[Coliseo del Olimpo] El dios caído

Trama de Light, Hiro, Xefil y Maya + Ragun & Mei

La aparición del bando de Bastión Hueco ha colocado a la Orden de los Caballeros de la Llave Espada en una tensión creciente difícil de remediar. ¿Llegarán a enfrentarse ambos bandos en conflicto, o será posible la paz?

Moderadores: Suzume Mizuno, Astro, Sombra

Re: Ronda #15 - El dios caído

Notapor Zodiark » Lun Ene 20, 2014 1:51 am

Cloud... Después de todo, aquel cuerpo pertenecía realmente a Cloud... Me sentí aliviada, pero el hombre estaba en peligro. Tuve la oportunidad de salvarle, pero... Simplemente, no pude. La abrumadora fuerza de los Villanos Finales paralizó mi cuerpo, yo no era rival para ellos. Paralizada, observé cómo Cloud era vencido por todos ellos. Intenté avanzar para ayudarle, pero mis piernas no se movían. Era como si mi cerebro me estuviera diciendo "¿Qué puedes hacer tú?" e hiciera que mi cuerpo no se moviera por el terror.

Ha terminado, chico —dijo Gabranth acercándose al joven rubio para agarrarle del pelo—. Tu corazón es fuerte y has podido resistir el alma de Gárland, pero eso no impedirá su regreso.

El caballero de la armadura colocó la palma de su mano sobre Cloud, y fue entonces cuando reaccioné al percatarme de lo que iba a hacer.

¡¡¡CLOUD!!! —exclamé corriendo hacia él.

No obstante, fue imposible para mí, y el caballero hizo desaparecer a Cloud con su misterioso poder. Impotente, frené en seco y caí de rodillas al suelo.

Mierda... ¡Mierda!

Unas lágrimas resbalaron por mis mejillas mientras golpeaba el suelo con los puños repetidamente en señar de impotencia. Cumplir mi promesa con Aeris iba a ser imposible... ¿Quién sabe dónde estaría Cloud en aquel momento?

Lo siento... —murmuré justo antes de levantarme y secarme las lágrimas.

En ese preciso instante, llegaron caras conocidas. Xefil y Lyn, que llevaba a un Hiro bastante malherido a cuestas, entraron en la sala.

Chicos... Gracias a Dios que habéis venido... Aunque... —miré al lugar en el que estaba Cloud justo antes de desaparecer—. Ya es tarde...

"Inútil."
"Inútil."
"Inútil."


Eso era todo lo que me pasaba por la cabeza en ese momento.

"Maya, eres inútil."

No... No es tarde todavía —pensé en voz alta—. No soy ninguna inútil.

Y lo pensaba demostrar. Tenía que detener a los Villanos Finales y llevar a Cloud con Aeris costase lo que costase.

Llegáis tarde, Portadores. Retiraos ahora que podéis.

¡Como si les dejáramos! ¡Jo, jo, jo, cómo me voy a divertir repartiendo justicia!

La batalla comenzó, y me mantuve en todo momento en la retaguardia, observando los movimientos de mis enemigos y esperando a un momento adecuado para entrar en acción. Seymour estaba haciendo una especie de ritual con la armadura, seguramente para resucitar a Gárland, esta vez de verdad. Estaba pensando en alguna forma de detenerle, pero, aunque los demás lo intentaron, no fue posible frenar a Seymour. Y no sólo eso, cuando Xefil fue herido, su sangre entró en contacto con la armadura, y ésta reaccionó, haciéndonos caer a todos al suelo.

No... —musité mientras una figura oscura comenzaba a surgir en el interior de la armadura—. ¿El verdadero... Gárland...?

Ha pasado mucho tiempo...

Lord Gárland —intervino Gabranth—. El Emperador Mateus ha facilitado su resurrección. Y os otorga un regalo: vuestra asesina, aquí presente.

Gárland dirigió su mirada hacia Lyn, que intentaba reincorporarse. Lyn invocó su Llave Espada, pero Gárland no luchó, sino que simplemente rió.

Ella no es mi asesina. ¿Verdad...?

Fue entonces cuando Gárland dirigió la mirada hacia otra persona de la sala...

¿... Diana Thorn?

Todo era muy confuso. Xefil comenzó a tratar con respeto a Gárland, y, aunque no sabía qué, suponía que tenía algún tipo de plan. Pero entonces Ragun, que había llegado también momentos antes, le atacó directamente. Su temeridad podía costarnos la vida a todos, pero no era momento de echarse atrás después de todo. Aún en el suelo, fijé mi vista en el Dios de la armadura oscura y le lancé un hechizo Libra. Acto seguido, miré a la malherida Diana.

Supongo que eres nuestra aliada por ahora —murmuré para mí misma—. No tengo más remedio.

Concentrando poder en la palma de mi mano, le lancé un hechizo Cura a la chica para tratar de sanar su herida. Estábamos todos en el mismo bando en ese instante, así que dejarla malherida cuando podía ayudarla no estaba nada bien, aunque a mis ojos continuara siendo una enemiga más.

Maestra —dije dirigiéndome a Lyn, que también había recibido algunos golpes—. ¿Necesita ayuda?
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Ronda #16 - El dios caído

Notapor Soul Artist » Sab Ene 25, 2014 12:46 am

Tus esfuerzos son inútiles, guerrera.

Gárland tiró al suelo el cuerpo de la joven Lyn, que rodó por él sin hacer ningún esfuerzo por detenerse. El nuevo dios le había machacado en combate, dejándola en evidencia frente a Zeus. Desde el principio sus oportunidades eran nulas, justo al contrario de lo que le hubiese gustado creer: podía enfrentarse a un titán ella sola, pero un dios era un nivel que posiblemente ni siquiera su Maestro Ronin era capaz de contemplar, y por tanto mucho menos una aprendiza como ella.

Se quedó quieta en el suelo tras terminar de rodar y se llevó la mano al ojo derecho. El párpado le sangraba bastante, pero todavía tenía visibilidad en él; uno de los ataques casi le había dejado tuerta. Pero aunque podía agradecerlo seguía demasiado debilitada físicamente como para defenderse.

Intentó erguirse para defenderse, pero el peso de la gigantesca hacha de Gárland sobre su cuello le hizo detenerse. Mantuvo los dientes apretados y observó llena de ira al rostro del dios, el cual contemplaba complacido a su rival.

Habéis perdido. Tebas arderá, y con él todo este mundo —explicó el dios, extendiendo su mano hacia la ciudad asediada por los titanes—. Todo vuestro reino conocerá mi poder, muchacha. Y cuando el arma sea recuperada, tu Orden también sufrirá el mismo destino.

»¿Tu último deseo?

Lyn abrió la boca para formular algo, pero se vio interrumpida con su tosido. La sangre salió de su boca y manchó el arma de Gárland, que se mantuvo quieto mientras la muchacha se recuperaba para poder contestarle.

No eres nadie comparado con mis Maestros.

Gárland dio una patada a la joven en la mejilla y Lyn le correspondió tosiendo más violentamente. El dios levantó su hacha y la colocó unos instantes sobre su hombro, apuntando al cuello de la guerrera de la luz. Lyn no tenía nada que hacer; jadeó quieta en su sitio, impotente ante la situación.

Espera, mi señor.

Lyn desvió su mirada para encontrarse con la figura que llevaba acompañando a Gárland desde que ella había llegado. Alguien que le había estado sirviendo el vino, que se había situado como su mano derecha y que se rumoreaba que le había ayudado a tomar el Olimpo. La había conocido anteriormente, así que pudo reconocerla con su nombre artístico:

Diana...

¿Algún problema, Artemisa?

La diosa caminó lentamente hacia su socio, llevando consigo dos copas de vino. Una vez llegó hasta él se puso de cuclillas para darle un beso en la mejilla, el cual el dios correspondió con una sonrisa mostrándole los dientes.

¿No deberías celebrarlo? Tu primera Guerrera de la Luz —señaló Diana, ofreciéndole una de las dos copas. Gárland, la rechazó tomándola de la muñeca y bajándosela para volver a regresar la mirada hacia Lyn.

Hay tiempo para celebrarlo después, querida.

Insisto —contestó con rapidez la chica, volviendo a entregarle la copa—. Esta humana me ha molestado en el pasado. No quiero recordar este momento como algo frío del que no participé. Brindemos juntos por su muerte.

Gárland giró la cabeza hacia la diosa, pensando su ofrecimiento por un segundo. Tras meditarlo clavó su hacha en el suelo, tomando la copa de la mujer y brindando con ella. Pero antes de que Artemisa procediera a beber su contenido, Gárland le agarró de la muñeca con violencia, asustándola.

Espera —bramó el dios del caos—. ¿No crees que deberíamos cruzar las copas?

La diosa se llevó una mano al pecho del susto, pero recuperó la compostura casi de inmediato. Cerró los ojos por un momento, mostrándose asustada, para devolverle la sonrisa a Gárland. Sin mediar palabra, cruzó su copa con la de su socio, dándole de beber de su vino y él correspondiéndole con el suyo.

El dios del caos terminó de un golpe el contenido de su copa. Se apartó de la diosa y tiró el cristal contra el suelo con violencia, dándole la espalda para volver a dirigirse hacia Lyn. Recuperó el hacha del suelo y la colocó sobre su pecho mientras sus ojos brillaban con más intensidad.

Guerreros de la Luz. Ciclo infinito. Dioses —Gárland renumeró todos los conceptos que le habían llevado hasta allí de forma casi sin sentido—. Me siento fuerte, poderoso. Con los titanes y con este poder nada me puede detener. Nada. Y tú eres la primera de muchas.

Gárland levantó su arma para terminar con Lyn de una vez por todas. La muchacha cerró los ojos de golpe, negándose a aceptar su destino.

Y entonces el sonido de un enorme peso cayéndose llegó a sus oídos. Volvió a abrir los párpados para ver que el hacha de Gárland había caído a sus pies, mientras el dios levantaba la mirada hacia el cielo y extendía su mano también hacia allí. Artemisa le había agarrado por la espalda y le estaba clavando una daga mientras cerraba los ojos con fuerza, llena de lágrimas.

Hasta la última gota. Dale de beber... Hasta la última gota.

La chica se separó del dios y este dio un paso hacia adelante, casi pisando a Lyn en su camino. Se llevó la mano a la espalda para comprobar que la joven no sólo le había atravesado la armadura, sino también la piel. Sus manos estaban manchadas de una sangre negra impropia de los humanos, pero bien sabía que los dioses jamás sangraban.

Así es como se mata a un dios —susurró Artemisa, levantando la daga y tirándola a los pies de Gárland.

El dios abrió la boca, pero de su cuerpo sólo brotó sangre. Cayó de rodillas junto a Lyn y sus ojos se quedaron en blanco, intentando combatir aquel ataque. Con sumo esfuerzo levantó una de sus rodillas para colocarse de nuevo en pie, extendiendo su mano hacia su arma y tomándola con pesar para colocarse en posición de combate.

El vino —señaló Gárland entre jadeos, dando lentos pasos hacia Artemisa—. Tú también.

La diosa no se movió de su sitio. Gárland se lanzó contra ella con el arma de frente y cayó al suelo, incapaz de soportar el peso de su propia armadura, mientras rozaba con el hacha el brazo de Artemisa y le provocaba un ligero corte con el cual también ella sangró. Sin embargo, soportó el dolor en silencio mientras Gárland veía cómo las gotas de sangre de la chica caían frente a él.

Así que este es nuestro destino.

»Somos dioses caídos.

* * *

Los recuerdos volaron por la mente de Lyn mientras Gárland conectaba su mirada con la de Diana. La exdiosa a duras penas podía mantenerse con sus dos manos apoyados sobre el suelo, jadeando y asustada. Fue Xefil quien acudió en su defensa, interponiéndose entre ambos para dedicarle una mirada llena de miedo a la armadura, aunque también amenazante.

Presento mis respetos a Lord Gárland. Traedor de, eh, Maldad y Dios Caído del Olimpo.

El muchacho realizó una reverencia y entonces rodeó a Diana con el brazo, ayudándola a levantarse, e invocó la Llave Espada para intentar disuadir a la armadura de que no diese ni un paso más. Gárland reaccionó a la invocación de aquel arma apretando el puño izquierdo en silencio, bajando la mirada hacia Xefil.

El dios caído lanzó con violencia el arma de Cloud y la lanzó contra la pared como si no pesara nada para él. Una sombra surgió alrededor de su palma y una gigantesca hacha surgió sustituyéndola, del mismo tono morado que la capa del fantasma.

¿Que tal por el mundo de los muertos, Gárland? ¿Mucho sol? Se te ve moreno.

La atención del hombre se vio interrumpida con aquellas palabras. Gárland tardó un segundo en girar la cabeza lentamente en dirección a Ragun, el cual se mostraba desafiante ante la armadura. El eco de la risa del dios resonó en toda la caverna.

¿Cuántos Guerreros de la Luz hay aquí? Percibo ese poder incluso de ti, Diana —señaló Gárland, haciendo referencia al hecho de que cuando la conoció aún no era una Portadora—. ¿He de asumir que todos lo sois? ¿La Orden se entrega a mí de este modo?

Maestra. ¿Necesita ayuda?

Lyn desvió su mirada de Gárland para mirar a Maya, la cual acababa de curar la herida de la daga de Diana que Seymour le había provocado. La Maestra analizó la situación: tres Villanos Finales y Gárland con su pleno potencial.

La Libra de Maya no era capaz de medir la fuerza del enemigo. Jamás había visto algo así: si hubiese números para medir la fuerza de alguien, los de Gárland estaban al máximo. Su poder provenía de cuatro fuentes diferentes, otorgándole una divinidad casi absoluta y cuatro afinidades más que se sumaban a la propia oscuridad de la armadura: hielo, fuego, viento y tierra.

Hiro le ofreció una poción, pero Lyn tardó unos segundos en contestarle rechazándola. El sudor surgió en su frente, reviviendo en su mente la derrota que había sufrido frente a Gárland años atrás. No había tenido ni la más mínima oportunidad, prácticamente nulas. No sabía cómo actuar.

Al menos, hasta que Ragun intervino para proponer:

Gárland, enfrentate a mí. Esta vez seremos solo tú y yo.

