[Coliseo del Olimpo] El dios caído

Trama de Light, Hiro, Xefil y Maya + Ragun & Mei

La aparición del bando de Bastión Hueco ha colocado a la Orden de los Caballeros de la Llave Espada en una tensión creciente difícil de remediar. ¿Llegarán a enfrentarse ambos bandos en conflicto, o será posible la paz?

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Re: Ronda #13 - El dios caído

Notapor Sombra » Jue Ene 09, 2014 11:56 pm

...Levanté la pierna dispuesto a patearle. A humillarlo, enseñarle que él era inferior. Que no estaba más arriga que una hormiga.

La verdad es que no —fue su respuesta cuando llamé su atención. Una pena que mi reacción hubiese sido demasiado lenta como para haber podido detenerme a tiempo.

Mateus levantó sus brazos y con las esposas atrapó mi pie. Antes de que me diese cuenta, yo era el humillado.

Caí de espalda con fuerza y aún estando atrapado entre las cadenas me vi dando vueltas provocando que Light Hikari cayese al suelo también para acto seguido verme volando contra Xefil.

¡Un placer! —se despidió con aquella burla.

Apreté el puño con fuerza, casi provocando que mis uñas se clavasen en la carne de mis manos por la rabia que estaba sintiendo.

¡No! —gritó el defensor de la justicia. Como me esperaba, en ningún momento dudó en salir corriendo a por el prisionero.

Bueno, al menos ya no tendré que soportarlos. Sus presencias eran irritantes —dije para mí mismo restándole importancia al asunto—. Tendría que haberle matado.

¡Maldita sea, que lo detenga a quien le dé la gana! —nos ordenó. Yo no pensaba ir a por un prisionero que no me pertenecía. Si lo volvían a capturar acabaría con él por aquella humillación. Pero en aquel momento, el Portal que nos llevaría ante Gárland estaba abierto, y tenía una misión.

>>¡Los demás, vamos a por Gárland!

En silencio, empecé a caminar hacia el Portal (o hacia donde creía que debía estar) Sonreí con descaro, ignorando el haber sido humillado de aquella forma. Nyx, evidentemente, me siguió de cerca.

Y todo por haberme ido de listo. Pero aquello daba igual, lo que importaba era que ya era hora de patearle el culo a Mister Armadura.

Esta vez, me aseguraré de que sea destruída.

No podía permitir que Tierra de Partida lograse obtener un poder como el de invocar a Gárland. Era demasiado peligroso.
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Re: [Coliseo del Olimpo] El dios caído

Notapor RedXIII » Vie Ene 10, 2014 8:19 pm

Cálida, aquella sensación acomodaba al aprendiz y le hacía sentirse mejor, abrió lentamente los ojos y pudo ver que era la espalda de su maestra, le llevaba a lomos a saber donde.

Lo siento — Dijo aun débil —No he podido detener a Kefka, y apenas puedo moverme — Se sentía completamente culpable de todo y débil, aprovecho el momento para descansar un poco más.

Mientras la maestra cargaba con su aprendiz, MoguDer recogió sus gafas y las cadenas de Kefka que se hallaban en el suelo. Se acercó a la maestra y ofreció ambos objetos.

Estosh hobjetohs shon himportantesh phara hel, ghuardelosh — Con difícil pronunciación se dirigió a la maestra, ya que llevaba ambas cosas con la boca, aceptarlas o no dependía únicamente de ella.
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Re: Ronda #13 - El dios caído

Notapor Zee » Sab Ene 11, 2014 11:41 am

Ante mi afirmativa, el papiro se enrolló por sí mismo en mi mano y luego salió disparado hasta que el Señor de los Muertos lo atrapó entre sus dedos. Con sus llamas azules, la deidad lo incineró, pero sabía que en realidad lo había enviado a otro sitio, donde podía guardarlo a salvo. Una sonrisa tétrica fue lo único que me dedicó, además de unas palabras alentadoras, mientras se daba la vuelta y regresaba hasta su trono:

Muy bien hecho, chico. Ahora la puerta...

Sin darle más explicaciones a sus acciones, el dios se agachó para tomar el sombrero que Maya había dejado atrás. Cuando Gabranth la había transportado, lo había hecho con un fuerte golpe en su cabeza que había terminado por arrojar esa prenda al suelo. Hades lo sacudió sin otorgarle mucha importancia, pero luego se acercó hasta mí y me lo dejó caer en la cabeza. Ni siquiera me quedaba.

Qué —cuestioné, sujetándolo para no terminara por deslizarse y caer al suelo de nuevo.

Sin embargo, hubo algo que cambió en la habitación en cuanto me coloqué el sombrero. Un pequeño hilo de luz, como el resquicio de una puerta, se hizo visible en el sitio donde Maya había desaparecido. Un remanente del hechizo que Gabranth había conjurado, una pista que nos llevaría hasta mi compañera. Y si éramos afortunados, Diana y Gárland también.

Veo una puerta —sentencié, girándome hacia la Maestra Lyn. Al hacerlo, advertí cómo Ragun caía a al suelo con un estruendo, directo sobre su espalda. Quien lo había arrojado al suelo no era nadie más que Mateus, que de alguna manera se las había arreglado para engañar al joven Aprendiz. Por lo visto, el hombre lo había atrapado con sus esposas y lo había lanzado al piso.

¡Un placer!

Antes de que Ragun y Light pudiesen detenerlo, el prisionero salió corriendo directamente a la salida. El primero seguía en el suelo, pero el segundo fue más rápido y logró recuperar el equilibrio a tiempo para seguirle la pista al hombre. La Maestra Lyn hizo ademán de seguirlo también, pero una mirada en mi dirección me recordó cuál era nuestra prioridad. Y aunque la Maestra permitió que quien lo desease fuese a detener a Mateus, sabía que mi papel era importante para nuestra misión: la puerta no se abriría sin mí. Por lo tanto, no pude ir detrás del hombre.

Quienes lo siguieron fueron Light y, para mi sorpresa, Mei. Había estado tan callada que ni siquiera había notado que había recuperado la conciencia. Sabía que aquel objetivo estaba en buenas manos.

Ragun avanzó en silencio hacia mí, sin decir ni una palabra al respecto. ¡Si había sido su error en primer lugar! No había visto lo que había sucedido, pero había escuchado suficiente como para comprender que, buscando demostrarse superior a su prisionero, el Aprendiz lo había dejado escapar. Y ni siquiera se dignó a disculparse; ni siquiera con la Maestra.

Adiviné sus intenciones de ir el primero. Llevaba una sonrisa orgullosa y arrogante dibujada en el rostro.

Ragun, eres el más experimentado después de la Maestra —señalé, girando la cabeza hacia el joven—. Creo que deberías ir a la cabeza. Por allí —declaré, apuntando directamente al muro de la habitación, a un lado del trono de Hades—. Como especialista en elemento Espacio, permíteme recordarte que el punto focal del portal debe interactuar de forma perpendicular con el centro gravitatorio de un cuerpo en desplazamiento acelerado, de lo contrario no se desencadenará correctamente el proceso de distorsión vectorial —expliqué falsamente, usando las palabras más complicadas que se me vinieron a la cabeza en aquel momento e ilustrándome con precisos movimientos de mis manos; todo con la intención para que Ragun me creyera—. En otras palabras, debes correr hacia el portal.

Por supuesto que Ragun ya había hecho la decisión de ir en dirección a donde creía que se encontraba el portal. Al menos así, tal vez, se ganaría otro golpe bien merecido.

Crédulo —murmuré amargamente, para después hacerle un gesto a la Maestra Lyn con la mano para que me siguiera. Con mi Llave-Espada en mano, fui el primero en cruzar el portal. El verdadero, claro está.
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Ronda #14 - El dios caído

Notapor Soul Artist » Sab Ene 11, 2014 5:58 pm

Ragun, eres el más experimentado después de la Maestra. Creo que deberías ir a la cabeza. Por allí.

Xefil señaló a su compañero de Bastión Hueco hacia la pared detrás del portal, junto con el trono de Hades. El dios del Inframundo sonrió pícaramente y se sentó en su debida posición, llevándose la barbilla a la palma de su mano.

Como especialista en elemento Espacio, permíteme recordarte que el punto focal del portal debe interactuar de forma perpendicular con el centro gravitatorio de un cuerpo en desplazamiento acelerado, de lo contrario no se desencadenará correctamente el proceso de distorsión vectorial. En otras palabras, debes correr hacia el portal.

Y Ragun, confiando ciegamente en su compañero, así lo hizo. Corrió con todas sus fuerzas hacia el muro, quizás temeroso de golpearse con él. Y en efecto, es lo que le sucedió: pudo ver las estrellas cuando su cuerpo chocó bruscamente con las duras rocas con las que estaba formada la sala.

Crédulo.

Xefil atravesó el auténtico portal y Lyn le siguió por detrás con Hiro a sus hombros tras aceptar las cadenas que MoguDer le ofrecía, sin siquiera ayudar a levantarse al muchacho de Bastión Hueco que tantos problemas les habían dado en aquellos minutos. Ragun pudo ver cómo desaparecían al llegar a cierto punto, y por lo tanto, de quererlo, pudo seguirles; e incluso señalar el camino a Light y Mei, que estarían a punto de llegar con el Emperador en su poder.

