[La Cité des Cloches] No quedará ni uno

Trama de Hana, Sorkas y Ban

La aparición del bando de Bastión Hueco ha colocado a la Orden de los Caballeros de la Llave Espada en una tensión creciente difícil de remediar. ¿Llegarán a enfrentarse ambos bandos en conflicto, o será posible la paz?

Moderadores: Suzume Mizuno, Astro, Sombra

Re: [La Cité des Cloches] No quedará ni uno

Notapor Suzume Mizuno » Dom Oct 27, 2013 2:18 am

El joven asintió ante las palabras de los dos extranjeros e inclinó ligeramente la cabeza, para luego volver a prestar atención al teatrillo.

Mientras los dos aprendices decidían qué hacer, una estrecha tartana oscura, reforzada y de aspecto amenazante, llegó al galope tirada por un caballo inmenso. Cuando el conductor tiró de las riendas y se detuvo cerca de los soldados, el silencio cayó a plomo sobre la plaza. Todas las miradas se clavaron en esa misma dirección. Incluso los niños sintieron que estaba pasando algo malo y dejaron de exigir una nueva función.

—El juez Frollo… —un murmullo de temor recorrió las bocas de los parisinos.

Una puerta se abrió y uno de los soldados comenzó a hablar con una figura fantasmal, de la cual no se llegó a vislumbrar más que el perfil, pues no salió de la oscuridad del interior de la tartana.

Las madres empezaron a tirar de las manos de sus niños y en cuestión de un minuto, los alrededores del puesto habían quedado completamente desiertos.

En ese momento salió de la parte trasera del puesto un gitano joven y lanzó algo rojo contra la tartana. Parecía que había pretendido acertar al hombre que viajaba dentro, pero falló por unos centímetros y el tomate reventó en el borde de la puerta.

Todo el mundo contuvo el aliento.

—Oh, Dios mío… —susurró alguien, santiguándose—. ¡Ha atacado al juez Frollo!

—Están muertos.

Un niño rompió a llorar.

Bruscamente, una mano esquelética surgió de la oscuridad y se ladró una orden.

Luego cerraron bruscamente la puerta y la tartana se acercó peligrosamente hacia donde estaban Sorkas y Hana pero, por suerte, pasó de largo. En ese momento los soldados desenvainaron las espadas y, entre los chillidos de los ciudadanos, se lanzaron contra el teatro, del que salieron a todo correr tres gitanos: el de la máscara, el joven que había lanzado el tomate, y un tercero al que no tuvieron tiempo de ver bien antes de que dos soldados lo sepultaran bajo sus cuerpos y arremetieran a patadas y puñetazos contra él. Un grupo de personas chocó violentamente con la pareja de aprendices, que estaban muy cerca todavía de la calle principal y, por tanto, en medio del camino al que se dirigiría la estampida.

El de la máscara salió corriendo a toda velocidad y el otro muchacho se arrojó contra la multitud que, horrorizada, se abrió para dejarle pasar, con tal mala suerte que tropezó con Sorkas y ambos cayeron hechos un amasijo de brazos y piernas.

¡Quítate de encima! —gritó el gitano, arreándole un codazo en la mandíbula.

A Hana, en caso de que hubiera tenido intención de ayudarlo, la arrastraron hacia atrás pues la gente huía aterrorizada ante cinco guardias que se abalanzaban sobre ambos chicos. Finalmente la empujaron contra una pared y desde allí pudo ver cómo el joven que se había dirigido antes a ellos se calaba la capa y echaba a caminar con rapidez… en pos de la tartana, que se había marchado por donde Sorkas y Hana habían venido. La tartana del juez Frollo.

Por otra parte, el gitano consiguió levantarse, pero los soldados ya estaban casi encima de ellos y soltó una maldición mientras extraía un puñal de su ropa. Parecía ridículo al lado de las enormes espadas de los atacantes. Aun así no se arredró e, ignorando a Sorkas, esbozó una sonrisa de desafío:

¿Os sentía valientes siendo cinco contra uno? ¡Qué grandes caballeros cristianos!

—Cierra la boca, gitano, y entrégate. Así no te haremos daño.

El chico miró hacia donde había estado su compañero. Los soldados parecían haber acabado con él y no quedaba más que un bulto inmóvil en el suelo. Apretó las mandíbulas con rabia.

El tiempo apremiaba a ambos aprendices. Hicieran lo que hicieran… Tenían que hacerlo ya.

Spoiler: Mostrar
Fecha límite: jueves 31
Imagen

¡Gracias por las firmas, Sally!


Awards~

Imagen

Imagen

Imagen

Imagen

Imagen
Avatar de Usuario
Suzume Mizuno
63. Komory Bat
63. Komory Bat
 
Mensajes: 1883
Registrado: Vie Mar 02, 2012 9:52 pm
Dinero: 1,462,577.72
Sexo: Femenino
Karma: 6

Re: [La Cité des Cloches] No quedará ni uno

Notapor Sorkas » Mié Oct 30, 2013 5:36 pm

No me importa ir ―respondió de mala gana―. Pero ahora no. Primero, quiero ver qué es lo que sucede. Alejémonos del teatro y miremos qué ocurre desde la distancia. Si nos vemos involucrados, podemos refugiarnos en Notre Dame o ir a tu Palacio de Justicia. Si suelen estar en ambos sitios, lo lógico sería que elimináramos a ambos y... Esto es una tontería. Encontraremos a los sincorazón, acabaremos con ellos y luego, ¿qué? Nosotros nos iremos, aparecerán más y seguirán ahorcando gitanos.

Me rasqué la barbilla de nuevo ante el dilema que teníamos. No le faltaba ni pizca de razón a lo que decía, no solucionábamos nada eliminando un Sincorazón tras otro. Y quedaba por ver si eso de eliminar Sincorazones sin parar íbamos a poder hacerlo nosotros dos solos…

Tienes razón ―correspondí―. Deberíamos encontrar a quién esté invocándolos. No tenemos ninguna pista sobre quienes pueden ser, pero me atrevería a decir que no es alguien de este mundo por lo que debería destacar igual que nosotros.

No era mucho pero quizá podíamos empezar por ahí. Sin embargo, el destino no quería qué tuviésemos ningún tiempo para concentrarnos pues los acontecimientos en la plaza se sucedían sin ningún control.

De repente, la plaza se había quedado en completo silencio. Un extraño carruaje había llegado y se había detenido cerca de los soldados. A juzgar por los murmullos de la gente, era el transporte del tal Juez Frollo. Mientras los soldados hablaban con alguien del interior del vehículo, la gente reaccionó huyendo de la plaza con cierto nerviosismo palpable.

Sin embargo, y para mi sorpresa, uno de los gitanos se enfrentó al carruaje y lanzó un “¿Tomate…? Está completamente loco”. No hacía falta ser un lumbreras para deducir las consecuencias de tal gesto. Por supuesto, la gente de los alrededores había llegado a la misma conclusión que yo.

El carruaje, raudo, se encaminó hacia nuestra dirección. “Pero qué narices…” ¿Nos habían descubierto otra vez? ¿Las ropas nos habían jugado otra mala pasada? ¿Era todo culpa de mi mochila? El caso era qué sin ninguna duda se dirigía hacia nosotros. Rápidamente me llevé mi mano izquierda a la espalda preparado para invocar mi Llave Espada. Pero pasó de largo. El vehículo pasó de largo dejando mi corazón a toda pastilla y un sudor frío recorriéndome la cara.

Debido a esto, no me di cuenta que, mientras tanto, los soldados se habían lanzado al ataque contra el simpático teatrillo del que salían varios gitanos. La gente ahora huía en estampida, chocando repetidamente contra nosotros. Además, el gitano que había arrojado el tomate, corría justo a nuestro encuentro y, esta vez sí, interceptó conmigo acabando ambos en el suelo.

¡Quítate de encima!

Sin todavía darme cuenta de mi situación, noté como algo, seguramente su puño, impactaba en mi mandíbula. Por un leve instante comprendí todo el odio hacia los gitanos.

Me levanté a la vez que el gitano mientras comprobaba como los soldados clavaban sus miradas y apuntaban con sus espadas al gitano. El gitano en contraposición sacó un pequeño cuchillo que no le iba a servir de nada.

Al parecer ya habían acabado con el otro gitano que habían atrapado y ahora le tocaba el turno a este. Preocupado e impactado, busqué con la mirada a Hana. En mi cara, seguramente, se plasmaban las ganas que tenía de intervenir y patear a aquellos soldados. Mis puños se cerraban con fuerza provocándome un leve corte por las uñas que me auto clavaba. Es que, ¡le iban a matar por una obra de marionetas!, bueno también estaba lo del tomate, pero aun así…

Lo más importante era la misión, no debíamos interferir en el mundo, y los Sincorazones no habían hecho acto de presencia. Tragué la rabia contenida. Volví a tragar la rabia que no había entrado antes y me eché a un lado intentando confundirme con la gente y pasar desapercibido y juntarme con mi compañera para decidir qué hacer ahora.
Avatar de Usuario
Sorkas
12. Neosombra
12. Neosombra
 
Mensajes: 332
Registrado: Lun Jul 23, 2012 4:05 pm
Dinero: 500,001.02
Banco: 0.00
Ubicación: Poniente
Sexo: Masculino
Karma: 3

Re: [La Cité des Cloches] No quedará ni uno

Notapor Nell » Jue Oct 31, 2013 3:17 am

En realidad, Hana no pensaba en buscar al autor de la aparición de los sincorazón, por lo que el comentario de Sorkas la sorprendió. La imagen mental que tenía de las criaturas era la de unos seres libres, idiotas, que vagaban por su cuenta. Pocas veces las asociaba con alguien detrás moviendo con precisión sus hilos. De hecho, tenía bastante sentido enfocar así su plan de acción.