Entonces Lyn supo cómo actuar. No era lo más correcto, y como Maestra probablemente no pudiese perdonarse después aquella acción: pero no veía otro remedio que dar aquella orden.

Retiraos. ¡Ahora!

Xefil estaba dispuesto a proteger a Diana con el precio que costara, así que no tardó en obedecer a la Maestra, que se lanzó corriendo hacia el pasillo helado por el que habían entrado. Gabranth se levantó como acto reflejo al ver la huida de los Caballeros, pero Gárland le ordenó mantenerse quieto con un gesto de la mano. Si Maya y Hiro decidían retroceder también o quedarse con Ragun dependía de ellos.

La estocada oscura atacó primero, lanzando un hechizo eléctrico contra la armadura. Gárland reaccionó rápidamente colocando su mano en la trayectoria del rayo y recibiendo el ataque, que traspasó su brazo y desapareció en algún punto de este. No había notado lo más mínimo aquello, y si Maya se había quedado, pudo comprobar con su Libra que sólo habían sido cosquillas para él.

Y la velocidad de Gárland también estaba a la par que su resistencia. Ragun pretendía esquivar o bloquear cualquier ataque que le lanzase, pero en menos de una décima de segundo su enemigo se encontraba frente a él, observándole en silencio. Antes de que pudiese reaccionar Gárland tomó el rostro del chico y lo levantó en el aire, tapándole la vista.

No recuerdo tu nombre —señaló la armadura, apretando con fuerza la cabeza de Ragun—, y la verdad, nunca me ha importado.

Una corriente de fuego atravesó el brazo de Gárland, convirtiéndolo en magma puro, y con ello apretó su mano. El dolor del joven era doble: por un lado, estaba siendo quemado vivo, sin apenas poder escapar, mientras su cara se veía aplastada y no llegaba ni a tocar el suelo.

Por el otro, su gran enemigo tan siquiera se había molestado en recordarle, humillándole frente a los Villanos Finales.

* * *

¡Light! ¡Mei!

Lyn y los demás atravesaron el portal invisible para acceder de nuevo a la sala de Hades, la cual se encontraba en serios problemas. Los Sincorazón que habían acudido a celebrar el regreso del dios del caos no tardaron en entrar en combate. Aunque Light y Mei habían derrotado a un par de primates, los ataques contra el centauro habían resultado inútiles: el Sincorazón pretendía llevarse de inmediato al Emperador.

La Maestra invocó su Llave Espada y de un ataque derribó al centauro, cuyo corazón fue liberado de un sólo ataque. Los monos se dieron a la retirada nada más ver que el cabecilla había sido derrotado tan fácilmente, otorgándoles de nuevo paz. Aunque lo último que esperaba Lyn era la paz.

Hemos fallado —informó la Maestra a los jóvenes—. Nos retiramos. ¡Ya!

Lyn abrió un Portal de Luz frente a ella e indicó a todos que lo atravesaran, incluida Diana. Parecía angustiada y realmente asustada, pero era más que comprensible conociendo su anterior experiencia con Gárland.

¡Vámonos!

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Fecha límite: 28 de enero de 2014.
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Re: Ronda #16 - El dios caído

Notapor Sombra » Sab Ene 25, 2014 5:16 pm

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Ah... La muerte. Tan desesperanzadora, tan fría y afilada. Tan lejana, pero a la vez cercana.

¿De verdad un ser vivo podía tener tal poder? El electro apenas le había dañado y la velocidad de aquel ser, a pesar de portal aquella armadura pesada...

Él sería mi asesino pues, el mismo que había derrotado un año atrás. Mirando al pasado... No pude evitar pensar que me arrepentía de muchas cosas.

Evasión Sombría no se activó a tiempo. Aquel enemigo tan abrumador agarró mi cara a una velocidad sobrehumana y me elevó en el aire y sin siquiera poder tocar el suelo... No podía huír siquiera. De la sorpresa ante su ataque, mi llave espada cayó de entre mis manos provocando un sonido metálico en el suelo antes de desaparecer entre brumas oscuras.

No recuerdo tu nombre, y la verdad, nunca me ha importado.

Entonces debe ser la edad, te estás haciendo viejo. Al menos deberías recordar a quienes te derrotaron alguna vez —contesté burlón en un intento de risa forzada tratando de mantener la compostura y cagarme encima, tratando de... Si ya no podía evitar mi muerte, al menos moriría orgulloso de no haber suplicado.

Su respuesta fue apretar su mano más mientras que veía como su brazo se teñía de un color rojizo como el magma.

Grité. Jamás había sentido tanto dolor. Su Machaque Ígneo era muy potente.

Las lágrimas salieron de mis ojos casi hirviendo, aunque apenas se podían apreciar ya que se evaporaban al momento.

Escocía, mi piel empezaba a calcinarse y también empezaba a notar como si mi piel se derritiese llegando lentamente hasta los músculos de mi rostro. Pronto perdería la consciencia, no por el daño. Sino por el dolor. ¿De verdad había llegado mi hora? No tenía fuerzas para soltarme.

Me sentí mareado y mis párpados pesaban tanto como dos yunques de hierro. Poco a poco, mi conciencia iba abandonando mi cuerpo.

¿Acaso eres tan inútil? ¿Vas a morir tan pronto?


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¡¡¡NO!!!


Yo no puedo morir.


Tengo... Tengo demasiadas cosas que hacer aún.


Mis ojos se tiñeron del amarillo característico de los sincorazón. Mi voluntad para vivir crecía por momentos. No, no iba a peder la conciencia, aún no.

Yo... Te mataré, Gárland —aseguré con una rabia y fustración que apenas podía contener—. No pienses que puedes acabar conmigo.

>Me haré mucho más fuerte y yo mismo daré contigo para dar fin a este ciclo.

Tenía que vivir a toda costa, daba igual el sacrificio.

Quizás era una estrategia arriesgada, o más que una estrategia era la desesperación lo único que me quedaba. Coloqué mi mano sobre el suyo que estaba al rojo vivo. Mis manos empezarían a chamuscarse, pero no me quejé. Utilicé Hielo tratando de generar una capa de escarcha sobre su brazo que cancelase su magia ígnea. Sabía que no le haría daño y lo más probable es que solo le diese más poder absorviendo aquella magia, pero quería intentar al menos una posibilidad para volver a actuar.

No perdí el tiempo, con la otra mano ya había materializado mi Llave Espada a la par que utilizaba la magia Hielo momentos atrás y activando la habilidad Robo Vital y Golpe Contundente a la vez pretendía conseguir que me soltase al golpear su brazo y de paso, recuperarme lo suficiente como para poder tener energía para escapar.

No perdería más tiempo allí si mi última oportunidad de supervivencia funcionaba. En cuanto tocase el suelo empezaría a corrers hacia el lugar donde se encontraba el Portal Invisible.

¿Por qué había actuado así poniéndome en peligro? ¿Era culpa de Diana y su poder que nublaba mi mente? ¿Culpa de el éxtasis al enfrentarse a alguien mucho más poderoso?

O tal vez... Simplemente era un suicida.

No entendía mis motivos ni yo mismo. ¿Proteger a alguien? No podía ser eso, aquello solo lo hacían los idiotas. Sacrificarse por otros... ¿Quién era tan imbécil?

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Imagenes donde puse la música cortesía de Zee aka Xefil.
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Re: Ronda #16 - El dios caído

Notapor Zee » Sab Ene 25, 2014 11:24 pm

La voz de Ragun me hizo apretar los nudillos. ¿¡Pero que no podía quedarse callado por unos instantes!? ¡Había momentos en los que se tenía que, sencillamente, cerrar la boca! ¡Con esas actitudes sólo iba a lograr que lo mataran!

¿Que tal por el mundo de los muertos, Gárland? ¿Mucho sol? Se te ve moreno —cuestionó burlón, con unos aires de grandeza que la verdad no sabía de dónde había sacado. ¿Se le habrían pegado de los Aprendices de Bastión Hueco? ¿O tal vez era una lección en particular que los Maestros habían decidido darle? De cualquier manera, aquel no era el Ragun que había conocido brevemente mientras todavía estudiaba en Tierra de Partida. Era un cretino petulante cuyo ladrido era más terrorífico que su mordida.

Pero... su plan bien podía funcionar. Era tan transparente que me resultaba extraño que Gárland no le diese una negativa. Ragun pretendía distraerlo, como el joven que lo había derrotado una vez, para que lográramos salir de allí.

Ya habíamos perdido. No podíamos permitirnos otro error, como una muerte o la captura de Diana.

¿Cuántos Guerreros de la Luz hay aquí? Percibo ese poder incluso de ti, Diana —apuntó el dios caído, a la par que yo ayudaba a Diana a mantenerse en pie, apoyándola contra mí. Aquella frase denotaba un mensaje inusual: Diana no era Portadora cuando había asesinado a Gárland. Me pregunté, asustado, de dónde había sacado entonces poder para vencer al temible hombre—. ¿He de asumir que todos lo sois? ¿La Orden se entrega a mí de este modo?

Es una semidiosa. Es lo único que cuadra con el mythos.

Mientras hacía ademán de retroceder con la joven, Ragun se aseguró de señalar casualmente una pista para todos aquellos que no habían visto antes al hombre:

Gárland. ¿Y tu casco?

Al instante contemplé a Gárland en su totalidad. Y sí, efectivamente, llevaba el rostro descubierto. Le faltaba una parte a aquella oscura armadura... y mientras esa parte siguiese faltando, el dios no podía regresar por completo. El sacrificio, además, había sido la sangre de Diana y no su vida, como había supuesto... ¿era aquello suficiente o también debía arrebatársela a la joven para poder volver al cien por cien?

Gárland, enfrentate a mí. Esta vez seremos sólo tú y yo.

Ragun pronunció la señal que estuve esperando. Sin levantar el brazo con el que rodeaba a Diana, la tomé de la muñeca con mi mano libre (tras desmaterializar mi Llave) y la obligué, prácticamente, a echar a correr conmigo. Gárland respondió al desafío tal y como mi compañero había previsto, lo cual nos daba unos valiosos segundos para salir de allí.

No más derrotas, no más derrotas... fue lo que tuve que repetirme mientras corría junto con Diana hacia el portal invisible.

Antes de atravesarlo, miré atrás por última vez. Sólo para ver a Ragun siendo derrotado en tan sólo unos segundos, con la mano de Gárland a punto de tomarlo por el rostro. Sintiendo un sabor amargo en la saliva que tragué nerviosamente, volví a mirar al frente y crucé el portal.

* * *


No pude evitar escapar un suspiro de alivio cuando vi a Mateus esposado de nuevo, con Light y Mei a cada costado suyo. Me alegraba ver a la chica de pie de nuevo, pero con todos los acontecimientos apenas había tenido tiempo de dedicarle la atención debida. Y parecía que Gaomon, de alguna manera convertido en una bestia cuadrúpeda, había ayudado también a re-capturar a nuestro valioso prisionero.

Después de todo, ya le habíamos prometido uno a la Federación. No podíamos perderlo tal y como habíamos perdido a Kefka.

Hemos fallado —declaró Lyn, amargamente, apenas crucé el portal. Llevaba su Llave en la mano y una particular nube de tinieblas, a punto de dispersarse, me informó que justo había derrotado a un Sincorazón o dos—. Nos retiramos. ¡Ya!

Con las fuerzas que le quedaban, Lyn invocó un Portal de Luz. ¿A Tierra de Partida... a la Federación...? Esperaba, por nuestro bien, que fuese a la segunda. Mientras más tiempo pasara Mateus sin estar encerrado, más oportunidades tenía de escapar.

Pero... faltaba Ragun. Es decir, ¿íbamos a llevar a Diana con nosotros, pero íbamos a dejar a Ragun?

Es el enemigo... —apuntó Némesis, adivinando mis pensamientos en cuanto miré atrás por segunda vez. Sujeté el sombrero que, por alguna razón rídicula y tonta, todavía llevaba puesto. El portal seguía siendo visible para mí.

Ahora no —contesté mentalmente—. Hicimos una tregua, así que todos somos aliados.

¡Vámonos! —rugió de nuevo la Maestra Lyn, apuntando a su propio Portal de Luz. Hice una mueca y me di cuenta que no tenía el valor de atravesarlo.

Maldita conciencia.

Apreté la mano de Diana y le pedí:

Ve con ellos. Tienen que entregar a Mateus. Diana, por favor... —acto seguido, me giré hacia Maya y apresuradamente (y sin darle más explicación), le dije—: Préstame tu sombrero.

Me di la media vuelta, con la mente trabajando a mil por hora. ¿Cómo iba a hacerlo? El escenario aún era invisible, pero una cosa estaba clara... Eran Gárland, Seymour, Kefka y Gabranth contra mí. ¿Cómo demonios iba a sacar a Ragun de allí?

No me sigan. Ninguno. Tienen un prisionero que vigilar y una diosa* que proteger. Maestra, cierre el Portal apenas cruce el último de ustedes —declaré, con la espalda vuelta hacia ellos. Y luego, tras tomar una amplia bocanada de aire en un vano intento de calmarme y deshacerme del miedo, regresé por el Portal por el que había venido.

* * *


Cuando volví, mis ojos instantáneamente se clavaron en Ragun. El joven había sido levantado en el aire; Gárland, con una fuerza tremenda, usaba sólo un brazo para sostenerlo del cráneo, aplastándolo con sus gigantescos dedos. Su armadura, además, había sido encendida al rojo vivo y amenazaba con carbonizar al Aprendiz Oscuro.

Iba a matarlo si no hacía nada. Menos mal que había vuelto...

Pero qué... ¿qué iba a hacer...? No tenía más que unos segundos para pensar y mucho menos que eso para actuar. De alguna manera, tenía que arreglármelas para evadir a los Villanos Finales, tomar a Ragun (sin contar que debía liberarlo) y volver hacia el Portal. A partir de allí... ¿qué más? Si Lyn me había hecho caso y el Portal de Luz estaba cerrado, tendríamos que volver por los aposentos de Hades y por el laberinto que había cruzado con Diana... ¡Agh, y por culpa de su estúpido poder, no recordaba ni un solo trozo del camino!