Light y Mei regresaron con Mateus de nuevo prisionero. No les había costado capturarle, pues Light contaba con una buena serie de habilidades y su mascota para hacerse con él; pero de no haber actuado con aquella rapidez el prisionero habría escapado. Y ningún Sincorazón o Incorpóreo surgió para ayudarle, por lo que todo fue de nuevo como la seda... Aunque sería mejor no provocar de nuevo una situación de la que pudiese huir de nuevo.

Si Ragun seguía allí podrían seguirle hasta el portal; de no estar él, Hades no les revelaría la posición de este de ningún modo, y no podrían saber tampoco dónde estaba, pues Felix no lo había revelado en absoluto. E igualmente, ¿sería buena idea llevar a Mateus con el resto de sus compañeros? Probablemente la situación empeorase si no sabían manejar al prisionero y a sus enemigos.

* * *

Cloud cayó de bruces al suelo, derrotado. Él sólo no pudo hacer frente a sus tres enemigos; contaba con la ayuda de Maya, pero esta se quedó paralizada en su sitio, sin ni siquiera recurrir a la idea de liberar a Diana. De haberlo hecho, las cosas habrían salido muy, muy distintas.

El ataque de Kefka fue el que dio fin al combate, dejando a Cloud con apenas fuerzas para mantenerse consciente. Los Villanos Finales habían colaborado en equipo y habían logrado que la armadura quedase intacta, sin ninguna clase de daño. El alma de Gárland seguía en ella, pese al engaño de Cloud; podían seguir adelante con la resurrección.

Ha terminado, chico —declaró el caballero, acercándose a él y cogiéndole del pelo para obligarle a levantar la mirada—. Tu corazón es fuerte y has podido resistir el alma de Gárland, pero eso no impedirá su regreso.

El caballero colocó la palma de su mano sobre Cloud y, en un abrir y cerrar de ojos, el chico desapareció frente a Maya y Diana, dejando sólo la armadura del peligroso guerrero. Era exactamente lo mismo que había hecho con la niña minutos antes, y dejando también una prenda atrás; había mandado a Cloud muy lejos de allí, sin posibilidad de que volviese para ayudarles en combate.

Pero la ayuda, aunque tardase en llegar, acabó por alcanzarles. Xefil, Hiro y Lyn llegaron por el mismo pasadizo que Maya había atravesado, y antes de ella los propios Villanos Finales, para colocarse junto a la niña y prepararse para la batalla. Los ojos de Lyn fueron a parar en primer lugar a Diana, y sabiendo que necesitaría todas sus capacidades, dejó a Hiro contra la pared detrás de ella. El chico podía levantarse y luchar, pero el mínimo golpe le dejaría de nuevo inconsciente.

Gabranth dejó la armadura de pie tras él y se dirigió hacia los Portadores de la Llave Espada. Le siguió Kefka, que comenzó a jugar con un bloque de hielo que levitaba entre sus manos. Seymour se retiró hasta la armadura, la cual comenzó a alabar mientras la oscuridad de esta comenzaba a tomar forma.

Llegáis tarde, Portadores. Retiraos ahora que podéis.

¡Como si les dejáramos! ¡Jo, jo, jo, cómo me voy a divertir repartiendo justicia!

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Re: Ronda #14 - El dios caído

Notapor Sombra » Dom Ene 12, 2014 2:19 am

Ragun, eres el más experimentado después de la Maestra. Creo que deberías ir a la cabeza. Por allí —señaló Xefil a una pared.

Como quieras —contesté con poco interés a sus halagos.

La verdad es que no me hacía mucha gracia ir el primero. Si al otro lado estaba realmente Gárland... fruncí el ceño recordando aquel sueño que había tenido.

¿Y si era una especie de visión del futuro? Era demasiada casualidad que soñase con él aquellas últimas noches y que a los pocos días Diana me hubiese dicho que realmente iba a volver a la vida. Algo que obviamente no podía permitir.

Pero no podía evitar sentirme inquieto...

¿Tenía miedo?

Como especialista en elemento Espacio, permíteme recordarte que el punto focal del portal debe interactuar de forma perpendicular con el centro gravitatorio de un cuerpo en desplazamiento acelerado, de lo contrario no se desencadenará correctamente el proceso de distorsión vectorial. En otras palabras, debes correr hacia el portal.

¿Correr? —pregunté extrañado. Había atravesado más portales antes, por lo que me extrañó mucho que dijese eso. La velocidad, hasta donde yo sabía no influía en nada. Al menos estaba seguro de eso.

Un portal seguía siendo un portal. ¿No?

Quizás hubiese empezado a correr, quizás si fuese otro enemigo lo hubiese hecho. Pero aquel nudo en el estómago que empezaba a formarse hizo que no pudiese... Fui caminando directo hacia donde Xefil había señalado. Cada vez estaba más y más cerca...

Gárland estaba más cerca. Aquel enemigo que casi había acabado con la vida de toda Tebas, con Fyk, con Zack y por supuesto... Conmigo.

Cada paso hacía que me preguntase si teníamos alguna posibilidad de vencer. En ningún momento retiré mi sonrisa orgullosa, pero mi mano estaba temblando.

¿Uh?

Como reflejo normal (al no estar acostumbrado a chocarme de frente con paredes) puse la mano delante de mi cara antes de atravesar la pared pero... Por desgracia no pude pasar. ¿Acaso solo Xefil podría atravesarlo? ¿Hades había mentido? ¿Tal vez debería de haber corrido? Si no hubiese puesto la mano me habría dado un buen golpe, incluso si iba caminando.

Crédulo.

Me giré hacia Xefil dándome cuenta de lo que había hecho. Simplemente había pretendido jugarmela. ¿Con qué propósito? No podía saberlo, tal vez pretendía vengarse por lo de aquel tonto prisionero.

Gilipollas cobarde —fue mi respuesta.

Me preguntaba si sería tan valiente sin Lyn al lado, de no estarlo habría saltado sobre él y le daría la paliza de su vida. Una pena que estaba con su querida Maestra, quizás si algún día le viese solo pudiese tomar venganza por su pequeña e insignificante broma.

Vi como Xefil atravesaba el portal junto a Hiro y Lyn, que le siguieron poco más atrás.

A lo lejos pude ver como la china rara y el tipo que parecía una especie de sectario de la luz volvían con el tipo dorado aprisionado. Al menos aquella vez evitaría hacerle algo... Al menos en aquel momento.

Eh, vosotros —les diría a los dos en cuanto llegasen—. Al parecer el portal es invisible, es por aquí.


Tras aquello, caminaría de nuevo hacia donde se encontraba realmente el portal. Nuevamente, un nudo en el estómago se me formó olvidando momentaneamente lo que acababa de acontecer con Xefil (no del todo). Bueno, si había algún hechizo perdido por mi parte, que no se extrañase que acabase golpeando a aquel pijo.

Me paré frente al Portal. Gárland, mi némesis.

Si mal no recordaba podía absorver Oscuridad y fuego, sin embargo no podía hacerlo con las magias eléctricas. Su poder se basaba en los cuatro elementos básicos o algo así.

Que mi mayor poder ofensivo no fuese a dañarle era muy malo y su fuerza era algo demasiada como para bloquear sus golpes y eso sin mencionar que su arma podía ser lanzada y recogida por sus cadenas...

Si aquella versión de él no era ni un cuarto de su poder... ¿Qué tan terrible era su versión completa?

Tragué saliva, cerré los ojos y respiré muy profundamente. Sonreí con malicia nuevamente, mi miedo se había ido. O al menos la parte que me pertenecía. Era como si Ello me impulsase, sentía que él creía que era un enemigo "interesante".

—Nyx... —llamé—. Eliminemos por completo a ese hijo de puta —me convencí a mí mismo. Estaba completamente preparado para la lucha, llave espada en mano y con la otra sintiendo la energía mágica. No quería llegar al otro lado desprevenido y vulnerable ya que no sabía que podría haber al otro lado.

Pulsé el botón de mi armadura recubriendo mi cuerpo en aquellas prendas negras.

Allá vamos —di otro paso al frente para llegar entrar al portal...

Una sensación de vértigo me envolvió obligándome a apretar más mis párpados.

***


Llegáis tarde, Portadores. Retiraos ahora que podéis —fue lo primero que escuché antes de abrir los ojos.

Contemplé que no estábamos solos y no había un cruento combate, como me esperaba (al menos no todavía). Pude reconocer a la mayoría de los presentes ya que estaban todos los Aprendices de Tierra de Partida que había visto antes, pero a mayores estaba Diana por quien no pude evitar empezar sentir aquel falso sentimiento conocido como Amor que ella provocaba.

El payaso siniestro también estaba allí jugueteando con un Hielo, y muy libre al parecer. Aquello hizo convencerme más de que era mejor acabar con los prisioneros para evitar esa clase de situaciones, un pelialbino muy rarito que estaba adorando la armadura como un fanático religioso y otro con una armadura de placas que impedía saber su identidad o su aspecto.

En medio de todo se encontraba la armadura de Gárland. Nadie la llevaba puesta, pero una especie de Oscuridad estaba rellenandolo. ¿Acaso el alma de aquel Dios Caído podía utilizar su poder a tal grado?

Era tan aterrador como admirable y aquello no me gustaba ni un poco.

¡Como si les dejáramos! ¡Jo, jo, jo, cómo me voy a divertir repartiendo justicia! —contestó el payaso al que había oído hablar antes.

