[Coliseo del Olimpo] El dios caído

Trama de Light, Hiro, Xefil y Maya + Ragun & Mei

La aparición del bando de Bastión Hueco ha colocado a la Orden de los Caballeros de la Llave Espada en una tensión creciente difícil de remediar. ¿Llegarán a enfrentarse ambos bandos en conflicto, o será posible la paz?

Moderadores: Suzume Mizuno, Astro, Sombra

Re: [Coliseo del Olimpo] El dios caído

Notapor EspeYuna » Jue Dic 26, 2013 6:16 pm

Muy bien, chicos. Buen trabajo, de verdad.

La Maestra Lyn parecía bastante orgullosa de ambos aprendices. Aunque uno estuviese de parte del bando contrario, debía reconocer que estaba ayudando a la causa de detener el desastre que podría ocasionarse de un momento a otro.

El enemigo los había subestimado. El hechizo mágico surtió efecto y Mateus no pudo escapar por el portal. Es más, por alguna razón los seres blancos que habían sido invocados, ante ver como se encontraba en apuros, desaparecieron. ¿O él los había hecho desaparecer a posta? Quién sabe, no podían bajar la guardia. Bien lo había dicho Lyn, había que andarse con pies de plomo. Light no había conseguido atravesar el portal, pues el ataque helado había logrado que Mateus se desconcentrara lo suficiente para que se cerrara. Al ponerle las esposas a Mateus, le soltó a Lyn:

Querida, el pasado no se olvida.

Lyn permaneció en silencio, esperando que Mateus dijera algo más tras aquella media sonrisa, a pesar de la situación en la que se encontraba:

¿Qué me quieres decir con eso?

Simplemente, eso —dijo, divertido—. Él no olvida, Lyn.

Lo sé —asintió Lyn, observando su Llave-Espada—. Y no olvidará esta vez, si se presenta la ocasión.

Los ojos de Lyn ardían de forma extraña. Pero fueron unos escasos segundos para los dos aprendices.

Chicos, andando. Tenemos que terminar con esto y ayudar a los nuestros.

>> Sería gracioso que Ragun volviera a Bastión Hueco sin Diana. Muy divertido, sí.

Por primera vez, Lyn profirió una carcajada. Sincera, bonita, poco acorde con lo que era ella. Luego, volvió a ser la misma de siempre, amenazando con patearle el culo a Mateus si se negaba a andar o hacía cualquier tontería.

* * *


¡¡¡Soy libre, libre!!! ¡¡Sí, por fin!! ¡¡¡¡Ya no tendré que sufrir esas descargas y sentirme una sucia rata presa!!!! ¡¡No me merecía nada de ello, Kefka se portó bien con vosotros!!

El payaso se acercó al dolorido Hiro, agarrando su mandíbula con una mano, estrujándola con sus dedos y acercándose al muchacho.

Supongo que debería ir siendo hora de vengarme, ¿verdad?

El payaso invocó con su mano libre un frasco que contenía líquido morado. Muchos de los presentes sabrían que no podía ser nada bueno.

¿Recuerdas lo humillante que fue nuestro primer encuentro? Pues bien, probarás de mi medicina, muchacho. ¡¡Tu cuerpo lo pasará en grande!! ¡¡Tanto, tanto...!! ¡¡Que arderá en llamas!! ¡¡¡Literalmente, creéme!!!

>> ¡¡Anda, abre esa boca!!

Si MoguDer intentaba cualquier cosa, el payaso lo lanzaría volando con su magia. Nada podría salvar a Hiro. Aquello era veneno, del mismo con el que el loco payaso había intentado matar a todo un escuadrón del ejército chino.

Sin fuerzas, el frasco se acercaba peligrosamente a sus labios, cuando de pronto, Kekfa cayó al suelo, retorciéndose de dolor. Gritaba, se arqueaba. Una escena un tanto horrible. Incluso reía, entre el prominente delirio.

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Es una dulce venganza, querido Kefka —dijo el causante de la tortura, Lord Seymour. Su vara brillaba con intensidad—. Pero me parece sucio que envenenes a tu oponente sin una pelea justa. Sin poder defenderse. Perdona mi... intrusión.

>> Además, no entra dentro de mis planes que lo mates. Lo necesito.

Mientras, el hombre de la armadura observó a Xefil, asombrado de sus palabras y el buen haber de su comportamiento ante alguien como él y su interés por la historia de Gárland:

Hace años, un hombre cayó de los cielos. Un hombre diferente a cualquiera que hubiese pisado las tierras sobre las que mandaban los grandes Dioses del Olimpo. Un hombre que se puso al servicio de los más importantes de Tebas. En poco tiempo, se convirtió en uno de los mayores guerreros que hubiera conocido la ciudad. Participó en la guerra, destruyó Troya. La hizo cenizas. Era lo que se considera un héroe. Sin embargo...

El hombre de la armadura se quedó en silencio. Seymour alzó la mirada, invocando un portal al otro lado de la sala. Inalcanzable para los aprendices.

Es hora de reunirnos con él —dijo el Lord, sin dejar de estar atento a su alrededor—. Sin embargo, no debería dejar atrás este lugar. Confío en que mis servicios permitan que el ritual se lleve sin interrupción alguna.

El hombre se acercó a Hiro, contemplando su deplorable estado.

No permitiré que Gárland se ensucie las manos con algo tan repulsivo como esto.

Recuerde, que tenemos para elegir, mi señor.

La mirada celeste de Seymour contempló a los presentes. Se acercó a donde yacía Diana, atada y siendo molestada por Hades.

¡Oh, venga ya! ¿Este bomboncito? ¡Pensé que me la iba a quedar yo! Le haría compañía a una buena funcionaria mía. Ya sabes, jornada completa en el Inframundo.

Lord Seymour miró fijamente a los ojos de Diana.

Ella es perfecta. No habrá un sacrificio mejor que éste. Es más, podríamos prescindir de la otra joven.

Con un gesto de manos, pasó sus dedos por los párpados de la muchacha.

Relájate. No te dolerá. De hecho, no volverás a sufrir.

¡Ni se te ocur...!

De pronto, los sentidos de Diana se perdieron en un profundo sueño. El hombre de la armadura se acercó y la recogió, y Hades hizo desaparecer el humo que la mantenía presa. Si Xefil intentaba cualquier cosa, el enemigo le mandaría a la pared con una potente patada.

El hombre desapareció tras el portal que Seymour había invocado. Hades, por su parte, observó el pollo que se había montado en sus aposentos y profirió un bufido:

¿Y creéis que mantenimiento se va a hacer cargo de esto? ¡Ya os vale!

Debería irme, mi señor —pidió permiso Lord Seymour—. No debo faltar a mi promesa.

>> ¿Estos sacrificios serían suficientes para mi resurrección?

Hades miró a todos los presentes. Con su escalofriante sonrisa, suspiró:

De acuerdo, señorito. ¿Y me vas a hacer cargar con el muerto? ¡Je, chiste fácil! Y ahora, fuera de bromas, y al grano. ¿Pretendes que yo los mate por ti?

No, ellos lo harán.

Unas espeluznantes risas resonaron. Y unas terroríficas sombras, proyectadas en las paredes, empezaron a hacerse ver. Como unas criaturas, las sombras de las mismas. Pero no existía cuerpo que las proyectara en las rocas. Parecían tener vida propia.

Lord Seymour desapareció en la oscuridad despidiéndose de ellos y del señor de los muertos:

De hecho, tengo amigos del más allá.

* * *


¿Cloud?

Quien parecía ser el amigo de Aeris cuestionaba sobre su propio nombre, con un rostro apagado y carente de emoción alguna. Puede que Cloud fuera algo callado, que no expresara sus sentimientos de forma tan abierta como sus amigos. Pero aquella expresión en su rostro no era la del joven de pelo puntiagudo.

Así que se llama Cloud. El antiguo dueño de este cuerpo.

Maya de pronto experimentó como una fuerza invisible le hacía caer al suelo. Conociendo las magias elementales, Maya sabría que se trataba de una especie de invocación gravitatoria. Tan poderosa que sentía como si sus mejillas fueran a atravesar el suelo. La risa del supuesto Cloud nada tenía que ver con él.

Y dime, niña. ¿Quién te ha traído hasta aquí? Responde.

>> Estás ante la presencia de Gárland.

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Re: [Coliseo del Olimpo] El dios caído

Notapor A Nerd Girl » Jue Dic 26, 2013 8:28 pm

Ella es perfecta. No habrá un sacrificio mejor que éste. Es más, podríamos prescindir de la otra joven.

Me dolía la cabeza levemente, estaba mareada sentía bastante dolor por toda la parte del abdomen y de la cara. Y mucho más la del cuello. Era bastante doloroso el moverse de forma brusca.

Pero estaba consciente. Al parecer no había muerto, ¿o si? No abrí los ojos, no quería arriesgarme hasta saber donde estaba, que estaba pasando a mi alrededor y si era peligroso o no.

Relájate. No te dolerá. De hecho, no volverás a sufrir.

¡Ni se te ocur...!

Una voz femenina escuchaba, no parecía de alguien conocido pero su voz se perdía como y hubiera decidido callarse o si la hubieran obligado. No abrí los ojos, pero sentía pasos, símiles a los de Gabranth. Un escalofrío pasó por mi espalda, ¿podría estar él? Me giré levemente para apoyarme por el hombro que mejor sentía y que menos dolía, abrí los ojos levemente parte de mi pelo se ponía en medio pero él estaba llevándose a un chica que no me acordaba haberla visto... ¿o si?

Traté de hacer memoria mientras se alejaba yéndose hacia un portal, no recordaba que fuera de Tierra de Partida pero al pensar en los que estábamos presentes en Bastion Hueco, donde estaban los traidores... Ella estaba con ellos y con ese llamado Maestro Ryota.

Además habían otras personas, una de ellas era un hombre de cabellos azules con rasgos no humanos y humanos a la vez, era extraño. Al igual que sus ropas y como era. No parecía algo normal, sentía miedo por todas esas personas, un hombre con el cabello de llamas. ¿Quienes serán?

¿Y creéis que mantenimiento se va a hacer cargo de esto? ¡Ya os vale!

Debería irme, mi señor —¿Era el pelo llamas el jefe del hombre raro?—. No debo faltar a mi promesa.

>> ¿Estos sacrificios serían suficientes para mi resurrección?

¿Resurrección? ¿Íbamos a ser sacrificios? El hombre de los pelos ígneos nos miró de una manera muy escalofriante, menuda gracia teniendo fuego en la cabeza como podría hacerme sentir como si hiciera frío. Nos miraba a los que estábamos aún allí. Parecía que eran Hiro, el que conocí cuando fui a la misión de Akio en Ciudad de Navidad y
estaba alguien quien no quería ver ahora, Xefil. Pasó tiempo desde que pasó lo de Nadhia y yo. No podía verle a la cara, aún no era tiempo como para poder hablarle.


De acuerdo, señorito. ¿Y me vas a hacer cargar con el muerto? ¡Je, chiste fácil! Y ahora, fuera de bromas, y al grano. ¿Pretendes que yo los mate por ti?

No, ellos lo harán.

Risas, y no parecían muy agradables tenía más miedo aún, intenté levantarme aunque estaba bastante débil.

¿Pero qué... qué está pasando?

Miré a mi alrededor sombras proyectadas en las paredes y no parecían muy agradables ni iban a ser buenos. Quizá el hombre, el raro, fuese quien les mandase.

De hecho, tengo amigos del más allá.
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Re: [Coliseo del Olimpo] El dios caído

Notapor Sombra » Sab Dic 28, 2013 3:12 am

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El decir el punto débil de la barrera fue decisivo. Tanto Light como yo lanzamos la magia Hielo, atravesando así la barrera. El portal de Luz que había creado se cerró al momento en el que aquella especie de lingote de oro con patas se desconcentró, algo que nos benefició a todos.

Muy bien, chicos. Buen trabajo, de verdad —nos halagó por el trabajo realizado con éxito.