Tenía que intentarlo. Para eso me había vuelto Caballero de la Llave-Espada.

Para proteger lo que era importante.

Y aun siendo tan cretino petulante orgulloso creído boca-suelta con aires de grandeza... Seguía siendo Ragun, maldita sea. Habíamos luchado juntos... eso lo hacía... "algo" importante, ¿no? Y aunque no fuese así, por más que me doliese admitirlo, era importante para alguien más que a su vez era importante para mí.

Así que en silencio y sumergiéndome en mí mismo... le rogué a la Bruja Eterna por su ayuda...

Mis ojos se tornaron carmesíes, mientras escuchaba el lejano tintineo de las cadenas caer. Una sensación cálida se extendió desde el centro de mi pecho hasta la punta de mis extremidades, otorgándome suficiente energía para al menos otro par de hechizos.**

La Bruja rió satisfecha.

Acaricié con suavidad la pequeña jaulita que llevaba atada en la parte trasera del cinturón, parcialmente oculta bajo la ropa. La había conseguido hacía mucho mucho tiempo, al conocer a Pema, y se decía que podía traerme suerte si lo deseaba con suficiente fuerza... Bueno, la necesitaba entonces.***

Eché a correr tan rápido como mis piernas me lo permitían. Sabía que si alguno de los Villanos Finales se lanzaba contra mí, no tendría energía suficiente para esquivarlo, puesto que debía guardarlas para mi última acción. No podía permitirme desperdiciar ni una sola gota de ese preciado maná.

Era mi mejor hechizo. Y tenía que extenderlo más allá de mis límites, arrastrando a alguien conmigo. No podría usarlo más que una vez. Y sólo una vez.

No más derrotas, no más derrotas... me repetí, cruzando la galería como una flecha. Saltando y girando, demonios, si era necesario con tal que ni uno solo de los Villanos me tocara. ¿Podría confiar en mis reflejos y mi velocidad para ello? Después de todo, no era más que un Aprendiz, débil todavía.

Tomé el riesgo, de cualquier manera. Para salvar a un traidor.

En cuanto pudiese posar aunque fuese un dedo sobre Ragun, intentaría extender mi magia a su alrededor. Tendría que doblar el espacio a mi voluntad para transportarme no sólo a mí, sino también a mi compañero. Tenía que arrastrarnos a ambos tan lejos como pudiese de Gárland y tan cerca del portal como mi energía me lo permitiese.****

Teníamos que salir los dos de allí, cruzando el portal que Gabranth había abierto para Maya y de vuelta a la sala del trono de Hades. Era, o ambos, o ninguno. Mi decisión estaba hecha.

¡¡Corre!! —rugiría, tanto si el hechizo funcionaba... como si no.

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Puntos vitales de este post:

*No es metagame. Xefil llama 'diosa' a Diana por el bien de la simpleza. No va a exponer su teoría (equivocada) en un momento de prisa.

**Interpretativamente, Xefil se apoya en el poder de Némesis. Off-rol, utilizo un Éter de mi inventario para recuperar PHs.

***Igualmente, interpretativamente, Xefil usa Elusión Mágica para transportarse con Ragun. Off-rol, he usado la habilidad dos veces para transportar a dos personas. 16 PHs

***Y también he invocado al Grillito, por si no lo dejé muy claro. Sí, cuando Xefil acarició la jaula xD Otros 2 PHs


Oh, dios, que funcione, oh, dios xDDD
—You're like that coffee machine: from bean to cup, you fuck up—

~Dondequiera que el arte de la medicina es amado,
también hay un amor a la humanidad~


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Re: [Coliseo del Olimpo] El dios caído

Notapor Light » Dom Ene 26, 2014 1:44 am

¡Aquí vienen!

Dos de los primates dejaron de danzar y se lanzaron contra los aprendices, quienes se encontraban al otro lado de la habitación, en guardia. Light rápidamente liberó de un sablazo un proyectil con forma luna creciente que atravesó a uno de los Sincorazón. Mei se encargó del otro primate, eliminándole sin ninguna clase de contratiempo.

Después, le tocó el turno al centauro que lideraba a los pequeños Sincorazón. Ni los disparos ni las arremetidas funcionaron contra el fuerte Sincorazón: era inmune a cualquiera de sus habilidades y estaba muy por encima de su nivel. Si ambos no eran capaces de vencerle, quizás necesitaban la ayuda de Gaomon para acabar con él…

Es de los duros… —indicó el joven tras soltar un resoplido.

Aferró fuertemente Alma Inquebrantable, sin dar aquel combate por perdido. Normalmente se habría lanzado de nuevo contra su enemigo, pero no tuvo que hacerlo. De repente, una mujer con rasgos animales apareció de la nada para salvar la situación.

Resultaba un gran alivio su vuelta. La Maestra Lyn había regresado y había eliminado al Sincorazón, exhibiendo delante de todos ellos su prodigiosa habilidad de combate. Los primates restantes huyeron despavoridos tras presenciar aquella demostración de fuerza. Si no hubiera sido por su repentina aparición, el Sincorazón les habría aplastado y Mateus seguramente hubiera logrado llevar al cabo su huida.

Maestra, qué ha pasado al final con…

Hemos fallado —la respuesta breve de Lyn le sentó como un jarro de agua fría. Se quedó enmudecido y simplemente observó con perplejidad a Xefil y a los demás que seguían a la Maestra Lyn, comprobando el fracaso en sus miradas—. Nos retiramos. ¡Ya!

>>¡Vámonos!


La mujer abrió, una vez más, un portal de luz que les permitiría salir del mundo. Light dirigió la mirada a su mascota y le invitó a que cruzara en primera lugar el pasaje interdimensional creado por Lyn, tirando de Mateus con sus garras opresoras. Él les seguiría de cerca, aunque antes de eso…

No me sigan. Ninguno. Tienen un prisionero que vigilar y una diosa que proteger. Maestra, cierre el Portal apenas cruce el último de ustedes —rogó Xefil. El aprendiz del Reino Encantado no se esperó a escucharles y rápidamente atravesó el portal invisible.

En verdad está loco. ¡Primero el trato con Hades y ahora esto, demonios! ¿A qué viene esto de irse sin más? —exclamó Light alterado. Extrañado, empezó a buscar a cierto aprendiz que no se había dejado ver todavía—. Ahora que lo pienso, ¿dónde está Ragun? —se preguntaba, aunque aquella era la menor de sus preocupaciones en aquel momento. Observó fijamente el portal e intercambió miradas con Lyn. Volvió a fijarse en el portal y soltó un bufido, empezando a comprender la situación—. En fin, confiemos en Xefil.

Light suspiraría y terminaría cruzando el portal. ¡Qué otra opción tenía, si tal como decía Xefil debía custodiar al rehén y entregarle a las autoridades! Al menos, aunque Lyn no se quedara a ayudar a su amigo, le tranquilizaba pensar que Xefil tenía el apoyo de Némesis.
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Re: [Coliseo del Olimpo] El dios caído

Notapor RedXIII » Mié Ene 29, 2014 2:54 pm

¿Que tal por el mundo de los muertos, Gárland? ¿Mucho sol? Se te ve moreno.

Era aun más bocazas que el propio Hiro, pensó su mascota.

¿Cuántos Guerreros de la Luz hay aquí? Percibo ese poder incluso de ti, Diana ¿He de asumir que todos lo sois? ¿La Orden se entrega a mí de este modo?

La maestra rechazó toda ayuda del aprendiz perruno, no parecía estar demasiado centrada en el tema.

Gárland, enfréntate a mí. Esta vez seremos solo tú y yo.

Inconsciente, alocado, insensato, estúpido, varias palabras se le pasaron por la cabeza al ver la manera de actuar de aquel aprendiz ¿Todos los miembros de Bastión Hueco eran así? Pero realmente no podía recriminarle gran cosa, ya que el había hecho lo mismo con Garbanth.

Retiraos. ¡Ahora!

Aquello le sorprendió ¿De verdad era capaz la maestra de dejar ahí tirado al aprendiz oscuro? Hiro no sabía como actuar, su deber no era protegerle, pero moralmente le parecía ruin dejarlo allí a su suerte, desgraciadamente poco podía hacer el solo, sobretodo si sus compañeros se iban por el portal, ya había recibido suficiente como para enfrentarse de nuevo a ellos, así que se retiró junto a sus compañeros por el portal, indignado y furioso.

* * *


Cuando atravesó el portal pudo ver como la maestra derrotó a un Sincorazón que le recordaba al que luchó cuando se encontró con Kefka por primera vez, asustando así a otros más pequeños con forma de mono.

Hemos fallado. Nos retiramos. ¡Ya!

...Fallado, Hiro no creía para nada que aquello fuera su culpa, ni que verdaderamente el hubiera fallado porque, en el fondo ¿Que esperaba la maestra que hicieran? Ir allí y enfrentarse contra una persona que ni ella había derrotado antes acompañados por un villano con un sistema de control tan básico como unas cadenas y un mando, los habían condenado al fracaso desde el momento en que habían pisado aquel lugar.

¿Y que esperabas, que es lo que querías conseguir? — Estaba muy resentido con la maestra después de abandonar la misión, tal vez por sentir que su orgullo estaba herido o por haber recibido aquella paliza para nada.

La maestra abrió un portal de luz ¿Debía entrar como los demás?

No me sigan. Ninguno. Tienen un prisionero que vigilar y una diosa* que proteger. Maestra, cierre el Portal apenas cruce el último de ustedes

En verdad está loco. ¡Primero el trato con Hades y ahora esto, demonios! ¿A qué viene esto de irse sin más? Ahora que lo pienso, ¿dónde está Ragun? En fin, confiemos en Xefil.

Hiro no podía irse como los demás, abandonando a un compañero a su suerte.

¡Si quieres cerrar el portal adelante, yo me quedo aquí con Xefil y el chico idiota! — Tanto si lo dejaba abierto como si lo dejaba cerrado se negaba a irse sin ellos, desgraciadamente no sabía en que posición de la sala estaba exactamente el portal, así que solo le quedaba esperarlos y desearles buena suerte, suerte...

Canta, pequeño Grillo, canta toda la noche, que tus cantos atraigan nuestra suerte.

El Moguri decidió entrar en el portal, en silencio, ya que no había servido de mucho en aquella misión y poco podía hacer.

Si cualquier malvado atravesase el portal de Garbanth antes que los aprendices lo intentaría lanzar hacia dentro de nuevo con su Bakuhatsu.

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Hiro invoca a Grillo, con preferencia inferior al de Zee.
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Re: Ronda #16 - El dios caído

Notapor Zodiark » Mié Ene 29, 2014 3:49 pm

No puede ser... —musité negando con la cabeza—. No puedo leer sus datos, su poder es demasiado grande...

Gárland, enfrentate a mí. Esta vez seremos solo tú y yo. —dijo Ragun.

Retiraos. ¡Ahora!

¿Retirarnos? Sí, el poder de Gárland era desmedido y no éramos rivales para él, pero aquello no podía acabar allí. Tenía que encontrar a Cloud.

Maldición... —murmuré dirigiéndome al portal por el que íbamos a escapar.

¿Realmente debía huir? ¿O sería mejor desobedecer a la maestra y quedarme a pelear? No... Mi misión era encontrar a Cloud, y allí no lo lograría, así que crucé el portal.

---


¡Light! ¡Mei!

¿Qué demonios...?

Light y Mei estaban peleando contra unos Sincorazón en la sala del trono de Hades. Rápidamente, Lyn sacó su Llave Espado y derrotó a uno de ellos que tenía forma de centauro, y el resto se retiró de allí asustados. Dirigí entonces mi mirada al prisionero que tenían mis compañeros allí: uno de los Villanos Finales, Mateus. Suspiré aliviada al ver que no todo había ido tan mal, y que como mínimo habíamos conseguido mantener prisionero a uno de nuestros enemigos. Quizá él podría ayudarme a saber dónde se hallaba Cloud.

Hemos fallado. Nos retiramos. ¡Ya!

¿Y que esperabas, que es lo que querías conseguir? —dijo un resentido Hiro.

No es momento de discutir.

Lyn abrió un Portal de Luz en la sala y nos indicó que lo atravesáramos. Se la veía asustada, al parecer aquella situación le había sobrepasado. Yo tampoco estaba tranquila, pero no estaba tan agitada como ella, y seguramente aquello se debía a que ella conocía el poder de Gárland mientras que a mí me había sido imposible.

¡Vámonos!

Ve con ellos. Tienen que entregar a Mateus. Diana, por favor... —dijo Xefil a Diana justo antes de girarse hacia mí—. Préstame tu sombrero.

¿Eh? V-vale, pero trátalo bien —respondí dubitativa cuando me di cuenta de que todo aquel tiempo lo había llevado puesto él—. Vaya, con todo este embrollo no me había dado cuenta hasta ahora de que lo tenías tú —comenté con una pequeña sonrisa.

No sabía qué pretendía hacer con mi sombrero, pero confiaba en Xefil, y si lo necesitaba sería por alguna buena razón.

No me sigan. Ninguno —dijo tras girarse en dirección al portal por el que acabábamos de irnos—. Tienen un prisionero que vigilar y una diosa que proteger. Maestra, cierre el Portal apenas cruce el último de ustedes.

¡¿Cómo?! —exclamé mientras el chico corría a introducirse en el portal—. ¡Xefil, no!

Resoplé resignada. ¿Quién era yo para impedirle hacer eso, después de la locura que yo misma había cometido al ofrecerme para ser secuestrada por Gárland.

En verdad está loco —comentó Light—. ¡Primero el trato con Hades y ahora esto, demonios! ¿A qué viene esto de irse sin más? —el chico empezó entonces a buscar por la sala con la mirada—. Ahora que lo pienso, ¿dónde está Ragun?

Se ha quedado combatiendo con Gárland —contesté.

En fin, confiemos en Xefil.

Asentí con la cabeza y miré hacia el portal por el que acabab de marcharse mi compañero. Rezaba por su seguridad.

¡Si quieres cerrar el portal adelante, yo me quedo aquí con Xefil y el chico idiota!

¿Tú también, Hiro...? —pregunté algo angustiada.