Y su razonamiento, cuanto menos, era lógico.

Sí. La pena es que nosotros no sabemos diferenciar entre lugareños y extranjeros. En cambio, la gente parece darse cuenta muy… ―cayó en la cuenta, tarde―. Deberíamos preguntarle al tipo ese. Él seguramente lo pudiera saber, de ser así. Si ha visto a otra persona que le llamara la atención, podría…

Sin embargo, de nuevo volvió a interrumpirse, porque la obra dio comienzo. Y no la del teatrillo, precisamente. Una tartana apareció en la plaza, hasta situarse a la altura del espectáculo y al pasar hacía acallar milagrosamente toda la plaza. El pequeño ambiente que se formaba alrededor de los corrillos se había extendido total y rápidamente por la plaza.

Alguien salió de él, pero Hana no alcanzó a verlo. No lo necesitó, porque el atrevimiento de un joven gitano que intentó impactarle con un tomate fue suficiente para que se desvaneciera toda esa curiosidad. ¡Qué atrevido! Incluso Hana se quedó muda. No obstante, si se llevó una mano a la boca fue para contener la sonrisa, puesto que le gustaban aquel tipo de sublevaciones. Nunca había sido gran amiga de los altos cargos.

Pero, como no era de extrañar, el pánico se adueñó de toda la plaza. El hombre misterioso dio una orden, subió de nuevo a la tartana y se marchó de allí, pasando al lado de ambos aprendices. Hana giró la cabeza con la intención de captar la cara del juez Frollo, sin embargo, no fue capaz ni de verle el cogote.

Por otro lado, el caos comenzó. Los soldados, siguiendo la orden del mandamás, desmontando el teatro y arremetiendo contra los tres gitanos que salieron de él. Mientras la gente huía en tropel en todas las direcciones, con tan mala ubicación por parte de Hana y Sorkas de estar en medio y llevarse un par de empujones; los guardias consiguieron coger a uno y molerle a palos.

Otro, en cambio, se vio con tan mala suerte de chocar con Sorkas y quedar bajo él, desesperado por huir, e incluso pegándole un codazo. Hana quiso ayudarlo, más que nada a que ambos chicos se separaran y a empujar al gitano en su huida, pero el gentío la arrastró lejos y vio, impotente, cómo cinco guardias se acercaban hacia ellos.

Sorkas y el gitano habían quedado acorralados. Probablemente no tocarían a Sorkas si éste no acudía en la ayuda del gitano, como decía la mirada que había cruzado con Hana, los guardias no se fijarían en él. Entonces, todo tendría que ser mucho más sencillo, ¿no? El gitano se había buscado su propia muerte. No es que se la mereciera, pero él había sabido bien a lo que se arriesgaba. Y si así debía ser su final, ¿por qué la conciencia de Hana no dejaba de maltratarla con remordimientos? ¿Qué diferencia había entre esa muerte y otras muchas que había presenciado?

Además, a Hana no le pasó inadvertido cómo el hombre de antes también elegía su propio camino: en pos de la tartana. Y si el pequeño plano que tenía de la ciudad en su cabeza le cuadraba a Hana, se dirigía hacia el Palacio de Justicia.

Tenía que tomar una decisión. Y en cuestión de segundos.

«Cierra la boca, gitano, y entrégate. Así no te haremos daño».

Mierda… ―masculló Hana. Cualquiera que la oyera sabía que el vocablo era impropio de una señorita.

¿Cómo no iban a hacerle daño? Lo torturarían hasta la muerte para que revelara el secreto de los demonios y la ubicación del resto de su familia. Probablemente el gitano también lo sabía. Y, si era listo, se dejaría matar antes de entregarse.

Primero, hizo gestos a Sorkas, señalando la calle por la que se había perdido la tartana. Ya desde el principio había dejado claro que recelaba del Palacio de Justicia, y esperaba que el muchacho lo recordase, porque la sensación no había cambiado. Y sabía que era importante no dejarlo pasar, por dos motivos: porque el Palacio era uno de los puntos clave en la aparición de los sincorazón y por ser el rumbo del hombre con el que habían hablado.

Si querían encontrar al autor, primero debían dar con los sincorazón. Ir a los dos posibles sitios juntos les restaría campo de acción, por lo que lo mejor era separarse. Y una vez dieran con las criaturas, podrían investigar la fuente.

Seguramente Sorkas pensara que lo mejor, por la ubicación, es que Hana se hubiera tragado el recelo y hubiese ido ella misma. Sin embargo, algo la retenía en la plaza mucho más que el misterio entorno al hombre. Y era el gitano. El mismo a quien Hana sabía que sólo le esperaba la muerte, y por no ser ajen al tema, poco le debería importar una más o una menos.

Aun así, quería ayudarlo. Como ya había supuesto antes, debía tener un día melancólico, porque no paraba de rememorar hechos del pasado que, hasta entonces, creía tener muy profundamente enterrados. Y al parecer no era así.

Como excusa, más tarde, diría que odiaba que la “justicia” se saliera con la suya. Lo cual era también cierto.

Se llevó una mano a la espalda e hizo un gesto de agarre, ejecutando un reciente hechizo aprendido, Magneto, cuya efectividad aún estaba por comprobar; al soldado más cercano del chico. Si no afectaba al guardia, intentaría aplicarlo a su arma o a todo lo que pudiera mover con tan bajo nivel. Quería causar impacto. Invocar aquella magia contra la que tanto recelaban. Le echarían las culpas al gitano, sí, pero, ¿acaso no era mejor que le temieran a que le mataran? ¿Y si existía la posibilidad de que, en vez de asustarse y atacar, los soldados temblaran ante los demonios y él pudiera escapar? Cualquier cosa era mejor que quedarse quiera, y más a semejante distancia, la cual no podría solventar a tiempo para salvarle.

Debido a la magia, aquello que consiguiera atraer iría volando directamente hacia ella. Si la masa de personas no lo paraba, Hana lo desactivaría a tiempo para apartarse y ver cómo se estampaba contra la pared, aprovechando que la tenía detrás. Y, por supuesto, en todo momento se haría la sorprendida y asustada. De ningún modo podían relacionarla con el incidente, o toda la investigación se iría al traste.

Ni siquiera sabía si conseguiría salvarle o no. Pero quería hacer algo. Intentarlo. Que años más tarde, cuando lo recordase, no hubiera remordimientos.

Spoiler: Mostrar
▪ Magneto (HM) [Nivel 6] [Requiere Poder Mágico: 8]. El usuario es capaz de atraer a enemigos de poco peso mediante una fuerza magnética.
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Awards 2010-2011, 2012, 2013, 2014 y 2015
Spoiler: Mostrar
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
ImagenImagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen

¡Gracias a todos los que votasteis!
Avatar de Usuario
Nell
161. Kairixula
161. Kairixula
The Unknowns
 
Mensajes: 6373
Registrado: Jue Dic 17, 2009 10:18 pm
Dinero: 19.43
Banco: 48,402.75
Ubicación: Intentando desengancharme de la Lotería ;_;
Sexo: Femenino
Estantería de objetos
Karma: 65

Re: [La Cité des Cloches] No quedará ni uno

Notapor Suzume Mizuno » Dom Nov 03, 2013 2:25 am

El muchacho ignoró a Sorkas, quizá se esperaba una acción así por parte de un parisino. Seguramente desde el principio había sabido que nadie lo ayudaría. De modo que enfrentó con seriedad a sus enemigos, intentando abarcarlos a todos, no perderlos de vista…

Entonces, la espada de uno de los soldados le fue arrancada de la mano. Fue un movimiento brusco, inesperado, y el hombre lanzó un grito de indignación, intentando alcanzar el arma. Creía que algún estúpido ciudadano se había atrevido a arrebatársela. Sin embargo, ante los espantados ojos de sus compañeros, la espada salió dando vueltas de campana. A pesar de los gritos, Sorkas pudo escucharla cortar el aire con un agudo silbido cuando se abalanzó sobre él. El viento le sacudió el cabello cuando la hoja pasó a unos escasos centímetros de su cara.

Con un reflejo sangriento, la espada impactó. Alguien dio un grito ahogado, que se perdió en medio del caos general.

Luego, un hombre se desplomó en el suelo, atravesado de parte en parte por la espada, a los pies de Sorkas, haciéndole caer de bruces.

Ninguno de los guardias reaccionaba, ni tampoco el gitano, que tenía los ojos abiertos como platos.

—¡¡Papá!! —chilló una muchacha, cayendo de rodillas al lado del cadáver. En medio de la confusión, la gente no se detuvo ni intentó evitar a la joven y a Sorkas, sino que pasaron por encima de ellos, pisoteándolos.

Sorkas pudo oír gritar a la chica de dolor. ¡Si no salían de ahí, acabarían muy mal los dos!

En ese momento, el gitano se arrojó sobre el guardia desarmado, le clavó el puñal en el cuello y antes de esperar a comprobar si había terminado con su vida echó a correr con todas sus fuerzas a través de la plaza… Rumbo a la catedral.

