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[Necrópolis de las Llaves Espada] La Historia jamás contada

NotaPublicado: Sab Abr 13, 2013 1:46 am
por Nell
Nada es para siempre.

Es la gran verdad que aprende todo guerrero que se enfrenta alguna vez a la batalla. Hasta entonces, ningún entrenamiento le enseña la cruda realidad que tendrá que experimentar algún día. Se adiestrará, combatirá y morirá. No quedará nada de él, salvo sus logros, sus hazañas, y las consecuencias de sus heroicas (o no tan heroicas) victorias.

Y no por ello deja de ser triste la marcha de uno. Sobre todo cuando nunca ha tenido la oportunidad de llegar a serlo del todo.

En eso pensaba el Maestro, mientras clavaba la Llave Espada de quien había sido su alumna, en la árida tierra de la Necrópolis, como ellos la llamaban. Ante él, se extendía un público sereno, sosegado y mortalmente silencioso. Casi había pasado a ser una tradición que no se vertieran lágrimas en los funerales de los suyos, como quien despide a un luchador que conocía, desde el principio, el trágico final que podía tener; y aun así, sin embargo, se decidía a afrontarlo con valentía.

Otra más… se va ―declaró el Maestro, rodeando aún el mango de la Llave con la mano―. Y aquí, por fin, descansará de su cometido, junto al resto de sus hermanos ―tomó aire ―. Su corazón nunca se marchará. No, al menos, mientras la recordéis. Vivirá en los recuerdos de quienes la amaron, la apoyaron y la ayudaron. Vivirá en Tierra de Partida, y en cada mundo que la vio crecer. Y la fuerza que nos brindó con su labor pasará a futuras generaciones. Jamás permitiremos que su sacrificio a la causa haya sido en vano.

»Los lazos forjados entre corazones no desaparecen ―pronunció más alto―. Sed fuertes, creed en ellos y nunca olvidéis a quienes nos dejaron.

El Maestro guardó silencio. Si bien su oración había sido en voz alta, la de los demás, en cambio, debía ser en cada uno de sus corazones.

Sólo un muchacho entre la pequeña multitud se acercó, para dejar colgada, sobre la Llave, un amuleto en forma de estrella. Tenía dibujado en él la cara de un conejo, con el nombre de ambos jóvenes. Después de que éste le hubiese servido en muchas ocasiones al aprendiz, se lo devolvía a su dueña junto a la mutua promesa, quien nunca más podría usarlo.

Incapaz de permanecer más tiempo frente a la única tumba que tendría de ella, se alejó para perderse de nuevo entre sus compañeros, con patentes esfuerzos por mantenerse firme. El Maestro lo vio alejarse con tristeza, comprendiendo la dura recuperación que le esperaría al joven a partir de entonces.

Finalizada la ceremonia, los asistentes, Maestros y aprendices por igual, fueron marchándose uno a uno, presentando sus respetos frente a la Llave. El Maestro esperó tras ella, hasta que el último de ellos hubo partido. O casi. Sólo una persona se quedó a esperarle, y al reconocerla, se acercó.

«Era joven», mencionó la Maestra. Pocas serían las veces en las que no se la viera sonreír, y aquella, precisamente, era una de ellas. Los funerales no amilanaban su alegría, pero sí la despedida para siempre de alguien. «Una buena chica. Me contaba cosas increíbles de su mundo, porque verás, procedía de uno muy particular. Se llama Tierras del Reino, me parece. Ella nació como una leona, y visitó en sus correrías de cachorra todo tipo de lugares: desde cementerios de elefantes hasta bosques agrestes ¡Y vivió muchas aventuras! Incluso una vez tuvo que socorrerla el soberano de ese reino por el lío en el que se habían metido ella y sus amigos».

«También había veces en las que me decía que no se acababa de acostumbrar a las dos patas, después de toda una vida a cuatro. Pero se esforzaba en transformarse en humana para relacionarse con los demás aprendices. Pensaba que la dejarían de lado si no lo hacía».

Así era ella. Después de tanto rito solemne con el funeral, había localizado una presa idónea para hablarle de todo lo que se le había pasado por la cabeza en la última hora. Si no fuera porque aún duraba la atmósfera protocolaria, contaría las historias que sabía de manera más jovial.

Ni siquiera la mudez de sus labios le impedía hablar por los codos. Se comunicaba de la única manera que sabía: por lengua de signos. Y lo hacía incluso mejor que si hablara. Los gráciles movimientos, las descripciones tan visuales y la rapidez con la supresión de los conectores. Movía las manos a tal velocidad que a los aprendices más novatos les costaba seguir su ritmo, sobre todo cuando éstos habían empezado a aprenderla. Y aun así, pocos desfallecían en el intento. Merecía la pena el esfuerzo con tal de poder conversar con la alegre Maestra.

Al ver ésta los ojos del hombre desviarse en más de una ocasión, comprendió que no le estaba prestando nada de atención. Tenía la cabeza en otra parte. Al darse cuenta, decidió incidir en el tema directamente.

«Es la séptima que desaparece».

Lo sé. Es preocupante, sí ―corroboró el Maestro―. Cada muerte o desaparición tiene su explicación. El primero, perdido en el bosque; el siguiente, caído desde su Glider; otra que disparó a su compañero, y luego se suicidó; el turbio asuntillo del flan gigante, aún sin aclarar; el muchacho perdido por el espacio, y del que sólo se encontró su armadura; y, por último, ésta, Nanami, aparentemente ahogada por la mala ejecución del hechizo. Sin embargo, no puedo dejar de estar inquieto…

La Maestra asintió.

«No parecen coincidencias».

O puede que me esté empezando a hacer viejo y vea enemigos hasta de debajo de las piedras ―soltó una carcajada, relajando el ambiente tan tenso que habían tenido hasta entonces―. En cuyo caso, señorita, no debería dejarme hacer conjeturas precipitadas. Los cascarrabias como yo nos equivocamos muchas veces.

Por fin, Awyr sonrió, asintiendo de nuevo. Ambos seguían intranquilos, pero confiaban en que pudieran llegar a la verdad del asunto antes del siguiente accidente.

¡Qué ingenuos!

El Maestro abrió un Portal de Luz, invitándola a marcharse juntos. Aquel cielo permanentemente encapotado nunca le había gustado, ni mucho menos tener que estar rodeado de las cientos de Llaves Espada, cada una representante de su anterior dueño. Era un sitio demasiado sagrado para mantener en él una charla más optimista.

«Por cierto, Rayim, ese nuevo alumno tuyo…».


___



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Nadhia y Rhía

Como todas las historias sobre aventuras que se cuentan, el día comenzó como otro cualquiera. Ninguna de las jóvenes aprendices fue llamada para alguna misión en el exterior, tarea o recado que a algún Maestro se le antojase. Por lo tanto, tenían la mañana libre.

O eso pensarían.

Estaban haciendo… bueno, quién sabe, lo que hacen las jóvenes en la flor de la vida durante su tiempo libre. Por un lado y por otro, ocurrió que llegó un moguri volando hacia ellos, Nadhia y Tandy; y hacia ella, Rhía, irrumpiéndoles a todos en la tarea que fuese. Ambos parecían emocionado.

¡Tandy! ¡Necesitamos tu ayuda, kupó! Y la de todos los moguris, kupopopó! ¡Por fin ha llegado el día! ―exclamó. Luego, se fijó en Nadhia―. También puede ayudarnos, señorita, si es tan amable, kupó.

¿Tú quién eres, kupó? ―le preguntaría, por el contrario, el otro moguri a Rhía―. ¿Nueva, no? ¡Da igual, servirás, kupó! ¡Ven conmigo! ¡Va a ser genial, kupó, te lo prometo!

Si Nadhia preguntaba a Tandy, éste tampoco sabría a qué se refería, puesto que llevaba menos tiempo en Tierra de Partida que ella. Por otro lado, Rhía había tenido anteriores contactos con moguris, que por cierto… no habían salido demasiado bien, por lo que podía fiarse más o menos de la palabra de éste, según su criterio.

¡Rápido, o lo harán sin nosotros! ―les apremió.

Sus intenciones eran llevarles a una parte lateral de los Jardines, cercana a la espesura. Los dos moguris ya se marchaban hacia allí, cumplidas las tareas: una, la de avisar a su compañero de raza; y otra, la de hacer correr la voz. Fuera lo que fuese, si el primero había ido a buscarles, es que Tandy estaba involucrado… de algún modo. Y el segundo podría estar tan ilusionado que estaría llamando a todo aprendiz que se encontrase.


Saeko

Es hoy ―comentó Nanashi.

Unas horas atrás, Saeko había recibido una citación de la Maestra para personarse allí a la hora indicada por ésta. Estaban en la entrada principal de Bastión Hueco, frente a la fuente, donde solía pasar sus horas muertas otra persona, Hisa Wix. En ese momento se encontraba en lo alto de la lámpara. Las observaba a ambas de reojo, pero no osó intervenir en la conversación.

Las dos ya se habían conocido tiempo atrás, cuando la mujer se ofreció a curarles las heridas de la cruel prueba que les habían impuesto, a ella y a otro chico. Entonces, no tuvieron demasiado tiempo para hablar. De hecho, apenas intercambiaron unas cuantas palabras, a pesar del interés de Saeko por saber si podía encontrar en ella a otra apasionada de los libros en aquel castillo.

Tal vez aquella fuese una oportunidad mejor para volver a abordar el tema, si no había perdido el interés.

La Maestra Nanashi había cambiado. Sin embargo, seguramente sólo lo notasen sus antiguos aprendices o conocidos más cercanos. Seguía manteniendo un porte alto, estricto y reglamentario, pero había perdido todo su brillo. Ponía el mismo empeño de siempre en sus labores de instructora, y aun así, la desmotivación hacia su trabajo de Maestra era palpable. Pocos eran los días en los que no se la viera más pálida de lo habitual, o sin esbozar ni una triste sonrisa.

La traición no le había sentado demasiado bien.

Hisa también habría querido venir. Al fin y al cabo, le traería buenos recuerdos. Pero el Maestro Ryota se lo ha prohibido ―cerró los ojos, lamentando que hubiese tomado dicha decisión, y sin osar, no obstante, oponerse a ésta―. Qué lástima.

No se escuchó ninguna respuesta del techo.

Hoy es un día muy especial ―prosiguió Nanashi, aludiendo de nuevo a la importancia de algo que a Saeko poco le decía―. Ya han pasado veintisiete años… Por entonces, yo ni siquiera era una aprendiza. Ojalá hubiese podido vivirlo por mí misma. Y, al mismo tiempo, debería alegrarme de que no fuera así.

»Es imposible resistir la tentación de ir a la propia “inauguración” para mirar, aunque el resto de Maestros no estén interesados. Y me gustaría que me acompañaras. Si de verdad te interesa el conocimiento, la lección de Historia de hoy te será muy productiva.

Si Saeko era curiosa, a aquellas alturas estaría deseando saber de qué hablaba Nanashi, y por qué no era nada clara en sus palabras. Si, por el contrario, el tema le importaba bien poco, desgraciadamente el resultado sería el mismo: la Maestra parecía no admitir réplica.

Tampoco quiero llevarme a más gente. Podrían considerarnos una amenaza, y mi intención es que nuestra presencia sea meramente de espectadoras. Un encuentro pacífico.

»¿Estás lista? No será peligroso, porque irás conmigo, pero prepárate bien. Vamos a un mundo donde nunca has estado.

La Maestra salió al exterior, donde esperaría a Saeko, por si la aprendiza quería ir a buscar algo a su habitación. O hacer alguna otra cosa antes.