El poder de Gárland era inmenso, y no sabía si Hiro podría hacerle frente, pero me aliviaba saber que Xefil no estaría solo en la batalla, Hiro y Ragun estaban con él. Yo también quería ayudar, pero quería saber dónde estaba Cloud, y era posible que Mateus supiese dónde podría haber enviado Gabranth al joven.

Ve con cuidado.

El moguri se dirigió hacia el portal que la maestra Lyn había abierto para que huyéramos de aquel lugar. Light, por su parte, también lo atravesó. Volví a mirar al portal por el que se había marchado Xefil y cerré los ojos, rezando por que todo fuera bien allí dentro. Después, dirigí mi mirada hacia Mateus y me dirigí al portal de la maestra para salir de aquel horrible lugar.

Maestra, cuando hayamos vuelto me gustaría preguntar al prisionero sobre el paradero de Cloud —le dije a Lyn mientras pasaba por su lado justo antes de entrar por el Portal de Luz.
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Ronda #17 - El dios caído

Notapor Soul Artist » Sab Feb 01, 2014 2:27 am

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Yo... Te mataré, Gárland. No pienses que puedes acabar conmigo.

Ragun pensaba luchar hasta el final. Colocó su mano sobre el ardiente brazo de Gárland y se intentó librar de él invocando un Hielo que, para su desgracia, fue absorbido por la armadura sin rebajar la temperatura del Villano Final en lo más mínimo. Sólo logró quemar su propia mano con aquella acción, la cual mostró serias quemaduras.

Me haré mucho más fuerte y yo mismo daré contigo para dar fin a este ciclo.

Insistiendo en lograr su libertad, el muchacho invocó su Llave Espada y atacó con las dos primeras habilidades que le vinieron a la cabeza: Robo Vital y Golpe Contundente. La armadura no notó ni el más ligero daño en absoluto, ni tampoco soltó al aprendiz: sólo levantó su hacha en el aire mientras seguía quemando el rostro de Ragun.

Mira que eres molesto.

El arma cayó sobre el hombro izquierdo de Ragun con un tajo limpio y seco. Gárland soltó el cuerpo del chico mientras este asumía el daño que el dios caído le había hecho, reteniendo un dolor físico y psicológico que jamás había experimentado. La armadura rió mientras dejaba que el aprendiz se encharcase en su propia sangre, junto a lo que había perdido.

Gárland había cercenado su brazo izquierdo. Quizás siguiese sintiéndolo como parte de él, pero podía ver claramente que ya no lo tenía. Ni ahora ni nunca más.

El dios caído volvió a atacar con su hacha, clavándola en el suelo entre Ragun y su miembro perdido. Colocó su pierna sobre el pecho del chico y rió en alto, mientras los demás Villanos Finales disfrutaban de la escena a su manera: Gabranth apartaba la mirada, Seymour no expresaba ninguna emoción con su sonrisa cínica y Kefka mantenía los puños levantados con una gran sonrisa de satisfacción.

Soy un dios. Tú una hormiga —el villano puso más peso sobre su pie, apretando el pecho de Ragun y retorciéndoselo—. Te han abandonado, Guerrero de la Luz. Te han dejado atrás como el inútil ser que eres. Lo único que puedo hacer es sacarte yo de ese ciclo eterno de sufrimiento.

El dios volvió a tomar su arma y la colocó en el cuello de Ragun, amenazando con esta vez cortarle algo más valioso. Hizo un corte en la ropa del chico y dejó la piel al descubierto, clavando la punta de su hacha en él.

Bienvenido al Infierno, chico.

Gárland hundió su hacha, pero no en el cuello del joven. Antes de que bajase su arma el aprendiz Xefil surgió de la nada, observando desafiante al dios, y tocó el cuerpo de Ragun para volver a desaparecer en una décima de segundo. Ellos ojos del villano brillaron al ver que no había terminado con el Portador y que sus palabras estaban equivocadas.

Y mientras Xefil huía con Ragun a cuestas, un terrible terremoto comenzó a asolar la caverna helada. El techo comenzó a derrumbarse encima de su cabeza, y apenas pudo escapar por un par de segundos por el portal. Y antes de abandonar el lugar, escuchó un grito. El de Gárland.

El portal invisible se cerró nada más ser atravesado por Xefil y un Ragun moribundo. El terremoto también estaba afectando a aquella zona del Inframundo, donde Hiro les esperaba. La sala de Hades se estaba cayendo a trozos, al igual que la caverna, y muchas piedras caían del tejado.

Antes de que pudieran escapar, la salida de la sala de Hades y la pared destruida por Gabranth se vieron selladas por los desprendimientos. Lyn había cerrado el portal con anterioridad, tal y como Xefil había pedido, por lo que no había ninguna escapatoria. Una enorme roca cayó sobre el trono de Hades, destruyéndolo; y otra pequeña piedra cayó sobre la cabeza de Xefil, dejándole seminconsciente.

Y cuando pudieron darlo todo por perdido, un portal de luz surgió de la nada cerca de la entrada de la sala. Una figura poco visible salió de él y se abalanzó sobre Hiro, a quien arrastró hasta el interior del portal, mientras otra figura más lenta se acercaba a Xefil y Ragun.

Haciendo un esfuerzo, la figura tomó a Ragun y le levantó al hombro, llevándole hasta el portal. Se agachó a Xefil y le tomó del brazo para rodearle alrededor de su cuello, socorriéndole y llevándole casi arrastras hacia el portal. La luz de este era reconformante y tranquilizador, pudo pensar mientras perdía el conocimiento. Y más lo era el rostro de su salvadora.

La Maestra Nanashi había acudido a salvarles.

* * *

Maya, Light, Mei, Diana, Mateus y MoguDer atravesaron el portal de inmediato, seguidos muy de cerca por Lyn. Los aprendices comprobaron que habían acabado en la entrada al castillo de Tierra de Partida, con el amanecer alzándose en la lejanía.

Nada más atravesado el portal la Maestra lo cerró sin perder ni un sólo segundo, dejando a Hiro y Xefil atrás. Se llevó el puño a la palma de su mano y socorrió a Diana, levantándola con los dos brazos y corriendo hacia el interior del castillo.

Sin embargo, antes de lograr entrar alguien abrió las puertas. Alguien apareció desde el interior y le bloqueó la entrada a Lyn, mirándola seriamente.

¡Kazuki! —gruñó Lyn, apretando los dientes y amenazando con la mirada al Maestro—. ¡Apártate ahora mismo! ¡Necesita ser socorrida ya!

Lyn, es de Bastión Hueco —señaló Kazuki, observando por encima el cuerpo de Diana—. No puedo permitirte hacer esto.

¡Gárland ha vuelto! ¡Le han hecho esto por ello! —vociferó Lyn, incapaz de controlarse a sí misma—. ¡Si tú no hubieses sugerido aquello...! ¡¡No te atrevas a cortarme el paso!!

Es nuestra enemiga.

¡Me importa una mierda! —vociferó Lyn mientras bajaba a Diana y la dejaba un momento sentada en las escaleras.

No estás pensando con claridad...

Kazuki se vio interrumpido por el seco sonido de un fuerte golpe. La híbrida frente a él había cerrado el puño y le había pegado con todas sus fuerzas en la mejilla izquierda, obligándole a apartar la mirada. El Maestro no dio crédito a lo que Lyn acababa de hacer; le dirigió los ojos, incrédulo, y vio dos lágrimas contenidas en el rostro de su compañera.

Es tu culpa, Kazuki —murmuró la Maestra, volviendo a tomar a Diana en sus brazos—. Vive con ello.

Pero tiene razón, Lyn.

Ronin apareció tras Kazuki, atravesando la entrada del castillo. El Maestro de Maestros observó con algo de pesar a Diana, la cual le devolvió la mirada fijamente. Lyn dio un paso atrás, incrédula por lo que le acababa de decir.

No podemos aceptar a nadie de Bastión Hueco en nuestro castillo —repitió Ronin, serio como nunca y sin apartar su ojo de Diana—. No deberías haberla traído aquí.

No me lo puedo creer... —expresó Lyn, alternando su mirada entre Kazuki y Ronin—. ¿De verdad vais a dejar...? Vosotros dos...

Déjalo, Lyn.

Diana colocó sus manos sobre el pecho de Lyn e hizo un esfuerzo por levantarse y apartarse de ella. Se colocó de pie y bajó las escaleras llevándose la mano a la zona donde Seymour le había la daga, mientras que se agarraba a la barandilla con la otra. Cada paso que daba era con un gran dolor en ella, como cualquiera podía ver; pero rechazó cualquier ayuda que se le ofreciese.

Así es Tierra de Partida. Cualquier posibilidad de reconciliación con Bastión Hueco es un chiste para vosotros.

Una vez bajó las escaleras Diana llamó a su Llave Espada y la lanzó hacia el cielo, convirtiéndola en glider. Invocó su armadura y se colocó sobre el vehículo, no sin antes mirar furtivamente a Ronin. El Maestro de Maestros no hizo ningún gesto en respuesta: sólo le devolvió la mirada seriamente. Con aquello Diana abandonó Tierra de Partida.

Lyn observó su marcha en silencio, completamente petrificada. Ronin intentó apoyarla colocando su mano en el hombro de la mujer, pero esta le rechazó de inmediato. Entró corriendo al interior del castillo y dejó a ambos Maestros solos con los aprendices y el prisionero.

Kazuki, lleva ahora mismo a enfermería a los heridos.

De inmediato, eh... Ronin.

¿Dónde está el payaso? —preguntó el Maestro de Maestros, dirigiéndose hacia Mateus y observándolo de arriba a abajo y abriendo un portal de luz frente a ellos—. Imagino que este es otro criminal, por las esposas. Nos lo llevamos ahora mismo a la Federación; acompañadme los que queráis.

Tú debes ser Ronin, ¿mmm? —preguntó Mateus entrecerrando los ojos y tuteándole con total libertad. El Caballero le contestó con una carcajada, tomándole del hombro y empujándole hacia el portal.

Y tú el rey de los travestis. ¡Anda, andando!

Maya tenía una pregunta importante que hacerle al autodenominado Emperador, por lo que era mejor que aprovechara para hacerlo ya. Quienes quisieran acompañar a Kazuki para tratar sus heridas de inmediato podían hacerlo; los demás, podrían ir con Ronin. Incluso correr detrás de Lyn, ignorando el resto de posibilidades.

* * *

¡Os vamos a echar mucho de menos!

Shinju y Alexis habían acompañado “amablemente” a Hiro y Xefil hasta el pueblo frente a Bastión Hueco, donde habían recibido estrictas órdenes de Ryota de que se aseguraran de que abandonaban el mundo. Habían pasado dos días en los que sus heridas habían sido tratados, y habían sido tratados con sumo cuidado en el castillo del bando de sus enemigos junto con Ragun, que también estaba obligado a acompañar a las dos chicas.

Alexis se llevó las manos a la nuca y sonrió de oreja a oreja, casi burlándose con la mirada de los dos aprendices que estaban allí presentes. Shinju sacó un pañuelo y fingió unas falsas lágrimas en honor de los jóvenes a los que había hecho tanta compañía aquellos días, y quizás torturándolos un poco aunque con cariño.

Anda, perdeos, bichejos de la luz —ordenó Alexis con un tono de burla en sus palabras.

¡Es muy triste, Alexis! ¡No te metas con ellos!

Era el momento de las despedidas. Los aprendices de Tierra de Partida tenían vetado el acceso a Bastión Hueco; por mucho que hubiesen sido atendidos de forma urgente, e incluso salvados en el momento de mayor desesperación. Pero la despedida no podía ser completa, no sin...

No me preguntéis por Nanashi porque no tengo ni idea —se adelantó Alexis, cerrando los ojos y apartando la mirada—. Ella sólo tenía órdenes de recoger al emo este y la chica floral. No me ha querido dar ninguna explicación más.

Pues estaba todo dicho. Sólo podían despedirse ya entonces.

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Fecha límite: 4 de febrero de 2014. Última ronda.

HappyDelice, debido a que no has posteado daré por sentado que Mei atraviesa el portal.
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¡Gracias, Flan, por Alexis e Ivan!
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Re: Ronda #17 - El dios caído

Notapor Sombra » Sab Feb 01, 2014 5:24 am

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Nada funcionó. Mi última esperanza para salvarme se fue. ¿Por qué Ello no estaba allí? Se suponía que él podría vencer a Gárland, ¿no? O tal vez... ¿Ni siquiera él podría derrotarle? ¿Era por eso que no había hecho lo de siempre? Doblegar mi voluntad, era lo que siempre hacía, ¿verdad?

No... ¡No quiero morir!

Estaba al borde de la desesperación. Dolía, dolía tanto... Ya no tenía casi fuerzas.

Mira que eres molesto.

El tiempo pareció ralentizarse los segundos siguientes. El hacha de Gárland se alzó unos instantes y empezó a caer. Su velocidad fue abrumadora y pude escuchar perfectamente como cortaba el aire.

Justo después sentí frío, como si me hubiesen colocado un montón de hielo en el hombro. Aún alzado por la cabeza logré ver lo que había pasado al mirar de reojo. Allí donde había estado mi brazo tan solo había un hombro del que la sangre caía a borbotones.

No supe que hacer, que pensar. Simplemente estaba en un estado de shock. Mis ojos estaban abiertos como platos. Con toda la sangre que estaba perdiendo no había forma de sobrevivir. Incluso si me dejaban allí a mi suerte.

Caí al suelo. Mi llave espada desapareció en ese instante. Traté de decir algo, pero de mi boca solo salían arcadas. Torcí mi cabeza viendo lo que había sido parte de mi cuerpo, una parte muy importante de mi cuerpo. Cuando traté de arrastrarme hacia él, con la esperanza de conservarlo y unirlo de alguna forma a su sitio original, pero entonces... Un gran metal se interpuso entre mi brazo y yo haciendo que lo perdiese de vista.

Gárland colocó su pie sobre mi pecho haciendo que me fuese difícil respirar.

Alguien... Ayuda...

Pero, ¿quién iba a ayudarme? Tan solo estaban esos "Villanos Finales".