—¡No, no llegarás! —gritó uno de los soldados, echando a correr tras él.

—¡Hijo de puta, no te acogerás a sagrado!

Tres soldados corrían detrás del gitano, uno había caído y el quinto se arrodillaba sobre este, balbuciendo, incapaz de creer que su compañero estuviera muerto.

Hana sintió que alguien chocaba contra ella y vio que una hermosa joven se echaba una capucha hacia atrás, dejando a la vista una mata de cabello negro y unos ojos de un profundo verde. Tenía el rostro contraído en una mueca de horror.

Pero Zaccharie, ¡qué has hecho…!

Echó entonces a correr, arrancó al soldado que quedaba en pie junto a su amigo su sombrero metálico y lo arrojó, con extraordinaria puntería, contra la nuca de uno de los tres hombres que perseguían al gitano. Y lo derribó.

Pero uno de los dos restantes hizo un placaje al muchacho y consiguió derribarlo.

¡Djali, conmigo!

Hana vería salir de entre la multitud, que por fin empezaba despistarse, una cabra —sí, una cabra— blanca que echó a correr en pos de la gitana. Ésta se abalanzó por detrás sobre el más robusto de los soldados y trató de cegarlo con su capa. ¡Pero no parecía que fuera a ser suficiente!

Como si todo no fuera ya confuso, se acercaban a todo correr más soldados, aunque sólo eran cuatro y todavía estaban lejos…

Quizás si conseguían deshacerse de aquellos dos soldados, podrían ponerse a salvo en la catedral. Pero era peligroso.

Spoiler: Mostrar
Fecha límite: viernes 8
Imagen

¡Gracias por las firmas, Sally!


Awards~

Imagen

Imagen

Imagen

Imagen

Imagen
Avatar de Usuario
Suzume Mizuno
63. Komory Bat
63. Komory Bat
 
Mensajes: 1883
Registrado: Vie Mar 02, 2012 9:52 pm
Dinero: 1,462,577.72
Sexo: Femenino
Karma: 6

Re: [La Cité des Cloches] No quedará ni uno

Notapor Sorkas » Vie Nov 08, 2013 12:15 am

Aun todavía pensaba que debía haber hecho algo para ayudar al gitano. Sin embargo, no me dio tiempo a alcanzar a mi compañera, pues un sobresalto generalizado hizo que volviese a atender a la pequeña batalla entre el soldado y el gitano.

Una cara de asombro se me quedó al igual que al resto de la gente al ver la espada del soldado volando sin razón por el aire. Girando sobre sí misma, pasó rozándome la cara hasta que el silbido característico de un objeto cortando el aire se detuvo y dio paso a otro sonido mucho más desagradable. El impacto contra las carnes y el grito de un hombre. Me giré sabiendo perfectamente lo que iba a ver, un hombre desplomado y desangrándose que podía haber sido yo.

Un amago de vomito que logré contener me sobrevino. El sabor de vomito me acompañó durante bastante tiempo, pero no había tiempo para lamentos o para sentir asco.

La espada había sido movida por magia, o sea, que o había sido mi compañera u otra persona que sabía magia. Y a juzgar por el asombro del gitano, él ni nadie que conozca habían sido.

En ese momento, una muchacha que parecía ser la hija del hombre abatido se abalanzó sobre el ya cadáver. Para su mayor desgracia, la gente no se quedó quieta y comenzó una estampida que la iba a aplastar. Rápidamente reaccioné agarrando a la chica y sacándola de allí a algún lugar seguro.

Deberías irte a casa rápidamente. —le dije sin prestar mucha atención.

Mientras tanto, el gitano había matado al soldado desarmado gracias a la confusión y huía hacia la catedral, como si fuese el único lugar en el que podría estar a salvo. Detrás de él le perseguían tres soldados. Sin embargo, uno de ellos fue derribado por un casco. Extrañado por las cosas tan raras que se daban en este mundo vi como una chica, gitana suponía, estaba ayudando a escapar a su compañero. Para rematar la situación, una cabra salió también en ayuda del bando gitano.

Tal vez esto fue ya demasiado para mí. Nada tenía sentido. Realmente cada mundo era completamente diferente.
Pero esta vez no me iba a quedar quieto y sin hacer nada. Tenía que ayudar a esos gitanos a llegar a la catedral, y supongo que también a la cabra. Varios soldados se acercaban corriendo para ayudar a los que ya estaban en plena acción.

Corriendo, recogí el casco metálico que ya había sido utilizado como proyectil una vez y lo lancé contra uno de los soldados para al menos ganar algo de tiempo. Si lograba distraerles el tiempo necesario, correría también dirección al interior de la catedral. Al parecer era verdad que allí dentro estaríamos a salvo.

Tampoco quería sacar la Llave Espada o lanzar una bola de fuego, no fuese a ser que los gitanos desconfiasen de mí también, pero si los soldados se acercaban lo suficiente como para peligrar mi situación, no dudaría en atacar con la Llave Espada.
Avatar de Usuario
Sorkas
12. Neosombra
12. Neosombra
 
Mensajes: 332
Registrado: Lun Jul 23, 2012 4:05 pm
Dinero: 500,001.02
Banco: 0.00
Ubicación: Poniente
Sexo: Masculino
Karma: 3

Re: [La Cité des Cloches] No quedará ni uno

Notapor Nell » Sab Nov 09, 2013 1:54 am

La magia de Hana no era suficiente para llevarse por delante a ninguno de los guardias, pero en su lugar le arrebató la espada a uno y ésta voló, rauda y feroz, entre la masa de gente y pasando a escasos centímetros de su propio compañero. Y alcanzó un blanco. Alguien cayó al suelo, atravesado por el arma, mientras la hija corría en su auxilio.

Hana se mantuvo impasible.

La situación dio el drástico giro que la aprendiza había querido. El gitano aprovechó la confusión para atacar a uno de los guardias y salir corriendo hacia Notre Dame. Sin embargo, los soldados se repusieron rápido de la sorpresa y procedieron a su persecución, salvo quien se quedó a auxiliar al compañero ya muerto.

Apenas habían sido unos segundos. Y había dos nuevas personas en el suelo que habían expirado su último aliento.

Hana creía en la fortuna. En la suerte variable de las personas, en aquellos que por hallarse en sitios específicos, llevados por la coincidencia, sufrían o eran recompensados por algún tipo de fuerza no natural. Habría mentido si dijera que no se le encogió el corazón cuando vio caer al hombre. Pero, claro, ¿cómo iba a sentirlo si no creía tener uno? Tanto el hombre como el guardia habían tenido la desgracia de estar presentes donde la desventura les haría encontrar su fin.

Sabía que era su culpa. Y aun así, no albergaba sentimiento alguno. Cerró los ojos, evaporó las imágenes de los recientes cuerpos, que se superponían con todos los que había visto en su vida, y los volvió a abrir. Tenía intención de apartarlos y no volver a rememorarlos nunca más.

Entonces, alguien la empujó y pasó de largo, mientras se descubría la cara. Parecía amiga de los gitanos, si acaso no era una de ellos, puesto que gritó y corrió también en pos de éste, al tiempo que noqueaba a uno de los perseguidores. Además, cuando la situación comenzó a complicarse, llamó a una ¿cabra? que se abalanzó a por los soldados en su ayuda.

Sorkas, por otro lado, también salió en su persecución. Al principio, Hana dudó de sus intenciones, pero cuando le vio recoger el casco, le quedó más claro. Se dirigía a la catedral, pues. ¿Y ella? ¿Qué haría? No había ayudado al gitano porque quisiera tener alguna relación con ellos. Simplemente, le había apetecido. No le gustaban los soldados que proclamaban e imponían su justicia, llevándose por delante a quien se opusiera. Punto.

Además, consideraba haberse visto ya demasiado envuelta. Tampoco quería que sospecharan que había sido ella quien convocó la espada mortal. Y a Sorkas, quien no conocía bien a Hana, le bastarían con un par de negaciones más tarde para que no la tachara de culpable. Así pues, su deber era centrarse nuevamente en la misión.

Y, puesto que su compañero parecía que fuera a quedarse en una de las zonas clave un tiempo, a Hana sólo le quedaba la otra opción: el Palacio de Justicia. No le hacía especial gracia, pero además de la misión, tenía otros dos motivos para ir: el misterioso hombre y el juez Frollo. También era una buena oportunidad para ver más de cerca cómo era la ley de aquel mundo con el que ya había tenido un primer contacto nada agradable.

Se deslizó por la pared, con cuidado de no llamar la atención, y se dirigió en la misma dirección que la tartara.
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Awards 2010-2011, 2012, 2013, 2014 y 2015
Spoiler: Mostrar
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
ImagenImagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen

¡Gracias a todos los que votasteis!
Avatar de Usuario
Nell
161. Kairixula
161. Kairixula
The Unknowns
 
Mensajes: 6373
Registrado: Jue Dic 17, 2009 10:18 pm
Dinero: 19.43
Banco: 48,402.75
Ubicación: Intentando desengancharme de la Lotería ;_;
Sexo: Femenino
Estantería de objetos
Karma: 65

Re: [La Cité des Cloches] No quedará ni uno

Notapor Suzume Mizuno » Jue Nov 14, 2013 1:47 am

Sorkas

El joven corrió con todas sus fuerzas hacia los dos gitanos necesitados de ayuda y, cuando ya estaba relativamente cerca de ellos, recogió el casco que la chica había utilizado para lanzarlo. Pero por el camino perdió todas sus fuerzas; debía pensar que ser medio aplastado por una avalancha no era para tanto. No calculó bien; tenía las piernas llenas de moratones, un puntapié recibido en la sién le provocó un grave mareo al correr y le dolía el costado derecho cada vez que se movía. Quizás tuviera algo roto.