Re: [???] La Historia jamás contada

NotaPublicado: Dom Abr 14, 2013 10:50 pm
por EspeYuna
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Tandy's Ballad


¡Nadhia, kupó! ―gritó desesperado mi guardián, deteniéndome a mitad de los pasillos― ¡Me lo prometiste!

Lo siento Tandy, pero hace dos días que no voy ―le dije, frunciendo el ceño e intentando pasar, pero el moguri parecía dispuesto a no dejarme tranquila― ¡Oh, vamos! ¡Déjame pasar!

¡Tres días, kupó! ―señaló con una de sus manitas mientras volaba frente mía, impidiéndome el paso al exterior― ¿Vas a faltar a tu promesa?

Suspiré, irritada. La verdad es que mi compañero de aventuras tenía razón, pues le prometí la semana anterior que no volvería por aquel lugar hasta haber recuperado las fuerzas necesarias. Sin embargo, el hecho de no ser convocada a ningún entrenamiento o misión por mi Maestro me hacía sentir una completa inútil encerrada en mi habitación. Pensé que los libros de Ágatha me distraerían lo suficiente, pero no fue así. Y no es que no fueran interesantes de por sí, sino que mi cabeza sólo pensaba en una persona.

Un amigo a quien tenía que salvar.

Y la situación me hacía mantener el pico cerrado y no acercarme demasiado a Light o a cualquier amigo de Tierra de Partida, pues mi cara era un libro abierto. No sabía mentir.

Intenté usar la famosa finta de El Destello Dorado para abrirme paso con mi guardián, pero fue inútil. El moguri aprovechó entonces para usar todo su peso en mi cabeza.

¡Tandy, para de una vez! ―le amenacé, pero parecía estar divirtiéndose con todo aquello― ¿Qué tengo que hacer para que me dejes ir?

Ya te lo dije, kupó ―Tandy dejó de revolver mis cabellos y asomó su cabeza a la mía, volando boca abajo―. Tres días. Mañana podrás comenzar de nuevo con esa locura en la que te has metido, tan, tan.

» Nadhia, por favor, kupó. Sólo quiero protegerte. Para eso acepté el pacto, ¿recuerdas?

"..."

Pensé por un momento en usar el pacto para obligar a Tandy a dejarme ir, pero descarté la idea de inmediato. Porque en realidad, él estaba preocupado por mí y sería demasiado egoísta y rastrero usar mi poder en contra de su voluntad. No sería como él. Suspiré y le acaricié la cabeza.

Tú ganas, pequeño granuja ―revolví el pelo de su cabeza mientras él reía, despreocupado―. Pero ahora dime, ¿qué hacemos en lo que resta de día? No pienso volver a encerrarme en la habitación y...

¡Tandy! ¡Necesitamos tu ayuda, kupó! Y la de todos los moguris, kupopopó! ¡Por fin ha llegado el día! ―de repente Tandy se sobresaltó al verse sorprendido por uno de los moguris del castillo―. También puede ayudarnos, señorita, si es tan amable, kupó.

¿Mande? ―comentó mi compañero, sin entender a qué se refería el moguri. Éste vio la duda en mis ojos cuando se giró hacia mí, quizás buscando también la respuesta. Negó con la cabeza― No tengo ni idea, tan, tan.

Escuché como otro moguri se acercaba a una muchacha en la lejanía. Parecía igual de emocionado que aquel que nos había ido a avisar.

¡Rápido, o lo harán sin nosotros! ―apremiaron ambos al unísono.

Reí ante su falta de paciencia, aunque estaban entusiasmados, por lo que entendía su comportamiento. Un comportamiento realmente adorable.

Bueno, al menos tenemos algo que hacer hoy, ¿no? ―dije, sonriente al pequeño moguri que me había invitado al misterioso evento de aquel día―. Sería un placer ayudaros.

Tandy marcó debajo de sus bigotes una sonrisa, mientras se recostaba en mi hombro derecho, como siempre solía hacer. En sus ojos pude ver el alivio. Parecía no fiarse de mí, al menos no del todo cuando le dije que no iría.

¿A qué esperamos entonces, kupó? ―ensalzó, risueño― ¡Vamos, tan, tan!

Asentí y seguí al moguri que nos había invitado a echarles una mano.

La pregunta era, ¿a qué? ¿Y por qué era un día especial? La curiosidad me mataba por dentro mientras el moguri nos llevaba a una parte lateral de los jardines y se alejaba de nuevo para avisar a todo aprendiz que pasara por allí.

Antes que nada, me acerqué a la joven y le saludé.

Parece que los moguris están preparando algo especial hoy, ¿verdad? ―comenté, a modo de romper la barrera de la timidez, algo que se me estaba dando de maravilla a comparación de los primeros días de mi estancia en Tierra de Partida― Me llamo Nadhia, y éste es Tandy, mi compañero.

» ¿Tú sabes de qué va todo esto?

Sonreí mientras esperaba la respuesta de la chica y contemplaba en la lejanía a los moguris. Por un momento olvidé las preocupaciones que acarreaban mi cabeza aquellos días.

Re: [???] La Historia jamás contada

NotaPublicado: Lun Abr 15, 2013 2:29 am
por Tsuna
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Siempre solía levantarme temprano, me gustaba prepararme con antelación todas las mañanas, a diferencia de Gengar. Como siempre, yo tan estricta y responsable con mis tareas. A mí no me importaba que él se quedara durmiendo varias horas de más, o incluso medio día, de hecho me hacía un favor al fin y al cabo, él era feliz así y me dejaba a mí tranquila.

Varias horas atrás la maestra Nanashi quiso reunirse conmigo a una hora determinada, por lo que sin decirle nada a Gengar me aventuré a ir yo sola al punto de encuentro. La entrada de Bastión Hueco, ni más ni menos.

Es hoy.

¿Um? —Murmuré, olvidando el oscuro paisaje que me había hipnotizado unos instantes para prestar atención a la maestra.

Hisa también habría querido venir. Al fin y al cabo, le traería buenos recuerdos. Pero el Maestro Ryota se lo ha prohibido. Qué lástima.

¿Hisa? Me fijé de reojo en la mujer de cabello color sangre, no era la primera vez que la veía y parecía estar atenta a mi encuentro con la maestra, cosa que me incomodó severamente. Ignorando a esa mujer y atendiendo a las palabras de la maestra Nanashi, debía admitir que no tenía idea de lo que hablaba. ¿Ir a dónde?

Hoy es un día muy especial —No pude evitar darme cuenta de que la maestra no se encontraba del todo bien, parecía más pálida de lo normal. Era inevitable el recordar la primera ocasión en la que intercambiamos palabras, junto a Saito, sin embargo... aquella aura que emitía por aquel entonces, esa que me alivió y calmó la tensión del cruel combate en su día, ya no se hallaba presente.— Ya han pasado veintisiete años... Por entonces, yo ni siquiera era una aprendiza. Ojalá hubiese podido vivirlo por mí misma. Y, al mismo tiempo, debería alegrarme de que no fuera así.

Maestra, ¿a qué se refiere? —Pregunté, haciendo un gran esfuerzo por ignorar a Wix, que nos observase sin intervenir no me agradaba en lo más mínimo. Por supuesto, tampoco le prestaba atención a si el Maestro Ryota le prohibía algo o no, esos no eran mis asuntos.

»Es imposible resistir la tentación de ir a la propia “inauguración” para mirar, aunque el resto de Maestros no esté interesados. Y me gustaría que me acompañaras. Si de verdad te interesa el conocimiento, la lección de Historia de hoy será muy productiva.

Maestra, es un honor que haya pensado en mí para esto, por supuesto que estoy interesada. ¿Pero por qué ha decidido escogerme solamente a mí?

Era evidente que no tenía ni idea de a lo que se refería con “inauguración”, pero parecía ser algo importante. Una clase de historia con la maestra Nanashi me vendría de perlas, en el fondo le estaba muy agradecida por tenerme en cuenta.

Tampoco quiero llevarme a más gente. Podrían considerarnos una amenaza, y mi intención es que nuestra presencia sea meramente de espectadoras. Un encuentro pacífico.

¿Una amenaza?

¿Por qué razón iban a considerarnos así? ¿Quiénes?

»¿Estás lista? No será peligroso, porque irás conmigo, pero prepárate bien. Vamos a un mundo donde nunca has estado.

No podía negar que la curiosidad y la ilusión de saber más me comían por dentro, pero antes de partir tenía cosas importantes que hacer...

¡M-maestra, espere un momento por favor, ahora vuelvo!

Corrí por los pasillos del castillo como si no hubiese mañana hasta llegar a mi habitación. Ante el pomo de la puerta, aún iluminada por las grandes vidrieras del lugar, me recogí el cabello y me adentré en la oscuridad. Una vez allí pude ver a Gengar recién levantado y algo somnoliento. Me miró con cierta confusión.

¿Saeko? ¿Dónde has estado?

Gengar... Hay algo que debo decirte.

Cerré la puerta y lo observé fijamente, intimidando a la criatura. Sin embargo yo no tenía intención de reprocharle nada.

Y-ya sé que tengo que levantarme más temprano y ser más serio pero no importa un día que otro...

Me agaché frente a él y le acaricié el suave y morado pelaje, en la zona de su cabeza. Le sonreí.

¿Sa-saeko? ¿Qué ha pasado?

Hoy iré por mi cuenta Gengar, la maestra Nanashi me ha pedido que la acompañe a cierto lugar para aprender más. Así que te toca estar solo hoy.

Mi pequeño compañero mostró preocupación en su rostro.

¿Y qué quieres que haga por ti en tu ausencia?

Entrena duro, eso quiero que hagas. Ya te explicaré lo sucedido cuando vuelva, ¿vale? Así tú te fortalecerás, y yo aprenderé. —Acto seguido observé la katana a los pies de mi cama, no la consideré necesaria para esta ocasión, por lo que la ignoré. Al fin y al cabo iba a ser una clase de Historia, o algo así.— Volveré, ten mucho cuidado.

Me marché, cerrando la puerta y observando su cuerpo una última vez.

Pues vaya, ¿quiere que entrene? Eso está hecho, Saeko. Estamos juntos en esto desde el comienzo, pondré de mi parte hasta que no me queden fuerzas.

Me apresuré a llegar cuanto antes al punto de encuentro. Me vi obligada a detenerme apoyando mis manos sobre mis rodillas, jadeé agotada intentando coger aire.

Siento... la tardanza. —Dije, seria.— Podemos partir cuando desee, maestra Nanashi.

Observé su rostro, tan serio como el mío. Entonces recordé que por culpa del tonto de Saito ella nunca me dio la respuesta que yo deseé en su día. Era la oportunidad para plantearlo de nuevo, ¿todavía sentía yo curiosidad por lo que ella leía? Era evidente, yo devoraba los libros de la biblioteca de manera indiscriminada, quizás algún consejo suyo me pudiese venir bien.

Maestra, ¿qué clase de libros lee usted? ¿Me recomienda algún género en particular?

Esperé con paciencia sus palabras, la seguiría también allá a donde me quisiese llevar.

Re: [???] La Historia jamás contada

NotaPublicado: Dom May 12, 2013 1:31 am
por Nell
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Lavanda queda expulsada de la Trama. Si quiere que se la tenga en cuenta para otra, que lo notifique.



Nadhia

Parecía que el ajetreo entre los moguris iba a salvar a Nadhia de la tentación. Sin embargo, continuaba siendo un misterio qué pretendían estos, puesto que Tandy lo desconocía. Además, la chica a la que la joven se acercó a preguntar no estaba por la labor de ayudar, sino que se disculpó y se marchó deprisa por culpa de otra tarea.