Soy un dios. Tú una hormiga —nos comparó mientras ponía más peso sobre su pie impidiendo que pudiese tomar aire—. Te han abandonado, Guerrero de la Luz. Te han dejado atrás como el inútil ser que eres. Lo único que puedo hacer es sacarte yo de ese ciclo eterno de sufrimiento.

No... Era mi culpa. Hasta aquel día nunca había sido derrotado por nadie de aquella forma, me creía invencible y aquello había sido mi perdición. Todo lo que me estaba pasando era algo que me merecía.

Nunca había tenido miedo de la oscuridad. Nunca... Hasta ahora. Era la primera vez que sentía como si me engullese, como si yo no fuese nada, era una opresión que podría hacer enloquecer a cualquiera.

Nadie me esperaba tras la muerte, nadie me recordaría en vida. ¿Había algún final mejor para alguien como yo? Una muerte discreta de la que nadie tendría nunca noticia.

Posiblemente era el portador de la Llave Espada Oscura más débil de la historia, que risa. ¿De dónde narices había sacado aquellos aires de grandeza?

No soy nadie.

El filo del arma del Dios Caído rozó mi cuello, de un corte rompió mis ropas dejando mi pecho al descubierto y como no, aquella misteriosa cicatriz que había llevado desde el momento en el que había despertado en el Mundo Inexistente quedó expuesta.

Bienvenido al Infierno, chico.

Y aún tenía tantas cosas que hacer... Me habría gustado al menos disculparme con aquellos a los que había traicionado, había roto las esperanzas que habían puesto en mí. Ivan, Fyk, Nadhia, Kazuki, Nanashi, Ronin, Ariasu, Zack y cómo no, Diana... Les había fallado a todos ellos. Nunca podrían perdonarme, y yo tampoco podría hacerlo. Jamás me perdonaría.

¿Y Nyx? Allí seguía, completamente aterrado, clavado en el suelo sin poder moverse. Los animales eran muy sensibles con los enemigos que sentían que eran más poderosos que los seres humanos. ¿Cuán aterrador se veía Gárland para el lobo? Quería gritarle que huyese, y probablemente eso le decía su instinto animal, pero el lado que lo conectaba a mí, nuestra unión le mantenía allí, firme. Era como si simplemente estuviese esperando su propia muerte, como si quisiese ver la forma en la que su amo iba a perecer.

Vive, Nyx. ¡¡¡Huye de aquí!!!

El hacha empezó a clavarse en mi cuello, iba a ser decapitado. Cerré los ojos tratando de contener el llanto, los gritos. No quería suplicarle, pero a la vez me estaba viendo muy tentado a hacerlo. ¿Aceptaría mi rendición? ¿Me permitiría vivir? No, no lo haría. ¿Que clase de idiota dejaría vivir a sus enemigos? Yo mismo lo había dicho. Dejar prisioneros es un riesgo, pero dejarlos libres es aún peor. Siempre pueden volver y vengarse, Gárland no era tonto, sabía aquello mejor que nadie.

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En toda aquella oscuridad que me rodeaba, sentí que algo me agarraba. A punto estuve de vomitar cuando una sensación de vértigo me envolvió, estaba muy vulnerable a cualquier movimiento. Al abrir los ojos vi un cabello castaño que me llevaba a rastras.

Xefil... ¿Por qué? —le susurré con mis últimas fuerzas. ¿Que acababa de pasar? ¿Cómo me había sacado de allí? ¿Era una de aquellas visiones que atormentaban a aquellos que se perdían en los desiertos?

Mientras me formulaba esas preguntas busqué a mi compañero de cuatro patas. Estaba muy cerca de mí, en todo momento pegándose a mi cuerpo. Me di cuenta en aquel momento que nos encontrábamos en los aposentos de Hades.

Lo peor de todo aquello era que no había perdido la consciencia, por lo que estaba sufriendo. Las quemaduras de mi cara apenas me dejaban ver. La piel de mi frente estaba calcinada, probablemente incluso en algunas partes estaría cayendo dejando ver hasta el hueso y apenas podía ver ya que mi cara estaba hinchada por los golpes que me había llevado.

Gárland me había hecho ver lo pequeño que era, lo mucho que me quedaba por delante. Pero no iba a retractarme de mis palabras. Derrotaría a ese Dios algún día. No podía permitir a tal monstruo libre por el universo.

Quiero poder.

En ese momento un terremoto sacudió todo el lugar. Fue tan potente que me obligué a caer de rodillas donde solté todo lo que llevaba en el estómago. El mal sabor de boca no desapareció ya que con el siguiente temblor tuve que continuar vomitando.

Empecé a toser atragantado y me llevé mi brazo derecho a donde debería estar el otro empapándome en sangre. Me coloqué en posición fetal mientras las rocas caían del techo rompiendo la silla que había hecho de trono para el Dios del Inframundo.

No pude ver como Xefil era golpeado por una roca y apenas me di cuenta de que Nyx se había colocado sobre mí para cubrirme. Solo agonizaba en el suelo esperando una lenta y dolorosa muerte.

Con suerte, lo mejor que podría pasarme sería que una roca me aplastase en aquel momento y pusiese fin a todo.

Pero no fue así.

Como si una fuerza superior quisiese que siguiese viviendo, o tal vez como si el destino pretendiese de alguna manera burlarse de mí y darme esperanzas antes de dejarme morir realmente algo ocurrió.

Una luz iluminó todo el lugar y rápidamente me levantó colocándome en sus hombros. Por desgracia, no pude reconocer a aquella persona, apenas podía mantener los ojos abiertos ya y lo que veía era demasiado borroso.

Cuando atravesé el portal de luz sobre los hombros de aquella persona, por primera vez calidez en aquel sofocante, cegador y claustrofóbico túnel entre los mundos.

Sonreí ante aquella ironía de la vida. ¿Se me estaba dando una segunda oportunidad?

Y así fue como acabó la pesadilla.

* * *


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¡Os vamos a echar mucho de menos! —se despedía Shinju mientras se secaba las lágrimas con un pañuelo. ¿Realmente alguien podría tragarse tal engaño?

Alexis, Shinju y de alguna manera yo nos encontrábamos en la salida del castillo de Bastión Hueco bajo las órdenes del Maestro Ryota. Acompañar a Xefil y Hiro para que abandonasen el mundo. Simple.

Sinceramente, no tenía energía como para que me apeteciese obedecer, pero la insistencia del maestro hizo que acabase cediendo. No quería discutir con nadie.

Total... ¿Para qué hacía falta? En aquel momento Shinju y Alexis podían bastarse solas si surgía algún problema, cosa que dudaba. De todas formas... Sin mi brazo probablemente jamás pudiese volverme un Maestro, ni podría ganar poder y como no, nunca estaría a la altura de Gárland, no podría vencerle. Mi fuerza estaba solo en un brazo, algo que me daría gran desventaja durante los combates el resto de mi vida.

Dos días habían pasado desde aquella fatídica incursión en El Inframundo. Dos días en los que había tenido tiempo a pensar todas las acciones que había realizado a lo largo de los últimos meses. Reconsiderar demasiadas cosas que había dicho y hecho.

Tener la muerte tan cerca te hace cambiar, aquello era un hecho.

Aquellos dos días habían sido extraños. Ver a Xefil y al chico híbrido en aquel mundo era extraño, era como si desentonaran con el resto del mundo. Pero había sido necesario permitirles vivir allí para recuperarse.

Mis heridas habían sanado, no habían quedado marcas de haber tenido la cara calcinada y mi brazo, mejor dicho, mi no-brazo era un muñón perfectamente cicatrizado. La magia curativa podía sanar heridas, pero no regenerar miembros perdidos. Aquello era algo que había aprendido y que tendría que asumir.

Mi brazo izquierdo no volvería.

Anda, perdeos, bichejos de la luz —ordenó la chica zombie llevándose las manos a la nuca sonriéndoles con cierta chulería que habría tenido yo también si hubiésemos impedido el regreso de aquel vil monstruo.

¡Es muy triste, Alexis! ¡No te metas con ellos! —le replicaba la joven de cabello negro con tirabuzones que caían majestuosos por sus hombros.

Pero Alexis tenía razón, ellos tenían que irse y a no ser que ellos pretendiesen cambiar de bando no deberían estar allí por más tiempo. Además, ¿no les echarían de menos allí?

No me preguntéis por Nanashi porque no tengo ni idea —pareció intuir lo que los dos aprendices iban a preguntar—. Ella sólo tenía órdenes de recoger al emo este y la chica floral. No me ha querido dar ninguna explicación más —explicó rápidamente.

Entonces así acaba todo... —bajé la mirada al suelo agotado de toda aquella mierda que había acontecido. Habían pasado demasiadas cosas en muy poco tiempo.

¿Y ahora que? No tenía heridas, mi vida no peligraba. Tenía que volver a entrenar, como de costumbre. Pero todavía no podía acostumbrarme, no aún. Mi cabeza me engañaba y en ocasiones era como si sintiese un dolor fantasma, como si mi brazo siguiese ahí, pero cuando miraba... No había nada.

Era un efecto común cuando algo así acontecía, al parecer. Notar el miembro como si realmente existiese. No sabía cuánto podría durar, pero esperaba que no fuese mucho tiempo. Era molesto y me recordaba la desgracia con la que tendría que convivir. Lo peor es que mi única opción era convivir con ello, convivir con mi error, mi gran error. Aquel que casi me había costado la vida.

Levanté la cabeza y clavé mis ojos en los ojos de Xefil, mi salvador. Sentía ganas de darle un puñetazo en la cara, pero no era odio lo que había en mí, era frustración. La frustración nacida de la vergüenza. Apreté mi puño conteniéndome.

Marchaos —dije con un tono de voz sombrío y falto de ánimo—. Y no volváis.

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Había un culpable en todo aquello. Por fin lo había comprendido, era su culpa que hubiese acabado de aquella forma. El culpable tenía nombre, aquel que había ayudado indirectamente a la resurrección de Gárland. Su nombre era Tierra de Partida.

Un enemigo que había que eliminar tarde o temprano. Pero no eran los aprendices lo que quería.

Ronin. El Maestro de Maestros lo pagaría muy caro algún día, pero primero tenía que eliminar a Gárland. Aquel era mi deber. Quizás era una mera venganza, algo infantil... Sí, lo era, pero era algo que debía hacer. Lyn lo había dicho, habían planeado utilizar la armadura de aquel ser como Invocación y destruirnos. Si matábamos al Dios Caído nos libraríamos de un peligro enorme. Tenía que informar a Ryota sobre aquellos planes que tenían en Tierra de Partida para prepararnos en caso de que consiguiesen otro tipo de arma que pudiesen utilizar en nuestra contra.

Necesitaba más poder y había comprendido que era algo que en aquel momento me faltaba. Aún me quedaba demasiado para alcanzar mis metas y mi vida como aprendiz apenas había empezado. Mi meta principal seguía siendo la misma; recuperar mi memoria. Pero ahora había otras cosas más que requerían mi atención y que en cierto sentido eran igual de importantes.

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FIN

DIOS, vale ok. Me ha encantado rolear con todos, se me hizo corta la trama, la verdad. Pero bueno, pronto estará Villain´s Vale, que le tengo muuuuchas ganas y hype. ¡Un saludo a todos los participantes por hacer la trama posible, y a Narra por llevarla!
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Resurrección

Notapor Light » Dom Feb 02, 2014 2:52 am

Light cruzó el portal cabizbajo, preguntándose si en verdad había hecho lo correcto abandonando allí a los aprendices que habían decidido quedarse en el territorio de Hades. Aunque la captura del líder de los Villanos Finales había resultado un éxito, éste les había hecho perder el tiempo de una manera increíble. Entre su captura y la vigilancia posterior no había podido ayudar a detener la resurrección de Gárland.

Al fin en Tierra de Partida —musitó aliviado. Después de estar durante tantas horas en el inframundo, agradecería la brillante luz del amanecer.

La Maestra Lyn rápidamente se hizo cargo de la atractiva muchacha de Bastión Hueco y la tomó en sus brazos. Aunque en teoría se trataba de una de sus enemigas, la adolescente no lo dudó y corrió hacia el castillo de Tierra de Partida, con ella. Light dejó atrás a su mascota y a Mateus y se dirigió rápidamente hacia el castillo.

En aquel preciso momento el Maestro Kazuki abandonó el castillo y se encontró con todos ellos. El hombre perezoso le impediría el paso a Lyn.

¡Kazuki! —rugía amenazante, mostrando sus colmillos—. ¡Apártate ahora mismo! ¡Necesita ser socorrida ya!

Lyn, es de Bastión Hueco —indicó Kazuki. El mensaje del Maestro no había podido ser más claro: no podían hospedar a una traidora en el castillo—. No puedo permitirte hacer esto.

Incómodo, Light chasqueó la lengua y miró hacia otro lado, procurando no mirar el débil cuerpo de Diana que yacía en los brazos de Lyn. Kazuki tenía razón, pero por otra parte…

¡Gárland ha vuelto! ¡Le han hecho esto por ello! —replicó Lyn—. ¡Si tú no hubieses sugerido aquello...! ¡¡No te atrevas a cortarme el paso!!

Lyn también la tenía, y comprendía perfectamente su enfado. Si Kazuki no hubiera ideado utilizar aquella armadura como arma y la hubieran destruido… Gárland no hubiera resucitado y el plan de los Villanos Finales se hubiera ido al traste.

Cerró los ojos y apretó el puño. ¿Es que acaso necesitaban tan urgentemente el poder de Gárland? ¿La propia fuerza de los Portadores no era suficiente, acaso?

Todo porque somos débiles.

Es nuestra enemiga.

¡Me importa una mierda! —exclamó, sin darle la más mínima importancia a los bandos. Lyn dejó a la muchacha herida en el suelo. Light la observó y rápidamente se puso en la situación de la Maestra. Si, por ejemplo, él estuviera en el lugar de Lyn y Saxor en el lugar de Diana… ¿Tendría que pasar por lo mismo? ¿Hasta qué punto podía llegar la enemistad entre los bandos?

Sin dar su brazo a torcer, la Maestra siguió enfrentándose a Kazuki.

No estás pensando con claridad.