Aunque había sido gracias a mí, en mayor parte gracias a haber visto la habilidad de Hein en el pasado. Los blancuchos habían desaparecido cuando Mateus trataba de huír. No sabía si era porque eran invocaciones con límite de tiempo, había perdido el control sobre estes o simplemente él los había hecho desaparecer. Pero tenía que estar atento.

Lyn esposó al extraño hombre rapidamente.

Querida, el pasado no se olvida.

Tanto Lyn como yo permanecimos callados ante las palabras del pomposo hombre. Aquel comentario soltado de forma tan aleatoria parecía muy fuera de lugar. ¿Acaso Mateus y ella se conocían? No, sino no se nos habría presentado antes de aquella forma... Aunque eso explicaría por qué tenía información de nosotros.

¿Qué me quieres decir con eso? —respondió Lyn al comentario del prisionero.

Simplemente, eso —alegó—. Él no olvida, Lyn.

Así que se refería a Gárland...

Lo sé —contestó mientras observaba su arma—. Y no olvidará esta vez, si se presenta la ocasión.

Sentí como odio en los ojos de Lyn, o más bien ganas de luchar contra él. Bueno, confiaba en que si le había vencido una vez, ahora que probablemente había mejorado muchísimo podría repetir la victoria.

Dirigió a nosotros su mirada tras unos momentos.

Chicos, andando. Tenemos que terminar con esto y ayudar a los nuestros.

>> Sería gracioso que Ragun volviera a Bastión Hueco sin Diana. Muy divertido, sí.

La maestra empezó a reírse, no pude evitar sonreír un pococon su comentario. Lyn podía ser verdaderamente bonita cuando se reía, algo que me sorprendió. Aunque no tardó en volver a su faceta violenta haciendo que Mateus caminase a base de amenazas, patadas y empujones.

Deberías sonreír más a menudo Lyn, te sienta realmente bien —le dije de forma expontanea pero pronto cambié el tono de voz a uno mucho más oscuro y frío—...pero repito lo de antes. Tenerlo vivo os puede acarrear problemas, probablemente trate de escapar o a la mínima atacar vuestras espaldas. Lo mejor es ejecutarlo. Comprendo que queráis sacar información de él, pero si actúan así todos ellos, apareciendo de esa forma... Será pan comido para vosotros aniquilarlos como simples cucarachas.

>>De todos modos parecen seres muy... llamativos.

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Acaba con él.



Me aproximé corriendo al hombre esposado y coloqué el filo de mi llave espada en su garganta con la parte cortante intentando producirle algo de sangre, para que viese que no iba en broma.

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Total, ya he tenido que hacer de verdugo por culpa de gente como él —recordé al hombre que había sido poseído por Gárland—. Matar a esta escoria es mi deber, para evitar que se repita lo mismo que pasó en la Copa Phil.

Estaba furioso, mis ojos inyectados en sangre se clavaron en los de Mateus. Mi odio se acrecentaba más y más a medida que varias marcas negras aparecían por mi cuerpo sin ser yo consciente de esto y mis ojos empezaban a cambiar nuevamente por el color amarillo que caracterizaban a los sincorazón.

¿No es eso cierto acaso, pijo de mierda? —le solté lleno de rabia, de ira. De odio, un odio insano que en parte estaba siendo impulsado por Ello.

¿Villanos Finales? Y una mierda, ellos no eran nada más que simple basura. ¿Y que clase de villanos se llamaban a sí mismo Villanos? Parecían imbéciles.

¿No oíste lo que dije? No vamos a ejecutarle de ninguna manera. Pagará lo que ha hecho, pero no ahora —giré un poco mi cabeza para mirar al aprendiz de Tierra de Partida. Me apuntaba con su llave espada, sin embargo simplemente apreté más mi llave espada contra el cuello del prisionero—. Retira tu Llave Espada ahora mismo —repitió.

Rugí enfadado golpeando con mi arma el suelo tratando de desquitarme. Si no fuese porque él no era mi prisionero, sino de ellos no habría obedecido y le habría matado allí mismo sin más miramientos. Sin embargo, me tranquilicé de alguna forma volviendo a la normalidad.

Espero que le hagáis pagar muy caro —sentencié echándome a un lado no sin antes dedicar una última mirada llena de repulsión contra el líder de los pseudo-villanos.

Nunca perdonaré a alguien que hirió a Nyx.

Era una especie de sentimiento contradictorio lo que me invadía. Ello y yo, era como si nuestras mentes se solaparan por momentos, como si se complementaran de alguna manera y uno influyera en cierta medida en el otro.

No quería culparle completamente por la forma en la que acababa de actuar, pues parte de mí deseaba la muerte de Mateus, pero en mayor parte era de Ello que me hubiese comportado así, lo tenía claro.

Me acerqué al cuerpo insconciente de Nyx y le di una Poción para sanar sus heridas.

Acaricié su cabeza cuando le vi recobrar la consciencia con cariño. Realmente lo apreciaba, aquel animal era lo que me conectaba con mi pasado al fin y al cabo.

¿Estás bien?

Solo un poco mareado... —admitió un poco aturdido—. Pero se me pasará en unos momentos.

Bien —asentí.

Ninguna palabra más salió de mis labios en aquel momento y enfrascado en mis pensamientos me dediqué a seguir de cerca a la Maestra y a su aprendiz estando atento a cualquier posible ataque de sincorazón. Nyx olfateaba todo utilizando su habilidad rastreadora para detectar cualquier enemigo que pudiese estar cerca, algo que podría ser muy conveniente.
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Re: [Coliseo del Olimpo] El dios caído

Notapor Light » Sab Dic 28, 2013 8:27 pm

El proyectil de hielo que su compañero disparó logró atravesar la protección levantada por el Villano Final. Los conjuros de Ragun y Gaomon habían alcanzado a Mateus, aturdiéndole. Además eso no era todo, el portal de luz por el que planeaba escapar desaparecería, al igual que las criaturas blanquecinas que le habían protegido previamente. No tenía escapatoria.

Como Mateus no mostraba ninguna intención de defenderse, Light no utilizó la habilidad Pseudo Locura y se limitó a aprovechar aquellos valiosos segundos para ponerle las esposas. Tampoco necesitó atravesar el portal: el líder de los Villanos Finales no había logrado completar su huida.

Muy bien, chicos. Buen trabajo, de verdad.

El aprendiz satisfecho sonrió tras escuchar el comentario de la Maestra. Aunque no quisiese admitirlo en voz alta, todo el mérito había sido de Gaomon y del aprendiz de Bastión Hueco; en especial de éste último, ya que conocía de antemano el punto débil de la barrera y les había proporcionado la victoria al contárselo.

Light aproximaría el filo de su Llave Espada a la espalda del villano y le obligaría a andar hacia adelante, en dirección a su Maestra.

Querida, el pasado no se olvida.

Light comprobó la reacción de Lyn y simplemente permaneció callado, esperando una contestación por parte de ella. En verdad se respiraba una extraña tensión en el ambiente.

¿Qué me quieres decir con eso?

Simplemente, eso —la respondió. A pesar de su situación, Mateus parecía estar disfrutando—. Él no olvida, Lyn.

¿Se estaría refiriendo a Gàrland, el enemigo que Lyn había tumbado años atrás?

Lo sé —expresó la Maestra de Tierra de Partida, contemplando su propia Llave Espada mientras pronunciaba esas palabras—. Y no olvidará esta vez, si se presenta la ocasión.

Por un segundo, a Light le pareció que había fuego en la mirada llena de determinación de la Maestra. Tan decidida y firme: ¿Hasta qué extremo sería capaz de llegar la Maestra para verle destruido? ¿Recibirían ella y Light alguna penalización por parte de Tierra de Partida si destruían la armadura? A Lyn parecía no importarle tanto como a él.

Chicos, andando. Tenemos que terminar con esto y ayudar a los nuestros.

>> Sería gracioso que Ragun volviera a Bastión Hueco sin Diana. Muy divertido, sí.


La Maestra no pudo evitar soltar una carcajada a raíz de su propio comentario. Tanto Light como Ragun sonrieron; éste primero algo aturdido, sorprendido por la actitud divertida que acababa de demostrar la mujer animal.

Aunque Lyn se tratara de su Maestra, seguía siendo una niña. O mejor dicho, una adolescente, y de menor edad que ellos, de hecho.

Pues démonos prisa y avancemos —diría Light, invitando a Mateus a que siguiera andando. Como parecía no estar a la labor, Lyn le amenazaría sin miramientos, exhibiendo nuevamente su gran carácter. Light retiró su Llave Espada y echó a andar, permitiendo que la Maestra se encargara del rehén.

Deberías sonreír más a menudo Lyn, te sienta realmente bien —soltaría Ragun—...pero repito lo de antes. Tenerlo vivo os puede acarrear problemas, probablemente trate de escapar o a la mínima atacar vuestras espaldas. Lo mejor es ejecutarlo. Comprendo que queráis sacar información de él, pero si actúan así todos ellos, apareciendo de esa forma... Será pan comido para vosotros aniquilarlos como simples cucarachas.

Escuchar el consejo de Ragun inevitablemente le molestaría. Le parecía muy bien que él fuera por ahí aplicando su filosofía de “El fin justifica los medios”, pero los Caballeros de la Orden no eran unos asesinos como él.

Light ya había cometido aquel error hace un año, y estaba decidido a no volver a cometerlo, por supuesto.

De todos modos parecen seres muy... llamativos.

El sonido de unos pasos rápidos alertaría a Light de inmediato. El aprendiz se giró súbitamente en dirección a Ragun y rápidamente se dio cuenta de sus oscuras intenciones. ¡Iba a asesinar al rehén que tanto les había costado atrapar!

Light no lo dudó ni un segundo y le imitó, apuntando con su propia Llave Espada al rostro del aprendiz, esperando que cediera, por su propio bien.

Total, ya he tenido que hacer de verdugo por culpa de gente como él —justificaba Ragun, admitiendo el crimen que había cometido hace un año. Parecía que todos los rumores que había escuchado sobre la Estocada Oscura estaban en lo cierto—. Matar a esta escoria es mi deber, para evitar que se repita lo mismo que pasó en la Copa Phil.

>>¿No es eso cierto acaso, pijo de mierda?

¡Lo va a matar, maldición!

¿No oíste lo que dije? No vamos a ejecutarle de ninguna manera. Pagará lo que ha hecho, pero no ahora —le advirtió Light, exigiéndole que parara. Claramente, el muchacho comprobó que Ragun no le estaba tomando en serio, y no le quedó otra que acercar también su Llave Espada. Aunque no era su intención, tenía que hacerle creer a Ragun que él estaba dispuesto a eliminarlo si osaba acabar con el rehén. Por supuesto, también tenía que sonar más convincente. Recordó el daño que le había hecho a Nadhia y canalizó de alguna manera esa furia a través de su fiera mirada—. Retira tu Llave Espada ahora mismo.

Ragun despegó su Llave Espada del cuello de Mateus, para su alivio. Light también alejó su arma del aprendiz de Bastión Hueco, y se detuvo a observar su reacción. Parecía enfadado por no haber cometido el asesinato, aunque se tranquilizó rápidamente…

Definitivamente, su comportamiento era de lo más extraño. Su mirada cambiaba por completo y se convertía en una bestia despiadada, un vil y desagradable asesino. Ahora, en cambio, volvía a mostrarse calmado.

Espero que le hagáis pagar muy caro —expresaba la Estocada Oscura, fulminando con la mirada al prisionero que acababan de atrapar.

El aprendiz de Bastión Hueco se alejó de todos ellos para socorrer a su mascota caída en combate. Nadia podía negar que Ragun estaba bastante unido a ese animal.

Ni por un momento pienses que te he salvado el pellejo por piedad —le confesaría a Mateus antes de ponerse en marcha—. Rápido, no perdamos más el tiempo —insistiría tras haber perdido el tiempo con el espectáculo de Ragun.

Light empezó a caminar rápidamente hacia adelante, junto a su mascota. Deseaba encontrarse con sus amigos cuanto antes y proseguir con la búsqueda de aquella armadura. Tampoco se podía olvidar de Cloud, el joven que había desaparecido de Ciudad de Paso con la misteriosa armadura de Gàrland.