Tendría, entonces, que investigar sola y por sí misma qué ocurría.

Cuando llegaron a la planicie, Nadhia pudo ver dos cosas: una Nave Gumi, que reconocería como la de Simon (si éste le era familiar); y un corrillo de moguris, que rodeaban una enorme caja de cartón, tanto por aire como por tierra. Era alta y ancha, y no había en ella ninguna información que diera pista alguna del contenido, salvo una pegatina donde había escrito:

FRÁGIL
Propiedad de Ronin
Prohibida la presencia de Akio en un radio de cinco metros


Y entre tantas criaturillas, estaba el Maestro Ronin, que observaba la caja con una ancha sonrisa.

¿Quieres que varios de nosotros te ayuden a transportarla, kupó? ―preguntó uno de los moguris.

Fijándose mejor en él, Nadhia observaría que no era un cualquiera. Su pompón era amarillo y estaba más regordete que los demás, pero la actitud del resto hacia él era, ante todo, de respeto. Tandy, en cambio, podía conocerle mejor: se trataba de Mog, el líder de los moguris de Tierra de Partida.

¡Para nada! Tenemos un excelente piloto que nos hará el “favor” ―o que había sido debidamente pagado, quién sabe―. Vosotros ya habéis hecho suficiente trabajo. ¡Ha quedado impresionante!

Décadas de duro trabajo, kupó ―sonrió Mog. Cualquiera diría que era una broma.

Varios moguris llevaron una carretilla sobre la que pusieron la enorme caja. Y para eso precisaban de la ayuda: necesitaban a más de uno de los suyos para moverla, ya que parecía muy, muy pesada. Como Maestro allí presente, habría sido deseable que Ronin colaborase también, pese a que nadie se lo pidiera. Sin embargo, mirando un poco de reojo a su alrededor, dio con el blanco perfecto para excusarse. Y se acercó a Nadhia, con esa sonrisa natural.

¡Menuda coincidencia! Me vienes que ni pintado ―valoró Ronin―. No puedo llevarme a ninguno de estos moguris, pero tú… Sí, definitivamente, te necesito ―ojalá no fuera para cargar con esa mole―. Verás, nos acaban de entregar una mercancía que llevábamos esperando mucho, mucho tiempo. Simon me llevará con ella hasta allí, pero una vez en el mundo necesito colocarla en el lugar correcto. ¿Qué te parece el plan? Lo cierto es que, lo creas o no, será bastante instructivo.

Los moguris terminaron de empujar el paquete hasta el interior de la Nave, por una rampa que Simon había habilitado para ellos. Exhaustos, se felicitaron entre ellos, y esperaron impacientes a la marcha “gloriosa” de Ronin.

Además, seguro que Akio se morirá de envidia cuando se entere que has estado para presenciarlo ―Ronin soltó una carcajada, dirigiéndose hacia la puerta de la Nave, y esperando que Nadhia la siguiera. Puede que no aceptase un no, o que no concibiese que fuera a recibir uno.

Si la aprendiza lo seguía al acto, cerraría la compuerta tras despedirse de los moguris que les alababan (misteriosamente) y ordenaría a Nadhia sentarse y ponerse el cinturón, para asegurar un viaje seguro, imitándola a su vez. La caja reposaba a sus espaldas, pero Simon se hallaba en la cabina del piloto, aislada de la suya, la zona de turista.

Y dime, Nadhia, ¿te gusta la Historia? ―preguntó de repente Ronin.

Por otro lado, si Nadhia no aceptaba subirse, Ronin permanecería en tierra un poco más para responderla.


Saeko

Nanashi esperó pacientemente a Saeko. Y cuando ésta pasó de nuevo por la entrada principal de Bastión Hueco, si observaba bien, se daría cuenta de que Hisa ya no estaba. Pero tampoco se encontraba con Nanashi.

He descubierto que los moguris de Ciudad de Paso han terminado su trabajo y hoy van a trasladarlo adonde para siempre reposará. Es complicado de explicar. Prefiero que lo veas por ti misma para entenderlo ―se reservó Nanashi―. Te he elegido en un voto de confianza. Creo que, de todos los aprendices de Bastión Hueco, serás la más interesada en aprender esta lección. Podría haber elegido a alguien más, pero cuantos menos seamos, mejor, o creerán que vamos con intenciones bélicas.

»Lo que me recuerda que debo hacerte una advertencia. El lugar al que vamos es muy especial. Hace mucho tiempo que existe la prohibición de luchar en sus límites, para asegurarnos su perduración. Pase lo que pase, ni se te ocurra contradecir esa norma. Si no, no me haré responsable de tus actos.

Parecía serio el asunto. ¿En serio pretendía Nanashi prohibirla a luchar? ¿Y si se encontraban con sincorazón? ¿Qué tipo de sitio era ése al que pretendía llevarla? El misterio, más que desvelarse, no hacía más que crecer.

La Maestra se enjutó la armadura y convocó su Glider mientras Saeko le hacía más preguntas, aunque ésta vez, de carácter más personal. Esperó a que la muchacha hiciera lo mismo, y partieron, con Nanashi de guía. Sólo entonces, le respondió:

Todo aquel que pueda darme conocimientos útiles sobre magia e historia, principalmente. Sólo te recomendaría lo que creo que pudiera serte de ayuda, pero ignoro hasta donde alcanza tu saber ―luego, añadió―. ¿Te gusta leer libros? ¿Con qué fin?

El viaje se hizo corto. Y enseguida Saeko pudo observar la clase de mundo hacia el cual se dirigían. Toda su superficie parecía una vasta planicie árida, vista a través de espesas nubes que llevarían la lluvia, pero sí una decreciente luz en su medio ambiente.

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Bienvenida a la Necrópolis de las Llaves Espada ―dijo―. Donde tuvo lugar la peor guerra ocurrida entre portadores.

Sobrevolaban, justo en ese momento, un gigantesco campo, lleno de Llaves Espada que estaban clavadas en el suelo. A su alrededor, además de formaciones naturales rocosas, había boquetes de origen más sospechoso. No obstante, Nanashi lo pasó de largo.

Sin embargo, nuestro destino es otro diferente.

Continuaron su travesía por el mundo sobre los Gliders. Allí donde mirase, Saeko no apreciaría ni rastro de vida, pero las deformaciones y las huellas inconfundibles de un conflicto siempre estaban perceptibles para quien sabía mirar.

Finalmente, se entrevió en el horizonte algo diferente. En cuanto se acercaron más, Saeko pudo reconocerlo del todo: se trataba de un edificio gigantesco, más de ancho que de alto, de piedra caliza y adornos propios como columnas en una entrada subyacente o ventanales con vidrieras a través de las cuales nada se veía. Era, sin duda, una antigualla, más propia de los dibujos en los libros de historia sobre la arquitectura pasada.

Nanashi aterrizó enfrente de las enormes puertas de aquella especie de templo. Sobre ellas sobresalían dibujos de Llaves Espadas, siluetas de antiguos portadores y símbolos de corazones. Se deshizo de la armadura y del Glider, y tocó la puerta, melancólica.

Aquí es ―explicó―. Atiende, Saeko. ¿Ves este lugar? Es muy especial, como te he dicho antes. Fue construido por nuestros antepasados portadores, con una intención muy clara: prevenir. Los libros son uno de los pocos medios que existen para transmitir el conocimiento a generaciones futuras, pero también son fáciles de eliminar, perderse o caer en el olvido. Por eso, ellos decidieron brindarnos un método mucho más eficaz. En el que, además, guardar todo lo que un libro no puede contar.

»Lo llamaron “El Santuario de la Reminiscencia”.

Recorrió los dos pomos, ambos con forma cilindrada, hasta dar con un punto en su mitad que presionó. De repente, los portones adquirieron un ligero brillo blanquecino. Nanashi retiró las manos.

Nada serviría erigir un templo como éste sin una protección. Un medio para que personas ajenas a la Llave Espada, o no merecedoras de ella, crucen sus puertas. Y para hacerlo, idearon una prueba ―continuó Nanashi―. Si no la haces, no podrás cruzar el umbral. Hace mucho que yo la superé, así que he podido desactivar la barrera adicional que te trataría como una intrusa y haría de tu prueba un reto… casi insuperable. Sólo necesitas posar la mano sobre la superficie para que ésta dé comienzo.

»No tengas miedo. El Santuario sólo quiere probar tu corazón. Te estaré esperando aquí.

Re: [???] La Historia jamás contada

NotaPublicado: Mar May 14, 2013 6:43 pm
por EspeYuna
La muchacha se disculpó y, sin tiempo a presentarse, marchó veloz a ocuparse de otras tareas. Me encogí de hombros, pensando que quizás los moguris la tuvieran ocupada aquel día.

Giré sobre mí misma un par de veces, contemplando la euforia y alegría que despertaban aquellas pequeñas criaturas voladoras. Entre tantos, era difícil localizar a Mogara, quien era hasta la fecha la mejor amiga moguri que podría haber tenido. Bueno, sin contar a Tandy, claro.

Sin embargo, Tandy no era como los demás moguris. No. Él era un tanto especial.

¡Vaaaaya, kupó! ―exaltó mi peludo compañero, observando atónito la magnífica Nave Gumi aparcada en aquel rincón de los jardines. Reconocí de inmediato los colores y la estructura. Seguramente era la misma con la que ese piloto, Simon, nos sacó a mí, a Ragun y a Hitori de aquel castillo perdido en medio del bosque, junto con Nyx.

"Maldición, otra vez. Es imposible recordar algo sin que Ragun haya estado presente."

¿¡Eso es una nave especial, kupí!? ¿¡Un OVNI, tan, tan!?

¡Ey, tranquilo granujilla! ―exclamé, atrapándolo entre mis brazos― No me puedo creer que pienses que han venido alienígenas a Tierra de Partida. Bueno, sí que existen, pero estas naves son propiedad de muchos de por aquí. Es algo más cómodo que un Glider.

>> Ten en cuenta de que nosotros también somos OVNIs en otros mundos.


¡Oh, entiendo, tan, tan! ―dijo, chocando un puño contra la palma de su otra manita peluda. A pesar de habérselo explicado, sus ojos yacían rebosantes de entusiasmo. Reí y le liberé, dejando que volara a sus anchas.

En ese momento un corrillo de moguris trabajadores rodeaban una caja de cartón gigantesca. Me acerqué un poco, manteniendo las distancias por si era mala idea meterse en medio. Leí enseguida lo que había escrito en una pegatina y no pude evitar soltar una pequeña carcajada:

FRÁGIL
Propiedad de Ronin
Prohibida la presencia de Akio en un radio de cinco metros


Tienes muy mala fama, Akio ―musité, dejando de reír al escuchar una voz autoritaria que me hizo estremecer.

¿Quieres que varios de nosotros te ayuden a transportarla, kupó? ―me giré a Mog y me di cuenta de que a su lado se encontraba el Maestro Ronin, quien contemplaba con una amplia sonrisa la enorme caja que estaban metiendo dentro de la nave.

A pesar de que su aspecto era tan adorable y pomposo como los demás moguris de Tierra de Partida, había algo en él que me imponía. A comparación con Montblanc, líder de los moguris de Ciudad de Paso. No sabía explicar por qué me ponía nerviosa su presencia al encontrarnos por los pasillos o en los entrenamientos.

¡Para nada! Tenemos un excelente piloto que nos hará el “favor”. Vosotros ya habéis hecho suficiente trabajo. ¡Ha quedado impresionante!

Décadas de duro trabajo, kupó ―sonrió Mog.

"Increíble. ¿Mog, sonriendo?"