Eso habrá que verlo —rugí por lo bajo—. Nyx, en guardia.

El lobo se situó detrás de mí. Su objetivo sería apoyarme lanzando magia curativa si resultaba herido en medio del combate.

Aquel sueño no se cumpliría, no iba a permitirlo.
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Re: [Coliseo del Olimpo] El dios caído

Notapor RedXIII » Mié Ene 15, 2014 5:38 pm

La calidez de su pecho se había convertido en una fría sensación en la espalda, sus ojos se abrieron lentamente y contempló el fulgor de la batalla, Kefka, Garbanth y Seymour, junto a la atrapada Diana y una petrificada Maya se encontraban en la sala, el extraño aprendiz de Bastión Hueco, Xefil y la maestra recién llegados junto a Hiro, que yacía en el suelo, acompañado por MoguDer.

Veoh qhe hia thas dhespertadoh — Dijo el Moguri perruno mientras le devolvía sus gafas —La situación es algo complicada de explicar

Da igual — Dijo mientras se puso las gafas e intentaba levantarse —Ah, mierda, se ha rallado un cristal... — Susurró —Ya puedo mover los brazos ¿No? Y encima tengo a Kefka al lado — Esbozó una pequeña sonrisa —¿Que más puedo pedir?

Ejerció unos pequeños movimientos, calentando los brazos que no había podido mover en todo el rato —No se quien me ha curado, pero apenas me duelen — Era mentira, sentía todo su cuerpo pesado y dolorido.

Llegáis tarde, Portadores. Retiraos ahora que podéis.

¡Como si les dejáramos! ¡Jo, jo, jo, cómo me voy a divertir repartiendo justicia!

Hiro se puso una poción en la boca y rompió con sus dientes el frasco, tragando su contenido y escupiendo los trozos de cristal.

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Vaya... entonces... — Pausó un segundo mientras disimuladamente cogió sus katanas y usó su habilidad Balas InfinitasSiento llegar tarde.

Desenfundó rápidamente y disparó a Kefka una bala Kasai y todas las normales que pudiera, MoguDer estaba enfrente, impidiendo que nadie pudiera llegar a el directamente, con una poción en la boca, si era necesario lanzaría un Perla a quien se atreviera a acercarse.

Estaba claro que lo único que quería era llamar toda la atención.
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Re: [Coliseo del Olimpo] El dios caído

Notapor Light » Mié Ene 15, 2014 9:55 pm

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¡Buen trabajo! —exclamó Light, bastante aliviado. El aprendiz felicitaría a su compañero canino, acariciándole por detrás de las orejas. Sin él jamás lo hubieran conseguido.

Light, Gaomon y Mei regresaron sin más tardar a los aposentos de Hades tras atrapar al Villano Final. La caza había resultado un éxito: en efecto, las habilidades de su compañero habían resultado de lo más útil, una vez más.

En cuanto entraron en la sala de Hades, únicamente dieron con Ragun. Antes de desaparecer por el portal que había abierto el dios de los muertos, se dirigiría a ellos. Inevitablemente, Light le observó con el ceño fruncido, irritado por razones obvias.

Eh, vosotros. Al parecer el portal es invisible, es por aquí.

Eso, eso, vete y no vuelvas.

La Estocada Oscura atravesó el supuesto portal y desapareció de la habitación. Light lo tenía muy claro: cuanto más lejos estuviera del Villano Final, mejor. El chico no se movió de su sitio y únicamente se molestó en memorizar la localización del portal invisible. No iba a cruzarlo ahora, pero venía bien saberlo.

Se giró hacia Mei, invitándola a atravesarlo.

Creo que será mejor que me quede aquí, vigilando a cierto rehén. No es buena idea ir por ahí con él —sugirió a la chica de inmediato. Quería ir con la Maestra Lyn y ayudarla con la misión, pero no le parecía la decisión más acertada—. Ve con ellos si quieres, yo y Gaomon nos las podemos arreglar solos, como ya has visto. Puede que ellos ahora te necesiten, te lo agradecería si fueras a ayudarles.

Si la chica prefería quedarse con él no insistiría, era decisión suya. El chico se cruzó de brazos y apoyó su espalda en una de las paredes de aquella habitación, muy cerca del portal invisible y en frente del rehén, sin perderle de vista en ningún momento. Su mascota, en cambio, se tumbaría en el suelo, cercano a la salida de los aposentos. Si el Villano Final intentaba escapar por una de las dos vías, se interpondrían para impedirlo y le inmovilizarían de la misma manera que lo habían hecho previamente. En el caso de que a Gaomon no le quedara otra que usar sus habilidades, utilizaría Éter Sangriento para recuperar un poco de energía.

¿Quiénes sois exactamente los Villanos Finales? ¿Y qué ganáis trayendo de vuelta a Gárland, si puede saberse? ¿Existe una justificación para la resurrección de ese peligroso ser? —le preguntaría Light al cabo de unos segundos, todavía cruzado de brazos. Aún quedaba la posibilidad de que el villano escapara, por lo que debía al menos recopilar información para que aquella captura no fuera en vano, en el peor de los casos.

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Post extremadamente corto, pero mis exámenes y la situación no me dan para más xDU
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Re: [Coliseo del Olimpo] El dios caído

Notapor A Nerd Girl » Jue Ene 16, 2014 1:09 am

Light logró capturar al hombre, pero era extraño el que no hubiera ningún problema... Pero en el fondo me sentía aliviada de que no hubiese sido parado, si hubiera sido impedido por algo quizá no lo hubiera logrado. En el fondo si que es fuerte el compañero de Light, y a su vez el amo.

Al llegar a la sala de antes vimos a Ragun, el cual deseé con todas las ganas que tenía de que no la volviera a fastidiar como antes, aunque por fortuna no llegó ni a acercárselo. Era otro gran alivio.

Eh, vosotros. Al parecer el portal es invisible, es por aquí.

Le miré desconfiada hasta que atravesó, en verdad si había algo... Pero no tenía buena pinta de seguirle... ¿Y si hay una emboscada? ¿Debía seguirle? Light me miró como si quisiera que fuera a ayudar... Ojalá no fuera una carga.


Creo que será mejor que me quede aquí, vigilando a cierto rehén. No es buena idea ir por ahí con él —empezó a decir lo que quería hacer—. Ve con ellos si quieres, yo y Gaomon nos las podemos arreglar solos, como ya has visto. Puede que ellos ahora te necesiten, te lo agradecería si fueras a ayudarles.

Siento decirte que no seré más que una carga para ellos, éste hombre le vi antes hablando con otros dos y uno de ellos totalmente vestido con armadura, y éste me dejó inconsciente en pocos segundos, no creo que debería meterme en otra batalla...

Miré a la mascota de Light y miré donde estaba Light, me apoyé en la pared que estuviera a una distancia a la mitad de ambos, solo por que así podría tenerle a tiro en cualquier momento. Entonces Light empezó a interrogarlo, una gran idea, en realidad lo que pensaba... Recabar información, solo por si acaso El Emperador lograra huir lograríamos tener al menos información.

¿Quiénes sois exactamente los Villanos Finales? ¿Y qué ganáis trayendo de vuelta a Gárland, si puede saberse? ¿Existe una justificación para la resurrección de ese peligroso ser?

¿Gárland? Mientras esperaba respuestas me dediqué a pensar lo de antes de que Gabranth me diera tal paliza... Y había una persona llamaba Gárland, ¡el chico rubio de ojos azules de la armadura! Esperé a que soltara algo el hombre dorado... Pero tenía que decirlo a Light, ¡quizá sirva de algo!

Gárland... Recuerdo que antes de pelear contra el bruto de Gabranth, supuesto guardaespaldas de este hombre, iban acompañados de un tal Gárland... Un chico rubio con ojos azules y estaba dentro de una armadura enorme...

Me crucé de brazos y esperé que hubiera servido de algo...
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Re: Ronda #14 - El dios caído

Notapor Zee » Jue Ene 16, 2014 2:52 am

La Maestra Lyn, Hiro y yo cruzamos el portal. Parecía que Ragun se había quedado atrás, dispuesto a revisarse la hilera frontal de su dentadura; y Light y Mei muy seguramente seguían detrás de Mateus. Así que éramos una Maestra y un Aprendiz (pues Hiro se encontraba, aunque sus heridas habían sido sanadas, fatigado) contra Seymour, Kefka y Gabranth. Maya estaba allí, sana y salva afortunadamente, pero Diana seguía inmovilizada.

Ella debía ser mi prioridad. Además de que sería una gran ayuda, si no la liberaba, el sacrificio para Gárland bien podría llevarse a cabo. Eso y... razones personales, por supuesto.

Habíamos llegado a una caverna. Perfectamente circular y repleta de luces que flotaban sobre nuestras cabezas, danzando de un lado a otro. La gruta se encontraba tapizada de hielo y escarcha, y la sensación en mi piel me confirmó que aquel frío era real. Además de los ya mencionados, había alguien más en el centro de la estancia; o más bien, un algo, pues se trataba sólo de una armadura vacía.

Mi mirada se dirigió hacia Diana. Con ella intenté tranquilizarla, comunicándole mis intenciones. "Voy a sacarte de aquí, lo prometo", fue lo que cruzó por mi mente. ¿Pero cómo...? Podía saltar hacia ella, de eso estaba seguro, pero no tenía idea de cómo deshacerme de sus ataduras. Las había hecho Seymour, por lo que era muy probable que no fuese tan sencillo como cortar y tirar.