Había muchas cosas que hacer, pero su máxima prioridad era encontrarse con sus compañeros aprendices. Después, podrían interrogar a Mateus para encontrar la armadura, y de paso, preguntarle sobre el joven desaparecido.
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Re: [Coliseo del Olimpo] El dios caído

Notapor Zodiark » Dom Dic 29, 2013 1:40 am

¿Cloud?

No... Aquel presunto Cloud ni siquiera reconocía su propio nombre. Aquella persona que emanaba un aura oscura, que parecía estar vacía por dentro, carente de sentimientos ni de un ápice de emoción en su corazón, con ese rostro sombrío e indiferente ante todo, no podía ser el amigo de Aeris. Me negaba a creer que alguien así era el amigo al que tanto cariño le tenía una persona amable y risueña como Aeris, no podía ser posible. No, definitivamente aquél no era Cloud.

Así que se llama Cloud. El antiguo dueño de este cuerpo.

Así que es cierto —dije negando con la cabeza, impotente—. Tú no eres Cloud... Ya no...

Callé unos segundos y apreté los puños con rabia. Tenía ganas de darle una paliza a ese impresentable, pero no quería lastimar el cuerpo de Cloud, él tenía que volver sano y salvo con Aeris.

Sal del cuerpo de Cloud y déjale regresar con su amiga —miré al siniestro hombre y junté mis manos como gesto de súplica—. Por favor...

Una fuerza me hizo caer al resbaladizo suelo, y deduje que se trataba de magia gravitatoria. Si sabía controlar ese elemento, enfrentarme con ese sujeto no iba a resultar un paseo por el parque.

Y dime, niña. ¿Quién te ha traído hasta aquí? Responde.

¿Quién eres... en realidad...? —pregunté mientras me reincorporaba, temiéndome la peor respuesta posible.

Estás ante la presencia de Gárland.

Cerré los ojos y apreté los dientes en señal de impotencia. La peor respuesta que me podía esperar fue la que surgió de los labios del rostro de Cloud. O, mejor dicho, del cuerpo de Cloud. Di dos pasos hacia atrás, atemorizada.

He venido por voluntad propia, para buscar a Cloud —dije frenando al darme cuenta de que, al caminar hacia atrás, estaba a punto de resbalarme—. ¿Por qué estás dentro de su cuerpo? ¿Qué pretendes hacer con él en este mundo?

Mientras miraba a los ojos al poseedor del cuerpo de Cloud, preparaba, disimuladamente e intentando que el hombre no se diese cuenta, un hechizo Libra. Parecía bastante hostil y no tenía pinta de tener miramientos a la hora de atacarme de un momento a otro, así que si quería defenderme necesitaba conocer detalles sobre él y sobre algún punto débil que pudiera tener.
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Re: [Coliseo del Olimpo] El dios caído

Notapor Zee » Lun Dic 30, 2013 7:13 am

No pude evitar que mi alivio se asomara, representado como un largo suspiro y una súbita relajación de todos los músculos de mi cuerpo. Había comprado un poco más de tiempo, por lo menos. Consideré la posibilidad de que, mantuviendo a Gabranth hablando, se me ocurriría algún plan para salir de aquel embrollo. Un plan con el que pudiese liberar a Diana, sanar a Hiro, recuperar a Maya, derrotar a Gárland y salir de allí.

Plan número uno: piensa en un plan.

Hace años, un hombre cayó de los cielos. Un hombre diferente a cualquiera que hubiese pisado las tierras sobre las que mandaban los grandes Dioses del Olimpo. Un hombre que se puso al servicio de los más importantes de Tebas. En poco tiempo, se convirtió en uno de los mayores guerreros que hubiera conocido la ciudad. Participó en la guerra, destruyó Troya. La hizo cenizas. Era lo que se considera un héroe. Sin embargo...

Alcé una ceja. ¿Por qué se detenía? Apenas y había dicho algo de interés. No podía sencillamente dejarme a medias. Y si aquella era su intención, tenía que evitarlo a cualquier costo.

N-no, espere... —comencé a decir, mas tuve que interrumpirme casi al instante. La razón de ello era el hombre asociado al nombre de Seymour, que invocó una puerta interespacial en un extremo de la estancia. Evidentemente, suficientemente lejos de nuestra posición.

Es hora de reunirnos con él —expresó el hombre—. Sin embargo, no debería dejar atrás este lugar. Confío en que mis servicios permitan que el ritual se lleve sin interrupción alguna.

Fue entonces cuando Seymour se acercó a Hiro, observándolo de pies a cabeza. Sus intenciones quedaron más que claras: pretendía volverlo un sacrificio. Hice ademán de moverme, dando medio paso hacia adelante, pero pronto comprendí que no podría hacer nada al respecto. No hasta que alguien liberara a Hiro de aquel par de espadas, al menos.

No permitiré que Gárland se ensucie las manos con algo tan repulsivo como esto —insultó Gabranth. Con una tétrica sonrisa, Seymour respondió:

Recuerde, que tenemos para elegir, mi señor.

Los ojos de Seymour se toparon con los míos, pero inmediatamente me pasó por encima, perdiendo el interés. Amenazante, se acercó hasta donde se encontraba Diana. Y entonces se inclinó sobre la chica y le sostuvo la mirada.

Ella es perfecta —inmediatamente adiviné sus intenciones. Sentí que todas mis entrañas se ataban en un nudo—. No habrá un sacrificio mejor que éste. Es más, podríamos prescindir de la otra joven.

¡¡No!! —rugí, sacando mi daga del cinturón y encendiéndola con el botón. Simultáneamente, Gabranth se acercaba a la chica mientras Seymour se encargaba de incapacitarla. Con un hechizo, inmediatamente la envió a dormir—. ¡¡No, paren!!

Debo confesar que la preocupación por Diana superó todas mis demás funciones, puesto que me encontré poseído por tal 'vista de túnel' que no vi venir la fuerte patada que Gabranth me lanzó directamente al vientre. El potente golpe, sumado a la masa de la pesada armadura, me derribó al suelo sin esfuerzo alguno y me sacó el aire por completo. Caí de espaldas y solté mi arma, inconscientemente llevándome los brazos a la zona del golpe.

Antes de que pudiese recuperarme lo suficiente para ponerme de pie, Gabranth tomó a Diana del suelo y se la llevó por el portal. Extendí mi mano hacia la puerta, mientras un ataque de tos se apoderaba de mí.

¿Y creéis que mantenimiento se va a hacer cargo de esto? ¡Ya os vale! —se quejó Hades, dirigiéndose a Seymour.

No... la... —mis pulmones no aguantaron ni un vocablo más y volvieron a quejarse con tanta fuerza que creí desgarrarme la garganta. Rodé hasta quedar bocabajo, intentando levantarme, pero parecía que el golpe me había arrebatado incluso las fuerzas, porque volví a caer derrotado.

Debería irme, mi señor —se excusó Seymour, sin pestañear siquiera al verme allí, derrumbado en el suelo—. No debo faltar a mi promesa.

Bas... Bast...

¿Estos sacrificios serían suficientes para mi resurrección?

Finalmente pude sostenerme con los brazos, mientras me aguantaba las ganas de comenzar a toser otra vez. Alcancé a alzar lo suficiente la cabeza como para contemplar al dios de la muerte contemplarnos a Hiro y a mí.

De acuerdo, señorito. ¿Y me vas a hacer cargar con el muerto? ¡Je, chiste fácil! Y ahora, fuera de bromas, y al grano. ¿Pretendes que yo los mate por ti?

No, ellos lo harán.

Bas... tardo.

De hecho, tengo amigos del más allá.

¡¡Voy a... matarte!!

Encontrando fuerzas de algún sitio que no sabía que existía, me puse en cuclillas de un salto, para luego salir disparado en dirección a Seymour, sin nada más que los puños como arma. Sentí mis ojos arder como dos volcanes y mi brazo derecho quemarse como si estuviese en llamas, amenazando con estallar.

...pero el hombre ya no se encontraba allí

Algo a mi alrededor rió, como burlándose de mis actos y de la desgracia que los acompañaba. Me giré en todas en direcciones, pero mi mirada no se topó con nada más sino Hiro, su peluche y Hades. Mei todavía se encontraba en el suelo, inconsciente.

¡Mándame a donde están! —rugí, dirigiéndome a Hades—. ¡Me sacrificaré yo mismo, pero... por favor!

Volví a dar una vuelta sobre mí mismo, intentando encontrar la fuente de aquellas espeluznantes carcajadas.

Las paredes —murmuró la Bruja, con su voz resonando en mi cabeza. Buscándole una explicación a su mensaje, miré con mayor atención los muros que me rodeaban, a los cuales no les había dado importancia alguna.

Y entonces me topé con que se encontraban tapizados de sombras, proyectadas del mismo vacío. Espectros de seres que en realidad no se hallaban allí. De pronto, las palabras de Seymour tuvieron sentido: aquellas bestias eran almas perdidas, seres del más allá como había dicho.

Ellos se encargarían de sacrificarnos.

¡No, esto no tiene sentido! —exclamé, girándome hacia Hades de nuevo—. ¿Me estás diciendo que Seymour vale por tres? ¡Es injusto! —me quejé, llevándome una mano al pecho y apuntando con la otra a Hiro—. ¡Tienes que dejarnos ir!

Las risas comenzaron a desesperarme más y más. Y el hecho de que no estuviesen haciendo nada me ponía todavía más nervioso: no sabía qué demonios esperar de ellas. A un paso de entrar en pánico, tomé mi daga del suelo, sosteniéndola con fuerza.

¿Cómo hacemos que este trato funcione? —cuestioné—. ¿¡Qué podemos ofrecerte para que nos dejes ir!? ¡Negocios, ¿no?! ¡Haz negocios conmigo!

De otra manera, ¿cómo íbamos a salir de ésa? Estábamos de lleno en la boca del lobo y yo era el único que podía moverse con libertad. ¿Defender a los otros tres? ¿Cómo pretendía hacerlo? ¡Necesitaba un plan! Si pretendía enfrentarme a las sombras y Hades con nada más que mi Llave-Espada y mi daga de plasma... bueno, ya me autodenominaba loco, ¿qué más me faltaba?

La daga... —murmuré, contemplando la luz que desprendía el plasma ardiente de la hoja. Convencido de que aquello podía voltear el tablero, eché a correr hacia Hiro e intenté sacarle las espadas de los hombros, pese a sus gritos y quejas. Ya le sanaría luego; pociones nos sobraban. Lo importante era salir de allí—. ¡Luz, Hiro, Luz! —dije solamente, dejando caer mi peso hacia atrás, mientras sujetaba una de las armas de Gabranth. Incluso me apoyaría en la pared si era necesario, ¡tenía que sacarlo de allí!

>>Hiro, Hiro: en la más profunda oscuridad...
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Re: [Coliseo del Olimpo] El dios caído

Notapor RedXIII » Mar Dic 31, 2013 10:16 pm

¡¡¡Soy libre, libre!!! ¡¡Sí, por fin!! ¡¡¡¡Ya no tendré que sufrir esas descargas y sentirme una sucia rata presa!!!! ¡¡No me merecía nada de ello, Kefka se portó bien con vosotros!!

Había fallado de forma desastrosa, un amargo sentimiento rondaba su cabeza mientras el Payaso se acercaba a el, agarrándole de forma brusca la mandíbula.

Supongo que debería ir siendo hora de vengarme, ¿verdad?

Invocó un frasco de color familiar, sin duda era algo que no podía olvidar, el veneno con que envenenó el río.

¿Recuerdas lo humillante que fue nuestro primer encuentro? Pues bien, probarás de mi medicina, muchacho. ¡¡Tu cuerpo lo pasará en grande!! ¡¡Tanto, tanto...!! ¡¡Que arderá en llamas!! ¡¡¡Literalmente, créeme!!!

>> ¡¡Anda, abre esa boca!!