Sonrisa estúpida fue la que mostró mi rostro al presenciar aquello. Sin duda alguna lo que se hallaba dentro de la caja debía ser de incalculable valor para todos. ¿Pero qué era? ¿Y a dónde la llevaban?

¿No deberíamos ayudar, tan?

Bueno, no sé. Creo que la fragilidad de esa caja y mi torpeza no llegarían a ser compatibles ―me excusé ante mi compañero, quien hinchó sus peludos mofletes justo frente mía―. ¿Q-Qué...?

Deja de infravalorarte, kupó.

Tandy, yo sólo digo la verdad...

¿Y es así como pretendes salvar a Rag...?

¡Menuda coincidencia! Me vienes que ni pintado ―Tandy se apartó para dejar paso a Ronin, quien se había acercado a mí con una sonrisa natural y despreocupada―. No puedo llevarme a ninguno de estos moguris, pero tú… Sí, definitivamente, te necesito

¿A... a mí...?

Verás, nos acaban de entregar una mercancía que llevábamos esperando mucho, mucho tiempo. Simon me llevará con ella hasta allí, pero una vez en el mundo necesito colocarla en el lugar correcto. ¿Qué te parece el plan? Lo cierto es que, lo creas o no, será bastante instructivo.

Estuve a punto de decir que no. Que me consideraba demasiado inexperta para una misión así. ¿Y si por mi culpa aquel misterioso encargo se hacía añicos? Sin embargo, las palabras de Tandy consiguieron que asintiera con la cabeza, algo insegura, pero manteniendo la compostura de una aprendiz frente al maestro de maestros.

"No puedo desaprovechar esta oportunidad si realmente me necesita y confía en mí."

Además, seguro que Akio se morirá de envidia cuando se entere que has estado para presenciarlo.

Escuché muerta de curiosidad las palabras de Ronin y su vivaracha carcajada. En cuanto vi que se dirigía a la Nave Gumi, le hice una seña a Tandy para que nos siguiera a ambos. Claro está, si le permitía a Tandy o no viajar con nosotros. Si acaso no era apropiado que él nos acompañara, me despediría de él mientras Ronin cerrara la compuerta.

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Lo dejo de esta forma pues no sé si Tandy puede estar en la trama a partir de este punto xD


Me senté en uno de los cómodos sillones de la Nave Gumi y me puse el cinturón, escuchando de pronto una pregunta de la boca de Ronin la mar de interesante.

Y dime, Nadhia, ¿te gusta la Historia?

Me gusta todo tipo de historias, Maestro ―emocionada por mantener conversación con Ronin, proseguí―: aventuras, fantasía... suelo leer mucho. También estoy interesada en los instructivos, claro.

>> Aunque por como ha entonado la palabra Historia, presiento que se me escapa algo. Lo siento, Maestro. Parece que hoy es un día muy especial para los moguris, para Tierra de Partida. No sé si puedo excusarme con llevar menos de un año como aprendiz, pero no creo que fuese debido a la duración de mi estancia, sino a un decante de ignorancia mío.

>>> Q-Quiero decir... debo admitir que siento mucha curiosidad por lo que se esconde bajo esa caja.


Esbocé una sonrisa, pensando en lo que me había dicho Ronin hacía unos minutos.

Además, que mi propio Maestro llegara a tenerme envidia por venir con usted me anima a saber más de esto ―reí, esperando empatizar con él.

Re: [???] La Historia jamás contada

NotaPublicado: Mié May 15, 2013 2:38 pm
por Tsuna
Para mi agrado, Hisa Wix ya no estaba presente en la sala. Al instante la Maestra Nanashi me habló sobre unos Moguris de cierto mundo que habían cumplido con cierta tarea, pero al parecer era complicado de explicar por lo que me tendría que armar de paciencia hasta verlo por mí misma.

Ante tanta confusión, supuse que todo llevaría su tiempo, lo único que pude hacer fue suspirar un poco.

La Maestra además argumentó que el motivo de su decisión, de elegirme precisamente a mí, era por mera confianza, por el interés que yo mostraba ante los estudios, o eso comprendí. De entre tantos aprendices, desde Shinju, pasando por Andrei o Saito hasta Ragun, me había elegido a mí, era un gran honor. Lo mínimo que podía hacer era agradecerle. Llevé mi puño derecho al pecho, cabizbaja, intentando mostrar así cierto respeto y sumisión.

Maestra, muchas gracias por pensar en mí. Es un honor, no le fallaré.

Lo que me recuerda que debo hacerte una advertencia. El lugar al que vamos es muy especial. Hace mucho tiempo que existe la prohibición de luchar en sus límites, para asegurarnos su perduración. Pase lo que pase, ni se te ocurra contradecir esa norma. Si no, no me haré responsable de tus actos.

Abrí los ojos y alcé de nuevo mi rostro, impactada o sorprendida por lo que acababa de explicar, ¿no luchar bajo ningún concepto? ¿A qué clase de lugar me iba a enviar? No tenía más remedio que obedecerla, sin embargo si llegaba a ver mi vida en extremo peligro por algún Sincorazón o cualquier otra cosa, me defendería sin dudar. Simplemente asentí con la cabeza, dando a entender que la obedecería, en principio. No eran mis intenciones desobedecerla ni mucho menos, pero si no me quedaba más opción...

Ante tanto misterio las dudas iban quebrando mi paciencia más rápido de lo que imaginaba, me empezaba a impacientar.

* * *


Tras mi última pregunta la Maestra invocó tanto su armadura como su Glider, dándome a entender que el turno de las explicaciones había finalizado y partiríamos de inmediato. Yo la seguí sin perder un solo segundo. Ambas nos alejamos del gran castillo entre las nubes plateadas, adentrándonos en el gran universo en el que flotaban los mundos, o así me lo parecía a mí, un espacio añil oscuro casi infinito, con centenares de estrellas resplandecientes en la lejanía. Una vista muy bella desde mis ojos.

Durante el trayecto me esforcé por mantener el equilibrio, dominaba sin mucha dificultad el Glider, con forma de tabla color rojo y negro, gracias al empeño que le había puesto al asunto, por lo que seguí a la Maestra en todo momento.

No luchar… Me pregunto qué clase de lección será esta, no se parece en nada a las lecciones que nos imponen la Maestra Ariasu o el Maestro Ryota. Aunque debí imaginarlo, al fin y al cabo será una clase de Historia, no de combate, ni Demostración. Hice bien en no llevarme mi katana.


Todo aquel que pueda darme conocimientos útiles sobre magia e historia, principalmente. Sólo te recomendaría lo que creo que pudiera serte de ayuda, pero ignoro hasta donde alcanza tu saber. ―Comprendí que la maestra se refería al asunto de los libros. Emocionada, escuché todas y cada una de sus palabras.― ¿Te gusta leer libros? ¿Con qué fin?

Esas dos preguntas no las vi venir, pero las respondería gustosa igualmente. Primero medité por dónde debía comenzar para que comprendiese mi situación…

Exacto, suelo ir a la Biblioteca del castillo casi todos los días a leer libros, ¿mi motivación? Pues verá, Maestra Nanashi… En un comienzo mis razones para leer eran principalmente adquirir conocimiento sobre el mundo que me rodeaba, imagino que estará al tanto de mi situación. Soy humana y ello quiere decir que nací en algún mundo, me encontraba atrapada en el ciberespacio, donde me rescató mi Maestra, Ariasu. No paro de preguntarme por qué razón me encontraba yo allí, sin memoria alguna de quién fui o cómo llegué, mis ansias por aprender no son pocas, cómo podrá comprender. —En el frío intersticio cogí aire desde el interior de mi armadura, preparada para volver a hablar y darle tiempo a la Maestra a asimilar todo lo que le había transmitido.— Creía que leyendo y fortaleciéndome podría alcanzar alguna respuesta con el tiempo. Me pregunto si todavía alguien en algún lugar del universo me recordará, y también me gustaría saber quién fue el responsable de que terminase yo ahí dentro y sus motivos, aunque… He barajado la posibilidad de que también pude ser yo misma la que eligiese entrar ahí por alguna razón en concreto, por desgracia, lo desconozco. En cualquier caso, los libros en un comienzo me atraían por eso, pero ha pasado el tiempo y he de admitir que leer libros en sí me gusta. Sería una afición. —Finalicé, confiando en que la Maestra no se hubiese perdido con mi extraña historia. Me sabía mal y me entristecía tener que contar semejantes cosas, pero confiaba en que algún día obtendría respuestas.

Y finalmente llegamos a lo que parecía ser nuestro destino. Nunca había visitado aquel lugar por lo que observé con curiosidad el terreno a medida que me adentraba entre las nubes. Era un páramo sin vida, rocas y tormentas de arena en algunas zonas, montañas inmensas con boquetes enormes en su superficie. Ese lugar estaba muerto. Sin embargo la cosa no terminaba ahí, pude apreciar bajo nuestros vehículos incontables Llaves Espada, tan muertas como el propio mundo, clavadas todas en el suelo o en las rocas. El sólo presenciar tantas armas me abrumaba, era increíble, me transmitían una sensación de tranquilidad, pero a la vez cierto temor. Imponían.

Bienvenida a la Necrópolis de las Llaves Espada. Donde tuvo lugar la peor guerra ocurrida entre portadores. —La observé desde mi armadura son asombro, incrédula.

¿G-guerra? Es… es abrumador ver tantas Llaves de esta manera. ¿Acaso no tienen dueño? —En el fondo imaginaba que así era.

Sin embargo, nuestro destino es otro diferente.

Observé el horizonte, allí pude distinguir algo pero era incapaz de ver qué era exactamente, lo veía borroso de hecho. Supuse que solo me quedaba avanzar hasta dónde desease la Maestra.

Una vez aterrizáramos ante lo que parecía ser un enorme templo -Aquel cuya silueta había visto con anterioridad-, la mujer se deshizo de su armadura y su vehículo. Yo la seguí, extendí mi brazo para transformar mi Glider en Llave Espada, esta era color azul plateado, en algún momento pareció evolucionar, o eso suponía yo que hacía mi arma dejando claros mis progresos, acto seguido hice desaparecer esta y también me deshice de mi oscura armadura.

Lo primero que noté fueron sucesivas brisas de aire que transportaban pequeñas cantidades de arena en su interior, me vi obligada a sujetarme el cabello con mi mano izquierda para que no me molestase. La Maestra Nanashi, por su parte, se aproximó al enorme templo, decorado con vidrieras y columnas, ante nosotras se erigían unas grandes puertas, con símbolos de Llaves Espada, antiguos portadores de estas y corazones. Era un lugar mágico y especial, o eso sentía con tan solo presenciar el edificio.

Todavía no nos hemos topado con ningún Sincorazón… Qué extraño.


Me llevé la mano derecha al mentón, pensativa y alerta por cualquier cosa que pudiese suceder, aunque con la Maestra allí no tenía de qué preocuparme realmente.

Aquí es. Atiende, Saeko. ¿Ves este lugar? Es muy especial, como te he dicho antes. Fue construido por nuestros antepasados portadores, con una intención muy clara: prevenir. ―Me aproximé con cierta dificultad, debido a las corrientes de aire o arena, hasta donde se encontraba la Maestra Nanashi mientras prestaba atención a todas sus palabras.― Los libros son uno de los pocos medios que existen para transmitir el conocimiento a generaciones futuras, pero también son fáciles de eliminar, perderse o caer en el olvido. Por eso, ellos decidieron brindarnos un método mucho más eficaz. En el que, además, guardar todo lo que un libro no puede contar.

Comprendo, entonces este templo fue construido por nuestros antepasados. —¿Pero por qué razón iban a librar una guerra si se preocupaban por las generaciones futuras? Intenté no darle vueltas, la Maestra ya lo explicaría todo, supuse.