Llegáis tarde, Portadores. Retiraos ahora que podéis —amenazó Gabranth. Como respuesta, coloqué mi Llave-Espada en posición de batalla.

¡Como si les dejáramos! ¡Jo, jo, jo, cómo me voy a divertir repartiendo justicia!

Noté de reojo que Ragun también se encontraba allí. Bien, un peón más en el tablero. Sin embargo, no parecía tener intención de moverse.

¡Maestra! —llamé, dirigiéndome a Lyn. Rápidamente me apunté al pecho con el índice y luego hacia donde estaba Diana, esperando que mi mentora comprendiese el mensaje. Después de ello tomé la punta de mi Llave-Espada con mi mano libre y tiré de ella para dividirla en dos dagas; al menos así tendría mayor libertad de movimiento.

>>Vamos, Xefil, eres rápido, puedes hacer esto...

Eché a correr al frente, pero sólo di tres pasos antes de desaparecer con un chasquido. Usando mi confiable y útil Elusión Mágica, me aparecí de cuclillas a un lado de Diana. Por si ninguno de los Villanos me había visto, guardé silencio. De cualquier manera, era obvio que estarían buscándome con la mirada, pues aquella demostración de habilidad había sido bastante llamativa, incluso cuando Hiro se esforzaba por atraer toda atención.

De tal forma que me apresuré a intentar cortar las ataduras con el filo de mis Llaves-Daga. De haber sido mi vieja Cadena del Reino, estaba seguro que no había sido capaz de ello.

Pero no podía ser tan sencillo, ¿no? Aquello era obra de Seymour. Por lo tanto, si no podía deshacerme de las ataduras, sacaría mi daga de plasma e intentaría de nuevo con ella. Si las penumbras habían sido débiles a la luz, muy probablemente no podrían resistir el brillo verde de su hoja. Incluso, aunque sabía que no iluminaban demasiado, encendí mis ojos con color rubí.

Deseé con fuerza que aquello funcionara. Tras hacerlo, no perdería tiempo alguno en lanzar un Libra en dirección a Gabranth y luego, acelerado con una Prisa Gravitacional, embestir a Seymour para intentar arrancarlo del suelo. De lo contrario... no podía hacer más que permanecer con Diana, pues no podía arrastrar a alguien más al teletransportarme. Al menos intentaría recubrirme con un Aero.

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if (ataduras=rotas)
{
xefil = libra;
xefil = prisa gravitacional;
}
else
{
xefil = aero;
}

La verdad es que no sé programar :B
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Ronda #15 - El dios caído

Notapor Soul Artist » Jue Ene 16, 2014 3:59 am

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Tanto Light como Mei decidieron quedarse atrás, en los aposentos de Hades, cuidando del prisionero. Les había costado mucho capturarlo y no pensaban cometer ningún error ahora que le tenían en su poder: eso incluía llevarle con sus compañeros.

Pero tampoco iban a desperdiciar el tiempo. El orgulloso líder de los Villanos Finales tenía mucho que contestar, y lo mejor sería comenzar a interrogarle ya. El dios ignoró toda la conversación, sin embargo: se levantó de su asiento y abandonó la estancia, aburrido de todo aquello.

¿Quiénes sois exactamente los Villanos Finales? ¿Y qué ganáis trayendo de vuelta a Gárland, si puede saberse? ¿Existe una justificación para la resurrección de ese peligroso ser?

Cuánta pregunta. ¿Te atreves a dirigirte a mí así tras tratarme así, chico? —el Emperador reprimió una carcajada silenciosa, apartando los ojos de él—. Pero te gustará saber que nuestra organización es más benévola de lo que crees. Todos nosotros compartimos algo, una causa común que nos ha reunido.

El Emperador dibujó una sonrisa llena de indiferencia y maldad que dedicó tanto a Mei como a Light. Se sentó en el suelo entre ambos y descansó la vista, con completa tranquilidad. Sus palabras fueron enigmáticas y duras, pero llenas en gran parte de odio:

Vosotros, Caballeros. Vosotros sois nuestra causa.

Gárland... —Mei pareció recordar algo entonces, levantando la mirada hacia Light y comenzando a proporcionarle información en bruto—. Recuerdo que antes de pelear contra el bruto de Gabranth, supuesto guardaespaldas de este hombre, iban acompañados de un tal Gárland... Un chico rubio con ojos azules y estaba dentro de una armadura enorme...

Ah, nuestro huésped. Necesitábamos a alguien de corazón débil para ser poseído por Gárland —explicó Mateus, dirigiendo la mirada hacia el techo—. Sí... Nos vino muy bien. Servirá como nuevo cuerpo para Gárland. Será nuestro... Regalo de bienvenida a la organización.

La sala se vio sacudida por un fuerte temblor de golpe que hizo caer al suelo a cualquiera que estuviese de pie. Mientras el temblor seguía produciéndose, cinco Sincorazón con forma de mono azul y un Centauro enorme surgieron en la entrada de los aposentos, aparecidos de la nada.

Pero no atacaron a Mei y Light. Los monos se limitaron a bailar en la entrada, y el centauro levantó una lanza en la misma dirección donde estaba el portal. Estaban alabando el momento, esperando el regreso de uno de los guerreros más oscuros que había pisado aquel mundo. Y el Emperador lo sabía, pues dijo en alto:

Ha comenzado.

* * *

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El lobo de Ragun se curó, pero su dueño no hizo nada para dar por comenzado el ataque. Tuvo que hacerlo Hiro, que tras recuperarse con una Poción comenzó a disparar a Kefka. Los ataques fueron repelidos por Gabranth, que pronunció en alto un hechizo defensivo de barrera para apoyar a su compañero. El payaso rió en alto e invocó un Hielo+ que se lanzó contra Lyn, a la cual derribó con fuerza, aunque pudo recuperarse en el aire y caer al suelo sin graves daños.

Y aunque la estrategia de Hiro no había logrado dañar a sus enemigos sí consiguió distraerles lo suficiente como para que Xefil pudiese aparecerse junto a Diana sin que nadie se diera cuenta. La luz de su daga especial fue suficiente para poder liberar las ataduras de la mujer, que volvió a afectar a sus sentidos una vez hecho. La chica, sin embargo, no le dio las gracias; se levantó con brusquedad e invocó su Llave Espada, dirigiéndose hacia Seymour.

¡¡Detente!! ¡¡No sabes lo que haces!!

La mujer parecía realmente desesperada por detener el ritual que Seymour estaba llevando a cabo con la armadura. Al hombre no le afectaron en absoluto las palabras de la joven, ni tampoco el efecto que parecía tener sobre los hombres; siguió concentrado en recitar una oración en bajo.

Xefil se lanzó hacia él con gran velocidad y esperó derribarlo, pero su éxito fue nulo. Atravesó el cuerpo de Seymour y descubrió, a las malas, que no era más que un espíritu: los ataques físicos eran inútiles contra él. Y sin embargo, él sí podía dañarle a él.

¿Te ofreces voluntario, muchacho?

Xefil vio por un momento un tigre amarillo de arayas negras frente a él, el cual se lanzó de inmediato a atacarle. Sus garras atravesaron su pecho, tirándole al suelo de inmediato. Sobreviviría a algo así, pero el daño estaba hecho.

La sangre de Xefil salpicó la armadura, la cual reaccionó absorbiendo el rojo líquido del joven. Diana decidió intervenir invocando unas zarzas que surgieron bajo la armadura e intentaron envolverla, pero fue inútil; nada más entrar en contacto con ella comenzaron a arder con intensidad, provocando un pequeño grito de dolor por parte de la chica.

Oh, gran guerrero del ciclo eterno —susurró Seymour, cerrando sus ojos y rezando hacia la armadura—. Despierta de tu temporal letargo. ¡Libera estas pobres almas en pena de su inquebrantable destino!

¡¡No!!

Diana se lanzó contra Seymour para detenerle, pero no recibió una buena respuesta. En las manos del espíritu surgió una daga y se giró hacia la chica con brusquedad, interrumpiendo su postura para rezar. No supo esquivarla a tiempo.

Es hora de devolverle el favor —susurró el espíritu a la mujer.

Diana cayó al suelo. Xefil pudo comprobar que la chica no se encontraba en absoluto bien: la herida no había sido mortal. Seymour había tenido el cuidado de atacar en una zona sin órganos vitales a propósito. Pero la reacción mayor no fue la del aprendiz, sino la de Lyn:

¡¡DIANA!!

La Maestra corrió con una velocidad que jamás había visto ninguno de los presentes y tiró a Kefka al suelo por el camino, ignorando el ataque eléctrico que cargó el payaso. Gabranth intentó detenerla con una barrera, pero fue inútil: Lyn esquivó el hechizo del caballero sin problema.

Pero Seymour fue más rápido. Con una sonrisa tranquila acercó la daga a la armadura, la cual reaccionó del mismo modo que con Xefil: absorbió la sangre y brilló con pura oscuridad. Y fue suficiente.

Lyn cayó al suelo igual que todos los demás, a excepción de Seymour, cuando la caverna helada comenzó a temblar con suma brusquedad. La armadura comenzó a alzarse en el aire, y las almas del lugar reaccionaron dirigiéndose hacia ella, siendo absorbidas al entrar en contacto. Era como un remolino que succionaba las almas perdidas de la gente ya fallecida, sin importarle lo más mínimo sus vidas pasadas.