MoguDer se acercó rápidamente a socorrerle, pero fue bruscamente empujado hacia atrás por algún tipo de magia, las lagrimas de Hiro brotaban de desesperación ¿Iba a terminar así, tan arrogante había sido como para terminar de aquella forma?

De golpe, como si de un milagro se tratase, Kefka cayó bruscamente al suelo.

Es una dulce venganza, querido Kefka, pero me parece sucio que envenenes a tu oponente sin una pelea justa. Sin poder defenderse. Perdona mi... intrusión.

>> Además, no entra dentro de mis planes que lo mates. Lo necesito.

Hiro quedó mudo, no sabía siquiera que hacer.

Es hora de reunirnos con él — dijo —. Sin embargo, no debería dejar atrás este lugar. Confío en que mis servicios permitan que el ritual se lleve sin interrupción alguna.

El hombre de la armadura se volvió a acercar al malherido aprendiz.

No permitiré que Gárland se ensucie las manos con algo tan repulsivo como esto.

Recuerde, que tenemos para elegir, mi señor.

Ella es perfecta. No habrá un sacrificio mejor que éste. Es más, podríamos prescindir de la otra joven.

Se acercaró a Diana.

Relájate. No te dolerá. De hecho, no volverás a sufrir.

¡Ni se te ocur...!

El extravagante mago hizo que durmiera y Garbant la recogió del suelo, llevándosela por el portal que previamente había invocado Seymour.

¿Y creéis que mantenimiento se va a hacer cargo de esto? ¡Ya os vale!

Debería irme, mi señor, no debo faltar a mi promesa.

>> ¿Estos sacrificios serían suficientes para mi resurrección?

Hiro no podía aguantar más, descendió la cabeza y lentamente cerró los ojos.

¿Que puede hacer un mestizo como tu? Eres débil — Entre sus pesadillas resonaba aquella voz mientras un surtido de flashbacks acompañaban su desesperación, Kefka, Seymour, el caballo Sincorazón, Garlanth, todo aquello se reflejaba en su mente mientras dormía.

Pasaron unos minutos antes de sentir una extraña sensación en la cara. Abrió lentamente los ojos y vio una gran lengua lamer toda su cara.

¿Estas bien? — Preguntó MoguDer, preocupado.

¿Cómo hacemos que este trato funcione? —La voz de Xefil se oía por toda la sala —. ¿¡Qué podemos ofrecerte para que nos dejes ir!? ¡Negocios, ¿no?! ¡Haz negocios conmigo!

No te... molestes... yo ya... — Tosió de forma breve —No puedo hacer... más.

Xefil se pegó a una de las espadas que bloqueaban a Hiro, estirando con todas sus fuerzas, MoguDer se unió y con su mandíbula estiraba la misma espada.

¡Luz, Hiro, Luz! — ¿Era una frase inspiradora o un consuelo para un guerrero de la luz como lo era el? No entendió sus palabras, ni por que lo decía.

El dolor se acentuaba en su hombro en cada tirón que daban para intentar sacar la espada, acompañándolo de un leve grito de dolor.

>>Hiro, Hiro: en la más profunda oscuridad...

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...la... — Apoyó con fuerza las piernas en el suelo y empezó a empujar hacia adelante, un inmenso dolor se acentuaba en ambos hombros —Hhh...¡¡¡AHHHHHHHHHHHHHHH!!! — Era la primera vez que sentía tanto dolor junto, era casi insoportable para el pobre aprendiz, gritaba casi desesperado, con lagrimas en los ojos, deseando que aquello terminara de una vez.

...¡la luz!... — la respiración aguda y los gritos de dolor ahogaban prácticamente sus palabras —...¡la luz...Nos guiará... con todo su esplendor! — Sus gritos resonaban en la habitación, casi como un espectáculo macabra.

(Da igual que pierda los brazos o que me desangre, no me importa el dolor o que un estúpido caballero sin honor se cruce en medio, lo único que me interesa es...)

¡Kefka, no habrá mundo del cual puedas huir de mi, te capturaré! — Gritó.

Si conseguía dejar uno de sus brazos libre, se dispondría a lanzar un Senko contra la sombra que más cerca estuviera.
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Ronda #12 - El dios caído

Notapor Soul Artist » Jue Ene 02, 2014 3:34 pm

¡Mándame a donde están! ¡Me sacrificaré yo mismo, pero... por favor!

Aquellas palabras no tuvieron ningún efecto en Hades, que prefirió mirarse las uñas antes que prestar un segundo de su preciado tiempo en un mortal. La oscuridad fue apoderándose de la sala poco a poco sin que le importara lo más mínimo; su pataleo le era algo completamente indiferente.

¿Cómo hacemos que este trato funcione? ¿¡Qué podemos ofrecerte para que nos dejes ir!? ¡Negocios, ¿no?! ¡Haz negocios conmigo!

Aquellas palabras sí surtieron efecto en el Señor de los Muertos. Levantó la mirada y clavó sus ojos en Xefil mientras una siniestra sonrisa se dibujaba en sus labios, pero en seguida se dio cuenta de que aquella propuesta iba a quedar en nada. Las sombras acabarían tragándoselo y moriría, quedándose con su alma por siempre de igual manera.

Pero el joven no estaba dispuesto a rendirse allí. Se dirigió hacia Hiro y comenzó a tirar de las espadas, que comenzaron a ceder. Su compañero se resistió al dolor y observó las sombras que ya habían logrado la dominación de prácticamente toda la sala; podían oír sus voces, su necesidad de hacerse con sus cuerpos y tragárselos en el infinito vacío.

¡La luz... Nos guiará... Con todo su esplendor! —bramó Hiro.

La espada de la que Xefil tiraba cedió, desapareciendo con un flash entre sus manos. La sangre salió de forma atropellada del hombro de Hiro, lo suficiente como para hacer perder el conocimiento de inmediato a cualquiera. Pero la necesidad del joven de seguir luchando era loable; levantó el mismo brazo que tenía destrozado y se dirigió hacia las sombras.

¡Kefka, no habrá mundo del cual puedas huir de mi, te capturaré!

Y con un Senko del joven, todas las sombras de la sala desaparecieron con un grito ahogado de desesperación y frustración, justo antes de que se desmayara.

* * *

Ragun intentando asesinar a alguien podía asustar a cualquiera. Ya se sabía que no era precisamente un santo, pues sus manos ya estaban manchadas con la sangre de otra gente; pero por extraño que pareciese, a Mateus no le pareció preocupar lo más mínimo. Cuando Ragun le colocó su arma en el cuello se limitó a sonreírle, retándole a que lo hiciera. Y por supuesto, no lo hizo, incluso aunque Lyn no estuviera presente por adelantarse a ellos.

Fueron las palabras de Light las que le salvaron. Sin embargo, el hombre no mostró ningún tipo de gratitud hacia el aprendiz; ladeó un poco la cabeza y se mostró despreocupado con toda aquella situación.

Ni por un momento pienses que te he salvado el pellejo por piedad.

No se me había pasado por la cabeza siquiera.

* * *

¡¡Hiro!!

Lyn se abalanzó al interior de la la sala de Hades, corriendo a socorrer a su aprendiz. El chico estaba inconsciente en el suelo, con Xefil y Mei como única ayuda para que no perdiera exceso de sangre y liberarle de la otra espada, que igualmente desapareció con otro flash al poco tiempo de que acabaran con las sombras; al alcanzarle colocó sus dos manos sobre ambos hombros y aplicó en cada uno un Cura + que, aunque cerró las heridas, dejó unas importantes cicatrices en él.

Lyn dirigió su mirada hacia Mei, incapaz de comprender cómo había llegado hasta allí, pero no le preguntó al respecto. Lo primero era tratar a Inukai; había perdido demasiada sangre. Le costaría despertar, pero sabía que era fuerte. No moriría allí.

Diana.

Los ojos de la Maestra se clavaron en Xefil, esperando una respuesta. Mientras este le contestaba o no llegaron Light y Ragun, con Mateus por delante de ellos y entrando en la sala triunfante. Los ojos del Emperador se colocaron en Hades, que sonreía satisfecho por todo lo que acababa de ver. Sabía que no se quedaría con el alma de Hiro, pero aquello le era muy interesante.

¡Impresionante! ¡Bravo! —el dios aplaudió las acciones de los aprendices, realmente sorprendido de cómo habían superado la situación a la que se enfrentaban—. Hoy ha merecido la pena no irse a la cama. ¡Y mirad la hora, quedan apenas unos minutos para el amanecer y que Gárland vuelva!

Tendrás lo que se te prometió cuando resucite —aseguró el Emperador, revelando así a Light y Ragun que los Villanos Finales ya habían tratado con él—. El poder sobre los titanes.

Mmm, sí, cierto, pero eso sólo si vuelve —remarcó Hades, acercándose a él y tomándole de la barbilla como si se tratase de un mindundi. Mateus, por primera vez para los presentes, borró su tranquila sonrisa ante la actitud del dios—. Me gusta apostar por más de un caballo ganador, ¿sabes?

Nuestro trato...

Ya, ya. ¡Xefilito! —Hades se dirigió hacia Xefil, ignorando a Lyn, que seguía tratando a Hiro—. Decías que querías que te mandara allí, ¿no? Puedes ir andando, yo te digo dónde están. Aunque es todo un laberinto, y está muy lejos. No llegarías a tiempo. Pero...

Hades chasqueó los dedos y una llama azul surgió en el aire frente a Xefil. De ella brotó un papiro con una pluma azul brillando con fuerza en su punta, como tinta fluorescente.

¿Quieres ir a salvar a tu amiguita? Yo os abro la puerta. Inmediata, aquí y ahora, a todos. Pero ya sabes, hay un precio, bla, bla, bla. Necesito bravos guerreros por aquí, aunque sea a tiempo parcial. ¿Y tú? ¡Tú tienes una Llave Espada!

El Emperador forcejeó sus esposas, intentando escapar. El cambio de corazón de Hades no le había hecho ni pizca de gracia; estaba luchando por escapar de aquello lo antes posible. Se dirigió hacia Light y Ragun, hablando por lo bajo.

Liberadme. Os pagaré. Un millón de platines.

La oferta iba absolutamente en serio. Era decisión de ellos qué hacer.

Este es el trato, muchachito. Un día, un simple día, te llamaré y tú acudirás. Harás todo lo que yo te diga durante veinticuatro horas: si te digo salta, saltas, si te digo mata, matas. Y cuando haya terminado serás libre de nuevo.

Lyn dirigió los ojos hacia Xefil. Parte de ella era obvio que intentaba decirle que no lo hiciese; pero una pequeña fracción estaba reteniendo esas palabras. Sabía que Hades no podía planear nada bueno en absoluto, pero el tiempo se les estaba agotando. Xefil podía no aceptar e irían andando, pero con Hiro inconsciente y el aviso de que estaba lejos tardarían en llegar sí o sí. En ese tiempo era más que posible que Maya y Diana no lograran salir de aquella.

¿Trato?

* * *

Sal del cuerpo de Cloud y déjale regresar con su amiga. Por favor...

Tal y como cabía de esperar la petición de la niña no tuvo ningún efecto en el joven rubio. Se quedó unos segundos observándola en silencio y con la mirada en alto, sin mover ningún músculo. El cuerpo de Maya voló sobre el suelo hasta quedarse levitando frente al rostro de aquel a por el que había venido, que le miraba con los ojos en blanco. Volvió al suelo y dio dos pasos hacia atrás, probablemente asustada de su poder.

He venido por voluntad propia, para buscar a Cloud —explicó ella, contestando a la pregunta anteriormente formulada por el hombre de la armadura—. . ¿Por qué estás dentro de su cuerpo? ¿Qué pretendes hacer con él en este mundo?

Otro incómodo momento de silencio por parte del hombre de la armadura inundó la sala. Lejos de contestar a la niña se quedó observándola durante más de diez segundos; y cuando abrió la boca para hablar el sonido de unos pasos acercándose por detrás de la chica le hizo guardar la palabra.