Lo llamaron “El Santuario de la Reminiscencia”.

Oh, ya veo. —Fue lo único que pude expresar al escuchar el nombre del templo, parecía ser un lugar verdaderamente importante. Hice el gran esfuerzo de tallar el mencionado nombre en mi memoria.

La Maestra Nanashi presionó algo sobre los pomos y de inmediato las enormes puertas brillaron. Yo me mantuve firme, segura de mí misma y de las acciones de la Maestra. No retrocedí.

Nada serviría erigir un templo como éste sin una protección. Un medio para que personas ajenas a la Llave Espada, o no merecedoras de ella, crucen sus puertas. Y para hacerlo, idearon una prueba. Si no la haces, no podrás cruzar el umbral. Hace mucho que yo la superé, así que he podido desactivar la barrera adicional que te trataría como una intrusa y haría de tu prueba un reto… casi insuperable. Sólo necesitas posar la mano sobre la superficie para que ésta dé comienzo. No tengas miedo. El Santuario sólo quiere probar tu corazón. Te estaré esperando aquí.

Al parecer tenía que llevar a cabo una especie de prueba para poder acceder a su interior, prueba que la Maestra superó en su día. La cosa no terminaba ahí, según sus palabras parecía que el propio Santuario tenía vida propia o algo similar, ¿probar mi corazón? Me llevé la mano derecha ante mi pecho, recordando dónde estaba situado.

Comprendo. —Me adelanté varios pasos, situándome frente a las puertas, cabizbaja y preparándome para lo que me esperaba.— Maestra, intentaré no fallarle, haré todo lo posible.

Y así fue como con determinación y decidida, llevé la palma de mi mano desde el lugar en el que reposaba mi corazón hasta los portones. Haría frente a la prueba y daría lo mejor de mí.

Demostraré que mi corazón es poderoso y merecedor de servir al Maestro Ryota.

Re: [???] La Historia jamás contada

NotaPublicado: Sab Jun 22, 2013 4:22 am
por Nell
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Nadhia

En cuanto Nadhia aceptó, aunque Ronin ya daba por hecho que le iba a acompañar, cerró la compuerta, dejando pasar antes a Tandy para que no se quedara atrás. Dio unos golpes a la puerta de la cabina para indicarle a Simon que despegara, como hizo a continuación, y se sentó, aunque eludió su propia orden y no prestó atención al cinturón.

Historia en el sentido del conocimiento sobre el pasado. Sobre nuestros orígenes ―explicó Ronin, al ver lo mucho que se había desviado Nadhia del tema―. Parece que me he ido a topar con una aprendiza más interesada en mundos imaginarios que en reales. Espero que aun así puedas disfrutar de la visita.

La pregunta quedó de lado ante la insistencia de la aprendiza por el contenido de la caja. Ronin no le dio importancia, ni a su contenido ni a la palpable curiosidad de la joven.

Lo podrás ver cuando lo abramos. Si lo haces bien, podrás estar delante para abrirlo.

Y por último…

Ah, en realidad, lo de Akio era broma ―se jactó―. Le ofrecí venir y se negó, porque cree que va a ser una pérdida de tiempo. También intenté persuadirle con piruletas, pero empezó a decir unas cosas muy feas sobre mi madre. Así que desistí ―parecía no importarle la grosera actitud del que fuera su aprendiz―. Peor para él, hazme caso ―le susurró, con un guiño, como si compartiera un secreto.

Para entonces, la Nave Gumi ya estaba aterrizando. A través de la ventana, Nadhia podría ver un mundo desértico, un páramo sin vida ni gracia. Triste. Muy, muy triste. En cambio, si desviaba la vista hacia el cristal del lado contrario, vería que en mitad del mismo paisaje había un templo, enorme y calizo, decorado con ventanales de vidrieras y elementos arquitectónicos de… ¿cuántos siglos pasados?

Ronin abrió la compuerta, invitando a Nadhia a bajar. Vio en el suelo ya a Simon, que ayudaba al Maestro de nuevo a habilitar la rampa para hacer bajar la enorme caja, aún sobre la útil carretilla. Ronin agradeció su ayuda y, tras despedirse con un fugaz gesto, volvió a la nave para partir.

Tiene prisa ―explicó Ronin―. Accedió a venir a cambio de… un favor ―no puso buena cara al recordarlo, ni tampoco explicó a Nadhia de qué trataba ese “favor”―. En cualquier caso, aquí entras tú, y… eh… él ―se refirió al moguri.

Y tan desgarbado como siempre, se dirigió hacia la puerta del templo, esperando por supuesto que fuese Nadhia quien cargara con la caja. Tanto si accedía a moverla como si no, ésta era demasiado pesada para Tandy y ella. Al cabo de un rato, Ronin regresó de nuevo sonriente.

Está bien, está bien ―rio―. Ya lo hago yo. Tú adelántate.

Haciendo alarde de su gran nivel, Ronin desplazó la caja sin dificultad, avanzando hacia el templo. Nadhia, al acercarse a él, podría observar que no eran los únicos que habían acudido: en la puerta, estaba la mismísima Nanashi, traidora de Tierra de Partida; y una joven como ella, a la que Nadhia no había visto nunca. No, al menos, aquella Nadhia.

La aprendiza de Nanashi estaba colocada frente a la puerta, con los ojos cerrados y una mano sobre ésta. La Maestra, por el contrario, esperaba con paciencia, viendo cómo se acercaban. Si Nadhia observaba con atención, no vería a la Maestra recelosa, ni sorprendida, ni temerosa. A decir verdad… ¿adónde había ido Ronin mientras ella intentaba cargar con la caja?

No me has dicho que habías traído a alguien más ―le reprochó Nanashi, respondiendo al misterio.

Ni tú deberías haberla traído a ella ―se carcajeó Ronin, con naturalidad―. Pero me viene bien. Así está la prueba preparada.

Nanashi no respondió.

Parecían viejos amigos charlando de manera espontánea. Pero, ¿por qué? ¿Acaso no estaban en bandos enfrentados? ¿Por qué se tomaba Ronin tan a la ligera a sus supuestos enemigos? Si bien el resto de Maestros habían mostrado una actitud mucho más recelosa respecto a los renegados, cada uno a su manera, la del líder de los Maestros dejaba mucho que desear.

¡Ni siquiera pretendían luchar entre sí!

Atiende, Nadhia ―se volvió hacia ella, inconsciente de todas las impresiones que podía estar dando―. Este edificio que ves aquí se llama “El Santuario de la Reminiscencia”. Es un lugar que, tarde o temprano, todo portador acaba visitando. En él, nuestros antepasados guardaron sus conocimientos para que perduraran en el futuro.

»Hoy, nosotros dejaremos nuestro granito de arena. No, no el de vuestra generación. Aún sois jóvenes. Pero espero que esto os anime algún día a que hagáis lo mismo por los que sean vuestros sucesores.

Eso explicaba, en parte, el misterio de la caja. Fuera lo que fuese lo que había dentro, Ronin pretendía legarlo a los futuros portadores, guardándolo en aquel Santuario. Era un acto noble. Muy noble. Y aun así, ¿qué guardaba la dichosa caja?

Sin embargo, para entrar, el Santuario requiere de una prueba ―explicó Ronin―. Esa aprendiza ya se está enfrentando a ella. Para que tú también entres en la tuya propia, debes colocar la mano como la suya, sobre el portón. No tengas miedo ―rio―. Si hasta Akio la pasó, cualquiera puede hacerlo.

»Pero, al no ser portador, me temo que el moguri no podrá ayudarte, ni tampoco entrar con nosotros ―concretó Ronin.

Le puso una mano en el hombro, con confianza.

¿Lista? No vayas a quedarte atrás, o pensarán que somos unos blandengues ―le guiñó el ojo―. Procura no olvidar nunca quien eres y todo saldrá bien.

Mientras Nadhia se preparaba, o iniciaba de inmediato su prueba, Ronin se acercó de nuevo a hablar con Nanashi, con la que se quedaría un rato hasta que ambas aprendizas acabaran sus exámenes.

¿Y cómo conseguiste enterarte de que iba a trasladarlo hoy? ―se interesó Ronin.

He estado atenta a los movimientos de Ciudad de Paso ―Nanashi se encogió de hombros―. Tengo curiosidad por verla.



Saeko

Los portones fueron perdiendo aquel brillo que habían adquirido en cuanto Saeko posó su mano en ellos. De hecho, los contornos de su visión también se fueron oscureciendo, expandiéndose hacia el interior, haciendo que poco a poco sólo fuera visible el centro de éste, como en un túnel.

Antes de que su vista se oscureciera por completo, escuchó las últimas palabras de Nanashi:

Ten fe en ti misma.

Y entonces, cayó.

Fue como si la puerta misma la hubiese empujado, repeliendo su mano y lanzándola hacia atrás irremediablemente. Sin embargo, en vez de chocar contra el suelo de espaldas, pasó a través de él como si no hubiese nada allí; sino que, en su lugar, halló el borde de un precipicio sobre el que estaba siendo arrojada.

Una caída, además, rodeada de tinieblas. No veía nada ni a nadie a su alrededor. Estaba sola, descendiendo hacia una oscuridad más profunda, sin saber dónde acabaría ésta o desde dónde había comenzado.

Podía verse a sí misma, lo que aseguraba que no se había quedado ciega. Pero tampoco tenía sentido que se hubiese trasladado a otro lugar tan rápido. ¿O había sido uno de esos Portales que sólo los Maestros sabían crear? ¿Era la prueba en un lugar diferente? La oscuridad a su alrededor, ausente de paisaje, no ayudaba a resolver dichas incógnitas.

Al cabo de un rato, que no habría sabido temporizar, vio un brillo a lo lejos, hacia el cual iba directa. Poco a poco éste se fue expandiendo, a medida que Saeko se acercaba, revelando su naturaleza: una vidriera redonda, sostenida sobre un pilar blanco, que mostraba cosas que sin duda Saeko reconocería.

En él, Saeko vería imágenes que nadie más, salvo ella, apreciaría en su lugar. Se observaría, primero, a sí misma; y segundo, a su alrededor, las opciones eran dispares: desde objetos con un gran valor sentimental hasta personas de una importancia sin igual para la aprendiza. Nada de la vida de Saeko se escaparía de aquel reflejo, pues éste era el de su corazón. Y al corazón de uno mismo no se le puede mentir.

En vez de estamparse contra la superficie, como habría sido de suponer dada la caída, se acercó con cuidado, incorporándose de nuevo y posando sus pies sobre ella como si apenas hubiese dado un salto. Había ido a parar directamente al centro de ésta.

A su alrededor, aparecieron entonces varios pedestales. Un total de tres, formando entre sí un triángulo equilátero, y colocados a extremos de la vidriera. Sobre ellos, apareció una ventana, flotando en el aire, lo suficiente ancha como para que Saeko pudiera pasar a través de ella.

Y en cada una, se mostró una imagen diferente.

En la primera, Saeko observaría a alguien importante para ella. Podía ser un familiar, un amigo, un tutor… Alguien, sin duda, determinante en su vida, sin el cual ésta cambiaría por completo. Alguien, que destacara sobre los demás. Aún en el caso de que no hubiese nadie que cumpliera tales características, en dicha ventana aparecería entonces la persona más cercana a Saeko.

«Soy tu mejor amigo. Confía en mí»


En la segunda, se daría el caso contrario. En ella, aparecería el mayor archienemigo que Saeko podría tener, aquel a quien odiase con mayor fuerza, a quien nunca querría ni podría perdonar. Alguien cuya muerte fuera motivo de celebración. Alguien con una rivalidad tan profunda que nunca se borraría de su corazón. Si volvía a darse el caso de que no hubiera nadie con dichos requisitos, se materializaría aquel a quien Saeko guardara más rencor u odio.