Y una figura fantasmal comenzó a surgir en la armadura. La carga de oscuridad era tanta que podían ver el espectro de Gárland en ella: un hombre... No, un monstruo negro con cuernos y ojos blancos brillantes. Su grito lleno de frustración y dolor inundó toda la caverna, casi rompiéndoles los tímpanos a todos.

Y cesó de golpe. Descendiendo ágil como un ángel de la muerte venido de los cielos, la armadura posó en el suelo sus pies y se agachó para mantener su puño en él. Su característico casco había regresado a ella, aunque si se fijaban mucho parecía ser más una proyección que un casco real; la ilusión, sin embargo, estaba muy bien lograda.

Lord Gárland...

Tanto Seymour como Gabranth pasaron a arrodillarse ante la armadura. Kefka se quedó extrañado por un momento, pero reaccionó tras unos segundos con el mismo gesto: se arrodilló ante el resurrecto, guardándole respeto.

Gárland se levantó del suelo y sus ojos brillaron con dos llamas oscuras que salían con fuerza del casco. Incluso en la distancia su aura de poder era notable para los aprendices: jamás habían estado frente a un enemigo igual. Para Ragun no era, en absoluto, el mismo aura que cuando se enfrentó a él en el Coliseo. Aquel Gárland era mucho, mucho más poderoso.

Ha pasado mucho tiempo...

Lord Gárland —intervino Gabranth—. El Emperador Mateus ha facilitado su resurrección. Y os otorga un regalo: vuestra asesina, aquí presente.

Gárland dirigió su mirada hacia Lyn, que se levantaba del suelo con pesar. La Maestra invocó su Llave Espada, dispuesta a defenderse de aquel con quien ya se enfrentó en una ocasión. Sin embargo, el guerrero se rió frente a la mujer, extrañando a Gabranth; Lyn sólo le desafió con la mirada.

Ella no es mi asesina. ¿Verdad...?

El guerrero desvió la mirada de la híbrida, dirigiéndose hacia otra persona de la sala. Alguien a quien, pese haber relacionado con el mundo, no lo habían hecho con la situación de Gárland en todo aquello. Quizás la última persona que pensarían.

¿... Diana Thorn?

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Por petición de Zero, ficha de Gabranth:

· Nombre: Gabranth
· Nivel: 28
· VIT: 142/142
· Arma:
Hoja de tormento
· Accesorios:
- Inmunidad a Veneno.
- Resistencia 50% a Luz.
· Características:
- Afín a Nada.
- Juez. Sus ataques consisten en sus sentencias al enemigo, valorando la culpabilidad y los pecados de sus actos.
- Rol protector hacia los demás.
Punto débil:
- ???
Habilidades:
▪ Autoéter [Nvl X]
▪ AutoProtección + [Nvl X]
▪ ???
▪ ???
▪ ???
▪ ???
▪ Sentencia [Nvl 14]
▪ ???
▪ Culpa [Nvl 25]
▪ ???

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Fecha límite: 18 de enero de 2014.
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Re: [Coliseo del Olimpo] El dios caído

Notapor Zee » Vie Ene 17, 2014 8:18 pm

¡Bien! ¡Hecho!

Tras liberar a Diana de sus ataduras usando la luz de mi daga, la guardé rápidamente en el cinturón y volví a aparecer las de mi Llave entre mis manos. Me puse de pie de un salto y lancé un hechizo en dirección a Gabranth, buscando que éste pudiese darme información sobre aquel bruto. Diana igualmente se incorporó en un instante y le gritó una advertencia a Seymour, pero éste hizo caso omiso a las palabras de la joven.

Ofendido, eché a correr hacia el hombre, con las dagas a los lados. En el último momento, di un salto al frente, esperarlo embestirlo. No obstante y para mi sorpresa, pasé a través de él como si se tratara de un espectro, prácticamente cayéndome de cara en el suelo. Rápidamente me di la media vuelta hasta quedar sentado, observando de frente a mi enemigo.

¿Te ofreces voluntario, muchacho? —me desafió entonces Seymour. Y siguiendo órdenes silenciosas, el fantasma de una bestia se materializó frente a mí. Un enorme tigre amarillo, que inmediatamente se lanzó hacia mí. Antes de que pudiese hacer nada, sus afiladas garras se clavaron en mi pecho, dejándome en toda su extensión las profundas marcas de su tarascada. Me quejé con un alarido e intenté retroceder desde mi posición, aunque derribado en el suelo como me encontraba era algo bastante complicado.

Oh, gran guerrero del ciclo eterno —llamó Seymour tras haberse encargado de mí, juntando sus manos y cerrando los ojos en una oración—: Despierta de tu temporal letargo. ¡Libera estas pobres almas en pena de su inquebrantable destino!

¡¡No!!

Fue Diana la siguiente que decidió atacar a Seymour. Sin embargo, el hombre la recibió con una tétrica sorpresa: en sus manos materializó una daga y, en el último momento, justo cuando la joven se hallaba a sólo unos palmos de él, se giró súbitamente hacia ella. La hoja irremediablemente se clavó en el vientre de la joven.

Es hora de devolverle el favor —murmuró Seymour.

Afligida por su herida, Diana cayó al suelo, mientras su vestido blanco comenzaba a empaparse con sangre. Inmediatamente quise ponerme de pie, a la par que la Maestra Lyn echaba a correr en dirección a la chica. Las marcas en mi pecho me escocieron como mil demonios y me obligaron a doblarme del dolor, pero no me rendí y no permití en ningún momento que las rodillas me flaquearan.

Diana...

Pero la gruta comenzó de pronto a temblar a nuestro alrededor, mientras la última gota de sangre en la daga de Seymour salía disparada al interior de la armadura de Gárland. Incapaz de mantener el equilibrio en aquel terremoto, caí de espaldas al suelo. La caverna se agrietaba y se caía a pedazos, a la par que un vórtice de almas comenzaba a formarse alrededor de la más preciada posesión de Gárland.

Con una rapidez increíble, como si ése fuese su único deseo, los espectros se arremolinaron para entrar a la armadura. Y cuando no quedó ni uno, ni una sola luz en aquella cueva, una silueta fantasmal comenzó a materializarse en el interior, esforzándose por volver a la vida. Un demonio negro con afilados cuernos y ojos muertos, brillantes con el mismo color marfil.

El fantasma dejó escapar un terrible grito que resonó y rebotó por toda la caverna, haciéndonos daños en los oídos.

Gárland...

Lord Gárland...

Sus tres sirvientes se arrodillaron, demostrándole la mayor muestra de respeto y servicio que, al menos en mi reino, podía otorgársele a un noble. El hombre, que había terminado también de rodillas en el suelo tras haber finalizado el ritual, se levantó y nos demostró a todos su poder, despidiendo un aura oscura que era casi visible ante nuestros ojos. El velo de un demonio.

Ha pasado mucho tiempo... —sentenció, en una voz gruesa y poco natural.

Lord Gárland —declaró Gabranth, sin levantarse de su posición; empero, señalando a Lyn con su palma abierta—. El Emperador Mateus ha facilitado su resurrección. Y os otorga un regalo: vuestra asesina, aquí presente.

Fue la Maestra Lyn quien hizo ademán de levantarse del suelo. Y lo logró con mucho esfuerzo, materializando también su Llave-Espada. ¿Ella? ¿Ella le había traído muerte a Gárland?Gárland le observó como quien mira a un animal sarnoso, por encima y de reojo, como si verla directamente fuese un gesto mundano y sucio. Luego de ello, el hombre sólo una amplia carcajada.

Ella no es mi asesina. ¿Verdad...?

Lentamente, el guerrero giró su cabeza hacia otro sitio en particular, mientras dejaba que sus palabras hicieran efecto. Y cuando sus ojos se clavaron en los de su verdadera asesina, pronunció su nombre con odio, pero también una pizca de respeto:

¿... Diana Thorn?

Me recorrió un escalofrío. No Lyn, sino Diana... Diana le había traído muerte a Gárland y éste estaba más que dispuesto a vengarse, usando la vida de la joven para traer de vuelta la suya propia. ¿Diana... Diana Thorn había derrotado a aquella bestia, que supuestamente era más poderoso que un dios y había liberado a los titanes en la tierra?

Wow. De alguna manera se había vuelto más bonita.

¿Cuánto más...? —murmuré, mirándome la palma de la mano y preguntándome en silencio cuánta magia me quedaba. Me había transportado una vez y había usado Prisa, y aquellos eran dos de mis hechizos más fatigantes. ¿Me quedaría suficiente energía para uno más?—Puedo beber un Éter si no... —me dije finalmente, convencido de que nada me detendría. Y así sería, si no me quedaban suficientes energías al intentar conjurar el hechizo, bebería del brebaje para reestablecerlas.

Junté mis dos dagas en una sola Llave-Espada, la cual tomé con la mano izquierda. Y con un chasquido más, desaparecí de mi lugar. En un simple parpadeo, volví a aparecerme, pero esta vez a un lado de Diana Thorn y frente a Gárland. Débil como me hallaba, no me importó: aquel hombre no podía tomar la vida de nadie.

Presento mis respetos a Lord Gárland —saludé, completamente sincero y haciendo una leve reverencia, pero no tan amplia como la que solía hacerle a mis Maestros—. Traedor de, eh, Maldad y Dios Caído del Olimpo.

