noveno»

¿Eh? ―me volví, nerviosa.

Había escuchado una voz, que aunque familiar, sonaba más lejana, y más aguda.

Este lugar siempre me trae malos recuerdos. Os esperaré fuera. Pero, ¡eh! Es un conocimiento que debéis aprovechar. Podéis quedaros el tiempo que queráis e ir a dónde os plazca. La estatua es dura, por lo que confío en que no la rompáis. Con que no la lancéis al vacío…

Sonreí con el comentario, pero por dentro me invadió una sensación de angustia. No, no. Quedarme a solas con Nanashi y con Saeko no me hacía mucha gracia. En parte, no me importaría con la Maestra. Pero de Saeko no me fiaba un pelo. Después de haberme dicho eso al oído, lo único que faltaba era hacerme una zancadilla mientras Nanashi no miraba.

¡Eso último sobraba! ¡¿Quién se piensa que soy yo?! ―gritó Saeko.

Ante su reacción sonreí. El Maestro Ronin solía ser así de bromista y no decía las cosas muy en serio. Aquello se lo había tomado como una grave ofensa a su honor.

"Es de los que no tienen ningún tipo de pudor en meterse con los demás. Pero si usas su mismo juego, se altera y es capaz de perder el control. Parece que en eso somos algo diferentes al final, Saeko."

Cada vez que… tiene lugar un acontecimiento que pone en peligro la Orden o los mundos, los portadores tienen la obligación de dejar en este lugar los recuerdos que guardan sobre él. De este modo, perdurará para siempre. Ronin también tuvo que hacerlo en su momento. Yo todavía ni me había unido. Las memorias resuenan de vez en cuando, esperando ser escuchadas.

¿Las memorias? ―pregunté al aire, más que a Nanashi.

¿Eso quería decir que algún día los sucesos de Bastión Hueco se plasmarían aquí? ¿Alguien podría escucharme en el futuro...?

No sabía si sentirme halagada o tener miedo por lo que fueran a pensar los futuros portadores. Mi comportamiento en Bastión Hueco fue de todo, menos de lo que sentirse orgullosa de una misma.

Dentro de un tiempo, nos llegará el turno a nosotros. Tendremos que legar esta época a aquellos que vengan después. Pero… sólo lo harán quiénes queden.

Quienes queden ―repetí.

Una sensación desagradable se me acumuló en la garganta, al igual que un irremediable vacío en el estómago. Los que quedaran... ¿cuántos sobrevivirían a lo que... estuviera por suceder?

Maestra…

«Es la séptima que desaparece»

La reacción de la Maestra Nanashi fue la más humana que tuvo hasta el momento que habíamos pisado el templo. Abrazándose, quizás aquella voz le afectaba mucho más de lo que nos imaginábamos. ¿Quizás alguien querido?

¿La séptima que desaparece? ¿Puedo suponer que eso son los recuerdos que dejaron los Caballeros de antaño? ¿A qué se refería exactamente con eso de que desaparece?

Ignoré las miradas de reojo de Saeko, más interesada en su pregunta. Mis ojos contemplaban, temerosos, la expresión de quien sostenía al joven Ronin en el aire.

¿Quién era ese hombre? ―pregunté de pronto.
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Re: [Necrópolis de las Llaves Espada] La Historia jamás contada

Notapor Nell » Jue Nov 21, 2013 1:58 am

La Maestra se giró hacia Saeko, con lentitud, como si el tiempo apenas pasara. O, más bien, como si ella estuviera aún perdida en sus propios pensamientos, que respondía de manera automática y sin pasión.

Esta habitación cuenta el desastre que aconteció hace muchos, muchos años. Yo ni siquiera era una aprendiz. Dicho desastre comenzó con desapariciones. Los aprendices y más novatos portadores se esfumaban, de uno en uno, sin dejar ningún rastro ―concentró su mirada en ella―. Debes tener en cuenta también que la Orden nunca ha tenido tal cantidad de aprendices como actualmente. Antes, un par marcaban la diferencia. Y que no se encontrara nada de ellos era… terrible.

»Hasta que el noveno sobrevivió.

Nanashi volvió en sí poco a poco, y comenzó a caminar bruscamente, dando una vuelta completa por el borde de la plataforma en la que se encontraban, observando las demás que había a sus alrededores, tanto arriba como abajo. Había escuchado la pregunta de Nadhia, pero no la respondió hasta haber terminado.

El enemigo ―respondió escuetamente, cruzándose de brazos y mirando de reojo otra vez la estatua y figura que había señalado la aprendiza―. ¿Por qué no lo descubrís por vosotras mismas? Ellos os lo mostrarán. Los recuerdos, sí, Saeko ―también aclaró la duda anterior de la joven.

Entonces, empezó a señalar las plataformas y escaleras, según iba hablando, para mostrarlas los caminos que les serían de interés.

De ahí ha venido la primera voz ―señaló una plataforma superior―. Donde encontraréis al noveno aprendiz. De ahí, procede la segunda voz ―señaló a una inferior, cuyo dibujo podían vislumbrar desde allí: la tierra árida de aquel mundo, plagada de tumbas, alrededor de las cuales se congregaban algunas personas―. Y si tu interés está en ese hombre… entonces podrás encontrarle allí ―señaló a otra superior, y luego advirtió―. Pero no tengas prisa tampoco en adelantarte a los acontecimientos, o perderás parte de la historia.

»Si escucháis alguna otra voz que no corresponda al lugar donde estáis, sólo tenéis que agudizar el oído. Suelen quedar restos de eco que permite su localización. Sois también libres de ir al que os plazca.
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