«Soy tu peor enemigo. Témeme»


Y, por último, en la tercera ventana se vio reflejada a sí misma. Podía asegurar que no se trataba de ningún espejo, puesto que la Saeko de la ventana extendió una mano hacia ella, invitándola a acercarse.

«Soy tú. Conóceme»


Y todas aquellas voces, que hacían un espantoso y escalofriante eco en aquel vasto y solitario lugar, hicieron una última pregunta a Saeko, al mismo son:

«¿A cuál de todos escogerás?»

Re: [???] La Historia jamás contada

NotaPublicado: Lun Jun 24, 2013 6:41 pm
por Tsuna
Posé la mano sobre los portones, decidida a aceptar el reto. Demostraría que mi corazón era digno de servir al gran maestro de Bastión Hueco, en caso contrario, estaba segura de que el templo me rechazaría, no me permitiría adentrarme en su interior.

Ten fe en ti misma. ―Me dijo la maestra Nanashi instantes antes de que mi visión se nublara. Asentí con la cabeza, comprendiendo sus palabras.

A continuación la oscuridad me abrazó, noté como los portones me rechazaron, un fuerte empujón me elevó en el aire hacia atrás, entonces me temí lo peor, ¿había fracasado acaso? No tenía palabras, era incapaz de comprender la razón de que el templo rechazara mi corazón tan… ¿rápido?

No, estoy equivocada. La prueba está comenzando. Debo calmarme.


En efecto, traspasé el suelo y comencé a caer a través de un abismo infinito y oscuro, podía observar todavía mi cuerpo, incrédula y a la vez, calmada. ¿Cuánto había pasado ya desde que comencé a caer? Por desgracia lo desconocía, me había aislado completamente del mundo hasta tal grado que perdí la noción del tiempo. Me dejé llevar.

¿Eh? ―Expresé al vislumbrar a lo lejos una pequeña luz, que iba incrementando su tamaño a medida que caía.

Una enorme vidriera luminosa, de tonos púrpuras, sostenida por un pilar color blanco. Me pude ver a mí misma pintada sobre su superficie, con ojos cerrados y Llave Espada en mano. De fondo se encontraba el gran castillo de Bastión Hueco, rodeado de niebla y ruinas, dando un aspecto muy siniestro, aunque a mí me resultase agradable, es más, vivía allí día a día. Eso no era todo, a lo largo y ancho del círculo estaban presentes las cosas y las personas más importantes para mí, al menos, todos aquellos que habían dejado una marca invisible en mi corazón, excepto unos cuantos que no lograba recordar.

Maestra Ariasu, maestro Ryota, maestra Nanashi… Ragun, Shinju, Saito… Gengar. ―Nombré a medida que recorría con mi vista el brillante y mágico círculo. Pude ver también la ilustración de mi katana. En el inmenso vacío, solo mi eco resonaba, sentía como si aquel lugar me perteneciese, de algún modo. Era evidente que estaba conectado a mí.

¿A qué clase de lugar he ido a parar? Ya estoy por caer, debo estar preparada para lo que sea.


Durante los últimos momentos de descenso , le eché un vistazo rebosante de curiosidad a aquellos rostros que no conocía, ¿o quizás siempre habían estado conectados a mí… pero yo no los recordaba? A fin de cuentas, terminé perdida y sin memoria en los dominios del PCM, ¿qué sabía realmente de mí misma? ¿Sería yo antes de todo aquello una joven con determinación y fortaleza como lo era actualmente? ¿O más bien una enclenque? Tenía verdadera curiosidad por saber de dónde provenía pero, si era sincera conmigo misma, daría las gracias al momento en el que fui enviada al mundo digital, sin ese suceso quizás yo estuviese muerta ahora, o algo peor, nunca hubiese tenido la oportunidad de conocer a los maestros, ni de ser elegida por la Llave Espada, ni de hacerme más fuerte.

Me sentía afortunada, a pesar de todo, e incluso diría, que mi pasado me empezaba a importar bien poco, yo era a esas alturas quien debía ser, una Saeko con fortaleza y determinación, aprendiza del arma más poderosa del universo y seguidora de la Oscuridad. ¿Qué más podía pedir? Obviamente, quería conocer mis raíces, pero dudaba de que eso me cambiase en lo más mínimo, yo seguiría siendo fiel a mi maestra Ariasu.

Aterricé lentamente en el centro exacto de la plataforma, no me costó incorporarme. Una vez de pie y preparada, observé a mi alrededor con curiosidad y alerta por lo que pudiese pasar.

¿Y bien? ―Susurré para mí misma, desconfiada, esperando a que algo tuviese lugar.

Tres pedestales. Todos surgieron de inmediato en los extremos de la vidriera como por arte de magia, sería atrevida y diría que incluso estaban conectados a mí de alguna forma, como si hubiesen esperado mi llegada. Estos formaron un triángulo. Encima de cada pedestal se materializaría lo que yo llamaría una ventana, un total de tres.

Debo mantener la fe en mí misma.


Pensaba, a modo de prepararme para la prueba que se avecinaba.

En la primera ventana surgiría la silueta de una niña pequeña, yo le llevaría bastantes centímetros sin duda, con cabello color rosa y de tono oscuro, tez morena y ojos púrpuras, esta vestía de manera sencilla:

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Lamentablemente la reconocía por su rostro inocente y alegre ilustrado en la superficie de la vidriera, nada más, a pesar de ello su presencia me relajaba y me reconfortaba. Sentía que era importante, alguien muy importante.

«Soy tu mejor amigo. Confía en mí»


¿Amigos? Puede que mi lamentable memoria me fallase como de costumbre, como si fuese una página en blanco, pero intuí que ésta chica siempre estuvo conectada a mí, a mi corazón. Entonces caí en la cuenta, ¿esa vidriera representaba mi corazón? Me parecía una idea algo precipitada, pero no podía negar la posibilidad.

«Soy tu peor enemigo. Témeme»


En esta ocasión la voz surgió de la segunda ventana, aquella voz que reconocería en cualquier parte:

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Me giré sobresaltada, sorprendida por verle allí. Se trataba del Comandante Sark, la mano derecha del Programa de Control Maestro, aquel quién me había hecho sufrir tanto, vivir en el infierno de la desesperación y la locura, todavía lo recordaba bien. Su sola presencia me abrumaba y provocaba en mí una ira descontrolada hacia su persona, cierto era que siempre quise acabar con su existencia.

Pero ahora que te veo desde aquí, comprendo que no eres más que un conjunto de datos, formas parte de tu propio mundo y vives bajo las ideas propias de este. A pesar de todo, no niego que tu muerte me alegraría la existencia.


Y si me decantaba por el optimismo, me atrevería a decir que gracias al sufrimiento por el que me hizo pasar actualmente era la poderosa mujer que era.

«Soy tú. Conóceme»


Y me extendió la mano, dándome a entender que no se trataba de un simple espejo el que nos separaba, me estaba invitando, me tentaba con conocimiento. Me sorprendió verme a mí misma allí.

«¿A cuál de todos escogerás?»


Dijeron al unísono, provocándome un ligero escalofrío en la espalda. Tenía que escoger una de las ventanas, y pensar muy bien la razón de mi elección. Me llevé una mano al mentón, pensativa y cabizbaja.

¿Mi mayor temor? ¿La persona en la que confío? ¿O yo misma? Cielos… ―Suspiré, un poco abatida por la prueba.

¿Superar la prueba equivalía a elegir una opción correcta? ¿A no elegir ninguna? ¿A elegir alguna y afrontar mí destino? El Templo de la Reminiscencia me ponía a prueba como portadora que era, ¡no podía vacilar!

”Ten fe en ti misma.”


Las últimas palabras de la maestra Nanashi volvieron a mi mente.

Tener fe en mí misma… ¿Significa que, elija lo que elija, suceda lo que suceda, no debo perder la confianza en mí misma?


Apreté mi puño derecho a la par que descendía la vista a lo largo y ancho de la plataforma, mientras pensaba qué elegir.

¿Mi mayor enemigo? No estaba por la labor de volver a acercarme a aquel individuo, jamás.

Me temo que me has alejado una vez más de ti, Comandante Sark. ―Le dediqué una breve mirada recelosa.

A continuación me aproximé a la niña pequeña que se encontraba en la ventana opuesta. Flexioné mis rodillas, intentando quedar a su misma altura, le sonreí de manera peculiar, observándola con curiosidad.

Pequeña… Si realmente sigues por ahí, me gustaría volverte a ver en persona, y no en mi corazón. Seguro que tú y yo nos podremos llevar bien, jajajaja. ―¿Esa risa había surgido realmente de mí? No sabía la razón, pero hablar con esa niña me hacía sentir bien, agradable. ¡Como si siempre hubiésemos tenido un fuerte lazo que nos uniese! Estaba segura de que era alguien muy importante de mi pasado, que apareciese en una de esas ventanas me lo confirmaba, pero no, ella no iba a ser mi elección.

Me levanté, volviendo junto a mi característica seriedad. Le eché un último vistazo de curiosidad a la joven, intentando tallar en mi memoria sus rasgos físicos, para después dirigirme a mi otra yo. Me situé ante ella, viendo mi propio reflejo en sus cristalinas pupilas.

Conocerme… ―Reflexioné en voz alta, sin apartar la mirada de mí misma.― Ya he llegado antes a la conclusión de que mi pasado no es determinante, aquí he podido comprobar que lo llevaré siempre en mi corazón, estoy segura de que cuando esté preparado me dará las respuestas que busco, y no estoy por la labor de elegirme… o elegirte, por mero conocimiento. No. Te elegiré a ti, no por respuestas vanas, sino para comprobar hasta dónde soy capaz de llegar, me enfrentaré a mí misma si eso es lo que dicta mi elección. ―Y agarré su brazo, de modo que mi otra yo pudiese agarrar el mío. ― Adelante, estoy preparada.

Respiré hondo e intenté mantener la calma, preparada para enfrentar cualquier cosa. Para enfrentarme a mí, para conocer mis límites y mis capacidades. Para conocerme con todo detalle.

¿Si mi pasado ya no era tan determinante para mí? ¿Qué otro motivo me unía pues a los maestros de Bastión Hueco? No era cierto que quisiese dejar mi pasado de lado, estaba segura de que algún día mi propio corazón me otorgaría las respuestas que buscaba, y ahora que estaba en mi interior, era momento de sincerarme conmigo misma de manera definitiva…

Quiero ayudarles a cumplir sus metas, eso es lo que realmente quiero. Para eso me entrenan, al fin y al cabo. La Verdad Absoluta… Me pregunto cómo será realmente, quiero verla con mis propios ojos.


Mi corazón habló, no había vuelta atrás.

Re: [Necrópolis de las Llaves Espada] La Historia jamás contada

NotaPublicado: Vie Jul 05, 2013 3:20 am
por Nell
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Como Espe está fuera, este turno salto su parte.


Saeko

Al ir a tomar la mano de su otra yo, Saeko se encontró atravesando limpiamente la ventana que las separaba, estrechándosela al otro lado. La réplica sonrió y tiró de ella, tropezando y sumergiendo el resto de su cuerpo dentro.

Ya no se encontraba en aquella extraña plataforma llena de sus propios recuerdos. En su lugar, estaba en una fábrica. No había nadie, salvo ellas dos, y a su alrededor había baldes enormes, donde almacenaban la producción. No podía ver qué había en su interior, puesto que le sacaban unas cuantas cabezas, pero el olor era inconfundible: chocolate.