El casco metálico salió disparado, tal y como había esperado, y alcanzó en la mejilla al soldado que forcejaba con la capa de la muchacha. Furioso, se arrancó la tela y buscó con la mirada al responsable: sus ojos se clavaron en Sorkas.

—¡Maldito cerdo, te voy a rebanar el pescuezo!

Apartó de un golpe a la gitana de su camino, que cayó sobre las posaderas.

Sorkas estaba débil y mareado y aunque trató de esquivar el arma del soldado, no pudo hacerlo a tiempo y le alcanzó en un brazo, cerca del hombro, abriéndole un buen tajo que comenzó a sangrar copiosamente.

¡Djali!

Cuando Sorkas pensó que el soldado iba a cumplir su amenaza, se dobló hacia atrás: había recibido una cornada en la parte inferior de las rodillas. De pronto la gitana apareció a su espalda y le asestó un puñetazo en la cara que le hundió la nariz. Miró a Sorkas y, tras un titubeo, corrió hacia él y lo levantó de un tirón por el brazo sano:

¡Corre o nos matarán a todos!

Pasaron a toda velocidad al lado del otro gitano, que le había clavado el puñal a su agresor en el hueco que había en la zona del cuello y se estaba librando de su peso como podía.

Huyeron hacia la catedral y entraron como un huracán, cerrando a sus espaldas las pesadas puertas.

¡Nos acogemos a sagrado! —gritó la muchacha, medio desfallecida.

Sorkas aguardaría en vilo, esperando que sus perseguidores cargaran contra la puerta.

No fue así. Tras unos cuantos gritos de indignación y rabia, cayó el silencio.

Ambos gitanos se sentaron en el suelo, sin aliento. La joven le miró con unos grandes ojos verdes y dijo:

Te has arriesgado mucho, ¿por qué te has metido en este lío? —al ver que estaba sangrando se incorporó y extrajo un pañuelo de su escote, con una semi sonrisa—. Pero, de todas formas, y seas quien seas, gracias.

»Yo me llamo Esmeralda, y este es Zaccharie. Y esta cabra se llama Djali.


Spoiler: Mostrar
Imagen


Spoiler: Mostrar
Imagen


La cabra lanzó un balido, casi a modo de saludo, situándose al lado de esmeralda y clavando los ojos en Sorkas, como si no se fiara de él. Esmeralda comprobó la herida de Sorkas y puso mala cara, pero no dijo nada y se limitó a apañarle un torniquete con el pañuelo.

Más calmado, Sorkas podría echar un vistazo a su alrededor: una luz clara tamizada por el rosetón que había sobre sus cabezas iluminaba un enorme espacio lleno de velas. El interior de la catedral era inmenso, los espacios se acentuaban por los juegos de luces y la semipenumbra que provocaban las columnas y el interior de las capillas. Frente a ellos había innumerables reclinatorios en los que algunas personas estaban arrodillados. La mayoría miraba en su dirección con suspicacia, pero pronto les ignoraron y se elevaron susurros, pues las personas rezaban en voz baja.

Era un lugar francamente hermoso.

¿Cómo podía relacionarlo nadie con unos demonios?

****


Hana

La muchacha partió en pos de la tartana a buen paso, acompañada por los últimos grupos de gente que escapaban de la plaza. Si se daba la vuelta para mirar por encima del hombro acertaría a ver cómo Sorkas era salvado por la gitana.
No veía la tartana por ningún lado pero, por suerte para ella, la calle era recta y muy ancha, de modo que no había pérdida. Continuaba avanzando cuando, de repente, sintió una presencia a su espalda y algo le tocó el brazo.

Vaya, mademoiselle, ¿te has separado de tu compañero? O… ¿Estás siguiéndome?

El burgués que les había advertido en la plaza que se marcharan cuanto antes le dedicaba una afilada sonrisa. Si se fijaba bien vería que, en un gesto disimulado por la capa, se había llevado la mano a la espada.

La repasó con la mirada, comprobando que estaba despeinada y quizá algo pálida por la impresión. Pareció que su gesto se suavizaba un poco.

He visto lo que ocurrió. ¿Estás bien?

»Por cierto, me llamo Raphaël. ¿Tu nombre, mademoiselle?


Dirigió una mirada nerviosa hacia donde se había marchado la tartana. Si Hana se había fijado antes en que el hombre salía detrás del transporte de Frollo, ahora parecía tener la prueba de que estaba interesado en seguirle.

Quizás le conviniera ir con él.

O podía preferir marchar por su cuenta, pero no conocía la ciudad… Y estaba a punto de anochecer.

****


Ban

El muchacho no reaccionó lo suficientemente rápido. Antes de poder darse cuenta, la gitana había desaparecido y recibió un violento golpe por la espalda que lo volvió todo negro.


Spoiler: Mostrar
Quiero pedir mil perdones por el retraso. Ha sido una semana complicada, además de que tenía un examen y no he podido sacar tiempo de ningún sitio. Espero no tener que volver a retrasarme tanto…

Sorkas: 13/16 VIT

Siento decir que tu estrategia estaba mal planteada. Los guardias que venían a ayudar estaban lejos y Esmeralda y Zaccharie estaban ocupados con los otros dos, así que no veía muy bien con cuál querías ganar tiempo. Y luego no decías ni siquiera qué querías hacer, ni siquiera me quedó claro a cuál atacabas y si ibas a enfrentarte a ellos o no… Puede que sea yo la que no ha entendido pero la verdad es que lo noto muy consufo. La próxima vez escríbeme si no te queda clara la disposición de los soldados y revisa algo más tu estrategia XD.

En cuanto a Ban… Lo siento, pero queda fuera de la trama. Si quiere volver tendrá que hablarlo conmigo y dependiendo de lo tarde que se incorpore veré qué hacer.

Fecha límite: martes 19
Última edición por Suzume Mizuno el Vie Nov 22, 2013 12:08 am, editado 1 vez en total
Imagen

¡Gracias por las firmas, Sally!


Awards~

Imagen

Imagen

Imagen

Imagen

Imagen
Avatar de Usuario
Suzume Mizuno
63. Komory Bat
63. Komory Bat
 
Mensajes: 1883
Registrado: Vie Mar 02, 2012 9:52 pm
Dinero: 1,462,577.72
Sexo: Femenino
Karma: 6

Re: [La Cité des Cloches] No quedará ni uno

Notapor Nell » Mié Nov 20, 2013 12:35 am

Hana apretó los puños y caminó, con decisión, por la calle que había tomado la tartana, mientras a su lado aún huía gente de la plaza principal. Tuvo que aguantar un par de empujones de la multitud, pero eso no la detuvo ni la provocó a echar a correr ella también. Ante todo, no iba a admitir que nada de lo sucedido la había afectado hasta el punto de querer escapar. Como realmente estaba haciendo.

No volvió la vista atrás ni un momento.

Sin embargo, la ansiada soledad se vio interrumpida por el mismo caballero de antes, que sorprendió a Hana por la espalda. Del mismo modo que el hombre había reaccionado ante su presencia llevándose la mano a la empuñadura, la de Hana había adoptado por reflejo una posición en garra, como si enarbolara un mango que, a tiempo, se dio cuenta de que no podía convocar. No allí, en medio de toda aquella gente.

Le costó relajarse. Sobre todo después de lo que acababa de ocurrir. Sin embargo, se obligó a no levantar más sospechas. Cerró nuevamente el puño, posición que sabía que la detendría de hacer algo estúpido, y adoptó otra vez el papel de dama, aunque el mal humor se cernía sobre ella hasta hacerlo posiblemente palpable:

¿Quién sabe? ―posó los brazos en su cintura, en jarras, para que la postura no la delatara demasiado―. Mi “compañero” es un hombre aburrido y ordinario. No puedo disfrutar de los encantos de París con alguien así. Tal vez si algún lugareño tuviera la bondad de enseñarme…

Lo cierto es que el hombre no era de su agrado. Tenía… demasiado buen aspecto. Hana ignoraba las condiciones o los rangos de aquella ciudad, pero sabía que él no se correspondía a los más bajos, y ella siempre había sido chica de la calle (o del mar, más bien). Recelaba de aquellos considerados “superiores” y prefería juntarse con los que compartían su misma jerga. Sin embargo, no le vendría mal un guía que le diera más información sobre el mundo. Podía aprovecharse de él.

No entendió muy bien a qué vino el cambio de actitud del caballero, si sus palabras le hicieron bajar la guardia o había sido algo de lo que ella no se había percatado. No obstante, no dejó pasar la oportunidad.

Estoy bien. Es usted muy amable al preocuparse. Ha sido una cosa terrible. No entiendo cómo esos hombres tienen la valentía de enfrentarse a los soldados ―le describió, mientras en su interior se imaginaba a sí misma cargando sola contra toda la guardia y, por supuesto, ganando―. Han muerto incluso inocentes. ¿Qué pretendían los gitanos?