Por el mismo pasillo helado por el que Maya había venido llegaron cuatro figuras, y ninguna de ellas significaba buenas noticias para la chica. Gabranth, Seymour y Kefka habían llegado con Diana amordazada y la boca tapada por lo que parecía ser oscuridad; caminaba en contra de su voluntad y la frustración en sus ojos era más que evidente.

Es sólo un cuerpo vacío. Tu Cloud no signfica nada para mí —habló Gárland, clavando sus ojos en el resto de Villanos Finales—. Ellos quieren mi ayuda, y yo volver a la vida. Cuando haya acabado tu amigo dejará de existir.

Kefka frunció el ceño por un momento. Ignorando la presencia de Maya por un momento se dio la vuelta y bajó el tono de su voz, dirigiéndose hacia Gabranth a lo bajo. La niña pudo escuchar las palabras del payaso, aunque aparentemente Gárland no fue capaz.

¿Este era el objetivo? No es que parezca, ya sabes... El Emperador habló de un dios, y esto...

Oh, pero Gárland fue un dios. El más grande que Tebas pudo conocer —intervino Seymour, dando dos pasos hacia adelante en dirección al hombre de la armadura—. El único que de verdad quiso acabar con un ciclo eterno y, sin embargo, una mujer se lo denegó.

Gárland dirigió su mirada hacia Seymour y después colocó sus ojos sobre Diana. El odio y la rabia en la chica era algo más que palpable, y cuando ambas miradas se cruzaron algo cambió en el ambiente. Pero sin embargo, al hombre de la armadura no pareció importarle en lo más mínimo. Ni tan siquiera mantuvo la mirada demasiado tiempo, pues volvió a dirigirse hacia Maya.

Bueno, me la trae al pairo quién fuese. ¡Tenemos aquí a toda una torturadora! —Kefka clavó sus ojos en la niña, dirigiéndose hacia ella felizmente con dos brincos con los que ya recorrió la distancia entre los dos—. ¿Sabes? ¡Detesto los niños! ¡Tanto como a los torturadores que no sean yo! Y —el payaso bajó la cabeza para reírse en bajo de forma casi maniática— ¡me encanta castigar a los niños y los torturadores!

Un rayo recubrió el brazo derecho del payaso, que con un veloz movimiento colocó la palma de su mano sobre la frente de la chica. Una descarga eléctrica atravesó todo su cuerpo como cientos de agujas clavándose en ella para, después, ser lanzada un par de metros de espaldas contra el suelo. Kefka estaba dispuesto a vengarse por las pocas descargas que la chica le había provocado cuando estaba aún prisionero; de haber usado aquel poder de forma más abusiva, aquella descarga hubiese sido muchísimo peor. Maya apenas había perdido fuerzas con aquello.

Pero aquel ataque no era más que el principio de los planes que Kefka tenía para la niña. De nuevo cargó su brazo con un rayo azul celeste que acumuló durante unos segundos y lo descargó en dirección a la chica comenzando a reírse en alto como un loco, pero gracias a sus reflejos pudo esquivarlo. Aquello no detuvo al payaso, que cargó su tercer ataque con el brazo izquierdo y lo lanzó contra la chica.

Sin embargo aquel ataque no llegó. Gárland interpuso el enorme espadón de Cloud en la trayectoria del rayo, salvando a Maya de aquel ataque. La risa de Kefka desapareció al ver que su diversión había sido cortada de raíz y su labio superior se levantó, dirigiendo toda su ira hacia Gárland.

¿Pero qué haces? ¡Quiero matarla! —Kefka comenzó a agitar sus puños con fuerza, frustrado por aquella intervención—. ¿¡Es que ahora sois mejores amigos o qué!?

¡Deja a Zawrid, Kefka! —ordenó Gabranth, caminando hacia la espalda del payaso y colocándole la mano en el hombro para que dejara aquella pelea—. Ella es noble. Merece el mismo trato por nuestra parte.

¿¡Qué me estás contando!? ¿¡Es que ahora somos todos amiguitos de los Caballeros!? Me han torturado, electrocutado, ¡quiero mi venganza!

¿Por qué la ha defendido, lord Gárland? —interrogó Seymour, dirigiéndose hacia el Cloud poseído que seguía en silencio—. Siempre he oído hablar de la crueldad de vuestro corazón.

Seymour...

La tensión entre los Villanos Finales estaba creciendo como la espuma. Tal era la situación entre ellos que podían ponerse a luchar entre ellos en cualquier momento, e incluso habían olvidado la presencia de Maya y Diana en la sala. La segunda no podía moverse de su sitio sin ayuda, pero nada de todo aquello parecía importarle.

El cómo actuaría Maya podía cambiar todo lo que vendría después.

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Fecha límite: domingo, 5 de Enero de 2014.

Hiro ha perdido el conocimiento temporalmente por toda la sangre que ha perdido. Volverá a despertar, todos tranquilos.
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Re: [Coliseo del Olimpo] El dios caído

Notapor Zee » Vie Ene 03, 2014 7:22 pm

¡La luz... Nos guiará... Con todo su esplendor! —comenzó Hiro, rugiendo entre gemidos mientras yo ponía todas mis fuerzas en el agarre con el que pretendía liberarlo de las hojas que lo mantenían prisionero. Al apoyar mi pie en el muro y dirigir todo mi peso hacia atrás, logré que la espada escapara del hueco donde se había clavado en la pared; una vez se liberó de la roca, fue más fácil sacársela a Hiro. La saqué de un tirón, intentando moverla lo menos posible para intentar provocarle daños mínimos a mi compañero.

El arma desapareció en un destello de luz que activó mis reflejos por un instante. Intenté defenderme del ataque que creí ver venir, pero en un instante descubrí que lo que había ocurrido era que lo había logrado finalmente, por lo que bajé los brazos con evidente alivio. Alivio que duró poco cuando noté que la sangre comenzó a salir por la herida a chorros pulsátiles; sin duda, una arteria se había visto comprometida.

¡Kefka, no habrá mundo del cual puedas huir de mi, te capturaré!

Retrocedí medio paso y me cubrí los ojos con el brazo, expectante. Un segundo más tardé, distinguí el destello que Hiro había producido, pero mi improvisado refugio había logrado protegerme del hechizo. Cuando volví a alzar la mirada, descubrí con alivio que las sombras habían desaparecido. Sentí todos mis músculos perder una tensión que no había advertido hasta entonces… Así que mi teoría había sido correcta.

¡¡Hiro!!

Como si alguien hubiese planeado una obra de teatro y Hiro y yo fuésemos parte del escenario, Lyn arribó en el momento perfecto, casi como si alguien lo hubiese calculado con precisión. Justo en el momento en el que me di cuenta de que algo andaba mal y me apresuré a sostener a mi compañero, la silueta de la Maestra se recortó contra la puerta.

Está sangrando y parece ser grave, Maestra —señalé apenas advertí a la Maestra entando a la habitación. Mientras hablaba, la otra espada desapareció en un destello, entregando a Hiro a la fuerza de la gravedad. Poco preparado como me hallaba, y sin querer sujetarlo de las heridas, tuve que dejarlo en el suelo.

A manera de respuesta, la Maestra Lyn apoyó apresuradamente sus manos sobre las heridas. Y exhibiendo un poder mágico que no había tenido la suerte de contemplar antes, cerró ambos cortes instantáneamente. Sobre la piel de Hiro quedaron dos cicatrices imposibles de ignorar, pero al menos la emergencia médica había sido prevenida.

Diana.

La mención de aquel nombre, por parte de la Maestra Lyn, provocó que irremediablemente desviara la mirada. Hice una mueca de amargura con los labios, mientras apretaba los puños y me rehusaba a contestar, como si evitar hablar del tema fuese suficiente para comprarle más tiempo a la joven.

Detesto ser débil —musité, alzando de nuevo la mirada y clavando mis ojos rojos en los de la Maestra Lyn. No obstante, volví apartarlos muy pronto, cuando distinguí tres nuevas figuras por encima de su hombro. Dos viejos amigos salieron de la oscuridad, pero el otro era un completo desconocido; y aparentemente, un nuevo prisionero, a juzgar por cómo llevaba las manos detrás y Ragun y Light lo obligaban a avanzar.

Antes de que cualquiera pudiese decir pío siquiera, el Dios de los Muertos intervino con su actuado entusiasmo:

¡Impresionante! ¡Bravo! Hoy ha merecido la pena no irse a la cama. ¡Y mirad la hora, quedan apenas unos minutos para el amanecer y que Gárland vuelva!

Tendrás lo que se te prometió cuando resucite —declaró el hombre que Light y Ragun cargaban. Irremediablemente me llevé una mano a la frente, cansado. Parecía que habían llevado a otro Villano Final justo donde quería estar: con sus aliados. Una vez más, Hades demostraba ser un amo de los negocios—:. El poder sobre los titanes.

Gruñí y avancé en dirección a Hades, esperando poder decirle finalmente algo de frente, pero la deidad pasó por un lado mío y se dirigió al Villano:

Mmm, sí, cierto, pero eso sólo si vuelve —sentenció el dios, acercándose al prisionero y tomándolo de la barbilla. Para mi sorpresa, el hombre borró de inmediato la sonrisa que llevaba en el rostro, advirtiendo que algo no estaba saliendo de acuerdo a su plan—. Me gusta apostar por más de un caballo ganador, ¿sabes?

Nuestro trato...

El corazón me dio un vuelco. Sólo había dos bandos, y si no apostaba por el de los Villanos...

Tragué saliva.

Ya, ya. ¡Xefilito!

¡Sí! —respondí casi de inmediato, corrigiendo mi postura como si de pronto estuviese hablando con un Maestro. Aquella era una oportunidad de oro y no pretendía desperdiciarla

Decías que querías que te mandara allí, ¿no? Puedes ir andando, yo te digo dónde están. Aunque es todo un laberinto, y está muy lejos. No llegarías a tiempo. Pero...

¿Pero...? Continúa —pedí, dando un paso al frente, expectante. Sin decir nada al respecto, Hades chasqueó los dedos, creando una voluta de fuego azul a sólo unas pulgadas delante de mí. Pronto el fuego comenzó a formar una silueta y en unos instantes, un trozo de papiro y una pluma entintada se materializaron de las flamas.

Elegante.

¿Quieres ir a salvar a tu amiguita? —preguntó, provocando que yo levantar la vista de los objetos que acababa de tomar entre mis manos y me encontrase con su mirada. Sus ojos relucían con una pizca de entusiasmo—. Yo os abro la puerta. Inmediata, aquí y ahora, a todos. Pero ya sabes, hay un precio, bla, bla, bla. Necesito bravos guerreros por aquí, aunque sea a tiempo parcial. ¿Y tú? ¡Tú tienes una Llave Espada!

Permanecí en silencio durante unos instantes, volviendo a mirar la pluma que llevaba en la mano. Era obvio que Hades esperaba mi firma, asegurándole que me presentaría como su mercenario cuando me necesitara. ¿Trabajar para el Dios del Inframundo...? No podía traer nada bueno, sin duda...

Pero... Maya y Diana estaban en peligro. Y el tal Gárland, tan peligroso como decían que era, podía renacer si no llegábamos a tiempo.

Este es el trato, muchachito —continuó Hades. Esta vez no levanté la mirada, pues permanecí contemplando el papiro. Mentiría si dijera que no me lo estaba pensando—. Un día, un simple día, te llamaré y tú acudirás. Harás todo lo que yo te diga durante veinticuatro horas: si te digo salta, saltas, si te digo mata, matas. Y cuando haya terminado serás libre de nuevo.

Miré en dirección a la Maestra Lyn, buscando alguna clase de consejo. No tuve que mirarla más que uno segundos para saber que ella se encontraba tan indecisa como yo. Luego miré en dirección a Light y Ragun, que bien pudieron tener algo para decir...

Pero no podía mentirme a mí mismo. La decisión había estado hecha desde que Hades había decidido cambiar de bando.

Los Caballeros de la Llave-Espada hacen sacrificios por el bien mayor —respondí, cerrando brevemente los ojos y sintiendo la pluma entre los dedos de mi diestra.

¿Trato?