Y a su espalda no quedaba ni rastro de la ventana.

En cuanto había entrado por ésta, la otra Saeko la había soltado y se había alejado unos pasos. Vestía la misma ropa que Saeko en su mundo original, negra con matices azules, y portaba la espada de luz que cambiaba con ella en Espacio Paranoico. Además, sorprendentemente, llevaba gafas.

«Soy tú. La verdadera tú»


Remarcó, nuevamente, mientras agarraba con ambas manos la espada y adoptaba una postura ofensiva.

«¿Quién de las dos es más fuerte?»


Y esperó al primer movimiento de Saeko. Su propia rival.

Re: [???] La Historia jamás contada

NotaPublicado: Dom Jul 07, 2013 1:26 am
por EspeYuna
Historia en el sentido del conocimiento sobre el pasado. Sobre nuestros orígenes ―dijo Ronin, y le observé con la duda a punto de salir de mis labios―. Parece que me he ido a topar con una aprendiza más interesada en mundos imaginarios que en reales. Espero que aun así puedas disfrutar de la visita.

¡Oh, claro que sí! ―ante las palabras del Maestro agité las manos y sonrojé levemente― Perdone que se lleve una idea equivocada con lo que acabo de decir, pero las historias reales también me fascinan.

Giré mis ojos a Tandy, encontrándome con su ardua batalla contra el cinturón de seguridad. Sonreí y escuché a Ronin atentamente. Mentiría si dijera que no me esperaba que dejara el contenido de la caja como un tema aparte.

Pero sus últimas palabras despertaron mi curiosidad:

Lo podrás ver cuando lo abramos. Si lo haces bien, podrás estar delante para abrirlo.

¿Si lo... hago bien? ―repetí y pregunté, extrañada.

Ah, en realidad, lo de Akio era broma ―mentiría si dijera que aquello no me pilló por sorpresa―. Le ofrecí venir y se negó, porque cree que va a ser una pérdida de tiempo. También intenté persuadirle con piruletas, pero empezó a decir unas cosas muy feas sobre mi madre. Así que desistí ―una gota de sudor recorrió mi frente. A fin de cuentas, Akio era Akio―. Peor para él, hazme caso ―al guiñarme el ojo y decir aquello último en un susurro, sonrojé ante él de pura emoción.

Estaba deseando llegar.

* * *


Un mundo que jamás había pisado. Un paraje desértico, un páramo sin vida alguna. Tandy, haciendo caso omiso a las medidas de seguridad, se deshizo del cinturón y se posó en mi hombre para contemplar el paisaje de fuera. La Nave Gumi estaba a punto de aterrizar.

Vaya, kupó ―dijo el moguri, asomando la cabeza y haciéndome cosquillas con sus bigotes en la mejilla―. Qué sitio tan tristón, tan, tan.

―musité, desviando la mirada a una estructura que me había llamado la atención―. ¿Eso es...?

Un templo. Sus grandes ventanales me recordaron a la propia vidriera de mi Descenso, donde conocí por primera vez a Ángel. Estupefacta por la belleza de aquel precioso lugar, sólo podía preguntarme...

¿Qué hacía allí, en medio de un mundo triste y sin vida?

Bajé de la nave con Tandy en mi cabeza al tiempo que observaba a Ronin ayudando al piloto de la nave con la caja misteriosa. Como si me leyera el pensamiento, Ronin se acercó a mí cuando el conocido Simon partió de nuevo a los cielos con su flamante vehículo:

Tiene prisa. Accedió a venir a cambio de… un favor ―por raro que pareciera aquello no me llamó la atención. Miraba de un lado a otro, contemplando el paisaje―. En cualquier caso, aquí entras tú, y… eh… él.

¡Claro que sí, kupó! ―exclamó Tandy, orgulloso― ¡Soy su fiel guardián, el todopoderoso Tandy V. Hoghes, tan, tan!

Entonces fue cuando Ronin se dirigió despreocupado hacia la puerta del templo. Tandy y yo nos miramos el uno al otro, y luego a la caja. Ambos tragamos saliva y decidimos probar nuestra fuerza física.

Pero lo único que conseguimos fue demostrarle a Ronin que no teníamos apenas músculos.

Está bien, está bien ―rio sin preocuparse por nuestra debilidad física―. Ya lo hago yo. Tú adelántate.

Avancé entonces hacia la puerta. Pero...

¿Quienes son, tan? ―preguntó Tandy, y yo, congelada por unos instantes, no supe responder.

Inconscientemente me llevé una mano a la otra muñeca, buscando un trozo de tela que tiempo atrás aquella persona me había obsequiado.

Maestra... Nanashi ―conseguí pronunciar, bloqueada.

¿Qué demonios hacía allí?

Su serenidad reinaba, aun fuese lo que llamábamos en Tierra de Partida una traidora. Siempre había intentado razonar por qué la Maestra que tanto admiré durante mis primeros meses como aprendiz se había aliado a Ryota. Lo único que había sacado era un fuerte lazo de unión con aquellos que residían en Bastión Hueco.

¿Nanashi queriendo encontrar la Verdad Absoluta de la que tanto hablaba el Maestro Ryota? ¡Tonterías!

Y me fijé en que no estaba sola.

Una sensación desagradable embargó todo mi cuerpo, haciendo presión en mi pecho. Una chica joven, de larga cabellera y facciones muy bellas se hallaba con los ojos cerrados a las puertas del templo, concentrada quizás en algo que se escapaba a mis ojos.

Tan rápido como aquel sentimiento extraño de angustia había aparecido, desapareció sin más.

No me has dicho que habías traído a alguien más ―me giré, incrédula al comentario de Nanashi.

Ni tú deberías haberla traído a ella ―rio Ronin, señalando a la muchacha que estaba con la mentora―. Pero me viene bien. Así está la prueba preparada.

Aquella naturalidad entre ellos no era normal. No lo era en absoluto.

Y sin embargo, me resultaba agradable pensar que no era la única que no había perdido la amistad con un traidor.

Ronin y Nanashi quizás fueran como Ragun y yo.

Atiende, Nadhia ―nerviosa, asentí con la cabeza, sin apartar la vista del rostro de Nanashi―. Este edificio que ves aquí se llama “El Santuario de la Reminiscencia”. Es un lugar que, tarde o temprano, todo portador acaba visitando. En él, nuestros antepasados guardaron sus conocimientos para que perduraran en el futuro.

»Hoy, nosotros dejaremos nuestro granito de arena. No, no el de vuestra generación. Aún sois jóvenes. Pero espero que esto os anime algún día a que hagáis lo mismo por los que sean vuestros sucesores.

El Santuario de la Reminiscencia...

Sin embargo, para entrar, el Santuario requiere de una prueba ―me explicó mi mentor, señalando a la aprendiza de Bastión Hueco―. Esa aprendiza ya se está enfrentando a ella. Para que tú también entres en la tuya propia, debes colocar la mano como la suya, sobre el portón. No tengas miedo ―rio al comprobar como los nervios se apoderaban de mí―. Si hasta Akio la pasó, cualquiera puede hacerlo.

»Pero, al no ser portador, me temo que el moguri no podrá ayudarte, ni tampoco entrar con nosotros

¿¡Eeeeeeh!? ―se quejó Tandy, revoloteando a nuestro alrededor― ¡No es justo, kupó! ¡Yo también quiero, tan, tan!

Ronin puso su gran mano sobre mi hombro, transmitiéndome algo de tranquilidad.

¿Lista? No vayas a quedarte atrás, o pensarán que somos unos blandengues ―acostumbrada al guiño de su ojo visible, asentí de nuevo con una sonrisa. Estaba nerviosa, pero que confiara en mí de aquella manera me daba fuerzas para enfrentarme a lo que quiera que fuese aquella prueba―. Procura no olvidar nunca quien eres y todo saldrá bien.

"No olvidar quién soy."

"Parece un auténtico reto, Nadhia."

"Sí."

Despidiéndome de Tandy con una caricia detrás de una de sus orejas, y habiendo hablado para mis adentros con mi fiel compañera, me acerqué al portón y escuché en la lejanía la conversación de aquel par de viejos amigos. Ragun apareció en mis pensamientos, y tan pronto como me giré para contemplar el rostro de la aprendiz de Bastión Hueco, aquella sensación volvió a emerger. Una punzada que desapareció al instante en cuanto mi mano se acercó al portón.

Cerré los ojos y suspiré, evadiendo el dolor.

Re: [Necrópolis de las Llaves Espada] La Historia jamás contada

NotaPublicado: Dom Jul 07, 2013 5:10 pm
por Tsuna
Podía afirmar con rotundidad que desconocía lo que estaba por suceder allí. Mi otra yo tiró de mí a la par que sonreía, obligándome de este modo a sumergirme en la oscuridad…

Pasase lo que tuviese que pasar, fallara o superara la prueba, gracias a la maestra Nanashi ahora era consciente de que mis recuerdos me acompañarían siempre en mi corazón, estaba segura de que algún día los recuperaría sin dificultad. Encontré la respuesta que tanto buscaba, sin embargo yo… yo era incapaz de traicionar a los maestros, les debía demasiado, quería ayudarlos.

No tengo más motivos, es lo que deseo, lo que anhela mi corazón.


Hice lo que creí correcto, y gracias a Bastión Hueco alcancé en parte, mis metas, qué menos que devolverles la deuda. También cabía la posibilidad de que aquella niña ya no siguiese con vida pero… al menos la tendría en los recuerdos, continuaría su existencia en mi interior.

Y ahora lo único que me queda pendiente es…


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La luz volvió a iluminar mis ojos, en esta ocasión me hallaba en lo que parecía una fábrica abandonada de… ¿qué era aquel olor? ¿Chocolate? Y mi única compañía: Yo misma.

Mi otra yo portaba el sable de luz que tanto conocía, además llevaba gafas, cosa que me sorprendió bastante. Cierto era que yo tenía falta de vista pero… nunca había tenido interés en usar tal objeto.

«Soy tú. La verdadera tú»


Mi verdadera yo… ¿Le gustaba acaso usar gafas? Esta de inmediato adoptó una pose ofensiva, preparada para atacar. Yo hice el esfuerzo de levantarme del suelo para observar mejor el terreno, con aquel olor me entraría hambre en pocos segundos, pero no podía dejarme distraer por semejante nimiedad.

«¿Quién de las dos es más fuerte?»


Fruncí el ceño, preparada para cualquier ataque que pudiese venir, pero nada más lejos de la realidad, esta esperó a mi movimiento. Tal y cómo me temí en la plataforma circular, debía enfrentarme a ella, a mí misma, a mi verdadera yo.

¿Sin armas acaso? Aunque creo que puedo seguir usando la Llave Espada…


¿Cuál sería la mejor manera de vencerme a mí misma? ¿Tendría más fuerza y habilidad que yo? ¿Mayor destreza? ¿O por el contrario… era yo superior? Sólo había una manera de avanzar, y era comprobándolo, elegí enfrentarme a mí misma para conocerme a fondo, era el momento ideal para ello.

Desconozco cuál de las dos es más fuerte pero… ¿No estoy aquí acaso para comprobarlo y conocerme a mí misma? ― Y me lancé a por la Saeko que tenía ante mis ojos, invocando la Llave Espada durante el proceso.

Una vez estuviese ante ella, ejecutaría una veloz estocada directa a su estómago, en un intento de comprobar qué era capaz de hacer, si no daba la talla el daño sería atroz.