Dudaba que el hombre supiera algo acerca de las intenciones de estos, pero no estaba de más continuar con su muestra de desconocimiento como la extranjera que era. Lo cual le recordaba que más le valía que no saliera el tema de su procedencia, por si Raphael se interesaba. Y eso le llevaba a su nombre, el cual acababa de preguntarle.

Mi nombre es… ―dudó. Desechó enseguida la idea de darle el verdadero. No sabía qué ocurriría a continuación, ni en sus próximas visitas, pero cuantas más identidades se fabricara, más difícil sería que le siguieran la pista. Eso era lo que le decía la experiencia. Y si bien era cierto que la mentira podía ponerse en su contra, no sentiría ni el menor remordimiento en caso de que Raphael lo descubriera y la acusara de falsedad. Cada uno jugaba las cartas que tenía. Por ello, caviló poco en la elección del nombre, sabiendo que como extranjera se extrañaría de cualquiera que diese― Fiore. Encantada, Raphael.

Los ojos de Raphael se dirigieron sin disimulo hacia la dirección que había tomado la tartana, reafirmando la sospecha de Hana de que ambos tenían el mismo objetivo, aunque ignoraba qué buscaba Raphael.

Por lo tanto, cuanto más se alejara el carruaje de ellos, sería peor para ambos.

¿Por qué no continuamos nuestro camino? ―le propuso, inocente.

Por el momento, no revelaría sus intenciones concretas, sino que las dejaría en la mente de Raphael como una mera sospecha. No quería que interviniese en su misión más de lo necesario, ni tampoco que supiera nada más. Por ello, parecía ideal que fingiera ignorar la tartana y mostrara que su única intención era recorrer París… por el momento. Él bien podía utilizarla fácilmente para llevarla consigo.
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Awards 2010-2011, 2012, 2013, 2014 y 2015
Spoiler: Mostrar
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
ImagenImagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen

¡Gracias a todos los que votasteis!
Avatar de Usuario
Nell
161. Kairixula
161. Kairixula
The Unknowns
 
Mensajes: 6373
Registrado: Jue Dic 17, 2009 10:18 pm
Dinero: 19.43
Banco: 48,402.75
Ubicación: Intentando desengancharme de la Lotería ;_;
Sexo: Femenino
Estantería de objetos
Karma: 65

Re: [La Cité des Cloches] No quedará ni uno

Notapor Sorkas » Mié Nov 20, 2013 1:18 am

Logré alcanzar al soldado con mi lanzamiento, pero la marabunta de gente pasando sobre mí me había provocado más daños de lo esperado. La verdad es que estaba realmente dolorido, sobre todo en el costado y me dolía la cabeza a rabiar.

El soldado se acercaba hacia mí maldiciendo y amenazándome malamente. Intenté huir pero me dolía todo demasiado, así que observé impotente como solo pude desplazarme ligeramente para evitar un golpe mortal. Pero la espada sesgó el aire y me alcanzó en el brazo.

No sentí nada. Veía cómo brotaba la sangre del corte en mi brazo pero no sentía dolor alguno. Ni dolor, ni nada. Estaba completamente vacío. ¿Sería esto lo que sienten los Sincorazón?

Daba igual, nunca lo sabría. El soldado se disponía a acabar la tarea que tenía a medias y yo no iba a poder esquivar su espada una vez más. Ya nada iba a evitar que mi aventura llegase a su fin. O eso creía yo.

El soldado nunca llegó a asestar el golpe final. La cabra lo había evitado. ¿Cómo? Nunca lo sabría. En realidad, ni siquiera me extraño que acudiese en mi ayuda una cabra, en el estado en el que me encontraba podrían habérseme aparecido mis propios difuntos padres que ni me habría enterado.

Justo después surgió la figura de la gitana, lo que ya era más normal, para golpear al soldado. Juraría que me grito algo, pero seguí sin enterarme de nada. Aun así, me agarro de mi brazo bueno y me levantó. Al menos con eso ya sí me enteré, que había que llegar a la catedral en resumen.

Al entrar, la gitana volvió a gritar algo que solo sonó como ruido para mí. No sabía exactamente por qué pero parecíamos estar a salvo dentro de la catedral, ya que los soldados no entraron a por nosotros. Logré respirar tranquilamente durante unos segundos, poco a poco volví a notar el dolor. No sabría decir si eso era bueno o malo.

Te has arriesgado mucho, ¿por qué te has metido en este lío? —preguntó la gitana mientras me tendía un pañuelo—. Pero, de todas formas, y seas quien seas, gracias.

»Yo me llamo Esmeralda, y este es Zaccharie. Y esta cabra se llama Djali.


Realmente tampoco sabía muy bien la razón por la qué les había ayudado, no había una razón. No me gustaba que maltratasen a personas por su raza, no entendía el motivo de esto.

Yo… Sorkas…—pronuncié todavía en estado de shock. Tosí un poco para aclarar mi garganta—. Me llamo Sorkas.

Dudé un momento. No sabía si revelarles que no era de este mundo. Aunque no era difícil suponer que al haberles ayudado tan abiertamente no era, precisamente, un habitante de París.

No soporto que se pongan en vuestra contra por vuestra raza —zanjé sin entrar en detalle.

De momento me guardaría ese secreto aunque no parecía que fuese a aguantar mucho sin salir a la luz.

Spoiler: Mostrar
Sorry por cacapost, pero no he tenido mucho tiempo :?
Avatar de Usuario
Sorkas
12. Neosombra
12. Neosombra
 
Mensajes: 332
Registrado: Lun Jul 23, 2012 4:05 pm
Dinero: 500,001.02
Banco: 0.00
Ubicación: Poniente
Sexo: Masculino
Karma: 3

Re: [La Cité des Cloches] No quedará ni uno

Notapor Suzume Mizuno » Vie Nov 22, 2013 2:01 am

Hana

¿Los gitanos? Quién sabe. Hay algunos que me imagino que disfrutarían matando a nuestro amado juez, mientras que otros prefieren pasar desapercibidos precisamente por las cosas que están ocurriendo… —Raphaël se encogió de hombros y, al escuchar el nombre de la muchacha, sonrió—. Un placer, Fiore

Cuando la muchacha le preguntó si continuaban con su camino, Raphaël se permitió una sonrisa sarcástica.

No creo que disfrutes mucho de París si vienes conmigo, Fiore. —la miró de reojo, con la sonrisa bailándole en los labios—. Aunque si tienes interés por los gitanos, quizás sí te interese acompañarme.

Le dirigió una mirada retadora, desafiándola, y echó a caminar a buen paso.

La llevó calle arriba apresuradamente durante un rato, sin apenas detenerse a mirarla. En cambio, levantaba la vista al cielo, preocupado: el cielo estaba cada vez más rojo, faltaba poco para que anocheciera. Pronto la gente comenzaría a recoger los puestos.

De pronto, Raphaël se detuvo en seco y se asomó disimuladamente por la esquina de un callejón sin salida: al fondo estaba la tartana.

Vigilada por un soldado, probablemente el conductor.

Vaya… Vamos a tener que… —Raphaël se quedó mirando hacia delante con sorpresa y entonces, para sorpresa de Hana, se volvió hacia ella y le susurró:—. Disimula —y la tomó por el talle con suave firmeza, poniéndola de espaldas contra la pared. Se inclinó sobre ella, apoyando un brazo a un lado de su cara y le sonrió con placidez, hablando en voz baja—. Parece que nuestro amigo Frollo ha venido a reunirse con alguien. ¿Quién será?

Si Hana miraba por encima de su hombro vería que era cierto: un alto joven, vestido ron ropas elegantes se había detenido frente al callejón. Pasó por delante del guardia sin que este dijera nada y, una vez llegado al lado de la tartana, le abrieron la puerta y se introdujo dentro.

Raphäel miró a Hana, dándose cuenta de que estaba prácticamente encima de ella, se separó y sonrió maliciosamente:

Discúlpame. No hace falta que me mires así, Fiore, no iba a hacer nada

Y sin añadir nada más se dirigió al guardia. Éste hizo ademán de insultar y desenfundar la espada, pero Raphaël se apresuró a susurrar alzando las manos y consiguió calmarlo. Cuchichearon durante un par de minutos, el burgués muy tranquilo, el otro retorciéndose nerviosamente los bigotes y negando con la cabeza. Al final algo tuvo que decir Raphaël, porque se puso pálido y aceptó una bolsa que le entregó este sin discutir más. Luego se marchó y se quedó en un borde de la entrada del callejón, metiendo la nariz dentro de la bolsa.

Raphaël le hizo un gesto:

A Frollo no se lo conoce precisamente por su generosidad. ¿Vienes conmigo o te quedas aquí?

Quizás no fuera buena idea acercarse, quizás no fueran a decir nada que interesara a Hana y estaba simplemente metiéndose en un lío.

O quizás no.

En cualquier caso, el Palacio de Justicia no iba a moverse de donde estaba y nadie sabía cuánto iba a permanecer ahí la tartana.

****


Sorkas

Esmeralda se quedó mirando en silencio al muchacho y dijo, divertida:

Eres un chico extraño arriesgándote por tan poca cosa. Pero gracias. De corazón

Es un idiota —dijo entonces Zaccharie, fulminando a Sorkas con sus ojos oscuros—. Si no hubieras estado desde un primer momento, habría podido escapar sin problemas.