No tenía ni la menor idea de qué decir ni qué hacer. Después de todo, era sencillamente imposible que sólo con aquellas palabras pudiese ganarme el buen ver de aquel demonio.

"Lord Gárland, ¿podría dejarnos ir, por favor? ¿Sin sacrificar a nadie, por favoooooor? Prometemos ser muy buenos, señor Gárland, muy muy buenos, y no entrometernos en su complot para conquistar todos los mundos".

"¡Ohjojojo, qué joven tan dulce y educado! ¡Pero por supuesto, Xefil! ¡Iros en paz, todos, y no os olvidéis de comprarle un souvenir a vuestro Maestro Ronin antes de salir!".


Sí, sonaba perfectamente creíble.

Lo único que se me ocurrió hacer, por más estúpido que fuese, fue rodear a Diana con el brazo derecho y alzar mi Llave-Espada, aunque sin apuntar directamente a Gárland. Incluso aunque estuviese más que superado en número, con mis compañeros en el suelo y los tres sirvientes del demonio a sólo unos pasos de mí. Aquella vez no dije nada: simplemente clavé mi mirada en los ojos del hombre, sus blancos y brillantes ojos muertos.

No hice brillar los míos como acostumbraba. Ni siquiera lo miré con ira o enfado. Sencillamente reflejé en ellos una cosa: determinación.

"No te vas a llevar a nadie; especialmente a Diana. Ni hoy, ni nunca."

Debía ser bastante apropiado que los poderes de Diana estuviesen activos de nuevo, sin duda.
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Re: [Coliseo del Olimpo] El dios caído

Notapor Light » Sab Ene 18, 2014 12:46 pm

Cuánta pregunta. ¿Te atreves a dirigirte a mí así tras tratarme así, chico? Pero te gustará saber que nuestra organización es más benévola de lo que crees. Todos nosotros compartimos algo, una causa común que nos ha reunido.

Mateus no respondió a sus preguntas, aunque de todas formas Light no esperaba que lo hiciera. El líder de los Vilanos Finales esbozó una sonrisa perversa y se sentó en el frío suelo de la caverna con toda la tranquilidad del mundo.

Vosotros, Caballeros. Vosotros sois nuestra causa.

¿Nosotros?

Light se dispuso a contestarle rápidamente, pero se quedó sin palabras en el último momento. Aquella respuesta pilló por sorpresa a Light y no supo cómo reaccionar. ¿La Orden era la principal causa de sus fechorías? El chico intercambió miradas dubitativas con Mei y volvió a observar a quien había pronunciado aquellas palabras llenas de odio. Clavó sus ojos en los de Mateus y se preguntó si realmente estaba hablando en serio.

Gárland... —pronunciaba la joven Mei—. Recuerdo que antes de pelear contra el bruto de Gabranth, supuesto guardaespaldas de este hombre, iban acompañados de un tal Gárland... Un chico rubio con ojos azules y estaba dentro de una armadura enorme...

Ah, nuestro huésped. Necesitábamos a alguien de corazón débil para ser poseído por Gárland —manifestó el líder de los Villanos Finales—. Sí... Nos vino muy bien. Servirá como nuevo cuerpo para Gárland. Será nuestro... Regalo de bienvenida a la organización.

Un chico rubio con ojos azules…

No...

Apretó sus puños y se negó a creerlo. En principio no le había dado demasiada importancia a la descripción dada por Mei, pero cuando escuchó sobre la posesión… únicamente le vino una persona a la cabeza. Inevitablemente, se estremeció ante la idea absurda enunciada por Mateus y se le revolvió el estómago. Estaba claro que se trataba del mismo joven de Ciudad de Paso que había desaparecido con la armadura: Cloud.

¿Cloud, el nuevo cuerpo de Gárland?

De ninguna manera. No podían permitir bajo ningún concepto que condenaran a un inocente.

Era deprimente. ¡Y pensar que todo esto había ocurrido porque Tierra de Partida había planeado utilizar a Gárland como un arma! ¡Tenían que haber destruido aquella armadura, Lyn tenía toda la razón! Si no hubieran enviado ese estúpido correo nada de esto hubiera pasado.

Light seguía y seguiría siendo fiel a Tierra de Partida... pero estaba decepcionado. Y quería desahogarse de algún modo.

Sois unas escorias, y lo pagaréis muy caro —pronunció lleno de cólera. Si Ragun le había humillado de la peor forma, él iba a darle una paliza directamente. El chico se acercó al pálido prisionero y se dispuso a tirarle al suelo, pisarle la cara y hacerle rodar por todo el suelo de los aposentos a patadas; pero no llegó a hacerlo.

Una fuerza natural le detuvo a tiempo. Antes de acercarse al prisionero, se produjo un terremoto que desequilibró a todos los presentes, arrojándoles al suelo. Light se levantó lo más rápido que pudo y dirigió la vista hacia el frente, localizando a un grupo de Sincorazón que se habían materializado allí. El fiel can que acompañaba a Light retrocedió rápidamente y se alejó de aquellas criaturas. No lo dudaría y sacrificaría parte de su vitalidad para seguir utilizando habilidades.

Maldita sea...

Ha comenzado.

¡Mei, retrocede! ¡Gaomon, tú también! ¡Coge a Mateus y colocaos detrás de mí!

Los Sincorazón no hicieron ningún movimiento sospechoso, así que debían tomar la iniciativa. Su mascota asintió y empezó a caminar lentamente hacia el fondo de los aposentos; empujando a Mateus con sus garras extensibles y alejándole de los Sincorazón; y por ende, de la salida. El perro agarraría la cadena que unía las esposas y empezaría a hacer retroceder a Mateus, sin soltarle en ningún momento; incluso le cogería de las piernas y le arrastraría por el suelo si se negaba a retroceder. Light sabía que si empezaban a luchar no podrían vigilar a Mateus: aquel terremoto y aquellos Sincorazón eran los señuelos perfectos para llevar a cabo su huida.

Además, no era el mejor momento para empezar a luchar. Light no podían combatir adecuadamente mientras siguiera aquel terremoto activo, así que de momento se mantendría agachado en el suelo, posicionado entre el grupo de Sincorazón y sus compañeros. Su compañera Mei podría cubrirle desde la retaguardia, aunque…

Aquellas criaturas no parecían dispuestas a arrebatarles sus corazones. De hecho… parecían estar celebrando algo, su comportamiento era de lo más extraño. Sonaba ridículo, pero aquellos primates Sincorazón les ignoraron por completo y se dedicaron a bailotear sin razón alguna, aparentemente (¿Cómo podían danzar y mantenerse de pie con aquel sismo?). El oscuro e intimidante centauro extendió su lanza, señalando hacia un rincón de la habitación, posiblemente al portal invisible.

El chico permanecería en el sitio, en guardia, y sólo atacaría si los Sincorazón hacían el primer movimiento. Para defenderse, ejecutaría Aturdidor contra el centauro y lanzaría una Onda Lunar —a corta distancia preferiblemente, para compensar su mala puntería— contra cualquier primate que se acercara. Su compañero Gaomon no lucharía y se limitaría a agarrar al prisionero; únicamente, y si no quedaba otra, liberaría un Gao-rayo si cualquiera de los aprendices se veía en apuros.

¿Qué ha comenzado? ¿La… resurrección de Gárland? —lanzó la cuestión a Mateus, sin perder de vista a los Sincorazón que celebraban aquella desgracia. Esperaba que sus temores no se cumplieran, por el bien de todos; y en especial, por el bien de Cloud—. No os vais a salir con la vuestra.

>>Y aunque vuelva, conozco a una chica muy poderosa que podrá acabar con él otra vez. Hoy he visto su fuerza… y estoy seguro de que puede hacer todo lo que se proponga —expresó con orgullo, refiriéndose a la Maestra Lyn. El joven no lo dudó y se volvió momentáneamente hacia Mateus, el mismo que había insultado a su Maestra. Ahora era su turno para sonreír de manera descarada—. Ninguno de vosotros le llega a la suela de los zapatos.
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Re: [Coliseo del Olimpo] El dios caído

Notapor Sombra » Sab Ene 18, 2014 9:46 pm

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Los otros se adelantaron a actuar mientras yo permanecí quieto y en guardia contemplando la enorme y pesada armadura.

Sí, Ello era la fuerza que había hecho que atravesara el portal, que por unos momentos mi miedo desapareciera... Pero era imposible que eso durase demasiado.

Gárland era el único enemigo que me había causado tanto terror, tanto que incluso tras vencerlo había sufrido pesadillas...

Aquella especie de temor me hizo sentir un escalofrío, no por el frío que había en aquella cueva helada. Sino por una peligrosa sensación. En todo momento, era como si tuviese el filo de una guadaña bajo mi garganta. Un sentimiento de peligro extremo.

El chico híbrido empezó a luchar contra el payaso que ya no era un prisionero, pero sus ataques fueron repelidos por otro que la armadura de color marrón metálico. Tenían que haberlo matado, ahora era un enemigo más en las filas contrarias y por tanto una nueva guadaña acechando, deslizándose hacia nuestros cuellos y rasgando la carne.