Lyn respondió a su comentario con el puño, asestándole un tremendo y sonoro golpe en una de sus mejillas. Light soltó una exclamación por la sorpresa y permaneció enmudecido los segundos siguientes, expectante. Incrédulos, Kazuki y Light observaron a la Maestra Lyn. Las lágrimas se asomaban por sus ojos.

Es tu culpa, Kazuki —dijo en bajo la mujer bestia, reprochándole—. Vive con ello.

Pero tiene razón, Lyn.

Maestro…

El Maestro de Maestros salió del castillo y apareció tras Kazuki, posiblemente atraído por los gritos de Lyn. Con la imagen de hombre despreocupado que los aprendices tenían de él, no se imaginaba que se pusiera de lado de Kazuki; pero también era el líder de Tierra de Partida y eso implicaba muchas responsabilidades, y alojar a un enemigo en el castillo tenía sus riesgos…

Light decidió observar a Diana para comprobar el estado de la chica. Él no había estado presente en el encuentro entre los portadores y Gárland, por lo que no podía ser consciente de la gravedad de las heridas de la aprendiza de Bastión Hueco: sólo podía ver una herida de arma blanca en la zona del pecho —de hecho, previamente sanada por Maya, aunque el aprendiz lo desconocía—. ¿Hacía falta que se quedara en Tierra de Partida realmente? ¿No bastaba un Cura o un Cura+ para sanarla?

Aunque realmente no quería que se fuera. Puede que atraído por su belleza, o quizás simplemente por lástima, deseaba que se quedara allí para recuperar las energías, al menos unas pocas horas. Si la tenían vigilada no había nada que temer, ¿verdad?

No podemos aceptar a nadie de Bastión Hueco en nuestro castillo —afirmó Ronin. Lyn se hallaba incrédula en aquellos momentos: no podía aceptarlo—. No deberías haberla traído aquí.

No me lo puedo creer... ¿De verdad vais a dejar...? Vosotros dos...

Déjalo, Lyn.

Finalmente, Diana decidió irse de Tierra de Partida y cargar con aquellas heridas hasta Bastión Hueco. La chica, con una de las manos en el pecho, se bajó de los brazos de la Maestra y se agarró con la extremidad restante a la barandilla.

Si todavía no puede moverse por sí misma…” pensó Light, testigo de las muecas que hacía a cada paso.

Light inmediatamente se aproximó a la chica, dispuesto a dejar que se apoyara al menos en su hombro, pero negó su ofrecimiento. El chico no insistió más y simplemente se quedó observando su marcha.

Así es Tierra de Partida. Cualquier posibilidad de reconciliación con Bastión Hueco es un chiste para vosotros.

La joven invocó su glider, se montó sobre éste y finalmente les abandonó, alejándose de su vista progresivamente. Todavía enmudecido, las últimas palabras de la ninfa seguían resonando en su cabeza.

¡Pues claro que tenía razón! Y lo tenían merecido. Ellos habían desobedecido y abandonado Tierra de Partida, ellos habían ocupado Vergel Radiante y lo habían destruido para satisfacer sus propios fines. Ellos mismos se lo habían buscado, aunque lo peor de todo era que no todos tenían la culpa, por supuesto; como era el caso de Saxor, quien por culpa del poder de la oscuridad se unió a ellos, en contra de su voluntad.

Se ha ido…

Entonces, Lyn se percató de que Ronin hacía ademán de colocar su mano sobre su hombro. La chica no aceptó ningún consuelo por parte de éste y salió corriendo hacia el interior del castillo, claramente dolida.

Yo hablaré con ella —le informó a Ronin antes de empezar a correr tras ella. Sin más dilación, subió por los escalones de la entrada para internarse dentro del castillo. Ahora que los Maestros se encontraban allí no hacía falta que cuidaran del rehén, por lo que Gaomon también abandonaría el lugar, desmaterializándose tras un breve resplandor.

En aquellos momentos, Lyn necesitaba a alguien.

***


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¡Lyn! ¡Espera!

Si veía a la Maestra correr, la rogaría que se detuviera para que pudieran charlar un momento. Si no se paraba y le ignoraba, seguiría persiguiéndola; aunque tuviera que seguirla hasta la entrada de su habitación. Si así ocurría, no entraría en su cuarto, sino que se quedaría tras su puerta.

Sólo quería decirte que… Gracias por lo de antes. Si no hubieras vuelto a tiempo ese Sincorazón habría acabado con nosotros. También siento no haber impedido la resurrección de Gárland, no pude hacer nada —expresó en primer lugar, rascándose la nuca. Realmente no sólo la había seguido para darle las gracias y disculparse, sino por otro motivo.

>>Respecto a lo que acaba de pasar… en realidad yo te comprendo. Las primeras amistades que hice en Tierra de Partida me dejaron para marcharse a Bastión Hueco. Hablo de Axel y Saxor —le especificó—. Uno de ellos se fue en contra de su voluntad, otro tenía sus propias razones. Es injusto…

>>>Si te soy sincero, cuando te vi con Diana en brazos… inevitablemente me vi a mí mismo sosteniendo a uno de ellos, pasando por tu misma situación —admitió, e inevitablemente se estremeció—. Yo hoy podría haber estado en tu lugar perfectamente y hubiera actuado igual.

Al tener amigos en el otro bando podía entender el sentimiento de rabia de la Maestra Lyn. Él tampoco les habría dejado marchar de ninguna manera y no le habría quedado otra que discutir con Kazuki y Ronin. Del mismo modo, también le habría dado un puñetazo a éste primero.

Ellos no son mis enemigos…

Lo que quería decirte es que todos estos días me he estado preguntando si todo esto de los bandos nos obligará a enfrentarnos a nuestros antiguos camaradas —expresó con voz amarga—. Si es verdad que una guerra se avecina… ¿Nos veremos obligados a luchar contra ellos? No quiero considerar a todos ellos mis enemigos. Odio con todas mis fuerzas a Ryota por los crímenes imperdonables que cometió, pero no quiero dejarme llevar por el odio y luchar contra aquellos que considero mis amigos. Ni siquiera soy lo suficiente fuerte para afrontarlos... Creo que ni siquiera estoy preparado para luchar en una guerra.

Avergonzado, cerró los ojos y cogió aire. Maldijo haber soltado aquello último, se sentía realmente estúpido, aunque era la absoluta verdad. Se veía tan débil y tan dependiente de los Maestros, ¡y lo último que quería era serlo! Después de todo, ya había pasado casi un año desde que se unió a Tierra de Partida.

Cuando te vi luchar contra Cerbero rápidamente lo supe. ¡Nunca había conocido a nadie tan fuerte como tú! —remarcó enérgico. Sus ojos brillaban mientras rememoraba el combate contra la mascota de Hades—. Tú eres fuerte, Maestra Lyn, realmente muy fuerte. Algún día quiero ser tan fuerte como tú.

>>Y cuando llegue ese día, si vuelves a enfrentarte a Gárland, yo estaré contigo —le prometió, apretando el puño. Le prometió que iba a ayudarla y así haría—. Te ayudaré a machacarlo y juntos destruiremos esa armadura de una vez por todas, para que esto no se vuelva a repetir.

No le faltaban agallas, eso seguro. Light ayudaría a la Maestra Lyn a derrotar al dios, lo tenía decidido. Si en el pasado lo llegaron a derrotar, no veía por qué no podían hacerlo de nuevo.

Sería una prueba muy difícil, pero estaba dispuesto a afrontarla, al contrario que la guerra entre Portadores. Aquella sí que era una batalla por la que valía la pena luchar: muchas vidas inocentes estaban en juego, era estrictamente necesario tomar medidas. Todos los Villanos Finales debían ser detenidos, a toda costa.

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Gracias por todo de nuevo.

>>¡Ah! Y otra cosa. Cuando tengo muchas dudas, como en este momento, me gusta salir afuera por la noche y observar la luna desde los jardines. Bueno, en realidad me encanta verla todas las noches —admitió avergonzado: era la primera persona a la que se lo contaba—. Me revitaliza y me ayuda a encontrar el rumbo; pero sobre todo me relaja. Si alguna vez necesitas hablar con alguien… ya sabes dónde encontrarme.

Espera… ¿Por qué la estoy diciendo esto?” se preguntaba a sí mismo, sonrojado.

En verdad le debía agradar mucho la Maestra Lyn para haberle confesado algo como eso. Tras sugerirle que charlaran en otra ocasión, escondería su rubor y se marcharía rápidamente al comedor para darse un buen atracón y llenar su estómago. Sin duda alguna, lo merecía.

¡Por supuesto! ¡No todos los días se enfrentaban a Villanos Finales y a dioses caídos!

Nunca se hubiera imaginado que un dios, supuestamente eterno, justo y omnipotente, como lo conocía, se permitiera caer. Había oído hablar de ángeles caídos, pero no de dioses caídos.

¿Qué clase de dios caído era ese tal Gárland y cómo se las habrían ingeniado para regresar a la vida? Otro dios le había ayudado: el dios del Inframundo, Hades. Los dioses tenían poderes tan extraordinarios como el de manipular la vida, el poder de la resurrección.

Su corazón dio un vuelco ante aquella idea.

Resurrección


Traer de vuelta a los muertos…

Una idea se le pasó por la cabeza, relacionada con la noche en la que supuestamente murió, cuando su propio eidolon terminó con su existencia. Su corazón palpitaba con fuerza y algo en lo más profundo de su ser parecía confirmárselo. No era Gaomon, sino algo superior, imposible de describir.

Yo también regresé del mundo de los muertos.

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Digo lo mismo que Sombra xD un placer y con ganas de iniciar la próxima trama.

Edit: Light es consciente de lo de Saxor por un encuentro entre ellos previo a Dios Caído.
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Re: [Coliseo del Olimpo] El dios caído

Notapor RedXIII » Mar Feb 04, 2014 11:06 pm

"Tal vez debería haber intentado cruzar el portal" se decía a si mismo Hiro, mientras impacientemente esperaba una señal de su compañero, esperando a que pasara algo mientras, con un estúpido se había quedado en el lugar, teniendo tan mal los hombros y el cuerpo, sintiendo al fatiga en todo sus músculos y notando como su respiración, lentamente, se iba acelerando.

Eres la viva imagen de tu padre, un idiota sin cabeza

Vaya mierda de día, estoy de dioses hasta los cojones — Se decía a si mismo, el eco de sus palabras era lo único que podía escuchar en aquel momento, pero aquello duró poco, el suelo empezó a temblar, no, no solo el suelo, incluso las paredes y el techo se movían con brusquedad, tanta que incluso se agrietaban y caían pedazos de ella.

Acompañando los temblores salieron del portal Xefil y Ragun, con su bicho raro pegado.

No pudo evitar ver como le faltaba un brazo al aprendiz de Bastión Hueco, casi se sintió afortunado de no habérselos arrancado el antes con las espadas de Garbanth, pero en aquel momento daba un poco de igual, estaban encerrados en aquel lugar y se les caía el techo encima.

Mh... los idiotas no morimos tan fácilmente — Dijo, pero verdaderamente no tenía ninguna confianza de salir de allí con vida ¿Sí moría en el Inframundo se quedaría en el? Sus estúpidos pensamientos fueron interrumpidos por un portal de luz, del cual salió una persona que agarró a Hiro y lo estiró hacia el.

¡Eh, oye, suéltame! — Protestó mientras agitaba sus brazos doloridos —¡Ay, duele, eh, espera, no me metas ahí! — Pudo reconocer fugazmente a la maestra desertora de Tierra de Partida, Nanashi —Ah, sois vosotros... estoy demasiado cansado como para hacer nada — Decía mientras se dejaba arrastrar a donde fuera —si me metéis en los calabozos al menos que sean los más bonitos.

* * *


Nada más llegar a Tierra de Partida, el Moguri volvió a su estado normal y se giró, esperando que Hiro se hubiera repensado el volver por el portal, pero al ver como se cerraba no pudo evitar sentirse culpable y preocuparse por el aprendiz.

Los maestros discutieron entre ellos, no querían tener a Diana allí, aquel tema no era de su incumbencia así que no les interrumpió, solo miró como se alejaba la chica en su Glider y a la Maestra Lyn irse corriendo de allí.

Yo hablaré con ella — a MoguDer le dio igual, no iba a seguir a la maestra, el estaba más interesado en Ronin y el prisionero, así que se puso al lado del Maestro y le siguió mientras esperaba poder compartir una breve conversación con el.

Kupóla guerra es dura, cuando elegimos un bando no podemos hacer como si nada hubiera pasado ¿Verdad? — Levitaba de un lado hacia otro —Kupódime ¿De verdad piensas eso?.

* * *

¡Os vamos a echar mucho de menos!

Shinju, Alexis y Ragun les habían acompañado, de forma amistosa amistosa, a la salida, aquellos dos días dentro del castillo habían sido tan violentos y extraños que lo único que quería era irse de allí, tanto si le dejaban como si no.

Joder, con la de chicas guapas que hay aquí y nos tocan estas — se arrepentió Hiro.

Anda, perdeos, bichejos de la luz.

¡Es muy triste, Alexis! ¡No te metas con ellos!

No me preguntéis por Nanashi porque no tengo ni idea. Ella sólo tenía órdenes de recoger al emo este y la chica floral. No me ha querido dar ninguna explicación más.

Vaya, y yo que pensaba que habíais venido a rescatar este cuerpo serrano — Presumió de cuerpo, o lo que se dejaba ver, ya que tenía ambos brazos vendados completamente.

Marchaos, y no volváis — Dijo Ragun de forma desagradable

Hm — sonrió —Que idiota eres, no, si en el fondo tenía razón — miró de forma breve al cielo y luego se paró a contemplar el paisaje

¿Que, Xefilito, nos vamos ya? Esas tías me dan yuyu, Cuando lleguemos a casa te invito a una copa, espera ¿Tú bebes? — Dijo mientras le extendía la mano —Da igual, un placer haber hecho el idiota contigo — Tanto si se la daba como si no se alejaría del lugar caminando, dejando que hiciera lo que quisiese, tanto si era irse con el o quedarse allí.

¡Ah, a ti no te doy la mano porque al igual te la quedas! — Gritó a Ragun.