Esmeralda miró en derredor, con los puños apretados y la mandíbula tensa. Por un momento dio la impresión de que fuera a abalanzarse sobre su compañero. Incluso la cabra, Djali, se puso en guardia e inclinó la cabeza y los cuernos en dirección al gitano. Sin embargo, Esmeralda exhaló un largo suspiro y sus hombros se relajaron. Luego se acercó entonces a Zaccharie y le apuntó con un dedo, estrechando los ojos y con un tono helado:

¡Las vidas de nuestros compañeros dependen de nosotros! —siseó Esmeralda, furiosa. Dio un paso al frente y el joven quedó atrapado entre ella y la pared—.¡Se suponía que ibais a entretener a los guardias!

¡Pues los hemos entretenido —respondió con frialdad.

¡Sí, eso ya lo veo! ¡Pero no sé qué habéis hecho, ha muerto gente inocente y has puesto en peligro a otras! —susurrando, hizo un gesto brusco hacia Sorkas. Algunas de las personas que estaban rezando en los bancos delanteros se giraron hacia ellos, pero no llegaron a decirles nada—. ¡Ahora les has dado el motivo perfecto para que vengan a por nosotros!

¡Lo habrían hecho igualmente, era cuestión de tiempo! —respondió él en el mismo tono y clavó los ojos en Sorkas—.¡Y si él no hubiera estado en medio…!

¡Eso da igual! ¡Lo que importa es que ahora Frollo podría querer adelantar la ejecución, y nosotros no tenemos forma de avisarlos! —Esmeralda cogió a Zaccharie por la camisa y lo sacudió con la voz temblorosa por la rabia.

El chico se puso pálido.

C-Clopin llegará a tiempo, seguro…

Eso si no lo han capturado. ¿Y qué ha pasado con Eugène?

Ese debía ser el compañero al que habían atrapado los soldados antes de que pudiera escapar, pues el gitano no respondió, sino que bajó la mirada, culpable.

Esmeralda se mordió el labio inferior y bajó la cabeza, con los ojos húmedos. Pero no lloró, sino que se recuperó y miró con decisión a su alrededor. Sus bonitos iris verdes se detuvieron en Sorkas que, evidentemente, lo había escuchado todo.

Lo siento. Si permaneces aquí hasta la mañana quizás puedas salir. Si no, habla con al archidiácono, es una buena persona. Pero —le advirtió con seriedad—, no salgas de aquí de noche. Es peligroso —no sonrió al decir:—. Los demonios aparecen con la oscuridad.

Y echó a andar hacia el interior de la catedral, con la cabra trotando a su lado. Zaccharie se apresuró a ir detrás de ella.

Sorkas tenía varias opciones. Podía esconderse y curarse, ir detrás de ellos para averiguar a qué se estaban refiriendo —al fin y al cabo, la cabra le había salvado la vida. Y la cabra era de la gitana—, ofrecerles su ayuda, buscar al archidiácono para pedirle que lo ayudara a salir e ir a buscar a Hana o… Esperar a que llegaran los Sincorazón. Si es que llegaban.

Spoiler: Mostrar
Fecha límite: martes 26
Imagen

¡Gracias por las firmas, Sally!


Awards~

Imagen

Imagen

Imagen

Imagen

Imagen
Avatar de Usuario
Suzume Mizuno
63. Komory Bat
63. Komory Bat
 
Mensajes: 1883
Registrado: Vie Mar 02, 2012 9:52 pm
Dinero: 1,462,577.72
Sexo: Femenino
Karma: 6

Re: [La Cité des Cloches] No quedará ni uno

Notapor Sorkas » Mié Nov 27, 2013 1:26 am

Eres un chico extraño arriesgándote por tan poca cosa. Pero gracias. De corazón

Es un idiota —respondió Zaccharie perforándome con la mirada—. Si no hubieras estado desde un primer momento, habría podido escapar sin problemas.

Vaya forma de agradecer mi ayuda. Nunca me había caracterizado por tener mucha paciencia, y algo me decía que el tal Zaccharie acabaría por acabar con ella muy rápido. Aun así, respiré hondo mientras me iba encontrando algo mejor de mis heridas. Lo mejor sería no contestar y dejar pasar la situación para que no se volviese más tensa.

Paralelamente, Esmeralda fulminó con la mirada a su compañero reprochándole sus palabras. Acto seguido empezaron a discutir así que me tomé un tiempo de descanso cerrando los ojos y repasando mentalmente lo que había pasado hasta llegar aquí.

¡Hana! Me había olvidado por completo de ella. No había entrado en la iglesia… Pero en realidad ella no atacó a los soldados, así que no debería estar en peligro. Al parecer no era muy recomendable salir ahora de la catedral por lo que otra vez me volvía a encontrar solo en una misión. En fin… Ni yo sabía cómo me las arreglaba.

Mientras tanto, la discusión llegaba a su fin.

Lo siento. Si permaneces aquí hasta la mañana quizás puedas salir. Si no, habla con al archidiácono, es una buena persona. Pero, no salgas de aquí de noche. Es peligroso. Los demonios aparecen con la oscuridad.

Demonios”. En cuanto pronunció esa palabra, mi mente dio brinco. ¿Sería verdad que los gitanos están relacionados con la aparición de los Sincorazón? No debía dejar escapar esa oportunidad.

Oye,… —dije siguiendo los pasos de Esmeralda. ¿Cómo iba a abordar la pregunta? En realidad, no tenía mucha importancia, todo el mundo sospechaba de los gitanos—. No seréis vosotros… Quiero decir, no seréis vosotros los que hacen aparecer esos demonios, ¿no? Es que los rumores…—pregunté sin rodeos intentando parecer lo más asustado posible para que no sospecharan mucho de mí.
Avatar de Usuario
Sorkas
12. Neosombra
12. Neosombra
 
Mensajes: 332
Registrado: Lun Jul 23, 2012 4:05 pm
Dinero: 500,001.02
Banco: 0.00
Ubicación: Poniente
Sexo: Masculino
Karma: 3

Re: [La Cité des Cloches] No quedará ni uno

Notapor Nell » Mié Nov 27, 2013 2:09 am

Puede que hubiese juzgado mal a Raphael. Conocía a los gitanos, pero no estaba demasiado interesado en ellos, por lo que dedujo Hana de sus cortas explicaciones. Habían despertado su curiosidad y quería saber más de ellos. Sin embargo, era natural que alguien de mayor categoría supiera menos sobre ese tipo de culturas. Hana se arrepintió demasiado tarde de no haberse quedado en la plaza.

Al final, acabó confundiéndola en sus verdaderas intenciones, porque sí parecía que fuera otra vez a relacionarse con ellos de alguna forma. Decidió, entonces, averiguarlo por sí misma de una vez, acompañándole.

París no es sólo la… belleza de sus calles ―le costó decir eso al mismo tiempo que un tufo asqueroso llegaba a su nariz, de procedencia desconocida, como casi todo en la ciudad―, sino también de los habitantes que la componen. Disfrutaré de cualquier vista que tengas intención de enseñarme.

Le siguió por la larga calle, manteniendo su paso como podía, incómoda por la falda, pero dispuesta a no quedarse atrás. No sabía qué pretendía Raphael, pero cada vez estaba más interesada en semejante personaje. A eso había que añadirle que, pese a sus modales y al rol de Hana, cada vez se sentía menos desplazada en su supuesto papel de dama débil y ordinaria. Cosa que le gustaba.

Raphael debió de llegar a su destino, porque paró de repente en la esquina de un callejón, deteniendo a Hana tras él, para ver qué había en su interior. Y tras comprobarlo, se giró hacia ella y la posicionó contra la pared, con él de frente, para disimular como parejita.

Esperó, pacientemente, para mirar de reojo a la persona que se metía dentro de la tartana y que había mencionado Raphael, antes de decir nada.

Alguien de su misma calaña ―se le escapó.

Le costó varios segundos darse cuenta de la cercanía a la que estaba Raphael de ella. En teoría, no tendría por qué haberse sentido incómoda. Al fin y al cabo, había crecido rodeada de hombres y, de hecho, le gustaba mucho más su compañía. Sin embargo, no había llegado nunca a un contacto tan próximo con ninguno como con aquel hombre. Tan… invasivo. Si no hubiese habido pared a su espalda, probablemente habría dado un paso atrás para alejarse.

Pero se contuvo de hacer movimientos extraños. No quería actuar tampoco como una niña. Mantuvo el tipo, odiándose a sí misma por aquella incomodidad que, a su juicio, no era otra cosa que inmadurez. ¿A quién quería engañar cuando hacía gala de lo que llamaban “armas de mujer”? No era ninguna mujer. Aún no quería saber nada de los hombres.

Finalmente, Raphael se separó, y algo debió de captar en su mirada o en sus formas, porque se disculpó por la escenita, con cierto regocijo, a ojos de Hana.

Qué caballero ―masculló como pudo, incapaz de dar una respuesta suficiente mordaz como se hubiese esperado de ella.

Hana creía que, entonces, Raphael propondría alguna forma de distraer al guardia para acercarse a la tartana, pero súbitamente el hombre se dirigió hacia el soldado con suma tranquilidad y conversó un rato con él, en lo que parecía ser una discusión inconforme. Hana los observó a ambos desde la esquina, sin querer llamar la atención, hasta que un buen puñado de monedas zanjó el conflicto.