Kefka no dudó en atacar con una magia Hielo que parecía potenciada, por tanto deducí que era una magia "+". Aquel ataque mágico chocó contra la Maestra, que se vio lanzada hacia atrás aunque por suerte pudo reincorporarse en el aire cayendo de pie, lo que hizo que no recibiese ningún daño por una mala caída.

¡¡Detente!! ¡¡No sabes lo que haces!! —gritó entonces Diana haciendo que mirase hacia ella.

A su lado se encontraba Xefil, que la había liberado de sus ataduras. Éramos muchos, aquella era una buena señal.

Teníamos a Lyn la asesina de Gárland, a Diana que probablemente podría hacer mermar la voluntad de luchar de nuestros enemigos varones, el Híbrido que parecía bueno en ataques a distancia y Xefil, que aunque no parecía muy fuerte probablemente era bueno en magia. Si no podíamos ganar, al menos podríamos intentar destruir la armadura, aquella era nuestra prioridad. Tras aquello tendríamos que abrirnos paso para escapar.

El tipo extraño ignoró a la orden de Diana. ¿Acaso su habilidad no estaba funcionando? Era como si su voluntad no pudiese ser doblegada, ¿quizás no era un hombre realmente? No parecía muy masculino pero...

Justo entonces, al ver que el peliblanco rarito no obedeció a Diana Xefil decidió ir por las mañas. Corrió hacia aquel ser y se lanzó con la intención de derribarlo pero ocurrió algo extraño.

El cuerpo de aquella persona era como si estuviese allí, pero no a la vez. Como si fuese aire, imposible de tocar pero que estaba ahí. Como un fantasma.

¿Te ofreces voluntario, muchacho?

Frente al joven de cabello castaño apareció una bestia de pelaje amarillo y con rayas negras recorriendo su cuerpo. Parecía un lobo, pero no sabía que animal era realmente. Una bestia enorme de grandes garras y aspecto peligroso sin duda. ¿Pero de dónde había salido? ¿Era una invocación? ¿Una ilusión?

La criatura dio un zarpazo con sus garras. El pecho de Xefil se abrió lanzando chorros carmesí que salieron de su cuerpo salpicando el suelo, la armadura y todo. El aprendiz cayó al suelo gravemente herido.

Cuando la armadura se vio manchada por aquel líquido rojo esta empezó a reaccionar absorviendo la sangre como si se nutriese de ella.

¿Es que ahora Gárland era un vampiro también?

Diana usó una de sus magias invocando unas zarzas que empezaron a envolver la armadura pero en cuanto parecieron amarrarla unas llamas envolvieron aquellas plantas y provocando que la joven gritase por el dolor, como si lo que sentían las plantas se transmitiesen a la joven semidiosa.

El peliblanco empezó a orar algo en voz baja, inaudible para mí. Parecía completamente sumido en sus rezos.

Despierta de tu temporal letargo. ¡Libera estas pobres almas en pena de su inquebrantable destino!

¡¡No!!

Diana se lanzó de la misma forma que Xefil había hecho hacia aquel peculiar hombre sin éxito y entonces... Sangre. Una daga se había clavado en un costado de la joven haciendo que esta cayese al suelo.

Es hora de devolverle el favor.

¡¡DIANA!!

Lyn corrió a toda velocidad hacia la joven. Probablemente todos reaccionamos sorprendiéndonos ante aquello. En todo caso, me lo habría esperado de Xefil.

La Maestra no dudó en ir de frente tirando al payaso e incluso esquivando el ataque del tipo de la armadura marrón.

El fantasma acercó la daga ensangrentada a la armadura volviendo a abserber la sangre. Un destello negro envolvió todo.

Todos los presentes en aquella caverna helada caímos al suelo cuando se inició un violento terremoto. Me quedé de rodillas utilizando a modo de bastón la llave espada para al menos mantenerme en guardia. El único que no cayó fue el fantasma, que no parecía sujeto a las leyes de la física normales.

Los fantasmas que habían estado flotando por la cueva y que había ignorado hasta aquel momento se dirigieron a la armadura que empezó a levitar siendo absorvidas también. ¿Estaba absorviendo almas para restaurar la suya?

Y en el interior de la armadura una figura empezó a formarse. Oscuridad, la sentía tan poderosa... Aquel era el poder de un Dios.

Un grito lastimero inundó todo el lugar, pero era tan fuerte que sentí como mi equilibrio se desvanecía. Cubrí mis oídos como pude con ambas manos, aunque de poco sirvió contra aquella potencia pulmonar que tenía que tener.

Pero... ¿Y el casco? Me di cuenta pronto que aquella criatura negra con cuernos y ojos blancos no tenía un casco. Más bien parecía una ilusión o algo así. Por suerte, recordaba la imagen de aquel ser muy viva en mi mente, al igual que todo aquel combate que tanto me había marcado.

El ser descendió y posó sus pies en tierra firme, se agachó posando su puño también en el suelo

Lord Gárland...

El fantasma y el de la armadura marrón se arrodillaron ante la armadura cosa que también el payaso hizo tras unos momentos.

Aquel monstruoso ente que había resurgido de los muertos. Un aura mucho más poderosa que la última vez. Consideraba que en aquel momento podría luchar uno a uno contra el Gárland contra el que había luchado en el pasado... Pero contra ese sabía que no tenía ni una oportunidad sin necesidad de Libra.

Simplemente sabía que era extremadamente poderoso.

Nos miró con sus brillantes ojos que parecían dos bolas de fuego que salían del casco. ¿Tanta oscuridad tenía su cuerpo que incluso desbordaba por sus ojos?

Era... Increíble. Pese a que era mi enemigo, tal poder... Lo respetaba en cierto sentido.

Aunque más bien era un intenso miedo lo que en aquel momento sentía.

Mi cuerpo temblaba y me había puesto muy pálido ante la presencia de aquella criatura.

Ha pasado mucho tiempo... —dijo con una voz grave y profunda.

Lord Gárland —habló el otro que llevaba una armadura también—. El Emperador Mateus ha facilitado su resurrección. Y os otorga un regalo: vuestra asesina, aquí presente.

Gárland miró a Lyn, que se levantó invocando su llave espada. Ya había visto luchar antes a Lyn en aquel combate contra Cerbero, pero verla contra un ser como aquel... Estaba intrigado. ¿Quién saldría victorioso?

El monstruoso ser oscuro empezó a reírse.

Ella no es mi asesina. ¿Verdad...? —preguntó.

¿Qué? —dudé.

¿No era su asesina? ¿Qué quería decir? ¿Quién sería tan poderoso como para derrotar a Gárland más que la propia Maestra? Y si se suponía que el asesino se hallaba entre nosotros... No, no era posible que estuviese entre nosotros. Los demás éramos aprendices y lo más cercano a matarle había sido yo el año pasado.

Pero su mirada se dirigió a otra persona. Abrí los ojos como platos ante las palabras que tras unos instantes salieron de la boca de aquel monstruo:

¿... Diana Thorn?

¡Mierda!

Aquellas palabras hicieron que me levantase comprendiendo lo que iba a pasar si no hacía algo en aquel momento. ¿Habían atraído a Diana para matarla? ¿Una venganza?

¡Nyx! —llamé. El animal, sin necesitar más instrucciones lanzó una magia curativa hacia Diana.

Presento mis respetos a Lord Gárland —habló Xefil.

¿Pero este no estaba muerto?

Traedor de, eh, Maldad y Dios Caído del Olimpo —su forma de actuar me repugnó. ¿Estaba acaso cediendo a convertirse en su esclavo después de todo lo que había hecho?

Fruncí el ceño. Era molesto, demasiado.

Tu... —miré a Gárland con odio. A pesar de estar asustado, a pesar de temblar cual flan me levanté—. ¿Que tal por el mundo de los muertos, Gárland? ¿Mucho sol? Se te ve moreno —pregunté con sarcasmo, al fin y al cabo, si Diana había sido su asesina yo de forma indirecta, que había impedido su regreso el año pasado era su cómplice.

Probablemente también querría vengarse de mí.

Y a pesar de que el sentimiento de miedo era mayor en aquel momento que el falso amor que Diana hacía que sintiese quería protegerla. Quería que no la dañaran más.

Gárland. ¿Y tu casco? —pregunté de pronto. Si no me hubiese enfrentado a él en el pasado jamás me habría dado cuenta de que aquello era solo una copia barata.

Se suponía que sin él no podía regresar, ¿no? Eso había dicho Kazuki. Que el Alma se concentraba sobretodo en la zona del cerebro y por tanto sin él sería imposible que reviviese. Entonces... ¿Por qué había vuelto? ¿Acaso se equivocaba?

Mejor dicho... El casco, lo recordaba. Aquel inocente había sido controlado por el casco que contenía los pensamientos de Gárland, su alma. También su armadura debía estar imbuida de su esencia, pero no de tal forma... Durante la lucha, la armadura había estado completa, pero cuando había vuelto a ver el cuerpo junto al Maestro del inocente este había desaparecido...

Lo que quería decir una cosa. Alguien lo había tomado. ¿Quién? No lo sabía, pero eso podía significar que tal vez tuviésemos aún una oportunidad de vencer. Tal vez Gárland no podía utilizar sus poderes al máximo o quizás no podría mantenerse en aquella forma mucho tiempo.

Yo...

Tengo que proteger a Diana


Gárland, enfrentate a mí —solicité sin saber lo que decía. Debía de haberme vuelto loco por hacer esa petición. Era una maldita sentencia de muerte—. Esta vez seremos solo tu y yo.