Mientras se preparaba para irse no podía evitar recordar a Aeris y la cicatriz que le hizo.

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Mensaje 100 del tema, jodeos perras, uououououo.












Cierto que he posteado de una forma desastrosa en esta trama, algo que voy a intentar evitar en las próximas tramas en las que participe, y sí, ya lo se Narra, MoguDer, ya lo hemos hablado, no necesito que me lo recuerden más.
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Re: Ronda #17 - El dios caído

Notapor Zee » Mié Feb 05, 2014 9:34 am

La ira y la desesperación en el grito de Gárland estremecieron hasta mis huesos. De no haber sido porque ya había empezado a hacerlo desde hacía tiempo, muy seguramente también habría provocado que la caverna se derrumbara. Y acompañado por los gemidos de agonía de Ragun, a quien llevaba prácticamente cargando a rastras, ambas voces me provocaban escalofríos. Detrás de nosotros dejábamos un río de sangre, proveniente del sitio donde el joven antes había tenido su brazo.

Solté un alarido, como si aquello fuese a darme más fuerzas para poder arrastrar conmigo al muchacho. El shock, tanto orgánico como psicológico, ya había hecho efecto en él y sencillamente le resultaba mantenerse consciente; y consecuentemente, caminar. Era pesado, muy pesado; y más recargándose en mí como un muñeco de trapo.

Terminamos en la sala de Hades, con todo a nuestro alrededor cayéndose a pedazos. Ambas salidas habían sido bloqueadas casi en su totalidad y el Portal de Luz, como pedí, ya había sido cerrador. No quedaba nada en ella, salvo una figura solitaria que reconocí casi al instante:

¡Hiro, idiota! ¡Qué te crees que estás haciendo aquí! —rugí, levantando de un tirón a Ragun para volverlo a acomodar sobre mi hombro. El chico volvió a quejarse por el dolor.

Mh... los idiotas no morimos tan fácilmente.

Pero cuando lo hacen, es a causa de su propia idiotez —contesté seco, clavándole una mirada reprobatoria a Hiro. Después de ello, estudié cada rincón de la habitación, dejando que mis ojos volaran de un lado a otro, pero no parecía haber nada que pudiésemos usar como una salida. Toda la estancia se había convertido en una prisión; y pronto, se convertiría también en una tumba, cuando todo cayese encima de nosotros.

Xefil... ¿Por qué?

Miré con extrañeza al joven con el que cargaba, tan débil que aquellas palabras habían salido como un murmullo. Noté de reojo, también, a su lobo acercándose y pegándose a su cuerpo, intentando de alguna manera consolar al amo del cual tanto se compadecía.

Eres como una patada en salva-sea-la-parte, Ragun. Pero no podía dejarte morir —respondí—. Incluso si ya no lo somos ahora, antes éramos amigos.

Un nuevo temblor sacudió la caverna, desprendiendo pedazos enormes del techo sobre nuestras cabezas. Me agaché por instinto, buscando cubrirme con los brazos, pero no pude hacerlo finalmente por tener que sostener a Ragun. Mientras todo a nuestro alrededor se movía frenéticamente, una lluvia de guijarros y polvo cayó sobre todos nosotros. Y luego, un inmenso pedrusco que me golpeó directamente en la coronilla.

Cerré los ojos por el dolor y el grito que intenté soltar se vio ahogado al verme privado de mi aliento. Sentí el escozor de la herida al instante y el calor de la sangre empapando mi cabello; además un molesto pitido se apoderó de mi oído izquierdo, a la par que todo a mi alrededor comenzaba a dar más vueltas de las que ya daba por el leve terremoto.

Solté a Ragun, pero no escuché o sentí su cuerpo desplomarse. Luego de ello, alguien me obligó a rodearle el cuello con el brazo y me permitió apoyarme en él para intentar incorporarme. Un fulgurante destello envolvió todo, provocándome asco y náusas, además de una terrible claustrofobia.

Mientras intentaba recuperar el don de la vista, parpadeando una y otra vez, creí reconocer el rostro de mi Maestra Nanashi.

Maestra... es bueno verla... de nuevo... —declaré, sin una sola pizca de claridad en mí, entregándome a su abrazo y dejando que me rescatara de aquel infierno.

* * *


Dos días habían pasado tras el fracaso en la misión del Coliseo del Olimpo. A Hiro y a mí se nos permitió quedarnos en Bastión Hueco hsata que nos heridas hubiesen sanado. Con magia regenerativa, había sido un proceso que no había consumido mucho tiempo: tanto los cortes en los hombros de mi compañero como mis propias marcas en el pecho habían sido tratadas de manera óptima; en mi caso, incluso, sin dejar ni una sola cicatriz.

No se nos permitió en ningún momento salir de nuestras respectivas habitaciones y mirar alrededor del castillo. A fin de cuentas, seguíamos siendo parte del bando contrario y, aunque cuidaban de nosotros por respeto o como compensación, tenían bastante claro nuestro verdadero papel. De tal manera que no pude ver a Nanashi, Axel o a Iwashi, de ninguna manera, y el destino de Diana permanecía desconocido, o al menos para mí.

Y cuando finalmente se nos permitió salir, fue para abandonar el mundo. Ni siquiera se nos permitió dirigir una palabra de agradecimiento a los líderes, pues de inmediato se les pidió a Alexis y a Shinju que nos mostraran la puerta.

¡Os vamos a echar mucho de menos!

Oh, no te preocupes. Nos veremos pronto,estoy seguro —respondí con las manos en los bolsillos y una sonrisa nerviosa.

No sabía cómo comportarme en una despedida como aquella, con el supuesto enemigo. Era algo desagradable que nos tratasen así, una con rudeza y otra con sarcasmo, pero para ser justos... bueno, estábamos en guerra. La verdad, al menos yo no sabía qué pensar al respecto. Y tampoco sabía qué era lo que quería.

Supuse que sólo tendría que lidiar con ello.

Joder, con la de chicas guapas que hay aquí y nos tocan estas... —se lamentó Hiro, ante lo que le exigí que se callase con un codazo en las costillas.

Luce agradecido, al menos. Y no, ambas son bonitas.

Honor ante todo. Cortesía y diplomacia.

Anda, perdeos, bichejos de la luz.

¡Es muy triste, Alexis! ¡No te metas con ellos!

Una leve sonrisa se me escapó. No eran tan diferentes, después de todo.

¿Y tú qué sabes? Tal vez quiero quedarme, y ni siquiera tuviste la decencia de preguntar... —añadí divertido—. Por cierto, ¿crees que se pueda...?

No me preguntéis por Nanashi porque no tengo ni idea —me interrumpió Alexis, adivinando lo que iba a decir—: Ella sólo tenía órdenes de recoger al emo este y la chica floral. No me ha querido dar ninguna explicación más.

Marchaos, y no volváis.

Al contrario que HIro, no le contesté a Ragun. Era incapaz de sostenerle la mirada, incluso, porque en la suya podía ver toda su frustración y el dolor que su pérdida le había causado. Se veía tan alienígena e innatural, con aquella manga vacía atada con un nudo en su costado izquierdo... Era deprimente.

¿Que, Xefilito, nos vamos ya? —sugirió entonces Hiro. Asentí con la cabeza, agradeciendo su brevedad. Sin embargo, pronto lo arruinó agregando uno de sus innecesarios comentarios—: Esas tías me dan yuyu, Cuando lleguemos a casa te invito a una copa, espera ¿Tú bebes?

Dejé escapar un suspiro, respondiendo a la mano que HIro me tendía. Me sentía avergonzado...

Solo socialmente.

Da igual, un placer haber hecho el idiota contigo.

No respondí. Sencillamente contemplé cómo Hiro se alejaba, finalmente dispuesto a invocar su Glider y salir de aquel mundo. Solté un segundo suspiro y me giré de nuevo hacia Shinju, Ragun y Alexis.

No todos somos... —me detuve. La frase se me escapó. ¿Qué iba a decir...? ¿"Tan dogmáticos"? ¿"Tan cerrados mentalmente"? ¿"Tan necesitados de rivalidad"? ¿"Tan rídiculos como Hiro"?—. De cualquier manera... gracias por cuidar de nosotros. Y que ese mensaje llegue a los Maestros —apunté a Shinju con el dedo, aunque estaba seguro que no iba a tomarme en serio ni en mil años—. En serio. Totalmente sincero.

Contemplé el cielo de Bastión Hueco... Tan diferente al Tierra de Partida, con aquellas curiosas nubes y ese tinte violáceo...

Diana no ha llegado todavía, ¿no...? —quise confirmar—. Cuando lo haga. Cuiden de ella... Lo necesita.

Finalmente, y con una media sonrisa, materialicé mi Llave-Espada. La clavé en el suelo, donde con un destello se convirtió en mi Glider, mi buena y confiable tabla.

Y Ragun... cuida de ti mismo.

Tomé mi Glider bajo mi brazo y me alejé por donde Hiro se había ido, sin mirar atrás.

Hiro... Me esperaba un largo viaje, sin duda.

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Diana x Xefil x Nadhia <333

Todo un placer participar en la Trama. Una pena que hayamos fallado, pero igual... Yo me divertí y estoy más que satisfecho con mi interacción. Y al final ha quedado pro mi estrategia suicida, qué lindo ^^

Nos vemos en VV~~
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Re: Ronda #17 - El dios caído

Notapor Zodiark » Mié Feb 05, 2014 2:27 pm

Tierra de Partida, habíamos regresado al castillo. La maestra cerró rápidamente el portal y, con Diana a cuestas, corrió hacia la puerta principal. Pero, cuando la mujer estaba a punto de entrar en el edificio, las puertas se abrieron y alguien le bloqueó el paso: mi maestro, Kazuki.

¡Kazuki! ¡Apártate ahora mismo! ¡Necesita ser socorrida ya!

Lyn, es de Bastión Hueco. No puedo permitirte hacer esto. —respondió el maestro más serio que nunca.

¡Gárland ha vuelto! ¡Le han hecho esto por ello! —gritó Lyn, cada vez más agitada y agresiva—. ¡Si tú no hubieses sugerido aquello...! ¡¡No te atrevas a cortarme el paso!!

Es nuestra enemiga.

¡Me importa una mierda! —exclamó Lyn mientras dejaba a Diana en las escaleras.

¿Realmente el maestro era capaz de abandonar a alguien herido cuando su compañera le estaba pidiendo ayuda? Diana era nuestra enemiga, pero en el asunto de los Villanos Finales, aparentemente era nuestra aliada, no era justo hacerle aquello, y menos con la maestra Lyn tan afectada por ello. No podía creer que Kazuki fuese capaz de comportarse así.

No estás pensando con claridad...

¡Maestro, eso es inj...! —quise intervenir en defensa de Lyn, pero mi frase fue interrumpida por el puñetazo que Lyn le propinó al maestro.

Me llevé las manos a la boca, sorprendida por aquello. Sabía que Lyn tenía ese tipo de actitudes, pero no me esperaba que lo hiciera con su propio compañero, aunque dada la situación no me sorprendía.

Es tu culpa, Kazuki —murmuró Lyn con los ojos llorosos mientras Kazuki la observaba atónito, recogiendo a Diana—. Vive con ello.

Pero tiene razón, Lyn. —dijo una grave voz tras Kazuki, una voz que rápidamente todos pudimos reconocer: Ronin.

El maestro Ronin también... El mandamás de los aprendices también estaba dispuesto a abandonar a una herida ignorando el deseo de Lyn de curarla. ¿De verdad aquello era lo correcto? Era nuestra rival, sí, pero íbamos a dejarla a merced de las heridas que le había provocado aquel cretino de Gárland. En aquellos momentos, nuestra enemistad con el dios estaba por encima de nuestra rivalidad con Ryota y Bastión Hueco, y yo misma había sanado un poco a Diana a regañadientes. ¿Por qué tenían que ser los maestros tan duros de mollera?

No podemos aceptar a nadie de Bastión Hueco en nuestro castillo —explicó Ronin—. No deberías haberla traído aquí.

No me lo puedo creer... ¿De verdad vais a dejar...? Vosotros dos...

Déjalo, Lyn. —intervino Diana poniéndose en pie como pudo, reitrándose de los brazos de Lyn—. —Así es Tierra de Partida. Cualquier posibilidad de reconciliación con Bastión Hueco es un chiste para vosotros.

Una vez la chica hubo bajado las escaleras, invocó su armadura y su glider y abandonó, aún malherida, Tierra de Partida. Cuando su figura se había perdido en el cielo, dirigí mi mirada a los maestros y negué con la cabeza, defraudada por aquellos a quien admiraba por su fuerza y valor y que acababan de actuar de aquel modo. La maestra híbrida se fue de allí, dirigiéndose al interior del castillo, y Light corrió tras ella para hablar

Kazuki, lleva ahora mismo a enfermería a los heridos.

De inmediato, eh... Ronin.

¿Dónde está el payaso? —preguntó Ronin, dirigiéndose hacia Mateus, observándolo de arriba a abajo y abriendo un portal de luz—. Imagino que este es otro criminal, por las esposas. Nos lo llevamos ahora mismo a la Federación; acompañadme los que queráis.

Tú debes ser Ronin, ¿mmm? —preguntó Mateus. Ronin soltó una carcajada, le tomó del hombro y le empujó al interior del portal.

Y tú el rey de los travestis. ¡Anda, andando!

En silencio, caminé tras Ronin para entrar en el portal de luz, pues quería pedirle algo. Antes de adentrarme en él, frené y dirigí mi mirada hacia Kazuki.

Maestro, no me esperaba esto de ti —dije completamente decepcionada sobre el tema de Diana.

Atravesé el portal y corrí hacia Ronin y Mateus para hablar con el maestro. También estaba decepcionada con él, pero en aquel momento era más importante para mí hablar con él que andar inflando los mofletes y no dirigirle la palabra.

Maestro Ronin —le llamé mientras me colocaba a su lado mientras caminábamos—. Necesito que me haga un favor —dije mientras miraba a Mateus—. Por favor, intente sonsacarle alguna información al prisionero sobre el paradero de Cloud —le susurré.