Para entonces, Hana había respirado las suficientes veces como para volver a ser ella misma. Y, como tal, un solo pensamiento vino a su mente: Raphael tenía más dinero encima del que aparentaba.

O, al menos, la joven esperaba que no se lo hubiera dado todo al guardia.

Acabada la discusión, Raphael la invitó a acercarse. O, más bien, la dio a elegir entre la acción o la espera. La decisión estaba bastante clara.

¿Tú qué crees? ―enarcó una ceja, avanzando hacia él.

Ni siquiera la importaba demasiado si era o no útil aquel espionaje para la misión. Por el momento, lo único que quería era descubrir más sobre los gitanos y, ¿qué mejor que hacerlo a través de su enemigo? Incluso si eso suponía un riesgo. Aunque eso, en sí, también le encantaba.

Miró el cielo, para asegurarse de que aún quedaba luz. Que ella supiera, los sincorazón no tenían una hora determinada para aparecer, pero Hana diría que la noche bien podía ser su clima favorito. No tenía prisa, pues, en ir al Palacio de Justicia. Sabía que acabaría allí tarde o temprano.
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Awards 2010-2011, 2012, 2013, 2014 y 2015
Spoiler: Mostrar
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
ImagenImagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen

¡Gracias a todos los que votasteis!
Avatar de Usuario
Nell
161. Kairixula
161. Kairixula
The Unknowns
 
Mensajes: 6373
Registrado: Jue Dic 17, 2009 10:18 pm
Dinero: 19.43
Banco: 48,402.75
Ubicación: Intentando desengancharme de la Lotería ;_;
Sexo: Femenino
Estantería de objetos
Karma: 65

Re: [La Cité des Cloches] No quedará ni uno

Notapor Suzume Mizuno » Sab Nov 30, 2013 2:04 am

Sorkas

Ambos gitanos se detuvieron bruscamente al escuchar la pregunta. Cuando se volvieron hacia él, Sorkas se dio cuenta de que había puesto a ambos a la defensiva: Zaccharie estaba muy tenso, con los puños cerrados y el gesto lívido, mientras que Esmeralda mantenía los labios firmemente unidos y un gesto de cansancio.

¡No somos nosotros! —siseó Zaccharie.

¡Shhh! ¡Aquí no! —masculló Esmeralda, mirando en derredor con angustia.

La joven los llevó cerca de una capilla donde no había nadie contemplando las reliquias y dijo con cierta agresividad:

Si fuéramos nosotros quienes invocamos a los demonios, ya habríamos acabado con todos aquellos que nos causan daño. Pero no lo somos. ¡Han llegado desaparecer a niños de nuestro pueblo!

Y, si lo fuéramos, desde luego no seríamos tan estúpidos como para permitir que se nos relacionara con ningún demonios —intervino Zaccharie, que recorrió a Sorkas con la mirada como si fuera subnormal. Luego añadió con un tono menos desagradable, más pensativo:—. Siempre nos echan la culpa de todo lo que ocurre, da igual que sea la guerra o una plaga. Pero esta vez… Esta vez está pasando algo grave de verdad. Y alguien nos quiere culpar a nosotros de lo que está pasando.

Esmeralda se mordió el labio inferior y le examinó, como preguntándose si podía confiar en él. Terminó por encogerse de hombros.

Frollo, que es el juez que lleva las riendas del Palacio de Justicia, cree que somos nosotros. No tiene ninguna prueba, por eso ha capturado a muchos de los nuestros… Y tenemos que rescatarlos. Esta noche. Antes de que decidan ajusticiarlos. Antes de que las torturas… —vaciló y no continuó, repentinamente pálida.

Si intentas avisar a algún soldado, estás muerto —le advirtió Zaccharie con frialdad.

No se quedaron esperando su respuesta. La pareja se dirigió hacia lo más profundo de la Catedral, donde hablaron apresuradamente con un hombre de largo y claro atuendo, entrado en años. Debía ser el archidiácono. Ambos gesticularon, sin levantar la voz, y el anciano, después de morderse el labio inferior, asintió y se los llevó hacia la cabecera del edificio, sacando unas llaves y desapareciendo tras el gran altar.

Sorkas debería ir eligiendo qué hacer. Si no se daba prisa, los perdería de vista. Pero quizás no le interesara ir tras ellos, sino buscar su propio camino. Quizás sería más productivo recorrer la catedral y buscar otra salida. Podría intentar buscar unas escaleras y subir: seguro que a los guardias no se les ocurría que nadie intentara escapar por alguna ventana. O podría esperar a la noche. Quizás tuviera suerte y consiguiera averiguar algo sobre el origen de los Sincorazón… Un origen que más valía destapar pronto. Era el deber de los Caballeros acabar con los Sincorazón y la mera existencia de estos estaba poniendo en peligro, indirectamente, a un pueblo entero.

****


Hana

Se acercaron en silencio, pegándose a las paredes de la tartana casi sin atreverse a respirar. Desde el interior les llegaron voces amortiguadas; una era grave, profunda, retumbante, de un hombre mayor. La otra era más joven y vivaz y sólo intervenía para soltar una risotada o hacer algún comentario jocoso.

…El rey no lo entiende, su hermana lo tiene completamente cegado y no comprende lo grave que es la situación. Si no les detenemos cuanto antes, será demasiado tarde

Pero, querido Frollo, ¿tenéis alguna prueba de que sean ellos?

¿Qué otra prueba necesito que lo que ha ocurrido en la plaza de Notre Dame? —respondió irritado Frollo—. Esos salvajes me han atacado. ¡Han matado soldados!

En cualquier caso, no podréis hacer una redada general sin el permiso del rey…

Por ello debo conseguir que confiesen esta noche .

¡Pobres gentes! ¡No me gustaría estar en el lugar de esos gitanos!

Cardenal, tomáoslo en serio, por favor y dejad de sonreír de esa manera. Además, ¿qué hacéis con esas pintas?

Raphaël se separó por un momento de la tartana, con la boca entre abierta y los ojos como platos. Miró a Hana con una ceja arqueada y luego volvió a pegar el oído, echando ojeadas a la boca del callejón, controlando que no regresara el guardia.

Voy de incógnito —respondió el joven, divertido—. Quería ver cómo es todo antes de que la gente me reconozca y no sea sincera conmigo. Ahora pienso ir a ver mi próximo lugar de trabajo

¿Queréis decir que… vais a ir solo a Notre Dame? ¿Ahora? ¿Sin escolta?

Eso pretendo.

¡Estáis loco! ¡Los demonios llegan con la caída del sol!

Dios me protegerá mucho mejor que las espadas de los hombres —dijo el joven con retintín. En cierta manera, por su tono, parecía no terminar de creerse la existencia de los demonios—. Además, por lo que tengo entendido, nunca entran dentro de la catedral, algo normal si es la casa de Dios. Más que por mí, yo me preocuparía por vos. Si es cierto que también aparecen en torno al Palacio de Justicia, corréis peligro.

Debo estar allí. Sé que los gitanos planean algo, probablemente intenten liberar a sus repugnantes amigos. Van a utilizar sus demonios, sin duda. Pero, si lo hacen… Tendré la prueba definitiva.

Debo decir que desapruebo vuestro rigor, amigo mío. Estoy convencido de que si son ellos, al menos no toda la comunidad está implicada. Tengo entendido que han desaparecido niños gitanos y…

¡Es sólo una fachada! ¡Lo tienen todo planeado! Vos sois joven y no lo comprendéis. No entendéis el alma putrefacta de los gitanos. Ladrones, adivinos, hechiceros… Ninguno de ellos trabaja como un buen cristiano, ¡ninguno de ellos es de fiar! ¡No vayáis a la catedral, cardenal! Si os interponéis en su camino, os matarán.

Esa es una acusación muy grave —rió el otro, de buen humor—. Pero en ese caso, ya tendríais vuestra prueba de su maldad, ¿no es así?

¡No bromeéis conmigo! ¡Está desapareciendo gente y vos no seréis una excepción! ¡No juguéis con el Diablo, mi señor! ¡Si vais, os matarán!

Ya es suficiente, Frollo.

¡No, no lo es! Nadie lo entiende, pero yo os lo haré ver. Da igual cuánto tenga que trabajar para acabar con esa raza de brujos sin tierra. No mancillarán más París. Mañana por la mañana, cuando la gente vea que la matanza no va a acabar, empezaré a impartir justicia. Y los escépticos como vos comprenderán que es lo mejor que podemos hacer. Ni la hermana del rey podrá oponerse. No pararé, cardenal. No pararé. ¡¡Juro por Dios que no quedará ni uno!!

En ese momento, Raphaël cogió la mano de Hana y le dio un tirón para que salieran despedidos hacia la boca del callejón, justo en el momento en que se abría la puerta de la tartana. Doblaron por una esquina y el guardia, que estaba sentado contra una pared contando sus monedas de oro, se incorporó de un salto y volvió a toda velocidad a su puesto.
Raphaël apoyó una mano en el muro y se pasó una mano por la barbilla, meditabundo.