Re: [Necrópolis de las Llaves Espada] La Historia jamás contada

NotaPublicado: Jue Jul 18, 2013 2:09 am
por Nell
Nadhia

Tuvo la misma experiencia que Saeko. Sin embargo, al haber cerrado los ojos previamente, no vio venir la oscuridad, sino que fue impulsada hacia atrás, rechazada por la puerta y cayendo en un espacio donde debería de haber suelo, ya en la más profunda de las penumbras.

Y así continuó, cayendo, durante un rato indefinido. Lo hiciera con los ojos abiertos o cerrados, el paisaje no cambiaría en absoluto.

Hasta que, finalmente, podría observar un resquicio de luz al que se acercaba. Poco a poco se fue haciendo más nítido, mostrando su forma circular y revelándose como un lugar en el que, al parecer, Nadhia ya había estado.

La aprendiza se posó con suavidad en la superficie de su Descenso. Allí no habría nadie más que ella. Tres pedestales surgieron en los bordes de la plataforma, mostrando una venta a través de la cuál Nadhia experimentaría la misma prueba que su compañera.

En la primera, Nadhia observaría a alguien importante para ella. Podía ser un familiar, un amigo, un tutor… Alguien, sin duda, determinante en su vida, sin el cual ésta cambiaría por completo. Alguien, que destacara sobre los demás. Aún en el caso de que no hubiese nadie que cumpliera tales características, en dicha ventana aparecería entonces la persona más cercana a Nadhia.

«Soy tu mejor amigo. Confía en mí»


En la segunda, se daría el caso contrario. En ella, aparecería el mayor archienemigo que Nadhia podría tener, aquel a quien odiase con mayor fuerza, a quien nunca querría ni podría perdonar. Alguien cuya muerte fuera motivo de celebración. Alguien con una rivalidad tan profunda que nunca se borraría de su corazón. Si volvía a darse el caso de que no hubiera nadie con dichos requisitos, se materializaría aquel a quien Nadhia guardara más rencor u odio.

«Soy tu peor enemigo. Témeme»


Y, por último, en la tercera ventana se vio reflejada a sí misma. Podía asegurar que no se trataba de ningún espejo, puesto que la Nadhia de la ventana extendió una mano hacia ella, invitándola a acercarse.

«Soy tú. Conóceme»


Y todas aquellas voces, que hacían eco en todo aquel solitario lugar, hicieron una última pregunta a Nadhia al mismo son:

«¿A cuál de todos nos escogerás?»


Ronin le había advertido que no olvidara quién era. ¿El consejo había estado dirigido hacia aquella otra Nadhia? ¿O, precisamente, hacia aquellos a los que veía (y bien recordaba) que no eran ella, pero que también formaban parte de quién era?


Saeko

La otra Saeko no respondió, sino que se limitó a bloquear la estocada. A su vez, contratacó con otra lateral, que la auténtica Saeko previó con facilidad y actuó en consecuencia.

El inicio del combate fue prácticamente ese: atacar, bloquear y contratacar. Tuvo que intercambiar varios golpes más para darse cuenta de lo previsible que era su adversaria. O sea, ella misma. Veía sus movimientos, no a cámara lenta, pero sí en ellos un estilo prácticamente al suyo. Y cómo sabía cuál era su propia forma de pensar, atisbaba

Había asimilado esta verdad, y probablemente pensaba para entonces la mejor forma de socavar semejante habilidad pareja, cuando en uno de sus bloqueos, la otra Saeko se adelantó a su ataque y, acercándose a ella, le propino un doloroso codazo en el hombro, desestabilizándola.

Caminó, dejándola de espaldas, mientras la verdadera Saeko se recuperaba. Se ajustó las gafas, mientras la miraba con indiferencia por encima del hombro.

«Te he visto»


La voz, de la propia Saeko, reverberaba por toda la estancia. Y, sin embargo… la otra Saeko no había abierto la boca. ¿Quién hablaba? ¿Ella? No, espera, ¿a cuál de las dos había que referirse al decir ella?

«¿Cuál es la diferencia entre tú y yo?»


Y con aquella enigmática pregunta, esperó el siguiente ataque de su auténtica.

Re: [Necrópolis de las Llaves Espada] La Historia jamás contada

NotaPublicado: Lun Jul 22, 2013 12:52 am
por Tsuna
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Mi otra yo, o mejor dicho, mi verdadera yo logró bloquear sin dificultad mi estocada. Debía admitir que me alegraba por ello, la razón era que no vendría a ser tan débil como había supuesto, sin embargo... a los pocos movimientos comprendí que su estilo de combate era igual al mío, prácticamente idéntico.

Puedo prever la mayor parte de sus movimientos, de hecho, sé cómo va actuar a continuación.


Y bloqueé otro golpe más, propinando yo uno nuevo con mi Llave Espada y siendo éste evadido por mi gemela. Si el combate seguía así no tardaríamos ambas en empatar, pues podía suponer que al ser iguales nuestra resistencia iría mermando de igual modo.

Debe de haber algún modo de zanjar est-


Mi otra yo se adelantó con grácil agilidad para propinarme un fuerte codazo, el mismo que consiguió su objetivo, desestabilizarme.

¡Ag! —Exclamé dolorida ante el golpe.

Mi verdadera yo se situó a mis espaldas con suma tranquilidad, yo ni siquiera la observé, me llevé mi mano libre al hombro, intentando calmar el dolor.

«Te he visto»


Tras calmar levemente el daño la observé, algo frustrada por su pequeña victoria... No lograba comprender el por qué de su golpe, si se suponía que ambas eramos la misma persona, ¿cómo es que logró golpearme a mí y no al contrario, golpearla yo a ella?

«¿Cuál es la diferencia entre tú y yo?»


Y lo pude ver claramente, no era ella quien hablaba, era la voz la que resonaba a lo largo y ancho del lugar. ¿Contra quién me estaba enfrentando exactamente?

¿La diferencia entre nosotras?


Me puse en pie, sin ninguna intención de combatir, pensativa y cabizbaja, razonando una respuesta.

La diferencia entre tú y yo... —Y la miré directamente a sus ojos, analizando así sus rasgos físicos, cierto era que esas gafas eran una diferencia obvia, pero sabía que debía haber algo más profundo. No podía ser tan simple como diferencias físicas.— Tú... ¿por qué?... —Elevé mi Llave Espada ante mí, confusa.— ¿Por qué no estás usando la Llave Espada? Si eres yo, deberías ser capaz de emplearla. —Y adopté una pose ofensiva de nuevo, preparada para atacar en cualquier momento.

Esperé por unos instantes que no supe bien calcular, pues había perdido por completo la noción del tiempo, una respuesta suya. En cualquier caso, me lanzaría de nuevo a por ella con cierta duda en mi mente... Comenzaba a pensar que era inútil combatir, pero si eramos la misma quizás tuviese la oportunidad de lograr una apertura entre sus movimientos y golpearla por sorpresa, tal y como ella hizo conmigo poco atrás.

Espero que esto sirva para algo, para conocerme más a fondo. ¡He de darlo todo sin vacilación! ¡¿Qué pensarían los Maestros de mí si no?!


Intentaría con determinación propinarle un tajo directo con mi Llave Espada. Mi objetivo consistía en que bloquease mi golpe con su arma y mantenerla inmovilizada haciendo presión sobre ella misma, y finalmente con mi mano libre, cargar una Flama Tenebrosa y darle un golpe directo con mi hechizo oscuro.

¡Te tengo! —Exclamé inmediatamente después de lanzar la Flama.

Re: [Necrópolis de las Llaves Espada] La Historia jamás contada

NotaPublicado: Jue Jul 25, 2013 9:54 pm
por EspeYuna
Conozco este sitio ―musité, echando un vistazo a la vidriera que se cernía a mis pies―. Me pregunto cuántas veces habré estado aquí.

«Soy tu mejor amigo. Confía en mí»


«Soy tu peor enemigo. Témeme»


«Soy tú. Conóceme»


«¿A cuál de todos nos escogerás?»


¿Acaso dudas sobre qué camino escogeré? ―avancé entonces hacia mi decisión, con paso firme― Luchar contra mis enemigos sería como la simulación de los ordenadores de Tierra de Partida. Un desperdicio en un lugar sagrado como éste.

>> Y ya luché una vez contra mi igual, en este mismo lugar, cuando perdí la luz. Así que no me queda otra que confiar en ti.


Alcé la mano, riendo.

¿No es así, Ragun?

Re: [Necrópolis de las Llaves Espada] La Historia jamás contada

NotaPublicado: Lun Ago 12, 2013 3:15 am
por Nell
Nadhia

Ragun sonrió, al otro lado de la ventana.

Parecía cercano cuanto más se acercaba Nadhia a él, pero en cuanto traspasó limpiamente la superficie, Ragun desapareció y el paisaje cambió radicalmente. Lo que primero impresionaría a la vista de Nadhia era la luz. Y luego, el humo.

Estaba rodeada de llamas. A juzgar por el interior, se hallaba en un establo gigantesco, lleno de madera y paja fácilmente ignífugos. El fuego, a medida que pasaban los segundos, y sin ninguna duda, se iría extendiendo hasta consumirlo todo. Además, unas escaleras a su izquierda relevaban un segundo piso. Y hasta puede que un tercero. Detrás de ella estaba la puerta principal, a través de la que había entrado.

¡¡Nadhia!!

Era Ragun. Su cara apenas podía entreverse entre una enorme pila de escombros más adelante. El presunto techo del segundo piso que se había desprendido ya a causa del fuego lo había aplastado. Tardaría mucho en liberarle, pero tal vez pudiera hacerlo antes de que el fuego los bloqueara por completo.

¡¡Sácame de aquí, Nadhia!! ¡Ayúdame! ―suplicaba. Las gotas de su rostro podían deberse tanto a posibles lágrimas como a goterones de sudor. Nadhia no podía saberlo―. ¡Me han abandonado! ¡Se han ido! ¡¡Eres lo único que me queda!!

Sin embargo, desde allí, y gracias a los gritos de Ragun, otros más pudieron verla.

¿Tú…? ¡Oye! ¡Por favor! ―le llamó la atención una mujer, desde el boquete abierto del que se habían desprendido los trozos que habían aplastado a Ragun. Era mayor, regordeta y tenía la mirada desesperada. Al principio, dio muestras de no saber quién era Nadhia, pero al final le acabó dando igual―. ¡¡Ayúdame, por favor!! ¡Mis hijos…! ¡Mis hijos… están atrapados! ―ella sí lloraba, claramente―. ¡Necesito ayuda para liberarles! ¡Son muy pequeños y…! ¡Y…! ¡Se están ahogando! El humo… ¡Sube! ¡POR FAVOR!

Debía elegir.


Saeko

«Frío»


Fue lo único que dijo mientras veía venir el golpe de Saeko. Bloqueó, como la aprendiza suponía y quedó restringida por la presión de ésta. Sin embargo, siendo ambas la misma persona, tenían la misma fuerza y, por lo tanto, también podía contrarrestar la acometida con sólo una mano.

Pareció leerle el pensamiento. Nada más dirigir su mano hacia la otra Saeko para lanzar la Flama tenebrosa, ésta hizo lo mismo. La misma magia colisionó en completa sincronía, provocando que ambas tuvieran que retroceder de la propia onda que generó. No salieron especialmente dañadas, pero había sido un golpe para ambas.

«Somos iguales. Y, al mismo tiempo, no lo somos. ¿Cuál es la diferencia?»


Alargó el brazo, para mostrar en todo su esplendor la espada de luz que Saeko conocía tan bien. La traería a la mente, seguramente, recuerdos muy diferentes a los que tenía con la Llave Espada. Había sido su arma original. El objeto que más estrechamente la conectaba con su mundo.

«¿Quién eres?»


La apuntó con el propio sable.

«¿Y quién soy yo?»