Suspiré, volviendo a abrir los ojos. Sin que pudiese evitarlo, estos se dirigieron al lugar por el que Diana había desaparecido.

¿Y qué si te pide "Quédate"? ¿O si sencillamente te ordena "Muere"? —cuestionó la voz de la Bruja en mi cabeza, resonando como un eco en el palacio dentro de mi mente—. No lo firmes. No tengo que decirte qué tan peligro--

No dejé que Némesis terminara. El hecho de que no le agradara la idea fue el último empujón que requería. Como para enfrentarme a su opinión, firmé el papiro apresuradamente y se lo tendí a Hades.

"Xefil, hijo de Arazec".

Trato. Está hecho.
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Re: [Coliseo del Olimpo] El dios caído

Notapor Light » Sab Ene 04, 2014 6:39 pm

¡¡Hiro!!

El grito de la Maestra sin duda les alertaría. Lyn se había adelantado y había entrado antes que ellos en los aposentos del Dios de los muertos. Por la exclamación que habían escuchado de ella, podían intuir que algo no iba bien.

Light exigió a Mateus que acelerara el paso para llegar cuanto antes a su destino. Una vez entraran en los aposentos de Hades, el aprendiz se dedicaría a observar el panorama. El aprendiz de Lyn, Hiro Ikunai, estaba siendo curado por su propia Maestra. Tanto Mei —¿qué se supone que estaba haciendo allí?— como Hiro estaban gravemente heridos, ¿acaso se había producido un combate?

Xefil estaba también en los aposentos de Hades. A simple vista el aprendiz se encontraba perfectamente, pero parecía enfadado; de hecho, estaba exhibiendo los ojos carmesí que solía mostrar cuando se dejaba llevar por la locura.

¡Impresionante! ¡Bravo! —un hombre de piel oscura y con una llamarada azul de la cabeza les felicitó y les aplaudió. Motivos tendría que tener para estar tan entusiasmado—. Hoy ha merecido la pena no irse a la cama. ¡Y mirad la hora, quedan apenas unos minutos para el amanecer y que Gárland vuelva!

Tendrás lo que se te prometió cuando resucite —aseguraba su prisionero, dejándoles claro que ya se conocían y habían pactado previamente—. El poder sobre los titanes.

El hombre de la llamarada debía tratarse de Hades, el Dios de los muertos y Rey del Inframundo; debía serlo si en verdad podía resucitar a los muertos. Ahora sabían toda la verdad: los Villanos Finales habían acordado un trato con Hades para traer de vuelta a Gárland, y ellos tenían que evitarlo a toda costa. También cabía destacar que el tiempo no estaba de su parte: si querían detener la resurrección de Gárland tenían que hacerlo ya.

Mmm, sí, cierto, pero eso sólo si vuelve —advertía Hades, cogiéndole de la barbilla. Mateus borró rápidamente su sonrisa. Ya no se atisbaba tan calmado y confiado, ¿acaso dudaba del éxito de sus planes?—. Me gusta apostar por más de un caballo ganador, ¿sabes?

El Dios de los muertos estaba realmente emocionado. A Light no le daba buena espina, pero puede que ellos pudieran ofrecerle algo también a cambio de su ayuda. De hecho, ahora se enterarían de que Xefil ya había planeado negociar con él para rescatar a las dos aprendices restantes.

Ya, ya. ¡Xefilito!

¡Sí!

Decías que querías que te mandara allí, ¿no? Puedes ir andando, yo te digo dónde están. Aunque es todo un laberinto, y está muy lejos. No llegarías a tiempo. Pero...

Gaomon —Light llamó inmediatamente a su compañero—. Encárgate de curar a esa chica de pelo largo, parece gravemente herida —le ordenó, observando a Mei mientras pronunciaba esas palabras. Realmente, la chica apenas se podía sostener por sí sola, su estado era lamentable.

El perro bípedo obedeció al chico sin rechistar y se acercó con pasos torpes a la chica asiática para aplicar un hechizo curativo básico en ella. Seguramente no recuperaría toda su vitalidad con el hechizo, pero al menos la ayudaría a sentirse un poco mejor.

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Gaomon usa Cura en Mei.


¿Quieres ir a salvar a tu amiguita? Yo os abro la puerta. Inmediata, aquí y ahora, a todos. Pero ya sabes, hay un precio, bla, bla, bla. Necesito bravos guerreros por aquí, aunque sea a tiempo parcial. ¿Y tú? ¡Tú tienes una Llave Espada!

¿Amiguita? Aunque Light no sabía a quién se estaba refiriendo, supuso que estaba hablando de Maya, la única aprendiz de Tierra de Partida que no se encontraba presente.

¿Qué intentas hacer? —Light notó cómo el prisionero intentaba liberarse de las esposas; por supuesto, en vano. No podría quitárselas de ninguna manera, así que se mostró tranquilo y no le dio ninguna importancia.

Liberadme. Os pagaré. Un millón de platines.

No. Da igual lo que nos ofrezcas, no te vamos a liberar —respondió en voz alta. La respuesta fue contundente, y además perfectamente audible para la Maestra Lyn, quien se enteraría de sus intenciones.

¿Después de haber tenido la suerte de encontrar el punto débil de su barrera y atraparle? Ni loco traicionaría Tierra de Partida liberándole; ni aunque le dieran todos los platines del mundo. Además, tenían que evitar la resurrección de Gárland, y dejarle por ahí suelto claramente les perjudicaría en la misión.

El joven dirigió la vista hacia Ragun y le vigiló durante los instantes siguientes. No esperaba que lo hiciera, pero tampoco podía confiar en él. Si mostraba cualquier indicio de aceptar ese trato y se disponía a liberarle, Light se lo impediría, volviéndole a amenazar con su Llave Espada, acercándosela al cuello para evitar cualquier movimiento sospechoso por parte de éste. Si intentaba liberar al nuevo prisionero de Tierra de Partida, lo iba a lamentar de verdad.

A continuación, Hades acordaría el trato que les permitiría rescatar a Maya.

Este es el trato, muchachito. Un día, un simple día, te llamaré y tú acudirás. Harás todo lo que yo te diga durante veinticuatro horas: si te digo salta, saltas, si te digo mata, matas. Y cuando haya terminado serás libre de nuevo.

¿Qué mierda de trato es ese? —preguntó Light en alto, atónito.

Hades era un ser repugnante y un manipulador, sin duda. Si Xefil aceptaba, tendría que ser la marioneta de Hades por un día y hacer todo lo que él quisiese. Era una locura, sí, no podía aceptar de ninguna manera ese pacto absurdo. Pero si no aceptaba la petición de Hades… puede que no lograran llegar a tiempo. La vida de Maya podía estar en juego, ¿pero había otra alternativa?

¿Y si realmente no está tan lejos ese lugar y le está engañando?

La mirada de Light se cruzó con la de Xefil. El chico negó lentamente con la cabeza, indicándole que no podía aceptar ese estúpido trato. La vida de Maya era importante, pero la suya no era menos. No obstante, si estuviera en el lugar de Xefil, seguramente lo aceptaría también.

Puede que Gaomon nos lleve a tiempo a ese lugar si utilizamos Carrera Animal…

Los Caballeros de la Llave-Espada hacen sacrificios por el bien mayor.

¿Trato?

No lo hagas.

Xefil cerró los ojos y dedicó unos segundos a replantear su decisión. Tras pensárselo, firmó en el pergamino para cerrar el trato.

Trato. Está hecho.

Light agachó la mirada, inconforme con su decisión. El trato estaba finalmente sellado y no había nada más que discutir. Xefil se había sacrificado y se convertiría en el esclavo de Hades por un día. Por su bien… Light sólo esperaba que el Dios de los muertos no le obligase a cometer una locura.

Ahora, si Hades cumplía su parte, les abriría la puerta que les permitiría alcanzar a Maya. El desenlace de la aventura se acercaba.
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Re: [Coliseo del Olimpo] El dios caído

Notapor Sombra » Dom Ene 05, 2014 6:50 am

Recordé la cínica sonrisa de Mateus mientras caminaba por aquellas extensas grutas. Me sacaba de quicio, era como si se creyese superior, como si pudiese lograr cualquier cosa con solo decirlo. ¿Se creía de verdad que era mejor que alguien? Él era inferior, tan inferior que incluso una rata podría estar a su altura.

Apreté los puños y gruñí por lo bajo observando la espalda del Aprendiz de Tierra de Partida y su prisionero, aunque mi vista más bien se dirigía al segundo.

¡¡Hiro!!

El grito de la Maestra hizo que diese un respingo en el sitio. El aprendiz de Lyn se apresuró obligando a empujones a aquel imbécil. Seguí muy de cerca a ambos llegando a una estancia diferente al resto de las cuevas, parecía una especie de habitación, con unas... No miré más cosas de la habitación, había cosas mucho más llamativas allí.

Un enorme charco de sangre rodeaba el cuerpo del chico perro al que la Maestra híbrida estaba usando sobre él magia curativa para evitar su casi inevitable muerte. Había una chica que tampoco conocía en el suelo y Xefil... Pero faltaban dos personas allí.

Diana y la amiga de Fyk —me dije a mí mismo.

Y a mayores... Estaba alguien que recordaba y que en cierto modo también estaba enlazado a aquel pequeño alienígena azul.

El Dios de los Muertos, Hades. El causente de aquella pseudo-resurrección de Garland a la que nos habíamos enfrentado un año atrás. Aquel mismo ser que había engañado a aquel niño tendiéndole una trampa con aquellos dos pases para participar en los juegos.

Una vena asesina empezó a volver a resurgir en mí, aunque esta vez no era algo impulsado por Ello, era algo que yo mismo sentía; Odio. Un sentimiento que por una vez me pertenecía a mí y solo a mí. Pero... ¿Luchar contra un Dios? ¿Un ser que era inmortal? Aquello era imposible.

¡Impresionante! ¡Bravo! —halagó el Dios—. Hoy ha merecido la pena no irse a la cama. ¡Y mirad la hora, quedan apenas unos minutos para el amanecer y que Gárland vuelva!

Tendrás lo que se te prometió cuando resucite —contestó el prisionero. En silencio me pregunté que clase de cosa podría desear un ser inmortal como él—. El poder sobre los titanes.

Todo se reducía a poder entonces. Si me lo pensaba detenidamente no era muy diferente de la mayor parte de caballeros de la llave espada, aunque su manera de querer ganar poder era un tanto... Peculiar.

Mmm, sí, cierto, pero eso sólo si vuelve —pareció dudar el Dios provocando que aquella especie de "princeso" quitase su tonta sonrisita para poner un rostro mucho más serio—. Me gusta apostar por más de un caballo ganador, ¿sabes?

A pesar de odiar a aquel ser azulado (que podría pasar por pariente lejano de Fyk) no podía negar que su forma de pensar era lógica, aunque un tanto molesta para los demás.

Ya, ya. ¡Xefilito! —exclamó el Dios de golpe y porrazo, como si hubiese estado haciendo esperar al aprendiz por algo.

¡Sí! —afirmó este al momento prestando toda su atención en el llameante Hades.

Decías que querías que te mandara allí, ¿no? Puedes ir andando, yo te digo dónde están. Aunque es todo un laberinto, y está muy lejos. No llegarías a tiempo. Pero...

¿Quieres ir a salvar a tu amiguita? Yo os abro la puerta. Inmediata, aquí y ahora, a todos. Pero ya sabes, hay un precio, bla, bla, bla. Necesito bravos guerreros por aquí, aunque sea a tiempo parcial. ¿Y tú? ¡Tú tienes una Llave Espada!

Escuché la conversación en silencio. Por lo que Fyk me había contado, aquel Dios parecía obsesionado con los negocios, algo que estaba viendo allí mismo. ¿Para que quería el poder de un simple aprendiz de la llave espada teniendo a una Maestra allí mismo?

¿Qué intentas hacer? —la pregunta que Light formuló hizo que mirase de reojo hacia él y su prisionero.

Liberadme. Os pagaré. Un millón de platines.