Eché una ojeada a Lyn "llevate a Diana mientras gano tiempo" quise decir sin palabras.

Ello pareció revolver mis pensamientos tratando de hacerse con el control de mi cuerpo. Parecía como si quisiese utilizar sus propios poderes para estar igualados pero no. No era eso lo que quería. No estaba dudando en aquel momento.

Apunté con mi llave espada hacia el ser de la armadura.

Electro.

En cuanto la magia saliese hacia el poderoso ser trataría de esquivar sus ataques ya que dudaba que pudiese bloquear tan solo uno de sus ataques con la espada o cualquier ataque mágico. Gárland era demasiado fuerte.

Nyx también evitaría los ataques, pero no interferiría salvo para curarme en caso de necesidad extrema o que mi vida empezase a peligrar.
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Re: [Coliseo del Olimpo] El dios caído

Notapor A Nerd Girl » Dom Ene 19, 2014 1:30 am

Cuánta pregunta. ¿Te atreves a dirigirte a mí así tras tratarme así, chico? Pero te gustará saber que nuestra organización es más benévola de lo que crees. Todos nosotros compartimos algo, una causa común que nos ha reunido.

Parecía que el hombre no quería decir nada al respecto, estaba evadiendo las preguntas y buscando como incitarnos a distraernos para irse o para que hagamos el estúpido como Ragun quizá para jugar con nuestra paciencia y logre como huir o quizá solo por jugar con nosotros y no soltar ni prenda sobre el asunto. Al fin al cabo solo quería demostrar su autoestima y como no ibamos a lograr sacar ni media palabra útil de él.

Vosotros, Caballeros. Vosotros sois nuestra causa.

Que halago, ahora además de los de Bastión Hueco y nuestros problemas internos tendremos que soportar a una panda que quiere pelear. A saber si es cierto o solo quieren hacernos dudar...

Mientes...— murmuré mientras miraba a otro lado, observaba por donde creía recordar que estaba el portal.

¿En verdad tendremos que esperar a que vayan a buscar a esa persona? ¿En verdad éste señor nos soltaría todo? Lo dudaba, nosotros no mostramos tanta fuerza como Lyn y los maestros... Deberíamos ser como un chiste contra ellos, si su guardaespaldas Gabranth casi me dejó al borde de la muerte quizá él sea peor... Quizá nos esté viendo como unos simples niños que solo están montando la guardia. Si no fuera por que estaba así quizá nos hubiera matado y se hubiese ido con los suyos.

Gárland... —fue cuando hablé sobre Gárland—. Recuerdo que antes de pelear contra el bruto de Gabranth, supuesto guardaespaldas de este hombre, iban acompañados de un tal Gárland... Un chico rubio con ojos azules y estaba dentro de una armadura enorme...

Ah, nuestro huésped. Necesitábamos a alguien de corazón débil para ser poseído por Gárland —¿Un corazón débil?—. Sí... Nos vino muy bien. Servirá como nuevo cuerpo para Gárland. Será nuestro... Regalo de bienvenida a la organización.

No...

¿Un corazón débil? ¿Huésped?

No entendía a que venía esto, pero tampoco sabía quien era Gárland. Menos aún que estaban haciendo ellos y la Maestra y Ragun en este mundo... Me arrepentí de no haberme ido antes, en verdad debí haberme ido antes y cuando pude... Así no hubiera sido golpeada por ese hombre ese bruto, ni estaría ahora aquí sino durmiendo en una plácida cama.... En verdad a pesar de que me golpeara me hubiera dormido de golpe en la cama de esa casa abandonada con tal de escapar un segundo de ese infierno.

Sois unas escorias, y lo pagaréis muy caro —manifestó con toda su rabia...

Le miré estaba por tratar de acercarme a pararlo, me veía venir que en verdad quería que volviésemos a quedar fatal como hizo con Ragun y Light parecía con ganas de partirle la cara o hasta de dejarlo inconsciente. Entiendo que es un poco... molesto pero no deberíamos estar al borde de golpearlo. Así no se arregla todo...
Pero el lugar tembló, Light trató de levantarse al caer cuando iba a por El Emperador. Yo me caí de golpe pero me sentí aliviada de no haberme roto un hueso o hubiese hecho algo.

¡Auch!¿Qué pasa aquí?

Miré a Light que parecía observar algo.. Entonces vi a los sincorazón. Uno de ellos lo reconocía del día que conocí a Lyn... A pesar de darme mala espina y de casi matar a todos los hunos (aunque creo que el matón de su jefe logró plantarles cara) y otros eran similares a los simios... Unos monos raros que se pusieron a bailar de repente. ¿Acaso era tiempo de bailar?

Maldita sea...

Ha comenzado.

¡Mei, retrocede! ¡Gaomon, tú también! ¡Coge a Mateus y colocaos detrás de mí!

Hice caso a su mandato, retrocedí sin dudarlo y saqué la pistola para poder estar cubriendo sus espaldas... Ahora salen tres, quizá la razón de por qué no había ni uno es que esperaban lo que sea que estuviera comenzando... Algo muy malo iba a pasar si no hacíamos algo. Observé como los seres oscuros parecían alabar a alguien e incluso el grande señalaba aparentemente el lugar del portal.

No parecían habernos prestado atención, o más bien nos...

¿Nos están ignorando?

Si algo se atrevía a atacar por las espaldas de Light lo dispararía sin más demora. Claramente si no pasaba nada y no veía que el hombre aprovechase para escapar no me quedaría más que apuntar a los sincorazón y a Mateus para evitar sorpresas.

¿Qué ha comenzado? ¿La… resurrección de Gárland? —Light preguntó de la nada, buscaba respuestas en este ambienta tan tenso—. No os vais a salir con la vuestra.

>>Y aunque vuelva, conozco a una chica muy poderosa que podrá acabar con él otra vez. Hoy he visto su fuerza… y estoy seguro de que puede hacer todo lo que se proponga —¿Quién? La unica mujer que estaba hoy era... ¿Lyn? ¿Ella derrotó a a aquel llamado Gárland?—. Ninguno de vosotros le llega a la suela de los zapatos.

Sonreí a ese comentario, estaba claro que ella era fuerte, lograría evitar esto a toda costa y de paso los detendría a todos. Debía ser así, no podemos creer más que en ella por que ella es fuerte y a pesar de todo es mi Maestra...
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Re: [Coliseo del Olimpo] El dios caído

Notapor RedXIII » Dom Ene 19, 2014 5:05 am

Xefil cayó, había sido abatido por una bestia que clavó sus garras en el, derramando con brusquedad su sangre hacia al armadura vacía que había en la sala, su brillo, su espeluznante y a la vez bonito esplendor solo podía significar el inicio de más problemas ¿Era una broma? Xefil malherido, los Villanos finales reunidos y encima no les había conseguido ni rozar, era como una pesadilla, solo que no podía despertar.

Oh, gran guerrero del ciclo eterno, despierta de tu temporal letargo. ¡Libera estas pobres almas en pena de su inquebrantable destino!

¡¡No!!

La chica que acompañó al maleducado aprendiz de Bastión Hueco fue bruscamente atacada en su intento por detener al espíritu rastrero.

Es hora de devolverle el favor

¡¡DIANA!!

Kefka fue empujado, cayendo hacia el suelo bruscamente por la maestra Lyn, que corría imparable hacia Diana, pero no sirvió de nada. La armadura que tanto parecía temer todo el mundo se levantó y junto a ella las almas del lugar que parecían entrar en ella, formando una extraña figura en ella, acompañado de un perturbador y ensordecedor grito.

¿Un Obake dentro de un Tsukumogami? — Se preguntó a si mismo ¿Aquello era lo que habían temido tanto, un ser capaz de dormir en su armadura y ser invocado cuando lo desearan? Sin duda era imponente, a Hiro se le pusieron los pelos de punta.

Lord Gárland...

Era, posiblemente, el enemigo más poderoso que se había encontrado, casi se podía tocar la oscuridad que salía de el, tanto que ya ni prestaban atención a los aprendices, se centraron única y exclusivamente en la maestra y la otra chica.

Ella no es mi asesina. ¿Verdad...?

¿... Diana Thorn?

Hiro no entendía absolutamente nada de lo que hablaban, ni de los comentarios de sus compañeros, ni siquiera aun sabía cual era su verdadera misión en el lugar, aunque el se había autoimpuesto la obligación de traer de nuevo a Kefka desde buen principio ya sabía que aquel bufón era prácticamente una molestia más que un guía, a nadie le había interesado más que al propio aprendiz.

Mientras todo el mundo ponía su atención sobre Diana y los aprendices hablaban de sus cosas, Hiro lo aprovechó, junto a su Moguri, y se fue corriendo hacia Lyn, estampando su mano en la espalda de la maestra, indignado, y ofreciéndole una poción.

Esto por no hacer caso al quejica de antes — Acto seguido se intentó pegar a su espalda —Y esto es por haberme llevado a cuestas. Aunque por culpa de tú decisión de traer a Kefka haya escapado, te ayudaré en todo lo que pueda — Se preparó junto a su Moguri, dispuestos a hacer lo que la maestra quisiera en aquel momento, si no decía nada se dedicaría a disparar a cualquier enemigo que se acercara a su maestra o a el y MoguDer se dedicaría a frenar a cualquier enemigo que se aproximara.
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