No creía que Mateus supiera dónde estaba el amigo de Aeris puesto que su desaparición había sido cosa de Gabranth y él ni siquiera estaba presente cuando los Villanos Finales pelearon contra el chico, pero era mi única posibilidad de encontrarle en aquel momento.

Por cierto... —añadí cabizbaja—. Kefka... Se nos escapó a Hiro y a mí. Lo siento mucho, era mi responsabilidad y fallé. Espero que pueda perdonarnos.

Hiro fue quien había perdido a Kefka, en realidad, pero yo tomé la responsabilidad frente a Ronin y no estaba bien echarle todas las culpas a mi compañero.

Hiro...

Fue entonces cuando recordé a Hiro, que se había quedado en el inframundo. Seguro que MoguDer estaba muy preocupado por él. Entonces me llevé una mano a la cabeza y suspiré, como echando de menos mi sombrero, y a Xefil, claro, y recé por la seguridad de ambos.

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Pues ya está. Ha estado bien rolear en esta trama, aunque siento haber desaparecido en alguna que otra ronda decisiva. Nos leemos e interactuamos (?) en la próxima, Villain's Vale :)

PD: Para aclararlo, no vayáis a pensar que ha sido un error que se me ha escapado, Maya tutea a Kazuki y trata de usted a Ronin, esto lo he hecho adrede ya que, aunque ella respeta a su maestro (ahora un poquito menos), tiene muchísima confianza con él y no lo ve como a alguien tan serio como para tratarle de usted, mientras que a Ronin sí.

Hale, sed generosos con los PX.
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Ronda final - El dios caído

Notapor Soul Artist » Jue Feb 06, 2014 5:01 pm

Light persiguió a Lyn, pero no consiguió alcanzarla a tiempo. La Maestra cerró la puerta de su habitación con tal fuerza que era extraño que la pared entera no se hubiese venido abajo. Pero incluso así, el aprendiz no se dio por vencido: intentó animar a Lyn con sus palabras, esperando que la escuchara. Y aunque la híbrida así lo hizo, no le sirvió de consuelo.

El conflicto de Tierra de Partida y Bastión Hueco cada vez iba a más. Aquella misión podría haber reconciliado ambas partes un poco más, y en vez de ello, parecía que una brecha se hubiese abierto entre ambos mundos que resultaba difícil de saltar. Conocía a Diana desde hacía tiempo, y veía que era por los mismos errores de Ronin y los suyos los que las estaban separando.

Light abandonó la torre de los Maestros y Lyn se quedó sola de nuevo, atrapada en su habitación. Recurrió a su armario y tomó de él un objeto de inmenso valor para ella, abrazándose a él y encogiéndose en su cama mientras pensaba en todo lo sucedido aquella noche. No podría dormir, no en varios días.

Su único consuelo era su muñequita de trapo.

* * *

Hades jugueteó con cuatro llamas de varios colores entre sus dedos, contemplando en silencio cómo su morada había sido destruido por el terremoto que con tanta fuerza había golpeado el Inframundo apenas unas horas antes. Resopló y se dio la vuelta, echando a caminar hacia lo más profundo de su reino acompañado por Pena y Pánico.

¿Qué va a hacer ahora, mi señor? —preguntó el segundo juntándose las manos y agachando ligeramente la cabeza. No había sufrido ningún castigo por la destrucción de sus aposentos, o al menos no aún, por lo que el diablillo guardaba cautela; pero el Señor del Inframundo le sonrió con sus dientes de tiburón y siguió caminando, completamente despreocupado.

Bueno, es hora de redecorar y comprar unas nuevas cortinas. Uno de mis sicarios se ha perdido, un terrible guerrero ha resucitado, mi casa se ha venido abajo, ¡pero eh! ¡Ni que todo se fuera al Infierno!

¿Y no le preocupa G-Gárland?

Hades levantó la mano con las cuatro llamas y contempló su brillo detenidamente. Sonrió seguro de sí mismo y las hizo desaparecer, tras lo cual se llevó ambas manos a la espalda.

Sin sus Titanes no es nadie. Su divinidad se ha venido abajo y tardará tiempo en recuperarse.

¿Entonces volverá a centrarse en Tebas, mi señor? No falta mucho para los próximos juegos...

Pánico tomó un folleto y se lo dio entrega a Hades, los cuales patrocinaban una Copa que se celebraría unos meses después: Pegaso. Quizás, tras el fiasco de la Copa Phil, era hora de volver a invertir su atención en su propio mundo y no las relaciones con los exteriores. Sonrió y se acarició la barbilla.

Sí... Eso estará bien.

* * *

¡Andando, que es gerundio!

Ronin empujó al interior de una de las celdas de la Federación a su prisionero, el cual, pese al golpe, caminó tranquilamente hacia el interior de su nueva habitación. Contempló su aposento con desprecio y asco, manteniendo en todo momento la mirada bien alta. Extendió su mano del suelo e invocó un trono de color rojo majestuoso, en el cual tomó asiento para colocarse cómodamente mientras los guardias bloqueaban la salida de la cárcel frente al Maestro y Maya.

¿Así sin más? ¿Sin juicio?

¡Ya te llegará el juicio, ya! —Ronin echó una sonorsa carcajada al aire y colocó una de sus enormes manos sobre el hombro de Maya, guardándola bajo su protección—. Pero antes esta muchachita quiere hacerte una pregunta bastante importante. Pregunta por un amigo suyo, un tal Cloud. ¡Habla, reina!

¿El amigo de Hojo? Iba a ser sacrificado para Gárland como su nuevo cuerpo —contestó el Emperador sin darle importancia, clavando sus ojos en Maya con una amplia sonrisa—. No sé nada más. Yo soy tan inocente, tan pobre, que no me contaron mucho.

Y no vas a hablar más, ¿no?

El Emperador se encogió de hombros y cerró los ojos, sonriendo con algo de pena a Ronin. Era una actuación difícil de creer, pues claramente mentía; pero mientras estuviese preso en espera a un juicio por los crímenes de los Villanos Finales era intocable. Inocente hasta que se demostrara lo contrario.

Pues nada, reina, ya le buscaremos nosotros —Ronin se giró y se propuso abandonar la prisión—. Será divertido encontrarle a él y a tus amigos y encerraros a todos. ¡Podrían poneros juntos! Qué divertido sería eso, ¿verdad?

Qué iluso. Cuando me habló de ti sabía que eras así, pero no imaginé que llegaras a este nivel tan infatil.

¿Hablarte quién? —preguntó el Maestro sin otorgarle la más mínima importancia y mientras se seguía alejando.

Palamecia.

El Maestro de Maestros detuvo su avance, y con él el de Maya. Giró la cabeza y se volvió a acercar al prisionero; en su rostro se había borrado gran parte de su habitual humor para dar lugar a un Ronin más oscuro y serio de lo habitual.

No te he entendido.

Mi nombre —repitió el hombre, levantándose de su asiento y comenzando a caminar lentamente hacia la puerta de su celda para enfrentarse a Ronin cara a cara— es Mateus Palamecia.

El labio superior de Ronin se levantó ligeramente, evidenciando su enfado ante aquellas palabras. Aquel nombre significaba algo que se le había estado escapando a la aprendiza todo aquel tiempo. Colocó su mano sobre el pelo de la chica y se dio la vuelta, obligándola a permanecer quieta.

Espera aquí, Maya. Vigílale.

Mateus observó cómo el Maestro de Maestros se marchaba, dejándoles solos aparte de los guardias de las celdas que hacían caso omiso a la escena. El Emperador se agachó y mantuvo contacto visual directo con Maya, atrayéndola con sus palabras.

¿Quieres saber dónde está tu amigo, niña? Desgraciadamente, no lo sé con certeza. Pero tanto si ha sido entregado a Gárland como si no, bueno... Sólo se me ocurre un lugar. Un terrible, horrible lugar para una niña como tú. No deberías ni pensar en acercarte allí.

Mateus sonrió con fuerza, como un tiburón a punto de comerse a su presa. Estaba claro que la chica no obedecería, pues viajaría hasta el mismísimo fin del mundo por cumplir su promesa a Aeris: devolver a Cloud sano y salvo a casa. Pero el lugar que mencionó el Villano Final era terrible sólo por su título, su única pista:

Villain's Vale.

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¡Ha sido todo un placer teneros en esta Trama! Cuando empecé a planearla al terminar la Copa Phil no imaginé ni de lejos que tendría a tanta gente tan ilusionada y otorgándole emoción a este tema. Ha tenido de todo, y en grandes cantidades además: no podría haber deseado un equipo mejor.

Un aplauso muy fuerte a EspeYuna, que nos ha acompañado gran parte de la Trama como Game Master con quien estaba planeando cada paso. Tuvo que ausentarse al final, pero su trabajo ha sido excelente y podemos dar todos gracias por su esfuerzo y ganas; sin ella no hubiésemos tenido a Lyn y Diana como las habéis visto, ni tampoco muchos elementos de toda la Trama. ¡Así que en serio, un aplauso! ¡Gracias, Espe!

Antes de proceder a la puntuación, quisiera señalar las decisiones buenas y malas más destacables de la historia. Por un lado, la resurrección de Gárland es claramente un punto negativo para ambos bandos: podría haberse evitado, pero no ha podido ser al final. Por el otro, capturar y retener a Mateus como lo habéis hecho ha sido algo excelente y que no podíamos ver venir. Estas no han sido las únicas elecciones con consecuencias, pero sí las más destacables.

¡Y ahora, al ajo!

Puntuaciones

Light
57 PX
EspeYuna:
Me ha gustado como ha desempeñado a Light en la trama, aunque le he visto algún post flojillo a medida que iba leyendo. (27 PX)
Narrador:
La verdad es que Light personalmente me ha parecido excelente en la Trama. Ha dedicado muchísimo cariño a sus posts y les ha dotado de un punto de personalidad muy fuerte. Yo no he percibido tanto esos posts flojos, pues me parece que narrativamente e interpretativamente no podría haberlo hecho mejor. Y su toma de decisiones, estupenda: siempre atento a las circunstancias y actuando en favor a lo más inteligente. (30 PX)


RedXIII
41 PX
EspeYuna:
Destaco sobre todo algunas acciones de hiro que no me terminaban por convencer. Luego estaba MoguDer, que tampoco me convence mucho. (20 PX)
Narrador:
Hiro me ha parecido un personaje que empezó muy, muy flojo y que ha ido mejorando. Los primeros mensajes me exigían una segunda lectura, y esto me lleva al punto más alarmante: repasa tus mensajes, Red. Asegúrate de que se entienden bien, porque las descripciones te cuestan y no poco. Pese a todo, has sido un buen punto en la Trama, y has tenido unas cuantas escenas muy positivas. (21 PX)


Zero
53 PX
EspeYuna:
Lo he visto muy interesado en la trama, y sus acciones han sido bastante importantes en el transcurso de la misma, pero sus ausencias han pasado factura en la puntuacion final. (26 PX)
Narrador:
Me han gustado mucho sus posts, pero las faltas de mitad de la Trama le han pesado y no ha podido desarrollarse lo que tanto quería: la historia de Diana y su relación al Inframundo. Pero quitando eso, ha sido también excelente: posts muy elaborados, decisiones muy buenas, momentos muy emotivos y emocionantes. (25 PX)


Zodiark
49 PX
EspeYuna:
Es la primera vez que veo a una Maya muy desempeñada en una trama, y muy metida en la historia. Has faltado a algunas rondas desivias, pero en algunas otras no. Me ha gustado mucho cómo la has llevado a lo largo de cómo avanzaba la historia. (26 PX)
Narrador:
A veces me ha parecido que no tenías interés en la Trama. Ha habido momentos en los que era claro que querías participar y afectar a las decisiones, pero en otros posts te veo falto de ganas, en especial durante la primera mitad de la Trama. Y después parece que hayas ganado interés, pero algunas de tus decisiones, junto con alguna ausencia, te ha pesado: como cuando los Villanos Finales discutían con Cloud/Gárland y decidiste no ayudar ni a ellos ni a Diana. Eso muestra algo de pasividad, y puede ser peligroso. Pese a ello, Maya ha estado encantadora esta Trama, y cuando le has puesto amor, se ha notado mucho. (23 PX)


Sombra
52 PX
EspeYuna:
No sé qué has intentado hacer con Ragun en esta trama. Él suele ser inocente, y aunque mostrara rencor por algunas situaciones, esa nueva faceta no concordaba mucho. De hecho, no sabía como enfocar el origen de su carácter, porqe estaba claro que por su doble personalidad no era, ¿o sí? Coincido con Narra en que has tenido momentos muy buenos con Ragun, en especial al final de la trama. (26 PX)
Narrador:
¿Desde cuándo Ragun es tan creído? Sí, sé que ya tenía de antes una pequeña vena, pero aquí te ha afectado a algunas de las decisiones de forma directa y cuya actitud no encajaba con algunas de las situaciones planteadas. El personaje nos ha dado muy buenos momentos, y me ha gustado en puntos especiales (con Lyn, el final de la Trama...), pero creo que lo que te ha pesado es esa actitud por parte del personaje, la cual se ha llevado a un extremo peligroso. Y has posteado en todas las rondas y de los primeros, eso te da muchos puntos positivos. (26 PX)


HappyDelice
35 PX
EspeYuna:
He tenido la sensación de que, si Mei no hubiese estado en la trama, muchas de las cosas que han sucedido habrían transcurrido de la misma manera, con o sin ella. No la he visto muy implicada en la trama, poco participativa, pasiva ante todo lo que sucedía. Que bien que recibió una buena paliza, pero podría haber intentado hacer algo. (19 PX)
Narrador:
No he notado una implicación por parte de tu personaje. En las rondas en las que no estaba con Gabranth, tus acciones han sido cero: y debes tenerlo ya en cuenta, pues tu pasividad es lo que más te afecta. Ya te ha hecho daño en otros temas conmigo (el Prólogo, el Global...) y tienes que ponerle solución, porque tienes potencial pero no lo aprovechas. Toma las situaciones por las riendas y no te dejes arrastrar. (16 PX)


Los PX se añadirán a vuestras fichas cuando llegue a casa; se os informará si subís de nivel.
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¡Gracias, Flan, por Alexis e Ivan!
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