No. Da igual lo que nos ofrezcas, no te vamos a liberar —fueron sus palabras, tan pesadas como un yunque de hierro y tan potentes como uno de los puñetazos de la conocida en aquel mundo como la Mujer Bestia.

Vi como la mirada del aprendiz se clavaba en mí con una desconfianza atroz en cuanto el líder del grupo de ridículo nombre ofreció aquel trato, sonreí con cierta falsedad a modo de respuesta tratando de inquietarle.

¿Crees que alguien podría confiar en un trato así? —hablé hacia el joven de cabello negro, dándole a entender que no iba a aceptar la oferta—. Solo un idiota podría creerle. Tan solo, permíteme dejarle las cosas claras a tu nueva mascota.

Con esas palabras me acerqué a Mateus, Light pareció ponerse algo nervioso ante aquello, pero lo ignoré y de una patada traté de tirar al suelo a aquel idiota con una notoria obsesión con el color dorado.

En caso de que cayese al suelo, colocaría mi bota sobre su cabeza y apretaría ligeramente para hacerle probar el suelo con su cara. Incluso si notaba el filo del arma del captor de aquel "villano final" lo ignoraría. Siendo de Tierra de Partida dudaba que tuviese el valor y la sangre fría como para arrancar una vida rebanandome el cuello.

¿Ves esto, Mateus? Es al nivel al que te encuentras ahora. No eres más importante que el suelo que pisoteamos. Como tu querido "salvador" ha dicho, creo que yo también declino tu oferta. Mejor suerte la próxima vez. De todos modos, con Lyn por aquí cerca tus posibilidades son cero.

Dicho eso me retiré dejando a aquel sectario de la luz y a su prisionero hacer lo que deseasen.

¿Qué mierda de trato es ese? —que la luciérnaga preguntase eso tras unos segundos en los que perdí la noción del tiempo hizo que me diese cuenta de que me había perdido algo, ya que no se refería al trato con Mateus que ya había sido más que rechazado.

Ah, claro. Se refiere al precio del que Hades hablaba...

Con aquello que había hecho me fue imposible seguir el hilo de la otra conversación, pero al menos entendía por donde íban los tiros.

Me mantuve en silencio ya que fuese lo que fuese, la decisión no me afectaba y si aquel trato nos abría un camino hacia Gárland... Era incluso beneficioso para mí.

Los Caballeros de la Llave-Espada hacen sacrificios por el bien mayor.

Nobles intenciones parecían impulsar al Monarca de la Locura.

¿Trato? —quiso asegurarse Hades.

Un incómodo silencio se hizo en los aposentos del Dios. Lyn no dijo nada, Light tampoco y yo no tenía nada que decir. El muchacho meditó muy profundamente aquel trato, pero pronto cogió la pluma que el varón de cabello llameante le ofrecía.

Trato. Está hecho.

Y firmó el papel del contrato con esas condiciones que yo ignoraba.

Ahora, todos esperabamos que apareciese el portal que nos llevase a Gárland, a nuestro enfrentamiento Final contra aquel que había logrado doblegar a los Dioses, aquel mismo que había sido destruído por Lyn, finalizado sus planes de resucitar por Fyk y yo y que pronto venceríamos entre todos para acabar con él para siempre.

—Je... —sonreí a medias algo nervioso. Al fin y al cabo se suponía que íbamos a enfrentarnos a alguien realmente temible, mucho más temible que Wix.

Resultaba gracioso que la mayor parte de los que habíamos enfrentado a la Guardiana estuviesemos allí juntos a punto de enfrentarnos a algo mucho peor. Tal vez algo irónico, teniendo en cuenta que éramos de facciones diferentes y enfrentadas.

Jefe ¿Que te pasa? —preguntó Nyx, algo sorprendido por la sonrisa que estaba mostrando.

No es nada, tan solo me río del destino —contesté—. Es extraño, pero parece como si hubiese un lazo invisible que nos conectase a todos, incluyendo a nuestros enemigos como Gárland.

>>El mundo es misterioso, ¿no te parece?

Quien sabe, tal vez incluso el evento más insignificante pueda tener un significado que supera nuestra comprensión.

No estaría del todo mal comprenderlo.

Eso ha sonado como Ryota, jefe.

Tal vez.

Tal vez.

Y sin que más palabras saliesen de nuestras bocas, todos esperamos aquel portal que nos transportase junto a él.

El verdadero Villano Final.
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Re: Ronda #12 - El dios caído

Notapor Zodiark » Dom Ene 05, 2014 11:51 pm

Gárland estaba a punto de contestarme, pero fue interrumpido por un sonido de pasos que venían del pasillo que acababa de atravesar. Me giré para ver de quién se trataba, temiéndome lo peor.

No... —murmuré preocupada al ver que se trataba de los Villanos Finales, ni más ni menos.

Gabranth y Seymour se acercaban a través del pasillo, pero aquello no era lo peor. Cargaban con Diana, que estaba atada y amordazada con una especie de fuerza oscura. Y, junto a ellos... el prisionero, Kefka. Si Kefka había sido liberado, aquello significaba que Hiro había perdido el aparato que le mantenía a raya. ¿Qué atrocidades le habrían hecho a mi compañero...? Estaba realmente aterrada.

Es sólo un cuerpo vacío. Tu Cloud no signfica nada para mí —dijo Gárland—. Ellos quieren mi ayuda, y yo volver a la vida. Cuando haya acabado tu amigo dejará de existir.

Un pinchazo atravesó mi corazón al mismo tiempo que me giraba hacia Gárland, con los ojos abiertos como platos, enojada. Cloud dejaría de existir si él volvía a la vida, y con su muerte, también vendría el fracaso de mi promesa a Aeris. Ella se sentiría completamente triste y defraudada. No iba a permitir que hicieran daño a mi amiga de esa forma.

¿Cómo dices...? —pronuncié apretando los dientes y los puños de rabia.

¿Este era el objetivo? No es que parezca, ya sabes... El Emperador habló de un dios, y esto... —dijo Kefka a Gabranth por lo bajo, pero pude escuchar perfectamente sus palabras.

Oh, pero Gárland fue un dios. El más grande que Tebas pudo conocer —intervino Seymour, dando dos pasos hacia Gárland—. El único que de verdad quiso acabar con un ciclo eterno y, sin embargo, una mujer se lo denegó.

Bueno, me la trae al pairo quién fuese. ¡Tenemos aquí a toda una torturadora! —dijo Kefka dirigiendo su mirada hacia mí, y acto seguido se acercó brincando hasta estar delante de mí, lo cual me hizo sentir algo incómoda—. ¿Sabes? ¡Detesto los niños! ¡Tanto como a los torturadores que no sean yo! Y —el payaso bajó la cabeza y se puso a reír siniestramente sin levantar demasiado la voz— ¡me encanta castigar a los niños y los torturadores!

Intenté darme la vuelta y girarme para huir de él, pues era obvio que no pretendía nada bueno. No obstante, antes de que pudiera siquiera dar un giro de 360 grados, el bufón colocó su mano rápidamente en mi cabeza y me atacó con una descarga eléctrica que me hizo volar un par de metros y me aturdió durante unos segundos.

Asqueroso payaso... —musité llevándome una mano a la cabeza, algo dolorida.

Me reincorporé y agité la cabeza para despejarme y volver en mí, y al mirar a Kefka, vi que estaba cargando un nuevo ataque. Cuando el rayo salió disparado hacia mí, me agaché y me moví a la derecha para esquivarlo, pero aquello no fue suficiente y el payaso cargó otro rayo más en su brazo. Parecía dispuesto totalmente a vengarse de mí, y no iba a dejarme tregua. Si no hacía algo rápido iba a freírme allí mismo sin ningún tipo de compasión.

"Light, Xefil, Hiro... Por favor, ayudadme..."

Kefka disparó su tercer rayo y, cuando estaba a punto de moverme a un lado para esquivarlo, vi que algo se interpuso entre él y yo, deteniendo la descarga eléctrica.

¿Qué...? —murmuré dirigiendo la vista hacia la persona que me había protegido: el mismísimo Gárland.

¿Por qué acababa de hacer eso? Yo era su rival, la persona que quería dar al traste con sus planes. ¿Acaso sintió compasión por mí y despreciaba tanto mis aptitudes que pretendía dejarme vivir, ya que pensaba que no sería capaz de hacerles frente?

¿Pero qué haces? ¡Quiero matarla! ¿¡Es que ahora sois mejores amigos o qué!?

¡Deja a Zawrid, Kefka! —intervino Gabranth dirigiéndose a Kefka y colocando la mano en su hombro—. Ella es noble. Merece el mismo trato por nuestra parte.

No sólo me elogiaba y apreciaba mi nobleza sino que también quiso defenderme del bufón. ¿Por qué hacían algo así, acaso no era su enemiga? ¿No habría sido fácil librarse de mí de una vez por todas y así librarse de un contrincante menos? No entendía lo que sucedía, realmente estaba atónita ante aquella situación, pero, en cualquier caso, era algo que me beneficiaba.

¿¡Qué me estás contando!? ¿¡Es que ahora somos todos amiguitos de los Caballeros!? Me han torturado, electrocutado, ¡quiero mi venganza!

¿Por qué la ha defendido, lord Gárland? —preguntó Seymour—. Siempre he oído hablar de la crueldad de vuestro corazón.

Seymour...

Los Villanos Finales estaban discutiendo entre ellos, ajenos a mi presencia, y también a la de Diana. Dirigí la mirada hacia la chica de Bastión Hueco, ella también era la enemiga de aquella gente, y podríamos haber colaborado juntas, pero no me fiaba de ella y tampoco sabía cómo liberarla de aquellas ataduras oscuras. ¿Qué podía hacer entonces? Enfrentarme a ellos no iba a ser una buena idea, y engañarlos para escapar tampoco, ya que, además de que seguramente era imposible salir de allí, no sería tan sencillo engañar a aquellos hombres tan poderosos. Definitivamente, estaba atrapada allí. Me quedé quieta, en parte atemorizada por la situación que había ante mis ojos, con el miedo a ser atacada de un momento a otro en mi corazón, esperando a que peleasen entre ellos o fueran a por mí. Pero tenía la esperanza de ser protegida por Gabranth si eso ocurría, combatir junto a él contra el resto de Villanos Finales por mi seguridad y aprovechar su ayuda para escapar de allí e ir con los demás a contarles todo el asunto de Gárland en el cuerpo de Cloud. Por el momento, preferí no hacer nada.

En cualquier caso, no olvidaba que mi objetivo en aquellos momentos era detener a Gárland para salvar a Cloud.
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Ronda #13 - El dios caído

Notapor Soul Artist » Lun Ene 06, 2014 12:43 am

Trato. Está hecho.

Una respuesta más que satisfactoria para el Señor de los Muertos. El papiro se enrolló solo y voló hasta la mano de Hades, que hizo desaparecer en una llama azul al cerrar el puño. Su sonrisa de tiburón revelaba que se había salido con la suya, pues ahora, pasara lo que pasara, ya había ganado algo.

Muy bien hecho, chico. Ahora la puerta...

El dios se movió hasta su asiento, frente al cual esperaba un objeto en el suelo que reconocerían rápidamente los aprendices: el sombrero de Maya, que había quedado atrás al enviar Gabranth a la niña junto a Cloud. Se agachó para tomarlo y se acercó a Xefil para colocárselo a él.

Al hacerlo pudo ver una brecha vertical de luz del tamaño de una persona en exactamente el mismo lugar en el que su compañera había desaparecido. Sólo él podía apreciarla, y de quitarse el sombrero comprobaría que ya no estaba allí; era sencillamente invisible para los ojos, pero accesible para cualquiera que pasara por allí.

Y aquel descubrimiento no era del agrado de Mateus. Apretaba los dientes con fuerza y despreciaba con la mirada al Dios del Inframundo, sabiendo que se la había jugado. Los negocios no habían salido como él esperaba, y tampoco los chicos que le custodiaban dieron su brazo a torcer pese a ofrecerles una ingente cantidad de platines.

¿Ves esto, Mateus?

La verdad es que no.