Bueno, bueno, lo que acabamos de descubrir… —miró al cielo, que ya comenzaba a oscurecerse. En ese momento, el joven cardenal salió andando a paso ligero, sonriendo pero con aspecto de irritación, y tomó el camino que ellos habían recorrido, dirigiéndose hacia Notre Dame. Poco después partió la tartana hacia el Palacio de Justicia—.Maldita sea. Se nos abren dos caminos, Fiore. ¿Qué decís? Allá donde vayamos, parece que vaya a haber demonios… Una dama como vos quizá debería regresar con su acompañante y advertirle que se ponga a cubierto, ¿no?

Hana tenía muchas opciones. El Palacio de Justicia no estaba muy lejos y todo el mundo parecía convencido de que aparecerían Sincorazón dispuestos a atacar a los soldados. Todo para rescatar a los gitanos encerrados. ¿Serían los gitanos los verdaderos culpables? También podía temer por Sorkas y decidir volver con él. Por otra parte, estaba el tema del joven cardenal que se iba a lanzar de boca a los Sincorazón. Probablemente a Hana no le importara su vida. Pero parecía claro que si le ocurría algo, Frollo desataría una matanza general entre los gitanos.

Y eso, sin lugar a dudas, atraería todavía más Sincorazón.

En cuanto a Raphaël…

Yo continúo hacia el Palacio de Justicia. Espero que el cardenal sea lo suficientemente inteligente para resguardarse si aparece algún demonio en su camino —masculló para sus adentros.

Miró a Hana, esperando a ver qué hacía.

Luego echó a caminar tras la tartana.

El sol se hundía en el horizonte. En pocos minutos, la noche terminaría por caer sobre ellos. Ya no quedaba nadie en la calle.

Spoiler: Mostrar
Fecha límite: miércoles 4
Imagen

¡Gracias por las firmas, Sally!


Awards~

Imagen

Imagen

Imagen

Imagen

Imagen
Avatar de Usuario
Suzume Mizuno
63. Komory Bat
63. Komory Bat
 
Mensajes: 1883
Registrado: Vie Mar 02, 2012 9:52 pm
Dinero: 1,462,577.72
Sexo: Femenino
Karma: 6

Re: [La Cité des Cloches] No quedará ni uno

Notapor Sorkas » Mar Dic 03, 2013 7:26 pm

Como esperaba mi pregunta los puso en alerta. No era algo que me sorprendiese, al fin y al cabo era una pregunta comprometida.

¡No somos nosotros! —respondió Zaccharie inmediatamente.

Sin embargo, Esmeralda lo mandó callar rápidamente y nos guio a un lugar a salvo de miradas curiosas. Se trataba de una pequeña capilla apartada de la galería principal. Una vez cerciorada que no había nadie, cambió su gesto a uno más agresivo.

Si fuéramos nosotros quienes invocamos a los demonios, ya habríamos acabado con todos aquellos que nos causan daño. Pero no lo somos. ¡Han llegado desaparecer a niños de nuestro pueblo!

¿Niños gitanos desapareciendo también? Eso yo no lo sabía. Aunque, a pesar de no conocer todos los secretos de este mundo, no me resultaba extraño que nadie hablase de desapariciones de los repudiados gitanos.

Y, si lo fuéramos, desde luego no seríamos tan estúpidos como para permitir que se nos relacionara con ningún demonios —dijo Zaccharie con desprecio. Algo me decía que eso no era verdad, y qué si lo fuese no se refería él mismo, que había lanzado un tomate contra el carruaje del Juez ese—. Siempre nos echan la culpa de todo lo que ocurre, da igual que sea la guerra o una plaga. Pero esta vez… Esta vez está pasando algo grave de verdad. Y alguien nos quiere culpar a nosotros de lo que está pasando.

Respecto a eso último, sí que parecía tener toda la razón. Hasta ahora solo eran sospechas pero si daba crédito a las palabras de Esmeralda y Zaccharie, estaba claro que los gitanos no tenían nada que ver con los Sincorazón. Y no tenía razón alguna para dudar de las personas que me habían salvado la vida.

Me mordí el labio molesto. Esto tiraba por tierra la única pista que tenía sobre el origen de los Sincorazones. Ahora estaba incluso peor que al empezar, con cero pistas.

Frollo —continuó Esmeralda—, que es el juez que lleva las riendas del Palacio de Justicia, cree que somos nosotros. No tiene ninguna prueba, por eso ha capturado a muchos de los nuestros… Y tenemos que rescatarlos. Esta noche. Antes de que decidan ajusticiarlos. Antes de que las torturas…

Si intentas avisar a algún soldado, estás muerto —concluyó Zaccharie.

Si tratas igual de bien a todos los que te intentan ayudar, no entiendo por qué tienen tan mala fama los gitanos. —respondí sarcásticamente antes de asimilar las palabras de Esmeralda.

Acto seguido, se fueron y hablaron con un señor mayor, dejándome a mí atrás. Tenía que decidir qué hacer.
Al parecer, los gitanos tenían un plan para rescatar a sus compañeros apresados. Mentiría si dijera que no quería ayudarles, pero como la Maestra Yami dijo, no deberíamos interferir en los devenires del mundo en cuestión. Y yo ya había desobedecido lo suficiente aquella norma. Así que en este caso dejé que siguieran su camino.

Mi única misión era con respecto a los Sincorazón, y sabía que aparecían por la noche, así que me dispuse a esperar a que anocheciera y ver que ocurría en los alrededores de la catedral. Mientras tanto, me dispuse a visitar la catedral ya que parecía no correr ningún peligro dentro de ella. Deambularía por las diferentes estancias, admirando su indudable belleza. También aprovecharía para ver si lograba tomar prestada una capa que cubriese mi vestimenta y así poder pasar más desapercibido. Sobre todo para cubrir mi brazo herido que podría generar preguntas incómodas.
Avatar de Usuario
Sorkas
12. Neosombra
12. Neosombra
 
Mensajes: 332
Registrado: Lun Jul 23, 2012 4:05 pm
Dinero: 500,001.02
Banco: 0.00
Ubicación: Poniente
Sexo: Masculino
Karma: 3

Re: [La Cité des Cloches] No quedará ni uno

Notapor Nell » Vie Dic 06, 2013 12:10 am

Se acercó junto a Raphael a la tartana, desde donde les llegaron dos voces. Si bien parecían pertenecer respectivamente a un anciano y un joven, hasta que no sonó el nombre de Frollo, no habría sabido distinguirlas entre las dos personas que había en su interior.

El resto de la conversación apenas la entendió. Únicamente podría asegurar que el Juez Frollo estaba conspirando contra los gitanos, algo de lo que no era de extrañar. La identidad de su acompañante quedó en el misterio, aunque Raphael parecía sospechar algo por sus reacciones, pero Hana no captó su significado.

Al final, incluso acabó cansándose de tanta cháchara sobre los gitanos. Se tenía que obligar a prestar atención para entrever en sus palabras la información sobre los sincorazón, pero no comentaron nada que no supiera. De hecho, sólo aumentaron su premura en visitar el Palacio de la Justicia, puesto que era un foco clave.

«¡¡Juro por Dios que no quedará ni uno!!».

Hana puso los ojos en blanco e intentó aguantar la risa. Más le valía tener de verdad a Dios de su lado si planeaba enzarzarse contra los reyes de la calle, como parecían ser los gitanos. Ni el mayor poder de todos sería capaz de limpiar nunca lo que otros llamarían la “escoria” de la calle, esos ladrones y adivinos que había mencionado con anterioridad.

Terminada la conversación entre juez y cardenal (cuyo estatus, por ser nula creyente, Hana tildaba de mediocre), Raphael tiró de ella hasta el inicio del callejón, donde no serían descubiertos por la figura que volvía a salir.

Hana fingió interés en la nueva información, pero en realidad pensaba que sólo había escuchado palabras necias. Era obvio que aquel juez estaba chiflado y el cardenal, pese a tener algo de cabeza, probablemente moriría joven si seguía dejando de esa manera su seguridad a manos de un ser tan de confianza como Dios.

Cada uno partió en una dirección distinta. El cardenal, hacia Notre Dame; y la tartana, con Frollo dentro, en dirección al Palacio de Justicia. Hana la vio perderse mientras escuchaba a Raphael hablar. Le contestó inmediatamente, sin pensarlo en absoluto:

Si mi acompañante no sabe cuidarse por sí solo, no seré yo quien le sujete los calzones ―¿tendrían calzones en París?―. Diría que estaré mucho más segura y mejor acompañada con ust... ¿vos? ―lo último casi sonó como una pregunta, recordando Hana el imitar su lenguaje, que no había usado nunca antes.

Y que el destino de Raphael fuera el Palacio de Justicia era ideal, porque hacía rato que Hana quería ir. Se puso a su ritmo cuando echó a andar en dicha dirección, juzgando por el cielo la cercana noche que atraería a los sincorazón.
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Awards 2010-2011, 2012, 2013, 2014 y 2015
Spoiler: Mostrar
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
ImagenImagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen

¡Gracias a todos los que votasteis!
Avatar de Usuario
Nell
161. Kairixula
161. Kairixula
The Unknowns
 
Mensajes: 6373
Registrado: Jue Dic 17, 2009 10:18 pm
Dinero: 19.43
Banco: 48,402.75
Ubicación: Intentando desengancharme de la Lotería ;_;
Sexo: Femenino
Estantería de objetos
Karma: 65

AnteriorSiguiente

Volver a Segunda Saga

¿Quién está conectado?

Usuarios navegando por este Foro: No hay usuarios registrados visitando el Foro y 1 invitado