Ragun se dirigió hacia el Emperador y lanzó su pierna contra él, intentando patearle para lanzarle contra el suelo. Sin embargo, y aunque tenía todo un discurso preparado para él, los planes del aprendiz de Bastión Hueco no salieron para nada bien: fue un completo error intentar humillar dos veces a su prisionero, y le salió muy caro.

En cuanto el muchacho estiró su pierna para intentar golpearle, Mateus levantó sus brazos de golpe, atrapando el pie del chico entre las cadenas de sus esposas. Con la increíble fuerza del Villano Final pillándole por sorpresa, Ragun cayó de espaldas al suelo y se golpeó la cabeza contra este. Lejos de haber terminado, Mateus arrastró al chico por el suelo y dio una vuelta sobre sí mismo, derribando a Light a su lado y lanzando posteriormente contra Xefil.

¡Un placer!

Mateus salió corriendo en dirección contraria, directo a la salida de la sala y sin que nadie pudiese detenerlo pese a llevar esposas puestas. Lyn se levantó en un ademán de perseguirle, pero tenía clara cuáles eran sus prioridades: Gárland venía primero.

¡Maldita sea, que lo detenga a quien le dé la gana! —ordenó a los aprendices presentes, agachándose y cargando con Hiro en sus hombros con la idea de llevárselo hasta donde estuviesen los Villanos Finales. El muchacho comenzó a despertar una vez a lomos de Lyn, pero estaba demasiado débil como para siquiera levantarse—. ¡Los demás, vamos a por Gárland!

Hades volvió a su asiento y apoyó su mejilla sobre su puño, entreteniéndose con el error cometido por el aprendiz que, intentando humillar a su enemigo, había logrado dejarlo libre. Era hora de la última división: quien quisiera ir a por el líder de los Villanos Finales, que fuera. Quien quisiera evitar el regreso de Gárland, que así fuera.

* * *

Maya era incapaz de hacer nada. No ayudó a Diana a liberarse de sus ataduras, sino que prefirió quedarse en su sitio, con la esperanza de que los Villanos continuaran enfrentándose entre sí hasta que se abriera un conflicto abierto en el que tuviese el apoyo de Gabranth. Parecían tener sus diferencias entre sí pese a trabajar como un equipo, y eso suponía toda una ventaja para ella.

Gárland siguió quieto en su sitio, sin contestar la pregunta de Seymour. Su extraño comportamiento protegiendo a la niña no encajaba con los que tanto los Villanos como los miembros de la Orden habían escuchado sobre él: ¿dónde quedaba el asesino cruel que tanto temían?

¿¡Es que quieres pelea, Gabranth!? —amenazó Kefka, sacando sus puños y preparándose para entrar en combate con su compañero—. Oh, ya lo creo que quieres pelea. ¡Pasas tanto tiempo en el culo del Emperador que es hora de que limpies el mío con tu lengua!

Desde que llegaste has sido un estorbo, payaso —el caballero invocó sus dos espadas, colocándolas en posición ofensiva—. Comprometiste los objetivos del Emperador en Tierra de Dragones y te dejaste capturar por los Portadores. Es hora de que alguien te juzgue.

Caballeros...

¿¡Dejarme atrapar!? ¡Fuiste tú quien se largó sin mí en Ciudad de Paso! ¡Te va a juzgar tu madre!

Hasta aquí llega mi paciencia, bufón. Yo te declaro culp...

¡Caballeros! —insistió Seymour, haciendo surgir de nuevo las sombras bajo su ropa por un instante y amenazando a los dos Villanos Finales—. Ese no es Gárland.

Tanto Kefka como Gabranth se quedaron extrañados por la afirmación de Seymour. Dirigieron sus miradas hacia el hombre rubio, que se quedó perplejo ante la afirmación del espíritu. Sus ojos se detuvieron un momento en Maya y volvió a mirar a sus compañeros, serio:

¿Cómo osas? ¿Acaso quieres morir a manos de...?

¿Quién te mató?

Una vez más, el cada vez más dudoso Gárland se quedó atónito ante la pregunta de Seymour. Sus ojos se dirigieron hacia su derecha un instante y se tomó tres segundos antes de dar una respuesta a los que habían sido sus compañeros hasta el momento.

¿Zeus?

Los Villanos Finales alzaron sus armas, preparados para atacar al joven. Maya podía volver a alegrarse: ya podía comprender por qué el villano ni le había atacado ni había permitido que le hicieran daño. Había sido, todo aquel tiempo, Cloud engañando a los Villanos Finales.

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Re: [Coliseo del Olimpo] El dios caído

Notapor Light » Lun Ene 06, 2014 4:10 am

No podías quedarte tranquilo hasta montar este espectáculo y echarlo todo a perder, ¿verdad?

Hades había cumplido su parte del trato y creó el portal que les permitiría alcanzar a Maya, aunque sólo era visible para Xefil. Light, extrañado y bastante desconfiado, sólo podía fijarse en la reacción de su compañero Xefil para confirmar la existencia de aquella puerta. ¿En verdad había cumplido el dios su parte del trato o aquello era una tomadura de pelo?

Ahora sólo tenían que rescatar a Maya e ir a por Gárland. Todo iba sobre de ruedas hasta aquel momento.

Light enfermaba cuanto más veía. Ragun había arrojado a Mateus al suelo y se disponía a humillarle de mala manera, dispuesto a pisarle la cabeza. Puede que lo tuviera merecido por sus crímenes, pero a Light le parecía que estaba fuera de lugar en aquel momento. No entendía la obsesión que tenía Ragun con el prisionero, no le entraba en la cabeza. Estaba a punto de advertirle a Ragun que parara, cuando de repente…

¿Ves esto, Mateus?

La verdad es que no.

Mateus aprovechó su movimiento para hacerle tropezar. Merecido lo tenía Ragun. Light intentó detener al Villano Final, pero no fue capaz porque terminó también en el suelo tras chocar con el aprendiz de Bastión Hueco. Mateus aprovecharía aquella oportunidad sin pensárselo dos veces.

¡Un placer!

¡No! —Light levantó la mirada y vería al villano escapar, por culpa de la estúpida idea del aprendiz de Bastión Hueco. Frustrado, se levantó rápidamente del suelo, desesperado por atraparle. Podían sacar mucha información del líder de aquellos malhechores, podían acabar con la organización de los Villanos Finales y evitar la resurrección de Gárland; ¡pero no! ¡Él lo tenía que echar a perder todo, precisamente él!

>>¡Aparta! —si Ragun se disponía a perseguir a Mateus, Light le echaría al suelo de un bruto empujón. Lo último que faltaba es que siguiera estorbándole: lo mejor que podía hacer era buscar a su compañera de Bastión Hueco y alejarse de su vista. Por la fuerza desmedida de aquel empujón, Ragun podía comprobar que el aprendiz en verdad estaba de los nervios, fuera de sí.

¡Maldita sea, que lo detenga a quien le dé la gana!

¡Voy yo! —espetó el muchacho, decidido a traerle de vuelta, a toda costa. El chico dirigió una mirada a su eidolon y éste inmediatamente supo lo que tenía que hacer: adoptar la forma Cabalgadura. La mascota de Light aumentaría considerablemente de tamaño y abandonaría la bipedestación, permitiendo que su compañero se aupara sobre su espalda. Light abandonó los aposentos de Hades a lomos de su compañero.

Gilipollas.

Para no perder de vista a Mateus —lo último que faltaba es que también tuviera que perderse por el Inframundo a causa del error de Ragun— ordenaría al eidolon que utilizará la habilidad Carrera Animal para acelerar y alcanzar al Villano Final cuanto antes. Gracias al omniéter que había utilizado hace unos minutos, su mascota tenía capacidad de sobra.

Como siempre, ya sabes qué hacer.

Repetirían exactamente la misma maniobra que utilizaron para atrapar a Kefka, utilizando la habilidad Coger. Se suponía que ahora lo tendrían mucho más sencillo que en aquella ocasión, ya que Mateus no podía utilizar conjuros para defenderse: era totalmente vulnerable.

Dos voluminosas garras de color rojo se dispondrían a cazar a la presa una vez se encontraran a escasos metros de él. Como el malhechor no podía utilizar ninguno de sus brazos, Gaomon decidió enredar sus garras en sus piernas para hacerle tropezar inevitablemente, y no le soltaría hasta que su invocador se lo pidiera. Mientras Mateus tuviera aquellas esposas, no podría escapar de ellos de ninguna manera, estaría totalmente inmovilizado.

Buen intento, ahora levántate —le diría Light si la maniobra había funcionado a la perfección. El chico se bajaría de la espalda de su compañero y apuntaría al rostro pálido de aquella escoria con su Llave Espada, sin piedad alguna. Gaomon permitiría que el villano se levantara, pero al mínimo movimiento sospechoso volvería a atraparle con sus garras—. Volviendo, venga.

Ahora simplemente regresarían a los aposentos de Hades. Light obligaría a que Mateus se levantara del suelo y se dirigiera hacia aquella dirección, con Llave Espada en mano, señalando al villano con ella. En cambio, si se negaba a levantarse y optaba por ensuciar sus atuendos dorados, lo llevarían a rastras con las garras de su compañero, las cuales seguirían cogiéndole de las piernas.
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Re: [Coliseo del Olimpo] El dios caído

Notapor A Nerd Girl » Lun Ene 06, 2014 7:40 pm

La Maestra Lyn irrumpió en la sala cuando Hiro había caído dando sus últimos esfuerzos en sacarnos de esta situación. Yo
me preocupé bastante, pero la Maestra no dudó en curarle y dejarle reposar, Light parecía hablarle a su acompañante el cual era como su mascota y este me curó, murmuré un <<gracias>>. En verdad no me preocupaban las heridas que tenía yo, preferí preocuparme con Hiro, era un bravo guerrero. Nos había salvado de esta.

Pero el hombre de pelo en llamas parecía querer hacer un trato con Xefil para rescatar a una amiga... ¿Era la de antes que se llevaron? Si era así entonces no sabía que pensar de él, pero menos aún sabía que decirle cuando le vi firmar ese trato con aquel hombre. ¿Qué pasaría si Xefil cae en una trama y/o poseyera ese trato vacíos que aquel hombre podría aprovechar? Tenía miedo por Xefil, se estaba metiendo en demasiado lío.

No pude saber de quien era aquel sombrero pero por las reacciones de Xefil parecía ser clave. Aunque seguía desconfiando de aquel hombre. Parecía que estaban todos buscando parar a Gárland, y ese nombre me sonaba haberlo oído antes de que Gabranth me diera aquella paliza.

¿Ves esto, Mateus?

La verdad es que no.

¡Aquel hombre!

Ragun trató de humillarlo y el que llamaban El Emperador, aunque Ragun le llamó Mateus, se aprovechó de las malas maneras y de la estupidez del chico que traicionó a Tierra de Partida para escapar. Golpeando a Xefil y a Light salió huyendo.

¡Un placer!

¡No!

>>¡Aparta!

Sera estúpido...

Miré a Ragun tirado en el suelo, Light se disponía a seguirle el rastro a aquel hombre, miré en mis bolsillos si tenía mi pistola, si la tenía me dispondría a ir y si no igualmente, no me quería quedar ahí con ese hombre de pelo en llamas y que parecía anormal.

¡Maldita sea, que lo detenga a quien le dé la gana!

¡Voy yo!

Voy con él

Seguí corriendo a Light quien transformó su compañero en un animal a cuatro patas y quizá más rápido. Si tenía la pistola y tenía en punto de mira a aquel hombre le dispararía aunque fuera en los pies o en la cabeza, pero siempre teniendo en cuenta no dar a Light, por lo que si no veía oportunidad buena iría a por sus pies para pararle.

Si Light lograba atraparlo genial y si se resistía aquel hombre observaría la escena de como Light lo torturaba/obligaba a ir a los aposentos de Hades. Aunque si algún sincorazón o algún ser aparecía para ayudar a Mateus, no dudaría en atacarlo para que no interrumpiera a Light desde que fuera a ayudarle hasta llegar a los aposentos.

No quería improvistos.
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